Derecho Procesal Penal

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DOCUMENTO 7 FICHA DIAZ DE LEON, Marco Antonio TRATADO SOBRE LAS PRUEBAS PENALES Editorial Porrua, México 1991 Páginas 317 a 324

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DOCUMENTO 7FICHA

DIAZ DE LEON, Marco AntonioTRATADO SOBRE LAS PRUEBAS PENALES

Editorial Porrua, México 1991Páginas 317 a 324

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317CAPITULO SEPTIMO

LA VALORACION DE LA PRUEBA

1. GENERALIDADES

En el proceso penal el principio iura novit curia, ciertamente,hace mención a que el juez, como organo del Estado, tiene el deberde conocer la ley, con lo cual se trata de garantizar la correctaaplicación de ésta a los casas concretos. Pero resulta que para lajusticia criminal, esta situación toca solo una parte del problema, yaque la relación procesal no es puramente normativa, es decir, la labordel juez, en el proceso; no se puede limitar unicamente alconocimiento a análisis de las normas jurídicas; para fallar conjusticia habrá de conocer, también, sobre el estado que guardan loshechos a los cuales esas normas han de aplicarse.

Así pues, el juez al sentenciar no solamente se encuentra frentea un problema de naturaleza unicamente jurídica, sino que tambiénse enfrenta al que se deriva de establecer la certeza de los hechos.De estos dos problemas que encara el juez, el de constatar loshechos y el de ubicar la solución del derecho, el primero, ladilucidación del hecho, no ha de considerarse de manera alguna elmenos trascendental en su función de administrar publica justicia, enel caso, penal. Es mas, en esta materia donde no se admiten lasficciones legales que operan en el procedimiento civil como laconfesión ficta de la demanda, par ejemplo, no existen o, acaso, sonraros los procesos que no necesitan de prueba, en los cuales, vamosa suponer, se encuentran desde la averiguación previa esclarecidoslos sucesos lácticos y en los que solo resta por aplicar las normaspenales. Más reiterados son los procesos dentro de los cuales lascuestiones de derecho no centran el debate y las dificultades sepresentan vinculadas a los hechos. En estas hipótesis el fallo final,normalmente, se halla subordinado a los resultados que se obtienende vincular a la prueba can los citados sucesos fácticos. Laimportancia que

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asumen las prueba y su valoración por el juez, nos llevan a concluiren el sentido de que la actividad primordial determinante del proceso,consiste no tanto en encontrar la norma de derecho que resulteaplicable, cuanto el verificar los hechos aducidos.

Una vez que el procedimiento probatorio ha quedadocumplimentado par haberse aportado y desahogado todos losmedias de probar que legalmente se hubieran incorporada alprocesa, el juez se enfrenta a todo este material probatorio paraapreciarlo y sacar de el las consecuencias legales del caso; puedehacerlo analizando prueba par prueba y su relación con cada hecho,o bien, como sucede mas a menudo, apreciando globalmente laspruebas y hechos alegados por cada parte para sacar los puntas decoincidencia o contradicción que tuvieran, y, así, formarse unaconvicción lo mas apegada a la realidad.

Esta operación, conocida como valoración de la prueba, es unaactividad intelectiva que corresponde efectuar en exclusiva al juezpenal al juzgar; en ella el juez, con base en sus conocimientos dederecho, psicología, sociología, lógica, etcétera, y también con apoyoen las máximas de la experiencia, razona sobre las declaraciones,los hechos, las personas, las cosas, los documentos, las huellas, yademás sobre todo aquello que como prueba se hubiera llevado alproceso, para tratar de reconstruir y representarse mentalmente larealidad de lo sucedido y as! obtener la convicción que le permitasentenciar con justicia.

Por lo tanto esta actividad no es parte integrante delprocedimiento probatorio ya que el análisis crítico que hace el órganojurisdiccional de las pruebas practicadas no lo efectúa en esa fasedel proceso sino que ello es parte de la función decisoria en que eljuez se enfrenta al cotejo de los hechos alegados, con la pruebaproducida, para así aplicar, el derecho de fondo y de forma que habráde pronunciar en la sentencia.

De esta manera, pues, la valoración de la prueba no es otracosa que la operación mental que realiza el juzgador con objeto deformarse una convicción sobre la eficacia que tengan los medios deprueba que se hubieran llevado al proceso. Tal valoración tiende averificar la concordancia entre el resultado del probar y la hipótesis ohechos sometidos a demostración en la instancia. De acuerdo con

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esta actividad el órgano jurisdiccional, según se lo autorice la ley,otorga a lo probado las consecuencias y efectos que su entender yconciencia le dicten en relación con los hechos, condicionados por laprueba, para su aceptación en el fallo definitivo.

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Esta facultad de apreciación de que dispone el magistrado,normalmente, se hace a la hora de juzgar; se hace en el juicio comogula que permite al tribunal acercarse lo mas posible a cumplir sucometido de resolver la cuestión de derecho penal sometida a sudecisión con la mayor veracidad posible. Preséntase la valoración dela prueba, pues, como una de las funciones más principales en queactúa el juzgador dentro de su tarea de administrar publica justicia.

2. SISTEMAS PARA LA VALOCION DE LA PRUEBA

En la doctrina procesal se pueden sintetizar dos posicionessobre la valoración de la prueba: la de tarifa legal o sistema de laprueba tasada, y la del sistema de la libre convicción.

En el primer sistema, el legislador de antemano le fija al juezreglas precisas y concretar para apreciar la prueba, que se traslucenen una verdadera tasa del pensar y del criterio judicial, GonzaloArmienta1 con precisión puntualiza: "El sistema en estudio convierteal juzgador en un mero autómata, y en él se sacrifica la justicia a lacerteza. Afortunadamente ha ido perdiendo terreno, y decimosafortunadamente, porque impide la correcta y precisa determinacióndel caso concreto y, por ende, su adecuada subsunción en lahipótesis normativa que le corresponde; lo cual, a su vez, se traduceen un insalvable obstáculo para la justa composición del litigio".

Ciertamente, en este sistema existe una regulación legislativaque constriñe al juez a reglas abstractas preestablecidas que leindican la conclusión a que debe llegar forzosamente ante laproducción de determinados medios de probar; se coarta al juez lalibertad de juzgar; así, no teniendo confianza el legislador en lasdeducciones del juez, le impone con este sistema una lógica oficial1 Gonzalo Armienta. El Proceso Tributario en el Derecho Mexicano. Textos Universitarios, S. A., México, 1977,pág. 286.

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pretendiendo con ello darle al pueblo el convencimiento de que lassentencia se someten a la ley.

En alguna ocasiones la citada Doctrina procesal le ha asignadoa este sistema las siguientes ventajes; libra a las sentencia de todasospecha de arbitrariedad; suple la ignorancia o la falta deexperiencia de los jueces, con reglas adoptadas como resultado delas enseñanzas de la experiencia, del estudio de la lógica y lapsicología por personas doctas; orienta sabiamente al juez para laaveriguación de la verdad, evitando la sobreestimación peligrosa

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o el rechazo injustificado de los medios de prueba aportados alproceso; permite que las sentencias sean uniformes en cuanto a laapreciación de las pruebas, ya que el magistrado, aún novicio y pocoacostumbrado a analizar claramente los movimientos de suconciencia, sin hacer otra cosa que seguir las prescripciones dellegislador, se halla en posición de hacer en cual caso una seguraaplicación de las leyes eternas, de donde éstas derivan; el derechoprefiere la seguridad de la gran mayoría a la justicia de un casoparticular, y con tal sistema se ha procurado mas que una soluciónde justicia, una solución de paz, puesto que las pruebas legales, en simismas, están mas cerca de la paz que de la justicia; el legisladorparte de consideraciones de normalidad general al fijarabstractamente el modo de recoger determinados efectos dedecisión; es lógico que el legislador sea quien reglamente los mediosde prueba desde que todo lo relativo a su admisibilidad, producción yeficacia probatoria interesa al orden público; incita a las partes aproveerse, en los límites de lo posible de pruebas eficaces, y asífacilita el desenvolvimiento del proceso, y las aleja de pleitostemerarios, dándole los medios para reducir el mínimo las razones deincertidumbre al facilitar la previsión del resultado del proceso,satisfaciendo la necesidad de certeza, aun cuando para ellosacrifique la necesidad de justicia; garantiza una base extra procesalde estabilidad y equilibrio en el orden jurídico, utilizando las reglas deexperiencia constantes e inmutables, etcétera.

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Debemos admitir que el sistema en cuestión, históricamente,tuvo el mérito de significar las ventajes que acabamos de enunciarpara el proceso, principalmente en las épocas en que laadministración de justicia se otorgaba en base a la barbarie y alfanatismo., Bentham"2 con relación a este punto estableció; Analizarlos motivos, discernir los diversos grados de intención, desembrollarlas causas que influyen sobre la sensibilidad, valorar un testimoniofrente a otro, sopesar un testimonio particular contra una probabilidadgeneral, representa operaciones que suponen un gran estudio delcorazón humano, A medida que esos conocimientos psicológicosfueron desarrollándose, se han abandonado aquellos mediossingulares y extravagantes a los que se tenía que recurrir para lainvestigación de las verdades legales; las ordalías, los combatesjudiciales, los juramentos

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expurgatorios, las torturas. Los procedimientos han dejado de ser unjuego de azar o escenas de juglerías; los lógicos han reemplazado alos exorcistas y a los verdugos; el hombre vigoroso que habríadefendido cien injusticias con el hierro en la mano, no se atreve aafrontar, en presencia del público, las miradas inquisitorias de unJuez".

Si bien es cierto que este sistema representó un avance para elderecho procesal, también lo es que su cometido histórico ya secumplimentó, no siendo justificable que se le siga sosteniendo en laactualidad. Al efecto Devis Echandía3 dice: "Creemos que laconfianza del pueblo en las sentencias de sus jueces, lo mismo queen su imparcialidad y rectitud, depende mas de la calidad humana deestos funcionarios que de la bondad del sistema legal que aplican,porque como dijimos al estudiar el problema de "justicia y jueces",citándola Senties Melendo, si bien se requieren normas procesalesque sean aptas para el adecuado funcionamiento del órganojurisdiccional, la justicia es "un problema de hombres, mas que deleyes". La arbitrariedad que los jueces no se impide con unaregulación legal minuciosa de la prueba, sino con una sólida2 Jeremías Bentham. Tratado de las pruebas judiciales. Buenos Aires. Editorial Ejea, 1959, T, I, pág. 45.3 Hernando Devis Echando, ob. cit., t, I, pág. 91

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formación moral en ellos, pues de lo contrario ya encontraransupuestas razones jurídicas para darle apariencia de legalidad a suprevaricato; las mejores posibilidades de acierto radican en supreparación profesional, sumada a la obligación de explicar losmotivos de su convicción y a la revisión por el superior en sendainstancia y en casación. La organización moderna solo puedeestructurarse teniendo como base la confianza en los jueces".

Por otro lado, el sistema de la libre convicción o de la libreapreciación de las pruebas esta basado en la circunstancia de que eljuez al juzgar forje su convicción acerca de la verdad de los hechosafirmados en el proceso, libremente por el resultado de las pruebas,es decir, empleando las reglas de la lógica, la experiencia y elconocimiento de la vida; se establece como requisito obligado eneste sistema, la necesidad de que el Juez al valorar la prueba motiveel juicio crítico en que basa su apreciación. Consecuentemente, elsistema no autoriza al Juez a valorar pruebas a su capricho, o aentregarse a la conjetura o a la sospecha, sino que supone unadeducción racional partiendo de datos fijados con certeza.

Obviamente, con este sistema la responsabilidad del juezaumenta considerablemente, ya que debe guardarse mucho dedejarse llevar por

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motivaciones o impresiones subjetivas y arbitrarias en la formaciónde su convicción, precisamente por el amplio campo de iniciativa quese le otorga para apreciar las pruebas.

3. LA VALORACION DE LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL

En el proceso penal suele hablarse de que la valoración de laspruebas no es materia ni función que corresponda en exclusiva alórgano jurisdiccional, reconociéndose, claro esta, que la valoración:que realizan las partes se hace antes de que se dicte sentencia, e!decir, se hace referencia a "esa actividad de las partes previa alpronunciamiento jurisdiccional, conocida por discusión, contieneentre otros aspectos el examen y apreciación de los elementos deprueba introducidos por la recepción de los medios probatorios; secaracteriza por el propósito de convencer al juzgador acerca de la

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posición tomada por cada una de las partes frente al elementomaterial de la imputación o del reclamo de reintegración patrimonial.Con esa finalidad se pondrían de manifiesto los elementos de cargo ode descargo, para que en el conjunto resalten unos u otros".4

En la materia penal ciertamente, desde la averiguación previapodríamos considerar que el Ministerio Público realiza una serie deapreciaciones acerca de los elementos de prueba que se ventilanpara tener por comprobado el cuerpo del delito y la presuntaresponsabilidad del inculpado, mas esta situación no se puede llevarbasta el extremo de que se estime que el Ministerio Público efectúauna autentica valoración de la prueba, al menos no en el estrictosentido procesal que aquí hemos señalado, pues, en rigor, lavaloración de las pruebas, según nos explica Chiovenda,5 "significaformar el convencimiento del Juez acerca de la existencia o noexistencia de hechos de importancia en el proceso"; por lo tanto, loque el Ministerio Público hace en la averiguación previa es unaapreciación parcial y no concluyente de las pruebas; parcial, porquesolo toma en cuenta las pruebas de cargo, esto es, no aprecia lasque favorecen al inculpado; no concluyente, porque el análisis quehace de las pruebas no es definitivo, es decir, es hasta el procesodonde al juzgar el juez valora Las pruebas para establecer finalmentelo que se deba

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tener como verdad real en la sentencia. Esto ultimó no riñe con loque sucede en nuestro sistema procesal, donde, en principio, el juezpenal valora pruebas no solo hasta el momento del juicio, sino, quetambién lo hace en la primera etapa de la instrucción para decidir lasituación jurídica del inculpado en el auto de formal prisión, o bien enel auto de libertad por falta de meritos; lo mismo puede decirse quehacen cuando deciden sobre la solicitud de una orden peaprehensión o al salvar un incidente.

Ahora bien, debemos hacer una revisión de los dos sistemas devaloración de la prueba que hemos señalado, e indicar que no todoslos ataques que se hacen al de la prueba legal son procedentes; asícomo tampoco es prudente admitir la dogmatización del de la libreconvicción como el mas conveniente para el proceso penal; "no

4 Jorge A. Clariá Olmedo. Ob. cit., t. V, pág. 15.5 José Chiovenda. Principios de Derecho Procesal Civil. Edit. Reus, Madrid, s/f, t, II, pág. 312

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conviene hacer del libre convencimiento, como método deapreciación de las pruebas, un principio intangible, un inmodificableprejuicio de sistema o de escuela, ni conviene envanecerse con él.Por el contrario, debe coordinarse con los fines del proceso, y comoen este se trata de obtener que la apreciación de las pruebas sehaga con arreglo a la verdad, que la fuerza de la prueba opera enforma completa sin disminuciones y sin estar alterada por factoresextraños a ella, a todas luces evidente que el método del libreconvencimiento debe admitirse salo en cuanto contribuyaefectivamente a obtener los fines del proceso y en cuanto pueda enrealidad emplearse con utilidad y dar buenos frutos. No sólo sepuede y hasta se debe indicar en la ley medios de prueba (aunquesin hacer una enumeración taxativa) y trazar las formas de esosmedios, sin que esto contraste con el método del libreconvencimiento, sino que igualmente puede afirmarse que norepugna a este método el que en la ley se señalen algunos criteriosorientadores, el que se suministre al juez algunas instrucciones parael cumplimiento de su tarea de examinar y analizar las pruebas, y elque se indique la importancia que algunas pruebas para elcumplimiento y el mínimo de prueba que se requiere para ciertosactos".6

Nuestro Código Federal de Procedimientos Penales estableceun sistema de valoración de la prueba de carácter mixto, aunque conuna ligera tendencia al de la libre convicción cuando menos por loque hace a los indicios (artículo

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286) y a las dictámenes periciales (articulo 288).

Lo mismo puede; decirse del Código de Procedimientos Penalespara el Distrito Federal, si bien, en éste existe disposición expresasobre el in dubio pro reo al determinar en su artículo 247 que "encaso de duda debe absolverse".

José Chiovenda. Ob. cit., t. II, pág. 315