Derechos Economicos Sociales y Culturales

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Derechos Económicos, Sociales y Culturales: entre promesas incumplidas y la interpretación judicial Helena Alviar García 1 El 30 de Agosto del 2009, el periódico El Tiempo publicó una noticia cuyo título era: ‘Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos’ 2 . El artículo describe las dificultades que enfrenta diariamente esta familia de 5 (John Aroca, su esposa y tres hijos) para lograr pagar una habitación, comida y servicios. De los 400 mil pesos que se ganan al mes, más de la mitad la deben destinar al pago del arriendo y los servicios, lo que le deja una suma de más o menos 100 mil pesos para todo lo demás (comida, pañales, remedios, recreación). El artículo señala que los Aroca forman parte de los más de 8 millones de colombianos que viven en situación de indigencia según los datos del DANE y el DNP. De acuerdo con la Constitución Colombiana, ¿Se le están violando derechos fundamentales a la familia Aroca? Algunos 3 contestarían con un no rotundo. Ninguna institución pública o privada le está limitando a los Aroca los derechos consagrados como fundamentales y determinados en el primer capítulo del título primero en la Constitución Política Colombiana de 1991. Y aunque es cierto que los Aroca no tienen una vivienda digna, no pueden alimentarse adecuadamente, tienen un acceso errático y marginal a la salud y a la recreación, no tendrán como pensionarse en la vejez ni sus hijos podrán asistir a instituciones de educación superior, ninguna de estas situaciones constituye una violación a un derecho fundamental consagrado en la Constitución. El hecho de no tener acceso a la vivienda digna, la educación, la seguridad social, la salud, la recreación, constituyen un incumplimiento de los derechos económicos y sociales consagrados en la Constitución, pero tales derechos no son justiciables, es decir, no pueden someterse a la acción de tribunales de justicia para ser conferidos por un juez. Estos derechos son metas 4 hacia los cuales debe dirigirse el Estado, pero en ningún 1 Profesora Asociada, Facultad de Derecho, Universidad de Los Andes. La autora agradece la colaboración en la elaboración de este capítulo de Guillermo Otálora y Natalia Soto. 2 Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos, EL TIEMPO, 30 de agosto, 2009, recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5973648 3 Por ejemplo, en el año 2002, el gobierno del Presidente Álvaro Uribe intentó reformar la acción de tutela para que solo pudiera ser usada para proteger “los derechos fundamentales de que trata el Capítulo I del Título II de la Constitución”, lo cual excluye a los derechos económicos, sociales y culturales, en adelante DESC, que se hallan en otro capítulo. Ver, Proyecto de Acto Legislativo 10 de 2002 Senado, “por medio del cual se reforma la Constitución Política en materia de administración de justicia”, Gaceta del Congreso No. 458 de 2002. Este intento de reforma fue propiciado por el entonces Ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, un fuerte crítico del esquema de derechos sociales consagrado en la Constitución de 1991. Ver, Fernando Londoño Hoyos, La economía en la Constitución del 91, 678 REVISTA JAVERIANA 34 (2001). 4 Albie Sachs, Enforcement of Social and Economic Rights, 22 AM. U. INTL L. REV. 673, 691-692 (2007).

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Derechos Económicos, Sociales y Culturales: entre promesas incumplidas

y la interpretación judicial

Helena Alviar García1

El 30 de Agosto del 2009, el periódico El Tiempo publicó una noticia cuyo título era:

‘Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos’2. El artículo describe las

dificultades que enfrenta diariamente esta familia de 5 (John Aroca, su esposa y tres

hijos) para lograr pagar una habitación, comida y servicios. De los 400 mil pesos que

se ganan al mes, más de la mitad la deben destinar al pago del arriendo y los servicios,

lo que le deja una suma de más o menos 100 mil pesos para todo lo demás (comida,

pañales, remedios, recreación). El artículo señala que los Aroca forman parte de los

más de 8 millones de colombianos que viven en situación de indigencia según los datos

del DANE y el DNP.

De acuerdo con la Constitución Colombiana, ¿Se le están violando derechos

fundamentales a la familia Aroca? Algunos3 contestarían con un no rotundo. Ninguna

institución pública o privada le está limitando a los Aroca los derechos consagrados

como fundamentales y determinados en el primer capítulo del título primero en la

Constitución Política Colombiana de 1991. Y aunque es cierto que los Aroca no tienen

una vivienda digna, no pueden alimentarse adecuadamente, tienen un acceso errático

y marginal a la salud y a la recreación, no tendrán como pensionarse en la vejez ni sus

hijos podrán asistir a instituciones de educación superior, ninguna de estas situaciones

constituye una violación a un derecho fundamental consagrado en la Constitución. El

hecho de no tener acceso a la vivienda digna, la educación, la seguridad social, la salud,

la recreación, constituyen un incumplimiento de los derechos económicos y sociales

consagrados en la Constitución, pero tales derechos no son justiciables, es decir, no

pueden someterse a la acción de tribunales de justicia para ser conferidos por un juez.

Estos derechos son metas4 hacia los cuales debe dirigirse el Estado, pero en ningún

1 Profesora Asociada, Facultad de Derecho, Universidad de Los Andes. La autora agradece la

colaboración en la elaboración de este capítulo de Guillermo Otálora y Natalia Soto. 2 Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos, EL TIEMPO, 30 de agosto, 2009, recuperado de

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5973648 3 Por ejemplo, en el año 2002, el gobierno del Presidente Álvaro Uribe intentó reformar la acción de

tutela para que solo pudiera ser usada para proteger “los derechos fundamentales de que trata el Capítulo I del Título II de la Constitución”, lo cual excluye a los derechos económicos, sociales y culturales, en adelante DESC, que se hallan en otro capítulo. Ver, Proyecto de Acto Legislativo 10 de 2002 Senado, “por medio del cual se reforma la Constitución Política en materia de administración de justicia”, Gaceta del Congreso No. 458 de 2002. Este intento de reforma fue propiciado por el entonces Ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, un fuerte crítico del esquema de derechos sociales consagrado en la Constitución de 1991. Ver, Fernando Londoño Hoyos, La economía en la Constitución del 91, 678 REVISTA JAVERIANA 34 (2001). 4 Albie Sachs, Enforcement of Social and Economic Rights, 22 AM. U. INT’L L. REV. 673, 691-692 (2007).

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caso constituyen obligaciones. Únicamente se convertirán en obligaciones cuando el

legislador expida las leyes correspondientes.

Para otros, entre ellos la Corte Constitucional Colombiana en ejercicio de su

interpretación del texto constitucional, los derechos económicos y sociales no son

simples objetivos, sino obligaciones en cabeza del Estado que deben ser cumplidas. La

manera cómo estos derechos se convierten en obligaciones en cabeza del Estado está

relacionada con múltiples sentencias que la Corte ha establecido en sus casi 20 años de

jurisprudencia.

El objetivo de este capítulo es, entonces, describir el desarrollo de la discusión en

torno a la adjudicación de los derechos económicos, sociales y culturales. Esta

descripción implica delimitar las posiciones ideológicas de quienes, por un lado,

consideran que los derechos económicos y sociales son objetivos que deben ser

delimitados y diseñados por el legislador y quienes, por otro, consideran que estos

derechos, por su conexión con el concepto de vida digna, deben ser adjudicados por el

juez. La evolución de este debate en el contexto colombiano es un buen ejemplo para

analizar las diferentes posiciones.

De esta forma, el capítulo estará dividido en tres partes. En la primera parte, se hace

un breve recuento del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y

Culturales adoptado por las Naciones Unidas en 1966, que es el antecedente

fundamental a lo que existe en la Constitución Colombiana. En la segunda parte, se

hará un recuento de la evolución de la discusión en la Corte Constitucional

Colombiana. Finalmente, en las conclusiones se presentará una perspectiva crítica

respecto a la adjudicación de derechos económicos y sociales por parte de los jueces.

I. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en adelante el

Pacto, fue adoptado en 1966, al mismo tiempo que el Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos, y ambos tratados entraron en vigor diez años después. El Pacto, fue

el primer tratado internacional5 que consagró derechos sociales. El Protocolo de San

Salvador de 1988, adoptado dentro del marco del Sistema Interamericano de

protección de los Derechos Humanos y también ratificado por Colombia, sigue el

modelo del Pacto.

Hoy en día, ambos tratados han sido ratificados por cerca de 160 Estados en el mundo

luego de un mismo proceso de discusión y elaboración en el seno de la Comisión de

Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cómo se verá en esta sección, el debate

en torno a cuáles derechos deberían ser justiciables y potencialmente adjudicados por

5 Muchas legislaciones latinoamericanas, entre ellas la colombiana, incluían derechos sociales dentro de

su legislación desde mediados del siglo XX. Para más información ver: Mary Ann Glendon, Rights in Twentieth-Century Constitutions, 59 U. CHI. L. REV. 519 (1992).

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los jueces fue una característica importante de las discusiones que rodearon su

elaboración. Sin embargo, desde su nacimiento estos tratados tienen una diferencia

fundamental en cuanto al alcance de las obligaciones que imponen a los Estados

firmantes producto de la profunda división ideológica en cuanto a la jerarquía entre los

derechos (diferencia entre derechos adjudicables y los que deberían ser política de

estado) y como consecuencia, la justiciabilidad o no de los derechos sociales.

A grandes rasgos, durante la discusión de los tratados existían dos concepciones del

contenido de los derechos que venían de influencias muy diferentes. De acuerdo con

Mary Ann Glendon, quien estudió la evolución de estas discusiones:

…el lenguaje moderno de los derechos, desde un principio tomó dos rutas

diferentes. Las diferencias eran apenas de grado, pero su espíritu había

penetrado cada rincón de las sociedades afectadas. Una rama, influenciada por

la retórica de la revolución Americana y por los primeros pensadores

Angloamericanos modernos, puso un mayor énfasis en la libertad y la

propiedad individual que en igualdad y fraternidad (o, como diríamos hoy en

día, solidaridad). Esta dialéctica fue imbuida por la rama Europea Continental

de la Iluminación, donde la ruptura con el pensamiento clásico, bíblico, feudal y

de derecho romano sobre el hombre y el gobierno había sido incompleta. Los

documentos que contenían derechos en Europa Continental abrían más

espacios para la fraternidad en condiciones de igualdad junto con la libertad;

estos documentos a menudo atemperaban los derechos señalando deberes

correlativos y límites a los mismos; y generalmente presentaban al gobierno de

manera positiva como un garante de derechos y acciones para los necesitados.6

Estas diferencias se tradujeron en una lucha de poder al interior las Naciones Unidas

para adopción de un tratado vinculante sobre derechos humanos. Finalmente, los

Estados Unidos lograron que la discusión fuera dividida entre derechos civiles y

políticos por un lado, y derechos sociales, económicos y culturales por otro. Esta

división tuvo el efecto de crear, efectivamente, una jerarquía entre derechos:

Aunque existía un mandato que exigía tratar los dos conjuntos de derecho de

manera igual, el grupo de trabajo se movió rápidamente en dos ejes separados,

formulando los derechos civiles y políticos como derechos inmediatamente

realizables que imponen obligaciones absolutas al Estado, y los derechos

económicos y sociales como objetivos amplios de política pública que serían

alcanzados progresivamente de acuerdo con las limitaciones de recursos de

cada Estado particular. Los Estados Occidentales estaban cómodos con el

diseño de derechos civiles y políticos como derechos constitucionales 6 Mary Ann Glendon, The Forgotten Crucible: The Latin American Influence on the Universal Human

Rights Idea, 16 HARV. HUM. RTS. J. 27, 32 (2003) (traducción libre).

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justiciables, pero los países soviéticos y del tercer mundo, que habían liderado

la idea de un tratado unificado, fueron renuentes en lograr que se reconociera

la responsabilidad de los gobiernos en la garantía de los derechos económicos y

sociales.7

A la vez que algunos Estados promovían la idea de una carta unificada de derechos, los

Estados Unidos, apoyados por otros países occidentales, lograron que la discusión se

dividiera para debatir estas dos clases de derechos por separado. Los Estados Unidos

se apoyaron en el paradigma según el cual los derechos civiles y políticos exigirían

apenas la abstención del Estado, mientras que los derechos sociales, económicos y

culturales requerirían una intervención positiva por parte del mismo8. Así mismo, los

derechos civiles y políticos serían justiciables, pues podrían ser aplicados fácilmente

por los jueces, mientras que los derechos económicos, sociales y culturales tendrían

una naturaleza más política que jurídica9. Esta premisa fue rechazada por varios otros

Estados. Por ejemplo, el delegado de Israel sostuvo que incluso la implementación de

los derechos civiles y políticos requería una “organización judicial altamente

desarrollada, que no podía ser lograda de manera inmediata”10.

La división de dos categorías jerarquizadas de derecho, y la visión de los derechos

económicos, sociales y culturales como no justiciables que terminó prevaleciendo en el

Pacto no obedeció a un consenso sobre estas categorías, sino por el contrario, a la

presión de los Estados Unidos que amenazaron con hundir el proceso de aprobación

de ambos tratados si las demás delegaciones no accedían a sus exigencias11.

Desarrollos posteriores como la Declaración de Viena de 1993, reconocen la

“interdependencia” entre los derechos, rechazando la separación rígida y artificial

entre derechos de “primera” y de “segunda” generación12.

Esta jerarquía entre los derechos, se ve reflejada claramente en los dos documentos.

De esta forma, el pacto que consagra derechos civiles y políticos está centrado en

empoderar al individuo frente al Estado, dentro de la clara tradición angloamericana

que se describió arriba. Por ejemplo, el artículo 2 del Pacto de Derechos Civiles y

Políticos exige a los Estados “respetar y garantizar” los derechos civiles y políticos, y

cada uno de sus artículos sustantivos contiene lenguaje afirmativo y centrado en el

individuo. Por ejemplo, “*e+l derecho a la vida es inherente a la persona humana” (art.

6), “*n+adie será sometido a torturas” (art. 7) o “*t+odo individuo tiene derecho a la

7 ROGER NORMAND & SARAH ZAIDI, HUMAN RIGHTS AT THE UN. THE POLITICAL HISTORY OF UNIVERSAL JUSTICE 206-207

(2008). 8 Ibíd., p. 209.

9 Asbjørn Eide, Economic, Social and Cultural Rights as Human Rights, en ECONOMIC, SOCIAL AND CULTURAL

RIGHTS 1, 10 (Asbjørn Eide et al., eds., 2001). (traducción libre) 10

NORMAND & ZAIDI, Op. Cit, p. 211 (traducción libre). 11

Ibíd., p. 210. 12

Conferencia Mundial de Derechos Humanos: Declaración y Programa de Acción de Viena, 12 de julio de 1993, UN Doc. A/CONF.157/23, párr. 5.

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libertad y a la seguridad personales” (art. 8). El PIDCP crea derechos subjetivos en

cabeza de cada individuo bajo la jurisdicción del Estado, y para su cumplimiento,

existen mecanismos de supervisión y de petición individual ante el Comité de Derechos

Humanos de las Naciones Unidas. Este Comité fue creado en el mismo tratado, y el

Primer Protocolo Facultativo al Pacto de Derechos Civiles y Políticos le otorga la

competencia para considerar peticiones individuales de personas que consideran que

sus derechos han sido violados por un Estado parte.

Como lo comprueban los objetivos, herramientas en manos de los individuos y

mecanismos de supervisión para la exigibilidad de los derechos, prevaleció la visión

angloamericana. En este sentido, frente a los objetivos de exigir a los estados respetar

y garantizar los derechos civiles y políticos, el artículo 2 del Pacto Internacional de

Derechos Económicos, Sociales y Culturales contiene un compromiso de “adoptar

medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación

internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos

de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados,

inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los

derechos aquí reconocidos”. Los artículos sustantivos del Pacto contienen un

reconocimiento de los derechos pero sujeto a la adopción de políticas públicas. En

otras palabras, los derechos sociales no debían ser exigibles directamente, dependían

de la asignación de recursos y de las políticas públicas diseñadas para lograr sus

objetivos. Finalmente, el Pacto no creó un mecanismo de supervisión, cómo si lo hizo

el tratado de los derechos civiles y políticos. Dicho mecanismo fue creado en 1986 por

el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), y no cuenta con la

competencia para considerar peticiones individuales, por lo cual únicamente produce

recomendaciones generales para los Estados13.

No obstante lo anterior, tanto el Pacto como la Constitución de 1991 contienen una

obligación muy clara que se deriva del principio de progresividad. Se trata de la

prohibición de tomar medidas regresivas. Es decir, si el Estado ya ha sido capaz de

garantizar un derecho como la salud o el trabajo, éste no puede tomar medidas que

retiren la protección ya alcanzada14. Así, el logro de la garantía de los DESC se sujeta al

desarrollo de políticas públicas que así lo permitan, pero una vez éstas son puestas en

marcha, el Estado no puede ir marcha atrás.

II. La discusión en la Constitución Colombiana

La Corte Constitucional Colombiana se ha situado claramente del lado continental de la

discusión, adjudicando derechos económicos y sociales por su conexidad con derechos

fundamentales, exigiendo del estado determinadas actuaciones para promoverlos e

13

NORMAND & ZAIDI, Op. Cit., p. 207. 14

Sentencia C-671 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett; Sentencia T-859 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.

Page 6: Derechos Economicos Sociales y Culturales

incluyendo diversos grupos como merecedores de un tratamiento especial por ser más

vulnerables.

En esta sección se hace un resumen de algunas de las sentencias más representativas

de acuerdo con la clasificación señalada. El primer grupo de sentencias vincula los

DESC a cierto contenido mínimo que las ramas Ejecutiva y Legislativa del poder público

deben garantizar. En los tres casos aquí resumidos, la Corte considera contrario a la

Constitución que la acción o pasividad del Estado termine por restarle eficacia a los

derechos fundamentales de las personas. Así, por ejemplo, la Corte encontró que la

falta de construcción de un alcantarillado era efectivamente un atentado contra la vida

y la integridad de las personas (sentencia T-406 de 1992) y demostró que la imposición

del IVA sobre productos de primera necesidad tiene el efecto de privar a las personas

del mínimo de condiciones materiales para subsistir (sentencia C-776 de 2003).

El segundo grupo de sentencias muestra cómo la Corte Constitucional ha exigido

acciones concretas para garantizar los derechos fundamentales. En este sentido, la

Corte no se ha limitado solamente a extender el conjunto de derechos justiciables (por

su conexión íntima con la concepción de una vida digna dentro de un estado social de

derecho), sino que ha exigido acciones concretas de las autoridades para que estos

derechos no sean simples promesas incumplidas u objetivos de papel. El caso del

alcantarillado de Cartagena (sentencia T-406 de 1992) es un ejemplo temprano en la

actividad de la primera Corte Constitucional, los casos de los desplazados y el sistema

de salud (T-025 de 2004 y T-760 de 2008) muestran la disposición de la Corte para

exigir del Estado acciones estructurales que permitan superar la violación masiva de

los DESC.

Finalmente, el tercer grupo de sentencias muestra que la Corte ha establecido que

existen ciertos grupos de personas que requieren una protección especial por su

vulnerabilidad, como los niños o los desplazados (sentencias SU-225 de 1997 y T-025

de 2004).

1. Conexidad con derechos fundamentales

Dos sentencias sirven de ejemplo para entender cómo la Corte abrió el espacio a la

exigibilidad de los DESC por medio de la acción de tutela: las sentencias T-406 y T-426

de 1992. En estas sentencias se vincula el concepto de dignidad humana y el mínimo

vital a los DESC. En ambos casos, la Corte Constitucional determinó que cierto

contenido mínimo de los derechos sociales, bajo ciertas condiciones específicas, sería

exigible ante los jueces. En la primera sentencia, la Corte sostuvo que un derecho

social sería exigible cuando su desconocimiento también conllevara la vulneración de

derechos fundamentales como la vida o la dignidad humana. En otras palabras, sería

necesaria una “satisfacción mínima” de los DESC que permitiera a las personas una

vida digna.

Page 7: Derechos Economicos Sociales y Culturales

En el segundo caso, la Corte derivó de la Constitución un derecho al “mínimo vital”,

que consiste en un “mínimo de elementos materiales para subsistir”. En estas dos

sentencias pioneras, la Corte ató la garantía de la dignidad humana y el mínimo vital a

la satisfacción de ciertas condiciones materiales mediante acciones positivas del

Estado, permitiendo exigir al Estado un núcleo básico de los DESC ante los jueces,

mediante la acción de tutela.

Caso del alcantarillado de Cartagena – T-406 de 1992 (M.P. Ciro Angarita Barón)

En 1991 las Empresas Públicas de Cartagena iniciaron la construcción del sistema de

alcantarillado para el barrio Vista Hermosa en la ciudad de Cartagena. Un año después,

sin haber sido concluida la construcción, se puso en funcionamiento el sistema,

causando el desborde de aguas negras en el barrio.

El señor José Manuel Rodríguez, quien vivía al frente de la obra inconclusa, presentó

una acción de tutela para la protección del derecho a la salubridad pública. Los jueces

que decidieron esta tutela la negaron, afirmando que ésta solo podía ser usada para

proteger los derechos contenidos en el Capítulo I del Título II de la Constitución, y no

otros. La Corte Constitucional estuvo en desacuerdo, y decidió proteger los derechos

del señor Rodríguez y los demás habitantes del barrio.

Para la Corte, el hecho de que la Constitución hubiera establecido que Colombia es un

Estado Social de Derecho conllevaba un deber del Estado de intervenir para mejorar

las condiciones de vida de las personas. La Corte consideró que una “mínima

satisfacción” de los derechos económicos, sociales y culturales es la “condición

indispensable para el goce de los derechos civiles y políticos”. La Corte explicó que “sin

la satisfacción de unas condiciones mínimas de existencia, o en términos del artículo

primero de la Constitución, sin el respeto "de la dignidad humana" en cuanto a sus

condiciones materiales de existencia, toda pretensión de efectividad de los derechos

clásicos de libertad e igualdad formal consagrados en el capítulo primero del título

segundo de la Carta, se reducirá a un mero e inocuo formalismo, irónicamente descrito

por Anatole France cuando señalaba que todos los franceses tenían el mismo derecho

de dormir bajo los puentes”.

La Corte sostuvo que los derechos fundamentales no se limitan a los que están

contenidos en el Capítulo I del Título II de la Constitución. Por el contrario, una serie de

criterios debían ser usados para determinar si, en un caso concreto, un derecho es

susceptible de ser protegido mediante la acción de tutela. En este caso, la Corte afirmó

que “el derecho al servicio de alcantarillado, en aquellas circunstancias en las cuales

afecte de manera evidente derechos y principios constitucionales fundamentales,

como son los consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13

(derechos de los disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser

protegido por la acción de tutela”. La Corte tuvo en cuenta que las deficiencias

Page 8: Derechos Economicos Sociales y Culturales

sanitarias en el barrio Vista Hermosa constituían un factor de riesgo para la salud de

los niños. Por ende, decidió ordenar a las Empresas Públicas de Cartagena la

terminación de la obra dentro de un plazo razonable.

Caso del mínimo vital en pensiones – T-426 de 1992 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz)

Como se señaló arriba, al resolver esta acción de tutela, la Corte establece el concepto

del mínimo vital. El caso relata el drama de los pensionados colombianos. Un drama

tan típico en nuestro contexto que hasta García Márquez escribió una novela, El

Coronel no tiene quien le escriba, narrando esta injusticia. En esta ocasión, el señor

Hernando de Jesús Blanco Angarita, un hombre anciano, llevaba un año sin obtener

una decisión sobre su pensión. Esta pensión era necesaria para su subsistencia, pues

no tenía ningún otro ingreso, y por esta razón se vio obligado a vivir con su hija,

convirtiéndose en una carga adicional para ella.

Frente a este caso, la Corte Constitucional estableció por primera vez que existe en la

Constitución un derecho conocido como el “derecho al mínimo vital”. La Corte dijo que

“(a)unque la Constitución no consagra un derecho a la subsistencia éste puede

deducirse de los derechos a la vida, a la salud, al trabajo y a la asistencia o a la

seguridad social. La persona requiere de un mínimo de elementos materiales para

subsistir.” Por esta razón, afirmó la Corte, “(t)oda persona tiene derecho a un mínimo

de condiciones para su seguridad material.”

La Corte ordenó a la Caja de Previsión Social que resolviera la solicitud del señor

Blanco, con el fin de que éste obtuviera la pensión, y condenó a esta entidad a pagarle

una indemnización, para lograr el goce efectivo del derecho fundamental al mínimo

vital.

Caso del IVA sobre la canasta familiar – Sentencia C-776 de 2003 (M.P. Manuel José

Cepeda Espinosa)

En esta sentencia de constitucionalidad, la Corte exige que la estructura tributaria esté

enmarcada de acuerdo con los principios de equidad, solidaridad y respeto por el

mínimo vital.

Los hechos del caso son los siguientes. La Ley 788 de 2002, contenía una serie de

normas en materia tributaria y penal. En ejercicio de la acción pública de

inconstitucionalidad fueron demandados, entre otros, el artículo 116 de dicha ley, que

amplió la base gravable del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a un conjunto de bienes y

servicios que hasta entonces se encontraba excluido. De esta forma, se gravaron con

una tarifa de 2% productos de primera necesidad (leche, carne, huevos,

medicamentos) y servicios esenciales (salud, agua, luz, gas, educación).

Page 9: Derechos Economicos Sociales y Culturales

Por medio de la sentencia C-776 de 2003, la Corte Constitucional declaró la

inexequibilidad del artículo demandado, al considerar que el cobro del IVA a productos

de primera necesidad desconoce los fines del Estado Social de Derecho y,

concretamente, los principios de equidad y progresividad tributaria, en tanto dicha

medida supone agravar la ya precaria situación del amplio sector de la población que

vive en situación de pobreza o indigencia.

“De esta forma, el principio de equidad exige que se graven, de conformidad

con la evaluación efectuada por el legislador, los bienes o servicios cuyos

usuarios tienen capacidad de soportar el impuesto, o aquellos que corresponden

a sectores de la economía que el Estado pretende estimular, mientras que se

exonere del deber tributario a quienes, por sus condiciones económicas, pueden

sufrir una carga insoportable y desproporcionada como consecuencia del pago

de tal obligación legal”.

En este sentido, sostuvo la Corte que asimilar la capacidad adquisitiva de quien

adquiere bienes y servicios de primera necesidad para sobrevivir con su capacidad

contributiva, desconoce los principio de justicia tributaria, igualdad material, Estado

Social de Derecho y mínimo vital, así como el contexto socio-económico colombiano:

“El ejercicio de la potestad impositiva del Estado no puede estar encaminado ni

tener el claro significado de empujar a los estratos bajos hacia la pobreza y a los

pobres hacia la indigencia, ni mantenerlos debajo de tales niveles, habida

cuenta de la insuficiencia de medidas de gasto social efectivas que compensen

la afectación del mínimo vital de las personas más necesitadas”.

Finalmente, en relación con su competencia para intervenir en materia tributaria, la

Corte consideró que aun cuando el legislador cuenta con un amplio margen de

discrecionalidad en materia impositiva, el ejercicio de esta facultad se encuentra

sometido al respeto de los postulados constitucionales y de los principios de equidad,

eficiencia y progresividad sobre los cuales se fundamenta el sistema tributario. A este

respecto, sostuvo la Corte:

“El legislador dispone en materia tributaria de ‘la más amplia discrecionalidad’

en materia impositiva, lo cual le permite definir, en el marco de la Constitución,

no sólo los fines de la política tributaria sino también los medios que estime

adecuados para alcanzarlos. De esta forma, la Corte Constitucional no está

llamada, en principio, a pronunciarse, por ejemplo, sobre la amplitud que debe

tener la base gravable de un impuesto ni sobre su régimen tarifario óptimo ni

sobre los requisitos que deben garantizar su adecuado recaudo. (…)

Corresponde al Congreso de la República el ejercicio de la potestad fiscal, claro

está, dentro de los límites trazados por el propio Constituyente, puesto que en

un Estado de derecho los poderes constituidos, así dispongan de un amplio

Page 10: Derechos Economicos Sociales y Culturales

margen de configuración de políticas y de articulación jurídica de las mismas, se

han de ejercer respetando la Constitución”.

2. Órdenes a las Ramas del Poder Público

En los casos anteriores también aparecen ejemplos de cómo la Corte ordena al Estado

llevar a cabo acciones positivas, que normalmente conllevan el gasto de recursos

públicos, para garantizar los DESC. Por ejemplo, en el caso del alcantarillado de

Cartagena, la Corte ordenó la terminación del proyecto de alcantarillado que las

Empresas Públicas de Cartagena habían dejado inconcluso. La Corte sostuvo que “el

hecho de haberse iniciado la construcción del alcantarillado desvirtúa la principal

objeción para la efectiva aplicación del derecho a los servicios públicos fundamentales,

cual es la falta de recursos económicos. En efecto, cuando se tomó la decisión de

construir, ella debía estar respaldada en una disponibilidad presupuestal.”

Existen, sin embargo, casos en que la Corte ha tomado determinaciones de mayor

alcance, como es el caso de los desplazados (sentencia T-025 de 2004) en que la Corte

declaró un “estado de cosas inconstitucional” y ordenó al gobierno que llevara a cabo

un conjunto de acciones de diversa índole, que debían ser desarrolladas por parte de

diversas agencias gubernamentales, para superar este estado de cosas. Una

determinación similar fue tomada en el caso del sistema de salud (sentencia T-760 de

2008), que terminó con una serie de órdenes de la Corte, acompañadas por un

cronograma, para el cumplimiento de la Constitución en materia del derecho a la

salud.

Población desplazada– Sentencia T-025 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa

De acuerdo con las cifras publicadas por la ACNUR -Oficina del Alto Comisionado de las

Naciones Unidas para los Refugiados-, en el 2008 el desplazamiento interno forzado

colombiano alcanzaba las tres millones de personas.15 A su vez, el 92% de la población

desplazada presentaba necesidades básicas insatisfechas, y el 80% se encontraba en

situación de indigencia. De esta forma, Colombia se convirtió en el país del mundo con

mayor número de desplazados por la violencia, y ha venido enfrentando una crisis

humanitaria de enormes proporciones.

En enero de 2004, la Corte Constitucional profirió la sentencia T-025, por medio de la

cual revisó 109 acciones de tutela presentadas por más de 4000 desplazados de todas

las regiones del país, en su mayoría mujeres cabeza de familia, personas de la tercera

edad, menores e indígenas. Los accionantes denunciaron el incumplimiento de la

obligación estatal de protección a la población desplazada –a pesar de la existencia de

15

ACNUR, Consideraciones sobre la protección internacional de los solicitantes de asilo y los refugiados colombianos, disponible en: http://www.acnur.org/pais/docs/964.pdf

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una ley que ordenaba medidas a favor de ésta y establecía un Sistema Nacional de

Atención a la Población Desplazada16-, y la falta de respuesta efectiva a sus solicitudes

en materia de vivienda y acceso a proyectos productivos, atención de salud, educación

y ayuda humanitaria.

El fallo de la Corte declaró la existencia de un “estado de cosas inconstitucional”

respecto de la población en situación de desplazamiento forzado, al considerar que

existía una violación simultánea e integral de los derechos civiles y políticos, de los

derechos económicos, sociales y culturales y de las normas de derecho internacional

humanitario de tal magnitud, que constituían un problema estructural producto de la

ineficiencia en la actuación de las autoridades que conforman el Sistema de Nacional

de Atención Integral a la Población Desplazada (SNAIPD).

De esta forma, en la sentencia se establece que como consecuencia de: la incapacidad

institucional para proteger a la población desplazada; de los obstáculos burocráticos

injustificados que interponen, por acción o por omisión, las autoridades encargadas de

otorgar las ayudas previstas en la ley; efectivamente se vulneran los derechos de la

población desplazada al mínimo vital, a la igualdad, al trabajo, a la vivienda digna, a la

salud y al acceso a la educación, entre otros. La Corte concluyó que el Estado había

actuado de una manera inadecuada tanto en el diseño, implementación y seguimiento

de las políticas públicas para hacer frente a la situación de desplazamiento forzado y

como consecuencia había contribuido significativamente al desconocimiento de los

derechos fundamentales de los desplazados.

Como consecuencia, la Corte Constitucional profirió dos tipos de mandatos para la

Rama Ejecutiva. En primer lugar, las órdenes simples, destinadas a resolver las

peticiones concretas de los actores de las acciones de tutela revisadas. En segundo

lugar, unas órdenes de ejecución compleja, dirigidas a garantizar los derechos de toda

la población en situación de desplazamiento forzado, y que tienen por finalidad que las

autoridades encargadas de atender a esta población tomen las medidas correctivas

necesarias para solucionar los problemas de insuficiencia de recursos destinados y de

incapacidad institucional para implementar la política estatal de atención a la

población desplazada.

Según la Corte, debido a que la protección a la población desplazada no es una

facultad del Estado sino una obligación de carácter legal y constitucional, las órdenes

impartidas al Ejecutivo no constituyen una extralimitación de sus funciones, sino el

ejercicio legítimo del deber de garantizar el cumplimiento de los derechos:

16

Ley 387 de 1997 “Por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la atención, la protección y consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos en la República de Colombia”

Page 12: Derechos Economicos Sociales y Culturales

“Estas órdenes están dirigidas a que se adopten decisiones que permitan

superar tanto la insuficiencia de recursos, como las falencias en la capacidad

institucional. Ello no implica que por vía de tutela, el juez esté ordenando un

gasto no presupuestado o esté modificando la programación presupuestal

definida por el Legislador. Tampoco está delineando una política, definiendo

nuevas prioridades, o modificando la política diseñada por el Legislador y

desarrollada por el Ejecutivo. La Corte, teniendo en cuenta los instrumentos

legales que desarrollan la política de atención a la población desplazada, el

diseño de esa política y los compromisos asumidos por las distintas entidades,

está apelando al principio constitucional de colaboración armónica entre las

distintas ramas del poder para asegurar que el deber de protección efectiva de

los derechos de todos los residentes del territorio nacional, sea cumplido y los

compromisos definidos para tal protección sean realizados con seriedad,

transparencia y eficacia”.

Derecho a la salud – Sentencia T-760 de 2008, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa

Durante los últimos años, la masiva interposición de acciones de tutela presentadas

para exigir la protección del derecho a la salud ha evidenciado unas fallas estructurales

en la prestación de este servicio. Las constantes vulneraciones de los derechos de los

usuarios van desde trabas en el acceso al sistema de salud hasta cargas burocráticas

innecesarias impuestas a los ciudadanos para obtener los tratamientos requeridos. En

este contexto de violación permanente del derecho a la salud, la acción de tutela se

convirtió en la principal herramienta de protección.

En este sentido y de acuerdo con un estudio presentado en el 2009 por la Defensoría

del Pueblo, durante el período 1999-2008 el derecho a la salud cobró una participación

cada vez mayor dentro de las acciones de tutela presentadas anualmente: mientras

que en 1999 el 24,68% de los accionantes solicitaba la protección de este derecho, en

el 2004 la proporción pasó al 36,36% y en el 2008 alcanzó el 41,50% del total de las

acciones presentadas17. En la mayoría de los casos, los tutelantes solicitaban servicios

que estaban legalmente incluidos dentro del Plan Obligatorio de Salud, POS18.

17

Defensoría del Pueblo, La tutela y el derecho a la salud. Periodo 2006-2008, disponible en: http://www.defensoria.org.co/red/anexos/publicaciones/salud_08.pdf 18

El Plan Obligatorio de Salud (POS) es el conjunto de actividades, procedimientos e intervenciones en salud y servicios hospitalarios al que tienen derecho los afiliados al Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS). El POS puede ser de dos tipos: el primero, destinado a aquellos que cotizan al sistema (régimen contributivo); el segundo, que acoge a la población pobre o vulnerable (régimen subsidiado), es financiado por el Estado y tiene un contenido más restringido que el primero. Sin embargo, por medio de fallos de tutela la Corte ha equiparado progresivamente los dos POS, al incluir dentro del plan subsidiado servicios y medicamentos originalmente no contemplados dentro del mismo. Los recursos del sistema son recaudados y administrados por las Entidades Promotoras de Salud (EPS) y las Aseguradoras del Régimen Subsidiado (ARS). La prestación del servicio de salud en los dos sistemas es brindado a los usuarios por parte de las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS), es decir, centros médicos, clínicas y hospitales.

Page 13: Derechos Economicos Sociales y Culturales

Frente a esta crisis del sistema de salud colombiano, en julio de 2008 la Corte

Constitucional profirió la sentencia T-760, mediante la cual acumuló y examinó

veintidós acciones de tutela encaminadas a exigir la protección del derecho a la salud.

El fallo introdujo dos grandes aportes: por una parte, estableció que el derecho a la

salud era un derecho fundamental y como consecuencia exigible al Estado; por otra,

expidió órdenes específicas, encaminadas a asegurar la protección efectiva de este

derecho.

En primer lugar, superando la visión tradicional de la salud como un derecho

económico y social y, por ende, no justiciable, la Corte Constitucional lo define como

un derecho fundamental autónomo con elementos prestacionales19. Como

consecuencia, los colombianos tienen derecho a obtener consultas, procedimientos,

tratamientos y medicamente, de manera oportuna y eficaz. De esta forma, el Estado se

encuentra en la obligación de garantizarlo, especialmente cuando se trata de menores,

cuando la prestación de los servicios es obstaculizada mediante la exigencia de cuotas

moderadoras, cuando el usuario sufra de enfermedades catastróficas o de alto costo,

cuando los servicios hacen parte integral de un tratamiento o cuando, sin estar

contemplado dentro del POS, el servicio sea necesario para garantizar la vida digna20.

En segundo lugar, la Corte impartió un conjunto de mandatos perentorios,

encaminados a garantizar la protección efectiva del derecho a la salud. Por una parte,

la sentencia ordena a la Comisión Nacional de Regulación en Salud la redefinición,

actualización y unificación de los Planes Obligatorios de Salud del régimen subsidiado y

del régimen contributivo. Lo anterior con el fin de ampliar los servicios médicos de los

sectores más vulnerables de la población y así desvincular la calidad en el servicio de

salud de la capacidad de pago del usuario. Por otra parte, la Corte ordena tomar las

medidas necesarias para garantizar la sostenibilidad financiera del sistema y diseñar un

nuevo esquema de recobros y compensaciones de las Entidades Promotoras de Salud

(EPS) ante el Fondo de Solidaridad y Garantía-Fosyga y las entidades territoriales.

Finalmente, para la Corte Constitucional, la necesidad de impartir directrices concretas

al Gobierno encuentra justificación en la ausencia de medidas estatales tendientes a

hacer frente a la crisis del sistema de salud, con lo cual se desconocen los derechos y

19

En el mencionado fallo, la Corte sostuvo que “el derecho a la salud es un derecho fundamental, ‘de manera autónoma’, cuando se puede concretar en una garantía subjetiva derivada de las normas que rigen el derecho a la salud, advirtiendo que algunas de estas se encuentran en la Constitución misma, otras en el bloque de constitucionalidad y la mayoría, finalmente, en las leyes y demás normas que crean y estructuran el Sistema Nacional de Salud, y definen los servicios específicos a los que las personas tienen derecho. (…) El derecho a la salud es un derecho que protege múltiples ámbitos de la vida humana, desde diferentes perspectivas. Es un derecho complejo, tanto por su concepción, como por la diversidad de obligaciones que de él se derivan y por la magnitud y variedad de acciones y omisiones que su cumplimiento demanda del Estado y de la sociedad en general. La complejidad de este derecho, implica que la plena garantía del goce efectivo del mismo, está supeditada en parte a los recursos materiales e institucionales disponibles”.

Page 14: Derechos Economicos Sociales y Culturales

mandatos constitucionales y legales en la materia. Así, por ejemplo, en relación con la

unificación de los POS en los regímenes subsidiado y contributivo, sostuvo la Corte:

“No corresponde a la Corte Constitucional fijar las metas ni el cronograma para

la unificación de los planes de beneficios, pero sí debe instar a las autoridades

competentes para que, con base en las prioridades epidemiológicas, las

necesidades de salud de los que pertenecen al régimen subsidiado y las

consideraciones de financiación relevantes, diseñe un plan que permita de

manera real alcanzar esta meta. La progresividad de un derecho no justifica el

estancamiento ni mucho menos relegar al olvido el mandato de unificación de

los planes de beneficios para evitar que las personas de escasos recursos sean

sujetos de inferior protección constitucional, lo cual es abiertamente inadmisible

en un Estado Social de Derecho. (…) En otras palabras, actualmente existe una

violación de la obligación constitucional de cumplimiento progresivo a cargo del

Estado consistente en unificar los planes obligatorios de beneficios, para

garantizar el derecho a la salud en condiciones de equidad. Si bien se trata de

una obligación de cumplimiento progresivo, actualmente el Estado desconoce el

mínimo grado de cumplimiento de la misma puesto que no ha adoptado un

programa, con su respectivo cronograma, para avanzar en la unificación de los

planes de beneficios.”

3. DESC para sujetos de especial protección

La Corte ha tenido en cuenta a sujetos de especial protección en sus sentencias. En la

T-025 de 2004, sobre los desplazados, la Corte hizo referencia a su especial situación

de vulnerabilidad que exigía por ende una especial atención por parte del Estado.

En este mismo sentido, en la sentencia SU-225 de 1998, la Corte sostuvo que los niños,

por ser sujetos de especial protección y tener derechos garantizados expresamente

por el artículo 44 de la Constitución, eran titulares de un derecho a la salud como

derecho fundamental inmediatamente exigible, en un momento en el cual el derecho

a la salud aún se consideraba un derecho social que no podía ser exigible

inmediatamente.

Derecho de los niños a la salud – Sentencia SU-225 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes

Muñoz

El caso fue iniciado por Elsy Nydia Páez, una madre comunitaria de Puente Aranda en

Bogotá, quien cada vez que alguno de los niños que se encontraba bajo su cuidado

tenía fiebre, nauseas o vómito temía que éste pudiera estar enfermo de meningitis. De

Page 15: Derechos Economicos Sociales y Culturales

los menores que diariamente permanecían en su hogar, casi ninguno se encontraba

vacunado contra esta enfermedad21.

Por intermedio de la Fundación para la Defensa del Interés Público – FUNDEPUBLICO,

Elsy Nydia y otros cuatrocientos diecisiete (417) padres de familia y madres

comunitarias de Puente Aranda, en nombre y representación de sus hijos menores de

edad, interpusieron una acción de tutela en contra de la Secretaría de Salud de Bogotá

y del entonces Ministerio de Salud, por la vulneración de los derechos fundamentales a

la vida, a la salud y a la seguridad social de sus hijos. Su fundamento era que las

mencionadas autoridades se negaron a suministrarle en forma gratuita la vacuna

contra los virus responsables de la meningitis, una enfermedad con una alta tasa de

mortalidad y alto riesgo de secuelas.

Los tutelantes, en su mayoría madres cabeza de familia y trabajadores del sector

informal, manifestaron no contar con afiliación al sistema de seguridad social, ni con

los recursos económicos suficientes para sufragar los servicios en salud requeridos por

sus hijos.

Este caso fue revisado por la Corte Constitucional, quien por medio de la sentencia SU-

225 de 1998 acogió los reclamos de los accionantes al considerar que los derechos

fundamentales de estos niños a la vida a la salud y la seguridad social estaban siendo

desconocidos, y ordenó a las entidades demandadas realizar jornadas masivas de

vacunación gratuita contra el virus responsable de la meningitis. La Corte consideró

que los menores tienen el derecho fundamental de exigir del Estado protección

gratuita, oportuna y eficaz, contra las variedades de meningitis bacteriana que puedan

afectar su salud y ponerlos en situación de debilidad manifiesta.

En relación con la naturaleza jurídica de los derechos de los niños, la Corte sostuvo que

el artículo 44 de la Constitución no sólo confiere a los menores un conjunto de

derechos fundamentales que no se le reconocen a otros sujetos de derecho sino que,

adicionalmente, establece la prevalencia de dichos derechos sobre los de los demás.

De esta forma, considera que merecen un “trato preferencial a quienes se encuentran

en circunstancias de debilidad manifiesta y están impedidos para participar, en

igualdad de condiciones, en la adopción de las políticas públicas que les resultan

aplicables. En este sentido, es evidente que los niños son acreedores de ese trato

preferencial, a cargo de todas las autoridades públicas, de la comunidad y del propio

núcleo familiar al cual pertenecen”.

Dentro de los derechos fundamentales de los niños consagrados por la Constitución, se

encuentran junto con los derechos fundamentales a la vida y a la integridad física, se

encuentran derechos tradicionalmente reconocidos como Derechos Económicos,

21

La vacunación es obligatoria, EL TIEMPO, 21 de mayo, 1998, recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-757608.

Page 16: Derechos Economicos Sociales y Culturales

Sociales y Culturales como el derecho a la salud, a la seguridad social, a la educación y

a la recreación.

En este orden de ideas, y sin perjuicio de la fundamentalidad de estos derechos, por

tratarse de derechos de carácter prestacional, el juez de tutela no puede, ordenar al

Ejecutivo la asignación de recursos para la garantía de los mismos, en tanto estos

deben ser desarrollados mediantes políticas públicas definidas por los órganos

competentes. Sin embargo, la regla general acerca de la no justiciabilidad de los DESC,

no le puede ser aplicada a los derechos que, aún cuando tienen un carácter claramente

prestacional, son considerados fundamentales por expreso mandato constitucional.

En este sentido, una interpretación sistemática y armónica de los preceptos

constitucionales, supone que los derechos fundamentales de carácter prestacional

cuentan con un doble contenido. Por una parte, un núcleo esencial mínimo, que

otorga al titular derechos subjetivos directamente exigibles a través de la acción de

tutela. Por otra parte, un conjunto adicional de prerrogativas que debe ser definido

por los órganos políticos correspondientes, con base en la disponibilidad presupuestal

y las prioridades coyunturales. De esta forma, el juez constitucional se encuentra

facultado para ordenar la garantía del contenido esencial de los derechos

fundamentales de carácter prestacional de los menores, sin desconocer la separación

de poderes, en tanto:

“la armonización de esta norma con el principio democrático - que dispone que

los órganos políticos son los encargados de definir las políticas tributarias y

presupuestales - exige que sólo la parte del derecho que tiende a la satisfacción

de las necesidades básicas del menor - lo que se ha denominado su núcleo

esencial -, pueda ser directamente aplicada por el juez, mientras que es el

legislador quien debe definir su completo alcance. Se trata entonces de

derechos que tienen un contenido esencial de aplicación inmediata que limita la

discrecionalidad de los órganos políticos y que cuenta con un mecanismo

judicial reforzado para su protección: la acción de tutela. (…)

La anterior restricción constitucional al principio democrático, se justifica, entre

otras razones, porque dicho principio no puede oponerse a la reclamación de

pretensiones esenciales de un grupo de la población que no está en capacidad

de participar del debate público y que, por lo tanto, no tiene voz propia en la

adopción de las decisiones políticas que lo afectan. (…). En otras palabras, la

razón que justifica la aplicación preferente del principio democrático a la hora

de adscribir derechos prestacionales, resulta impertinente en tratándose de

derechos fundamentales de los menores.”

En segundo lugar, en virtud del principio de subsidiariedad de la asistencia estatal, el

legislador se encuentra en la obligación de reglamentar la responsabilidad de las

personas que se encuentran llamadas a garantizar los derechos socioeconómicos de

Page 17: Derechos Economicos Sociales y Culturales

los menores, esto es, la familia y la sociedad. No obstante, cuando la familia no cuenta

con los medios necesarios para satisfacer las necesidades básicas de los niños, el

Estado tiene la obligación subsidiaria de asumir el cuidado de los menores.

En relación con lo anterior, el artículo 13 de la Constitución Política impone al

legislador la obligación de establecer las políticas necesarias para la erradicación de las

injusticias presentes, de forma tal que se garantice a los grupos discriminados o

marginados los medios necesarios para su existencia. En este sentido,

“dado que en esta materia cabe concluir que la abstención culpable del Estado,

en otras palabras, su pasividad ante la marginación y la discriminación que

sufren algunos miembros de la sociedad, no se compagina con el orden justo

efectivo que procura legitimidad al Estado social de derecho y, menos todavía,

con el cumplimiento de la cláusula que proscribe la marginación y la

discriminación, la función del juez será no la de remplazar a los órganos del

poder público incursos en la abstención, sino la ordenar el cumplimiento de los

deberes del Estado, desde luego siempre que se verifique que la inhibición viola

un derecho constitucional fundamental”.

Con base en estas consideraciones, la Corte Constitucional consideró que los menores

de Puente Aranda constituyen un grupo social marginado y discriminado, dadas las

precarias condiciones socio económicas de sus familias y la falta de cobertura en

servicios públicos. La deficiente cobertura del sistema de vacunación vulnera los

derechos fundamentales de los menores, y evidencia “una malversación o abuso de la

competencia por parte de los órganos responsables”, que justifica la intervención del

juez constitucional. Como consecuencia, se ordena a la Secretaria de Salud de Bogotá y

al entonces Ministerio de Salud suministrar gratuitamente a los menores accionantes

los tratamientos de vacunación necesarios para prevenir la meningitis.

III. Conclusiones

Quienes critican a la Corte Constitucional Colombiana por haber hecho justiciables los

derechos económicos y sociales tienen una interpretación específica de lo que deben

ser los derechos, sus alcances y el papel que debe cumplir el estado en su garantía.

Esta visión de los derechos corresponde a la tradición angloamericana y comprende

una visión del mundo específica. La Corte, debido a que se lo exige la Constitución, se

ha situado dentro de la tradición continental, estableciendo la conexión entre

derechos fundamentales y los DESC, exigiendo del Estado actuaciones específicas para

garantizarlos y brindando especial protección a determinados grupos de personas.

La visión defendida por estos críticos además supone una clara línea divisoria entre

derechos civiles y políticos como derechos cuya garantía solo requiere la abstención

del Estado, y los derechos sociales como derechos prestacionales. Esta distinción,

como se vio arriba con la discusión sobre el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y

Page 18: Derechos Economicos Sociales y Culturales

Culturales, desde un principio fue fuertemente objetada por muchos Estados. Hoy en

día se ha dejado atrás esa noción, pues es claro que incluso los derechos civiles y

políticos tienen cierto contenido prestacional. Por ejemplo, para garantizar el derecho

a la propiedad, el Estado debe hacer un gasto para establecer la burocracia e

infraestructura administrativa que organice el reconocimiento de los derechos de

propiedad, los cuerpos de seguridad que impidan el irrespeto a ese derecho por parte

de personas particulares, y el sistema judicial que se encargue de dirimir disputas con

respecto a la propiedad. Ejemplos similares podrían darse con cualquier otro derecho

de aquellos que se encuentran en el Capítulo 1 del Título II de la Constitución.

De esta forma, quienes critican a la Corte pues se ha extralimitado en sus funciones

aumentando la lista de derechos fundamentales, asignando recursos y dando órdenes

a la Rama Ejecutiva, en realidad están defendiendo un proyecto político específico: lo

que en los últimos 20 años hemos llamado neoliberalismo. La Corte no ha ampliado

los derechos, simplemente ha demostrado que es imposible tener un derecho a la vida

digna sin un mínimo de condiciones, que el Estado Social de Derecho exige solidaridad

y que las diferentes Ramas del Poder deben tener como norte consolidar las

condiciones necesarias para lograr una sociedad más solidaria e igualitaria. La escasez

de recursos, argumento preferido por los críticos de la Corte, se ha tomado como una

verdad absoluta, evitando una discusión concreta acerca de la distribución del gasto

público (por ejemplo los aumentos extraordinarios en los gastos en armamento y

seguridad de los últimos años frente a la disminución en la inversión social). En

conclusión, si no fuera por las decisiones de la Corte que se resumieron en este

capítulo (entre muchas otras), para los 9 millones de personas que viven como los

Aroca, los derechos económicos y sociales incluidos en la Constitución serían

simplemente promesas incumplidas.

IV. Glosario

Derecho justiciable: un derecho sobre el cual los jueces pueden decidir, y ordenar a las

autoridades tomar medidas para que éste sea garantizado

Derecho subjetivo: un derecho que una persona puede exigir como propio

Mínimo Vital: el conjunto de condiciones mínimas para la subsistencia de una persona, que la

Constitución garantiza, y que puede ser exigido por medio de la acción de tutela

Estado de cosas inconstitucional: una situación en que los derechos de las personas son

vulnerados de manera generalizada, en un patrón similar, que lleva a la Corte Constitucional a

tomar medidas globales y no caso por caso

Progresividad: la obligación según la cual el Estado no puede retroceder en las políticas

públicas que ya ha implementado con respecto a los DESC