Desarrollo y Crítica Del Paradigma de La Producción. Presentación Del Ensayo de György Márkus

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Desacatos ISSN: 1607-050X [email protected] Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social México Boltvinik, Julio Desarrollo y crítica del paradigma de la producción. Presentación del ensayo de György Márkus Desacatos, núm. 23, enero-abril, 2007, pp. 161-178 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13902308 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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DesacatosISSN: [email protected] de Investigaciones y EstudiosSuperiores en Antropologa SocialMxicoBoltvinik, JulioDesarrollo y crtica del paradigma de la produccin. Presentacin del ensayo de Gyrgy MrkusDesacatos, nm. 23, enero-abril, 2007, pp. 161-178Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa SocialDistrito Federal, MxicoDisponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13902308 Cmo citar el artculo Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista en redalyc.orgSistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abiertoINTRODUCCINEllectordeAmpliarlamirada1alavanzarenlalecturamuyprontosepercatadequelasideasarticuladasporMrkusenMarxismoy antro-pologa2hansidodeterminantesenelenfoqueydesa-rrollo de dicha obra. Por ello debo decir que es para mmuy honroso que el profesor Mrkus haya aceptado sercolaboradorenestenmeroytenerlaoportunidaddeescribir esta presentacin. La grandeza de Mrkus (espe-ro que el lector compartir esta opinin conmigo) es tanamplia como su escasa fama en Mxico.Mrkus, a decir de John Grumley, filsofo de la Uni-versidad de Sydney y ex-alumno suyo,es un gran contador de historias. Sus cuentos son de la his-toriadelafilosofa. Tejesusnarracionesconunconoci-miento sin par de la historia de la filosofa y la cultura y conunojoagudoparalasdistincionesymaticesfilosficos. Sedeleita en la paradoja pero nunca es frvolo. Nada disfrutams que problematizar distinciones clave, excavar su his-toria oculta, exponer sus tensiones secretas e inconsisten-ciasfundamentales[]Quiereconjurarlaperplejidad,sacudir nuestras preconcepciones y nuestra complacencia,pero finalmente dejarnos un poco ms sabios que antes3.Estoy seguro de que el lector del texto aqu traducido deMrkus, Sobre la posibilidad de la teora crtica, al ir re-corriendo las distinciones, los matices, las paradojas, lastensiones y las inconsistencias que, una tras otra, va des-cubriendo gozoso el profesor de origen hngaro, y sen- IoIDesarrollo y crtica del paradigma de la produccinPresentacin del ensayo de Gyrgy MrkusJulio Boltvinikp.159.Rodrigo Moya,Jojutla,Morelos,1964.p.160.Rodrigo Moya,Regin ixtlera del norte de Mxico,1966.JULIO BOLTVINIK: El Colegio de Mxico, Mxico-Distrito [email protected], nm. 23, enero-abril de 2007, pp. 161-178.1Julio Boltvinik, Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza yel florecimiento humano (Siglo XXI, en prensa). El libro se basa en mitesisdoctoralque, conelmismottulo, presentenelCentrodeInvestigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social-Occi-dente en abril de 2005. Vase en este mismo nmero mi ensayo Cr-tica de la economa poltica de la pobreza para un panorama de con-junto de dicho trabajo.2Gyrgy Mrkus, Marxismo y antropologa, Grijalbo, Barcelona, 1973,y Mxico, 1985. Traduccin al espaol de Manuel Sacristn.3John Grumley, Introduction. The Paradoxes of Philosophy: Gyr-gy Mrkus at Sydney University, en John Grumley, Paul Crittendeny Pauline Johnson, Culture and Enlightenment. Essays for Gyrgy Mr-kus, Ashgate, Aldershot, Reino Unido, 2002, pp. 1-11; p. 1.1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,tir sus preconcepciones y complacencia sacudidas, todoello predicho por Grumley.El texto de Gyrgy Mrkus que se presenta a continua-cin es la traduccin del captulo 5 (y ltimo) de la parteII, Sobre el paradigma de la produccin: el materialis-mo marxista y el problema de la constitucin del mundosocial, de su libro Language and Production. A Critiqueof the Paradigms4. La parte I del libro aborda el paradigmadellenguaje(Sobreelparadigmadellenguaje: positi-vismo y hermenutica como teoras de la objetivacin).Los dos ensayos que conforman las partes centrales dellibro, dice Mrkus en el prefacio, examinan las manerasfundamentalesycompetitivasatravsdelascualeselpensamiento filosfico y social intenta dar cuenta de lasituacin de los individuos. El libro contina estdirigido no slo a los filsofos, sino a todos aquellos in-teresados en los problemas conceptuales bsicos plantea-dos por el pensamiento social contemporneo. Mrkusaprovecha el prefacio para ubicar en la historia de la filo-sofa la discusin contenida en la obra. Como los gran-des maestros de la pintura, en muy pocos trazos ofreceun panorama muy esclarecedor (pp. xi-xiii):Ensudesarrollo, lafilosofamoderna(enelsentidomsamplio de esta palabra) fue tanto un agente como un resul-tado del proceso al que Max Weber design con el nombrede desencanto: la disolucin de los omni-comprensivossistemas religiosos de interpretacin del mundo que ads-criban un significado nico e integral a la existencia huma-na con referencia a un ser (o seres) trascendente respectoIo: Regin ixtlera del norte de Mxico, 1966.4D. Reidel Publishing Company, Dordrecht, Pases Bajos, 1986, 190 pp.Rodrigo Moyaixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiode la vida humana. Las grandes filosofas de la Ilustracinlucharon por encontrar en la Razn, entendida como unacaracterstica o una capacidad inherente del individuo hu-mano, la fuente que con una fuerza igualmente vinculantepuede conferir sentido en, y proveer valores para, nuestrasactividades. Intentaron reemplazar la funcin de creacinde significado, y por tanto tambin de integracin social, dela religin, con una racionalmente unificada cultura secular,[] capaz de descubrir e imponer a todos los procesos decambio de una sociedad dinmica una direccin nica ha-cia el perfeccionamiento humano.Es el fracaso (percibido de maneras muy variadas) de es-te proyecto lo que en buena medida determina nuestrapresente situacin cultural. En general, la filosofa poshege-liana ha intentado articular una concepcin adecuada de lafinitud humana [] reconociendo la imposibilidad de in-terpretar el mundo desde el nico punto arquimdico de laratio subjetiva, sin acudir al recurso de un intelecto absolu-to e infinito. Tanto el paradigma del lenguaje como el de laproduccinderivandetalesfuerzoycompartenalgunasideas, como la de la constitucin intersubjetiva de la subje-tividad a travs de los procesos de objetivacin y reificacin[] Sin embargo, en algunos cruciales aspectos los dos pa-radigmas son opuestos. La eleccin de modelar las relacio-nesdeintersubjetividadsobrelabasedelacomunicacinlingsticaosobrelainteraccindelosindividuosenlareproduccininstitucionalizadadesuvidamaterialtieneconsecuencias que van ms all de la teora [] la eleccinprimaria misma abre o impone muy diferentes maneras decomprender las relaciones de los individuos y sus colectivi-dades con el proceso annimo del cambio histrico [].La oposicin entre los dos paradigmas no es de carc-ter lgico sino de perspectiva. Cada una de ellas es legti-may, enprincipio, noincompatibleconlaotra[]Sinembargo, losintentosdereconciliarambosparadigmas[] han fracasado. Ambos paradigmas hacen un llamadouniversalista y no hay criterios preestablecidos que nos per-mitieran determinar, de una vez por todas, los respectivoscampos de su aplicacin significativa (o legtima o fruct-fera, etc.).Mrkus, despusdedemostrarque, enefecto, esungrancontadordehistorias, terminaelprefacioexplici-tando su postura con inusual claridad, demostrando queotra vez Grumley acierta cuando dice que el gran poderintelectual y de visin no es la historia completa del im-pacto de Mrkus, que lo que ubica a Mrkus aparte essu carcter y los valores fundamentales que lo orientan(Grumley, obra citada, p. 7):[] Mi compromiso terico, aunque crtico, con el para-digma de la produccin debe ser claro para los lectores deestevolumen[]Laausenciadefundamentosdefiniti-vos, obvios e indubitables del conocimiento ponen en du-da el consenso como fin, no slo por ser inalcanzable sinopor su dudoso valor [] Aceptar la pluralidad de perspec-tivas prcticas y tericas como una caracterstica de nuestraculturaquenodebeeliminarsenosignificaqueestemosabsueltos de la necesidad de elegir entre ellas. No hay ata-laya sin postura. Tal eleccin, incluso referida a disputas yproblemas tericos, involucra un elemento de decisin noeliminable (pp. xiii-xiv).Notratardepresentarallector, nisiquieraavuelodepjaro, las ideas contenidas en la parte I sobre el paradig-ma del lenguaje, aunque debo decir que lo que ms megust de ella es la crtica que lleva a cabo del enfoque po-sitivista deKarlPopper. LaparteII estcompuestadecincocaptulos. Loscuatroqueprecedenalcaptulo5aqu traducido son: 1. Sobre el significado del materia-lismo de Marx; 2. El consumo como momento intrn-seco de la actividad productiva; 3. La reificacin y lasantinomias de su superacin; y 4.Produccin versus co-municacin: cambio de paradigma en la teora radical.Procedo a intentar una sntesis apretada de estos cuatrocaptulos con el nico propsito de evitar que, en la lectu-ra del captulo 5 haya demasiados implcitos que dificul-ten la comprensin del texto. Despus de las citas deGrumley, debe quedarle claro al lector que al sintetizarinevitablemente seperder buena parte de las distincio-nes, matices, paradojas, tensioneseinconsistenciasqueson la esencia del quehacer filosfico de Mrkus. Sin em-bargo, me consuela la idea de que, como se ha traducidontegro el captulo 5, ello compensar al lector.SNTESIS DE LOS CAPTULOS 1 A 4 DE LAPARTE II DE LANGUAGE AND PRODUCTIONCaptulo 1. Sobre el significado del materialismode MarxElmaterialismodeMarxesdecarcterprctico, diceMrkus al comenzar el captulo 1, y esta afirmacin esta-r presente a todo lo largo de la parte II de Language and Io,1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,Production. Las condiciones materiales de vida de la so-ciedad y las actividades materiales de los hombres ensociedad se postulan ante todo no como principios ex-plicativos de una teora sobre la estructura y el cambiosocial, sino como el terreno de las luchas prcticas deci-sivas de una prxima transformacin social radical.Elmaterialismomarxianosuponeunacrticaince-sante de la hipstasis de las ideas o el estado en fuerzassociales independientes, la negacin de su autonoma yautarqua. Las ideas sociofilosficas deben ser esencial-menteconcebidas, ensucontenidocognitivo, nocomorepresentaciones de hechos sino como expresiones del pro-ceso real de la vida activa de los individuos que las produ-cen. La clsica idea de verdad como correspondencia conelobjetodedescripcinyrepresentacinessustituidapor la nocin de adecuacin al sujeto social destinado-invocado de la comunicacin, lo cual tambin es vlidopara el autoentendimiento de la propia teora de Marx.sta es postulada como la teora en la cual el proletaria-do puede reconocer la articulacin de sus necesidades eintereses emancipatorios, inducidos por su situacin devida material en la sociedad actual, pero que no se pue-den satisfacer en su marco. Por tanto, la teora se auto-ubicaconscientementecomounelementodelapraxissocial radical. El mirador del socialismo no es una inten-cin aadida al contenido terico del materialismo mar-xiano sino el principio de su constitucin.El significado prctico-crtico de la teora marxiana delaideologaencuentrasuexpresinpositivaenlatesisdelmaterialismohistricoacercadelaprimacadelaexistencia social (entendida como la produccin y el in-tercambio material) sobre la conciencia social. La deter-minacin de la conciencia por la vida apunta al origen ytelos delasactividadesylosproductosculturalesenlosconflictos de la vida social real. La conciencia no es otracosa que la conciencia de la praxis existente y la preten-sindelmaterialismohistriconoesfilosfico-tericasinoprctica, asaber, articularlaposibilidad, ydeahpromover la emergencia de una praxis social-radical, aquy ahora, capaz de superar aquellos lmites histricos quesehanconvertidoenbarrerastantoparalavidacomopara la conciencia de los individuos concretos vivos. Enparticular, superar la fatdica brecha que divide las acti-vidades econmico-materiales egostas (dominadas porlos mecanismos de la propiedad privada y el mercado)delasactividadessupuestamente genricas delosrei-nos cultural y poltico.Por tanto, el materialismo marxiano conlleva una trans-formacin de gran alcance en el marco conceptual en elcual se pueden plantear preguntas sobre las ideas. stasson postuladas inicialmente como productos (como ob-jetivaciones) de actividades humanas histricas especfi-cas, de manera que la pregunta que ha de ser contestadainicialmente es acerca de la relacin de este tipo de pro-duccin con la totalidad estructurada y diferenciada detodas aquellas actividades por las cuales los hombres re-producenycambianlascondicionesdesuexistenciaycon ellas a s mismos. Al respecto, la teora marxiana dela ideologa y la conciencia social descansa en una pre-suposicin ms amplia, la del carcter paradigmtico dela produccin material para el entendimiento de todas lasmanifestaciones de la vida humana social. Este paradig-ma es el que separa al materialismo marxiano de su tra-dicin inmediata, la filosofa hegeliana y el idealismoclsico alemn en general.La crtica de Marx al idealismo absoluto de Hegel, queconsiste en la destruccin crtica de la idea de un sujetosupraindividual, se basa en una reinterpretacin radical,basada en el paradigma de la produccin, de la nocinde intersubjetividad, postulada como una forma de ob-jetividad social. Dado que en esta concepcin se concibea los individuos con el carcter de sujetos que, bajo con-diciones de vida definidas, hacen su propia historia, di-cha objetividad es el resultado material de las activida-des humanas previas y se vuelven circunstancias socialesslo en la medida en que tales resultados quedan re-in-volucrados en las actividades humanas que los reprodu-cenyloscambian. Estosestadosfsicoshumanamenteproducidos alcanzan la significacin de circunstancias so-ciales slo a travs de su interiorizacin, de su apropia-cinporlosindividuosactuantes, quere-transformanlasfuerzashumanasobjetivadasenellosensuspropiasnecesidadesycapacidades, procesoquenopuedeocu-rrir si no a travs del contacto y las relaciones activas en-tre los individuos. El significado de sujeto es ahora total-mentenuevo(sibienlosindividuosciertamenteseIo ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiohacen unos a los otros, fsica y mentalmente, no se hacena s mismos). Autonoma y creatividad como los consti-tuyentes de la nocin de sujeto (sujeto como una enti-dad cuyo predicado es su propia autorrealizacin) no sepiensan ms como caractersticas metafsicas, sino comoposibilidades histricas cuya realizacin depende del con-trol que ejerzan los individuos sobre el resultado total desus interacciones. El carcter decentrado de los sujetos,la escisin interna entre esencia humana y existencia, noes concebida ni como ilusin que ha de superarse en lacontemplacin terica superior, ni como el eterno, me-tafsico o antropolgico lugar de la existencia humana.Se concibe como una situacin histrica que puede sertrascendida bajo condiciones definidas de la actividadprctica colectiva. La racionalidad no es la razn en la his-toria. Es razn histrica corporizada en la actividad prc-tica de la asociacin de clase de individuos socialmentedeterminados, que pone fin a las contradicciones de suexistencia que hoy les impiden darle un significado a suspropias vidas.Este historicismo radical de Marx significa una trans-formacin completa del problema bsico de la filosofamoderna, a saber, el de la constitucin subjetiva del mun-do (la pregunta acerca de las vas por las que la actividadhumana constituye y determina el mundo vital cotidianode los hombres como el punto de partida autoevidentee inmediato de todos los actos explcitos de conocimien-to). Marx acepta el carcter legtimo de este problema yen este sentido se sita en la tradicin, en el sentido am-plio, de la Ilustracin. Pero la constitucin del mundo co-mn y significativo de la experiencia humana le aparecea l no como el logro de la conciencia (individual o tras-cendental), sino como el resultado histrico de las acti-vidades materiales prcticas.El paradigma de la produccin sirve no slo como unmodelo terico-interpretativo a travs del cual se lograun entendimiento radicalmente nuevo de la vida social,sinotambincomounproyectoprcticodereorgani-zacin social. Articula la perspectiva de un futuro eman-cipado, desdecuyopuntodevistasehaceposible, enprimer lugar, el logro de una comprensin adecuada dela historia humana. Slo desde el mirador de la posibili-dad real de la transformacin socialista, de una organiza-cin de la vida material-productiva que tome en cuentalas restricciones objetivas y que dote a los productores delpoder de decidir consciente y colectivamente sobre la for-macin de sus propias condiciones de vida, puede ser vis-ta la historia no como una irresistible marcha de la raznimpersonal, sino como el terreno de las luchas socialespara el despliegue progresivo de la racionalidad prcticay para el significado de las vidas humanas finitas.Hoy, sinembargo, esinevitablepreguntarsesobreelgrado de idoneidad del paradigma de la produccin pa-ra la realizacin de estas intenciones tericas y prcticas,pueshayconsideracionestericasdepesoqueexigenreexaminarelparadigmamismo. Enprimerlugar, lahistoriadelpensamientomarxistaparecereproducirconstantementeunadescomposicinantinmicadelarelacin dialctica original de lo subjetivo y de lo inter-subjetivo, como la visualiz Marx, por un lado en teorasdeun procesosinsujeto (Althusser); yporelotro, enteoras del sujeto colectivo (Lukcs, Gramsci, Goldmann).Estasdostendenciasopuestasdelpensamientoseco-nectanusualmenteconinterpretacionesantitticasdelparadigma de la produccin mismo, a saber, con su re-duccin a la nocin de trabajo como un proceso tecno-lgico entre el hombre y la naturaleza y, por el otro lado,con su sobregeneralizacin filosfica en el concepto depraxis comolaactividaddeautocreacinhumanaili-mitada. Y aunque la conformidad de ambas tendenciascon las intenciones originales de Marx puede ser cues-tionada, su resurreccin constante puede ser interpreta-da como un signo de tensiones internas en la misma teo-radeMarx, oalmenosdebeserexaminadadesdeelpunto de vista de esta posibilidad.Otro conjunto de problemas emerge en conexin condesarrollos ideolgico filosficos contemporneos fuerade la rbita del pensamiento marxista. En la filosofa delsigloXX esevidentelatendenciaantisubjetivistaquesustituyealsujetoindividualporlaintersubjetividad,entendida como comercio y relaciones entre individuosfinitos e histricos, que de una u otra forma objetivadasobrepasa, apoya y arrastra a los individuos, como pun-to de partida de la reflexin filosfica. En este sentido, to-das estas teoras pueden ser concebidas como teoras dela objetivacin y, desde este abstracto punto de vista, Io,1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,muestran cierta afinidad con la filosofa marxiana. Peroestas teoras rechazan, de manera no ambigua, el para-digma de la produccin y ofrecen otros modelos de en-tendimiento, dos de los cuales (como polos antitticos)sonlosmssignificativos: elparadigmadela solucinde problemas, a travs de cuyo prisma todos los fenme-nossocialesaparecencomocasosdeconocimientoobjetivo (Dewey, Popper), y el paradigma del lenguaje(Wittgenstein, Lvy-Strauss, Gadamer). Adems de plan-tearle diversas objeciones y preguntas a la idea marxianade hacerhistoria, sumeraexistenciaayudaaformarseuna visin ms clara del materialismo histrico.Finalmente, y no sin influencia de las teoras anterio-res, han surgido dudas crticas respecto al paradigma mar-xiano de la produccin en el pensamiento marxista (ensentido amplio) contemporneo, de manera ms con-sistente de parte de Habermas. Esta crtica ubica las di-ficultadesinherentesdelmaterialismomarxianoenunconcepto restringido de la autoconstitucin de la especiehumana a travs del trabajo, reduciendo las interaccio-nes simblicas y normativamente mediadas a la activi-dad instrumental nicamente. Se argumenta que estareduccindistorsionalaspretensionesypropsitosra-dicales bsicos de la teora misma, pues identifica la au-torreflexin crtica con la explicacin y predicciones cien-tfico-naturales de una manera positivista.Lareconsideracindelasolucinmarxianadelpro-blemadelaconstitucinatravsdelparadigmadelaproduccin especialmente desde el punto de vista desu capacidad para articular la relacin entre facticidad ynormatividad en general, entre reglas tcnicas y normassociales en particular parece, por tanto, una tarea deintersactual. Elproblemaqueenfrentamosserefiere,sobretodo, alapregunta: quesparadigmticoenelconceptomarxianodelaproduccinparaelentendi-miento de la totalidad de la vida social, de la gama com-pleta de los fenmenos sociales? Por tanto, en lo que sigue tomar como punto de par-tida la idea marxiana de que el proceso de la produccincapitalista es la unidad inmediata del proceso de trabajoy el proceso de realizacin y, de manera ms general, quecada forma de produccin histrica debe ser vista comolaunidaddeprocesostecnolgicosdefinidosentreelhombre y la naturaleza y de la reproduccin de un siste-ma histrico especfico de relaciones de produccin en-tre los hombres. Tomar este carcter dual de la produc-cin como constitutivo de la esencia de este paradigmamarxiano y examinar, desde esta perspectiva, el proble-madelconsumoenelsignificadodelusohumanodeobjetoshechosporelhombrecomoun momentoin-trnseco de la actividad productiva (no es necesario de-cir que tal definicin del consumo incluye a la produc-cin propiamente dicha como consumo productivo, sloque lo aborda desde un punto de vista especfico). A tra-vs de dicho anlisis espero enfocar mejor algunas carac-tersticasadicionalesdelmaterialismomarxiano, tantopor lo que se refiere a su real relevancia terica y prcti-ca como a sus dificultades internas.Captulo 2. Consumo como momento intrnsecode la actividad productivaEntender el consumo como momento de la produccinsignifica, en primer lugar, concebirlo como la reproduc-cin continua del individuo productivo. Aplicar al con-sumo la caracterizacin dual de la produccin de Marxsignifica analizar los productos materiales del trabajo hu-mano en su funcin de objetos de consumo como obje-tivaciones de las fuerzas esenciales humanas (necesidadesy capacidades) y como materializaciones de las relacio-nes sociales. Son estas dos nociones de objetivacin y ma-terializacin las que deben, sobre todo, ser elucidadas.Lanocinmarxianadeobjetivacinarticulaunadiferencia esencial entre los objetos de la naturaleza y loshechos por el hombre por lo que se refiere a las relacio-nes humanas prcticas con ellos y a travs de esto impli-ca un nuevo tipo de relacin entre el hombre y su mun-do como medio ambiente.Mrkus distingue entre reglas sociales de uso (tcnicaspor su contenido), que corresponden a lo antes visto, ynormassocialesdeempleo delosproductosdeltrabajo.Las primeras establecen las relaciones entre las cualida-des de los productos del trabajo y las necesidades huma-nas en dos sentidos. Primero, puesto que el objeto arti-ficial ha obtenido estas propiedades a travs del trabajoIoo ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiohumano que disea y produce el objeto pensando en suuso apropiado; y segundo, son estas cualidades, acentua-das por las reglas de su uso, las que constituyen la natu-raleza esencial, la objetividad especfica, del producto. Unvasoestdestinadoparabebery, hablandodemaneragruesa, algo es un vaso cuando es normal y sistemtica-mente utilizado en esta funcin. Los objetos humanamen-teproducidosseconviertenenvaloresdeusosocialespor el hecho de que existen reglas definidas que circuns-criben el fin y la manera de su uso. Los arquelogos seenfrentan de una manera dramtica a la importancia deesta relacin: la interpretacin y clasificacin arqueol-gicas de un conjunto de hallazgos slo tendrn sentidoenlamedidaenquesepuedareconstruirelusoorigi-nalmente planeado para dichos objetos. En este sentido,losobjetoshechosporelhombrecomoobjetivacionestienenunsignificadoinherente, constituidoporlasre-glas de su utilidad, y que no es otra cosa que el recono-cimiento social de la utilidad del objeto, de su calidad devalor de uso, es decir, de su relacin con alguna necesi-dadespecficayaceptada. Segundo, lasmismasreglasprescribenycircunscribenrutasdeaccindefinidas,es decir, el ejercicio de habilidades especficas como pro-pias y adecuadas para la satisfaccin de la necesidad pre-sente de manera material en el producto, y para la pues-ta en prctica de la funcin socialmente aceptada parala que est destinada (intended). Las reglas de utilidadidentificanaccioneshumanassignificativas, determi-nan y construyen formas socialmente codificadas de ac-tividad prctica. Io,Tacuba, ciudad de Mxico, ca, 1960.Rodrigo Moya1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,Los elementos materiales del medio ambiente huma-no (el entorno cultural) estn, por tanto, siempre incrus-tados en una red social de reglas prcticas, contina Mr-kus. Peroestasreglasnosonreglasexternasalosobjetosmismos. El objeto ha sido creado para su uso apropiado,lo que ha dirigido y determinado el proceso de su pro-duccin y ha quedado incorporado en su estructura fsi-ca. sta es la razn por la cual estas reglas no son cons-cientes, explcitas; estnfijadasenlaspropiedadesdelobjeto, haciendo su utilizacin posible. Los productos co-mo valores de uso, como resultados materiales de las ac-tividades humanas externamente presentes, representany postulan necesidades (los fines de su utilizacin) y habili-dades (la manera adecuada de su utilizacin) socialmentereconocidas que pueden o deben ser apropiadas, interio-rizadas, por los individuos.ObjetivacinyapropiacinsonparaMarx determi-naciones reflexivas, es decir, que tienen significado sola-menteenlamutuainterrelacin: elproducto, adife-renciadeunmeroobjetonatural, pruebaloquees, seconvierteenproducto, sloatravsdelconsumo(Grundrisse). Unproductoesunaobjetivacinsloenreferenciaaunprocesodeapropiacin(realopoten-cial). Consecuentementelasnecesidadessocialesylascapacidades corporizadas en el producto se transformannuevamenteenapetenciasyhabilidadespersonalesvi-vas. El proceso de socializacin del individuo consiste enun alto grado en la apropiacin prctica de la objetiva-cin social, del mundo de cosas hechas por la humani-dad. Esto constituye la base de la continuidad histrica yhaceposibleelprogresosocial enprimerainstancia. Eldesgasteporelusodelosobjetosdehechurahumanaconllevalanecesidaddereemplazarlos. Lahistoricidaddel mundo humanamente constituido es en general si-nnimo del hecho de que la especie humana vive en unnicho ecolgico inestable, cuyo equilibrio tiene que serreestablecido continuamente mediante actividades prc-ticasintencionales. Lasupervivenciadelasociedadre-quiere proporciones definidas entre los varios elementosdel medio creado por el hombre (y las necesidades quesatisfacen), porunlado, ylosvariostiposdeactividadhumana, por el otro, as como una correspondencia en-tre ellos. Mediante diversos mecanismos institucionales,cadasociedadhadeasegurarlaexistenciaymanteni-miento de las proporciones correctas de las diversas fun-ciones del trabajo respecto a las diversas apetencias.La existencia de estos mecanismos institucionales creaypresupone, engeneral, laexistenciadeotroconjuntode reglas sociales asociadas a los objetos de uso humano,reglasquedeterminanycircunscribenlascondicionessociales en las cuales se pueden usar o no los objetos (apli-cando las reglas de su uso) en el marco de un sistema da-do de relaciones sociales. A este conjunto le llama Mrkusnormas sociales de su empleo. Mientras las reglas de usoson tcnicas y no tienen un contenido de valor, las nor-mas sociales permiten, demandan o prohben prcticasespecficas dependiendo del sujeto o de la circunstancia.As, mientras la regla (implcita) de uso de un cigarrilloes que debe encenderse con fuego y el humo debe ser as-pirado, etc., la norma social de su empleo prohibe fumara los menores y a todos hacerlo en ciertos lugares. En re-ferencia a estas normas los objetos de hechura humanafuncionan no slo como objetivaciones de necesidades yIo8 Plaza Santo Domingo, ciudad de Mxico, ca. 1963.Rodrigo Moyaixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiocapacidades histricamente definidas, sino que tambinadquieren una significacin social, en el sentido que fun-cionan como objetos que pueden o deben ser empleadosen ocasiones y situaciones sociales especficas, por perso-nas que satisfacen especificaciones sociales concretas (quedesempean ciertos roles), para propsitos sociales defi-nidos. Si a travs de las reglas de uso los productos sonpostulados como objetivaciones, lo que en la terminolo-ga de Marx constituye su contenido material, a travs delas normas del empleo aparecen como portadores o ma-terializaciones de relaciones sociales especficas que cons-tituye su forma social especfica.Estas normas tambin permean la forma material es-pecfica del producto a travs de las normas de propiedad(urbanidad) y gusto. (Aunque en este caso los ejemplosde Mrkus no son muy convincentes.) Pero en cuanto ala correspondencia entre produccin y consumo, seracompletamentedesorientadoratribuirlesunafuncinreguladora principal. La funcin social de estas normas laexplicaMrkusconbaseensociedadesprecapitalistaspor razones que presentar despus, en el captulo 3. Enestas sociedades dichas normas son directas y explcitasy se refieren a todos los objetos de uso (productivo o deconsumo). Estasnormasestninmersasenunmarcoms amplio de derechos y obligaciones mutuas. A travsdediversassanciones, establecenunarelacinentrelasformasfijasdeactividadyelsistemadenecesidadesysus objetos, asegurando la correspondencia entre el con-sumo productivo de objetos y la produccin consumi-dora de individuos concretos histricos. Al mismo tiem-po, confinan tanto la produccin como el consumo dentrode ciertos lmites. En estas sociedades los objetos perte-necientes a una persona expresan directamente su esta-tus social.Mrkus hace notar otras diferencias entre ambos tiposde reglas. Mientras las reglas de uso, que definen modosapropiados de actividad intencional en relacin con al-gn objeto de necesidad, tienen un carcter constitutivo-constructivo, las normas sociales de empleo, que regulantalesmodosdeactividad, permitiendo, exigiendo, pro-hibiendo, tienen un carcter regulador-restrictivo. Las re-glasdeusocasinuncasonformuladasexplcitamente,carecen de contenido de valor especfico, ya que se tratade cuestiones instrumentales de carcter tcnico, y tam-poco hay sanciones especficas asociadas a ellas, salvo elfracaso y el calificativo de incompetencia asociado al maluso. Las normas sociales de empleo, por otra parte, soncon frecuencia explcitas y se imponen no por la fuerzadelhbito, sinoquetienenunavalidezobligatoria; noson de carcter instrumental sino que regulan conduc-tas correctas e incorrectas, inherentemente cargadas devalor, como expresin de derechos y obligaciones, bue-nas o malas maneras. El inadecuado uso de los objetos nose expresa como incompetencia sino como desviacin ysu violacin conlleva sanciones con frecuencia institucio-nalizadas. Las normas a menudo estn racionalizadas, esdecir, tienen algn grado de legitimacin y justificacina travs de las representaciones ideolgicas.Markus reformula las diferencias anteriores de una ma-nera ms general. Por una parte, las reglas de uso (tcni-co-utilitarias) definen el universo de habilidades y nece-sidades que, a la par del universo de objetos producidos,caracterizan el nivel alcanzado de dominio sobre la natu-raleza al que ha llegado una determinada sociedad. Es-tos universos se constituyen en un fondo comn que cir-cunscribe la gama de actividades prcticas significativasposibles, en las cuales cada miembro de la sociedad, a tra-vs de su apropiacin (desarrollo de habilidades) parti-cipa. Y este fondo comn tiene al menos un ncleo eluso de objetos cotidianos tilesque debe serigual-mente apropiado por cada uno de los individuos normales.Si bien, como se dijo antes, los elementos individuales deestas reglas no tienen valor especfico por ser de carcterinstrumental, la totalidad de las objetivaciones materia-les constituye, en este sentido, un valor tan bsico que hade ser tomado como un hecho, es decir, como algo queno debe cuestionarse (en cuanto a su justificacin) porningn individuo racional. La neutralidad valorativa delos objetos de hechura humana como objetivaciones con-siste en el hecho de que ellas representan aquel elemen-todado delaexistenciahumanaquedebeacadamo-mento ser asimilado. El cambio en esta rea tiene lugarcomo acumulacin, en un proceso continuo de heren-cia de las formas previamente creadas de actividad y demodificacinenelsentidodeexpandirelfondosocialde necesidades y capacidades. Io,1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,Las normassocialesdeempleodelosobjetos, encon-traste, aparecencomounmecanismopormediodelcual los diversos valores de uso, las necesidades y habi-lidades, son distribuidos entre grupos de individuos,transformndolosenagentessociales(porejemplo, lascajas de herramientas para los hombres, los utensilios decocina para las mujeres, que los transforman en mec-nicos y en cocineras). En correspondencia, en referenciaa estas normas, los objetos mismos aparecen bajo ciertadefinida forma social como su materializacin, comoobjetos que slo pueden usarse de cierta manera cir-cunscrita(usados, heredados, peronointercambiados;intercambiados pero contra un grupo especfico de va-lores de uso y con personas pertenecientes a un ciertogrupo social, etc.).Por ltimo, Mrkus incluye un concepto ms, que nodesarrolla, el de normas de gusto y adecuacin, que desem-pean un papel significativo en la distribucin de la de-manda agregada de productos especficos y en los meca-nismos de proliferacin y diferenciacin de necesidades.Captulo 3. Reificacin y las antinomias de susuperacinEl anlisis previo del paradigma de la produccin comoproceso dual no es slo muy abstracto y esquemtico, essobretododeficienteporqueofreceunadistincinta-jante e inmediata cuando en trminos histricos lo queexiste, segn Marx, es una dialctica entre los conceptosde fuerzas productivas y relaciones sociales de produc-cin, conceptos cuyas fronteras estn por determinarse.La relatividad de las distinciones (las dicotomas) se po-neenevidenciaporlaexistenciadecasosintermediosquedesafanelcarctermutuamenteexcluyentedelasdicotomas. Mrkus rechaza como simplistas las asocia-ciones antes presentadas, entre reglas de uso y relacionesentre los seres humanos y la naturaleza, por una parte, yla de normas de empleo y relaciones sociales entre los hu-manos, por la otra. Este simplismo falla pues: 1) hay re-glas tcnicas (y habilidades asociadas) relacionadas conlas interacciones entre personas (saludar a alguien, pre-sentarse, bailar con alguien), de tal manera que las reglastcnicas se refieren tanto a la relacin sujeto-objeto co-mo a la relacin sujeto-sujeto, es decir, a las relaciones so-cialesconpersonas); 2)hayalgunosobjetosespeciales,como los smbolos materiales de la interaccin humana(bandera, cruz, corona) y el dinero, en los cuales el con-tenido material y la forma econmica coinciden, de talmaneraqueesimposiblesepararlaspreguntassobrecmo deben usarse y quin puede usarlos.A partir de la relatividad de la distincin entre reglas deuso y normas de empleo, Mrkus se pregunta si puedendistinguirsedeltodo. Antesdecontestarprecisaqueelobjeto en su estructura fsica es simultneamente una ob-jetivacin de capacidades definidas y la materializacinde relaciones socioeconmicas definidas, y que la distin-cin entre forma material y contenido social se asumicomounadistincinanaltica. Parahacermsclarayprctica la pregunta, Gyrgy Mrkus la formula en los si-guientes trminos: Por qu es la demanda de un mundosin dinero, caones y banderas nacionales, una demandaradical racional, mientras que la demanda de un mundosin mquinas es ludismo irracional? Y aade: Porquees claro que la banda de transmisin (conveyor belt), ensumismaformafsica, definecapacidadesproductivasinternas a un sistema de divisin del trabajo basado enla separacin entre el trabajo manual e intelectual y en ladominacindelsegundosobreelprimero. Ycontestaque lo que ha de considerarse contenido material y ha deasimilarse como base factual de la vida social, constituti-va del desarrollo de las fuerzas productivas, y lo que de-be considerarse como materializacin de relaciones so-ciales que debe ser cambiado, esta doble cuestin no sepuede contestar tericamente, es una pregunta prcticacuya respuesta depende de la perspectiva histrica en laque nos situamos. Y desde este punto de vista, aade, nohay datos fijos que deban aceptarse sin cuestionarse y alos que uno deba adaptarse, porque no hay ningn ele-mentodelmediodehechurahumanaquenopudieraser concebido en su forma concreta, no slo como el por-tador de ciertas relaciones sociales separables de su valordeusocomocontenido, sinocomolaobjetivacindeesas relaciones en su contenido mismo.Con base en esta inseparabilidad entre lo tcnico y losocial, Mrkus modifica el anlisis establecido en la sec-I,o ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiocinanteriorquesostenaqueelparadigmamarxianode la produccin ancla y justifica la racionalidad de lasnecesidades radicales en y por la demarcacin entre con-tenido material y forma social, llegando a la conclusinde que por la interpenetracin prctica de los dos aspec-tos, la manera en que uno haga la distincin entre rela-ciones con la naturaleza y relaciones entre personas de-pendeprincipalmentedequnecesidadesydemandassociales uno conciba como racionales.El problema de la inseparabilidad entre lo tcnico y losocial emerge de manera an ms aguda si se analiza laaplicabilidad histrica de las categoras dicotmicas, yaque las reglas de uso no encajan con las sociedades pre-capitalistas y las normas de empleo no lo hacen con el ca-pitalismo. En las sociedades precapitalistas incluso elconocimientotcnicosobreelcmoseusaunobjeto,especialmente los instrumentos de trabajo, es frecuente-mentemateriadenormasvalorativasexplcitasconsusrespectivas sanciones, lo que se puede decir tambin in-dicandoquelascapacidadesendichassociedadesco-bran el carcter de obligaciones sociales. Esto se debe aque en estas sociedades lo econmico est incrustado enrelaciones de dependencia como las de parentesco, mien-tras que lo tcnico est subsumido en formas especficasde contacto social. Slo el capitalismo libera al trabajo,comoactividadtcnica, delasnormassocialesydesa-rrolla la racionalidad instrumental, pero al hacerlo llevaa sta ms all de la esfera tcnica, a las relaciones socia-les propiamente dichas, al postular la riqueza social sloen la forma de objetos, como trabajo abstracto social ob-jetivado, es decir, valor. El capitalismo vuelve a fusionarlotcnicoylasdeterminacionessociales, perolohaceahora al subordinar las decisiones sociales concernientesa los fines de los mecanismos de valorizacin. Por ello esque en el capitalismo las normas sociales dejan de de-sempearunpapelcentralenelbalancedelaproduc-cinyelconsumo, loqueahorahaceelmercadoqueacta con una aparente lgica propia, como si fuese unautomatismonatural5. Naturalmenteestonosignificaquelosobjetosdehechurahumanapierdansu formasocial en el capitalismo, slo que ahora todos son redu-cidos al significado social universal de ser mercancas. Laformamercancadelosobjetosproducidosexpresaelhecho histrico de que ahora ellos pueden ser adquiri-dos, usados y desechados por cualquiera que pueda com-prarlos, lo que constituye la disolucin de las restriccio-nesdirectasalconsumoylaconsecuentedependenciade ste de la vida econmica reificada del sujeto6. A fin decuentas tambin en el capitalismo la conducta econmi-ca est determinada por normas. En efecto, al convertirsela forma de valor en la significacin social del objeto, elloconlleva principios definidos del uso de esta forma co-monormasdeconductaeconmica; elvalordeterminacundo vale la pena (en el sentido econmico) usar unobjeto y qu objeto debe uno usar, por ejemplo. Slo enlasociedadburguesa, diceMrkus, ciertasmximasdeconductaeconmica, comoelprincipiodemaximiza-cin de la ganancia, aparecen no en la forma de deberesyderechos, sinocomoprincipiosderacionalidaduni-versales y despojados de valores. Por tanto, si un indivi-duoviolaestosprincipiossuactividadfracasardelamisma manera (al menos en el sentido econmico) co-mosihubiesevioladolasreglastcnicasdelusodeuninstrumento.LlegadoaestepuntoMrkusresumelodiscutidosealando que en toda la historia enfrentamos una coa-lescenciairresolubledelotcnicoylosocial, aunquedediferente tipo en diferentes sociedades. Si en las socieda-des precapitalistas la utilidad instrumental de los objetoshechos por la humanidad est con frecuencia ligada nor-mativamente a la posicin social especfica y la funcinde sus usuarios, en la sociedad capitalista la forma uni-versal de los productos (la forma mercanca y valor) de-termina en los hechos el sistema existente de relacionessociales y aparece como una cualidad adicional y miste-riosa de carcter natural y tcnico.Estacoalescenciadelasrelacionessocialesconlare-lacin humana prctica con la naturaleza es, para Marx I,I5He aqu el origen de la subordinacin de lo social a lo econmico,de las necesidades al mercado y a la valorizacin del capital.6Esta reificacin es la que lleva a cabo Amartya Sen al convertir lascapacidades econmicas del individuo en sus nicas capacidades.1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,una de las principales caractersticas de la prehistoria hu-mana. Designa este fenmeno, al menos en su versin ca-pitalista, comoreificacinylodefinecomolaaleacindirecta de las relaciones materiales de produccin con sudeterminacinhistrico-social, ylocontrastaconotraspocas en las cuales la dominacin de las condiciones deproduccin sobre los productores estaba disfrazada porlas relaciones de dominio y servidumbre. Mrkus une elconcepto de reificacin al de alienacin, definido ste co-mo el involuntario e inconsciente proceso de socializa-cin, que resulta en el dominio que ejercen los produc-tosdelprocesodelasactividadessocialescooperativassobresusproductores, paraconformarelconceptodeinversin (o transposicin o transubstanciacin) de la re-lacin entre el sujeto y el objeto, que llega a su apogeo enel capitalismo: el dominio del trabajo vivo por el trabajopasado, lo que expresa el hecho de que los seres huma-nos en su asociacin no han logrado todava convertirseen los sujetos reales conscientes de la historia, determi-nando su destino mediante sus propias decisiones y he-chos unificados.La indisoluble coalescencia entre lo tcnico y lo sensostricto social no es para Marx, dice Mrkus, un problematerico sino una tarea prctica de hacer esta distincin,deefectuarunaseparacindondenohahabidouna,entendiendo el socialismo como una sociedad que es ca-pazdehacerestadistincinenlaprctica, esdecir, dedividir institucionalmente la estipulacin de las precon-diciones tcnico-materiales y prerrequisitos del procesode reproduccin (la planeacin como transformacin demetas sociales preestablecidas en tareas productivas) de lapostulacin de las metas sociales que determinan el con-tenido de estas funciones, la direccin, el carcter y elritmo del desarrollo econmico y social7. La frmula deEngels de contraponer la administracin de las cosas algobiernosobreloshombres, diceMrkus, expresasu-cintamente el concepto bsico de la frmula marxista yMarx tiene muy claro, aade, que si la separacin de lotcnico y lo social no se cumple, si subsiste la reifica-cin, entonces el rgano central de administracin se con-viertenecesariamenteenelgobernantedespticodelaproduccin y en el administrador de la distribucin.Aqu retoma Mrkus lo que afirm al principio de laparteII desulibro, queelmaterialismodeMarxesdecarcter prctico, por lo cual el paradigma de la produc-cinaparececomounproyectotantoenelsentidodeque el trabajo humano slo puede ser reconocido comoactividad genrica desde la perspectiva de la emancipa-cindeltrabajo, comoenelsentidodequelahistoriaslo puede ser vista como hecha por la humanidad des-de el mirador del socialismo. As como la categora deltrabajoengeneral logralaverdadprcticasolamenteen el capitalismo, en el cual el trabajo se convierte en elmedio de creacin de riqueza en general, la categora deproduccin que la teora crtica ubica en el centro de susdiscusioneslogralaverdadprcticasloenelsocialis-mo, porque slo en l la produccin se volver en rea-lidad el proceso material de la autocreacin social, el li-bre llegar a ser de los individuos humanos a travs de supropia actividad consciente.Peroestaformulacinsugiereunproblemapreo-cupante que se refiere al paradigma de la produccin ya la interpretacin marxiana de la historia conectadacon l: el carcter teleolgico de la visin de la historia,no en el sentido de perspectivismo, es decir, dependien-te de un punto de vista pragmtico sobre una posibletransformacin radical, sino en el sentido de un finalis-modirecto. Mrkusilustraeste finalismo confrasesde Marx referidas a la eliminacin, en el socialismo, delvelo mstico que se asocia con el fetichismo de las mer-cancas, y con la regulacin, en ese mismo sistema social,delprocesototaldeproduccinpormediodeltiemponecesario de trabajo. El socialismo se convierte, as, en laprimerasociedadenresolverlastareasgeneralesplan-teadas a cualquier economa porque reduce las activida-des materiales productivas a lo que son (y siempre hansido): a un metabolismo activo y racional con la natura-leza, es decir, a actividades tcnicas, liberadas de la cos-tumbre y de la dominacin social.Aunque Mrkus seala que no puede explicar en estetexto que en El capital Marx vuelva aun en forma en-I,: 7Algo as como la definicin de cules valores de uso han de produ-cirse en el segundo campo institucional y su operacin tcnica enelprimero. Ladefinicindelosfinessocialesenelsegundoylaaplicacintcnicadelosmediosnecesariosparaalcanzarlosenelprimero.ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxiocubierta a un entendimiento francamente finalista-teleolgico que caracteriz a las primeras variantes de teo-ra crtica, seala dos conexiones al respecto. Antes de ex-poner stas, que son las crticas ms severas de Mrkusa Marx, debe aclararse algo que l slo puntualiza mu-cho ms adelante: que se trata nicamente de tendenciascompensadasporotrasquesehanpresentadoantes.Primero, uncambioenlamotivacindelaclase traba-jadora desde las necesidades radicales en los Grundrisse ala disfuncionalidad del proceso capitalista que impide lasatisfaccin de las necesidades elementales. Segundo, alconectar la postura de clase con la formulacin de un finsocial universal (la sociedad sin clases) a travs de lano-cin de objetividad cientfica, lo que convierte la contra-diccin entre el proletariado y la burguesa en trminosde verdad y falsedad. A medida que la posibilidad de unatransformacin radical de la sociedad capitalista tomabala forma de una tendencia histrica objetivamente nece-saria, ms adquira la nocin de socialismo un significadofinalista. La conversin del propsito prctico de la teo-raallenguajedeundeterminismotericosimultnea-menteinvolucrlapostulacindelcontenidodeestepropsito como teleolgicamente predeterminado. Estefinalismo resolvi, en principio, el problema metodol-gico al proveer la justificacin para la distincin entre lotcnico y lo social a las pocas de la historia caracteriza-das por la concrescencia de ambas esferas. El socialismo,aldividirambasesferas, hacedirectamenterealloque I,,Tacuba, ciudad de Mxico, ca. 1960.Rodrigo Moya1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,eraabstractamenteverdadero. Peroelprecioapagarpor esta respuesta es muy alto: la distincin entre con-tenidomaterial y formasocial setransformaasim-perceptiblementeenladistincinentrela esencia ylaapariencia, y la reificacin como constitutivo bsico dela sociedad capitalista se iguala con la mistificacin delcapital.Ladialcticahegelianaestotalmentereinstalada: loqueesontolgicamenterealesaquelloquees posible;loqueexisteesunmerofenmeno. Estefinalismoesusadotantoretrospectivacomoprospectivamente. Elpresente capitalista es la llave para entender las socieda-des anteriores. Hacia adelante, las relaciones capitalistasson vistas por Marx como prerrequisitos de una socie-dadsinclases. Mrkussostienequeestepuntoesvitalpara entender el significado de la versin final de la eco-nomamarxiana. Lateoradelvalortrabajopuedeserdesarrollada solamente bajo presuposiciones (correspon-denciadelaofertaylademanda, produccindetodaslas mercancas de acuerdo con el tiempo socialmente ne-cesario, etc.) que, en efecto, hacen abstraccin de la es-pecificidad de este modo de produccin. Esta paradojametodolgica se corresponde, sin embargo, con la ideadequeelcapitalismoslopuedeseraprehendidoensuesencia si es visto como inherentemente en transicin alsocialismo. La justificacin final de la teora del valor tra-bajo, que nunca puede ser al menos de acuerdo conla lgica interna de la argumentacin de Marx tradu-cida en trminos operacionales y empricamente verifica-bles bajo el capitalismo, se encuentra en el hecho de quees posible y necesario organizar la produccin y el consu-mo social reemplazando la operacin indirecta, irracio-nal y reificada del mecanismo del mercado con el cmpu-to directo y consciente de los gastos de trabajo socialmentenecesarios.El finalismo, dice Mrkus, afecta a todo el paradigmade la produccin de dos maneras interconectadas: llevaa la naturalizacin del contenido material y hacia la fe-nomenologizacin de la forma social. La primera ma-neralailustraMrkusconelconceptodetrabajoqueMarx a pesar de que por otra parte muestra cmo elcapitalismo crea su propia base material minando tecno-lgicamente la fuerza de trabajo individual define re-petidamente como un proceso entre el trabajador indi-vidualylanaturaleza, excluyendoalacooperacindeldominio de lo tcnico, lo que hara su concepto de tra-bajo (si Marx lo aplicara consistentemente) intil para elanlisis del capitalismo. Esta ambigedad, contina Mr-kus, est al mismo tiempo conectada con la tendencia deMarxaconsiderarelprocesodetrabajo, comocon-tenido material del proceso de produccin, no slo co-mounprocesoentreelhombreylanaturaleza, sinocomo un proceso natural (como una interaccin pura-mente fsica entre varios elementos naturales), caracte-rizable completamente en trminos de las ciencias na-turales, loquesubvierteporenteroelsignificadodetrabajo como objetivacin, ya que deja de concebirsecomo una actividad humana constituida por reglas so-ciales, diceMrkus, aunquenoaclarasiserefierealasreglas de uso tcnico o a las normas sociales de empleo;por el contexto parece que se refiere a las primeras. Deesta manera, segn Mrkus, Marx habra transformado,al menos en El capital, al trabajo en una actividad entera-mente prescrita por leyes naturales, mientras que el carc-ter de actividad regida por reglas de la conducta huma-na tcnica aparecera como falsa conciencia, escondiendoy mediando su determinacin natural. Esta tendencianaturalista est ligada al finalismo histrico, sostieneMrkus, ya que Marx concibe que el concepto abstractode trabajo alcanza su verdad prctica slo en el capita-lismo, es decir, que se convierte en lo que siempre fue enlanocin: unejerciciodelospoderesnaturalesdelor-ganismo humano en correspondencia directa con las le-yesobjetivasdelanaturalezaconelfindetransformarlos materiales naturales de manera til. Aunque Marx estconsciente de los efectos deshumanizadores y del carcterartificial de la reduccin de las funciones complejas deltrabajo, mantiene insistentemente que, con ello, se alcan-za un descubrimiento: el de las pocas formas fundamen-tales del movimiento que caracterizan a las actividadesdelorganismohumano. Medianteestainterpretacinfisiolgica del trabajo simple en el capitalismo, Marx noslodestacasucarcterhistricamenteprogresivo(laemancipacin del proceso productivo de los lmites per-sonales de la fuerza de trabajo humana), sino que trans-forma la direccin general del progreso tcnico efectua-I, ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxioda por el capitalismo en un progreso antropolgico in-disputable e incambiable.A esta tendencia a la naturalizacin del contenido co-rresponde la de fenomenologizacin de la forma socialla tendencia a describir los mecanismos e intercone-xiones del modo de produccin como fenmenos su-perficiales. Esto lleva a Marx a igualar en algunos pun-tos (incluso si son errores de dedo son sintomticos) laforma social del producto, por ejemplo, la forma de valorde cambio de la mercanca con la forma imaginaria desu existencia. Las diferencias en el tratamiento de la com-petencia entre los Grundrisse y El capital ilustran esta ten-dencia. Enelprimerlibrolacompetenciaestodavalanaturalezainternadelcapital, sunaturalezaesencial;pero en el segundo pasa a ser parte de la esfera de lasapariencias. La nocin de apariencias introduce la difi-cultadtericahegelianadeunaobjetividadqueesalmismo tiempo no real, si no falsa, y plantea preguntasmuy preocupantes sobre el estatus de una teora que, ennombre del conocimiento del futuro, procede a tratar lassituaciones vitales inmediatas como ilusorias, como falsaconciencia. Todas estas dificultades se expresan de ma-neraconcentradaenlateoramarxianadelfetichismo,dice Mrkus, sin explicar el sentido de esta afirmacin.Es aqu donde Mrkus advierte que stas son slo ten-denciascompensadasporotrassealadasantes, loqueconviertelacrticacentralenlapresenciadeambige-dades referidas al marco conceptual del pensamiento deMarx, incluyendo el paradigma de la produccin. Mr-kus recuerda que ha tomado como elementos centralesde este paradigma la conceptualizacin de la produccincomo unidad de dos procesos el proceso tcnico deltrabajocomoobjetivacindenecesidadesycapacida-des, y el de la reproduccin (y cambio) de las relacionessocioeconmicascomo materializacin deunaformasocial. Marx caracteriza esta unidad como la relacin dia-lctica entre fuerzas productivas y relaciones de produc-cin. Estos trminos, sin embargo, enfrentan tambin unaambigedad inherente, dice Mrkus, quien se preguntasi se trata de la dicotoma entre lo tcnico y lo social ex-presadaahoranoentrminosdeprocesossinodees-tructuras, esdecir, deelementosysuscombinaciones,comoargumentaAlthusser. Lanocindefuerzaspro-ductivasbusca, comohetratadodedemostrarantes,dice Mrkus, aislar conceptualmente aquellos resultados(objetivos y subjetivos) que son acumulados de maneracontinua. En este sentido, las fuerzas productivas desig-nan, en efecto, lo tcnico. Esta interpretacin, sin embar-go, es inadecuada para dar cuenta del uso que hace Marxdel concepto para analizar el desarrollo histrico del ca-pitalismo, que se funda en el supuesto de que las formasespecficas de relaciones entre los productores (coopera-cin, en general las interconexiones sociales del trabajoen el proceso directo de trabajo) constituyen una fuerzaproductiva sui generis. Surge entonces el problema de loscriterios para distinguir entre la divisin tcnica del tra-bajo y la divisin social del trabajo, ya que la primera esparte evidente de las fuerzas productivas y la segunda delas relaciones sociales de produccin.Mrkus refrasea lo anterior para sealar que hay dosnociones de fuerzas productivas en Marx: 1) en explica-ciones tericas generales, como resultados sustanciales ysubsistentes de prcticas precedentes que estn presen-tes como potencialidades dadas; y 2) todos los elementosy condiciones del proceso de produccin, cuyo cambiotiene un efecto directo en la productividad del trabajo.Ambas, diceMrkus, soninadecuadasparalaspropiasintenciones tericas de Marx, lo que lleva a que su cons-tante sustitucin sea constitutiva. Mrkus rechaza la se-gunda porque, argumenta, el propio Marx insiste en quedebemos distinguir entre la productividad incremen-tal debida al desarrollo del proceso social de producciny la que obedece al [cambio en] la explotacin capitalis-ta del trabajo. La primera definicin la rechaza Mrkusargumentando, correctamente me parece, que ni los me-dios de produccin, ni las habilidades laborales, consti-tuyen, cada uno en s mismos y de manera aislada, ele-mentos potenciales. Para serlo tienen que corresponder eluno con el otro y esta correspondencia no es meramentetcnica, pues lo que cuenta como movilizable para finesproductivos vara entre diversos organismos sociales.Sera muy largo, contina Mrkus, demostrar en de-talle que la resolucin finalista de los problemas tericosconectados con el carcter reificado del desarrollo hist-rico global (la coalescencia entre lo tcnico y lo social) ylasambigedadesresultantesafectannosloelmarco I,,1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,conceptualgeneraldelaconcepcinmaterialistadelahistoria, sino tambin el anlisis concreto del capitalismo,y lo hacen de una manera antagnica a las percepcioneseintencionescrticasmsprofundasdeMarx. Mrkusremite aqu a una obra de su coautora en hngaro y s-lo desarrolla parcialmente algunas ideas en una nota alfinaldellibroenlaqueseabordandostemas: eldelarelacin entre valor de uso y valor (muy escuetamente)y el de trabajo productivo e improductivo, discutido endetalle. Enelprimercaso, Mrkusslosealaquelaconclusin a la que llega en la obra citada que en el ca-pitalismoelhorizontedelvalordeusoeselvalordecambio sera excluida por Marx con el enfoque natu-ralista arriba comentado, que ve el valor de uso como larelacin natural entre las cosas y el hombre. Sobre el se-gundopunto, Mrkusmuestralasinconsistenciasyelcrculo vicioso en el que se ve envuelto Marx al usar dosdefiniciones diferentes de trabajo productivo. Lamenta-blemente el texto es demasiado escueto para que el lec-tor pueda formarse una opinin slida.Adems de los problemas tericos, contina Mrkus,la solucin marxiana del problema de la reificacin pre-supone como proyecto prctico una sociedad que supe-raralareificacinalsepararinstitucionalmentelaad-ministracin de las cosas de la autoadministracin delaspersonas. Estaconcepcindelsocialismo, comentaMrkus, lo transforma en una utopa remota pues slopuede ser realizada en una sociedad en la que prevalezcala absoluta abundancia. Cuando no ocurre as, la admi-nistracin de las cosas termina siendo tambin el gobier-no sobre los hombres, una influencia no controlada sobrelas metas del proceso social de produccin. Estas conside-raciones abstractas apuntan al problema de que no pa-rece posible asociar el principio democrtico de la auto-administracin con el de una planeacin central racionalmediante la segregacin institucional de sus respectivasesferas de aplicacin, por lo cual la pregunta sobre cmopueden combinarse se convierte en la pregunta para lateora y la prctica del socialismo. De aqu concluye Mr-kus que el paradigma de la produccin llega a un calle-jn sin salida, pues la perspectiva que requiere para jus-tificar en teora la separacin un proyecto de sociedadque institucionaliza la distincin de los dos tipos de cons-tituyentes(contenidomaterial/formasocial)resultairrelevante para los fines prctico-crticos de la teora. Es-te desmembramiento de los momentos terico y prcti-co del paradigma significa, sin embargo, su desintegra-cin en general.Llegado a este punto, Mrkus ofrece una visin inte-gral del enfoque y su problema. El paradigma de la pro-duccinofreceunaconceptualizacindelarealidadsociohistrica que conecta internamente la idea de la au-tocreacin del hombre con la de finitud humana. Con-cibe a los seres humanos, los nicos sujetos de la historia,comoseresdependientesdenecesidadescuya esenciaexiste por tanto fuera de ellos como objetividad determi-nante. Pero al mismo tiempo concibe el carcter de estadependencia y determinacin como sujeta tanto al cam-bio histrico como al control social (potencial). La obje-tividad social externa es no slo el resultado de activida-des humanas previas, es tambin su objetivizacin y sumaterializacin. Por tanto, su cambio significa, al mismotiempo, unatransformacindela naturalezahumana,una creacin de nuevas necesidades y capacidades. Estaextensin ilimitada y creacin de necesidades humanases postulada por el paradigma como central a la historiahumana en su conjunto. El paradigma de la produccinimplica una afirmacin de este incesante e irrestricto di-namismo de la historia humana. Al mismo tiempo apre-hendeesteprocesohistricodesdeelpuntodevistadel potencial radical que subyace en l tambin comola creacin de la posibilidad de adquirir control efectivocolectivo-social sobre las mismas relaciones de determi-nacin. Si la objetividad externa es la objetivacin y mate-rializacin de las actividades e interacciones sociales, en-tonces la relacin de dependencia misma es una funcinde la relacin entre los individuos y las (voluntarias o in-voluntarias) formas de socializacin y colectividad. Unainterpretacindelahistoriaquemuestra laemergenciade condiciones que convierten la organizacin conscientey voluntaria de las relaciones sociales en una posibilidadreal y prctica de la accin colectiva, al mismo tiempo ha-cevercmolos limitados individuos puedendominarsu propia dependencia de las condiciones sociohistricaspreexistentes, no trascendiendo su finitud como tal, sinoadquiriendo control sobre los objetos de sus necesidadesI,o ixivo-:ivii :oo, Desacatos1is1ixoxioycapacidadeshistricamentecondicionadasysobreelproceso de su extensin el nico control y libertad quecuentadesdelaposicindevidahumanareal, finita.Deestemodolaexplicacindeldinamismohistricohace ver el autoentendimiento radical de los agentes so-cialespresentesdequelaideadelaracionalidadnoesotra cosa que la posibilidad radical de sus intercambiosprcticos. Sinembargo, siresulta, comohetratadodeargumentar, que esta posibilidad an en principio siguesiendo una nocin problemtica para la teora de la his-toria (puesto que es poco claro si la presuposicin de undinamismo ilimitado de necesidades permite un estadode completa abundancia, aun como una posibilidad abs-tracta), sin ninguna importancia prctica para la situa-cin de hoy da y para las alternativas de los agentes in-volucrados e invocados, entonces toda la construccin setambalea. La unidad de la concepcin de un dinamismoterico con una nocin puramente inmanente de la ra-cionalidad prctica social se cae en pedazos.Captulo 4. Produccin versus comunicacin:cambio de paradigma en la teora radicalEn este captulo Mrkus primero examina y critica bre-vementeelenfoquedesarrolladoporJeanBaudrillard,centrado en el intercambio simblico, que pretende sus-tituirelparadigmadelaproduccinporelparadigmadel lenguaje y la comunicacin (Mrkus cita su obra Elespejo de la produccin). Mrkus rechaza que este enfo-que pueda constituirse en una alternativa radical al mar-xismo. Una vez hecho esto, analiza el proyecto terico deJrgen Habermas que busca, por medio del paradigmadellenguaje, complementar(ynosustituircomoBau-drillard)elparadigmadelaproduccin. Mrkusdes-cribe cmo Habermas, ante sus propias conclusiones quesostienen que ni la lgica de las fuerzas productivas ni lasdemandas radicales conscientes en su presencia inmedia-tapuedenservistascomoportadorasdeunatransfor-macin social emancipadora, enfrenta la puesta en dudaque deellassederivasobrelaposibilidadmismadelateora crtica. La respuesta que l da, dice Mrkus, en suesenciamismaconsisteenpasardelargumentodelosinteresesdeclasealdelosinteresesdelahumanidadcomo gnero (genus) autoconstituido. Esto, dice Mrkus,disuelve la unidadentrela realizabilidad yla deseabili-dad intrnseca al planteamiento del historicismo radicalde Marx y, por tanto, hace necesario no slo contestar lapregunta sobre su viabilidad sino tambin sobre su va-lidez. Esto llev a Habermas a elaborar una antropologadel conocimiento centrada en la distincin entre accininstrumental e interaccin comunicativa. La inclusin delasegundaeliminara el supuesto sesgo tecnicista de laconcepcindeMarx. Porotraparte, apoyndoseenlascondiciones contrafactuales de la situacin ideal del ha- I,,Colonia Cuauhtmoc, ciudad de Mxico, ca. 1960.Rodrigo Moya1is1ixoxio Desacatosixivo-:ivii :oo,bla (ideal speech-situation) y de las precondiciones tras-cendentales de la comunicacin y del entendimiento mu-tuo, revela las condiciones de una forma de vida ideal alreconocerlasnormasfundamentalesqueidentificaracualquier persona que quisiera ser considerada racional,proveyendo as una respuesta sobre la validez de los ob-jetivos.Mrkus brinda un gran reconocimiento a Habermasal afirmar que su proyecto es un caso nico entre todas lasvariedades del neomarxismo de posguerra. Sin embargo,sostiene Mrkus, la crtica de Habermas a Marx se basa enun malentendido, ya que el paradigma de la produccinno reduce el concepto de desarrollo histrico a la dimen-sin de crecimiento en el dominio del hombre sobre lanaturaleza. Mrkus recuerda que el concepto de progre-so de Marx incluye la ampliacin progresiva de la esferade interacciones sociales y remite a su obra Marxismo yantropologa, en la cual me he apoyado centralmente enAmpliar la mirada. Al errar en la crtica, Habermas yerratambinenlaidentificacindesupropiainnovacinterica, ya que en la medida en la que la introduccin delparadigma de la comunicacin sirva slo para demarcarla accin instrumental de la interaccin social, sus in-tenciones quedan completamente dentro de la ortodoxiamarxiana. El profesor emrito de filosofa de la Univer-sidad de Sydney sostiene que, por lo anterior, Habermasno se percata de la novedad de su teora. La fuerza real deesta interpretacin, que concibe las interacciones y las re-laciones sociales como aquellas de la comunicacin, sos-tiene Mrkus, radica en que a travs de ella la distincinmisma de Marx entre lo tcnico y lo social sensu strictoadquiere un nuevo significado: la dicotoma adquiere uncarcter normativo. Ms adelante Mrkus aade que ellohace posible descubrir aquellas normas cuya realizacinesnecesaria, aunquecontrafactualmenteestnpresu-puestas en cada acto de entendimiento humano mutuo,como condicin de su posibilidad y validez. Estas nor-mas constituyen, contina Mrkus, un criterio suficien-te para distinguir entre consenso verdadero y falso (lo quehace posible la crtica de la comunicacin institucional-mentedistorsionada)yparadefinirelidealdeunaco-munidad cuya forma de vida sera la realizacin efectivade dichas normas. sta parece ser la idea central de Ha-bermas que unifica su teora, concluye Mrkus en la pre-sentacin de la postura de dicho autor.Pasandoasuevaluacin, indicaquelapreguntaquedestaca es: en qu medida puede la reflexin sobre lascondiciones necesarias y universales del entendimientomutuo a travs de actos de comunicacin revelar o crearnormas tales que sean capaces de cumplir el doble papelde estndares crticos para el anlisis sociohistrico y deobjetivos ideales para la actividad prctica social? Paraponerlo crudamente contina el profesor emritoel argumento de Habermas parece depender del supues-to de que cada acto comunicativo (como algo distintivodelosusosmonolgicosdellenguaje)necesariamentepresuponenoslolavalidezdetalesreglasformales,como la de veracidad, sino tambin la validez de ciertasnormas materiales, entre las cuales resulta bsica la nor-ma de reciprocidad. De acuerdo con ella, para todos losposibles participantes debera haber una distribucin si-mtrica de oportunidades de escoger y realizar actos dehabla. As formulada, comenta Mrkus, parece un malen-tendido, puesto que en muchos actos de comunicacin(comodarrdenes)nohayunadistribucinrecprocade los papeles de habla, y ya que la simetra postulada slopuede ser concebida, en el mejor de los casos, como la pre-condicin necesaria de un nico tipo de comunicacin,la del discurso de debate tal como se encuentra personifi-cada en el ideal de la filosofa. Habermas y Apel insisten enqueestetipodediscursonoesunomsdelosposiblesjuegos del lenguaje (language-games), sino que constitu-yeunameta-institucinimplcitaentodosellos, puestoque suponen que en cada acto de comunicacin el ha-blante asume una obligacin implcita de ofrecer, si fuesenecesario, evidencia de sus afirmaciones empricas y jus-tificacin de las normativas. Es justamente este punto cen-tral de toda la construccin el que parece cuestionable, ar-guye Mrkus, pues este entendimiento de las condicionesuniversalesdecomunicacincontradicelascondicio-nes empricas de realizabilidad de cualquier acto de en-tendimiento mutuo. Las condiciones de la situacin idealdel habla, si se igualan con las del discurso radical, repre-sentan nicamente el ideal trascendental, que no slo noes realizable sino que ni siquiera puede ser aproximado, esdecir, que no resulta utilizable como estndar crtico.I,8