Descalzos por el mundo
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ANOCHECER DE AGOSTO TEATRO
)
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ANOCHESER DE AGOSTO (VELÁZQUEZ SOLÓRZANO RODRIGO)
ACTO I
PERSONAJES
1 Flavio, Profesor de sicología de treinta y dos años
2 Irene, Estudiante de veintitrés años.
Once de la noche, Paseo de la Reforma, Distrito Federal.
Flavio: ¿Para qué te subiste, bájate?
Irene: Te acompaño.
Flavio:¿Para qué me vas a acompañar? No te va a dar tiempo de regresar. Ya es
noche. Bájate.
Irene: Si me da tiempo te acompaño.
Flavio: Que no. Yo no quiero que me acompañes. Solo me vas hacer enojar. Me
molesta que seas así, ya lo sabes.
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Irene: ¿Por qué?
Flavio: ¿Cómo porque? Yo ya no quiero estar contigo. Por eso.
Irene: No te enojes.
Flavio: Bajamos en el siguiente semáforo.
Irene: Ten diez pesos. Yo pago mi pasaje.
Flavio: No quiero nada. Anda vamos a bajarnos. Todavía alcanzas a tomar el
metro y regresar a tu casa.
Irene: Vamos a platicar.
Flavio: Llevamos dos años platicándolo y medio año gritándolo. Ya no hay
nada de qué hablar. Se terminó y ya. Tú tienes una hija. ¿Qué haces aquí?
Regrésate con tu familia. Suéltame el brazo. Regrésate a tu casa. Ven, bájate.
Deja de ser así. Aquí te quedas.
Irene: No, te acompaño.
Flavio: Deja de ver el suelo. Mírame a los ojos. Entiéndelo por favor, yo ya no
quiero verte. Yo también tengo mi familia. Entiéndeme. Ya me voy. Voy a
detener otro camión, me voy a subir y tú te vas a regresar a tu casa. ¿Está bien?
Irene: Me subo contigo.
Flavio: Que no. No seas terca.
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Irene: ¿Por qué no?
Flavio: Porque ya me voy a mi casa. ¿No lo entiendes? Anda suéltame el brazo.
Que no te subas conmigo. Bájate.
Irene: ¿Te acompaño y me regreso sí?
Flavio: Solo me enojas. Eso es lo único que logras.
Irene: Deja te voy explicando.
Flavio: Me engañaste, no hay nada que explicar. Te acostaste con otro. Que
tantas mentiras quieres decir para sentirte mejor.
Irene: Tú también.
Flavio: Sí, pero ella es mi esposa.
Irene: Sabes que no me refiero a tu esposa.
Flavio: Como chingas. Por eso mejor vamos a terminar con esto. Cada quien que
haga su vida y listo.
Irene: Pero yo quiero estar contigo.
Flavio: Pero yo no. Mira ya casi llegamos. Es tarde y no te vas a poder regresar.
¿Qué vas hacer dime? No me digas que piensas quedarte en mi casa. Para que me
estas siguiendo.
Irene: Vamos a un hotel. Yo lo pago.
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Flavio: ¿Para qué me voy a un hotel? Yo tengo que llegar con mi familia. Vete
tú... Anda suéltame el brazo. Que me sueltes te estoy diciendo. Ya me voy.
Irene: No.
Flavio: Solo me haces enojar Irene no entiendo porque eres así.
Irene: Porque te quiero.
Flavio: No me quieres. Eres obsesiva. Es eso. Eres terca, eres aferrada. Mira,
vámonos a un pinche hotel porque eres tan terca que vas a tocar el timbre de mi
casa hasta derribar a mi familia.
Irene: Si vamos, yo lo pago. De ahí marcas a tu casa.
Flavio: Aquí cerca hay uno. Me molestas. De verdad que me molestas. Porque no
entiendes que ya no te quiero ver.
Irene: ¿Vas a querer algo de cenar?
Flavio: ¿Ahorita dónde vamos a comprar algo para cenar? Todo está cerrado, es
lunes.
(Llegan al Hotel)
Irene: Anda pásate yo pago.
Flavio: ¿Que habitación te dieron?
Irene: La doscientos trece.
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Flavio: Ya la vi. Es la que está ahí a la izquierda. Préstame la llave yo abro.
Irene: ¿Te vas a bañar?
Flavio: Sí, necesito relajarme, quitarme el sudor, sabes que no me gusta dormir
con el cuerpo sucio. ¿Tú te vas a bañar?
Irene: Sí, Después me baño yo. ¿No quieres que prenda la televisión?
Flavio: Si. Pon las noticias.
(Pasa un tiempo)
Flavio: Yo ya casi termino de bañarme. ¿Quieres que ponga el agua más caliente
o así la dejo?
Irene: Sabes cómo me gusta, pero ven, sécate, abrázame. Ahorita me baño yo.
Flavio: No te quiero abrazar, no quiero estar aquí.
Irene: Lo sé, ven abrázame.
Flavio: Mejor pon la radio por favor. Apaga la tele.
Irene: ¿Dónde está el interruptor, te acuerdas? El de la radio.
Flavio: Arriba de la cabecera de la cama. En la parte de en medio. Pon algo
tranquilo.
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Irene: Solo hay esas tres estaciones. Y todas suenan muy fuerte.
Flavio: Apágalo entonces.
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ACTO II
Una hora antes del encuentro. Adentro de una cantina cercana del Ángel de la
Independencia
Flavio: Una León por favor, y un plato de costilla de cerdo en chile pasilla.
Mesero: ¿Algo más?
Flavio: No eso es todo.
(Regresa el mesero después de un minuto. Flavio solo observa el lugar.)
Mesero: Su cerveza. Enseguida le traigo su comida.
Flavio: Sí gracias. Necesito comer antes de verla. Pienso mejor frente a un plato
de comida y con un trago de cerveza. Que le digo. ¿Cómo explicárselo?
Recuerdo muy poco sobre el manuscrito de duelo y melancolía. Además, traigo
en la mente el problema este de mi alumna.
Como darle clase de matemáticas a una persona que es ciega. Si me
enfoco en ella, me demoro mucho, y todo el grupo se distrae y no aprende. Pero
de igual forma me siento mal por no enseñarle de menos lo básico. La veo
recostada en su pupitre y observo su frustración. Se toma un tiempo para ella, un
tiempo de duelo que necesita para posteriormente recuperar la confianza.
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Cuanto tiempo de duelo necesitará Irene para ya no aferrarse a mí. Y que
hay conmigo, por qué no puedo separarme de ella. Infancia es destino dicen lo
sicólogos. O rompes los patrones con los que te educaron, o los repites.
Yo los repito. Es con lo que he crecido. Y aplica también para ella. Por
eso ambos nos mantenemos, no mejor dicho, nos complementamos. Pero pasa
algo. Sí conozco la razón, sí soy consciente de ello, por qué no puedo romper el
lazo?
¿Que falta? Falta el punto de catarsis, supongo. Falta, la violencia física tal
vez. Me conoce y la conozco. Nos presionamos pero sabemos hasta donde.
Jamás la he golpeado. Quizá esa sea la ruptura que tengo que generar.
Pero como no he crecido con ello. De nuevo le diré que nos separemos
tranquilos. Que lo mejor es que nos vayamos en paz. Pero si no quiere, que es lo
más seguro, que es lo de siempre, tal vez sea necesario que la golpee. Sí, eso es
lo que hace falta. Que la golpee. Que ejerza mi fuerza contra su cuerpo. Si de
nuevo me obliga a quedarme con ella voy a tomarla por el cuello y ahorcarla.
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ACTO III
Una hora antes del encuentro. Irene en su casa cocinando.
El siempre se ha querido ir. Siempre ha sido él quien termina por alejarme. Dice
que mi libertad es la suya. Que puedo irme cuando quiera. Que en la medida de
que yo sea libre el también lo será. Que su libertad depende de mi libertad. Pero
cuando yo elegí ser libre me lo reprochó. Cuando decidí acostarme con alguien
más me lo encaro rabioso. El sabía que yo tenía esa oportunidad. Se lo insinué
sutilmente durante meses, pero decidió no verlo. Lo dejó pasar para probarme.
Para probarse a sí mismo. Para tener otro pretexto por el cual dejarme. Y yo le
lloré mucho. Engañarlo me hizo más daño a mí que a él. Le tuve que rogar
mucho tiempo, más de un año. Le tuve que pedir disculpas con cartas y besos.
Con constantes llamadas, con sumisión, con arrepentimiento. Le amo, pero él no
se da cuenta. Para el solo soy una terca. No sé de qué forma llegar a él. De qué
forma puedo mostrarle la sinceridad de mis sentimientos. Lo acaricio, lo beso,
me quedo callada cuando él decide, le servo, lo atiendo, lo amo tanto.
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ACTO IV
De regreso en el hotel.
Flavio: ¿Puedes marcar a la recepción? Pregunta si aun tienen servicio de
restaurante.
Irene: Te dije si querías algo de cenar. Hubiera sido más fácil y barato buscar
algún puesto en la calle. A esta hora ya no hay servicio.
Flavio: Bueno, ¿puedes marcar y preguntar por favor?
Irene: Que nos van a decir que no.
Flavio: Marca quieres, no me hagas enojar.
Irene: Que no.
Flavio: Por qué insistes en fastidiarme. Haz lo que te digo. Tengo hambre.
Irene: Vamos a dormirnos, ven, abrázame, cúbrete con las cobijas.
Flavio: Mira, no me des la espalda. No te hagas la dormida. Que llames a
recepción te estoy diciendo.
Irene: Déjame, bájate de mí. Suéltame los brazos me lastimas.
Flavio: Voltea a verme, anda, mírame a los ojos. Vas a marcar y a preguntar.
Elije qué quieres: Hacer lo que te estoy pidiendo, o que te pegue.
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Irene: Me lastimas, bájate, deja de apretarme las muñecas, quítate.
Flavio: Te suelto, ¿quieres que te suelte?
Irene: Cálmate. Me estas arrancando el cabello. No hagas eso, porque me
ahorcas.
Flavio: Porque vas hacer lo que yo te digo. Sí, anda, llora.
Irene: No me pegues, qué te pasa. No me pegues.
Flavio: Me querías tener aquí. Querías pasarte la noche conmigo no.
Irene: Estas mal, déjame. Vete, Ya no me pegues.
Flavio: A ver si así dejas de chingar.
Irene: Lárgate.
Flavio: Pendeja. Me das lastima. Me voy con mi familia.