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    DESCUBRIMIENTO DE LA OCEANAPOR LOS ESPAOLES

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    S E OR E S :He contrado el compromiso de exponer en una sola confe-rencia todos los hechos relativos al descubrimiento de la Ocea-naporlos espaoles . Y aunque, c ier tamente , no he de cum-plirlo , porque el desarrollo de tema tan vasto exige lmites detiemp o mucho ms amplios, proc urar resumir y pond r de miparte cuanto pueda para aprovechar los cincuenta sesentaminutos durante los cuales pienso fatigar vuestra atencin.La bre ved ad y concisin que m e impon go m e obligan, pues, prescindir de exordio prembulo que me recomiende vuestra benevolencia; cuento con ella, pues de lo contrario noocupara este sitio; que la necesito, habris de comprenderlosin que yo os lo diga, y acaso juzgu is que pr oc ed con dem a-siada ligereza al aceptar la invitacin con que hubo de hon-rarme nuestro docto Presidente de la Seccin de CienciasHistricas, Sr. Snchez Moguel.P e r o , seores, se trataba de un tema para m muy simpticoy sobre el cual tena ya hechos algunos estudios. Dolame quelas heroicas campaas de nuestros navegantes en el Pacficofueran entre nosotros menos conocidas que las de marinos deotras nacionalidades que se limitaron seguir los rumbos deaqullos; y que, mediante repetidas traducciones de libros

    franceses ingleses, muy pocos en Espaa ignorasen los su-puestos descubrimientos de Tasman, Cook, Bougainville y

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    6 otros navegantes extranjeros de los siglos xvn y xvnr, y encambio carecisemos de publicaciones que sirvieran para vul-garizar el cono cim iento de las audac es em presas de explora-cin que acometieron los Cano, Loaisa, Saavedra, Mendaa,Q uirs, T or re s, es decir , los verdad eros descub ridores de laOceana .

    As se comprende que haya en nuestro pas muchas personaspara quienes la afirmacin rotu nd a de que Esp aa ha desc ub iertola Oceana, suene como cosa nueva poco oda. Y sin em-bargo, este descubrimiento, en todo el valor que la palabradescub rir t iene , es ms ve rda de ro, en cuanto al hech o de rea-l izarlo nos otros, que el descubrim iento de Am rica , pue stoque no fueron espaoles, sino hom bres del N o rte , los prim eroseuropeo s que desem barcaron en t ierra american a; y por el con-t ra r io , las tierras y mares ocenicos nadie, desde Europa,lleg antes que los espaoles.La invitacin que se me hizo m e propo rcionaba, pu es, unaocasin de insistir en el rec ue rdo de aquellas casi legen dariasnavegaciones que nuestros compatriotas l levaron cabo en

    los siglos x v i y x v n , y de resum ir, tam bin , todos los datosque comprueban la realidad de los descubrimientos (i) .Podr, acaso, suponerse por la simple enunciacin del temade esta conferencia, que huelga en la serie de las que, con mo-tivo del cuarto Cen tenario del descubrimiento de A m rica,ha organizad o, con tan plausible acu erd o, el A ten eo de M a-

    ( i) En relacin con lo mucho que se ha escrito acerca de la historia poltica, mi-lit ar , cientfica, etc., de nuestra patria en los siglos xvi, xvn y xv n i, son muy co nta-das las publicaciones que tratan de los descubrimientos de los espaoles en el Oca noPacfico. H ay , sin em bar go , algunas de m uy sobresaliente m rit o, aunque poco co-nocidas entr e el vulgo de las gentes que pasan por doc tas, y de ellas debo citar lasDcadas, de Herrera, precioso archivo de nuestra historia en Amrica y Oceana du-ra nte el siglo xvr , y en nuestro s das los mag istrales trabajos del pr ime r gegrafo es-paol D. Francisco Co ello, escritos con motivo del conflicto que promovi la ocupa-cin de las Carolinas por los alemanes; la Historia del descubrimiento de lasregiones austriales, recopilada por D. Justo Zaragoza, y algunos de los numerososlibros, folletos y artculos de D. Marcos Jimnez de la Espada. No estar dems con-signar que la lectura de estos ltimos podr servir para avalorar los sup uestos descu-brimientos de viajeros modernos, franceses casi todos, que dan como nuevas noticiasde pases del interior de la Amrica meridional, pases descubiertos, explorados y es-tudiados ya por nuestros compatriotas muchos aos antes de que nacieran aqullos

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    drid. Mas, poco que se reflexione, preciso ser reconocer concunto acierto ha procedido la Seccin al decidir que entre es-tas disertaciones histrico-geogrficas, no faltara la dedicada resumir los viajes y los descubrimientos de los espaoles en elMar del Sur Ocano Pacfico.Por una parte se conmemoran, en este ao de 1892, los altosmerecimientos que nuestros antepasados ganaron en el descu-brimiento y conquista de tierras y mares desconocidos, y todoel Ocano Pacfico, que baa las costas americanas, y las innu-merables islas que en l hay, por espaoles fueron descubier-tos . De otro ladoy sta es, en mi concepto, la razn de mspeso que abona la oportunidad de la conferencia que tengo elhonor de pronunciaren los das en que se realiz el descubri-miento de Amrica, el ideal, la aspiracin predilecta de todoslos m arinos era facilitar las com unicaciones en tre E ur op a yAsia, y llegar, navegando hacia Occidente, desde las tierraseurop eas las orientales del co ntinen te asitico.Tal fue el propsito de Coln; por el Atlntico alcanzar lasIndias y los maravillosos pases descritos por Marco Polo.Muri sin realizarlo. Una inmensa barrera de tierras, tendidacasi de polo polo, le cerr el camino. Era la Amrica. Eldescubrimiento del Nuevo Mundo no fue, pues, ms que la pri-mera etapa de la grandiosa empresa que inici el ilustre nave-gante en los ltimos aos del siglo xv.Espaa, que le haba dado su nombre, su prestigio, sus bar-cos y sus hombres, la prosigui con tenaz perseverancia. Loscompaeros y sucesores en la obra de exploracin del primerAlmirante del mar Ocano, convencidos al fin de que las tie-rras descubiertas no eran las regiones del sudeste de Asia, es de-cir, las Indias prop iam ente dichas, pusieron todo su empeo enabo rdar stas y en alcanzar prim ero las islas del M aluc o, donde, por los mares ms trillados del Oriente, haban llegadoya los portugueses.E n 1492 ms de la m itad del Pla ne ta era desco noc ido. E nlos mapas de la poca figuraban Europa, las tierras centrales ymeridionales de Asia, las septentrionales y parte de la costaoccidental del continente africano. Navegantes portugueseshaban comenzado ya la exploracin del frica del Sur, es de-

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    cir, de los territo rios y mares m eridionales del hemisferio orien-t a l ; ahora, navegantes espaoles inician el descubrimiento detodo el hemisferio occidental.Entre las nuevas tierras vistas al O. desde 1492 1502, es de-cir, en el per od o en que C oln realiz sus cu atro viajes; er;treaquellas tierra s y las gran des islas del A rchipi lago Asitico, delas que ya se tenan noticias, aunque muy incompletas, por lasrelaciones de navegantes rabes y viajeros europeos, mediabaun inmenso Ocano que jams haban surcado naves salidas delos puertos de Europa.Para realizar cumplidamente la empresa que Coln propuso los Reyes de Espaa en el campamento de Santa Fe, era pre-ciso atravesar este mar, de cuya existencia ni la menor ideatuvieron los descubridores de Amrica. Vasco Nez de Bal-boa, en 1513, fue el pri m ero que , cruz and o el D arie n, vio elmar del Sur, y, entrando en l, tom posesin del Ocano ennombre de Espaa.D esd e ento nces se puso em peo en hallar para las naves paso este m ar; no se enc on tr, porq ue no le haba, en el istmo, y sebusc remontando hacia el polo antartico la costa oriental deAmrica. Ya en 1502 Amrico Vespuccio haba navegado porlas inmed iaciones del Oc ano austral , dond e descubri unatierra muy fra, spera inculta, sin puerto ni gente, que debeser la que en el siglo X V I I I vio Cook y llam Georgia Aus-tral (1).

    ( I ) Aun adm itiendo que no fuera esta isla la que vio Vespu ccio, no corresponde Cook la gloria de su descubrim iento, y una vez ms se confirma el hecho de que casitodas las tierras que hall el viajero ingls, haban sido ya descubiertas por navegan-tes espaoles. En efecto, en nu estra Direccin de Hidrografa hay un m anuscrito quedem uestra que la llamada G eorgia del Su r, Georgia Aus tral, haba sido vista por lostripulan tes de un navio espaol en 1756, es decir, diez y nuev e aos antes de llegar ella Cook. Dice asi el manuscrito:Noticia traducida y extrahida del Diario que ha presentado en esta Real Escuelade Navegacin el primer piloto del navio espaol nombrado El Len, D. Henrr iqueCormier, n.1 de S.n Malo, de vuelta de su viaje del Mar del Sur.=El dia 28 de Juniode 1756, las 8 de la maana y estando p. r la latitud de 55 11 m. s Sur 3- por la long .de 50 14 m." meridiano de Pars, descubrimos la tierra marcndola al or Nordeste,y nordeste quarta el Nor te de la ahuja, pero nos pareci tan diforme en altura que noconsentimos en ello, persuad indon os que por la obscuridad del tiempo fuesen algu-nas nubes, adems que las car tas francesas qu e son las que nos sirven no sealanninguna tierra en estos parajes. Seguimos nuestra derrota dei les nordeste con viento

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    9 Diez y ocho despus Hernando de Magallanes surc estosmismos mares, hall y pas el estrecho que lleva su apellido, ylas naves de Espaa entraron por vez primera en el Ocano Pa-cfico.El principal obstculo para llegar las Indias orientalesestaba vencido y podan ya realizarse los propsitos del Almi-rante. La prosecucin y cumplimiento de stos por los nave-gantes espaoles; tal es, pues, el objeto de la presente con-ferencia.Pe ro entre Europa y Asia no era Am rica la nica tierra queexista. Ms all de las costas occidentales del Nuevo Mundohaba otro mundo ms nuevo an, el que se ha llamado Nov-norte recio, sin bolberla descubrir en todo este dia por estar los orizontes llenos deestas nu bes gruesas, las quales de quando en quando nos arrojan una porcin de niebemui crecida; y las 7 de la noche se cambi el viento al Oessudoeste con el que go-bernamo s al N ort e quarta al No roeste , hechando el navio h. ta 6 millas.=El da 29 alamanecer nos hallamos debajo de tierra, aunque dudosos por pai ecernos ser una nubemuy elebada y negra, pero habiendo aclarado un poco, reconocimos ser una isla pe-que a, la qual nos demoraba por la serviola de estribor distancia de una legu a, concuia nobedad viramos de vordo poniendo la proa al Sur quarta al Sudoeste con v t onoroeste, y al salir el Sol avistamos una tierra mui alta, cuia primera vista nos figu-ramos pudiese ser la isla de los Estados, aunque por mi (punto) y los de mis compa-eros nos consideramos 13o 30 m.s al leste de ella, mas hauiendo examinado con aten-cin su figura, situacin y elebac.n conocimos no podia ser la referida Isla de los Es-tados: Desde que viramos de vordo esta maana hasta las 4 de la tarde navegamos 5leguas al Sur, y 6 que estbamo s ap artados de la tier ra hacen 1 1, que son las que tienede largo norte-Sur la ensenada en que nos aliamos metidos, y conforme nos bamoszafando de ella, se ban desc ubriend o las otras tierra s que corren al no roes te, las qu eson tambin prodigiosas por su altura. las 4 d la tarde calm el v iento, y dur todala no ch e.= E 1 dia 30 amaneci el tiemp o claro, sin vien to, y al salir el Sol nos aliamosen el mismo parage de ayer, sin haber experimentado corriente alguna en toda lanoche. Al medio dia observ el Sol en 54 gr.B 48 m." de lat. y marqu la p un ta msleste de la tierra que se descubra al nordeste quarta al leste distancia de 7 leguas, y lams Oeste al noroeste 3 gr.B norte: en todo el dia no se pudo descubrir los altos deesta tierra, por las muchas nubes que la tapaban, parezindonos que por el medio deellahavia desunin y que pueser haya pasage: Hemos visto muchos lobos marinos,Pxaros nios, vallenas, sargaso y Patitos, de cuya ultima especie hemos visto conabundancia quatro dias antes de descubrir la tierra. las 5 de la tarde nos entr unpoco de viento por el O es-noroeste, con el qual gobernamos al Sur q uarta al S uesteporrezelo de no poder montar alguna punta de ms al leste, y la media noche, ha-uiendo navegado 3 leguas al referido R umb o pusimos la proa al Sur Sueste hasta lam a an a.= El dia i. de Julio no se descubri nada por lo que gobernamos al leste yles nordeste para apartarnos de otras tierras y seguir nuestra de rro ta .= Po r las mar-cazones hechas y D istancia navegada hago juicio que la referida tierra corre noro estesueste, teniendo de Distancia de 2$ 30 leguas, la qual se puede ver sin duda de 50leguas.

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    simo Mundo Oceana, y los espaoles, al dirigirse al Asia porel O ca no P acfico, fueron vien do tierra s al no rte y al sur d elE cu ad or, y en m eno s de un siglo, desd e 1520 1606, descu-brieron casi todas las innumerables islas de la Micronesia, Po-linesia y Melanesia, dese m barca ron en la Nueva G uinea y vie-ron las costas de la Australia y de la Nueva Zelanda.

    Y en qu condiciones y con qu recursos llevaron caboestos descubrimientos! Ciertamente, seores, si nos fijamos enlos medios de que disponan para emprender los viajes marti-mo s de que voy dar b reve- noticia, hab r de acr ece nta rsenuestra admiracin, nuestro asombro, ante la osada de aque-llos navegantes que no tienen rival en la Historia, ni en lostiempos antiguos, ni en los tiempos modernos. En barcos rela-tivamente pequeos y de forma tosca y redondeada, y por con-siguiente de m uy difcil man ejo y go bie rno ; de po ca eslora longitud, comparada con la manga; de una estabilidad muy in-cierta porque sobresala de las aguas enorme masa en relacincon el calad o; de pro a y popa salientes y altos castillos, quesuperaban en mu cho la altura del ce ntro del bu qu e; con vela-men defectuoso; con palos mal dispuestos; sin elementos cien-tficos, puesto que no pueden calificarse de tales las cartas pla-nos que entonces usaban; teniendo que subsanar la falta de lasver dad eras cartas m arinas fuerza de ingenio y de pr ctica yconocimiento del mar; sin instrumentos para determinar exac-tamente la latitud; desconociendo en absoluto el mtodo parahallar la longitud, y teniendo que situarse por el rumbo hecho,la latitud incierta y la distancia mal ca lculada : as na vega bannuestros descubridores del siglo xvi, apartndose centenaresde leguas de la costa, por regiones y mares de cuyos vientos,corrientes y escollos ningn dato tenan, y expuestos, por con-siguiente, tantos peligros, que no sorprende que en el fondodel Ocano quedaran sepultados ms del 80 por ciento deaquellos hombres audaces, de aquellos marinos, ms que intr-pidos, temerarios, que desde los puertos de Espaa y de Am-rica iban en demanda del Asia oriental y de las ignotas tierrasaustrales, sin ms am paro que la fortuna la volu ntad de D ios,que no siempre les fueron propicias.

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    I.

    En el orden cronolgico, el primer lugar en la historia de losdescubrimientos ocenicos corresponde Hernando de Maga-llanes cuya expedicin, as como el viaje de Juan Sebastin deElcano alrededor del mundo, son tema de otra conferencia quepronto habris de oir al i lustrado marino D. Pedro de Novoy Colson.Me limitar, pues, consignar el descubrimiento de las islasMarianas y Filipinas, y dejando Juan Sebastin de Elcano se-guir su rumbo por el sur del frica y el Atlntico hasta el roGuadalquivir, y su com pae ro Gonzalo Gmez de Espinosa iry venir merced de vientos y corrientes por los alrededores delas Marianas, tomar punto de partida en la expedicin que seorganiz en 1525 con propsito de llegar las tierras descu-biertas por aqullos y conquistar las Molucas.En el mes de Julio zarp la escuadra del puerto de la Co-rua. Mandbala Jofre de Loaysa y la componan 7 buquesy 450 tripulantes. Elcano diriga una de las naves, el EsprituSanto (1).Seis meses tardaron en llegar desde la Corua al cabo de lasVrgenes, en la entrada del Estrecho de Magallanes. All fuerteborrasca dispers la flota; naufrag uno de los barcos, el deElca no, y se abogaron 9 hom bres. Hasta el 8 de Abril no pudie-ron embocar el estrecho, y en l muri mucha gente de fro.(1) Dice Herrera {Dicada, ni, lib. vn, cap. v): Nombrse por Capitn general deesta armada y capitn de la primera nave llamada Santa Mara de la Victoria GarciaJofre de Loaisa, Caballero del Avito de San Juan, natural de Ciudad-Real, con 450castellanos; Juan Sebastian del Cano, por capitn de la segunda nave, dicha SanctiSpiritus; Pedro de Vera, continuo de la Casa Real, por capitn de la tercera, i dela 4.a, dicha San Gabriel, D. Rodrigo de Acua; y de la 5.a llamada Santa Mara delParral, D. Jorge Manrique de Nxera; y de la 6.a que llamaban San Lesmes, Fran-cisco de Hoces, y de un patage Santiago de Guevara. Historia gen eralde los hechosde los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Ocano, escrita por Antonio deHerrera, coronista mayor de S. M. de las Indias y su coronista de Castilla. Ocho D-cadas, de 1492 1554. Precede las Dcadas una extensa descripcin de todas lasIndias cccidentales.

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    E l 25 de Mayo entraron en el mar del Sur Oc ano Pacfico,donde los temporales causaron nuevos estragos; el 30 de Juliode 1526 mora Loaysa, cuatro das despus Elcano, y al frentede la escuadra quedaba Toribio Alonso de Salazar.Hasta el 22 de Agosto no vieron tierra. Era la isla de SanBartolom, una de las Carolinas orientales (1). El 4 de Sep-tiem bre llegaron G uah am , en el archipilago de las M aria-nas (2); hicieron luego rumbo Filipinas, y en el trayectomuri el tercer jefe de la expedicin, Alonso de Salazar. Lesustituy Martn de Iiguez, poco despus envenenado por unportugus quien haba invitado su mesa. De la expedicinque sali de la Corua slo quedaban un buque, la almiranta, y120 hombres; con tan escasas fuerzas no era fcil que el nuevojefe, Hernando de la Torre, pudiese acometer empresa nin-guna. Le fue preciso esperar socorros, que no tardaron enllegar.En el puerto de Siguatanejo, en Nueva Espaa, hicironse la vela, en 1527 y vspera de T od os S anto s, tres naves con 30 ca-on es y 110 ho m bres . Er a el jefe de la exp edicin A lvaro deSaavedra, que llevaba especial encargo de buscar en primertrmino Loaysa. Al Maluco, pues, se dirigi, no con ms ven-tura que aqul, pues el 29 de Noviembre desaparecan dos delas naves (3). E n los ltimo s das de D iciem bre a vistba las pri-meras tierras de las Marianas, y en el siguiente descubra lasislas de los Reyes Uluti (4). Despus de haber tocado enM indanao, Saavedra lleg las M olucas, y en T ido r enc on trlos restos de la expedicin de Loaysa.

    Desde el punto de vista geogrfico, mayor importancia tieneel viaje que luego hizo Saavedra con intento de regresar Amrica. principios de Junio de 1528 emprendi la vuelta (1) E S la isla Taongui de los indgenas, que tam bin se llam de Gaspar Rico. H e-rrera y otros dicen que fue descubierta el 13 de Septiembre.(2) En Guaham encontraron al gallego Gonzalo de Vigo, uno de los tripulantes dela nao Trinidad, que mandaba el citado Gmez de Espinosa.(3) Eran stas el navio Santiago, mandado por Luis de Crdenas, con 45 tripulan-

    tes, y el Espritu Santo, con 15 hom bres, y cuyo capitn era Pedro F uen tes. La capi-tana, llamada La Florida, llevaba 50 hombres.(4) Estas islas se llamaron despus de los Garbanzos, porque los indgenas sea-laron con garbanzos la situacin respectiva de ellas.

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    13 Nu ev a Espa a, y despus de navegar hacia Oriente unas 250leguas, hall una tierra de grandes dimensiones hab itada porhombres de negra piel y lanuda cabellera. rala costa noroestede la Papuasia Nueva Guinea. Segn Herrera, aun avanz 250leguas ms lejos, hacia el N., y vio otras islas donde vivanhombres blancos y barbudos, por lo que figuran estas tierras enalgunos mapas antiguos con los nombres de islas Barbuda y delos Hombres blancos (1). Arrib despus Saavedra una de lasMarianas; rechazado por vientos contrarios, no pudo proseguiren demanda de tierras americanas, y en 19 de Noviembrede 1528 apareca de nuevo en Tidor.Al a o siguiente, en Mayo, em prendi otra vez el regre so,siguiendo la misma derrota. Vio otros grupos de las Carolinas,y si hem os de c reer al portugu s Galvao, descubri tambin 500leguas de costa en el pas de los Pa pu as (2). Ta m po co co nsiguiSaavedra alcanzar puerto en Amrica. El 9 de Octubre de 1529se le acab la vida, y su nave tuvo que volver las Molucas.Los mermados restos de la expedicin llegaron Lisboa sieteaos despus, en 1536.En este mismo ao sala de Acapulco otra expedicin de dosnaves las rdenes de Hernando de Grijalva. Fue, sin dudaalguna, la ms desgraciada de todas las que en aquel siglo reco-rrieron los mares de Oceana. Muri Grijalva asesinado por lossuyos, y en las costas de la N uev a Guinea p ereci la tripulacinde la Capitana. Slo dos espaoles quedaron con vida, y unode ellos, Miguel Noble, rescatado por los portugueses en 1539,declar que haban navegado por las inmediaciones del Ecua-dor y que llegaron hasta las islas de los Papuas de los Cres-

    (1) A nduv ieron 250 leguas hasta la isla del Oro, grande y de gente n egra , con loscabellos crespos Co rriero n 250 leguas hasta dar en otras islas, en altura de 70 po-bladas de gente blanca, barbuda, que salieron la nao, amenazando de tirar piedrascon las hondas; y fue cosa maravillosa ver en tan poca distancia hombres tan diferen-tes de color. (Herrera, Dcada iv, lib. m, cap. vi.)(2) Hallaron, dice He rrera, otras islas pequeas pobladas de gente morena, conbarbas, desnudo s estn en 70, mil leguas de Tido re y otras tantas de Nueva Es -paa. Corrieron al N E ., anduviero n 80 leguas , hallaron otras islas bajas y en una deellas surg ieron Es ta ge nte es blanca, pintad os los brazos y cuerp os; las m ujeresparecan hermo sas, con cabellos negr os y largos Es tn estas islas en 8o de la bandadel N. de la linea.

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    pos (i). Hay, sin embargo, algn dato para sospechar que unode los dos buques, el que mandaba Fernando de Alvarado, pudoregresar Nueva Espaa (2).Ya en esta poca haban terminado las cuestiones suscitadasentre Espaa y Portugal por la posesin de las Molucas, lasque renunci Garlos I cambio de una indemnizacin

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    No es fcil determinar la situacin de muchas de estas islas,y respecto de las llamadas del Rey, conviene advertir que, se-gn indicaciones del piloto Juan de Gaytn, que acompaaba Villalobos, haba motivo para sospechar que eran las que dos-cientos treinta y cinco aos despus Cook denomin de Sand-wich, sea el Archipilago de Hauaii. Esta suposicin se haconfirmado con documentos fidedignos que demuestran quefueron espaoles los descubridores del Archipilago, y que eldescubrimiento se realiz al mediar el siglo xvi. Tales son va-rios mapas extranjeros de los siglos xvi, xvn y xvm, en los quefiguran islas con nombres espaoles, prximamente en la lati-tud y longitud de las Sandwich ( i) , y numerosas cartas marti-mas manuscritas existentes en nuestra Direccin de Hidrogra-fa, en una de las cuales se marcan las citadas islas con la si-guiente inscripcin: Estas islas fueron descubiertas por Juande Gaytn en 1555, y las llam islas de Mesa (2). Y estos datos,prueba irrecusable de que esas aisladas tierras del Pacfico sep-de la otra; la primera llamaron Santo Tom , i la otra la Aublada, i 8o leguas msadelante hallaron otra isla, y la pusieron por nombre Rocapartida: y navegadas 62 le-guas ms con algunas zozobras de recu estas, i tiem po s, descubrieron un archipilagode islas bajas. A este archipilago llamaron del Coral. Dia de los Reies del ao si-guie nte, andadas 15 leguas, pasaron por otras diez islas, de la frescura de las otra s,por lo qual se les puso por nombre los Jardines, i el altura de todas es de nueve diezgrados A los diez de En er o, habiend o andado 50 leguas adela nte, en altura de 10o,pasaro n por una isla hermosa y al par ece r poblada, i no surgie ron en ella, i salieronen paraos indios que hacan la seal de la cruz, i se les entendi que decan en caste-llano: Buenos dias, matalotes, etc. (Herrera, Decada, v n . )(1) El Mapamundi de Ortelius, de 1587, sita entre los 18 y 20 o de latitud N. ylos 202o y 214o de longitud de H ierro , de SE. NO ., las islas Desgraciada, Vezina,Monges, La Farfana y los Volcanes.

    (2) Este nombre debi aplicarse, en opinin de Laperouse, la isla hoy llamadaHauaii, cuya montaa mauna Loa tiene la forma de una alta mesa meseta. DonAlejandro Malaspina, en la descripcin de su travesa por el Oca no Pacfico, desdeAcapulco Manila, dice: Apenas para el medio da del 20 pudimos considerarnos enmeridianos de Owihee (Hauaii), por 55 o de longitud y 13o de latitud, y sin embargo,no tenamos en nuestra estima un error menor de 7 0 al Este; el cual, atendiendo lacorre dera larga, de la cual usamos, y que no deba ser precisam ente el mxim o q uepudie ra contra erse en el viaje, apoyaba fuertem ente las sospechas de que las islas deSandwich del capitn Cook, fueran los M onje s, U l a, etc., de las cartas espao las,descubiertas por Juan de Gaytn en 1555, y situadas unos 10o ms al E. de la nuevaposicin determinada por los ingleses. Mr. Ellis, al relatar su viaje alrededor deHauaii, cree tambin que el verdadero descubridor de aquellas islas fue alguno de losnave gantes espaoles del siglo xvi, causa de los objetos de hi err o q ue el capit n

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    ten triona l eran cono cidas de los espaoles mu cho antes de 1778,ao en que se atribua el descubrimiento Cook, estn deacuerdo con las tradiciones de los indgenas que en el si-glo X V I I I conservaban confusa memoria de islas flotantes, conhom bres blan cos , que cruzaron aquellos ma res en poca re -mota.

    O tra tradicin cita siete extranjeros blancos que llegaron las islas y en ellas se estab leciero n y casaron con m ujeres de lpas. Y obsrve se que aunque los indgenas de H au aii son decolor bronceado moreno, los hay de matiz muy claro, acasodescendientes de aquellos insulares de piel blanca y cabellorubio y ensortijado que aseguraron haber visto algunos viajerosdel siglo XVII I . Relacionada esta noticia con la tradicin queacaba de hacerse referencia, no sera muy aventurado presumirque aquellos siete e xtranjeros blancos fueran com pa eros deGaytn tripulantes de cualquiera de los muchos barcos espa-oles que se perdieron en el Pacfico durante el siglo xvi.

    Otros descubrimientos se deben la expedicin de Villa-lobos. Una de las naves de la escuadra, la capitana San Juan,que man daba B erna rdo de La To rre, y cuyo pi loto era GasparR ic o, vio en Ag osto de 1543 el grupo de Lo s Vo lcanes. Elmismo buque, las rdenes, no ya de La Torre, s ino de IigoOrtiz de Retes, al regresar Espaa en 1545, hizo nuevos des-cubrimientos en la t ierra de los Papuas; y en la boca de uno desus ros, al que llamaron San A gu stn, se tom solemn e p ose-sin de aqulla en nombre del Rey de Espaa. Segn Herrera,Retes y Rico sust i tuyeron la denominacin de Tierra de losPapuas, Crespos Negros por la de Nueva Guinea, porque lagente que all vieron era tan atezada como los habitantes de laGuinea Africana (1).Cook enc ontr all, siendo un o de estos objetos un trozo de espada anc ha, el cual,jun tam ente con un pedazo de armadura> parece que se conserva en el Museo B rit-nico. (M. Ferrei ro; Las islas Sandw ich Haaii descubiertas por los espaoles. Bol. dela Soc. Geog. de Mad rid, t. II.)(1) Aderezada la nao San Juan, volvi par tir para Nue va Espaa Iba por ca-pitn del Iigo Ortiz de Retes, i lo que le sucedi en este viaje fue que havindosehecho la vela en Tidor e, tom las islas de Talao, i por los vientos contrarios es tuvoall ocho dias. Jue ve s n de Junio (1545) tom el altura en grado y medio lavanda del N o rt e ; ma rtes 16 del dicho llegaron un Archipilago de islas y la

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    17 Resulta, pues, seores, que durante la primera mitad del si-glo xvi, los espaoles haban ya cruzado todo el Ocano Pa-cfico desde las costas de Amrica hasta el Gran ArchipilagaAsitico. Haban navegado principalmente en las inmediaciones-

    del Ecuador y en el Pacfico septentrional; haban descubierto-las islas Hauaii, todos los Archipilagos de la Micronesia, la.Nueva Guinea, y algunas de las islas que hoy constituyen elArchipilago alemn de Bismarck. Faltaba completar el des-cubrimiento de las zonas ya exploradas, donde el mar aparecesalpicado de millares de islas; faltaba tambin reconocer el Pa-cfico austral, donde se halla la mayor tierra ocenica, laAustralia, y la que, como luego veremos, figuraba ya, con nom-bres espaoles, en mapas de la primera mitad del siglo xvi.

    I I .

    En la segunda mitad del siglo xvi, perseverando Felipe II enel propsito de reducir su dominio todas las tierras de Ocea-na, se llevaron cabo nuevas expediciones, entre las cualesocupa el primer lugar, en el orden de los tiempos, la que el vi-rrey D. Luis de Velasco confi Miguel Lpez de Legazpi,.con ttulo de adelantado y autoridad de gobernador de todaslas tierras de que se apoderase. La escuadra que mandaba elfuturo conquistador de las Filipinas zarp del puerto de Lagente era negra, i en estas islas se perdi algn tiempo antes un navio del Marqusdel Valle, cuyo capitn era Gr ijalva Pasadas estas islas vieron otra muy grand e yde herm oso parecer, por la cual costearon 230 leguas por la vanda del N or te, sin lapod er ver cabo : i mircoles 17 se tom el Sol en dos g rados d e la va nda del Sur,mu i cerca de la isla grande, y los 20 surgieron en ella y la pusieron por nom brela Nuev a Gu inea; la gen te es tan atezada como la de Guinea, y bien dispuesta etc .{Herrera, Becada vu , lib. v, cap. ix.) El ro de San Agu stn debe ser el que hoy sellama Am berno. Ms al E . se hallan otras islas tambin descubiertas por O rtiz, cuy anombre las da Hamy, as como las-de la baha de Humboldt, las cuatro del grupo dela Magdalena, visto el 21 de Julio de 1545 y hoy llamadas Schouten y las occidenta-les del Archipilago de B ismarck. La isla D ampier es la Caramania Caym ana deOrtiz; la de los Hombres Blancos, alguna del grupo Echiquier Ninigo; el Ancn dela Natividad puede ser la baha del Astrolabe.

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    18 Navidad el 21 de Noviembre de 1564, y en el siguiente mes deE ne ro descubri varias islas del grupo Marshall (1). U no d lo sbarcos de la expedicin, el patache San Lucas,-que mandabaAlonso de A rella no , y cuyo piloto era Lo pe M artn, dese rtcon intento de adelantarse Legazpi y arrebatar ste la glo-ria de los descubrimientos. Hall tambin islas, hasta entoncesdesconocidas, en los Archipilagos Marshall y Carolinas (2). Elmismo Lope Martn, las rdenes de Pero Snchez Pericn,capitn de la nave San Jernimo, descubri dos aos despusotras islas de los citados archipilagos. Asesinado Pericn porsu piloto, la tripulacin abandon ste y sus partidarios enuna de aqullas, probablemente en una isleta del grupo Namo-nuito prxima l.Y llegam os ah ora uno de los perod os ms brillantes en lahistoria de los descubrimientos ocenicos, perodo que iniciaAlvaro Mendaa de Neira, abriendo en el Pacfico nuevo ca-mino hacia Occidente entre las islas coralferas y volcnicas dela Polinesia, hasta entonces desconocidas.

    Alvaro Mendaa, sobrino del Gobernador del Per, D. LopeGarca de Castro, mancebo de veintids aos, con todos losardimientos y entusiasmos de la juventud, obtuvo el mando deuna armada que se hizo la vela del puerto del Callao el 20 deNoviembre de 1567. De cosmgrafo y jefe de derrota iba elclebre P ed ro Sarmiento de Gamboa. Cincuenta das navegaronsin ver tierr a; p or fin, el 10 de En er o apareci la prim era, laisla Jess, poblada por gente de color amulatado. Continuaronsu cam ino por los m ares que se extien den al sur y suroeste de lasEspradas Australes, y en la isla de Santa Isabel hallaronpuerto. Perteneca esta tierra al archipilago que se llam deSalo m n , don de las leyen das de la poca suponan qu e estuvola antigua y famosa Ofir (3). All con struy eron un berg antn que,(1) Las islas Barbudos, Arrecifes Placeres, Pjaros, Los Corrales y Las Herma-nas, que, segn D. Francisco Coello, son las que hoy se llaman, respectivamente,Miadi, Ailuk, Temo, Likiel y Kuadelen.(2) Segn Coello, las islas Likieb, Na m u, Lileb, Yab uat, Alinglabelab, Ru c, Ollap,

    Fanadic, Tamatam, Sorol Grande y Lamoliaur.(3) Herrera, en la pg. 59 (edicin de 1725) de la Descripcin que precede a las D-cadas, dice: Las islas de Salomn, que estn 800 leguas del Per, y les dio este nom-bre la opinin de sus riquezas, etc. El au tor de la Descripcin universal de las Indias,

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    i 9 las rdenes del maestre de campo Pedro Ortega y dirigidopor el piloto m ayor H ernn Gallego, con doce marineros y diezy ocho soldados, envi Mendaa descubrir, y hall otras mu-chas islas, todas del citado archipilago, y entre ellas la isla deBuena Vista, muy frtil y poblada; la de Sesarga, alta y re-donda, con activo volcn que arrojaba densas humaredas; lagran isla de Guadalcanar, abundante en frutos, y uno de cuyosTOS dio su nombre Ortega; la de San Jorge, cuyos habitantesofrecan hermosas perlas nuestros compatriotas, y la de SanNicols, desde la cual volaban hacia el mar enormes murcila-gos que medan cinco pies de extremo extremo de ala. En elmes de Agosto emprendieron la vuelta Amrica, dejandoal O. la Nueva Guinea. Los temporales no les dejaron mom entode reposo y hubo da en que carg el viento Sueste con tantafuria y m ar y con tantos truenos y relmpagos, que pareca hun-dirse el mundo. Ya las provisiones estaban casi agotadas y to-dos teman perecer de hambre de sed, cuando mediados deEnero de 1569 vieron tierra. El da 22 entr la nave capitanaen el puerto de Santiago de Salagua; tres das despus arribla almiranta sin rbol mayor ni batel y con slo una botija deagua. En este azaroso viaje de regreso, Mendaa hall nuevastierras al norte del Ecuador, en el paraje que entonces se lla-maba de los Barbudos, sea en la parte ms oriental del Archi-pilago C arolino (1).ma nus crito de fines del siglo xvi que ha impre so la Sociedad Geogrfica de M adrid,escribe: Llamlas (Mendaa) de Salomn, porque en el Pir haba noticias de unasislas que estaban al Poniente, que decan deban ser de donde Salomn trajo el oro ylas riquezas que haba en su templo. Sobre este particular puede verse el interesantefolleto publicado recie ntem ente por D. M. Jimn ez de la Espada, con el ttulo de Lasislas de los Galpagos y otras mas Poniente. En el MS. que antes hemos hecho re-ferencia, se cita otro descubrimiento y o tro descubridor. En el camino y viaje delPir las islas de Salomn, hay la isla que llaman de San Pablo, como en 15 o de al-tura austral y 600 700 leguas del Pir; descubrila primero D. Alonso de Montema-yor, yendo huyendo del Pir por temor de Gonzalo Pizarro.(1) Las islas descubiertas por M endaa en el Archipilago de Salomn fueron, ade-ms de las citadas, las siguientes: Ramos Malaita, Galera, Florida, San Dimas, SanGermn, Guadalupe, Arrecifes, San Marcos, Treguada, Tres Maras, Santiago, SanUrban, San Cristbal Pauro, Santa Catalina Aguar y Santa Ana I tapa. Al re-gresar Mjico, y en los I93o' vio la isla que puso el nombre de San Francisco;antes en 8 V20 haba descubierto unos bajos islas pequeas que se llamaron de SanMa teo de San Ba rtolom , y qu e corresponden algunos de los grupos de las Caro li-nas , acaso, como opina C oello, el de Nam onuito.

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    2O

    III.E n los aos anteriores y en los que m ediaron en tre el pr im eroy el segundo viaje de Mendaa, debieron realizarse expedicio-nes m uy im po rtan tes, de las que no ha llegado hasta no sotrosnoticia completa y detallada. Me refiero al descubrimiento dela Australia y de las islas inmediatas esta gran tierra. Peroaunque no conozcamo s las relaciones de dichos viajes, que pr o -bablemente no se escribieron, es indudable que el descubri-miento se hizo, puesto que, adems de referencias de carcterm s m enos tradicion al, indicios muy verosmiles y alguno queotro dato histrico, hay mapas de la primera mitad del siglo xvren los que aparecen las t ierras de que se trata con nombres deorigen espa ol po rtugu s. E n el siglo x v i nadie ms que es-paoles portug ueses haban na vega do en aquellos m ares ; yaunque es cierto que en la E da d M edia M arco Po lo cit un a

    gran tierra situada al sur de Java, la circunstancia de ser espao-les portugueses los nombres, impide toda presuncin de quese trabara en los citados m apas esa tierra aus tral sin o tro da toque las vagas indicaciones del viajero italiano.E n prime r trmino , rec ord ar que todo s los bigrafos delpiloto Juan Fernndez, que vivi de 1536 1603, consignan elhec ho de q u e, despus de hab er desc ubierto las islas que llevansu nombre, avanz muchas leguas hacia el O., y por los 40o de

    latitud S. hall una costa muy prolongada, de clima templado,y en la que haba gentes de color claro y de buena estatura. Seha supuesto que era la isla de Pascua; pero en esta isla, de 35kilmetros de permetro y 118 kilmetros cuadrados de super-ficie, nadie poda ver una costa prolongada, y por otra parte sehalla mucho ms al N. de los 40 o, hacia los 27o. Precisamenteentre los 30o y 50o no hay en el Pacfico austral ms islas tie-rras g randes que las de N ue va Ze land a y las meridionales deAu stralia. A dem s, los da tos relativos los ho m bre s que vivanen la t ierra de scu bierta , convienen con lo que son los neoz e-landeses. Pero s i Juan Fernndez real iz este descubrimiento r

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    21 debi ser hacia 1580, y entre los mapas que antes me he refe-rido hay uno anterior 1536. De suerte, que ser preciso admi-tir que hubo en el primer tercio del siglo xv i otras expedicionesde navegantes cuyos nombres no conocemos. Pudo ser uno deellos otro Juan Fernndez, el piloto que march al Per en 1534con Pedro de Alvarado y quien algunos autores han confun-dido con el anterior.Vengamos ahora los mapas. Mr. Jorge Collingridge, resi-dente en Gladesville, cerca de Sydney (Australia), public noha mucho una Descripcin de antiguos mapas de la Australia,que se tradujo al francs y se insert, con notas complementa-rias del autor, en el Bulletin de la Socit Neuchateloise deGographie, t. v i, 1891. Esta monografa tiene por objeto de-mostrar que la Australia, la Tasmania y la Nueva Zelanda han-sido descubiertas por los espaoles y los portugueses antes deJ536, y que, por consiguiente, cuando los holandeses vierondichas tierras, haca ya prximam ente un siglo que las conocanaqullos. Prubanlo as los cuatro mapas martimos que des-cribe el Sr. Collingridge, cuyos originales estn en el MuseoBritnico, mapas ya conocidos, pero hasta hoy mal estudiados explicados. Y procede consignar que los mapas de que setrata, cuya autenticidad es evidente, nada tienen de comn conel que Major calific de abominable impostura, sea el mapade Nu

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    dar en una isla muy grande, por la cual anduvieron bogandocincuenta das, y nunca la hallaron cabo; estaba en 18o (Austra-lia del Norte), y uno de los tripulantes, Juan Montas, salten tierra y anduvo por ella 9 leguas, y vio tres pueblos, uno tangrande como la ciudad de los Reyes. Sus habitantes eran hom-ares de gran estatura y barbados, etc.Indudablemente, la fantasa ha jugado gran papel en esta yotras relaciones de tierras descubiertas en el hemisferio austral;pe ro es tambin indudable que se refieren la Australia; quetodos los navegantes que avanzaron hacia Occidente en la se-gunda mitad del siglo xvi iban en busca de esa gran tierra, deese nuevo continente, de ese tercer mundo, y por ltimo, quede los descubrimientos hechos en esa zona por los espaoles yportugueses, consignados ya en los mapas del Museo Britnico,tenan noticia los navegantes espaoles que en la poca citadarecorran el mar Pacfico.

    I V .

    Prosiguiendo ahora el relato de las navegaciones y descubri-mientos que se hicieron en los ltimos aos del siglo xvi, men-cionar el viaje de Francisco Gali, de Filipinas Acapulco, en1582, el cual avist probablemente algunas de las islas del Ar-chipilago Hauaii (1), y dar breve noticia de la segunda expe-dicin de Mendaa, una de las ms numerosas y mejor orga-nizadas que salieron de los puertos de Amrica.El Marqus de Caete, D. Garca Hurtado de Mendoza, Vi-rrey del Per, equip y pertrech en 1594 el galen San Jer-nimo y otras tres naves que deban ir en demanda de las islasde Salomn, para fundar en ellas una colonia. Mandaba la es-cuadra, como adelantado, Alvaro Mendaa, y era su capitn

    (1) Salva y Sinz: Coleccin de documentos inditos para la Historia de Espaa, t . xv,pgina 42.

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    25 y piloto mayor Pedro Fernndez de Quirs (i). Una novedadofreca esta expedicin; iban bordo hombres y mujeres, y en-tre stas la esposa del Adelantado, D.a Isabel de Ba rreto, yla del Almirante, D .

    aMariana de Castro, cuada de Men-dafia.En 9 de Abril de 1595 salieron los cuatro buques del Callao,y ultimados en Paita todos los preparativos, el 16 de Juniozarp la escuadra con rumbo al SO. El 21 de Julio vieron laprimera tierra, la que el Adelantado puso por nombre la Mag-dalena (2). Creyeron que era la tierra que se buscaba, y comoduran te el viaje se haban celebrado varios matrimonios, no se

    tratando de uno para otro da sino quien se casara maana,proyectaban ya muchas de las nuevas familias establecerse enla isla, muy satisfechos todos de haber dado tan pronto y felizremate al viaje (3). Mas pronto se convenci el Adelantado deque no era esta tierra ninguna de las islas en cuya demanda iba,sino descubrimiento. Fue reconocer otras tres que poca dis-tancia se vean, las que llam San Pedro, Dominica y SantaCristina (4), y todas cuatro, las Marquesas de Mendoza, enhonra y memoria del Marqus de Caete. El Adelantado salten la isla de Santa Cristina con su familia y la mayor parte dela gente; all se dijo la primera misa y los indios estuvieron derodillas con gran silencio y atentos, haciendo todo lo que veanhacer los cristianos, mostrndose muy de paz. Hubo luego,sin embargo, algunos choques entre espaoles indgenas, enque stos llevaron la peor parte, y aunque Mendaa mostr de-seos de dejar en las islas hombres y mujeres, los soldados seopusieron y la escuadra continu su ruta hacia el O. Descubri-(1) Lope de Vega, el Almirante, se embarc en la nao Santa Isabel; la galeota Sa nFelipe estaba las rdenes del capitn Felipe Corzo, de la fragata Santa Catalina sehizo cargo el capitn Alonso de Leyva.(2) La ms meridional del Archipilago de las Marquesas de Mendoza; su nombreindgena es Fatuhiva.(3) Los indgenas eran hombres casi blancos, robustos y de muy gentil talle; ibancompletamente desnudos y tenan la piel pintada de azul. Embarcados en pequeascanoas, se acercaron las naves y subieron ellas; todo les causaba admiracin, y sinduda debieron extraar sobremanera el aspecto e! traje de nuestras m ujeres porq uee rean mucho al verlas.(4 ) Dominica es Hiva-hoa, la isla -mayor del grup o S. E . del Arch ipilag o; Santa Cris-tina Tauata est al sur de la anterior, y al este se halla el islote San Pedro Motane.

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    26 ronse algunas tierras de las que hoy se llaman E sp era da s A u s-trales y las que el Adela ntad o puso los no m bres de San Ber-nardo y Solitaria (i), y llegaron despus la isla de SantaCruz, no muy distante de la que buscaban. Por entonces seperdi la nao almiranta, la Santa Isabel, de la que nunca msvolvi saberse. En la isla de Santa Cruz (2), y en una baha que llamaron Graciosa, decidi Mendaa fundar la primera po-blacin espaola. El pas de los alrede dore s era de mu y her-mosa y frtil apariencia y lo comparaban con Andaluca; habaall un buen ro y un riachuelo, muchos puercos, gallinas, perdi-ces, palomas, trtolas, patos, pesca abundante, variedades depltanos, cocos, caa d ulce, pinas, almen dras, races com esti-bles, etc. Los natura les, de color negro , acogieron amistosa-mente los espaoles y les facilitaron desde el primer da cuan-tas provisiones buscaban. Esto n o obstante, pareciendo m u-chos que aqullas no eran tan abundantes como quisieran, porla fuerza exigan ms de los indgen as, lo que ocasion violen -tas querellas y la muerte de algunos de stos, entre ellos el ca-cique Malope. Surgieron tambin hondas desavenencias entrelos mismos espaoles, pues mu chos pre tend an que se trasla-dase la colonia tie rra ms ric a, bien que se co ntinu ara elviaje hasta dar con las islas de S alom n . M end aa se mostr-en rgic o; el ma estre de campo M anrique y un tal Tom aA m pu ero fueron m uerto s pu ala das , y degollado el alfrez.Juan de Buitrago, caudillo de los soldados que mataron Ma-lope.

    Cu and o esto suced ase hallaba ya muy enfermo el A de lanta -do; mu ri poco despu s, el 18 de O ctu bre de 1595. D el Re y te -na cdula con po der para no m brar por sucesor la persona qu equisiera; haba designado como su he red era universal D .a Isa-bel de B ar re to , y po r vez prim era y nica en la historia figurauna mujer como Ad elantad a del mar O cano . Y por cierto queen circunstancias bien crticas. Las fiebres diezmaban colon os

    (1) La isla San Bernardo debe ser la isla Manihiki;\z. Solitaria a'guno de los islo-te s Danger, acaso Tema, en el Archipilago de Tokelau de la Unin.(2) La isla Santa Cruz es la principal del Archipilago que aun lleva hoy este nom-bre, y tambin el indgena de Indeni Nitendi; se halla al este de las tierras ms me-ridionales del Archipilago de Salomn.

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    27 y soldados; huan todos de tierra y buscaban refugio en las naves ry cuando el hambre les obligaba desembarcar para reponerprovisiones, los indgenas los reciban flechazos. Doa Isabe l,mujer varon il, de carcter terco y dom inante, supo, como mu-chos hombres en su caso no lo hicieran, mantener el prestigio'de su autoridad; se propona llevar cabo todos los proyectosde Mendaa, buscar la nao almiranta, y si no la hallaba, ir Manila y traer sacerdotes y gentes para volver la poblaciny acabar aquel descubrimiento. Pero las fiebres continuabancausando bajas, y entre stas la del hermano de la Goberna-dora, D. Lorenzo; fue preciso abandonar la baha Graciosa, nohubo nimos para poner gran empeo en buscar la almirantay descubrir otras islas, y se hizo rumbo Manila. Las tres naves-tenan que andar 900 leguas; en las aguas de la baha quedaban47 cadveres, y ahora en ruta apenas pas da en que no se-echasen al mar uno dos, y aun tres y cuatro algunos. La ga -leota, que no obedeca las rdenes de la capitana, vir una.noche y desapareci. La capitana iba tan destrozada, que pormilagro no se deshaca, y todos tan enfermos, tan hambrientos,,tan abrumados de fatiga, oyendo sin cesar los gemidos de es-culidas mujeres que con sus criaturas los pechos pedan todas horas pan y agua, que hubo quien propuso dejarse ir fondo. Tambin se perdi la fragata; punto estuvo muchas,veces de naufragar encallar la nica nao que restaba; ms porfin quiso la suerte que, atravesando los mares de las Caroli-nas y las Marianas, pudiese llegar Cavite el 11 de Febrero-de 1596.

    En el verano del siguiente ao , reparada en lo posible laSan Jernimo, march Acapulco D.a Isabel, ya casada conD . Fernando de Castro, y en compaa de su piloto mayorPedro Fernndez de Quirs, jefe pocos aos despus de otraexpedicin, tambin famosa por los descubrimientos que hizoen la zona del Pacfico meridional comprendida entre los pa-ralelos de 10o y 20o.El 21 de Diciembre de 1605 sali del puerto del Callao la-armada de Quirs. Eran tres naves en las que se haban embar-cado cerca de 300 personas de gente de mar y guerra, con al-gunos versos y piezas pequeas de artillera, arcabuces y mos-

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    28 quetes, y bastimentos de todos gneros para un ao (i). Pro-ponase Quirs alcanzar la baha Graciosa y dirigirse luego Nueva Guinea; navegando casi siempre al SO., descubri mu-chas de las islas del Archipilago Tuamotu, pas al norte del deTahiti, sin avistar la isla de este nombre, sigui por las aguasdel Archipilago de Tokelau de la Unin, donde est aquellaisla Peregrina, cuyas rubias y hermosas mujeres tanto llamaronla atencin de nuestros navegantes, y llegaron, no la isla deSanta Cruz, que buscaban, sino la inmediata de Taumaco del Socorro, donde haba una pintoresca aldea cercada de agua,por lo que la dieron el nombre de Venecia. Descubri Quirsotras islas de este mismo Archipilago, y avanzando luego hacia-al S., lleg al de las Nuevas Hbridas , en cuya isla mayor, seaen la tierra que llam del Espritu Santo, en la baha de SanFelipe y Santiago y su puerto de Veracruz, fonde la escuadra.Era la baha tan grande, que en ella caban todas las escuadrasdel mundo; all desembocaba un ro tan ancho como el Gua-dalquivir, y all se proyect fundar las ciudad de Nueva Jeru-saln.

    Crey Quirs que era esta tierra el principio del gran conti-nente austral y la dio el nombre Austrialia del Espritu Santo.En uno de los memoriales que dirigi Felipe I I I deca quepor felice memoria de V . M. y por el apellido de Austria ledi por nombre la Austrialia del E spritu San to; esto ltimoporque en el da de la Pascua del Espritu Santo tom posesinde la tierra.Un da del mes de Junio salieron los tres navios reconocerla isla; los vientos y las corrientes los alejaron de tierra y ya nopudieron volver al puerto. Dos de aqullos se separaron de lacapitana; sta naveg en demanda de Acapulco y logr surgiren el puerto de la Navidad, despus de haber descubierto va-rias islas, entre ellas la del Buen Viaje, sea la ms septentrio-nal del archipilago de Marshall (2).

    (1) Historia deldescubrimiento de las regiones austrialeshechopor el general Pedro F er-nndez de Quirs, publicada por D. Justo Zaragoza, t. i.(2) Las islas que descubri Quirs fueron: Lu na-Pu esta, Encarnaci n, Anegada Ducie, San Juan Bautista, San Valentn, Sin Puerto Henderson, San Telmo, Matu-revavao Actseon, Las Cuatro Coronadas, Las Anegadas, Las Vrgenes Tureia, San

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    Una de las naves que se apartaron de Quirs, la almiranta,-tom rumbo al O. y realiz el viaje que ha inmortalizado sucapitn Luis Vez de T orres. No vi ste esas islas copiosasde-oro, perlas y especera de que habla Figueroa en su Historiade D. Garca Hurtado de Mendoza; pero descubri muchas ycoste la Nueva Guinea por el S., teniendo la banda opuestaotra gran tierra, la Australia. Navegaba, pues, por el estreche'que hoy se denomina de Torres, uno de los muy contados-nombres espaoles que los cartgrafos extranjeros han tenido bien dejarnos en el novsimo mundo que Espaa descubri.Torres, en carta que escribi D. Felipe III, consign noti-cias muy completas acerca de la hidrografa, topografa y etno-grafa de las tierras por l descubiertas , y seal ya los rasgosdistintivos de australianos, papuas y polinesios. Bien puedeafirmarse que nuestros navegantes de principios del siglo xvnsaban ms de estas regiones de Oceana que los gegrafos eu -ropeos de la primera mitad de nuestro siglo.En 1601, es decir, antes de los descubrimientos de Torres,-Herrera, en la descripcin que precede sus Dcadas, hacauna bastante exacta de las costas septentrionales de NuevaGuinea (1). Ahora, despus de los viajes de Torres, pudo yacompletarse el conocimiento de esta vastsima isla, y se traza-ron mapas y planos que tambin hubieron de copiar utilizaren el extranjero. Trabajos cartogrficos espaoles sirvieronMiguel, Santa Polonia, Negonego Carysford, La Conversin de San Pablo Anaa rDecena Faiti, Sagitaria y Fugitiva, dos islas del grupo Toau Joau (todas las pre-cedentes del Archipilago Tuamotu); Peregrina, Olosenga Swain, en el grupo Toke-lau de la Unin; Taumaco del Socorro, Temelflua, Tenac Tucopia, San Marcos Pan de Azcar, M argaritana, Vergel, Lgrimas, de San Pedro (estas cuatro ltim asdel grupo archipilago llamado hoy Banks); Portales de Beln y Virgen Mara, am-bas del mismo archipilago, acaso partes de la tierra del Espritu S anto , la qu eantes Quirs haba llamado de Cardona, en memoria del Duque de Sessa; finalmente,,las islas Pilar de Zaragoza, cuya situacin no es fcil dete rm inar, y la isla del Bu enViaje.(1) La costa de la Nu eva Guinea comienza cien leguas al O rien te de la isla d eGilolo, en un grado poco ms de la altura de la otra parte de la equinoccial, desdedonde se va prolongando para el Oriente con trescientas leguas, hasta subir en cinco seis grados Desde el mar parece la tierra de esta costa de Guin ea bu ena , y loanaturales que se han visto son negros atezados, y hay en la costa muchas islas, conbuenos surgideros y puertos, etc. (Cap. xxvn, titulado De la Nueva Guinea, islas de-Salomn y los Ladrones..)

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    V .Ms pobre es la historia de los descubrimientos espaoles enOceana durante los siguientes aos del siglo xvn. Bien es ver-dad que nuestros navegantes haban ya surcado todos los maresde aquella regin del globo y eran conocidas sus principalestierras. Faltaba slo explorar el interior de las grandes islas, re-conocer las ya vistas, situarlas con mayor precisin en losmapas. Hay en aquella parte del mundo archipilagos de cente-nares de islas, islotes y arrecifes, y se necesitaban muchos aosy muchas y detenidas exploraciones para conocer y situar conexactitud en los mapas todos esos atolones anillos de coral,esas tierras novsimas que apenas sobresalen de la superficie delas aguas, que el oleaje desmenuza y labra, que el viento fe-cunda, llevndoles semillas arrancadas de otras tierras, y queacaban por poblar los habitantes de las vecinas islas, terminandoas el hombre la obra de creacin que empezaron los humildeszofitos.Entrado el siglo xvn, navegantes extranjeros rivalizan conlos nuestros en la exploracin de los mares ocenicos; holan-deses, ingleses y franceses desembarcan ya en las tierras que enel siglo anterior descubrieron los espaoles, y estos ltimos ce-jan algn tanto en el empeo que antes pusieron en conquistary colonizar las islas de Oceana.Slo merece consignarse el descubrimiento de algunas otrasislas de la Micronesia, entre ellas, la que el piloto Lezcano vioen 1686 y llam Carolina, en honor de Carlos I I , nombre queluego se aplic todo el archipilago que aqulla pertenece.Tampoco hay noticia de nuevas expediciones en la primeramitad del siguiente siglo. Es preciso llegar la poca de Car-los I I I para ver nuestros marinos tomar parte con los extran-jeros en los. descubrimientos y estudios hidrogrficos y geogr-ficos de Oceana.En 1770 las autoridades espaolas del Per , que tenan noti-cia de los viajes efectuados por Wallis y Cook en el Pacfico,tra taron de averiguar si los ingleses se haban establecido en al-

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    gunas de las islas que hay en aquel mar, y en el mes de No-viembre del citado ao salieron del Callao con este objeto elnavio San Lorenzo y la fragata Santa Rosala, que mandaban,respectivamente, D . Felipe Gonzlez de Haedo y D . AntonioDomonte. Llegados la isla Pascua, supusieron que era estala-Tie rra de Davis, David, como dicen las relaciones espaolas,,y la llamaron San Carlos (i). Detuvironse en ella cinco das,clavaron tres cruces en otros tantos cerros, arbolaron la ban-dera de Espaa, y puesta la tropa sobre las armas, el capitn defragata D. Jos Bustillo tom posesin de la isla, con las cere-monias acostumbradas, en nombre del rey D. Carlos III, ypara mayor corroboracin de este acto tan serio firmaron signaron algunos indios concurrentes, gravando en el docu-mento testimonial ciertos caracteres, segn su estilo (2).Dos aos despus, en 1772, dise la vela del citado puerto-del Callao la fragata guila, mandada por D. Domingo deBoenechea , quien en su ruta al O. encontr varias islas de Ios-archipilagos Tuamotu y Tahiti. A la gran isla Tahiti la llamAmat, apellido del Virrey y Gobernador general de los reinos y

    provincias del Per y Chile. En 1774 volvi Boenechea Ta-hiti, hizo levantar una casa de madera para albergue de dos re-ligiosos que all quedaron con el propsito de convertir losnaturales, y cuando preparaba su regreso Amrica falleci, ysu cuerpo fue sepultado al pie de una gran cruz que los espao-les colocaron en las orillas del puerto que haban llamado SantaCruz (Ohatutira Fatutira, en Taiarapu, la pennsula menor deTahiti), donde estbala casa de los misioneros. Al siguiente aode 1775, la misma fragata al mando del teniente de navio don:

    (1) Ex tract o del Diario que ha he cho D. Felipe Gonzlez H ae do , capitn de fra-gata y comandante del navio de S. M. nombrado San Lorenzo, que efectos del Realservicio mandado por el Excmo. Sr. D. Manuel Amat y Junient, caballero de la Ordende San Juan, etc., etc., sali del puerto del Callao de Lima en conserva de la fragataSanta Rosala, su com andante D. An tonio Do mo nte, capitn de fragata , uno y otrobuque con vveres para seis meses. (Fol. 77 del tomo de MMSS. existente en la Bi-blioteca de la Real Academia de la Historia, titulado Viajes en la Mar del Sur.)(2) Relacin diaria de lo m s partic ular, y acaecido en la navegacin hech a en la.fragata Santa Rosala del m ando de su capitn D. Anton io Do mo nte, que sali del'puerto del Callao el 10 de Octubre de 1770 en conserva del navio San Lorenzo, ha-cer la descubierta y reconocimiento de la isla David y otras en estos mares del Sur.(Fol. 86 del mismo tomo.)

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    3 3Cayetano de Lngara, ancl de nuevo en el puerto con vverespara los dos frailes; pero stos, que no haban conseguido hacerproslitos, dejaron la isla, y con Lngara volvieron al Pe r . E nestos tres viajes se vieron 22 islas, entre ellas todas las del A r-chipilago de la Sociedad Tahiti (1), cuyos jefes aceptaron lasoberana del Rey de Espaa, como lo declara el documentoque copi D . Tom s Gayangos en los ltimos folios del Diariode la navegacin (2).Todava los naturales de Tahiti conservaban el recuerdo delas expediciones de Boenechea y Lngara, cuando en 1866 losmarinos de la Numancia, al dar la vuelta al mundo, hicieron

    (1) Descripcin de las islas del Ocano Pacfico reconocidas ltimamente de ordende S. M. por D. Domingo de Boenechea, capitn de fragata de la Real Armada y co-mandante de la de S. M., nombrada Santa Marta Magdalena (alias El guila) en losaos 1772 y 1774.Astronoma y otros asunto s, t. v, fol. 84; M S. de la Direccin deHidr ografa que copi y public el au tor de esta conferencia %n 1884 (La Polinesia,un vol. en 4.0 de 297 pginas).En la misma Direccin de Hidrografa hay otrosmanu scritos relativos estos mismos viajes. E n la B iblioteca de la Real Academia dela Historia y en el tomo de manuscritos referentes Viajes en la Mar del Sur, hay unarelacin firmada por Domingo de Boenechea, y el Diario de la navegacin, escrito porel teniente de navio D. Toms Gayangos.(2) Pedro Freir de An drad e, contador de navio de la Real Armad a, con destinoen la fragata de S. M. Santa Mara M agdalena (alias guila),Certifico, qu e el da 25 de En ero del presente ao las quatro de la tarde, por dis-posicin del comandante de este buque D. Domingo de Boenechea, los oficiales deguerra, D. Thomas Gayangos, theniente de Navio, D. Raimundo Bonacorsi, iden defragata, D. Nicols Toledo, alfrez de Navio, D. Juan de Apodaca, alfrez de fragata,y D. Juan Herv, iden, y primer piloto; y los padres misioneros F. Jernimo Clota yF . Narciso Gonzlez, juntos todos en la casa del establecimiento, convocamos ellapor medio del int rprete los Erie s principales indios de ms suposicin del partidopara formar nuestro establecimiento; y habindoles preguntado si eran no gustososde que dichos padres y el intrprete quedasen en su isla, respondieron todos unnimes

    que s, prometiendo voluntariamente los dos Eries principales Begiatua y Hotu favo-recerlos y defenderlos de todo insulto de parte de los habitantes de la isla, ayudarlos su subsistencia, y en el caso de faltarles los alimentos de su uso, proveerlos dequa nto ellos disfruten, hacindonos al mismo tiem po la discreta prevencin de que enel caso de hacer los nuestros alguna extorsin los habitantes de la isla de Morea conquienes no estaban en a mistad, alguna em barcacin extranjera quienes ellos nopudiesen resistir, no se les deba hacer cargo alguno.Se les hizo saber por medio del intrprete la grandeza de nuestro Soberano; el in-contestable derecho que tiene todas las islas adyacentes sus vastos dominios; susdeseos de favorecerlos instruirlos, para que sean superiores todos los que viven enla misma ignorancia; y les ofrecimos en su Real nombre, mediante las facultades con

    que se ha dignado autorizarnos en el capitulo once de la instruc cin, proveerlos demuchos tiles, defenderlos de sus enemigos, y que serian visitados con frecuencia porlas embarcaciones de S. M. si cumplian con fidelidad lo prometido. Demostraron to-

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    34 ~alto en esa pintoresca isla. Una sobrina de la reina compuso ydedic nuestros com patriotas una cancin que, librementetraducida, deca as:

    Habis arribado oh espaoles! las costas de Tahiti, y sushijas os dan la bienvenida. N o es sta la vez primera que vues-tro pabelln ha flotado la vista de este pequeo pas: hom bresde vuestra raza, que surcaban los mares, hallaron aqu reposoen tiempos muy lejanos. Descansad, pues, ahora vosotros comoentonces ellos, y cuando de nuevo os arrojis luchar con elOcano, nuestros ojos seguirn vuestras naves hasta que sepierdan en el horizonte, y quedaremos rogando para que lafortuna os acompae en vuestra navegacin (i).El A rchipilago de Tahiti recibi de Boenechea el nombre deIslas Carolinas, en honor del rey Carlos III. Blas de Barreda,autor de la descripcin que antes se ha citado, y que dedic la Duquesa de Medinasidonia, llama todas las islas que Boe-nechea vio Tierras de Quirs, suponiendo que eran las mismasque descubri el piloto Fernndez de Quirs. La denominacinpuede aceptarse para las islas que forman parte del ArchipilagoTuam otu; ms no respecto de las de Tahiti, las que aqul nolleg, pues si bien es cierto que todos los que han escrito acercade estos descubrimientos afirman que naveg Quirs por losmares del Archipilago de Tahiti, y creen que la isla de estenombre es la Conversin de San Pablo la Sagitaria, ningunade estas reducciones es exacta, y as procur demostrarlo hacepocos aos (2). Baste decir que la isla Tahiti es una tierra vol-cnica, con altas montaas dispuestas en forma circular, y laque Quirs llam Conversin de San Pablo era, segn la rela-cin del viaje de dicho piloto y el Diario que escribi Gonzlezdos una gran complacencia, y en alta voz dijeron que lo admitan por Rey de Otaheytcy de todas sus tierras, sindoles muy agradable la formalidad de este convenio. Y paraque conste los fines que convengan, expido esta bordo de la propia fragata al anclaen el puer to Ox aturira de la isla oriental de Amat (alias Oto tahey ti), en cinco deEnero de mil setecientos setenta y cinco.Pedro Freir de Andrade.Es copia de unoriginal que ex iste en el Archivo de la Secretara del Despacho de Ind ias, que deorden del Exc mo . Sr. D . Josef de Galvez, su Secretario, se mand dar. Madrid, 12 deMarzo de 1778.Manuel Josef de Ayala.

    (1) Eduardo Iriondo: Impresiones del viaje de circunnavegacin en la fragata blindadaNumancia; Madrid, 1867.(2 ) La Polinesia,obra citada.

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    - 35 -de Leza (i), tierra baja con un gran lago en medio un pedazode mar cercado de tierra. De la Sagitaria slo dicen las rela-ciones que se vio 5 6 leguas de distancia, y al citar la Fugi-tiva, descubierta al amanecer del siguiente da, se afirma queera como las dems islas, es decir, anegada. Es bien seguro quesi la Sagitaria fuera Tahiti, hubiera llamado la atencin de nues-tros navegantes, y no dejaran de anotarlo en sus diarios, el as-pecto de esa tierra tan distinta de las islas que antes se habandescubierto.Tengo la satisfaccin de poder consignar que en Papeete, ca-pital del Archipilago, el Diario Oficial reprodujo y aceptcomo buenos mis argumentos (2). Pero si la verdad histricame obliga privar Quirs de la gloria de haber descubierto laReina de las islas de la Polinesia , no estar dems recordarque este descubrimiento, realizado por el ingls Wallis en 1767,es slo anterior en cinco aos al viaje de Boenechea.Entre otras expediciones de la poca que hemos llegado, nodebe omitirse la penosa y larga navegacin que en aguas delPacfico hizo D. Francisco Antonio Mourelle de 1779 1781.Hallndose Mourelle en el puerto de San Blas, en Noviembrede 1779, despus de haber explorado en aquel mismo ao la costanoroeste de Amrica, dispuso el Virrey que la fragata Prin-cesa, al mando del capitn D. Bruno Hezeta, y sirviendo Mou-relle en ella el destino de segundo comandante, condujese alasislas Filipinas tropas, caudales y plvora. Dio vela la fragata delPu erto de San Blas el 21 de Febre ro de 1780; y luego que lleg Manila, qued el comandante al frente de las fuerzas marti-mas que se disponan en el puerto de Cavite para su defensa, y

    ( 1 ) Historia del descubrimiento de las regiones austriales, hecho por el general PedroFernandez de Quirs, publicada por D. Justo Zaragoza.Madrid, 1876.(2) Plus rcem ment, en Octobre 1882, M. Beltran y Rzpide a fait para tre unessai de dissertation critique sur la dcouverte par Quirs de certaines les Tuamotu,que des gog raphe s ont confondues avec Ta hiti et les les de la Socit Ce tte con s-ciencieuse dissertation est un trait de lumire sur la route de Q uirs du 10 au 14 fe-vrier 1606; car elle proiw e clairement que les quatr e terres vues par ce navigateurentre les parallles 18

    oet 14

    oSud sont des les Tuamotu. Elle fixe d'une maniere pre s-que certaine leurs positions respectives, et elle cite Hao comme etant l'ile qui repondaux donnes de Belmonte et de Leza sur la Conversin de San Pablo. {Journa l officie-de sEtablissements francais de l'Ocanie.2 9 M ay o i 8 8 4 . )

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    - 3 6 -recibi Mourelle el mando de la fragata con orden de pasar alpuerto de Sisirn, que est en la costa oriental de Luzn. Enio de Noviembre, hallndose en dicho puerto, le l legaron plie-gos del Gobe rnad or y orden de con ducirlos al reino de la N uev aEspaa; pero el estado de los vveres que tena bordo y sucantidad no corresponda al t iempo que era preciso emplear enel viaje, ni estaba el buq ue bien provisto de jarcias y dem spe rtrech os, y lo que era peo r, el nm ero de pipas de aguadaslo co ntena la necesaria p ara cua tro meses de racin corrientesin contar los derrames y la que deba darse al ganado, de modoque era imposible hallar medio de co ncluir con ella la de rrota .Sin embargo, obligado Mourelle cumplir rdenes superiores,de term in la salida y aun tu vo que apre surarla para evitar ladesercin que ya com enzaba, noticiosa la m arinera del viajeque iba e m prende r .Naveg primero la fragata hacia el E. y SE., por los maresde las Pa laos y C arolinas ; m s forzada po r los vie nto s, pasla lnea equino ccial, y al sur de ella descu bri rec on oc iMourelle crecido nmero de islas de la Melanesia, tales comoLos Ermitaos, Los Anacoretas , Los Monjes, San Matas ,La Tempestuosa y Nueva I r landa , a l nordes te de NuevaGuinea. todo trance precisado proveerse de agua, resuel to noarribar las Marianas por no perder la longitud que tena ga-nada hacia el E., y no presentndose sobre la carta otras islasque por la parte del N. le ofrecieran aquel socorro, puso lamira la t ierra de Salomn, proponindo se despu s, una vezrestablecida la aguada, atravesar la l nea hacia el N. Tomadaesta resolucin, naveg, segn convena, por los rumbos prxi-mos al E. que le permitieron los vientos flojos que le soplabanentre el NE. y N., mas como nunca mudaban su direccin, lellevaron insensiblemente la latitud de 12o S., y perdida ya laesperanza de arribar las islas de Salomn, naveg en solicitudde las de Rotterdam y Amsterdatn (Namuka y Tonga-Tab), de otras cualesquiera del hemisferio meridional, donde siem-pre haban hallado muchas los viajeros.Constan estas noticias en una de las Memorias de la Direc-cin de Hidrografa publicada en 1809 por D. Jos de Espi-

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    37 nosa (i) , y tambin en una relacin manuscrita que se conservaen el mismo centro (2), que difiere algo de la impresa en las Me-m orias, y de la que repro du je algunos prrafos en la ob ra ci-tada (3). En dicho manuscrito se consigna que Mourelle descu-bri las islas Amargura, Vzquez, Culebras, Late, Sola, Conso-lacin, Mourelle y los grupos de Mayorga Vavao, y Glvez Hapai, todas del Archipilago Tonga de los Amigos, y tam-bin las de San Agustn L ak en ay otr as del Archipilago Ellice.Refirindose Mourelle y otros marinos espaoles del si-glo XVII I , dice un historiador ingls, Coxe, que si los nombresde Gonzlez H aed o, D om onte , M ourelle y otros, no han lo-grado celebridad igual los de Ansn, Cook, Vaucouver, Bou-gainville y Lap erou se, no es por falta de m rito en aqullos,an tes bien, se ha deb ido esta obsc uridad la poltica suspicazde su Gob ierno con respec to todas las operaciones que man -dab a hac er en sus dominios. :Lo cierto es, seores, sea cual fuere la causa, ya esa poltica que alude Coxe, ya las corrie ntes de extranjerismo que aquvinieron de allende el Pir ine o y desviaron algn tan to nu estr aatencin de la historia y de la cultura nacionales, ya tambin elpred om inio de estudios de car cter ms positivo en sus resulta-dos que los trabajos histricos y geogrficos, lo cierto es, re-pi to , que la mayor parte de las relaciones de estos viajes seconservan inditas, no son muy ledas las que estn impresas, ylos nom bres de nue stros na vegantes y descu bridores, por serpoco conocidos, aparecen en segundo trmino, con notoria in-justicia, al lado de los extranjeros.

    Terminar con la mencin de las corbetas Descubierta yAtrevida que mandab a D . Alejandro M alaspina, y que des-pus de haber navegado por el Ocano Pacfico desde Aca-pulco las Marianas y Filipinas, se dirigieron la Australia y las islas de V av ao . Est a n avegac in fue su m am ente pen osa;(1 ) M emorias publicadas por la Direccin de Hidrografa; M emoria 3.*; observa -ciones practicadas en las Marianas y en las Filipinas, en la Nueva Holanda y Archi-pilago de los Am igos, con un apndice que contiene la noticia de la nave gacin de la

    fragata Princesa, al mand o del alfrez D . Francisco M ourelle desde Manila San Blas,por el Ocano Pacfico en 1780 y 1781.(2) Diarios; MM SS., vol. vi.(3) La Polinesia; pginas 106-111.

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    las corbetas sufrieron en los aparejos y en los cascos averas dem uch a entida d, y no sin peligro logra ron fond ear en la bahaque M ourelle haba llamado del Refugio. Te rm inad o un rec o-nocim iento hidrogrfico de todo el Archipilago d los Am igos,las corbetas hicieron rumbo hacia la Amrica meridional, yfondearon en el pu erto del Callao el 23 de Julio de 1793.#

    * *

    Y acaba aqu, seores, esta breve historia de los descubri-mientos de los espaoles en la Oceana, historia tan gloriosacom o escasa en resultados prcticos para nue stro dom inio co-lonial y m artim o.Las tierras de Q uirs estn en po de r de Fra nc ia; ingleses,holandeses, franceses y alemanes son los seores de las islas quedescubrieron Saavedra y Gri jalva, To rres y M end aa; ondeael pabelln britnico en las tierras que llevaban nombres espa-oles antes de 1550.De todo ese mundo que descubrimos y del cual solemne-m ente tom am os posesin , slo con servam os las Filipinas, lasM arianas y los islotes y arrecifes de C arolinas y Pala os. Otratierra de aquellos mares, que exploraron naves salidas de lospuer tos de Am rica, per tenece tambin, s in o Espa a, a u npueblo de raza espaola, Chile, que no ha mucho iz su ban-dera en la isla Pascua.Y quin sabe, seores, si ese O can o Pacfico, hoy dom i-nado por otras razas, ser algn da un mar espaol! La Histo-ria nos demuestra que la civilizacin y el cetro del mundo si-guen el cam ino aparen te del sol. Y as com o grande s regione sdel Asia, donde en otro tiempo hubo imperios poderosos, hanvenido ser patrimonio de Estados europeos, acaso en lo por-venir las t ierras de E uro pa se hab rn con vertido en coloniasde Amrica, y los pueblos americanos sern los ms civilizadosy po tentes, y esa raza espaola que pue bla tod a la costa del Pa -cfico, desde el estrecho de Magallanes hasta California, nece-sitar espaciarse en aquel inme nso mar, y har valer su fuerza