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Una reflexión sobre modo no instrumentales de educación popular

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DES)ORDENAR LO VIVIDO, REORDENAR LO SABIDO: DFICIT SIMBLICO Y OBJETIVOS NO INSTTRUMENTALES PARA LA EDUCACIN POPULAR CONTEMP

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(DES)ORDENAR LO VIVIDO, (RE)ORDENAR LO SABIDO: DFICIT SIMBLICO Y OBJETIVOS NO INSTRUMENTALES PARA LA EDUCACIN POPULAR CONTEMPORNEA.

Julin GonzlezUniversidad del Valle

El siguiente ensayo aspira a ofrecer algunas ideas respecto a las relaciones entre educacin popular y el propsito central de desentrabamiento de la imaginacin colectiva, es decir las relaciones entre la educacin y la cultura, entendida como el mbito en que se dan cita lo no operativo, lo poitico, lo que se resiste a la instrumentalizacin y la funcionalidad ensimismada. Este ensayo expone algunos argumentos sobre el tipo de objetivos no instrumentales que deberan animar a la educacin popular contempornea.

De hecho, una nueva resistencia civil ha nacido desde la convergenciade tres tomas de conciencia: la de la degradacin ecolgica,la de la crisis del empleo y la del empobrecimiento del campo. Espontneamente, los microtejidos sociolgicos se forman en su lucha contra el desempleo, el abandono de los pueblos, la anomizacin de la vida. Estos actan por la calidad de la vida y la regeneracin de nuestra civilizacin.Edgar Morin (1997)

Otro camino debera abrirse: no est trazado de ningn modo. Puede abrirse nicamente a travs de un despertar social y poltico, es decir, de la voluntad de libertad. Esto exigira un despertar de la imaginacin y del imaginario creador. Por razones que trat de explicar, tal despertar es por definicin imprevisible (...). Todo lo que podemos hacer es prepararlo en la medida de nuestras posibilidades, desde el sitio que ocupamos.Cornelius Castoriadis (2002).

Al poner como fundamento de la historia humana al imaginario social instituyente, y no a la razn, no a la ley, no a la tcnica, no a la economa o a la naturaleza o, para ser ms contemporneos, a la gentica o a la estructura neurocerebral, Castoriadis (1997, 1998, 2002) plantea una inquietante ontologa de nuevo tipo en el devenir de la filosofa Tal como sabe advertirlo Castoriadis la imaginacin no fue considerada seriamente en la tradicin filosfica de Occidente, a pesar de las tentativas de Aristteles en su tratado Del alma, a pesar del Kant de la Crtica a la razn pura (que en su momento elabor la nocin de imaginacin trascendental), a pesar de Heidegger que se reencuentra con el problema de la imaginacin a partir de Kant, pero terminar abandonando el tema. Ser Castoriadis quien se ocupar de sostener la centralidad de la imaginacin en el devenir humano. . La imaginacin es la esencia de la psique humana y trasciende el puro ejercicio de la lgica, la razn instrumental y los determinismos de la naturaleza y, hasta cierto punto, de la historia instituida o heredada. Y en tanto capaces de imaginar y crear ex nihilo en virtud de este dominio poitico, los seres humanos somos capaces de trascender el mundo dado y movernos ms all de requisitos funcionales. Sin esta condicin, sin la imaginacin que instituye, la especie humana estara en la actualidad repitiendo y reproduciendo las primeras habilidades de la supervivencia natural. Creamos significaciones imaginarias que fundan la historia humana. Sin estas significaciones instituidas por la imaginacin social el mundo carece de sentido. Esta ontologa de la creacin y del imaginario social instituyente, esta idea segn la cual es indispensable procurar condiciones para que los seres humanos podamos imaginar y criticar de manera radical lo dado y lo instituido, plantea un desafo de nuevo tipo a la educacin popular, a la educacin de adultos y a la educacin en general. Las ideas que expondr en este ensayo sustentan y explican el espritu y atmsfera de conceptos que animaron el desarrollo de una estrategia educativa y de recreacin denominada juegos-simulacro Sobre esta base se concibi una investigacin titulada Los juegos simulacro como estrategia educativa para jvenes y adultos en proceso de alfabetizacin, realizada en Cali entre el 2000 y el 2002, financiada por la Fundacin Kellogg, la Universidad de Georgia (USA) y la Universidad del Valle (Cali). Desarroll tres juegos que demandan imaginar formas no destructivas de superacin de los conflictos personales, y favorecen la convivencia social, la solidaridad colectiva y formas no violentas de resolucin de conflictos en contextos sociales prximos, esto es, vecinales, familiares, en la escuela y el entorno laboral. Ver informe final de investigacin en Gonzlez (2003).. Esta estrategia educativa sugiere que la simulacin de situaciones de la vida ordinaria y comn puede constituir un recurso inestimable en la perspectiva de desentrabar y propiciar la imaginacin colectiva y singular de los educandos, estimular la crtica de los valores y puntos de vista heredados, reinterpretar la propia experiencia y contribuir a la superacin de dficit simblicos La nocin de dficit simblico, tan cara a algunas tradiciones psicoanalticas, ser usada en un sentido menos restrictivo y especializado en este ensayo. en un contexto como el colombiano- particularmente afectado por formas variadas de violencia homicida y agresin. En resumen, el siguiente ensayo aspira a ofrecer un conjunto de propsitos y objetivos no instrumentalizables y no funcionales para la educacin popular contempornea, justo cuando como advierte Castoriadis- el proyecto de autonoma parece ms amenazado y la imaginacin social pareciera haber entrado en barrena.

Educacin popular y crisis en Colombia.

La educacin popular en Colombia en los ltimos aos se ha esforzado por desarrollar y fortalecer los movimientos sociales, las organizaciones sociales, las organizaciones de base y por estimular iniciativas comunitaristas de diferente naturaleza, pues supone que con organizaciones ms fuertes, son mayores las posibilidades de pacificacin, de ampliacin de la democracia y el espacio social de los ciudadanos, colectivos y movimientos ciudadanos. Resistir a la influencia de los partidos polticos, relacionarse de un modo no clientelista con el Estado (procesar institucionalmente demandas, proyectos y exigencias al Estado, ejercer controles ciudadanos sobre su gestin), y construir organizaciones autnomas son criterios de eficacia dominantes en una suerte de Educacin Popular de corte toureiniano En Alain Touraine (2000) se extrema la idea segn la cual a las formas disolventes del mercado y las dinmicas mediticas, y al control coactivo del Estado y de las comunidades (con sus sesgos nacionalistas y fundamentalistas), hay que oponer el proyecto de sujeto, es decir, la capacidad de los grupos sociales, movimientos y personas para devenir en libertad un proyecto que resista ambos tipos de fuerzas.. La pobreza, la exclusin, la destruccin ambiental, el racismo, el analfabetismo, las formas de iniquidad contra las mujeres y los menores de edad, la falta de oportunidades de trabajo, la violencia y la violacin de los derechos humanos constituyen algunos de los problemas estratgicos y prioritarios abordados por experiencias e iniciativas de educacin popular y desarrollo comunitario. Algunas de esas experiencias son coordinadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONG), grupos comunitarios, colectivos polticos o religiosos, que traban relaciones con el Estado y las entidades financiadoras nacionales e internacionales. En algunas se advierten a pesar del propsito de estimular la autogestin de las comunidades y organizaciones de base- una vocacin directiva y de liderazgos tcnicos y profesionales, como si sospecharan que sin ese tipo de direccin experta los procesos no marcharan adecuadamente. Y sucede en la actualidad una situacin un poco paradjica: en algunas tareas y funciones especficas, las fundaciones, ONG y organizaciones sociales han terminado por reemplazar al Estado en sus tareas y responsabilidades pblicas. De esta manera, el desmonte del Estado a la luz de las iniciativas de corte neoliberal encuentra una dinmica complementaria e inesperada en la progresiva oenegizacin de algunas de sus funciones y responsabilidades pblicas, a travs de la contratacin directa de servicios y tareas con fundaciones, ONG y colectivos sociales. Y ha ocurrido que, debido a cierta vocacin fuertemente sociocntrica, activista y directiva de algunas de estas iniciativas de educacin popular y desarrollo comunitario, han terminado por articularse, no sin conflictos, con las formas contemporneas de accin estatal y empresarial. A este fenmeno le ha denominado Meja (1995) cooptacin de la educacin popular. Una cooptacin que ocurre como integracin de sus figuras histricas y gestores, convertidos en funcionarios, asesores o agentes que prestan servicios sociales pagados con fondos pblicos y privados; pero tambin como inclusin del utillaje discursivo, terico y metodolgico de la Educacin Popular en las distintas formas de trabajo social del Estado y la empresa privada. Extraa situacin esta que convirti los valores crticos de la educacin popular, sus tcnicas y sus propsitos en recurso til para los Estados y empresas que han sabido reciclarlos, reeditarlos y funcionalizarlos.En el caso colombiano, a esta dinmica de cooptacin viene a aadirse un problema adicional: el de la violencia poltica armada y el de la violencia social no poltica que se expresa como exclusin, autoritarismo y elitismo de los sectores integrados. Estas violencias suelen clausurar y secuestrar el espacio del debate poltico, la esfera pblica y frecuentemente arrasan la poltica en el sentido ms amplio del trmino Cornelius Castoriadis (1997) define el objeto de la poltica en los siguientes trminos: crear las instituciones que, interiorizadas por los individuos, facilitan en lo posible el acceso a su autonoma individual y a su posibilidad de participacin efectiva en todo poder explcito que existe en la sociedad (p. 292). . Si la Educacin Popular ha llegado a ser funcionalizable y cooptable es porque se ha fijado un horizonte que, aunque estratgico y urgente -la pobreza, la exclusin, la destruccin ambiental, el racismo, el analfabetismo, las formas de iniquidad, la falta de oportunidades de trabajo, la violencia y la violacin de los derechos humanos-, es insuficiente si aspira a desentrabar la imaginacin colectiva y extender las condiciones de un futura y cada vez ms radical autonoma. Hace falta disponer un horizonte utpico que procure una educacin popular crtica e imaginativa para estos tiempos duros y oscuros.Hasta aqu las malas noticias. A continuacin quisiera enlistar algunos imperativos esenciales para potenciar las promesas de la Educacin Popular en tanto instancia de liberacin y desentrabamiento de la imaginacin colectiva.

Primer objetivo no instrumental: reconocer la dimensin poitica de la de educacin popular

Creo que al leer y comprender la dimensin simblica, las dinmicas expresivas, las formas rituales que animaron el desarrollo de las experiencias de intervencin social (sean exitosas o no), estaremos dando cuenta de lo que explica, en buena parte, la eficacia educativa de los proyectos de educacin popular y desarrollo comunitario.Las buenas noticias son las siguientes: estas experiencias cooptadas por la empresa y el Estado son, en muchas ocasiones, autnticos laboratorios de experimentacin e imaginacin colectiva, independientemente de que el criterio de xito que las anima sea ms o menos instrumental. El examen de las experiencias de educacin popular y desarrollo comunitario El grupo de educacin popular de la Universidad del Valle, en interlocucin y trabajo con investigadores de cuatro universidades del pas, ha venido desarrollando en los ltimos diez aos el estudio y sistematizacin de una multiplicidad de experiencias de educacin popular y desarrollo comunitario adelantadas en Colombia. permite advertir que ms all de los rditos formales e institucionales, hay derivaciones y rditos incalculables que se expresan en valores que podramos llamar poticos, poiticos y creativos. Reinvencin de formas de gratuidad y solidaridad no previstas, desmonte de las formas heredadas de identidad social e individual excluyentes, reconocimiento de la alteridad, revaloracin de la palabra hablada y del cuerpo que juega, puesta a punto de habilidades narrativas no apreciadas o despreciadas, animacin y estimulacin de la vida personal, invocacin de las prcticas teatrales, afirmacin de las artes de vivir, calificacin positiva del sensualismo, exposicin colectiva de la vida singular, robustecimiento y celebracin del estar juntos, interpelacin e invencin de la memoria, revaloracin del arte que cultivan las personas comunes, crtica activa a la distincin entre artistas y pblicos, reciclamiento y relectura de lo que pasa por los media, el mercado privado y las industrias culturales. Todas estas derivaciones son poco instrumentales, no funcionalizables, intiles en el buen sentido de la palabra- y se ofrecen como indicios de resistencia al orden que nos domina y como afirmacin de la imaginacin. Lo anterior nos permite advertir que en las retricas, la expresividad social, las sensibilidades y juegos simblicos de los grupos vulnerables hay un modo de imaginar e instituir otros rdenes sociales posibles que ponen en tensin las formas naturalizadas de exclusin y dominacin o, cuando menos, las interrumpen durante el tiempo de la experiencia de trabajo comunitario y educacin popular. Esta invitacin a atender las retricas, la expresividad social, las sensibilidades y juegos simblicos como modo de abrirse a nuevos rdenes sociales imaginados que ponen en tensin las formas naturalizadas de dominacin, implica un riesgo: el riesgo de que estas aventuras expresivas deriven en espectculo y signo sin eficacia social, debidamente explotadas, banalizadas o ridiculizadas por el mundo heredado. Pero incluso, teniendo en cuenta el riesgo de banalizacin, es indispensable asumir que esta expresividad y estas estticas son la forma potente en que se aglutinan las personas, los movimientos, los grupos para articular proyectos y acciones sociales. Y esta comunicabilidad de fondo, esta convivencia que pasa por la expresin, esta sociabilidad que pasa por las estticas y las prcticas comunicativas, no son slo recursos claves de la convivencia cotidiana, sino el lugar desde donde potenciar el proyecto de sujeto (Touraine, 2000) personal y colectivo, y la imaginacin social. Las personas participamos de la vida dinamizndola, entre otras, mediante la actuacin y actualizacin de roles socialmente heredados. Esos roles nos adscriben a diferentes posiciones dentro del orden social y, hasta cierto punto, la vida de cada cual es un conjunto de trayectorias definidas por ese rcord de posiciones a las que aspiramos, rechazamos, adherimos o renunciamos; posiciones fuertemente determinadas por los campos de la vida social, los capitales posedos y por el habitus que cada uno de esos campos supone. De esta manera, la vida de cada persona es una lucha muchas veces encarnizada y feroz por posiciones y posesiones en que cada cual reconoce, de manera prctica, el mundo dado y sus lmites. Pero tambin, teniendo como horizonte ese mundo dado, las personas forjan e imaginan tanto el mundo deseado como el mundo alcanzable. La dominacin efectiva se presenta para cada uno como la naturalizacin y normalizacin de ese mundo razonablemente alcanzable, la adecuacin de las expectativas personales y colectivas al horizonte del mundo prctico dado, y el ajuste de los hbitos de vida y la imaginacin a las reglas de lo mnimo posible. Pero sin la capacidad de imaginar un ms all del mundo dado, la vida humana se hace recurrente y sobredeterminada, esto es, se deprecia y pierde calidad, deja de ser humana, deja de ser el mbito de la libertad posible. Las patologas contemporneas como el estrs, la prdida de horizonte existencial, el deterioro de las expectativas y el sentido de vida son sntomas de esa des-humanizacin o precarizacin de la existencia humana, incluso en los sectores no pobres de la poblacin. Es lo que nos recuerda Zuleta (2002): Investir, lo digo en el sentido psicoanaltico, es poner all su deseo; poner all su proyecto, poner all el foco de sus intereses y de sus trabajos, su atencin. Hoy es muy difcil eso: investir el futuro (p. 109). La educacin popular como trabajo recreativo esto es, que pone el nfasis en el desentrabamiento de la imaginacin- significa, sobre todo, una fuerte disposicin a investir el futuro, porque las personas se hacen sujetos en el ejercicio de dotar de sentido el futuro, de darle significaciones que instituyan otros rdenes imaginados, y de convertir en voluntad (poltica) y resistencia activa la vida que naturaliza la dominacin y la hace aparecer como inevitable e incluso deseable. Estamos permanentemente oscilando entre la determinacin y la libertad, entre una vida vivida como actores y otra como sujetos; unas veces cumpliendo nuestros deberes y otras imaginando un mundo en que los deberes sean otros, o no existan deberes. Oscilamos entre la vida vivida como guin y libreto, y la vida vivida como invencin e investidura de sentido. Transformar en proyecto de sujeto el trabajo de clculo y anticipacin que las personas hacemos todos los das, implica una tarea educativa de des-cubrimiento y re-conocimiento colectivo, de desentrabamiento de la imaginacin, que remueve aquello que impide ver hasta qu punto son verosmiles y posibles otras maneras de vivir la vida, otros modos no naturalizados de estar juntos, de erotizar la experiencia comn y de embellecer y cualificar la existencia de todos los das.

Segundo objetivo no instrumental: encarar los dficit simblicos

En la dimensin simblica, en la capacidad narrativa, en el juego y en el trabajo expresivo estn algunas de las claves que ayudan a desentrabar la imaginacin radical en que pueden fundarse otros rdenes posibles. A su manera, varios autores desde distintas y diversas vertientes coinciden en afirmar la importancia de la imaginacin colectiva como el lugar en que se articulan tanto la voluntad como el deseo de transformar y superar la dominacin y la exclusin, lo cual convierte a la imaginacin en el bien pblico y privado ms importante de la contemporaneidad, por encima incluso del conocimiento til. De ah que el estudio de las dimensiones simblicas, las sensibilidades en juego, las prcticas de expresin y representacin de la vida propia, las maneras de presentarse a s mismo en la escena pblica, resulten decisivos para este tipo de trabajo educativo, entendiendo que ese trabajo puede adoptar la figura de la recreacin social, la educacin popular o el desarrollo de estrategias de comunicacin social, nombres institucionalmente diferenciados para un mismo tipo de iniciativas de intervencin educativa Corvaln (1996) distingue cuatro concepciones de intervencin animadas visiones muy distintas del funcionamiento de la vida social. La intervencin integracionista, la competitiva, la militantista y la movilizadora. La ltima, de fuerte inspiracin toureniana, pone el nfasis en la capacidad que tienen los grupos sociales y personas para realizar un orden otro fundado en formas de asociacin y organizacin no subordinadas al Estado, el mercado y los modos modernos de gestin de las reivindicaciones polticas (el partido poltico, los organismos de representacin estatal y el sindicato)..Como puede observarse, hay dos ideas-fuerza implicadas en este ensayo: en primer lugar, frente a la habituacin y naturalizacin de la dominacin (la idea de un mundo dado al que le corresponden hbitos conformistas), se impone la urgencia de la imaginacin que se desentraba mediante intervenciones que apelan a dinmicas simblicas. Este modo de proceder permite adelantar la tarea educativa fundamental: la de investir el futuro (Estanislao Zuleta), la de construir el proyecto de sujeto (Alain Touraine), la de imaginar/crear radicalmente (Cornelius Castoriadis). La segunda idea-fuerza es la siguiente: las intervenciones sociales son, fundamental y esencialmente, dinmicas de recreacin social que intentan compensar (y en algunos casos manipular, usufructuar y aprovechar) dficit simblicos.La carencia de espacios sociales y culturales de mediacin para elaborar, refinar y regular las vivencias conflictivas- constitutivas de la relacin con los otros y consigo mismo- se puede denominar dficit simblico. Nos referimos aqu a la necesidad de que la relacin dual y especular del "tu" y "yo" requiere de la aparicin de un tercero para trascender los lmites de la misma y para hacer posible una negociacin y creacin de significados que trasciendan e integren aspectos parciales del conflicto y la diferencia. En la escena social este tercero es elaborado como un espacio de mediacin simblica y se manifiesta tanto en las prcticas culturales que permiten la experimentacin de mundos posibles y sueos de reconstitucin de la vida social, como en la creacin de sistemas socio-jurdicos y estatales que instituyen nuevas formas de manejo de los conflictos. Pero el dficit simblico debe ser entendido de una manera ms precisa: como algo que le ocurre al modo como est estructurado el orden social, y no como algo que le falta a cada persona. El dficit simblico le pasa al orden social y al poder, no a las personas y colectividades. Una ilustracin permite entender mejor esta idea: la imaginacin radical es esencialmente trabajo humano, como ocurre con todo en la vida humana. Es la forma ms importante de trabajo humano, porque en ella se funda la posibilidad de concebir otras instituciones imaginadas que realizarn nuevas formas de trabajo humano. En muchas personas hay mucha imaginacin radical potencial expresada como malestar, como resistencia, como deseo de que cambien las cosas. Pero el dficit simblico, es decir, la destruccin o la ausencia de recursos institucionales y sociales para poner a trabajar esa imaginacin radical entraba su puesta en marcha mediante la naturalizacin (o deshistorizacin) de las circunstancias en que cada cual vive. Ilustrmoslo de esta manera: las personas tienen una enorme capacidad de trabajo. Las personas podran trabajar en muchas cosas y haciendo infinidad de tareas. Ese potencial est dado. Pero los dficit financieros y las polticas pblicas se traducen en que hay una desposesin general de dinero, instrumentos, recursos para poner en marcha esa enorme capacidad de trabajo real. Dicho de otro modo, as como en las actuales condiciones se destruye trabajo humano real no porque no haya capacidad de trabajo o no haya personas que puedan realizar sus tareas, sino porque hay dficit que entraban el trabajo humano posible al quedar reducido y atrapado bajo la figura del empleo (desempleo) el dficit simblico resume el conjunto de circunstancias que entraban ese trabajo humano posible que como imaginacin radical- puede concebir nuevas instituciones que favorezcan la vida autnoma. Igual que el empleo trabajo pago e instrumentalizado-, la imaginacin puede convertirse en trabajo a destajo y pago, cooptado, bajo la figura de creatividad paga, imaginacin instrumentalizada y funcional, imaginacin individualizada, fantasa de cada cual, pensamiento de cada cual en su intimidad, ilusiones evasivas o la pequea imaginacin que se invierte en mejorar los rendimientos del mundo dado. As como los dficit econmicos desactivan y destruyen trabajo humano potencial, los dficit simblicos que son algo que le ocurre al conjunto social- desactivan ese trabajo humano que es la imaginacin colectiva e individual de aquellos que viven los malestares del bienestar y aspiran al bienvivir Edgar Morin, Poltica de Civilizacin, Revista Ensayo y Error, Bogot, septiembre de 1997.. Construir condiciones para superar esos dficit simblicos Hay que probar en qu sentido hay un sistema deficitario, en trminos simblicos, y cmo ocurre eso: la intuicin primera indica que si todos los hijos le celebran a sus madres el da de la madre obsequindoles electrodomsticos estamos ante un sistema deficitario, que se expresa en que dadas las relaciones internas del sistema- las probabilidades de que un miembro de la familia le obsequie a su madre un objeto convencional son altas. Es, en otras palabras, un dficit asociado a la conservacin limitada y restrictiva del orden social, como cuando en los conductores coordinan acciones, sin chocarse, justo porque no operan segn su propia y autnoma voluntad. ... el sentido de las acciones ms personales y ms transparentes no pertenecen al sujeto que las ejecuta sino al sistema total de relaciones en las cuales, y por las cuales, se realizan (p. 33). una construccin que, en relacin con la economa, es equivalente a la promocin de los fondos y asociaciones mutuales, trueques de empleo, cooperativas y colectivos para obtener y generar recursos- es bsicamente la tarea esencial de las intervenciones interesadas en movilizar y favorecer la construccin de una esfera pblica/pblica fuerte, una sociedad democrtica y autnoma Castoriadis (1997) distingue tres esferas donde se juegan las relaciones de los individuos y la colectividad entre ellos, y con su institucin poltica: la esfera privada, oikos; la esfera privada/pblica, gora; la esfera pblica/pblica que, en el caso de una sociedad democrtica yo llamara, para ser breve, ecclesia. Esta distincin abstracta, tiene sentido para todas las sociedad; quiero decir que ella nos permite pensarlas a todas significativamente, segn la distincin/articulacin que ellas instituyen entre esas tres esferas (...) El totalitarismo se caracteriza por la tentativa de unificar a la fuerza estras tres esferas y por el devenir-privado integral de la esfera pblica/pblica. (...) Las oligarquas liberales contemporneas- las supuestas democracias- pretenden limitar al mximo o reducir al mnimo la esfera pblica/pblica (...) Las oligarquas liberales contemporneas comparte, con los regmenes totalitarios, el despotismo asitico y las monarquas absolutas, este rasgo decisivo: la esfera pblica/pblica es, de hecho en su mayor parte, privada (...); las decisiones son tomadas detrs de la cortina, lo poco que es llevado a la escena pblica, es maquillado, reducido y tardo, hasta la irrelevancia. La primera condicin de existencia de una sociedad autnoma de una sociedad democrtica-, es que la esfera pblica/pblica sea efectivamente pblica, que sea ecclesia y no un objeto de apropiacin privada por grupos particulares (297).. Slo que en este caso, los recursos que debemos movilizar y encontrar para favorecer ese trabajo de la imaginacin radical, para desentrabarlo, son recursos simblicos (argumentos, textos, ideas, obras de arte, juegos, narraciones, documentos, filmes, conversaciones). Son el dinero con el que pagamos la puesta en marcha de ese otro trabajo.Una de las formas de superacin del dficit simblico es la construccin imaginada y argumentada del otro posible, de un tercero en la mediacin de nuestros conflictos: all nos jugamos la opcin de crear una amplia diversidad de alternativas que hagan posible una sociedad que piense y viva el conflicto, la agresin y la diferencia sin suprimir el conflicto por la va de extirpar o exterminar a alguno de los actores del conflicto. Tambin son claves para la superacin del dficit simblico, los recursos para imaginar de una manera desnaturalizadora- la vida vivida por cada cual, examinando la vida de otros como continuidad y objetivacin de la vida propia, desactivando mediante el reconocimiento de lo que somos y de la vida vivida, la diferencia de la que estamos hechos, la memoria y la narracin colectiva y grupal de las vidas- las formas heredadas de identidad y las formas de individualizacin que vacan el sentido Al respecto Prez (1996) ha desarrollado sugerencias cruciales bajo la nocin de psicologa de sujetos colectivos, como una manera de superar las formas heredadas de identidad sin pertenencia o de pertencia sin identidad.. Finalmente son estratgicas diversas formas del juego, como oportunidades para realizar las legtimas demandas sociales de experimentacin recientemente administradas por las tcnicas de entretenimiento. A todos los esfuerzos orientados a superar los dficit simblicos mediante la puesta en marcha de recursos y prcticas simblicas para desentrabar la imaginacin radical, le hemos denominado recreacin simblica, que designa la apelacin a diversos dominios, lenguajes y recursos expresivos para imaginar de manera renovada los rdenes sociales dados y los deseados. La educacin popular debe ser ante todo un ejercicio permanente de recreacin simblica contra los dficit simblicos que desarticulan el trabajo imaginativo e imaginario de las personas y colectivos.

Tercer objetivo no instrumental: trabajar los actores sociales y no los programas.

En un contexto de conflictos graves como los que ocurren en Colombia desde finales de la dcada de 1940, ha habido varios eventos y reuniones acadmicas orientadas a pensar las estrategias y requisitos necesarios para superar esta situacin de violencia persistente. Uno de ellos ha sido documentado por Tokatlin (1999) Juan Gabriel Tokatlian en su columna del peridico El Tiempo del 23 de mayo de 1999, titulada Un siglo perdido?, consigna sintticamente los resultados de la Comisin de Anlisis y Recomendaciones entre Colombia y Estados Unidos, convocada y coordinada en 1997 por el Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional., que resume en nueve objetivos esos requerimiento mnimos de pacificacin:

Construir una nueva sociedad, con un espritu genuinamente democrtico de participacin, transparencia y rendicin institucional de cuentas;impulsando el logro de un nuevo consenso bsico;afirmando el imperio de la ley;promoviendo el sentido colectivo de lo pblico;construyendo un Estado eficiente y eficaz;creando las condiciones para la convivencia, la paz y la seguridad internas;promoviendo una tica que supere las subculturas mafiosas, arbitrarias y violentas;asegurando una profunda modernizacin econmica..., una distribucin del ingreso y de la propiedad de la tierra ms equitativa, una poltica social vigorosa y el afianzamiento de un modelo sostenible de apertura;y reformulando substantivamente el sistema educativo para Colombia.

Lo interesante del documento es que al mismo tiempo constituye una agenda o programa liberal y reformista bsico en la sociedad colombiana de hoy; pero tambin -si se quiere- explicita de manera muy clara algunas de las demandas sociales ms sentidas por la sociedad colombiana contempornea: lucha contra la corrupcin, cultura de acuerdos y consensos sociales bsicos y salidas negociadas, equidad e igualdad ante la ley; fortalecimiento de lo pblico (que no de lo estatal); un Estado eficiente y eficaz (racional, en que no haya despilfarro ni robos del erario pblico); pacificacin mnima de la vida y seguridad; erradicacin de las violencias y formas mltiples de exterminio; modernizacin y acceso a la tcnica, y distribucin equitativa de la riqueza; reestructuracin del sistema educativo.Se puede advertir en este programa y agenda posible un rasgo decisivo para entender el lugar de la Educacin Popular hoy: esta es una agenda de buenos propsitos que no nombra actores sociales, sino dispositivos institucionales abstractos para la realizacin del proyecto modernizador: el Estado, la Ley, el Consenso, la Tcnica, la Equidad distributiva, la Seguridad y el Sistema Educativo. Se desdibujan los actores sociales y se hipertrofian los dispositivos abstractos (siempre razonables y buenos, en principio). Estamos entonces ante un discurso tpicamente moderno que reedita justamente aquello que nuestras culturas locales y formas particulares de vida social se niegan a aceptar: el desconocimiento de la experiencia social de los sujetos, comunidades, actores y grupos sociales en conflicto. Y bien sabemos que el problema no estara slo en la ausencia de ley, Estado, sistema, orden, tcnica, falta de riqueza sino en que -de una u otra manera- la fuerza social de los actores y grupos sociales concretos -que no se considera ni consulta a la hora de pensar los proyectos colectivos- invariablemente termina emergiendo e imponindose tarde que temprano sobre la abstraccin racional de la ley, el orden, el Estado, el mercado, la tcnica y -ahora de moda- la sociedad civil, la participacin, la paz, la equidad... El problema central entonces reside en que, luego de la abstraccin, viene la imposicin tcnica, militar, poltica, cultural, econmica de un orden social, de un conjunto de proyectos razonables y la devaluacin de la capacidad social de las personas para influir en los entornos pblicos concretos. La fuerza de la cultura y la vida social termina reconfigurando a partir de una diversidad enorme de conflictos concretos los buenos propsitos y las buenas razones. Entonces, prever -sin el concurso de los ciudadanos- lo que debera ser la vida futura va a contrapelo de la autodeterminacin como rasgo constitutivo de la democracia real. Autogestin, planeacin participativa, diseo participativo son modos tcnicos de nombrar la autodeterminacin como actitud fundamental en la gestin de la vida social y ciudadana. La participacin de las personas en los proyectos que los afectan no es una opcin, es una condicin fundamental para obtener resultados positivos y duraderos. Si se trata de ser ms competitivos, eficientes y creativos, slo implicados democrticamente en la ejecucin de esa agenda de prioridades y esos proyectos de desarrollo, la capacidad colectiva y la creatividad compartida pueden fructificar. Los actores y grupos sociales, y no los programas o proyectos de desarrollo per se, son la condicin de la educacin popular. La implicacin es un atributo comunicacional de la educacin popular y de la democracia real.

Cuarto objetivo no instrumental: trabajar el consentimiento social.

La educacin popular, en los escenarios futuros, se la jugara entonces por el nfasis en la construccin colectiva y conflictiva de proyectos, deseos y procesos sociales significativos para sus actores. La opcin no es la consistencia racional del programa y del proyecto, del orden preconcebido, sino ms bien el inters por construir -con todos los riesgos que implica- proyectos colectivos y rdenes compartidos. Eso es, en otras palabras, poner en duda la nocin de consensos. Los consensos y los acuerdos operan en un mbito de transacciones, es decir, en un mundo en que cada uno sabe qu puede poner y qu puede obtener, con lo cual la instrumentalizacin del dilogo es inevitable. La forma perfecta de un ambiente transaccional en que se trafica y apuesta con objetos y palabras para obtener beneficios mutuos es el mercado de capitales Entendiendo que la esfera de los intercambios sociales no se reduce al mercado y que el mercado no es reducible al mercado de capitales y sus transacciones privadas. Pero, adicionalmente, incluso en las formas ms especulativas, privadas y lucrativas del mercado, se ponen en juego algunos tipos de demandas pblicas y algunas defensas (precarias muchas veces) del beneficio comn.. Los acuerdos, transacciones y consensos operan mediante precios, convencimiento, manipulacin y -en el extremo- sometimiento. Por contraste, el mbito de los proyectos compartidos avanza, ms bien, mediante el consentimiento (como en las relaciones amorosas ms clsicas), en que no se sabe qu puede resultar de la dinmica y el proyecto compartido, no se sabe qu se puede ganar y perder, e incluso no es claro cul es el objetivo de la relacin, pero la dinmica implica inversin de deseo, de sentidos, de voluntades de muy diferente tipo en que -durante el proceso- los trminos de la relacin son transformados radicalmente. Sin ese sentido necesario del riesgo y sin la conciencia de la fragilidad de lo que se est configurando mediante la inversin de sentido y deseo, mediante el consentimiento, no parece posible un proyecto compartido. A duras penas es posible la astucia del golpe de manos y el oportunismo. Lo relevante aqu es que mediante el consentimiento no hay consensos, ni siquiera hay acuerdos, y sin embargo hay trabajo compartido en que se corren riesgos y se procura porvenir ms all de todo clculo inmediato. El consentimiento es un atributo comunicacional de la vida social y un requisito necesario de la educacin popular.

Quinto objetivo no instrumental: trabajar la gratuidad, la incertidumbre y el ombligo.

Lo que resulta valioso del trabajo comunitario sera menos la capacidad para hacer consensos y en consecuencia estimular formas de participacin en que se instrumentaliza la voluntad compartida (el cmo voy yo aqu, qu ventajas obtengo), sino el fortalecimiento de formas de solidaridad gratuita y no transaccional que constituyen modos de gestionar lo pblico sin apelar a lo estatal y al mercado de alianzas y pactos. Porque como advierte Lechner (1998) lo que est en crisis es justamente esta razn instrumental, que igual opera en el mbito de la tcnica, que en el de la poltica, en el de los negocios que en el de los amores convenientes. En Internet experiencias de solidaridad gratuita han producido un fenmeno tcnico y social de caractersticas inusitadas: se trata de Linux. Gentes de todo el mundo colaborando para desarrollar un lenguaje informtico y un sistema operativo que pueda competirle con eficiencia y productividad a los negocios privados de Microsoft e IBM. Tambin puede ser til recordar el caso de la red de intercambio de trabajo gratuito en Pars, a raz de la crisis de empleo. Los desempleados y subempleados se incorporaban al servicio de intercambio ofreciendo su trabajo a otros que, a su vez, pagaban trabajando gratuitamente a personas que pertenecan a la red. No es posible anticipar las consecuencias y proyeccin social de estas dinmicas. Se sabe que Linux es, hoy por hoy, el programa y lenguaje informtico de ms rpido crecimiento en los ltimos aos. La economa movilizada por esta red de trabajo gratuito en Pars no ha podido ser contabilizada con exactitud debido a que el volumen de los intercambios se ha multiplicado exponencialmente ms all de cualquier previsin tcnica y economtrica Y si a alguien le cabe alguna duda acerca de la existencia de una extraordinaria capacidad social subterrnea para los intercambios, basta con recordar un fenmeno local conocido: el famoso juego especulativo del avin, que en abril de 1996 y durante un par de semanas de desenfrenada ambicin, activ y revel cunto hay de energa social en red dentro de esta ciudad de Cali.. Compartir la experiencia creativa de otros grupos, de otros colectivos, animar las redes de intercambio de experiencia es estratgico hoy para romper con el localismo y favorecer el umbilicalismo Recuerdo una imagen abismal que mi amiga Mireya Marmolejo me obsequi. Me deca que uno de los signos y representaciones ms poderosas de nuestra condicin humana no debera ser tanto el cerebro o la mano como el ombligo. El ombligo nos recuerda que venimos de alguien que tuvo ombligo que vino de alguien que tuvo ombligo y que vino de alguien que tuvo ombligo... El ombligo seala el vnculo interno de nuestra humanidad sucesiva, filo y ontogenticamente constituida. De alguna manera, somos una red de ombligos; una red que se extiende por todo el espacio y se prolonga en el tiempo. En ese sentido, se tratara de favorecer la conciencia de red que nos liga a lo lejano tanto como a lo cercano, a lo reciente como a lo antiguo. Y entonces, en una inversin de los trminos, se tratara -ahora s- de mirarnos el ombligo. de los proyectos comunitarios y de educacin popular. El propsito de convertir cada experiencia de desarrollo social, comunitario, ciudadano en modelo y referencia de otras experiencias, la voluntad de aprender de otras iniciativas similares y el inters de recomendarse a otros constituye otro rasgo comunicacional de infinidad de proyectos de educacin popular y desarrollo comunitario.

Sexto objetivo no instrumental: trabajar la recreacin.

Poner en suspenso el lenguaje transaccional de la poltica instrumental y de los negocios, de la educacin instruccional, de la tcnica, nos obliga a reconocer el extraordinario vigor de lo que Sunkel (1985) ha llamado la matriz simblico-dramtico, lo que Hleap (1998, 2004) ha llamado la dimensin taumatrgica de la vida ciudadana o lo que en Maffesoli (1993, 1996) constituye la centralidad subterrnea de la mscara, el secreto, el juego y las socialidades y, en una palabra, lo que todos podemos reconocer con algn grado de convergencia bajo el nombre de Recreacin. La fiesta, el carnaval, el juego, la inversin de deseo, la borrachera, el arte, las experiencias estticas constituyen probablemente la forma exacta de la diversidad reconciliada y productiva, radicalmente diferenciada e imaginativa que sabe renovar el mundo aunque sea por un lapso breve. Pensar la belleza, pensar las dinmicas expresivas y simblicas, pensar el problema de la creatividad social se nos plantea como algunos de los desafos ms importantes de la educacin popular hoy. De otra manera, toda la recreacin social terminar instrumentalizada por la comunicacin estratgica y las tcnicas de entretenimiento social que desde la instituciones estatales y privadas apelan a las cosas del arte, el juego, la diversin y la fiesta para hacer convocatorias, masajear, reconfortar y armonizar de manera automtica los conflictos.

Seis objetivos no instrumentales para (des)ordenar lo vivido y (re)ordenar lo sabido en la educacin popular.

Bibliografa.

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