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Bote de náufragos «No sabían, pero lo sabrían pronto, que los privilegios no reportarían utilidad alguna» JUAN BAS Tras demasiadas millas de navegación sin rumbo, una tempestad hizo naufragar al pesado y vetusto galeón que necesitaba desde hacía mucho pasar por el astillero. Tan sólo un bote consiguió escapar de la succión del hundimiento definitivo de la nave. Los náufragos del bote eran el capitán, un pariente del rey, un clérigo, un prestamista y seis marineros. Cuando la mar recobró la calma, el capitán ordenó a sus marineros que tomaran los remos y bogaran sin descanso; no era imposible alcanzar la costa. El más veterano de los marineros razonó que si remaban todos, estableciendo dos turnos, aumentarían las probabilidades de salvación. El capitán lo abofeteó por insolente y le dijo que un oficial no rema. Ni por supuesto un pariente del rey. El clérigo se excusó por una lesión de espalda, pero a cambio rezaría con ahínco para que el Señor los salvara. El prestamista simplemente se negó a remar. El capitán le debía demasiado dinero, lo cual colocaba al usurero por encima de su mando. El capitán pidió a los marineros ese esfuerzo por el bien común, el pariente del rey les permitió un besamanos, el prestamista les dejó una moneda de plata a cada uno a bajo interés y el clérigo bendijo el sacrificio que iban a realizar. El agua y la escasa comida mermaron rápidamente a pesar del racionamiento, que era en proporción dos raciones a una: una los marineros, dos los demás. El marinero portavoz pidió que el reparto fuera al revés, por lógica de esfuerzo y eficacia; se llevó otra hostia. Las provisiones llegaron al límite. El nuevo racionamiento drástico fue de una parte para los que no remaban y ninguna para los que sí. Por fin, no quedó una migaja ni una gota de agua potable. Y no se avistaba tierra en el horizonte. Desenlace alternativo. Los marineros se amotinaron. Pusieron proa a la isla de la Tortuga, en la que finalmente desembarcaron. Lo consiguieron porque pusieron a remar a los exentos y sobre todo porque se los fueron comiendo uno a uno, sin prisa y con método. Al clérigo lo tiraron por la borda por considerarlo incomible e insoportable. Desenlace real con suspense. El capitán mandó jugar a la cerilla más corta. Los dóciles marineros se quejaron un poco de que el juego estaba 1

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Bote de náufragos

«No sabían, pero lo sabrían pronto, que los privilegios no reportarían utilidad alguna» JUAN BAS

Tras demasiadas millas de navegación sin rumbo, una tempestad hizo naufragar al pesado y vetusto galeón que necesitaba desde hacía mucho pasar por el astillero. Tan sólo un bote consiguió escapar de la succión del hundimiento definitivo de la nave. Los náufragos del bote eran el capitán, un pariente del rey, un clérigo, un prestamista y seis marineros.

Cuando la mar recobró la calma, el capitán ordenó a sus marineros que tomaran los remos y bogaran sin descanso; no era imposible alcanzar la costa. El más veterano de los marineros razonó que si remaban todos, estableciendo dos turnos, aumentarían las probabilidades de salvación. El capitán lo abofeteó por insolente y le dijo que un oficial no rema. Ni por supuesto un pariente del rey. El clérigo se excusó por una lesión de espalda, pero a cambio rezaría con ahínco para que el Señor los salvara. El prestamista simplemente se negó a remar. El capitán le debía demasiado dinero, lo cual colocaba al usurero por encima de su mando.

El capitán pidió a los marineros ese esfuerzo por el bien común, el pariente del rey les permitió un besamanos, el prestamista les dejó una moneda de plata a cada uno a bajo interés y el clérigo bendijo el sacrificio que iban a realizar.

El agua y la escasa comida mermaron rápidamente a pesar del racionamiento, que era en proporción dos raciones a una: una los marineros, dos los demás. El marinero portavoz pidió que el reparto fuera al revés, por lógica de esfuerzo y eficacia; se llevó otra hostia. Las provisiones llegaron al límite. El nuevo racionamiento drástico fue de una parte para los que no remaban y ninguna para los que sí. Por fin, no quedó una migaja ni una gota de agua potable. Y no se avistaba tierra en el horizonte.

Desenlace alternativo. Los marineros se amotinaron. Pusieron proa a la isla de la Tortuga, en la que finalmente desembarcaron. Lo consiguieron porque pusieron a remar a los exentos y sobre todo porque se los fueron comiendo uno a uno, sin prisa y con método. Al clérigo lo tiraron por la borda por considerarlo incomible e insoportable.

Desenlace real con suspense. El capitán mandó jugar a la cerilla más corta. Los dóciles marineros se quejaron un poco de que el juego estaba amañado, siempre perdía uno de ellos. El clérigo puso sólo remilgos iniciales a comer carne de un semejante. Cuando el último marinero fue devorado y el hambre regresó, los cuatro supervivientes se miraron entre sí con suspicacia y desconfianza, calculando quién iba a ser el próximo, qué alianza convenía para no serlo o qué traición resultaba conveniente. El clérigo era el que estaba más asustado y el prestamista el que mostraba mayor tranquilidad. No sabían en ese momento, pero lo sabrían pronto, que ya todo daba igual y sus privilegios no reportarían utilidad alguna. La tierra seguía estando demasiado lejos y se formaba otra tempestad aún mayor que la que hundió el barco.

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DECLARACIÓN DE PROFESORES UNIVERSITARIOS FRENTE A LA   CRISIS .

Los profesores y profesoras universitarios que firmamos esta declaración lo hacemos porque tenemos la convicción de que la interpretación que se hace de la crisis y las medidas que se están tomando ante la grave situación que estamos viviendo no son las adecuadas para hacerle frente respetando principios elementales de la democracia y la justicia social.

Queremos que la ciudadanía entienda que esta crisis no es simplemente un hecho circunstancial, sino la expresión de un modo de vida y de organización de todo el sistema social y económico que es material y humanamente insostenible.

La crisis la ha provocado un sistema financiero concebido y regulado para que la principal fuente de beneficio de la banca y los poderes financieros sea la especulación. 

Por eso será imposible salir de la crisis como se quiere salir: sin cambiar las reglas del sistema financiero, sin acabar con los paraísos fiscales, sin vigilar y controlar a la bancos y dejando que sigan siendo ellos quienes impongan el modo de funcionar de la economía mundial. No podemos consentir que la ciudadanía que nada ha tenido que ver pague los platos rotos por los bancos.

La crisis ha tenido un efecto especialmente grave en nuestro país porque los gobiernos consolidaron en los últimos años un modelo económico basado en la construcción, en la explotación masiva e irracional de los recursos naturales y en la desigualdad y muy dependiente de los designios de las grandes corporaciones y burocracias europeas. No podremos salir de la crisis si se sigue incentivando el mismo tipo de actividad económica.

También estamos comprobando que la crisis hace evidente la fragilidad de nuestra democracia porque en lugar de la deliberación predomina la imposición y porque los poderes financieros y económicos se imponen continuamente a las instituciones representativas. Ceder a la extorsión de “los mercados” es debilitar aún más la democracia y así solo se saldrá de la crisis con menos bienestar y justicia. Se quiere hacer creer a la ciudadanía que las medidas que se están adoptando son las únicas posibles pero la experiencia de otros países nos permite afirmar que eso no es verdad y que cuando se adoptan solo conducen, como acaba de decir el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “al desastre”. Sabemos, por el contrario, que hay otras salidas a la crisis mucho más eficaces y favorables para el bienestar.

El conocimiento de lo que está ocurriendo y el sentido común nos dicen que lo primero y principal es devolver el crédito a empresas y familias y que para ello es necesario que el Estado disponga de fuentes seguras de financiación. Es inmoral e inaceptable que el dinero que los poderes públicos dan a los bancos al 1% para que financien a la economía solo lo utilicen para comprar deuda pública al 5 o incluso al 10% o para seguir especulando. Por eso defendemos la banca pública que la crisis ha demostrado que es más necesaria que nunca.

Sabemos que la reforma laboral que se prepara solo con el propósito principal de debilitar el poder de negociación de los trabajadores no es lo que se necesita para crear empleo. Tratar de

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salir de la crisis reduciendo los salarios y las rentas de la mayoría de la población es como querer salir del hoyo tirándose de los pelos. Son esas rentas quienes mantienen el gasto que permite que la economía se mantenga en pie, de modo que reducirlas para aumentar los beneficios de los bancos y las grandes empresas (que en el primer trimestre de 2010 han aumentado un 25%) es la antesala de una larga y dolorosa depresión económica.

Sabemos que los recortes de gasto público que se proponen no son los más eficaces ni los más justos y que, en todo caso, hay otros que se podrían haber recortado primero, como los militares. Y sabemos que existen otros mecanismos de obtención de ingresos cuya carga no recae sobre los más desfavorecidos sino sobre aquellos que provocaron la crisis, o sobre los que disfrutan de ingresos o riqueza muy superiores a la mayoría de la población.

Quienes conocemos cómo funciona esta sociedad, la historia y la naturaleza de los auténticos poderes que toman las decisiones somos conscientes de la dificultad de tomar hoy día medidas diferentes a las que proponen la patronal y los grandes financieros. Pero la experiencia también nos enseña que cuando la ciudadanía se empodera y conoce bien lo que pasa a su alrededor es capaz de influir y de torcer las decisiones que le obligan a ir por los caminos que no desea transitar.

Por ello reclamamos también más debate y diálogo social para que la ciudadanía sepa lo que pasa, para que disponga de información plural y pueda optar y decidir con fundamento.

Reclamamos, por tanto, que los medios de comunicación públicos cumplan con la tarea a la que están llamados y abran urgentemente debates sobre la crisis en los que no se difundan siempre las mismas ideas de quienes detentan el poder sino las diferentes concepciones y propuestas sobre lo que está ocurriendo y sobre la mejor forma de hacerle frente.

Con este convencimiento, nos comprometemos a contribuir con nuestra actividad universitaria para que la sociedad tome conciencia de que las medidas que se están adoptando NO PERMITIRÁN RESOLVER LA CRISIS porque solo se encaminan a facilitar que los de por sí más privilegiados obtengan más cómodamente sus enormes beneficios. Y, sobre todo, a aportar y difundir esas OTRAS FORMAS DE HACER FRENTE A LA CRISIS que respetan el bienestar y la justicia y que además son mucho más eficaces para combatir sus efectos tan negativas sobre la población más desfavorecida.

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DEUDAS y BURROS

Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta crisis de una forma sencilla, para que la gente de a pie entienda sus causas.

Este fue su relato:  Un señor se dirigió a una aldea

donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales.

 Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.

Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.

Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno.

Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.

Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.

Resultado:La aldea quedó llena de burros y endeudados.

Hasta aquí lo que contó el asesor. Veamos lo que pasó después:Los que habían pedido prestado para comprar los burros a 400€, al no

vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo

que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.

Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado

El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado.

Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten. 

El resultado:Los listos del principio, forrados.Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a

la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda. Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida. 

El Ayuntamiento igualmente arruinado.

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¿Resultado final?: Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento bajó el sueldo a sus funcionarios.

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NO HAY CRISISEs que vamos a decir las cosas claras de una vez: NO HAY CRISIS. Lo que está sucediendo es un invento para esclavizarnos disimuladamente, sin guerras de por medio como antaño, a través de la economía. 

Pero contestadme a algunas preguntas: ¿La producción de alimentos para abastecer a la población es insuficiente? ¿La producción de bienes para abastecer de otros bienes de consumo a la población es insuficiente? ¿la producción (y stock) de viviendas es insuficiente para dar cobijo a toda la población? ¿Hay escasez de recursos humanos para hacer funcionar los servicios del estado del bienestar -educación, sanidad, fuerzas de seguridad, servicios sociales.-? ¿La dotación de infraestructuras públicas y de transporte es insuficiente para garantizar el tránsito de personas y mercancías? etc. 

La respuesta a todo eso es la misma: NO 

Por tanto ¿dónde está la crisis? Producimos tanto o más de lo que necesitamos, luego no hay crisis ni depresión ni nada por el estilo. El verdadero problema sería que produjéramos menos de lo necesario para cubrir nuestras necesidades básicas, y no es así. 

En definitiva, crisis no hay, hay un sistema corrupto que no asigna los recursos como debería.

Solución: cambiar dicho sistema ya que hay recursos de sobra para todos pero están mal distribuidos. 

El paro tampoco es problema, el avance técnico hará que tarde o temprano prácticamente ningún humano tenga que trabajar, y creo que no nos damos cuenta de que ya estamos al inicio del proceso: ya no es necesario que todo el mundo trabaje para producir los bienes y servicios que demandamos. 

Lo dicho: cambio del sistema de distribución de recursos. 

Y sí, los culpables somos nosotros, por no promover dicho cambio. Los que mandan no lo van a promover porque perderán su poder y bienestar, ha de salir de abajo.

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