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¡Hemos venido a adorarle! Mateo 2:2

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Adoración en adviento

DEVOCIONALES - 07 DIAS Adoración en adviento/ Caleb Fernandez PérezDiciembre 2013

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Devocionales07DIASAdoración en adviento

Navidad no sólo debe ser sinónimo de fiesta y celebración, sino de adoración. Navidad es pa-ra buscar a Dios, para encontrarse con su amor. Y tiene sentido solamente cuando la coloco en la misma dimensión que la coloca Dios. Como el Padre que envió a su único Hijo para nacer, crecer y saber que tenía que morir.

Navidad es para buscar en ese nacimiento un sentido para nuestra existencia. Esta semana hablaremos de los magos de oriente, de sus búsquedas y de su adoración, de cómo aquellas bús-quedas le dieron sentido a sus vidas.

La participación de ellos en esta historia se ha prestado para sin fin de conjeturas, pero lo cierto es que poco después del nacimiento de Jesús llegaron a Jerusalén unos “magos” que habían estudiado acerca de las señales de la venida del Mesías.

La palabra original de “magos” se aplicaba mayormente a toda la casta sacerdotal de medos y persas que se interesaban en la religión, pero estaban alejados del ideal de los religiosos judíos. Eran estudiosos de las estrellas e influyentes sobre los acontecimientos humanos.

Además, es recomendable llamarlos de “sabios” porque no eran unos improvisados, eran los pensadores de la época, serios estudiosos de la historia, de textos antiguos. Y su propia investiga-ción les indicaba que las señales eran claras, había nacido Aquel que sería un GRAN REY.

Oración: “Señor, que esta semana pueda servir para ver las señales de tu nacimiento en mi vida, en el nombre de Jesús, amén”.

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1Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella he-mos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

DIA01 Para introducir la temática… - Mateo 2:1-2

Por alguna razón la historia de los Magos de Oriente es conocida por lo accesorio. Primera-mente, la Biblia no menciona cuántos magos había. El hecho de que le ofrecieran al niño tres rega-los no quiere decir que fueran tres magos. Y aunque así lo fuera no es importante en la historia.

Segundo, la Biblia no menciona sus nombres. Melchor, Gaspar y Baltazar no son sus nom-bres bíblicos. Ni siquiera existe el dato de que uno vino de la India, el otro de Egipto y el tercero de Grecia.

Conocer o desconocer estos datos no nos llevan a la adoración, mas bien a la especulación. No debería preocuparnos cuantos fueron, ni como se llamaron. Su historia viene a nuestro encuen-tro para preguntarnos ¿qué sucede cuando buscamos a Jesús en Navidad?

Por otro lado, la estrella también ocupa un lugar importante en la historia, pero también ha sido motivo de especulaciones. Sabemos que era una estrella genuina muy brillante; pero nada nos dice la Biblia sobre sus características específicas.

Pero, lo hermoso de la historia es que la sabiduría y la bondad de Dios se torna evidente por el hecho de que “habló” a estos estudiosos de las estrellas en un lenguaje que ellos entendían. Y aún cuando estaban distantes, vieron, vinieron y le adoraron. Lo importante de la historia se cen-tra en el hecho que Dios uso sus búsquedas para rendirlos a Sus pies.

Oración: “Señor, que esta semana pueda encontrarme con lo importante de esta navidad, en el nombre de Jesús, amén”.

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1Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

DIA02 Accesorios y adoración - Mateo 2:1-2

La estrella brilla y Herodes se inquieta, la noticia no le produce alegría alguna. No debería haber otro “rey”, él es quien ha sido designado por Roma “rey de los judíos”. Por su parte, los “su-mos sacerdotes y escribas” conocen las Escrituras sagradas y saben que ha de nacer en Belén, pe-ro no se interesan por el niño ni se ponen en marcha para adorarlo.

Y esta es la primera de las muchas reacciones similares que causaría Jesús a lo largo de su vida: hostilidad y rechazo en los representantes del poder político; indiferencia y resistencia en los dirigentes religiosos.

El rey Herodes y su corte representan el mundo de los poderosos. Y en el mundo del poder todo vale con tal de asegurarlo. No se mide en crueldad, terror, desprecio al ser humano y destruc-ción de inocentes. Parece un mundo grande y poderoso, pero es débil e inseguro, porque así como en esta historia, el poder termina siempre buscando al “débil amenazante” para matarlo.

Para adorar al “Niño” en esta Navidad debo recorrer un camino opuesto al que sigue Hero-des, y seguir el camino que deciden recorrer los magos. No basta ver la estrella y disfrutarla, no basta escuchar con sinceridad el llamado del corazón; debo ponerme en marcha, exponerme de-lante de Dios, correr riesgos, y al descubrirlo en aquel pesebre rendirme por completo delante de Él.

Oración: “Señor, que Navidad venga a recordarnos que los poderosos no podrán frente a la dicha del amor y la fuerza de la Salvación que tenemos en Jesús, amén”.

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3Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. 4Y convocados todos los principa-les sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

DIA03 Poder y adoración - Mateo 2:3-4

El Niño nacido en Belén introducirá en el mundo la dicha del amor, la fuerza de salvación que hace temblar a los poderosos como Herodes.

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Los magos que vienen de Oriente no son creyentes judíos, no conocen las verdades espirituales de las Escrituras Sagradas de Israel, pero sí la historia de las profecías y el lenguaje de las estrellas. Buscan la verdad y se ponen en marcha para descubrirla. Se dejan guiar por el misterio.

La presencia de la estrella provoca un sobresalto en toda Jerusalén. Los magos la ven brillar y les hace concluir que había nacido “el guiador y quien apacentará al pueblo de Israel”, alimentados por la curiosidad y el descubrimiento del misterio, por fin se encuentran con el Niño y aquella curio-sidad científica “cae de rodillas” delante del Niño nacido y proceden a adorarlo. Se dan cuenta que llevan en sus manos sus riquezas y valiosos tesoros para el Rey de los judíos, y al entregarlos tan sólo esperan que el Niño lo reciba como la entrega de sus corazones a quien reconocen como “su Rey y Señor”.

¿Por qué esta actitud nos parece extraña? Personas entregando regalos a un niño que no cono-cen, adorando a quien recién han encontrado. La actitud de los magos nos recuerda algo que hoy nos parece imposible. El corazón del hombre actual se ha atrofiado para descubrir a Dios en la histo-ria. Su corazón se ha secado. No es que sea ateo, es que se ha tornado incapaz de Dios. Muchos vi-ven hoy un estilo de vida que los abruma y empobrece. Envejecidos prematuramente, endurecidos por dentro, sin capacidad de abrirse a Dios ni a ningún ser humano.

Oración: “Señor, sana mi corazón para buscarte con amor, en el nombre de Jesús, amén”.

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5Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: 6Y tú, Belén, de la tie-rra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.

DIA04 Búsqueda y adoración - Mateo 2:5-6

Oración: “Señor, te pido que me des la capacidad de creer en ti y experimentarte como mi Dios, en el nombre de Jesús, amén”.

La incapacidad para acercarse a Dios y adorarlo se ha apoderado también de muchos que se dicen cristianos, que sólo buscan un “dios útil”. Solo les interesa un dios que sirva para sus proyec-tos individualistas. Dios no puede quedar convertido en un artículo de consumo más. Dios es otra cosa. Dios es Amor infinito, encarnado en nuestra propia historia. Y, ante ese Dios, lo primero es la adoración.

Hablamos de crisis de fe, pero no hablamos de la crisis del sentimiento religioso. Al parecer nuestra incapacidad no es creer en Dios, sino perder como creyentes ciertas actitudes religiosas delante Dios. Nuestro problema no es la incredulidad, sino la dificultad de experimentar a Dios como Dios.

Asumamos el desafío de tornar la Navidad en un canto de adoración. Aceptemos la provoca-ción del amor de Dios. Luchemos para construir un cristianismo que descubra cada día la bondad de Dios, la experiencia agradecida de que solo Jesús salva. La historia de los magos debe llevarnos al gesto que expresa la actitud primera de todo creyente ante el Niño de Belén.

Debemos aprender a adorar y el relato de los magos nos ofrece una lección de auténtica ado-ración. Los magos miraron el cosmos, captaron las señales de los tiempos, se acercaron al miste-rio y ofrecieron su humilde homenaje al Dios que se encarnó en nuestra historia.

Adoremos a Dios. Él existe. Hemos sido acogidos por él. Podemos vivir con confianza.

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7Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 8y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.

DIA05 Religión y adoración - Mateo 2:7-8

Oración: “Señor, que mis actitudes sean el reflejo de mi reverencia y sinceridad delante de ti, en el nombre de Jesús, amén”.

Tenemos una dificultad que debemos reconocer, desconocemos cómo adorar a Jesús. La Bi-blia es clara en relación al contenido y a la forma de la adoración. Pero, la interpretación que he-mos hecho de esas directrices muchas veces nos han alejado del verdadero sentido de la adoración bíblica. Hemos mal entendido sinceridad por informalidad y reverencia por formalidad.

¿Por qué es tan difícil tener reverencia y sinceridad ante la inmensidad y el misterio inson-dable de Dios?.

La informalidad y formalidad han tomado cuenta de nuestra actitud religiosa. Y la forma de recuperar la reverencia delante de Él, sin perder el carisma y la espontaneidad, es volver a sentir-nos criaturas, infinitamente pequeñas ante Él, pero infinitamente amadas por Él. Necesitamos re-cuperar la admiración por su grandeza insondable y disfrutar Su presencia cercana y amorosa que envuelve todo nuestro ser. La adoración es amor y entrega.

Y en la adoración de Navidad nace esta paradoja, sentirnos infinitamente pequeños delante del “pequeño de Belén”, este sentimiento de Navidad debe sobrecogernos.

Navidad nos llama a rendir nuestro ser a Dios, a quedarnos en silencio agradecido, a gozar-nos en Su maravilloso amor, y admirando Su misterio desde nuestra pequeñez. Navidad nos llama como comunidad cristiana a sentir Su presencia que transforma, a vivir Su amor que llena, y a bus-car Su perdón que trae paz.

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9Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba de-lante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. 10Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

DIA06 Actitud y adoración - Mateo 2:9-10

Oración: “Señor, cada día deseo adorarte para de esta manera ser más humano con los que me rodean, en el nombre de Jesús, amén”.

La falta de adoración es deshumanización. Es vivir aturdido interiormente por toda clase de ruidos que no permiten escuchar lo esencial. Es ver desordenadamente todo tipo de imágenes que hace difícil encontrar “el rostro grandioso” de Dios. Para adorar a Dios es necesario detenerse an-te el misterio de la ciencia y mirar la vida amorosamente observando las huellas de Dios en todo lo creado.

Solamente quien es verdaderamente humano, descubre la necesidad de adorar a Su crea-dor. Por eso, Teilhard de Chardin decía con razón: “Cuanto más hombre se haga el hombre, más experimentará la necesidad de adorar”.

Por eso, cuando me siento tan sólo un ser humano puedo ver a otro ser humano igual a mi. La adoración a Dios me acerca al compromiso con mi descuidada humanización. Los magos des-pués de adorar deciden cuidar la vida de José, María y el bebé. Si adoro a Dios debo luchar contra todo lo que destruye al ser humano que es “su imagen y semejanza”.

La conciencia de Su amor por nosotros, nos lleva de regreso a la adoración y aunque mu-chas veces creamos que ser hombre es una experiencia de frustración. La percepción de Dios en medio nuestro, nos recuerda que Dios sigue mostrando una estrella, una luz en nuestro camino que nos conduce siempre a Jesús.

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11Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abrien-do sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. 12Pero siendo avisados por revela-ción en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

DIA07 Humanización y adoración - Mateo 2:11-12

© 2013 www.valparaisoipch.cl Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Seminario Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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