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Principios para una vida cristiana madura Santiago 1:1-27

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DEVOCIONALES - 07 DIAS La fe superficial / Caleb Fernandez PérezSeptiembre 2013

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La Carta del Apóstol Santiago nos invita a pensar en ciertos principios que demostrarían ma-durez cristiana delante de diversas situaciones y esta semana hablaremos de esto en nuestros de-vocionales. Poco a poco el apóstol nos llevará a ver en nosotros la raíz y, en la Palabra de Dios la solución para el problema de nuestra reacción superficial en medio de momentos difíciles.

La Carta de Santiago fue escrita para cristianos del primer siglo que vivían fuera de Jerusa-lén y que estaban pasando por diversas pruebas y aflicciones, y tenían la falta de preparación o ma-durez para enfrentar los problemas de una manera adecuada.

Sus decisiones eran basadas en emociones, había una profunda insatisfacción y murmura-ción contra Dios. Todo esto sucedió por una insuficiencia en la comprensión exacta de las implica-ciones de la fe cristiana en medio de un mundo caótico y superficial.

Es por eso, que el primero y más típico elemento de una fe superficial es una actitud de amargura delante del sufrimiento. Los cristianos debemos encarar las diversas pruebas con una actitud de gozo, porque tenemos a un jefe de obras encargado de la construcción de nuestra vida en medio de los escombros. Las dificultades son una forma de ejercitar y desarrollar aspectos de nuestra espiritualidad que están adormecidos, creando en nosotros paciencia y perseverancia pa-ra llegar a tener el carácter de Cristo.

Oración: “Querido Dios, dame una actitud de gozo al reconocer que tú están en el control. En tu nombre, amén”.

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1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Sa-lud. 2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

DIA01Gozo y ejercicio de la feSantiago 1:1-4

¿Cómo enfrentan un cristiano y un no cristiano las situaciones difíciles? Para un cristiano verdadero, su preocupación delante de una dificultad, no es la dificultad en sí, sino la forma en que debe conducirse y comportarse durante la misma, y es por eso que está preocupado por encon-trar soluciones que den gloria a Dios. Pero, para aquellos que no son cristianos, obviamente busca-rán la solución más rápida, la que cueste menos dinero y la que se ajuste a sus intereses.

¿Has tenido algún problema ético que resolver? ¿Te has encontrado con el dilema de optar entre lo que honra al Señor y tus intereses? El cristiano precisa encontrar una salida que honre el nombre del Señor y no comprometa el mensaje del evangelio. Para esto, creemos que el hombre necesita fe para pedir sabiduría . Y ésta es la oración que Dios ha prometido responder positiva-mente siempre.

Uno de los elementos que componen la fe superficial es tener un cristianismo inconstante. La falta de fe es altamente cuestionada por Santiago que compara al que no ora y duda como seme-jante a la onda del mar, que depende de las circunstancias. Santiago nos dice que la perseverancia es lo opuesto a esto, y por la misma razón, nos insta a pedir a Dios siempre por ello.

Oración: “Señor, quiero permanecer firme y no dudar, dame sabiduría y constancia, en el nombre de Jesús, amén”.

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5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundante-mente y sin reproche, y le será dada. 6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble áni-mo es inconstante en todos sus caminos.

DIA02 Oración por sabiduría y constancia - Santiago 1:5-8

El objetivo de Santiago es enseñar a los cristianos que su estabilidad espiritual no debe va-riar de acuerdo a sus circunstancias económicas. Si uno es pobre es probado en ser honesto, no en-vidioso, ni codicioso de las riquezas de otros, ni muchos menos murmurador contra Dios. Por otro lado, si uno es rico también es probado en relación a la soberbia, al prejuicio de los otros, a la ava-ricia, a confiar en sus riquezas.

La fe superficial también se manifiesta en la sensación de indignidad por causa de nuestra situación financiera. Y pensamos que cuando las circunstancias cambien, entonces, nuestra situa-ción espiritual también cambiará. El apóstol Santiago dice que el pobre es digno: “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación”, es decir, en la alta posición y dignidad que le colocó Dios. “Y el que es rico, en su humillación”, es decir, en su baja posición e insignificancia de-lante de Dios.

Ser pobre o rico no nos identifica como “cristianos bendecidos”, sino el hecho de ser hijos amados y adoptados por Dios en Cristo Jesús.

Tanto el pobre como el rico, serán dignos en la medida que coloquen su confianza y su de-pendencia en Dios como hijos amados y adoptados por Él en Cristo Jesús.

Oración: “Señor, provee en todo lo que necesito, y dame la seguridad de que mi dignidad viene de ti, en el nombre de Jesús, amén”.

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9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; 10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. 11 Porque cuando sale el sol con ca-lor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

DIA03 Nuestra situación financiera y la dignidad - Santiago 1:9-11

Cuando somos “pillados” con las manos en la masa, uno de los primeros pensamientos que aso-ma en nuestra mente es intentar escapar de la responsabilidad. Porque una fe superficial no desea asumir culpas delante de circunstancias vergonzosas de pecado.

La enseñanza que por muchos años hemos recibido erróneamente, echa la culpa de nuestro pecado al diablo, y esto claramente no contribuye a la madurez del cristiano. De hecho, no lo fortale-ce, lo debilita, y crea una espiritualidad engreída.

La tentación procede de nuestro corazón, que genera el deseo y la presión de pecar y que a su vez convence a nuestra voluntad, dada la tendencia e inclinación que tenemos de actuar de manera equivocada.

La figura que usa el apóstol es cruda y clara: nuestro deseo pecaminoso es seducido como por una prostituta, que lo atrae a tal punto que lo lleva a pecar, ella queda embarazada y da luz al peca-do, el fruto de esa relación nace y mata al padre.

¿Quién está ausente en este texto? El diablo. El apóstol Santiago quiere dejar bien en claro que el cristiano tiene que tener y asumir una noción madura de responsabilidad delante de una ten-tación (1 Corintios 10:13). Lo que Dios quiere probar es nuestra fidelidad a Él, pues “todo don perfec-to desciende de lo alto”.

Oración: “Señor, ayúdame a vencer la tentación para probar mi fidelidad a ti, en el nombre de Jesús, amén”.

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13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16 Amados hermanos mí-os, no erréis. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las lu-ces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

DIA04 Una noción madura de respon-sabilidad - Santiago 1:13-17

Oración: “Señor, utiliza mi lengua para edificar y que la Palabra siga trayendo frutos en mi vida, en el nombre de Jesus, amén”.

Dios nos “hizo nacer de nuevo por la Palabra de verdad”, y por esta razón, la forma en la que reacciono frente a la vida debería ser completamente nuevo. Sin regeneración (nacer de nuevo) no se puede llegar a la raíz del problema. Buena parte de las situaciones contradictorias generadas dentro de la iglesia no son por un problema de santificación, sino de conversión.

Por eso, la Palabra de Dios presenta una realidad práctica. Una vida regenerada por el po-der del Espíritu Santo, no debería actuar “impulsivamente” lleno de emociones y buenas intencio-nes, pues esto no genera ni promueve la justicia ni la bendición de Dios. La reacciones negativas y emocionales no contribuyen a nada. Necesitamos más vidas transformadas en el cristianismo.

Una vida transformada es una vida que se esforzará por ser consecuente con la Palabra im-plantada en su vida. Y como esto implica crecimiento, la vida cristiana es un proceso. Cada día de-bemos aprender a tener disciplina para aprender principios bíblicos y aplicarlos a las circunstan-cias de la vida, sacando la “mala hierba”, preparando nuestro corazón para colocar la semilla, espe-rando que esta semilla cree raíces y genere frutos. Lo que estamos cuidando aquí es nuestra salva-ción.

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18 Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. 19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la pala-bra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

DIA05 La realidad práctica de la rege-neración - Santiago 1:18-21

Oración: “Señor, no quiero ser un oyente profesional sino un cristiano practicante de tus enseñanzas, en el nombre de Jesús, amén”.

No es fácil ser “hacedores”, es decir, practicantes de la Palabra de Dios, pues, esto demanda perseverancia, madurez y sabiduría.

La labor principal de las iglesias cristianas no es enseñar cosas nuevas a los creyentes, sino crear medios para que ellos practiquen lo que ya ha sido aprendido. Millones de cristianos alrede-dor del mundo se reúnen en sus iglesias para “retroalimentar” lo que ya saben. Y podemos llegar a la conclusión que el problema no es lo que no sé, sino lo que sé y no practico.

Muchos creyentes han asumido el complejo del oyente profesional. Y aquí está la raíz del problema, nosotros sabemos el principio de la sabiduría divina, pero cuando llega la hora no lo co-locamos en práctica.

Miramos, observamos, consideramos nuestra situación “en un espejo”, pero no hacemos na-da por ella, sólo escuchamos y nos vamos. La Palabra de Dios es el espejo del alma y cuando la es-cuchamos podemos identificar nuestro complejo de oyente profesional y ver lo que necesito corre-gir y comenzar a hacerlo.

El hombre es verdaderamente libre cuando vive dentro de este esquema. Así como un pez no puede sobrevivir fuera del agua, el cristiano no puede sobrevivir sin vivir en la voluntad de Dios. El hacedor de la obra, el practicante de la fe es el hombre más libre de la tierra, porque está completo y dichoso al hacerlo.

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22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mis-mos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la liber-tad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaven-turado en lo que hace.

DIA06 Identificar el complejo del oyente profesional - Santiago 1:22-25

Oración: “Señor, quiero adorarte en todo, amar a mi prójimo y servir a quienes necesitan, en el nombre de Jesús. Amén.”

El apóstol Santiago coloca un pequeño test para medir la superficialidad de nuestra fe. Sólo de-bemos observar como usamos nuestra lengua. Y tal vez es el mejor test para medir el nivel de nues-tra espiritualidad. En este sentido, la manera de medir si somos oyentes profesionales u oyentes practicantes, es nuestra capacidad de “refrenar nuestra lengua”.

De manera práctica piense en cómo hablamos de otros, cómo nos dirigimos a Dios, cómo tratamos las cosas del iglesia, cómo nos relacionamos con las personas. Si no conseguimos ni con-trolar nuestra lengua, y si la religión no nos da poder para controlarlo, entonces tampoco nos dará poder para controlar absolutamente nada.

No engañemos nuestro corazón, nuestra espiritualidad se torna vana, etérea, inconstante y vacía, si no colocamos en práctica los principios de la Palabra de Dios, particularmente en rela-ción a nuestra forma de utilizar la lengua.

Por eso, la verdadera religión es práctica. Pues, lo que exige Dios no es una serie de ritualis-mos, sino la práctica cotidiana de acompañar a quienes están en tribulación. Nuestra tarea es ado-rar a Dios en todo lo que hacemos, amar a nuestro prójimo en cualquier instancia y situación, y servir al mundo cuidando del necesitado material y espiritualmente. La religión aún está en deuda en relación a las buenas obras.

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26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. 27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visi-tar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.

DIA07 Poner a prueba nuestra superfi-cialidad - Santiago 1:26-27

© 2013 www.valparaisoipch.cl Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Seminario Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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