Dialnet-ElLegadoCulturalYHumanisticoDeJavierEnJapon-2100227

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El legado cultural y humanístico de Javier en Japón NORIO SHIMIZU* ...se puede decir que Japón es un mundo al revés de como corre en Europa, porque es en todo tan diferente y contrario que casi en ningu- na cosa se conforman con nosotros... A.Valignano S.J., Sumario de las cosas de Japón 1583, cap. 2. INTRODUCCIÓN 1 No me corresponde, evidentemente, intentar una apologética cristiana de Francisco Javier, pero sí quisiera en estas líneas hacer algunas revisiones y re- flexiones o evaluaciones en torno al legado cultural y humanístico a raíz de su llegada a Japón. Recordemos en primer lugar el encuentro del Viejo Mundo con el Nuevo Mundo. Conviene señalar que este encuentro o descubrimiento vi- no a confirmar algunos presagios ya clásicos. El caso revelador es el del fi- 1033 [1] * Universidad Sofía, Tokio. 1 Agradezco muy sinceramente a la Comisión organizadora de las conferencias El mundo en torno a Javier, celebradas en Panplona en 2006, con ocasión del quinto centenario del nacimiento del santo, el honor que me ha otorgado inmerecidamente al invitarme a intervenir sabiendo que yo no soy teó- logo ni especialista de San Francisco Javier, sino un simple aprendiz de la literatura española. Así es que me pareció y sigue pareciéndome una osadía hablar del tema javeriano ante las máximas autoridades e investigadores de este campo. Acepté, sin embargo, atrevidamente mi participación ante la afectuosa insistencia del comité; y también por considerar que yo mismo podía aprender muchas cosas de mis colegas en esta ocasión tan honrosa.

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  • El legado cultural y humanstico de Javier en Japn

    NORIO SHIMIZU*

    ...se puede decir que Japn es un mundo al revs de como corre enEuropa, porque es en todo tan diferente y contrario que casi en ningu-na cosa se conforman con nosotros...

    A.Valignano S.J., Sumario de las cosas de Japn 1583, cap. 2.

    INTRODUCCIN1

    No me corresponde, evidentemente, intentar una apologtica cristiana deFrancisco Javier, pero s quisiera en estas lneas hacer algunas revisiones y re-flexiones o evaluaciones en torno al legado cultural y humanstico a raz desu llegada a Japn.

    Recordemos en primer lugar el encuentro del Viejo Mundo con elNuevo Mundo. Conviene sealar que este encuentro o descubrimiento vi-no a confirmar algunos presagios ya clsicos. El caso revelador es el del fi-

    1033[1]

    * Universidad Sofa, Tokio.1 Agradezco muy sinceramente a la Comisin organizadora de las conferencias El mundo en torno

    a Javier, celebradas en Panplona en 2006, con ocasin del quinto centenario del nacimiento del santo,el honor que me ha otorgado inmerecidamente al invitarme a intervenir sabiendo que yo no soy te-logo ni especialista de San Francisco Javier, sino un simple aprendiz de la literatura espaola. As es queme pareci y sigue parecindome una osada hablar del tema javeriano ante las mximas autoridades einvestigadores de este campo. Acept, sin embargo, atrevidamente mi participacin ante la afectuosainsistencia del comit; y tambin por considerar que yo mismo poda aprender muchas cosas de miscolegas en esta ocasin tan honrosa.

  • lsofo y poeta Sneca. En su tragedia Medea dice este autor romano-cor-dobs,

    Vendrn siglos de aqu a muchos aosen que afloje las ataduras de las cosas el Ocanoy en que aparezca gran tierra2.

    As el presagio se cumpli plenamente debido a la proeza de Coln; enotras palabras, la ficcin inventada se convirti en un hecho histrico. El des-cubrimiento del Nuevo Mundo fue un acontecimiento, inesperado al mismotiempo que esperado desde la antigedad. La vocacin catlica en el senti-do etimolgico del Viejo Mundo no termina en el Nuevo Continente trans-atlntico, ya que a travs de este Continente discurrieron en gran medida lasrelaciones entre los pueblos ibricos y Asia.

    Como en el caso del encuentro con el Nuevo Mundo, el rumor o el pre-sagio se cumple con respecto a Asia. Se haba divulgado cierto rumor sobre laexistencia de Japn o Zipango. Me refiero evidentemente al famoso libro deviajes de Marco Polo. Dice as:

    Zipangu una isola in levante. () Lo palagio del signore de lisola moltogrande, ed coperto doro come si cuoprono di quae di piombo le chiese. E tut-to lo spazzo de le camere coperto doro () e tutte le finestre e mura e ognecosa e anche le sale: ()3.

    En consonancia con esta extica descripcin de Japn casi modernista alestilo de Rubn Daro, Coln afirma decididamente en su Diario, inmedia-tamente despus de que arribara a la Isla Espaola, por no perder tiempoquiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango4.

    Cuando menos se esperaba, llega en un barco a una isla situada en el surdel Japn un grupo de portugueses. Aconteci esto el da 23 de septiembre de1543. La llegada de estos portugueses fue el primer contacto para los europe-os con Japn, y hemos de reconocer que este primer encuentro fue cronol-gicamente tardo con respecto a China y Filipinas, es decir, los portuguesesarribaron al sur de China en 1513 y los espaoles efectuaron su primer de-sembarco en las islas Filipinas en 1521.

    Seis aos despus de la llegada de los portugueses, que introdujeron losarcabuces en Japn, llegan tambin al sur del Japn los tres primeros espao-les. Esto ocurre en agosto de 1549, ao que coincide con la llegada a Brasildel primer jesuita portugus, Manuel da Nbrega. Uno de estos tres jesuitasespaoles fue San Francisco Javier. Le acompaaban el padre Cosme de To-rres, valenciano, que se haba unido a Francisco Javier va Mxico y las islasMolucas. El otro espaol era el hermano laico jesuita Juan Fernndez, natu-ral de Crdoba. De este ltimo volver a hablar ms adelante.

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    2 Venient annis saecula seris, / quibus Oceanus vincula rerum / laxet, et ingens pateat tellus, Me-dea, acto II, 375-377, Seneca VIII (ed. bilinge), Tragedies, Hercules, Trojan Women, Phoenician Women,Medea, Phaedra, edited and translated by John G. Fitch, London, 2002, p. 376.

    3 POLO, Marco, Il milione (versione toscana del Trecento), a cura di Valeria Bertolucci Pizzorus-so, Milano, 1975, p. 132. Ver tambin la pgina Web: http://bepi1949. altervista.org/biblio3a/milio-ne3.html (cap. 155). Hay unas diferencias o variaciones en la ed. a cura di Ruggero M. Ruggieri, Fi-renze, 1986, p.245.

    4 Diario de Coln, ed. de Carlos Sanz, Madrid, 1962, fol. 9v (13-V). Vanse tambin fol.16v (21-X),fol. 17 (24-X), fol. 17v (26-X), etctera.

  • Antes de entrar de lleno en nuestro tema, tenemos que sealar un punto co-mo premisa. Recordemos a Coln: Coln fue, es y ser Coln gracias a sus com-paeros y a los seguidores aventureros. Al mismo tiempo, si no hubiera sido porla proeza personal de Coln en aquel momento, el Nuevo Mundo se habra en-caminado hacia otra direccin no fcil de imaginar. Tal es el caso de FranciscoJavier, de quien absolutamente nadie pone en duda su grandeza, dej sus slidashuellas en Japn, hechas muchas veces por sus nobles seguidores. Pero el hechoinnegable fue que nuestro santo haba sealado el camino. De manera que, verlas aportaciones culturales y humansticas de sus seguidores en Japn no es otracosa que comprobar la luz o la direccin que l haba sealado.

    LENGUA JAPONA

    Francisco Javier dice en una carta escrita casi dos meses y medio despusde su llegada: La gente que hasta agoura tenemos conversado, es la mejorque hasta agoura descubierta; y me parece que entre gente ynfiel non se ha-llar otra que gane a los japanes5 (Ep. 90, 5-XI-1549). Encuentra, sin embar-go, serias dificultades en sus actividades apostlicas y, despus de casi dos aosde permanencia, sale con destino a China creyendo que all yacen races de lacultura japonesa. Una de esas dificultades o barreras fue evidentemente la len-gua. En esa misma carta, el santo dice que si ellos hablasen el japons, mu-chos japoneses se convertiran en cristianos6.

    Recordemos que estamos a mediados del siglo XVI, es decir, en plena po-ca renacentista, y estamos, sobre todo, ante las contundentes afirmaciones deNebrija sobre la lengua vulgar (prlogo para el Dictionarium ex hispaniensi inlatinum sermonem, Salamanca, 1495?7) y aquellas observaciones8 de Fray Luisde Len que leemos en Los nombres de Cristo de 1585, sobre el valor de la len-gua vulgar para tratar de los temas profundamente religiosos. No slo eso:Francisco Javier llega a Japn justo en el ao que termina o se interrumpe elprimer concilio tridentino: 1549. Sabemos que a lo largo de este concilio serecalca que la Iglesia no prohbe la traduccin de las oraciones de la liturgia,si bien es cierto que ya en el concilio de Tours del ao 813 se haba abordadola conveniencia del uso de las lenguas vulgares en los asuntos litrgicos9. Da-

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    5 Epistolae S. Francisci Xaverii, ed. Georgius Schurhammer et Iosephus Wicki, Tomus II, Romae,1945, Ep. 90, p. 186.

    6 () si nos supisemos hablar la lengua, no pongo duda ninguna en creer que se haran muchoschristianos. d. p. 190. Coln dice por otra parte de los indios, () creo que muy presto se tornarancristianos, porque ellos son de muy buen entender (16-X), op. cit., fol. 13v.

    7 Diccionarium Aelii..., en la edicin que poseemos falta la portada, pero corresponde, sin lugar adudas, a la de Lugduni, 1655, pp. 479-480. Vid. PALAU 189203 y Miguel ngel ESPARZA TORRES y Hans-Josef NIEDERECHE, Bibliografa Nebrisense, Amsterdam-Philadelphia, 1999, p. 193. Hay edicin facs-mil de la 1 ed., Madrid, 1951.

    8 Ed. de GARCA, Flix, Obras completas castellanas, Libro III, dedicatoria a Pedro Portocarrero, Ma-drid, 1957, tomo I, 4 ed., pp. 685-689.

    9 PREZ PASTOR, Francisco, Diccionario porttil de los concilios, Madrid, 1782, tomo II, 3 impre-sin, p. 146, Diccionario de ciencias eclesisticas (direc. de Niceto Alonso Perujo y Juan Prez Angulo),Barcelona, tomo VI, 1888, p. 331 y ss., esp. p. 333, vase tambin El sacrosanto y ecumnico Concilio deTrento, Sesin XXIV, Captulo VII, edicin bilinge latn-espaol, a cargo de Ignacio Lpez de Ayala,Barcelona, 1828, 7 ed., pp. 323-324. Sobre los nuevos mtodos de la predicacin, propuestos en el Con-cilio tridentino, vase entre otros estudios JEDIN, Hubert, Historia del Concilio de Trento, Pamplona,1972, tomo II, p. 117 y ss.

  • das estas circunstancias, si las lenguas son seal no para los creyentes, sinopara los incrdulos, como dira San Pablo (Corintios I, 14-22), los misione-ros procedentes de la Pennsula Ibrica se vieron obligados a aprender y pro-fundizar el japons lo antes posible para que los japoneses pudiesen orar, co-mo ellos, tanto con el espritu como con la mente (d., 14-15).

    Teniendo en cuenta que un diccionario es una herramienta para conocerel mundo que nos rodea, los misioneros ibricos se pusieron a recopilar eseinstrumento imprescindible para sus actividades apostlicas. Si bien es ciertoque, como seal el dotado lingista Juan Ramn Lodares, lo que importabaal imperio ibrico no era la lengua, sino la religin catlica10, para cumplir laevangalizacin, a su vez, era de absoluta prioridad prctica el conocimientode la lengua japonesa, o como se deca en aquel tiempo, lengua japona. Hayms: sabemos que el Padre Visitador de las Indias Orientales, Alessandro Va-lignano (1537-1606), jesuita italiano, que haba estado en Japn tres veces en-tre 1579 y 1603 de visita apostlica, escribi al Padre Viceprovincial en Japn,Francisco Cabral, recomendndole muy encarecidamente que proveyese a losrecin llegados misioneros de una buena enseanza del japons; que lo estu-diaran cada da no menos de dos horas.

    Antes me refer al hermano jesuita Juan Fernndez que haba venido a Ja-pn con Francisco Javier. Este hermano se dedic, despus de que FranciscoJavier partiera de Japn, durante 18 aos hasta su muerte en Japn, acaecidaen 1567, a trabajos apostlicos y sabemos por las epstolas de otros misione-ros que tena unas dotes excepcionales para aprender el japons y de hechoSan Francisco Javier indica en una de sus cartas que Juan Fernndez es el mstil en su conocimiento de la lengua japonesa y uno de los ms aptos en laclaridad con la que hace las traducciones que le solicita el Padre Cosme11. Se-gn el P. Luis Frois, otro misionero jesuita portugus, este hermano recopilen seis o siete meses un diccionario bilinge portugus-japons. Adems, se-gn el gran polgrafo Menndez y Pelayo12, Juan Fernndez edit un Dictio-narium Japonicum duplex, es decir, un diccionario del japons-portugus.Desgraciadamente ambos diccionarios de inters indudable quedaron desa-parecidos y no conocemos su paradero.

    Antes de continuar, vamos a detenernos un poco sobre el porqu del por-tugus, siendo el autor un jesuita espaol. Recordemos que la demarcacindel Tratado de Tordesillas fue confirmada por el Papa Julio II en enero de 1506sin que se hiciese referencia al hemisferio oriental y que el Papa Gregorio XIIIincluy el Japn en enero de 1575 en la dicesis de Macao, por lo cual que-d que el protector oficial de las iglesias de Japn era el rey de Portugal. Te-nemos que acordarnos tambin de que Francisco Javier fue enviado a las In-dias Orientales por el rey de Portugal (Joo III) y no de Espaa. Adems, po-dramos afirmar a grandes rasgos que la historia de la evangelizacin de Japn

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    10 En su libro El porvenir del espaol, Madrid, 2005, pp. 16 y 41.11 Op. cit., tomo II, Ep. 96 (p. 275) y Ep. 97 (p. 291). Ambas cartas estn fechadas en 29-1-1552.

    Hay una amena y bien documentada exposicin descriptiva sobre la situacin en ARELLANO, Ignacio,Vida y aventuras de San Francisco Javier, Pamplona, 2005, esp. p. 121 y ss.

    12 La ciencia espaola, ed. de Miguel ARTIGAS, Madrid, tomo II, 1933, p. 293. Ver tambin VINDEL,Francisco, La cultura y la imprenta europeas en el Japn durante los siglos XVI y XVII, Madrid, 1943, pp.19-22.

  • se desarrollaba entre los jesuitas apoyados por Portugal y las rdenes mendi-cantes (franciscanos, dominicos y agustinos) apoyados por Espaa13.

    Volvamos a los diccionarios. En 1592 se publica una traduccin del cate-cismo en japons y al final de la misma, encontramos una pequea recopila-cin lexicogrfica del japons. De esta manera, poco a poco se va propician-do el momento para la publicacin de un diccionario propiamente dicho. Asaparece en 1595 en el sur del Japn un diccionario del latn-portugus-japo-ns titulado Dictionarivm Latino Lvsitanicvm, ac Iaponicvm, Ex Ambrossi Ca-lepini. Como el ttulo indica, se trata de una adaptacin del famoso diccio-nario multilinge de Ambrosio Calepino. Por cierto, hace relativamente po-co que estuve hojeando la traduccin japonesa de la tica de Nicmaco (Ethi-ca Nicomachea) de Aristteles. La traduccin me pareci francamente magis-tral. Al final de la lectura, cuando le unas notas explicativas del traductor mequed profundamente emocionado: el traductor reconoce abiertamente quele fue un soporte fundamental este Diccionario para traducir los trminos fi-losficos14.

    Ahora bien, basndose en este diccionario, se publica en 1603 en el sur deJapn (Nagasaki) un diccionario bilinge del japons-portugus: Vocabularioda lingoa de Japam com a declarao em Portugues15 realizado por jesuitas. Alao siguiente de la publicacin de este diccionario magistral, el contenido semejora an ms con un complemento. En 1980, es decir relativamente re-ciente, se public en Tokio una traduccin japonesa completa en dos tomoscon muchas notas eruditas. Esto no se debe simplemente a una curiosidad bi-bliogrfica, sino que esta obra, como en el caso anterior del Diccionario lati-no-portugus-japons, mantiene una vigencia actual cerca de 400 aos despusde la publicacin.

    En 1630, en Manila, llega a publicarse, basndose ahora en este dicciona-rio bilinge japons-portugus, uno igualmente fabuloso Vocabvlario de Iapondeclarado primero en portvgvs. La traduccin la hizo presumiblemente Jacin-to Esquivel, dominico procedente de Vitoria, el cual cumpla trabajos apos-tlicos en Filipinas y antes de alcanzar la costa japonesa fue asesinado en163316. Este primer diccionario monumental de ms de 1.200 pginas contie-ne unas treinta mil palabras y nos explica hasta los trminos budistas e inclu-so los trminos tcnicos de la literatura japonesa. Yo personalmente manejode vez en cuando este diccionario enjundioso y aprendo no pocas cosas. Esde lamentar que la edicin facsmil de 1972 tuviera una tirada limitada de 200ejemplares, y ahora es prcticamente imposible conseguirlo para los hispanis-tas japoneses.

    Ahora bien, puede extraarles la publicacin de este utilsimo diccionarioen Manila. Desde finales del siglo XVI, las persecuciones contra el cristianis-mo en Japn se hacen cada vez ms frecuentes hasta la prohibicin oficial enel ao 1613, ao en el que justamente unos 150 japoneses embarcan con des-

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    13 Vase el slido estudio de TAKASE, Koichiro, Kirishitan no seiki (en japons: La edad cristiana),Tokio, 1993, pp. 19, 21 y 76.

    14 Traduccin de KATO, Shinro, Obras completas de Aristteles, Tokio, tomo 13, 1988, 3 ed., p.453. Vase tambin: Ep. 82 de Francisco Javier, fechada 20-6-1549, op. cit., tomo II, p. 111.

    15 Edicin facsmil, Tokio, 1960.16 LAURES, Johannes (ed.), Kirishitan Bunko, Kyoto, 1985, 3 ed. renovada, p. 121, nota 360. Va-

    se tambin SERS, Homero, Bibliografa de la lingstica espaola, Bogot, 1964, p. 120 (ref. 9898).

  • tino a Roma, va Mxico y Cuba. La mayora de estos japoneses regresan di-rectamente a Japn desde Mxico, pero un grupo de ellos pasa por Espaa en1614 y logran ser recibidos en audiencia por Pablo V en Roma. Pero cuandoregresan estos cristianos japoneses en 1620, el cristianismo ya est totalmenteprohibido. Y cuatro aos ms tarde se prohbe tambin el comercio entre Ja-pn y Espaa.

    Otro diccionario de importancia es el de Diego Collado, dominico, quelleg a Japn en 1619. En 1632 publica en Roma su Dictionarium sive The-sauri linguae Iaponicae Compendivm17, se trata del diccionario latino-espaol-japons. Ms recientemente, en 1985 (en Kioto), vio la luz otro diccionario,en edicin facsmil, del mismo misionero Vocabulario de la lengua japonatambin fechado en 1632.

    Casi paralelamente a la publicacin de estos diccionarios se van editando,eso s, de una manera muy lenta, tratados de gramtica japonesa. Es sabidoque para la mayora de los jesuitas de aquellos das, el manual imprescindiblepara aprender latn era el del jesuita portugus Manuel Alvares (EmmanuelisAlvari, 1526-82): De Institutione grammatica libri tres, Lisboa, 1572. Entre lasgramticas latinas publicadas a lo largo del siglo XVI la gramtica de ManuelAlvares tuvo una difusin muy notable como lo prueban las veintiuna edi-ciones completas y las doscientas parciales o ms y las traducciones y comen-tarios que se hicieron de ellas en alemn, ingls, chino, espaol, francs, ita-liano, polaco, hngaro y un largo etctera y fue adoptada como trabajo fun-damental por la Ratio Studiorum. Efectivamente, en 1594 se publica en elsur del Japn una versin abreviada de esta gramtica con el ttulo De Insti-tutione Grammatica. Esta edicin se hizo para estudiantes japoneses de estalengua culta, y lleva unos interesantes apndices lexicogrficos y gramaticalesdel japons. Sin embargo, no hemos de olvidar que Nebrija tuvo una in-fluencia decisiva en este portugus18.

    Unos diez aos ms tarde (1604-1608, dividida en tres partes) aparece enNagasaki un notable Arte da Lingoa de Iapam de Joo Rodrguez, y en 1620se publica otra versin ms sucinta, pero no de inferior calidad que la ante-rior19, con el ttulo Arte Breve da Lingoa Iapoa.

    El misionero mencionado anteriormente por sus Diccionarios, Diego Co-llado, a pesar de su relativamente corta estancia en Japn, redact otro traba-jo lingstico de primer orden, con su Ars Grammaticae Iaponicae Linguae,publicado en Roma en 163220. Lo llamativo es que en el prlogo de este libro,el autor declara que sigue siempre la clasificacin de las partes de la oracinde Antonio de Nebrija y de otros latinistas. Esta gramtica japonesa de Co-llado, escrita en latn, es tan importante que hay a su vez traduccin japone-sa y sigue siendo una referencia fundamental para los estudios filolgicos. Y

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    17 Ediciones facsmiles, Kioto, 1966 y Tokio, 1979.18 Hay ediciones de la gramtica latina de Nebrija al cuidado de lvarez. Vid M. A. ESPARZA TO-

    RRES y H.-J. NIEDEREHE, op. cit., nms. 523, 530, 554, etctera. 19 Hay un estudio detallado, indito, de KAJIKAZAWA, Chizuru sobre el tema. Rodriguez Nihon

    Dai-bunten kara sho-bunten he no tenkai to hatten (en japons; El desarrollo y la evolucin de Arte Bre-ve da Lingoa Iapoa a Arte da Lingoa de Iapam de Rodrguez. Se trata de una tesina de licenciatura, pre-sentada a la Universidad Sofa de Tokio, 1991.

    20 Gracias al Project Gutenberg (http://www.gutenberg.org/) podemos manejar este texto ntegrode Collado en la pgina Web (http://www.gutenberg.org/etext/17713).

  • aquel insigne bibligrafo granadino Homero Sers21, nos da pistas, muy con-fusas por cierto, de que un tal Juan de Jess haba dejado manuscrita una tra-duccin castellana de esta gramtica japonesa de Collado. Empec a buscarlahace casi un cuarto de siglo visitando conventos de Segovia, Salamanca, To-ledo, etc., pero hasta ahora mis pesquisas no me han dado resultado alguno,as que seguir buscndola.

    La tradicin nebrisense incluso en la gramtica japonesa sigue mante-nindose. En 1738, ahora en Mxico, se publica el Arte de la lengua japona di-vidido en quatro libros segn el arte de Nebrixa. El autor es Melchor Oyangu-ren de Santa Ins, franciscano, el ministro en el idioma tagalog de Filipinassegn reza la portada. Es interesante observar que la gramtica japonesa deOyanguren sea adaptacin muy forzada de la gramtica latina de Nebrija de1481. Se nos dice claramente en la aprobacin redactada por el tocayo denuestro santo, Francisco Xavier Prez, que esta obra est dividida en quatrolibros, y coordinados a similitud de la latinidad de Arte de Antonio de Ne-brixa22.

    Por qu la gramtica latina de 1481, en lugar de la gramtica castellanade 1492, mucho ms famosa? La razn es bastante sencilla. Recordemos queNebrija era andaluz y catedrtico de retrica y latn en la Universidad de Sa-lamanca. En aquella poca se consideraba que el mejor espaol se hablaba enToledo (hasta Sancho Panza lo declara). Entonces, los intelectuales que nopodan competir con este eminente andaluz en el conocimiento del latn, en-contraron una buena coartada para criticar a Nebrija cuando ste publicatrevidamente la gramtica castellana.

    Pero si la gramtica latina de Nebrija se aplic para explicar una lenguatan distante como la japonesa cmo no iba a aplicarse a otras lenguas con lasque tuvieron los europeos un contacto de ms de medio siglo antes que conel japons?

    Hemos de recordar que en 1547, esto es, justo en el ao del nacimientode Cervantes, se orden por primera vez que los indgenas fueran evangeliza-dos en su lengua nativa; en 1580 se dict la Real Cdula que estableci la c-tedra de la lengua general, muisca, en la Universidad de Santa Fe. En este sen-tido se comprende muy bien que los misioneros espaoles se apresuraran adescribir y explicarse a s mismos las lenguas amerindias. Por no extendermeme limito a dos obras:

    Fray Alonso de Molina: Vocabulario en lengua mexicana y castellano,Mxico, 1571. Se nos dice en el prlogo, ymitando en esto a Antoniode Lebrija en su arte de latn.

    Alonso de Neira y Juan de Ribero: Arte y vocabulario de la lengua Acha-gua, 1792. Los autores dicen, iremos imitando (...) el arte de AntonioNebrija. La lengua achagua se habla en Maracaibo, Venezuela y Boya-ca y Meta, Colombia, por unas 100 personas de un grupo tnico de 200en total.

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    21 SERS, op. cit., p. 120 (ref. 9899).22 Hay edicin facsmil, publicada en Tokio, 1972.

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    Y por ltimo, fijmonos en la siguiente gramtica. El autor es Jos Zam-brano Bonilla y el ttulo completo es El Arte de lengua totonaca, conforme a ellArte de Antonio de Nebrija, Puebla, 1752. La lengua totonaca se localiza en laparte norte del estado de Puebla y en la regin central de Veracruz.

    No les suena el ttulo de esta gramtica: Arte de lengua totonaca, confor-me a el Arte de Antonio de Nebrija? Efectivamente es muy parecido al Arte dela lengua japona dividido en quatro libros segn el arte de Nebrixa de Fray Mel-chor Oyanguren de Santa Ins que hemos visto antes. He aqu un hecho sor-prendente: Nebrija publica una excelente gramtica latina en 1481. Bastantesaos ms tarde, en 1632, el dominico Diego Collado publica una gramticajaponesa segn el arte de Nebrija y, en 1738, el franciscano Melchor Oyan-guren de Santa Ins publica otra gramtica japonesa tambin segn el arte deNebrija. Tan slo 14 aos despus Jos Zambrano Bonilla publica un arte delengua totonaca siguiendo no slo a Nebrija sino precisamente a esta obra dearte japonesa de Oyanguren. Lo declara abiertamente en su prlogo. Lo cualquiere decir que Jos Zambrano, al redactar una gramtica totonaca, despusde haber visto la utilidad o la eficacia de aplicar la gramtica latina nebrisen-se a las lenguas amerindias que no tenan nada que ver con la lengua latina,confi ms en su utilidad para la lengua totonaca, ya que su antecedente Mel-chor Oyanguren acababa de comprobarlo con respecto al japons. As es quevemos que la gramtica latina de Nebrija se aplic a la gramtica japonesa, ysta, mediante la metolodoga nebrisense, fue aplicada ahora a la gramticaamerindia.

    Aqu no vamos a analizar detenidamente el contenido de la gramtica ja-ponesa de Oyanguren. Lo que hay que destacar es su toma de posicin a lahora de describir la lengua japonesa. Basndose en el enfoque lingstico deNebrija u otros seguidores de las lenguas amerindias, Oyanguren va descri-biendo tranquilamente la gramtica japonesa e incluso habla, por ejemplo,del pluscuamperfecto de subjuntivo en japons cuando el japons lo desco-noce.

    Esta gramtica de Oyanguren contiene una gran cantidad de inexactitu-des y efectivamente algunos fillogos japoneses que la han cotejado apenas ledan importancia. Yo no lo considero as. El tratado de Oyanguren debera serevaluado desde un ngulo bien distinto. Oyanguren dedic toda su fuerza in-telectual a adaptar el japons al esquema gramatical del latn, y trat de de-mostrar sus posibilidades y consecuentemente tambin sus lmites. As tratde presentar una mejor y eficaz comprensin de la gramtica japonesa para lamentalidad europea, ya habituada al aprendizaje de los idiomas extranjeros,mediante la gramtica consagrada de Nebrija. Recordemos que para Nebrijasus Introducciones Latinas no eran slo para aprender bien esta lengua, sino,como dira el docto acadmico Francisco Rico, el punto de vista bajo el cualse estudiaba cuanto se le ofreca al paso.

    Ahora bien, lamentablemente no lleg a verificarse de manera continua ysuficiente la utilidad o la no-utilidad de la aplicacin de la metodologa deNebrija al japons, por la obvia y sencilla razn de la anteriormente referidaprohibicin y expulsin del cristianismo en Japn. De manera que despusde una revisin de tan fecundo encuentro debido al intento del transplantede la cultura cristiana, con no pocos frutos complementarios lingsticos, pa-semos a otro tema fundamental: literatura en el sentido ms amplio.

  • LITERATURA

    Est claro que los misioneros vinieron a Japn no para transmitir la lite-ratura vulgar sino para ensear la lux veritatis de Dios a los japoneses. Tam-poco es mi intencin presentar una lista ms o menos exhaustiva de obras quese introdujeron en aquella poca llamada cristiana, sino hacer unas refle-xiones con algunos ejemplos ilustrativos para el tema. Aparte, es posible to-dava, cuando se trata de las obras literarias, aadir algo despus de aquellasmagnas aportaciones del profesor Ignacio Elizalde?23. Lo veo sinceramentefuera de mi limitadsima capacidad.

    Ahora bien, es sabido que los misioneros espaoles solan acudir con asi-duidad en el Nuevo Mundo a las representaciones del teatro evanglico. So-bre estas representaciones litrgicas escribi unas pginas memorables el cro-nista franciscano Toribio de Motolina (1569 o 1565) en su importante His-toria de los indios de la Nueva Espaa. Evidentemente el teatro poda ser uninstrumento de gran utilidad para evangelizar a los indios, relativamente fcilde superar las barreras lingsticas de las lenguas indgenas. De manera muyespecial los franciscanos estudiaron las leyendas y folklores de los indios y losiban introduciendo en su teatro evanglico junto con los elementos funda-mentales del catolicismo. Evidentemente no vamos a poder ocuparnos aqudel tema del teatro escolar de los colegios jesuticos, de indudable inters eimportancia24.

    Este mtodo de teatro tuvo un xito muy considerable y sabemos que en1539 se represent en Mxico un auto sacramental, La conquista de Jerusa-ln, de un autor annimo. Sin embargo, contradictoriamente, por parte deEspaa ya a mediados del siglo XVI aparecen dudas o sospechas acerca de laautenticidad ortodoxa del teatro de evangelizacin25: poda considerarse unaprofanacin la representacin del bautismo, la eucarista, etc., por actoreslaicos.

    Se aplic con xito el teatro de evangelizacin en Japn de la misma ma-nera que en Latinoamrica? La respuesta es, en cierto sentido, negativa. Encierto sentido, porque no quedan obras de manera slida y convincente, y lamayora de las veces las noticias nos llegan a travs de informaciones indirec-tas. Por tanto este campo, indudablemente de gran inters, todava requiereserias investigaciones.

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    23 Entre otros vanse San Francisco Xavier en la literatura espaola, Madrid, 1960 y del mismo au-tor, San Ignacio en la literatura, Madrid, 1983. Adase ahora Primavera de poemas en loor de San Fran-cisco Javier, ed. de Carlos MATA INDURIN, Pamplona, 2004.

    24 Remitimos, entre otros, a GRIFFIN, Nigel, Jesuit School Drama, London, 1976 (repertorio bi-bliogrfico), el anteriormente citado San Ignacio en la literatura, p. 165 y ss.; BONILLA Y SAN MARTN,Adolfo, Las bacantes, o del origen del teatro, Madrid, 1921, p. 134 y ss.; MCCABE, William, An Intro-duction to the Jesuit Theater, St. Louis, 1983, pp. 3-68; MENNDEZ PELEZ, Jess, Los jesuitas y el teatroen el Siglo de Oro, Oviedo, 1995, captulos 1 y 2; GONZLEZ GUTIRREZ, Cayo, El teatro escolar de losjesuitas (1555-1640), Oviedo, 1997, sobre todo el captulo I, Anejos I y III. No hemos podido cotejar elsiguiente estudio clsico, GARCA SORIANO, Justo, El teatro universitario y humanstico en Espaa, Tole-do, 1945.

    25 ARRNIZ, Othn, Teatro de evgangelizacin en Nueva Espaa, Mxico D. F., 1979, pp. 91-95;VERSNYI, Adam, El teatro en Amrica Latina, Cambridge, 1993, pp. 51-53; SHELLY, Kathleen y GrnorROJO, El teatro hispanoamericano en el siglo XVI, Historia de la literatura hispanoamericana, tomo I(poca colonial), Madrid, 1982, pp. 319-323.

  • Uno de los poqusimos estudios sobre este tema se debe a Ebisawa, de ha-ce ms de medio siglo. Segn este eminente investigador, la primera aparicindel teatro de evangelizacin en Japn se remonta a 1554, dirigida por un her-mano jesuita llamado Duarte da Silva, y este tipo de teatro se repeta de ma-nera particular en Kyushu para conmemorar la Resurreccin y tambin enocasiones de gran cosecha, a lo largo de unos 10 aos26.

    De las obras teatrales que nos dejan slo una informacin indirecta e in-dicios de la representacin, pasemos a los hechos muy concretos de la tra-duccin. Los traductores tuvieron que enfrentarse con el complicadsimoproblema de los trminos del cristianismo. Francisco Javier mismo us la pa-labra japonesa dai-nichi para referirse a Dios, lo cual caus una confusinconsiderable ya que este trmino dai-nichi significaba fundamentalmenteuna divinidad ms bien pantesta del budismo. Se prob usar la palabra ten-d (en 1568) que poda significar camino del cielo para referirse a Dios.Ante esta dificultad o ambigedad los misioneros pronto abandonan esos tr-minos para evitar el malentendido y procuran explicarles a los infieles el sig-nificado de cada palabra cristiana conservndola en su forma ms o menosoriginal.

    Como es bien sabido, las obras del dominico Fray Luis de Granada tu-vieron una enorme difusin en el siglo XVI. De ah que a los misioneros quevenan a Japn se les ocurriera la idea de traducirlas al japons. En 1592 sepublic una versin abreviada de la Introduccin del Symbolo de la Fe. El tra-ductor no se atrevi a traducir literalmente el ttulo Symbolo de la Fe, sino quepuso el ttulo de Fides no Doxi 27, esto es, Fides palabra latina que significaFe, no es una partcula de genitivo equivalente a de, y por ltimo Do-xi significa maestro, es decir, significa El maestro de la Fe. Pero sustitu-yendo la Fe por Fides del latn no se solucionaba nada, evidentemente. (Enotra edicin posterior de 1611, se modifica el ttulo Fides no Kyo. Kyo signifi-ca, ms o menos, oracin). Los japoneses, por de pronto, seguan sin enten-der el ttulo. Otros trminos tpicos que mantenan la forma original son, porejemplo, sacramento, Deus, martirio, gracia, Pasin28, etctera.

    Por cierto, es de lamentar, para m, que en aquel momento no se traduje-ra completa una obra que contiene abundantes saberes mdicos como la deGaleno y de Vesalio, y que nos hizo ver hace ms de medio siglo con una cla-

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    26 EBISAWA, Arimichi, Yogaku Engeki Kotohajime (en japons; Introduccin a la msica y teatro oc-cidentales), Tokio, 1947, pp. 76, 79, 81-82 y 117-118. Sabemos poco de la figura del jesuita Duarte daSilva. Vase OBARA, Satoru, Kirishitan Bunko, Tokio, 1981, p. 382. Las escasas informaciones disponi-bles sobre el estado del teatro de evangelizacin seran comparables con el teatro medieval espaol y re-querira, como decamos, un estudio serio comparable con aquella pesquisa casi exhaustiva de DONO-VAN, Richard B., The Liturgical Drama in Medieval Spain, Toronto, 1958.

    27 Edicin moderna de OBARA, Satoru, Tokio, 1995.28 Evidentemente pas lo mismo con las palabras claves del japons en los escritos de los misione-

    ros. Nos limitamos a citar slo dos ejemplos significativos de dos misioneros jesuitas: Ns pedimos ahum s Deus todo poderoso os bens desta vida e da outra; os Japes pedem aos Camis os bens tempo-raes e aos Fotoqes a salvaso somente. FROIS, Luis, Tratado em que se contem muito susinta e abreviada-mente algumas contradies e diferenas de custumes antre a gente de Europa e esta provincia de Japo, ed.de Josef Franz Schtte, Tokio, 1955, p. 168 (cap. V, 27), (...) la ignorancia que hasta all adoraban suscamis y fotoques con tanta ceguera. Carta de Gregorio de Cspedes del 1587, citada en PARK, Chul, Tes-timonios literarios de la labor cultural de las misiones espaolas en el Extremo Oriente: Gregorio de Cspe-des, Madrid, 1986, p. 102.

  • ridad sorprendente el llorado maestro Pedro Lan Entralgo29. Y as a Japn nollegan los conocimientos occidentales de Anatoma hasta el ao 1774 con unatraduccin doble de una obra mdica originalmente escrita en alemn y tra-ducida, a su vez, al holands.

    Otra traduccin abreviada pero importante de Fray Luis de Granada fuela de Gua de pecadores30, publicada en 1599. El ttulo de la traduccin japo-nesa repite el ttulo original, incapaz de ser comprendido as por los lectoresjaponeses. El concepto del pecado o pecador en el sentido occidental-cris-tiano fue tan novedoso que no se encontraba ninguna palabra japonesa equi-valente. El traductor opt a su manera, por la prudencia de evitar, al menos,el malentendido de esta palabra fundamental. Por cierto, de esta joya biblio-grfica separada en dos partes no quedan ms que tres ejemplares completosen el mundo, debido indudablemente a las persecuciones contra el cristianis-mo en Japn. En la Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial queda un ejem-plar de la primera parte y yo mismo pude contejarla all.

    Otro libro religioso y fundamental es Dochirina Kirishitan, es decir, Doc-trina cristiana31. Se trata del primer catecismo en japons y est en forma dedilogos. Posiblemente Francisco Javier haba preparado un esbozo al cual losjesuitas iban ampliando el contenido32. Lleg a publicarse en japons en 1591con una imprenta importada de Europa. Al ao siguiente se public otra edi-cin pero esta vez en transliteracin al alfabeto latino. En 1600 vuelven a pu-blicarse dos versiones de la misma obra con pequeas modificaciones.

    Otra traduccin importante fue la de Imitatio Christi de Thomas Kempis.Se public en Amakusa en japons con letras latinas en 1596 con el ttuloContemptus Mundi33. Esta obra tuvo una influencia considerable en los japo-neses y de hecho en 1610 vuelve a publicarse en Kioto ahora con letras pro-piamente japonesas34.

    Aparte, se iban publicando, entre otras obras interesantes, por ejemplo,Exercitia Spiritualia de San Ignacio de Loyola en 1596 (Amakusa) en versinlatina, y en 1607 en Nagasaki Spitval Xugvio, es decir Ejercicios espiritualesen transliteracin al alfabeto latino, compuesta por dos jesuitas. Esta obra sir-vi de gua o de base para la formacin de los jesuitas japoneses35. Tambincabe mencionar un confesionario titulado Salvator Mundi (Nagasaki, 1598),probablemente se trata del primer impreso en Japn con tipos de metal. Sepublic tambin en japons una coleccin de las vidas de los doce apstoles(1591, en Katsusa)36, etctera.

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    29 LAN ENTRALGO, Pedro, La antropologa en la obra de fray Luis de Granada, Madrid, 1946. Hubomisioneros que trataron de transmitir a los japoneses los saberes cientficos tambin. Por ejemplo, PedroLpez Gmez que despus de haber impartido clases en un colegio jesuita de Japn compil en latn en1593 una Compendia que es una suma de saberes cientficos occidentales, especialmente de astronoma, cli-matologa, geologa. Hay edicin facsmil de este tratado. Tokio, 1997. Vase TAKASE, op. cit., pp. 145-146.

    30 Edicin moderna, a cargo de OBARA, Tokio, 2001.31 Hay una edicin excelente y anotada de Dochirina Kirishitan a cargo de CIESLIK, Doi y OTSU-

    KA, Kirishitan-sho, Haiya-sho (Nihon shiso taikei, tomo 25), Tokio, 1970, pp. 13-81. Otra edicin in-completa y anotada a cargo de OBARA, Kirishitan no Oratio, Tokio, 2005, pp. 7-37.

    32 Vase CIESLIK, Hubert, en sus comentarios para esta edicin, p. 607.33 Edicin facsmil, Tokio, 1978; nueva edicin de OBARA, Tokio, 2002.34 Edicin facsmil, Tenri, 1976.35 CIESLIK, art. cit., p. 620.36 Sanctos no gosagueo no uchi nuqigaqi, en letras latinas. Hay varias ediciones modernas: sin fecha,

    1952, 1976, 1996.

  • Hemos de reparar, antes de terminar nuestro bosquejo, en destacar un li-bro no religioso, mejor dicho, tres libros dispares en un tomo que se publicen Amakusa en 1592-1593: 1) Heike monogatari que se prepar para el apren-dizaje del japons y la historia del Japn en los colegios jesuitas. Se trata deun extracto, en transliteracin al alfabeto latino, de una obra maestra de la li-teratura japonesa. 2) Esopo no Fabulas. Como el ttulo seala, describe en le-tras romanas la vida de Esopo y 74 de sus fbulas37. 3) Kinkushu es una co-leccin de aforismos. El ttulo japons se podra traducir literalmente al es-paol: Coleccin de frases ureas.

    LTIMAS OBSERVACIONES

    Como hemos visto, a lo largo de un somero bosquejo de la edad cristia-na en Japn, comenzada por Francisco Javier en 1549 y truncada en 1613 porla prohibicin del cristianismo, hubo una serie de acontecimientos culturalesy humansticos de muchsima envergadura. Cuando Francisco Javier se mar-cha de Japn en noviembre de 1551, un joven japons bautizado con el nom-bre de Bernardo le acompaa y sigue su rumbo a Europa. Y llega en 1553 aLisboa como primer japons que pisa tierras europeas. Al ao siguiente visi-ta Salamanca, Segovia, Barcelona, Roma, etc. y sabemos que vio personal-mente a Ignacio de Loyola y muere en Coimbra en 1557. As se entabl elcontacto, digamos, mutuo entre Europa y Japn, aunque por de pronto estecontacto fue casi siempre unilateral: los misioneros europeos seguan vinien-do a Japn pero no viceversa.

    Aun as, qu contacto tan fecundo! El intento de evangalizacin en Ja-pn, con o sin xito38, dej un legado de primer orden. Hemos visto que sepublicaron obras importantsimas. Desde que el anteriormente citado jesuitaitaliano Valignano introdujo va Macao, en su segunda visita a Japn del ao1590, una impresora de tipos, hasta la prohibicin del catolicismo en Japn,perodo que coincide ms o menos con la plenitud creadora de Cervantes, secalcula que el nmero de publicaciones oscila entre 30 y 5039, sobre algunosde los cuales ya hemos comentado anteriormente.

    Hemos de reconocer, a su vez, que la literatura espaola ampli su hori-zonte gracias a las proezas de los misioneros, es decir, la imagen de Japn ode los japoneses, a veces distorsionada inevitablemente40, se iba describiendo

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    37 Sobre esta edicin japonesa de Fbulas de Esopo, vanse LAURES, op. cit., pp. 47-49, nota.142 yTAKASE, op. cit., pp. 140-141.

    38 Se supone que en su momento de apogeo, desde 1600 hasta la prohibicin, llegaron a ser entretrescientos mil y medio milln de cristianos. Ver TAKASE, op. cit., p. 5.

    39 CIESLIK, op. cit., p. 559. Vase tambin el artculo de Ebisawa incluido en el mismo tomo, p. 536.40 He aqu algunas descripciones de los japoneses: LOPE DE VEGA habla de su ingenio, y memo-

    ria admirable, Triunfo de la fee en los reynos del Japn, ed. de J. S. Cummins, London, 1965, p. 19. Hayuna comedia atribuida a Lope, Los primeros mrtires del Japn, Madrid, (BAE, Tomo CLXXXVII) 1965,p. 307 y ss. S. Griswold Morley y Courtney Bruerton la clasifica en la seccin de Comedia de dudosae incierta autenticidad. Vase su Cronologa de las comedias de Lope de Vega, Madrid, 1968, pp. 537-538.El jesuita Baltasar GRACIN en El Criticn habla de los espaoles de Asia, ed. de M. Romera-Nava-rro, Philadelphia-London, 1939, tomo II, p. 250 (Segunda parte, crisi VIII). Evidentemente los misio-neros tambin sacaron impresiones dispares: nuestro santo dice, gente de muy buena voluntad, muyconversbile, y desseosa de saber. Ep. 90, 5-XI-1549, op. cit., p. 187. El jesuita portugus Luis Frois di-ce, muito moderados e advertidos, op. cit., p. 264 (cap. 14, 57). Gregorio de Cspedes, otro jesuitaespaol, dice en 1579: (...) tienen grande juizio y entendimiento y son de vn naural muy affable y amo-

  • en la literatura espaola del Siglo de Oro con Baltasar Gracin y Lope de Ve-ga a la cabeza, pero no vamos a extendernos en este tema fascinante.

    Quiz convenga sealar un punto fcil de escaprsenos. Se trata de la apa-ricin reciente de algunos escritores catlicos japoneses de extraordinaria cali-dad. Me limito a citar solamente dos nombres destacados: Shusaku Endo(1923-1996) al que yo llamara el Graham Greene de Japn. Dej una serie denovelas realmente profundas y su obra cumbre Silencio est traducida al espa-ol. A travs de la fracasada misin de los sacerdotes ibricos en Japn, el au-tor propone una delicadsima reflexin sobre los valores fundamentales de lafe cristiana. El otro gran novelista contemporneo es Otohiko Kaga (1929- )que haba recibido una influencia decisiva de Endo y el ao pasado publicuna novela de gran inters titulada Javier y sus discpulos, en la que el autor in-troduce de manera muy sutil la tcnica del teatro clsico japons No. Segnlo que me cont personalmente el autor, se est preparando llevar esta obra auna representacin de pera. Esperemos a que reaparezca en la escena SanFrancisco Javier despus de cinco siglos de su nacimiento.

    Ahora bien, pensemos en un hecho curioso. Despus de la aparicin delespaol escrito de las Glosas Emilianenses, el primer vagido41 del espaol se-gn la feliz denominacin de Dmaso Alonso, la literatura espaola necesitunos cinco largos siglos para llegar al glorioso Siglo de Oro. Desde que arri-bara Coln a la isla espaola y apareciera un Francisco de Terrazas, nacido al-rededor del ao que haba llegado a Japn Francisco Javier, como el primerpoeta nacido en Nueva Espaa del que se tiene noticia, la literatura latinoa-mericana tambin necesit otros cinco largos siglos para llegar a su punto cul-minante del siglo pasado y presente. Parece que aquel dicho Hay que dartiempo al tiempo mantiene su vigencia.

    No exagero diciendo que la literatura japonesa despus de cinco siglos,entra ahora en un Siglo de Oro con sus manifestaciones religioso-catlicas; alfin y al cabo los catlicos son una minora en Japn. Pero, s quiero sealareste hecho fundamental: llmese pura coincidencia o resultado necesaria-mente natural, la literatura marcadamente catlica est dando unas cosechasfecundas despus de cinco siglos del nacimiento de Francisco Javier, el primermisionero que arrib a Japn.

    La ltima y problemtica reflexin: cmo se interpreta hoy por hoy lapoca cristiana de Japn que dur al menos formalmente algo ms de 60 aosdesde la llegada a Japn de Francisco Javier en 1549? Aunque parezca extra-

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    roso, (...), citado por PARK, op. cit., p. 118; el padre franciscano Marcelo de RIBADENEIRA, que habavivido en Filipinas y Japn a lo largo de seis aos, public en 1601 en Barcelona un libro denso, titu-lado Historia de las islas del archipilago filipino y reinos de la Gran China, Tartaria, Cochinchina, Mala-ca, Siam, Cambodge y Japn, y habla de buen entendimiento natural y que el demonio los tena tanentenebrecido el entendimiento, p. 325 y 358 respectivamente en la edicin de Juan R. de Legsima,Madrid, 1947. Otro franciscano Pedro Bautista habla de tan flacos de espritu (carta fechada 20-X-1596) y tambin tiernos en la fee (sin fecha), p. 98 y 104 respectivamente en PREZ, Lorenzo, Cartasy relaciones del Japn (Extracto del Archivo Ibero-Americano, nms. XII y XVI-XVII), Madrid, 1916. Porltimo, aunque los ejemplos pudieran ser interminables, el siguiente caso es muy notorio. Se trata deuna censura, de acuerdo con uno de los trmites para la publicacin de la citada gramtica japonesa deOyanguren. La censura corre a cargo de fray Francisco Xavier Prez. Dice el tocayo del primer misio-nero espaol en Japn: Estn los japones muertos en su infidelidad, idolatras, y muchos en el maho-metismo: sus libros estn llenos de ceguedades ignorancias, (), edicin citada, sin paginar.

    41 ALONSO, Dmaso, De los siglos oscuros al de oro, Madrid, 1964, 2 ed., pp. 13-16.

  • o, tradicionalmente hay una tendencia marcada a explicar esa poca tan sig-nificativa dentro de un parntesis, esto es, un punto y aparte de la historia deJapn. Es cierto que la poca en cuestin est bien marcada: desde 1549 has-ta la prohibicin a nivel nacional del cristianismo en 1613. Pero es evidentetambin que una prohibicin institucional no se cumple o no se repercute tanfcilmente sobre todo cuando se trata de un asunto del corazn. De hecho,como hemos visto, algunas obras publicadas o quehaceres de aquella pocamantienen su plena vigencia actual, consciente o inconscientemente. Decaaquel insigne historiador Jos Antonio Maravall: En historia, como en cien-cia, hay que atenerse a la interpretacin que resulte ms generalmente nece-saria, y de ms amplia validez42.

    Como sabemos, la poltica japonesa de aislamiento del mundo exterior,comenzada en la primera mitad del siglo XVII, dura hasta la mitad del sigloXIX. Durante este perodo de algo ms de dos siglos, el Japn se quiso recluirfrente al exterior hasta que la llegada de cuatro barcos norteamericanos en1853 hizo irreversible una evolucin de apertura al exterior.

    Los historiadores del Japn, para m, tienden a prestar atencin a esteacontecimiento de manera exclusivista. Desde luego, yo no soy ningn his-toriador, pero creo que la poltica aperturista mencionada se comprende, o almenos se comprende algo mejor, teniendo muy en cuenta la anterior expe-riencia del encuentro cultural, humanstico y religioso llevado a cabo por losvalerosos misioneros procedentes de esta pennsula con Francisco Javier a lacabeza.

    Estoy convencido de que la reintegracin o la reivindicacin plena de lapoca cristiana en la historia cultural del Japn nos va a ofrecer perspectivasinesperadas y fecundas, de la misma manera que quedan muchos puntos alrespecto por ser investigados seria y profundamente. Ni que decir tiene queeste simposio va a ser un acicate firme para una comprensin mejor y fe-cunda.

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    42 MARAVALL, Jos Antonio, La cultura del barroco, Barcelona, 1975, p. 324.

    Como referencia fundamental bibliogrfica, se recomiendan las siguientes pginas Web de la Uni-versidad Sofa de Tokio, Japn:

    http://pweb.cc.sophia.ac.jp/~d-mccoy/xavier/http://133.12.23.145:8080/html/index.html

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