Dialnet-JesusAnuncioElReinoDeDiosYVinoLaIglesia-3648858

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JUAN JOSÉ TAMAYO ACOSTA Nace en Amusco (Palencia) el 7 de octubre de 1946. A los 10 años ingresa en el Seminario de Palencia y posteriormente en el de Carrión de los Condes hasta los 24. Continúa sus estudios en Madrid y entra en contacto con la Teología de la Liberación de América Latina, que por entonces empezaba, y con la Teología Política alemana. Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas en 1971. Diplomado en Ciencias Sociales por el Instituto León XIII en 1972. Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca en 1976. Licenciado en 1983 y Doctor en 1990 en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido pro- fesor en diversas instituciones de España y América. Dirige actual- mente la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Es fundador y actual Secretario General de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII. Miembro de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones. Colabora en numerosas revistas lati- noamericanas y europeas con estu- dios e investigaciones sobre Filosofía de la Religión, Teología Política y de la Liberación, Religiones y Derechos Humanos, Diálogo Interreligioso e Intercultural. Autor de numerosos artículos y libros, entre otros: “Para compren- der la Teología de la Liberación”, “Conceptos fundamentales del cris- tianismo”, “Para comprender la crisis de Dios hoy”, “Fundamentalismos y diálogo entre religiones”, “Nuevo diccionario de Teología”, “Islam. Cultura, religión y política”, “Diálogo interreligioso ante los desafíos del S.XXI”, “En la frontera: cristianismo y laicidad”, etc. ¿ Puede apelar razonablemente la Iglesia cristiana a Jesús de Nazaret? ¿Podemos afirmar que la Iglesia está fundada en el Evangelio? ¿Existe con- tinuidad entre Jesús de Nazaret y la Iglesia o, mejor, las iglesias cristianas? O, más directamente: ¿Fundó Jesús la Iglesia? Éstas o similares preguntas se hizo el teólogo modernista Alfred Loisy (1857-1940) a principios del siglo XX en su emblemática obra L’Église et l’Évangile para responder de esta guisa: “Jesús predicó el reino de Dios y vino la Iglesia”. Algunas de las afirmaciones del libro, sacadas de contexto, fueron condenadas por san Pío X, que colocó más de 150 obras en el tristemente célebre Índice de Libros Prohibidos, entre ellas la de Loisy. ¡Loisy excomulgado y Pío X canonizado! Ironías de la historia. La afirmación del exegeta francés tiene un innegable fondo de verdad, que hay que tomarse en serio, y que ha sido ratificada por las recientes investigaciones sobre el Jesús histórico y los estudios de sociología, historia social y antropología cultural del movimiento de Jesús y del cristianismo primitivo. En parecidos términos se expresaba medio siglo después el exe- geta católico Rudolf Schnackeburg, nada sospechoso de herejía, en La Iglesia en el Nuevo Testamento, muy valorada por la exégesis oficial de la época: “No la Iglesia, sino el Reino (de Dios) constituye la última intención del plano divino”. Benedicto XVI se refiere elogiosamente a Schnackenburg y se apoya en él en su cristología Jesús de Nazaret (2007). Los datos exegéticos y los hechos históricos no permiten responder con un o un no lacónicos a las preguntas del comienzo, sino que deman- dan una respuesta dialéctica: entre Jesús de Nazaret y la Iglesia cristiana hay discontinuidad, pero también continuidad. No podemos caer en el fatalismo y el catastrofismo, viendo en el horizonte eclesial sólo los nuba- rrones y ocul- tando los momentos de gracia y de libe- ración, como tampoco pode- mos ubicarnos en un idealismo tan subido de tono que nos lleve a pensar o UNA MIRADA AL MUNDO Mundo ¿JESÚS anunció el reino de Dios y vino la IGLESIA? ¿JESÚS anunció el reino de Dios y vino la IGLESIA? EN LA CALLE 13

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una refexión sobre la frase de A. Loisy hacia la iglesia en la era del modernismo.

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  • JUAN JOSTAMAYO ACOSTA

    Nace en Amusco (Palencia) el 7de octubre de 1946. A los 10 aosingresa en el Seminario de Palenciay posteriormente en el de Carrinde los Condes hasta los 24.Contina sus estudios en Madrid yentra en contacto con la Teologade la Liberacin de Amrica Latina,que por entonces empezaba, y conla Teologa Poltica alemana.

    Licenciado en Teologa por laUniversidad Pontificia de Comillasen 1971. Diplomado en CienciasSociales por el Instituto Len XIIIen 1972. Doctor en Teologa por laUniversidad Pontificia deSalamanca en 1976. Licenciado en1983 y Doctor en 1990 en Filosofay Letras por la UniversidadAutnoma de Madrid. Ha sido pro-fesor en diversas instituciones deEspaa y Amrica. Dirige actual-mente la Ctedra de Teologa yCiencias de las Religiones de laUniversidad Carlos III de Madrid.

    Es fundador y actual SecretarioGeneral de la Asociacin deTelogos y Telogas Juan XXIII.Miembro de la Sociedad Espaolade Ciencias de las Religiones.Colabora en numerosas revistas lati-noamericanas y europeas con estu-dios e investigaciones sobre Filosofade la Religin, Teologa Poltica y dela Liberacin, Religiones y DerechosHumanos, Dilogo Interreligioso eIntercultural.

    Autor de numerosos artculos ylibros, entre otros: Para compren-der la Teologa de la Liberacin,Conceptos fundamentales del cris-tianismo, Para comprender la crisisde Dios hoy, Fundamentalismos ydilogo entre religiones, Nuevodiccionario de Teologa, Islam.Cultura, religin y poltica, Dilogointerreligioso ante los desafos delS.XXI, En la frontera: cristianismo ylaicidad, etc.

    Puede apelar razonablemente la Iglesia cristiana a Jess de Nazaret?Podemos afirmar que la Iglesia est fundada en el Evangelio? Existe con-tinuidad entre Jess de Nazaret y la Iglesia o, mejor, las iglesias cristianas?O, ms directamente: Fund Jess la Iglesia? stas o similares preguntasse hizo el telogo modernista Alfred Loisy (1857-1940) a principios delsiglo XX en su emblemtica obra L glise et lvangile para responder deesta guisa: Jess predic el reino de Dios y vino la Iglesia.Algunas de lasafirmaciones del libro, sacadas de contexto, fueron condenadas por sanPo X, que coloc ms de 150 obras en el tristemente clebre ndice deLibros Prohibidos, entre ellas la de Loisy. Loisy excomulgado y Po Xcanonizado! Ironas de la historia.

    La afirmacin del exegeta francs tiene un innegable fondo de verdad,que hay que tomarse en serio, y que ha sido ratificada por las recientesinvestigaciones sobre el Jess histrico y los estudios de sociologa, historiasocial y antropologa cultural del movimiento de Jess y del cristianismoprimitivo. En parecidos trminos se expresaba medio siglo despus el exe-geta catlico Rudolf Schnackeburg, nada sospechoso de hereja, en LaIglesia en el Nuevo Testamento, muy valorada por la exgesis oficial de lapoca: No la Iglesia, sino el Reino (de Dios) constituye la ltima intencindel plano divino. Benedicto XVI se refiere elogiosamente a Schnackenburgy se apoya en l en su cristologa Jess de Nazaret (2007).

    Los datos exegticos y los hechos histricos no permiten respondercon un s o un no lacnicos a las preguntas del comienzo, sino que deman-dan una respuesta dialctica: entre Jess de Nazaret y la Iglesia cristianahay discontinuidad, pero tambin continuidad. No podemos caer en elfatalismo y el catastrofismo, viendo en el horizonte eclesial slo los nuba-rrones y ocul-tando losmomentos degracia y de libe-racin, comotampoco pode-mos ubicarnosen un idealismotan subido detono que noslleve a pensar o

    UNA MIRADA AL MUNDO

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    JESS anunciel reino de Diosy vino la IGLESIA?

    JESS anunciel reino de Diosy vino la IGLESIA?

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    creer que en lahistoria del cris-tianismo todo hasido vida y dulzu-ra, desconocien-do los momentosescandalosamenteantievanglicos:Inquisicin, gue-rras de religiones,quema de brujas, ejecuciones de herejes, trata deesclavos, encomiendas, conquistas y colonizacionesviolentas, persecucin de otras religiones, anatemas yexcomuniones, discriminacin de las mujeres, perse-cucin de los judos, etc. Trigo y cizaa han crecidojuntos, aunque no siempre por igual. La mayora delas veces, la cizaa ha crecido ms que el trigo.

    El primer argumento a favor de la discontinui-dad nos viene de la terminologa del NuevoTestamento. La palabra ekklesa (Iglesia) no aparecems que dos veces en los evangelios, las dos en el deMateo y ambas en textos muy discutidos: Mt 16,18;18,1. Se cree que son textos interpolados. Sin embar-go, la expresin reino de Dios (o reino de los cie-los) se encuentra en los Evangelios Sinpticos(Mateo, Marcos y Lucas) en torno a cien veces y ape-nas vuelve a utilizarse en el resto de los escritos delNuevo Testamento. Sucede, adems, que Lucas nuncautiliza ekklesa en el Evangelio que lleva su nombre y,s la emplea en Hechos de los Apstoles, al tiempoque las cartas paulinas la utilizan 46 veces.

    Lo que pone en marcha Jess no es una organi-zacin cultual al servicio de la religin oficial y del sis-tema poltico, sino un movimiento igualitario dehombres y mujeres bajo el signo del acompaamien-to, el seguimiento y el anuncio de la utopa del reinode Dios que no admite discriminaciones por razonesde etnia, cultura, gnero, religin, clase social, proce-dencia geogrfica, etc.

    El hecho de que apenas aparezca en losEvangelios no se debe a que no fuera usada cuando seredactaron, sino a que no parece que la empleara elJess histrico. Telogos y exegetas de las ms dife-rentes tendencias ideolgicas coinciden en que la cer-cana del reino de Dios, y no la Iglesia constituye elmensaje central, el asunto de Jess, en palabras deWalter Kasper, telogo alemn y cardenal.

    El anunciodel reino de Diostiene carcterinconfor mista,utpico y desesta-bilizador. En unapalabra, subversivode todo ordenestablecido de sutiempo: del

    Imperio romano y de la religin juda, de los lderespolticos y de las autoridades religiosas. Lo expresabaAlbert Schweitzer con rigor y lenguaje vivo en untexto antolgico que escribiera a principios del sigloXX y que sigue conservando la frescura y radicalidadde entonces:

    Todo est tranquilo y sigue su curso normal. Deimproviso, aparece el Bautista anunciando: Hacedpenitencia! El reino de Dios se est aproximando! Alpoco tiempo, llega Jess, el anunciado hijo del hombre,perfectamente consciente de su misin, toma en susmanos la rueda del mundo, la pone en movimiento eintenta darle un ltimo giro para orientar la historiarumbo al fin del mundo. La rueda se resiste, y l quedaaprisionado entre sus radios. Un movimiento ms deretroceso acaba por dejarlo triturado.Vena anunciandola escatologa y no ha hecho sino destruirla. La ruedadel mundo sigue dando vueltas llevando todava pren-didos en sus radios los jirones del nico hombre quehubiera podido ser capaz de constituirse en rector espi-ritual de la humanidad y de dominar la historia.

    Quiz exageraba Schweitzer al considerar aJess de Nazaret el nico hombre que hubiera podidoconstituirse en gua espiritual de la humanidad. Hubootros muchos antes y despus que lo intentaron con lamisma conviccin y empeo moral que l: Zoroastro,los profetas de Israel, Buddha, Jina, Confucio, Laots,Scrates, Muhammad, etc. Pero, ciertamente, la hue-lla del Profeta de Nazaret en la historia es imborrable.Bien es verdad que sus seguidores no fueron sus mejo-res mensajeros e intrpretes como tampoco los mejo-res testigos de esperanza.

    Termino esta reflexin con una referencia a larelacin de la Iglesia con el Espritu y el reino deDios. En la mejor tradicin del Nuevo Testamento y lams herencia mstica del cristianismo, Iglesia, Esprituy reino de Dios no conforman una unidad indiferen-M

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    LA MIRADA DE JOS LUIS CORTS

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    ciada, ni pueden situarse al mismo nivel. Entre elloshay ciertamente una relacin no simtrica. No pode-mos divinizar a la Iglesia, hasta el punto de ubicarla enel mismo plano que el Reino de Dios, y menos anidentificar a la Iglesia con el papado y la jerarqua. Sha hecho la eclesiologa tradicional, incurriendo enuna de las ms graves patologas teolgicas. La Iglesiase sita en el horizonte del reino de Dios, pero no seidentifica con l. Est a su servicio. Las prcticas ecle-siales son realizaciones parciales del reino de Dios enla historia, pero con frecuencia se han convertido engraves desviaciones del reino de Dios entendido en susentido originario, es decir, como utopa de justicia,paz, solidaridad, sororidad y como sociedad alternati-va.A decir verdad, muchos han sido los momentos enlos que la Iglesia histrica ha caminado con frecuenciaen direccin contraria a la historia humana.

    Qu decir de la relacin entre la Iglesia y elEspritu? Ciertamente, la Iglesia es Iglesia del Espritu,

    pero no puede apropiarse de l como si fuera de suexclusiva propiedad, ni encerrarlo en los estrechoslmites de la institucin eclesistica. El Espritu nece-sita espacios de libertad para actuar y la institucineclesistica con frecuencia sofoca la libertad de susmiembros e incluso del Espritu. La absolutizacin dela institucin eclesistica y su identificacin con elReino son herejas y perversiones del movimiento deJess. La Iglesia es mediacin, slo mediacinmuchas veces, poco ejemplar para el acceso a Dios,y est al servicio del Reino, un Reino que nada tieneque ver con las teocracias de este mundo, sino queremite a los valores del Reino recogidos en lasBienaventuranzas, la carta fundacional del cristianismo.El peligro que acecha siempre a la Iglesia es idolatrarsea s misma. El mejor antdoto para no caer en l esubicarse en el lugar de los pobres, asumir su causa ytrabajar por su liberacin.

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