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    Boletn CientficoSapiens esearch

    Vol. 2(2)-2012 / pp: 85-89 / ISSN-e: 2215-9312

    Sapiens Research Group

    http://www.sapiensresearch.org/http://issuu.com/sapiens-research

    http://www.facebook.com/pages/Boletin-Cientifico-Sapiens-Research/18184428517833485/

    Una aproximaci n a os usos socia es eUr is+:cuerpo en espacios correccionales: Crdoba, Argentina

    An approach to the social uses of the body in correctional spaces: Crdoba, ArgentinGraciela-Mara Tedesco(1978, argentina, Universidad Nacional de Crdoba, Argentin

    [email protected]

    Resumen

    Este trabajo se propone analizar la relacin entre usos del cuerpo y es-pacios institucionales correccionales, a partir de materiales recogidos enuna investigacin de tipo etnogrfico llevada a cabo en institutos parajvenes en conflicto con la ley de la ciudad de Crdoba. El cuerpo es

    considerado aqu como una construccin simblica cuyas representacio-nes se ligan a un estado social, una visin del mundo y una definicin dela persona (Le Breton, 1995). A partir de esto, se busca indagar en algu-

    nos usos sociales construidos en estos espacios institucionales, y en dife-rentes interacciones producidas entre los jvenes y el personal institu-cional. De este modo, el trabajo realiza un recorrido por prcticas queconfiguran un proceso en el que intervienen diferentes formas de mos-trar el cuerpo, de ocultarse, de jugar en el lmite y de considerar a lacorporalidad como un capital (Wacquant, 1999).

    Palabras clave:cuerpos, institutos, jvenes, relaciones sociales.Recibido:31-05-2011 Aceptado:29-06-2012

    Ctese as:Tedesco, G.M. (2012). Una aproximacin a los usos sociales

    del cuerpo en espacios correccionales: Crdoba, Argentina. Boletn Cien-

    tfico Sapiens Research, 2(2), 85-89.

    AbstractThis paper analyzes the relationship between body and space uses ofcorrectional institutions, from material collected in an ethnographic re-search conducted in schools for young people "in conflict with the law"of the city of Cordoba. The body is considered here as a symbolic con-struct whose representations are linked to social status, a world viewand definition of the person (Le Breton, 1995). From this, it seeks to in-vestigate some social applications built in these institutional settings,and different interactions occurred between the young and institutionalstaff. Thus, the job takes a tour of practices that constitute a process inwhich different ways of showing the body, hiding, playing on the edgeand consider embodiment as a capital (Wacquant, 1999).

    Key-words:bodies, institutions, social relationships, young people.

    Introduccin

    Los distintos abordajes vinculados al estudio del cuerpo en las cienciassociales nos sugieren que la corporalidad no constituye un dato naturalevidente por s mismo, sino que es el resultado de diferentes elementossociales y culturales que lo construyen en un espacio-tiempo determina-do. Segn seal en su momento Mauss (1979), los gestos y posturas(tcnicas corporales) ponen de manifiesto sentidos inconscientes que nopueden decirse a travs de las palabras y que no son slo el resultado demovimientos puramente individuales o enteramente fsicos, sino parte de

    una idiosincrasia social. De esta manera, los cuerpos establecen relacnes significativas con el mundo que los rodea y muestran modos aprendos socialmente en la interaccin, siendo una construccin simblica cyas representaciones son confluentes de un estado social, de una visidel mundo y de una definicin de la persona (Le Breton, 1995). A pade estas cuestiones que subrayan la imposibilidad de separar al cuerpo sus contextos sociales y espaciales, la cuestin de las corporalidadconstruidas en instituciones cerradas para jvenes en conflicto con la

    en la ciudad de Crdoba aparece como un tema a explorar. En tanto epacios pensados para la reduccin del movimiento corporal y la restrcin de prcticas realizadas en la cotidianidad, a continuacin se intenindagar en los modos en que los jvenes usan y muestran el cuerpo en institutos, buscando comprender los gestos, posturas y sentimientos qse ponen en juego y tambin interpelan estos espacios. El artculo apoya en un trabajo de campo de tipo etnogrfico realizado para una sis de maestra en Antropologa (UNC) acerca de las relaciones sociaque tejen los jvenes que se encuentran en el Sistema Correccional Crdoba. Si bien dicho trabajo de campo se desarroll en dos instituto(uno de media seguridad o semiabierto y otro de mxima seguridad o rgimen cerrado), se eliji para este trabajo analizar este ltimo espacdonde es posible observar de manera ms extrema las restricciones instucionales. El instituto Malvinas se encuentra en las afueras de la ciud

    de Crdoba y en all se alojan jvenes varones de entre 16 y 19 aos qhan cometido delitos considerados graves por el cdigo penal. El trabade campo en este lugar se realiz a lo largo de un ao y se caracteriz pla realizacin de visitas peridicas y observaciones, charlas con gruppequeos de jvenes y entrevistas en profundidad individuales2. Se utilpara este trabajo observaciones y narrativas vinculadas a sentidos sobla corporalidad en los institutos recogidas en estas visitas. Sin desconocque los usos corporales e interacciones en el instituto suponen una divsidad de ocasiones y lugares ms all de los que aqu se resea, se elig

    1El trabajo de campo se desarroll en dos institutos para varones en los que hjvenes de entre 16 y 19 aos, durante diferentes instancias realizadas entreao 2004-2006. En este trabajo, los nombres de estas instituciones y de las per

    nas han sido modificados para preservar su privacidad. El ingreso al instituto Caslli se realiz luego de obtener una autorizacin formal de la directora de la Subcretara de Atencin Integral del Nio y el Adolescente en Conflicto con la Ley Pnal, organismo del que dependen los institutos correccionales de Crdoba. Tiepo despus, debido al conocimiento previo del personal directivo del instituMalvinas, se les transmiti el inters por visitar dicho instituto, y se pudo as tender el trabajo de campo al mismo.2Se realizaron visitas semanales o quincenales en las que se llev a cabo una divsidad de actividades como apoyo escolar, proyeccin de videos, registros fotogrcos, conversaciones informales, etc. Las charlas con grupos de jvenes fueron mtiples durante todo el trabajo de campo y se realizaron alrededor de 15 entrevisindividuales.

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    centrarse en algunos de estos dejando otros para futuras indagaciones.De este modo se exploran los ejes vinculados a los modos de mostrar quese hace conductaen el instituto, las gestualidades que juegan en el l-mite del respeto-irrespeto, y las formas de borrar el cuerpo y utilizar vio-lencia sobre el mismo para solicitar cambios de situacin y mejores con-diciones. De este modo, el texto analiza prcticas y gestos corporales en

    relacin a determinados espacios institucionales, buscando arrojar luzsobre las nociones de persona que se activan y que atraviesan el sistemacorreccional.

    Hacer conducta, mostrarse y tomar distancia

    Durante el trabajo de campo se pudo observar que los informesproduci-dos en cada instituto sobre los jvenes internos y dirigidos al juzgado co-rreccional ocupan un lugar crucial en la definicin del tiempo de trata-mientoy la posibilidad de permisos3de salida. Los informes son escritospor el personal institucional: equipo tcnico (psiclogo, trabajador social),docentes (profesor de educacin fsica y maestro de primaria), guardias,coordinador; y enviados peridicamente a la secretara del Juzgado paraser anexados en los expedientes de cada joven institucionalizado. En rela-cin a esto, los jvenes se muestran continuamente atentos y cuidadososante la informacin que sobre ellos se pueda volcar en los informes. Sepudo advertir estos cuidados en el inicio del trabajo de campo, cuando seconsidera que de cierta manera ubicaban a la investigadora en el lugar deuna posible productora de informes. Si bien esta idea sobre mi personacon el transcurrir del trabajo de campo y la construccin de confianza semodific, me ayud a comprender muchos de los silencios, vacos y am-bigedades que aparecan en las primeras charlas. De este modo, la pre-sin de los Informes genera entre los jvenes, como sugiere Pollak (2006),zonas de sombra, silencios, no dichos guardados celosamente en es-tructuras de comunicacin informales y moldeados por la posibilidad deser castigados por aquello que se dice o, al menos, de exponerse a malen-tendidos.

    La cuestin de mostrar que se est haciendo conducta para que esto serefleje en los informes apareci de manera recurrente durante las visitasal instituto. Frases como Estoy haciendo conducta, no?, Estoy cuidan-do la conducta, No me quiero arruinar la conducta, mencionadas enpresencia de los guardias, profesores o director, equivalan a afirmar porsi no se notaba que ltimamente realizaban todas las actividades pro-puestas por el instituto, se mostraban respetuosos con los guardias, que-ran estudiar, no se metan en peleas y no fumaban en las piezas. Si bieneste hacer conductase ligaba a algo positivo para la mirada institucional,tambin se fue advirtiendo que los chicos nunca calificaban a su conductacomo buena o mala. Simplemente hacan conducta o no la ha-can, y en esto el cuerpo cumpla una importante funcin.

    Mostrarse interesados y activos en las actividades y fundamentalmente

    en la limpieza diaria del instituto implicaba una parte importante de esehacer conducta. Sin embargo, otra cuestin tambin era consideradaimportante en este aspecto: el mostrar respeto hacia los guardias omaestros (como tambin se los llama). En este sentido, quienes tienenmayor contacto con los jvenes y cumplen la tarea de hacer respetar los

    3Los permisos de fin de semana son autorizados por el juzgado y comunicados porel director, quien los viernes por la tarde informa al grupo los de nombres quienesestn autorizados a salir.

    distintos horarios de actividades y de controlar el ordenen el sector4s

    los guardias. Durante las observaciones y charlas, en las que muchas vces se aprovechaba para conversar con los mismos, se encontr que ude sus preocupaciones constantes era el tener que ser respetados por menores. En este sentido, eran justamente las actitudes de irrespelas que en mayor medida eran castigadas y plasmadas en los informes.

    relacin a esto, Becker (1971)indica que alguien puede ser clasificado desviado no por haber quebrantado realmente una regla, sino porque mostrado una falta de respeto al impositor de la misma. Se pudo adverque algunas actitudes corporales de los jvenes se apoyaban en el concimiento de esta cuestin. As, al salir del sector para hablar con los guadias o director, los jvenes solan poner sus manos hacia atrs, tomndlas por la espalda antes de iniciar la conversacin. Cuando el joven econvocado para hablar de una situacin conflictiva, el hecho de tomarlas manos por detrs y bajar la mirada transformaba tambin la actitdel guardia y aflojaba la situacin. De este modo, las manos y la miracumplan aqu un rol central, en donde si bien se pretenda mostrar rpeto, esto no supona pasividad u abandono, sino la produccin de conciones propicias para iniciar el dilogo.

    As como se observ que los jvenes utilizan ciertas tcnicas corporapara evitar enfrentamientos y mantener el vnculo, los guardias tambemplean algunas prcticas para subsanar disputas y sustentar la relaciEn este sentido, muchas veces, ante expresiones irrespetuosas realizaden voz baja, los guardias fingan no escuchar, o ante un cigarrillo de mrihuana fumado a escondidas podan a veces pasarlo por alto, como si hubiera existido. Esto entraa, en trminos de Goffman (2004:255), uregulacin de las impresiones donde los actuantes, el auditorio y los etraos aplican tcnicas para salvaguardar la representacin, ya sea tr

    tando de evitar probables disrupciones, subsanando las inevitables o p

    sibilitando que otros lo hagan. De este modo, se fue desarmando el psupuesto inicial acerca de que el hacer conductaconsista en hacer cosbuenas o una accin unilateral. Por el contrario, la misma aparece comrelacin y un intercambio a travs de los cuales se construye una convencia aceptable, aunque sin pretender generar cercana. En relacinesto, al preguntarse a los jvenes cmo era la relacin con la guardia, stuvieron que: [A los guardias]hay que tenerlos hasta ah (...) no darconfianza (Danilo, diciembre de 2006, Inst. Malvinas). Asimismo, al pguntarse a los guardias sobre los jvenes, indicaron, por ejemplo: A menores lo mejor es tenerlos hasta ah y no darles confianza, ser recto yles decimos que es hasta las 10, a esa hora se apaga la luz (guardia, ciembre de 2006, Inst. Malvinas).

    Construir conducta, entonces, ser tarea tanto de los internos como dpersonal de la institucin, que buscarn mantener un trato dentro mrgenes considerados, en este contexto, aceptables. Esto genera campo de relacin en donde los jvenes puedan moverse, avanzar o

    troceder, siempre y cuando se cuide de no daar esa relacin.

    Charlar o el lmite del respeto irreverente

    Jaime se asom a travs de los barrotes de la ventana de su pieza y

    dijo al guardia Renzo: Escuchame. Te tengo que pedir un gran favor: q

    me dejs salir a comprar cigarrillos ac al frente. Renzo se sonri lev

    4Se llama sectoral espacio cerrado en el mismo instituto donde los jvenes pasla mayor parte del tiempo. All tienen sus piezas, baos, patio y comedor.

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    mente y entr a comedor, y yo lo segu mientras me rea al pensar en la

    ocurrencia de Jaime (nota de campo, septiembre de 2006).

    Como se observa en esta nota de campo, cuestiones como mofarse de susituacin de encierro y bromear tratando a un guardia como un igual,ayudan en la cotidianeidad institucional a construir la convivencia y

    ablandar las jerarquas (aunque sin dejar de reconocerlas). En el instituto,la presentacin de un cuerpo relajado y la prctica del charlar (como lallaman los jvenes), brinda un tono diferente y hasta humorstico a situa-ciones tensas y no muy agradables. Este charlar implica utilizar bromas oexpresiones graciosas o exageradas, dndole un carcter de serio o ver-dad a algo a todas luces banal o falso. Esta forma de relacionarse no seproduce con cualquier persona, sino con quien se tiene cierta confianza yse sabe que no se va a enojar. Como lo hiciera notar Radcliffe Brown(1973), para un contexto diferente pero igualmente con ciertas coinci-dencias, las relaciones jocosas permiten mantener la armona dentro deuna situacin de desequilibrio. De este modo, en ciertas situaciones seconvierte en lcito y hasta obligatorio molestar y bromear con otro sinque este pueda enojarse. Lo que en otro contexto suscitara hostilidad, esevitado por un antagonismo divertido que se produce con bromas y faltasde respeto mutuas. As, por ejemplo, un sobrenombre gracioso no llega aser ofensivo si forma parte de una relacin igualitaria, ya que el que bro-mea sobre otro se somete tambin a ser objeto de burla. Involucrarse eneste tipo de relacin supone la condicin de no apartarse de esta reglaunilateralmente, ya que podra generar consecuencias negativas en la re-lacin. Al decir de Radcliffe-Brown, la falta a las reglas que rigen esta rela-cin es entendida como una ruptura de las costumbres y se consideracomo que la persona no sabe comportarse. Una situacin as puede en-contrarse segn los jvenes en las conductas de algunos guardias: Elloste charlan, pero cuando vos los charls, no se la aguantan (Luciano, juniode 2005, Inst. Castelli). Luciano indica aqu lo que puede acontecer cuan-do algunos guardias abusan de su poder y los castigan por una charla queno se tom bien. Asimismo, la regla puede ser quebrantada por los chi-cos. Como seal Eduardo, a veces se puede estar de mal humor y seresponde de manera irrespetuosa, aparejando as un castigo: No hay quecharlarlos porque si un da te levantaste de mal humor, y ellos te charlan,

    capaz que les contests mal y te castigan(Eduardo, diciembre de 2006,Inst. Malvinas).

    En el caso de Alejo, se pudo ver el lmite flexible que se juega entre elrespeto y el irrespeto a travs de la charla. Alejo era incansablemente in-quieto y conversador. En ocasiones se diriga a sus compaeros o a guar-dias de forma impertinente y brusca, ante lo cual se esperaba que llegarael golpe por parte de los primeros o la sancin de los segundos. Sin em-bargo, su tono bromista y cuerpo confiado transformaba el inminenteconflicto en una situacin chistosa. Est todo bien?, culminaba diciendocon una sonrisa a su interlocutor, luego de un intercambio aparentemen-

    te tenso. Asimismo, el uso de la charlaen la relacin con los guardias ledaba a Alejo un cierto margen en el cual manejarse sin ser perjudicado enel informe, sin dejar de mostrar autonoma y personalidad. La combina-cin entre respeto e irrespeto pareca ser la especialidad de Alejo, y tam-bin de algunos jvenes que podan actuar en el borde de la sancin, pe-ro sin llegar a la misma finalmente. Estas formas de humor irreverenteaparece en las relaciones sociales que se tejen entre los jvenes y en oca-siones entre estos y los guardias. Ello contribuye dentro del grupo a dotarde informalidad sus vnculos y a producir un cdigo compartido que les

    permite comprender sobreentendidos y ocurrencias en el ambientesector.

    In-visibilidad y violencias en el cuerpo

    En algunas ocasiones, evitar el contacto con los agentes institucionaleinvisibilizarse y diluirse en el grupo surge como otro modo de manejar

    en el instituto. Nahuel (19 aos) explic que para l no estaba bien motrar lo que senta en este lugar. Ante esto cuando estaba triste prefeocultarse y pasar desapercibido: Si yo demostrara que estoy mal, msiento mal, no. Yo mismo me rescato,voy me fumo un faso (cigarrillo marihuana) y listo, me voy para el fondo a mi pieza, me acuesto y madapto. Hay otras personas que van y lo demuestran adelante, se apoy

    en el enlace y se doblan, empiezan a pregunta, si no ha venido el Oficio

    No, a m eso no me gusta, yo vengo de otro lado. Pero yo los hablo a el

    porque si yo no les digo nada, a lo mejor les puede caer un oficio para sa

    a un permiso o a un programa, y un encargado lo ve que est mal y

    tiene ganas de volver, y el guardia ya sabe que tiene permiso, se da cue

    ta y el mismo guardia te puede hacer hablar si te vas a pirar y si vos le d

    cs que s te puede hacer aislar, miles de cositas que le puede poner un p

    ro y vos no pods salir de permiso por demostrar que ests mal. Yo s q

    todo el mundo se pone mal, pero trats de demostrarlo con las person

    que pods confiar y sabs que te van a ayudar. No con las personas que

    va a hacer mal para vos. Porque hay muchos guardias que te pueden ay

    dar, te pueden hacer un favor, pero hay otros que no, por donde te

    puedan mandar, te la van a mandar (Nahuel, instituto Malvinas, febre

    de 2006).

    Nahuel ha estado varias veces en institutos y una vez en la crcel5. Segseal, esto le ha dado cierta experiencia sobre cmo actuar para andbien en el instituto; es decir, para tener una conducta aceptable parapersonal y un vnculo con el grupo de jvenes. As, advierte que mientalgunos se doblananmicamente mostrando su angustia o incertidumbl prefiere no mostrarsehasta sentirse mejor. Esto implica borrar el cupo, como sugiere Le Breton (1995), practicar un borramiento en el que actores se encuentran frente a frente y se esfuerzan por volverse traparentes; pero tambin supone excluir la expresin de los sentimientoLa expresin obligatoria de los sentimientos, como sostuvo Mauss (197se invierte y aqu lo que se vuelve preciso es no manifestarlos, al menhasta que encuentre un espacio y un momento en el cual hacerlo. obligacin de no expresar los sentimientos surge como una alternatque posibilita a los jvenes mostrar un cuerpo sin sobresaltos y equilibdo, que a los ojos del personal institucional no generar conflictos. obstante, como se ver a continuacin, la expresin de pedidos y conftos a travs del cuerpo surge a veces de manera extrema, siendo este uherramienta para mostrar violencias y dolores que hasta ese momento ocultaban.

    En las visitas al Instituto Malvinas se conoci a Danilo (17 aos), que ret que comenz a salir a robar a los doce aos con un grupo de amigpara comprar droga y ayudabaa veces a su mam, que criaba sola a shijos. Debido a esto, ya haba estado en un instituto pero al salir del mmo, conoci a su novia y ella qued embarazada. Danilo consigui ento

    5Nahuel relat que estuvo un ao en la crcel, dado que minti diciendo que emayor de edad y el Juzgado no lo verific. En un principio pens que la pena ibser menor si iba a la crcel. Sin embargo, cuando se dio cuenta que el tiempo extenda, decidi dar a conocer que era menor de edad, por lo que fue trasladaa este instituto.

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    ces trabajo de albail y empez a hacer un curso de panadero. Sin em-bargo, un hecho desafortunado lo llev a quedar nuevamente encerrado.Durante una fiesta familiar en la que, segn mencion, haba mucho al-cohol, se pele con un familiar poltico y como este lo atac con un cu-chillo, l se defendiy termin sacndole la vida. Danilo se entreg ala Justicia y cuatro meses despus naci su hija. Cuando se entrevist,

    haba pasado ya un ao y tres meses de su detencin. Anteriormente sehaba conversado con l, pero en presencia de un docente. En la oportu-nidad que se estuvo a solas se aprovech para preguntarle por qu tenaen sus brazos marcas de mltiples y profundos tajos ya cicatrizados. Asse comenz con una pregunta teida de presupuestos:

    G: Esos tajos te los hacs cuando ests mal?D: Cuando ests preso. Pero son chicos estos [tajos] (mostrndome susantebrazos). Este me doli una banda (me muestra el pecho). No me salasangre, pero despus me empez a salir sangre.

    G: Cuando ests preso, te tens que hacer eso?D: Cuando quers pedir traslado o cuando ests haciendo motn, te cor-

    ts (...) una vuelta me cort y me haban trasladado para otra comisara y

    estaba lejos de mi casa. Y agarr y me cort en el mismo lado(Danilo, fe-brero de 2006, Inst. Malvinas).

    Para Danilo, sus tajos tuvieron motivaciones muy concretas: pedir trasla-do para que lo llevaran a una comisara cerca de su casa, cuestin queaumenta las posibilidades de que sus familiares puedan visitarlo y llevarlecomida o cosas que necesite. En relacin a esto, la violencia contra elcuerpo es utilizada como un mensaje para el personal policial e institu-cional y, al mismo tiempo, para s mismo y el grupo, ya que deja marcasperceptibles que recuerdan el lugar en el que se est y aquello que se sin-ti. De cierta manera, las violencias en el cuerpo los hacen visibles y losconvierten en sujetos de negociacin, personas a ser tomadas en serio,cuyos pedidos se repiten en varias direcciones: Para que te atienda (laenfermera),tens que hacerte algo, porque si no, no te saca nunca. Hayque cortarse, hacerse algo (Felipe, inst. Malvinas, noviembre de 2005).El director nunca te llama o viene al sector. Para que te llame, tens que

    hacer algo, hacer huelga de hambre. Algunos no se baan. Hubo casos

    que se cocan la boca(Carlos, inst. Malvinas, noviembre de 2005).

    De este modo, el cuerpo puede ser usado a veces para recuperar la aten-cin y volverse nuevamente visibles y audibles. Las prcticas violentas enel cuerpo son, desde la perspectiva de los jvenes, un medio para lograrque te escuchen cuando no se encuentran respuestas por otras vas.As, el cuerpo puede ser administrado como un capital o como trabajoacumulado que, cuando es apropiado de manera privada, esto es, exclusi-

    va, por los agentes o por un grupo de agentes, les permite apropiarse de

    la energa social en forma de trabajo viviente (Wacquant, 1999:241). Enel instituto, el cuerpo se convierte para los jvenes en su propiedad ms

    valiosa y en algo que no se les puede quitar. En este sentido, sobre esteeligen mostrar, ocultar, arreglar, abandonar, cuidar y a veces lastimar,segn distintas situaciones.

    Los cortes en el cuerpo se realizan en lugares que quedan a la vista, comolos brazos, o en lugares que tengan algn tipo de significado, como el co-razn, para demostrar dolor. A este respecto, Le Breton (2002:62)sealaque las cicatrices provocadas por esta situacin constituyen una marcasocial y cultural que escribe de forma directa lo colectivo sobre la carnedel actor. Resulta interesante pensar, junto a Hritier (1996), que el cuer-

    po es el nico bien del individuo al que la sociedad designa como espacpropicio para llevar la huella de una trayectoria y la asignacin de un detino. El grupo ensea la ley comn al individuo mediante el sufrimiendejando huellas sobre el cuerpo. La fractura de cuerpo, sacrificial o inictica dice Hritier, se hace efectivamente en la violencia y el dolor, pro las vctimas no son objeto de un odio especfico y la crueldad no es

    fin en s mismo. Aqu, el objeto del sacrificio y de la iniciacin es la bqueda de un bien superior. De esta manera, la habilidad de resistir el dlor y la violencia en el cuerpo es considerada por los jvenes uno de principales capitales con los cuales obtener respuestas o cambios ensituacin en la que se encuentran: Hace falta hacer algo para despuhacer un trato. Cuando ya son muchas las cosas que pasan y los privi

    gios que se nos cortan, se produce el motn. Es como un vaso que rebals

    va sumando, va sumando hasta que se vuelca (Carlos, diciembre 2005, Inst. Malvinas). De a poco nos van sacando todos los privilegihasta que hacemos un motn y ah viene el director a ver qu necesitamo

    Es la nica forma de que te escuchen (Ernesto, agosto de 2005, InMalvinas).

    Como surge de estos relatos, los motinescobran una visibilidad y violecia extrema en la bsqueda de alcanzar soluciones rpidas y que los afeten a todos. Cuanto ms colectivo y urgente sea el deseo de ser odos sus pedidos, mayor ser el grado de violencia utilizada por los jvenes.bien los motines no son muy frecuentes6, la potencialidad de provocares una forma de lograr que se reconozcan sus privilegios. A este respto se debe sealar que casi nunca se escuch que mencionaran la palabderechos, sino que utilizaban la expresin privilegios,en el mismo setido que aquellos o al menos como mejoramientos temporales de scondiciones de vida.

    En el motn se pone en escena la violencia de todo el grupo, y la mirade los agentes institucionales y de la sociedad se vuelve a ellos. Por esincendiar colchones, levantar baldosas, tirar ladrillos, intimidar a la gudia, etc., permiten generar un espectculo de desorden que los coloca un lugar de negociacin. En consecuencia, se modifican, por el tiemque dura el motn, los posicionamientos dentro del instituto. En relaciesto, Marilena Chaui (1998)seala que la construccin de una tica comsimple ideologa propicia la idea de que para que los no sufrientes pudan ser ticos, es preciso que exista una vctima que no puede actuar ps misma y a la que hay que defender. Esto genera que el actuar anteviolencia quede en manos de quienes no son vctimas, ya que la vctimpara ser tica debe ser sufriente, pasiva, inerte. El motn vendra a cotrariar esta representacin, en tanto los jvenes actan con violencia repondiendo a una situacin considerada injusta y dejando de ser vctiminertes. Esta cuestin nos invita a complejizar el anlisis de las violenciaa observar sus sentidos del entramado institucional y social. De este mdo, tanto agentes institucionales como jvenes construyen y utilizan

    violencias en un mismo y dinmico proceso.

    Conclusiones-discusin

    Este trabajo pretendi reflexionar sobre la relacin entre los usos dcuerpo y los espacios institucionales correccionales, a partir de materiarecogidos en una investigacin de tipo etnogrfico llevada a cabo en instutos para jvenes en conflicto con la ley de la ciudad de Crdoba. E

    6En el tiempo que se estuvo haciendo trabajo de campo, slo se produjo un moimportante en el instituto Castelli, y ninguno en el de Malvinas.

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    Seccin Urbis:Una aproximacin a los usos sociales del cuerpo en espacios correccionales: Crdoba, Argentina, por Graciela-Mara Tedesco89/

    tendiendo que los cuerpos establecen relaciones significativas con elmundo que los rodea y muestran modos aprendidos socialmente en lainteraccin, se busc comprender los sentidos que se encuentran en labase de algunas prcticas corporales desarrolladas por los jvenes y porel personal institucional. Se observ as que la produccin de informessobre la conducta de los jvenes dirigidos a los juzgados ocupa un foco de

    particular atencin para los internos. En relacin a esto, mostrar que sehace conducta aumentar, segn los jvenes, las posibilidades de que susinformes sean positivos (y, por tanto, de que puedan tener permisos ofinalizar su institucionalizacin).No obstante, este hacer conducta, lejosde constituir una accin individual y unilateral, implica una relacin socialque se construye en interaccin y supone formas aceptables de mantenerel lazo social y la convivencia en el instituto. As, el mostrar en el cuerpoque se participa y se acta con respeto (para los jvenes) y hacer decuenta que no se vieron ciertas faltas o irreverencias (para el personalinstitucional) es parte importante de esa convivencia. Asimismo, abrir uncampo para que se puedan activar estrategias que permitan jugar en ellmite entre el respeto-irrespeto constituye otro de los modos de evitarrupturas. En otras situaciones, segn se distingui, el cuerpo se oculta an-te un otro buscando pasar desapercibidos y no resultar perjudicados. Porltimo, existen ocasiones en que la corporalidad se vuelve extremada-mente visible, como las que implican la produccin de violencias sobre lamisma o motines, en donde los jvenes convierten su cuerpo en una he-rramienta y un capital para negociar con el personal de la institucin. Deesta manera, sin pretender agotar la comprensin de los diferentes usosdel cuerpo posibles de advertir en estas instituciones, este trabajo iniciuna reflexin sobre algunos de estos, buscando dar cuenta de los contex-tos (en este caso institucionales) en los que se ponen en juego sentidos. Apartir de aqu podramos preguntarnos tambin acerca de cmo el afuerainstitucional ayuda a construir sentidos sobre el cuerpo, pero procurandootros caminos de bsqueda que seran descubiertos en futuras indaga-ciones.

    Reflexin de la editora Mercedes Castillo:la autora nos invita a ver otrafaceta ms de la fabricacin masiva de miseria humana, lo que sucedecon los jvenes recluidos en instituciones correccionales y los usos delcuerpo que ellos construyen como parte de sus interacciones con el per-sonal institucional, con sus compaeros y con los espacios mismos. Apa-rece la preocupacin por hacer conducta, el charlar a los vigilantes, losotros teatros de la violencia que nos remiten a la economa poltica delcuerpo de Foucault: Incluso si no apelan a castigos violentos o sangrien-tos, incluso cuando utilizan los mtodos suavesque encierran o corri-gen, siempre es del cuerpo del que se trata del cuerpo y de sus fuer-zas, de su utilidad y de su docilidad, de su distribucin y de su sumi sin(vigilar y castigar, 1976:32). Es otra forma de ser totalmente desposedo,excluido, estigmatizado en la que el cuerpo se convierte en el nico capi-tal, lo nico que se posee y no puede ser quitado, en el instrumento pa-

    ra el ejercicio de poder al permitirse elegir mostrar, ocultar, transportar,arreglar, adornar, abandonar, cuidar y lastimar el propio cuerpo. Y elteatro de la violencia ejercido ahora desde el dbil, como una forma deabrir espacios de negociacin, de romper la negacin en que se encuen-tran, de recordar que, a pesar de todo, siguen siendo personas.

    Referencias bibliogrficas

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