Diálogos con Eternidad

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D I Á L O G O S C O N E T E R N I D A D

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El enfrentamiento con nuestra mortalidad no es solamente una cuestión dramática, sino también estética y, sobre todo, de profunda búsqueda de entender lo que somos en este universo. El protagonista atraviesa un viaje iniciático que le hará despertarse para una realidad mayor, una realidad que sólo podrá afrontar con el lenguaje de la poesía.

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D I Á L O G O S C O N E T E R N I D A D

DIÁLOGOS CON ETERNIDAD.

Una historia de la Serie B escrita por Miguel Cabezas.

Netmind Ediciones

Sobre el Autor

Miguel Cabezas es profesor

universitario. Ingeniero Técnico

de Minas, licenciado en

Administración de Empresas y

post-graduado en Ingeniería de

Producción. Nació en Cantabria

(España) en 1967 y Actualmente

reside en Brasil.

e–mail para contato:

[email protected]

Sobre el Libro

El enfrentamiento con nuestra

mortalidad no es solamente una

cuestión dramática, sino también

estética y, sobre todo, de profunda

búsqueda de entender lo que

somos en este universo. El

protagonista atraviesa un viaje

iniciático que le hará despertarse

para una realidad mayor, una

realidad que sólo podrá afrontar

con el lenguaje de la poesía.

Diálogos con Eternidad. eBook. 1ª Edición

Autor: Miguel Cabezas

Diseño de portada realizado por el autor de la obra.

La presente obra es gratuita y se publica bajo una licencia Creative Commons v.3.0

Miguel Cabezas, 2010

Reconocimiento - No comercial - Sin obras derivadas

No es un gran hombre quien sabe mucho, mas quien mucho reflexionó.

Luigi Settembrin.

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Diálogos con Eternidad

eBook por Miguel Cabezas

Prefacio

Escribí esta obra hace más de 20 años, en mi fase existencialista. El

manuscrito original sólo fue leído por algunos amigos cercanos, y con el

tiempo y mis viajes por el mundo lo perdí junto con otras historias que

escribí en la época. Sin embargo, gracias al celo de cierto amigo que guardó

unas copias durante todos estos años, rescaté recientemente estas viejas

obras de juventud, entre las cuales se encontraba Diálogos con Eternidad. A

él se debe esta edición. Después de leer la pequeña obra nuevamente me

pareció que atesoraba alguna calidad. Con el pasar del tiempo vemos si algo

merece la pena, y en este caso aquellas obras de juventud todavía

conservaban un brillo especial que valía la pena mostrar.

Diálogos con Eternidad es la primera obra de la Serie B que es publicada.

Una serie en la que reúno mis obras de juventud. Espero que esta primera

historia sea del agrado del lector.

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eBook por Miguel Cabezas

I

Me recosté a la sombra de un viejo olmo y bebí con alguna que otra

reticencia el brebaje que aquel hombre grotesco, surgido en el cruce de

caminos, con aspecto de incubo y sin duda aliado con el mismísimo Lucifer,

me había ofrecido de buena gana al liberar una cabra atrapada en unos

alambres. -Es un buen orujo, peregrino -me había dicho con voz gruesa-. Te

aliviará el duro camino.

El cansancio se apoderó de mí, y como en el cuento de Alicia en el país de

las maravillas que leí de chico, me vi transportado a un mundo de sueños.

Un mundo habitado por estrellas y constelaciones similares a esas que

aparecen en los decorados de las representaciones de los belenes en

Navidad. Me dirigí a la que gobernaba con su aparente quietud a las demás,

siempre en movimiento.

-Se llama Eternidad, mortal -cuchicheo la constelación más inquieta-. No te

atrevas a mirarla siquiera.

Dejad que el humano se aproxime -dijo Eternidad- es aburrido hablar

siempre con vosotras. Sois tan previsibles.

Y avanzando entre los murmullos de aquella revoltosa corte de luminarias

me acerqué a Eternidad.

-Y bien, mortal...

El escalofrío de la muerte recorrió mis venas con cada palabra de Eternidad,

pero la rebeldía puso en mis labios la respuesta.

-Aunque esté dentro de ti, no eres más grande que Yo.

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INTROSPECTIVA

Fuera de tu pensamiento,

pero muy dentro de ti,

mora aquel que siempre has querido ser.

Tu mirada lo desorienta,

tus pasos lo pierden,

tus acciones lo desconciertan.

Es la llama de tu eternidad,

y sin embargo,

no le das demasiadas oportunidades.

Escucha

tan solo un instante.

El delicado...

sonido...

de tu vida...

Qué quedará de ti,

viajero que buscas

las emociones perdidas.

Lloro por aquel hombre,

cíclope alucinado de pies de barro,

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pobre ciego, duro de corazón,

que habita la puesta de Sol.

Ni siquiera es buen señor

del cuerpo que se le dio.

Triste mecano,

triste mecano.

Pero, aún más triste

es aquel que en su corazón anida

la pérfida intolerancia

y la eterna pasividad,

porque lágrimas de sangre se derramarán

en el cortejo de su destrucción.

Hecho de menos el cielo abierto,

libre de sordos muros que lo enclaustren,

de bucólicos colores que todo lo amargan,

de hipócritas miradas que todo lo deforman,

¿Acaso les debemos algo...?

Quizás compasión.

¡Ay!...

Cuando veremos al funesto cuarteto

cabalgar sobre la nada.

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Qué largo se hace el tránsito

y qué dura la búsqueda.

Entre tanto ruido,

es difícil encontrar

aquella,

la blanca,

el alma,

en el dédalo de la existencia.

Eternidad me observó con fijeza.

-Arrogante humano, insignificante pieza deshecha en piezas. ¿Qué

pretendes?

-Quiero sentir esta realidad -respondí.

VIVET

Vivet, es como aquel aristócrata bohemio

de raído sombrero y elegantes zapatos,

que, en las horas mágicas,

frecuenta viejos cafés perdidos en el tiempo,

siempre en busca de viejas enseñanzas,

de imposibles pasiones con damas de ojos verdes.

Viejos valses jamás escuchados,

velan su sueño de niño intranquilo,

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mientras el leve suspiro,

casi inaudible,

de alguna musa,

le anuncia un nuevo día.

Vivet es alguien que un día comprendió

que jamás entendería el mundo,

pero Vivet sabe del necesario intento.

A veces, Vivet gusta de fustigar las cadenas de su cautiverio

y reírse abiertamente en su dorada jaula.

Por el cuchillo de sus ideas

corre ligero el rancio vino de mil libros degollados

y el fragor de su batalla

aún se escucha en sus entrañas.

Vivet es voluntad que busca su unidad,

es constructor de catedrales,

piloto de una nave sacrificada,

ensueño que comienza a despertar.

Si preguntas a Vivet qué hace,

te responderá que buscar luces entre las sombras,

porqué Vivet es buscador de la chispa de la realidad.

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Cuantas veces, Vivet,

me dijiste con tu silencio

que mi Norte estaba roto.

Y aún no se porqué,

quizás por la moneda de un sueño,

por la mirada de un anciano niño,

pero vi ese sendero,

frondoso y a la vez claro,

escarpado y a la vez llano.

Artistas de lo sustancial y lo insustancial,

rondadores de la frontera del siniestro sueño.

Poetas todos.

Escuchadme...

Si alguna vez buscáis a Vivet,

recordad que Vivet

es montaña que toca el cielo

y llanura que muestra el Sol naciente,

recordad que Vivet es nube y es viento,

recordad que Vivet es corazón que late

con el pulso de lo divino y la sangre de la esperanza.

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II

Si, yo era lo que decía Eternidad. Una vital cohesión que sacaba su estrecha

cabeza de dualismos, a duras penas para poder respirar. Un interrogante

que se interrogaba. Pero, sobre todo, alguien amado por Dios, proyectado

por él.

-Bien -respondió Eternidad-, sabes de un elevado escalón, de un magnifico

peldaño, pero... ¿Sabes de su elevado precio?

-Es la entrega total -dije.

EXTRAÑA SENSACION

De nuevo siento la maravillosa sensación

de esa fantástica realidad,

y no es ilusión.

No hay mayor verdad

que la del sentir del alma.

Es como un viento que trae

el aroma de un exótico perfume,

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el fluido magistral

de un inmenso amor y

de una inmensa compasión.

Y vive, vive...

Y muere, muere...

con el silencio del justo momento,

con el alegre sonido de la dulce palabra que acompaña.

Te mueves por el fino hilo de la existencia

y no ves el abismo que te rodea,

la nada, la nada.

Extraño equilibrio

de luces y sombras,

el que camina a tu lado.

Estas tan acompañado,

que no te das cuenta

de tu inmensa soledad.

Buscas el Centro divagando

y no puede ser,

no puede ser.

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Desperté y me dijo un viejo al pasar:

-¿Estás cansado hijo?

-Quizás de la vida -respondí.

-Para vivir, olvida que vives -me aconsejó.

-Es un buen consejo, un buen consejo –y sonreí casi llorando.

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