Dialogos Y Repatriaciones

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    RESUMEN En 2011 se cumple un siglo del descubrimiento de

    Machu Picchu por Hiram bingham. Este sitio es el ms activo

    en la construccin del discurso de identidad del Estado-nacin

    peruano. La repatriacin ha sido un factor desencadenante

    en el imaginario colectivo nacional. Los argumentos para la

    repatriacin se convirtieron estrategias polticas econmicas de

    apropiacin del sitio como patrimonio cultural. En este artculo

    esbozaremos un recuento de las polticas estatales tomadas

    contextualizando el hecho como un acto de reparacin poscolonial.

    entre dilogos y rePatriaciones. rePar acin colonial Por la MeMoria y Preservacin de Machu Picchu1

    migUel agUilar daz* [email protected] de Historia.Universidad de los Andes, Colombia.

    A n t P o dA n 12 En ERo - J U n I o d E 2011 PG I n A s 211-2 3 4 I s sn 19 0 0 -5 4 07

    A Rt CU Lo R EC I b I d o : 31 d E En ERo d E 2011 | ACEP tA d o : 30 d E M A R zo d E 2011 | M o d I f IC A d o : 9 d E M Ayo d E 2011

    P A L A B R A S C L A V E :

    Repatriacin, restitucin cultural, memoria, colonialismo, reparacin.

    1 ElpresenteartculofueelaboradoconbaseenlaponenciadelautorElpasadonosiempreesdequienloexhibe.LarepatriacindelosrestosculturalesdeMachuPicchuenpoderdeYale,presentadaenelSimposioElpasadonoesdequienloexhibe.RepatriacinculturalylapropiedaddelpasadomaterialenlaAmricadelSurindgena,organizadoporMiguelAguilaryWilhelmLondoo,enelmarcodel13CongresodeAntropologaenColombia,UniversidaddelosAndes,octubrede2009.

    * CandidatoaDoctoradoenHistoriadelaUniversidaddelosAndes.

    Antipod.Rev.Antropol.Arqueol.No.12,Bogot,Enero-Junio2011,262pp.ISSN1900-5407,pp.211-234

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    ABStRACt by 2011, it will have been a

    century since Hiram bingham discovered

    Machu Picchu. It is the most significant site

    when it comes to establishing the Peruvian

    national identity; hence, repatriation has

    been important for the nations image.

    the arguments supporting repatriation are

    economical and political strategies which

    pursue the appropriation of the site as a

    cultural heritage. In this paper, we will focus

    on state politics which identifies this matter

    as an act of postcolonial reparation.

    RESUMO Em 2011 marca um sculo de

    descoberta Machu Picchu por Hiram

    ingham. Este site o mais ativo na construo

    do discurso da identidade do Estado-nao

    Peru. A repatriao foi um gatilho no

    imaginrio coletivo nacional. os argumentos

    para repatriamento tornou-se estratgias

    de poltica econmica apropriao do

    patrimnio cultural. neste artigo esboar

    uma conta de polticas governamentais

    tomadas contextualizando o evento como

    um ato de reparao ps-colonial.

    K E y w O R d S :

    Repatriation, Cultural Restitution, Memory,

    Colonialism, Reparation.

    P A L A V R A S - C H A V E :

    Repatriao, restituio cultural, memria,

    colonialismo, reparao.

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    beTween diaLogueS and repaTria-TionS. CoLoniaL repair of MeMory and preServaTion of MaChu piCChu

    enTre diLogoS e repaTriaCioneS. reparo CoLoniaL peLa MeMria e preServaCin de MaChu piCChu

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    e n t r e d i l o g o s y r e P a t r i a c i o n e s . r e P a r a c i n c o l o n i a l P o r l a M e M o r i a y P r e s e r va c i n d e M a c h u P i c c h u

    m i g U e l a g U i l a r d a z 1

    El 24 de julio de 2011 se cumplen 100 aos desde que el explorador y poltico norteamericano Hiram Bingham III (1868-1956) descu-briera cientficamente el sitio arqueolgico de Machu Picchu, guiado por pobla-dores quechuas andinos habitantes de la regin (ver la figura 1). Desde aquella fecha, Bingham, inspirador de una generacin de exploradores y aventureros de novelas y pelculas norteamericanas, export, retir o sustrajo las piezas producto de sus excavaciones hacia EE. UU., para ser depositadas en el Peabody Museum, administrado por la Universidad de Yale. Las piezas fueron sacadas de Per con autorizacin del gobierno de turno, pero an hoy siguen depositadas en los almacenes del museo; recorrieron EE. UU. en una exposicin itinerante de tres aos y son objeto de finas publicaciones y catlogos (Burger y Salazar, 2003, 2004) (ver la figura 2). Sin embargo, ningn poblador quechua andino, cuzqueo2 o peruano tiene la posibilidad de acceder a estos restos culturales, que conforman una parte esencial de la identidad cultural andina. En este sentido, entendemos el concepto de identidad cultural como la identificacin de un individuo o grupo de individuos con un elemento material sobre la base de diferencias socialmente significativas (Daz-Andreu y Lucy, 2005). Partimos de la idea de que existen pro-cesos de materializacin de ciertos hechos sociales, y que la materializacin de estos procesos crean a su vez una identidad local (Daz-Andreu y Lucy, 2005). En este caso, existe una relacin entre materialidad y colectividad humana en cuanto

    2 Eneste textoutilizaremosel trminoCuscopara referirnosal lugargeogrfico(ReginCuscoen lagrafaoficialdelEstadoperuano),yCuzcoparareferirnosalosmiembrosdelacomunidadquechuadeestamismaregin,quienesseconsiderandescendientesdelmismogrupotnicodelapocaInca(distinguindosedelasotrascomunidadesquechuasandinas).Utilizaremoslagrafacuzqueocomogentiliciodeestaltima.

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    a identidad entre la actual Comunidad Quechua del Cusco y la cultura material producida en la poca Inca de la misma comunidad (circa 1470-1532).

    Este hecho sugiere tanto a los habitantes del Cuzco como a la academia andina que ciertas prcticas coloniales del pasado siguen siendo reproducidas hasta la actualidad por parte de instituciones acadmicas y oficiales de los pa-ses econmicamente desarrollados (relacionados con manejos imperialistas y colonialistas) del mundo, quienes proclaman el derecho legtimo, e incluso legal, de pertenencia del pasado material de los pases colonizados, a los que se refieren en sus trminos econmicos y polticos como el Tercer Mundo.

    En este artculo se expondrn los diversos argumentos que sustentan la legitimidad de la repatriacin cultural como un caso de libertad a la identi-dad cultural y de derechos humanos, para concluir con un replanteo del con-cepto de repatriacin y restitucin llevado al campo de la reparacin, el cual implica no slo la simple devolucin de objetos culturales, sino el reconoci-miento de una larga tradicin cultural colonial caracterizada por la apropiacin o la invencin del pasado de la regiones subalternas, llmense las de oriente, o las del sur. El reconocimiento de que esta tradicin radica en la distincin de la superioridad del Primer Mundo frente a la inferioridad del Tercer Mundo3.

    Figura1.UbicacindelSantuariodeMachuPicchuylaciudaddelCuscoenelmapaactualdelaRepblicadelPer(MarianaMould,2009b)

    3 EdwardSaiddefinimejorestatradicinenelclsicoOrientalismo,enelestablecimientodeladistincindesuperioridadoccidentalylainferioridadorientalporpartedelosorientalistaseuropeos,enunarelacindepoderdelooccidentalsobreOriente(Said,2008).

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    Machu Picchu. entre patrimonio y comunidadMachu Picchu es el smbolo conflictivo del Per de estos das, porque su excepcional arquitectura incaica ensamblada con el paisaje andino atrae a miles de turistas y viajeros tanto nacionales como internacionales generando signi-ficativos ingresos econmicos a determinados sectores empresariales y margi-nando a los ancestrales residentes locales. Esta marginacin, inicialmente eco-nmica, se reproduce en el centro del discurso de un Estado-Nacin construido en el siglo XIX, mediante la elaboracin del concepto de patrimonio cultural o la apropiacin por parte del aparato central del Estado (peruano) de la memo-ria material colectiva de los diferentes pueblos nativos.

    Expondremos este caso como uno de colonialismo tanto republicano como posrepublicano. Las apropiaciones de este patrimonio en lo material por parte de las instituciones hegemnicas de produccin del conocimiento se dieron en un primer momento al inicio de las vidas republicanas mediante la apertura al capita-lismo econmico y acadmico, y en la actualidad se siguen re-produciendo desde los discursos estatales mediante la apropiacin del pasado material de las socieda-des andinas a partir de la patrimonializacin de su pasado. Machu Picchu, en este sentido, ha sido descubierto, redescubierto, apropiado y recuperado por agentes que poco o nada han involucrado a los descendientes de sus creadores.

    Figura2.BotelladeestiloIncaimperialprocedentedelCusco,ubicadaenEE.UU.EnBurgerySalazar(2004:133)

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    el descubrimiento y la apropiacin de Machu PicchuEn noviembre de 2008, el Ministerio de Relaciones Exteriores del Per public la correspondencia del coronel cuzqueo Baltasar La Torre, escrita a fines del siglo XVIII, complementada con un ilustrativo texto del viajero y naturalista italiano Antonio Raimondi sobre su expedicin a los valles de Paucartambo. Tambin se incluye el detalle de cada uno de los mapas ya referidos en que se ubica Machu Picchu. Adems, trae el detalle del mapa El partido de Uru-bamba (1791) de Pablo Jos Oricain, en el que se aprecia el sitio de Intihua-tana4, que los editores identifican con el sitio arqueolgico que hoy conocemos como Machu Picchu (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2008). ste es el registro ms antiguo que se tiene sobre Machu Picchu. Fue tambin registrado y dado a conocer por viajeros del siglo XIX como el ingls Charles Wienner (Mould de Pease, 2008b; Vilela, 2006). En el siglo XIX, la pertenencia de Machu Picchu al Per se hizo evidente en los mapas y sus respectivos informes que llaman a esta llacta inca las Huacas del Inca. Estos mapas estn fechados de 1868 a 19105. A la llegada de Bingham, ya se encontraban estos registros car-togrficos de Machu Picchu, y era considerado un sitio sagrado y parte de la memoria y del pasado material de los pobladores que habitaban en el entorno.

    En 1911, Hiram Bingham, en la expedicin de la Universidad de Yale a los Andes surorientales peruanos, lleg al sitio de Machu Picchu, dado su conoci-miento de la cartograf a citada y luego de ser guiado por algunos pobladores locales a las famosas ruinas que ahora constituyen uno de los smbolos de iden-tidad cultural ms fuertes del Cuzco y los Andes centrales6. A pesar de los ante-cedentes, Bingham logr convencer al Estado peruano y a la academia compla-ciente de su supuesto descubrimiento del monumento. Utilizando el argumento de ser el descubridor y de la importancia de la investigacin cientfica en los objetos hallados en sus excavaciones, l retir de Per una gran cantidad de hallazgos de sus excavaciones arqueolgicas. Las cifras varan, desde 500 pie-zas museables hasta entre 5.000 a 46.000 piezas, incluidos fragmentos (Aguilar, 2009a). Bingham solicit permiso de exportacin al Gobierno peruano, que

    4 Intihuatana,vocabloquechuaquesignificadondeseamarraalSol,serefierealSectorIntihuatanadelsitiodeMachuPicchu,elcualtienecomoelementocentralungranrelojsolarelaboradoenpiedra.

    5 En juliode2008,ydesdeelCuzco, laSociedadProCulturaClorindaMattodeTurnereditmilCDcon lapresentacindeMarianaMoulddePeasedelcontextohistricoenquesehicieronestosmapasylosrepartigratuitamente.Paralelamente,eltopgrafo,investigadorautodidactayviajerofrecuentealCuzco,PaoloGreer,afirmsereldescubridordeestadocumentacin(Asheshov,2008;MoulddePease,;SnchezHernani,2008b).

    6 Losdetallesdeestaexpedicin,comolasrutasyladescripcindecmofueguiado,puedenobservarseenBingham,1912,1913,1922,1942,1948.

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    fue aprobado en tres resoluciones7,que le permitieron retirar al explorador los citados restos, y que deba retornar al plazo de tres aos de investigaciones. Contando con el auspicio de la National Geographic Society, la Universidad de Yale fue la depositaria de los restos culturales.

    El Estado del Per no solicit la devolucin formal de los restos en el plazo establecido (que deba ser, luego de tres aos de investigaciones, en 1914). Cuando ste solicit la devolucin formal en 2006, 92 aos despus, el argu-mento jurdico de Yale fue que esa peticin deba haberse hecho en su res-pectivo tiempo, y que esos restos no podan devolverse ya, puesto que haban pasado a formar parte del patrimonio de la Universidad.

    Posteriormente, el Estado peruano reclam la repatriacin de los restos culturales de Machu Picchu, con el argumento de que son restos con un pro-fundo valor para la identidad nacional. Estos restos son elementales para la construccin del discurso del Estado-Nacin y un punto clave para la articu-lacin de discursos nacionales y nacionalistas. Sin embargo, a pesar tambin de su gran importancia econmica, consideramos que son restos de un gran valor poltico y el motivo perfecto para buscar la consolidacin de un discurso integrador y cohesionador que prime frente a las contradicciones internas de uno o varios gobiernos que se caracterizan por la entrega en concesio-nes de grandes territorios a transnacionales energticas, de hidrocarburos y minera, por no decir de las concesiones y privatizaciones de los mismos sitios arqueolgicos, incluido el mismo Machu Picchu8. Los capitales interesados en que los restos de Machu Picchu retornen al Per no son pocos, y estn asocia-dos a las inversiones en materia de turismo, que se caracterizan por no integrar a las comunidades implicadas.

    El pedido de repatriacin implicaba adems la administracin de las piezas por parte del Estado central, y el peligro de que stas se queden en los museos capitalinos del Ministerio de Cultura (antes Instituto Nacional de Cul-tura) fue siempre percibido por la poblacin cuzquea, en cuanto ellos recla-maban que la restitucin llegara a la administracin de la academia local va la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.

    7 stassedieronen1911,1912y1916ycondicionaronlasalidadelosrestos,conelretornodetodosellosluegodeconcluidaslasinvestigaciones(MoulddePease,2004;Aguilar,2009a,2009b).

    8 Sobreelpunto,esimportantesealarlagranprotestaydescontentopopularenregionesconaltopotencialturstico-arqueolgico,comolavividael23deenerode2008enelCusco,enlaquecercade50.000personassemovilizaroncontraladacindelaLey29167,lacualincentivabalainversinprivadamediantelasconcesio-nesdeserviciosenlosmonumentoshistricosylaconstruccindehotelesyrestaurantesdelujodentrodeellosmismos.Antelapresinpopular,elGobiernosevioobligadoaintroducirmodificatoriasalascuestionadasleyesenlanuevaLey29202,quepermiteacadareginaplicardichasleyessegnladecisindelosGobiernosRegionales(ChirinosyRos,2011).

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    La cantidad descomunal de turistas y visitantes a Machu Picchu fue asi-mismo creciendo desde 1920 hasta nuestros das, hasta copar incluso la capaci-dad del mismo sitio (ver la tabla 1). Podemos decir que desde 1980 los visitan-tes comenzaron a fluir hacia Machu Picchu en nmeros cada vez mayores. La Unesco recomend una capacidad de 2.000 visitantes por da en 1998 (Marto-rell, 1998); sin embargo, los sectores empresariales pidieron ampliar la capaci-dad de visita al sitio hasta 5.000 visitantes por da, con el peligro de un colapso paulatino. Si en 2008 la cantidad de visitantes al sitio era de 858.211 personas (tabla 1), en 2010 fue de 1550.0009. El sitio tuvo que cerrarse debido a las llu-vias e inundaciones, pero la campaa turstica arremeti hacia los dems sitios arqueolgicos y otros atractivos aledaos. Para 2011, la cantidad de visitantes al Cusco ya ha sido superada hacia el mes de mayo, y se espera un total de 2,5 millones de visitantes antes de fin de ao.

    Tabla1.FlujodeturistasnacionalesyextranjerosaMachuPicchudesde1980hasta2008

    9 Cuscoalcanzcifrarcorddeturistas.EntrevistaaVctorHugoPrez,directorregionaldeComercioExterioryTurismodelaReginCusco.En:diario Per21,29dediciembrede2010(www.per21.pe/noticia/691229/cusco-alcanzo-cifra-record-turistas).

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    Fuente:I.N.C.BADATURElaboracin:ObservatoriotursticodelPer

    Flujodeturistas:MachuPicchu

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    Este incremento se debe tambin a la intensa propaganda interna y externa para visitar Machu Picchu como smbolo del pas de los incas que el Gobierno del Per lleva a cabo desde 1998, y que lleg a su cumbre luego del Concurso de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, en el que el Estado peruano patrocin una campaa internacional para lograr la nominacin de Machu Picchu como una de las nuevas maravillas del mundo moderno (Barrn et al., 2009). Luego de ese concurso, en 2009 el turismo en el Cusco se increment al doble, y la cifra remont hacia el 2010 y el 2011. Ciertamente, ya hay quienes consideran que esta intensificacin de visitantes a Machu Picchu es un indicador de la prosperidad turstica cuzquea (Angles, 2007), sin tener en cuenta que los niveles de pobreza en la Regin del Cusco no se modifica-ron ni mejoraron en los ltimos 10 aos. Cusco es una de las regiones ms pobres de todo el pas. En 2005, y de acuerdo con las cifras estatales oficiales, la pobreza total era de 55,6%. En 2006 fue de 49,9%, y en 2007 esta pobreza creci al 57,4%10. En 2010 la pobreza total creci a 59,0 %, en una poblacin total de 1,2 millones de habitantes, de los cuales el 67% slo se dedica al agro, actividad que apenas representa el 13% de los ingresos de la regin. El rubro de servicios por el turismo, a pesar de constituir el 61% del total de los ingresos de la regin, emplea apenas al 11,9% de la poblacin econmicamente activa11. Por otro lado, la minera (otro de los grandes motores en los discursos del modelo eco-nmico y del Estado) emplea slo al 0,6% de la poblacin econmica y genera el 13% de los ingresos regionales (la misma proporcin que el agro). No es dif -cil, sin embargo, saber qu tipo de intereses se encuentran muy pendientes del incremento del flujo turstico al sitio: grupos empresariales norteamericanos e ingleses asociados a empresas nacionales con fuertes influencias en el Estado.

    Si el Estado hubiera invertido en la investigacin y conservacin del sitio con par-ticipacin de las comunidades nativas locales ms all que la de cargadores de bultos de los operadores tursticos (slo la mitad de lo que invirti en propaganda), as como en la apertura de otras reas a los visitantes de Machu Picchu antes de que hayan sido apro-piadamente estudiadas, como ha observado Unesco12, se podra pensar que el inters es el desarrollo de la economa local y regional. Pero las cifras muestran lo contrario. El objetivo de la repatriacin por parte del Estado parece ser consolidar la apropiacin del sitio para la construccin del concepto de patrimonio cultural, en desarrollo sostenible con los intereses del capital, en la lgica del modelo econmico.

    10LapobrezaenelPerenelao2007.InformetcnicodelInstitutoNacionaldeEstadsticaeInformtica.www.inei.gob.pe(descargadoel8demayode2011).

    11InformacintomadadelDossierRegionaldeEconoma,elaboradoporelsemanarioPer Econmico,edicindejuniode2010(www.perueconomico.com/ediciones/46-2010-jun/articulos/666-cusco-economia).

    12Enlasesin33delCentrodelPatrimonioMundial,quesellevacaboenSevilla,Espaa,entreel22yel30dejuniode2009(MarianaMould,comunicacinpersonal).

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    El hecho de convertir a Machu Picchu en mercanca para el mejor pos-tor hizo que algunos descendientes de Emilio Abril y su esposa Tomasa Ferro hija de Mariano Ignacio Ferro, propietario de la hacienda Quente (en cuyos terrenos est Machu Picchu) en el momento de la llegada de Hiram Bingham hayan enjuiciado al Estado peruano para que les devuelva su propiedad y adems les pague devengados por el dinero que han dejado de percibir por su uso turstico. Ante este reclamo, preguntamos: pueden los descendientes de este matrimonio cuzqueo demostrar que son descendientes de Pachacu-tec Inca Yupanqui? Y puede el Estado peruano apropiarse de un bien pblico para otorgar este patrimonio en concesin privada? Puede el Estado peruano demostrarse a s mismo sucesor del Imperio de los Incas?

    Por razones todava por estudiar y comprender, el Gobierno del Per an no ha concluido el proceso de inscripcin del Santuario Histrico de Machu Picchu en Registros Pblicos a nombre de los ministerios de Agricultura y de Educacin, dada su doble condicin de bien natural y cultural; por ello, ya ha sido enjuiciado por estos supuestos propietarios de esta llacta13 inca (Contra-lora General de la Repblica y Embajada de los Pases Bajos, 2005; Mould de Pease, 2003, 2005b, 2008a, 2009a; Vilela, 2006; vase tambin el portal Ctedra Jurdica del Poder Judicial del Cuzco). Esto implica que el sitio no est correcta-mente declarado como bien inmueble en el marco del sistema jurdico peruano, lo que significa que los planos del sitio con sus lmites exactos y su rea de amor-tiguamiento no estn convenientemente establecidos. Adems, esto implic, en el pasado, que se haya podido realizar sin problemas la construccin de un hotel de cinco estrellas a la entrada del sitio mismo, en lo que debera ser rea de amortiguamiento y reserva del sitio.

    sta no es la ocasin para explayarse en torno a este juicio por la pro-piedad de Machu Picchu, que desde nuestro punto de vista pertenece a todos los descendientes de Pachacutec Inca Yupanqui, a quien se le atribuye la construccin del sitio y la gran expansin imperial del Tawantinsuyu (ver la figura 3). Lo que se sustenta aqu es el carcter sagrado del sitio y la legi-timidad de su pertenencia a la comunidad del Cuzco, y la construccin y ubicacin de este mausoleo indica que Machu Picchu es ancestralmente un espacio sagrado andino.

    El carcter sagrado se debe en gran medida a que dentro de este sitio se construy el mausoleo de Pachacutec, llamado as por Luis Guillermo Lumbre-ras, y tambin denominado el torren (Instituto Nacional de Cultura del Cusco, 2005). En este mausoleo los incas construyeron tres paredes que sirven para esta-

    13Vocabloquechuaquesignifica pueblo.(Notadelautor).

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    bilizar un bloque grantico, y es parcialmente un techo natural (Carlotto et al., 2007), que albergaba a la momia del noveno Inca, aunque su momia fue sustrada durante la Colonia y estuvo en poder de los espaoles hasta que se perdi.

    Figura3.ElnovenoIngaPachacutiIngaYupanqui.Grabadode Felipe Guamn Poma de Ayala (Nueva Crnica y Buen Gobierno)

    Luego de la conquista europea, este espacio no fue habitado, puesto que perteneca a la panaca o familia real de un inca, y estos espacios eran respeta-dos como pertenecientes al Estado central y, por lo tanto, de propiedad de la nobleza indgena, y a pesar de que las instituciones hispanas pretendan cimen-tarse sobre las instituciones andinas, desconocieron en esencia el carcter jur-dico de la propiedad indgena (Pease, 2000).

    la ciudad perdida de los incasBingham estaba excepcionalmente dotado para la exploracin de tierras desco-nocidas, as como para dosificar su manera de comunicar su descubrimiento y soslayar la magnitud de la ayuda tanto en informacin arqueolgica, antro-polgica e histrica especializada como en recursos logsticos que recibi de

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    Per. Tambin saba ocultar que segua los pasos de exploradores forneos que lo precedieron en visitar Machu Picchu punto culminante de su fasci-nacin por los incas, como se comprueba en la citada documentacin y en los mapas preservados en la Biblioteca Nacional del Per (Mould, 2008b). La mejor biograf a de Bingham es la escrita y publicada por Alfred M. Bingham, su hijo (1989).

    Hiram Bingham qued fascinado por los incas cuando visit el Cuzco en diciembre de 1908, y fue recibido por Albert Giesecke, su compatriota y peruano por adopcin. Entonces describa ya las potencialidades del estudio de la historia en Amrica del Sur (Bingham, 1908). De inmediato, este pro-fesor de la Universidad de Yale despleg una intensa actividad interdiscipli-naria para localizar la ciudad perdida de los incas. En octubre de 1911, con el respaldo econmico de la National Geographic Society y el apoyo logstico incondicional del presidente de Per, Augusto B. Legua (1863-1932), inform al mundo desde New Haven, EE. UU., que haba estado en Machu Picchu, la ciudad perdida de los Incas, ttulo adems de uno de sus libros, y la present como el ltimo lugar que quedaba en Amrica para explorar en soledad. Bingham, ya en su primera visita al Cuzco, se las arregl para llevarse consigo materiales arqueolgicos de manera subrepticia y transgrediendo la legislacin peruana vigente, va Bolivia. No fue sino hacia 1916 que dej Per fastidiado por los cuestionamientos cuzqueos que se le hacan, debido a la depredacin del patrimonio cultural del mundo hispano-andino que efectuaba, en el ms amplio sentido del concepto depredacin.

    Posteriormente, y luego de los fuertes cuestionamientos a la manera como Bingham retir las piezas de Machu Picchu, la National Geographic Society ha apoyado la restitucin cultural que Yale tiene pendiente con Machu Picchu, como lo reiter Terry Garca, su vicepresidente, en su ms reciente visita al Per, en junio de 2008. Tambin hay que recordar aqu que Gilbert H. Grosver-nor, el director de la National Geographic Society que promovi la Yale Peru-vian Expedition, inst siempre a Hiram Bingham a devolver a su lugar de origen los materiales arqueolgicos que se llev de Machu Picchu, y adems lo urga a que publicara los resultados de su trabajo tanto en forma de investigacin como de divulgacin (Mould de Pease, 2005b, 2008a).

    No fue sino hasta octubre de 1948 que Hiram Bingham regres al Per invitado por el gobierno de Jos Luis Bustamante y Rivero a inaugurar la carre-tera en zigzag que lleva su nombre. Esta ceremonia se llev a cabo cuando el general Manuel A. Odra era presidente debido a que acababa de dar un golpe de Estado, y el Gobierno se asegur de que nadie le hiciera preguntas indis-cretas (Mould de Pease, 2000, 2003) (ver la figura 4).

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    Figura4.Binghaminauguraen1948lacarreteraquepartedelpueblodeAguasCalientesaMachuPicchu(fotodelarchivodeMarianaMould)

    Desde 1912, cuzqueos y cuzqueas consideraron que Hiram Bingham cometi un delito de lesa humanidad contra Machu Picchu al llevarse ingentes cantidades de fragmentos y piezas arqueolgicas asociadas a restos humanos (ver la figura 5). El tiempo les ha dado la razn. Ahora podemos decir que los directivos de la Universidad de Yale, con su negativa a restituir los restos culturales de esta llacta inca y restos humanos a su lugar de origen, negaron tambin una manera de aportar a la reparacin de una herida que, a pesar de los intentos de entendimiento entre esta Universidad y el Estado peruano, sigue an abierta y latente.

    Figura5.TranscripcinliteraldeladenunciaporlasexcavacionesquerealizBinghamenelCusco,escritaoriginalmenteporeldiarioEl Sol,el16dejuniode1915,yrepublicadael21defebrerode2004(El Sol de Cusco,edicindel21defebrerode2004.CortesadeMarianaMoulddePease)

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    un siglo de ausencias. Memoria y alienacin del pasado material en el cuzco, Per El 24 de julio de 2011 se cumplen cien aos de la llegada de Hiram Bingham a Machu Picchu y de su difusin masiva como el ltimo lugar que quedaba en Amrica para explorar en soledad. Jorge Flores Ochoa, dice: Hay incer-tidumbre sobre qu hacer para cuando se cumplan cien aos del arribo de Hiram Bingham a Machu Picchu. Un sector considera que no se puede celebrar, cuando la Universidad de Yale se niega a devolver lo que se prest a Hiram Bigham. Otros piensan en los beneficios que pueden lograr con el arribo de visitantes motivados por el acontecimiento (2009: 2).

    La Universidad de Yale, que se neg en 2008 a retornar los restos y luego de complicadas negociaciones con el Estado peruano, ha accedido a devolver unilateralmente y de manera condicionada y paulatina los restos de Machu Picchu. Sin embargo, y a pesar de que, producto de la presin internacional, se realizar la repatriacin, hay que resaltar que la justifi-cacin histrica utilizada por Yale para la pertenencia de los materiales arqueolgicos que se llev Hiram Bingham de esta llacta inca se bas sobre una felona y una serie de mitos que buscaban no reconocer la verdad tanto del descubrimiento como del total de las piezas en su poder. An hoy, y luego de casi un siglo de ausencias, debemos confiar en la buena voluntad de la restitucin que realizar Yale y en la exactitud de los inventarios y cat-logos nunca publicados de las piezas almacenadas en el Museo Peabody14. Es necesario tambin hacer referencia a los libros y documentos antiguos que Hiram Bingham compr en el Cuzco y tambin se llev consigo para depositar en la Universidad de Yale, siendo plenamente consciente de que estaba violando las leyes peruanas. ste era un aspecto de la depredacin cultural efectuada por Hiram Bingham que en Per historiadores como Franklin Pease G. Y. (1939-1999) conocan muy bien (Asheshov, 2009).

    Yale despleg una intensa compaa para justificar su no devolucin a Machu Picchu de los referidos materiales arqueolgicos, que se vio afec-tada por la fuerte presin internacional y por la participacin acadmica en presentaciones y publicaciones en Amrica Latina y Estados Unidos

    14VanselosargumentosdeYaleeneldocumentoenlneaeninglsycastellanoconelttulodeMitosyhechossobrelosmaterialesdeMachuPicchuenlaUniversidaddeYale.

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    referente a la postura neocolonial de Yale (Aguilar, 2009a, 2009b, 2010). Esta campaa incluy invitar a formadores de opinin pblica en asuntos culturales, como lo hicieron con el periodista Sergio Videla y el historia-dor Jos Carlos de la Puente, quienes luego han escrito favorablemente sobre el trabajo de Richard Burger, arquelogo peruanista norteamericano y director del Museo Peabody hasta su renuncia en 2008, y su esposa Lucy Salazar-Burger, arqueloga peruana. Ella misma escribi un polmico art-culo justificando la tenencia de los restos culturales de Machu Picchu en los almacenes del Museo Peabody, bajo la ptica de que el argumento del Estado peruano para la repatriacin slo responda a una politizacin elec-toral15. En dicho artculo se le ve posando junto a la ms importante autori-dad de la Universidad de Yale y expresando por primera vez, como arque-loga peruana, que las piezas se encontraban en buen cuidado, quiz con un trato superior al que pudieran recibir en su pas de origen. El alegato principal fue que no se debera mezclar la conservacin del patrimonio cultural con los discursos polticos coyunturales. Salazar-Burger sostuvo que el tema de la repatriacin responda a un chauvinismo poltico o una cortina de humo para distraer al pblico de los problemas econmicos y sociales del pas y una falsa bandera de identidad nacional, fuertes crti-cas lanzadas desde el extranjero que dejaron cierto malestar entre la clase poltica peruana. La nota de esta arqueloga nacionalizada norteamericana podra haber contenido un real tema de fondo si no hubiera respondido nicamente a sus intereses laborales y quiz a algn arribismo oportuno en su posicin dentro de dicha universidad. La foto de ella posando al lado de las piezas de Machu Picchu en el gabinete del museo acompaada de la rectora de dicha universidad (ver la figura 6) caus cierta indignacin entre la comunidad de arquelogos peruanos, quienes deslindaron y criticaron sus posturas desde diferentes frums, y espacios de debates reconocieron la gran carga poltica de esta arqueloga, quien responda tanto a intereses personales como a los de su institucin laboral, Yale16.

    15Salazar-BurgerfueautoradeunanotaperiodsticapublicadaenlarevistaCaretas,deimportantecirculacinenlaclasepolticaperuana.(Notacompletaen:http://www.caretas.com.pe/Main.asp?modT=REG&modV=L),

    16Enestesentido,losdebatesseformaronprincipalmenteenfrumsvirtuales,comolaListadeArquelogosenRed,dirigidaporelarquelogoperuanoDanielChumpitaz,ylaListadeArqueologaPeruana,dirigidaporMiguelAguilar.

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    Figura6.ArquelogaLucySalazar,izquierda,conpartedelosarte-factos en poder de Yale. La acompaa Barbara Shailor, rectora deYaleen2010

    Nuestra posicin al respecto es que todas las partes que se involucra-ron en el desmembramiento de un sitio arqueolgico o histrico para llevarse consigo sus obras de arte muebles, y que todava las tienen en su poder, deben hacer todos los esfuerzos posibles conjuntamente con sus antecesores y/o pre-decesores cercanos o lejanos, las autoridades y la sociedad organizada del pas de origen para hacer posible su reunificacin.

    la estrategia del estado peruanoEn 1989 una corte estadounidense rechaz un pedido peruano de devolucin de 89 antigedades precolombinas argumentando, entre otras cosas, que el Gobierno peruano permita la propiedad privada de antigedades dentro de Per, y que, por lo tanto, la ley del patrimonio cultural era en la prctica cum-

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    plida slo como un control de exportacin. Sin embargo, Nagpra, o la Ley de proteccin y repatriacin de las tumbas de los indgenas estadounidenses (Native American grave protection and repatriation act), se aplica a los elementos cultu-rales originados dentro de Estados Unidos y se reconoce a sus dueos originarios. Las regulaciones de Nagpra se aplican a los restos humanos, objetos funerarios, objetos sagrados u objetos de patrimonio cultural que son indgenas de Alaska, de Hawi y de Estados Unidos continental, pero no a los territorios fuera de Esta-dos Unidos (Nagpra, 2009). Esta ley promulgada en noviembre de 1990 por el presidente George Bush (dicho sea de paso, graduado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale), aun cuando su validez se circunscribe todava a los territorios que son parte de Estados Unidos, es vlido precedente tico para Yale, dado que Per tiene un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que ha requerido articular criterios y principios jurdicos y legales, sobre todo en los temas de trfico de bienes culturales y la propiedad del patrimonio cultural.

    En 2006 se cre en el Congreso del Per la Comisin de Alto Nivel de Repatriacin de los objetos arqueolgicos que forman parte de la Coleccin Machu Picchu (CANRMP) de la Universidad de Yale, constituida por la Ley 28778. El representante del Congreso de la Republica del Per est redactando una minuciosa y bien documentada memoria de las acciones bilaterales que se llevan a cabo con Yale (Annimo, s. f.). Mariana Mould de Pease, historiadora y coautora de este artculo, fue investigadora del Patrimonio Histrico del Insti-tuto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura) desde septiembre de 2001 hasta agosto de 2006, y fue permanentemente consultada para la dacin de la citada Ley 28778, promulgada el 12 de julio de 2006, y otras acciones guberna-mentales al respecto. Sin embargo, luego de esta participacin como consul-tante externa, no fue convocada para evaluar, analizar o asesorar las posteriores estrategias del Estado peruano durante el gobierno del presidente Alan Garca Prez (quien gobierna el quinquenio 2006-2011).

    Este gobierno dise su primera estrategia en materia de poltica cultural exterior en la decisin de enjuiciar a la Universidad de Yale en los tribunales de Washington, D.C. El hecho de que el Ministro de Relaciones Exteriores del Per de la gestin del presidente Garca, mediante su embajador Jos Antonio Gar-ca Belande, no se haya asesorado debidamente para argumentar en tan slo 57 pginas por qu el caso deba dilucidarse ante una corte de la capital esta-dounidense evidencia un alto nivel de improvisacin en materia de polticas culturales. Existe adems una fuerte responsabilidad de la Direccin Nacional del Ministerio de Cultura, dado que su Oficina de Asuntos Jurdicos est per-fectamente informada de los avance internacionales en polticas de restitucin cultural y sostenibilidad de los sitios arqueolgicos.

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    En realidad, la estrategia del Estado peruano no tuvo en cuenta el intento de colaboracin de Yale mencionado por su rector en dos oportunidades, ni el precedente de restitucin de esa institucin, en el caso de algunos de los restos humanos nativos norteamericanos. La tribu estadounidense Mohegan logr que el Museo Peabody de Arqueologa y Etnologa le restituya los restos humanos de sus antepasados y sus bienes culturales asociados. Ciertamente, exista tam-bin una fuerte presin de los estudiantes y egresados de Yale por la repatriacin de los restos mencionados, quienes hicieron pblico su malestar por la negativa de Yale de repatriar los restos en primera instancia (Henderson, 2010a).

    Hacia noviembre de 2010, el presidente de la Universidad de Yale, Richard Levin, indic en una entrevista a un medio universitario que los artefactos exca-vados por Bingham seran devueltos a Per. Esto fue formalizado por un comu-nicado de prensa de la Oficina de Yale de Relaciones Pblicas y Comunicaciones, en donde se dijo que estos objetos seran regresados a Per en el lapso de dos aos, y las piezas ms adecuadas para las muestras museogrficas seran devuel-tas antes del centenario del aniversario del descubrimiento cientfico de Machu Picchu (Henderson, 2010b). Los artefactos seran almacenados en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, donde las investigaciones sobre la colec-cin continuaran, en un espritu de amistad con el pueblo del Cusco y la nacin del Per17. El senador norteamericano Chris Dodd, encargado de la Comisin para Amrica Latina del Capitolio, quien intercedi eventualmente ante Yale para lograr el entendimiento, apoy la repatriacin en un comunicado manifestando que Esos artefactos no pertenecen a ningn gobierno, a ninguna institucin o a ninguna universidad; ellos pertenecen al pueblo de Per18.

    objetos del pasado, memoria del presenteLos tesoros que ahora identificamos como reunidos por Hiram Bingham en esta llacta inca no son grandes y espectaculares piezas de oro, plata u obras de arte textil. El valor artstico y tcnico de estas piezas no pasa ms all del cat-logo con fotos en colores de algunas de las piezas ms museables de cermica y textilera (Burger y Salazar, 2003). La mayor parte de las piezas constituyen objetos cermicos (ver la figura 2), artefactos de piedra y restos humanos. El gran valor de los tesoros de Machu Picchu est todava encerrado en las pie-zas asociadas a los restos humanos excavados y retirados por Bingham (Burger

    17 AlumniDemandArtifacts Return,Yale Daily News, 18 de octubre de 2010.Documento en lnea,www.yaledailynews.com/news/2010/oct/18/alumni-demand-artifacts-return/(ltimavisita,22demayode2011,tra-duccinpropia)(Henderson,2010b).

    18DoddCallsforReturnofIncaArtifacts,Yale Daily News,14dejuniode2010.Documentoenlnea:www.yale-dailynews.com/news/2010/jun/14/dodd-calls-for-return-of-inca-artifacts/ (ltima visita, 22demayode 2011,traduccinpropia)(Caplan-Bricker,2010).

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    y Salazar, 2003; Eaton, 1990; ver la figura 7), pero es un valor quiz dif cil de comprender para la academia norteamericana, los arquelogos peruanos y los propios polticos en bsqueda de la construccin de su discurso oficial. Su valor radica en la importancia cultural de la comunidad quechua hablante del Cuzco y en el derecho que ellos mismos tienen a la propia preservacin de su pasado. Si el pasado es material, la memoria tambin puede serlo, y la perduracin tanto del pasado como de la memoria no puede estar en poder de instituciones forneas, en las que se podra incluir al propio Estado peruano.

    Figura7.PiezasasociadasaentierroincaexcavadasporBingham.EnlapartesuperiorizquierdahayungrabadodeBingham(1912),enelcualgraficadosdeestaspiezas,unaollaconasaybasepedestalyunajarraconcaragollete(lajarraconcaragolletedelafotodelmedioeslamismaqueapareceenlafotodeladerecha,tomadadeBurgerySalazar,2004)(CortesaArchivodeMarianaMoulddePease).

    sobre repatriacin y reparacin: la herencia colonial y el reconocimiento de la memoriaLa diferencia entre los conceptos de repatriacin y reparacin presenta un uni-verso epistemolgico distinto. Mientras que con la repatriacin el acto termina en la devolucin de las piezas hacia el pas de origen, con la reparacin se acepta el hecho de un dao que busca ser reparado, reconocido y resarcido. La ausencia del pasado material ha creado un dao simblico en las comunidades afectadas. Su reclamo por el acceso a su pasado responde a los vnculos de una colectividad

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    EnlacoleccinPeasehaypublicacionesycopiasdealgunosdocumentosparainiciarelestudiodelosmaterialesosteolgicosyarqueolgicosqueHiramBinghanretirdeMachuPicchuentre1909y1916yquedebenreinsertarseenestallactainca.

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    humana referidos a la identidad con su materialidad, a una materialidad que, a pesar de ser propiedad colectiva de los sucesores de una comunidad que los ha producido histricamente, se ha visto en poder de una institucin del Primer Mundo que neg el retorno de esa materialidad asumindola como parte de su propio patrimonio. Esta actitud responde a una tradicin ms amplia que busca en sus propios argumentos sus propias respuestas, por considerarlas legtimas. El discurso poltico de la verdad y legitimidad de la ciencia constituy un elemento central en la justificacin y legitimizacin de la apropiacin del pasado del otro, incapaz de preservar y cuidar su propio pasado y su propia memoria.

    En este caso, slo la intervencin del Estado peruano motiv un proceso de negociacin que concluy en el retorno de las piezas. Un Estado que responde a intereses polticos y econmicos propios, que no son necesariamente los mismos intereses de la comunidad cuzquea. Sin el poder poltico y econmico de lo que implic la participacin de la clase gobernante peruana en el reclamo de repa-triacin, la Universidad de Yale no hubiera siquiera respondido a los reclamos del Cuzco que venan sensibilizando a la academia y a los polticos peruanos.

    Explorar la categora reparacin como instrumento terico de ruptura con este orden impuesto y establecido puede permitir vislumbrar, de manera crtica, las relaciones que el colonialismo republicano y posrepublicano (o endocolonialismo) ha establecido con las comunidades locales conduciendo al despojo territorial y a la declaracin de lo arqueolgico como patrimonio cultural. Un patrimonio construido bajo la ptica del Estado como un objeto tursticamente explotable, y no como un vehculo de memoria colectiva.

    Si bien las categoras repatriacin y restitucin han sido usadas, en especial, la primera en el mundo anglosajn (e.g., Nagpra), para referirse a las acciones adelantadas por el Estado en orden a revisar la posesin de bienes arqueolgicos, nos parece que la categora reparacin podra servir para sealar un proceso que no slo involucre la devolucin de objetos a sus pases y lugares de origen, sino la reconsideracin de lo que hace posible pensar el pasado bajo un rgimen disciplinar asociado a un proyecto poltico que reco-nozca la legitimidad de las comunidades descendientes en la posesin y manejo de su propia materialidad con la misma legitimidad de las instituciones tanto del Primer Mundo como de las propias instituciones nacionales criollas de los pases de Amrica Latina19. La reparacin puede ser parte de un proyecto pos-

    19EstaposicinfueplanteadaenlosobjetivosdesarrolladosporWilhelmLondooyMiguelAguilarenelsimpo-sioElpasadonoesdequienloexhibe.RepatriacinculturalylapropiedaddelpasadomaterialenlaAmricadelSur indgena, llevadoacaboenel13CongresodeAntropologaenColombia,enlaUniversidaddelosAndes,enoctubrede2009,yjuntoademsaLuisGerardoFrancoenelsimposioDelpatrimonioculturalyotrosdemonios,enelVICongresodeArqueologaenColombia,enoctubrede2010.

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    colonial en el que se logre subsanar la herida colonial a partir de la posesin del propio pasado y la preservacin de la memoria colectiva de los pueblos, en el reconocimiento por parte de las instituciones del Primer Mundo de su tradicin de imposicin acadmica y poltica, adems de la econmica, y en la disculpa histrica que debe ir dirigida ms all de las construcciones coyuntu-rales de las polticas pblicas de los Estados-Naciones.

    En ltima instancia, es menester reconocer el endocolonialismo re-produ-cido por las instituciones locales republicanas en consonancia con los intereses de los capitales econmicos que han elaborado detalladamente una construccin del concepto de patrimonio cultural expropiado al de herencia cultural y la con-cepcin de pertenencia implcita a los descendientes de pueblos originarios, con la complicidad de las instituciones globales que rara vez escuchan las voces loca-les de los pueblos nativos, como la Unesco, los propios arquelogos provenientes del centro hegemnico, e incluso con la complicidad de nuestras propias acade-mias, museos y nuestros improvisados ministerios de Cultura. .

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