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    Che: Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo 2

    Forros

    Como escribe Aleida Guevara, la hija del Che, en el prlogo de este libro, la publicacin de Pasajesde la guerra revolucionaria: Congoes un gran compromiso con la historia. El diario es el relato y

    el anlisis crtico de la primera misin internacionalista de Cuba y del sueo incumplido de ayudar aalgunas naciones africanas a liberarse del colonialismo.

    Despus del asesinato de Patricio Lumumba, primer ministro del Congo, el Consejo Supremo de laRevolucin, dirigido por Gastn Soumialot, solicita el apoyo de los cubanos contra el generalMobutu, quien, aprovechando la guerra civil, ha tomado el poder con el beneplcito de Blgica y deFrancia. Ernesto Guevara, que ve en esta operacin una ocasin histrica para atacar las racesdel imperialismo acepta, en los primeros meses de 1965, la propuesta de Fidel Castro de guiar uncentenar de combatientes cubanos para instruir y coordinar las tropas de la resistencia organizadaspor Kabila, Mulele y Gizenga.

    La situacin general, sin embargo, se revela problemtica y amenaza todas las esperanzas. Lamiseria en que la poblacin ha vivido durante siglos todava deja sentir sus efectos. El ejrcito es

    indisciplinado y est mal adiestrado, los mandos no tienen una buena relacin con sussubordinados, las divisiones tribales son fortsimas e impiden la unificacin nacional. Pasados unosmeses, el Che comenta que el proyecto de formar un ejrcito revolucionario se le escapa de lasmanos porque el pas parece no tener capacidad de lucha. Los fracasos militares y las desercionesponen fin a la misin y, en junio de 1966, Fidel Castro, con una carta indita que se ha incluido enel prlogo de esta edicin, convence al Che de regresar a Cuba para preparar la expedicin aBolivia.

    En el anlisis lcido y severo que Ernesto Guevara hace de la experiencia africana hay elreconocimiento explicito de que esta es la historia de un fracaso. Pero entre las reflexionescrticas tambin hallamos agudas observaciones para comprender la realidad del continente, lahipocresa de la poltica del bloque occidental y la ambigedad de la Unin Sovitica. Quedafinalmente resolver el conflicto existente en el mundo entre el Norte y el Sur para asegurar unfuturo digno a todos los pueblos.

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    Agradecemos el esfuerzo y dedicacin quenuestro Comandante en Jefe brindara en la

    revisin minuciosa de este documento.

    Archivo personal del Che

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    NDICE

    Prlogo, por Aleida Guevara March \ 7

    Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo \ 11Aclaracin de algunostrminos \ 13Advertencia preliminar \ 17Primer acto \ 19Segundo acto \ 21Primeras impresiones \ 23Primer mes \ 28Muere una esperanza \ 31Una derrota \La estrella fugaz \Vientos del oeste ybrisas del este \Rompiendo amarras \Sembrando al voleo \Intentando el seguimiento \El enfermo se agrava \Tomando el pulso \El principio del fin \Lucha contra el tiempo \Fugas varias \Desastre \La vorgine \Pualadas traperas \El frente oriental entra en coma \El desplome \Eplogo \

    apndicendice onomstico \

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    PRLOGO

    Siempre me han dicho que hay que comenzar un da, pero no me advirtieron que poda ser tandifcil. Este libro fue escrito por un hombre que admiro mucho y respeto desde que tengo

    conciencia; desgraciadamente ha muerto y por tanto no podr darme su opinin sobre lo que yoescriba, y lo peor para nosotros es que no pueda explicarles a ustedes lo que quiso decir en esemomento, y si hoy, ms de treinta aos despus de aquellos hechos, agregara alguna notaaclaratoria, no lo sabemos. Por eso digo que esta tarea es sumamente difcil. Publicar Pasajes dela guerra revolucionaria: Congo, documento indito, conservado en su archivo personal, quecontiene adems la correccin de estilo, la incorporacin de observaciones y la eliminacin dealgunas notas, es un gran compromiso con la historia, pues se sabe que anteriormente se handivulgado otras versiones, las que se corresponden con las primeras transcripciones redactadaspor el Che. Si bien autoriza a los editores a realizar los cambios que consideren necesarios,nosotros hemos respetado ntegramente el texto que escribi, pues lo hace despus de terminadasu misin en el Congo y sometiendo sus notas de la contienda a un anlisis crtico y profundo, loque hace posible extraer experiencias que sirvan para otros movimientos revolucionarios.

    En la Advertencia preliminar comienza diciendo: Esta es la historia de un fracaso. Aunque noestoy de acuerdo, entiendo su estado de nimo, y es cierto que puede considerarse una derrota,pero personalmente pienso que fue una epopeya. Los que han vivido algn tiempo en esecontinente comprendern sin duda lo que digo, la degradacin a que fue sometida desde hacesiglos por los llamados colonizadores europeos todava deja sentir sus efectos dentro de lapoblacin africana, la imposicin de una cultura diferente, de otras religiones, la paralizacin deldesarrollo normal de una civilizacin y la explotacin de las riquezas naturales, incluyendo lautilizacin de la fortaleza fsica de estos hombres como esclavos, arrancados de su habitat,maltratados, sometidos a humillaciones; deja huellas profundas en estos seres humanos. Sianalizamos que todo esto es provocado por otros hombres que todava hoy se sienten en elderecho de hacerlo y que nosotros de una u otra forma lo permitimos, podemos comenzar aentender cmo reaccionan ante algunos hechos.

    De todas formas muchos se preguntarn por qu el Che Guevara particip en este proceso

    revolucionario, qu lo motiv para tratar de ayudar a este movimiento, y es l mismo quien nos darespuesta cuando afirma: Porque, en cuanto al imperialismo yanqui,no vale solamente el estardecidido a la defensa; es necesario atacarlo en sus bases de sustentacin, en los territorioscoloniales y neo-coloniales que sirven de basamento a su dominio del mundo.

    Desde siempre el Che expresa su deseo de continuar la lucha en otras tierras del mundo; comomdico de profesin y guerrillero de accin, saba de las limitaciones que la vida impone al hombrey de los sacrificios que demanda de este una actividad tan difcil como la guerra de guerrillas, por loque es entendible la ansiedad que senta por hacer realidad sus sueos en las mejorescondiciones fsicas posibles. Sabemos de su arraigado sentido de la responsabilidad y de sumadurez poltica y el compromiso contrado con muchos compaeros que confiaban en l paracontinuar la lucha.

    Realiza un viaje previo por el continente africano, donde tiene la oportunidad de conocer a algunosde los dirigentes de los movimientos revolucionarios activos en esos momentos, y conoce susdificultades y preocupaciones. En todo momento mantiene contacto con Fidel Castro, quien en unacarta indita, fechada en diciembre de 1964, le comunica sobre las gestiones que mientras tanto sevan realizando desde Cuba:

    Che:Sergio [Sergio del Valle] acaba de reunirse conmigo y me inform pormenorizadamente

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    cmo marcha todo. Al parecer no hay dificultad alguna para llevar a cabo el programa.Verbalmente Diocles [Diocles Torralba] te dar la informacin pormenorizada. (...)

    La decisin final sobre la frmula la adoptaremos a tu regreso. Para poder escoger entre lasalternativas posibles es necesario conocer las opiniones de nuestro amigo [Ahmed Ben

    Bela]. Trata de mantenernos informados por va segura.

    De ninguna forma puede olvidarse que en esta batalla, junto al Che, particip un grupo de cubanoscon la conviccin de que: Nuestro pas, solitario bastin socialista a las puertas del imperialismoyanqui, manda sus soldados a pelear y morir en tierra extranjera, en un continente lejano, y asumela plena y pblica responsabilidad de sus actos; en este desafo, en esta clara toma de posicinfrente al gran problema de nuestra poca, que es la lucha sin cuartel contra el imperialismo yanqui,est la significacin heroica de nuestra participacin en la lucha del Congo.

    El Che, junto al grupo de hombres que dirige, pretende fortalecer lo ms posible el movimiento deliberacin del Congo, lograr un frente nico, decantar a los mejores y a los que estn dispuestos acontinuar la lucha por la liberacin definitiva de frica. Trae consigo la experiencia obtenida enCuba y la pone al serviciode la nueva revolucin.

    La cruda realidad del Congo, su atraso, la falta de desarrollo poltico ideolgico de la gente y contralo cual haba que lucharcon firmeza y decisin, golpea al Che. No faltaron momentos de desa-lientos y de incomprensiones, pero ante esas adversidades se eleva como una visin proftica laenorme confianza y el amor que l senta por los hombres que deciden crear para sus pueblosposibilidades de desarrollo y mayor dignidad.

    En frica la historia se ha encargado de hacer realidad esas premoniciones durante ms de treintaaos, cuando a una conciencia revolucionaria se le ha incorporado una cultura de guerra ascen-dente, hasta lograr triunfos supremos como losde Cuito Cuanavale, Etiopa, Namibia, entre otros,contribuyendo a la soberana e independencia del continente.

    Ya cuando el Che se encontraba en plena actividad combativa en tierra congolesa, la Revolucin

    cubana, que haba preservado el mayor tiempo posible la absoluta discrecin sobre la actividadinternacionalista que l realizaba soportando con firmeza durante muchos meses un diluvio decalumnias, decide, al constituirse el Primer Comit Central del Partido, hacer pblica su carta dedespedida, pues ya era imposible dejar de explicar al pueblo cubano y al mundo la ausencia dequien fuera uno de los ms slidos y legendarios hroes de la revolucin.

    En sus notas el Che llega a la conclusin de que el conocimiento de esta misiva provoca undistanciamiento con los combatientes cubanos: Haba ciertas cosas comunes que ya notenamos, ciertos anhelos comunes a los cuales tcita o explcitamente haba renunciado y que sonlos ms sagrados para cada hombre individualmente: su familia, su tierra, su medio. Si es esta lasensacin que tiene en esos momentos, podrn imaginar cuan difcil fue para el compaero Fidellograr que regresara a Cuba. En varias ocasiones le escribe y trata de convencerlo, lo logra conargumentos slidos. En junio de 1966, en carta indita, le escribe:

    Querido Ramn:Los acontecimientos han ido delante de mis proyectos de carta. Me haba ledo ntegro elproyecto de libro sobre tu experiencia en el C. [Congo] y tambin, de nuevo, el manual sobreguerrillas, al objeto de poder hacer un anlisis lo mejor posible sobre estos temas, sobretodo, teniendo en cuenta el inters prctico con relacin a los planes en la tierra de Carlitos[Carlos Gardel]. Aunque de inmediato no tiene objeto que te hable de esos temas, me limitopor el momento a decirte que encontr sumamente interesante el trabajo sobre el C. y creo

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    que vale realmente la pena el esfuerzo que hicistes para dejar constancia escrita de todo.(...)

    Sobre tu situacin

    Acabo de leer tu carta a Bracero [Osmany Cienfuegos] y de hablar extensamente con laDoctora [Aleida March].

    En los das en que aqu pareca inminente una agresin yo suger a varios compaeros laidea de proponerte que vinieras; idea que realmente result estar en la mente de todos. ElGallego [Manuel Pieiro] se encarg de sondear tu opinin. Por la carta a Bracero veo que testabas pensando exactamente igual. Pero en estos precisos instantes ya no podemoshacer planes en ese supuesto, porque, como te explicaba, nuestra impresin ahora es quede momento no va a ocurrir nada.

    Sin embargo, me parece que, dada la delicada e inquietante situacin en que te encuentrasah, debes, de todas formas, considerar la conveniencia de darte un salto hasta aqu.

    Tengo muy en cuenta que t eres particularmente renuente a considerar cualquier alternativaque incluso poner por ahora un pie en Cuba, como no sea en el muy excepcional casomencionado arriba. Eso, sin embargo, analizado fra y objetivamente, obstaculiza tuspropsitos; algo peor, los pone en riesgo. A m me cuesta trabajo resignarme a la idea deque eso sea correcto e incluso de que pueda justificarse desde un punto de vistarevolucionario. Tu estancia en el llamado punto intermedio aumenta los riesgos; dificultaextraordinariamente las tareas prcticas a realizar; lejos de acelerar, retrasa la realizacin delos planes y te somete, adems, a una espera innecesariamente angustiosa, incierta,impaciente.

    Y todo eso, por qu y para qu? No media ninguna cuestin de principios, de honor o demoral revolucionaria que te impida hacer un uso eficaz y cabal de las facilidades con querealmente puedes contar para cumplir tus objetivos. Hacer uso de las ventajas queobjetivamente significan poder entrar y salir de aqu, coordinar, planear, seleccionar y

    entrenar cuadros y hacer desde aqu todo lo que con tanto trabajo solo deficientementepuedes realizar desde ah u otro punto similar, no significa ningn fraude, ninguna mentira,ningn engao al pueblo cubano o al mundo. Ni hoy, ni maana, ni nunca nadie podraconsiderarlo una falta, y menos que nadie t ante tu propia conciencia. Lo que s sera unafalta grave, imperdonable, es hacer las cosas mal pudindolas hacer bien. Tener un fracasocuando existen todas las posibilidades del xito.

    No insino ni remotamente un abandono o posposicin de los planes ni me dejo llevar deconsideraciones pesimistas ante las dificultades surgidas. Muy al contrario, porque creo quelas dificultades pueden ser superadas y que contamos ms que nunca con la experiencia, laconviccin y los medios para llevar a cabo los planes con xito, es por lo que sostengo quedebemos hacer el uso ms racional y ptimo de los conocimientos; los recursos y lasfacilidades que se cuenta. Es que realmente desde que se engendr la ya vieja idea tuya

    de proseguir la accin en el otro escenario, has podido alguna vez disponer de tiempo paradedicarte por entero a la cuestin para concebir, organizar y ejecutar los planes hasta dondeello sea posible? (...)

    Es una enorme ventaja en este caso que t puedes utilizar esto, disponer de casas, fincasaisladas, montaas, cayos solitarios y todo cuanto sea absolutamente necesario paraorganizar y dirigir personalmente los planes, dedicando a ello ciento por ciento tu tiempo,auxilindote de cuantas personas sean necesarias, sin que tu ubicacin la conozcan msque un reducidsimo nmero de personas. T sabes absolutamente bien que puedes contar

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    con estas facilidades, que no existe la ms remota posibilidad de que por razones de estadoo de poltica vayas a encontrar dificultades o interferencias. Lo ms difcil de todo, que fue ladesconexin oficial, ha sido logrado, y no sin tener que pagar un determinado precio decalumnias, intrigas, etc. Es justo que no saquemos todo el provecho posible de ello? Pudocontar ningn revolucionario con tan ideales condiciones para cumplir su misin histrica en

    una hora en que esa misin cobra singular relevancia para la humanidad, cuando se entablala ms decisiva y crucial lucha por el triunfo de los pueblos? (...)

    ... Por qu no hacer las cosas bien hechas si tenemos todas las posibilidades para ello?Por qu no nos tomamos el mnimo de tiempo necesario aunque se trabaje con la mayorrapidez? Es que acaso Marx, Engels, Lenin, Bolvar, Mart no tuvieron que someterse aesperas que en ocasiones duraron dcadas?

    Y en aquellas pocas no existan ni el avin ni el radio ni los dems medios que hoy acortanlas distancias y aumentan el rendimiento de cada hora de la vida de un hombre. Nosotros enMjico, tuvimos que invertir 18 meses antes de regresar aqu. Yo no te planteo una esperade dcadas ni de aos siquiera, solo de meses, puesto que yo creo que en cuestin demeses, trabajando en la forma que te sugiero, puedes ponerte en marcha en condicionesextraordinariamente ms favorables de las que estamos tratando de lograr ahora.

    S que cumples los treinta y ocho el da 14. Piensas acaso que a esa edad un hombreempieza a ser viejo?

    Espero no te produzcan fastidio y preocupacin estas lneas. S que si las analizasserenamente me dars la razn con la honestidad que te caracteriza. Pero aunque tomesotra decisin absolutamente distinta, no me sentir por eso defraudado. Te las escribo conentraable afecto y la ms profunda y sincera admiracin a tu lcida y noble inteligencia, tuintachable conducta y tu inquebrantable carcter de revolucionario ntegro, y el hecho de quepuedas ver las cosas de otra forma no variar un pice esos sentimientos ni entibiar lo msmnimo nuestra cooperacin.

    Ese mismoao elChe regresa a Cuba.

    Al cumplirse el primer aniversario del triunfo de la Revolucin del Congo, particip en lascelebraciones, tuve la posibilidad de conversar con algunos de los compaeros que combatieron

    junto a l y aprovech la oportunidad para comentarles la publicacin de este libro; mepreocupaban sus opiniones, pues el Che es crtico, directo, y pretenda que este documentopermitiera analizar los errores cometidos para no volver a incurrir en ellos, hace sealamientos es-pecficos a varios dirigentes entre los que destaca el lder congoleo Laurent Kabila, quien hoy esel dirigente mximo de su pueblo.

    El contacto con estos hombres me permiti comprobar que recuerdan con respeto y cario al CheGuevara; la mayora de ellos eran muy jvenes en esa poca, pero segn sus propias palabras nopueden olvidar la imagen de sencillez y modestia que les transmiti el Che al brindarles respeto y

    ponerse bajo su mando, por lo que estn conscientes que las recomendaciones hechas por lsiempre sern tiles para la gran tarea que tienen por delante,la de unificar el pas y lograr que porprimera vez en muchos aossea el pueblo congols el que disfrute de sus propias riquezas.

    Los hombres no mueren cuando son capaces de guiar con su vida y su ejemplo a muchos otros yestos logran continuar la obra.

    Aleida Guevara MarchJuniode 1998

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    PASAJES DE LA GUERRAREVOLUCIONARIA:CONGO

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    A Bahaza y sus compaeros cados,buscndole sentido al sacrificio

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    ACLARACIN DE ALGUNOS TRMINOS

    La mayora de las palabras aqu expuestas pertenecen al swahili y son accidentes geogrficos onombres propios. El swahili es una lengua fontica, de pronunciacin bastante parecida al espaol,

    pero con las siguientes variantes: la Jse pronuncia como nuestra Y consonante; la Y como I;la Zcomo su similar francesa (sibilante). No se utiliza la letra C; el sonido fuerte es dado por la Ky elsuave por la S;la By la Vcomo el espaol purista (labial y labiodental); la G siempre tiene sonidosuave. Lase la Wcomo la U. No hay acento ortogrfico; el prosdico es grave casi siempre. Estasnociones bastan para poder leer las palabras glosadas.

    Abdallah:Combatiente cubano, sargento.Afende:Combatiente cubano, soldado.Agano:Combatiente cubano, sargento.Anchali:Combatiente cubano, sargento, voluntario para el rescate de los compaeros quedados enel Congo.Arobaini:Combatiente cubano, soldado; herido, fue evacuado en fecha anterior a nuestra salida.Arobo:Combatiente cubano, soldado.Azi:Combatiente cubano, teniente; estuvo al mando de diversos grupos de combate.zima:Combatiente cubano, teniente; segundo jefe de la Segunda Compaa mixta.

    Baati:Combatiente cubano, soldado.Babaza:Combatiente cubano, soldado; muerto de resultas de las heridas sufridas el 24 de octubrede 1965.Banhir:Combatiente cubano, soldado.Baraka:Pequeo puerto sobre el lago Tanganyika en el caminode Fizi a Uvira.Bemba, Charles:Combatiente congols; trabaj a mi lado como comisario poltico sin tener esegrado en el ejrcito congols.bender, Festn:Comisario poltico de una agrupacin congolesa.BidalIla:Coronel congols; jefe de la Primera Brigada con asiento en Uvira. Ascendido a general.Birulo:'Insecto' en swahili; para nosotros fue sinnimode piojo.Bando:Poblado a la orilla del lago Tanganyika.

    Bujumbura:Capital del reino de Burundi.Bukali:Comida congolesa; harina de yuca a la que se da consistencia pastosa con agua hirviendo.Bukavu:Capital de la provincia de Kivu; 35.000 habitantes.

    Calixte:Comandante congols, jefe del frente de Makungo.Changa: Combatiente cubano, capitn; fue el encargado de transportar los abastecimientos ymensajes desde Kigoma.Chamaleso:vase Tremendo Punto.Chei:Combatiente cubano, soldado.Compagnie:Combatiente ruands incorporado a nuestra tropa.

    Danhusi:Combatiente cubano, soldado; ayudante mo duranteuna parte de la lucha.Dawa:'Medicamento' en swahili; rito mgico mediante el cual se preserva al combatiente de balas

    enemigas.Duala:Combatiente cubano, cabo.

    Faume:Comandante congols que encabezaba una guerrilla en la zona de Katenga; no llegamos atrabar contacto conl.Fizi:Pequeo poblado cercano al lago Tanganyika, sededel Estado Mayor de la Segunda Brigada;pequeo nudo vial.Francois:Comandante congols muerto en el mismo accidente que le costara la vida a Mitudidi.Freedom Fighters:'Luchadores de la Libertad'en ingls; nombre genrico con que se designa a los

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    miembrosde las organizaciones revolucionarias en el exilio.Front de ForceFront Bendera:Punto fortificado del enemigo cercano a la carretera de AlbertvilleLulimba. Hay all una central hidroelctrica.

    Gbeny: Presidente del Congo en armas por autodesignacin; como ministro del Interior en el

    gobierno de Abdoula orden la detencin de Gizenga.Gizenga: Ex viceprimer ministro del Congo; preso en poca de Tshomb fue liberado luego delgolpe de Mobutu.

    Hanzini:Combatiente cubano, soldado.Hindi:Mdico cubano.Hukumu:Combatiente cubano, soldado.Huseini:Comandante congols; fue jefe de la tropa congolesa en la base superior y en la barrerade Lubonja.

    lla, Jean:Comandante congols; jefe de la tropa acantonada en KalondaKibuye.llunga, Ernest:Combatiente congols; fue mi profesor de swahili hasta enfermar seriamente.Ishirini: Combatiente cubano, soldado; uno del grupo de voluntarios para el rescate de loscompaeros quedados en el Congo.Israel:Combatiente cubano, sargento.

    Jungo:Poblado sobre el lago Tanganyika, al sur de la base del lago.

    Kabambare:Poblado en la ruta de Albertville a Stanleyville. Lazona fue dominada por las fuerzasrevolucionarias mucho tiempo.Kabila:Segundo vicepresidente del Consejo Supremode la Revolucin del Congo; jefe del frenteoriental.Kabimba:Poblado sobre el lago Tanganyika ocupado por el enemigo; en las cercanas estaba elextremo sur de nuestro frente.Kaela:Poblado del lago Tanganyika entre Kasima y Kisosi.KalondaKibuye: Casero de la ruta KatengaLulimba; all estaba acantonada una guerrillacongolesa.

    Kanyanja:Poblado ruands del altiplano situado entre Njanga y Front de Forc.Kanza:Poltico congols; ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Gbeny.Kapita:]efepoltico de pequea aldea congolesa; su cargo es inferior al de presidente, ttulo dado al

    jefe de varias agrupaciones.Karamba:Lugar geogrfico entre Baraka y Kasima.Karm:Combatiente cubano, teniente; comisario poltico.Karume:Presidente de Zanzbar, primer vicepresidente de Tanzania.Kasabuvabu, Emmanuel:Encargado de abastecimientos del Estado Mayor.Kasai:Provincia del Congo donde opera Mulele; hay grandes yacimientos de diamantes.Kasali:Comandante congols adscrito al Estado Mayor.Kasambala:Combatiente cubano, cabo.Kasengo:Puerto fluvial en el Congo, nudo de carreteras; hay fuerzas revolucionarias en la zona.Kasima:Poblado sobre el lago Tanganyika; nica regin donde exista un pequeo llano entre las

    montaas y el lago. Fue ocupado por el enemigo para amenazar la base.Kasulu:Mdico cubano y traductor del francs (de nacionalidad haitiana).Katanga:La ms rica e industrializada de las provinciascongolesas; est situadaal sur de nuestrazona de operaciones.Katenga:Poblado en la ruta AlbertvilleLulimba.Kawawa:Segundo vicepresidente de Tanzania, combatiente cubano, cabo; muerto en la accin deFront de Forc.KazoleloMakungo:Lugar donde estaba emplazado el campamento del comandante Calixte.Kibamba:Nombre convencional dadoal punto donde se estableci la base en el lado congols del

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    lago Tanganyika.Kiliwe:Arroyo afluente del Kimbi; en esa zona sufrimos la sorpresa del 24 de octubre de 1965.Kimba:Fugaz primer ministro del Congo; sucedi a Tshomb.Kimbi:Subafluente del ro Congo; nace en las montaas del lago Tanganyika.Kisosi:Poblado situado entre Ruandasi y Kaela, a orillas del lago:

    Kiswa:Combatiente cubano, teniente; fue segundo de Aly en la zona de Kabimba.Kivu:Provincia del Congo, parte norte de nuestro frente.Kiwe:Encargado de informacin en el Estado Mayor; estudiante de periodismo.Kumi:Mdico cubano.

    Lambert:Teniente coronel; jefe de Operaciones de la Segunda Brigada.Lubichaco:Arroyo y poblado en la vertiente oeste de las montaas del lago Tanganyika.Lubonja:Poblado entre Lulimba y Fizi.Lulimba:Poblado en la carretera AlbertvilleBukavu; de all sale un ramal para Kabambare.

    Mafu:Combatiente cubano, teniente; tuvo a su cargo el grupo de combatientes que qued con losruandeses.Maganga:Combatiente cubano, sargento.Makambila, Jerme:Antiguo diputado provincial del Movimiento Nacional Congols.Makungo:Poblado cercano a Front deForc; fue tierra de nadie hasta la ltima ofensiva enemiga.Marembe:Combatiente cubano, soldado.Masengo:Jefe del Estado Mayor del frente oriental; sucedi a Mitudidi.Maurno:Combatiente cubano, soldado; desaparecido durante una retirada.Mbili:Combatiente cubano, dirigi un nmero de acciones; jefe de la Primera Compaa mixta.Mbolo:Poblado situado en la ruta BarakaUvira en la costa del lago Tanganyika.Mitudidi:Jefe del Estado Mayor del frente oriental; muri ahogado en un accidente.Moja: Combatiente cubano, comandante, miembro del Comit Central del Partido Comunista deCuba; fue jefe de la Segunda Compaa, como instructor de los oficiales cubanos.Morogoro:Cirujano cubano.Motumbo:'Piragua'; en general es hecha a partir de un tronco ahuecado a fuego y hacha.Moulane:General mayor jefe de la Segunda Brigada con asiento en Fizi.Muenga:Pueblo dela carretera FICIBukavu.

    Muganga: Voz swahili con que se designa indistintamente a los mdicos occidentales y loshechiceros nativos.Mujumba:Delegado del CNL en Tanzania; posteriormente se intern en el pas, dirigindose a lazona de Mukundi.Mukundi:Zona del Congo cercana a la lnea frrea de Albertville.Mulele:Antiguo ministro de Lumumba; fue el primero de tomar las armas y se mantiene en la zonade Kasai.Mundandi:Comandante de origen ruands; capitane un grupo de esa nacionalidad que operabaen Front de Forc.Mustaf:Combatiente cubano, soldado.Mutchungo:Ministro de Salud Pblica en el Consejo Superior de la Revolucin; permaneci en elCongo hasta el final de las operaciones.Muteba:]efe deComunicaciones en el Estado Mayor congols.

    Nabikumbe:Arroyo y poblado entre Lubonja y Nganja.Nane:Combatiente cubano, sargento.Nbagira:Ministro de Relaciones Exteriores del Consejo Supremo de la Revolucin; estuvo hasta elltimo momento en la zona de Uvira y se manifest dispuesto a reingresar.Nganja:Poblado del altiplano habitado por pastores ruandeses.Ngoja, Andr:Combatiente congols; actuaba en la zona de Kabambare.Njenje:Combatiente cubano, sargento; a ltima hora fue nombrado jefe de la base del lago.Nne:Combatiente cubano, teniente; murien la accinde Front de Forc.

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    Nor-Katanga:Provincia del Congo situada al sur de nuestro frente.Nyangi:Poblado cercano a Front de Forc; avanzada del enemigo.Nyerere, Julius:Presidente de Tanzania.

    Olenga:General congols; jefe del frente de Stanleyville.

    Otto:Combatiente cubano, cabo; se retir enfermo antes de finalizar la lucha.Pascasa: Coronel congols del frente de Mulele; muri en El Cairo en una ria entrerevolucionarios.Pombe:Destilado de la fermentacin de la yuca y el maz.Pombo:Combatiente cubano, teniente; jefe de mi grupo de ayudantes.

    Rabanini:Combatiente cubano, soldado.Rafael:Nuestro delegado en Tanzania.Rebcate:Combatiente cubano, teniente.Rivalta, Pablo:Nuestro embajador en Tanzania.Ruandasi:Punto de la costa del lago Tanganyika a cuatro kilmetros de Kibamba.

    Saba:Combatiente cubano, soldado.Salumu:Capitn congols; tena a su cargo la defensa de la zona de Kasima en los ltimos das.Sele:Poblado situado a unos 15 kilmetros al sur de Kibamba;de all partimos de retorno.Siki: Combatiente cubano, comandante, miembro del Comit Central del Partido Comunista deCuba; hizo las tareas de jefede Estado Mayor (Oscar Fernndez Mell).Simba:'Len' en swahili; ttulo dado a los combatientes" del Ejrcito de Liberacin.Singida:Combatiente cubano, sargento.Sita:Combatiente cubano, soldado.Sitaini:Combatiente cubano, soldado; se retir por enfermedad.Sitini:Combatiente cubano, sargento.Soumialot, Gastn:Presidente del Consejo Superior de la Revolucin.Sultn:Combatiente cubano, soldado.

    Tano:Combatiente cubano, soldado.

    Tatu:'Tres' en swahili; mi nombre en el Congo.Tembo:'Elefante'; nombre en swahili de Emilio Aragons, miembro del Comit Central del PartidoComunista de Cuba.Thelathini:Combatiente cubano, sargento; muerto en la accinde Front de Forc.Tom:Combatiente cubano, soldado; fue el comisario poltico de la tropa hasta la llegada de Karim.Tremendo Punto: Apodo de Chamaleso; miembro del Estado Mayor de Masengo en los ltimostiempos, anteriormente delegadoen Tanzania.Turna:Combatiente cubano, teniente; jefe del grupo de transmisiones.Tumaini:Combatiente cubano, sargento; mi ayudante.

    Uta:Combatiente cubano, capitn.Uvira:Poblado situado en el extremo norte del lago Tanganyika y lmite de nuestro frente por elnorte.

    Zakarias: Capitn ruands que dirigi la tropa de esa nacionalidad durante la ausencia delcomandante Mundandi.Ziwa:Combatiente cubano, teniente; segundo jefe de la Primera Compaa mixta.Zombe:Comida congolesa hecha de hojas de yuca.

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    ADVERTENCIA PRELIMINAR

    Esta es la historia de un fracaso. Desciende al detalle anecdtico, como corresponde a episodiosde la guerra, pero est matizada de observaciones y de espritu crtico ya que estimo que, si alguna

    importancia pudiera tener el relato, es la de permitir extraer experiencias que sirvan para otrosmovimientos revolucionarios. La victoria es una gran fuente de experiencias positivas pero tambinlo es la derrota, mxime considerando las circunstancias extraordinarias que rodean el episodio:los actuantes e informantes son extranjeros que fueron a arriesgar sus vidas en un territoriodesconocido, de otra lengua y al cual los unan solamente los lazos del internacionalismoproletario, inaugurando un mtodo no practicado en las guerras de liberacin modernas.

    Cierra la narracin un eplogo que plantea las interrogantes de la lucha en frica y, en general, dela lucha de Liberacin nacional contra la forma neocolonial que constituye su modalidad depresentacin ms temible, dado los enmascaramientos y sutilezas que conlleva y la largaexperiencia que en este tipode explotacin tienen las potencias que la practican.

    Estas notas sern publicadas transcurrido bastante tiempo desde su dictado y, tal vez, el autor no

    pueda ya hacerse responsable de lo que aqu est dicho. El tiempo habr limado muchas aristas y,si tiene alguna importancia su aparicin, los editores podrn hacer las correcciones que creannecesarias, mediante las pertinentes llamadas, a fin de aclarar los acontecimientos o las opinionesa la luz del tiempo decantado.

    Ms correctamente, esta es la historia de una descomposicin. Cuando arribamos a territoriocongols, la Revolucin estaba en un perodo de receso; sucedieron luego episodios queentraaran su regresin definitiva, por lo menos en este momento y en aquel escenario delinmenso campo de lucha que es el Congo. Lo ms interesante aqu no es la historia de ladescomposicin de la Revolucin congolesa, cuyas causas y caractersticas son demasiadoprofundas para abarcarlas todas desde mi punto de observacin, sino el proceso dedescomposicin de nuestra moral combativa, ya que la experiencia inaugurada por nosotros nodebe desperdiciarse, y la iniciativa del Ejrcito Proletario Internacional no debe morir frente alprimer fracaso. Es preciso analizar a fondo los problemas que plantean y resolverlos. Un buen

    instructor en el campo de batalla hace ms por la revolucin que instruir una cantidad considerablede novatos en ambiente de paz, pero las caractersticas de ese instructor, catalizador en laformacin de los futuros cuadros tcnicos revolucionarios, debe ser bien estudiada.

    La idea que nos guiaba era la de hacer luchar juntos hombres experimentados en batallas por laliberacin, y luego contra la reaccin en Cuba, con hombres sin experiencia y provocar, con esto, loque nosotros llambamos la cubanizacin de los congoleses. Se ver que el efecto fuediametralmente opuesto y cmo se produjo con el tiempo la congolizacin de los cubanos.Llamamos congolizacin a la serie de hbitos y actitudes frente a la Revolucin que caracterizaronal soldado congols en aquellos momentos de la lucha; esto no entraa una opinin despectivahacia el pueblo congols; lo entraa, s, hacia el soldado de aquel entonces. Las causas de queesos combatientes tuvieran caractersticas tan negativas tambin tratarn de explicarse en el cursode la historia.

    Como una norma general, norma que siempre he seguido, aqu solo se dice la verdad, al menos miinterpretacin de los hechos, aunque esta pueda ser enfrentada por otras apreciaciones subjetivaso corregidas, si se deslizan errores en el relato de acontecimientos.

    En algunos momentos en que la verdad resultare indiscreta o inconveniente se omite la referencia,ya que cosas hay que el enemigo debe ignorar y aqu se plantean los problemas que puedan servira los amigos para un eventual reordenamiento de la lucha en el Congo (o su inicio en cualquier

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    pas del frica o de otros continentes cuyos problemas sean semejantes). Entre las referenciasomitidas estn las vas y mtodos para llegar al territorio de Tanzania, trampoln de nuestra entradaal escenario de esta historia.

    Los nombres de los congoleses que figuran aqu son reales pero casi todos los de los integrantes

    de nuestra tropa estn dados en swahili, segn los bautizramos al penetrar en territorio congols;los verdaderos nombres de los compaeros participantes figurarn en una lista anexa, si loseditores lo consideraran til. Es necesario destacar, por ltimo, que si, atenindonos a la verdadestricta y a la importancia que pueda tener para futuros movimientos de liberacin a iniciarse,hemos puntualizado aqu distintos casos de debilidad, de hombres aislados o por grupos, yhacemos nfasis en la desmoralizacin general que nos haba ganado, eso no quita nada a loheroico de la gesta, la heroicidad de la participacin est dada por la actitud general de nuestroGobierno y del pueblo de Cuba. Nuestro pas, solitario bastin socialista a las puertas delimperialismo yanqui, manda sus soldados a pelear y morir en tierra extranjera, en un continentelejano, y asume la plena y pblica responsabilidad de sus actos; en este desafo, en esta claratoma de posicin frente al gran problema de nuestra poca, que es la lucha sin cuartel contra elimperialismo yanqui, est la significacin heroica de nuestra participacin en la lucha del Congo.

    Es all donde hay que ver la disposicin de un pueblo y de sus dirigentes no solo para defenderse,sino para atacar. Porque, en cuanto al imperialismo yanqui, no vale solamente el estar decidido a ladefensa; es necesario atacarlo en sus bases de sustentacin en los territorios coloniales yneocoloniales que sirven de basamento a su dominio del mundo.

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    PRIMER ACTO

    En este tipo de historia es difcil encontrar el primero de los actos. Para comodidad de la narracin,consider como tal un viaje que hube de hacer por el territorio africano en el que tuve oportunidad

    de codearme con muchos de los lderes de los distintos movimientos de liberacin. Particularmenteinstructiva fue la visita a Dar es Salaam, residencia de una considerable cantidad de FreedomFighters que, en su mayora, viven cmodamente instalados en hoteles y han hecho de susituacin un verdadero oficio, a veces lucrativo y casi siempre cmodo. En este ambiente sesucedieron las entrevistas, en las cuales solicitaban, en general, entrenamiento militar en Cuba yayuda monetaria. Era el leitmotivde casi todos.

    Conoc tambin a los luchadores congoleses. Desde el primer encuentro pudimos precisar laextraordinaria cantidad de tendencias y opiniones diversas que matizaba al grupo de dirigentes deesta revolucin. Hice contacto con Kabila y su Estado Mayor; me produjo una impresin excelente.Deca venir del interior del pas. Parece ser que solo vena de Kigoma, poblado tanzanio sobre ellago Tanganyika y uno de los escenarios principales de esta historia, que serva de punto departida para cruzar al Congo y tambin de cmoda vivienda y refugio para los revolucionarios

    cuando se hastiaban de la azarosa vida en las montaas situadas al otro lado de la faja de agua.La exposicin de Kabila fue clara, concreta y firme; dej entrever su oposicin a Gbeny y a Kanzay lo poco de acuerdo que estaba con Soumialot. La tesis de Kabila era que no se poda hablar deun Gobierno congols porque no se haba consultado a Mulele, el iniciador de la lucha, y que, portanto, el presidente solo poda ostentar el ttulo de jefe del Gobierno nororiental del Congo. Conesta afirmacin dejaba tambin fuera de la influencia de Gbeny su propia zona que era lasuroriental y que l lideraba como vicepresidente del partido.

    Kabila se daba perfecta cuenta de que el enemigo principal era el imperialismo norteamericano yse manifestaba dispuesto a luchar consecuentemente hasta el final contra l. Sus manifestacionesy su acento de seguridad me hicieron, como ya dije, muy buena impresin.

    Otro da hablamos con Soumialot. Es un hombre distinto; mucho menos desarrollado polticamente,

    de mucha ms edad, tena apenas el instinto primario de permanecer callado o hablar muy poco ycon frases vagas, con lo cual pareca expresar una gran sutileza de pensamientos, pero por msesfuerzos que hiciera, no poda impresionar como un verdadero conductor de pueblos. Explic loque despus l mismo ha declarado pblicamente: su participacin como ministro de Defensa en elGobierno de Gbeny, cmo fueron tomados de sorpresa por la accin de este, etc., y tambin dejclaramente expuesta su oposicin a Gbeny y, sobre todo, a Kanza. A estos ltimos no los conocpersonalmente, salvo un ligero apretn de manos a Kanza al encontrarnos en un aeropuerto.

    Hablamos largamente con Kabila sobre lo que nuestro Gobierno consideraba una falta estratgicade algunos amigos africanos; frente a la manifiesta agresin de las potencias imperialistas seimpulsaba la consigna: El problema del Congo es un problema africano, y se actuaba enconsecuencia. Nuestro parecer era que el problema del Congo era un problema del mundo y Kabilaestuvo de acuerdo. Le ofrec en nombre del Gobierno unos 30 instructores y las armas que

    pudiramos tener y acept encantado. Recomend premura en el envo de ambas cosas, lo quetambin hizo Soumialot en otra conversacin; este ltimo seal la conveniencia de que losinstructores fueran negros.

    Decid tantear la disposicin de nimo de los dems Freedom Fighters; pensaba hacerlo enreuniones separadas, conversando amigablemente con ellos, pero debido a un error del personalde la embajada,se realiz una reunin tumultuaria en la cual participaron 50 o ms personas,representantes de movimientos de 10 o ms pases, cada uno dividido en dos o ms tendencias.

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    Les hice una exhortacin, analizando los pedidos que, casi unnimemente, nos haban hecho encuanto a ayuda monetaria y entrenamiento de hombres; expliqu el costo de entrenar un hombreen Cuba, la cantidadde dinero y de tiempo que se invierte y la poca seguridad de que resultarancombatientes tiles para el Movimiento.

    Expliqu nuestra experiencia de la Sierra Maestra, donde logrbamos aproximadamente unsoldado de cada cinco reclutas entrenados y uno bueno por cada cinco soldados; argument con lamayor vehemencia posible, frente a los exasperados Freedom Fighters, que el dinero invertido enentrenamiento iba a ser en gran parte mal empleado; el soldado no se puede hacer en unaacademia y menos el soldado revolucionario. Este se hace en la guerra. Puede obtener un ttulo encualquier centro de estudios, pero su graduacin real, como la de un profesional cualquiera, selogra en el ejercicio de la profesin, por su reaccin frente a los disparos enemigos, al sufrimiento,a la derrota, al acoso continuo, a las situaciones adversas. Nunca se poda predecir por lasafirmaciones, ni aun por la historia anterior del individuo, su reaccin frente a todos estosaccidentes de lucha en la guerra del pueblo. Por tanto, les propuse que el entrenamiento no serealizara en nuestra lejana Cuba, sino en el Congo cercano, donde se luchaba, no contra un tterecualquiera como era Tshomb, sino contra el imperialismo norteamericano que, en su formaneocolonial, amenaza la recin adquirida independencia de casi todos los pueblos de frica oayuda a mantener subyugadas las colonias. Les habl de la importancia fundamental que, ennuestro concepto, tena la lucha de liberacin del Congo; una victoria tendra alcance yrepercusiones continentales, y tambin una derrota.

    La reaccin fue ms que fra; aunque la mayora se abstuvo de toda clase de comentarios, huboquienes pidieron la palabra para reprocharme violentamente por ese consejo. Aducan que suspueblos, maltratados y envilecidos por el imperialismo, iban a reclamar, si se producan vctimas,que no lo seran de la opresin en ese pas, sino de una guerra por liberar otro estado. Trat dehacerles ver que aqu no se trataba de lucha dentro de fronteras, sino de guerra contra el amocomn, omnipresente tanto en Mozambique como en Malawi, Rhodesia o Surfrica, el Congo oAngola. Nadie lo entendi as.

    Fra y cortsmente se despidieron, y qued claro en nosotros la impresin de lo mucho que tieneque caminar el frica antes de alcanzar una verdadera madurez revolucionaria, pero nos quedaba

    siempre la alegra de haber encontrado gentes dispuestas a seguir la lucha hasta el final. Desdeese momento estaba planteada la tarea de seleccionar un grupo de cubanos negros, y enviarles,voluntariamente por supuesto, a reforzar la lucha del Congo.

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    SEGUNDO ACTO

    Este segundo acto comienza en Cuba y comprende algunos episodios de significacin no aclarablepor el momento, como mi designacin al frente de las huestes cubanas, a pesar de ser blanco, la

    seleccin de los futuros combatientes, la preparacin de mi salida clandestina, las pocasdespedidas que era posible efectuar, las cartas explicatorias; toda una serie de maniobrassubterrneas, que es peligroso, an hoy, poner en el papel y que, en todo caso, pueden serexplicadas posteriormente.

    Despus del agridulce ajetreo de las despedidas que, en el mejor de los casos, seran para muchotiempo, quedaba el ltimo peldao, el del viaje clandestino, que tampoco es oportuno narrar.

    Dejaba atrs casi once aos de trabajo para la Revolucin cubana al lado de Fidel, un hogar feliz,hasta donde puede llamarse hogar la vivienda de un revolucionario consagrado a su tarea, y unmontn de hijos que apenas saban de mi cario. Se reiniciaba el ciclo.

    Un buen da aparec en Dar es Salaam. Nadie me conoci; ni el mismo embajador, viejo

    compaero de lucha, invasor con nosotros y capitn del ejrcito rebelde, pudo identificarme a millegada.

    Nos instalamos en una pequea finca, alquilada para el propsito de albergarnos mientrasesperbamos el grupo de 30 hombres que me acompaara. Hasta ese momento ramos tres:Moja, comandante, negro, oficialmente jefe de la tropa; Mbili, compaero blanco de granexperiencia en estas lides; Tat, yo, que funga como mdico, explicando mi color por el hecho dehablar francs y tener experiencia guerrillera. Nuestros nombres significaban: uno, dos y tres, enese orden; para ahorrarnos dolores de cabeza, decidimos numerarnos por orden de llegada y usarcomo nombre el nmero swahili que nos tocara.

    No haba comunicado a ningn congols mi decisin de luchar en su pas, as como, ahora, mipresencia. En la primera conversacin con Kabila no poda hacerlo porque no haba nada decidido,y, luego de aprobarse el plan, hubiera sido peligroso que se conociera mi proyecto antes de llegar

    a destino; haba que atravesar mucho territorio hostil. Decid, pues, presentar un hecho consumadoy actuar de acuerdo a como reaccionaran ante mi presencia. No se me ocultaba el hecho de queuna negativa me colocaba en una posicin difcil, pues ya no podra regresar, pero tambincalculaba que para ellos sera difcil negarse. Estaba realizando un chantaje de cuerpo presente.Surgi un problema que no estaba previsto: Kabila, como todos los miembros del Gobiernorevolucionario, estaba en El Cairo, discutiendo los aspectos de la unidad de la lucha y la nuevaconstitucin de la organizacin revolucionaria. Sus segundos, Masengo y Mitudidi, estaban con l.Quedaba solamente un delegado llamado Chamaleso, quien despus tom el apodo cubano deTremendo Punto. Bajo su responsabilidad, Chamaleso acept los 30 instructores que nosotrosofrecamos en primera instancia, pero, al comunicarle que tenamos unos 130 hombres dispuestosa comenzar la lucha, todos negros, tambin bajo su responsabilidad, los acept. Esto cambiabaalgo el aspecto primero de nuestra estrategia, ya que nosotros pensbamos actuar sobre la basede 30 cubanos aceptados como instructores.

    Parti un delegado a El Cairo a comunicar a Kabila y sus compaeros que haban llegado loscubanos (aunque no mi presencia), mientras nosotros esperbamos el arribo de los primeroscontingentes.

    La tarea ms urgente era encontrar un barco con buenos motores, rpido, que nos permitieracruzar con relativa seguridad los 70 kilmetros que tiene de ancho, en el punto de travesa, el lagoTanganyika. Uno de nuestros buenos expertos haba llegado anteriormente para hacerse cargo de

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    la doble tarea de comprar las lanchas y efectuar el cruce exploratorio del lago.Tras de una espera de varios das en Dar es Salaam, la cual no por ser corta fue menosangustiosa para m, que quera estar dentro del Congo cuanto antes, el da 20 de abril por la nochesali el primer grupo de cubanos, bamos catorce y habamos dejado cuatro que acababan dellegar y para los cuales no estaba comprado todava el equipo. Nos acompaaban dos chferes, el

    delegado congols (Chamaleso) y un delegado de la polica de Tanzania para obviar problemas enla ruta.

    Desde el primer momento tombamos contacto con una realidad que nos persigui durante lalucha: la falta de organizacin. Eso me preocupaba, pues nuestro trnsito ya deba haber sidodetectado por el imperialismo, que domina todas las compaas de aviacin y los aeropuertos de lazona, sin contar con que en Dar es Salaam tena que llamar la atencin la compra de artculos endesusadas cantidades, como mochilas, nylons, cuchillos, frazadas, etc.

    No solo la organizacin congolesa era mala; la nuestra tambin. No nos habamos preparado afondo para acometer la tarea del equipamiento de una compaa y solo habamos aseguradofusiles y municiones para los soldados (todos armados con el FAL belga).

    Kabila no haba llegado y anunciaba, por lo menos, dos semanas ms de permanencia en El Cairo,de manera que, sin haber podido discutir con l mi participacin, tena que continuar el viaje deincgnito y, por lo tanto, no poda anunciarme al gobierno de Tanzania y pedir su aquiescencia.Para ser sincero, estos inconvenientes no me desagradaban mucho, pues tena inters en la luchadel Congo y tema que mi ofrecimiento provocara reacciones demasiado agudas y alguno de loscongoleses, o el mismo Gobierno amigo, me pidieran abstenerme de entrar en la lid.

    El da 22 de abril por la noche llegbamos a Kigoma despus de un fatigoso viaje, pero las lanchasno estaban listas y tuvimos que permanecer all, esperando al da siguiente para el cruce.Inmediatamente, el comisionado de la regin, que nos recibi y nos aloj, me dio las quejas de loscongoleses. Desgraciadamente, todo pareca indicar que muchas de sus apreciaciones eran justas;los comandantes jefes de la zona, que haban recibido a nuestra primera delegacin exploratoria,estaban ahora en Kigoma y pudimos constatar que otorgaban pases desde el frente para ir all.Este pueblo eraun remanso al cual los ms afortunados podan llegar para vivir al margen de los

    azares de la lucha. La nefasta influencia de Kigoma, sus burdeles, sus licores y, sobre todo, surefugio cierto, no sera nunca suficientemente valorada por la jefatura revolucionaria.

    Por fin, en la madrugada del da 24 de abril, tocbamos tierra congolesa ante un grupo deextraados soldados con buen armamento de infantera que, muy solemnemente, nos hicieron unapequea guardia de honor. Pasamos a ocupar un boho desalojado expresamente para nosotros.

    Las primeras informaciones, obtenidas no s cmo por nuestros agentes de inspeccin, nos decanque el lado congols est formado por una llanura de 10 millas de ancho y luego se alzaban lasmontaas; en realidad, el lago es el estrecho cajn de un valle relleno de agua y las montaas,tanto en Kigoma como en el otro lado, comienzan en el mismo borde. En el lugar bautizado comoKibamba, emplazamiento del Estado Mayor, prcticamente a los diez pasos de desembarcar seempezaba a subir una fatigosa loma, para nosotros ms dura an dada la falta de entrenamiento

    previo.

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    PRIMERAS IMPRESIONES

    Casi inmediatamente despus de llegar, tras la pausa de un corto sueo en el suelo del boho,entre mochilas y trastos, comenzamos a trabar conocimiento con la realidad congolesa. Percibimos

    desde los primeros instantes una divisin neta: al lado de gente de muy poca preparacin,campesinos en su mayora, se notaban otros con una cultura superior, una vestimenta distinta, unmayor conocimiento del francs; entre uno y otro grupo de hombres, un distanciamiento total.

    Las primeras personas con quienes trab conocimiento fueron Emmanuel Kasabuvabu y Kiwe, quese presentaron como oficiales del Estado Mayor General; el primero como encargado deabastecimientos y armamentos, el segundo, de informacin. Eran dos muchachos locuaces yexpresivos, que rpidamente, por lo que decan y por sus reticencias, dieron la idea de lasdivisiones existentes en el Congo. Ms tarde Tremendo Punto me cit a una pequea reunin,donde no asistieron estos compaeros sino otro grupo integrado por el comandante de la base ylos jefes de algunas brigadas: el de la Primera Brigada, coronel Bidalila 1, que mandaba el frente deUvira; en representacin de la Segunda Brigada, comandada por el general mayor Moulane,estaba el teniente coronel Lambert, y, representando lo que probablemente sera otra brigada en el

    futuro, segn se deca, estaba Andr Ngoja, quien luchaba en la zona de Kabambare. TremendoPunto, muy entusiasmado, propuso que Moja, jefe oficial de nuestras fuerzas, participara en todaslas reuniones y decisiones del Estado Mayor con algn otro cubano que nombrara l mismo;observ la cara de los circunstantes y no pude constatar aprobacin a la propuesta; pareca queTremendo Punto no gozaba de particular simpata entre los jefes.

    La causa de la hostilidad entre los grupos resida en que unos hombres, mal que mal, permanecancierto tiempo en sus frentes y los otros solo transitaban entre la base del Congo y Kigoma, siemprepara buscar algo que no estaba a mano. El caso de Tremendo Punto era ms grave ante los ojosde los luchadores pues, como delegado en Dar es Salaam, solo vena ocasionalmente.

    Seguimos amigablemente la conversacin, ignorando la propuesta hecha, y me enter de algunascosas nuevas para m. El teniente coronel Lambert, simptico, con aire festivo, me explic cmopara ellos los aviones no tenan ninguna importancia porque posean la dawa, medicamento que

    hace invulnerable a las balas.

    A m me han dado varias veces y las balas caen sin fuerza al suelo.

    Lo explic entre sonrisas y me sent obligado a festejar el chiste en que vea una forma dedemostrar la poca importancia que se le conceda al armamento enemigo. A poco me di cuenta deque la cosa iba en serio y que el protector mgico era una de las grandes armas de triunfo delejrcito congols.

    Esta dawahizo bastante dao para la preparacin militar. El principio es el siguiente: un lquidodonde estn disueltos jugos de hierbas y otras materias mgicas se echa sobre el combatiente alque se le hacen algunos signos cabalsticos y, casi siempre, una mancha con carbn en la frente;est ahora protegido contra toda clase de armas del enemigo (aunque esto tambin depende del

    poder del brujo), pero no puede tocar ningn objeto que no le pertenezca, no puede tocar mujer ytampoco sentir miedo so pena de perder la proteccin. La solucin a cualquier falla es muy sencilla;hombre muerto: hombre con miedo, hombre que rob o se acost con alguna mujer; hombreherido: hombre con miedo. Como el miedo acompaa a las acciones de la guerra, los combatientesencontraban muy natural el achacarle la herida al temor, es decir, a la falta de fe. Y los muertos nohablan; se les puede cargar con las tres faltas.

    1 Segn las ltimas informaciones ha sido ascendido a general.

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    La creencia es tan fuerte que nadie va a combate sin hacerse la dawa. Siempre tem que esasupersticin se volviera contra nosotros y que nos echaran la culpa del fracaso de algn combateen que hubiera muchos muertos. Busqu varias veces la conversacin con distintos responsablespara tratar de ir haciendo una labor de convencimiento contra ella. Fue imposible; es reconocidacomo un artculo de fe. Los ms evolucionados polticamente dicen que es una fuerza natural,

    material y que, como materialistas dialcticos, reconocen el poder de la dawa, cuyos secretosdominan los brujos de la selva.

    Finalizada la conversacin con los jefes, me entrevist a solas con Tremendo Punto y le expliququin era; la reaccin fue de aniquilamiento. Repeta las frases escndalo internacional y quenadie se entere por favor, que nadie se entere; aquello haba cado como un rayo en da sereno ytem por las consecuencias, pero mi identidad no poda seguir ocultndose durante ms tiempo siqueramos aprovechar la influencia que pudiera ejercer.

    Sali esa misma noche Tremendo Punto con el encargo de hacer conocer a Kabila mi presencia enel Congo. Junto con l partieron los funcionarios cubanos que nos haban acompaado en el crucey el tcnico naval. Este llev el encargo de enviar, a vuelta de correo, por as decir, dos mecnicos,ya que una de las debilidades observadas era la carencia absoluta de mantenimiento de losdistintos motores y barcos encargados del cruce del lago.

    Al da siguiente ped que nos enviaran al campamento definitivo, una base situada a cincokilmetros del Estado Mayor en el punto ms alto de la sierra que, como ya dije, nace en el bordedel lago. All mismo empezaron las dilaciones; el comandante haba ido a Kigoma donde tena quearreglar algunos asuntos y debamos esperar su retorno. En vez de esto se discuti un plan deentrenamiento bastante arbitrario, y yo hice una contraposicin: dividir cien hombres en grupos nomayores de veinte y darles nociones de infantera a todos, con alguna especializacin enarmamento, ingeniera (cavar trincheras sobre todo), comunicaciones y exploracin, adecuadas anuestra capacidad y los medios con que contbamos; hacer un programa de cuatro a cincosemanas y enviar el grupo a realizar acciones, comandado por Mbili. Luego volveran a la base yse hara una seleccin de los hombres que hubieran resultado tiles. Mientras, la segundacompaa estara en entrenamiento, y, cuando retornara una del frente, ira la otra. De estamanera, pensaba, se podra ir haciendo la necesaria seleccin, simultneamente con el

    entrenamiento de los hombres. Les explicaba, una vez ms, que, debido a la forma dereclutamiento, haba que considerar que de los 100 hombres solamente quedaran 20 comoposibles soldados y de all solamente dos o tres como futuros cuadros dirigentes (en el sentido deser capaces de conducir una fuerza armada al combate).

    Como de costumbre, recibimos una evasiva por respuesta; me pidieron que lo pasara por escrito.As se hizo, pero nunca supe del destino del papel. Seguimos insistiendo en subir y empezar eltrabajo en la Base Superior. Tenamos calculado perder una semana en el acondicionamiento de lamisma para iniciar el trabajo con cierto ritmo y esperbamos solo la solucin del sencillo problemadel traslado, pero no se poda subir porque el comandante no haba llegado; haba que esperarporque estamos en reuniones. As pas uno y otro da. Cuando se replanteaba el asunto (y yo lohaca con una persistencia realmente irritante) surga siempre un nuevo pretexto que, an hoy, nos a qu atribuir. Tal vez fuera real que no quisieran empezar los trabajos preparatorios para no

    desconocer la autoridad correspondiente, en este caso el comandante de la base.Un da le di orden a Moja de que fuera con algunos hombres hasta la misma Base Superior con elpretexto del entrenamiento en marchas; as lo hizo y retorn el grupo por la noche, cansado,mojado, aterido. Se trataba de un lugar muy fro y hmedo, con constante neblina y lluvia pertinaz;estaban haciendo una choza segn decan, para nosotros, y eso demorara algunos das. Conmutua paciencia, yo expona diversos argumentos para subir: nosotros podamos contribuir a laconstruccin de la casa con nuestro trabajo ya que venamos con espritu de sacrificio y a ayudar,no a ser una carga, etc., etc., y ellos buscaban nuevos pretextos dilatorios.

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    En esta temporada de obligado asueto comenzaron las sabrosas conversaciones con elcompaero Kiwe, el jefe de Informacin. Es un conversador inagotable que habla francs a unavelocidad casi supersnica. Fue hacindome, da a da,en medio de distintas conversaciones, elanlisis de varios personajes importantes de la Revolucin congolesa. Uno de los primeros que

    sufriera los embates de su lengua fue Olenga, general que estuvo en la zona de Stanleyville y en elSudn. Segn Kiwe, Olenga era poco ms que soldado, tal vez teniente en las tropas de Bidalila;este le encarg que hiciera unas excursiones hacia la zona de Stanleyville y que despusretornara, pero Olenga comenz sus acciones en aquellos momentos fciles de flujo revolucionarioy, cada vez que tomaba un pueblo, se adjudicaba un grado. Cuando lleg a Stanleyville ya erageneral. All pararon las conquistas del Ejrcito de Liberacin, lo que no dej de ser una solucin,porque si sigue no hubieran alcanzado todos los grados conocidos en el ambiente militar parapremiaral compaero Olenga.

    Para Kiwe, el verdadero jefe militar era el coronel Pascasa (que despus fuera muerto en una riaentre los propios congoleses, en El Cairo); l era el hombre que tena verdaderos conocimientosmilitares y actitud revolucionaria y era el representante de Mulele.

    Otro da comenz muy sutilmente las crticas a Gbeny, comentando, como de pasada, que estehaba tenido una actitud poco clara al principio y ahora era presidente; era un revolucionario, s,pero haba ms revolucionarios, etc. Con el correr de los das y el aumento del conocimientomutuo, fue presentada la imagen de un Gbeny ms apto para dirigir una cuadrilla de ladrones queun movimiento revolucionario. No me constan todas las afirmaciones del amigo Kiwe pero algunasson muy conocidas, como la historia de su participacin en la prisin de Gizenga, cuando eraministro del Interior en el Gobierno de Abdoula. Otras lo son menos pero, de ser ciertas, arrojanuna luz tenebrosa sobre este sujeto, como las tentativas de asesinar a Mitudidi y sus conexionescon la embajada yanqui de Kenia.

    En otra oportunidad el que sufri el castigo de la lengua de Kiwe fue Gizenga, del que dijo que eraun revolucionario, pero un oportunista de izquierda, que todo lo quera hacer por la va poltica, quepensaba hacer una revolucin con el ejrcito y que, incluso, se le haba dado dinero para organizarlas fuerzas revolucionarias en Lopoldville y l lo haba dedicado a formar un partido poltico.

    Las charlas con Kiwe me daban una cierta idea de las caractersticas de algunos personajes pero,sobre todo, me indicaban a las claras lo poco slido de ese agrupamiento de revolucionarios, o dedescontentos, que formaban el Estado Mayor de la Revolucin congolesa.

    Y los das transcurran. El lago era cruzado por distintos mensajeros con fabulosa capacidad paradistorsionar cualquier noticia, o por vacacionistas que iban a Kigoma con algn pase.

    En mi calidad de mdico (epidemilogo, lo que, con perdn de esa ilustre rama de la fauna deEsculapio, me daba derecho a no saber nada de medicina), trabaj unos das en el dispensario conKumi, observando varios hechos alarmantes. En primer lugar, la cantidad de casos deenfermedades venreas, provocadas, en una buena medida, por contagio en Kigoma. No mepreocupaba en ese momento el estado sanitario de la poblacin o de las prostitutas de Kigoma,

    pero s el que fueran capaces de contagiar a tanta gente, resultado de las facilidades dadas a loscombatientes para atravesar el lago. Se nos plantean tambin otras interrogantes: quin pagaba aesas mujeres?, con qu dinero?, cmo se gastaban los fondos de la Revolucin?

    Tambin desde los primeros das de nuestra estancia, tuvimos oportunidad de ver algunos casosde intoxicacin alcohlica provocada por el famoso pombe. El pombees un licor que se destila apartir de una chicha de harina de maz y de yuca; esta tiene poco alcohol pero el destilado daefectos terribles. Presumiblemente no lo sea tanto por la produccin alcohlica como por lacantidad de impureza que contenga, dados los mtodos rudimentarios de fabricacin. Haba das

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    en que el pombe inundaba aquel campamento dejando una secuela de rias, intoxicaciones,distintas faltas a la disciplina, etc.

    El dispensario empezaba a ser visitado por los campesinos de los alrededores que reciban atravs de Radio Bemba la noticia de la presencia de mdicos en la zona. Nuestra provisin de

    medicinas era pobre pero vino a salvarnos una partida de medicamentos soviticos, aunque estasno eran enviadas con el criterio de atencin a la poblacin civil, como es natural, sino parasatisfacer necesidades de un ejrcito en campaa. Y aun as no haba un surtido completo.

    Este fenmeno de falta de balance fue constante durante toda nuestra permanencia en el Congo.Los envos de armas y equipos muy valiosos se hacan de tal forma que siempre resultabanincompletos: caones y ametralladoras a los que faltaban parque o piezas vitales fusiles quellegaban con la municin cambiada, minas sin detonadores, era caracterstica obligada delabastecimiento desde Kigoma

    A mi juicio, aunque no he podido dilucidar el punto, esto se deba a la falta de organizacin delEjrcito de Liberacin congles y la carencia de cuadros que fueran capaces de hacer unaevaluacin mnima de los equipos que llegaban. Otro tanto ocurri con las medicinas, peroadems, quedaron almacenadas sin orden ni concierto en La Playa, donde estaban tambin lasreservas de alimentos y las armas, todo mezclado en un alegre y fraternal caos. Varias veces tratde que nos dejaran organizar el depsito y aconsej que algunos tipos de municiones, como lasgranadas de bazucas o de morteros fueran quitadas de all, pero hasta mucho despus no se logrnada.

    De Kigoma llegaban todos los das noticias contradictorias; alguna que otra, a fuerza de repetirse,se cumpla. Haba un grupo de cubanos, esperando ya sea un bote, un motor o algo para pasar;Mitudidi cruzaba maana, o pasado maana; pasado maana vena otra vez la noticia de quecruzaba al da siguiente, etc.

    En estos das llegaron tambin informaciones de la Conferencia de El Cairo, tradas por Emmanuelen uno de sus constantes ires y venires a Kigoma; los resultados significaban un triunfo completode la lnea revolucionaria. Kabila se quedaba un tiempo ms porque tena que asegurar que se

    cumpliera lo acordado y despus ira a algn otro sitio a operarse un quiste,no muy grave peromolesto, y esto lo demorara un poco.

    Tenamos que hacer algo para evitar un ocio absoluto. Se inici el estudio del francs, del swahili ytambin clases de cultura general, ya que nuestra tropa estaba bastante necesitada de ella, Dadosu carcter y los profesores, las clases no podan agregar mucho al acervo cultural de loscompaeros, pero consuman tiempo y esa era una funcin importante. Todava nuestra moral semantena alta aunque ya comenzaban las murmuraciones entre los compaeros que vean pasarlos das infructuosamente, y se cerna sobre nosotros el fantasma de las fiebres que, en una u otraforma nos atac a casi todos, ya fuera paludismo o algn otro tipo de fiebre tropical. A menudocedan con antipaldicos, pero dejaban secuelas muy molestas de desgano general, falta deapetito, debilidad, que contribuan a desarrollar el incipiente pesimismo de la tropa.

    Con el correr de los das se haca ms clara la imagen del caos organizativo; particippersonalmente en el reparto de las medicinas soviticas y aquello pareca un mercado gitano; cadauno de los representantes de los grupos en armas sacaba cifras, aduca hechos y razones paratener acceso a mayores cantidades de medicamentos. Varias veces tuve choques tratando de queno se llevaran algunas medicinas y equipos especializados que se perderan sin provecho en losfrentes, pero todos queran tener de todo. Empezaron a barajarse sumas fabulosas de hombres:uno anunci cuatro mil, el otro tena dos mil y as sucesivamente. Eran inventadas; tenan apenasla base objetiva de un grupo de campesinos, que podan calcularse en esas cantidades y queconvivan con el ejrcito, suministrndole futuros combatientes, pero la real cifra de tropas o de

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    hombres armados que permanecan en los campamentos era extraordinariamente inferior a esosguarismos.

    La pasividad de los distintos frentes durante estos das era casi total, y si se atendan algunosheridos de balas, era de resultas de accidentes, ya que casi nadie tena la ms mnima idea de lo

    que era un arma de fuego y, jugando con ellas o por descuido, se disparaban.El da 8 de mayo llegaron, por fin, dieciocho cubanos encabezados por Aly y tambin lo hizo el jefedel Estado Mayor, Mitudidi, quien deba volver a Kigoma inmediatamente a buscar armas ymuniciones. Tuvimos con l una conversacin amigable y me dej una grata impresin deseguridad, seriedad y espritu de organizacin. Kabila mandaba decir que tuviera mucha reservacon mi identidad, de manera que segu en el incgnito, cumpliendo mis aparentes tareas de mdicoy traductor.

    Resolvimos con Mitudidi que al da siguiente sera el traslado a la Base Superior, lo que se cumpliquedando abajo Moja, Nane y Tao, atacados por la fiebre, y el mdico Kumi atendiendo elhospital. Yo era enviado como mdico y traductor a la base. En ella haba apenas veintecongoleses aburridos, solitarios y entumidos. Comenz la lucha para tratar de romper aquellamodorra; empezamos clases de swahili, dadas por el comisario poltico de la base, y de francs, acargo de otro compaero que all estaba. Adems, comenzamos la construccin de albergues, yaque el clima era muy fro. Estbamos a 1700 metros sobre el nivel del mar y 1000 sobre el nivel dellago, y en esta zona los vientos alisios que vienen del ocano Indico se condensan y lasprecipitaciones son casi constantes. Rpidamente nos dimos a la tarea de hacer algunasconstrucciones y comenzaron a florecer los fogones con que ahuyentbamos el fro nocturno.

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    PRIMER MES

    Cerca de la Base Superior, a unas cuatro horas de camino a pie (nico medio de locomocinposible), se alza un grupo de pequeas aldehuelas de no ms de diez chozas cada una,

    diseminadas en una vasta rea de pastos naturales. El conjunto recibe el nombre genrico deNganja y est habitada por una tribu proveniente de Ruanda. A pesar de vivir durante variasgeneraciones en el Congo, mantienen imborrable el espritu de su patria; se dedican a la vidapastoril, aunque no nmada, y hacen de la vaca el centro de su economa; sirve para proveeralimentos y tambin moneda. Muchas veces nos enteramos de las cuitas de algn soldadoruands que no tena las vacas requeridas por el padre de la mujer de sus sueos. Porque tambinla mujer se compra y, ms an, tener varias es un signo de poder econmico, sin contar con quees ella quien trabaja en la agricultura y en el hogar.

    Esta vecindad nos permitira, en el transcurso de la guerra, recurrir de vez en cuando a la preciosacarne vacuna que cura, casi, hasta la nostalgia.

    Los ruandeses y las distintas tribus congolesas se tratan como enemigos y estn claramente

    delimitadas las divisorias entre los grupos tnicos, lo que hace muy difcil un trabajo poltico deunin regional (fenmeno que se repitea lo largo y ancho del territorio congols).

    En los primeros das de mi estancia en la Base Superior rend tributo al clima del Congo en formade una fiebre bastante alta aunque no de muy larga duracin. Nuestro mdico, Kumi, me hizo lavisita subiendo desde el lago pero lo envi de vuelta, ya que era necesario en el dispensario y mesenta mejor. A los tres o cuatro das, trajeron un herido de alguna escaramuza en Front de Forc;el hombre llevaba seis das sin recibir atencin mdica, tena un brazo fracturado del balazo y unaabundante supuracin. Me levant para atenderlo bajo una llovizna fra y, quizs, eso provoc larecada, ahora con fiebre muy alta y delirio, lo que hizo necesario el segundo viaje de Kumi a labase (que era para l como subir el Everest) y, segn dicen los testigos presnciales, pues yo noestaba en condiciones de apreciar detalles, despus de subir la alta y empinada montaa suestado pareca ms grave que el del paciente.

    Tampoco fue muy larga la recada, a lo sumo unos cinco das, pero pude apreciar los resultadospor un extraordinario decaimiento que me acometi, quitndome el nimo hasta de comer. Duranteel primer mes, no menos de una decena de compaeros pagaron el noviciado en la tierra hostil conestas fiebres violentas cuyas secuelas eran tan molestas.

    La primera orden formal que se recibe est dada por Mitudidi, que ya ha llegado de Kigoma, y esde prepararnos para participar en el ataque de Albertville que se hara en dos columnas. Sesupone que nosotros tendremos una participacin destacada en el combate. La orden es absurda;no hay preparativos hechos, nosotros somos solo 30, de los cuales hay 10 enfermos oconvalecientes, pero explico a la gente las instrucciones y les digo que hay que estar preparadospara ir a la lucha, aunque tratar de cambiar esos planes o demorarlos al menos.

    El da 22 de mayo omos una de las tantas noticias locas que nos desconcertaban: Viene un

    ministro cubano en camino por la loma; llegaron un montn de cubanos ms. Aquello era tanirracional que nadie poda creerlo; sin embargo, para hacer un poco de ejercicio, baj algunostramos de la montaa y, con gran sorpresa, me encontr con Osmany Cienfuegos. Tras losabrazos, las explicaciones: haba venido a hablar con los gobernantes de Tanzania y, de paso,solicitado permiso para hacer una visita a los compaeros del Congo; en principio se negaron,alegando que despus iban a querer los dems ministros cubanos visitar tambin el centro deoperaciones, pero, en definitiva, cedieron y estaba all. Me enter tambin de que mi presencia noera an conocida por el gobierno de Tanzania.

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    Con Osmany llegaban 17 del grupo de 34 hombres que haban arribado a Kigoma, y en general lasnoticias que traa eran muy buenas. Personalmente, sin embargo, trajo para m la noticia ms tristede la guerra: en conversaciones telefnicas desde Buenos Aires, informaban que mi madre estabamuy enferma, con un tono que haca presumir que ese era simplemente un anuncio preparatorio.Osmany no haba podido recabar ninguna otra. Tuve que pasar un mes en la incertidumbre,

    esperando los resultados de algo que adivinaba pero con la esperanza de que hubiera un error enla noticia, hasta que lleg la confirmacin del deceso de mi madre. Haba querido verme pocotiempo antes de mi partida, presumiblemente sintindose enferma, pero ya no haba sido posible,pues los preparativos de mi viaje estaban muy adelantados. No lleg a conocer una carta dedespedida para ella y mi padre dejada en La Habana; solo la entregaran en octubre, cuando sehiciera pblica mi partida.

    Mitudidi subi a la Base Superior y discutimos los distintos aspectos de la situacin militar. Elinsista en confeccionar un gran plan estratgico para la toma de Albertville, pero logr convencerlode que era demasiado ambicioso y, por ende, arriesgado, el meterse ahora con Albertville; era msimportante lograr un verdadero conocimiento de toda la zona de operaciones y de los medios conque contbamos, ya que en el Estado Mayor no exista una imagen clara de lo que ocurra en cadauno de los aislados frentes. Todo dependa de las informaciones de los jefes que, para exigir algo,inflaban las cantidades, y, para disculparse, achacaban los desastres a la falta de municiones o dearmas. Resolvimos de comn acuerdo mandar delegaciones a distintos puntos para precisar lasituacin de las respectivas tropas nuestras y del enemigo, as como la correlacin de fuerzas.

    Se organizaron cuatro grupos encargados de hacer los estudios pertinentes: Aly, con trescompaeros ms, ira a la zona de Kabimba; Nne, con otros dos, a Front de Forc; Moja y Paulu ala zona de Baraka, Fizi, Lulimba; Mitudidi y yo iramos a Uvira. Este ltimo viaje no se lleg arealizar. Primero ocurrieron las dilaciones habituales: falta de botes, falta de gasolina, imprevistos;luego Kabila anunci su inminente llegada y hubo que esperarle da tras da, sin resultado.

    Los primeros informes de inspeccin de Kabimba y Front de Forc mostraban que existan fuerzasrealmente armadas y, al parecer, con disposicin para luchar; sin ningn entrenamiento nidisciplina en el caso de Kabimba, con alguna en Front de Forc, pero con el mismo grado dedesorganizacin en cuanto al control de armamentos, vigilancia del enemigo, trabajo poltico, etc.

    En el anlisis del mes finalizado (mayo), que coincide aproximadamente con el primero de nuestraestancia (recurdese que los primeros llegamos el 24 de abril), apunt en mi diario de campaa losiguiente:

    Hasta la llegada de Mitudidi fue tiempo perdido, despus se han podido hacer exploracionesy hemos encontrado buena receptividad a nuestras sugerencias. Quizs maana comienceel entrenamiento serio de un grupo de hombres que me prometi. Es casi seguro que en eltranscurso del mes de junio podremos demostrar algo entrando en combate.

    El defecto mayor de los congoleses es que no saben tirar y por eso se desperdicia parque;hay que comenzar por all. La disciplina aqu es muy mala pero da la impresin de que en elfrente la cosa cambia, all los muchachos estn sujetos a una disciplina aceptable aunque

    siempre con una notable falta de organizacin.Las tareas ms importantes son: ensearles tiro, a luchar en emboscadas (verdadera luchade guerrillas) y ciertas normas militares de organizacin que nos permitan concentrar todo elpoder en un punto atacado.

    Hoy podemos decir que la aparente mayor disciplina de los frentes era falsa y los tres aspectos enque debamos hacer nfasis: el tiro, la tcnica de emboscadas y la concentracin de unidades parahacer ataques ms importantes, nunca se lograron en el Congo.

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    Las agrupaciones tenan un carcter tribal y un criterio de guerra de posiciones; los combatientesocupaban lo que se llama all las barreras. Estas barreras estaban situadas, en general, en lugaresbien elegidos desde el punto de vista tctico, en lomas muy altas, de difcil acceso. Pero loshombres hacan vida de campamento, sin realizar acciones ni recibir entrenamiento, confiados enla inactividad del ejrcito enemigo y contando para su abastecimiento con los campesinos. Estos

    tenan que llevarles la comida y sufran, adems, frecuentemente vejaciones y malos tratos. Lacaracterstica fundamental del Ejrcito Popular de Liberacin era la de ser un ejrcito parsito: notrabajaba, no se entrenaba, no luchaba y exiga de la poblacin abastecimientos y trabajo, a vecescon dureza extrema. Los campesinos estaban expuestos a las exacciones de grupos que bajabancon pases de los campamentos, exigiendo algn alimento extra y comindose, en reiteradasoportunidades, los pollos y algunos manjares de relativo lujo que tuvieran aquellos en reserva.

    La comida bsica del soldado revolucionario era el bukali, que se prepara de la siguiente manera:se pela yuca y se deja secar al sol unos das, luego se muele en un mortero exactamente igual alos pilones de caf de nuestra Sierra; esa harina, tamizada, se hecha en agua hirviendo hasta quese hace una pasta, y as se come. Con buena voluntad, el bukali suministra los hidratos decarbono, pero era harina de yuca casi cruda y sin sal lo que se coma; esto se complementaba aveces con el zombe, hojas de yuca machacadas y hervidas, sazonadas con un poco de aceite depalma, con la carne de algn animal cazado; haba bastante caza en aquella zona, pero no era ha-bitual sino ms bien ocasional el comerla. No se poda decir que los combatientes estuvieran bienalimentados; del lago se reciba muy poco. Pero entre sus malos hbitos figuraba el que tampocoeran Capaces de marchar hacia la base a buscar comida. Sobre sus hombros, solamente el fusil, lacanana y sus cosas personales, que, en general, no pasaban de una frazada.

    Despus de un tiempo, al comenzar la vida en comunidad con este original ejrcito, aprendimosalgunas exclamaciones tpicas de su modo de ser. Si a la gente se le daba algo para cargar deca:Mimi hapana motocari, que quiere decir Yo no soy camin; en algunos casos, cuando iban concubanos: Mimi hapana cuban, es decir, Yo no soy cubano. La comida, as como las armas y lasmuniciones para el frente, deban transportarlas tambin los campesinos. Est claro que un ejrcitode este tipo solamente poda tener justificacin si como su contrapartida enemiga, de vez encuando luchara. Como se ver, tampoco cumpla este requisito. De no cambiar el orden de cosasexistentes, la Revolucin congolesa estaba irremisiblemente condenada al fracaso debido a sus

    propias debilidades internas.

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    MUERE UNA ESPERANZA

    Los das siguientes transcurridos con una tcnica parecida a los anteriores: jornadas angustiosasen que el ngulo formado por las dos colinas que moran en el lago, dejando ver solo el pedazo de

    agua por ellas enmarcado como horizonte, empezaba a hacerse odioso.

    Mitudidi, a pesar de su buena voluntad, no hallaba la frmula para hacernos trabajar, frenado,probablemente, por alguna orden concreta de Kabila, y esperaba ansiosamente la llegada de este;todos nosotros aguardbamos con igual angustia mientras pasaban los das, uno tras otro, sincambio para la tropa expedicionaria.

    Moja retorn de su viaje de inspeccin a Baraka, Fizi y Lulimba. La impresin que traa erarealmente desastrosa. A pesar de un recibimiento entusiasta de la poblacin y muy correcto porparte de los compaeros jefes, se notaron varios sntomas peligrosos. El primero fue la manifiestahostilidad con que se hablaba tanto de Kabila y de Masengo, como del compaero Mitudidi; a todosellos se les acusaba, ms o menos voladamente, de ser extranjeros all, pero, por sobre todas lascosas, de ser unos simples viajantes que no estaban nunca donde su pueblo los necesitaba. Haba

    bastantes hombres armados en la zona, pero tarados por la psima organizacin que, se puededecir, no solo era similar en sus efectos a los otros casos ya conocidos, sino an peor. Los jerarcasse pasaban el da bebiendo en tal forma que caan en borracheras increbles sin preocuparsesiquiera de ocultarlo a la poblacin, pues lo consideraban un acto natural de hombres. Debido alas facilidades que en esa poca haba en el lago para el transporte de materiales esenciales,tenan una cantidad suficiente de gasolina y los viajes de ida y vuelta a uno y otro lado del extensoterritorio ocupado por ese sector se sucedan sin que nadie pudiera adivinar en ellos algunafinalidad concreta.

    La barrera situada frente a Lulimba estaba a unos siete kilmetros de esa poblacin, en lo alto dela montaa, y haca tiempo que las fuerzas revolucionarias no bajaban a atacar, ni hacan el menorreconocimiento de la zona; toda la actividad se limitaba a disparar con un can de 75 milmetrossin retroceso. Sin conocer las reglas del tiro indirecto (con ese can se puede hacer blancodirecto solo a un kilmetro y medio) y sin saber exactamente la situacin del enemigo, se

    dedicaban a un gigantesco entretenimiento de cohetera con cartuchos de 75 milmetros.

    Puse en conocimiento de Mitudidi todas estas cosas y manifest que la impresin de los enviadosera real, que Moulane, el jefe de esa zona, un autotitulado general mayor, era un anarquista sinninguna conciencia revolucionaria y deba ser sustituido. Se le haba llamado para hablar con lpero se negaba a ir sospechando que sera arrestado.

    Ya que no se poda hacer otra cosa, seguimos insistiendo en las expediciones exploratorias yvolvimos a enviar a Inne y Nane al frente de pequeos grupos, para continuar la inspeccin en lazona de Front de Forc y de Katenga que parecan ofrecer algunas posibilidades. Tambin Alysali con la misin de explorar Kabimba, la zona misma del pueblo, la carretera de Kabimba aAlbertville, y buscar algn camino practicable entre Front de Forc y Kabimba, pero se vioimpotente ante los obstculos puestos por el jefe de ese sector.

    Todos los das tenamos el mismo cntico matinal: Kabila no lleg hoy, pero maana sin falta, opasado maana...

    Y seguan arribando barcos con una buena cantidad de armas de gran calidad; eraverdaderamente lastimoso observar cmo desperdiciaban recursos de los pases amigos, de Chinay de la Unin Sovitica fundamentalmente, el esfuerzo de Tanzania, la vida de algunoscombatientes y de civiles para realizar tan poca cosa.

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    Mitudidi se haba dedicado a organizar la base, haba metido en cintura a los bebedores, tareanomuy sencilla porque ella sola significaba lidiar con el noventa o noventa y cinco por ciento de lagente; haba congelado la entrega de armas y municiones y, entre otras cosas, exiga que lossirvientes de las armas pesadas, delante de l, hicieran una demostracin de sus conocimientosantes de adjudicarles una nueva unidad, lo que garantizaba, al menos, que no se entregaran ms.

    Pero faltaba demasiado por hacer y era un solo hombre; sus segundos lo ayudaban muy poco enla tarea.

    Intimamos bastante. Le expliqu que mi debilidad mayor era la falta de contacto directo con loscombatientes que no hablaban francs, y l me envi como profesor de swahili a uno de sus

    jvenes ayudantes para poder comunicarme directamente en esta lengua con los congoleses. Eraun muchacho inteligente, Ernest Ilunga, quien deba iniciarme en el misterio de la lengua.Comenzamos con mucho entusiasmo las clases de tres horas diarias, pero la verdad es que yo fuiel primero en reducir a una hora la enseanza, y no por falta de tiempo; era lo que me sobraba,desgraciadamente, sino por incompatibilidad completa entre mi carcter y las lenguas. Exista otroinconveniente que no fui capaz de zanjar durante toda mi estancia en el Congo; el swahili es unalengua con gramtica, bastante desarrollada y rica, pero en este pas, por sus peculiaridades, lasgentes lo hablan como lo que ellos llaman su lengua nacional, al lado de la lengua materna, eldialecto de su propia tribu, de manera que el swahili viene a ser, en cierta medida, lengua deconquistadores o smbolo de un poder superior. Casi todos los campesinos la usan como segundalengua. Sumado esto al atraso de la zona, hace que hablen un idioma sumamente simplificado, unbasic swahiliy, adems, se adaptaban muy fcilmente a nuestra media lengua, pues les resultabams cmodo hablar de esa manera. Enredado en esas contradicciones, no habl el swahiligramatical ni el propio de esa regin del Congo en toda mi estancia all.

    En estos das trab conocimiento tambin con Mundandi, el comandante ruands de Front deForc. Haba estudiado en China y daba una impresin bastante agradable de seriedad y firmezapero, en el transcurso de la primera conversacin, me solt una batalla en que haba causado 35bajas al enemigo. Le pregunt cuntas armas haba ocupado como resultado de esas 35 bajas. Mecontest que ninguna, porque los haban atacado con bazucas y las armas haban desaparecidoen pedazos minsculos. Mis cualidades diplomticas nunca han sido muy grandes y le dijesimplemente que eso era mentira; se disculp argumentando que l no haba estado presente en el

    combate, eso le haban informado sus subordinados, etc., y all par el incidente, pero como laexageracin es una norma habitual dentro de esta zona, el decir con tanta franqueza que unamentira es mentira no es el mejor mtodo para establecer relaciones fraternas con nadie.

    El da 7 de junio emprend camino hacia la Base Superior tras de haber consultado con Mitudidisobre la veracidad de los maanas de Kabila.

    Tcitamente me dijo que no esperaba su llegada, teniendo en cuenta, adems, que en esos dasestaba de visita Chu En Lai por Dar es Salaam y era lgico que Kabila fuera all a tratar de hablarsobre algunos pedidos hechos al dirigente chino.

    Cuando estaba subiendo la fatigosa loma de la Base Superior lleg un mensajero a avisarnos deque Mitudidi se acababa de ahogar. Su cadver estuvo tres das sumergido y solamente el da 10

    se le enterr, despus que el lago lo devolviera a la superficie. Gracias a la presencia de doscubanos que estaban en el bote cuando el accidente, y a toda una serie de conversaciones eindagaciones personales, pude llegar a la siguiente conclusin:

    Mitudidi iba a Ruandasi, lugar donde pensaba trasladar el Estado Mayor, situado apenas a unostres kilmetros de la base de Kabimba pero, debido a lo incmodo del camino, sali por agua.Soplaba un fuerte viento y haba olas grandes en el lago. Parece ser que su cada al agua fueaccidental, todo lo indica as; a partir de ese momento se suceden una serie de hechos extraosque uno no sabe si atribuir directamente a la imbecilidad, a la extraordinaria supersticin ya que el

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    lago est poblado de toda clase de espritus o a algo ms serio. El hecho es que Mitudidi, quenadaba un poco, alcanz a sacarse las botas y estuvo pidiendo auxilio durante unos diez o quinceminutos, segn las afirmaciones de los distintos testigos. Se tir gente a salvarlo, uno de ellos fuesu ordenanza, que tambin se ahog;el comandante Francois, que ibacon l (nunca supe si cayal mismo tiempo o se tir para salvarlo), tambin desapareci. Al producirse el accidente pararon el

    motor del bote, fuera de borda, con lo