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    IV LA GUERRA DEESPAA

    DIARIO DE ESPAA

    [Agosto de 1936]

    [La rebelin franquista contra el gobierno del Frente Popular espaol

    estall el 17 de julio. Simone Weil sinti la obligacin moral de alinearseal lado de los republicanos, no porque hubiera renunciado en absoluto

    a su pacifismo, sino en virtud de la idea que se haca del significado y loque estaba en juego en el conflicto. En una carta escrita despus de laaparicin de Los grandes cementerios bajo la luna (1938), explica muyclaramente sus motivos a Bernanos: No me gusta la guerra, pero lo que

    siempre me ha horrorizado ms de la guerra es la situacin de quienesse encuentran en retaguardia. Cuando he comprendido que, a pesar demis esfuerzos, no poda evitar participar moralmente en esta guerra, es

    decir, desear todos los das, a todas horas, la victoria de unos, la derrotade otros, me he dicho que Pars era para m la retaguardia, y tom el tren

    para Barcelona con la intencin de comprometerme.

    Se uni a un pequeo grupo internacional de veintids hombres,

    integrado en la columna anarquista de Durruti. Se dirigi primero aBarcelona, antes de pasar al frente de Aragn. En Catalua, yparcialmente en Aragn, los anarquistas animaban entonces una

    revolucin colectivista (tierra, comercio, industria, transporte).La estancia de Simone Weil comenz el 10 de agosto y finaliz el 25

    de septiembre a consecuencia de una quemadura accidental sobrevenida

    en un campamento de su unidad.Las notas del Diario de Espaa figuran en un cuaderno de moles-

    qun. Quedan de l treinta y cuatro hojas (muchas fueron arrancadas).

    Las Primeras impresiones de la guerra civil estn escritas en una hojasuelta al comienzo del cuaderno. Las diversas indicaciones de lugar

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    ESCRITOS HISTRICOS Y POL TICOS

    (Port-Bou, Barcelona, Lrida), Columna Durruti. Viernes 14. Sbado15, estn escritas en la parte superior de pginas que quedaron vacas.Seis pginas en blanco preceden a la continuacin fechada el 5 deseptiembre. Despus, seis pginas en blanco antes de las notas sobre la

    Martima e Hispano. Luego, veinticuatro pginas en blanco antesde la anotacin sobre Solidaridad Obrera. Dos pginas ms all seencuentran algunas notas de gramtica espaola.]

    P o r t -B o uBarcelona

    Primeras impresiones de la guerra civil:Difcilmente se puede creer que Barcelona sea la capital de una

    regin en plena guerra civil. Cuando se ha conocido Barcelona entiempo de paz y se llega a la estacin, no se tiene la impresin de uncambio. Las formalidades se han realizado en Port-Bou; se sale de laestacin de Barcelona como un turista cualquiera, se deambula a lo

    largo de esas calles felices. Los cafs estn abiertos, aunque menosfrecuentados que de costumbre; las tiendas tambin. La moneda siguedesempeando el mismo papel. Si no hubiera tan pocos policas ytantos muchachos con fusiles, no se notara nada en absoluto. Senecesita cierto tiempo para darse cuenta de que se trata de la revoluciny de que se est viviendo aqu uno de esos perodos histricos sobre losque se lee en los libros, y que han hecho soar desde la infancia: 1792,1871, 1917. Ojal pueda tener efectos ms felices.

    Efectivamente, nada ha cambiado, salvo un pequeo detalle: elpoder est en manos del pueblo. Los hombres vestidos con mono tienenel mando. Estamos actualmente en uno de esos perodosextraordinarios que hasta ahora no han perdurado, en los queaquellos que siempre han obedecido asumen responsabilidades. Esto

    no se produce sin inconvenientes, por supuesto. Cuando se da amuchachos de diecisiete aos fusiles cargados en medio de unapoblacin desarmada...

    Lrida

    Mil. com. reg.316 CNT 5 obre[ros] construccin] com. lib.317

    no en seguida, en uno o dos meses.

    Columna DurrutiViernes 14 [agosto]

    Sbado 15Conversacin con los campesinos de Pina: Estn todos deacuerdo en cultivar juntos? 1.a respuesta (en varias ocasiones): se

    har lo que diga el comit.

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    SOB R E L A S I T U A C I N POL T I C A D EL MU N D O C ON T EMPOR N EO

    Viejo: S a condicin de que se le d todo lo que le falta queno est todo el tiempo pringado, como ahora, para pagar alcarpintero, al mdico...

    Otro: Habr que ver cmo va todo...

    Prefieren cultivar juntos que repartir? S (no muycategrico).Cmo vivan? Trabajar da y noche, y comer muy mal. La

    mayora no sabe leer. Los nios van a trabajar. Una nia de catorceaos que trabaja desde hace dos, hace la colada (lo cuentan conrisas). Ganan 20 pts. al mes (una chica de veinte aos), 17, 16... Vandescalzos.

    Ricos propietarios de Zaragoza.El cura. No tenan nada para dar limosna, pero daban aves de

    corral al cura. Querido? S, por muchos. Por qu? No hayrespuesta clara.

    Los que hablaban con nosotros no haban ido nunca a misa. (Detoda edad...) Si haba mucho odio contra los ricos?

    S, pero todava ms entre pobres.Ese estado de cosas no puede dificultar el trabajo en comn?No, puesto que ya no habr desigualdad.Trabajarn todos lo mismo? El que no trabaje lo suficiente

    deber ser obligado. Slo los que trabajen comern.Es mejor la vida de la ciudad que la del campo?

    D os vec es me jor. Trab aj an me nos . Me jor ve stido s,distracciones, etc. Obreros de la ciudad ms al corriente de lascosas... uno de ellos que fue a trabajar a la ciudad volvi despus detres meses con costumbres nuevas.

    Envidian a la ciudad? No se preocupan de eso...Servicio militar: un ao. No piensan ms que en volver a su casa.

    Por qu? Comen mal. Fatiga. Disciplina. Golpes (si seresponda, te fusilaban). Golpes con la mano, con la culata del fusil,etc. Los ricos lo hacen en otras condiciones.

    Hay que suprimirlo? S, sera mejor.Los que estaban a favor del cura no han cambiado de opinin,

    pero se callan.Rgimen: pagan renta al propietario.A muchos los echan porque no pueden pagar renta. Deben hacerse

    obreros agrcolas por dos pesetas al da.Sentimiento de inferioridad bastante vivo.

    Domingo 16[agosto]Durruti en Pina (Guardia civil guardiasde asalto campesinos.) Sevillano.

    ESCRITOS HISTRICOS Y POLT ICOS

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    Discurso de Durruti a los campesinos: soy un trabajador. Cuandotodo haya terminado, ir a trabajar a la fbrica.

    Durruti en Osera

    rdenes: no comer ni dormir con los campesinos. Obedecer altcnico militar. Discusin violenta.Organizacin: delegados elegidos. Sin competencia. Sin autoridad.

    No hacen respetar la autoridad del tcnico militar.Campesino que se queja al tipo de Oran (Marquet) de que los

    centinelas se duermen.

    Vuelta al CGCamarada escapado de Zaragoza. Prop[uesta] de expedicin.

    Sevillano318. El que quiere quedarse con su amigo. El que quieredevolver las armas.

    300 hombres no armados enviados de Lrida. Cinco caonesprestados a la columna de Huesca (es decir, enviados desde Lrida

    con consentimiento de Durruti). Garca Oliver319

    marcha en avin aValencia. Oficial desaparecido. Coordinacin telegrafistas-telefonistas.A[yudas] anunciadas: 2.000 h. armados, esc[cuadrn] de caballera,

    2 [i?] bateras de 15, 2 tanques de montaa.Conversacin telef. Durruti-Santilln. Toma de Quinto supondra

    1.200 h. (

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    SOBRE LA SITUACIN POLTICA DEL MUNDO CONTEMPORNEO

    quemar tres cadveres enemigos. Se pasa en barca (un cuarto de h. dediscusiones...). Se busca. Un cadver de azul, devorado, horrible. Selo quema. Los otros buscan lo que queda. Nosotros descansamos. Sehabla de golpe de mano. Se deja que el grueso de la tropa pase de nuevo.

    Despus se decide (

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    quedo all un poco, despus voy a tomar caf. Louis ha instalado lasguardias. Se trabaja en seguida para preparar la cocina y la choza, enlevantar barricadas para no ser vistos. Durante ese tiempo, los otrosvan a la casa. Encuentran all a una familia, y a un chavalito de 17 aos

    (guapo!). Informaciones: nos haban visto, en el otro reconocimiento.Haban guardado la orilla. Retirados los guardias al llegar nosotros.112 h[ombres]. El teniente ha jurado cogernos. Vuelven. Traduzco lainformacin a los alemanes. Pregunta: Volvemos a atravesar el ro?

    No, nos quedamos, por supuesto. (Ir a Pina a telefonear a Durruti?)Orden: volver a traer a la familia de campesinos. (Mientras tanto,elcompaero alemn nombrado cocinero protesta porque no hay nisal,ni aceite, ni legumbres.) Berthoumieu, furioso (es peligroso volverunavez ms a la casa), rene a la expedicin. Me dice: T, a lacocina!.

    No me atrevo a protestar. Por otra parte, esta expedicin no mevams que a medias... Los miro partir con angustia... (en el fondo,porotra parte, yo estoy casi en el mismo peligro). Cogemos losfusiles,esperamos. Pronto el alemn propone ir a la pequea trincherabajoel rbol ocupado por Ridel y Carpentier (van con la expedicin,porsupuesto). Nos acostamos all, a la sombra, con los fusiles (nocargados). Esperamos. De vez en cuando, el alemn deja escapar unsuspiro.Tiene miedo, visiblemente. Yo no. Pero qu intensamente existetodoa mi alrededor! Guerra sin prisioneros. Al que se coge, se lefusila.Vuelven los compaeros. Un campesino, su hijo y el chaval...Fontanalevanta el puo mirando a los chicos. El hijo responde visiblementedemala gana. Coaccin cruel... El campesino vuelve a buscar a sufamilia.Volvemos a nuestros lugares respectivos. Reconocimiento areo.Nosescondemos. Louis vocifera contra las imprudencias. Me tumbosobrela espalda, miro las hojas, el cielo azul. Un da muy bello. Si mecogen,me matarn... pero es merecido. Los nuestros han derramadomuchasangre. Soy moralmente cmplice. Calma completa. Nosreagrupamos

    despus, vuelta a empezar. Me escondo en la choza. Bombardeo.Salgo para ir hacia el fusil ametrallador. Louis dice: No hay quetenermiedo (!). Me hace ir con el alemn a la cocina, con los fusilesalhombro. Esperamos. Finalmente llega la familia del campesino

    (treschicas, un nio de ocho aos), todos espantados (el bombardeonoes pequeo). Se calman un poco. Muy asustados. Preocupados porelganado dejado en la granja (se acabar por devolverlos a Pina).

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    Eviden-temente no simpatizantes.

    [Sitges]5 sept.

    Vuelta brusca de los milicianos de Mallorca. Slo en Sitges, diez

    muertos. (No se saba.) Expedicin de castigo, por la noche, en coche,

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    SOB R E L A S I T U A C I N POL T I C A D EL MU N D O C ON T EMPOR N EO

    para matar a diez fascistas. Se hace otro tanto la noche siguiente. Lagente se escapa (el panadero que provee al hotel...).

    Historias de C: Lrida. Columna de Garca Oliver, a pesar de la CNTde Lrida, quema la catedral (llena de valores, de oro, de tesoros

    artsticos) y mata a veinte personas en la crcel, donde entran por lafuerza.Enfermero de la columna del POUM (estudiante de medicina).

    Hace volver en coche a Lrida a un herido con la pierna gangrenada.Pretende (falsamente) que no hay lugar en Lrida, y da orden alchfer de continuar a [

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    ESCRITOS HISTRICOS Y POLTICOS

    habla de expulsarlos del grupo. Louis furioso. Se decide que el grupono participar en expediciones.

    La Martima

    9 delegados, 4 permanentes. 5 hacen media jornada de obreros.Salarios de obreros.17 a 19 pesetas. 40 horas + 16 horas gratuitas. Contribucin

    voluntaria de 12 pesetas. CNT al 98%.Bombas, etc. Locomotoras.Capital espaol y alemn. Director se ha llevado la pasta (12

    millones).Dibujos artsticos, encontrados en los archivos. Obreros que han

    trabajado en fbricas de municiones en Francia.Primas suprimidas, Se trabaja ms.

    Hispano(Fusilado director, 4 obreros.)

    Condiciones morales muy malas.Comit ejecutivo de 8 miembros (6 obreros, 2 de oficinas) msun presidente (oficinas). Estos 8 se han apoderado de la fbrica, sehace venir a los obreros, se nombran ellos mismos. Se han sometidoa votacin.

    Jefes subalternos conservados. Algunos cambiados solamente estasemana (incapacidad).

    Comit de tcnicos. Al principio, 3 jefes de taller. Despus ms.Sugerencias recibidas por va jerrquica.

    Carros blindados improvisados. Despus, perfeccionados poco apoco.

    (Horas de trabajo: de 9 a 12 , de 2 a 5.)Disciplina despidos de elementos malos (malos camaradas).

    Amonestaciones a los obreros indisciplinados. Multas por retrasos. Nohay defectos.

    Primas suprimidas. Se trabaja ms.

    So/z'324 del viernes... Resolver la crisis bajando los costes deproduccin. Medios de bajarlos. Recursos naturales de Espaa noexplotados. Pequeas empresas. Intercambios.

    Minas potasaNo trabajan, pero se les paga. Por qu no trabajan? Debido al trust

    de la potasa, por el que hay que pasar.A partes iguales: intercambios con los campesinos aceite-gasolina

    (en pesetas, c[ampesinos] reciben la mitad de lo que dan).

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    CARTA A GEORGES BERNANOS

    [1938?]

    Estimado seor:Por ridculo que sea escribir a un escritor, que est siempre, por

    la naturaleza de su oficio, inundado de cartas, no puedo resistirme ahacerlo despus de haber ledo Los grandes cementerios bajo la luna.No es la primera vez que un libro suyo me afecta; elDiario de un cura

    rurales a mis ojos el ms hermoso, al menos de los que he ledo, yciertamente un gran libro. Pero aunque me hayan podido gustar otroslibros suyos, no tena ninguna razn para importunarle escribindole.En cuanto a este ltimo es otra cosa; he tenido una experiencia queresponde a la suya, aunque mucho ms breve, menos profunda, situadaen otro lugar y vivida, en apariencia solamente en apariencia enun espritu muy distinto.

    Yo no soy catlica, aunque lo que voy a decir parecerpresuntuoso a cualquier catlico, dicho por un no catlico, pero no mepuedo expresar de otra manera nada catlico, nada cristiano me hayaparecido nunca ajeno. A veces me he dicho que si se fijara a las puertasde las iglesias un cartel diciendo que se prohbe la entrada a cualquieraque disfrute de una renta superior a tal o cual suma, poco elevada, yo

    me convertira inmediatamente. Desde la infancia, mis simpatas se handirigido hacia los grupos que se identificaban con las capas despreciadasde la jerarqua social, hasta que he tomado conciencia de que talesgrupos son de una naturaleza que hace extinguirse cualquier simpata. Elltimo que me haba inspirado alguna confianza era la CNT espaola.Haba viajado un poco por Espaa antes de la guerra civil; muy poco,pero lo suficiente para sentir el amor que es difcil no experimentarhacia ese

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    S O B R E LA S I T U A C I N P O L T I C A D E L M U N D O C O N T E M P O R N E O

    pueblo; yo haba visto en el movimiento anarquista la expresin naturalde sus grandezas y sus defectos, de sus aspiraciones ms legtimas y delas menos legtimas. La CNT, la FAI eran una mezcla asombrosa, dondese admita a cualquiera, y donde, en consecuencia, se podra encontrar

    inmoralidad, cinismo, fanatismo, crueldad, pero tambin amor, espritude fraternidad y, sobre todo, la reivindicacin del honor tan hermosaentre los hombres humillados; me pareca que aquellos que iban allanimados por un ideal prevalecan sobre aquellos a los que impulsabala violencia y el desorden. En julio de 1936 yo estaba en Pars. No megusta la guerra, pero lo que siempre me ha provocado ms horror que laguerra es la situacin de los que se encuentran en retaguardia. Cuandocomprend que, a pesar de mis esfuerzos, no poda dejar de participarmoralmente en esa guerra, es decir, desear todos los das, a todas horas,la victoria de unos y la derrota de los otros, me dije que Pars era param la retaguardia, y tom el tren para Barcelona con la intencin decomprometerme. Era a principios de agosto de 1936.

    Un accidente me hizo abreviar forzosamente mi estancia en Espaa.

    Estuve algunos das en Barcelona, despus en pleno campo aragons,junto al Ebro, a una quincena de kilmetros de Zaragoza, en el mismolugar en que recientemente las tropas de Yage han pasado el Ebro.Despus en el palacio de Sitges transformado en hospital; despusnuevamente en Barcelona; en total, aproximadamente dos meses. DejEspaa a mi pesar y con la intencin de regresar; ms tarde,voluntariamente no he hecho nada. No senta ya ninguna necesidadinterior de participar en una guerra que no era ya, como me habaparecido al principio, una guerra de campesinos hambrientos contrapropietarios terratenientes y un clero cmplice de los propietarios, sinouna guerra entre Rusia, Alemania e Italia.

    He conocido ese olor de guerra civil, de sangre y de terror quedesprende su libro; lo haba respirado. No he visto ni odo nada, debodecirlo, que alcance la ignominia de algunas historias que usted cuenta,esos asesinatos de viejos campesinos, esos ballilas325 haciendo correr alos viejos a golpes de garrote. Sin embargo, lo que o bastaba. Estuvea punto de asistir a la ejecucin de un sacerdote; durante los minutosde espera, me preguntaba si simplemente iba a mirar o hara que mefusilaran al tratar de intervenir; todava no s qu habra hecho si unafeliz casualidad no hubiera impedido la ejecucin.

    Cuntas historias se agolpan bajo mi pluma... Pero sera demasiadolargo; y para qu? Una sola bastar. Estaba en Sitges cuando llegaron,vencidos, los milicianos de la expedicin de Mallorca. Haban sidodiezmados. De cuarenta muchachos jvenes que haban salido de Sitges,haban muerto nueve. Slo se supo a la vuelta de los otros treinta y uno.La misma noche siguiente se hicieron nueve expediciones punitivas, se

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    ESCRITOS HISTRICOS Y POLTI COS

    mat a nueve fascistas, o supuestamente tales, en esta pequea ciudaddonde, en julio, no haba pasado nada. Entre esos nueve, un panaderode unos treinta aos, cuyo crimen era, me dijeron, haber pertenecidoa la milicia de los somatn; su anciano padre, del que era hijo nico

    y el nico sostn, se volvi loco. Otra: en Aragn, un pequeo grupointernacional de veintids milicianos de todos los pases cogi, despusde una escaramuza, a un joven de quince aos que combata comofalangista. Nada ms ser cogido, temblando por haber visto cmomoran sus camaradas junto a l, dijo que se le haba enrolado a lafuerza. Se le registr, se le encontr una medalla de la Virgen y un carnde falangista. Se le envi a Durruti, jefe de la columna, que tras haberleexpuesto durante una hora las bellezas del ideal anarquista le dio laeleccin entre morir y enrolarse inmediatamente en las filas de aquellosque lo haban hecho prisionero, contra sus camaradas de la vspera.Durruti dio al muchacho veinticuatro horas de reflexin; al cabo deveinticuatro horas, el chico dijo no y fue fusilado. Durruti era, sinembargo, en algunos aspectos, un hombre admirable. La muerte de

    este joven hroe no ha dejado nunca de pesar sobre mi conciencia,aunque no lo haya sabido sino despus. Y esto otro: en una aldea querojos y blancos haban tomado, perdido, retomado, vuelto a perder, nos cuntas veces, los milicianos rojos, habindola vuelto a tomardefinitivamente, encontraron en las cuevas un puado de seresdespavoridos, aterrorizados y hambrientos, entre ellos tres o cuatrojvenes. Razonaron as: si estos jvenes, en lugar de venirse connosotros la ltima vez que nos hemos retirado, han permanecido aqu yhan esperado a los fascistas, es que son fascistas. Por lo tanto, losfusilaron inmediatamente, despus dieron de comer a los dems y secreyeron muy humanos. Una ltima historia, sta de la retaguardia: dosanarquistas me contaron una vez cmo, con otros camaradas, habancogido a dos sacerdotes; a uno se le mat en el sitio, en presencia delotro, de un disparo de revlver; despus se dijo al otro que podamarcharse. Cuando estaba a veinte pasos, se le abati. El que mecontaba la historia se asombr mucho de no verme rer.

    En Barcelona se mataba como media, en forma de expedicionespunitivas, a una cincuentena de hombres por noche. Proporcionalmen-te, era mucho menos que en Mallorca, puesto que Barcelona es unaciudad de casi un milln de habitantes; por otra parte, se desarrollall durante tres das una sangrienta batalla callejera. Pero tal vez lascifras no sean lo esencial en semejante materia. Lo esencial es la actitudcon respecto al hecho de matar a alguien. Ni entre los espaoles, nisiquiera entre los franceses llegados, sea para combatir, sea para darseun paseo estos ltimos con mucha frecuencia intelectuales blandose inofensivos, he visto nunca expresar, ni siquiera en la intimidad,

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    SOBRE LA SITUACIN PO LTICA DEL MUNDO CO NTEMPORNEO

    la repulsin, el desagrado ni tan slo la desaprobacin por la sangrevertida intilmente. Usted habla de miedo. S, el miedo ha tenido unaparte en esas matanzas; pero all donde yo estaba no he visto la parteque usted le atribuye. Hombres aparentemente valientes de uno de

    ellos, al menos, he constatado personalmente su valor contaban conuna sonrisa fraternal, en medio de una comida llena de camaradera,cmo haban matado a sacerdotes o a fascistas, trmino muy amplio.En cuanto a m, tuve el sentimiento de que, cuando las autoridadestemporales y espirituales han puesto una categora de seres humanosfuera de aquellos cuya vida tiene un precio, no hay nada ms naturalpara el hombre que matar. Cuando se sabe que es posible matar sinarriesgarse a un castigo ni reprobacin, se mata; o al menos se rodeade sonrisas alentadoras a aquellos que matan. Si por casualidad seexperimenta primero cierto desagrado, se calla y pronto se lo sofocapor miedo a parecer que se carece de virilidad. Hay ah una incitacin,una ebriedad a la que es imposible resistirse sin una fuerza de nimo queme parece excepcional, puesto que no la he encontrado en ninguna

    parte. He encontrado en cambio franceses pacficos, que hasta esemomento yo no despreciaba, a los que no se les habra ocurrido ir pors mismos a matar, pero que se sumergan en esa atmsferaimpregnada de sangre con un visible placer. Nunca podr sentir porellos, en el futuro, ninguna estima.

    Una atmsfera as borra pronto el objetivo mismo de la lucha. Puesno se puede formular el objetivo ms que reconducindolo al bienpblico, al bien de los hombres, y los hombres tienen un valor nulo.En un pas en que los pobres son, en su gran mayora, campesinos,el mayor bienestar de los campesinos debe ser un objetivo esencialpara todo grupo de extrema izquierda; y esta guerra fue tal vez, antetodo, al principio, una guerra por y contra la reparticin de tierras.Y bien, esos mseros y magnficos campesinos de Aragn, tan dignosbajo las humillaciones, no eran para los milicianos siquiera un objetode curiosidad. Sin insolencias, sin injurias, sin brutalidad al menosyo no vi nada de eso, y s que robo y violacin eran merecedores, enlas columnas anarquistas, de pena de muerte un abismo separaba alos hombres armados de la poblacin desarmada, un abismo semejanteal que separa a los pobres y a los ricos. Se senta en la actitud siemprealgo humilde, sumisa, temerosa de unos, en la soltura, la desenvoltura,la condescendencia de los otros.

    Se parte como voluntario, con ideas de sacrificio, y se cae en unaguerra que se parece a una guerra de mercenarios, con muchascrueldades de ms y el sentido del respeto debido al enemigo demenos.

    Podra prolongar indefinidamente estas reflexiones, pero debolimitarme. Desde que estuve en Espaa, oigo, leo todo tipo de con-

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    ESCRITOS HISTRICOS Y POLT ICOS

    sideraciones sobre Espaa, y no puedo citar a nadie, aparte de usted,que se haya sumergido, que yo sepa, en la atmsfera de la guerraespaola y lo haya resistido. Usted es monrquico, discpulo deDrumont: qu me importa? Usted me es ms cercano, sin comparacin,

    que mis camaradas de las milicias de Aragn, esos camaradas a los que,sin embargo, yo amaba.Lo que dice del nacionalismo, de la guerra, de la poltica exterior

    francesa despus de la guerra me ha llegado igualmente al corazn. Yotena diez aos cuando el tratado de Versalles. Hasta entonces habasido patriota con toda la exaltacin de los nios en perodo de guerra.La voluntad de humillar al enemigo vencido, que se desbord por todaspartes en ese momento (y en los aos que siguieron) de una manera tanrepugnante, me cur de una vez por todas de ese patriotismo ingenuo.Las humillaciones infligidas por mi pas me son ms dolorosas que lasque ste pueda sufrir.

    Temo haberle molestado con una carta tan larga. No me queda msque expresarle mi ms sincera admiracin.

    S. WeilMlle. Simone Weil, 3, ru Auguste-Comte, Pars (VIe)

    P.D.: He puesto mi direccin de forma mecnica. Pues, en primerlugar, pienso que usted tendr mejores cosas que hacer que respondercartas. Adems, pasar un mes o dos en Italia, donde una carta suya talvez no me llegara, quedando detenida en la frontera.