Diario de un jovem

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Era una tarde de invierno muy fría, las casas tan coloridas contrastaban con el grisáceo cielo, caminaba meditabundo, paseando por el malecón de mi querido Negritos, pensando en los problemas de casa, papá había dejado el hogar por irse con otra mujer… mi nombre es Daniel, tengo 15 años y soy el hermano mayor de un matrimonio que dio fruto a tres hijos varones, adoraba a mis padres y parecía que todo era felicidad, no entendía la situación…y ver sufrir a mi madre me partía el alma. Inmerso en mis pensamientos me encontraba, hasta que la bocina de un auto me sacó de aquel mundo, cuando levanté la mirada, me encontré con la muchacha más linda que mis ojos habían podido observar hasta ese momento; ella era ligeramente delgada, dueña de unos hermosos ojos castaños, su pelo bailaba con la brisa del mar, en fin…quedé impactado con esa sonrisa tan angelical. Bajó del auto rápidamente y se acercó hacia mí. ¡Hola, mi nombre es Eleonora! ¿Cómo te llamas? ¿Te sucede algo?, me preguntó con un acento diferente. - Hola, le respondí en voz baja, no me sucede nada- ella preguntó una vez más que me sucedía porque no era normal cruzar la pista con intención de ser atropellado. Sonreí nerviosamente, y le respondí que no se preocupará. Desde aquella tarde, regresaba todos los días a la misma hora al malecón para conversar con Eleonora, una lida limeña, que había venido a pasar un par de meses con unos tíos, ella se convirtió en una persona especial durante un período sumamente difícil de mi vida. Con el pasar de los días, nuestra relación se convirtió en un amor muy grande, sin embargo cada día nuestras caricias iban en aumento, recordaba siempre los consejos de mamá, que debía respetar a una mujer y que tenía que respetarme también; pero no podía controlar sentimientos, emociones que embargaban mi mente y cuerpo. Hasta que una noche saliendo de un baile, sucedió algo que cambió nuestra relación para siempre, nos fuimos a caminar por la playa, ella se marchaba a Lima y estaba tan apenado por su partida, ella tomo mis manos y sin decirme nada me empezó a besar muy profundamente, me deje llevar por mis instintos y la amé con todo mi ser, fue mi primera vez, pero para ella no…que curioso, somos los hombres los que debemos tener “experiencia”, pero no era mi caso, después que sucedió aquello, Eleonora me comunicó que al siguiente día partiría, le rogué que se quedará, que me iba a casar con ella, pero solamente me contestó: -

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Historia de amor entre dos jóvenes que se conocen en un pueblo frente al mar

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Era una tarde de invierno muy fría, las casas tan coloridas contrastaban con el grisáceo cielo, caminaba meditabundo, paseando por el malecón de mi querido Negritos, pensando en los problemas de casa, papá había dejado el hogar por irse con otra mujer… mi nombre es Daniel, tengo 15 años y soy el hermano mayor de un matrimonio que dio fruto a tres hijos varones, adoraba a mis padres y parecía que todo era felicidad, no entendía la situación…y ver sufrir a mi madre me partía el alma.

Inmerso en mis pensamientos me encontraba, hasta que la bocina de un auto me sacó de aquel mundo, cuando levanté la mirada, me encontré con la muchacha más linda que mis ojos habían podido observar hasta ese momento; ella era ligeramente delgada, dueña de unos hermosos ojos castaños, su pelo bailaba con la brisa del mar, en fin…quedé impactado con esa sonrisa tan angelical. Bajó del auto rápidamente y se acercó hacia mí.

¡Hola, mi nombre es Eleonora! ¿Cómo te llamas? ¿Te sucede algo?, me preguntó con un acento diferente.

- Hola, le respondí en voz baja, no me sucede nada- ella preguntó una vez más que me sucedía porque no era normal cruzar la pista con intención de ser atropellado. Sonreí nerviosamente, y le respondí que no se preocupará. Desde aquella tarde, regresaba todos los días a la misma hora al malecón para conversar con Eleonora, una lida limeña, que había venido a pasar un par de meses con unos tíos, ella se convirtió en una persona especial durante un período sumamente difícil de mi vida. Con el pasar de los días, nuestra relación se convirtió en un amor muy grande, sin embargo cada día nuestras caricias iban en aumento, recordaba siempre los consejos de mamá, que debía respetar a una mujer y que tenía que respetarme también; pero no podía controlar sentimientos, emociones que embargaban mi mente y cuerpo.

Hasta que una noche saliendo de un baile, sucedió algo que cambió nuestra relación para siempre, nos fuimos a caminar por la playa, ella se marchaba a Lima y estaba tan apenado por su partida, ella tomo mis manos y sin decirme nada me empezó a besar muy profundamente, me deje llevar por mis instintos y la amé con todo mi ser, fue mi primera vez, pero para ella no…que curioso, somos los hombres los que debemos tener “experiencia”, pero no era mi caso, después que sucedió aquello, Eleonora me comunicó que al siguiente día partiría, le rogué que se quedará, que me iba a casar con ella, pero solamente me contestó: - Daniel, tengo un novio en Lima, es un chico que tiene dinero y que en un futuro se va a casar conmigo, me siento bien contigo, pero no te amo, eres terriblemente romántico y me incómoda tener un hombre que medite cada una de sus palabras, que me lea poesía y que sobretodo no tenga dinero, al escuchar esas palabras que hirieron mi alma de la manera más terrible, fueron como dardos que atravesaban mi corazón, mi dulce Eleonora, no era la persona correcta.

Los días pasaron y Eleonora me llamó por teléfono para comunicarme que estaba embarazada e iba a tener un hijo mío, ¿porque me pasa esto a mí? ¿Por qué dios no le dio este hijo a alguien que si puede tenerlo? ¿Por qué tengo que hacerme responsable de ese ser, cuando Eleonora me abandono? ¿Por qué debo responsabilizarme por algo que yo no elegí?¿Por qué ella me avisa justo en el momento que estoy terminando mi secundaria? Fueron tantos porqués que me cruzaron por la mente, que me limité a cortarle el teléfono; y si el hijo no era mío, después de todo yo no había sido el primero, además ella no me amaba, porque tenía que hacerle caso y viajar hacia Lima, para mí fue inhumano, sorprendente, el momento.

Sin embargo, mi conciencia no me dejaba tranquilo, amaba a esa mujer, pero no me encontraba preparado para asumir una paternidad a tan temprana edad, recordaba las palabras de mi madre, la manera de portarse de mi padre, no quería ser como él, un hombre

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irresponsable que nos había abandonado, y si Eleonora abortaba… era la solución perfecta, podía continuar con una carrera en la universidad y ella no se iba a sentir atada a mí; inmerso en mis pensamientos y agotado terminé por dormirme, zarpazos de dolor desagarraban mi cerebro inconsciente, imágenes de niños mutilados, ensangrentados fue lo que vi y entre todos esos niños se apareció el Santísimo y en el centro de él, pude observar el rostro de Jesús ensangrentado por las espinas de la corona, me miraba a los ojos y me decía: Daniel, yo di la vida por ti, sufrí en la cruz por ti, no te atormentes más y solamente sigue mi camino.

Me desperté empapado del sudor y fui corriendo a la habitación de mi madre, le conté lo sucedido y fue realmente algo sorprendente, en lugar de esperar un reproche de ella, me abrazó y lloró mucho, pensaba que estaba llorando por mí, por la desgracia que estaba pasando, pero silenciosamente, se paro y abrió un cajón del cual sacó un papel amarillento por el paso de los años y se limitó a decirme que lo leyera en voz alta, no entendía pero hice caso a su petición:

Hijo mío: no sabes cuantas son los deseos que tengo de que estés conmigo, poder darte todo lo que tu vales, poder cuidarte, hacer todo eso que hacen las madres con sus hijos, comprendo que la vida de una persona es una compromiso muy grande y no basta todo el amor que yo pueda tener para darte, porque el amor no alcanza para comprarte la leche, tampoco para comprarte la ropa ni menos un lugar para que estemos los dos sin que se sienta el frio y la humedad, lo siento, si tan solo tu padre me hubiese apoyado yo hubiese podido salir adelante contigo, pero yo lo entiendo, estamos a punto de recibirnos y él dijo que quería terminar su carrera en la universidad, después de todo le costó bastante estudiar y trabajar todo este tiempo, yo también tengo que trabajar y estudiar, pero él no sabe lo que siento al tenerte dentro de mí, ojala mis padres entendieran mi situación, una amiga me dijo que me iba a ayudar y consiguió unas pastillas, hijo mío perdóname por lo que voy a hacer pero la mejor opción en estos momentos es el aborto, al menos tu estas muy chiquitito y no te darás cuenta de lo que paso, si te tengo tu crecerás por años en situaciones precarias, recuerda que te amo y que yo no quería que pasara esto, de verdad perdóname...

Mamá, ¿qué hiciste? ¿Qué significa esta carta?...esa carta estaba destinada a ti, cuando era muy joven, salí embarazada y casi te aborto, si no hubiera sido porque ese día de camino a la casa de mi amiga, pase por una iglesia que tenía la puerta abierta, ingresé para pedirle perdón a Dios por la atrocidad que estaba a punto de cometer, pero sentí un arrepentimiento tremendo cuando me puse a rezar y comprendí que debía tenerte a pesar de todo… el resto ya lo conoces, mis padres me votaron de casa, sufrí mucho, trabajé hasta unos días antes del parto y cuando tu naciste fue la experiencia más maravillosa que experimenté, cuando apretaste mi dedo con tu manita, comprendí que nosotros somos ese milagro de vida que Dios nos ha dado, por favor hijo mío, no le pidas a esta señorita que aborte ni se lo permitas, viaja y salva a tu hijo, dale la oportunidad de nacer.

Con estas palabras que retumbaban en mi mente viajé a Lima, fui a ver a Eleonora, ella estaba desesperada y tenía miedo, me dijó que pensaba abortar porque no quería malograr su vida por esta criatura no deseada, le comenté mi historia, mi sueño y le aseguré que de forma personal quería hacerme cargo de ese niño, además le pregunté tu caso es el mismo de María la madre de Jesús, ella salió embarazada de un hombre que no era su prometido y aun así enfrentó todo por ese hijo, si no lo hubiera hecho nunca hubiera nacido Jesús y nunca hubiéramos tenido la oportunidad de la salvación de nuestras almas. Nos abrazamos tan fuerte y cogidos de la mano, decidimos enfrentar la vida con valentía, sé que tendremos muchos problemas, pero también sé que nuestro hijo podrá sonreír alegremente con sus padres.