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DICTADURA Y PUEBLOS Y PUEBLOS INDÍGENAS Dictadura de Stroessner y Pueblos Indígenas Comisión Verdad y Justicia PARAGUAY, 2008 Informe final 1. PRESENTACION A finales del año anterior, la Coordinadora por los Derechos Humanos (Codehupy), en el marco de cooperación y apoyo con la Comisión de Verdad y Justicia, solicitó la realización de una investigación que dé cuenta sobre la violación de los derechos humanos cometida durante la Dictadura militar del Gral. Alfredo Stroessner contra los pueblos indígenas en el Paraguay. En este sentido, se estableció un tiempo de tres meses (diciembre 2007 a febrero de 2008) para la realización de tal investigación; espacio, que en cierta manera limitó el alcance del estudio. Estaba claro que con tan escaso tiempo, se debía priorizar el estudio con aquellas etnias con mayor afectación y consecuentemente, la búsqueda de testimonio en las comunidades indígenas respectivas. La selección de las etnias más afectadas se hizo de acuerdo a la revisión previa de documentos y literatura existente, como también de acuerdo a la disponibilidad presupuestaria de la entidad auspiciante. Además, se vio necesario que el estudio, se apoye con entrevistas a personas no indígenas que tuvieron estrecha relación de la defensa de los indígenas en diferentes períodos de la dictadura. De la documentación revisada, se pudo evidenciar la violación a los derechos humanos de las siguientes etnias indígenas: Aché; Ayoreo; Paî Tavyterâ, Toba Maskoy, Angaité, Enxet Sur, Sanapaná, Avá Guaraní, entre otros. Esto no significa que no existan hechos y episodios de violencia contra otras etnias pero que por diversas razones y al tiempo, recurso y disponibilidad para el estudio son difíciles de ocuparse ahora. 1

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DICTADURA Y PUEBLOS Y PUEBLOS INDÍGENAS

Dictadura de Stroessner y Pueblos Indígenas

Comisión Verdad y Justicia

PARAGUAY, 2008

Informe final

1. PRESENTACION A finales del año anterior, la Coordinadora por los Derechos Humanos (Codehupy), en el marco de cooperación y apoyo con la Comisión de Verdad y Justicia, solicitó la realización de una investigación que dé cuenta sobre la violación de los derechos humanos cometida durante la Dictadura militar del Gral. Alfredo Stroessner contra los pueblos indígenas en el Paraguay. En este sentido, se estableció un tiempo de tres meses (diciembre 2007 a febrero de 2008) para la realización de tal investigación; espacio, que en cierta manera limitó el alcance del estudio. Estaba claro que con tan escaso tiempo, se debía priorizar el estudio con aquellas etnias con mayor afectación y consecuentemente, la búsqueda de testimonio en las comunidades indígenas respectivas. La selección de las etnias más afectadas se hizo de acuerdo a la revisión previa de documentos y literatura existente, como también de acuerdo a la disponibilidad presupuestaria de la entidad auspiciante. Además, se vio necesario que el estudio, se apoye con entrevistas a personas no indígenas que tuvieron estrecha relación de la defensa de los indígenas en diferentes períodos de la dictadura. De la documentación revisada, se pudo evidenciar la violación a los derechos humanos de las siguientes etnias indígenas: Aché; Ayoreo; Paî Tavyterâ, Toba Maskoy, Angaité, Enxet Sur, Sanapaná, Avá Guaraní, entre otros. Esto no significa que no existan hechos y episodios de violencia contra otras etnias pero que por diversas razones y al tiempo, recurso y disponibilidad para el estudio son difíciles de ocuparse ahora.

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En esta circunstancia se priorizó la entrevista en terreno con los indígenas Aché; cuyo pueblo, padeció de matanzas grupales, robos y desaparición de niños y niñas; traslado forzoso, violación de mujeres; sometimientos de niños, niñas y preadolescentes al sistema de “criaditos/as” con familias paraguayas; y la campaña de misionalización forzosa con creencias ajenas a sus pautas culturales por parte de misioneros extranjeros fundamentalistas. En efecto se visitaron las seis comunidades Aché existente en el Paraguay: Chupa Pou, Arroyo Bandera y Kuëtuvy, las tres ubicadas en el departamento de Canindeyú y Puerto Barra de Alto Paraná; Ypetymí en Caazapá y Cerro Morotî ubicada en el departamento de Caaguazú. En consecuencia, a continuación se quiere dejar constancia de todo lo realizado a la fecha; de episodios y hechos violentos contra sociedades indefensas; que lejos de comprender las acciones de un gobierno y una sociedad despótica, racista y etnocéntrica sobrevivieron a tan nefasta experiencia. Se comprenderá, que esta incursión investigativa posee limitantes como las señaladas más arriba; no obstante, pretende que mostrar “calidad” de testimonios; irrefutables para cualquier escenario y público; de modo que se pueda tomar en cuenta los graves hechos ocurridos contra los pueblos indígenas y por sobretodo, se constituyan en símbolos vivos de lo mucho que involuntariamente dejamos de contar y analizar en este breve trabajo. El documento está estructurado de la siguiente forma, por un lado se inicia con una revisión demográfica e histórica, no solo de la población indígena, sino de la sociedad paraguaya en su conjunto. Se continúa con una aproximación al imaginario colectivo y cultural

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existente al inicio del gobierno de Stroessner y de la sociedad paraguaya hacia los indígenas. Y luego, se recrean los testimonios de aquellos sobrevivientes indígenas que siguen en las comunidades, sin entender tanto atropello. Finalmente, a modo preliminar, se comparte la tesis de genocidio cometido, sobre todo contra los Aché; y que también podría ser abarcante a otras etnias, como la Ayoreo. 2. LA POBLACIÓN INDÍGENA AL INICIO DE LA DICTADURA DE ALFREDO STROESSNER Uno de los pocos trabajos de demografía histórica que se conoce en el país, fue realizado a finales de los años sesenta del siglo anterior por Raúl Mendoza, publicado luego, en la Revista Paraguaya de Sociología bajo el título de “Desarrollo y evolución de la población paraguaya” (Mendoza, 1968:5-16). El autor, explora la evolución de la población paraguaya, desde el período colonial hasta los años ochenta del siglo XX, indicando una estimación poblacional durante el período comprendido, entre 1887 a 1980. El cuadro preparado por este investigador y que se reproduce seguidamente, da cuenta del desarrollo de este proceso histórico poblacional Estimación de la tendencia de Población en el Paraguay: 1887-1980 (Al 30 de Junio – En miles)1

Año Habitantes

Año Habitantes

Año Habitantes

Año Habitantes

Año Habitantes

1887 328 1905 493 1923 749 1941 1137 1961 1801

1888 335 1906 505 1924 767 1942 1164 1962 1.85

1889 342 1907 517 1925 785 1943 1191 1963 1910

1890 349 1908 529 1926 803 1944 1219 1965 2030

1891 357 1909 541 1927 822 1945 1247 1966 2094

1892 365 1910 554 1928 841 1946 1275 1967 2161

1893 374 1911 567 1929 860 1947 1305 1968 2230

1894 383 1912 580 1930 880 1948 1335 1969 2303

1895 392 1913 593 1931 901 1949 1366 1970 2379

1896 401 1914 606 1932 922 1950 1397 1971 2458

1897 410 1915 620 1933 944 1951 1429 1972 2542

1898 420 1916 635 1934 966 1952 1462 1973 2630

1899 430 1917 651 1935 988 1953 1496 1974 2721

1900 440 1918 667 1936 1012 1954 1530 1975 2817

1901 450 1919 683 1937 1036 1955 1565 1976 2916

1902 460 1920 699 1938 1062 1956 1601 1977 3020

1903 471 1921 715 1939 1084 1957 1638 1978 3129

1904 482 1922 732 1940 1112 1958 1688 1979 3242

Secretaría Técnica de Planificación desde ese año hasta 1980.

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1959 1741 1980 3361

1960 1763 1 Fuente: Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos, hasta 1960.

Mendoza, señala que desde 1900 hasta 1936 no se hizo un nuevo censo. No obstante, indica el investigador, la Dirección General de Estadística produjo estimaciones periódicas las que se apoyan, ocasionalmente, en recuentos de viviendas y habitantes mandados practicar por el gobierno o efectuadas parcialmente en el país, por instituciones privadas, como la fundación Rockefeller. (Mendoza, 1968:13). Apenas terminada la guerra con Bolivia en 1935, “el gobierno del presidente Ayala dispuso un nuevo recuento nominal de la población” (Mendoza, 1968:13). Sin embargo, señala este investigador que el trabajo tuvo dificultades de financiamiento y por ende carecía de resultados valederos, debido a la coyuntura de agitación política vivida en esos años en el país y también por la difícil situación económica que padecía la República. Recién en 1950 el Paraguay realiza un estudio demográfico y socioeconómico de la población en general, seguido de otro censo nacional realizado en 1962. Según Mendoza, estos censos marcan en el Paraguay la culminación de un largo período de inseguridad en lo referente a informaciones sobre la población y la creación, finalmente, de una conciencia nacional sobre la importancia de los recuentos censales para el desarrollo material y cultural del país. (Mendoza, Raúl 1968:13). En comprensión al desarrollo que en tuvo en el país los estudios de población, lo que incluye los censos nacionales es también muy claro que la captación de la población indígena no haya tenido las consideraciones pertinentes; tal como nos hubiese gustado en esta época. La información obtenida respecto a la población indígena revela, “según el censo de 1950, los indios civilizados no representan sino el 2,1% de la población y según el de 1962, el porcentaje es aún inferior. El número de selvícolas es en la actualidad muy reducido” (Mendoza, 1968:8). Esta ausencia o consideración pertinente pareciera que tuviera su lógica en la coyuntura de intereses y pensamientos existentes de carácter endógeno al interior del ente estadístico, como lo refleja la expresión “indios civilizados” utilizada por Mendoza para referirse a indígenas más aculturados, en contraposición a otros que permanecían más vinculados a sus estilos de vida tradicionales. Estas ideas, no eran para menos, si

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consideramos el contexto en que transcurría la vida nacional y las repercusiones en los pueblos indígenas. Sin embargo, en el plano internacional se revelan datos sorprendentes de la población indígena de Paraguay. En 1977, el Instituto Indigenista Interamericano,2 indica dos cuadros donde se representan la distribución numérica de la población indígena del hemisferio. A efectos de confrontar los datos proporcionados por Mendoza con esta otra fuente, reproducimos las cifras referidas a la población indígena de Paraguay correspondiente a 1940 y 1960 respectivamente.3 AÑO 1940

Indígenas Puros

Predominantemente Indígenas

Población indígena total

142.519 300.000 442.519

AÑO 1960

Población indígena

Población total % de la indígena

68.000 1.768.448 3,84 1 Las cifras que se reproducen provienen de dos fuentes: la Oficina Internacional del Trabajo; 1953:661 para el año 1940 y del mismo Instituto Indigenista Interamericano para 1960.

Como se puede apreciar, existen serias diferencias en ambas cifras, aunque todo indica que la cantidad dada para 1960 sería la más adecuada. No obstante, el problema de contar con una información real, válida y fiable de la población indígena del país se arrastraría hasta 1981, año en que se realiza el primer censo indígena. Para el efecto, se realizó un operativo especial que permitió tener un acercamiento de la condición indígena en el Paraguay. Posteriormente, en el Censo Nacional de Población y Viviendas de 1992 no se realizó ningún censo exclusivo para los indígenas, sino que el componente indígena fue incluido en el cuestionario de consulta para todos los hogares paraguayos. Sin embargo, para el Censo Nacional del año 2002 se realizó de nuevo un operativo altamente participativo que permitió realizar por primera vez un censo de población y viviendas indígenas y la aplicación de un cuestionario comunitario. A modo de tener una idea de la población indígena en el país y su evolución reciente; al término del gobierno dictatorial y posterior a ello, se reproducen los siguientes datos y

2 La obra a la cual se hace alusión se titula “Balance del Indigenismo”, cuyo trabajo corresponde a Alejandro Marroquí, y el Instituto Indigenista Interamericano, lo publica bajo el titulo de Ediciones Especiales: 76, en 1972.

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gráficos publicados por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos, 2002.

Año Total país

Región Occidental

Región Oriental

1.981 38.703 25.997 12.706 1.992 49.487 27.615 21.872 2.002 87.099 42.964 44.135

3. APROXIMACIÓN A LOS HECHOS OCURRIDOS CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS SEGÚN REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA A continuación, se realizará una apretada síntesis de lo que pudo haber pasado, según los casos registrados por personas e instituciones que tomaron contacto con los pueblos indígenas, a razón de la voz de defensa que asumieron y/o de investigaciones que desarrollaron para entender y valorar sus modos de vida. En una entrevista realizada a León Cadogan, se indica, “en 1957, el ministro de Educación, que era, como ahora el doctor Peña, se enteró, por mi intermedio de casos concretos de matanzas de indios. Me mandó con un asesor jurídico a la Corte Suprema de Justicia y no me quisieron creer. Les mostré los procesos. Fue entonces cuando se lanzó esa famosa circular número uno, en defensa del indio que mucho honra al doctor Peña, pero, desgraciadamente, como todas las cosas en nuestro país, todo quedó estancado. Desde Asunción hasta el Paraná todo el mundo exclamaba: A la pucha, prohibido niko la ava juka ra`e. A los indios se los mataba como animales. Una vez mataron a un indiecito por entrar en una chacra a robar una sandía” (Tupâ Kuchuvi Veve – Un profeta en el firmamento guaraní, 1988:149). La aseveración realizada en su momento, por don León Cadogan constituye lo manifiesto y subyacente en el imaginario colectivo de la sociedad paraguaya, antes, durante y después de la dictadura del Gral. Stroessner. Al respecto, es válido mencionar el estudio “el indio” y la sociedad: los prejuicios étnicos en el Paraguay, en el que se denota y cuantifica las aptitudes raciales y discriminatorias contra los indígenas en el país (Schvartzman, Mauricio, 1983:181-243). 3.1 EL CASO ACHÉ

Tradicionalmente, los Aché eran nómadas y se dedicaban a la cacería y recolección de miel, frutos y raíces silvestres en el más profundo de las selvas subtropicales del Paraguay oriental; privilegiaban, en su nomadismo, la búsqueda de los palmerales de pindó (Syagrus spp.) por ser la harina, el almidón y las frutas de esta palmera, los ingredientes rituales y esenciales de su alimentación.

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La ruptura decisiva del nexo milenario forjado por los Aché con el bosque subtropical y su biodiversidad, ocurre en los años 70, bajo el gobierno del Gral. Stroessner. Entre 1970 y 1978, la dictadura militar emprende la salida forzada del bosque de los últimos grupos de Aché septentrionales no contactados o en aislamiento voluntario, llevando a cabo el despojo irreparable de la totalidad de su territorio ancestral, y desencadenando un ciclo de epidemias que aniquilaron a cerca de 40% de la población de los Aché norteños.

Los sobrevivientes fueron desplazados, llevados a la “Colonia Nacional Aché-Guayakí” de CERRO MOROTI, y sometidos a vejámenes (consumo forzado de la sal, prohibición de los ritos tradicionales, imposición del “caciquismo”, evangelización,) por parte de los militares y misioneros norteamericanos de la ‘NEWS TRIBES MISSION’, primeros administradores de dicha reserva.

Esta tragedia - más conocida como el “genocidio aché” [1] - es denunciada internacionalmente en 1973 y luego a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que presiona a la dictadura militar a partir de 1974.4

De hecho, existe una buena documentación que da cuenta de los sufrimientos, no solo del pueblo Aché, sino de otras etnias guaraníes y chaqueñas. Para el caso Aché, la represión, matanzas, robos, ventas y trueques, de niños, niñas por dinero y/o animales, como vacas, caballos, entre otros, violación de mujeres y adolescentes; desaparición de personas, se sucedieron, en la mayoría de los casos, con la complacencia del régimen y la sociedad en su conjunto. Los que se animaron a contar, documentar, y revelar tantos vejámenes tuvieron sus consecuencias, el destierro, apresamiento y descrédito Así tenemos, a Miguel Chase-Sardi (1988: 50-54) “Crímenes contra los Derechos Humanos de los indígenas en el Paraguay”, en el que se señala la situación de los indígenas durante el funcionamiento de la empresa taninera de los Casado. Durante los años 30, 40 y 50, obligaron a los indígenas de ocho etnias a pasar de una economía de agricultores, cazadores, recolectores y pescadores, a la de jornaleros. En ella se los envenenó, pagándoles el jornal, en más de 50% en alcohol. La cultura fue destruida, la población contaminada, entre las

4 Texto resumen de la página electrónica de www.linaje.org - [email protected]). El texto que dio a conocer a nivel internacional la situación Aché fue el trabajo de Münzel, Mark, “The Aché Indians: Genocide in Paraguay”, Documento: IWGIA, contenido en inglés, 1974.

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cuales se destaca la prostitución, desconocida anteriormente, siendo diezmados por enfermedades venéreas.

Se agrega que “en 1959, con la cooperación del Ministerio de Defensa utilizan a los indígenas Aché Guayaki como perro de presa para ubicar en la selva al resto de pequeños grupos guerrilleros que aparecieron en la década del 60 se podía comprar un niño indígena para criado por la módica suma de 10 mil guaraníes. La población indígena fue diezmada por las pestes al tener contacto con la población blanca (Chase-Sardi 1988:54). Al respecto, las entrevistas tomadas a los indígenas sobrevivientes de estos lamentables hechos, indicaron, Angel Kuragi (Comunidad Ypetimi, Departamento de Caazapá, febrero, 2008).

Yo vivía con mi gente en el monte, sin tener ningún contacto con los blancos y desconocíamos totalmente la forma de vida de los paraguayos. Un día llegó, para nuestra sorpresa, junto a nosotros Pichín López acompañado de un Aché que ahora vive en Puerto Barra. Nos habló para que saliéramos del monte y que Pichín nos cuidaría. Como no quisimos, Pichín nos amarró con cadena y nos sacaron a la fuerza a niños, jóvenes y adultos; con mucho sufrimiento, llegamos hasta el pueblo de Tava’i, departamento de Caazapá. En este sitio nos obligó a trabajar en la chacra, tarea que si no lo hacíamos, recibíamos castigos físicos. El (Pichi López) procedió a vender a los niños a cualquier precio, en pocos días ya no había criatura, los padres lloraban por sus hijos. En la desesperación, algunos de nuestros parientes volvieron al monte, yo también lo hice, luego, Pichín lo mandaba perseguir y muchos eran traídos de vuelta a la casa, castigados y bajo amenaza permanente.

En varias ocasiones los más adultos y jóvenes nos escapábamos, pero fue en vano, pues nuestros hijos pequeños estaban dispersos por ahí, ni siquiera sabíamos a quién se les daba. Aunque retomamos otra vez nuestra forma de vida tradicional, dejamos otra vez de usar ropas, comimos otra vez nuestra comida, pero ya no teníamos la tranquilidad, ni la alegría de antes, cuando llegaba la tarde muchos rompían en llantos, extrañaban a sus hijos, y parientes que fueron vendidos. Mientras tanto, cada vez más veíamos cómo los paraguayos abrían picadas, sacaban madera de nuestro monte. Como la situación no era buena, estábamos cada vez más intranquilos, decidí salir en busca de mis parientes. Dije a mi gente, si escuchan algún disparo no salgan a buscarme, más bien corran monte adentro, señal de que los paraguayos estaban cerca.

Pasó un buen tiempo y yo regresé con algunos regalos y les dije que era mejor salir que los paraguayos se habían apoderados de la mayor parte de nuestro territorio. Pero reitero, que fueron maltratados por Pichín López, personas adultas fueron cambiadas por animales. La familia Aché se dispersó por todos lados, muchos padres perdieron a sus hijos, varios fueron vendidos y hasta la fecha no se sabe nada de ellos.

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LORENZO CRAJOGI, Comunidad Puerto Barra, Alto Paraná, febrero de 20085 Lorenzo fue unos de los indígenas quien actuó como “señuelo” para sacar a sus hermanos, parientes y grupos de familias Aché del monte, tanto a los que estaban en la zona del Ybyturusu y Alto Paraná. Relató la forma de vida que llevaban los Aché en el monte, los atropellos que sufrieron en varias ocasiones por parte de Pichín López.

“A mí Pichín me cambió por una vaca al Sr. Vega que me llevó a su establecimiento ubicado en la zona de Enramadita6 donde tuve que trabajar muy duro en la chacra y muchas veces fui castigado por mis patrones. Después de muchos años actué de guía para el señor Fosterwol, misionero norteamericano, para contactar con los Aché que aún vivían en el monte, temía que mis hermanos indígenas murieran todos en el monte, porque a menudo los paraguayos y militares entraban a cazar niños y matar a los adultos. Por esa razón me uní a los misioneros para contactar con los Aché, y le pedí que salieran, caso contrario, corrían el riesgo de morir todos. Les dije que los misioneros son buenas personas y que no le faltaría nada. Recuerdo muy bien que Pichín le sacaba a los Aché del monte encadenados y así llegaban a San Juan Nepomuceno donde eran vendidos como esclavos.

En el monte sucedieron hechos criminales, atropellos, robo de criatura, etc. Nosotros intentábamos defendernos, pero no estábamos preparados para enfrentar a los paraguayos, muchas veces fuimos atacados de noche, mientras dormíamos y no podíamos hacer nada. Aseguró que Stroessner era su amigo, un grupo de Aché visitó a Stroessner en el Palacio de López acompañado por el general Samaniego. Según dijo el dictador se preocupó por los Aché que le dio ropas y zapatos y ordenó a sus acompañantes que hicieran lo posible para que los Aché no pasaran necesidades. El dictador le dio un cargo a Lorenzo, al parecer, el de sargento. Contó que hubo en esa época un enfrentamiento entre paraguayos y militares, (grupo de guerrilleros supuestamente) Lorenzo actuó de guía para los militares. Indicó que le salvó a su gente en una ocasión, los militares querían disparar desde un helicóptero a los Aché pensando que se trataba del grupo armado. Este hecho está registrado en el trabajo elaborado por Miguel Chase (Chase-Sardi 1988:54).

5 Traductores: José Anegi, y Alba Velásquez, profesora 6 Este lugar queda antes de llegar a Tavaí.

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JOSE KUATEGI, Comunidad Puerto Barra, Alto Paraná, febrero de 2008. Mi hermana Rosa fue cazada por los paraguayos, las mujeres estaban todas con sus hijos e hijas cerca de un arroyo, los blancos llegaron disparando al aire, del susto corrieron todas y muchas en el apuro dejaron a sus hijos, así fue cazada mi hermana Rosa, ella tenía unos 7 años, en esa ocasión fueron llevadas en total 10 criaturas, y supe luego, que fueron vendidas en la zona de Tava’i. En unos de los atropellos que sufrimos, mataron a mi esposa. En esa ocasión, murieron muchos Aché. Vivíamos con mucho miedo nos escondíamos monte adentro. Apenas escuchábamos los disparos ya corríamos a cualquier parte en busca de refugio. Nos escondíamos en las espesuras del bosque por miedo a que los paraguayos nos mataran y que robaran nuestros hijos. Un día supimos que un Aché nos estaba buscando para sacarnos del monte, pero nosotros evitábamos encontrarnos con él por temor a que sea igual que los paraguayos, además sabíamos que podíamos pasar hambre y otras dificultades durante el traslado. El nombre del Aché, es Lorenzo Crachogi que vive actualmente aquí Puerto Barra. Portaba arma, pero no le disparaba a nadie. Preguntado por qué portaba entonces arma, los traductores dijeron que era solamente para defenderse de los animales salvajes y tal vez para infundir respeto. Unos de los nuestros decidieron hablar con Krachogi, ya que vivíamos con miedo, nuestro lugar de caza se reducía cada día más por la invasión de los blancos, quienes abrían picada para sacar rollos de madera y cultivar. Nosotros también contábamos con menos comidas y a menudo, por esa razón, entrábamos a los campamentos de ellos para robar. Lorenzo les dijo a nuestros enviados que fuera del monte se vivía bien que había comida suficiente y que existía gente buena que nos cuidaría. En el tercer encuentro con los Aché, Lorenzo les dijo, “al lado del río yo limpié para ustedes. Si están de acuerdo allí les espero” Un día llegaron en bote unos misioneros y Lorenzo, nos tuvimos suficiente tiempo para huir, al ver a Lorenzo tuvimos confianza y nos acercamos, no así al misionero por ser diferente. (Color de cabello, etc.) Cruzamos el río y nos unimos a Lorenzo, nos proporcionó ropas y comidas, consistente en galleta, poroto y otros, no comimos nada porque era totalmente diferente a nuestro alimento y procedimos a quemar, solamente podíamos comer carne, pasamos muy mal

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durante unos días, hasta que nos permitieron a salir en los alrededores a buscar animales silvestres, frutas y raíces. Poco a poco pudimos consumir la comida de los paraguayos. Pasado el tiempo, Lorenzo nos enseñó a cultivar y montaba guardia a lado de nuestro asentamiento a fin de evitar que regresáramos al monte, estas situaciones fueron muy difíciles para nosotros, por lo que muchos intentaron escaparse, pero sin éxito, ya que los misioneros enseguida enviaba a un grupo de personas a buscarlos. Mi hijo Juan se escapó del campamento una vez. Los Aché saben que cuando la luna está en el medio del cielo (en el cenit) todos duermen, ese momento era aprovechado por algunos para escaparse. Así lo hizo también Juan, pero rápido fue encontrado En la comunidad se nos informó que Rosa se crió en Asunción, estudió enfermería y trabajó hasta que se jubiló en el Hospital de Clínicas. El año pasado visitó la comunidad de Puerto Barra y se reencontró con su hermano José Kuategi después de muchos años. Fue un momento muy emotivo, indicaron. . TERESA KARENGI, Comunidad Puerto Barra, Alto Paraná, febrero, 2008. Indicó que salió del monte cuando tenía unos 11 años, probablemente en el año 1970 a invitación de Lorenzo. Vivía con su familia hacia Paranambú. Su mamá falleció cuando ella tenía unos cinco años, en una pelea entre los Aché, la mamá de Teresa quiso defender a su marido y recibió un golpe muy fuerte y murió. Ella se quedó sola, se sentía muy sola con mucha tristeza debido a la muerte de su mamá. Después de muchas horas de estar sola se encontró con su abuela, ella la recogió y la cuidó hasta la adolescencia. Contó que una vez un grupo de niños se estaba bañando de repente llegaron unos paraguayos disparando arma de fuego, los niños se asustaron trataron de salir del agua, pero la corriente estaba muy fuerte y varios se ahogaron. Quienes se salvaron fueron atrapados por los blancos, entre ellos la hermana de Teresa, después supieron que esos niños fueron vendidos en la zona de Tava’i, departamento de Caazapá. Después de mucho andar escondiéndose de paraguayos una vez salieron cerca de un río allí le vieron a Lorenzo y a los misioneros, “No corran le dijeron no le haremos daños, no tengan miedo salgan” “Algún día terminará el monte, nosotros le queremos ayudar para que no pasen hambre y necesidades. Nadie murió de tristeza, aunque sufrieron un tiempo por haber dejado el monte, porque allí tenían todo, frutas, miel y suficiente carne. Dijo que en el monte no diferenciaban que era bueno y era malo, esto supieron después de salir del monte. Afuera se dieron cuenta que muchas costumbres de los Aché no eran buenas que dejaron de practicar después del salir del monte. Los misioneros le dijeron que tenían que dejar su forma de vida. (Castigo de ojo por ojo por ejemplo) La mamá de Viarni les dio ropas y vinieron doctores y enfermeras quienes hicieron asistencias médicas (vacunación)

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Mientras sucedían estos atropellos y violaciones contra los indígenas, un estudio que analiza la cuestión agraria de la época, indica “las ventas de las tierras públicas siguen afectando a los indígenas, ya que estas tierras fueron vendidas sin tener en cuenta a los pueblos indígenas que hoy viven rodeados de los macrocultivos y sin bosques, por falta de una política adecuada por parte del Estado”. (Kleinpenning 1988:191). En el libro “Situación sociocultural, económica, jurídico-política actual de las comunidades indígenas en el Paraguay”, existe un apartado: Aché Guayakí en el que además de los datos demográficos y ubicación espacial, se menciona en forma documentada y en una perspectiva histórica, las atrocidades cometidas contra esta etnia (Chase-Sardi, Brun y Enciso 1990: 211:242). Otro texto sugerente es la autoría de dos investigadores, “Los Indios del Paraguay” de (Súsnik y Chase Sardi 1995:275;279) en el que se menciona, en un apartado sobre el pueblo Aché, los atropellos y violaciones cometidos contra esta etnia. Investigaciones realizadas entre los Aché indican la ubicación espacial con autoascripción de los indígenas respecto a su uso ancestral (Edeb Piragi 1995:7)7. Se incorpora textualmente esta cita, dado que coincide in extenso con los datos y testimonios recogidos en las comunidades Aché. 3.1.1 LA UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE LOS ACHÉ

El grupo sureño extinguido : sus hordas deambulaban por los senderos de la espesura silvícola que se extendía hasta el actual departamento de Itapuá, en la desembocadura del Paraná cerca de Jesús y Trinidad; en los años 30, se localizaban algunas de sus bandas, del nacimiento del río Tacuary hasta el del río Tembey.

El límite norte extremo de su territorio parece haber sido constituido por la barrera natural del río Monday, afluente del Paraná.

En 1976, una pequeña banda de menos de 30 personas, vagando alrededor del río Ñacunday, acepta sedentarizarse junto a una misión norte-americana, en Puerto Barra del Alto Paraná (son denominados 'Aché del Yñarõ' en los documentos actuales, lo que no deja de generar confusiones con los Aché Wa denominados también 'Aché del Yñarô' anteriormente). Sin nexo reciente comprobado, a mi parecer,

7 Edeb Piragi, Philippe, "Los Aché del Paraguay y las revelaciones de la 'Palabra de los Ancestros': de la tradición oral a la resistencia cultural", Suplemento Antropológico, Vol.XXXVI, N°1, junio 2001, pp.: 147-245, CEADUC, Asunción, PARAGUAY

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con los Aché norteños ni tampoco con los Aché Wa, estos Aché del Ñacunday podrían constituir los últimos representantes de los Aché sureños.

- Los Aché Wa o Aché del Yñarõ en la literatura etnográfica, de Ypetimi en las fuentes más recientes: en 1959, reducida a una tropa moribunda de 30 personas, estos sobrevivientes hacen oficialmente acta de rendición en Arroyo Morotî (Departamento de Caazapá).

Geográficamente hablando, los Aché Wa forman parte de los Aché sureños; pero tienen rasgos atípicos dentro de la cultura de toda la etnia, tanto del punto político (ausencia notable de la pelea ritual del to-mumbu) que de sus concepciones escatológicas especialmente (Edeb Piragi 1999): presencia aparentemente de una teoría de la bipartición del alma característica de los Guaraníes pero desconocida de los otros grupos aché; endo y exocanibalismo.

Los Aché septentrionales o Aché Gatu: los "humanos buenos / verdaderos" (según su propia terminología, porque los Aché Wa se consideran también "Aché Gatu").

Su territorio, ubicado en el centro de las zonas de drenaje del Jejui Guazú, afluente del río Paraguay, y del Acaray afluente del río Paraná, abarcaba una superficie de más de 18.000 km2. Esta área fue más tarde lograda por el frente de la colonización que penetra extensamente allí, solo al fin de los años 60, lo que ha evitado que sus miembros sufran el mismo grado de exterminación física que los Aché sureños.

- El grupo del Ybytyrusu, sedentarizado en 1962, está emparentado con los Aché norteños de los cuales fue separado y completamente apartado en los años 30, durante la apertura de la ruta que se va hasta Puerto Stroessner (rebautizada hoy día Ciudad del Este).

Con este panorama histórico de ubicación espacial de los Aché se desprende que los procesos de atropellos se sucedieron de acuerdo al avance y crecimiento de las fronteras de asentamientos campesinos, explotación forestal (deforestación en la mayoría de los casos) venta y reventa de las tierras, entre otras.

En tanto los atropellos y las violaciones, muertes continuaban en contra de los Aché, en silencio se alzaban voces y trabajos que ponían al desnudo de la opinión pública local y sobre todo internacional, tales hechos. Vale mencionar los siguientes trabajos The Aché Indians: Genocide In Paraguay, de Mark Münzel (IWGIA: 1974); The Aché: Genocida Continues in Paraguay (Documento: IWGIA 1974), “Crónica de una cacería humana”, de Donald McCullin,

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(Revista Interamericana, 1974:), Bartomeu Meliá y Christine Münzel, (1971 y 1972) en el artículo “Ratones y jaguares”. Los autores cuentan la matanza de padres y madres con el fin de atrapar criaturas. Menciona además que a causa de la persecución de los no indígenas, los Aché del grupo de Yvytyrusu, están en vías de extinción. Cuando se reducía la cantidad de indígenas, los cazadores buscaban otras poblaciones Aché. Eran considerados por los estancieros animales malhechores, bestias malolientes que tenían que ser aniquilados. Incluso llegó a contarse de la implantación de jugosas recompensas a quienes lograban matar a los indios. Otro trabajo de Meliá, titulado “Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos” (1971) indica con sobrada seriedad los abusos contra los Aché. Se suma a lo sucedido en la zona del Alto Paraná y Canindeyú, los trabajos de Luigi Miraglia, “Dos capturas de Aché Guayaki en el Paraguay en abril de 1972” trabajo en el que este investigador relata como los Aché habían sido cazados y conducidos a Arroyo Guasú por una cuadrilla se “señuelos” (Guayakíes amansados). Estos hechos fueron denominados (con razón) genocidio y etnocidio. Sin embargo, aparecieron otros trabajos que aceptaban los atropellos, pero que indicaban que no se trataba de genocidio, como lo indicó Kim Hill en su trabajo “Los Aché del Paraguay; condiciones actuales” (1983). Hill señala que los Aché han pasado por terribles padecimientos, donde oficiales del gobierno enviaban grupos de cazadores para matar o capturar Aché, sin embargo, no acepta lo aseverado por Münzel y otros investigadores.8 Independientemente de esas cuestiones, lo cierto y concreto, son los testimonios recogidos en las comunidades, voces cantantes de este atroz atropello cometido por el gobierno y los sectores vinculados y/o protegidos del régimen (familias de militares de alto rango;

8 Frizt, Miguel, Provincial actual de los Oblatos de María, en una entrevista indica “hay datos documentados específicamente en el libro de Mark Münzel, él descubrió, digamos, lo que pasó con los Aché Guayakí, gracias a esa publicación hubo una atención a nivel mundial de lo que estaba sucediendo con este pueblo y gracia a eso cambiaron las cosas y se evitó el genocidio completo del pueblo Aché. Según los datos que él publica señala que en el año 1967 hubo el último mercado de esclavos donde indígenas Aché fueron vendidos en la zona de San Juan Nepomuceno, en el año 1973 se realizó la última cacería de esclavos también en esa zona y después ya toma todo el tema de Pereira que prácticamente tenía un campo de concentración de Aché y facilitaba esclavos digamos, de Aché; incluso la Misión A ls Nuevas Tribus que está metido con eso que también negociaba con ellos con la idea de hacerlos sedentarios y trabajadores, pero era un mercado oscuro y todo eso pudo ser interrumpido a raíz de la publicación de Münzel. Yo estuve trabajando en la zona de Colonia Independencia donde la gente recuerda de lo ocurrido con los indígenas Aché que les vieron en el monte, que se le consideraba como bichos raros como animales, como una especie que se podía cazar. Este hecho también se puede encontrar en la famosa publicación de Miguel Chase Sardi en el año 1972. Estos datos no se pueden negar; aparte existen personas concretas que fueron encontradas, que fueron criadas en familias paraguayas porque les habían comprado.

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madereros, misioneros norteamericanos fundamentalistas, entre otros). ROBERTO CHEIGI (Comunidad Chupa Pou, Enero 2008) “Yo vivía por esta zona con mi familia en la zona de Chupa Pou, mi padre fue asesinado en el monte por paraguayo, cuando tenía 12 años aproximadamente. Yo también recibí un impacto de bala, pero no me morí desangrado, porque la gente me curó la herida con un polvo preparado de la planta de guatambú. Después de la muerte de mi padre continué viviendo con mi padrino -persona que se encarga de ellos tras la muerte de los padres. Yo, con mucha tristeza me quedé a cuidar el cadáver de mi padre, para espantar a los cuervos, mientras que los Aché buscaban la forma de enterrarlo, fueron momentos y días muy difíciles para mí, sentí mucha tristeza. Roberto, recordó además otras historias vividas en el monte, la lucha que mantenían entre ellos. Cheigi era un renombrado guerrero según indicaron sus compañeros. Al ser consultado cual era el motivo de los atropellos y matanza que sufrían los Aché, respondió. No queríamos permitir que los apâ, (paraguayos) invadieran nuestro territorio, robar a nuestros niños, abrir picada. Cada vez nuestra área se reducía más, ya faltaba comida, así que entrábamos también a robar mandioca y maíz de la chacra de los blancos, hasta llegamos a faenar sus animales. Los paraguayos respondías a estos actos a balazos. Nos perseguían hasta el monte, mataban a mansalva a cuantos indígenas que encontraban a sus pasos, abusaban de las mujeres y robaban a los niños que luego eran comercializados. Yo dejé el monte por indicación de (Máximo) un indígena Aché que llegó junto a nosotros enviado por Pereira y nos dijo, “salgan del monte, si no lo hacen, corren el riesgo de ser aniquilados por los paraguayos, les llevaré donde hay comida en abundancia”, nos dijo Máximo. Esta promesa no fue cumplida, muchas veces padecimos hambre, porque la comida de los paraguayos no era alimento para nosotros, nos molestaba el olor del aceite y el sabor de la sal, muchos se enfermaron y murieron de hambre. El testimonio de Cheigi fue desgarrador. Fuimos atacados muchas veces de noche, los paraguayos mataban a los adultos para apoderarse de los niños. Las mujeres también del susto dejaban a sus hijos/as. Un día subí al árbol en busca de miel; estaba en la copa de un frondoso árbol sacando panal de miel, de pronto escuché un tiroteo y del susto me caí del árbol, y allí mismo fui rodeado por militares, quienes me apuntaron decididos a matarme con las armas de fuego que portaban, el jefe de ellos dijo no lo maten déjenle ir. Entonces empecé a moverse despacio, gateando salí del sitio, me puse de pie y corrí, los militares dispararon, pero no me

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acertaron. En esa ocasión, ellos mataron a una mujer embarazada y llevaron a su otro hijo, un niño de nombre Tatugi. (Enero 2008) Al ser consultado por qué eran perseguidos, Roberto dijo que ellos salían a robar mandioca y a veces faenaban animales de los colonos paraguayos. Dijo también que los paraguayos entraban a robar madera y que ellos salían a defender lo suyo con flechas y py’aka. Una especie de pequeña flecha que utilizaban para cazar pajaritos. MARGARITA JEICHAGI, Comunidad Chupa Pou, Canindeyú, Enero 2008 “Lo que pasó con nosotros es muy triste, vivíamos muy bien en el monte, pero de a poco nuestra tranquilidad se volvió una pesadilla, nos perseguían, comenzamos a vivir intranquilos, perseguidos. Lo que pasó en el monte es muy doloroso para mi, los paraguayos y militares ingresaban al monte de sorpresa, disparando, cuando sabían que nosotros estábamos por ahí, nosotros corríamos donde podíamos, muchos niños quedaban abandonados, algunos eran llevados por los paraguayos. Yo para protegerme de la balacera, me escondí detrás de un matorral a orilla de un arroyo durante un largo tiempo, tenía mucho miedo y pasé ahí horas, hasta que la cosa se calmara…ahí mataron a mi hermana que se llamaba Cheregi, con otras dos más que no recuerdo ya sus nombres, una de ellas estaba embarazada. Sentí tanto dolor y tristeza. A la tardecita de ese día escuché la voz de mi abuela que me llamaba insistentemente, entonces decidí salir de mi escondite y me uní de nuevo al grupo. Otra experiencia trágica en la vida de Margarita, contada por ella luego, entre lágrimas y momentos de silencio, en el grupo de ancianos en la calurosa tarde de enero pasado.

“Mi abuelo se llamaba Chamatâgi. El lloraba cuando moría su gente. Los más ancianos del grupo, son los que socorrían a todo el mundo, siempre y cuando ellos no eran asesinados también, yo creo que por eso le mataron. Un día muy temprano bajé al arroyo en busca de agua, y justo por allí cerca estaban espiando unos militares fuertemente armados, nos siguieron, había niños con nosotros, uno de ellos les disparó a mi abuelo y a mi hermano, quienes murieron allí mismo. Los demás Aché corrieron.

Cuando pasaron unas horas, volvimos y al ver que ya no había nadie, regresamos con mucho miedo y tristeza, para al menos enterrar a nuestros parientes. Esto ocurrió en la zona de Curuguaty, en los alrededores, cuando eso había todavía mucho monte. Luego de mucho tiempo yo salí del monte y fui llevada con otra gente a Cerro Morotî. Allí presencié varias agresiones cometidas por Pereira. Le pegaba con machete a los Aché y abusaba de las jóvenes, muchas de ellas salían de la pieza ensangrentadas, sobre todo cuando estaba borracho. El siempre amenazaba a lo Aché para evitar que huyeran. Un joven Aché se escapó del campamento porque vio cómo Pereira maltrataba a los indígenas, después de mucho tiempo, encontraron sus huesos en el monte.

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ANTONIO MBEPEGI, Comunidad Chupa Pou, Canindeyú, enero 2008 Un día los paraguayos entraron a nuestro monte y mataron a mi Mamá y a mi Abuelo. Fue una experiencia trágica para mí. Los paraguayos ingresaron al monte con arma de fuego disparando al aire. Nosotros comenzamos a correr hacia cualquier lado, mi hermano y yo nos quedamos solos y nos perdimos en el monte por varias horas. En esa ocasión le mataron a una joven de 13 años aproximadamente y le llevaron a mi hermano. Él lloraba y yo les dije a los paraguayos en mi idioma por qué no me llevan también, dado que me quedaba solo y no sabía donde estaba mi gente. Fue un momento de desesperación. Me quedé solo, sin poder entender que lo pasaba, luego de varias horas, me encontré de nuevo con mis parientes. Pasó mucho tiempo, y salí del monte a invitación de Máximo Chevugi, un Aché que salió del monte muchos años antes y trabajaba con Pereira, él nos dijo para que saliéramos, que afuera había comida en abundancia y si seguíamos en el monte seríamos aniquilados por los militares y paraguayos. Confiamos en la palabra de Máximo y así dejamos el monte, pero el cambio de ambiente fue terrible, el cambio de alimentación mató a mucha gente, creo yo, cerca de 500 personas. Varios días no pudimos comer nada, la comida de los paraguayos nos resultaba amarga, incomible. Niños, jóvenes y ancianos lloraban de la impotencia, pedíamos a grito que nos dejaran volver al monte, estábamos atrapados en un lugar al cual no estábamos acostumbrados, algunos huyeron, pero rápidamente los ayudantes de Pereira los perseguían y los traían de vuelta al campamento, donde recibían sus castigos por haber intentado huir. En el contacto con los paraguayos nos contagiaron enfermedades que para ellos eran lo más simple, pero, para nosotros eran mortales, porque no estábamos preparados. Creo que Si había asistencia médica se podía haber salvado vidas, morían, niños, adultos y ancianos, lo más triste es que morían de tos, fiebre, problema en el pecho. Casi a diario enterrábamos a nuestros muertos. Llamábamos a los paraguayos: mberu porque persigue a Aché por su olor y a Pereira, le decíamos, Viejo Ratón. Entrevista Grupal a Margarita, Antonio y Enrique – Chupa Pou, Enero 2008 Respecto a los niños/as que fueron robados a los Aché, los indígenas entrevistados manifestaron. “Varios fueron arrebatados del monte muchos niños y niñas, no sabemos que cantidad, pero fueron muchos. Algunos de ellos al conocer su origen buscaron a su familia y se reintegraron, como es el caso de Margarita Mywangi, actual candidata a senadora por Tekojoja, Ramona y Joaquín Achipurangi, entre otros. Pero de muchísimos no volvieron a saber nada. Nos gustaría saber que pasó de ellos, eso es lo que a veces nos causa mucha tristeza.

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Todos nosotros fuimos llevados a Cerro Morotî, un día, el coronel Samaniego llegó al campamento de Cerro Morotî y nos dijo que el presidente Alfredo Stroessner quería conocernos y conversar con nosotros. Algunos fueron a Asunción llegaron al palacio de López, donde conversaron brevemente con el presidente. Ordenó a Samaniego que nos brindara todas las comodidades. En esa ocasión Stroessner nos prometió tierra. Es cierto, el dictador nos dio un papel con su firma (era su tarjeta que nosotros no sabíamos que significaba), supuestamente para garantizar nuestra tranquilidad, pero nunca vimos un título de propiedad” Sostuvo Enrique Nuestra vida en el monte es incomparable con lo que nos dieron y nos hicieron sufrir. En el monte, contábamos con abundante alimentos, carnes, frutas silvestres, raíces, miel y otros. Nadie se enfermaba, los niños crecían sanos y todos gorditos. Las mujeres preparaban dulce de pindó que es una delicia para nosotros. Cuando se presentaba amenaza de lluvia, rápidamente cortábamos las hojas del pindó y armábamos las casas, donde no protegíamos mientras duraba la lluvia, los primeros en ocupar las improvisadas casas eran los niños y los ancianos. Las mujeres preparaban la comida con abundante carne, daba gusto. ROQUE MBETAPI, Comunidad de Chupa Pou, Canindeyú, Enero de 2008 Yo vivía en esta zona, que hoy día se conoce como Yvyrarovana. Una vez asentados en Cerro Morotî muchos paraguayos iban a buscar niños, entre ellos, estaba Manuel Cáceres quien había llevado a jóvenes Aché para trabajar en su casa. A mi también me quiso llevar, pero no fui. Recuerdo la audiencia con Stroessner, nos aseguró que el general Samaniego y las autoridades de Asuntos Indígenas tienen la orden de resguardar nuestra seguridad. “Allí nadie le molestará, vayan tranquilos”, nos dijo, pero ninguna de sus promesas se cumplió.

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EVARISTO CHEVUGI, Comunidad Arroyo Bandera, Canindeyú, Enero 2008. “Salí del monte cuando era ya un joven. Mi padre se llamaba Achipurâgi fue asesinado en el monte”. Cuando comenzó a contar lo sucedido con su padre, Evaristo lloró y no pudo seguir con el relato por un largo rato. Agregó, “no entiendo hasta ahora porqué fuimos tan perseguidos por los paraguayos. Mis hermanos murieron en el monte de una enfermedad. Luego, con tristeza describió los atropellos que soportaron en el monte, las mujeres lloraban la pérdida de sus hijos y la muerte de algún familiar. Sin piedad los paraguayos mataban a los Aché y se apoderaban de las criaturas” Cuando los paraguayos descubrían el sitio donde estábamos asentados ya nos mudaban para evitar enfrentamiento. Pero pasado el tiempo ya era imposible seguir viviendo en forma aislada y casi a diario nos encontrábamos con paraguayos, militares y rolleros. Aumentaban los asesinatos y robo de criaturas, cuyas madres eran asesinadas con el fin de arrebatarles a sus hijos. Recuerdo que una mujer que salió a buscar maíz fue herida de bala en su brazo, pero no falleció. En estas circunstancias era muy difícil seguir en el monte. Yo salí del monte a pedido de otro Aché de nombre Chimbegi, (Lucio) quien nos dijo que dejáramos el monte, de lo contrario moriríamos todos, en manos de paraguayos” FELIPA, esposa de Evaristo, Comunidad Arroyo Bandera, enero de 2008 En uno de los tantos ataques que sufrimos, yo vi cómo asesinaron a mis padres …ya no pudo seguir su relato. “a mi me salvó mi abuela, ella se encargó de criarme”, agregó entre lágrimas. JOAQUIN, Vice líder actual de la comunidad Arroyo Bandera, Canindeyú, enero de 2008. Yo fui cazado y vendido a una familia paraguaya, mis dos hermanos menores también, yo era el más grande, crecí con ellos, estudié ahí, esta comunidad queda cerca de Curuguaty. En la escuela y también los vecinos me decían que yo era Guayaki, un indio. Un día me animé y comencé a tomar contacto con otros jóvenes que estaban en la misma situación. Me escapé de la casa que me criaron, viví un tiempo en la comunidad de Chupa pou y luego me casé con una mujer de mi pueblo, de ahí vine aquí a Arroyo Bandera, donde vivo actualmente. De mis hermanos no supe más nada, salvo del menor de todos, al del medio nunca más lo pude ver, mi padres fueron asesinados…

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Al llegar este punto, Joaquín no pudo seguir el relato por la lágrimas y una honda tristeza cubrió su rostro; luego de reponerse, contó que en varias situaciones se siente rechazado por los indígenas, por pensar diferente, afirmó que ama a su pueblo, se preocupa por su gente, pero le cuesta la convivencia. Por lo que lamenta lo sucedido con los Aché. No pudimos seguir hablando del tema porque recordar el pasado le puso muy triste. TOMASA, TIKUARANGI, Comunidad Arroyo Bandera, Canindeyú, enero, 2008 A nosotros nos sacaron del monte los militares. Luego, yo también fui vendida de muy niña, me llevaron a una estancia, propiedad de Marcos Cáceres, esto queda en la zona de Simón Bolívar, Caaguazú, viví ahí hasta los quince años, y desde chica trabajé como empleada. Ahí trajeron también a otros niños Aché y luego nunca más los vi. Al saber que era Aché busqué a mi gente, así con mucho sufrimiento pude encontrar a mi madre, quien me reintegró a la comunidad” “Mi hermana también fue llevada por los paraguayos, tres de mis hermanos murieron en el monte a causa de los paraguayos, a mi hermana creo que le llevaron a la zona de Caazapá, hasta ahora no se nada de ella”, indicó. Mi tío fue asesinado en el monte, en tanto que mi tía murió de tos en Cerro Morotî. Al igual que Joaquín le costó adaptarse a su nueva vida y muchas veces también se sintió rechazada por los Aché, porque se crió en otra parte, con familia paraguaya. Pero aseguró que esta contenta por haber encontrado a su gente. 3.1.3 TESTIMONIOS RECOGIDOS EN LA COMUNIDAD KUETUVY Esta comunidad queda a unos 50 kilómetros de la ciudad de Curuguaty. La reunión realizamos debajo de un frondoso árbol de los pocos que quedan en la zona. Al igual que en las otras comunidades visitadas, nos recibieron con mucha cordialidad, los niños nos acompañaron en todas partes. El cacique Roberto, el profesor Ricardo y Emiliano, joven estudiante de derecho convocaron una reunión a toda la comunidad, ocasión que se explicó el motivo de la visita. Los ancianos hablaron entre ellos y designaron a las personas quienes habían sufrido durante la dictadura para que relataran los hechos sucedidos en aquella época. Los que se acercaron luego del preacuerdo entre ellos para conversar fueron: Marcos Chevugi, Marta Chevugi, Julio, Martín Japegi y Pastora Al igual que en las demás comunidades, los relatos fueron muy dolorosos y desgarradores, los Aché fueron perseguidos, cazados como animales. Muchas personas fueron descuartizadas y colgadas en pedazos por las ramas de los árboles. La historia más triste fue

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contada por Martín, la un abuelo que no quería entregar a su nieto, los paraguayos les cortaron ambos brazos para arrancarle la criatura. Pastora contó los abusos cometidos por Pereira. Aseguró que Pereira encerraba a las jóvenes Aché en una pieza donde abusaba de ellas. Pastora fue una de las victimas. Martín Japegi, comunidad Kuetuvy, Canindeyú, enero 2008 Martín, muy entrado en años, recordó la vivencia en el monte y cómo fueron perseguidos por militares y paraguayos. Dijo también que actuaron en defensa de su territorio, ya que cada vez más los paraguayos ingresaban al monte en busca de madera y otros empezaban a abrir picada y echaban el monte para cultivar. Hacían flechas para defenderse preparaban, emboscada en las picadas, los paraguayos siempre fueron superiores, porque poseían armas de fuego. En uno de los encuentros con los blancos, que no fue nada amistoso recibió un impacto de bala en la altura del cuello, sus compañeros le arrastraron monte adentro sin saber como actuar para evitar que muriera desangrado. Felizmente en esa ocasión nadie murió ni fue atrapado.

En otra ocasión los paraguayos entraron con mucha violencia, disparando a diestra y siniestra, mataron a una mujer, su nombre era Depurangimai, luego la descuartizaron y colgaron los pedazos de su cuerpo en las ramas de los árboles. Su marido, Cravachimai también fue asesinado y levaron a Katugi (niño blanco) hijo de la pareja asesinada. No pudo precisar si fueron militares. Mi papá se llamaba Takuangi y murió de una enfermedad en Manduvi (campamento ubicado hacia Curuguaty, antes del traslado a Cerro Morotî, y mi madre falleció en el monte antes de salir. Mis hermanos Juagi, Katugi y Jajugi murieron en Cerro Morotî de enfermedades que adquirieron al tener

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contacto con los paraguayos, fueron días muy tristes para mí, hasta ahora, no logro olvidarlos. Mis otros hermanos Chimbegi y Crajagi murieron en un enfrentamiento con los paraguayos. MARCOS CHEVUGI, Comunidad Kuetuvy, Canindeyú, enero, 2008 “Mis padres se llamaban Achipurangi y Cajepurangi, y un día, cuando estaban sacando la corteza del pindó fueron sorprendidos por los paraguayos, en la ocasión, mataron a mi padre: Achipurangi y le llevaron a Mbywangi, mi hermano. No pudo distinguir si eran militares, pero vi que poseían arma de fuego. Yo me salvé porque corrí monte adentro. También le llevaron a mi hermana Kanegi que tenía en ese entonces unos 7 años. Después de la muerte de mi padre, fue a vivir con mi madrina, como dicen ustedes, con otro grupo de Aché, nuevamente los paraguayos ingresaron al monte donde estábamos y mataron a mi madre y a la hermana de mi madre Pikygi (mi tía) y una anciana de nombre Mbykygi. Fue un desastre ese día, yo me salvé por que corrí. Luego, la intranquilidad se apoderó de nosotros. Salimos del monte a pedido de Máximo y Genaro, enviados de Pereira. Genaro hasta la fecha vive en Puerto Barra, departamento de Alto Paraná. Los enviados nos dijeron que afuera vivía un buen paraguayo (Pereira) que desea que los Aché salgan del monte para que puedan vivir mejor. Caminaron por una picada hasta encontrar un camión de gran porte, allí estaba Pereira y otras personas que nos dio ropas y nos subieron al camión, llegamos a Cerro Morotî. En este lugar vivimos mucho tiempo, pero en los primeros meses de nuestra llegada, murieron mucha gente, acotó”. MARTA CHEVUGI, Comunidad Kuetuvy, Canindeyú, enero de 2008 Una noche de luna llena los paraguayos atropellaron el lugar donde estábamos y mataron a mi hermana. Primero le atraparon y la ataron a un árbol y luego la mataron. Mataron además a dos ancianas y le llevaron a Achiporangi, un varón. Un anciano, Metapangi recibió un impacto de bala, pero no falleció. En esa ocasión, también llevaron a Juagi (Amelia) que luego vivió con una familia paraguaya en la zona de Curuguaty, se casó con un indígena guaraní y actualmente vive en Chupa pou. En Cerro Morotî, me consta que Pereira abusaba sexualmente de las jovencitas, una de las víctimas fue Pastora. Luego, ya no pudo seguir contando su experiencia debido a la honda tristeza que le causaba estos recuerdos. MARGARITA MYWANGI, Comunidad Kuetuvy, Canindeyú, fue entrevistada en Asunción, enero y febrero de 2008. Yo era una niña, y juntos con otros niños y niñas estábamos en el monte, una de ellas era (Magdalena, ahora profesora de Ypetimi, Caazapá, y del varón que estaba con nosotros, no sé más nada, aunque tengo cierta

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información que estaría por la zona de Hernandarias. Luego, de repente, los paraguayos atropellaron un día nuestro lugar, donde estábamos, me atraparon y conmigo, a dos criaturas más, (los nombres mencionados más arriba) esto ocurrió en la zona que se conoce, como Laurel, Alto Paraná. Yo fui llevada a caballo por unos paraguayos a Itakyry, recuerdo que lloraba y una señora me daba golosina para calmarme, mientras aguardaba a la familia que me compró por la suma de 5.000 guaraníes. Esta familia fue los Samudio: Celia y Cerbelión Samundio, Fijaron como fecha de mi nacimiento el 7 de setiembre de 1962, me enviaron a la escuela, allí los demás niños se burlaban, me decían “nde india”, lo mismo hacían mis hermanas adoptivas también. Nunca fui reconocida por la familia. Siempre me ocupaba de los trabajos de la casa, lavar ropas, cubiertos, limpiar la casa etc. Yo hacía con gusto estos trabajos, pero igual recibía malos tratos de parte de los integrantes de la familia Samudio. Poco a poco estos hechos me llamaban la atención y me preguntaba el motivo de tanta marginación. La familia se mudó a Hernandarias y fui con ellos también. Allí conocí a un sacerdote verbita, de esos misioneros que me habló de mi pueblo. Cuando yo estaba grande, ya cansada del trato que me daban en la casa, me escapé de la casa, tenía 16 años, contacté con un padre verbita de nombre Agustín, quien me ayudó mucho a encontrar a mi familia. Él me dio refugio y me habló de mi gente; después fui a Campo 9 donde trabajé en un bar. Mi “familia” me buscó con policía y bajo amenaza me llevaron de vuelta a Hernandarias. Ese mismo año volví a escaparme y nunca más regresé con ellos. En esta ocasión, otro sacerdote verbita que trabajaba con los Aché me llevó a Chupa Pou, Curuguaty donde me reencontré con mi familia”, acotó. Desde el momento que supo que su familia vivía en Chupa Pou se llenó de alegría, tenía una gran esperanza de conocer a su mamá, de abrazarla y contarle tantas cosas, todos los sufrimientos que pasó con su familia adoptiva, quería compartir con su mamá, puesto que ella nunca recibió afecto de su mamá adoptiva ni de sus hermanas. Llegó a Chupa pou, y se enteró que su madre había fallecido en Cerro Morotî a causa de una gripe. Por un largo rato interrumpimos la entrevista. Lloró. Cuando se calmó, contó que al instante sus hermanos le reconocieron y le dijeron: vos sos Mbywangi, contó entre risa. Al principió le fue muy difícil vivir en la comunidad, porque se gente le rechazaba y le decía, “por culpa de ustedes los blancos perdimos a nuestra familia” ella trataba explicarle que nada más fue cazada por los paraguayos y que vivió lejos de su familia fuera de su voluntad. Sufrió mucho no sabía el idioma, no se acostumbraba a la forma de vida de los Aché. Donde vivía anteriormente contaba con ciertas comunidades que en el monte no había. “Eso fue en la década de los 80 la zona de Curuguaty era aun todo monte, en la comunidad había suficiente alimentos” sostuvo. Fue acostumbrándose a la forma de vida de su pueblo, actuaba de traductora para los visitantes, fue promotora de salud, trabajaba con una desesperación tratando el vacío que tenía en el alma de tantos sufrimientos, buscaba afanosamente llenar el vacío de tanto abandono sirviendo a la gente. La situación cambió mucho en

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los años 90 a causa del tráfico de maderas. Por esta situación casi se volvió alcohólica. Trata de dar todo lo que ella no tuvo a sus hijos a su pueblo, cuenta que siempre lucha contra la injusticia. Culpa al gobierno por todo lo que pasó con el pueblo Aché, “seguro que el presidente de entonces sabía lo que pasaba en el monte porque los ancianos cuentan que eran militares quienes le atropellaban y llevaban criaturas como si fueran animalitos para vender”. Contó que dos de sus hermanos también fueron sacados del monte por paraguayos, uno se llama Martín, vive actualmente en la zona de Curuguaty y del otro no saben nada. 3.1.4 GENOCIDIO Y ETNOCIDIO CONTRA LOS ACHÉ. CONTROVERSIAS ENTRE INVESTIGADORES Y EL GOBIERNO La violencia exacerbada cometida contra los Aché ha llevado a algunos investigadores e instituciones a calificarla de genocidio y etnocidio (Bartomeu Meliá, Miguel Chase-Sardi, Mark Münzel, Philippe Piragi Edeb, entre otros). En tanto, Kim Hill procuró desmentir, principalmente a Münzel, indicando que si bien se cometieron varios atropellos, no se podría calificar de tal. “los Aché, sin duda, han pasado por terribles padecimientos, pero que sus sufrimientos han sido con frecuencia mal entendidos y descritos de manera errónea, inclusive por aquéllos que simpatizaban con ellos. Si deseamos remediar la injusticia, primero debemos entenderla” (Hill, 19819:175). Sin embargo, en su propio análisis este autor entra en contradicción al afirmar finalmente, “no hay duda de que los Aché fueron, de hecho, víctimas de las cacerías organizadas esporádicamente por campesinos paraguayos. Sin embargo, es evidente que el número de Aché muertos en estos encuentros es mucho menor que el informado anteriormente. Las epidemias fueron -con mucho- los mayores exterminadores de la tribu del norte, durante la época de su primer contacto. Es igualmente evidente de que no hubo una política oficial explícita de genocidio en contra de los Aché y de que tampoco hubo una matanza oficial organizada de los mismos. Grandes cantidades de Aché, sin embargo, murieron de enfermedades debido a desatención y a la falta de cuidados médicos, mientras vivían en una "Colonia Nacional" controlada por el gobierno” (Hill 1981:176). En definitiva, podemos atrevernos a indicar que se cometió genocidio contra los Aché. ¿Qué más se requiere o mejor qué hechos objetivos se requieren para calificar hechos violentos como genocidio? Según se averiguó, genocidio10 es:

9Al principio, el investigador trabajó con los Aché como voluntario del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos y, más tarde, siguió investigando en calidad de graduado en Antropología. 10 Página web del apartado de Genocidio de la CEH de Guatemala http://shr.aaas.org/guatemala/ceh/mds/spanish/cap2/vol3/genocide.html

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Neologismo acuñado por el jurista polaco Raphael Lemkin (1900-1959) (...) formado por la raíz griega genus “pueblo” y el verbo latino caedere “cortar” o “matar”, el nuevo vocablo significa “asesinato o destrucción de un pueblo” y responde al escándalo internacional provocado por la revelación del exterminio masivo de los pueblos judío y gitano por la dictadura hitleriana en los campos de la muerte del centro y del oriente de Europa durante la segunda guerra mundial, en lo que hoy se conoce como el Holocausto. Como resultado del proceso incoado por los aliados ante el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 9 de diciembre de 1948 la resolución 260 A (III) por la cual se adoptó la Convención para la prevención y el castigo del delito de genocidio. (...)11 En el artículo II de esta Convención 12 se describe este delito, definición que coincide con la adoptada por el Estatuto de la Corte Penal Internacional (artículo 6). Según estos instrumentos internacionales:

(...) se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:

a) Matanza de los miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros

del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de

existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo;

e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Bajo estos instrumentos internacionales es claro un elemento subjetivo, cual es el de la intención, y un elemento objetivo, que está conformado por cualquiera de los cinco actos mediante los cuales se puede materializar. El delito de genocidio se considera imprescriptible desde 1968, cualquiera que fuere la fecha en que se hubiere cometido e, incluso, cuando esos actos no constituyeren una violación del derecho interno del país donde fueron cometidos (artículo 1. (b) de la “Convención

11 Hernando Valencia Villa, Ob, cit, pp. 188 y 189. 12 Esta Convención entró en vigor el 12 de enero de 1951. Entró en vigor en Colombia el 27 de enero de 1960, en virtud de la Ley 28 de 1959.

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sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad”). Los Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, establecen como introducción al genocidio los siguientes:

Con respecto al último de los elementos de cada crimen: – La expresión “en el contexto de” incluiría los actos iniciales de una serie que comienza a perfilarse; – La expresión “manifiesta” es una calificación objetiva; – Pese a que el artículo 30 exige normalmente un elemento de intencionalidad, y reconociendo que el conocimiento de las circunstancias generalmente se tendrá en cuenta al probar la intención de cometer genocidio, el requisito eventual de que haya un elemento de intencionalidad con respecto a esta circunstancia es algo que habrá de decidir la Corte en cada caso en particular.

Son Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, para el genocidio mediante matanza:

1. Que el autor haya dado muerte* a una o más personas. 2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial o religioso determinado. 3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. 4. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa destrucción.

Son Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, para el genocidio mediante lesión grave a la integridad física o mental:

1. Que el autor haya causado lesión grave a la integridad física o mental de una o más personas. ** 2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial o religioso determinado.

* La expresión “dado muerte” es intercambiable con la expresión “causado la muerte”.

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3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. 4. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa destrucción.

Son Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, para el genocidio mediante sometimiento intencional a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física:

1. Que el autor haya sometido intencionalmente a una o más personas a ciertas condiciones de existencia. 2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial o religioso determinado. 3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. 4. Que las condiciones de existencia hayan tenido el propósito de acarrear la destrucción física, total o parcial, de ese grupo.* 5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa destrucción.

Son Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, para el genocidio mediante la imposición de medidas destinadas a impedir nacimientos:

1. Que el autor haya impuesto ciertas medidas contra una o más personas. 2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial o religioso determinado. 3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. 4. Que las medidas impuestas hayan estado destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo. 5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa destrucción.

* La expresión “condiciones de existencia” podrá incluir, entre otras cosas, el hecho de privar a esas personas de los recursos indispensables para la supervivencia, como alimentos o servicios médicos, o de expulsarlos sistemáticamente de sus hogares.

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Son Elementos de los Crímenes aprobados por la Asamblea General de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, para el genocidio mediante el traslado por la fuerza de niños:

1. Que el autor haya trasladado por la fuerza a una o más personas.* 2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial o religioso determinado. 3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. 4. Que el traslado haya tenido lugar de ese grupo a otro grupo. 5. Que los trasladados hayan sido menores de 18 años. 6. Que el autor supiera, o hubiera debido saber, que los trasladados eran menores de 18 años. 7. Que los actos hayan tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa destrucción.

Es evidente, que se ha cometido genocidio contra los Aché, aunque sea difícil probar la directa intencionalidad del gobierno dictatorial y sus protegidos (misioneros, madereros, familias de militares de alto rango y familias campesinas pudientes, vinculadas a la ganadería). Pero, ¿acaso los hechos ocurridos no bastan para mostrar los graves atropellos cometidos? ¿Por qué buscar explicar lo obvio? ¿Qué respuesta podemos brindar a los sobrevivientes Aché de tanta violencia contra su pueblo? 3. 2 Caso Ayoreo Otras de las etnias que en los últimos cincuenta años ha soportado con mayor intensidad los cambios territoriales, políticos y económicos y socioculturales de parte de la sociedad envolvente; es el pueblo Ayoreo. Estos cambios fueron violentos y desiguales, y por lo general en desventaja para los indígenas. De la bibliografía revisada, se desprende que estos atropellos fueron cometidos principalmente, durante el gobierno dictatorial y que lamentablemente, la presión por vender, revender y ocupar sus antiguos dominios territoriales continua a la fecha; como sucede en el ámbito del grupo de los Ayoreo Totobiegosode; último grupo que aún

* La expresión “por la fuerza” no se limita a la fuerza física, sino que puede incluir la amenaza de la fuerza o la coacción, como la causada por el temor a la violencia, la intimidación, la detención, la opresión sicológica o el abuso de poder, contra esa o esas personas o contra otra o aprovechando un entorno de coacción.

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posee parientes en estado de aislamiento y también, los que más poseen en familias de parientes en contacto inicial. Varios investigadores (Susnik, B. y Chase Sardi, M, 1995) (Bartolomé, M, 2000) (Gómez Perasso, 1987) (von Bremen, V. 1997) (Escobar, T. 1988) (Vázquez, M. 1998) (Fichermann, B. 1988) (Zanardini, J. Biedermann, W. 2001) (Rojas, R. 2004) coinciden en repetir y reiterar que los abusos, atropellos y violación a sus derechos fundamentales cometidos contra los Ayoreo, fueron de la mano de misioneros de diferentes iglesias, destacamentos militares, compañías petroleras, entre otros; en conocimiento y complacencia del gobierno de turno. En las primeras oleadas de contacto forzoso producidos en contra de los diferentes grupos de Ayoreo, se evidencia una alta disputa misionera entre católicos y de iglesias de otras confesiones, como la fundamentalista organización religiosa A las Nuevas Tribus que contó con el apoyo de los colonos menonitas y de hecho, estos últimos delegaron “el trabajo misionero de salvar almas” a los mismos, luego de fallidos intentos realizados por ellos; tal como lo menciona Bartolomé, Los mennonitas no ejercen actualmente una presencia misionera directa sobre el pueblo ayoreo, han delegado esta tarea a la Misión a las Nuevas Tribus, ellos constituyen la sociedad regional que más directamente se articula con los indígenas tanto a nivel económico, como político y social. La historia de las relaciones entre mennonitas y ayoreode estuvo inicialmente marcada por las confrontaciones hostiles. La presencia de algunos gagué de los garaigosode en el Chaco Central a mediados de 1940, se tradujo en diversos ataques a establecimientos mennonitas, varios de cuyos miembros fueron ultimados incluyendo al pastor Kornelius Isaak. Estos muertos son ahora parte de la tradición fundadora de la nueva tierra. Sin embargo, lograron no guardar rencor hacia los ayoreode, pese a que hasta hoy algunos recuerdan a sus parientes ultimados por los “moros”, aunque no se pueda hablar en sentido estricto de una “guerra” de los ayoreode contra los mennonitas, ya que sus episodios se limitaron a unos pocos ataques (Batolomé, Miguel, 2000: 178-179). Sin embargo, como antecedente histórico reciente de los atropellos, abusos y apropiación territorial en contra de los Ayoreode se menciona, “a partir de la Guerra paraguayo-boliviana, llamada “Guerra del Chaco” 1932-5) los ayoreo tuvieron roces fugaces con el mundo de los blancos, pero fue recién desde los últimos años 50 cuando comenzó a avanzar sistemáticamente sobre los territorios ayoreo un frente expansivo colonizador que progresivamente los iba arrinconando y reduciendo palmo a palmo. De golpe, cientos de cazadores, que llegaban tras la codiciada piel de onzas y jaguares, militares, que venían a instalar puestos y abrir caminos, compañías petroleras y camineras, así como establecimientos ganaderos, que aparecían por todos lados sin previo aviso, invadían el hábitat tradicional ayoreo depredando sus fuentes de sobrevivencia u amenazando sus vidas. Los ayoreo resistieron como pudieron: fue una época de hostilidades y conflictos que dejó muertos y heridos de ambos

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bandos, aunque, obviamente, fueron los indígenas los más perjudicados: las armas de fuego y las enfermedades de la civilización les colocaban en una posición de brutal desventaja. Toda la leyenda negra de los “moro”, como se llamaba entonces a los ayoreo para connotar la idea de adversidad bélica, nació en ese tiempo violento, vivido por los nuevos ocupantes de las tierras ayoreo como verdadera situación de guerra que permitía disparar sobre “los moros” o cazarlos (Escobar, Ticio, 1988: 18-20). Este mismo investigador agrega “Los misioneros, apenas vislumbraron la oportunidad de presentarse una vez más como la “alternativa pacífica”, llegaron enseguida. Ya desde fines de la década del 50, los salesianos intentaban salir en busca de los ayoreo para traerlos a su misión. Ikevi, un adolescente ayoreo cazado por paraguayos en 1956, fue entregado a los misioneros y usado por estos como señuelo para atraer a un grupo de garaigosode, sacarlos de las tinieblas y “traerlos a la luz de la fe”. En 1962 se fundó la primera reducción salesiana entre los ayoreo, definitivamente instalada en María Auxiliadora en 1963, fuera ya del territorio tradicional ayoreo. Asimismo, desde fines de los años 50 la Misión a las Nuevas Tribus MANT andaba rondando a los ayoreo, con quienes ya tenían misiones en Bolivia; pero fue recién en 1966 cuando pudo tomar contacto con los guidaigosode e iniciar con ellos su labor misionera. Dos años después, la misión avanzó más hacia el sur del lugar en donde está ubicada (en las cercanías de Cerro León) y se instaló a la altura de un puesto llamado “Faro Moro”, hasta que en 1979, siempre alejándose desde los territorios tradicionales ayoreo hacia nuevos centros de colonización mennonitas se asentó en Campo Loro, sede actual de la Misión.De ambas misiones, María Auxiliadora y Campo Loro, habían salido ya sucesivas expediciones de ayoreo reducidos para buscar a los selvícolas. Según el informe del INDI, la mayoría de ellas sangrientas, llevaron a los guidaigosode en los años 64 y 65. Estas fueron realizadas por grupos guidaigosode que partieron de la Misión de María Auxiliadora. Expediciones semejantes ya realizaron a su vez, en los años 68 y 71 los guidaigosode asistidos por las “Nuevas Tribus”, pero no hubo muertes de totobiegosode en ellas. En el texto “Cuando Dupade ya no pinta” (Maldonado, R. y Renhnfeldt, 1993:29-30) se indica: “Salimos del monte en 1971. Los ayoréode de María Auxiliadora fueron a buscarnos al monte. Hasta Chovoreca vinieron los Pai-gosode, así se llaman los que viven con los paí católicos. Nos encontraron cerca de Bahía Negra. Éramos tres grupos los que salimos. Salimos como 800, me parece, por que había mucha gente, muchísima…Nos juntaron en un lugar cerca de Bahía Negra, ya no recuerdo el nombre. Luego nos trajeron por un camino muy largo, caminamos por muchos días, ya no recuerdo cuantos… yo tenía mucho miedo. Después, mientras caminábamos, vino una gran enfermedad. Murieron muchos, señoras, niños, muchos morían por el camino. No sabíamos qué enfermedad era, pero era muy fuerte esa enfermedad. Yo era muy chico y no entendía lo que pasaba. Mi papá también se enfermó, mi mamá murió al llegar a Fuerte Olimpo. Muchos murieron por el camino, esposos, esposas, hijos. Después de muchos meses llegamos a María Auxiliadora. Allí vino otra vez una gran enfermedad que mató a mucha

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gente. Me parece que era sarampión”. (Relato de Domingo Uneai, comunidad Jesudi). 3.2 1 El caso del 30 diciembre de 1986 Un hecho que conmocionó a sectores de la sociedad nacional, sensibles y en conocimiento de la violación de los derechos humanos, territoriales y ambientales de los pueblos indígenas, sucedió en aquel caluroso 30 de diciembre de 1986 en los impenetrables y pocos transitados norteños bosques chaqueños. Se trata de un hecho violento entre indígenas de la misma etnia, que como señala Escobar, no fue un hecho casual, sino sumatorio consecuente con los múltiples atropellos cometidos en contra de los Ayoreo, “lo ocurrido en diciembre 1986 nada tiene de extraordinario; sería apenas una anécdota más ni siquiera la más grave en la larga historia del etnocidio misionero que busca salvar “salvaje” aunque fuere a costa de algunas vidas. Gómez Perasso, menciona “Los misioneros localizaron en la selva una aldea de esta parcialidad. Comunicaron la noticia a los catequizados y los enardecieron para que fueran, con la Biblia en la mano a sacarlos del infierno de la selva. Una vez resuelta la incursión en el templo de la misión, los misioneros llevaron a los líderes en el avión, para indicarles la ubicación de la aldea. Luego, trasladaron en tractores a los voluntarios y camionetas, hasta el lugar más cercano posible y los dejaron continuar a pie. Los silvícolas, al ver venir a miembros de una parcialidad rival, de la propia etnia, creyeron que las palabras de paz que lanzaban diciendo que aunque tenían armas de fuego, no dispararían, era una táctica para sorprenderlos y masacrarlos. Reaccionaron hostilmente, matando a cinco indígenas de Campo Loro e hirieron de gravedad a cuatro más. Perasso explica “Para los misioneros la matanza no era un problema, pues los ayoreo asesinados ya habían encontrado en Cristo el mensaje de la vida eterna” Ocurrió esto el día martes 30 de diciembre de 1986 (Gómez Peraso, J, 1987:59-130). Sobre este mismo violento episodio, Escobar menciona, “como nunca ante la prensa había desarrollado campañas de denuncias y diferentes instituciones indigenistas, laicas o misioneras, así como antropólogos y sectores de ciudadanos, exigieron el esclarecimiento de los hechos, la investigación del trabajo de la Misión a las Nuevas Tribus y la garantía de que sucesos similares no volverían a repetirse. La Misión a las Nuevas Tribus abandonó por un instante su tradicional hermetismo para publicar una declaración torpe y cínica que a nadie convenció. Por su parte el INDI emitió un tímido informe más preocupado en describir los rasgos de la cultura ayoreo que en delimitar las responsabilidad de los misioneros y no tomó, de hecho, intervención alguna que contribuyera en forma efectiva a proteger la integridad física de los totobiegosode recién reducidos y la autonomía de los silvícola; al final, Las Nuevas Tribus ni siquiera fue expulsada del FEPI (Foro de Entidades Privadas Indigenistas) y siguió compartiendo reuniones y proyectos con instituciones que se habían indignado ente la última acción de la secta norteamericana. Después de

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unos meses ya no se habló del asunto. La MANT trabaja tranquilamente urdiendo, quizá, próximas excursiones para salvar a los últimos infieles (Escobar, T. 1988:18-20). Al igual que lo sucedido con el pueblo Aché, los datos, hechos y registros mencionados un poco más arriba, denota los graves atropellos sucedidos en contra de los Ayoroede, que violaron desde todo punto de vista sus derechos fundamentales. Lastimosamente, y por razones ya expuestas, ajenas a esta investigación, no pudimos contar con entrevistas directas de los sobrevivientes de tan deleznables episodios. 3.2.3 Ubicación y situación actual del Pueblo Ayoreo Según datos del último Censo Nacional indígena 2002, la población indígena ayoreo en el Paraguay es de 2016 personas, pertenece a la familia lingüística Zamuco y están distribuidas en las siguientes comunidades: Tunucojai, Campo Loro, Km 32, Ebetogue y Jesudi en el departamento de Boquerón; Isla Alta, Guida Ichai, Cucaani, Dojobie, Chaidí, Tie y Arocojnadi en el Alto Paraguay. El pueblo ayoreo está compuesto por diferentes grupos locales, tanto en Paraguay como Bolivia. Tal como señala, algunos investigadores, “Los ayoreo poseen una clara conciencia de su unidad étnica y lingüística, la que por otro lado, es muy grande para el observador occidental. Reconocen sin embargo una gran subdivisión entre los grupos meridionales y los septentrionales, a los que divide una línea que corre aproximadamente a lo largo de la frontera norte entre Paraguay y Bolivia. Los ayoreo del norte denominan genéricamente a los del sur gidaigosode, de guidai pueblo, aldea y goosi, habitante por considerar a aquellos como descendientes directos de los pobladores de la aldea originaria de la que nacieron todos los ayoreo. Desde el punto de vista del ayoreo las dos grandes subdivisiones implican en primer término una hostilidad tradicional, pues la mayoría de las guerras internas se realizaban entre grupos del norte y grupos del sur (Bórmida, M. y Califano, M. 1978:21) En el país, los grupos ayoreo existentes son los Garaygosode, Guidaigosode y Totibiegosode. Por otra parte, Perasso señala, “la composición étnica de los actuales ayoreo es resultado de un proceso de fusiones interparciales zamucas a partir de dos hechos significativos: las hostilidades interparciales e intergrupales que repercutían en constantes reestructuraciones la misionalización jesuítica del siglo XVIII en la frustrada “provincia de zamucos” que motivó el arrinconamiento y por ende un marcado proceso de fragmentación grupal pautado en la propia economía de subsistencia y en la “actitud” de evitar contactos que puedan significar motivo de “reducción”. (Perasso, J.A 1987:13).

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3.4 El caso Paî Tavyterâ El pueblo Paî Tavyterâ forma parte del grupo lingüístico guaraní y su ocupación territorial abarca la zona norte y noreste del Paraguay Oriental. De acuerdo al último Censo 2002 cuenta con una población de 13.132 autoidentificados como indígenas Paî; distribuidos en 69 comunidades. Los actuales Paî Tavyterâ se extienden también al este de la cordillera del Amambay, en territorio brasileño, donde se les conoce como Kaiová. Según Chase Sardi, la nación Paî está dividida en tres grandes grupos: Yvypytegua, Mberyogua y Yvypopygua. Los Paî viven una profunda armonía religiosa con la tierra, todo lo referente a los cultivos, a la cosecha, al sistema alimenticio, al manejo de los animales y de la selva tiene un trasfondo religioso; los dioses son los sueños de todo y ellos marcan pautas culturales para conservar la armonía en sentido vertical. (Zanardini, J y Biedermann, W. 2001:180 y 192). Según varios investigadores (Gumberg, George, Meliá, Bartomeu, Chase Sardi,Miguel, entre otros) indican que hasta la década del 60, los Paî fueron los que menos habrían sufrido las nefastas consecuencias del contacto. En primer lugar la basta zona que habitaban, estaba ocupada por latifundios improductivos y tierras fiscales, y en segundo término, desde los años 40 en adelante recibieron la protección del entonces Mayor Marcial Samaniego. Esto había acumulado un contenido odio, contra los indígenas, por parte de la población paraguaya del lugar. Cuando la invasión de los migrantes brasileños y la colonización en el Eje Este la presión sobre las tierras indígenas se hizo incontenible y las comunidades fueron arrinconadas y despojadas de su hábitat (Chase Sardi, M., Brun A, Enciso, M, 1990: 409-413). Esto mismos investigadores, señalan como causas del deterioro ambiental, territorial y la calidad de vida de los indígenas Paî “la expansión del capitalismo brasileño multinacional y el avance de las fronteras económicas de la sociedad nacional, con el desarrollo de la extracción forestal y el trabajo agrícola y ganadero, así como la promulgación de las leyes de fomento de las inversiones extranjeras redujeron a su mínima expresión el modo de producción indígena. Se deforestaron miles de hectáreas, para la venta de la madera, en rollos, hacia el Brasil, praderizando la zona para la ganadería o plantando en extensas superficies la soja, para la exportación.Se observa que la pérdida del antiguo modo de producción convierte al indígena en un tipo de campesino dependiente del trabajo estacional que ofrece la sociedad nacional. Se acelera su destribalización y, con el desequilibrio de su alimentación y el contacto con los migrantes, prolifera la tuberculosis. La

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situación de tierra, de los Paî, es desesperante, teniendo en cuenta que contaban aproximadamente de 20.000 km. 2 se redujo a 36.077 hectáreas. Los Paî disponen en 1986 de apenas 1,8% de antiguo territorio, lo que equivale a decir que llegaron a perder el 98,2% del mismo. Esta situación hubiera sido mucho peor, si no se contara con la alianza de los antropólogos e indigenistas que fundaron el Proyecto Paî Tavyterâ en 1972. Este hecho coadyuvó a desviar la tendencia milenaria que se insinuaba en la etnia, hacia una posición de lucha bajo la consigna: “O nosotros o el fin del mundo” (Chase Sardi, M., Brun A, Enciso, M, 1990: 409-413). También para 1986, se menciona de epidemias y muertes, producidas al parecer por la drástica deforestación y apropiación de sus antiguos dominios, “entre marzo y mayo de 1986, murieron, en la aldea Paî de Pariri, 27 personas, atacadas por una virulenta peste de meningococemia, sin que ni el INDI, ni el Ministerio del ramo, hayan hecho el mínimo gesto de intervención.” (Chase Sardi, M., Brun A, Enciso, M, 1990: 409-413). Según se menciona la labor a favor de los indígenas de quienes idearon y desarrollaron el Proyecto Paî Tavyterâ pudo salvar una parte mínima pero sustancial para la sobrevivencia, de las tierras de los Paî, sin embargo, tuvo una falencia en su componente educativo. El caso Takuaguy Oygue: denuncia de ecocidio El caso sucedido en la comunidad Takuaguy Oygue ha repercutido por la violencia sucedida, sobretodo en términos ambientales y el olvido de las autoridades de hacer cumplir las leyes, sucedió en los últimos años del gobierno dictatorial. Se menciona que “cuando los lacayos de la de dictadura, empotrados en el INDI, sometieron a presiones de toda laya a los líderes indígenas, éstos se dejaron vencer muy fácilmente y, en alguna medida, quebraron la alianza con los miembros del Proyecto y las instituciones que le apoyaban, que se mostraban intransigentes defensores de las reservas forestales. (Chase Sardi, M., Brun A, Enciso, M, 1990: 409-413). El caso ocurrido en esta comunidad fue publicada como un apartado en la Revista Suplemento Antropológico de la Universidad Católica que transcribimos a continuación. “Hasta finales de los años 50, los Paî Tavyterâ tenían bajo su ocupación un territorio de aproximadamente 20.000 km2, constituyendo el único grupo guaraní de la Región Oriental con un concepto bien definido de territorialidad étnica. Desde los principios de los años 60 los indígenas Paî comenzaron a ser desalojados de sus seculares ocupaciones. De las 83 comunidades existentes en aquel periodo, quedan en la actualidad solamente 33.

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Las demás huyeron hacia el Brasil o se incorporaron forzosamente a las existentes. Desde mediados de los años 60 todo el territorio de los guaraní ha venido siendo objeto de una sistemática deforestación, la que para el año 1988 ha adquirido las características de un gigantesco ecocidio. Las únicas reservas forestales disponibles en toda la franja fronteriza con el Brasil se encuentran en las actuales comunidades guaraní, las que pasan a ser objetos de la voracidad de las grandes empresas madereras. TAKUAGUY OYGUE Takuaguy Oygue es un tekoha a unos 35 km. Al norte de Pedro Juan Caballero y fue mensurado y amojonado en el año 1985, por el Instituto de Bienestar Rural (IBR) en una extensión de 666 has. Los trámites para la titulación de estas tierras se encontraban en ese entonces en el IBR. Según la denuncia presentada ante las autoridades locales y nacionales en menos de tres meses los militares acompañados de peones tumbaron casi todo el bosque de los Paî, las maderas fueron llevadas al Brasil en forma ilegal (contrabando). Las autoridades no hicieron nada ante este hecho. “En la mañana del 3 de agosto de 1988, un grupo integrado por unas ocho personas, bajo el mando de un militar vestido con uniforme de guerra, se adentra en el tekoha y sin saludar ni pedir permiso a las familias indígenas del lugar, levanta un campamento en el bosque. Estaban vestidos con uniformes de jaguarete y portaban fusiles automáticos; los lugareños le preguntaron a que venían, contestaron que tenían orden de ocupar el lugar. El 20 de agosto, los dirigentes indígenas comprueban la ocupación militar del tekoha y el derrumbe de los primeros seis árboles. Las familias comienzan, a viva voz a expresar su disgusto por la ocupación militar y el derrumbe de árboles. A partir del 22 de agosto los indígenas se movilizan informando a las autoridades regionales y nacionales sobre el hecho. Autoridades Judiciales de la región y la Delegación de Gobierno actúan de inmediato. Funcionarios del Juzgado y de la Delegación se trasladan hasta el lugar para constatar los hechos. Sin embargo, soldados con uniformes de guerra y armados con metralletas, apostados en el camino que conduce a la colonia, les impide enérgicamente, la entrada.

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El 25 de agosto ingresa la primera topadora a la colonia y los primeros 5 camiones trasladan, dos veces al día, rollos de madera hasta Pedro Juan Caballero. Lucio Romero, dirigente Paî, del tekoha es convocado por los militares y advertido: Que ningún indígena más salga de la comunidad. Efectivos militares comienzan a bloquear las entradas y salidas a la colonia. Los indígenas, cruzando el río Aquidabán, evaden el cerco y se trasladan hasta Asunción, donde se entrevistan con las autoridades Consejo del INDI. Le dijeron que regresaran tranquilos a sus comunidades que todo se solucionaría, pero al llegar al tekoha encontrón más vehículos de gran porte trasladando maderas y más de 60 peones con motosierra y topadoras listos para seguir cortando árboles. Unos 20 dirigentes indígenas fueron nuevamente a Asunción. Son recibidos por el ministro de Defensa, que ante los hechos relatados dijo: “yo no puedo hacer nada para atajar a los militares, porque ustedes no tienen título de la propiedad y váyanse a la Corte Suprema de Justicia junto al doctor Argaña, quien no le recibió de allí se fueron al Parlamento junto al diputado Bonifacio Irala Amarilla, quien le prometió que en un plazo de 5 días se solucionaría el problema, esto ocurrió entre los días 12, 13 y 14 de setiembre. Los días 27, 28 y 29 de setiembre, casi todos los líderes se reúnen en un tekoha. En aquella ocasión deciden: “O nosotros o el fin del mundo” y decidieron ante la indiferencia de las autoridades, expulsar a los invasores de sus tierras. El 3 de octubre, unos 70 indígenas, provistos de arcos y flechas ingresan a Takuaguy Oygue. Dos soldados apostados en el camino que conduce al tekoha huyen precipitadamente y se esconden en casa de tablas. Los indígenas rodean la casa. Sale el sargento Villalba pistola en mano, pero al verse apuntado por todos los indígenas se esconde de nuevo. Los soldados corren despavoridos por el monte y los Paî apresan a quienes encuentran a su paso. Un militar de nombre Leandro Cantero empezó a disparan hacia los indígenas, pero milagrosamente nadie salió herido. Por la noche, el sargento Villalba y sus acompañantes abandonan apresuradamente la casa y se dirigen a Pedro Juan Caballero. En la casa, los indígenas encuentran un verdadero arsenal de guerra. El 10 de octubre el sargento regresa al tekoja y detiene a siete indígenas, a quienes amarra con cuerda. A uno de ellos de nombre Margarito lo ata de la cintura y con la cuerda sostenida en uno de sus extremos por un soldado, ordena al maniatado. “Te vas a ir a mostrarnos donde están los mejores árboles. Después se a la casa del dirigente del tokoha, Lucio Romero, él no se encontraba en ese

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momento, entonces le apuntó la pistola a su esposa y le dijo dile a tu esposo que si lo encuentro lo mato. Ese mismo día se inicia la gran diáspora. Comienza la huida aterrorizada y en masa. Para finales del mes de octubre la colonia quedó también limpia de árboles. Se estima que, por lo bajo, en 324.000.000 (trescientos veinticuatro millones de guaraníes del valor de los maderas saqueadas en menos de dos meses. (Suplemento Antropológico, Volumen XXIII, Diciembre 1999: 223-227). Como reza el dicho popular, como muestra basta un botón, los hechos ocurridos en la comunidad Paî de Takuaguy Oygue denota el alto grado de pacedimiento e impotencia que los indígenas Paî tuvieron que soportar. El mencionado está documentado y ha sido conocido, pero si se considera el amplio territorio que ocupaban y bajo cuyo dominio los indígenas de esta podían recrear sus propios modos de vida, la pérdida ambiental, territorial y humana ha sido considerable. 5. CONSIDERACIONES FINALES Este informe permite ponderar lo realizado, no solo términos de cobertura étnica, sino también en la calidad de los testimonios. Esto a razón del marco de prioridades en las que se decidió realizar el estudio. El caso de los Aché, tal vez por ser el más documentado y conocido en el ámbito local e internacional, permite un acercamiento pormenorizado de lo sucedido contra los indígenas. Sin embargo, se buscó que el estudio abarque lo sucedido con otros pueblos indígenas. En este sentido, se incluyó en el informe casos que denotan atropellos y violaciones a los derechos humanos en contra de los pueblos, Ayoreo y Paî Tavyterâ, entre otros. Como se ha comentado en su momento, debido a factores, como el tiempo establecido para la investigación y recursos para su ejecución, ambos elementos determinaron el alcance del trabajo de campo. Esto en la práctica significó visitar, solamente, comunidades Aché en la búsqueda de testimonios sobre los hechos registrados. No obstante, en su momento se solicitó a la entidad auspiciante la reconsideración del tiempo y la ampliación de recursos con el propósito de superar esta limitante. Sin embargo, el pedido no fue concedido; por circunstancias ajenas incluso a la institución de apoyo y en la coyuntura en que se desarrollaba el estudio era difícil de solucionar.

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En efecto, se pudo llegar a una revisión bibliográfica, no completa, pero significativa de casos y hechos que sucedieron en contra de los pueblos indígenas durante el gobierno dictatorial de Alfredo Stroessner; resaltando aquellos hechos más violentos y que dejaron secuelas imborrables en la vida de la gente. Para el caso del pueblo Aché estos hechos deleznables desde todo punto de vista, aún no ha cicatrizado y se abriga esperanza que los testimonios recogidos en las comunidades sirvan como base para conocer, resarcir o reparar el daño causado. No cabe duda, que tanto para el caso de Aché y Ayoreo, que se trataron de casos de genocidios; pero que como tal aún no han sido abordados en el ámbito local. Los casos, pero más que nada los testimonios, recuerdos de muertes, niños/as desaparecidos, robados, vendidos, padres asesinados, destrucción ambiental y patrimonial, desplazamiento forzoso, muertes, sometimiento a semiesclavitud, sucedidos en conocimiento de las autoridades de turno, no debe seguir pasando desapercibido por más tiempo. Los pueblos indígenas no han olvidado el daño causado, queda en manos de las autoridades nacionales y organismos de cooperación hacer que estos hechos se conozcan, en la confianza y esperanza que se reparen, y aunque tarde, se haga justicia. Finalmente, se reitera que este estudio, es apenas un punto de partida, para que en adelante se realicen otros de mayor alcance o incluso se le de continuidad a este. Aún falta mucho por conocer y registrar de lo sucedido en las comunidades indígenas. Se debe insistir difundir y buscar reparar el daño causado. Es necesario sumar esfuerzos antes que el tiempo y la desidia, entierre en el olvido a los múltiples testimonios vivos que aún están con nosotros. Creo, debemos de apurarnos, antes que sea muy tarde. 6. BIBLIOGRAFÍA Cabrera Verón, Aníbal, Fisherman, Bernardo, Vázquez, Mirna, Morales de Jara, Nelly, “Pueblo Ayoreo Totobiegosode reclamo territorial” Libro: El canto del monte. Reclamo de Tierra Mayoreo Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. 29, 1998, 23-46, Asunción-Paraguay. Cadogan, León, “La muerte de los indios”, Libro: Tupâ Kuchuvi Veve, Fundación León Cadogan, Centro Paraguayo “Antonio Guasch” 1998, 147-149, Asunción-Paraguay Miguel Chase-Sardi “Crímenes contra los derechos humanos de los indígenas” Revista Suplemento Antropológico de la Universidad

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