Dieta Mediterránea Para Familias
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Plan Integral de Obesidad Infantil de Andalucía
www.lareddelasandia.org
NUESTRA DIETA MEDITERRANEA:
UNA MANERA FACIL Y SALUDABLE DE COMER.
La dieta mediterránea está de moda: muchos profesionales la aconsejan a sus
pacientes por sus efectos positivos para la salud, se recomienda en los programas de
cocina de la televisión y es tan buena que hasta tiene un reconocimiento de la UNESCO
como Patrimonio de la Humanidad.
¿A qué llamamos dieta mediterránea?
A una forma de alimentarse caracterizada por:
Abundancia de alimentos vegetales
Empleo de aceite de oliva
Consumo moderado de pescado, marisco, aves de corral, productos
lácteos y huevos
Consumo de pequeñas cantidades de carnes rojas.
Consumo moderado, en las personas adultas, de un poco de vino
acompañando a las comidas.
En realidad, la dieta mediterránea es lo que se comía en casa de nuestras abuelas o de
nuestras bisabuelas, cuando la mayor parte de los alimentos eran frescos –cultivados,
pescados o criados cerca de sus casas‐ y cuando se comían muy pocos productos
elaborados por la industria alimentaria.
¿Por qué decimos que la dieta mediterránea es buena para la salud?
La dieta mediterránea es un buen ejemplo de dieta variada, equilibrada y completa, es
decir que aporta los nutrientes necesarios para llevar una alimentación saludable.
Es saludable porque es rica en sustancias antioxidantes que protegen frente al
deterioro celular, es baja en grasas perjudiciales para la salud (ácidos grasos saturados)
y rica en grasas beneficiosas, como son los ácidos grasos monoinsaturados. Además
tiene abundantes carbohidratos complejos y fibra.
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Por todo esto se sabe que seguir una alimentación basada en la dieta mediterránea
previene las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer (colon, mama,
páncreas, próstata y endometrio), ayuda a tener la tensión arterial normal y previene
la aparición de diabetes.
¿Qué hay que hacer para seguir una dieta mediterránea?
Consumir abundantes alimentos de origen vegetal, incluyendo frutas y
verduras, cereales, pan, legumbres, hortalizas, frutos secos y semillas.
Cereales integrales y productos derivados: trigo, arroz y patata como fuentes
principales de hidratos de carbono complejos y de calorías. Preferentemente
deben ser integrales.
Frutos secos y semillas: almendras, avellanas, nueces, pistachos, piñones y
castañas, semillas de sésamo y girasol. Tienen alto poder energético, son ricos
en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, ricos en proteínas,
vitaminas y minerales, así como en fibra y componentes de efecto antioxidante.
Frutas, verduras, hortalizas y legumbres: alto contenido en fibra, varios
micronutrientes (potasio, calcio, vitaminas C, B6 y E y folatos) así como otros
compuestos con propiedades antioxidantes.
Elegid preferentemente alimentos poco procesados industrialmente y, en la
medida de lo posible, frescos, de temporada y cultivados localmente. Aportan
micronutrientes y antioxidantes.
Utilizad aceite de oliva como principal fuente de grasa, reemplazando a otros
aceites y grasas como mantequilla o margarina. Tiene una proporción
adecuada de los distintos tipos de ácidos grasos. Se puede utilizar en el aliño
de ensaladas, verduras y legumbres cocidas.
Disminuid la grasa de la dieta en general y reducid al máximo las grasas
saturadas (grasa de origen animal o de aceites de coco, palma o palmiste).
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Consumid a diario quesos frescos y yogures desnatados con poco o ningún
azúcar. Aportan elevadas cantidades de proteína, calcio, niacina, riboflavina y
vitamina B12.
Consumid frutas frescas como postre diario y dejad los dulces para el fin de
semana o para las fiestas. Las frutas aportan agua, vitaminas y minerales
además de fibra, flavonoides y terpenos. Son protectores frente a los procesos
oxidativos o de envejecimiento. La reducción de pasteles y dulces implica
disminución de la ingesta de azúcar o miel y, en general, de grasas perjudiciales
para la salud.
Consumid semanalmente cantidades entre bajas y moderadas de pescado,
marisco y aves de corral y hasta cuatro o cinco huevos por semana. El pescado
tiene nutrientes importantes (proteínas, minerales, oligoelementos y
vitaminas). El contenido en grasa es muy variable y depende de la especie y de
otros factores. La grasa de los pescados contiene una elevada proporción de
ácidos grasos poliinsaturados que son esenciales para el organismo.
Consumo de carnes rojas pocas veces por semana, en raciones pequeñas o
como ingredientes de platos (pasta con una salsa que tenga carne, patatas con
carne, menestra de verduras con carne). Aporta proteínas de alta calidad,
hierro, zinc, selenio y vitaminas del grupo B.
Utilización de ajo, cebolla, hierbas y especias como condimentos en lugar de
comprar salsas ya preparadas. Perejil, menta, albahaca y cilantro tienen hierro,
calcio y vitaminas A y C. El hinojo y el cebollino tienen flavonoides y el ajo y la
cebolla, compuestos aliáceos.
Se puede consumir vino de forma moderada preferentemente acompañando a
las comidas. 1‐2 copas al día para los hombres y 1 copa al día para las mujeres.
Si usted no tiene costumbre de beber alcohol no empiece a beberlo y si está
embarazada, tiene algún problema de hígado o toma fármacos incompatibles
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con el alcohol, evite beberlo. Los niños y los adolescentes tampoco deben
beber alcohol.
Un complemento clave de la dieta mediterránea es la práctica de actividad
física regular de manera que se favorezca el mantenimiento de un peso
corporal adecuado, una forma física saludable y una sensación psicofísica de
bienestar. El trabajo en el campo o en la cocina implicaba actividad física
regular. Se recomienda que los adultos hagan media hora de actividad física
intensa al día y los niños y los adolescentes, una hora diaria.
Otros aspectos a tener en cuenta: la dieta se acompaña de una serie de
características propias de las zonas mediterráneas como clima benévolo,
respeto por la estructura familiar tradicional y el hábito de la siesta: dieta
mediterránea y cultura mediterránea. Cocina reposada, consumida en
compañía y sin prisas, compartiendo platos y conversación y cultivando la
amistad y las relaciones familiares.
Y para finalizar algo muy importante: esté atento a las cantidades, coma
raciones de comida más pequeñas, proporcionales a su edad y a su sexo. Los
niños tienen que comer menos que los mayores y las mujeres menos que los
hombres. Consulte nuestro documento “Cuidar las cantidades”.
Tendencias de la dieta mediterránea. ¿Una dieta en peligro de extinción?
Todos los países de la cuenca mediterránea están, en mayor o menor grado, dejando
de lado la dieta mediterránea tradicional.
Se está perdiendo el patrón mediterráneo por el aumento del consumo de productos
de origen animal y el descenso de los de origen vegetal, lo que implica una mayor
ingesta de calorías y grasas saturadas. Ha disminuido el consumo de fruta y ha
aumentado el consumo de carne. Los cambios en el patrón alimentario han
contribuido al aumento de los factores de riesgo de enfermedades crónicas:
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dislipidemias, obesidad e hipertensión y al aumento de enfermedades
cardiovasculares, diabetes y ciertos cánceres.
Comer fuera de casa con frecuencia, elegir comida rápida y, en general, utilizar
alimentos preparados por la industria alimentaria están acabando con esta dieta
tradicional tan saludable.
CONCLUSIONES
La globalización alimentaria y el cambio de valores culturales y del modo de vida
mediterráneo están dejando de lado la dieta mediterránea y sus excelencias
nutricionales para la salud a pesar de que esta dieta cada vez tiene mayor prestigio
entre la población y entre el mundo científico.
Recuerde que las claves de la alimentación de estilo mediterráneo son: comer variado,
usar productos frescos, consumir muchas verduras y frutas, bajar el consumo de
azúcar y grasas, moverse y comer en compañía disfrutando de la comida y de la
conversación. Y ¡no coma demasiado, ni sirva raciones grandes a sus hijos!
Nota: si quiere saber si la alimentación que está haciendo su familia está en la línea de la dieta mediterránea, rellene el CUESTIONARIO DE ADHERENCIA Modificado de DIETA MEDITERRANEA. Serra Majem. Nutrición y Salud Pública. Ed. Masson. Barcelona, 2006.