Diez minutos rojos

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DIEZ MINUTOS ROJOS

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DIEZ MINUTOS ROJOS

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Me encuentro en Rusia en la

plaza del puerto de Odesa el 29

de junio de 1905.

La gente se reúne en el puerto de

Odesa para darles comida a los

marineros para que se la

entreguen al Zar y a los altos

mandos del ejército.

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La Guardia Blanca llega a la

plaza para fusilar a la gente

del pueblo llano porque

esta gente se unió a los

marineros del acorazado

Potemkin para rebelarse.

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Fue horroroso al ver a la gente

correr a un lado y otro, la forma

como los de la Guardia Blanca

pasaban por encima de la gente que

no se encontraba bien y caía por

las escaleras.

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Los niños también fueron

atacados por el ejército del Zar

sin tener nada que ver con lo

que estaba ocurriendo. Y llegó

mi momento de correr y correr

sin parar hasta llegar a un sitio

donde me pudiera cubrir.

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Me sentía impotente de no

poder ayudar a los niños y ver

la desesperación de las

madres que querían salvar a

sus hijos. No podían porque el

ejército del Zar iba a por

todas. Puedo decir que no

estoy de acuerdo lo que hizo el

ejército del Zar, es algo

totalmente irracional.

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Llegué a ver a una mujer con

su bebé en un carricoche. La

mujer evitaba que la pillaran

con el hijo y que los fusilaran,

ella se enfrentó a la Guardia

Blanca para evitar que le

hicieran daño a su criatura.

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Mil veces quiso que la mataran a

ella antes que a su hijo y así fue,

la mataron y la criatura iba

rodando por las escaleras

protegida por el carricoche.

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Me pareció una experiencia

escalofriante, desesperante e

injusta a la vez porque todos los

del pueblo llano también

necesitaban expresar por lo que

estaban pasando.

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UN SALUDO

Marivik Katherine Córdova Cedeño