sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil...

210

Transcript of sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil...

Page 1: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 2: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 3: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 4: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

DELEGACIÓN MIGUEL HIDALGO

México, 2011

Page 5: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Primera edición, 2011

© Delegación Miguel Hidalgo Dirección Ejecutiva de Cultura Parque Lira No. 94, Col. Observatorio C.P. 11860 México, D.F.

© Los autores, por sus textos© Los fotógrafos, por sus imágenesPortada: Tacubaya, Cartagena, Casimiro Castro (Museo Soumaya)

Idea, investigación y dirección: José Alfredo Reynoso RuizInvestigación y redacción: Isabel Serrano L.Cuidado de edición: Angelika PlettnerCoordinación editorial: Carmen RoblesDiseño: Adriana RodríguezRetoque digital: Agustín EstradaEdición y producción: DGE | Equilibrista

ISBN: 978-607-95754-0-3

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso en México

Page 6: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Presentación 7

Prólogo 9

Tacubaya y sus quintas 13

Molinos 23

Portales 27

Casa Escandón Buch 33

Casa Barron 47

Casa Mier y Pesado 59

Casa De Teresa 79

Casa Escandón Escandón 101

Casa Rubín Escandón 111

Casa Mondragón 121

Casa Amarilla 133

El jardín de la Casa de la Bola 141

Casa de la Bola 157

Rancho de la Hormiga 169

Ex Arzobispado 181

Comentan los vecinos 193

Bibliografía 205

Contenido

Page 7: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 8: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

7

Presentación

T acubaya, población tranquila y apacible, suburbio campestre ideal para el descanso durante el virreinato y hasta el siglo xix, su paisaje enmarcado por la cadena de montañas que a lo lejos se dibuja, gozaba de una vista privilegiada sobre el valle

de México. Lo arbolado y lo fresco de la zona, así como sus fértiles tierras regadas por numerosas caídas de agua y su exuberante vegetación eran los distintivos de esta región, considerada entonces como una de las más bellas, prósperas y pintorescas de los alrededores de la ciudad de México. Tales atributos atraían las miradas de los visitantes de la ciudad y de los extranjeros, muchos de los cuales fincaron en esta zona sus residencias.

Tacubaya ha sido objeto de prolijos estudios a través de los años y, si bien ha sido contemplada por los estudiosos del tema desde diferentes ángulos y cuenta con una abundante bibliografía, resulta ser un venero difícil de agotar.

La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón de esta zona de rica y centenaria tradición, por medio de su Dirección Ejecutiva de Cul-tura, reúne en este trabajo a diversas voces, entre ellas, las de destacados cronistas, escritores e investigadores de la región que conforman una vi-sión conjunta y multifacética. Con ello se busca rescatar algunos aspectos de la vida cotidiana en Tacubaya en otras épocas y, por medio de entrevistas personales, se dan a conocer comentarios y anécdotas de vecinos que ob-servaron, y en ciertos casos vivieron, en alguna de las emblemáticas casas.

Tacubaya ha sido siempre motivo de orgullo para sus residentes, cu-yas familias, en muchísimos casos, han vivido por generaciones en este sitio y a lo largo de sus vidas han visto cómo han cambiado sus calles; cómo el “progreso” ha transformado radicalmente algunas de sus avenidas y barrios y, con tristeza, han observado también el deterioro que dicho progreso ha causado en algunas zonas.

Residentes al fin, que han enfrentado grandes retos como la trans-formación de su geografía, el crecimiento de su población y la fusión de otras costumbres, no por ello han perdido su sentido de arraigo. El orgullo que mantienen de ser tacubayenses, anhelando recuperar la dignidad y la belleza que antaño caracterizaba a su región y que gustosa-mente comparten en este trabajo, son vivencias y recuerdos que, de otra manera y al paso de los años, podrían ser olvidados.

Demetrio SoDi De la tijeraJefe Delegacional en Miguel Hidalgo

Page 9: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 10: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

9

Prólogo

Este verso, compuesto por una vecina de Tacubaya cuya mansión figura en este libro, jamás lo hubiera podido escribir ahora. No me refiero solamente al mal gusto de su estilo, acaso rescatable para algunas sensibilidades nostálgicas. No, me refiero sobre

todo a lo incluido en el conjunto del poema que ya no existe en Tacu-baya: golondrinas y ruiseñores, fresnos tembladores y yedras trepadoras, camelias y palomas, gacelas, bosques, selvas oscuras y lirios de los pensiles de Anáhuac.

Quintas de Tacubaya es un libro que recoge, salvo por una que otra que ha sobrevivido, el testimonio de esa zona que en otra época fue un vergel destinado a grandes mansiones de recreo, a “casas de placer” como se les llamaba en el siglo xviii. Un pueblo destinado al disfrute de los jardi-nes, entendiendo por jardín el concepto renacentista de diseñar ideas y formas en un espacio fértil, utilizando los elementos de la naturaleza de acuerdo a las creaciones de la imaginación.

La idea de asociar la ciudad con la naturaleza y el bosque la revive Leon Battista Alberti, humanista del Renacimiento que en el siglo xv, en los cenáculos de los Medici en Florencia, retoma la forma de vida de la antigüedad griega y latina y la plasma en su bello tratado de arqui-tectura y urbanismo De re aedificatoria (de las cosas de la edificación) que tanto ha circulado desde entonces por el mundo para materializar en las ciudades los ideales clásicos.

El primer virrey de México, Antonio de Mendoza, siempre consideró que el bosque de Chapultepec debería quedar conectado con la ciudad de México. Años más tarde, en Europa existiría el empeño de conectar el Bois du Bologne con París y el Parque del Buen Retiro con Madrid.

La capital mexicana se hallaba rodeada de pródigos espacios verdes. A un lado de la vieja ciudad, al poniente, se encontraba San Cosme, calza-da y pueblito con casas de campo magníficas, tales como la de Mascaro-nes, la de los Condes del Valle de Orizaba y otras, casi todas demolidas.

Con gran pompa se engalanaEl risueño Abril florido;

La aurora despunta ufana,Los pájaros en el nido

Al ver llegar la mañanaEntonan canto sentido

Isabel Pesado y de la LlaveDuquesa de Mier

Tacubaya, abril, 1881 1

Page 11: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 12: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

11

PRóLOGO

En los años novohispanos las casas eran de un solo piso, mirador, zaguán, patio y jardín, y se sucedían desde la Tlaxpana hasta San Agustín de las Cuevas (hoy Tlalpan). Así lo refiere el cronista franciscano fray Agustín de Vetancourt a fines del siglo xvii: “Todo lo más de la comarca, en cinco leguas en contorno está poblada de huertas, jardines y olivares, con casas de campo que los ricos de la Ciudad han edificado para su recreo: en San Agustín de las Cuevas, paraíso occidental, donde se compiten con gastos excesivos los dueños de las huertas, a cual más curiosa la tiene, con invenciones de agua que entretienen; …Cuyoacán, Mixquac y Tacubaya… donde las lomas, y quebradas en tiempos de verano son vistosas, con arroyos de agua tan sonoros, y florestas de flores campesinas.”2

No solamente las casas de campo eran pródigas en su riqueza natural sino también las huertas de los conventos, de donde la capital obtenía melocotones, peras, manzanas y membrillos, además de flores igual de exóticas, o más, que las de Xochimilco.

En suma, desde la época prehispánica hasta las primeras décadas del siglo xx, nuestra ciudad estuvo rodeada de un entorno ecológico ideal. De ello ofrecen testimonio: Zelia Nutall (estudiosa de los antiguos jar-dines indígenas); el citado Vetancourt; el viajero Gemelli Careri en el siglo xvii; Ignacio Carrillo y Pérez en el xviii; los autores del bello álbum litográfico México y sus alrededores, ilustrado por Casimiro Castro, dibu-jante excelso; Marcos Arroniz; Manuel Payno; Antonio García Cubas y otros muchos, por citar solo a unos cuantos cronistas y artistas que nos dejaron una idea de algo que fue realmente bello y sorprendente.

Este libro es un capítulo de esa historia del Valle de México que nos debemos los habitantes de esta capital y que corresponde a la última eta-pa de esas grandes casas y fincas que caracterizaron a poblaciones como Tacubaya hasta hace tres cuartos de siglo.

La historia de esas Quintas es interesante y digna de recordarse. En este libro son realizadas por brillantes historiadoras como Patricia Massé, Leo-nor Cortina y Concepción Amerlinck. Una de esas quintas, por ejemplo, en su día llamada La Floresta, terminaría convertida en hotel, manicomio y colegio de jesuitas antes de desaparecer por completo. Lo único que que-da de esas casas son las fotografías que aquí se publican: imágenes sobre papel, milagrosamente salvadas por algún curioso cronista del olvido.

1 “A mi sobrina Susana de Teresa y Pesado”, en “Dichas y Penas, Poesías” París, Garnier Herma-nos, 1908, p. 205.

2 Agustín de Vetancourt. Teatro mexicano, Tratado de la Ciudad de México, fol. 2.

Guillermo tovar De tereSa

Page 13: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Valle de México tomado en las lomas de Tacubaya José María Velasco (Colección particular)

Page 14: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

13

Tacubaya y sus quintasLa cuenca de México estaba rodeada por una serie de pueblos todos muy pintorescos y con un clima agradable, precisamente uno de esos pueblos era Tacubaya. Ubicado al sudoeste, a siete y medio kilómetros de la capital, ya existía desde antes de la llegada de los mexicas y siempre se caracterizó por ser una pequeña región amena.1L a región que hoy se conoce como Tacubaya ha tenido diversos

nombres: Tlacubaya, Atlacuihuayan y Atlacolayan son algu-nos de ellos. “Lugar donde da vuelta la barranca que conduce agua”, donde se “va por agua al río” o bien, según Manuel Pay-

no, Atlacolayan quiere decir “lugar en donde tuerce un arroyo”. Para An-tonio Fernández del Castillo en Tacubaya fue “donde se inventó el atlatl”.2

Las denominaciones son variadas, pero con excepción del atlatl o lan-zadardos, todas ellas están relacionadas con el agua, elemento emblemá-tico de Tacubaya: agua de manantiales, agua de los ríos que atravesaban la región, agua que era conducida por los acueductos. Posteriormente, esta región fue conocida con otros nombres, entre los que destacan San José de Tacubaya, Villa de Nuestra Señora de la Purificación de Tacubaya y Tacubaya de los Mártires.

Las inundaciones, las plagas y las pestes que tanto padecía la ciu-dad de México durante el virreinato y el siglo xix difícilmente se su-frían en Tacubaya. Su ubicación a mayores alturas y sus ríos y manan-tiales mantenían un ambiente sano, límpido y agradable para vivir confortablemente.

Desde antes que arribaran a ella los aztecas, Tacubaya había sido un refugio para los pueblos indígenas; la configuración de su terreno, en-tre barrancas y ríos, ofrecía un lugar seguro para ocultarse en época de guerra; y además de asegurar agua y animales para su sustento, los habitantes podían proveerse de materiales como piedras y varas para la construcción de armas, entre otras del atlatl.3

No obstante que Tacubaya había sido considerada como un espacio de población particularmente autóctona, poco después de la llegada de los españoles la región fue ganando popularidad entre los mismos pe-ninsulares, convencidos de su bondad. Tras la conquista de México a Hernán Cortés, Marqués del Valle de Oaxaca, le fueron cedidas varias poblaciones indígenas, entre las que se encontraba la Jurisdicción de Coyoacán, a la que pertenecía Tacubaya. El marquesado fue heredado por los descendientes de Cortés. Atlatl o lanzadardos

Page 15: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

14

Tacubaya y sus QuinTas

Durante los siglos xviii y xix la población indígena —concentrada principalmente en barrios como el de la Santísima Trinidad, Nonoal-co, Santo Domingo o San Miguel Culhuacatzingo (el más poblado)— alternaba con las familias peninsulares. De esta manera, Tacubaya fue ocupada por esas familias que se avecindaron y se convirtieron en due-ñas de haciendas, huertas y molinos. Estas fincas fueron utilizadas para sembrar diversos granos como maíz, frijol, trigo, cebada y cultivar una gran variedad de árboles frutales en sus huertas, donde se daban peras, li-mones, naranjas, manzanas, duraznos, ciruelas, chabacanos, higos, gra-nadas y membrillos. Era también importante la siembra de magueyes y la producción de pulque, así como el cultivo de viñedos y olivos, activi-dades que llevaron prosperidad y bonanza a la región. En especial, el vino y el aceite de oliva llegaron a tener gran popularidad dentro y fuera de esta zona.

La relación de Tacubaya con el agua fue determinante para la vida de sus habitantes. A mediados del siglo xvi el agua llegaba a la ciudad de

Valle de México desde el Molino del Rey, José María Velasco (Museo Nacional de Arte)

Page 16: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

15

Tacubaya y sus QuinTas

México por medio del acueducto de Santa Fe; posteriormente se reha-bilitó el de Chapultepec, que surtía a la fuente conocida como Salto del Agua en el centro de la ciudad de México.

No fue sino hasta principios del siglo xviii cuando Tacubaya pudo disfrutar de una fuente en la plaza Cartagena, gracias a la construcción de una cañería. El agua llegaba a la región procedente del río Tacu-baya (que nacía en la Sierra de las Cruces) y se utilizaba en los diver-sos molinos, como el de Santo Domingo, el de Valdés, el de San José, el de Abajo, el de Belem o el Molino del Salvador. Este último es cono-cido actualmente como Molino del Rey, en el cual existían un moli-no de harina y otro para moler pólvora, llamado Real Fábrica de Pólvora de Chapultepec, donde además se fabricaban cartuchos y cañones.

A pesar de haber sido escenario de violentos acontecimientos histó-ricos como las batallas que se libraron en el Molino del Rey y el Castillo de Chapultepec a causa de la invasión norteamericana; los enfrenta-mientos entre los liberales y conservadores durante la fratricida Guerra de Reforma; la masacre perpetrada contra médicos y enfermeras que atendían a heridos del bando liberal —episodio conocido como “Los Mártires de Tacubaya”—, y del primer conflicto entre México y Francia, La fuente del Salto del Agua, Casimiro Castro

Page 17: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

16

Tacubaya y sus QuinTas

popularmente llamado la “Guerra de los Pasteles”4, Tacubaya seguía considerándose un sitio tranquilo. La situación geográfica de esta re-gión proporcionaba seguridad a sus propios habitantes, puesto que era un sitio relativamente alejado de la capital del país, capaz de poder ofre-cer resguardo durante los tumultos y disturbios que se daban en el cen-tro de la ciudad de México.

Aquellos acontecimientos no lograron alterar en forma significativa la imagen que los tacubayenses tenían de su región. Así, se establecieron nuevos negocios para poder comercializar las diversas mercancías gracias a la extensión de la red ferroviaria y de su ubicación geográfica, al ser punto de partida hacia las ciudades de Toluca, Guadalajara, Morelia y del norte, centro y occidente de la república mexicana.

El clima de bonanza que imperaba entonces en muchas zonas del país se acentuó en Tacubaya. De esta forma, su pujante actividad económica

Lanceros galopando con dirección a Tacubaya.Chapultepec, John Phillips

(Colección particular)

Batalla entre el ejército mexicano y el norteamericano el 8 de septiembre de 1847.

Ataque al Molino del Rey, Carl Nebel (Museo Soumaya)

Page 18: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

17

Tacubaya y sus QuinTas

continuó generando mayores beneficios para sus habitantes, que se vie-ron favorecidos en general, acrecentándose así el gran arraigo que ya existía entre sus pobladores. Tal vez a eso se deba la frase: “Me vaya como me vaya, no hay mejor lugar para vivir que Tacubaya”.

Frances Erskine Inglis, nacida en Edimburgo en 1806 y más conocida como la marquesa Calderón de la Barca, casada con el marqués Ángel Cal-derón de la Barca, diplomático de la reina Isabel de Borbón, escribe varias cartas a su madre y a sus amigos durante su estancia en México (de octubre de 1839 hasta el 28 de abril de 1842). En una de ellas dice la Marquesa:

Tacubaya es una población dispersa, que posee algunas bonitas casas de campo y viejos jardines con fuentes de piedra. Al decir casa de campo, no debe entenderse, sin embargo, en la acepción que en inglés tiene esa pala-bra. De hecho, sólo se usa como un retiro ocasional durante los meses de verano (...). La de la Condesa de Cortina, que parece ser la más hermosa de Tacubaya, es notable porque desde sus ventanas se domina una de las más bellas perspectivas que pueden imaginarse en México: los volcanes y Cha-pultepec. En la azotea también se disfruta de una espléndida vista de todo el valle, y su jardín está muy cuidado; tiene una excelente mesa de billar y un piano, pero, sobre todo, se distingue por el agradable grupo formado por su propia familia, y por ser su casa la verdadera morada de la hospitalidad en donde las horas transcurren placenteras, sin echar de menos los muebles lujosos, que en México parecen estar reservados únicamente para las casas

Frances Erskine Inglis, marquesa Calderón de la Barca

El Valle de México desde Chapultepec, Casimiro Castro (Museo Soumaya)

Page 19: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

18

de la metrópoli. La Marquesa misma nos aseguraba que por dos veces había amueblado todo en su casa, pero como en el curso de dos revoluciones to-dos los muebles fueron arrojados por las ventanas y destruidos, decidió de una vez reducirse a le stricte nécessaire.5

Tacubaya poseía mansiones de descanso, iglesias, conventos, portales y acueductos enclavados en medio de una abundante vegetación —signo dis-tintivo de la región— y rodeados de amplios jardines muy bien cuidados.

El estilo arquitectónico europeo, sobre todo el francés, predominaba en las construcciones: techos inclinados con tejas de pizarra y mansardas, co-lumnas y escalinatas de mármol, aplicaciones de bronce forjado y muchos otros detalles que imprimían un toque de elegancia y distinción a esas casonas.

Los jardines con su desbordante vegetación, cuyos parterres floridos eran comparables a los de los palacios europeos; los huertos de olivos y fruta-les con hermosas fuentes coronadas por magníficas esculturas; los lagos y estanques; las verandas; las pajareras con aves multicolores; los inverna-deros de flores exóticas, los kioscos y terrazas de vitrales emplomados con-formaban el paisaje de esas opulentas quintas para deleite y admiración de moradores y visitantes.

Un camino circular, o rampa, daba vuelta a las casas para permitir el paso de los carruajes hasta la puerta, donde escalinatas flanqueadas por bellas esculturas daban acceso a la entrada principal. En la planta baja es-taban las cocinas, el office, los comedores familiares y el comedor “de visi-tas” que había sido decorado para lucir en todo su esplendor durante las

Magnífica panorámica donde se aprecian con particular detalle el recién abierto Paseo del Emperador y los acueductos de Chapultepec y la Tlaxpana.Valle de México desde el Castillo de Chapultepec, Francisco de Paula Mendoza (Colección Banco Nacional de México)

Page 20: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

19

recepciones que se ofrecían a distinguidos personajes de la época. En la planta superior se encontraban espaciosas habitaciones que estaban amue-bladas con exquisitez y delicadeza: alcobas con sus tocadores contiguos, cuyos cortinajes hacían juego con pesados cubrecamas (todo con el toque personal que le imprimía cada familia); taburetes, pequeñas mesas y se-cretaires de maderas preciosas con delicadas marqueterías; cortinajes; ajua-res e infinidad de figuras de porcelana y cristal de Bohemia.

En el área posterior de los edificios —separada por patios, pasadizos o corredores— se encontraban las dependencias para el personal de servi-cio y otras áreas como corrales, estanques, caballerizas y cocheras.

Había también terrazas, vestíbulos, salones de té, salas de juego y es-paciosas estancias principales que se abrían para dar cabida a los bailes y recepciones a los que asistía lo más granado de la sociedad mexicana de la época. El salón principal era el escenario perfecto para las reuniones de negocios, estrechar los lazos familiares y de amistad y, muy particu-larmente, para asegurar el sentido de pertenencia a esa clase privilegiada.

El lujo y el refinamiento del mobiliario y de la decoración era la expre-sión del savoir vivre de los propietarios: piezas hermosamente talladas, mue-bles de maderas preciosas con incrustaciones de bronce, marfil o concha; sillones tapizados con las más ricas sedas orientales; cuadros pertenecientes a las escuelas europea o mexicana así como alfombras orientales, plafones, candiles franceses, tibores, relojes, cajas de música, bibelots, vajillas y man-telería con el monograma de familia. Todo llevaba el sello de elegancia que correspondía al estilo de vida de esos prominentes personajes.

La Villa de Tacubaya, Casimiro Castro (Museo Nacional de Arte)

El carruaje se ha detenido a las puertas de una quinta para que los elegantes invitados asistan a una recepción (Hemeroteca Nacional de México)

CasaRubín EscandónEx Hacienda de la Condesa

CasaMier y Pesado

Portal deCartagena Convento de

San Diego

CasaEscandón Escandón

Casade la Bola

CasaEscandón Buch

CasaBarron Lira

CasaAmarilla

Ex ArzobispadoObservatorio Nacional

Page 21: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

20

Se ofrecían bailes espléndidos y suntuosas recepciones; cenas, al-muerzos y picnics; tardeadas, tamaladas, partidas de tenis, “noches orientales” y meriendas campestres o garden parties, así como un sinfín de activida-des organizadas con gran estilo por los anfitriones. Eran los espacios propicios donde familias distinguidas alternaban y tenían ocasión para lucir hermosos ajuares. Los visitantes eran agasajados con deliciosos bu-ffets, sofisticados platillos y viandas exquisitas; selectos vinos y champag-nes, especialmente franceses (recordemos que era afrancesado el estilo que imperaba en la época). Diferentes tipos de orquestas y grupos mu-sicales amenizaban las reuniones con piano, arpas, mandolinas, guita-rras y violines, instrumentos tocados con maestría que hacían las deli-cias de los asistentes. Las rifas, representaciones teatrales y la presentación de cuadros alegóricos protagonizados por bellas señoritas y apuestos jóvenes eran motivo de gran entusiasmo entre los concurrentes.

Los propietarios de las residencias campestres, por lo general, te-nían su domicilio permanente en el centro de la ciudad de México. Se trasladaban a sus fincas el fin de semana a descansar y durante el verano a disfrutar de las bondades del clima, la vegetación y las diversas activi-dades al aire libre que incluían, desde luego, el tenis, la equitación y la natación. Para construir esas fincas se habían elegido sitios que distaran pocos kilómetros de la ciudad con el fin de poderse trasladar a ellas con relativa facilidad. Los más favorecidos eran Tacubaya, San Agustín de las Cuevas o Tlalpan —como hoy se le conoce—, Coyoacán y San Jerónimo, cuyas generosas huertas producían abundantes frutos para delicia de sus habitantes y los de la ciudad de México.

Fachada de una mansión tacubayense con su rotonda de acceso para facilitar el tránsito de los carruajes (Hemeroteca Nacional de México)

Page 22: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

21

Tacubaya y sus QuinTas

1 Celia Maldonado. "Dos condesas en Tacubaya" en Tacubaya, pasado y presente I, p. 91.2 Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya, historia, leyendas y personajes, p. 58.3 Araceli García Parra y María Bustamante Harfush. Tacubaya en la memoria, p. 16.4 Conflicto originado por el incumplimiento del acuerdo llamado Declaraciones Provisionales,

que afectó a artesanos y comerciantes franceses de prestigio, muchos de ellos avecindados en Ta-cubaya, como en el caso del pastelero M. Remontel, cuyas reclamaciones enviadas a París fueron uno de los pretextos para justificar la intervención francesa de 1838.

5 Marquesa Calderón de la Barca. La vida en México, p. 71.

Especialmente en Tacubaya se levantaron poco a poco enormes y majes-tuosas casonas que, generalmente, se dejaban al cuidado de administra-dores, capataces, amas de llaves o gobernantas, encargados del buen fun-cionamiento doméstico y administrativo de la propiedad. Cuando la familia llegaba a pasar unos días, si lo permitía la tibieza de una tarde estival, podía detenerse unos momentos en el invernadero para contemplar alguna exó-tica flor o para cortar las rosas que decorarían los centros de mesa y algunos salones de la mansión. Las bancas a lo largo de los senderos invitaban al des-canso y el té los recibía en uno de los cenadores. En las mañanas soleadas los niños de la casa disfrutaban, bajo la mirada atenta de sus nanas, de la alberca o el tanque, como se llamaba entonces. Los invitados llegaban en carruajes y podían bajar con facilidad frente a la puerta principal de la mansión, seguir la rampa y dar vuelta a la rotonda primorosamente decorada con macizos de flores. Huertas, canchas de tenis, plantas y árboles por doquier se conjuga-ban para el disfrute de dueños e invitados de la “casa de Tacubaya”.

Programa de una obra teatral, escenificada por importantes personajes de la época (Colección particular)

Page 23: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 24: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

23

MolinosMaría BustaMante HarfusH

A lo largo del río Santa Fe-Tacubaya se establecieron más de siete molinos, que aprovechaban las grandes caídas de agua para mover las ruedas que molían trigo.

El primer molino —construido probablemente entre 1525 y 1529— lo establece Hernán Cortés aprovechando las virtudes que tenía su extenso territorio denominado “Marquesado del Valle”. Cuenta la his-toria que en un costal de arroz traído de España una persona encontró tres granos de trigo, de los cuales sólo uno germinó para después repro-ducirse en grandes extensiones de cultivo. Existe constancia de que para 1540 Cortés ya “exportaba el trigo molido a España y el Perú.”1

Los molinos más conocidos son: Molino de Belén de las Flores, Molino de Valdés, Molino de Santo Domingo y Molino del Rey, ubicados entre un camino de agua —el del río Tacubaya— y otro de tierra, mejor conocido como el camino a los molinos (hoy avenida Observatorio y Constituyen-tes), por donde iban las carretas cargadas de trigo a la molienda.

La historia de los molinos en las lomas de Tacubaya es apasionante y muestra la impresionante empresa que se formó alrededor de éstos.

Hay un listado importante de los distintos propietarios que tuvo cada uno de estos molinos y se sabe, incluso, que llegó a haber un monopolio cuando Juan Juárez llegó a ser dueño de todos ellos, con lo que fijaba la cantidad y el precio por moler el trigo. Esto generó numerosas protestas e inconformidades. Algo parecido sucedió cuando don Juan Ramírez de Cartagena, propietario del Molino de Belén de las Flores, explotó poco tiempo después el Molino de Valdés y el de Santo Domingo y sembró grandes extensiones de trigo.

Actualmente, las imponentes edificaciones se pierden entre las ba-rrancas y el crecimiento de la ciudad y, lamentablemente, ninguno de los molinos es un museo de sitio. Por una parte, el Molino del Rey aloja oficinas presidenciales dentro del conjunto del Rancho de la Hormiga (hoy Los Pinos); el Molino de Santo Domingo —que debe su nombre a los dominicos de Tacubaya cuando fueron los dueños— está ocupado

Canales de agua en el Museo Casa de la Bola (María Bustamante Harfush)

Molino de Santo Domingo (J. A. Reynoso)

Page 25: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

24

molinos

actualmente por viviendas privadas de lujo, localizadas en las trojes, la ca-pilla y el propio molino adaptado en distintos departamentos; y el Molino de Belén de las Flores, el más amplio de todos, actualmente es un anexo de las oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, que se ha dado a la tarea de restaurarlo y adaptarlo a sus nuevas necesidades, pero que es prácticamente imposible de visitar.

La gente acaudalada de la ciudad de México, que en un principio construyó su quinta de veraneo al inicio de la loma de Tacubaya, con la llegada de los tranvías eléctricos fijó su residencia permanente en esas casas. Éstas eran una continuidad de jardines y huertas regados por las desviaciones del río que corría, pendiente abajo, por los canales realiza-dos ex profeso y que permitían la irrigación de árboles frutales, olivos y especies vegetales traídas de Europa.

Constancia de estos canales que conducían parte del agua del río Tacubaya se puede ver en el jardín del actual Museo Casa de la Bola, perteneciente a la fundación cultural que dejara don Antonio Haghen-beck y de la Lama, su último propietario. La restauración realizada en años recientes muestra cómo funcionaban los canales de riego y cómo el río entraba en las grandes propiedades privadas para desembocar, final-mente, en lagos todavía existentes.

Molino de Belem de las Flores, uno de los más grandes establecidos

en las lomas de Tacubaya Litografía de G. Rodríguez

Page 26: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

25

molinos

ProBlemaS De aGuaA pesar de la abundante existencia de agua en la zona, el establecimiento de los molinos redujo mucho la llegada de agua potable a la población de Tacu-baya y a la ciudad de México, lo que causó numerosas demandas y peticiones de los pobladores para que se les proveyera de una “naranja” de agua, o un “limón”, o al menos una “paja” para poder obtener el vital líquido.

El barrio de El Chorrito es el ejemplo más claro de cómo la gente, desesperada por obtener agua, perforaba parte del acueducto de Santa Fe para extraer un chorrito de agua. Esto provocaba que constantemente tuviera que ser reparado por las autoridades y se emitieran ordenanzas, multas y reglamentaciones para evitar los abusos en la toma de agua.

No es sino hasta 1806 cuando se le da una “naranja” de agua (equiva-lente a 64 litros por segundo) a la población de Tacubaya, construyendo dos fuentes públicas en el Barrio de la Santísima y en la Plaza de Carta-gena, cerca de la Alameda Central.

No es de extrañar que para 1898 se creara en Tacubaya “una oficina municipal, la primera de ese género en el Distrito Federal, de aquella épo-ca, denominada Dirección de Aguas y Obras Públicas, cuya función era la de atender las crecientes demandas del vecindario sobre provisión de agua potable y otros servicios como los de drenajes y atarjeas.”2

1 Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya: historia, leyendas y personajes, p. 137.2 Archivo Histórico de la ciudad de México, Fondo Ayuntamiento de México, Ramo: Gobierno

del Distrito, Aguas, Volumen 1323, Expediente 1268. Tomado del artículo de Salvador Ávila González, “Expansión Urbana y problemática hidrológica: Tacubaya 1880-1920”, en Tacuba-ya Pasado y Presente II, pp. 113.

Molino de Santo Domingo (J. A. Reynoso)

Page 27: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Portal de la Magdalena (izquierda), ubicado al pasar el puente sobre el Río Tacubaya, en el Antiguo Camino a Toluca. Al fondo, el Portal de Cartagena.Villa de Tacubaya tomada a ojo de pájaro sobre el camino a Toluca, Casimiro Castro

Page 28: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

27

PortalesMaría BustaMante HarfusH Así como los castillos y casas señoria-

les de la nobleza europea, necesitaban para ser completos de un parque y un jardín, así también las ciudades cuando llegan a cierta extensión y antigüedad, necesitan de sus grandes parques y de sus grandes jardines para que la población vaya a olvidar la turbulencia y fatiga de la ciudad, y a recobrar nueva vida con aire puro y embalsamado de los campos.

Manuel Payno, 1856L a villa de Tacubaya en su época de oro (siglo xix y principios del xx) tenía varios portales que caracterizaban el paso a tra-vés de importantes cruces de vialidades y que significaban un importante referente para el viajero.

Algunos de estos portales tenían por objeto abastecer a la gente que emprendería un largo viaje hacia Morelia o Guadalajara, así como a Mix-coac, San Ángel y Tlalpan. El Portal de Cartagena y el de la Magdalena tenían este fin. Debajo de sus arcadas, para dar sombra y protección, se localizaban importantes tiendas de abarrotes que ofrecían granos de frijol, arroz, un jabón o una vela, así como sarapes, cuerdas y ruedas de carreta entre una infinidad de objetos y alimentos para el transeúnte.

Portal De la maGDaleNaEn un principio tenía un solo nivel y posteriormente se le construyó un segundo. A él “llegaban diligencias y carros, que podían descargar có-modamente sin que en caso de lluvia se mojara la mercancía; los comer-cios eran muchos, ahí había pulquerías, tabernas, tiendas de abarrotes, tlapalerías, carnicerías y posadas de mala muerte”.1

Portal De CartaGeNa Sin duda fue el Portal de Cartagena —llamado así en honor al exitoso em-presario y propietario del Molino de Belén de las Flores— el más distintivo en Tacubaya, ya que además de estar muy bien surtido, se localizaba en el corazón principal del pueblo. Su predio se localizaba en el entronque de la Calle Real (avenida Jalisco) y la calle de Torres Torrija o Camino a Azcapotzalco (Parque Lira), donde actualmente hay un gran almacén. Además era la central comercial a donde llegaban las paradas de los tran-vías de mulitas y eléctricos. Por si fuera poco, estaba enfrente de la Plaza de Cartagena (hoy Plaza Charles de Gaulle), una de las más atractivas y transitadas de la época por ser el centro de reunión social, comercial y de diversión ya que se encontraban diversos tívolis a su alrededor.

Page 29: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

28

portales

Ahí, la gente se surtía de todo lo indispensable: “frutas, verduras, se-millas, pan, carne, ollas, cazuelas, anafres, sombreros, rebozos, calzones y zapatos. De todo y para todos.” Ahí se conjugaban puestos de madera, tenderetes improvisados, vendedores ambulantes y alguno que otro gri-tón, vocero de las ofertas.

Desde los balcones del portal “se veía el constante tránsito de carros, recuas y jinetes, cargadores, tortilleras, pulquerías y comerciantes en pe-queño; unos iban o venían hacia el camino de Toluca o el de Nonoalco, barrio de Mixcoac; otros concurrían a los mesones que estaban por el ba-rrio de Huichilac y otros entregaban su mercancía en los comercios de la plaza”.2 También llegaban los jugadores a la plaza de Cartagena3 “corazón de Tacubaya, es decir, sitio de reunión, de paso y de comercio.”4

Todos sus habitantes participaron en el arreglo de esta plaza con un hermoso jardín, mejor aún que el de la Alameda, como nos cuenta

Entronque de la Calle Real y la calle Torres Torija en su continuación hacia el Antiguo Camino a Toluca. Los tranvías eléctricos hacían su parada frente al Portal de Cartagena (Fototeca del inaH)

Page 30: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

29

portales

Manuel Payno: “La plaza, que desde hace poco solamente tenía una cal-zada de fresnos, se ha convertido en una pequeña pero primorosa ala-meda, con su fuente en el centro y sus jardines plantados con flores y arbustos, cuyo cultivo está a cargo de algunas familias que se hallan radi-cadas en la población. En las noches, un alumbrado, aunque en menor escala, superior al de México, da a esta población un aspecto severo a la vez que agradable, como lo tienen todas las poblaciones mixtas, que participan de la elegancia de las ciudades y de la rusticidad del campo.”

Con la construcción de la línea 1 del Metro a finales de los años se-senta, el Portal de Cartagena y todo a su alrededor fue demolido para generar los accesos que se conocen actualmente de la estación Tacubaya, lo cual significó un gran detonante para la demolición radial de todo su entorno. No tardaron en desaparecer gran parte de las construcciones Portal de San Juan (Fototeca del inaH)

Page 31: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

30

portales

aledañas y convertirse en lo que hoy conocemos como una de las zonas más transitadas y conflictivas de la ciudad de México.

Portal De SaN juaNHubo además otros portales que eran verdaderos centros de conviven-cia, como el portal de San Juan, donde se localizaba una fuente comu-nitaria para ir a acarrear el agua para las casas que aún no contaban con agua corriente en tuberías directas. Eran sitios de encuentro, un lugar de uso público al cuidado de todos, donde el agua brotaba sin parar y des-pues en horarios específicos. Ahí se veía al cargador de cubos de agua, al organillero, al vendedor de chichicuilotes y a la gente del barrio.

La arquitectura era simple pero digna, con elementos decorativos clásicos como guirnaldas y coronas. Verdaderos elementos para realzar la condición humana y la importancia del agua.

Portal De laS FloreS Se encontraba en el camino a Mixcoac y San Ángel. Era mejor conocido como el Camino del Calvario, debido a que conectaba distintos conven-tos e iglesias. Este portal quedaba frente al atrio de la iglesia del convento de Santo Domingo y enmarcaba el acceso a la Alameda de Tacubaya, una extensa y frondosa arboleda que todavía permanece, cercana a la esta-ción Tacubaya del Metro y a la actual avenida Revolución.

Era un precioso parque con fuente y columna conmemorativa a los que combatieron en 1847; ahí también se localizaba el “depósito de tranvías que iba hacia San Ángel”.5 Para muchos era la edificación que simbolizaba el fin de la villa de Tacubaya, ya que pronto se cruzaría el puente de la Morena, para pasar el río Tacubaya y continuar hacia otras villas a través de campos sembrados.

Era de particular importancia la Feria de las flores que se celebraba anualmente: una especie de concurso similar a “la flor más bella del ejido”, donde se postulaban mujeres hermosas con tocados de flores naturales provenientes de los extensos jardines y huertas de la zona. Este portal fue demolido para la ampliación de la avenida Revolución.

Sin duda, las plazas han sido uno de los puntos más afectados por las transformaciones de la ciudad, de tal forma que éstas, junto con los portales y alamedas con sus hermosas arboledas, arcadas y rincones que embellecían a Tacubaya, actualmente sólo pueden ser observadas en fo-tografías antiguas.

Page 32: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

31

portales

1 Antonio Fernández del Castillo.Op. cit. p. 439.2 Idem.3 Cuenta Guillermo Tovar de Teresa que la plaza debe su nombre a don Juan Ramírez de Carta-

gena, quien en el siglo xviii arrendaba molinos y molía trigo en Tacubaya.4 María Bustamante Harfush y Araceli García Parra. Tacubaya en la memoria, p.69.5 Emil Riedel, Practical guide of the city and valley of Mexico, pp. 121-392.

El Portal de las Flores en la Alameda de Tacubaya sobre la calle del Calvario, hoy avenida Revolución (Fototeca del inaH)

Page 33: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Manuel Escandón Garmendia

Page 34: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

33

Casa Escandón Buch

Esta espectacular quinta situada en Tacubaya, en un gran predio que abarcaba desde la calle de Cartagena (hoy avenida Parque Lira) y se extendía sobre la actual avenida Observatorio, per-teneció en un principio a Manuel Escandón Garmendia. Más

tarde pasó a formar parte de los bienes de su hermano Antonio y final-mente fue otorgada a la hija de éste, María Escandón de Buch.

La elegante residencia que se destacaba entre espléndidos jardines de altísimos fresnos, chopos, cipreses y pinos fue famosa por la magnificen-cia de la construcción, la belleza de los jardines y por haber sido escenario de algunas de las más suntuosas recepciones que tuvieron lugar en la so-ciedad mexicana de la época, así como por la exquisita hospitalidad de los anfitriones. En un principio esta propiedad fue conocida como la Casa Escandón, más tarde se denominaría Casa Buch.

Manuel Escandón nació en Orizaba en 1807 y fue el quinto de una numerosa familia. Su padre, Pablo Escandón y de Cavandi, natural de Cantabria, y la madre, Guadalupe Garmendia y Mosqueira, descen-diente de una prominente familia de Jalapa, contrajeron nupcias el 5 de mayo de 1799. Pablo se dedicó a diversos negocios y llegó a alcanzar una muy destacada posición social y económica entre la sociedad orizabeña, lo que le permitió enviar a sus hijos a estudiar a Francia e Inglaterra. Años más tarde su hijo Manuel se trasladó a vivir a la ciudad de México y con el tiempo llegaría a ser, gracias a su inteligencia, a su espíritu empresarial y a su participación en una extensa y diversificada gama de negocios, uno de los más importantes y acaudalados empresarios del siglo xix.

La actividad de Manuel Escandón Garmendia fue muy intensa y varia-da, especialmente en los ramos textil, tabacalero, minero y de transporte. Su participación en este último fue decisiva para el desarrollo del país. In-tervino también en la construcción de varias carreteras y algunos edificios.

Entre las diversas acciones promovidas por Manuel Escandón en re-lación con los transportes, está su inicial participación en la formacion, en 1833, de una sociedad de operación de diligencias llamada Compañía

Page 35: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

34

casa escandón buch

del Establecimiento de Diligencias, que posteriormente fue totalmente suya. Con ella atendía, entre otros, el trayecto México-Veracruz, que hasta entonces había estado a cargo de un irlandés llamado Jorge Coyne y de los norteamericanos Nathaniel Smart y Jacobo Renewalt. Más tarde fue denominada Sociedad Manuel Escandón & Cía.

A mediados del siglo xix Manuel se perfilaba como uno de los hom-bres más influyentes de la época y, al desarrollar una intensa actividad en varios campos, fue adquiriendo un lugar cada vez más destacado en la sociedad mexicana. Tan importante fue este empresario que el escritor Manuel Payno lo menciona en Los Bandidos de Río Frío como

banquero, propietario, agricultor, fabricante, empresario en su principio de la línea de diligencias, minero, financiero, ¿qué no era Escandón en esa vía de actividad y de ingenio, para ganar dinero y abarcar las más atrevidas empresas?1

Mina Real del Monte, Eugenio Landesio (Colección Banco Nacional de México)

Page 36: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

35

casa escandón buch

De igual manera realizó variadas y exitosas incursiones en el rubro mi-nero. Cuando en 1849 la compañía que operaba la mina de Real del Monte se declaró en bancarrota, ésta fue comprada por él, en sociedad con otros inversionistas como Nicanor Beistegui, Edwin C. MacKintosh y el señor de la Roche, con el nombre de Compañía Aviadora de Minas de Real del Monte. Después de haber introducido los métodos de extracción más modernos se empezaron a ver los resultados, puesto que dieciocho meses después de la compra en esa mina fue encontrado uno de los ya-cimientos más ricos de la zona. También fue propietario de otras minas ubicadas en Oaxaca, Zacatecas y Jalisco.

Manuel se asoció con su hermano Antonio, quien era también un destacado hombre de negocios, y juntos obtuvieron la concesión para la construcción del ferrocarril que debería conectar a la ciudad de Méxi-co con el puerto de Veracruz. Su realización fue determinante para la economía nacional. Anteriormente, hacia 1837, ya había sido otorgada una primera concesión, que según se tenía proyectado, debería conti-nuar hasta el Océano Pacífico. Sin embargo, la obra no llegó a realizarse hasta veinte años después, cuando le fue concedido a los dos hermanos Escandón el derecho de tender esa línea.

Debido a los difíciles acontecimientos políticos y sociales que sacudie-ron al país a mediados del siglo xix, la obra que se requería para los ferro-carriles no pudo iniciarse de inmediato. No fue sino hasta 1864 cuando la

Dada la espectacularidad de la vista y de la prodigiosa ingeniería del puente de Metlac, el ferrocarril acostumbraba detenerse para que descendieran los pasajeros a admirar el paisaje

Page 37: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

36

Compañía Limitada del Ferrocarril Mexicano inició la primera parte del proyecto, lo que no pudo ver Manuel Escandón ya que murió en 1862. Este proyecto marcó un hito en la historia del ferrocarril.

El ferrocarril México-Veracruz tuvo un costo de cuarenta millones de dólares e incluyó la edificación de importantes obras de ingeniería como los puentes de Metlac, La Soledad, Chiquihuite, Ríoseco, Atoyac, San Juan de Dios, San Alejo, Ojo de Agua, Sumidero y viaducto de Wimer, así como extensos túneles que atravesaban la sierra. Finalmente, la línea fue inaugu-rada por el presidente Sebastián Lerdo de Tejada en enero de 1873.

Manuel y Antonio establecieron asimismo diversas relaciones comer-ciales como la sociedad que formaron con Isidoro de la Torre, que había sido apoderado legal de Manuel para comprar la Hacienda de Buena-vista. Esta propiedad finalmente fue dividida y los hermanos Escandón dedicaron su parte para edificar la Estación de Buenavista, que sería la terminal del ferrocarril México-Veracruz. De la Torre, en cambio, dividió su parte en pequeños predios para que pudieran ser comprados por obreros y de ahí surgió Santa María la Ribera, fraccionamiento que también fue inaugurado por Lerdo de Tejada.

Al mismo tiempo que Manuel Escandón se relacionaba con los más altos círculos políticos, diplomáticos y empresariales continuó diversifi-cando aún más sus inversiones. Las manejó con gran éxito y, como resul-tado, consolidó una considerable fortuna, posiblemente una de las más cuantiosas del siglo xix. Como era costumbre entre las personas acaudala-das de entonces, Manuel Escandón era propietario de diversos predios, tanto en la capital como en el interior del país. Entre otras propiedades,

Cañada de Metlac, José María Velasco (Museo Nacional de Arte)

El ferrocarril en la cañada de Metlac, 1886, Adolfo Tenorio (Colección particular)

Page 38: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

37

su residencia principal se ubicaba en el centro de la ciudad de México, en la Plaza Guardiola, a un lado de la Casa de los Azulejos, en la antigua 1ª Calle de San Francisco.

La mansión fue conocida como el Palacio de Guardiola, donde Ma-nuel residió hasta su muerte. Posteriormente el inmueble pasó a manos de su hermano Vicente, arquitecto de profesión, formado en Europa y con estudios especializados en Roma y Florencia. Éste edificó en ese mismo espacio una nueva residencia que sería habitada por él mismo hacia 1875, y que fue emblemática de la forma de vida que llevaban al-gunas opulentas familias mexicanas de la época.

Aunque para la familia Escandón continuó siendo la Casa de Guardio-la, el inmueble llegó a ser conocido popularmente como la “Casa de los Perros”, ya que en la azotea fueron colocados, como remate, las esculturas de dos leones y dos perros y, sin que se explique exactamente la razón de esta preferencia, pronto los caninos predominaron sobre los felinos. A mediados del siglo xix Manuel Escandón encargó la construcción de una casa de campo en un predio de cincuenta y cinco mil metros en Ta-cubaya. Al poco tiempo de haber sido edificada ya era posible trasladarse a esa zona en ferrocarril, según refiere Antonio Fernández del Castillo “el 1° de enero de 1858, con gran expectación y júbilo de los tacubayen-ses, llegó el primer ferrocarril de tracción animal a la Ermita”.2

Se consideraba un gran honor ser invitado por su anfitrión a esa her-mosa quinta de descanso de Tacubaya, oasis de tranquilidad en el que el lujo y confort eran un regalo para los visitantes. La casa de la familia Escandón, “hermosísimo palacio rodeado de jardín y éste protegido por una tapia, suplida al frente por una verja fija sobre una base de mampostería”3, se distinguía por la suntuosidad y elegancia de sus líneas, lo que motivó que plumas tan destacadas como la de Ma-nuel Payno se ocuparan en describirla:

La entrada es por una elegante portada con su puerta y su enverjado de hierro. A la izquierda está una casa rústica y pintada de encarnado, como las que se encuentran en las campiñas de Inglaterra. Una calzada de chopos y de fresnos ya muy crecidos, y que presentan un aspecto entre sombrío y majestuoso, conduce hasta un extenso terrado circular, donde está cons-truida la casa.

Un peristilo corintio, con su enlosado de mármol de Génova, sostiene el segundo cuerpo de la casa. Las entradas, por los lados izquierdo y de-recho, la forman dos pórticos también corintios. En la espalda, y unidas solamente por un pasadizo, se encuentran las habitaciones para los criados, las caballerizas y las cocheras.

La plazuela de la Guardiola, Casimiro Castro (Museo Nacional de Arte)

Plazuela de Guardiola (Fototeca del inaH)

Calzada de acceso de la calle de Cartagena a la casa Escandón (Colección particular)

Page 39: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

38

casa escandón buch

En el interior, el patio está cerrado con una cúpula de cristal, y unas co-lumnatas de cantería, estucadas primorosamente, sostienen cuatro alas de portalería y corredores. El salón, comedores, billar, antesala y cocina están al estilo inglés, en el piso bajo. Las recámaras, baños y tocadores, todo con su debida separación e independencia, están en el piso alto. El patio sirve de una especie de elegante foyer, alumbrado en las noches por un candela-bro de bronce dorado, que sostienen tres figuras del tamaño natural.4

Continúa Payno relatando que el señor Escandón había adquirido

la galería perteneciente al señor conde de la Cortina, que es la más abun-dante y completa de las colecciones que existen en la República. Tiene en verdad algunas pinturas anónimas de poco mérito; pero en compensación posee algunas originales de Pablo de Céspedes, Alonso Cano, Cabrera, Te-nard, Gerardo Dow y otros, y muy buenas copias de Rafael, Tiziano y Co-rregio. Es una pérdida para el arte que no estén colocados esos cuadros por su orden histórico en una galería especial.5

En el jardín, con abundante vegetación primorosamente cuidada, había senderos resguardados por árboles —chopos en su mayoría—, bancas, quioscos, un invernadero con orquídeas y gran variedad de flores, así como espacios para jugar a los bolos, al tiro al blanco, a los carritos y ha-bía hasta un tren de caballos. Una gran pajarera albergaba aves exóticas que el visitante contemplaba con deleite; cisnes, patos y ánsares nadaban en un estanque cercano.

De dos pisos, las líneas de la casa eran sobrias y elegantes. Destacaba un pórtico circular en el que alternaban los enverjados de hierro con las columnas de cantera. Decorados en su mayoría al estilo inglés, en el pri-mer piso se hallaban los distintos comedores y diversas salas, incluyendo

Casa EscandónPaisaje con casa, José Jiménez

(Colección Banco Nacional de México)

Vestíbulo de la Casa Escandón, escenario de múltiples fiestas y recepciones. El monumental candelabro se encuentra actualmente en el Museo Ex Hacienda de Santa Mónica (Colección particular)

Page 40: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

39

una de billar, así como varios salones con espejos, vitrales emplomados y mobiliario importado casi en su mayoría de Europa. Pinturas espléndi-das pertenecientes especialmente a las escuelas italiana, francesa y espa-ñola decoraban los muros. En esos espacios, amueblados y encortinados con gran lujo, don Manuel recibía a sus invitados.

La cocina y las demás áreas de servicio se encontraban al fondo de la casa y, más atrás, a través de un patio interior, podía llegarse a las caba-llerizas, bodegas y otras dependencias. En cambio, en el piso superior, se encontraban las alcobas y algunas salas pequeñas, vestidores, baños y otras habitaciones dedicadas al arreglo personal.

Al recibir alguna invitación de la familia Escandón la sociedad mexi-cana de la última mitad del siglo xix comenzaba a sentirse inquieta. Ha-bía que reservar la fecha, preparar el atuendo apropiado, elegir la tela, los modelos, el abanico, las zapatillas, en fin, todo el ajuar que las damas lucirían en la cena o en la tamalada que ofrecerían los Escandón. Y por supuesto, no faltaba la descripción de esos grandes acontecimientos en la prensa de la época, leída en su tiempo con avidez. Muchas líneas ocu-paron las crónicas sociales aparecidas en periódicos como El Mundo Ilus-trado, El Universal, El Tiempo, El Imparcial, por mencionar sólo algunos de los más importantes de entonces.

Manuel Escandón falleció en 1862 sin dejar descendencia y su gran fortuna fue dividida según sus instrucciones expresas. Poco antes había redactado su testamento en el que había nombrado albaceas a su her-mano Antonio Escandón y a su sobrino Alejandro Arango y Escandón, hijo de su hermana Guadalupe. Éste último habría de destacar como fundador de la Academia de la Lengua. Manuel les heredó las dos terce-ras partes de sus bienes, mientras que la otra tercera parte sería dividida entre el resto de los hermanos.

Perspectiva desde el jardín de la Casa Escandón y el invernadero(Colección particular)

Page 41: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

40

casa escandón buch

Según consta en el Informe del Lic. D. Indalecio Sánchez Gavito ante el Señor Juez 5° de lo Civil, Lic. D. Alonso Rodríguez Miramón, “don Manuel Escandón otorgó su testamento en esta ciudad, ante el Escribano don Ramón de la Cueva, el 1° de junio de 1862 y el día 7 del propio mes y año dejó de existir, a los 54 años de edad, después de una vida de lo más laboriosa que imaginarse pueda.” El documento pone de manifiesto el interés de don Manuel por su país, puesto que

varias veces atravesó el océano, en una época en que eran estos viajes tan difíci-les y arriesgados y en todos ellos se afanaba por averiguar y estudiar qué nuevas industrias y qué mejoras podría implantar en su patria que tanto amaba. Sus trabajos y desvelos trajeron no pocas mejoras a su país y acrecentaron también su fortuna. Asimismo, don Manuel Escandón declaraba que, entre otros mu-chos asuntos resueltos, había liquidado la testamentaría de su padre don Pablo; e hizo además una serie de recomendaciones a su familia ya que, según sus pro-pias palabras: “Mi mayor empeño durante mi vida ha sido mantener unida a mi familia y conservar en ella sentimientos de amor y verdadera cordialidad, ha-ciendo gustar a mis hermanos y sobrinos los placeres de la vida doméstica y pre-sentándoles un ejemplo práctico de las ventajas que produce la unión fraternal. En este papel, en que encontrarán todos un nuevo testimonio de mi afecto, les recomiendo encarecidamente que después de mi fallecimiento sigan viviendo como hemos vivido hasta aquí, formando todos una sola familia, ayudándose recíprocamente, y prestándose cuantos servicios mutuos les sean posibles.6

Don Antonio Escandón cumplió cabalmente las disposiciones de su hermano Manuel y continuó la exitosa trayectoria emprendida por ambos años atrás. Antonio, con la aguda visión empresarial que había demostrado desde joven, ocupó un sitio preponderante en las empresas heredadas a la muerte de Ma-nuel y en otras que inició él mismo. Continuó siendo uno de los hombres de negocios más importantes del país. Sus principales intereses siguieron siendo las comunicaciones, en especial los ferrocarriles, así como la minería, la comercialización de productos agrícolas y las inversiones inmobiliarias.

Vista del lago con la Casa Escandón al fondo (Colección particular)

Comedor familiar (Colección particular)

Frondosos árboles enmarcan el puente sobre el lago de la Casa Escandón(Colección particular)

Page 42: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

41

casa escandón buch

Uno de sus principales intereses fue embellecer y realizar mejoras en varios sitios de la ciudad de México. Donó, aportando recursos propios, un monumento a Cristóbal Colón, que fue ubicado en una glorieta del Paseo de la Reforma. Dicho monumento, obra del escultor José Carlos Cordier, tiene una placa que indica:

“Christophoro Columbo, Hoc Eeternae Admirationis Testimonium Erigi Urbis Mexicanae Offereri Voluit.

Antonius Escandon.Anno MDCCCLXXV”.

Alejandro Escandón Arango, sobrino de Antonio, sugirió que el almi-rante homenajeado fuera acompañado por esculturas de cuatro evange-lizadores: Fray Juan Pérez de Marchena, Fray Diego de Deza, Fray Tori-bio de Benavente y Fray Bartolomé de las Casas, idea que se materializó en el monumento que aún puede ser admirado hoy en día.

Entre otras propiedades que se especificaron en el testamento de don Manuel, la casa Escandón de Tacubaya fue heredada a Antonio, quien continuó dando vida a la mansión. De esa manera, las recepciones or-ganizadas por la familia Escandón siguieron ocupando durante mucho tiempo las páginas de sociales de los periódicos y revistas de entonces. Por ejemplo, Clementina Díaz de Ovando, en su libro Invitación al baile, hace referencia a la crónica “Una tarde en el campo”, publicada por Vicente García Torres, alias Tancredo, en El Monitor Republicano, donde relata una fiesta celebrada por la familia Escandón en su casa de descanso en Tacubaya. La autora reseña la tamalada y el baile celebrados el 25 de enero de 1873, uno de los acontecimientos más brillantes de la temporada:

Entre la pálida luz artificial y la débil luz crepuscular, terminó la fiesta cam-pestre, y los convidados se dirigieron a los salones de baile. Entonces comenzó la verdadera fiesta. Los tamales sólo habían sido un pretexto. Un baile en toda regla era el verdadero motivo de aquella reunión. Las damas se despojaban de

Estatua de Cristóbal Colón sobre Paseo de la Reforma

Page 43: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

42

casa escandón buch

sus sombreros y abrigos; los caballeros hicieron otro tanto y el baile empezó, animado, alegre y bullicioso... Los salones, aunque bastante amplios, rebo-saban torrentes de luz y ostentaban bellas y aromosas flores, los horizontes de luz y de poesía, y las olas brillantes de purísimo y embalsamado ambiente, formaban una atmósfera de amistad, de amor y alegría, arrebatando el ánimo y elevándolo a las fantásticas regiones representadas por las Mil y Una Noches con todo el colorido de la poesía oriental.7

Esa tamalada, como seguramente tantas otras reuniones, fue presidida por el retrato de don Manuel que se encontraba en uno de los salones, a cuya memoria tributaban “un culto cariñoso y merecido sus dignos herma-nos”, según Orfeo, que era el seudónimo del periodista Lorenzo Elízaga.

Antonio Escandón Garmendia murió en 1877 y su esposa Catali-na Barron y Añorga tres años después. Cabe mencionar que de los seis hijos de este matrimonio los tres varones, Pablo, Manuel y Eustaquio, fueron medallistas olímpicos. Ellos obtuvieron la primera presea de plata para nuestro país, el 20 de junio de 1900, al competir en polo en la II Olimpiada celebrada en París.

Guadalupe, la mayor de las hijas, recibió como parte de su herencia una quinta de la cual se hablará posteriormente en este libro. La Casa Escandón de Tacubaya pasó a manos de la menor de las hijas, María, quien contra-jo matrimonio con Manuel Buch Echeverría en mayo 1896. La otra hija, Carlota Maximiliana, se casó en París con Felipe Juan Falcó y Osorio

Antonio Escandón con su esposa, Catalina Barron, y sus hijos Pablo, Eustaquio, Manuel, Guadalupe, Carlota Maximiliana y María (Colección particular)

Participación de casa de Manuel Buch y María Escandón de Buch al retornar de su luna de miel (Colección particular)

Vista de la casa con la afrancesada mansarda añadida por el matrimonio Buch Escandón (Colección particular)

Page 44: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

43

casa escandón buch

(VIII Duque de Montellano, IX Marqués de Castelmoncayo, Grande de España y Maestrante de Valencia) el 19 de noviembre de 1891 y residió per-manentemente en Europa. Asistió a dicha boda la ex reina de España, Isa-bel II, madre del rey Alfonso XII, acompañada de la infanta Doña Eulalia.

Tras su boda, después de permanecer un tiempo en el extranjero, el matrimonio Buch se instaló en la Glorieta de Colón, a un lado de la Alberca Pane, en “una casita de simpática apariencia y no muy grande, pero no sólo alhajada, sino con mucho gusto” 8, como la describió Mab.

Al recibir la propiedad que había pertenecido a sus padres, María, junto con su marido Manuel, remodelaron la casa que a partir de enton-ces sería conocida como Casa Buch. Entre otras acciones, supervisaron la construcción de una mansarda en el techo y la renovación de pintura, la remodelación de frisos, molduras y otros delicados detalles que impri-mieron a la casa cierto toque francés muy distinguido, acorde con la moda de aquel tiempo. Manuel, que poseía una amplia cultura y era un buen conocedor y comprador de objetos de arte, adquirió en sus viajes gran can-tidad de pinturas, esculturas, mobiliario y todo tipo de objetos valiosos. La atención y el buen gusto que ambos dedicaron a su quinta tacubayense la haría lucir como una de las más elegantes y distinguidas de la época.

Comidas con amigos y familiares, bailes, picnics, tardes de té, tamaladas y todo tipo de recepciones fastuosas fueron organizadas por doña María y servidas con exquisitez por los numerosos empleados de la casa. Muchos años después fue recordada y comentada una elegante recepción, por men-cionar sólo una, que doña María y don Manuel ofrecieron el 7 de octubre de 1907 en honor del Secretario de Relaciones Exteriores de Estados Uni-dos, Mr. Elihu Root, y a la que concurrieron don Porfirio Díaz y su esposa, varios ministros, embajadores y representantes del cuerpo diplomático.

En el Mundo Ilustrado, publicado el 13 de octubre de 1907, aparecen en “El baile del lunes”:

dos fotografías de la suntuosa residencia que ocupaba la familia Buch en Ta-cubaya, bien conocida con el nombre de Quinta Escandón: “La entrada a la residencia de los señores Buch en Tacubaya” y “El salón comedor” (...)

El magnífico edificio a que nos referimos, y en el cual se guardan nume-rosas obras de arte, tanto en pintura como en escultura, abrió sus puertas el lunes último para recibir en sus lujosísimos salones a la “crème” metro-politana, con motivo del baile que sus propietarios organizaron en honor de Mr. Root y su familia. Este baile por el derroche de elegancia que se hizo en el decorado, por las soberbias toilettes de los concurrentes y sobre todo, por la extremada galantería con que sus organizadores atendieron a la selecta concurrencia, ha sido una de las más brillantes notas de los últimos meses.

Mr. Elihu Root (Hemeroteca Nacional de México)

Invitación a la recepción ofrecida por Manuel y María Buch

Page 45: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

casa escandón buch

Antes de retirarse los invitados pasaron al riquísimo comedor de la quinta donde se sirvió una exquisita cena.9

Con el cuidado atento de María Escandón de Buch, poco a poco la Casa Buch fue adquiriendo un nuevo aspecto que subrayaba la suntuosidad y elegancia que otrora habían tenido las numerosas alcobas, comedores, sa-las, salones de juego y otras dependencias como el salón de té, cuyo uso diario era obligado. Tanto la decoración como el mobiliario en sí eran objeto de admiración de los invitados y tema de prolijas descripciones.

El 9 de octubre de 1907, El Imparcial, en un artículo titulado “Sociales y Personales. Ecos de una fiesta”, menciona que algunos muebles tenían

adornos metálicos, otros con tallados primorosos y otros con incrustacio-nes de marfil, de ébano y de nácar, formando guardas y cenefas. Un apa-rador bajo que se halla en el salón principal es notabilísimo. Todos sus ca-jones llevan cenefas de incrustaciones de marfil de la más artística factura10

Los sótanos estaban llenos de baúles que contenían vajillas, ropa, bi-belots, piezas de arte, juguetes y un sinfín de variados objetos que no tenían ya cabida en los diferentes espacios de la casa. Eran guardados ahí bajo el estricto y cuidadoso resguardo de Lola, el ama de llaves, a quien se le recuerda con un llavero con numerosas llaves al cinto. Lola, como buena guardiana del recinto, alejaba del lugar a los niños de la casa que con natural curiosidad infantil se acercaban a ese sitio e impedía, con determinación, que jugaran ahí o rompieran algún objeto.

María Buch hizo construir en los extensos jardines un dispensario y con su hermana Guadalupe trabajó afanosamente en él hasta que en 1907 fue inaugurado el Hospital Escandón, bendecido en 1910 por monseñor Ridolfi, delegado apostólico en México.

Derivada de esta obra se inauguró en 1968 la Escuela de Enfermería Escandón, muy reconocida pedagógicamente por el buen nivel de pre-paración académica que alcanzan sus educandas. Para orgullo de la familia

Vajilla de la Casa Escandón, fabricada especialmente para la familia por la prestigiada casa Thomas Goode & Co,, establecida en 1827 y que actualmente sigue operando en el elegante barrio londinense de Mayfair (J. A. Reynoso)

Mueble con incrustaciones de marfil (Colección particular) (abajo)

Page 46: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

45

siguen funcionando, hasta la fecha, ambas instituciones que plasmaron las ideas de doña María, inteligente mujer que siempre se distinguió por ser muy piadosa, dedicada y generosa con las personas humildes. Otras de las organizaciones que fundó fue el Colegio La Medalla Milagrosa, de Artes y Oficios, que contaba con numerosos talleres como cestería, imprenta, re-paración de zapatos, reparación de medias, lavandería, planchado, cocina y otros muchos donde se preparaba y se daba instrucción suficiente a las jó-venes que asistían para que pudieran tener un medio adecuado de sustento.

Cinco fueron los hijos del matrimonio Buch Escandón: Manuel, José, Antonio, Javier y Carmen, que de pequeños vivieron y disfrutaron de la casa de Tacubaya.

Después de haber habitado durante muchos años esta mansión, el matrimonio Buch se fue a vivir a Europa. María Escandón de Buch mu-rió en Inglaterra en 1925 y don Manuel Buch, ya viudo, regresó a México y trató de recuperar algunas de sus propiedades perdidas a raíz de la re-volución. Entre ellas, la Hacienda de Santa Inés, en Cuautla, donde años atrás había instalado un sistema novedoso y moderno de riego y siembra, proyecto muy avanzado para la época. Sin embargo, la gestión no tuvo éxito y tanto la hacienda como las nuevas inversiones se perdieron. Don Manuel murió en enero de 1937 en la quinta de Tacubaya y la Casa Buch fue vendida por sus hijos a don Antonio Haghenbeck y de la Lama.

1 Manuel Payno. Los bandidos de Río Frío, p. 408.2 Antonio Fernández del Castillo. Op. cit., p . 433.3 Ibídem, p. 436.4 Manuel Payno. Panorama de México” en Obras completas, T. V, pp. 154-155.5 Ibídem, p. 156.6 Informe de Lic. Indalecio Sánchez Gavito. Imprenta de Ignacio Escalante, México, pp. 16-17.7 Clementina Díaz de Ovando. Invitación al baile, T. I, p. 231.8 Mab. “Carta de la Semana” en El Nacional, sábado 12 de febrero de 1898, p. 2. (HndM)9 Clementina Díaz de Ovando, Op. cit., pp. 998-999. 10 Ibídem, p. 996.

Hospital Escandón (Fototeca del inaH)

Colegio La Medalla Milagrosa de Artes y Oficios y uno de sus talleres(Colección particular)

Page 47: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Casa Barron (Fototeca del inaH)

Page 48: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

47

Casa Barron

Una de las más hermosas y, en su tiempo, afamadas man-siones de Tacubaya estuvo ubicada en uno de los predios pertenecientes al conde de la Cortina.

La residencia tuvo varios propietarios, entre ellos, la fa-milia Barron, el señor Luis Hüller, el empresario Ignacio de la Torre y el señor Vicente Lira. Se encontraba a un costado de la llamada Casa de la Bola, ubicada sobre la antigua calle de Torres Torija (actual avenida Parque Lira), nombrada al final Casa Lira, precisamente en recuerdo y agradecimiento a su último propietario.

El III Conde de la Cortina, José Justo Gómez de la Cortina, poseía grandes predios en Tacubaya donde fueron edificadas varias mansio-nes. Nació en México en 1799 y fue un importante diplomático que se dedicó a las ciencias y a las artes. Miembro de la Academia de Historia a partir de 1829, radicó algunos años en Madrid, donde llegaron a ser famosas sus tertulias literarias. A su regreso a México tuvo algunos car-gos importantes en el gobierno. Hombre muy brillante, colaboró con varias agrupaciones políticas y culturales con el seudónimo de Rodrigo Cifuentes. Fundador de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y miembro de la Academia de la Lengua, le fue otorgada la Orden Mexi-cana de Guadalupe. Al retirarse pasó sus últimos días instalado en su magnífica casa de Tacubaya, donde logró reunir una importante pina-coteca que posteriormente sería adquirida por don Manuel Escandón. El conde de la Cortina falleció en 1860.

La Casa Barron de Tacubaya, construida por el arquitecto italiano Javier Cavallari, se distinguía por un amplio y hermosísimo jardín con una gran variedad de plantas, estanques con cascadas artificiales, una glorieta con parterres hermosamente cuidados, caballerizas, una casa de muñecas, cuevas y muchos otros atractivos. En el interior se podían ad-mirar la biblioteca, grandes salones, comedores y amplias alcobas; es-pacios que estaban decorados con magníficos muebles, cortinajes, pin-turas, esculturas, tibores, relojes, vajillas y diversos objetos. La morada

Page 49: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

48

casa barron

fue ornamentada de tal forma que rivalizaba con otras edificaciones, como aquella construida por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga para la propia familia Barron a mediados del siglo xix en la antigua calle de San Francisco. Sin embargo, el patio de la residencia del centro de la ciudad no tenía ningún tipo de plantas, por lo que era preciso decorarlo con guirnaldas de flores, alfombrarlo con césped e imitar grutas en medio de una vegetación exuberante cuando recibían a sus invitados. En con-traste, la familia Barron podía ofrecer todo tipo de convites campestres en los amplios jardines de su mansión tacubayense.

Don José Eustaquio Barron y Cantillón, empresario exitoso y muy conocido entre la sociedad mexicana del siglo xix, había invertido una parte de su capital en bienes raíces y, como era costumbre entre hom-bres de negocios acaudalados, tenía numerosas propiedades tanto en la capital como en el interior de la república.

Detalle de la entrada principal de la casa Barron junto a la pérgola del parque (Fototeca del inaH)

Page 50: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

49

casa barron

Eustace Barrow y Power, nacido en Irlanda en el condado de Water-ford en 1752, se casó con Catalina Manuela Cantillón y Rián, española de origen. Hombre inquieto, decidió viajar a América y establecerse en Aca-pulco, donde se dedicó a la comercialización de tabaco y pólvora. En 1790 nació su hijo, José Eustaquio Barron Cantillón, que estudió en las mejo-res escuelas inglesas, luchó en Perú contra los insurgentes y, al embarcarse con destino a California y hacer una escala en el puerto mexicano de San Blas en Nayarit, se encontró a un antiguo compañero de colegio, William Forbes. Éste se había convertido en comerciante y radicaba en Guaymas, Sonora, e invitó a José Eustaquio a que ambos formaran una agencia de comisiones. Barron se estableció en Nayarit donde entabló diversas re-laciones de negocios y se introdujo en los más importantes círculos co-merciales de San Blas. Con el tiempo, tanto el nombre como el apellido de este industrial terminaron por castellanizarse; así, Eustace Barrow, el nombre de su padre, se transformó en Eustaquio Barron.

Contrajo matrimonio con Cándida de Añorga y Ferreira. Una de sus hijas, Catalina Barron y de Añorga, llegaría a convertirse en la esposa de Antonio Escandón Garmendia, socio y a su vez vecino de Barron en las propiedades de Tacubaya. En 1823 este empresario se asoció con William Forbes para fundar la Casa Barron, Forbes & Compañía en San Blas; hizo transacciones comerciales con algunos países asiáticos, como Filipinas, de donde importaba perlas y collares para venderlos en Europa. Asimismo, y como consecuencia de la fiebre del oro, sus negocios se extendieron a lo largo de la costas californiana y mexicana hasta Ecuador.

Años después obtuvo la representación como Cónsul de la Gran Bre-taña en Tepic y en San Blas. En 1838 estableció la fábrica de hilados y tejidos Jauja. Formó alianzas con otros acaudalados empresarios, como los hermanos Manuel y Antonio Escandón e Isidoro de la Torre, a quien compró una mina abandonada en Zacatecas.

Don Eustaquio Barron murió en 1859 y cuatro años después, la em-presa Barron Forbes y Compañía fue comprada casi totalmente por una comercializadora denominada Casa Aguirre. Sus hijos, especialmente Guillermo, siguieron la trayectoria ascendente de su padre al quedarse al frente de la empresa familiar. Continuaron dando brillo al blasón de la Casa Barron, que muestra un sombrero de gules y armiños y, sobre él, un jabalí pasante también de gules armado de azur (azul). Su lema era: Audentes fortuna juvat (la fortuna favorece a los audaces), frase tomada de un hemistiquio de la Eneida de Virgilio, que se encuentra reproducido en las rejas que dan acceso al Parque Lira.

En la segunda mitad del siglo xix la descripción de las mansiones de acaudalados personajes de la época y las fiestas y reuniones que se

Page 51: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

50

casa barron

llevaban a cabo en ellas constituyeron el tema principal de muchos rela-tos y crónicas sociales de entonces. Como ejemplo, Francisco de Paula de Arrangoiz relata la recepción en el centro de la ciudad de México para los emperadores Maximiliano y Carlota a su llegada a nuestro país:

No se puede negar que ha sido espléndida y magnífica la recepción de SS. MM. en esta capital; pero hay algunas circunstancias que no deben pasar desapercibidas: tales son la espontaneidad de las manifestaciones, el empeño de que todos han hecho cuanto han podido para adornar e iluminar sus casas, y el entusiasmo, amor y gratitud que han manifestado. Se puede asegurar, sin temor de ser desmentidos, que México ha hecho cuanto podía hacer, todo lo que sus elementos le han permitido. Acostumbrados a vivir en popularísimas ciudades, de millón o dos millones de habitantes, como son París y Londres, con vecinos opulentísimos, y con todo el buen gusto que da una civilización sumamente adelantada, lo que México ha hecho puede tal vez parecerles pobre y desairado; pero tal como se ha hecho, es cuanto México ha podido hacer, atendidas sus limitadas facultades. En otras partes habrá más riqueza, elegan-cia y buen gusto; pero no más voluntad, amor y entusiasmo. Casas ha habido perfectamente puestas, como la del Sr. Barron y la del Sr. Escandón; pero ha habido también innumerables que sin estar tan lujosas, han estado elegantes y hermosas. Las casas de los Sres. Lizardi, don Gregorio Mier, Marqués de Vivanco, Condesa viuda del Valle, don Ignacio Cortina, señora de Morán (...) todos los hoteles, fondas, cafés y demás edificios de este género, competían por el lujo y buen gusto de sus adornos; sin que se entienda que hay exagera-ción, no había casa en que las cortinas e iluminación no tuvieran algún ador-no extraordinario. Esto prueba que el obsequio ha sido voluntario y general. (...) En fin, México ha recibido a nuestros Soberanos lo mejor que ha podido, diciéndoles con sus hechos lo que se leía en la casa del señor Barron: God save the Emperor. Welcome. ‘Dios salve al Emperador: Seais bienvenidos.’1

Hacia 1888 Eustaquio y Francisco, sobrinos de don Guillermo, ven-dieron la casa al norteamericano Luis Hüller. Este nuevo propietario también ofrecía recepciones vistosamente elegantes. Las crónicas de El Nacional relataron que el 21 de agosto de 1891 tuvo lugar una “espléndida soirée” en la casa del Sr. Hüller, elegantísima residencia en donde se ha-bía festejado a la señorita Adela, hija del licenciado Justino Fernández. La crónica menciona que parte de los invitados llegaron a la finca de Tacubaya en dos trenes que habían partido de la ciudad de México a las cuatro de la tarde y cómo disfrutaron de la decoración y el mobiliario, propios de un verdadero palacio, además de degustar un suculento bufet servido, como era costumbre, primero a las señoras y los caballeros y

Escudo de la familia Barron en la reja de acceso a la propiedad (J. A. Reynoso)

Page 52: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

51

en seguida a las señoritas y a los jóvenes. Después de haber bailado con los acordes de una orquesta típica, los invitados pasearon por los jardi-nes decorados con farolillos de colores.

Tan sólo tres años después de haber tomado posesión de la casa, el 24 de noviembre de 1891, murió don Luis Hüller en Estados Unidos, acontecimiento del cual hace referencia años después un afamado cro-nista de la época, Mab. En su “Carta de la Semana” en la página 2 de El Nacional del 8 de enero de 1898 describía la casona:

(...) fue construida con poquísima diferencia tal cual hoy existe, por el Sr. Don Eustaquio Barron, padre del Sr. Don Guillermo y demás apreciables hermanos que hoy forman parte principal de la buena sociedad mexicana, como hace cincuenta años.

Continúa explicando que la residencia

(...) salió de la familia Barron, en la forma siguiente. Cuando el señor Don Guillermo, hará unos doce años, separó a sus sobrinos Don Eustaquio y Don Francisco, de la razón social Barron, Forbes y Compañía, se las pasó a éstos con todo y muebles en $70,000, y ellos, por la misma cantidad, se la vendieron al famoso Hüller.2

Poco después del fallecimiento del señor Luis Hüller, don Ignacio de la Torre y Mier adquirió la Casa Barron por $ 85,000 en una almoneda

Entre un sombreado jardín se aprecia la casa Barron (Fototeca del inaH)

Vista de la casa desde el camino de acceso, resguardado, a la usanza de la época, por dos leones (Hemeroteca Nacional de México)

Page 53: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

52

casa barron

judicial. Hombre acaudalado y singular empresario, muy conocido en-tre otras causas por haber sido yerno de don Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre y Mier fue hijo de Luisa Mier Celis y de Isidoro de la Torre Carsi, hombre de negocios nacido en Cádiz, que había estado asociado con don Manuel Escandón en algunas empresas y fue propietario de varias fincas, así como fundador de la Casa Jecker-Torre y Compañía.

Ignacio de la Torre y Mier nació en 1866. Fue el menor de siete her-manos y tuvo una esmerada educación en afamados colegios mexicanos y norteamericanos. A la muerte de su padre en 1881 recibió en herencia varias propiedades, entre otras, una de las más ricas haciendas azuca-reras de la época, la de Santiago Tenextepango, en Cuautla, Morelos. Se dedicó también a la exportación de diversos productos y continuó el trabajo iniciado por su padre en varios rubros. Escaló las más altas esfe-ras de la política y pronto entabló amistad con el general Porfirio Díaz, relación que favoreció aún más sus negocios.

Se casó en 1888 con Amada Díaz, la hija mayor del presidente, alian-za que intensificó su vida social y política. Fue diputado del Congreso de la Unión y candidato a gobernador del Estado de México y tuvo cargos directivos en el Banco de Londres y México y otras instituciones.

Cuando pasó a manos de Ignacio de la Torre, la otrora Casa Barron seguía siendo un verdadero palacio cuyo pórtico continuaba hacia un ancho pasaje limitado por cercas de alambre, cubiertas casi por comple-to por plantas trepadoras y decorado con pedestales artísticos con lám-paras eléctricas. Así, la amplia quinta capaz de acoger con comodidad a más de 500 invitados fue nuevamente tema de conversación en la socie-dad de fines del siglo xix. Mab, en su “Carta de la Semana”, afirmaba que no podía ser de “mal agüero entrar al Año Nuevo por los espléndi-dos salones del palacio del Sr. Don Ignacio de la Torre, en Tacubaya.”

Este espléndido anfitrión hacía recordar los tiempos en que las hebi-llas en el calzado de los principales servidores de la casa rica eran de oro macizo. Continuaba explicando Mab:

Poco, muy poco ha cambiado la suntuosa mansión al pasar de unas manos a otras. Los familiarizados con ella, al pasar sus umbrales en las noche del sábado último, reconocían en los hermosos jarrones de China, en los ar-tísticos bronces y el rico y sólido moblaje de formas y estilos de otros tiem-pos antiguos amigos de juventud. Y cuando abrió el baile con la cuadrilla de honor, el golpe de vista de los salones en esos momentos era soberbio. Las casacas rojas, entre los policromos atavíos de las señoras producían un efecto verdaderamente pintoresco. Pocas veces se ha visto en México un lujo mayor que en ese baile.3

Lago de la casa de Ignacio de la Torre, antigua casa Barron (Hemeroteca Nacional de México)

Portada de El Mundo Ilustrado, en la que Ignacio de la Torre recibe a sus invitados (Hemeroteca Nacional de México)

Page 54: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

53

casa barron

Comidas campestres, tamaladas, bailes, kermesses y todo tipo de recepcio-nes se escenificaron en esa mansión. Como ejemplo, mencionaremos una comida que a finales del siglo xix Ignacio y Amada Díaz dieron en honor de Catalina Cuevas, la esposa de Pablo Escandón. Asistieron destacados invitados como la pareja formada por los recién casados Porfirio Díaz Or-tega y Luisa Raigosa, llegados apenas de su luna de miel y que se habían establecido en una casa ubicada en el número 7 de la calle de Humboldt.

Carlos Tello Díaz, en su libro El exilio: un relato de familia, describe la comida donde los palafreneros cuidaban los carruajes mientras los invi-tados subían a la residencia por unas majestuosas escaleras que los con-ducirían al interior, bajo el escudo de la familia:

(...) en el vestíbulo, los anfitriones daban a sus invitados la bienvenida. Na-cho fumaba sus pitillos de tabaco turco. Amada, mientras tanto, agradecía las felicitaciones que le daban por su casa. Todos llegaban ataviados con sus prendas más vistosas. Luisa, por ejemplo, sacó a relucir un vestido de seda cardenal con rosas en el corpiño. Llevaba sobre su pecho las perlas que re-cibió de su marido como regalo de matrimonio. El esplendor emanaba de todos los rincones. Algunos de los objetos de la casa, como los candelabros de cristal, provocaban el asombro de la concurrencia. Nacho, tan moder-no, tenía todos los del comedor iluminados con electricidad. Sus huéspe-des permanecieron alrededor de la mesa por el resto de la tarde, hasta las primeras horas de la noche. Disfrutaron sin interrupción de los platillos que preparó con el refinamiento de su paladar el maestro de cocina, Sylvain Daumont, dueño del establecimiento de comida más famoso de la ciudad de México.

No todo, por lo demás, terminó con el convite. Una semana después, El Mundo Ilustrado dedicó la mitad de sus páginas a la quinta de Tacubaya. Por mucho tiempo la sociedad no platicó de nada más. El convite incluso, sería con los años una especie de parteaguas. Con él, a manera de símbolo, co-menzó la fase de esplendor que dio su personalidad a los últimos años del régimen del general Díaz.4

Sobre el baile organizado para Catalina Cuevas de Escandón aparecen tres notas en El Imparcial. El 1º de enero de 1898 publica la invitación a las 10 p.m. a asistir a “esta su casa, 2ª de Torres Torija”.

(...) terminada la calle se encuentran dos grandes leones de mármol en sus pedestales, formando entrada a una hermosa glorieta de cuyo centro suben los pabellones. Ascendiendo por una regia escalinata se entra al vestíbulo que se halla iluminado con profusión, habiendo multitud de franjas de

Escalera de acceso al salón de fiestas de la residencia (Hemeroteca Nacional de México)

Salón decorado para una de las magníficas fiestas que daba el matrimonio de la Torre. Al fondo, la escalera por donde descendían los invitados a la recepción y las damas lucían sus mejores galas(Hemeroteca Nacional de México)

Page 55: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

54

casa barron

pequeños focos eléctricos que se extienden a lo largo de las cornisas y gran-des arañas de cristal que penden del centro.

Sigue después la escalera de dos tramos cubierta en sus peldaños por una alfombra blanca con cenefas rojas.

Los muros se hallan cubiertos con ricas tapicerías de Aubusson que re-presentan una cacería.5

Continúa describiendo el escenario del Salón Rojo:

El mobiliario es de una madera fina y de corte antiguo, tapizado en satín rojo, bordado de seda blanca, portiers elegantísimos del mismo estilo, multitud de candelabros de bronce y de cristal y jarrones de porcelana de Sajonia.

A un lado de ese salón rojo está el blanco, con tapicería, cortinaje y al-fombras de colores claros, seguían luego cuatro salones más, decorados con los estilos de moda en el mundo elegante.

En todos los departamentos se veían cuadros colocados en artístico des-orden, pudiendo admirarse en esa magnífica colección lo mejor de la es-cuela italiana, flamenca, etc.6

Los invitados habían llegado custodiados por soldados de caballería que se habían situado a lo largo de las calzadas de Reforma y Tacubaya para

Asistentes a la recepción del Año Nuevo de 1898. A la izquierda: señora Formento de la Torre, Pablo Escandón, Carmelita Romero

Rubio de Díaz, general Mena, señora Mariscal de Limantour. En la cabecera:

Felipe Iturbide. A la derecha: Ignacio de la Torre, señora Cuevas de Escandón, José I. Limantour, señora Escandón de Escandón

(Hemeroteca Nacional de México)

Page 56: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

55

casa barron

ordenar el desfile de los coches. Continúa la crónica al día siguiente y el lunes 3 de enero: ocupa media página que reproduce el menú y explica que, como la temperatura bajó notablemente, fue necesario duplicar el servicio de estufas para vencer al clima.

Y cuando Juvenal hace referencia al “Baile del Sr. D. Ignacio de la Torre”, describe unos aposentos elegantes y lujosos que no habían sido preparados especialmente para el evento, sino que eran simplemente el reflejo de la vida cotidiana.

En el salón hay que admirar cuadros agrupados con el más artístico desor-den; todas las escuelas italiana, flamenca, española, etc., que honrarían la más selecta galería; cuadros antiguos sobre todo que en algunos departa-mentos casi hacen desaparecer los muros.

Aquí y allá sillones y escabeles, canapés o pequeñas mesas, tallados o incrustados con primor, joyas de arte, ricas marqueterías de las formas más caprichosas y elegantes.

La casa, siguiendo los usos del gran tono, no ha sido decorada para el baile. Sobre los pórticos del salón rojo había algunas guirnaldas de flores; pero en lo demás, los fastuosos departamentos se encuentran tales como los habitan sus dueños; bien es verdad que difícil fuera decorarlos con mayor lujo ni superarles en buen gusto.7

A pesar de que pasaba temporadas en la finca de Tacubaya, el matrimo-nio De la Torre-Díaz vivía de fijo en una casona de Paseo de la Reforma en la ciudad de México, ubicada en el terreno que actualmente ocupa el edificio El Moro de la Lotería Nacional. Dicha mansión tenía muchas comodidades y contaba con instalaciones adecuadas como patios y ca-ballerizas para el manejo de los carruajes. Se cuenta que Ignacio de la Torre sabía que Emiliano Zapata —a quien había conocido en el corral de la Hacienda de San Carlos Borromeo— tenía amplios conocimientos sobre caballos y lo llevó a trabajar con él como caballerizo, pero sólo por poco tiempo. La casa de Tacubaya siguió conservando su carácter de residencia temporal y refugio para Ignacio cuando se le ennegrecía el panorama. La salida de Díaz en 1911 trastocó del todo la vida de quien había sido “el yerno de su suegro”. Además, nunca ocultó sus preferen-cias políticas; al contrario, su oposición a Madero se hizo aún más pa-tente al financiar periódicos en los que se atacaba al gobierno maderista.

De su mansión de Reforma se trasladó a refugiarse a la casa de Ta-cubaya. Allí De la Torre fue hecho prisionero por orden del presidente Venustiano Carranza y acusado por difamación a Madero y haber apo-yado a Victoriano Huerta. Gracias a las gestiones realizadas por Zapata

Lado izquierdo: señora González de Cosío, Benoit (ministro francés), Amada Díaz de la Torre, señora de Espinosa. Lado derecho: señor Clyton (ministro americano), señora de Limantour, general Porfirio Díaz, señor Strong (encargado de asuntos de Inglaterra) (Hemeroteca Nacional de México)

Salón con la colección pictórica de la familia (Hemeroteca Nacional de México)

Residencia de Ignacio de la Torre en Paseo de la Reforma

Page 57: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

56

le permitieron salir de la cárcel; sin embargo, no se le dejó en completa libertad sino que se le mantuvo, según se dice, en arresto domiciliario, debido sobre todo a un mal manejo que hizo al comercializar maíz. Poco tiempo después fueron expropiadas sus haciendas y, a fines de 1917, Ig-nacio de la Torre huyó a Estados Unidos donde falleció al año siguiente.

Tras su muerte la hermosa casona de Tacubaya pasó a manos de diver-sos propietarios, entre los que pueden mencionarse al señor Palandini y al señor Vicente Lira. Este último, originario de Guanajuato, llegó a radicar a la capital de la república a finales del siglo xix; ayudaba a algu-nos jóvenes estudiantes financiándoles sus estudios. Se dedicó también a la comercialización de cereales en el Bajío y continuó con trabajos filantrópicos de diversa índole. Además, fue un excelente fotógrafo. A su fallecimiento, alrededor de 1960, se constituyó la Fundación Vicente Lira para otorgar becas de estudio. La biblioteca de don Vicente fue do-nada al Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Finalmente, aquella mansión que había sido conocida como Casa Ba-rron fue destruida aduciendo que toda la madera de la construcción “tenía polilla”. Con su demolición se perdió una suntuosa residencia que pudo haber sido rescatada para la posteridad como ejemplo de la forma de vida de algunas familias mexicanas del siglo xix y principios del xx.

En la actualidad, nada queda de tantos salones, alcobas, terrazas, pér-golas, estanques, patios, caballerizas o de la cocina enladrillada —a la

Participantes en un festival de danza celebrado en la pérgola de la Casa Lira

Page 58: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

57

usanza de entonces— que contaba con varios braceros. El espacio que ocupó otrora la Casa Barron hoy forma parte de un hermoso parque conti-guo a la Casa Amarilla, sede de la Delegación Miguel Hidalgo, que conserva aún la majestuosidad de ciertas partes del jardín, una pérgola, una pileta y las puertas de hierro trabajadas a mano, donde campean los jabalíes que aparecen en el blasón de la familia Barron.

1 Francisco de Paula de Arrangoiz. México desde 1808 hasta 1867, p. 684.2 Mab. “Carta de la Semana”, El Nacional, México, sábado 8 de enero de 1898, p. 2. (HndM)3 Idem. 4 Carlos Tello Díaz. Un relato de familia, pp. 199-200.5 El Imparcial, México, sábado 1° de enero de 1898, p. 1. (HndM)6 Idem.7 Juvenal. “Crónica” en El Universal, sábado 1° de enero de 1898, p. 2. (HndM)

Fuente, pérgola de la Casa Lira

Page 59: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Entrada principal

Page 60: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

59

Casa De Mier y Pesado

L a villa de Tacubaya vio surgir entre sus magueyales y huer-tos de la década de 1870 una extraordinaria mansión, cuya entrada principal mostraba un pórtico estilo renacentista ita-liano, propio de una edificación palaciega. Su fachada lucía

un orden colosal; sus esbeltas columnas, que abarcaban los dos pisos de la construcción, ponían a la vista los elementos arquitectónicos que An-drea Palladio impuso como estilo de su época en varios de sus proyectos al mediar el siglo xvi en Italia. “MIER” era la insignia que se leía en el centro de la reja, así como en el medallón central del muro del pórtico. Aquella era la única edificación alojada en la confluencia de dos calles que allí nacían: la Calle Real, que era el principal acceso a Tacubaya, y la Ermita. Ambas marcaban la colindancia de aquel palacio, cuyo pórti-co resguardaba la villa donde el matrimonio Mier y Pesado encontraba alivio y reposo. En la actualidad allí convergen las avenidas Revolución y Jalisco.

La pareja Mier y Pesado disfrutó su regia mansión alrededor de trece años, aunque su entrada principal fue el centinela, durante medio si-glo, de la majestuosa villa palaciega que las transformaciones del uso del suelo urbano abatieron. Mientras permaneció en pie, la construcción de fachada pallatina se convirtió en punto de referencia ineludible de aquel rumbo; circuló en postales, pinturas y grabados como símbolo del lugar. Tacubaya perdió la totalidad de la finca, única en su tiempo, en 1928. El área se fraccionó y el arquitecto Juan Segura levantó, allí donde estaba el pórtico, el edificio Ermita, que aún se mantiene en pie.

Las nupcias de Antonio de Mier y Celis con Isabel Pesado de la Llave en 1868 originaron el proyecto de aquel conjunto residencial princi-pesco, que acogió con singular intimidad y serenidad a dos figuras nota-bles del siglo xix. Él era un prohombre de las finanzas en México y en el mundo, cuyas inversiones abarcaron hasta la construcción del Canal de Suez. Ella poseía una enorme cultura; era inteligente, sensible y asidua lectora de la poesía inglesa; era poeta; nieta de un prócer liberal e hija

Patricia Massé

Page 61: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

60

casa de mier y pesado

de una eminencia de las letras y de la lengua: José Joaquín Pesado. El poeta y políglota departía en las veladas literarias de su casa de Orizaba con Manuel Carpio, José Bernardo Couto y José Sebastán Segura; todos ellos también contertulios de Isabel Pesado.

Ambos, Isabel y Antonio de Mier, recibieron un título nobiliario que les concedió el papa Pío IX por su generosidad con la iglesia católica y adoptaron el título pontificio de duques.

el liNaje De mierGregorio de Mier y Terán, padre de Antonio, había acumulado una de las fortunas más grandes en México a partir de una firma mercantil que con-cedía créditos a particulares y al gobierno, garantizados con hipotecas. En ausencia de instituciones financieras al comienzo de la vida independiente y en medio de la inestabilidad política, Gregorio de Mier y otros comer-ciantes y prestamistas facilitaban considerables montos de capital líquido.

Había llegado en 1819 (a los 22 o quizás 23 años) a la aún llamada Nueva España, en plena época insurgente, para trabajar al lado de su tío Antonio Alonso Terán, uno de los principales comerciantes indianos establecidos en México. La fortuna que de él heredó, más la propia, lo colocó entre los principales comerciantes y prestamistas que otorgaban créditos en el país. 1

De la misma rama de los Mier procede el militar insurgente Manuel de Mier y Terán (tío de Antonio de Mier), quien fue Ministro de Guerra del gobierno de Guadalupe Victoria y Fray Servando Teresa de Mier (el fraile dominico que abandonó la orden para convertirse en cura secular; traductor de Atala de Chateaubriand; defensor de la causa independentista mexicana y autor de Historia de la revolución de Nueva España, en dos volúmenes, Londres, 1813).

La prosapia de Antonio de Mier y Celis se remonta a una historia que en la actualidad resulta igual de fantástica que las litografías de su villa en Tacubaya. Se dice que el nombre De Mier deriva de una localidad asturiana ubicada en el valle de Peñamellera, donde se establecieron los descendien-tes del Conde Vela en el siglo xi, procedentes de la zona de Álava, a donde los había llevado la guerra contra los musulmanes, cuando fueron llama-dos desde Aquitania, su lugar de origen. A su vez, las guerras entre familias propiciaron que los Vela cambiaran de apellido y adoptaran el nombre del lugar donde se establecieron para fundar su nueva “casa”, es decir, un nuevo linaje: la Casa de Mier, heredera de una historia guerrera.

En la heráldica hispánica se encuentra el escudo de la Casa de Mier que ostenta —además de estrellas, coronas y una espada— cinco flores de lis que simbolizan el origen aquitano de la familia. Por lo demás, entre los Mier y Celis hay una familia de noble abolengo: Mariana de Mier y Celis

Page 62: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

61

casa de mier y pesado

(hermana de Antonio) es tatarabuela del príncipe Alberto II de Mónaco, presidente de honor de la Casa Solar de los Mier por derecho de sangre, pues Susana de la Torre y Mier (hija de Mariana de Mier) y el duque de Polignac de Mónaco son los abuelos de Rainiero III de Mónaco.

la aSCeNDeNCia PeSaDo De la llaveIsabel Pesado de la Llave fue la quinta hija del matrimonio de José Joaquín Pesado con María de la Luz de la Llave, una connotada familia veracru-zana. Ignacio de la Llave, abuelo de Isabel, se había iniciado en la política como juez de su tierra natal, Orizaba, hacia 1841. Su trayectoria de lucha en las filas liberales comenzó al ingresar al ejército como voluntario en Orizaba para luchar contra la dictadura militar de Santa Anna. Com-batió, en el puerto de Veracruz, a los invasores norteamericanos. Leal al liberalismo, se adhirió al Plan de Ayutla y a la rebelión contra los con-servadores en la Guerra de Reforma. Desempeñó el cargo de Ministro de Guerra del gobierno de Juárez instalado en Veracruz (1859), y posterior-mente fue gobernador constitucional de Veracruz, electo en el momento en que las tropas francesas invadían México. Murió en plena lucha a favor de la República en junio de 1863, cuando intentaba alcanzar a Juárez en el norte del país, mientras el general Bazaine entraba a la ciudad de México acompañado de las tropas francesas y la Junta de Notables ofrecía el trono de México al archiduque Maximiliano de Habsburgo en Miramar.

José Joaquín Pesado, el padre de Isabel, hombre de empresa y vasta cul-tura, tuvo una importante participación política a nivel nacional. Sien-do militante liberal se desempeñó como Ministro del Interior durante el gobierno de Anastasio Bustamante (1838). Como ministro de Relaciones Exteriores afrontó la primera intervención francesa, la Guerra de los Pas-teles, al declarar oficialmente la guerra contra Francia y después negociar el tratado de paz, en 1839. Posteriormente pasó a las filas conservadoras y militó activamente a favor de la Iglesia católica, no obstante que en su época liberal había participado en la redacción del periódico La Oposición.

Pesado fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Len-gua Española, así como de la Academia de Letrán, la primera asociación literaria mexicana de importancia, donde se reunían lo mismo liberales que conservadores. Los aztecas, obra de su autoría editada en 1854, fue el primer proyecto literario que recreó la poesía de los antiguos mexica-nos; en su tiempo no fue valorado en México, pero sí por el hispanista español Marcelino Menéndez Pelayo. Su cuento El inquisidor de México, que expone la crueldad del Tribunal de la Santa Inquisición, sigue contán-dose entre las obras del siglo xix reeditadas actualmente, a pesar de la discreción que, se dice, se mantiene hacia el poeta.

Page 63: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

62

la CaSa ProteGiDa Por la NaturalezaGracias al trabajo magistral de un litógrafo cuyo nombre es una incóg-nita pero que bien podría atribuirse a Casimiro Castro es posible cono-cer el concepto general, las dimensiones y el buen gusto imperante en aquel conjunto residencial que, incluso en su aspecto exterior, transmi-te una intimidad que se despliega en veintiún litografías reunidas en lo que presumiblemente fue una edición privada: Álbum de la casa De Mier en Tacubaya, 1884.2 Se trata de un proyecto litográfico muy peculiar (el úni-co del que se tiene noticia) dedicado a una casa y realizado en una época en la que, amén de la fotografía en pleno auge comercial, la litografía en México seguía siendo un medio muy socorrido para la representación y difusión de sus monumentos históricos, los usos tradicionales, la natu-raleza y las obras y la infraestructura “modernas” de cuando la certeza del progreso de la nación dominaba la cultura visual oficial.

Probablemente la realización de ese Álbum esté relacionada con el nom-bramiento de Antonio de Mier y Celis como primer presidente del Con-sejo de Administración del recién creado Banco Nacional de México. Tal vez en respuesta a la admiración que pudo haber despertado su mansión de descanso, él mismo utilizó las impresiones litográficas encargadas a un ar-tista de primera (e impresas en México en el taller de Moreau y Hermano), como regalos para sus más allegados colaboradores, amigos y familiares.

Las trece estructuras edificadas que conformaban la villa se dispersaban a lo largo de una extensión de cerca de un kilómetro de longitud; cada una de ellas despejaba varios claros arquitectónicamente integrados a la

Habitación principal (fachada norte)

Page 64: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

63

naturaleza. Esa disposición de los espacios cimentados propició que en el plano arquitectónico fueran identificados como “varias casas pertene-cientes a Antonio de Mier y Celis”, pero bien sabemos que aquello era una sola casa. La barda que cercaba aquel espacio privado era de una so-bria elegancia que insinuaba la reinante en el interior de la finca. Desde la calle el observador curioso sólo podía apreciar el follaje de aquellos árboles que hacían del jardín un lugar de encuentro con un mundo sosegado.

La casa habitación se encontraba en el corazón de la villa y tenía cier-to aire de palacete renacentista italiano, con un diseño abierto, sobrio pero muy refinado; sus ventanas, balcones y terrazas facilitaban el en-cuentro con el aire y la luz del jardín y alentaban un deseo de estable-cer contacto con la naturaleza. La mano del artista nos ofrece la imagen de una construcción ligera y diáfana, abierta al aliento fresco del clima. Debemos advertir que ante la ausencia del decorado llama la atención el discreto simbolismo de tres esculturas vinculadas con el resguardo de la habitación: un par de leones de pie, flanqueando el acceso principal para simular la fuerza y la vigilancia indómita, y un perrito en actitud apacible, pero alerta, en la parte posterior; este símbolo de fidelidad y domesticidad sobresalía en el parterre y demarcaba, junto con los arbustos, un área vigilada.

Se llegaba a ese centro vital a través de dos de las calles que facilitaban la circulación desde el exterior hacia adentro del jardín; una de ellas, quizás la más usada, corría lateralmente por el extremo poniente de la finca, donde se encontraba una entrada lateral; la otra calle era la prin-cipal del jardín, que no nacía exactamente de la entrada principal sino

Habitación principal (fachada oeste)

Page 65: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

64

casa de mier y pesado

de la casa suiza. Esta construcción hacía las veces de umbral; el visitante de-bía atravesar las viviendas del pórtico, dispuestas a modo de pasaje, a fin de ingresar al espacio privado de la villa y, de pronto, se encontraba con la casa suiza y su pequeño espejo de agua. Desde esa especie de pabellón de vigía ya era posible apreciar aquel microcosmos poblado de vegetación.

Cierto estado del alma de los moradores de la casa parece haberse repartido entre los dos espacios de oración y de recogimiento de fe ca-tólica, a la cual eran muy devotos los Mier y Pesado. Parecía como si las dos capillas dotaran de un ámbito gravitacional a la casa habitación que se encontraba entre esos dos lugares. La pequeña Capilla del Nacimiento, dedicada a la Natividad, era la primera estructura arquitectónica que se encontraba en el trayecto desde la entrada principal hacia la casa habi-tación, por la calle principal. Era, al parecer, un espacio muy íntimo, reservado únicamente a la pareja, que debió ordenar su construcción en homenaje al único hijo que murió a los pocos días de nacido; donde Entrada lateral

Page 66: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

65

casa de mier y pesado

quizás las oraciones y meditaciones más profundas honraron la vida eterna del fallecido sucesor.

Ya adentrados en el jardín, había que rodear la casa habitación o avanzar por las calles laterales de la finca para encontrarse la admira-ble Capilla del Santísimo Cristo de la Espiración (sic), la cual despejaba un claro que avanzaba hacia la zona del lago, en su parte inferior. Muy bien res-guardada del mundo exterior, al frente por los aposentos de los Mier y Pesado y detrás por el lago inferior, la capilla estaba diseñada para recibir alrededor de quince personas. Era un hermoso templo con una planta similar a la del panteón romano. Su pórtico rectangular de seis columnas, con frontón, era la antesala de una rotonda cubierta por una esbelta cúpula; en su cenit entraba la luz a través de un óculo que rema-taba en una linternilla, formada por una esfera sobre la cual reposaba una esbelta cruz latina que culminaba en punta. Además de este último detalle las dos torres, coronadas por una cruz que imitaban en su forma a las hornacinas de la fachada, incorporaban un detalle peculiar en favor de la singularidad de ese hermoso templo. La dedicación de esa capilla, diseñada para uso familiar, no deja de resultar significativa, considerando ciertos aspectos de la vida de la pareja; con la imagen de la crucifixión en el ábside exponía la muerte y el sufrimiento, mismos que debieron con-mover en Isabel Pesado aquel dolor por la pérdida del hijo que, dicen, nunca superó.

Casa suiza

Page 67: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

66

casa de mier y pesado

Además de esa relación espiritual en la que llegó a percibir parte del recorrido de la quinta de los Mier, yo advierto una remembranza del lu-gar de nacimiento de Isabel Pesado. La existencia de esas dos capillas me llevan a descubrir en ese espacio privado una evocación de la Orizaba devota, donde las iglesias formaban parte del paisaje arquitectónico.3

Entre calles y senderos que debieron propiciar el tránsito a pie, aque-lla espesura, cuidada por la mano del hombre, parecía ser la gran habi-tación de los De Mier, pues la floresta ocupaba, con mucho, la mayor parte del solar. De modo que la litografía dedicada al “fresno gran-de”, destacando su esbeltez, resulta un testimonio indiscutible de la sensibilidad, por parte de los Mier, hacia la naturaleza y, en general, hacia el paisaje. Incluso podríamos reconocer en ese fresno el víncu-lo con el terruño de la orizabeña pues en 1868, al restaurarse la Re-pública, se realizó un esfuerzo por consolidar una alameda en Orizaba y para ese propósito se creó un vivero con fresnos. El proyecto se llevó

Capilla del Nacimiento

Page 68: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

67

casa de mier y pesado

a cabo por cuenta de donaciones privadas y no sería extraño que la fa-milia Pesado de la Llave se hubiera contado entre los mecenas. 4 Esa po-sible relación me hace intuir que el fresno de la litografía pudiera estar evocando aquel vivero y, en cierto modo, podríamos reconocer en esa imagen la presencia de Orizaba en aquella finca.

La estancia en esa villa señorial pudo haber propiciado en Isabel Pe-sado la sensación de pisar el suelo veracruzano de su infancia y juventud. Tal vez la humedad y el verdor de aquella casa de la Calle Real evocaron la abundante vegetación de su tierra, donde los fresnos y los álamos del río gozaban el beneficio de las interminables lluvias. Esa relación me lleva imaginar que la arquitectura del jardín pudo haber sido concebida atendiendo al deseo expreso de una mujer colmada de añoranza por su noble ciudad, aristocrática y suntuosa en sus tiempos de esplendor. Así, en su villa palaciega, el agua salía discretamente al paso entre las calles y senderos, en forma de pequeños espejos de agua circulares con flora Capilla del Santísimo Cristo de la Expiración

Page 69: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

68

casa de mier y pesado

Fresno grande

Page 70: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

69

casa de mier y pesado

acuática al centro y fuente, pero sobre todo concentrada en el lago, alo-jado en la parte posterior de la finca y alimentado por un singular pozo artesiano. Acaso el baño, —para el cual también se había diseñado una fina construcción ad hoc—, con una vista exterior que lucía un estilo ro-mano, también fue otra manera de exaltar aquel elemento tan abundan-te en su patria chica, la Pluviosilla del novelista y poeta Rafael Delgado (Los parientes ricos), el mismo que puso en boca de uno de sus personajes la siguiente frase, donde con tono irónico delata la identidad del preten-cioso: “Figúrate: ¡de México a Pluviosilla!¡Cómo quien dice del cielo a la tierra!”. Quizás para Isabel Pesado fue a la inversa; tal vez en su villa de descanso ella encontró la manera de sobrellevar su traslado de Orizaba a la ciudad de México: del cielo a la tierra.

El especial cuidado procurado a la naturaleza en la villa de los Mier se aprecia en otras estructuras arquitectónicas como el invernáculo y la columna meteorológica. La primera de ellas pareciera responder a un afecto, asociado

Calles centrales de la casa a las puertas exteriores

Pp.70-71Lago superior

Page 71: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

70

Page 72: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

71

Page 73: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

72

casa de mier y pesado

a lo femenino, por el cuidado y el cultivo de plantas y flores, aunque tam-bién pudo desarrollarse en ese lugar una labor horticultora con cierta orientación científica. Su estructura era ajena a cierta moda europea del invernadero como extensión de la casa, o como lugar para acoger extrava-gancias; en altura sus dimensiones parecían discretas, las requeridas para una modesta labor. Por su parte, la columna meteorológica acusaba una vigilancia constante de las condiciones climáticas ambientales, por lo que su disposición era de carácter científico. Cada cual dentro de un territo-rio propio, delimitado por las calles de la villa, se ocultaba entre la fronda, aunque los claros que la demarcaban propiciaban su acceso e incluso el descanso en el lugar, como se aprecia muy bien en la lámina dedicada a la segunda estructura mencionada, con su aire de kiosquito. Era una curiosa columna poligonal levantada sobre su plataforma escalonada, con su te-cho de cinc rematado en una aguja con veleta. Esa atención procurada a los vientos, por si soplara el sur 5, también alcanza a observarse en la veleta

Vista exterior del bañoInvernáculo

Page 74: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

73

casa de mier y pesado

del kiosco en la punta del techo de cinc de aquella estructura de planta poligonal erigida en el centro del lago inferior.

Ninguno de los pabellones que acogió la villa de los Mier fue descui-dado por el litógrafo. Nada quedó fuera del Álbum; las trece estructuras arquitectónicas diseñadas como parte del conjunto habitacional de los Mier y Pesado quedaron representadas en las veintiún láminas, cuya se-cuencia en el Álbum sigue un orden, relacionado con el recorrido desde el pórtico hasta las cocheras y caballerizas, pasando por el salón de bo-liche y sin dejar fuera el gasómetro que proveía de luz artificial el lugar.

La edición cierra con el plano de la mansión, lo que facilita la orien-tación precisa de los emplazamientos. En la realización artística destaca el énfasis paisajístico, donde la perspectiva es un elemento fundamental en la composición de los magníficos espacios representados. Así también es inevitable reconocer, en muchas de las láminas, una mirada fotográfica como referente visual en el cual debió apoyarse el litógrafo, a fin de

Columna meteorológica

Page 75: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

74

casa de mier y pesado

plasmar un testimonio sensible de un hogar de descanso, joya residen-cial en su época, que reflejó el gusto tan refinado de sus propietarios.

el matrimoNio mier y PeSaDoA los dos años de casados la pareja Mier y Pesado emprendió un pro-longado periplo para visitar quince ciudades europeas y varias de Estados Unidos y Canadá. Ella anotó en sus Apuntes de viaje de México a Europa en los años de 1870, 1871 y 1872 que el viaje había sido motivado por una enfermedad que la puso en las puertas del sepulcro. De esos Apuntes ella realizó en París, años después, una edición privada que dedicó exclusivamente a sus fami-liares, entre ellos su hermana Susana, casada con José de Teresa (hermano de Nicolás de Teresa) y su sobrinos, Susana y Fernando de Teresa.

Como empresario financiero que comprometía su capital en opera-ciones de crédito y actividades mercantiles productivas y que canalizaba

Lago inferior

Page 76: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

75

casa de mier y pesado

fondos al Estado, Antonio de Mier y Celis se integraría a sociedades anónimas financieras que darían paso a las nuevas instituciones de cré-dito en la ciudad de México, como el Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano, de cuya fusión resultaría el Banco Nacional de México, del cual Antonio de Mier fue el primer presidente del Con-sejo de Administración, como ya se mencionó.

Al año siguiente, en 1885, los Mier y Pesado emprendieron un segundo viaje a Europa por motivos de salud del marido, a quien le recomendaron el clima de Europa y los baños de Carlsbad, lugar de aguas termales en Bohemia (República Checa). Casi diez años después, establecidos en París, Antonio de Mier fue nombrado por el gobierno mexicano Encargado Extraordina-rio y Ministro Plenipotenciario de México en Francia y en Bruselas. Luego, en 1899, el general Díaz lo nombró delegado en la Conferencia Monetaria en La Haya, donde empezó a enfermar. Murió en París, a finales de ese año.

Cochera y caballerizas

Page 77: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

76

casa de mier y pesado

Atendiendo la voluntad de su difunto esposo, Isabel Pesado realizó, al poco tiempo, dos importantes donaciones: un total de 9,350 ejem-plares de literatura, historia, derecho canónico y ciencias naturales fue-ron destinados a la Biblioteca Nacional de México en abril de 1900, procedentes de la biblioteca de los Mier y Pesado, de la cual se estima que una parte de ese acervo perteneció a Gregorio de Mier y Terán. Esta donación ha sido ponderada por las autoridades de la biblioteca por ser la única recibida de un empresario mexicano. La otra, realizada en 1904, fue la donación de medio millón de pesetas a los habitantes de la montaña palentina de Santa María y San Juan de Redondo y de Pie-drasluengas (4,000 pesetas por casa), tierra natal de Gregorio de Mier y Terán Alonso y de Mariana Celis, en Cantabria. El deceso de Isabel Pesado ocurrió al comenzar 1912 en París, la ciudad que había elegido como lugar de residencia desde hacía más de tres lustros.

Ella comentó, en una parte agregada a sus Apuntes, que vivió en Pa-rís retirada del mundo y consagrada al recuerdo de su marido y a las prácticas religiosas. Anotó también que padecía el no ver más su patria

Plano de la casa de Antonio de Mier y Celis en la Ciudad de Tacubaya

Page 78: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

77

casa de mier y pesado

1 Véase: Shanti Oyarzábal Salcedo, “Gregorio Mier y Terán en el país de los especuladores. 1830-1869” en: Ciro Cardoso (director), Formación y Desarrollo de la burguesía en México. Siglo xix, México, Siglo XXI editores, 1978, pp. 140-162.

2 El ejemplar consultado y del cual se reproducen las imágenes de este texto es heredado y forma parte del acervo bibliográfico del historiador Guillermo Tovar de Teresa, quien atribuye a Casimiro Castro la autoría de las litografías.

3 La Orizaba de tradición católica, en el siglo xix, es un asunto que revela de un modo muy particular la obra literaria del escritor veracruzano Rafael Delgado.

4 Ribera Carbó, Eulalia, “La construcción de un paseo mexicano en el siglo xix. Civilidad, or-nato y control social”, Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Barcelona, Univer-sidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (80). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-80.htm> [ISSN: 1138-9788]

5 En la novela de Rafael Delgado, Los parientes ricos, hay un pasaje donde dice: “Toda la noche so-pló el Sur, y sopló terrible e impetuoso de modo inesperado en días de mayo…” Para referirse a la presencia del huracán el escritor usa la referencia al soplo del Sur.

mexicana ni a sus deudos, y que se resignaba a vivir con el recuerdo del pasado. Los restos de Isabel y Antonio de Mier descansan en la Basílica de Guadalupe, junto con los de su pequeño Gregorio Antonio.

la FuNDaCióNLa Fundación Mier y Pesado es lo que en el presente continúa vivo de aquel matrimonio; fue creada el 2 de julio de 1917, por voluntad ex-presa de Isabel Pesado, quien deseó crear escuelas para la enseñanza de los menesterosos, particularmente de los indígenas. Con esas bases se crearon dos escuelas: el Instituto Mier y Pesado para niñas, en la Villa de Guadalupe, y la Escuela Mier y Pesado para varones, en Coyoacán (1937). Asimismo, se construyeron dos residencias para personas de la tercera edad: la Casa de Salud Fundación Mier y Pesado, un asilo para varones ancianos ubicado en Tacubaya, y la Casa Hogar Mier y Pesado, un asilo para ancianas en Orizaba, Veracruz.

Edificada por el arquitecto Juan Segura Gutiérrez entre 1939 y 1944, esta última ha sido reconocida en días recientes como patrimonio cul-tural del estado de Veracruz por su valor arquitectónico.

Page 79: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Fernando de Teresa a caballo en uno de los patios de su casa posa entre los actores de Les Bandolers (extremo izquierdo: Luis G. Jordà; sobre el potrillo una de las hijas del matrimonio De Teresa), 1898

Page 80: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

79

Casa De Teresa

La quinta de la calle de Gelati que perteneció a Fernando de Teresa Miranda fue el escenario de una serie de fotografías, irreprochables en su calidad visual, y de un encanto peculiar porque invitan a repasar las virtudes de la casa como espacio

habitado. Para uno de los herederos de la inmensa fortuna de Nicolás de Teresa fotografiar la casa fue un modo de consagrar un rincón del mundo que propiciaba el disfrute familiar. Más de cien años después, el encuentro con las imágenes de la casa vivida y con la expresión y el gesto de sus habitantes conmueve hasta el asombro, pues nos sitúan en el lugar donde se instaló la felicidad.

Esas imágenes, realizadas por diversos fotógrafos de indudable pro-fesionalismo, reflejan el goce de quienes habitaron aquella casa en su tiempo de esplendor, iniciado en 1896. Entonces el poeta y periodista Manuel Gutiérrez Nájera se empeñaba en defender el libre cambio ar-tístico y la poderosa individualidad de los escritores abiertos a las ten-dencias estéticas modernas en la revista Azul, cuyo espíritu se prolongaría en la Revista Moderna, proclamada por José Juan Tablada como el medio para difundir un ideal estético muy refinado, suprasensible.

Precisamente ese ánimo de modernidad, libertad y refinamiento se ve reflejado en el medio elegido por Fernando de Teresa para dejar un testimonio, suficientemente veraz, de un espacio vital que atesoró una gran cantidad de sueños realizados. La fotografía ofrecía la ilusión de conservar imperecedero el espíritu de aquella morada. En aquellos años de euforia porfiriana con aires aristocráticos la quinta de Gelati había alcanzado una extensión mucho mayor de la original, cuando Nicolás de Teresa ordenó construirla.

Tener una casa de campo en las afueras de la ciudad, al mediar el siglo xix, era parte de un estilo de vida muy generalizado entre los empresa-rios que habitaban la ciudad de México; era una vía de escape al trajín, la contaminación y los riesgos de la inseguridad urbanos. Nicolás de Tere-sa abandonaba temporalmente su residencia de estilo colonial en la calle

Patricia Massé

Pp. 80-81El trenecito animó de un modo particularla vida de la familia De Teresa, ca. 1897

Page 81: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

80

Page 82: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

81

Page 83: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

82

casa de teresa

de Lerdo de la capital mexicana, con patio en el centro, orientación hacia el interior y un zaguán —toda ella reedificada por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga—, para disfrutar el aire fresco de aquel poblado con casas de adobe, corrales y huertas al poniente de la capital mexicana. Muchas de aquellas viviendas estaban desapareciendo porque la alta sociedad capita-lina se empeñaba en construir casas campestres de grandes dimensiones, espectaculares, para disfrutar al máximo el contacto con la naturaleza, la holganza y la privacidad. Al parecer, aquella modalidad habitacional en la villa de Tacubaya había sido alentada por los presidentes Santa Anna y Comonfort, al preferir la localidad como lugar de residencia.

Desde su casa de veraneo, la número 29 de la calle de Gelati, con sus habitaciones alineadas al costado de un patio, su jardín y su huerta, Nicolás de Teresa previó agilizar el traslado hacia otras propiedades su-yas, entre ellas las fábricas que se ubicaban en las villas de San Ángel y Tlalpan, en las afueras de la ciudad. La movilización de los trabajadores, empleados en la producción de textiles en La Hormiga, así como en la fábrica de Loreto, lo llevó a gestionar la concesión del ferrocarril que corría de Tacubaya a San Ángel. A partir de 1857 la vía férrea unió Tacu-baya con la ciudad de México; el siguiente paso hacia el progreso ocurrió cuando Nicolás de Teresa conectó aquellos poblados con Tacubaya.

Oriundo de Llanes, Asturias, Nicolás de Teresa Sánchez había llegado a México en 1837, cuando contaba con 18 años de edad; traía la misión de cobrar una serie de deudas familiares y dejaba en España una familia de for-tuna que había ocupado cargos públicos en sucesivas ocasiones: regidores, alcaldes, alféreces y procuradores de la villa de Llanes. La familia de la cual procedía Nicolás había sido vecina de aquella villa del Principado de Asturias desde hacía muchos años y una de sus ramas, por la vía materna, se había establecido en la ciudad de Guadalajara, en el reino de la Nueva Galicia, donde uno de sus familiares, Fernando Bustillo Varas, ocupó un cargo como abogado en las Reales Audiencias de la Corte en Guadalajara y fue regidor perpetuo en la misma ciudad de la Nueva España a mediados del siglo xviii.1

Al cabo de siete años de intensa actividad productiva, participando en la transformación de la actividad económica mexicana, Nicolás de Teresa estaba celebrando sus nupcias, en la ciudad de Puebla, con Do-lores Miranda, una criolla distinguida, natural de aquel lugar. Conso-lidado muy pronto como empresario e industrial, en un país donde pre-dominaban las estructuras agrícolas tradicionales y donde la producción manufacturera era incipiente, el asturiano se contó entre los hombres de negocios más influyentes y poderosos en México; poseía tierras urbanas, haciendas agrícolas y minas en varias regiones del país, así como también industrias y considerables acciones crediticias y bancarias.

Page 84: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

83

casa de teresa

Como figura integrante del reducido grupo de la élite económica de la ciudad de México, Nicolás de Teresa desempeñó un papel muy importante en la activación del tejido financiero del país. Siendo un personaje de la aristocracia financiera participó como uno de los ma-yores inversionistas (2,000 acciones) en la fundación de la primera institución bancaria del país: el Banco Mercantil Mexicano, que abrió sus puertas al público en 1882 y del cual fue miembro de su cuerpo directivo. Al poco tiempo ocupó la primera vicepresidencia del Banco Nacional de México, surgido de la fusión de aquella primera institución bancaria y del Banco Nacional Mexicano.2

Con la muerte de Dolores Miranda viuda de Teresa se cerraba un primer ciclo de vida familiar consagrado por 45 años de matrimonio (Nicolás había fallecido en 1889), que dejaba, a fines de 1895, una des-cendencia integrada por Isabel, quien ya era viuda de Faustino Sobrino; Luisa estaba casada con Pedro Peláez; José había contraído matrimo-nio con María Luisa Romero Rubio (hermana de Carmelita, esposa del General Díaz); Dolores había celebrado sus nupcias con Juan Antonio Azurmendi; Pedro era soltero; así como Francisco; Fernando se había casado con Susana de Teresa Pesado y María de la Paz era la esposa de Salvador Miranda y Marrón.

Fernando Guillermo y Susana de Teresa celebraron sus nupcias en la ciudad de México en el año de 1887. Susana tenía un segundo apelli-do que ya se inscribía en los anales de la historia mexicana; José Joaquín Pesado, su abuelo, se había desempeñado como ministro de Relaciones Exteriores, además de que fue una figura célebre en el mundo de las letras mexicanas; su prestigio como poeta, periodista y políglota lo había con-vertido en miembro de la Real Academia de la Lengua en España , siendo el primer mexicano acreditado con esta distinción. Del mismo modo se había integrado a la Academia de Letrán en México y a la junta directiva de la Sociedad de Geografía y Estadística. De modo que en el mundo que creció Susana de Teresa dominaba una cultura altamente ilustrada y un declarado pensamiento político tanto conservador como liberal. Esta úl-tima filiación venía, sobre todo, por la vía materna, pues su bisabuelo, el general Ignacio de la Llave —quien había fungido como Ministro de Gue-rra del gobierno de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma y había desempeñado el cargo de gobernador constitucional del estado de Vera-cruz (fue electo en el momento en que las tropes francesas invadían Mé-xico)—, había sido un revolucionario comprometido con el liberalismo.

La familia cuenta que la madre de Susana de Teresa (Susana Pesado de la Llave, esposa de José de Teresa Sánchez) era aficionada a la foto-grafía y que había mantenido una estrecha amistad, desde Orizaba, con

Nicolás de Teresa pintado por el poblano José María Calderón en 1845

Page 85: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

84

casa de teresa

los hermanos Valleto, quienes establecieron en la ciudad de México un estudio fotográfico que devino en el más acreditado durante el porfiria-to. La fotografía, entonces, había penetrado en la sensibilidad de toda la familia muy tempranamente; sensibilidad que se mantendría por mu-chos años. Esa estrecha relación con la fotografía fructificó en una gran cantidad de imágenes, cuya irreprochable factura debe ser atribuida a los Valleto, entre otros muchos fotógrafos profesionales que fueron lla-mados por los De Teresa para ser fotografiados. Acaso el producto más consumado de aquel vínculo generado en Orizaba lo ofrendaron los Valleto en el encantador retrato de María, una de las hijas de Fernando

Fernando y Susana de Teresa y cinco de sus hijos, ca. 1898

Page 86: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

85

casa de teresa

y Susana, el cual se exhibió en la Feria Universal de París e hizo a sus autores merecedores de un premio en aquel memorable evento.

La fotografía era una más de las muchas expresiones de la moderni-dad incorporadas al estilo de vida de los De Teresa: les gustaba fotogra-fiar la vida campestre que disfrutaban, así como también los espacios de diversión y los momentos de recreo gozados en la quinta que, al pasar a manos de Fernando, fue incorporando la fantasía de una persona re-finada y cultivada (amaba las letras, la música, algunos deportes al aire libre como la equitación y le fascinaba la naturaleza tanto como ciertos adelantos tecnológicos de la época como la fotografía, el automóvil, el ferrocarril y el cine) en sus imágenes. El ritual de representación con el cual celebraron muy a menudo su existencia, así como también sus vivencias, requirió del profesional, aunque también incorporó el uso de la cámara de mano que facilitó la toma de instantáneas.

La fotografía seducía porque abría la oportunidad de experimentar la persistencia de la realidad y, en el caso de Fernando de Teresa, fue muy evidente que a través de la fotografía encontró un punto de inter-sección con aquello que más disfrutó: su familia y su casa. En particular, la familia fue representada en una gran cantidad de retratos; así también la convergencia de la fotografía con la casa fue probada en su residencia del centro de la ciudad de México.

uN riNCóN Del muNDo eN la Calle De GelatiLa casa de campo de la calle de Gelati, en Tacubaya, conformó un capí-tulo muy especial en el modo en que Fernando de Teresa hizo participar al fotógrafo en el espacio privado, modificado en sucesivas ocasiones, conforme iba ganando mayor extensión, sobre todo en el jardín. La re-modelación del inmueble fue proyectada por el ingeniero Daniel Gar-za en 1895. La familia conserva varios legajos de la contabilidad donde Garza registró escrupulosamente algunos gastos generados durante la remodelación de la casa, así como varias facturas de accesorios de plo-mería, herrería, madera y otros materiales comprados por su colabora-dor, el ingeniero Gonzalo Garita.

Garza había realizado estudios de ingeniería y arquitectectura en la Escuela Militar de Chapultepec, la misma institución donde Gonzalo Garita se había graduado en 1888 como ingeniero y teniente, un par de años antes que Garza. Este último se había convertido, en menos de diez años, en un profesional especializado en arquitectura e hidraúlica; la Guía General Descriptiva de la República Mexicana dirigida por Figueroa Do-ménech (editada en 1900) lo presentaba como el autor de algunos de los más hermosos edificios modernos de la ciudad de México. Garza se

María (hija de Fernando y Susana) a los ocho años, ca. 1900. Esta fotografía de Valleto fue premiada en la Exposición Universal de París

Page 87: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

86

casa de teresa

había ganado la confianza de la familia De Teresa, para la cual realizó tres importantes proyectos constructivos, uno de los más celebrados pública-mente fue el Centro Mercantil, edificado por orden de José de Teresa, en la esquina de la Plaza de la Constitución y la 1ª del Refugio. De estilo afrancesado y absolutamente innovador en su concepto, el complejo ar-quitectónico fue diseñado como centro de operaciones de 23 almacenes y 100 despachos comerciales distribuidos en una planta baja y dos pisos (e incluso cinco por el callejón de Bilbao). En el piso más alto (un ter-cer piso por el lado de la plaza de la Constitución) se erigió un espacio privado especialmente diseñado para su propietario. El inmueble estaba dotado de una instalación eléctrica que presumía ser alarde de ingeniería muy singular entre lo que se conocía en México en aquel tiempo.

El ingeniero Garza diseñó en el Panteón Español un mausoleo estilo neogótico en memoria de Nicolás de Teresa, levantado sobre una planta octagonal que sostenía esbeltos arcos y bovedillas en ojiva, desde donde

Instantánea de los niños De Teresa jugando en el jardín, ca. 1895

P.87Fernando de Teresa fue uno de los primeros compradores de automóviles, ca. 1900

Page 88: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

87

casa de teresa

se elevaba una esbelta torrecilla que remataba en punta. Asimismo fue obra de Garza el Banco Internacional Hipotecario de México, de estilo renacentista, cuyas instalaciones se promovieron como un garante de seguridad extrema, a prueba de las contingencies más graves que pudie-ran preveerse en su tiempo. Fue edificado en el ex Colegio de Niñas, esquina con la calle de Cadena, del cual José de Teresa fue su presidente y primer integrante del Consejo Local.

En pleno furor constructivo en la ciudad de México, tan celebrado por la prensa porfiriana de fines del siglo xix y comienzos del xx, el in-geniero Gonzalo Garita se colocaría al frente de varias obras construc-tivas de gran importancia nacional: la Columna de la Independencia, la Oficina General de Correos y el Palacio de Bellas Artes.

Instantánea tomada en casa de los De Teresa, ca. 1896

Page 89: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

88

casa de teresa

la CaSa DeSeaDaLa remodelación que Garza y Garita realizaron en la quinta de Gela-ti atendió fundamentalmente aquello que Fernando de Teresa requi-rió para instalarse a sus anchas y divertirse, aprovechando la naturale-za como escenario inspirador. El estilo de cada una de las estructuras arquitectónicas le concedía una personalidad singular, en algunas de ellas con ciertos elementos constructivos industriales que manifiestan una orientación vanguardista en el proyecto de intervención de Garza y Garita. Según las apreciaciones del bisnieto de Fernando y Susana de Teresa, el investigador Guillermo Tovar de Teresa, fue el primer pro-yecto de esta índole, realizado para una casa en las afueras de la ciudad.

La lujosa alberca fue diseñada al estilo pompeyano: en el interior del área que ocupaba solamente había lugar para la piscina de contorno rec-tangular, los andadores que la rodeaban y los vestidores y regaderas dis-tribuidos estratégicamente en las cuatro esquinas, todo protegido por las cuatro paredes que la circundaban. Un amplio impluvio despejaba el lugar hacia el cielo raso con su luz, aire y sol. Completaban el ambiente de ese elegante lugar —tan parecido al rincón de una villa de descanso pompeyana— las delicadas pinturas al fresco con motivos que combinaban estilizados follajes en jarrones, frisos y recuadros con motivos decorativos más abstractos.

Centro Mercantil, ca. 1900

La quinta de Gelati 29, ca. 1900

P.89La alberca de estilo pompeyano, ca. 1898

Page 90: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

89

casa de teresa

La casa de muñecas de planta rectangular, de dos piso y con sótano, a la cual se entraba subiendo una escalinata doble, se erguía como una especie de casita encantada en medio del bosque; tipo palaciego, lucía todas sus paredes exteriores de ladrillo aparente, con ventanas y balco-nes de formas muy regulares y simétricas y una torre que sobresalía en la parte central de la construcción, por encima del segundo piso.

La capilla se encontraba a un costado del lago. Su cúpula, discreta y a la vez elegante, estaba decorada exteriormente con mosaicos y rematada con una esbelta linternilla que culminaba en una cruz; como un cas-quete esférico, cubría la mayor parte de la base cuadrada, evocando, con modestia, un vago aire florentino. La casa de muñecas, ca. 1897

Page 91: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

90

casa de teresa

Todas las construcciones se dispersaban en la totalidad del jardín, el cual fue creciendo en la medida en que se fueron adquiriendo algu-nas huertas aledañas. Desde luego, se agregaron arbustos, matas, plantas diversas y árboles a aquellos parajes con el propósito de diseñar aquel vergel cuya topografía original fue aprovechada al máximo. De hecho, el relieve de aquella naturaleza domesticada acusaba una altimetría irre-gular; el jardín ofrecía partes altas y otras bajas. Así, en la cima de una elevación de piedra braza que sobresalía en la parte alta del jardín de la finca, donde las plantas se aferraban a crecer y el agua se filtraba for-mando una discreta caída, se construyó un mirador desde donde se po-día disfrutar una vista del Castillo de Chapultepec. También se abrió un túnel grande a los pies de esa loma de piedra para que pudiera circular el trenecito por todo el jardín y, del mismo modo, se perforó un túnel menor para el flujo del agua del estanque. La finca albergó un pequeño complejo ferroviario a escala, dotado de una estación de tren donde se guardaban al menos dos modelos de locomotoras que movilizaban varios vagones que podían ser abordados por los de casa y sus invitados; ade-más, las instalaciones del tren incluían una especie de torre de control.

El grupo de actores que representó una obra de Luis G. Jordà en 1898

Page 92: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

91

casa de teresa

La naturaleza fue dotada de una arquitectura que respetó su condición original, solo que domesticada; se introdujeron algunas esculturas, an-dadores, senderos, puentes, barandales, bancas y el túnel que facilitó el tendido de la vía férrea privada; en parte, la arquitectura de paisaje fue adaptándose a los caprichos del lago —presencia fundamental en el jar-dín— y, a su vez, la extensión y forma del lago también fue modificándose conforme se expandió el área de la quinta, la cual llegó a abarcar el equiva-lente de cuatro manzanas actuales de la colonia San Miguel Chapultepec. Aquel espejo de agua de forma regular que se hallaba en la parte alta del frondoso jardín abrió un ramal formando un canal que fluía suavemen-te cuesta abajo, para tomar una forma más libre; su lecho serpenteante bordeaba la extensión del jardín de césped bien cortado, dando un rodeo hasta cerrar su cauce. Así, el lago invitaba a ser contemplado y escuchado por el leve murmullo de la estela de agua que dejaban los cisnes que allí nadaban, pero sobre todo invitaba a ser recorrido en los botes, lanchas y pequeñas barcazas que debían embarcarse en el área regular del estanque.

El panorama de aquel bosquecillo interior se podía apreciar desde los distintos puntos de vista que ofrecían las estructuras arquitectónicas que se encontraban dispersas en el lugar, ya fuera el kiosco o el desayunador instalado a la orilla del lago, así como desde otras construcciones que de pronto se perdían entre las sombras de los árboles y las copas de los

La estación del trenecito junto a la torre de control de la casa, ca.1897

Page 93: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

92

arbustos, como la casa de muñecas, otros kioscos, cenadores, el boliche, la placita de toros, y otros pabellones especiales. Todo lo que se había introducido artificialmente armonizaba con la naturaleza que domina-ba la configuración del lugar, así se imponía el respeto por las caracte-rísticas ambientales locales, descartándose un modelo preestablecido.

Aquel jardín, cuyas fotos enaltecen el festejo y el regocijo, reflejaba el ideal de su propietario: gozar la convivencia familiar al aire libre, fresco y ligeramente húmedo entre aquella naturaleza enriquecida con elementos para intensificar la experiencia lúdica. El alma del lugar se encontraba en el trenecito, cuya estación, furgones y locomotoras configuraron un mundo pequeño, o quizás un mundo donde emergía el pequeño que ha-bitaba en cada uno de los moradores de esa casa. El nombre “Susana” lució siempre en una de las locomotoras del tren doméstico y el de “F.C. de Tacubaya” en uno de los furgones, mientras que en las lanchas se leían los nombres de los hijos de Fernando y Susana; así, con tan simbólico patrocinio se recreaba la aventura de vivir protegidos.

Las fotos invitan a imaginar que se podía emprender la aventura de ju-gar a la travesía, ya fuera por tierra o por agua; despedirse y reencontrarse al poco rato, celebrar el hecho de sentar raíces en aquel universo creado

Fernando y Susana de Teresa con todos sus hijos y una nana mientras son observados por familiares o amigos. Desde el mirador se podía ver el castillo de Chapultepec, ca. 1900

Page 94: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

93

acorde a los deseos de su propietario. Así proliferaron los apegos en aquel universo donde hasta la vida adulta se matizaba con algo de niño; aunque el mundo exterior no estaba al margen de la ruta ferroviaria doméstica que conectaba todas las construcciones dentro de la quinta, uno de los destinos más lejanos del trenecito fue la casa de Antonio de Mier y Celis (tío de Susana de Teresa) que se hallaba a poca distancia de los De Teresa.

Es difícil disociar memoria de imaginación cuando se hace referencia a las bondades de aquel jardín, ya no por boca de la familia que disfrutó aquella “casa grande” sino en las palabras de sus visitantes, que no fue-ron pocos. La privacidad de una parte de aquella naturaleza domesticada se alteraba cuando las rejas del jardín se abrían los fines de semana para que pudieran disfrutarla los niños de la población local de Tacubaya. De modo que actualmente ciertas personas lo recuerdan como lugar de recreo. Incluso Dolores Olmedo, quien fuera hija de la directora de la escuela de Tacubaya, mencionó haber visitado varias veces aquel jardín.

la CaSa aBierta al arteLa casa de la calle de Gelati también demostró su capacidad integradora al abrirse como espacio de creatividad, acogiendo en su seno las artes

El lago, ca. 1898

Page 95: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

94

casa de teresa

escénicas y la música de las cuales Fernando de Teresa fue un ferviente admirador, lo cual debió involucrarlo en el patrocinio de artistas. Allí se encontró el pianista y compositor catalán Luis G. Jordà con el poeta Luis G. Urbina. El músico y compositor llegó a México cuando ya go-zaba de prestigio en Cataluña y muy pronto se convirtió en una figura célebre en el país que lo acogió. Probablemente conoció en Barcelona a Fernando de Teresa, quien tenía amistad con el violinista Pablo de Sara-sate y con el violonchelista Pablo Casals. El musicólogo Cristian Cantón asegura que la mazurka Elodia, considerada una de las obras más afortu-nadas del repertorio mexicano de salón compuestas por Jordà, vendió cien mil ejemplares entre 1909 y 1914.3

Como pianista Jordà integró el famoso grupo de cámara porfiriano, el quinteto Jordà-Rocabruna, integrado por cinco catalanes: Mas, Rocabruna, Ferrer, Jordà y Torelló, cuyas reuniones musicales con otros compatriotas suyos dieron origen al Orfeó Català de Mèxic. El hallazgo de algunos manus-critos que permanecieron en manos de la familia De Teresa ha propiciado que en los últimos años vuelva a circular la música para piano del que fuera autor de la célebre y popular zarzuela Chin-Chun-Chan (estrenada en la ciudad de México en 1904). Entre esos documentos se han rescatado las canciones compuestas por Jordà, con letra de Luis G. Urbina. Este último ha sido considerado uno de los escritores más representativos de las letras mexicanas del primer tercio del siglo xx; fue cronista de la vida cotidiana, de teatro y de cine; aprendió el periodismo literario de su maestro Ma-nuel Gutiérrez Nájera y perteneció al grupo de la revista Azul. En la casa de los De Teresa quedaron resguardados algunos manuscritos que debieron amenizar las veladas organizadas en aquel lugar.

Había en la casa un teatrito donde podían reunirse cómodamente hasta cincuenta personas para disfrutar conciertos, representaciones tea-trales, sainetes y entremeses. El mismo Jordà interpretó allí su zarzuela

Las puertas de la reja que se abrían los domingos para los niños de Tacubaya,

ca. 1898

Page 96: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

95

casa de teresa

Los Bandolers, una obra previa a la etapa mexicana de Jordà que debió ser interpretada (en una versión traducida al español) para amenizar algún festejo especial.4 Como prueba irrefutable del acontecimiento se con-serva una fotografía. El acercamiento del fotógrafo al escenario permite identificar a los personajes reunidos, además de que cada uno ocupa un lugar que facilita distinguirlos entre sí. Delante de los actores mayores, probablemente aficionados, están los cuatro intérpretes menores, los pequeños De Teresa; sus vestidos los identifican como figuras que to-maron parte en la representación; todos ellos visten trajes de fantasía. La huerta, ca. 1898

Page 97: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

96

casa de teresa

Cerca del grupo, pero aparte, se encuentra el mismo Jordà sentado en el banco del piano y al pie del escenario está Fernando de Teresa, colocado junto al elenco; el traje de gala que viste lo distingue del conjunto que luce una indumentaria inspirada en la que usaba el pueblo catalán. Resulta evi-dente la habilidad de quien tomó el retrato colectivo, que se completa con la niñita, María de Teresa, sentada en el extremo izquierdo, al pie del es-cenario, estableciendo un contrapeso visual que equilibra la composición.

El teatrito también fue usado como sala de proyecciones de las pri-meras películas mudas que llegaron a México, pues Fernando de Teresa fue un ferviente admirador de aquel nuevo arte que empezó a comercia-lizarse en 1895. Seguramente Fernando se encontraba en aquella primera El teatrito, ca. 1898

Page 98: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

97

casa de teresa

exhibición privada de cinematógrafo que tuvo lugar en México (un año después de que se patentara el proyector cinematográfico) en el Castillo de Chapultepec para el general Porfirio Díaz, la familia Romero Rubio y un grupo de amigos del presidente.

Fuera de la sala de eventos especiales lo escenográfico encontró un lugar en la fotografía, donde la fantasía y la espectacularidad fueron re-creadas en un plano bidimensional, desplazando el escenario teatral a otro contexto de realidad: el ingeniado por el fotógrafo, quien transla-dó los artificios teatrales que tenían lugar en algunos jardines europeos del siglo xviii a la superficie del papel fotográfico, donde la narración teatral ya sucedía en el espacio real del jardín.

Los actores de Les Bandolers (extremo derecho: Fernando de Teresa; al piano: Luis G. Jordà), 1898

Page 99: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

98

casa de teresa

La ilusión de la fotografía, que debió deslumbrar a Fernando —del mismo modo que lo fascinó la finca de Gelati— residía en su lenguaje, en ese cruce de la fantasía y la realidad que permitía que al colocarse el objetivo de la cámara frente a la realidad, ésta quedara afectada para siempre, perpetuándola sobre una superficie sensible a la luz.

Sin embargo, aquel mundo donde la realidad se entrecruzaba con la fantasía se alteró con el estallido revolucionario; la esperanza de convivir en la casa de Gelati se perdió totalmente en 1914. Ese año la familia pretendió hallar refugio seguro en Europa, pero fue a encontrarlo en Nueva York. Guillermo Tovar de Teresa asegura que su bisabuelo conoció allí a un par de poetas mexicanos cosmopolitas que exploraban otras culturas: Pedro Re-quena Legarreta5, el joven poeta que se había propuesto ser el mejor traduc-tor mexicano y había comenzado con el poeta Rabindranath Tagore (con quien estableció contacto en Nueva York), y José Juan Tablada, prosista, prolijo articulista y poeta cuyas inquietudes literarias lo habían llevado hasta Japón, donde adoptó su estilo haiku. Los tres habían salido del país cuan-do el usurpador Victoriano Huerta asumió el poder en México y la cultura vanguardista los reunía en aquella capital del siglo xx.

A Fernando de Teresa ya no le tocó regresar de Nueva York a la casa de Gelati; su cuerpo regresó a México poco antes de iniciar la década de 1920, su familia lo acompañaba, sólo que para él había otra morada en el panteón español.6

Durante la la presidencia de Venustiano Carranza, entre 1917 y 1919, y en ausencia de los De Teresa, el general Pablo González ocupó la singular residencia como casa.7 El antaño maderista y jefe del Cuerpo del Noreste del Ejército Carrancista fue el autor intelectual del asesinato del jefe de la Revolución del Sur: el general Emiliano Zapata (Hacienda de Chi-nameca, 1919). Se le imputa complicidad con la banda del automóvil gris, grupo de delincuentes que, presentando órdenes de cateo falsas y uni-formados de polícias militares sembró el terror en la ciudad de México, saqueando casas y realizando secuestros. Ya exiliado, compró en Laredo el Mexican American Banking Company.

Poco menos de quince años les quedaron a los De Teresa para seguir disfrutando aquella intimidad placentera que les brindó la lujosa y apa-cible casa de Tacubaya. En 1934 la dividieron y la casa grande pasó a ser usada como colegio jesuita.

Del esplendor material de la casa número 29 de la calle de Gelati solo perviven las fotografías para ratificar la grandeza de aquel hogar imperecedero.8

Fotomontaje de una de las hijas de Fernando y Susana sobre el lago de su casa, ca. 1897

Page 100: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

99

1 Todas la referencias a nombres y fechas de la familia De Teresa provienen de diversos instru-mentos consultados por el historiador Guillermo Tovar de Teresa en archivos públicos: libros de matrimonios, bautismo, actas, consultadas en los Archivos Históricos de Llanes, Archivos Parroquiales de la cudad de México y de la Villa de Llanes, así como también en el Archivo Municipal de Guadalajara. Del mismo modo, los protocolos notariales fueron una fuente invaluable para la invetigación realizada en los lugares mencionados, hace varios años, por el citado historiador.

2 Véase: Leonor Ludlow, “El Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano: radio-grafía social de sus primeros accionistas, 1881-1882”, Historia Mexicana, año XXXIX, número 4, 1990, pp. 979-1027.

3 Cristian Canton Ferrer, Vida i obra de Luis G. Jordà (1869-1951). El músic de les Masies de Roda que va triomfar a Mèxic, Osona, Ajuntament de les Masies de Roda, 2010.

4 Ibidem5 Hijo de José Luis Requena, muerto a los 25 años de edad en Nueva York, en 1918, a causa de

la epidemia de influenza, igual que Fernando de Teresa.6 Véase: Rafael Tovar y de Teresa, Paraíso es tu memoria, México, Alfaguara, 2009.7 Véase: Leopoldo Zincúnegui, Anecdotario prohibido de la Revolución Mexicana, México, s/e, 1936,8 Todos los documentos originales que se reproducen en este texto provienen del archivo de la fami-

lia De Teresa, conservado por Guillermo Tovar de Teresa, descendiente de Fernando de Teresa.

Los miles de volúmenes de la biblioteca de la casa estaban a la disposición de amigos y familiares, ca. 1895

Page 101: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Casa Escandón Escandón (Colección particular)

Page 102: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

101

Casa Escandón Escandón

En las últimas décadas del siglo xix se construyó, en un terreno propiedad de la familia Escandón ubicado en la calle Camino Real (hoy avenida Jalisco esquina con Parque Lira), una man-sión que sería conocida como la Casa Escandón Escandón de

Tacubaya. Guadalupe, hija de Antonio Escandón Garmendia y de Cata-lina Barron y Añorga, vivió su infancia entre la casa paterna de la calle de San Francisco (hoy Francisco I. Madero) y la casa de campo de Tacubaya.

En el verano de 1886 Guadalupe contrajo matrimonio con Manuel Escandón y Arango en una ceremonia celebrada por el arzobispo Co-rrigan en la Catedral de San Patricio, Nueva York, y a la que asistieron sus hermanos Pablo, Eustaquio, Manuel, Carlota y María, quienes, a excepción de Pablo, vivían en Europa.

En 1888, al retornar a México después de su luna de miel, Guadalu-pe y Manuel establecen su residencia en la mansión ubicada en el Paseo de San Francisco número 9, donde actualmente se encuentra el Pasaje América, junto a la Casa de los Azulejos, en el centro de la ciudad de México. También ellos, siguiendo la costumbre de la época entre per-sonas acaudaladas, pasaban algunas temporadas y fines de semana en su finca de descanso llamada Casa Escandón Escandón de Tacubaya.

No obstante, y debido principalmente a las revueltas y disturbios que se daban en el centro de la ciudad de México durante la segunda déca-da del siglo xx, Guadalupe, ya viuda, tomó la decisión de residir en su quinta de Tacubaya de manera permanente. Ya instalada, pudo dedicar-se a numerosos quehaceres relacionados con diversas actividades filan-trópicas en las que continuó trabajando durante toda su vida.

Guadalupe Escandón y Barron, Baronesa de Barron, que familiar-mente era conocida como Mau, fue una mujer muy inteligente, de una gran personalidad, muy dinámica y con una enorme capacidad de tra-bajo. Esta distinguida y caritativa mujer, predispuesta siempre a ayu-dar a los necesitados, utilizó parte de los bienes que había recibido en

Guadalupe Escandón Escandón

Noticia de la boda en un periódico neoyorkino (Colección particular)

Page 103: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

102

casa escandón escandón

herencia para iniciar, junto con su hermana María, la fundación del Hospital Escandón, así como para realizar otras obras pías.

Según Margarita Reynoso Suinaga, bisnieta de Guadalupe Escandón y Barron, Mau, la Casa Escandón Escandón era una construcción de tres pisos, de ladrillo rojo y tenía unos balcones con columnas de cantera. El techo, muy inclinado, era de tejas y remataba con un pararrayos de metal en forma de gallo. Las recámaras estaban en el segundo piso y las habita-ciones de los niños en el tercero; tenía además una espaciosa biblioteca y varias salas con grandes ventanales. La escalera principal de la casa de Tacubaya era señorial y se abría en dos, iluminada en la parte de atrás por un vitral hermosísimo. A los lados, había persianas con encajes. Ese ven-tanal se abría a su vez hacia un patio que tenía su propia escalera en donde tomaban el sol unos enormes gatos. En la planta baja, el baño de visitas estaba decorado en blanco y negro, como un tablero de ajedrez, y el toque de color lo daban los retratos de unos tigres que adornaban la pared.

Había también una capilla, con imágenes y esculturas de gran tama-ño, donde se celebraba la misa antes del desayuno y en Navidad se ponía un belén con delicadas figuras europeas.

El perico de la familia tomando el sol en uno de los corredores (Colección particular)

La casa vista desde el jardín (Colección particular)

Dos de las nietas de Mau recorriendo los jardines en sus bicicletas (Colección particular)

Page 104: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

103

casa escandón escandón

La casa estaba rodeada por un jardín bellísimo que incluía una fuen-te con grandes piedras en el centro y donde nadaban peces de colores. Había, una gran cantidad de flores y plantas, hortensias, alcatraces y helechos sembrados en parterres y grandes macetones distribuidos en los corredores de la casa. Había también un lago con una isla y canales de apariencia irregular por el que se podía navegar en lanchas. Tenía de igual modo una jaula vacía donde había vivido, según la bisnieta de Mau, algún león o tigre o tal vez un águila, y en los corredores y terrazas había jaulas más pequeñas con pericos y hermosos pájaros.

Agua en abundancia, que otorgaba la sensación de frescura, brotaba de cuatro fuentes distribuidas estratégicamente en el jardín, en cuyo centro se erguían sendas figuras que representaban las cuatro estaciones del año.

Por doquier se encontraban bancas cuyos cojines invitaban al descanso, y los senderos que atravesaban el jardín llevaban al boliche, a un volantín, a una cancha de tenis o a una galería donde se guardaba un landó. Existía una rampa para el paso de las carretelas y otros carruajes, y por donde también había circulado un Panhard 1902 que alcanzaba, aun dentro de la residencia, la fabulosa velocidad de 60 kilómetros por hora.

Corredor de la casa(Colección particular)

Escultura que representa a la primavera (J.A. Reynoso)

Nieta de Mau frente a una de las cuatro esculturas con surtidores de agua que representaban a las cuatro estaciones del año (Colección particular)

Page 105: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

104

casa escandón escandón

Nos cuenta Margarita Reynoso:

En uno de los extremos de un amplio corredor, donde los niños de la casa no se cansaban de jugar y de correr, había una rotonda. Desde ahí se pasaba a un saloncito muy elegante, forrado todo de rosa y era especial para tomar el té. Se entraba a él por la terraza y atrás tenía una ventana redonda con cortinas pesa-das y de grandes pliegues, todo en el mismo tono rosado. En medio se encon-traba una mesa camilla, donde se colocaba un samovar con agua hirviente, que siempre se mantenía así, pues en la parte inferior tenía una parrilla. El té Lip-ton, traído de la India, vía Inglaterra, se guardaba en cajas de plata y se colocaba en unas diminutas esferas dentro de las tazas, donde se vertía el agua calien-te. Era una delicia de té. En la mesa se ponían cuernitos, pastelillos, galletas, arenque, áspic y bocadillos de todo tipo; todo colocado en charolas de plata o platitos de cristal con tapa plateada. Las damas se sentaban en sillones forrados con telas de flores y les servían té o cognac, según su preferencia. Se usaban para el té unas hermosas y finísimas tacitas de porcelana, transparentes a la luz del sol. Cuando los adultos se levantaban, los niños podían entrar a comer, pues no se acostumbraba entonces que los niños comieran con los adultos.

Había dos cocinas: una para que en ella se preparara la comida de mi abuela y mi bisabuela y la otra para que en ella se hiciera la comida de los sirvientes. Había un montacargas para subir y bajar los alimentos, donde fácilmente podía caber un niño.

La casa tenía tres comedores: el principal, de gran tamaño, con amplios ventanales y celosías de fierro; otro más pequeño y uno más donde comían los niños, las monjas y los criados de primera categoría; los que no eran de primera categoría y los demás servidores comían en la cocina. Del lado ex-terior de una de las ventanas había una fuente con peces de colores.

Junto al Salón del Té estaban el Salón de los Espejos, llamado así por las enormes lunas que decoraban sus paredes, y el Salón Rojo, que era una habitación con tapices rojo y negro, con techo art déco, adornado con figu-ras y dibujos chinos que fue amueblado especialmente para una de las hijas de Mau, la tía Margarita, quien había enviudado de su esposo Juan Soria-no, hombre encantador que murió a temprana edad. Como a Margarita le encantaba jugar al baccarat, su madre lo mandó decorar como un casino, con pesados cortinajes, pista de baile, mesas y una variedad de aditamentos elegidos con gran gusto. El baño también era vistoso y elegante, con lavama-nos, diseñado todo en negros, grises y rojos, algo inusual en aquella época.

Para el servicio de la casa había meseros elegantemente vestidos, siempre uniformados con filipinas blancas y con guantes también blancos. Los

Page 106: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

105

criados de filipinas caqui eran de menor categoría. Como parte de las ha-bitaciones para el servicio de la casa había piezas especiales destinadas al servicio doméstico femenino y, aparte, las de los hombres. Se ponía espe-cial atención a las necesidades de las personas que habitaban la casa; por ejemplo, para los criados llevaban pulque en grandes garrafones de vidrio soplado, como tres o cuatro, para que alcanzara, y eran tapados con un pedazo de mazorca. Algunos de los sirvientes hablaban otomí, y tal vez otras lenguas indígenas. “Enséñame a hablar como tú”, les pedía yo. En general era gente buena, cariñosa y siempre sumamente respetuosa. “Cuando crez-cas, te va a llevar un coyote: güero o moreno. No lo sabemos…”, me decían.

Como la mayoría de las mansiones de la época, en ésta no podía faltar un gran sótano donde se guardaban los muebles que ya no eran usados, así como baúles que contenían vestidos, trajes, capas, abrigos, sombri-llas, paraguas, botines; alguno quedaba que contenía zapatos de muñe-cas. Dominaban la escena varios juguetes antiguos, como un gran po-lichinela que abría y cerraba la boca para que le echaran pelotas y una carroza con caballos que movían las patas.

En general, la casa de Tacubaya era un paraíso para mí. Todavía me tocó ver a las gallinas en su gallinero y a Melé, un borrego grandísimo, con el que una prima se daba gusto dejándolo escapar para que nos correteara. Los jardineros Juan y Joaquín calentaban sus tortillas en un gran comal, donde

Francisco Suinaga y Tornel, Viti, a bordo de su Panhard 1902 (Colección particular)

Page 107: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

106

casa escandón escandón

nos divertíamos asando grillos que luego, naturalmente, no nos comíamos. Cuando nos portábamos mal o hacíamos alguna travesura, los criados nos apaleaban con varas; nosotros salíamos corriendo, pero no los acusábamos. Nada más nos teníamos que cuidar de ellos. Juan, el portero, vivía en un cuarto a un lado de la puerta que daba al Camino Real, hoy Av. Jalisco, y en esa esquina había también un cuartito con una capillita forrada de mosaicos, con ventanas de vidrios amarillos y esos tonos ambarinos daban a la capilla un ambiente muy especial. Decían los criados que ahí se aparecía una hermosa princesa que se paseaba por los jardines; otros decían que ahí estaba su tum-bita y era terrorífico pasar por ahí, pues pensábamos que se nos iba a aparecer.

Guadalupe Escandón y Barron, gran dama pelirroja de ascendencia ir-landesa cuya frente adornaba con marcadas ondas, hablaba generalmente en francés cuando estaba en familia y, para dirigirse a Lupe, el chofer que manejaba su automóvil, dícese que únicamente le indicaba con el dedo índice la dirección que habría de seguir, pero nunca le daba órdenes ver-bales. Distinguida mujer, siempre muy erguida, que supo imponer en todo momento su personalidad, tuvo alhajas propias de emperatrices, con piedras finísimas, montadas en oro, y collares con perlas que parecían huevos de paloma. Sin embargo, con la misma dignidad y majestuosi-dad con las que lucía las joyas atendía a las personas necesitadas y, así, continuó ayudando al prójimo, con sus propios recursos, sin importar las dificultades a las que se enfrentaba ni las circunstancias adversas por las que atravesaba el país durante los años veinte y treinta del siglo xx. Siguió trabajando directamente con los pacientes del hospital y siempre que su presencia fuera requerida, tanto ella como su hija Guadalupe Escandón y Escandón atendían partos y ayudaban al doctor Otero en las operaciones más difíciles, pues sabían mucho de medicina.

Habían dedicado un pabellón completo, el denominado Francisco de Suinaga, para atender a las religiosas y a los sacerdotes gratuitamente, aun en el caso de que necesitaran alguna intervención quirúrgica. Exis-tía la leyenda de que en uno de los pabellones se aparecía la imagen del Divino Rostro sobre una de las paredes, donde por más capas de pintura que le aplicaban no desaparecía.

Esta decidida y valiente mujer no se arredraba ante los acontecimien-tos. Por ejemplo, durante la persecución religiosa de 1929 permitió que viviera todo un convento en la casa de muñecas de la quinta de Tacubaya. Había sido construida como un chalet en el jardín y llamaba mucho la atención a propios y extraños porque aunque se tratara de una casa de muñecas, era de tamaño natural y tenía un hall, escaleras y cuatro cuartos en el piso superior. Antes de que hubiera sido ocupada por las religiosas

Vista actual de la fachada del Hospital Escandón (J.A. Reynoso)

Casa de muñecas. En su momento albergó todo un convento (Colección particular)

Page 108: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

107

casa escandón escandón

había hecho las delicias de los niños de la familia; había estado total-mente amueblada, con todos los detalles, incluso con tacitas para que los pequeños jugaran a tomar el té.

Se cuenta que una de las monjas, Sor Amada, tenía en procuración a un Niño Jesús muy milagroso, que actualmente está en el convento de las Madres Reparadoras de Mixcoac. Un día, el Niño amaneció con las ma-nitas quemadas y se dice que fue “por haber ido a apagar un incendio en una hacienda”; aseguran algunas personas que las sigue teniendo así y que esto puede verse en el convento de Mixcoac. Era una tradición que alguna monja muy enferma lo pidiera prestado para que el Niño la aliviara.

La última propietaria de la Casa Escandón Escandón de Tacubaya fue Guadalupe Escandón y Escandón, hija de Guadalupe Escandón y

Religiosas que atendían el Hospital Escandón acompañadas por Mau, su hija Guadalupe y algunos nietos (Colección particular)

Page 109: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

108

casa escandón escandón

Barron y de Manuel Escandón y Arango, quien, al contraer matrimo-nio con Francisco Suinaga y Tornel en septiembre de 1911, estableció su residencia en Paseo de la Reforma, en el mismo sitio donde actualmente se encuentra la embajada norteamericana y en la que la familia Suinaga Escandón vivió durante muchos años.

Guadalupe Escandón y Escandón no se alejó de la labor humanitaria que realizaba en Tacubaya y continuó colaborando con su madre en el manejo del hospital y en otras muchas obras filantrópicas. Guadalupe Escandón y Barron siguió trabajando para gente necesitada hasta edad avanzada y, hasta su muerte, continuó viviendo en la Casa Escandón-Escandón de Tacubaya.

En 1948 el Instituto Luis Vives alquiló la hermosa casa que había pertenecido a la familia Escandón y en 1960 fue vendida a don Antonio Haghenbeck.

Vista de la casa de Paseo de la Reforma, primera a la izquierda (Fototeca del inaH)

Page 110: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

109

casa escandón escandón

Eustaquio, Carlota, María y Guadalupe (Mau) con su hija Lupita (Colección particular)

Page 111: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Antigua Hacienda de la Condesa (Fototeca del inaH)

Page 112: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

111

Hoy en día, al pasar frente al edificio que ocupa la embajada rusa, difícilmente se podrá uno imaginar la magnitud del predio que rodeaba a esta construcción ubicada en la otrora avenida Tacubaya, hoy José Vasconcelos. La antigua hacienda

de Santa Catarina del Arenal tenía tal extensión que, en sólo una parte de ella, daría cabida a las colonias Condesa, Roma, Escandón y Juárez.

Los primeros antecedentes que se tienen de esa hacienda datan de 1610, cuando fue construida por don Juan Hernández Mellado, quien tres décadas después la vendió a Teresa Caral de Airolo. A principios del siglo xviii fue subastada y adquirida por el conde de Miravalle, quien la obsequió a su esposa. De ahí que la propiedad haya empezado a ser co-nocida desde esa época como la “Hacienda de la Condesa”.

La verdadera fama de esa propiedad se debe a la tercera condesa de Miravalle, María Magdalena Dávalos de Bracamontes y Orozco, nacida en México en 1701. Fue una elegante y bellísima mujer que, entre otras cualidades, se distinguía por sus dotes literarias. Con frecuencia ganaba certámenes de poesía y sus obras llegaron a ser muy difundidas en la corte del virrey. La fama de esta dama fue acrecentándose a tal grado, que a su muerte no sólo se hizo más popular el sobrenombre de “La Condesa” para la hacienda de Santa Catarina, sino que la actual Plaza de Miravalle, ubicada en un sitio cercano, también fue llamada así en su honor.

La maestra Celia Maldonado relata que:

Al entrar a la jurisdicción de Tacubaya llamaba mucho la atención una construcción que ocupaba un gran espacio, era la hacienda de Santa Ca-tarina del Arenal, alias la Condesa. Perteneció al capitán Alonso Dávalos Bracamonte, caballero de la orden de Santiago y conde de Miravalle. Estaba casado con Catarina de Espinosa de los Monteros y Orendáin. A la muerte de su esposo el 4 de agosto de 1711, doña Catarina fundó un mayorazgo con diferentes bienes que tenía en Guadalajara y Tepic. En la jurisdicción

Casa Rubín Escandón

Page 113: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

112

casa rubín escandón

de Tacuba poseía tres ranchos: San Juan, San Jerónimo y Tizapán. Ade-más, era dueña de dos minas: la de Santa Teresa en el Real de Pachuca y la de nuestra Señora de Guadalupe, alias “Peñafiel”, en el Real de Omit-lán. Asimismo en Cuautitlán, Zumpango y San Cristóbal, controlaba varias carnicerías.

En la capital, aparte de la casa que habitaba en la calle del Espíritu Santo (Isabel la Católica) número ocho, tenía otras, en la calle de Palma y en la Calle Real de Santa María la Redonda. De estas posesiones la que ocupaban con mayor frecuencia era la hacienda de la Condesa de Miravalle en Tacu-baya, en la que pasaban grandes temporadas con sus hijos, sobre todo en Semana Santa, donde gozaban de estas festividades, únicas en Tacubaya.1

El zaguán de la hacienda, de acuerdo con la descripción de la maestra Mal-donado, abre a un amplio patio con un corredor sostenido por elegantes columnas y hermosos arcos de cantería. Por él se llega a dos viviendas, una que cuenta con varias piezas, una cocina y un corral con otros tres cuartos y una amplia troje. Destaca la media naranja de una capilla, con bóveda y coro, y por la sacristía que está a un lado de la capilla se llega a una coci-na con brasero a la usanza de la época. Más allá se abre un patio pequeño, con un horno. En el corredor hay otra vivienda formada por una sala con

Residencia Guardiola(Fototeca del inaH)

Page 114: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

113

casa rubín escandón

puertas y rejas de hierro que da paso a tres alcobas. Desde el mirador, resguardado por arcos, es posible bajar al jardín, donde se encuentra una fuente. El granero y una gran caballeriza se localizan en el patio principal; hay también dos cocheras, por una de las cuales puede pasarse a la troje mayor; por la troje más pequeña es posible subir a la azotea que, como todas las demás, está enladrillada. La misma autora continúa su relato:

En 1875 Vicente Escandón y Garmendia, que en esa época vivía con su esposa Guadalupe Arango en la plazuela de Guardiola, compró la ha-cienda y para tal fin pidió prestados veinte mil pesos a Rafael Lucio. En 1905 esta posesión pasó formalmente a manos de Dolores Escandón viuda de Rubín. Sin embargo, desde 1882 se había iniciado el fraccionamiento de la propiedad; en ese año el señor Salvador Malo participó al ayuntamiento que estaba formando la colonia La Teja, o Juárez, en terrenos de la hacienda de la condesa. En 1889 se estableció en Tacubaya una agencia para la venta de terrenos que pertenecían a la hacienda de la condesa.

El 30 de diciembre de 1902 el ayuntamiento aprobó el convenio celebra-do entre la comisión de hacienda y obras públicas y los señores Porfirio Díaz hijo y Ramón Alcázar por la “Compañía Condesa” para el establecimiento de la Colonia Condesa, en terrenos de la mencionada hacienda, y así se termina con esta posesión que ocuparon por varias décadas los condes de Miravalle, la cual se distinguió por ser una de las haciendas más grandes de Tacubaya, pues limitaba al oriente con Calzada de la Piedad, que partía de la garita de Belén y terminaba en dicho pueblo. Al poniente, con la Calzada de la Garita de Chapultepec que va a Tacubaya. Al sur con el río que va de Tacubaya a la Piedad y al Norte con el camino nacional de los arcos de Chapultepec, al Sal-to del Agua y con el potrero de Romita’. En términos actuales los límites de la hacienda son: al oriente, avenida Chapultepec; al poniente, circuito interior (José Vasconcelos y avenida Revolución); al sur, viaducto Miguel Alemán (río de la Piedad o Tacubaya), y al norte, avenida Chapultepec.

Las producciones principales de esta hacienda eran: alfalfa, alverjón, ceba-da, chile, frijol, habas, magueyes, pulque, maíz, papas, trigo y frutas, produc-tos que se destinaban únicamente al consumo de los sirvientes y los animales.2

Vicente Escandón mantuvo en propiedad una porción correspondiente al antiguo casco de la hacienda en la calzada de Tacubaya. Ahí, bajo la di-rección del arquitecto Mauricio Campos, se edificó un hermoso château al estilo francés, tan de moda a finales del siglo xix. A la muerte de Vicente en 1876, sus bienes se repartieron entre sus dos hijos, Manuel (que en 1886 se casó con Guadalupe Escandón y Barron) y Dolores, que en 1888 se unió en matrimonio con José Rubín, correspondiéndole esta propiedad a Dolores.

Sembradíos de la Hacienda de la Condesa. Vista del Valle de México desde el Castillo de Chapultepec (detalle), Francisco de Paula Mendoza (Colección Banco Nacional de México)

Menú de la boda de José Rubín y Dolores Escandón Arango (Colección particular)

Pp. 114-115Vista de la colonia Hipódromo Condesa: se aprecia la traza del antiguo hipódromo y, al fondo, el Toreo de la Condesa (Fundación ica)

Page 115: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

114

Page 116: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

115

Page 117: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

116

casa rubín escandón

Escalera interior de la Casa Rubín Escandón (Fototeca del inaH)

Page 118: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

117

casa rubín escandón

Ya desde finales del siglo xix (entre 1880 y 1890), una gran porción del terreno había sido dividido y vendido en lotes y la parte restante, a principios del siglo xx, al Banco Mutualista y de Ahorros. En la flamante colonia Condesa fue construido “El Toreo de la Condesa”, plaza situada entre las actuales calles de Colima, Salamanca, Oaxaca y Durango y des-mantelada en 1946. En esa misma colonia fue erigido el “Hipódromo de la Condesa”, cuya inauguración tuvo lugar en octubre de 1910.

La hija de Dolores Escandón Arango y de José Rubín, Dolores Rubín Escandón, se casó con Jorge Gómez de Parada y Buch; tuvieron nueve hijos y habitaron la elegante construcción que contaba, entre sus ins-talaciones, con un campo de polo para competencias profesionales y otro para prácticas y entrenamiento, alberca, cancha de tenis, así como amplias caballerizas con los mejores caballos y hermosos jardines pri-morosamente cuidados y decorados con bancas y fuentes.

Alcobas de la casa (Fototeca del inaH)

Page 119: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

118

casa rubín escandón

1 Celia Maldonado López. “Dos condesas en Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente I, p. 94.2 Ibídem, pp. 94-96.

El espacio ocupado por esa quinta incluía las cuatro manzanas que aho-ra se encuentran entre José Vasconcelos, Alfonso Reyes, avenida Mazatlán y Benjamín Hill. Al fraccionarse la propiedad, el matrimonio Gómez de Parada Rubín se mudó a una nueva residencia en la entonces avenida Juanacatlán, casi esquina con Mazatlán.

A inicios de los años cuarenta del pasado siglo, la Unión de Repúbli-cas Socialistas Soviéticas adquirió el inmueble y estableció ahí su emba-jada en México.

Interiores (Fototeca del inaH)

p. 119Se percibe el ambiente europeo de la casa (Fototeca del inaH)

Page 120: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

119

casa rubín escandón

Page 121: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

General Manuel Mondragón

Page 122: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

121

L a casa Mondragón forma parte de las casonas tacubayenses dig-nas de mencionarse, enclavada en las cercanías del bosque de Chapultepec, zona plácida y tranquila cobijada por grandes y frondosos árboles que brindan generosos su sombra a los

transeúntes. La vida del barrio era de un aire más que citadino, pro-vincial, y se caracterizaba por amable, pintoresca y alegre. Ubicada en la calle de General Cano número 107, la mansión Mondragón abrigó a hijos, nietos, bisnietos, amistades y algunas personalidades que disfru-taban de la vida familiar y de la hospitalidad particular que le imprimía su propietario.

Manuel Mondragón nació en Ixtlahuaca, Estado de México, en 1859. En su adolescencia ingresó al Colegio Militar, donde recibió una sóli-da formación castrense y sobresalió como alumno brillante en Ciencias Matemáticas y en Artillería. De 1897 a 1905, Mondragón fue enviado a Francia para perfeccionar sus conocimientos. Allí se instaló con su familia e ingresó a la prestigiada Academia Militar de Saint Cyr, en la que se graduó. A su regreso a México fue nombrado por el presidente Porfirio Díaz director del Departamento de Artillería y profesor de la Academia Militar. Como docente, redactó el libro denominado Defensa de las costas, y formuló también un proyecto de ley orgánica del ejército sobre la base del servicio militar obligatorio, entre otras publicaciones.

Mondragón viajó varias veces a Europa, principalmente en misión de compras de material de artillería, situación que le permitió relacionarse con autoridades de su ramo. En Suiza contactó con la empresa de ar-mas Schweizerische Industrie Gesellschaft en Neuhausen, estancia que le fue provechosa para el desarrollo de sus proyectos que decantarían en el perfeccionamiento del fusil de repetición y del fusil Mondragón M-1908, que sería el primer rifle semiautomático del mundo.

En Francia realizó también otros interesantes proyectos entre los que destacó el cierre del cañón de 75 mm, de origen francés, el cual patentó con el nombre de Saint Chaumond-Mondragón.

Casa Mondragón

Page 123: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

122

casa mondragón

Estas valiosas aportaciones le valieron al general Mondragón un gran reconocimiento como Técnico en Artillería y un alto prestigio en los círculos militares porfiristas. Tanto el cañón como el fusil transformado en carabina se exhiben en el Museo del Ejército, ubicado en Filomeno Mata, en el centro de la ciudad de México. A Mondragón se le debe asi-mismo el artillamiento de los puertos de Salina Cruz en el Pacífico y de Puerto México (hoy Coatzacoalcos) en el Golfo de México.

Mondragón participó en la Decena Trágica, combatiendo al régimen del presidente Francisco I. Madero al lado de Bernardo Reyes y Félix Díaz, que culminó con el cobarde asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Cuando Victoriano Huerta asumió la presidencia de México en 1913, el general Mondragón fue nombrado Secretario de Guerra y Marina, puesto que ocupó por corto tiempo, de-bido a los rumores de haber colaborado en el complot y participado en la rebelión para derrocar a Huerta, quien lo expulsó del país. Mondra-gón se refugió en España con toda su familia y permaneció en Europa de 1913 a 1922.

Manuel Mondragón contrajo matrimonio con doña Mercedes Valse-ca y formaron una familia de ocho hijos: Manuel, Dolores, Guillermo, Alfonso, Carmen (la bella y enigmática Nahui Ollin), Samuel, María Luisa y Napoleón, éstos dos últimos nacidos en Francia. Hombre de familia de recia personalidad, Manuel Mondragón cuidó siempre del bienestar de los suyos y veló junto con su esposa Mercedes, de espíritu conservador y formalista, por mantener a su familia unida. Brindó a sus hijos los beneficios de una selecta educación pluricultural gracias a sus largas estancias en Europa.

Se cuenta que la personalidad vigorosa del general Mondragón se dejaba sentir en la casa, aun en su ausencia: “El Águila se encuentra ausente, pero nosotros seguimos visitando el nido”, comentó don Ne-mesio García Naranjo en la boda de Carmen Mondragón con Manuel Rodríguez Lozano en agosto 1913.

La residencia Mondragón, construida alrededor de 1885, si bien aún en pie, ha perdido su esplendor de antaño, no obstante y a pesar de su gran deterioro debido a los embates del tiempo y del abandono de sus mora-dores, se mantiene orgullosa como un testigo del pasado y de su señorío.

En su interior todavía se aprecian rasgos característicos de la arquitec-tura romana y múltiples detalles que dan fe de la elegancia de esta man-sión, como los bellos mosaicos parisinos del piso de sus corredores y los tragaluces importados de Europa, que daban lucimiento al salón de recep-ciones y al comedor principal. Las barandas de hierro forjado y la profu-sión de pinturas de finales del siglo xix que decoran los muros interiores

Fusil Mondragón (Museo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos)

Page 124: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

123

casa mondragón

Exhibición del funcionamiento del cierre del cañón de 77 mm patentado con el nombre de Saint Chaumond-Mondragón (Hemeroteca Nacional de México)

Page 125: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

124

casa mondragón

de la casona que, si bien castigados por el tiempo, son los borrosos vesti-gios de un brillante pasado. Muestra de ello es también la fuente oval de cantera recubierta de azulejos que adornaba majestuosa el patio principal, rodeada de árboles frutales como higueras, naranjos y aguacates que im-primían, en aquel tiempo, un aire sombreado y acogedor a la mansión. Allí se reunían en las tardes estivales doña Mercedes, sus hijas y amistades para disfrutar, al aire libre, algunos bocadillos y petits fours, acompañados de un vaso de agua fresca o una taza de té. Hoy día el patio y la fuente, cu-biertos de hojarasca seca, han perdido su elegancia de antaño.

La residencia evoca el recuerdo no sólo de sus moradores, personajes conocidos por los vecinos que a su paso inclinaban la cabeza y se quitaban el sombrero para saludarse mutuamente, a la usanza de los años veinte del siglo pasado, sino también el carácter distinguido y elegante de sus interiores, hoy testigos mudos de la calidad de vida que correspondía a la situación social y económica del general Manuel Mondragón.

Basta ingresar a la casa para que el visitante se traslade al siglo xix, época en la que el estilo europeo, predominantemente el francés, se impuso en el estilo de vida de sus moradores. Manuel Mondragón ha-bía hecho venir de Europa todo el mobiliario y un sinfín de elementos decorativos: gobelinos, espejos, tibores, columnas de mármol y de ma-dera, coronadas por bellas esculturas de bronce, pinturas, porcelanas, vitrinas y vajillas, así como cristalería, tapetes orientales, detalles de hie-rro forjado y bibelots, entre otros elementos distintivos propios de las elegantes residencias de ese tiempo.

Fachada de la casa Mondragón, ubicada en la calle de General Cano 107

(J. A. Reynoso)

Page 126: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

125

El patio, rodeado por un corredor eje de distribución, al que con-vergían todas las piezas de la casa y que las dotaba de una vista e ilu-minación natural, estaba rodeado por un barandal de hierro forjado característico de algunas casonas del barrio de Tacubaya, en cuyos aros descansaban entonces elegantes macetas siempre floreadas. En el piso y los escalones que dan acceso del patio al corredor aún se aprecian, casi intactos, los bellos mosaicos parisinos orgullo de la familia, y en las pa-redes del corredor pueden contemplarse todavía huellas de las pinturas, alegorías de guerra y románticas que datan del siglo xix y que eran el sello particular y distintivo de la Casa Mondragón.

El corredor daba paso a las numerosas habitaciones de la familia, con sus pisos de duela de madera y techos relativamente altos. Amuebladas con gusto y elegancia, algunas de ellas tenían largas ventanas verticales que daban a la calle y estaban resguardadas por herrería forjada.

A la derecha de la entrada se encontraba el salón principal y el espa-cioso comedor de nueve por quince metros, ambos con sus espléndidos tragaluces, pisos de parqué y sus ventanas a la calle que los dotaban de gran luminosidad. Eran espacios destinados principalmente a los importantes eventos familiares así como a las elegantes recepciones que ofrecían los anfitriones Mondragón a personalidades distinguidas del ámbito militar, político, cultural y social, en las que numerosos sirvientes servían exquis-tos bufetes acompañados de selectos vinos y champán de factura francesa, bajo la cuidadosa supervisión de doña Mercedes, quien imprimía a esas festividades el sello de distinción y elegancia que la caracterizaba.

Sobre las paredes aún se aprecian vestigios de las bellas pinturas de finales del siglo xix; piso de mosaicos y otros detalles, como el barandal de hierro, propios de algunas casas del barrio de Tacubaya (Colección particular)

Escalones que dan acceso al corredor en los que aún pueden apreciarse los bellos mosaicos parisinos (Colección particular)

La fuente de cantera recubierta de azulejos adornaba el patio principal de la casa. Actualmente es sólo un mudo testigo del pasado (Colección particular)

Page 127: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

126

casa mondragón

En el salón principal, amueblado con lujo al puro estilo francés propio de los salones de la época porfiriana, además de recibir a personajes connotados invitados por el general, se reunía la familia con sus amis-tades en tertulias, a tomar el té y a comentar los sucesos y eventos del momento. Con frecuencia las hijas Dolores y Carmen, a quien su madre había inculcado desde temprana edad el gusto por la música, amenizaban estas reuniones interpretando al piano alegres partituras a cuatro manos.

La vida de la familia en lo cotidiano era disciplinada. El orden y la disciplina que caracterizaba al general Mondragón permeaban el ámbito familiar. La madre se ocupaba en trasmitir a todos los hijos los valores morales y familiares y, en particular a las hijas, lo que era obligado en la educación de las señoritas de su posición social: el gusto por las artes, especialmente la pintura y la música, de las cuales doña Mercedes era gran conocedora, además de la lectura, el bordado y la costura. Pero no por ello la vida social de la familia Mondragón era diferente a la de las otras distinguidas familias de su rango, en las que la moda y las costumbres de la época dictaban el comportamiento social y aseguraban el sentido de pertenencia a la alta clase social. Incluso en ausencia del jefe de familia, retenido por sus obligaciones y sus viajes, los hijos aprovechaban las re-uniones con amistades y familiares en la casa Mondragón para socializar con amistades y vecinos: los De Teresa; Mier y Pesado, Escandón, entre otros. Se organizaban tardeadas amenizadas con música que terminaban en animados bailes; tamaladas; divertidos sainetes; charadas; bailes de dis-fraces y ensayos de piezas de teatro que eran protagonizadas por los hijos y amigos. Eran ocasiones propicias para los jóvenes de conocerse mejor y, algunas veces, para crear relaciones más formales entre las bellas señoritas de sociedad y los apuestos jóvenes que participaban en estos festejos.

Los alimentos eran preparados en una cocina anexa al comedor prin-cipal, destinada expresamente para servir en las recepciones. Los menús eran elaborados cuidadosamente y con acierto según el evento por el chef en turno y supervisados por doña Mercedes, magnífica anfitriona, siem-pre al pendiente de todos los detalles y del lucimiento de las recepciones.

Contiguo a esta cocina de recepciones se encontraba un edificio de dos plantas destinado a los numerosos sirvientes de la casa, a quienes las mujeres de la casa enseñaban a leer y a escribir.

Pasando la entrada principal y siguiendo el corredor a la izquierda se ubica la habitación que fue de Napoleón, el menor y el último de los hijos Mondragón en habitar la casa hasta su muerte. Junto está la habitación del matrimonio —nombrada por la familia como el cuarto de “mamá grande”— que permaneció intacta durante varios años, aun des-pués de la muerte de doña Mercedes: la cama de latón; las cómodas con

Page 128: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

127

casa mondragón

cubiertas de mármol sobre las que había siempre, por orden de doña Mercedes, floreros de porcelana con flores frescas; el tocador; los altos roperos de madera con sus lunas biseladas; el lavamanos con su jofaina y bandeja esmaltada montadas en un mueble de madera labrada. Contigua a la habitación de su madre se encontraba la de María Luisa, la menor de las hijas, y enseguida, la recámara que ocupó Carmen (Nahui Ollin) du-rante su niñez y adolescencia, antes de contraer matrimonio con Manuel Rodríguez Lozano. Después estaban la ropería y enseguida el baño prin-cipal, espacioso, con paredes y piso recubiertos de mosaicos importados. La tina de cerámica estaba montada sobre pies de bronce; el lavamanos tenía elegantes llaves de estilo imperial; el váter tenía cadena y perilla esmaltada (una réplica puntual de las salas de baño de los palacetes fran-ceses) y que estaba de moda en las residencias y mansiones de la época. Finalmente, al fondo del pasillo se encontraba lo que se presume fue el despacho del general Mondragón, lugar donde seguramente desarrollaba su talento y creatividad en el diseño de la artillería que lo distinguió. De ello, el único testigo es un bello escritorio victoriano.

En la parte trasera, atravesando el patio principal, se encontraba el espacioso comedor familiar y, posterior a éste, el office, la cocina y la am-plia alacena característica de ese tiempo. Junto al comedor había un sa-lón llamado el “costurero”, lugar preferido de doña Mercedes por la luz natural que sus dos ventanas le prodigaban, además de otra habitación,

Vista parcial de la fachada de la casa Mondragón (izq.) (J. A. Reynoso)Entrada a la capilla de la casa Mondragón (abajo) (J. A. Reynoso)

Page 129: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

128

casa mondragón

tal vez la de Lola, la hija mayor. Al final estaba la capilla familiar, refu-gio de “mamá grande”, principalmente en sus últimos años. En el ala derecha de la casona había cinco habitaciones que seguramente fueron ocupadas por los hijos varones, en donde años más tarde Guillermo, el tercero de los hijos, médico de profesión, instaló sus salas de consulta.

Se cuenta que la casa Mondragón tenía una pequeña puerta que co-municaba con el predio vecino, que era la mansión de la familia De Teresa. Como la amistad entre ambas familias era muy cercana, dicha puerta les evitaba la molestia de tener que salir a la calle para visitarse.

Los hijos Mondragón acompañaron a sus padres en muchos de sus viajes a Europa y la estancia de la familia en aquellos países de ultramar podía durar, en ocasiones, varios meses, por lo que el servicio también acompañaba a la familia en aquellas largas travesías.

El último viaje que la familia emprendió junta fue en 1913, acom-pañando a su padre, el general Mondragón, al exilio a España, donde se instalaron durante años. Algunos de los hijos ya tenían sus propias familias, que formaron parte del éxodo familiar. Napoleón permanecía soltero y María Luisa más tarde se casó en España. Poco a poco los hijos fueron regresando a México. Manuel, el hijo mayor, se quedó en Fran-cia, donde estableció su residencia permanente. María Luisa se quedó en España al lado de su esposo e hija, para regresar años después, ya viuda, a la casa familiar de Tacubaya.

Sólo el general y su esposa permanecieron en San Sebastián; el estado de salud de Manuel Mondragón era delicado, padecía de cáncer en la veji-ga. Dolores, su hija mayor, preocupada por sus padres, expuso la situación al general Álvaro Obregón y solicitó la autorización para el regreso de su padre enfermo a casa. La gestión fue tardía y Manuel Mondragón murió víctima de la enfermedad en septiembre de 1922, en San Sebastián, España.

La carta en la que Dolores comunicaba a sus padres que contaba con la venia del general Obregón para que su padre regresase a México se cruzó con la carta de su madre que le notificaba la muerte del general Mondra-gón. La familia recibió con profunda pena la noticia. Napoleón resintió en su salud la partida de su progenitor y Nahui Ollin lloró amargamente la muerte de su padre, que representaba para ella su refugio y su todo.

Aquí duerme de muerteEl general Mondragón

Que hizo cañones y una revoluciónY permanecerá en la historia

Como una gloria

Page 130: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

129

casa mondragón

No llores hermanitaTodo el mal que los gobiernos

Le hicieron a papáTuvieron miedo de su poder1

Finalmente, tras la muerte del general Mondragón y más tarde la de su esposa doña Mercedes en México, la casa familiar quedó habitada por Napoleón (el hijo menor del matrimonio), por Yolanda Viadero Mondragón (hija del segundo matrimonio de María Luisa con Manuel Viadero) y por Marta Mondragón (hija de Manuel, el hijo mayor). Poco después de la muerte de Napoleón, Yolanda y su prima Marta se muda-ron a vivir a la colonia Del Valle y la mansión Mondragón quedó en el abandono total, expuesta al deterioro en el que se encuentra hoy día.

Nahui sigue su vida hasta el final. Su casa de General Cano la cobija y res-guarda. La acompañan sus gatos Menelik, el Güerito, Roerich... Ahí están sus pinturas, los retratos de tantos artistas que se inspiraron en ella. Cuelga en la pared un desnudo que le hizo el Dr. Atl. Guarda también, en un baúl, sus recuerdos más queridos, sus fotos, sus cartas, dibujos de quienes la pin-taron. Tiene objetos que diversos personajes de todo el mundo le regalaron a su padre, como una cajita de oro de piedras preciosas, obsequio del Sha de Persia. Conserva también algunas joyas, pero un día que se había ido al cen-tro, alguien se introdujo en su casa y las robó, al igual que sus abrigos. Desde entonces, todo desconocido que se acerca a su casa recibe con sorpresa un cubetazo de agua fría procedente de la ventana del segundo piso.2

El general Mondragón poseía otras propiedades, entre ellas la hacienda de Temascaltepec, en donde la familia y amistades disfrutaban en oca-siones de vacaciones campestres; contaban también con seis casas de su-perficie moderada, cuatro en la calle de General Cano y dos en la calle de Gelati, colindando una con otra, a sólo unos pasos de la mansión familiar. Al morir el general se las dejó como herencia a cada uno de sus hijos. Estas propiedades fueron habitadas por algunos de ellos, como Nahui Olin y, sucesivamente, por algunos nietos y bisnietos. Eran cons-trucciones de tres pisos, con techos particularmente altos, pisos y esca-leras de madera, ventanas verticales, con su pequeño balcón protegido por un barandal de hierro y algunos detalles característicos de esa época.

Nahui retorna en sus últimos años a Tacubaya, a General Cano 93, su casa y su refugio, al que sabe que puede recurrir siempre mientras viva. Acompañada de sus queridos gatos se instala en los dos pisos su-periores y renta la planta baja, que primero fue ocupada por una muy

Page 131: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

130

casa mondragón

bien surtida miscelánea y más tarde, por una pequeña tienda de regalos atendida por Yolanda, la hija de María Luisa. Hoy día ningún miembro de la familia Mondragón habita estas casas. Si bien continúan en pie dignamente, están ocupadas por diferentes inquilinos.

En su vejez Nahui Olin contó con el apoyo incondicional de su so-brina nieta, Beatriz Pesado. El recuerdo es nítido y amoroso:

La veía todos los domingos cuando mis padres iban a su casa por ella para traerla a comer con nosotros. La primera vez que la vi, mi tía Nahui, y no Carmen, porque no respondía a ese nombre, era una mujer mayor, una anciana teñida con el pelo de color naranja, los labios rojos y sus ojos en-marcados por un delineador negro.

Yo tendría unos diez o doce años cuando la vi entrar en mi casa y sentar-se en la cabecera. Me impresionaron sus ojos, ¡qué tamaño descomunal!, ¡qué color azul violáceo tan extraño! Tenía el cabello cortado en redondo, estaba gordita porque disfrutaba mucho la comida, y su ropa era tan estra-falaria que a mí me fascinó.

Cuando mi tía iba a casa me deleitaba escucharla, su personalidad era arrolladora, demoledora; su visita, como reloj cada domingo durante los últimos diez años de su vida, era todo un ritual. Dicen que es una mujer de los tiempos modernos, pero no, era tan avanzada, que aun hoy seguiría siendo incomprendida. Ella lo decía: ‘Mi espíritu fue demasiado ancho para este mundo’ (...)

Un día nos explicó: ‘Miren, me retraté desnuda porque tenía un cuerpo tan bello que no iba a negarle a la humanidad su derecho a contemplar esta obra. He vivido intensamente, mi niñez fue preciosa, mi juventud maravi-llosa y mi vejez gloriosa.3

Un vecino relata: “Cuando a mediados de los años cincuenta caminaba yo por Gelati, en la calle donde habían vivido mis abuelos a principios de siglo, al igual que un par de tíos y que mis padres, recuerdo claramente encuentros casuales que tuve con Nahui Ollin, personaje cuya historia desconocía yo en aquellos tiempos de mi adolescencia. Ella siempre se mostró amable y con buena disposición hacia mí por el hecho de ser hijo de uno de los vecinos que ella conocía de toda la vida. Me preguntaba sobre mis abuelos, sobre mis tíos y algunos primos; lo hacía de la misma manera como lo hace uno con quien se encuentra esporádicamente, para conocer el estado de la familia.

Ella, de cabello color naranja, vestía de una manera muy particular, usaba calcetas que podían ser de diversos colores, sombrero y, en ocasio-nes llevaba una boa de plumas sobre los hombros. Siempre muy arreglada.

Carmen Mondragón, la bellísima y enigmática Nahui Ollin

Page 132: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

131

casa mondragón

Casi todos los encuentros que recuerdo tuvieron lugar alrededor de las dos o tres de la tarde. Ella caminaba hacia la avenida Revolución, segura-mente con la idea de tomar el tranvía para dirigirse al centro. Siempre la traté con cortesía; le daba información sobre mis familiares y, de manera atenta, le agradecía que preguntara por ellos. Recuerdo de manera espe-cial que me impresionaba su mirada, con unos ojos muy particulares por su color entre plúmbago y jacaranda y las diversas tonalidades que adqui-rían, dependiendo del color de las sombras que se ponía al maquillarse.

Cuando al llegar a casa les comentaba a mis papás sobre esos en-cuentros, ellos sonreían y decían que se alegraban de que nuestra vecina estuviera bien, sin hacer ningún comentario sobre su pasado. Fue años después cuando supe que esa señora, cortés y amable, descendía de una familia importante y connotada, y que ella se había distinguido por su manera muy personal de ver la vida. Se casó con Manuel Rodríguez Lo-zano en 1913 y, cuando el matrimonio no funcionó, sus padres no le permitieron divorciarse. Estuvo en varias ocasiones en Europa y siem-pre vivió alejada de todo convencionalismo. Alternó con personajes de la vida artística y cultural de su época, como Diego Rivera y el fotógrafo Edward Weston; fue pareja sentimental de Gerardo Murillo, el Dr. Atl, con quien vivió en el Ex Convento de La Merced. Más tarde regresó a Tacubaya y se cambió al tercer piso de un edificio situado en General Cano y Gelati, en un departamento con balcón a la calle que ella uti-lizaba para tomar baños de luna, rodeada de un buen número de gatos que eran sus compañeros.

De todo esto me enteré más tarde. Perdura en mi memoria la digni-dad con la que transitaba por la calle y, sobre todo, el color de sus ojos. Nunca perdió su distinción; tampoco la belleza de sus ojos. Ni en sus últimos años...”

Nahui murió el 23 de enero de 1978. Había escrito en 1924:

Quiero morires necesario desaparecer

cuando no se está hecho para vivircuando no se puede respirar

ni desplegar las alas.4

1 Un jour de Septembre, Calinement je suis dedans,Librería Guillot, México,1923.2 Adriana Malvido, Nahui Olin, la mujer de sol, p. 124.3 Adriana Malvido, Op. cit., p. 145.4 Adriana Malvido, Op. cit., 152-153.

Fachada de la casa de Nahui Ollin en General Cano (J. A. Reynoso)

Page 133: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

La Casa Amarilla cuando era convento de los padres pasionistas (Fototeca del inaH)

Page 134: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

133

Hay varias versiones sobre la llamada Casa Amarilla, llama-da también Casa de Arazaín o de los Cinco Pinos. En la actualidad se conoce así a una construcción del siglo xviii, ubicada en la avenida Parque Lira número 94, situada en

un gran predio, donde se alojan hoy en día las oficinas de la Delegación Miguel Hidalgo.

Se cree que la Casa Amarilla fue edificada en el siglo xvii. No se sabe con exactitud a qué se debe su nombre, aunque existe la versión de que se le denomina así simplemente porque la casa estaba pintada de amari-llo. Sin embargo, Antonio Fernández del Castillo expresa que:

su nombre según unos se debe a que allí vivió el Marqués de las Amarillas, que fue don Agustín Ahumada y Villalón; llegó a México el 10 de noviem-bre de 1755 y, tras una penosa enfermedad, murió a los cuatro años cum-plidos de su llegada; fue sepultado en el Santuario de la Piedad.1

Tras haber realizado acuciosas investigaciones sobre el tema, la maestra Celia Maldonado comenta que:

El Parque Lira, que ahora es un jardín público, fue construido en el siglo xviii, junto a la residencia de María Josefa Peinado Miranda y Tristán, con-desa de Rábago. Ésta fue dueña de una casa, huerta, olivar y mercedes de agua en el barrio alto de Quisquináhuac en la villa de Tacubaya, herencia de sus padres Nicolás Peinado y Valenzuela, director de la Casa de Moneda, y de Rosa María de Miranda y Tristán, quienes compraron los terrenos a diferentes dueños y los unieron, creando una sola propiedad; este matri-monio poseía además otras fincas, tanto urbanas como rústicas.2

Además de ser propietaria de numerosas casas en el centro de la ciudad de México, la condesa de Rábago era dueña en la villa de Salamanca de varias ha-ciendas, entre las que se encontraba, desde luego, la Hacienda de Tacubaya.

Casa Amarilla

Page 135: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

134

casa amarilla

Ésta era la que se ocupaba con mayor frecuencia, pues los condes pasaban grandes temporadas con varias amistades y con sus hijos Domingo, Rosa, Francisco, Manuela, Josefa, María del Rosario y Antonio.

A la muerte de su esposo Domingo, conde de Rábago (1° de marzo de 1785), el título de conde recayó en su hijo Domingo, que por cierto más tarde emparentó con los condes de Miravalle, pues casó con Mariana Tre-buesto y Dávalos. A partir de entonces algunas fincas se descuidaron tanto que hubo necesidad de contratar un abogado, Francisco Primo Verdad, y como apoderado a Andrés Cortázar, su yerno, para que ambos tramitaran la venta de algunas posesiones, pues varias de ellas estaban hipotecadas y necesitaban cubrir la deuda, que ya ascendía a 33,000 pesos.

Así que a partir de 1801 se comenzaron a vender las propiedades de la condesa: la casa de Donceles la compró José Antonio Frías en 16,000 pesos. La de Capuchinas la adquirió la marquesa del Apartado en 65,000 pesos y la casa de Tacubaya fue vendida al conde de la Cortina en 25,961 pesos y seis reales (15 de octubre de 1807).3

La casa alrededor de los años 30 (Fototeca del inaH)

P. 135Fuente art noveau y vista actual de los jardines que conservan la exuberancia y la belleza de antaño (J. A. Reynoso)

Page 136: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

135

casa amarilla

Una vez vendida por Rábago, la Casa Amarilla sirvió mucho tiempo después de convento y posteriormente fue casa de descanso de los padres pasionistas.

Más tarde fue expropiada por el presidente Lázaro Cárdenas y, ya como propiedad gubernamental, estuvo desocupada por algún tiempo, hasta que el Tribunal para Menores instaló en ella un internado para jóvenes. El edificio conserva, en esencia, sus líneas arquitectónicas ori-ginales, y el Parque Lira evoca con su belleza tiempos pasados.

A un lado de la Casa Amarilla se encuentra una ex capilla de ladrillo, dedicada hace cien años a la Virgen de Guadalupe. Su construcción ini-ció en 1903 y abrió sus puertas al culto el 1° de enero de 1908.

Page 137: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

136

casa amarilla

La hermosa iglesia de los padres Pasionistas, en Tacubaya, conocida con el nombre popular de “Casa Amarilla”, lucía sus mejores galas; iba a comen-zar la Misa de medianoche; el Altar Mayor profusamente iluminado con cirios y foquillos incandescentes, ostentaba la imagen dulce y muy ama-da de la Reina de México, de la Virgen Santísima de Guadalupe, patrona de aquel Templo. Grandes ramos de flores naturales ponían una nota de color y de perfume como transmitiendo a la Madre de Dios un mensaje de amor y gratitud del celebrante y de los fieles que asistíamos al Santo Sacrificio. 4

En dicho recinto estuvieron guardados durante más de veinte años di-versos documentos sobre la independencia, así como parte del Archivo General de la Nación y de la Secretaría de Educación Pública.

En los archivos de la biblioteca donde estaba instalada la capilla se encontró un documento que hace referencia a la adquisición de la Casa Amarilla, las cantidades que se pagaron por su construcción y los di-ferentes usos que se le dieron. Se mencionan también los principales benefactores que ayudaron a que se saldara la deuda que pesaba sobre la casa y las personas que hicieron donativos.

Historia del edificio que ocupa la Biblioteca “Carlos Chávez”:

La hermosa finca construida al noroeste de Tacubaya conocida como la Casa Amarilla, fue adquirida por sugerencia de los padres Pasionistas, al Sr. Ar-zobispo Próspero Ma. Alarcón y Sánchez, en la cantidad de 12,000 pesos; la propiedad tenía un adeudo por 9,000 pesos que pagó el Sr. Arzobispo

La actual sede de la Delegación Miguel Hidalgo (J. A. Reynoso)

Page 138: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

137

casa amarilla

Alarcón, 4,500 pesos aportó la familia Escandón y el resto lo prestó sin lími-te de tiempo y sin intereses la Sra. Viuda de Betti. Una vez adquirida la Casa Amarilla, la que ocupaban los padres Pasionistas en la calle de San Diego, fue vendida en 15,000 pesos con la autorización de la Santa Sede, con la condición de construir una iglesia, la Casa Amarilla en esa época era retiro de nuestra Señora de Guadalupe, Tacubaya, donde estuvo el noviciado de Toluca. Los padres Pasionistas atendían las necesidades del culto de la iglesia de Sn. Diego y las de la capilla provisional de la Casa Amarilla por lo que se planeó la construcción de un templo anexo a la propiedad. Se aprobaron pla-nos y proyectos desde España, comenzando la obra el 5 de febrero de 1903, siendo rector de Tacubaya el P. Narciso de San Gerardo, y provincial de la Sagrada Familia el P. Juan de la Cruz; el día 1° de enero de 1908 se bendijo el templo por Mons. José Ridolfi, Delegado Apostólico en México, nombrado por S.S. Pío X. Es de justicia nombrar al hermano Lucas de la Pasión, quien dirigió las obras trabajando personalmente.

A un lado de la Casa Amarilla se encuentra el ex templo de fachada de ladrillo rojo dedicado a la Virgen de Guadalupe (J. A. Reynoso)

Page 139: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

138

casa amarilla

El costo del templo fue calculado en $100,000, fue dotado de hermosos cuadros murales, hechos por famosos pintores italianos, un precioso viacru-cis de altorrelieve de gran valor, donado por Miss Alicia, más conocida por la griega; se construyó un coro para instalar un órgano de la Casa Parker de Alemania, regalo de la señora Dolores de Escandón en 1910. En la actualidad el coro existe, lo mismo que un vitral con la imagen de la Virgen de Guada-lupe y otro con el escudo de los padres Pasionistas. Algunos de los rectores que aportaron ideas y trabajo para la iglesia y la Casa Amarilla, entre otros, fue el P. Gerardo de María Virgen, Liborio de la Presentación de la Fuente.

El templo fue cerrado al culto en 1926, durante la guerra cristera y al término de ésta en 1929, ya no se dio uso al templo para el culto religioso, fue utilizado como bodega, archivo, orfanato. A partir del 25 de mayo de 1987 se convierte en la Biblioteca Central “Miguel Hidalgo” y posterior-mente cambió el nombre al de “Carlos Chávez”.5

En el año 2010 se rescató la ex capilla, respetando sus elementos arquitec-tónicos originales, gracias al apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y ahora forma parte del conjunto cultural Parque Lira, un espacio para ofrecer conciertos, conferencias, exposiciones y diversas ma-nifestaciones artísticas en beneficio de la población de esta gran ciudad.

Vitrales de la Ex Capilla de Guadalupe y del escudo de los padres pasionistas (J. A. Reynoso)

Page 140: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

139

casa amarilla

1 Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya, historia, leyendas y personajes, p. 438.2 Celia Maldonado López. “Dos condesas en Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente I, p. 92.3 Ibídem, p. 93.4 En memoria de Salvador I. Reynoso Híjar en el Centésimo aniversario de su natalicio, 21 de

enero 1982 (edición particular).5 La información fue obtenida del “Álbum Histórico de los Pasionistas de la Provincia de la Sagrada

Familia”. Escrita por el P. Pedro Bernaola de San Martín, sacerdote Pasionista, en 1933.

Ex Capilla de Guadalupe (J. A. Reynoso)

Page 141: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 142: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

141

Durante el virreinato no se acostumbraba tener jardines en las casas de la ciudad, a diferencia de los conventos donde sí disponían de una pequeña huerta y un espacio destinado al cultivo de hortalizas para proveerse de alimentos y ser au-

tosuficientes económicamente. Desde la Edad Media todo monasterio —para su supervivencia y la de los peregrinos y viajeros que recorrían los caminos de Europa y se acogían a la hospitalidad de los monjes— conta-ba con huertos y hortalizas. Tan extendida era esta actividad conventual que, como afirma Germain Bazin en su libro Paradeisos. Historia del jardín, los monasterios representaron un papel muy importante en el desarro-llo de la agronomía europea.1

En los palacios novohispanos el toque de alegría y verdor al recinto arquitectónico lo brindaban el patio central con su fuente al centro, ro-deado de corredores que en la planta alta se adornaban con macetas de Talavera de Puebla o de porcelana china, sostenidas al barandal con ar-mazones de hierro forjado. Además, las ciudades contaban con numero-sas plazas arboladas, situadas generalmente frente a las iglesias, donde los vecinos del lugar podían disfrutar de la naturaleza, convivir con amigos y conocidos o sentarse en una banca bajo un árbol frondoso a conversar u observar a los transeúntes. Las plazas y parques fueron parte fundamental de un urbanismo más amable, más acorde con las necesidades humanas, que suplía la necesidad del jardín e invitaba a la sociabilización.

Los jardines privados eran más propios de las casas de campo, conoci-das en la Nueva España como “casas de placer”. Estas casas, según Rome-ro de Terreros, generalmente eran de un sólo piso y siempre constaban de un pequeño jardín y una huerta. Al parecer, algunas de estas casas se prestaron a conductas reprobables y “ofensas a Dios”, pues según testi-monios de la época, muchas personas iban a las huertas desde la mañana a la noche sin haber oído misa “y otras personas estaban hasta tres o cuatro días en sus regocijos y pasatiempo” sin regresar a la ciudad. En estas casas campestres se jugaba, se hacían fiestas, había música, se comía

El jardín de la Casa de la BolaLeonor cortina

Escultura de mujer con antorcha que delimita el andador de ladrillo y la exuberante vegetación del jardín (J. A. Reynoso)

Page 143: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

142

el jardín de la casa de la bola

y cenaba opíparamente y se cometían “otros excesos”.2 En los biombos coloniales, bellísimas piezas pictóricas del género de pintura no religio-sa del virreinato, uno de los temas más recurrentes son las fiestas que se celebraban en los jardines adornados con fuentes y juegos de agua. En estas pinturas se pueden apreciar a hombres y mujeres ataviados con sus mejores galas, conversando cortésmente, unos sentados, otros de pie entre los árboles o tañendo algún instrumento.

En el siglo xvii el padre Vetancourt, en su Crónica de la Provincia del Santo Evangelio, describe los alrededores de la ciudad de México:

“todo lo más de la comarca en cinco leguas en contorno, está poblada de huertas, jardines y olivares, con casas de campo que los ricos de la ciudad han edificado para su recreo: en San Agustín de las Cuevas (Tlálpam), pa-raíso occidental, donde compiten con gastos excesivos los dueños de las huertas… con invenciones de agua que entretienen...”3

y menciona otros lugares como Coyoacán, Mixcoac, Tacubaya donde, en-tre otras fincas, se encontraba el famoso olivar del Conde de Santiago.

En 1803, cuando Humboldt llegó a la Nueva España, en el relato de su viaje también describe con entusiasmo los alrededores de la capital novohispana:

“Por todas partes conducen a la capital grandes calles de olmos y álamos blancos: dos acueductos construidos sobre elevados arcos atraviesan la lla-nura... Al sur, todo el terreno entre San Ángel, Tacubaya y San Agustín de las Cuevas parece un inmenso jardín de naranjos, duraznos, manzanos, cerezos y otros árboles frutales de Europa”.4

En las fincas campestres que se encontraban en estas pequeñas poblacio-nes el jardín se encontraba cercano a la casa y, casi siempre, estaba dotado de un cenador o chocolatero, que era una especie de kiosco situado en el centro o a la orilla del jardín. En ocasiones tenía vidrieras y se le amuebla-ba con pequeños taburetes o bancas de piedra para sentarse.5 Las huertas solían ocupar grandes extensiones y rodeaban la casa y el jardín. En la ma-yoría de los casos estas fincas hacían las veces de pequeños centros agríco-las cuyo productos no sólo abastecían a los propietarios, sino que también se ponían a la venta, como fue el caso del ahora Museo Casa de la Bola.

Después de la independencia, durante el siglo xix, fueron muchos los viajeros que visitaron nuestro país y en sus interesantes relatos, al describir “la famosa ciudad de México”, les asombraba el espectáculo

Page 144: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

143

el jardín de la casa de la bola

de las pequeñas poblaciones que la rodeaban, con sus casas campestres llenas de flores, de árboles frutales, de olivos y de soberbios magueyes. Sin duda, los comentarios de la marquesa Calderón de la Barca sobre esta materia son los que nos proporcionan mayor lujo de detalles. La señora Calderón de la Barca, como esposa del primer representante del gobierno español del México independiente, era constantemente invi-tada a tertulias, saraos, a todo tipo de ceremonias y paseos en los alrede-dores de la capital mexicana y a lugares más alejados. Según la marquesa, las familias mexicanas de buena posición económica iban a sus casas de campo a residir durante el verano para “mudar de temperamento”. Uno de los lugares más visitados era Tacubaya, por ser la villa más próxima a la ciudad de México y el sitio elegido, por la mayor parte de las familias ricas y de algunos extranjeros, para hacerse de una finca campestre.6

En una de sus amenas cartas relata que fue a visitar el palacio arzobis-pal de Tacubaya y comenta sobre la villa de San José de Tacubaya que era una agradable población, un poco dispersa, con algunas bonitas casas de campo, situada tan sólo a unas cuatro millas de la ciudad de México y uno de los paseos favoritos para salir a caballo en las mañanas. Describe también el palacio del arzobispado, objetivo principal de su visita, como un edificio “muy grande y hermoso” desde donde se apreciaba una de las vistas más bellas de la ciudad de México. El palacio construido durante el virreinato poseía un bello jardín y un olivar, estaba además “lleno de rosas dobles, y de las llamadas mille-fleur-rose, los rosales dispuestos en forma de arcos, arreglo aquí muy en boga; profusión de guisantes de olor y jazmines y algunos naranjos”. Según la marquesa, los rosales y los olivos eran muy populares en México y sus alrededores, sobre todo en Tacubaya, de donde salía una abundante producción de aceite de oliva de los numerosos huertos que allí se encontraban.7 A pesar de que la Casa de la Bola estaba muy próxima al palacio del arzobispado, no des-pertó su curiosidad y por lo tanto no la menciona.

Vista lateral de la primera sección del jardín (J. A. Reynoso)

Page 145: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

144

el jardín de la casa de la bola

A mediados del siglo xix Tacubaya se volvió todavía más popular como lugar de descanso, tanto, que entre la gente de dinero se dio entonces una verdadera fiebre constructiva de quintas de veraneo. Este fenómeno llamó la atención de escritores y periodistas mexicanos, como Manuel Payno, quien en 1856, en uno de sus textos periodísticos, decía que “Tacubaya era una de esas pequeñas poblaciones que van creciendo rápidamente y que merecen ya una especial mención” por las magníficas casas de campo que se encontraban en este lugar y enumera algunas de las mansiones más notables, construidas en lo que él calificaba de “estilo moderno”: la de Jamison, la de los Escandón, la del conde de la Cortina, la de Iturbe, la de Carranza, la de Algara, la de Laforgue, la de Herrera, la de los Terán, la de los señores Rubio y Sáyago y “la preciosa quinta” de un francés ape-llidado Bardet.8 La mansión a la que Payno le dedicó más espacio fue la de don Manuel Escandón, que también llamó la atención de otra extranjera, María Giovanni, posiblemente por tratarse de una de las casas más lujosas de Tacubaya. Por azares del destino, cuando en las primeras décadas del siglo xx se inició la devastación de Tacubaya por el crecimiento desmedido de la ciudad de México, fue don Antonio Haghenbeck y de la Lama quien adquirió la casa de don Manuel Escandón.

Predominaba en estas mansiones “modernas” el llamado “clasicismo ecléctico”, estilo arquitectónico difundido por L’École de Beaux-Arts de París, la academia de artes más prestigiada de entonces en el mun-do occidental. Eran verdaderos palacetes, con acabados tan lujosos que resultaban impropios de una finca campestre: mármoles en vestíbulos, balaustradas y escaleras; complicadas herrerías con detalles en bronce dorado en balcones y barandales; pisos de parqué de madera; candiles de cristal en las habitaciones y esculturas distribuidas en jardines y fuen-tes o señalando la entrada principal. La mayor parte de estos costosos materiales de las mansiones más lujosas era importada de Europa y de Estados Unidos, lo mismo que el mobiliario.

En 1856, cuando Payno describía estas mansiones de Tacubaya, la Casa de la Bola, situada en la parte más céntrica de la villa, próxima al pala-cio del arzobispado, seguía conservando su carácter virreinal, por lo tan-to resultaba demasiado austera y “anticuada” comparada con el lujo y las dimensiones de las fincas recién construidas, que además contaban con instalaciones eléctricas, red de plomería y cocinas y baños muy bien equi-pados, adelantos de los que carecía la arquitectura de herencia colonial. En una fotografía de la Casa de la Bola tomada en 1914, poco antes de la consolidación de la casa y la restauración de la fachada, obras realiza-das por Manuel Cortina García9, podemos apreciar el aspecto original de la fachada, muy sobria, con los muros cubiertos de ladrillo sustentados

Fachada de la Casa de la Bola antes de su restauración en 1914 (Museo Casa de la Bola)

Page 146: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

145

el jardín de la casa de la bola

sobre una base de recinto y la puerta principal, los balcones y las ventanas enmarcados en cantera lisa con herrería de líneas muy sencillas. La facha-da estaba en perfecta armonía con los interiores más austeros, de sabor conventual, propios del virreinato. En la misma fotografía se aprecia que la Casa de la Bola estaba en muy malas condiciones: los muros y balcones de la extrema derecha de la fachada estaban apuntalados.

Un documento muy interesante por la información que nos aporta es el reconocimiento que los maestros mayores de arquitectura de la Nueva España, José del Mazo y Avilés y Joaquín Heredia, ambos acadé-micos de mérito de la Real Academia de San Carlos, hicieron de la Casa de la Bola el 7 de diciembre de 1801.10 Sus características corresponden perfectamente a la descripción que Romero de Terreros hace de las lla-madas “casas de placer” o “fincas campestres” virreinales. La diferencia está en que la Casa de la Bola fue una finca de mayor importancia, pues-to que no se trata de una construcción de un piso, como generalmente tenían estos retiros campestres, sino de dos. A pesar de eso, la casa, por la extensión de sus tierras (48,655 varas, el equivalente aproximado de cuatro hectáreas y media), no puede ser considerada dentro de la cate-goría de hacienda. Las haciendas llegaban a tener de mil a tres mil hectá-reas o más.

Uno de los aspectos más originales de la Casa de la Bola, precisamen-te debido a su carácter de finca campestre, es que desde el patio central no sólo se aprecia el jardín, sino que existe una comunicación directa entre ambos espacios. Además, en la planta superior tenía un mirador con ocho balcones, situado junto al comedor, y en los extremos de éste,

Patio principal (Museo Casa de la Bola)

Page 147: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

146

el jardín de la casa de la bola

dos habitaciones, una de las cuales tenía una escalera que daba acceso directo al jardín.

La casa contaba, como todas las “casas de placer” novohispanas, con jardines, olivar y huerta. En el documento de reconocimiento levanta-do por los arquitectos Del Mazo y Heredia se específica que había dos jardines “con dos fuentes, ciento veinte arriates, asientos con respaldos, andenes o callecillas enladrilladas y entresoladas” y el imprescindible merendero o chocolatero, que al parecer estaba entre el jardín y uno de los olivares. El merendero era semicircular, “con cubierta de vigas sobre un arco de mampostería y su puerta enverjada”. Se subía a éste por una escalera también semicircular. Recientemente encontramos los vestigios de esta escalera, en la primera sección del jardín, a un lado de uno de los estanques. Este hallazgo nos ha permitido localizar el lugar exacto donde se encontraba el merendero y coincide con la parte donde se inicia el área superior del jardín actual. El espacio del merendero está ocupado ahora por una de las fuentes de mármol blanco agregadas por

Primera sección del jardín visto desde la escalinata que lleva a la parte inferior de la terraza (Jorge Vértiz)

Page 148: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

147

el jardín de la casa de la bola

don Antonio Haghenbeck. Del merendero se pasaba a uno de los olivares que tenía 425 olivos de todas clases, además de otros 280 olivos que se en-contraban en otra área, al frente de la casa. Si bien en el reconocimiento y avalúo que se hizo de la casa no se da el número de los árboles de la huer-ta, sí se menciona la variedad de frutos: nogales, duraznos, albaricoques, perales de todas clases, higueras, zapotes, ciruelos, aguacates, granadas, naranjos, duraznos, chabacanos, parras, membrillos, perones y otros.

Como muchas de las fincas campestres, la Casa de la Bola no sólo contaba con árboles frutales, olivos y magueyes sino que además allí mismo se producía aceite de oliva y pulque para su venta, y lo demuestra el hecho de que en la planta baja de la Casa de la Bola se encontraban las instalaciones para moler la aceituna y en una pieza había siete enormes

Terraza cubierta agregada en 1945 por Antonio Haghenbeck a la fachada posterior de la casa (J. A. Reynoso)

Page 149: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

148

el jardín de la casa de la bola

tinajas para almacenar el aceite y en otra diecisiete. Había además una tahona para el pulque que se extraía de los 1,700 magueyes que había en las tierras de la parte trasera de la casa y de otros 810 que se encontraban al frente, en las tierras de cultivo de la llamada “casa chica”, que era par-te de la misma propiedad.11 Desde el virreinato Tacubaya fue famosa por sus molinos y, como se mencionó antes, sobre todo por la producción de aceite de oliva que salía de las numerosas fincas con olivares que había en la localidad, entre éstas, el palacio del arzobispado.

Cuando se dispuso del agua del río Santa Fe para alimentar a la ciu-dad de México, Tacubaya empezó a padecer serios problemas de escasez de agua. El problema se acrecentó con los molinos de Santo Domingo y de Valdez, tanto, que algunos vecinos tenían que robar el agua para su sustento. La Casa de la Bola era de los lugares privilegiados que disponía, para el riego de sus cultivos y jardines, con una merced de agua de trein-ta y cuatro pajas (el equivalente a dos centímetros cúbicos por segundo). Para distribuirla y almacenarla contaba con una serie de instalaciones que se mencionan en el reconocimiento hecho por los arquitectos de la Academia de San Carlos: derramaderas subterráneas, regaderas de mam-postería, conductos de cañería y dos tanques con sus alcantarillas.

Precisamente los vestigios coloniales que se conservan en el jardín provienen de las antiguas instalaciones del agua. Sobreviven algunas ca-ñerías de barro, canales de mampostería, dos estanques alargados en la parte baja del jardín (uno pequeño y otro grande) y un tanque cuadran-gular en la parte alta con una pequeña fuente en la esquina, de donde brotaba el agua para alimentar una cañería que descendía a la primera sección del jardín y, al parecer, llenaba los estanques de la parte baja. También se conservan restos del enladrillado que cubría los andadores de la primera sección del jardín.

Como señala Germain Bazin en su libro Paradeisos. Historia del jardín: “No hay nada más frágil y más sujeto a la destrucción que un jardín”. Los jardines requieren de muchos cuidados para su conservación y des-graciadamente en México no sólo sufren por el abandono y el descuido, sino por “remodelaciones” devastadoras, como es el caso de los parques centrales de muchas poblaciones del interior de la república.

Por eso, y otras muchas razones, son muy pocos los jardines colo-niales que han llegado hasta nosotros. En la ciudad de México sobrevive, en pésimas condiciones y reducido en su extensión, El Pensil, situado en el barrio de la Magdalena, en Tacuba. En las primeras décadas del siglo xx todavía se podían apreciar vestigios de otros jardines virreinales en Tlalpan, Coyoacán y San Ángel. El parque del Desierto de los Leones, obra de Fray Andrés de San Miguel, por estar más alejado de la ciudad

Page 150: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

149

el jardín de la casa de la bola

Uno de los estanques restaurado en 2004 que formaba parte de las instalaciones hidráulicas del jardín en el período virreinal (Museo Casa de la Bola)

Page 151: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

150

el jardín de la casa de la bola

de México, se conserva en condiciones bastante aceptables. En otros lu-gares del interior de la república se puede apreciar uno que otro jardín del virreinato, como el Borda en Cuernavaca, construido por Manuel de la Borda, hijo del famoso minero de Taxco. Otro bello jardín colo-nial es el Benito Juárez, situado en uno de los rincones más bellos de San Miguel Allende, en las calles de Baeza y Diezmo Viejo. Este jardín tiene árboles centenarios y conserva muchos de sus antiguos elementos arquitectónicos: andadores, fuentes, pedestales, escalinatas y muros cir-cundantes. Desgraciadamente se remodeló hace algunos años sin respe-tar sus características originales.

Visto en perspectiva, el jardín de la Casa de la Bola es una joya in-valuable. Cuando don Antonio Haghenbeck adquirió la propiedad en 1942, como era de esperarse, de aquellos olivos, magueyes y árboles fru-tales no quedaba ni rastro y la extensión del jardín se había reducido de cuatro hectáreas y media a 10,700 metros cuadrados, sin contar la superficie que ocupa la casa de 1,200 metros cuadrados.

En el archivo de la Casa de la Bola se conservan unas fotografías de la década de 1930, donde se puede ver un jardín —si se le puede llamar así— en total abandono, con matorrales, lleno de hierbas y uno que otro árbol desfalleciente en pie.

Desde que adquirió la casa don Antonio Haghenbeck en 1942, no sólo se ocupó de adaptar a sus necesidades y a su gusto personal la parte arqui-tectónica, sino que también se interesó por el jardín. La fuente colonial que se encontraba en la primera sección y que, no sabemos por qué razón, recogieron los anteriores propietarios, la sustituyó don Antonio por una bella fuente de mármol blanco rematada por una sirena y, para señalar los andadores que se inician en el enladrillado que la rodea, colocó escultu-ras de hierro fundido: en la parte de atrás dos bellas figuras femeninas, al frente un par de leones y en los costados dos pares de jarrones del mismo material. Posiblemente tanto la fuente como estos elementos decorativos provienen de la quinta de Tacubaya de la familia Escandón.

Frente a lo que era el mirador en la planta alta se agregó una terraza cubierta que, de hecho, es una reconstrucción de la terraza que adorna-ba la antigua casa de la familia Haghenbeck y de la Lama situada frente a la Alameda en avenida Juárez, donde don Antonio pasó su niñez y juventud. De esta casa, construida a fines del siglo xix por el arquitecto Ignacio de la Hidalga, sólo queda en pie la fachada. La terraza agregada por don Antonio mira a la primera sección del jardín y se comunica con éste por medio de una suntuosa escalera de mármol rematada por dos leones de hierro fundido recostados. También la escalera y los leo-nes provienen de material de demolición. Quizá una de las intervenciones

Page 152: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

151

el jardín de la casa de la bola

menos felices de don Antonio es el estanque que construyó a un costado de la casa, en el área del jardín que da a la avenida Parque Lira y muy próxima a la escalera mencionada. Con la tierra de la excavación levantó un pequeño montecillo que remató con una banca de concreto. En el estanque don Antonio solía tener cisnes y patos, posiblemente a la ma-nera de don Manuel Escandón, que según Payno tenía en el magnífico jardín de su quinta de Tacubaya “un estanque a flor de tierra donde

Fachada actual del Museo Casa de la Bola (Museo Casa de la Bola)

Page 153: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

152

constantemente viven y juegan patos, ánsares y sobre todo unos cisnes blancos de Inglaterra y cisnes negros con el pico y los ojos rojos de la lejana tierra de Australia”.

La vegetación que cubre actualmente el jardín de la Casa de la Bola es obra, en parte, de don Antonio y, en buena medida, acción de la natu-raleza. El casi nulo mantenimiento –aún en vida de don Antonio, quien sólo disponía de un jardinero que se limitaba a barrer los andadores y a echar una que otra regadita en época de sequía– y, sobre todo, el aisla-miento a que ha estado sometido, han sido factores determinantes en la protección y reproducción de plantas y árboles. Los pájaros, el viento y la caída de hojas y semillas se han ocupado de convertir el jardín en una selva, más propia de las zonas cálidas. De los árboles y plantas del antiguo jardín –como señalé antes– no queda nada en pie, pero sí hay algunas flo-res, como rosas de castilla y lirios rosas y blancos que se veían mucho en las casas de la Tacubaya de antes. La mayor parte de la vegetación es de siembra reciente, de aproximadamente hace unos cincuenta u ochenta años. La va-riedad de plantas y árboles es mucha: tepozanes, acacias, truenos, cipreses, fresnos, aralias, yucas, árboles de sangre, jacarandas, eugenias, magnolias; frutales como chirimoyas, nísperos, higos y moras; plantas como el acanto, helechos, plátano abisinia, palma camedor, malamadre, y variedad de flo-res como agapandos, clivias, floripondios, plúmbago, abutilón, mastuer-zo y otras muchas especies. Hoy en día sólo contamos con dos jardineros (uno que trabaja en la Casa de la Bola y el otro en la Hacienda de Santa Mónica) para realizar las labores más indispensables de limpieza, poda,

Fuente de mármol ubicada en el centro de la primera sección del jardín(Museo Casa de la Bola)

Page 154: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

153

trasplantes y cuidado de la tierra y así mantener los jardines en condicio-nes, sino óptimas, al menos aceptables.

Don Antonio tuvo el buen sentido de recoger y conservar el material de las tantas demoliciones que hubo en la ciudad de México en la déca-das de 1940 y 1950. Mucho procede de la casa de su familia en avenida Juárez como barandales, puertas de madera, rejas, columnas, pilares, chimeneas y bloques de cantera, y el material más valioso como fuentes y jarrones monumentales de mármol, esculturas de hierro fundido, te-rracota y mármol que, en su mayoría, recuperó de la casa de don Manuel Escandón. Después de adquirirla desgraciadamente él mismo la mandó demoler. Consciente del valor de estas piezas, las distribuyó en los jar-dines, corredores y terrazas de la Casa de la Bola y de sus dos haciendas (Santa Mónica y Polaxtla), que actualmente son también museos.

El Patronato de la Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama se ha hecho cargo de los tres museos de don Antonio y a pesar de los recursos limitados, poco a poco hemos realizado obras de res-tauración tanto de la arquitectura y las obras de arte, así como de los jardines. El jardín de la Casa de la Bola es el que más avanzado está en su restauración. La primera labor que se llevó a cabo fue retirar los árboles secos; parte de este trabajo consistió en retirar unos troncos enormes invadidos de abejas que tenían mucho tiempo de haberse caído y reor-denar la distribución un tanto anárquica de las plantas, sin alterar el carácter selvático y romántico del jardín. Se demolieron las bancas de concreto construidas en la década de 1930 y se reconstruyeron las bancas

Escalera de mármol con un barandal de hierro forjado que da acceso a la terraza cubierta (J. A. Reynoso)

Detalle del capitel que remata una de las pilastras que sostienen la terraza cubierta (J. A. Reynoso)

Page 155: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

154

coloniales alrededor de las dos fuentes. Si bien quitar la vegetación ac-tual para resembrar olivos significaba una imprudencia mayúscula por la edad y las grandes dimensiones de los árboles que actualmente adornan el jardín, nos dimos a la tarea de restaurar los vestigios arquitectónicos, como la reconstrucción de andadores enladrillados, escaleras empedra-das, canales de mampostería y los dos estanques cercanos a la casa (el más grande estaba invadido de plantas y árboles y en el más chico, el muro de contención que servía de sostén a la parte alta del jardín y de contenedor del agua estaba a punto de derrumbarse). Además, igual que a las fuentes de mármol, a los estanques se les proveyó de bombas y tubería. Una obra mayor, en la que contamos con el apoyo del Nacional Monte de Piedad, fue levantar el estanque de concreto que don Antonio había construido para sus cisnes y patos, situado a un costado de la Casa de la Bola, y nivelar el terreno con la tierra del montecillo que estaba a un lado del estanque. En esta área se trazaron nuevamente los andadores dejando como ele-mento central una fuente de cantera con la vertedera de hierro forjado que provenía de la quinta de la familia Escandón y que don Antonio había colocado en el centro de esta sección. Esta fuente está en espera de que le llegue su turno para ser restaurada. Los enormes jarrones de mármol que se encontraban en el patio se reubicaron en el jardín. También se colocaron dos esculturas en medio de la vegetación, en la zona cercana al estacionamiento que tiene acceso por la avenida Observatorio.

La sección donde ahora se encuentra el estacionamiento, obra rea-lizada también gracias a un donativo del Nacional Monte de Piedad, don Antonio la utilizó para almacenar bloques de cantera. Los bloques estaban cubiertos por pasto y matorrales que sirvieron de nido a víboras

Vista del andador central que conduce a la fuente de Neptuno (al fondo), lugar donde se encontraba el antiguo merendero (J. A. Reynoso)

Page 156: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

155

el jardín de la casa de la bola

ratoneras. Al hacer el estacionamiento, teníamos un objetivo muy claro: que en cierta manera fuera una prolongación del jardín. Así, además de conservar algunos árboles, el pavimento se hizo con pedacería de can-tera, piedra braza y tezontle, y para separarlo del jardín, se construyó un muro divisorio de limosna con su cornisa de ladrillo y se colocó una puerta de hierro forjado del siglo xix.

Sin duda todo el material de demolición acumulado por don An-tonio nos ha permitido hacer estas obras de restauración con mucha calidad y a un precio más bajo. También hubo que instalar conductos de electricidad para las bombas de las fuentes y estanques e iluminar el jardín y el estacionamiento. Es mucho lo que falta por hacer, no sólo en la Casa de la Bola sino también en los otros dos museos: la Hacienda de Santa Mónica y la Hacienda de San Cristóbal Polaxtla.

Manuel Payno, entusiasmado con la descripción de los lugares más bellos de Tacubaya, termina su escrito afirmando, con un optimismo desbordante, que “con el tiempo llegará a ser el más hermoso barrio de la metrópoli del Nuevo Mundo”. Él nunca pudo imaginar la devastación de la que iba ser objeto esta hermosa y antigua villa. Su proximidad a la ciudad de México, unido a la ignorancia de la gente, el despiadado negocio de los bienes raíces y la falta de planeación de las autoridades han determinado la triste suerte de la antes bella y pintoresca Tacubaya.

Para las personas que integramos el Patronato de la Fundación Cul-tural Antonio Haghenbeck y de la Lama es un enorme privilegio tener bajo nuestra custodia un monumento histórico de la importancia de la Casa de la Bola, con su enorme acervo de obras de arte y su extenso y bello jardín, y proteger, restaurar y preservar para las generaciones fu-turas esta hermosa finca campestre, tan singular y tan representativa de la antigua y legendaria villa de San José de Tacubaya.

1 Germain Bazin. Paradeisos, Historia del jardín, p. 57.2 Manuel Romero de Terreros. Los jardines de la Nueva España, pp. 8, 9 y 11.3 Rev. P. Fray Agustín de Vetancour. Crónica de la Provincia del Santo Evangelio de México, 4ª. Parte del

Teatro Mexicano de los Sucesos Religiosos, Capítulo I, p. 2.4 Alejandro de Humboldt. Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, p.120.5 Manuel Romero de Terreros, Op. cit., p. 12.6 Madame Calderón de la Barca. La vida en México, Vol. I, pp. 74 y 76.7 Madame Calderón de la Barca, Op. cit., V. I, pp. 99 y 102.8 Manuel Payno, Panorama de México, Obras completas, p.153.9 Francisco Cortina Correa. Manuel Cortina García, Arquitecto de transición, p.57.10 M. C. Amerlink de Corsi. La casa de la Bola en la antigua villa de San José de Tacubaya, T.1, p. 112.11 Ibídem, pp. 113-117.

La diosa Minerva en terracota (J. A. Reynoso)

Jarrón de mármol en forma de crátera con relieves inspirados en la mitología griega. Proviene del material rescatado por Antonio Haghenbeck de la casa de Manuel Escandón (J. A. Reynoso)

Page 157: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 158: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

157

Se dice que todas las cosas se parecen a su dueño. De ahí que desde hace varios años me haya interesado conocer los anteceden-tes de la Casa de la Bola por medio de sus sucesivos propieta-rios. Fue un ejercicio interesante, que considero bien vale la

pena retomar, sin por ello repetir lo que ya he publicado, con el fin de conocer mejor la función que se dio a esa propiedad a lo largo de los siglos e intentar descubrir los cambios que en tamaño y uso ha tenido, aunque sea mucho lo que aún falta desentrañar.

Aquella primera aproximación a la historia de la Casa de la Bola fue pu-blicada en 19961 y, desde entonces, son muchos los textos impresos referen-tes a Tacubaya aunque sólo algunos de ellos aluden a la Casa de la Bola. Sin embargo, hay algunos documentos y datos que vale la pena reinterpretar.

Su curioso nombre ha intrigado siempre a quienes hemos tratado de explicarnos su origen. Hoy conocemos una explicación más precisa que las que hemos intentado dar y mucho más sencilla que las relacionadas con una posible revuelta de las muchas que hubo en Tacubaya. Al pare-cer, hacia 1858 en la casa “…se encontraba una fuente con una colum-na de cantera, y en la parte superior de ésta tenía una bola de piedra”.2 Bien pudo haber sido así porque efectivamente la Casa de la Bola tuvo una fuente. Dado que en aquellos tiempos los portones de las fincas rústicas permanecían abiertos durante el día para permitir la entrada y salida de los trabajadores y de las carretas y caballos, quienes veían “la bola” de la fuente pudieron haberle puesto ese mote a la casa. Es además interesante constatar que ya desde entonces se le conocía así, pues la fecha documen-tada más temprana que encontré es del 22 de enero de 1886.

Si bien varios de sus propietarios la habitaron, esta casa no fue una simple casa habitación, su uso fue mixto. En la planta baja se encon-traba todo lo relacionado con el negocio y administración de las tierras que la rodeaban, donde hubo una huerta con gran variedad de árboles frutales, numerosos magueyes y olivos, cuyas aceitunas eran molidas en una habitación que da al patio, donde aún existen huellas de la piedra de

La Casa de la BolaMaría concePción aMerLinck de corsi

Chimenea con un par de hermosas cariátides proveniente de la casa paterna de don Antonio Haghenbeck (Jorge Vértiz)

Page 159: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

158

la casa de la bola

moler. Desde luego también existió un lugar en el que se encontraban las vasijas para guardar el aceite y las aceitunas conservadas en vinagre. Seguramente en la finca o cerca de ella se hizo pulque, pues todavía en 1805 había una pulquería en el frente sur de la manzana.3 Tal diver-sificación era enteramente normal en las haciendas y en las empresas rurales de menor extensión, como en este caso.

La actual casa-museo que hoy conocemos como Museo Casa de la Bola alberga parte de la colección de obras de arte y artes decorativas que donó don Antonio Haghenbeck y de la Lama a la fundación cultural que lleva su nombre para que pudiera ser disfrutada por el público en general. Esa colección se encuentra distribuida en tres casas-museo, y el Patronato de la Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama está obligado a cumplir la voluntad de su fundador. Además, la Junta de Asistencia Privada vigila que así sea, lo que constituye una seguridad puesto que nada puede ser enajenado.

Don Antonio —como respetuosamente le llamábamos quienes tenía-mos menos edad que él y tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo— na-ció en México el 14 de febrero de 1902 y falleció por causas naturales en su casa de Parque Lira 136, en Tacubaya, el 8 de septiembre de 1991. A partir de entonces los miembros que él mismo designó en vida para que formáramos parte del patronato de la referida fundación, enca-bezados por su presidenta Leonor Cortina de Pintado, nos dimos a la ardua tarea de enfrentar una demanda y de cumplir con la voluntad del fundador, a pesar de la absoluta falta de fondos para sacar adelante los museos.

Lo que fue una enorme dificultad inicial hoy es motivo de orgullo para quienes formamos parte de la fundación creada por don Antonio, pues hemos logrado no sólo sobrevivir contra viento y marea, sino preservar y a veces restaurar lo que ha sido necesario. Veinte años después estamos celebrando haber logrado abrir las tres casas-museo todos los domingos y cualquier otro día con previa cita. Tanto la Casa de la Bola como sus casas de campo (Santa Mónica en Tlanepantla, Estado de México y San Cris-tóbal de Polaxtla en San Martín Texmelucan, Puebla), antes haciendas, están amuebladas y decoradas a su gusto y así pretendemos conservarlas.

Varios investigadores noveles han hecho tesis sobre estas casas y algunas ya han sido publicadas. Numerosos estudiantes cumplen con su servicio social en nuestras casas-museo donde se dan cursos y conferencias, hay representaciones teatrales, conciertos y eventos de la más diversa índole, entre los que destacan los realizados sin fines de lucro. Los ingresos ob-tenidos por otros eventos, ya sea sociales o comerciales, han permitido el cumplimiento de la voluntad del fundador. Nuestro mayor deseo es que la

Casa que perteneció a la familia Haghenbeck y de la Lama. Se encontraba en la esquina de José Morán y Pedro Antonio de los Santos (Museo Casa de la Bola)

Page 160: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

159

la casa de la bola

colección pueda ser mejor estudiada, conocida y admirada por un público cada vez más numeroso, igual que los espléndidos jardines que rodean a los tres monumentos históricos que forman parte de la colección.

En este texto me ocuparé más del inmueble que con su jardín ocupa una amplia extensión en el céntrico lugar de la ciudad de México en que se encuentra, que de la colección del Museo Casa de la Bola. El jardín actual es menor al que antiguamente tuvo, ya que la propiedad fue frac-cionada a lo largo de los siglos. Cuando don Antonio adquirió la casa el 19 de octubre de 1942 ese proceso ya había tenido lugar.

Él hizo algunas modificaciones a la casa, como cerrar el corredor sur en la planta alta para tener mayor espacio y comodidad. Construyó una terra-za cubierta que da al poniente, con vista al jardín y acceso desde éste o del comedor, donde al igual que en otras habitaciones de sus casas construyó una chimenea ecléctica, en la que aprovechó materiales de demolición.

Piano para ambientar las veladas musicales de don Antonio y sus amistades(Jorge Vértiz)

Page 161: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

160

la casa de la bola

Tapizó los muros de cada una de las habitaciones con brocado y las amuebló con objetos y muebles de todas partes del mundo. Algunos los heredó y otros los adquirió de diferentes anticuarios e incluso de particulares, con quienes a veces tuvo amistad. Por ejemplo, compró a los descendientes de don Sebastián Camacho y Zuleta (1822-1915) los muebles de Aubusson y el tapete de la sala principal de la Casa de la Bola, que en su momento fueron de ese destacado personaje, con fama de haber sido el hombre más rico de su tiempo.

Falta aún estudiar a profundidad buena parte de la colección Hag-henbeck y de la Lama, ya que consta de tapices, relojes, esculturas en bronce, mármol, marfil, madera y otros materiales, muebles de diversas características y épocas, pinturas, grabados, porcelanas, candiles, ins-trumentos musicales, libros y un muy largo etcétera. Dado que la des-cripción resultaría inabarcable sólo me ocuparé en revisar la historia del inmueble que conserva parte de ella.

Fue Joaquín Cortina Rincón Gallardo quien vendió la Casa de la Bola a don Antonio Haghenbeck. Hasta donde sabemos, don Joaquín la po-seyó con sus mismas dimensiones y no la habitó, a diferencia de su her-mano Genaro, quien la adaptó a sus necesidades y vivió ahí hasta su fallecimiento. Como murió soltero, se la heredó a su hermano menor, nacido en 1876.4

De FiNCa CamPeStre a CaSa reSiDeNCialA don Genaro Cortina Rincón Gallardo (1874-1947) le tocó ver gran-des cambios en esa manzana de Tacubaya y, desde luego, en esa antigua villa que llegó a formar parte de la ciudad. Indudablemente conoció desde niño la amplia propiedad de la Casa de la Bola por haber sido de sus tíos, los marqueses de Guadalupe. Le tocó vivir los tiempos convul-sos de la Revolución Mexicana, que estuvieron acompañados de saqueos en haciendas y casas de campo que ya tenían problemas económicos y dejaron de ser productivas.

Genaro Cortina fue responsable de la transformación de la Casa de la Bola en residencia. Para ello encargó al arquitecto Manuel Cortina García (1877-1947) el arreglo de la planta baja.5 El propietario y su arquitecto eran primos segundos, puesto que sus abuelos fueron hermanos. Ade-más de haber sido parientes debieron haberse tratado mucho, puesto que tenían poca diferencia de edad. Curiosamente ambos fallecieron en el mismo año.

Dado el tipo de intervención que el arquitecto hizo en la casa se en-tiende que en aquel momento ésta había dejado de tener uso mixto y que el molino y almacén de aceituna de la finca rústica situados en la planta

Page 162: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

161

la casa de la bola

baja ya eran cosa del pasado. Tacubaya había dejado de ser sitio de recreo y entidad campestre separada de la capital, y sus antiguas casas de campo se transformaron en residencias permanentes de sus dueños.

La Casa de la Bola no fue la excepción. El referido arquitecto am-plió las ventanas de la fachada, las engalanó exteriormente con adornos neobarrocos en cantera labrada y las dotó de adornadas y fuertes rejas. Así incrementó la luminosidad de las habitaciones que daban a la en-tonces empedrada y relativamente reciente calle, conocida primero con el nombre de Torres Torija y ahora con el de Parque Lira.

El aspecto anterior de la fachada enladrillada era más bien rústico, pues las jambas y antepechos de las ventanas eran de cantera carente de

Pp. 162-163Biblioteca con mobiliario español del siglo xvii (Museo Casa de la Bola)

Clavicordio hermosamente trabajado con pinturas de época (Museo Casa de la Bola)

Page 163: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

162

Page 164: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

163

Page 165: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

164

la casa de la bola

adornos, y los enrejados de las pequeñas y más altas ventanas eran también sencillos. El portón conservó sus amplias dimensiones y en los extremos de la fachada se observan aún sendos contrafuertes. Pero la casa adquirió un aspecto ecléctico, que seguramente invadió también su decoración, que debió haber sido de estilo neoclásico afrancesado, con elementos neorrenacentistas y de ese historicismo romántico que distinguió a la ar-quitectura de aquel tiempo, sobre todo a la relacionada con la aristocra-cia, de la que indudablemente formaron parte ambos personajes.

uNa miraDa retroSPeCtivaTío de don Genaro fue don Rodrigo Rincón Gallardo y Rosso (1840-1909) quien obtuvo la Casa de la Bola por herencia de su madre, doña María Rosso de Rincón Gallardo, marquesa de Guadalupe (1808-1904).

Uno de los salones de la Casa de la Bola (J. A. Reynoso)

Page 166: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

165

la casa de la bola

Don Rodrigo fue gobernador substituto de Aguascalientes en 1871 y gobernador constitucional de esa entidad de 1875 a 1876, pero no pudo terminar su periodo debido a las difíciles circunstancias políticas en que se vio involucrado. En 1861 recibió como regalo de su padre la hacienda de Jaltomate (en Aguascalientes), que acabó perdiendo porque se endeudó y la tuvo que hipotecar. Cuando don Rodrigo heredó de su madre la Casa de la Bola tenía 64 años y vivía en Mixcoac. El 27 de agos-to de 1904, unos meses después de recibir la casa, la vendió a su sobrino don Genaro Cortina y Rincón Gallardo.

El señor Rodrigo Rincón Gallardo y Rosso no parece haber vivido en la Casa de la Bola y, desde luego, tampoco la explotó como finca productiva. Tampoco consta que lo haya hecho su madre, doña María, más allá de la inercia que hubiera podido seguir al fallecimiento de su marido, que fue una persona más que solvente, tanto, que doña María compró el 22 de enero de 1886 un lote que lindaba al norte con la Casa de la Bola, al oriente con la calle de Torres Torija (hoy Parque Lira) y al sur y poniente con una casa ubicada sobre esa misma calle.

La señora marquesa, ya viuda, vivía en enero de 1886 en la calle de Santa Clara número 10 en la ciudad de México; sin embargo, falleció en Tacubaya el 4 de febrero de 1904. No sé si se había mudado a la Casa de la Bola o si si solamente había ido a Tacubaya para “mudar de tempera-mento” o “cambiar de aires”, como se decía entonces.

uNa ProPieDaD ProDuCtiva y Su DeCaDeNCiaCuando el general del ejército mexicano don José María Rincón Ga-llardo y Santos del Valle (1793-1877), segundo marqués de Guadalupe, adquirió la propiedad de Tacubaya, en la escritura correspondiente del 19 de abril de 1849 se especificaba la existencia de un molino de aceite, dos jardines y una huerta. Dado su conocido perfil de terrateniente y considerando que al año siguiente adquirió una merced de cinco pajas de agua, podemos suponer que adquirió la propiedad para trabajarla, igual que su vecino y amigo, el conde de la Cortina hacía lo propio, puesto que caballerosamente dejó que los conductos de agua se que-daran en la propiedad del conde, quien le había propuesto canalizar y hacer uso de parte de esa agua mientras él fuera dueño de la casa. Pero Rincón Gallardo prefirió no hacerlo y que el conde le pagara mil pesos anuales a partir de febrero de 1850.

El marqués contaba con dieciséis haciendas que formaron parte de un mayorazgo, entre las que destacaba la de Ciénega de Mata. Las tierras de su latifundio se extendían por Aguascalientes, Zacatecas y Jalisco. En 1861 disolvió el vínculo para repartir las haciendas entre sus numerosos

Page 167: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

166

la casa de la bola

hijos.6 No obstante, en 1866 conservaba la propiedad de la casa de Ta-cubaya, donde ya contaba con once mercedes de agua y vendía la que le sobraba a diferentes personas.

Ni él ni su esposa vivieron permanentemente en Tacubaya, su casa ha-bitación estaba en la ciudad de México, en la calle de Zuleta. Doña Ana María Rosso y Delgado fue la segunda esposa de don José María Rincón Gallardo y la madre de sus trece hijos, el décimo primero de los cuales fue Rodrigo.

Don José Gómez de la Cortina, conde de la Cortina y de Castro (1799-1860), quien había vendido al marqués de Guadalupe la Casa Grande, la tuvo en su poder sólo siete meses y medio, por lo que segu-ramente no la modificó. Es posible que haya trabajado su huerta, olivar y magueyal, aunque tenía intereses más bien humanistas, como la litera-tura y el coleccionismo.

Como fue fundador del Instituto de Geografía y Estadística, presi-dente de la Academia de la Lengua, impulsor del Ateneo Mexicano y de numerosas publicaciones culturales, la casa del conde de la Cortina, (vecina a la de la Bola) fue punto de reunión de intelectuales y viajeros, como la señora Calderón de la Barca, que escribió al respecto. Cuando esa connotada señora estuvo en México, entre diciembre de 1839 y ene-ro de 1842, la casa que se conocería como de la Bola estaba en manos de la familia Torres Torija, que no tuvo amistad ni con la señora Calderón de la Barca ni con José Zorrilla, como algunos han supuesto.

El conde de la Cortina le compró la casa a doña Guadalupe Torres To-rija y Guzmán, su dueña hasta el 30 de agosto de 1848. La forma en que la casa llegó a manos de su padre, don Antonio Torres Torija, fue muy origi-nal: se la sacó en una rifa de la Real Lotería efectuada el 24 de septiembre de 1802. El premio incluyó la entonces llamada Casa Grande, con sus lla-ves, muebles y tierras de cultivo, todo ello valuado en 58,318 pesos, más un premio en metálico de 6,000 pesos. Quien así fue favorecido por la suerte era un licenciado de sesenta años de edad que en aquel momento trabajaba como abogado de la Real Audiencia y agente fiscal de la Real Hacienda.

Este nuevo terrateniente recibió la casa con magueyes y un olivar al frente, más otro olivar con olivos de todas clases y un almácigo de ma-gueyes, además de nopales, parras, nogales y árboles frutales, entre los que se contaban duraznos, chabacanos, albaricoques, perales de todas clases, higueras, zapotes, ciruelos, membrillos y otros, además de algu-nos ejemplares únicos, como un toronjo, un aguacate, un granado y un limón real. Recibió también herramientas, una tahona con piedra de cantería y de recinto, tres husillos y una rueda y dos tinas de cedro para el pulque. Todo ello inventariado.

Page 168: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

167

la casa de la bola

1 María Concepción Amerlinck de Corsi, “La casa de la Bola en la antigua villa de San José de Tacubaya”, en Tacubaya, pasado y presente I, pp. 102-133.

2 El Manual del viajero en Méjico o Compendio de la historia de la Ciudad de Méjico, con la descripción o historia de sus Templos, Construcciones, Edificios públicos, las Costumbres de sus habitantes, etc. Y con el Plan de la Ciudad,fue pu-blicado en París en 1858, por la Librería de Rosa y Bouret. Marcos Arróniz, Manual del viajero de México, Instituto Mora, México, 1ª ed. , en facsimilar, 1991, pp. 240-242. Citado por Araceli García Parra y María Martha Bustamante Harfush, Tacubaya en la memoria, p. 88.

3 Celia Maldonado, “Dos empresarios en Tacubaya, siglo xviii: Pablo Buenavista y José Gómez Campos”, en Tacubaya, pasado y presente, Vol. IV, p. 145.

4 Agradezco muchos de los datos genealógicos y fechas a las que hago referencia en este texto a Rodrigo Amerlinck Assereto, miembro de la Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica.

5 Leonor Cortina, “La Casa de la Bola: historia de un rescate”, en Tacubaya: Pasado y presente, vol. III, Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, pp. 227-246.

6 Jesús Gómez Serrano, El mayorazgo Rincón Gallardo: disolución del vínculo y reparto de las haciendas.

Interior de la terraza cubierta que mira al jardín (Museo Casa de la Bola)

Page 169: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Espectacular ahuehuete del nostálgico bosque de Chapultepec. En medio de un paisaje similar se encontraba el Rancho de la Hormiga. Ahuehuete, Casimiro Castro

Page 170: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

169

En parte de los terrenos conocidos como el Molino del Rey, a un costado del bosque de Chapultepec, se encontraba la pro-piedad denominada Rancho de La Hormiga, que perteneció durante muchos años a un prominente empresario del siglo

xix. Existe la versión de que en la zona donde estaba ubicado había gran cantidad de hormigas “arrieras”, de las que “acarrean todo lo que en-cuentran a su paso”, y como era una zona de arenales, el rancho se llamó primero “El Arenal de las Hormigas”, para quedar posteriormente tan sólo como “La Hormiga”.

Su propietario, José Pablo Martínez del Río, destacado médico de origen panameño, fue también un hombre de negocios emprendedor e inteligente, que desarrolló su actividad económica y política con pers-picacia y acierto en un país recientemente independizado que se debatía en medio de crisis políticas y económicas.

José Pablo fue el menor de doce hijos del matrimonio formado por Ventura Martínez y Ana del Río. Él descendía de una familia acomo-dada, tradicionalmente dedicada al servicio del ejército panameño o al comercio, y ella era hija del tesorero de la Catedral de Panamá, Isidro del Río. Ventura Martínez estableció importantes relaciones comercia-les con varios países, especialmente con Perú y Gran Bretaña y

bien familiarizado con los comerciantes británicos, panameños y criollos situados en el occidente de México, financió la compra de productos diri-gidos a México e hizo las veces de agente de los comerciantes que necesita-ban pasar productos por el istmo. (...)

El estrangulamiento del comercio con Perú y otros reveses comerciales que extendieron perturbaciones políticas, así como el clima general de in-certidumbre acarreado por la disolución inmediata del imperio hispano-americano, se dejaron sentir en Panamá como una traca de bancarrotas, que estragaron la comunidad mercantil. La base de Martínez en Panamá se volvió riesgosa y no lucrativa.1

Rancho de la Hormiga

Page 171: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

170

Rancho de la hoRmiga

Fue entonces cuando Ventura Martínez deja Panamá y se embarca hacia Europa para ver a sus hijos (sólo habían sobrevivido seis) que se habían quedado huérfanos de madre y que estaban estudiando en Lon-dres. Regresó a México en 1827, donde invirtió en préstamos privados y años más tarde, junto con sus hijos y un joven hombre de negocios ale-mán llamado Guillermo de Drusina, formó un consorcio comercial. Tras casi una década de diversos infortunios personales y reveses comer-ciales, Ventura muere en Europa.

Su hijo menor, José Pablo, se quedó al frente de la familia y también de algunos negocios de su padre. Incursionó además en una amplia gama de negocios: invirtió en bienes raíces, minería, textiles, tabaco y algodón entre otros, aumentando mediante estas actividades comercia-les su ya importante fortuna, lo cual lo convirtió en uno de los hombres más sobresalientes y ricos de la época. Fue jerarca de una numerosa familia cuyos miembros se distinguieron por su acendrado sentido fa-miliar, su educación europea y su amplia cultura, que en el proceso de adaptación en México transitó por situaciones que lo llevaron desde el encumbramiento financiero, social y político hasta los más adversos momentos de crisis.

En enero de 1853 Martínez del Río compró este terreno ubicado cerca de Tacubaya y del viejo fuerte militar de Chapultepec propiedad conocida po-pularmente como Molino del Rey con un área total de 179,350 varas cua-dradas. Conjuntando ese solar con varias adquisiciones menores, el doctor adquirió una finca rústica considerable, a muy buen precio. Para colindar sus linderos y validar su título sobre este solar, José Pablo donó al Ayuntamiento de Tacubaya en diciembre de 1855, cien pesos. A cambio el Ayuntamiento le cedía una parte del terreno contiguo a La Hormiga, y así José Pablo comenzó a construir una buena casa sobre las ruinas del viejo Molino del Rey.2

Así, al lado del bosque de generosa y variada vegetación, flanqueada por milenarios ahuehuetes y coníferas, se erigió la hermosa residencia que abrigó a la familia.

La construcción conocida como “casa grande”, destacaba por sus lí-neas esbeltas y elegantes en cuyo interior imperaba el gusto exquisito y la sobriedad; estaba rodeada de numerosas calzadas, prados con alcatraces, magnolias, gran variedad de plantas de ornato y un gran estanque con peces multicolores donde también nadaban esbeltos cisnes y gansos.

Desde la parte más elevada del terreno, que invitaba a prolongar la vista hacia las alturas, se erguían los techos a dos aguas y los torreones, cuyas an-gostas ventanas se abrían hacia unos jardines primorosamente diseñados.

José Pablo Martínez del Río

Page 172: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

171

Rancho de la hoRmiga

En el primer piso, la baranda invitaba al espectador a disfrutar de la vista desde la elegante terraza que se extendía hacia la glorieta que se encontra-ba frente al pórtico. Era hermosa la imagen límpida de los volcanes que podían contemplarse desde ahí, paisaje que después plasmaría el gran José María Velasco en uno de sus espléndidos lienzos.

Formaba parte del mismo entorno una finca rústica adquirida con el terreno, una casa de menores dimensiones que la “casa grande”, cercana a ésta una capilla y, más lejos, las caballerizas y el establo, así como las dependencias del servicio que se integraban a este apacible paisaje.

Mucho tiempo atrás, antes de que se le conociera en el siglo xix como Rancho de La Hormiga y antes aún de que fuera denominada Molino del Rey, esa propiedad era un predio junto al río de Tacubaya, a un cos-tado del bosque, muy cercano al acueducto de Chapultepec y a aquellos tanques donde en tiempos de Moctezuma Xocoyotzin se criaban peces exóticos y se almacenaba agua. Allí se habían sembrado muchas plantas y ahuehuetes, así como otros árboles traídos de lejanos lugares, que cobi-jaban los extensos espacios.

En el transcurso de tres siglos —del xvi al xix— el Molino del Rey o Molino del Salvador tuvo varios propietarios: Juan de Alcocer, Antonio Urrutia de Vergara, el VI Conde de Santiago de Calimaya y la familia Gómez de Cervantes, por mencionar sólo algunos.

Casa principal del Rancho de la Hormiga (Colección particular)

Page 173: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

172

Rancho de la hoRmiga

A mediados del siglo xix los entonces dueños del molino dividieron el predio y decidieron venderlo al general José María Rincón Gallardo, y éste a su vez lo subdividió y lo vendió a diferentes personas. Tiempo después, Rincón Gallardo cedió una parte del terreno, que compren-día el Molino del Rey, al empresario don Isidoro de la Torre a cambio de otras propiedades, quien a su vez la vendería en 1861 a José Miguel Pacheco. Sin embargo, el 1° de septiembre de 1871, el señor Pacheco vendió a Don Manuel Cuevas el Molino del Salvador, alias del Rey, en jurisdicción de Tacubaya, que “linda por el oriente con el bosque de Chapultepec y la fundición de cañones del mismo; por el sur con terre-nos de La Hormiga y el rancho del Jacalón; entre norte y poniente con el Molino de los Morales y el pueblo de Tecamachalco y por el poniente con el pueblo de Santa Fe y terrenos de Jesús del Monte”.3

Anteriormente José María Rincón Gallardo había llegado a un acuer-do con el acaudalado médico panameño, José Pablo Martínez del Río, para venderle otra parte, que comprendía el Rancho de la Hormiga, en

El valle de México desde las inmediaciones del Molino del Rey, José Maria Velasco (Museo Nacional de Arte)

Page 174: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

173

Rancho de la hoRmiga

la cantidad de 2,500 pesos. Esta transacción, que quedó asentada en escrituras fechadas el 15 de enero de 1853, describían un predio de 179,350 varas cuadradas superficiales (una vara equivalía a 0,8380 me-tros), cuyos linderos y situación se definieron en un plano realizado por el arquitecto Enrique Griffon, y que comprendían también la venta de ocho pajas de agua de las que se beneficiaba el molino, cantidad con-siderable puesto que una paja para uso urbano equivalía a 0,450 litros por minuto.4

El doctor José Pablo Martínez del Río, nacido en Panamá en 1808, estudió el bachillerato en París y realizó estudios profesionales en Fran-cia y en Inglaterra. Después de haberse graduado como médico obstetra se trasladó a Veracruz en 1836, donde se dedicó al ejercicio de su pro-fesión durante algunos años. Posteriormente viajó de nuevo a Euro-pa, donde contrajo matrimonio con la señorita Ángela Pedemonte. En 1844 se estableció en la ciudad de México para ejercer la práctica privada de la medicina. Sin embargo, años después se alejó paulatinamente de ella para dedicarse a otros negocios que le dejaran mejores dividendos, como la comercialización de madera, granos y forraje.

Diversas inversiones y alianzas comerciales con importantes empre-sarios mexicanos, ingleses, españoles y franceses llevaron a José Pablo a convertirse en un destacado hombre de negocios, acrecentando consi-derablemente el valor de sus inversiones. Presa finalmente de los riesgos y factores económicos, sociales y políticos del país tuvo que hacer frente a significativos altibajos financieros, que incluso lo llevaron, en un mo-mento dado, a la bancarrota. La familia Martínez del Río se encontró ante la disyuntiva de dónde establecerse definitivamente, ya que no se identificaba del todo como panameña ni como mexicana; algunos de los hermanos de José Pablo buscaron otras nacionalidades y él mismo fracasó al intentar convertirse en súbdito británico. Finalmente Mar-tínez del Río tomó la decisión de trasladarse a México y ajustarse a las nuevas circunstancias del país en el siglo xix. La empresa Martínez del Río Hermanos invirtió, entre otros rubros, en la minería. Contaba con acciones en la mina Real del Monte (famosa mina de plata en Pachuca) y de otras minas en Hidalgo que le producían atractivos dividendos.

José Pablo Martínez del Río formó parte de la delegación mexicana que ofreció formalmente la corona de México al emperador Maximilia-no de Habsburgo en abril de 1864. Agradecido, el ex príncipe austriaco le prestó ayuda para obtener la tan ansiada naturalización como ciuda-dano mexicano, pues hasta esa época seguía siendo panameño. Al con-tinuar sus actividades cerca de la corte imperial, José Pablo fue aceptado en la nueva nobleza mexicana; le fue otorgada la Orden de Guadalupe,

Page 175: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

174

Rancho de la hoRmiga

situándolo en un lugar cada vez más favorecido y, finalmente, fue desig-nado emisario del Imperio ante el rey de Grecia y el sultán de Turquía. El doctor aceptó con agrado el nombramiento, no sólo por el honor que ello le representaba, sino porque dicha designación iba acompa-ñada de una subvención de 5,000 libras que, debido al colapso de las fortunas de la familia y la propia, fue muy oportuna.5

Tras la caída del emperador el presidente Juárez ordenó la confisca-ción de los bienes de quienes hubieran servido a Maximiliano. El doctor Martínez del Río fue desterrado sin recursos, y para entonces era un hombre sin patria, ya que había perdido la ciudadanía mexicana. Final-mente en enero de 1870, por intermediación de un amigo suyo, obtuvo de Juárez el perdón por sus pecados políticos (después de que éste se lo

Rancho la Hormiga, Vista de Molino del Rey, (detalle) Luis Coto (Museo Nacional de Arte)

Page 176: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

175

Rancho de la hoRmiga

negara varias veces); en su alegato planteaba penurias y pobreza perso-nales: “lo único que me queda es una familia grande que sustentar”. A su vuelta a México recuperó sus propiedades en 1871 y tomó la decisión de dedicarse de nuevo a trabajar en su profesión. Lo hizo con verdade-ra dedicación y entusiasmo, al grado que llegó a ser Vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina y contribuyó, de manera especial, a di-fundir sus conocimientos sobre obstetricia entre los médicos mexicanos. Después de nuevos altibajos de fortuna lo que quedaba de sus propie-dades a su fallecimiento el 27 de septiembre de 1882, tras muchos años de litigios, pasó a manos de sus hijos. Uno de ellos, Pablo, convertido en joven y brillante abogado, realizó largos y complicados trámites en diversos tribunales del país.

Doña Bárbara Vinent, viuda del licenciado don Pablo Martínez del Río y madre de hijos menores, “otorgó una cesión de derechos en la ciudad de México el 8 de julio de 1916” sobre el predio.

La Señora doña Bárbara Vinent, viuda de Martínez del Río por sí y por sus menores hijos Jaime, Mercedes y Carlos, sobre los que ejerce la patria potes-tad, y el Señor don Pablo Martínez del Río y Vinent por su propio derecho, ceden al Señor don Nicolás Martínez del Río Pedemonte los derechos que tie-nen y les corresponden en la fracción del predio llamado ‘La Hormiga’ (...).

La cláusula tercera del contrato estipula que:

La fracción del Rancho de la Hormiga, materia de este contrato queda des-de luego a disposición del Señor Don Nicolás Martínez del Río, quien po-drá usar desde luego los derechos que la sucesión del Señor Licenciado don Pablo Martínez del Río está ejercitando con arreglo al convenio de familia ya citado fecha veintitrés de agosto de mil novecientos once, relativo a los bienes de la testamentaría del Señor Doctor don José Pablo Martínez del Río, ubicados en el Distrito Federal.6

Tiempo después de haber entrado en posesión del rancho donde acos-tumbraba don Nicolás pasar algunas temporadas, encontró las instala-ciones ocupadas por las fuerzas revolucionarias al llegar para descansar unos días en compañía de su esposa y su sobrino. A principios de 1917, por medio de un decreto, el rancho fue expropiado por Venustiano Ca-rranza con la supuesta intención de hacer en él una fábrica de cartuchos y establecer ahí otros talleres que servirían al Departamento de Estable-cimientos Fabriles de la Secretaría de Guerra y Marina. Así, con fecha del 23 de enero de 1917, se realiza la:

Condecoración de la Orden de Guadalupe

Page 177: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

176

Rancho de la hoRmiga

(...) expropiación por causa de utilidad pública del rancho denominado “El Chivatito”, y de las Haciendas “La Hormiga” y “Molino del Rey” conti-guos al Bosque de Chapultepec.7

Uno de los primeros ocupantes de las instalaciones confiscadas fue, a partir del 1° de enero de 1918, el general Ignacio Ceferino Enríquez Siqueiros, importante político y militar chihuahuense que había sido Oficial Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina y recién designado Jefe del Departamento mencionado.

Sin embargo, antes de que se cumpliera un año de la expropiación, don Nicolás Martínez del Río, como albacea de los bienes de la familia, hizo una solicitud de licencia a la autoridad judicial para enajenar la propiedad, la cual le fue concedida el 23 de junio de 1919. Nuevamente en su poder el Rancho de la Hormiga, la familia Martínez del Río tardó algunos años en ponerse de acuerdo para su venta.

En febrero de 1923 la familia Martínez del Río vendió al gobierno esa propiedad por una cantidad de 886,472.81 pesos y el juicio sucesorio

Plano de La Hormiga, Gorozpe G. y Javier Vázquez (Museo Soumaya)

Page 178: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

177

Rancho de la hoRmiga

falló sobre los bienes de la testamentaría el 24 de junio de 1924. Por otra parte, el “7 de mayo de 1924, el presidente Álvaro Obregón autorizó a la Secretaría de Hacienda la enajenación de los bienes nacionales que no estuvieran destinados a ningún fin público, con el objeto apresurar la amortización de la “deuda flotante”(...) y se facultó a dicho departamen-to para designar esos bienes y sacarlos a remate. Finalmente el 6 de enero de 1926 concluyeron todas las diligencias relacionadas con el Rancho de La Hormiga.

Así terminó un dilatado período de zozobras e incertidumbres para la fa-milia Martínez del Río, que por muchos años habitó esta espléndida resi-dencia campestre de La Hormiga que un día construyera y hermoseara con bellísimos jardines aquel doctor panameño genearca de esta estirpe mexi-cana; atrás quedó el inmarcesible recuerdo de la gesta que tuvo por marco la tierra del milenario Bosque de Chapultepec, donde un pueblo indomable dio ejemplo de su indeclinable voluntad de ser libre.

Cuando aún estaba en juicio sucesorio, el Rancho de la Hormiga fue ocupado por el general Plutarco Elías Calles y se convirtió en escenario del matrimonio de la señorita Hortensia Elías Calles con el señor Fer-nando Torreblanca, secretario particular del entonces presidente de la república, general Álvaro Obregón, quien fue el padrino.

El Rancho de la Hormiga había resultado especialmente útil por en-contrarse próximo al Castillo de Chapultepec, que entonces era la resi-dencia oficial de los presidentes mexicanos. Resultaba conveniente que los secretarios de mayor importancia, como el de Guerra y Marina o el de Gobierno, vivieran en sitios cercanos.

De esa manera, desde que fue incautada, la denominada Casa Gran-de fue habitada por conocidos ocupantes como Álvaro Obregón, quien vivió ahí una temporada junto con su séquito. También residieron tem-poralmente cinco generales cercanos a él y algunos secretarios de estado del gobierno del presidente Obregón, como los generales Plutarco Elías Calles, Manuel Pérez Treviño y Joaquín Amaro Domínguez, en 1925. En esa etapa de cambios significativos de la vida nacional se realizaron también algunos cambios en el Rancho de la Hormiga: se construyeron nuevas caballerizas, una cancha de tiro, frontones y el estanque fue con-vertido en alberca. Asimismo, se construyeron campos de polo, como el Campo Marte.

En los años 30 el presidente Lázaro Cárdenas le cambió el nombre al Rancho de la Hormiga: él y su esposa se habían conocido en una huer-ta llamada Los Pinos, en Tacámbaro, Michoacán. Desde entonces, el

Interior de la casa principal del Rancho de la Hormiga que fue ocupada por varios secretarios de estado y militares cercanos al presidente

Page 179: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

178

Rancho de la hoRmiga

Rancho de la Hormiga lleva el nombre de Los Pinos, la residencia oficial del presidente en turno de la república. No sólo se transformaron sus instalaciones sino también el destino que se le dio al rancho.

Posteriormente el chalet tipo inglés fue ocupado por los presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán. Este último mandó construir una edificación más grande y funcional para mayor comodidad del pre-sidente en turno y su familia, así como para poder hospedar a visitantes extranjeros distinguidos. Esta nueva construcción, de tres pisos, es co-nocida como Casa Miguel Alemán.

Esta construcción de 5,700 metros cuadrados cuenta con tres ni-veles: en el superior se encuentran las habitaciones de la familia; en la planta baja, los salones oficiales de recepción y los despachos y salas de juntas del presidente; en la planta subterránea, una pequeña sala de cine y salas de juegos y de fiestas.

Residencia oficial de Los Pinos

Page 180: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

179

Rancho de la hoRmiga

1 David W. Walker. La vida en familia, 1792-1860, pp. 48-49.2 Parentesco, Negocios y Política Familia Martínez del Río en México, 1823- 1867 David W.

Walker3 Fernando Muñoz Altea y Magdalena Escobosa Hass de Rangel. La historia de la residencia oficial de Los

Pinos, p. 80. 4 Ibídem, p. 101.5 David W. Walker. Op. cit., 296.6 Fernando Muñoz Altea y Magdalena Escobosa Hass de Rangel. Op. Cit., pp. 78-79.7 Ibídem, p. 83.

La residencia oficial de Los Pinos ha sido objeto de varias modifica-ciones, especialmente en lo que a decoración se refiere. En el exterior, sin embargo, algo queda en el antiguo predio del espíritu sobrio y ele-gante que tuvo en un principio el Rancho de la Hormiga.

Casa Miguel Alemán

Page 181: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

El Valle de México desde el jardín del Obispo en Tacubaya, Juan Federico Waldeck

Page 182: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

181

PalaCio arzoBiSPal (1737)Una de las edificaciones más significativas de Tacubaya, por su grandeza, ubicación e historia es el Ex Arzobispado, el cual mandó construir en 1737 el Arzobispo y Virrey y Capitán General de la Nueva España (1734 a 1740), Don Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta.1 A pesar de que los arzobispos contaban con la casa ubicada en la calle de Moneda en la ciu-dad de México, Vizarrón y Eguiarreta pensó en la posibilidad de edificar una villa alterna para veranear y disfrutar de otros aires en la cercana población de Tacubaya.

Durante su gestión como virrey convirtió varios edificios en hospi-tales durante la terrible epidemia de fiebre amarilla llamada matlazáhuatl que azotó la ciudad de México en 1736, y nombró patrona de la ciudad y de la Nueva España a la Virgen de Guadalupe. Embelleció la ciudad y sus calles y mandó construir el Colegio Apostólico de San Fernando y el Palacio Arzobispal de México en Tacubaya, sobre el cual se hablará más adelante.

La elección que realiza el virrey de la villa de Tacubaya se debe pro-bablemente a sus inmensos y notorios jardines y huertas y a los distintos establecimientos religiosos en la zona, en particular las construcciones colindantes como el Convento de San Diego y el Molino de Santo Do-mingo. Frente a dicho molino, sobre una meseta más elevada que el resto de los predios circundantes en la Loma de Tacubaya y cruzando el “camino a los molinos” (hoy avenida Observatorio), se construirá el magnífico Palacio Arzobispal:

En la parte Poniente, se construye un palacio significativo, cuyo resultado arquitectónico resultó una suerte de contrafuerte y de palacio renacentis-ta. Una mezcla entre las casas edificadas en la capital de la Nueva España y aquellas grandes casonas que le recordaban su infancia y su origen del Puerto de Santa María en Cádiz, España.2

Ex ArzobispadoMaría BustaMante HarfusH

Don Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta

Page 183: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

182

ex arzobispado

Su familia adinerada tenía una casa-palacio con un gran

patio central de altísimas columnas y arcos, pozo en el centro, entrepisos y pisos superiores, todo con aire muy majestuoso y muy andaluz al mismo tiempo, es conocida en la ciudad con el nombre de la Casa de las Cadenas y está en la plaza donde se encuentra el edificio del Ayuntamiento.3

Teniendo en cuenta esta referencia, la descripción que uno puede hacer del palacio arzobispal es muy similar: un edificio palaciego, con dos grandes patios con columnas y arcos majestuosos; un pozo al centro y un inmenso jardín renacentista con una de las mejores vistas hacia la cuenca de la ciudad de México.

Cien años después, en 1836, el alemán Carl Nebel publica una serie de cincuenta litografías de lugares que visitó durante su residencia de cinco años en México, tituladas Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Méxique. Una de las pinturas más bellas es la que hace de la Vista desde el Arzobispado de Tacubaya, realizada en 1832. Sus estudios como ingeniero y arquitecto le permitieron trazar litografías con gran pre-cisión y escala respecto a la realidad, lo que nos permite visualizar con bastante cercanía lo que era Tacubaya en esa época: paisaje melancólico, de población campestre, alejada de la ciudad, con una magnífica vista desde los jardines del Palacio Arzobispal, un arriero a caballo, vegeta-ción nativa como el maguey, el kiote, la yuca, las cúpulas del convento de San Diego y sus huertas, y al fondo, la espectacular vista hacia la ciudad de México, todavía bordeada de agua y grandes montañas y un cielo que anuncia una lluvia inminente.

Vizarrón y Eguiarreta muere en México en 1747, dejando en su tes-tamento doce candelabros, realizados con la fundición de doblones de plata, para embellecer la Catedral de Sevilla, que hasta la fecha los ostenta.

araNjuez De loS PreSiDeNteS (1847)En 1847 el Palacio Arzobispal pasó a ser propiedad de la nación y se convirtió en el “Aranjuez de los presidentes de la república” para que pasaran ahí el verano. Tal fue el caso de Ignacio Comonfort y Antonio López de Santa Anna, cuya presencia provocó el aumento del tráfico y movimiento de gente en la zona.”4

Una de las descripciones más significativas la hace la esposa de don Án-gel Calderón de la Barca, Primer Ministro Plenipotenciario de España en México, madame Calderón de la Barca, que escribe una serie de cartas a su familia relatando su estancia en México. Dichas cartas, de gran relevancia para la historia de México a mediados del siglo xix, fueron publicadas

Page 184: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

183

ex arzobispado

en 1844 en el periódico El Siglo Diez y Nueve y en el libro La Vida en México durante una residencia de dos años en ese país. Sobre su visita al Arzopispado de Tacubaya comentó:

Un edificio grande y hermoso, pero desierto, desde donde se domina la misma vista que desde la casa de la Condesa, y posee un jardín y un bello olivar, cuyos árboles fueron traídos de Europa. El jardín estaba lleno de rosas dobles, y de las llamadas mille-fleur-rose, los rosales dispuestos en forma de arcos, arreglo aquí muy en boga; profusión de guisantes de olor y jazmines, y algunos naranjos. El jardinero nos ofreció unos ramos bonitos, y prolongamos nuestra visita, admirando el panorama, hasta la puesta del sol. No hay otro lugar que pueda aventajar a éste para admirar la vista so-bre México. Es una perspectiva más bella aún que la que se disfruta desde

Vista desde el Arzopispado de Tacubaya, Carl Nebel (Museo Soumaya)

Page 185: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

184

ex arzobispado

Chapultepec, pues abraza al mismo Castillo, uno de los elementos más cons-picuos del paisaje. Pero en el mismo instante en que el sol se hundió detrás de las montañas, mudó el tiempo de repente. Se levantó el viento, grandes masas de nubes negras fueron ganando terreno en el cielo, y la lluvia cayó a torrentes, obligándonos a batirnos en retirada hacia nuestros carruajes.5

Realmente era un palacio sobresaliente entre los que existían en la aris-tocrática zona de Tacubaya. De acuerdo con Don Antonio Fernández del Castillo, Agustín de Iturbide (quien residió en el Palacio Arzobispal de Tacubaya) desde su habitación podía escuchar el repique de las cam-panas del convento de San Diego y de la iglesia de la Santísima Trinidad y observar el cerro del Ajusco, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, así como lo que restaba de la laguna.

Iturbide había seleccionado este sitio dada su cercanía con la ciudad de México, su comodidad y su facilidad de comunicación con otras re-giones del país; de esta forma

se convirtió, en esos días, en capital de la nueva nación por albergar en ella a los hombres más importantes del país, en lo que a política se refie-re; multitud de gente venía de todas partes; políticos, militares, religiosos, aduladores, comerciantes, hacendados o simples curiosos.6

Su jarDÍNCuentan que para 1840 toda la loma de Tacubaya era un “inmenso jar-dín” y cada terreno se unía entre sí formando una unidad. Al parecer, había días en que el aroma de las flores que se cultivaban en sus campos llegaba hasta la ciudad de México. Y es verdad, sus jardines se habían convertido en su principal encanto, pues detrás de los gruesos muros que limitaban las calzadas se dejaba ver la abundante vegetación de los más variados ejemplos de árboles traídos de Europa: encinos, pinos y madroños. Ahí se encontraban también cenadores, kioscos, fuentes, es-tanques y capillas; el jardín se había convertido en “la prolongación de la vivienda”.7

La mayoría de estos jardines estaba cultivada al estilo inglés: parecían jardines salvajes aunque en realidad llevaban mucho trabajo de jardine-ría; había “hermosas arboledas, camas de flores con raras plantas, descan-sos y puentes, encantadoras fuentes y lagos, pabellones, juegos, baños, etc.”8 De esos hermosos jardines destaca el del señor Bardet, que “sin duda alguna era uno de los más hermosos y bien cultivados de Tacu-baya… todo este jardín, que tiene sus bosques, sus grutas y monteci-llos artificiales, sus palmeros, sus árboles del monte y sus flores y sus

Page 186: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

185

ex arzobispado

arbustos europeos”. Otro maravilloso jardín poco frecuentado sería el del señor Beistegui.

Cabe mencionar que la horticultura era “una de las ramas más adelan-tadas en Tacubaya, a la que se le da mucha importancia; espárragos, fresas, alcachofas, calabazas y otros frutos adquirieren enormes dimensiones con formas caprichosas y aun se han cosechado calabazas gemelas”.9 Cuenta Rivera Cambas que además era fácil el cultivo de pera, durazno, man-zanas de varias especies, ciruelas, chabacanos, granadas, membrillos y naranjas. El cultivo de flores, árboles y frutos se realizaba con el menor esfuerzo, ya que éstos se daban espontáneamente gracias al clima que prevalecía en Tacubaya.

En el caso del Ex Arzobispado era digno de mencionarse su precioso y cuidado jardín, con una de las más magníficas vistas de la ciudad y de la villa de Tacubaya por estar elevado sobre una extensa plataforma. Su traza seguía los cánones europeos del renacimiento y posteriormente del neoclásico, con calzadas muy bien trazadas y diseños geométricos y radiales que desembocaban en bellas fuentes de cantera y de mármol. Los árboles fueron plantados previo estudio de su ubicación y con la intención de enfatizar remates y caminos. Posteriormente, al edificar el Observatorio Astronómico Nacional y la Estación Sismológica de Tacu-baya, se perdió parte de la traza original del jardín. En los años 60 se dio la dramática destrucción del jardín al edificar sobre él la Preparatoria 4. Levantaron una barda que tapa las ventanas que, por siglos, habían sido las más envidiadas de Tacubaya. Hoy esas ventanas ”miran” únicamente sus recuerdos.

H. ColeGio militar (1863)Con la Desamortización de los Bienes promulgada por Benito Juárez en 1859 el edificio, utilizando cada vez más por el Estado, aloja de 1863 a 1883 al H. Colegio Militar, antes de su regreso al Castillo de Chapulte-pec. Aunque, como ya se comentó anteriormente, el aspecto del palacio oscilaba entre mansión y castillo feudal, su apariencia de fortaleza se agudizó con la construcción de baluartes de vigía con pequeñas aber-turas para el disparo de armas en las esquinas; la fachada poniente se volvió más rígida con grandes portones y extensos paramentos. Como menciona Fernández del Castillo: “El palacio Arzobispal es de impo-nente aspecto…, y domina a la población como una ciudadela; sus pie-zas y corredores son extensos y espaciosos”.10

El Colegio Militar requería las instalaciones del primer observatorio dentro del Castillo de Chapultepec, por lo que fue necesario buscar un nuevo emplazamiento para el mismo y se intercambiaron las sedes.

Page 187: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

186

ex arzobispado

oBServatorio aStroNómiCo NaCioNal (1883)De acuerdo con Susana Biro, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la unaM, la astronomía en México comienza a tomar fuerza a partir de 1878, cuando la observación y medición del tránsito de Venus por delante del Sol en 1874 cobró tal interés, que hasta se creó una comitiva es-pecial de cinco mexicanos para ir a Japón a observar el fenómeno. “En 1877 el ministro de Agricultura y Fomento, Vicente Riva Palacio, decretó la for-mación de tres observatorios nacionales, el Meteorológico, el Central (con propósitos geográficos) y el Observatorio Astronómico Nacional.” Este úl-timo fue inaugurado en la azotea de Palacio Nacional y trasladado al año si-guiente al Castillo de Chapultepec. Su director, el ingeniero Ángel Anguia-no11 menciona en una carta al presidente en 1882 que el objetivo principal era la observación del tránsito de Venus, el cual se preveía sería visible desde México, lo que lamentablemente no fue posible debido a un día nublado.

En 1883 se establece la Comisión Geodésica Mexicana (que trabajó hasta 1915) y se traslada el Observatorio Astronómico Nacional al edifi-cio del Ex Arzobispado de Tacubaya, donde se inició en el predio orien-te del edificio virreinal la construcción de un edificio ex profeso, lo cual demoró hasta 1908.12

A este observatorio, construido sobre los antiguos jardines del anti-guo palacio arzobispal, se le debe el nombre de la colonia, la estación de camiones y la del Metro.

Por mandato de Porfirio Díaz comienza en 1878 la construcción del Observatorio Astronómico Nacional: contaba con varias cúpulas de ob-servación del cielo y con potentes telescopios traídos desde Irlanda, por lo que fue reconocido durante varias décadas como uno de los mejores del mundo. El oan participó también, junto con otros observatorios del mundo, con diversas imágenes de la Luna y las estrellas en la formación del Catálogo astrofotográfico y la Carta del Cielo.

El ingeniero Joaquín Gallo, director del Observatorio de 1915-1946, describe el edificio ubicado a un costado del Ex Arzobispado: tenía for-ma de cruz “orientada de Norte a Sur, la cabeza, en la planta baja, es el vestíbulo; en el centro, existe la escalera semicircular, rodeando al poste que sostiene el Gran Ecuatorial, circundada a su vez por un octágono. Los brazos de la cruz los forman las alas meridianas y piezas de traba-jo, levantándose en el extremo de los brazos los torreones destinados al fotoheliógrafo dalmayer y al refractor de 15 cm. Completan hacia el Norte el cuerpo de la cruz, la biblioteca, archivo y torreón del ecuatorial fotográfico. En la plana alta se encuentran: la sala de visitas, la del Di-rector, la Biblioteca y la Secretaría. Sobresaliendo de la azotea están los torreones del refractor de 38 cm del ecuatorial fotográfico”.13

Plano del Colegio Militar Olivar (Mapoteca Manuel Orozco y Berra)

Page 188: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

187

ex arzobispado

Gallo, quien opina que “la cultura de un pueblo se juzga por la falta de supersticiones y por sus conocimientos astronómicos”, abre el ob-servatorio los sábados y los jueves para que el público general pueda observar el cielo a través de los telescopios. También las escuelas iban ciertos días para atender conferencias o ver las exposiciones fotográficas montadas en el octágono central.

Gallo comenta cómo el Observatorio Astronómico tuvo “una inte-rrupción en sus labores; en 1915 fue clausurado de enero a marzo y de junio a septiembre, cuando la ciudad de México y sus alrededores eran campo de lucha entre las fuerzas de don Venustiano Carranza y Fran-cisco Villa”.

El observatorio (incorporado a la unaM en 1929) funcionó hasta 1951 en Tacubaya y después fue trasladado a Tonanzintla, Puebla (oan To-nanzintla). En 1971 se abrió otro observatorio con dos telescopios en la sierra San Pedro Mártir en Baja California (oan sPM).

En 1963 el edificio fue demolido para construir la Preparatoria No. 4.

ServiCio meteorolóGiCo NaCioNal (1888)Otra de las instituciones científicas establecidas durante el porfiriato en el Ex Arzobispado es el Servicio Meteorológico Nacional formado en 1901. Éste se nutre con los informes telegrafiados de más de treinta y un secciones meteorológicas en los estados de la república mexicana y dieciocho observatorios y estaciones independientes.

De acuerdo con Gallo, la hora exacta era distinta en los diferentes estados del país pero “en 1916, se estableció que el observatorio diera la hora telefónicamente por las mañanas, y este servicio se extendió tanto que no eran suficientes dos teléfonos y dos personas que atendían las llamadas, que se calcularon en unas 80 por minuto. La hora por radio, dada por la xeqk, vino a aliviar mucho esa situación.”14

“En 1980 el Servicio Meteorológico Nacional contaba con una red de 72 observatorios, 9 estaciones de radio sondeo, con más de 3000 es-taciones climatológicas, 5 estaciones de radar meteorológico y un centro de Previsión del Golfo.” Desde 1995, forma parte de la Subdirección General Técnica de la cna.

Las imágenes se utilizan para detectar, identificar y dar seguimiento a los fenómenos meteorológicos severos como tormentas, frentes fríos o huracanes. El Servicio Meteorológico Nacional difunde su informa-ción en forma de boletines o avisos especiales al Sistema Nacional de Protección Civil de las secretarías de Gobernación, Defensa Nacio-nal, Marina, Medio Ambiente, Recursos Naturales, Comunicaciones y Transportes, Turismo y Salud; a los gobiernos estatales, a la Comisión

Postal a color de una vista del Observatorio Astronómico Nacional en su inauguración

Page 189: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

188

ex arzobispado

Nacional del Agua, a PeMex y a la Comisión Federal de Electricidad, así como a universidades e instituciones educativas, medios de comunica-ción, hospitales, y público general, entre otros.

eStaCióN SiSmolóGiCa NaCioNal (1910)El 6 de septiembre de 1910, el Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria inaugura el Servicio Sismológico Nacional en su Estación Sismológica Central, a un costado del Obser-vatorio Nacional, ambos ubicados en las lomas de Tacubaya en la parte nororiente del antiguo jardín del Ex Arzobispado. Estos edificios de equipamiento, impulsados durante el periodo porfirista, marcaron una nueva época de investigación y civilización. Es característica y única la forma de la planta arquitectónica de estas construcciones, ya que aseme-jan tres cajas independientes, cada caja dentro de la otra, y al centro la gran máquina que mide los sismos, totalmente aislada de los movimien-tos de las vialidades de alrededor.

El sismógrafo de Tacubaya es único en su tipo. Todavía a finales del siglo xx su fina máquina alemana seguía funcionando a la perfección, registrando los sismos que aquejaban a la Ciudad de México. A partir del sismo de 1985 se edificó una nueva central en la unaM.

Actualmente el edificio ha sido restaurado y alberga un museo de sitio, lo cual representa una gran oportunidad para apreciar su arqui-tectura, instrumentos e historia.

Estación Sismológica de Tacubaya en 1910

Page 190: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

189

ex arzobispado

maPoteCa orozCo y BerraEn 1877 el general Vicente Riva Palacio, Ministro de la Secretaría de Fomento, establece el Departamento Cartográfico, que se suma pronto a la Comisión Geográfica Exploradora con la misión militar y civil de “trazar una carta a escala 1:100,000 del territorio nacional, además de realizar un inventario de todos los recursos naturales de los reinos vegetal, animal y mineral que se encontraran en el territorio”.

Las colecciones de fósiles, plantas y especímenes animales que logró reunir la comisión se encuentran resguardadas en el Instituto de Biología de la unaM y en el Museo de Geología ubicado en Santa María la Ribera.

En la mapoteca se encuentran los originales de las cartas que se llega-ron a producir e imprimir y un importante archivo técnico, el cual tiene información referente a la tenencia de la tierra y delimitaciones munici-pales y estatales que se lograron establecer en aquel momento.

El acervo más importante es la colección cartográfica de mapas y pla-nos antiguos del país que Manuel Orozco y Berra coleccionó. Orozco y Berra, ingeniero topógrafo y abogado, ocupó importantes cargos de gobierno y fue director del Archivo General de la Nación durante la presidencia de Comonfort.

La mapoteca cuenta con más de sesenta mil mapas del continente ame-ricano que datan desde el siglo xvii. Tiene también una importante colec-ción de instrumentos astronómicos y de medición utilizados por explora-dores y funcionarios que realizaron levantamientos del territorio nacional.

Interior de la Estación Sismológica de Tacubaya donde se esbozan los tres edificios que amortiguan los movimientos del tránsito vehicular de la avenida Observatorio y las calles aledañas. Derecha: la Estación alberga delicada maquinaria de manufactura alemana (J. A. Reynoso)

Page 191: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

190

ex arzobispado

La mapoteca es parte de la Red de Consulta del inegi desde hace más de veinte años, por lo que también cuenta con acervo actual.

iNStituto PaNameriCaNo De GeoGraFÍa e HiStoria (1928)En 1928 se crea el Instituto Panamericano de Geografía e Historia. La fachada del edificio que lo alberga perteneció al “Cuartel de los Gallos” en la plaza de la Santa Veracruz en el centro de la ciudad de México.

Actualmente este palacio aloja además al Servicio Meteorológico Nacional, a la Comisión Nacional de Agua, así como a la ya menciona-da mapoteca.

1 Paulino Castañeda Delgado e Isabel Arenas Frutos. Un Portuense en México: Don Juan Antonio de Vizarrón, Arzobispo y Virrey, Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, El Puerto de Santa María, 1998.

2 Informaciones de génere del doctor don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, pretendiente al arcedianato de Sevilla, Dignidad de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de la ciudad de Sevilla. A.C.S., Pruebas, Leg. 33, Letra J, No. 115. En El Arzobispo Virrey Vizarrón y el Cabildo de la Catedral de Sevilla de Pedro Rubio Merino de la Universidad Internacional de Andalucía.

3 Enciclopedia de México, Impresora y Editora de México, 1978, tomo 5, Gobernantes de Méxi-co, Fernando Orozco Linares, Panorama, México, 1986, 2ª. Edición.

4 María Bustamante Harfush y Araceli García Parra. Tacubaya en la Memoria, Primera Edición, Gobierno de la Ciudad, Universidad Iberoamericana, Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama y Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, México, 1999, p. 91.

5 Madame Calderón de la Barca. La vida en Mèxico, p. 102.6 Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya: Historias Leyendas y Personajes, 1 Ed. México, Porrúa, 1991,

p. 204.

Estanterías de la Mapoteca Manuel Orozco y Berra (J. A. Reynoso)

Page 192: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

191

ex arzobispado

7 Manuel Rivera Cambas. Op. cit., p.375.8 Paul Spreiregen. Compendio de arquitectura urbana, Barcelona, American Institute of Architects,

Gustavo Gili, 1973, p.31.9 Emil Riedel. Op. cit., p. 392.10 Antonio Fernández del Castillo. Op.cit., p.438.11 Ángel Anguiano (1882). Viaje a Europa en Comisión Astronómica, informe que el Ingeniero Ángel Anguiano Director

del Observatorio Astronómico Nacional Mexicano presenta a la Secretaría de Fomento, Imprenta de Francisco Díaz de León, México, DF, 1882.

12 Verónica Mata Acosta y María Elena Jiménez Fragoso. Nuestras Bibliotecas dentro de Biblioteca Universitaria Nueva Época, Enero-Junio 2005, Vol. 8, No. 1

13 Joaquín Gallo. El Observatorio Astronómico Nacional en su quincuagésimo aniversario, México, D.F., Secre-taría de Fomento, 1928, p. 6.

14 J. Gallo Sarlat. El ingeniero Joaquín Gallo Monterrubio, astrónomo, universitario y hombre cabal, edificio parti-cular, Cerrada Presa Escolta 185, San Jerónimo, C.P. 10200, México, 1982.

Instituto Panamericano de Geografía e Historia en 2008 (María Bustamante Harfush)

Page 193: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 194: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

193

Además de las grandes quintas de descanso en Tacubaya, coexistían naturalmente todo tipo de casas, a cual más diversas, grandes y pequeñas, de una o dos plantas, unifamiliares o vecindades populares —como La Pila, por ejemplo, una vecindad muy grande que se construyó alrededor de la toma de agua que tenía el mismo nombre— habitadas por personas pertenecientes a diversas clases sociales. El prominente hombre de letras, el científico, el maestro, el político o el artista conviven en esta privi-legiada región con el trabajador anónimo, con el comerciante, con el panadero, con quien atiende el puesto de flores o tal vez con el zapatero de la esquina. La gente se conoce, se saluda cordialmente cada mañana y se siente satisfecha de vivir en Tacubaya. Esta sensación ha perdurado a través de mu-chos años, como lo demuestran algunos textos de Guillermo Prieto, de Justo Sierra, de Joaquín Gallo o de algún vecino que vivió a finales del siglo xix o a principios del xx. Por tal motivo se incluyen en este espacio los recuerdos y las vivencias de personajes tacubayenses, algunas de ellas recogidas de viva voz para dar constancia de cómo se vivía y cómo se sigue viviendo en la actualidad en Tacubaya.

Se decía que a mediados del siglo xx todo el mun-do quería seguir viviendo en Tacubaya, pues aún era una región muy popular, sobre todo por su

clima tibio y su ambiente acogedor. Diariamente ha-bía venta de pájaros y de flores, práctica que subsistió durante mucho tiempo. Tacubaya era alegre y todo el mundo convivía de la manera más cordial.

En los años cuarenta y cincuenta todavía muchas calles no estaban asfaltadas; los niños corrían y juga-ban en el piso de tierra y allí hacían sus hoyitos para jugar a las canicas. En las tardes podía verse a los vecinos de las colonias populares salir a platicar unos con otros o a regar las calles para aplacar el polvo. Se convivía también en los mercados, como el Cartagena, o en los

Comentan los vecinos

parques, como el Jardín Primavera, cerca del cual se llegaría a instalar el Colegio Alemán y donde se po-día montar a caballo. En la pérgola de ese jardín se ponían lonas y la gente acudía a ver películas al aire libre; se compraba el pan muy de mañanita y también en las tardes y esto, según se cuenta, daba oportuni-dad a escuchar la hermosa voz de Emilio Tuero, que cantaba mientras despachaba el pan. También había diversos círculos culturales y se formaron varias agru-paciones, como el Ateneo de la Juventud o el Círculo Helénico para mujeres en el Jardín Primavera.

La merienda al anochecer no perdonaba la leche, que había repartido el lechero en las casas, con sus grandes botes de lámina transportados en burro.

Page 195: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

194

comentan los vecinos

La actividad comercial era muy intensa en Tacu-baya; además de la producción del tradicional aceite de oliva, pulque y la venta de frutas y verduras, mu-chas familias se dedicaban a los negocios más diver-sos. Por ejemplo, los Dumas, de origen francés, eran catadores de vino; los Saavedra y Sordo, ferreteros, ha-cían clavos y tornillos; había algunos madereros, de ahí el nombre de la calle: “Madereros”. Se establecieron también muchas familias españolas que administra-ban, sobre todo, panaderías, tiendas de abarrotes y grandes almacenes de venta de semillas, zapatos y alpargatas.

Mi abuelo Francisco Montes de Oca y Vega vivía en Antonio Díez de Bonilla. Fue un famoso pedagogo a quien le fueron otorgados varios reconocimientos, como el Premio de Cuba, las Palmas Académicas de Francia y otros premios en Argentina y Alemania. Ja-más quiso salir de Tacubaya.

Su casa, grande y hermosísima con fachada de te-zontle, era de estilo sevillano, con un gran farol a la entrada. Estaba en una esquina, con balcones sevilla-nos que daban a la calle. El patio principal tenía una gran fuente en el centro y daba paso a las habitacio-nes. El despacho de mi abuelo estaba a la entrada, a la izquierda, y lo pusieron ahí porque mucha gente iba a pedirle ayuda, de manera que las personas podían entrar y salir sin interrumpir a los demás habitantes de la casa. Después del despacho se encontraba la sala, y junto a ella, la recámara de mis abuelos, seguida de la alcoba de las dos hijas: mi mamá y su hermana.

El baño era un sitio importantísimo, porque era signo de gran distinción: ¡Ya tenemos baño!, presu-mía la gente de entonces. El baño se había introducido a las casas y, por lo general, estaba en el sitio más in-oportuno, ya que se le había tenido que hacer un espa-cio porque no había sido construido de antemano. El baño de la casa de mis abuelos era, como la mayoría de los de aquel tiempo, muy amplio, con varios anaqueles y la parte superior abierta, para que saliera el vapor.

En otro sector de la casa estaba la bodega, que era un espacio cerrado donde se guardaban todo tipo de

conservas, almíbares y salmueras; los jamones y los quesos estaban colgados; casi no había alimentos en-latados en aquella época, por lo tanto la carne, el po-llo, la fruta y la verdura se compraban todos los días, igual que la leche. En la parte posterior de la casa se encontraba un jardín con un lago y había un espacio para las jaulas de las aves de corral; pudiera decirse que era el complemento “vivo” de la bodega, pues en esas jaulas se guardaban patos, guajolotes, gallos y ga-llinas, de cuyos nidos se recogían los huevos todos los días. En la zotehuela estaban los cuartos y el baño de las sirvientas, con un excusado colado de concreto y un tanque alto.

Mi abuela había estudiado enfermería y, con un gran sentido de caridad, había instalado su consulto-rio dentro de la casa para atender a la gente necesi-tada. Estaba junto al comedor que, como el resto de las habitaciones y la cocina —siempre llena de olores exquisitos—, daban al patio central. En éste se habían construido dos casitas para mis tías. Todo el corredor alrededor del patio central estaba lleno de macetas decoradas con pedacitos de platos rotos, con muchos helechos, diversas plantas y flores hermosísimas. La casa era muy bella, llena de luz y de cantos de pájaros, cuyas jaulas también se colgaban en ese corredor. Los muebles eran a la usanza de entonces, con escritorios de cortina, lámparas, candiles, floreros, grandes la-vamanos y muebles de caoba. Además de la sala prin-cipal, había otra más pequeña, que era la “de pedir mano”, dedicada precisamente a este efecto, con un sillón “tú y yo”.

De techos altos, con cielo raso, las habitaciones te-nían ventanas protegidas con los llamados “oscuros” de madera para cubrir totalmente la luz. Las cortinas eran de dos tipos (unas pesadas de terciopelo o bro-cado y otras delgadas), con visillos, que se colocaban también en las ventanas y puertas que daban al corre-dor interior de la casa.

La casa de mis abuelos fue demolida cuando se hi-cieron las obras del Metro. Mercedes Cortés y Montes de Oca

Page 196: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

195

comentan los vecinos

Soy Elena González García Moreno y nací el 3 de marzo de 1930. Mi abuelo fue el Coronel de Caballería de la Plana Mayor Facultativa Fe-

lipe García Moreno y Espinosa, quien fue Director de la Fundición Nacional de Artillería, edificio que se encontraba en lo que ahora son los cuarteles de las Guardias Presidenciales, a un lado de los Pinos.

A la muerte de mi abuelo en 1908 la familia que-dó integrada por mi abuela, Elena Beltrán Guerra-Manzanares de García Moreno, y diez hijos, más uno a punto de nacer. Vivían en Tacubaya, en un sitio muy agradable cercano al río, actualmente entubado, en la calle de Rufina, que tenía una fuente y muchos árboles.

En esos tiempos no había agua corriente y el agua-dor acarreaba las castañas de agua para repartirlas a cada casa. Había muchos colorines por ese rumbo, pues el aguador usaba las semillas para contar sus via-jes. Desde la casa de mi abuela se veía el río y, cuando venía crecido, mis tíos se asomaban a la barda para ver todo lo que arrastraba la corriente: animales, ár-boles y hasta algunos muebles.

Entre los colegios que había en Tacubaya estaban el San José de los padres Paules, al que iban mis tíos, el Colegio Luz Saviñón y el de los parvulitos, que se llamaba El gato bebe leche.

Me han contado que mi abuelo tocaba muy bien el piano, un piano muy hermoso, que yo conocí. En diciembre mis tíos se dedicaban a hacer las piñatas entre todos para poder celebrar las nueve posadas con la letanía cantada, por supuesto, en latín.

Aún conservo el candil de la sala; el retrato de mi bisabuela (la mamá de mi abuelita) pintado por Pe-legrín Clavé; dos acuarelas de Ramos Martínez; un escritorio labrado y un juguetero estilo Luis XV con estampas francesas. También he guardado los diplo-mas de los nombramientos militares de mi abuelo, firmados por don Porfirio Díaz.

Conservo además una carta de mi tío Enrique, naci-do en 1896 o 1897, y que muy jovencito, estando en el ejército, presenció la toma de Tampico por los revolu-cionarios y se vio obligado a atravesar la Huasteca a pie.

Alrededor de 1918 mi abuela se cambió a lo que ahora es la Colonia San Miguel Chapultepec.

Elena González García Moreno

La información que tengo de don Vicente Lira es bastante escasa. Tengo entendido que era originario de Guanajuato, un hombre filán-

tropo de vocación. Vino a radicar a la capital hacia finales del siglo xix y trajo consigo a algunos jóvenes prometedores a quienes financió sus estudios. Entre ellos estaba Pedro Alemán, que estudió odontología y llegó a ser un destacado dentista.

Vicente Lira se dedicó a introducir cereales del Ba-jío a la ciudad de México, con lo cual hizo buen dine-ro. Convivía estrechamente con la familia del dentis-ta, que vivía en Portales, y cuando mi abuelo Gustavo Lundberg construyó su casa en la misma cuadra que ellos, surgió una estrecha amistad entre los tres.

Ellos gustaban ir de cacería a Morelos, lo que mo-tivó que mi abuelo y Pedro Alemán construyeran su casa de campo en Cuernavaca y los tres pasaran agra-dables fines de semana en esa ciudad.

Don Vicente Lira nunca se casó ni tuvo descen-dencia. Tengo entendido que Pedro enviudó y se casó en segundas nupcias con Lucha Zetina, hija de Car-los B. Zetina y hasta donde sé, fabricante de calzado. De los hijos de Pedro Alemán recuerdo a Jorge, tam-bién dentista, a Amparo y Pedro. Como vecinos que eran, fueron los compañeros de juego de mi madre y mis dos tías. Ante la constante insistencia de las tres mi abuelo construyó una alberca en Cuernavaca, di-cen que fue de las primeras. Allí, junto a la piscina, estimo que debe haber sido alrededor de 1932, fue tomada la foto de Vicente Lira con mi abuelo. A mi abuela le gustaba mostrarla con una amplia sonrisa, y la titulaba “Don Quijote y Sancho Panza”.

Cuando mis padres se casaron don Vicente Lira les ofreció, como regalo de bodas, celebrar el banquete en

Page 197: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

196

comentan los vecinos

su casona y parque de Tacubaya que había adquirido tiempo atrás. Existe una breve película de ese evento, filmada el 19 de enero de 1935: en ella aparece el an-fitrión por brevísimo espacio (unos dos segundos), lamentablemente de espaldas, dando la bienvenida a la pareja nupcial.

Supe que don Vicente pasaba largas temporadas en Suiza y que era un ávido lector y aficionado a la fotografía.

Sería alrededor de 1960, yo ya manejaba, cuan-do mi abuelita me pidió que la llevara a visitar a don Vicente Lira, que estaba enfermo. Fuimos a su casa, adosada al parque. Lo encontramos en cama, en una habitación pequeña, obscura, llena de libros y cua-dros. Muy lúcido, estuvo platicando con mi abuelita de tiempos pasados. Sólo recuerdo que ella me se-ñalaba sus dotes de buen fotógrafo y recalcaba que conservaba miles de excelentes fotografías.

Al fallecer, su herencia se constituyó en la Funda-ción Vicente Lira, que quedó a cargo del doctor Jor-ge Alemán. El propósito de la fundación fue apoyar, mediante becas, los estudios de jóvenes. Su biblioteca la donó al inaH; en el archivo y la biblioteca del Mu-seo de Antropología se puede consultar su legado.

Joachim von Mentz

La casa de mi abuela era muy grande y estaba construida sobre lo que hoy es avenida Par-que Lira. Esta casa donde yo, Isabel Saldívar,

vivo actualmente es tan sólo una parte de lo que fue el jardín de mi abuela. Éste era tan grande que en él pu-dieron construirse tres casas: la mía y otras dos, que pertenecen a mis hermanos. Además, fue necesario vender otra parte del terreno a una agencia de autos.

Aquella casa de mi abuela ya no existe, pues la ti-raron cuando construyeron la avenida. En Tacubaya las propiedades eran casas de campo a las que se venía a descansar, pues el lugar era muy bonito gracias a la frescura del aire. La casa principal de mis abuelos es-taba en el centro, en Donceles 66. Yo nací en 1918 y por esa época más o menos, cuando el agrarismo, le quitaron a mi familia todas sus haciendas. Fue una época muy dura, pues unos años antes las personas que tenían cierta fortuna se deshicieron de algunas de sus propiedades para poder comprar haciendas. Y luego les quitaron todo.

En especial recuerdo una que estaba en Queré-taro. Íbamos allá de vacaciones y, chamacos al fin, hacíamos muchas brutalidades. Nos gustaba echarnos desde las montañas de trigo o de maíz que había en las trojes, corriendo peligro de que se nos cayera en-cima todo el grano y nos ahogáramos.

Como mi abuelo quería saber cuál era el mejor maguey para hacer tequila, pues había de muchas cla-ses, mandaron traer a un un biólogo alemán, ape-llidado Weber, para que hiciera estudios sobre los magueyes. Estuvo trabajando en varias haciendas de mi abuelo, pero especialmente con los magueyes que tenía en una hacienda en Pachuca.

La casa de mis abuelos que estaba en Parque Lira era más o menos como todas las que había en esa época: de dos pisos, con una hilera de cuartos que daban a la ca-lle y un corredor con vidriera que daba hacia el jardín. El corredor tenía muchas plantas con flores en macetas muy bonitas; también había muchas jaulas de pájaros.

En el primer piso estaban las recámaras, con un baño nada más. No se usaba tener tantos baños como

Vicente Lira y Gustavo Lundberg disfrutando de la alberca en la casa de Cuernavaca

Page 198: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

197

comentan los vecinos

ahora. En el piso de abajo estaban el comedor, la sala y creo que también la capilla, pues en ese entonces to-das las casas tenían su propia capilla, aunque fuera pe-queñita. Del otro lado se encontraba la cocina, que era muy grande y tenía muchísimos trastes de cobre, como los cazos en los cuales se hacían los ates que tanto gus-taban a mis abuelos. Es muy fácil hacer ate: nada más hay que poner a calentar la fruta y el azúcar y mover y mover hasta que esté listo; el dulce luego se debe poner en moldes de barro y puede durar hasta cinco años. Los moldes eran de Talavera y los habían mandado a hacer especialmente para mi abuela, por eso imprimían su nombre o el apellido de la familia. Igual pasaba con los trastes de cobre, que tenían grabadas las iniciales de la familia. Para las jaletinas también se usaban moldes de cobre, de diferentes formas, muy bonitos. Mi abuela tenía muchos jarros, cazos, sartenes y utensilios para la cocina, pero no le gustaba guisar; la cocinera ha-cía todo. Yo sí aprendí a hacer ates y todavía los hago.

Las camas se calentaban en la época de frío con esos calentadores que se llenaban de carbón y se metían en-tre las sábanas. Mi abuela fue muy enfermiza y viajaba mucho con mi abuelo por toda Europa, pero a los nie-tos no nos llevaban; decía que iba a ver a los médicos.

Uno de mis hermanos, Jaime Saldívar y Fernández del Valle, era pintor y algunos de sus cuadros pertene-cen al Jockey Club y otros están en el Club de Indus-triales. También pintó un cuadro muy grande, casi un mural, que en el centro tiene los versos de Suave Pa-tria, de López Velarde, y alrededor del poema aparecen cuadros más pequeños con algún paisaje mexicano.

Isabel Saldívar

Nací y viví en Tacubaya hasta alcanzar la ma-yoría de edad, antes de que la atravesara el Metro y la construcción del Hospital Mocel.

Mis abuelos, que nacieron en la colonial ciudad de Guanajuato, se asentaron en Tacubaya hace ya cien

años. Dentro de sus límites transcurrió toda su vida y buena parte de las vidas de varios de sus hijos y nie-tos. Era una comunidad apacible, donde quedaban algunos retazos de aquellos tiempos en los que la vida se llenaba con los pregones, el olor del humo de los anafres, el traqueteo de los autos sobre las calles em-pedradas y el calmante silbido del sereno cuando ha-cía su recorrido nocturno.

El día a día transcurría entrelazando a todos los ha-bitantes del barrio. En las primeras horas de la maña-na, al tomar el camión hacia la escuela o el trabajo, nos saludaba el Popocatépetl, detrás del cual se asomaba un hermoso sol anaranjado. Las tardes se llenaban del so-nido de las tórtolas, del rugido distante del león que exhibían en el hotel Vila y del graznido de un pavo-rreal de una casa cercana.

Las estaciones se anunciaban con los pregones de los vendedores que bajaban de los poblados vecinos a ofrecer los diversos productos de sus huertos y gran-jas. Antes de la Navidad, amarrados de un mecate, se veían por las calles los guajolotes que eran ofrecidos para la engorda previa a la cena navideña. De igual for-ma, los marchantes de pájaros, flores, canutos, camo-tes o el mismo cartero tenían un “llamado” especial con el que anunciaban su presencia.

Qué decir de la temporada de vacaciones, que du-raba desde el aniversario de la Revolución hasta el de la Constitución. En esa época diario pasábamos las mañanas en ese gran jardín que es el Bosque de Cha-pultepec. Ahí teníamos los juegos de La Hormiga y bajábamos en “carritos” o en patines por lo que aho-ra es el acceso a Los Pinos; visitábamos el zoológico; escalábamos el risco del castillo o remábamos y jugá-bamos luchas de agua en el lago.

Ya cerca de Navidad, por las tardes, nos preparába-mos para asistir a las posadas que durante poco más de una semana se realizaban en casa de cada uno de mis tíos.

De las casas solariegas que habían distinguido al ba-rrio de San Miguel quedaban solamente algunos re-cuerdos, si bien bastante impresionantes, como la an-tigua casa de los De Teresa, que ocupaba una manzana

Page 199: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

198

comentan los vecinos

entera y en cuyo casco se instaló el Colegio América, donde aprendí mis primeras letras.

Más bien quedaban las innumerables vecinda-des que se habían construido en los terrenos de esas grandes propiedades. Allí habitaba una gran cantidad de familias que iban abriéndose camino en la vida, colaborando en oficinas y fábricas. En la parte baja de sus fachadas estaban las accesorias que alojaban los pequeños negocios: la tienda de don Nico, el estu-dio del escultor J. Guadalupe Zenteno, la tintorería de don Anselmo, el taller del sastre-cortador Nelson Alpuche, del zapatero don Gregorio y muchos más.

Si algo aprendí de mi padre fue el preservar la dignidad de aquellos que nos prestan algún servicio. Adicionalmente a lo que me inculcaba mi padre, la misma comunidad me lo enseñaba: cada uno de los habitantes de nuestra calle llevaba su vida y desempe-ñaba su oficio con una dignidad sorprendente. Todos prestaban sus servicios con amabilidad y profesiona-lismo. Cuando salían se calaban el sombrero y, con sus ropas algo ajadas, caminaban con porte y hablaban con propiedad. El respeto al otro era la norma. Era frecuente ver al mediodía que las señoras o los hijos salían con el portaviandas para llevarles la comida re-cién preparada al marido o al papá donde éstos pres-taban algún servicio. Aun las personas que pedían las sobras llevaban sus botes lavados y sus ropas limpias.

La cohesión comunitaria se percibía más fuerte-mente en la iglesia. La parroquia era el punto de con-tacto entre los habitantes. Desde las fiestas patronales y el “lavado de pies” de la Semana Santa hasta el cine dominical, todo era una ocasión para la convivencia. También era un lugar que brindaba servicios de dis-pensario, asilo, guardería, etc.; se veía por el otro y se ayudaba a pasar la adversidad. Era un poco como el poema de Machado, en el que cada uno volvía después a su pobreza o su riqueza, pero con un sabor fraterno.

Otro espacio de convivencia que funcionó du-rante muchos años fue el salón de baile La Floresta. Dada mi edad no tengo mayor recuerdo que los car-teles en los que se anunciaban las bandas que conocía

yo por algún programa de televisión, y que “las damas no pagaban entrada”.

La comunidad también contó con sus personajes, los que por ser diferentes se destacaban del entorno: la Nahui Ollin, las Albertinas, José el Loco...

En fin, esa vida apacible terminó cuando en me-dio de todo se levantó un gran hospital y con éste arribaron a la colonia gran cantidad de autos y mo-vimiento. Algunos de sus habitantes emigraron a otras colonias más tranquilas y sus casas se convirtieron en consultorios. Otros permanecieron en el barrio y se fueron ajustando a un nuevo ritmo, más acelerado. El gran cambio fue la población flotante que día a día llega de otras zonas a trabajar en este espacio que antaño era un remanso de tranquilidad.

Don Tomás

Don Víctor Sánchez Castello comenta que tiene setenta y nueve años de vivir en la misma casa:

Soy ex alumno del colegio Patria; hice el bachillerato en Gelati y estudié en el Politécnico.

Cuando yo era niño, las calles de Gobernador Luis G. Vieyra y Gobernador Antonio Díez de Bonilla no estaban asfaltadas, eran calles pobres, de tierra. En-tonces la avenida Parque Lira, cuyo antiguo nombre era de Torres Torija, estaba destapada y pasaba un río por ahí; era una calle pequeña. También estaba el Puente de La Morena y había una calle cerrada que con Manuel Reyes Veramendi formaba una ele que corría de oriente a poniente y cerraba al norte. Todo era diferente.

Hace ya más de cuarenta y cinco años que entu-baron ese río que corría por la avenida Parque Lira y, en 1958, abrieron avenida Observatorio. Todavía recuerdo que cuando era chico me daban de varazos en las piernas por meterme al río a pescar o a sacar sapos, ajolotes y viboritas. Ése era nuestro juego.

Empecé a trabajar muy muchacho en un depósito de cigarros y dulces, El Fénix, sobre avenida Jalisco 224;

Page 200: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

199

comentan los vecinos

ahí estaba encargado de hacer manos de papel de es-traza, con once pliegos enrollados. Era tan chico en esa época que me tenían que cargar para que pudiera alcanzar el teléfono al hablarle a un compadre de mi papá a Cuajimalpa. Aún recuerdo que el teléfono era P 13 28 de Mexicana, pues en ese tiempo sólo había dos compañías telefónicas; Ericson era la otra.

Por mi mal comportamiento mi padre me envió a vivir con su hermano para que me acabara de enseñar el alemán; y también tenía que aprender inglés. Mis padres eran asturianos pero querían que aprendiera otros idiomas.

Era entonces común ver por las calles de Tacubaya a un charrito, el General Popo, que anunciaba llantas y se vestía con uniforme y un sombrero de tres picos. Salía del Colegio Alemán “Alexander von Humboldt” y se subía a un cochecito adaptado para él. Nos gus-taba mucho verlo.

Prácticamente todas las casas eran de un solo piso, entonces casi no había construcciones de dos pisos. Las que todavía siguen en pie son entresoladas, pues la ma-yoría fueron demolidas.

Yo me brincaba a la casa de los Escandón a buscar pelotas de tenis y a jugar quemados y, chamacos entonces, éramos tan tontos que no nos llevábamos las raquetas, sólo las pelotas, que valían mucho menos. Cuando nos saltábamos nos ladraban unos perros negros raza gran danés, muy grandes, que estaban encadenados. Los vi-gilantes nos gritaban: “¡Asaltantes, bandidos!” y solta-ban a los perros para que nos persiguieran.

Teníamos varios vecinos que todavía recuerdo: ha-bía unas mujeres que eran famosas porque una de ellas era más fea que el diablo. No nos querían y nos echa-ban a los carabineros o mandaban traer a los policías cuando jugábamos futbol.

Manuel y Maximino Ávila Camacho, junto con Martín del Campo, venían a cabalgar por aquí. Era frecuente ver caballos por estos rumbos. Por ejemplo, se dice que en la embajada rusa había cuatro caballeri-zas. También paseaban por aquí Antonio Haghenbeck y un americano llamado Enrique Henderson, quien

tenía unas potrancas y unas caballerizas con ponis, pero en Texcoco.

Algunas personas famosas habían vivido en Tacuba-ya, como Guillermo Prieto (su casa estaba a dos cuadras de la de Pancho Saavedra) y Maximino Ávila Cama-cho, quien vivía en la Av. Del Castillo. Según se sabe, la curva que tiene el Periférico se hizo para librar esa propiedad.

Había varios negocios muy conocidos y frecuen-tados por los habitantes de Tacubaya, como los Ba-ños Edén, que tenían una fachada de tezontle y una herrería preciosa; o la fábrica de calzado Carlos B. Zetina. Poco después se estableció la fábrica Excélsior, de postres y chocolates, que se convirtió en una dul-cería Sanborn’s. Todo fue cambiando, poco a poco. En 1952 se cerró el cine Tacubaya (después cine Ca-rrusel), una construcción de ladrillo de dos pisos. Eran famosas las tortas de Lalo, en Gobernador Co-varrubias, y la Arena Hollywood entre José Morán y General Cano. Cerca de la calle de Progreso había un peluquero, sobre Cerrada de la Paz, el mismo dueño de la conocida Peluquería de Damas California.

Además, en el cine Hipódromo, del lado izquier-do, estaba la Nevería Atenas, muy famosa. Derecho, por Alpes, se daba vuelta y se llegaba a un salón de baile. Por ahí estaba la entrada al cine Ermita, que era muy barato entonces. Yo pagaba cuando mucho treinta centavos y eso ya era de lujo; podíamos ir a primera y a segunda y ver tres películas por cuarenta centavos. En el Teatro Arbeu salía Fumanchú y ahí, en cambio, la entrada era muy cara, pues podía costar hasta cuarenta pesos.

En la Cerrada de la Paz había casas muy bellas, algu-nas tenían más de cincuenta metros de fachada. Estaba también el Kinder Blancanieves. Por esa época se ins-talaron también muchos negocios familiares: se ponía una mesa en la puerta de la casa y se vendían toda clase de antojitos. Por ejemplo, Los Pambazos estaban so-bre Benjamín Franklin, en un caserón que ocupaba la mitad de la calle y donde habían estado unos laborato-rios; se vendían por una ventanita que daba a la calle.

Page 201: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

200

comentan los vecinos

Todo ese rumbo estaba lleno de tienditas alema-nas, pues ahí estaba la colonia alemana. Por mi parte, en 1968 abrí mi primer restaurante cerca de ahí, por donde luego pusieron una sucursal de La Poblanita, en la calle de Martí. Yo compré La Poblanita precisa-mente en 1968, pero fue hasta 1980 cuando me pasé a este local. Atrás del restaurante La Nueva Poblanita estaba la casa de campo de los Escandón. Yo nací en una pieza de este restaurante de Parque Lira, por eso puede decirse que yo no soy mexicano, soy tacuba-yense. Sin embargo, Enrique K. Henderson me hizo residente americano, así que soy mexicano, america-no y español, pero sobre todo tacubayense.

Víctor Sánchez Castello

Nadie puede saber lo que le pasará al abordar un tranvía. Voy a platicarles lo que a mí me sucedió al abordar uno de esos viejos tranvías

eléctricos, pintados de amarillo, que hacían el reco-rrido por distintos rumbos de la entonces placentera capital. La mayoría de las veces estaban destartalados y algunos llevaban remolques para quienes viajaban en “segunda”, más barato, claro, pero estaban abiertos y los pasajeros expuestos al viento, a la lluvia o a perder lo que llevaban, pues desde abajo los peatones, al echar andar el tranvía, jalaban los bultos o sombreros que podían.

Una noche en compañía de mi amigo Gustavo Ote-ro, ahora doctor, salimos del teatro Arbeu, a donde habíamos concurrido a oír el famoso coro de los Bo-teros del Volga. Abordamos el tranvía a Tacubaya y también subió una chica guapa, sencilla y amable, acompañada de su señor padre; ambos saludaron a Gustavo. Yo no los conocía, pues vivía lejos del cen-tro de esa bella población porque mi padre era el di-rector del Observatorio Astronómico, ubicado en la parte más alta de Tacubaya y que estaba un tanto in-comunicada con el resto. Había que pasar el cuartel,

la iglesia de San Diego –convertida en cove–, la vía del ferrocarril a Cuernavaca y otro tramo más oscu-ro; por la noche eso era “la boca de lobo”.

En el tranvía que abordamos había un tramo de asientos fronteros y Gustavo y yo nos sentamos enfren-te del señor licenciado Salvador Reynoso y su hijita. No me era posible dejar de ver a esa niña angelical que lla-mó poderosamente mi atención. Le pregunté a Gustavo quiénes eran. Gustavo me dijo sus nombres y durante el trayecto no aparté mi vista de ella. Como ya era un poco tarde, el tranvía se deslizaba veloz por la Avenida Chapultepec y pronto llegamos a las Rejas y al Cam-bio de Dolores. Al poco rato, mis vecinos de enfrente se levantaron de sus asientos para bajarse en la parada Gelati. Rápidamente me despedí de Gustavo y también bajé en esa parada, ante el asombro de mi amigo, pues no me correspondía descender ahí. Los fui siguiendo para ver en dónde vivían, sin que ellos se dieran cuenta. Apunté el apellido y la dirección: Reynoso, Gelati 41.1

1 Del libro de la familia Reynoso Obregón. S/datos de edición.

Joaquín Gallo Sarlat

Yo nací en Tacubaya y desde niño mi papá nos llevaba con frecuencia al centro. Caminábamos por las rejas de Chapultepec y recuerdo que en

el Cambio de Dolores, donde estaba el mercado de Las Flores, había unos tranvías ligeros arrastrados por mulas que subían por la calle de Madereros, algunos transpor-tando pasaje y otros, féretros para su inhumación. “No veas, no veas”, le decía el abuelo a mi papá cuando esta-ban subiendo los féretros, con lo que yo entendía que algo pasaba y con más razón volteaba. Los arrieros se co-municaban con las mulas por medio de puras groserías.

Nos juntábamos varios primos para ir a andar en bicicleta a Chapultepec; nos gustaba ir por la Calza-da de los poetas, la de los filósofos y por la fuente de Don Quijote, que ya no existe porque se la robaron. Tampoco está ya la fuente de Las Ranas.

Page 202: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

201

comentan los vecinos

Nos gustaba mucho también pasear por el jardín botánico, hoy reservado para personas de la tercera edad, y por el lago de Chapultepec y la fuente donde estaba una rana que tocaba la guitarrita. El baño de Moctezuma estaba en la gruta del lado derecho, cerca de la Casa de los espejos. Dicen que había un túnel que iba desde el castillo hasta Los Pinos y que bajo Los Pinos había una pirámide y canales.

El bosque de Chapultepec era nuestro jardín. Dia-rio íbamos a jugar y vivimos muchísimas aventuras, algunas muy divertidas. El gobierno cerró parte de La Hormiga y para el público quedó sólo una sección: La Hormiguita, en donde se podía patinar. Después también nos quitaron el área donde rentaban las bi-cicletas. De los columpios quitaron la mitad y fue Echeverría quien cerró la puerta del bosque que daba a la calle de Gelati. Había un túnel por el que se en-traba directamente al zoológico, pero López Portillo lo modificó.

Se dice que los leones de metal originales de las puertas de Chapultepec formaban parte de lo que iba a ser el Palacio Legislativo y, cuando se canceló el proyecto, los mandaron a resguardar las puertas del bosque. Al pasar por la fuente de Las Ranas los veci-nos recordaban algunas anécdotas, como cuando los candidatos a presidente eran Calles y Serrano: una de las ranas era decía: “Yo no quiero ser rano”, a lo que los patos contestaban: “Es mejor que calles”.

Conocíamos a casi todos los vecinos de la calle de Gelati que vivían en esos rumbos, cerca de nuestros abuelos y varios tíos y primos. Jugábamos mucho en los patios y jardines de las casas y, en ocasiones, tam-bién en la calle que, debido al escaso tráfico, permitía disputar una que otra cascarita. Los árboles eran fron-dosos, el cielo azul intenso y las nubes blancas, lumi-nosidades que difícilmente se repiten en la actualidad.

Era cotidiana la vista de los volcanes desde las azo-teas y los segundos pisos de las casas, en una época en la que las calles eran transitadas por pocos automóvi-les. Retorna el recuerdo del pregón de los vendedo-res que pasaban ofreciendo sus variados productos; el

nevero de la esquina; el merenguero; las misceláneas y el maestro zapatero. El conocimiento de los veci-nos, después de tantos años de convivir en el rumbo, se volvía amistad, en la colonia San Miguel Chapul-tepec de mis hermosos recuerdos.

José Antonio Parra

Cuando yo era chico, esta banqueta que hoy se ve en la avenida Parque Lira era muy ancha y del otro lado de la calle había pura tierra.

La barda sí estaba así, pues ésta era de una de las casas más grandes y elegantes que había entonces.

Por aquí pasaba un tren de los amarillos, que tenía su terminal en el Mercado Cartagena. Ahí empeza-ban unos arcos y había un corredor techado. Todo eso era una barriada llena de puestos de mucha mer-cancía y uno encontraba de todo: verduras, frutas, flores, ropa y fritangas; también había una pulquería y un cabaretucho de mala muerte, creo que le llamaban el Montealbán.

Nosotros vivíamos en el Chorrito, cerca del mer-cado, a un lado de José Morán, y por esos rumbos las calles entonces no estaban pavimentadas, ni siquiera había banquetas. Por eso yo aprovechaba para jugar al trompo con mis amigos: se estilaba meter monedas en un agujerito hecho en el centro de un círculo y había que sacarlas del agujero aventando el trompo para que rebotara contra las monedas y éstas se salieran.

Yo no nací aquí, pero como vivo desde hace mu-cho tiempo en esta región sí creo que soy tacubayen-se. Mi familia era del estado de Guerrero. Me vine a vivir a la ciudad desde chiquillo, con una tía que era lavandera. Ella iba a las casas, a veces de gente muy importante, a lavar la ropa. Mucho tiempo fue con un señor de la Secretaría de Hacienda, que se lla-maba Antonio Carrillo y que vivía en la colonia Ná-poles. Mientras ella trabajaba, yo me iba a la Escuela Casa Amiga de la Obrera N° 2, la que estaba por José

Page 203: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

202

comentan los vecinos

Morán y Benjamín Franklin, hoy desaparecida. Ahí me quedaba de medio interno, pues entrábamos a las siete de la mañana. Desayunábamos y comíamos en el comedor de la escuela; había talleres y hasta las seis de la tarde nos íbamos a nuestras casas. Aprendíamos varios oficios pero yo escogí mecánica, para hacer tu-bos y tanques de cobre.

En ese tiempo Tacubaya era algo bonito. Había mucho dinero y aquí estaban las mejores familias, las que ahora habitan en las Lomas de Chapultepec. Esta-ba la familia Escandón, muy importante, que fundó la colonia Escandón y que tenía una historia muy bonita, pero no me la sé. Ahora Tacubaya ya no es así...

Juan Moyao y Margarita Pérez

El Tacubaya de ahora no es ni así de chiquito de lo que fue. Ahora forma parte de la Dele-gación Miguel Hidalgo y ya se perdió la tradi-

ción. Ni siquiera este mercado se llama ya Mercado Cartagena, como antes, sino Mercado Peña Mante-rola. ¿Qué es eso?

Mis padres nacieron aquí, en Tacubaya, y aquí na-cimos todos sus hijos. Éramos cinco hermanos y mi madre nos mandaba a la escuela. Fuimos a varias del gobierno como la Oaxaca, la Justo Sierra o la Gui-llermo Prieto, pero durante un tiempo estuvimos en un colegio de paga que se llamaba Luis Vives.

Jugábamos futbol en los campos de Bellavista, de Santa Fe y en San Pedro de los Pinos, que pertenecía entonces a nuestro distrito. Ahora ya no.

En aquel tiempo la vida era más barata, no había tanta gente ni tanto vicio, ni tantos condenados vivido-res como ahora. Aunque Tacubaya sigue siendo bonita a pesar de tantas cosas que han cambiado, a uno le sigue gustando vivir aquí.

A los siete años yo ya andaba corriendo por las ca-lles y recuerdo varias, como la calle de Manuel Dobla-do, Héroes de Churubusco, la de Becerra, Tránsito,

Jilguero, Gorrión, Águila o Zenzontle. Yo vivía en-tonces en el Camino Real a Toluca, que ahora es ave-nida Jalisco, y en aquel tiempo los chamacos salíamos a jugar a la calle. Y aquí, cuando sea verdad, pues la verdad, y cuando sea mentira, pues la mentira.

Aquí vivió gente muy importante, como Justo Sie-rra, que fue un personaje ilustre, un maestro muy pegado con la juventud y que le gustaba que los niños jugaran a cosas como los huesitos, el yoyo o el tambor, pues quería que las tradiciones no se perdieran.

Mi papá era comerciante y gracias a él –no me dejó nada material– nos pusimos a trabajar. Cuando se hizo grande quería dejarnos su puesto de ropa aquí en el mercado, pero yo le dije: “No papá, vende tu puesto, vende lo que es tuyo y cómetelo o paséatelo, yo no quiero nada. Lo que yo tenga lo quiero hacer yo solo, no necesito que me des nada.”

Ahora tengo ochenta y siete años y este mercado tiene cincuenta y tres. Fue en la época en que se usa-ron los mercados modernos; cuando se empezaron a construir muchos locales amplios y bonitos, pues antes no había tiendas grandes, ni Comercial, ni Aurrerá ni Suburbia. Vino el presidente Ruiz Cortines a inaugu-rarlo y aquí teníamos de todo para vender. Entonces Tacubaya era muy diferente: tenía su propio centro histórico. Hay algunas revistas que dicen algunas cosas de Tacubaya pero muchas están equivocadas porque la gente que escribe no conoce bien Tacubaya; hay que conocerla a fondo y caminar por todas sus calles, que siguen siendo muy bonitas todavía.

En lo que ahora es la Delegación Miguel Hidal-go antes había una Escuela Hogar para Varones. Ahí llegaban los muchachos que bajaban de los pueblos y que luego no sabían qué hacer ni a dónde ir. Cuando no encontraban trabajo, la escuela les tendía la mano y ahí comían y dormían. Mis hermanos y yo íbamos a ver cómo los muchachos hacían ejercicio militar, igual que los que iban a la Militarizada México, don-de se forjaron muchos niños y jóvenes.

Donde ahora está este mercado, antes de que nada se construyera, todo eran milpas, no existían casas ni

Page 204: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

203

comentan los vecinos

edificios. Y se sembraban aquí chayotes y calabacitas, y también muchas flores, pues Tacubaya era famosa so-bre todo por sus flores. Y el mercado que existía an-tes de que se inaugurara éste era muy importante, pues aquí venían muchos comerciantes con sus cosas para vender. El comercio entonces era precioso, con tanta gente que venía de provincia, sobre todo del Estado de México. Estaban los que traían fruta como capu-lines, tejocotes, peras, manzanas, plátano macho o morado, que ahora ya casi no hay. Vendían también acociles, nopales pa’l taco, con su barbacoa o sus car-nitas de aquellos tiempos, que daba gusto comer con unas tortillotas con su queso y su aguacate. O los que-lites y los quintoniles.

Yo creo que Tacubaya fue uno de los primerizos pue-blos que hubo en la ciudad de México. Y aquí en los portales, muy tempranito, como a eso de las cuatro o cinco de la mañana, se vendían los jarritos con té de hojas de naranjo o de canela, con su chorrito de alcohol pa’l frío de la madrugada, para antes de ir a trabajar. Pero si tenía uno más hambre también po-día beber su atolito y acompañarlo con sus tamales de capulín, de frijol o los encueraditos; vendían también

pan de pueblo y cafecito de olla. A mí todavía me tocó comprar por cuartillo y cuarterón, no por kilo, y se usaba el trueque: “Yo traigo un pollo, tú traes un marranito, ¿qué te parece si lo trucamos?”. Y si no nos arreglábamos, podíamos pagar con monedas de plata; pero ésta era plata que sí salía de las minas, no como las de ahora.

Cuando ya estuvo listo el mercado Cartagena y no había todavía Central de Abastos, los comerciantes iban a las bodegas a comprar, pero seguían trayen-do la fruta de Almoloya de Juárez, de Toluca y hasta de Ecatepec, de muchísimos pueblos que ya tenían la tradición de vender aquí lo que traían. Yo, como era el mayor de mis hermanos, tenía que trabajar. Pri-mero empecé de albañil, pero no me gustó; después fui panadero y hasta bolero, pero sólo ganaba como cinco centavos, o lo que me quisieran dar. Yo veía que con su puesto de ropa mis papás se mataban tra-bajando, pero ganaban bien y sacaban en unas horas lo que yo en todo el día. Así que me gustó el negocio, sobre todo por el interés del dinero. Este puesto que tengo ahora no es el de mi papá, que acabó vendién-dolo; es el mío, que compré para seguir la tradición.

Juan Álvarez Lozano

Page 205: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón
Page 206: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

205

Bibliografía, hemerografía y referencias electrónicas

ALTAMIRANO, Manuel. Paisajes y leyendas, Colección Sepan Cuántos N° 275, México, Editorial Porrúa, 1974.

AMERLINCK DE CORSI, María Concepción. “La casa de la Bola, en la antigua villa de San José de Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente I, coord. Celia Maldonado y Carmen Reyna, Col. Ahuehuete núm. 4, Yeuetlatolli, A.C., México, 1998.

ÁVILA González, Salvador. “Expansión urbana y problemática hidrológica: Tacubaya 1880-1920” en Tacubaya, pasado y presente, vol. II, Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, Colección Ahuehuete, Yeuetlatolli, A.C., México, 1998.

ARCHIVO GENERAL DE LA NACIóN, México, Ramo Tierras.

ARRANGOIZ, Francisco de Paula de. México desde 1808 hasta 1867, Col. Sepan Cuántos, N° 82, México, Editorial Porrúa, 1974.

BAZIN, Germain. Paradeisos, Historia del Jardín, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1988.

BERNECKER, Walther L. De agiotistas y empresarios. En torno a la temprana industrialización mexicana (siglo xix), México, Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, 1992.

CALDERóN DE LA BARCA, Marquesa de. La vida en México, México, Editorial Porrúa, 1959.

CORTINA, Leonor. “El jardín de la Casa de la Bola” en Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras. Tacubaya, pasado y presente IV, México, Yeuetlatolli, A.C., 2005.

CORTINA, Leonor. “La Casa de la Bola: historia de un rescate”, en Tacubaya: Pasado y presente, vol. III, Celia Maldonado, coordinadora, Yahuetlatolli, A.C., México, 2004.

CORTINA Correa, Francisco. Manuel Cortina García, Arquitecto de transición, tesis para obtener el título de Licenciado en Arquitectura,

Universidad Iberoamericana, México, 2000.

DELFÍN Guillaumin, Martha Eugenia. Los olivares de Tacubaya (México) en la época colonial. Ponencia presentada para el V Coloquio de Tacubaya, Pasado y Presente, enaH-inaH, México, junio de 2004, www.historiacocina.com/paises/.../mexico.htm

DÍAZ DE OVANDO, Clementina. Invitación al baile, México, UNAM, 2006.

FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Antonio. Tacubaya, historia, leyendas y personajes, México, Editorial Porrúa, S.A., 1991.

GALLO Sarlat, Joaquín. El Ingeniero Joaquín Gallo Monterrubio, (Edición privada) México, 1982.

GARCÍA Cubas, Antonio. El libro de mis recuerdos, Primera parte, Los Monasterios, México, Imprenta de Arturo García Cubas, Hermanos Sucesores, 1904.

Page 207: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

206

GARCÍA Parra, Araceli y María Martha Bustamante Harfush. Tacubaya en la memoria, México, Tu ciudad, Barrios y pueblos, Comité Editorial del Gobierno del Distrito Federal, Gobierno de la Ciudad de México, Universidad Iberoamericana, Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama, Consejo Nacional de la Crónica de la Ciudad de México, 1999.

GAYTÁN Herrera, Graciela. “De un molinero disidente y otras historias”, en Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, Tacubaya, pasado y presente IV, México, Yeuetlatolli, A.C., 2005.

GóMEZ Serrano, Jesús. El mayorazgo Rincón Gallardo: disolución del vínculo y reparto de las haciendas, Aguascalientes, 1984.

HENRÍQUEZ, Francisco (citado por) Productos y organización técnica del trabajo en Azapa durante el siglo xviii: poniendo chacra de ají, cogiendo aceitunas, Chungará (Arica). [online]. ene. 2003, Vol. 35, no.1 [citado 28 Mayo 2004], p.125-140. http://www.scielo.cl/scielo.php

HUMBOLDT, Alejandro de. Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, Editorial Porrúa, Sepan Cuantos, México, 1966.

MALDONADO López, Celia. “Dos condesas en Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente, vol. I, Celia Maldonado y Carmen

Reyna, coordinadoras, Colección Ahuehuete, Yeuetlatolli, A.C., México, 1998.

MALDONADO López, Celia. “Dos empresarios en Tacubaya, siglo xviii: Pablo Buenavista y José Gómez Campos”, en Tacubaya, pasado y presente, vol. IV, Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, Colección Ahuehuete, Yeuetlatolli, A.C., México, 2005.

MALDONADO López, Celia. “La casa arzobispal de Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente, vol. II, Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, Colección Ahuehuete, Yeuetlatolli, A.C., México, 1998.

MALVIDO, Adriana. Nahui Olin, la mujer del sol, México, Editorial Diana, 1993.

MARTÍNEZ Cosío, Leopoldo. Los caballeros de las órdenes militares en México, México, Editorial Santiago, 1946.

MUÑOZ Altea, Fernando y Magdalena Escobosa Hass de Rangel. La historia de la residencia oficial de Los Pinos, México, Presidencia de la República - Fondo de Cultura Económica, 1988.

PAYNO, Manuel. Panorama de México, Obras completas V, México, CONACULTA, 1999.

PAYNO, Manuel. Los bandidos de Río Frío, Obras completas IX, T. 1 y 2, 2000.

PÉREZ Rayón, Norma. En vísperas de la Revolución, Terra, Memoria 2010. http://www.terra.com.mx/memoria2010/articulo

PRIETO, Guillermo. Obras completas I, Memorias de mis tiempos, México, CONACULTA, 2005.

REYNOSO Híjar, Salvador I. Memorias, México, edición particular, 1982.

RIVERA Cambas, Manuel. México pintoresco, artístico y monumental, México, Edición fascimilar de la publicada por Imprenta de la Reforma 1880-1883, T. II, 1972. ROMERO DE TERREROS, Manuel. Los jardines de la Nueva España, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e hijos, México 1945.

TELLO Díaz, Carlos. El exilio: un relato de familia, México, Cal y Arena, 1993.

VETANCOUR DE, Rev. P. Fray Agustín. Crónica de la Provincia del Santo Evangelio de México, 4ª. Parte del Teatro Mexicano de los Sucesos Religiosos, Edición María de Benavides viuda de Juan Rivera, México, 1697.

WALKER, David W. Parentesco, negocios y política. La familia Martínez del Río en México, 1823-1867, México, Alianza Editorial 1961.

Page 208: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

207

Agradecimientos

La Dirección Ejecutiva de Cultura de la Delegación Miguel Hidalgo agradece ampliamente a las instituciones, universidades, museos, bibliotecas, archivos y personas que colaboraron para la publicación de este libro.

Archivo General de la NaciónConsejo Nacional para la Cultura y las ArtesDirección General de Patrimonio Universitario, unaM

Fototeca del inaH (reproducciones autorizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia: pp. 28, 29, 31, 37, 45, 46, 48, 51, 108, 110, 112, 116, 117, 118, 119, 132 y 134)

Fundación ica

Hemeroteca Nacional de MéxicoHemeroteca Nacional Digital de MéxicoInstituto de Investigaciones Estéticas, unaM

Instituto Nacional de Bellas ArtesMuseo Casa de la BolaMuseo Nacional de Arte (reproducciones autorizadas por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2011:

pp. 14, 19, 36, 37, 172 y 174) Museo SoumayaPatrimonio Artístico del Banco Nacional de México Celia Maldonado López

Elena González García MorenoGuillermo Tovar y de TeresaIsabel SaldívarJoachim von MentzJosé Antonio ParraJosé Ortiz IzquierdoJuan Álvarez LozanoJuan Moyao y Margarita PérezLeonor Cortina OrtegaLourdes Monges SantosLuz María Reynoso Margarita Reynoso Suinaga de Llanos

María Buch López NegreteMaría Concepción Amerlink de CorsiMaría Martha Bustamante HarfushMercedes Cortés y Montes de OcaPatricia MasséSantiago Gallo ReynosoTomás Reynoso RuizTomás ZuriánVíctor Sánchez CastelloVirginia Martínez del Río Romero Vargas

Page 209: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón

Se terminó de imprimir en noviembre de 2011 en los talleres de Offset Rebosán en la ciudad de México.

Para su formación se utilizaron los tipos de la familia MsrEaves.El tiraje constó de 2,000 ejemplares.

Page 210: sistemas.miguelhidalgo.gob.mxsistemas.miguelhidalgo.gob.mx/app/webroot/externos/libros_mh/Quintas_Tacubaya.pdfdifícil de agotar. La Delegación Miguel Hidalgo, enclavada en el corazón