Diferencias Craneoencefalicas Entre Hombre y Mujer. Sistemas de Identificacion Humana

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Venoso de Tamassia Arrigo Tamassia ha realizado numerosas investigaciones sobre la disposición de las venas del dorso de las manos y de los pies, de la vena central de la frente y de las del antebrazo, llegando a conclusiones que pueden ser utilizadas como un sistema complementario de identificación humana. En la disposición superficial de las venas dorsales de las manos y en las ramificaciones que aquella presentan, Tamassia anota los siguientes tipos diferenciales: 1. Ramificación en forma de arco 2. En forma arboriforme 3. En forma reticular 4. En forma de V 5. En forma de Y 6. Tipos de formas mixtas Tamassia ha observado que las formas y disposiciones de las venas son absolutamente distintas de un individuo a otro, y que permanecen constantes e invariables en el curso de la vida, no alterándolas ni siquiera el efecto de las enfermedades. La objeción principal que puede hacerse al sistema venoso es la carencia de un adecuado método de clasificación, dificultad que torna impracticable el sistema.

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Venoso de Tamassia

Arrigo Tamassia ha realizado numerosas investigaciones sobre la disposición de las venas del dorso de las manos y de los pies, de la vena central de la frente y de las del antebrazo, llegando a conclusiones que pueden ser utilizadas como un sistema complementario de identificación humana.

En la disposición superficial de las venas dorsales de las manos y en las ramificaciones que aquella presentan, Tamassia anota los siguientes tipos diferenciales:

1. Ramificación en forma de arco

2. En forma arboriforme

3. En forma reticular

4. En forma de V

5. En forma de Y

6. Tipos de formas mixtas

Tamassia ha observado que las formas y disposiciones de las venas son absolutamente distintas de un individuo a otro, y que permanecen constantes e invariables en el curso de la vida, no alterándolas ni siquiera el efecto de las enfermedades.

La objeción principal que puede hacerse al sistema venoso es la carencia de un adecuado método de clasificación, dificultad que torna impracticable el sistema.

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Poroscopia según Edmond Locard

Locard dejó a las futuras generaciones de forenses la Poroscopía, con la cual afirmaba se podía identificar a los sujetos. En “Les pores et l’identification des criminels” (1912) Locard concluía, según Ashbaugh (1999) que:

1) Los poros (terminaciones de las glándulas sudoríparas) presentan la triple característica de perennidad, inmutabilidad y variedad que permiten la identificación.

2) La identificación por comparación de los poros es una manera de confirmar la evidencia que deriva de las huellas digitales, añadiendo a la determinación de las líneas papilares, los detalles de los poros, que en una impresión típica se ven por cientos.

3) En la mayoría de los casos en donde la impresión digital ó palmar está demasiado fragmentada para la identificación por el método dactiloscópico, que requiere un número mínimo de puntos característicos (minutae points en inglés), la comparación de poros que se pueden distinguir en el recorrido de las crestas, permite lograr una identificación positiva mucho más convincente para los magistrados.

Wentworth y Wilder en “Personal Identification” (1918) traen a colación algunos de los aspectos fundamentales de la identificación por Poroscopía según Locard:

1.- El tamaño de los poros: que oscila entre los 88 y 220 μm de diámetro.

2.- La forma individual de cada poro: redondos, elípticos, ovales, romboides, triangulares, etc.

3.- La posición del poro en la cresta: sin duda, es la característica más útil y llamativa. Sin embargo, también es la que plantea más dificultades y, al igual que las anteriores, mucho tiene que ver con la calidad de la impresión. La posición de los poros puede variar con respecto a las otras adyacentes en la misma fila.

4.- El número o frecuencia de los poros: este puede ser calculado en función del número de poros en una línea determinada ó la cantidad de poros en un área específica. Locard observó que el número de poros en un centímetro de línea papilar varía entre 9 y 18.

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Principio de intercambio de Locard

El Principio de Locard se suele expresar así: "siempre que dos objetos entran en contacto transfieren parte del material que incorporan al otro objeto". El principio ha permitido obtener indicios relevantes en numerosos lugares, desde huellas en el barro o sus restos en neumáticos y calzado, hasta huellas dactilares o restos en las uñas.

Expertos criminalistas han señalado recientemente que el llamado "Principio de intercambio de Locard", referido como tal en gran parte de la literatura criminalística y reconocido como uno de los más importantes de esta ciencia, no había sido formulado como tal por el propio Locard en su monumental obra. Locard hizo la observación "Il est impossible au malfaiteur d'agir avec l'intensit que suppose l'action criminelle sans laisser des traces de son passage", es decir "es imposible que un criminal actúe, especialmente en la tensión de la acción criminal, sin dejar rastros de su presencia".1

La primera referencia encontrada del principio del intercambio de Locard aparece en la obra de Reginald Morrish, The Police and Crime-Detection Today.2 El principio fue reiterado por L.C. Nickolls, en 1956, atribuyéndolo a Locard, quien lo habría enunciado en 1928, y confirmándolo como principio esencial aplicable al trabajo de los microscopistas forenses de todo el mundo.

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Cómo conocer el Sexo de un Esqueleto Humano

Imaginemos que, por casualidad, nos encontramos ante unos restos óseos bastante conservados, no están rotos y la mayoría del esqueleto está presente. ¿Cómo podríamos saber con seguridad si se trataba de un hombre o de una mujer? Ni qué decir tiene que no tenemos el dinero ni los medios de CSI y tampoco a nadie a mano para que nos haga un análisis del ADN a la velocidad de la luz para conocer el sexo según los cromosomas que posea. Tan sólo tenemos nuestros conocimientos básicos de anatomía y es con lo que tendremos que apañarnos.

Lo primero que tenemos que recordar es que la pelvis es la clave para distinguir ambos sexos. Ésta es muy diferente entre ellos y se debe exclusivamente a una razón, la pelvis femenina tiene una serie de características especiales que permiten la realización del parto. Aunque hay otros huesos que nos muestran ciertos indicios del sexo (mandíbula, bóveda craneal, etc) el que más información nos va a aportar va a ser la pelvis. Otro hecho que ayudaría sería conocer la densidad de los huesos. Los hombres suelen tener una mayor densidad ósea que las mujeres a una misma edad. Pero dado que no conocemos la edad del esqueleto y ésta es difícil de hallar si no es a través de otras tareas más complejas, sólo nos servirá para valorar todo el conjunto.

Aquí veríamos como es la pelvis de cada sexo desde arriba:

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He coloreado a mano (se nota) las zonas y contornos que van a ser más importantes para diferenciarlos.

1. El diámetro transversal de la cavidad pélvica de la mujer es mucho mayor que el del hombre. Hecho totalmente necesario para que la cabeza y los hombros del feto puedan pasar cuando se desencadene el parto.

2. Las espinas ciáticas (las protuberancias óseas que salen rodeadas de verde) son mucho más grandes en el varón y se observa como se encuentran muy cerca del hueso rodeado de azul, que se trata del cóccix.

3. El arco detrás de la zona central del pubis (sínfisis pubiana) es mucho más amplio en la mujer que en el hombre.

4. En la mujer el sacro, junto al pubis, se encuentra desplazado hacia atrás. Mientras que en el varón observamos claramente como sobresale.

Como resultado de estos cuatro factores, la cavidad de la pelvis femenina es mucho más amplia que la masculina.

Un truco que puede ayudar para saber el sexo de una forma muy fácil (e infantil, dicho sea de paso) es hacernos una imagen mental del contorno de la cabeza de Mickey Mouse. Si el contorno de la cavidad de la pelvis es como la cabeza de un Mickey Mouse obeso es probable que sea la de una mujer. Si por el contrario el contorno se asemeja más al Mickey Mouse normal o delgadito, lo más seguro es que se trate de un hombre.

Si pasamos a ver ahora la pelvis como si la tuviéramos enfrente: