Diles Que No Me Maten

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Diles que no me maten “¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.” Así empieza el cuento de Juan Rulfo, Diles que no me maten. El autor empieza causando intrigan en el espectador, diciéndole que hay alguien que puede morir y que lo van a matar. De esa forma, Rulfo explica desde la primera frase de qué va a tratar el resto del cuento. Esta sola frase ya nos dice los deseos del personaje principal, nos dice que quiere vivir. También apela a nuestras emociones, a conmovernos por un alma que pide caridad. “-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño. -Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.” Aquí, Rulfo cambia la idea que pudiéramos tener sobre el personaje que pide clemencia, nos hace ver su egoísmo, nos hace ver cómo es capaz de sacrificar a su propio hijo. Esta pintura del personaje, su forma egoísta, su instinto de

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Diles Que No Me Maten- análisis Juan Rulfo

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Diles que no me maten

“¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.”

Así empieza el cuento de Juan Rulfo, Diles que no me maten. El autor empieza causando

intrigan en el espectador, diciéndole que hay alguien que puede morir y que lo van a matar.

De esa forma, Rulfo explica desde la primera frase de qué va a tratar el resto del cuento.

Esta sola frase ya nos dice los deseos del personaje principal, nos dice que quiere vivir.

También apela a nuestras emociones, a conmovernos por un alma que pide caridad.

“-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.

-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.”

Aquí, Rulfo cambia la idea que pudiéramos tener sobre el personaje que pide clemencia,

nos hace ver su egoísmo, nos hace ver cómo es capaz de sacrificar a su propio hijo. Esta

pintura del personaje, su forma egoísta, su instinto de supervivencia que le hace mandar a

su vastago, cuando puede ser que lo maten, también se ve reforzado después de las

negaciones de Justino, cuando cede y la respuesta del padre:

“-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas

haces por mí. Eso es lo que urge.”

El padre de Justino dice que la Providencia se encargará de sus hijos, pero no sólo eso sino

que la última parte de la frase es “eso es lo que urge”. Lo que urge es que él siga con vida a

cualquier precio, no importan los nietos, ni el hijo, ni la nuera; importa él, importa su propia

vida.

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Luego, Rulfo da un salto en el tiempo y nos sitúa una vez que se ha atrapado al anciano, al

padre de Justino, nos habla de sus deseos de vivir, nos dice que desea más que nunca estar

vivo. Nos habla de un viejo asunto que creyó olvidado, y nos dice que él asesinó a Don

Lupe, pero que no fue sin razón.

“Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe.”

Un vez más, Rulfo complica la tarama, ya no se trata sólo de un hombre egoísta, sino de un

hombre viejo que hizo algo que “tenía “ que hacer, porque ese es el verbo que se utiliza,

“tener”, así que nos hace suponer que no había más alternativas, que era el único camino.

Luego, el autor nos lleva a los recuerdos del padre de Justino, nos habla de cómo intentó ser

paciente, de cómo Don Lupe le negaba el pasto a sus vacas sin importarle que éstas se

murieran, cómo primero rompió la cerca una y otra vez para que los animales pastaran.

Habla sobre la amenazas que se lanzaron, él y don Lupe, de cómo éste último mató un

novillo.

Todo esto lo hace Rulfo para darnos un marco de referencia, para hablar de cómo se dieron

las cosas, que no fue algo de un día para otro, sino que fue una pelea que se fue dando entre

ambos hombres y que desencadenó en la muerte de uno de ellos.

Luego, nos habla del tiempo, de cómo él ya es un viejo y la ofensa parecía arreglada, de

una vida huyendo.

“Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida. No fue un año ni dos. Fue toda la vida”

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Nos conmueve la vida del fugitivo, el tormento de Juvencio Naba. A la vez, parece que el

personaje paga por sus acciones, pero aun así tendrá que enfrentar la muerte más tarde por

culpa de ese altercado. ¿A caso no fue un pago suficiente? no fue suficiente vivir huyendo

ni todo el tiempo transcurrido, tampoco fue suficiente que dejara ir a su mujer, ni volverse

un mero pellejo por estar huyendo todo el tiempo.

Después el texto habla del miedo a la muerte, de cómo Naba tiene aún esperanza de vivir,

de cómo el único momento en el que no huyo fue atrapado. Nos habla también del

silencioso desfile de los soldados. Todo esto es la descripción de un hombre al que lo llevan

a ser asesinado.

Justo cuando podríamos pensar que el texto nos habla de cómo las circunstancias llevan a

un hombre a la muerte, surge otro, surge la voz de alguien más que reclama justicia.

“-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.”

Un argumento más se suma a la trama, no sólo es Juvencio Naba y su sufrimiento, sino

también es el sufrimiento del coronel, del hijo huérfano.

"Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.”

¿Cómo Justificar a Naba? No sólo fue un asesinato, hubo sufrimiento, violencia,

indiferencia ante la muerte del otro.

"Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna”

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No importa el martirio que sufrió Juvencio, no importan los años que ha huido, el

sufrimiento sigue, aún hacen daño sus acciones, aunque hayan pasado tantos años.

Rulfo no nos permite los juicios de valor, no podemos decir que Juvencio Nava es malo por

querer alimentar al ganado, no podemos decir que Don Lupe lo sea por proteger sus tierras.

¿El coronel tenía derecho a matar a Naba? Tal vez éste ya había pagado su condena, pero el

sufrimiento del coronel seguía ahí, fruto de las acciones de Juvencio.

No hay bien ni mal en el cuento de Rulfo, eso es lo que lo dota de la complejidad que

posee, sólo hay seres humanos realizando acciones acordes a su naturaleza.