Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a...

142
Diálogo de las cosas acaecidas en Roma Alfonso de Valdés Obra reproducida sin responsabilidad editorial

Transcript of Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a...

Page 1: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Diálogo de las cosasacaecidas en Roma

Alfonso de Valdés

Obr

a re

prod

ucid

a si

n re

spon

sabi

lidad

edi

tori

al

Page 2: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Advertencia de Luarna Ediciones

Este es un libro de dominio público en tantoque los derechos de autor, según la legislaciónespañola han caducado.Luarna lo presenta aquí como un obsequio asus clientes, dejando claro que:

1) La edición no está supervisada pornuestro departamento editorial, de for-ma que no nos responsabilizamos de lafidelidad del contenido del mismo.

2) Luarna sólo ha adaptado la obra paraque pueda ser fácilmente visible en loshabituales readers de seis pulgadas.

3) A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Luarna.

www.luarna.com

Page 3: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Al lectorEs tan grande la ceguedad en que por la mayorparte está hoy el mundo puesto,que no me maravillo de los falsos juicios que elvulgo hace sobre lo que nuevamenteha en Roma acaecido, porque como piensan lareligión consistir solamente en estascosas exteriores, viéndolas así maltractar, paré-celes que enteramente va perdida lafe. Y a la verdad, ansí como no puedo dejar deloar la santa afición con quel vulgo aesto se mueve, así no me puede parecer bien elsilencio que tienen los que lo debríandesengañar. Viendo, pues, yo por una partecuán perjudicial sería primeramente a lagloria de Dios y después a la salud de su pue-blo cristiano y también a la honra destecristianísimo Rey y Emperador que Dios nos hadado si esta cosa así quedase solapada,más con simplicidad y entrañable amor que conloca arrogancia, me atreví a complir

Page 4: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados.No dejaba de conocer ser la materia más arduay alta que la medida de mis fuerzas,pero también conocía que donde hay buenaintención, Jesucristo alumbra elentendimiento y suple con su gracia lo que fal-tan las fuerzas y ciencia por humanoingenio alcanzada. También se me representa-ban los falsos juicios que supersticiososy fariseos sobre esto han de hacer, pero téngan-se por dicho que yo no escribo aellos, sino a verdaderos cristianos y amadoresde Jesucristo. También veía lascontrariedades del vulgo, que está tan asido alas cosas visibles que casi tiene porburla las invisibles; pero acordéme que no es-cribía a gentiles, sino a cristianos,cuya perfición es distraerse de las cosas visiblesy amar las invisibles. Acordémeque no escribía a gente bruta, sino a españoles,cuyos ingenios no hay cosa tan ardua

Page 5: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

que fácilmente no puedan alcanzar. Y pues quemi deseo es el que mis palabrasmanifiestan, fácilmente me persuado poder detodos los discretos y no fingidoscristianos alcanzar que si alguna falta en esteDiálogo hallaren, interpretándolo ala mejor parte, echen la culpa a mi ignorancia yno presuman de creer que en ellaintervenga malicia, pues en todo me someto ala corrección y juicio de la santaIglesia, la cual confieso por madre.

Page 6: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Argumento

Un caballero mancebo de la corte del Empera-dor llamado Latancio topó en la plazade Valladolid con un arcidiano que venía deRoma en hábito de soldado, y entrando enSanct Francisco, hablan sobre las cosas en Ro-ma acaecidas. En la primera parte,muestra Latancio al Arcidiano cómo el Empe-rador ninguna culpa en ello tiene, y en lasegunda cómo todo lo ha permitido Dios por elbien de la cristiandad.

Page 7: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Primera parte

LATANCIO. ARCIDIANO.LATANCIO ¡Válame Dios! ¿Es aquél el Arci-diano del Viso, el mayor amigo que yotenía en Roma? Parécele cosa estraña, aunqueno en el hábito. Debe seralgún hermano suyo. No quiero pasar sinhablarle, sea quien fuere.-Decí,gentil hombre, ¿sois hermano del Arcidiano delViso?ARCIDIANO ¡Cómo, señor Latancio!, ¿tanpresto me habéis desconocido? Bien pareceque la fortuna muda presto el conoscimiento.LATANCIO ¿Qué me decís? Luego ¿vos sois elmesmo Arcidiano?ARCIDIANO Sí, señor, a vuestro servicio.LATANCIO ¿Quién os pudiera conocer de lamanera que venís? Solíades traervuestras ropas, unas más luengas que otras,arrastrando por el suelo,vuestro bonete y hábito eclesiástico, vuestros

Page 8: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

mozos y mula reverenda;véoos agora a pie, solo, y un sayo corto, unacapa frisada, sin pelo; esaespada tan larga, ese bonete de soldado... Puesallende desto, con esabarba tan larga y esa cabeza sin ninguna señalde corona, ¿quién ospodiera conocer?ARCIDIANO ¿Quién, señor? Quien conoscieseel hábito por el hombre, y no el hombrepor el hábito.LATANCIO Si la memoria ha errado, no esrazón que por ella pague la voluntad,que pocas veces suele en mí disminuirse. Mas,decíme, así os vala Dios,¿qué mudanza ha sido ésta?ARCIDIANO No debéis haber oído lo que ago-ra nuevamente en Roma ha pasado.LATANCIO Oído he algo dello. Pero ¿qué tie-ne que hacer lo de Roma con el mudardel vestido?ARCIDIANO Pues que eso preguntáis, no lo

Page 9: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

debéis saber todo. Hágoos saber que yano hay hombre en Roma que ose parecer enhábito eclesiástico por lascalles.LATANCIO ¿Qué decís?ARCIDIANO Digo que, cuando yo partí deRoma, la persecución contra los clérigosera tan grande, que no había hombre que enhábito de clérigo ni de fraileosase andar por las calles.LATANCIO ¡Oh, maravilloso Dios, y cuánincomprehensibles son tus juicios!Veamos, señor, ¿y hallástesos dentro en Romacuando entró el ejército delEmperador?ARCIDIANO Sí, por mis pecados; allí me hallé,o por mejor decir, allí me perdí;pues, de cuanto tenía, no me quedó más de loque vedes.LATANCIO ¿Por qué no os metíades entre lossoldados españoles y salváradesvuestra hacienda?

Page 10: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Mis pecados me lo estorbaron, ycupiéronme en suerte no sé quéalemanes, que no pienso haber ganado poco enescapar la vida de sus manos.LATANCIO ¿Es verdad todo lo que de allá nosescriben y por acá se dice?ARCIDIANO Yo no sé lo que de allá escribenni lo que acá dicen, pero séos decirque es la más recia cosa que nunca hombresvieron. Yo no sé cómo acá lotomáis; paréceme que no hacéis caso dello. Puesyo os doy mi fe que no sési Dios lo querrá ansí disimular. Y aun si en otraparte estoviésemosdonde fuese lícito hablar, yo diría perrerías des-ta boca.LATANCIO ¿Contra quién?ARCIDIANO Contra quien ha hecho más malen la Iglesia de Dios que ni turcos nipaganos osaran hacer.LATANCIO Mirad, señor Arcidiano, bien pue-de ser que estéis engañado echando la

Page 11: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

culpa a quien no la tiene. Entre nosotros, todopuede pasar. Dadme vos loque acerca desto sentís, y quizá os desengañaréyo de manera que noculpéis a quien no debéis de culpar.ARCIDIANO Yo soy contento de declararos loque siento acerca desto, pero no en laplaza. Entrémonos aquí en Sanct Francisco yhablaremos de nuestro espacio.LATANCIO Sea como mandáredes.ARCIDIANO Pues estamos aquí donde nadi nonos oye, yo os suplico, señor, que loque aquí dijere no sea más de para entre noso-tros. Los príncipes sonpríncipes, y no querría hombre ponerse en peli-gro, pudiéndolo escusar.LATANCIO Deso podéis estar muy seguro.ARCIDIANO Pues veamos, señor Latancio,¿paréceos cosa de fruir quel Emperadorhaya hecho en Roma lo que nunca infieleshicieron, y que por su pasiónparticular y por vengarse de un no sé qué, haya

Page 12: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

así querido destruir laSede apostólica con la mayor inominia, con elmayor desacato y con lamayor crueldad que jamás fue oída ni vista? Séque los godos tomaron aRoma, pero no tocaron en la iglesia de SanctPedro, no tocaron en lasreliquias de los sanctos, no tocaron en cosassagradas. Y aquellos medioscristianos tovieron este respecto, y agora nues-tros cristianos (aunque nosé si son dignos de tal nombre) ni han dejadoiglesias, ni han dejadomonesterios, ni han dejado sagrarios; todo lohan violado, todo lo hanrobado, todo lo han profanado, que me maravi-llo cómo la tierra no se hundecon ellos y con quien se lo manda y consientehacello. ¿Qué os paresce quedirán los turcos, los moros, los judíos e los lute-ranos viendo asímaltratar la cabeza de la cristiandad? ¡Oh Dios

Page 13: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

que tal sufres! ¡Oh Diosque tan gran maldad consientes! ¿Ésta era ladefensa que esperaba la Sedeapostólica de su defensor? ¿Ésta era la honraque esperaba España de suRey tan poderoso? ¿Ésta era la gloria, éste era elbien, éste era elacrecentamiento que esperaba toda la cristian-dad? ¿Para esto adquirieronsus abuelos el título de Católicos? ¿Para estojuntaron tantos reinos yseñoríos debajo de un señor? ¿Para esto fueelegido por Emperador? ¿Paraesto los Romanos Pontífices le ayudaron a echarlos franceses de Italia?¿Para que en un día deshiciese él todo lo quesus predecesores con tantotrabajo y en tanta multitud de años fundaron?¡Tantas iglesias, tantosmonesterios, tantos hospitales, donde Dios solíaser servido y honrado,destruidos y profanados! ¡Tantos altares, y aun

Page 14: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

la misma iglesia delPríncipe de los Apóstoles, ensangrentados!¡Tantas reliquias robadas y consacrílegas manos maltratadas! ¿Para esto junta-ron sus predecesores tantasanctidad en aquella ciudad? ¿Para esto honra-ron las iglesias con tantasreliquias? ¿Para esto les dieron tantos ricosatavíos de oro y de plata?¿Para que viniese él con sus manos lavadas arobarlo, a deshacerlo, adestruirlo todo? ¡Soberano Dios! ¿Será posibleque tan gran crueldad, tangran insulto, tan abominable osadía, tan espan-toso caso, tan execrableimpiedad queden sin muy recio, sin muy grave,sin muy evidente castigo? Yono sé cómo acá lo sentís; y si lo sentís, no sécómo así lo podéisdisimular.LATANCIO Yo he oído con atención todo loque habéis dicho, y, a la verdad,

Page 15: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

aunque en ello he oído hablar a muchos, a miparecer vos lo acrimináis yafeáis más que ninguno otro. Y en todo ellovenís muy mal informado, y meparece que no la razón, mas la pasión de lo quehabéis perdido os hacedecir lo que habéis dicho. Yo no os quiero res-ponder con pasión como voshabéis hecho, porque sería dar voces sin fructo.Mas sin ellas yo espero,confiando en vuestra discreción y buen juicio,que antes que de mí ospartáis, os daré a entender cuán engañado estáisen todo lo que habéisaquí hablado. Solamente os pido que estéisatento y no dejéis de replicarcuando toviéredes qué, porque no quedéis conalguna duda.ARCIDIANO Decid lo que quisiéredes, que yoos terné por mejor orador que Tulio sivos supiéredes defender esta causa.LATANCIO No quiero sino que me tengáis por

Page 16: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

el mayor necio que hay en el mundo sino os la defendiere con evidentísimas causas ymuy claras razones. Y loprimero que haré será mostraros cómo el Empe-rador ninguna culpa tiene enlo que en Roma se ha hecho. Y lo segundo,cómo todo lo que ha acaecido haseído por manifiesto juicio de Dios para castigaraquella ciudad, dondecon grande ignominia de la religión cristianareinaban todos los viciosque la malicia de los hombres podía inventar; ycon aquel castigodespertar el pueblo cristiano, para que, reme-diados los males que padece,abramos los ojos e vivamos como cristianos,pues tanto nos preciamos destenombre.ARCIDIANO Recia empresa habéis tomado; nosé si podréis salir con ella.LATANCIO Cuanto a lo primero, quiero pro-testaros que ninguna cosa de lo que aquí

Page 17: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

se dijere se dice en perjuicio de la dignidad nide la persona del Papa,pues la dignidad es razón que de todos sea teni-da en veneración, e de lapersona, por cierto, yo no sabría decir mal nin-guno, aunque quisiese, puesconozco lo que se ha hecho no haber seído porsu voluntad, mas por lamaldad de algunas personas que cabe sí tenía. Yporque mejor nosentendamos, pues la diferencia es entre el Papay el Emperador, quiero queme digáis, primero, qué oficio es el del Papa yqué oficio es el delEmperador, y a qué fin estas dignidades fueroninstituidas.ARCIDIANO A mi parecer, el oficio del Empe-rador es defender sus súbditos ymantenerlos en mucha paz y justicia, favore-ciendo los buenos y castigandolos malos.LATANCIO Bien decís, ¿y el del Papa?

Page 18: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Eso es más dificultoso de decla-rar; porque si miramos al tiempo deSanct Pedro, es una cosa, y si al de agora, otra.LATANCIO Cuando yo os pregunto para quéfue instituida esta dignidad, entiéndeseque me habéis de decir la voluntad e intencióndel que la instituyó.ARCIDIANO A mi parecer, fue instituida paraquel Sumo Pontífice tovieseauctoridad de declarar la Sagrada Escriptura, ypara que enseñase alpueblo la doctrina cristiana, no solamente conpalabras, mas con ejemplode vida, y para que con lágrimas y oracionescontinuamente rogase a Diospor su pueblo cristiano, y para que éste tovieseel supremo poder deabsolver a los que hobiesen pecado y se quisie-sen convertir, y paradeclarar por condenados a los que en su malvivir estuviesen obstinados, ypara que con continuo cuidado procurase de

Page 19: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

mantener los cristianos enmucha paz y concordia, y, finalmente, para quenos quedase acá en latierra quien muy de veras representase la vida ysanctas costumbres deJesucristo, nuestro Redemptor; porque loshumanos corazones más aína seatraen con obras que con palabras. Esto es loque yo puedo colegir de laSagrada Escriptura. Si vos otra cosa sabéis, de-cidla.LATANCIO Basta eso por agora, y mirá no seos olvide, porque lo habremosmenester a su tiempo.ARCIDIANO No hará.LATANCIO Pues si yo os muestro claramenteque por haber el Emperador hechoaquello a que vos mesmo habéis dicho ser obli-gado, y por haber el Papadejado de hacer lo que debía por su parte, hasuscedido la destruición deRoma, ¿a quién echaréis la culpa?

Page 20: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Si vos eso hacéis (lo que yo nocreo), claro está que la terná el Papa.LATANCIO Dicidme, pues, agora vos: puesdecís que el Papa fue instituido paraque imitase a Jesucristo, ¿cuál pensáis que Jesu-cristo quisiera más:mantener paz entre los suyos, o levantarlos yrevolverlos en guerra?ARCIDIANO Claro está quel Auctor de la pazninguna cosa tiene por más abominableque la guerra.LATANCIO Pues, veamos: ¿cómo será imita-dor de Jesucristo el que toma la guerra ydeshace la paz?ARCIDIANO Ese tal muy lejos estaría de imi-tarle. Pero ¿a qué propósito me decísvos agora eso?LATANCIO Dígooslo porque pues el Empera-dor, defendiendo sus súbditos, como esobligado, el Papa tomó las armas contra él,haciendo lo que no debía, ydeshizo la paz y levantó nueva guerra en la cris-

Page 21: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

tiandad, ni el Emperadortiene culpa de los males suscedidos, pues hacíalo que era obligado endefender sus súbditos, ni el Papa puede estar sinella, pues hacía lo queno debía en romper la paz y mover guerra en lacristiandad.ARCIDIANO ¿Qué paz deshizo el Papa o quéguerra levantó en la cristiandad?LATANCIO Deshizo la paz quel Emperadorhabía hecho con el Rey de Francia yrevolvió la guerra que agora tenemos, donde porjusto juicio de Dios le havenido el mal que tiene.ARCIDIANO Bien estáis en la cuenta. ¿Dóndehalláis vos quel Papa levantó nirevolvió la guerra contra el Emperador, despuésde hecha la paz con el Reyde Francia?LATANCIO Porque luego como fue suelto dela presión, le envió un Breve en que leabsolvía del juramento que había hecho al Em-

Page 22: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

perador, para que no fueseobligado a cumplir lo que le había prometido,porque más librementepudiese mover guerra contra él.ARCIDIANO ¿Por dónde sabéis vos eso? Asíhabláis como si fuésedes del consejosecreto del Papa.LATANCIO Por muchas vías se sabe, y por noperder tiempo, mirad el principio dela liga que hizo el Papa con el Rey de Francia, yveréis claramente cómoel Papa fue el promotor della, y seyendo ésta tangran verdad, que aun elmismo Papa lo confiesa ¿paréceos ahora a vosque era esto hacer lo quedebía un Vicario de Jesucristo? Vos decís quesu oficio era poner pazentre los discordes, y él sembraba guerra entrelos concordes. Decís quesu oficio era enseñar al pueblo con palabras ycon obras la doctrina deJesucristo, y él les enseñaba todas las cosas a

Page 23: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ella contrarias. Decís quesu oficio era rogar a Dios por su pueblo, y élandaba procurando dedestruirlo. Decís que su oficio era imitar a Jesu-cristo, y él en todotrabajaba de selle contrario. Jesucristo fue pobrey humilde, y él, poracrecentar no sé qué señorío temporal, poníatoda la cristiandad enguerra. Jesucristo daba bien por mal, y él, malpor bien, haciendo ligacontra el Emperador, de quien tantos beneficioshabía recebido. No digoesto por injuriar al Papa; bien sé que no proced-ía dél, y que por malosconsejos era a ello instigado.ARCIDIANO Desa manera, ¿quién terná en esola culpa?LATANCIO Los que lo ponían en ello, y tam-bién él, que tenía cabe sí ruin gente.¿Pensáis vos que delante de Dios se escusará unpríncipe echando la culpa

Page 24: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

a los de su consejo? No, no. Pues le dio Diosjuicio, escoja buenaspersonas que estén en su consejo e consejarlehan bien. E si las toma olas quiere tener malas, suya sea la culpa; e si notiene juicio paraescoger personas, deje el señorío.ARCIDIANO Difícil cosa les pedís.LATANCIO ¿Difícil? ¿Y cómo? ¿Tanto juicioes menester para esto? Decidme: ¿quéguerra hay tan justa que un Vicario de Jesucris-to deba tomar contracristianos, miembros de un mesmo cuerpo cuyacabeza es Cristo, y él suVicario?ARCIDIANO El Papa tuvo mucha razón detomar esta guerra contra el Emperador, louno, porque primero él no había querido suamistad, y lo otro, porquetenía tomado y usurpado el Estado de Milán,despojando dél al duqueFrancisco Esforcia. Et viendo el Papa esto, se

Page 25: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

temía que otro día haríaotro tanto contra él, quitándole las tierras de laIglesia. Luego conmucha justicia y razón tomó el Papa las armascontra el Emperador, asípara compelirle a que restituyese su Estado alDuque de Milán, como paraasegurar el Estado y tierras de la Iglesia.LATANCIO Maravillado estoy que un hombrede tan buen juicio como vos hayáisdicho una cosa tan fuera de razón como ésa.Veamos: ¿y eso hacíalo el Papacomo Vicario de Cristo o como Julio de Médi-cis?ARCIDIANO Claro está que lo hacía comoVicario de Cristo.LATANCIO Pues digo quel Emperador contratoda razón y justicia quisiese quitartodo su estado al Duque de Milán, ¿qué teníaque hacer en eso el Papa?¿Para qué se quiere él meter donde no le llamany en lo que no toca a su

Page 26: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

oficio? Como si no toviese ejemplo de Jesucris-to para hacer lo contrario,que, llamado para que amigablemente partieseuna heredad entre doshermanos, no quiso ir, dando ejemplo a los su-yos que no se debíanentremeter en cosas tan viles y bajas. ¿Y queréisagora vos que se pongaentrellos su Vicario con mano armada, sin quele llamen para ello? ¿Dóndehalláis vos que Jesucristo instituyó su Vicariopara que fuese juez entrepríncipes seglares, cuanto más ejecutor y revol-vedor de guerra entrecristianos? ¿Queréis ver cuán lejos está de serVicario de Cristo unhombre que mueve guerra? Mirad el fruto quedella se saca y cuán contrariaes, no sólo a la doctrina cristiana, más aun a lanatura humana. A todoslos animales dio la natura armas para que sepudiesen defender y con que

Page 27: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

podiesen ofender; a solo el hombre, como a unacosa venida del cielo,adonde hay suma concordia, como a una cosaque acá había de representar laimagen de Dios, dejó desarmado. No quiso quehiciese guerra; quiso queentre los hombres hobiese tanta concordia comoen el cielo entre losángeles. ¡Et que agora seamos venidos a tangran estremo de ceguedad, quemás brutos que los mismos brutos animales,más bestias que las mesmasbestias, nos matemos unos con otros! Las bes-tias viven en paz, y nosotros,peores que bestias, vivimos en guerra. Y entrelos hombres, si buscamoscómo viven en cada provincia, en sola la cris-tiandad, que es unrinconcillo del mundo, hallaréis más guerra queen todo el mundo y notenemos vergüenza de llamarnos cristianos. E,por la mayor parte,

Page 28: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

hallaréis que aquéllos la revuelven que debríanapaciguarla. Obligado erael Romano Pontífice, pues se precia de ser Vica-rio de Jesucristo;obligados eran los cardenales, pues quieren sercolunas de la Iglesia;obligados eran los obispos, siendo pastores, deponer las vidas por susovejas, como lo hizo y lo enseñó Jesucristo,diciendo: Bonus pastor animamsuam ponit pro ovibus suis; mayormente siendodadas sus rentas al Papa y aestos otros prelados para que, usando de su ofi-cio pastoral, mejor puedanamparar y defender sus súbditos. Y agora, porno perder ellos un poquillode su reputación, ponen toda la cristiandad enarmas. ¡Oh, qué gentilcaridad! ¡Doite yo dineros para que me defien-das, y tú alquilas con ellosgente para matarme, robarme y destruirme!¿Dónde halláis vos que mandó

Page 29: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Jesucristo a los suyos que hiciesen guerra? Leedtoda la doctrinaevangélica, leed todas las epístolas canónicas;no hallaréis sino paz,concordia y unidad, amor y caridad. CuandoJesucristo nació, no tañeronalarma, mas cantaron los ángeles: Gloria in ex-celsis Deo, et in terra paxhominibus bonae voluntatis! Paz nos dio cuandonació y paz cuando iba almartirio de la cruz. ¿Cuántas veces amonestó alos suyos esta paz ycaridad? Y aún no contento con esto, rogaba alPadre que los suyos fuesenentre sí una misma cosa, como Él con su Padre.¿Podríase pedir mayorconformidad? Pues aún más quiso: que los quesu doctrina siguiesen no sediferenciasen de los

Page 30: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Segunda parte

LATANCIO Por acabar de cumplir lo que osprometí -allende de lo que en esto a lamesa habemos platicado-, cuanto a lo primero,vos no me negaréis que todoslos vicios y todos los engaños que la malicia delos hombres puede pensarno estoviesen juntos en aquella ciudad de Ro-ma, que vos con mucha razónllamáis sancta porque lo debría de ser.ARCIDIANO Ciertamente, en eso vos tenéismucha razón, y sabe Dios lo que me haparecido siempre dello, y lo que mi corazónsentía de ver aquella ciudad(que, de razón, debría de ser ejemplo de virtu-des a todo el mundo) tanllena de vicios, de tráfagos, de engaños y demanifiestas bellaquerías.Aquel vender de oficios, de beneficios, de bu-las, de indulgencias, dedispensaciones, tan sin vergüenza, que verdade-

Page 31: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ramente parecía una irrisiónde la fe cristiana, y que los ministros de la Igle-sia no tenían cuidadosino de inventar maneras para sacar dineros.Empeñó el Papa ciertosapóstoles que había de oro, y después hizo unaimposición que se pagase enla expedición de las Bulas pro redemptioneApostolorum. No sé cómo notenían vergüenza de hacer cosas tan feas y per-judiciales a su dignidad.LATANCIO Eso mismo dicen todos los que deallá vienen, y eso mismo conoscía yocuando allá estuve. Pues venid acá: si vuestroshijos...ARCIDIANO Hablá cortés.LATANCIO Perdonadme, que no me acordabaque érades clérigo, aunque ya muchosclérigos hay que no se injurian de tener hijos.Pero esto no se dice sinopor un ejemplo.ARCIDIANO Pues decid.

Page 32: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO Si vuestros hijos toviesen un ma-estro muy vicioso, y viésedes que consus vicios y malas costumbres os los inficiona-ba, ¿qué haríades?ARCIDIANO Amonestarle hía muchas vecesque se emendase, y si no lo quisiese hacery yo toviese mando o señorío sobre él, castigar-lo hía muy gentilmente,para que por mal se emendase si no lo quisiesehacer por bien.LATANCIO Pues vedes aquí: Dios es padre detodos nosotros, y dionos por maestroal Romano Pontífice, para que dél y de los quecabe él estoviesenaprendiésemos a vivir como cristianos. Y comolos vicios de aquella Corteromana fuesen tantos que inficionaban los hijosde Dios, y no solamente noaprendían dellos la doctrina cristiana, mas unamanera de vivir a ella muycontraria, viendo Dios que ni aprovechaban losprofetas, ni los

Page 33: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

evangelistas, ni tanta multitud de sanctos docto-res como en los tiempospasados escribieron vituperando los vicios yloando las virtudes, para quelos que mal vivían se convertiesen a vivir comocristianos, buscó nuevasmaneras para atraerlos a que hiciesen lo queeran obligados. Y allendeotros muchos buenos maestros y predicadoresque ha enviado en otrostiempos pasados, envió en nuestros días aquelexcelente varón ErasmoRoterodamo, que con mucha elocuencia, pru-dencia y modestia en diversasobras que ha escrito, descubriendo los vicios yengaños de la corteromana, y en general de todos los eclesiásticos,parecía que bastaba paraque los que mal en ella vivían se emendasen,siquiera de pura vergüenza delo que se decía dellos. Y como esto ningunacosa os aprovechase, antes los

Page 34: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

vicios y malas maneras fuesen de cada día cre-ciendo, quiso Dios probar aconvertirlos por otra manera y permitió que selevantase aquel fray MartinLuter, el cual no solamente les perdiese la ver-güenza, declarando sinningún respecto todos sus vicios, mas que apar-tase muchos pueblos de laobediencia de sus prelados, para que, pues no oshabíades queridoconvertir de vergüenza, os convertiésedes si-quiera por cobdicia de noperder el provecho que de Alemaña llevábades,o por ambición de noestrechar tanto vuestro señorío si Alemaña que-dase casi, como agora está,fuera de vuestra obediencia.ARCIDIANO Bien, pero ese fraile no solamen-te decía mal de nosotros, mas tambiénde Dios en mil herejías que ha escrito.LATANCIO Decís verdad, pero si vosotrosremediárades lo que él primero con mucha

Page 35: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

razón decía y no le provocárades con vuestrasdescomuniones, por aventuranunca él se desmandara a escrebir las herejíasque después escribió yescribe, ni hobiera habido en Alemaña tantaperdición de cuerpos y deánimas como después a esta causa ha habido.ARCIDIANO Mirad, señor, este remedio no sepodía hacer sin Concilio general, ydicen que no convenía que estonces se convoca-se, porque era manifiestaperdición de todos los eclesiásticos, tanto, que sientonces el Conciliose hiciera, nos pudiéramos ir todos derechos alhospital, y aun el mesmoPapa con nosotros.LATANCIO ¿Cómo?ARCIDIANO Presentaron todos los Estados delImperio cient agravios, que diz querecebían de la Sede apostólica y de muchoseclesiásticos, y en todo casoquerían que aquello se remediase.

Page 36: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO ¿Pues por qué no lo remediába-des?ARCIDIANO ¡A eso nos andábamos! Ya de-cían que las rentas de la Iglesia, puesfueron dadas e instituidas para el socorro de lospobres, que se gastasenen ello, y no en guerras, ni en vicios, ni en faus-tos, como por la mayorparte agora se gastan, e aun querían que lospueblos, y no los clérigos,toviesen la administración dellas. Allende destoquerían que no se diesendispensaciones por dineros, diciendo que lospobres también son hijos deDios como los ricos, y que, dando las dispensa-ciones por dineros, lospobres, que de razón debrían de ser más previ-legiados, quedan muyagraviados, y los ricos, por el contrario, privile-giados.LATANCIO No estéis en eso, que, a la verdad,yo he estado y estoy muchas veces

Page 37: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

tan atónito que no sé qué decirme. Veo, por unaparte, que Cristo loa lapobreza y nos convida, con perfectísimo ejem-plo, a que la sigamos, y porotra, veo que de la mayor parte de sus ministrosninguna cosa sancta niprofana podemos alcanzar sino por dineros. Albaptismo, dineros; a laconfirmación, dineros; al matrimonio, dineros; alas sacras órdenes,dineros; para confesar, dineros; para comulgar,dineros. No os darán laestrema unción sino por dineros, no tañeráncampanas sino por dineros, noos enterrarán en la iglesia sino por dineros, nooiréis misa en tiempo deentredicho sino por dineros; de manera que pa-rece estar el paraíso cerradoa los que no tienen dineros. ¿Qué es esto, que elrico se entierra en laiglesia y el pobre en el cimenterio? ¿Quel ricoentre en la iglesia en

Page 38: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

tiempo de entredicho y al pobre den con la puer-ta en los ojos? ¿Que porlos ricos hagan oraciones públicas y por lospobres ni por pensamiento?¿Jesucristo quiso que su Iglesia fuese más par-cial a los ricos que no alos pobres? ¿Por qué nos consejó que siguiése-mos la pobreza? Pues allendedesto, el rico se casa con su prima o parienta, yel pobre no, aunque levaya la vida en ello; el rico come carne en cua-resma, y el pobre no,aunque le cueste el pescado los ojos de la cara;el rico alcanza ochocarretadas de indulgencias, y el pobre no, por-que no tiene con quépagallas, y desta manera hallaréis otras infinitascosas. Y no falta quienos diga que es menester allegar hacienda paraservir a Dios, para fundariglesias y monasterios, para hacer decir muchasmisas y muchos

Page 39: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

trentenarios, para comprar muchas hachas queardan sobre vuestrasepultura. Conséjame a mí Jesucristo que me-nosprecie y deje todas lascosas mundanas para seguirle, ¿y tú conséjasmeque las busque? Muy granmerced me haréis en decirme la causa quehallan para ello, porque así Diosme salve que yo no la conozco ni alcanzo.ARCIDIANO ¡A buen árbol os arrimáis! Aosa-das que yo nunca rompa mi cabezapensando en esas cosas de que no se me puedeseguir ningún provecho.LATANCIO Buena vida os dé Dios.ARCIDIANO Allende desto decían que, cuandoa los clérigos fueron dadas laslibertades y exenciones que agora tienen, eranpobres y gastaban lo quetenían con quien más que ellos había menester,y que agora, pues son másricos que no los legos, y muchos gastan lo quetienen con sus hijos y

Page 40: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

mancebas, que no parecía honesto ni razonableque los tristes de lospobres fuesen agraviados con huéspedes y conimposiciones, y los clérigos,en quien todos los bienes se consumían, queda-sen exentos. Decían asimismoque había tantas fiestas de guardar, que los ofi-ciales y labradoresrecebían mucho perjuicio dello, y que pues seveía claramente que la mayorparte de los hombres no se ocupaban los días defiesta en aquellas obrasen que se debrían de ocupar, sino en muy peoresejercicios que los otrosdías, que sería bien se moderase tanto númerode fiestas.LATANCIO ¿Paréceos que decían mal?ARCIDIANO ¿Y vos queréislo defender? ¿Novedes que los sanctos cuyas fiestasquitásedes se indignarían, y podría ser que nosviniese algún gran mal?LATANCIO Mas ¿vos no vedes que se ofenden

Page 41: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

esos sanctos más con los vicios ybellaquerías que se acostumbran hacer los díasde fiesta, que no en quecada uno trabaje en ganar de comer? Si todas lasfiestas se empleasen enservir a Dios, querría yo que cada día fuese fies-ta; mas, pues así no sehace, no ternía por malo que se moderasen. Siun hombre se emborracha, ojuega todo el día a los naipes o a los dados, oanda envuelto enmurmuraciones, o en mujeres o en otras seme-jantes bellaquerías, parécenosque no quebranta la fiesta; y si con estrema ne-cesidad cose un zapato paraganar de comer, luego dicen que es hereje. Yono sé qué servicios sonéstos. Pésame que los ricos tomen en aquellosdías sus pasatiempos yplaceres, y todo carga sobre los desventuradosde los oficiales ylabradores y pobres hombres.

Page 42: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Por todo eso que habéis dicho nose nos daría nada, sino por lo quenosotros perderíamos en el quitar de las fiestas.LATANCIO ¿Qué perderíades?ARCIDIANO Las ofrendas, que se hacen mu-chas más los días de fiesta que los otrosdías. Decían ansí mismo que había muchosclérigos que vivían muy mal, y nocasándose, tenían mujeres e hijos, tan bien y tanpúblicamente como loscasados, de que se seguía mucho escándalo enel pueblo, por donde seríamejor que se casasen.LATANCIO ¿Y de eso pesaros hía a vosotros?ARCIDIANO ¿Y no nos había de pesar que delibres nos hiciesen esclavos?LATANCIO Antes me parece a mí que de es-clavos os querían hacer libres. Si no,venid acá: ¿hay mayor ni más vergonzoso cau-tiverio en el mundo que el delpecado?ARCIDIANO Pienso yo que no.

Page 43: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO Pues estando vosotros en pecadocon vuestras mancebas, ¿no os pareceque muy inominiosamente sois esclavos delpecado, y que os quita dél elque procura que os caséis e viváis honestamentecon vuestras mujeres?ARCIDIANO Bien, pero ¿no vedes que pare-cería mal que los clérigos se casasen, yperderían mucha de su auctoridad?LATANCIO ¿Y no parece peor que esténamancebados y pierdan en ello mucha másauctoridad? Si yo viese que los clérigos vivíancastamente y que noadmitían ninguno a aquella degnidad hasta quehobiese, por lo menos,cincuenta años, así Dios me salve que me pare-cería muy bien que no secasasen; pero en tanta multitud de clérigos man-cebos, que toman lasórdenes más por avaricia que por amor de Dios,en quien no veis una señalde modestia cristiana, no sé si sería mejor casar-

Page 44: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

se.ARCIDIANO ¿No veis que casándose los cléri-gos, como los hijos no heredasen losbienes de sus padres, morirían de hambre y to-dos se harían ladrones, ysería menester que sus padres quitasen de susiglesias para dar a sushijos, de que se seguirían dos inconvenientes: eluno que terníamos unainfinidad de ladrones, y el otro que las iglesiasquedarían despojadas?LATANCIO Esos inconvenientes muy fácil-mente se podrían quitar si los clérigostrabajasen de imitar la pobreza de aquellos cu-yos sucesores se llaman, yestonces no habrían vergüenza de hacer apren-der a sus hijos con diligenciaoficios con que honestamente pudiesen ganar decomer, y serían muy mejorcriados y enseñados en las cosas de la fe, de quese seguiría mucho bien ala república. Y, así Dios me vala, que esto, a mi

Page 45: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

parecer, vosotros mismoslo debríades desear.ARCIDIANO ¿Desear? ¡Nunca Dios tal mande!Mirad, señor: (aquí todo puede pasar)si yo me casase, sería menester que viviese conmi mujer, mala o buena,fea o hermosa, todos los días de mi vida o de lasuya; agora, si la quetengo no me contenta esta noche, déjola mañanay tomo otra. Allende desto,si no quiero tener mujer propia, cuantas mujereshay en el mundo hermosasson mías, o, por mejor decir, en el lugar dondeestoy. Mantenéislasvosotros y gozamos nosotros dellas.LATANCIO ¿Y el ánima?ARCIDIANO Dejaos deso, que Dios es miseri-cordioso. Yo rezo mis Horas y meconfieso a Dios cuando me acuesto y cuandome levanto, no tomo a nadi losuyo, no doy a logro, no salteo camino, no matoa ninguno, ayuno todos los

Page 46: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

días que me manda la Iglesia, no se me pasa díaque no oigo misa. ¿No osparece que basta esto pasa ser cristiano? Esotrode las mujeres..., a lafin nosotros somos hombres, y Dios es miseri-cordioso.LATANCIO Decís verdad; pero en eso, a miparecer, sois mucho menos que hombres,y no sé yo si será misericordioso perdonar tan-tas bellaquerías si queréisperseverar en ellas.ARCIDIANO Dejarlas hemos cuando seamosmás viejos.LATANCIO ¡Bien está! ¡Burlaos con Dios! ¿Yqué sabéis si llegaréis a mañana?ARCIDIANO No seáis tan supersticioso; sé quealgo ha Dios de perdonar. Y veamos:¿así querríades deshacer vos las constitucionesde la Iglesia, que hainfinitos años que se guardan?LATANCIO ¿Por qué no, si conviene así a larepública cristiana?

Page 47: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Porque parecería haber la Iglesiaen tanto tiempo errado.LATANCIO Muy mal estáis en la cuenta. Mi-rad, señor: la Iglesia, conforme a untiempo, ordena algunas cosas que después enotro las deshace. ¿No leéis enlos Actos de los Apóstoles que en el Conciliohierosolimitano fue ordenadoque no se comiese sangre ni cosa ahogada?ARCIDIANO Leído lo he.LATANCIO ¿Pues por qué no lo guardáis aho-ra?ARCIDIANO Nunca había parado mientes enello.LATANCIO Pues yo os lo diré. Estonces fueaquello ordenado por satisfacer algo ala superstición de los judíos, aunque conocíanbien los Apóstoles no sernecesario, y así después se derogó esta constitu-ción como cosa superflua,y no por eso se entiende quel Concilio errase.Pues desta misma manera,

Page 48: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

¿qué inconveniente sería si lo que la Iglesia enun tiempo, por respectosy necesidades ordenó, se derogase agorahabiendo otros más urgentes, pordonde parece que con aquello se debría dispen-sar? Por cierto yo no halloninguno, sino que, como decís, no os estaríabien a vosotros.ARCIDIANO Dejémonos agora deso.LATANCIO ¿Pues no os parece a vos que fueramucho mejor remediar lo que habéisdicho que pedían los alemanes y emendar vues-tras vidas, y, pues os hacemoshonra por ministros de Dios, serlo muy de ve-ras, que no perseverar envuestra dureza y ser causa de tanto mal comopor no remediar aquello haacaecido?ARCIDIANO Si los alemanes piden justicia enesas cosas, la Iglesia lo podráremediar cuando convenga.LATANCIO Pues veis ahí: como vosotros no

Page 49: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

quesistes oír las honestasreprehensiones de Erasmo, ni menos las des-honestas injurias de Luter,busca Dios otra manera para convertiros, ypermitió que los soldados quesaquearon a Roma con don Hugo y los colone-ses hiciesen aquel insulto deque vos os quejáis, para que viendo que todosos perdían la vergüenza y elacatamiento que os solían tener, siquiera portemor de perder las vidas osconvertiésedes, pues no lo queríades hacer portemor de perder las ánimas.Pero como eso tampoco aprovechase, viendoDios que no quedaba ya otrocamino para remediar la perdición de sus hijos,ha hecho agora convosotros lo que vos decís que haríades con elmaestro de vuestros hijosque os los inficionase con sus vicios y no sequisiese emendar.ARCIDIANO Podrá ser lo que decís, pero ¿qué

Page 50: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

culpa tenían las imágines, qué culpatenían las reliquias, qué culpa tenían las digni-dades, qué culpa tenía labuena gente que así fue todo robado, saqueado ymaltractado?LATANCIO Contadme vos la cosa cómo pasó,pues os hallastes presente, y yo osdiré la causa por que, a mi juicio, Dios permitiócada cosa de las que converdad me contáredes.ARCIDIANO Mucha razón tenéis, por cierto, yeso haré yo de muy buena voluntad, yoiré lo que me dijéredes de mucha mejor. Hab-éis de saber que el ejércitodel Emperador dejó en Sena esa poca artilleríaque traía, y con la mayordiligencia y celeridad que jamás fue oída nivista, llegó a los muros deRoma a los cinco de mayo.LATANCIO Veamos, ¿por qué estonces el Papano envió a pedir algún concierto?ARCIDIANO Antes el buen Duque de Borbón

Page 51: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

envió a requerir al Papa que le enviasealguna persona con quien pudiese tractar sobresu entrada en Roma. Y comoel Papa se fiaba en la nueva liga que teníahecha, y el ejército de laliga le había prometido de venirlo a socorrer, noquiso oír ningúnconcierto. Y cuando esto supo el ejército, luegoel día siguiente por lamañana determinó de combatir la ciudad, y qui-so nuestra mala ventura que,en comenzando a combatir el Burgo, los de de-ntro mataron con un arcabuz albuen Duque de Borbón, cuya muerte ha seídocausa de mucho mal.LATANCIO Por cierto que se me rompe el co-razón en oír una muerte tan desastrada.ARCIDIANO Causáronla nuestros pecados,porque, si él viviera, no se hicieran losmales que se hicieron.LATANCIO ¡Pluguiera a Dios que vosotros nolos toviérades! ¿Y quién nunca oyó

Page 52: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

decir que los pecados de la ciudad sean causa dela muerte del que losviene a combatir?ARCIDIANO En esto se puede muy bien decir,porque el Duque de Borbón no veníapara conquistarnos, sino a defendernos de sumismo ejército; no venía asaquearnos, sino a guardar que no fuésemossaqueados. Nosotros debemos dellorar su muerte que, por él, no hay hombre queno le deba de haber antesenvidia que mancilla, porque perdió la vida conla mayor honra que nuncahombre murió, y con su muerte alcanzó lo quemuchos señalados capitanesnunca podieron alcanzar, de manera que parasiempre quedará muy estimadasu memoria. Sola una cosa me da pena: el peli-gro con que fue su ánima,muriendo descomulgado.LATANCIO ¿Por qué descomulgado?ARCIDIANO Porque con mano armada estaba

Page 53: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

en tierras de la Iglesia y queríacombatir la sancta ciudad de Roma.LATANCIO ¿No sabéis vos que dice un decretoque muchos están descomulgados delPapa que no lo están de Dios? Y también elPapa no entiende que seadescomulgado el que está en tierras de la Iglesiacon intención dedefenderlas en todo lo que se pueda escusar queno reciban daño, como estePríncipe iba.ARCIDIANO Decís la verdad, pero el primermovimiento fue voluntario.LATANCIO Para eso le distes vosotros causa, yél era obligado a defender elreino de Nápoles, pues lo había el Emperadorhecho su Lugartenientegeneral en Italia, y también él no iba a ocuparlas tierras de la Iglesia,sino a prohibir que el Papa no ocupase las delEmperador y a hacer queviniese a concordia con su Majestad.

Page 54: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Allá se avenga. Pues, tornando anuestro propósito, el ejército delEmperador estaba tan deseoso de entrar en Ro-ma, unos por robar y otros porel odio muy grande que a aquella Corte romanatenían, y otros por lo uno ypor lo otro, que los españoles y italianos, poruna parte, a escala vista,y los alemanes por otra, rompiendo con vaive-nes el muro, entraron por elBurgo, adonde, como sabéis, está la Iglesia deSanct Pedro y el sacroPalacio.LATANCIO Y aun muy buenas casas de carde-nales. De una cosa me maravillo: queteniendo los de dentro artillería y los de fueraninguna, podiesen ansíligeramente entrar.ARCIDIANO Verdaderamente fue una cosamaravillosa. ¿Quién pudiera creer que,habiendo dentro de Roma seis mil infantes,allende del pueblo romano,

Page 55: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

todos determinados de defenderse, y muy buenaprovisión de artillería,aquella gente, a espada y capa, les entrasen, sinque muriesen más deciento dellos?LATANCIO Y de los vuestros ¿cuántos murie-ron?ARCIDIANO Ya sabéis vos cómo siempre sue-len en caso semejante añadir. Quierendecir que seis mil hombres; pero, a la verdad, nopasaron de cuatro mil,que luego se retrujeron a la ciudad. Y dígoos deverdad que yo tuvieraesta entrada por muy gran milagro, si no vieradespués aquellos soldadoshacer lo que hacían. Por do me parece no serverísimile que Dios quisiesehacer tan gran milagro por ellos.LATANCIO Estáis muy engañado; sé que Diosno hizo el milagro por ellos, sino porcastigar a vosotros.ARCIDIANO Creo que decís muy gran verdad.

Page 56: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO Maravíllome que, viendo muertoal Capitán general, no desmayaron (comocomúnmente suele acaecer) y dejaron el comba-te.ARCIDIANO Sí, por cierto; en eso estaban losotros pensando. Antes su muerte lesacrecentó el esfuerzo para acometer y entrar conmayor ánimo.LATANCIO Maravillas me contáis.ARCIDIANO Así pasa. Porque este buen Du-que de Borbón era de todos tan amado, quecada uno dellos determinó de morir por vengarla muerte de su Capitán.LATANCIO Y aun eso debió de ser causa delas crueldades que se hicieron.ARCIDIANO Es cosa muy averiguada.LATANCIO ¡Oh inmenso Dios, y cómo en ca-da particularidad destas manifiestas tusmaravillas! ¡Quesiste queste buen Duque murie-se por esecutar con mayorrigor tu justicia! Pues veamos, señor: el Papa¿dónde estaba estonces?

Page 57: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO En su palacio sin ningún temor;tan seguro, que faltó muy poco que nofuese tomado. Mas como él vio el pleito malparados, retrújose al castillode Sanct Ángel con trece cardenales y otrosobispos y personas principalesque con él estaban. Y luego los enemigos entra-ron en el Palacio ysaquearon y robaron cuanto en él hallaron, e lomismo hicieron en todaslas casas de cardenales y otras gentes que vivíanen el Burgo, sinperdonar a ninguno, ni aun a la mesma Iglesiadel Príncipe de losApóstoles. En esto tovieron harto que haceraquel día, sin que quisiesenprobar a entrar en Roma, donde alzadas laspuentes del Tíber, nuestragente se había fortalecido.LATANCIO Veamos: el pueblo romano y aunvosotros todos, cuando veíades lasorejas al lobo, ¿por qué no os concertábades con

Page 58: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

el ejército delEmperador? ¿Qué teníades que hacer vosotroscon la guerra que hacía elPapa?ARCIDIANO Por cierto muy poco, pero ¿quéqueríades que hiciésemos? ¿Nunca habéisoído decir que allá van las leyes do quieren re-yes? El pobre puebloromano, viendo a la clara su destrucción, quisoenviar sus embajadores alejército del Emperador para concertarse con él yevitar el saco, peronunca el Papa se lo quiso consentir.LATANCIO Dígoos de verdad que esa fue unagrande inhumanidad. ¿Y no valiera másque aquel pobre pueblo se librara, que no quepadecieran lo que hanpadecido?ARCIDIANO Decís muy gran verdad, pero¿quién pensara que había de suceder comosucedió? Luego los capitanes del Emperadordeterminan de combatir la

Page 59: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ciudad, y esta misma noche, peleando con losnuestros, la entraron; y elsaco turó más de ocho días, en que no se tuvorespecto a ninguna nación nicalidad ni género de hombres.LATANCIO ¡Válame Dios! Y los capitanes,¿no podían remediar tanto mal?ARCIDIANO Ya hacían todo cuanto podían yno les aprovechaba nada, estando lagente encarnizada en robar como estaba. ¡Vié-rades venir por aquellascalles las manadas de soldados dando voces!Unos llevaban la pobre gentepresa; otros ropa, oro, plata. Pues los alaridos,gemidos y gritos de lasmujeres y niños eran tan grande lástima de oír,que aun ahora me tiemblanlas carnes en decirlo.LATANCIO Y aun, por cierto, a mí en oírlocontar.ARCIDIANO ¡Pues es verdad que tenían res-pecto a los obispos o a los cardenales!

Page 60: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Por cierto, no más que si fueran soldados comoellos. Pues ¿iglesias ymonesterios? Todo lo llevaban a hecho, quenunca se vio mayor crueldad nimenos acatamiento ni temor de Dios.LATANCIO Eso debían hacer los alemanes.ARCIDIANO A la fe, nuestros españoles no sequedaban atrás, que también hacían suparte. ¿Pues los italianos? ¡Pajas! Ellos eran losque primero ponían lamano.LATANCIO Y vosotros, ¿qué hacíades eston-ces?ARCIDIANO Cortábamos las uñas muy denuestro espacio.LATANCIO Mas de verdad.ARCIDIANO ¿Qué queríades que hiciésemos?Unos se metían entre los soldados, otroshuían, otros se rescataban, y todos andábamoscual la mala ventura.LATANCIO Después de rescatados, ¿dejabanos vivir en paz?

Page 61: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO No les dé Dios más salud. Entanto peligro estábamos como de antes,hasta que ya no nos quedaba cosa ninguna quenos pudiesen saquear.LATANCIO Estonces ¿de qué comíades?ARCIDIANO Nunca faltaba la misericordia deDios. Si no podíamos comer perdices,comíamos gallinas.LATANCIO ¿Y los viernes?ARCIDIANO ¿A qué llamáis viernes? ¿Vospensáis que los soldados hacen diferenciadel viernes al domingo? ¡Maldita aquélla! Que,a deciros la verdad, meparece una cosa muy recia que se tenga ya tanpoco respecto a losmandamientos de la Iglesia.LATANCIO No lo tenéis vosotros a los man-damientos de Dios ¿y maravilláisos quelos soldados no lo tengan a los preceptos de laIglesia? Veamos: ¿cuáltenéis por mayor pecado, una simple fornica-ción o comer carne el Viernes

Page 62: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Sancto?ARCIDIANO ¡Gentil pregunta es ésa! Lo unoes cosa de hombres, y lo otro sería unagrandísima abominación. ¡Comer carne el Vier-nes Sancto! ¡Jesús! No digáistal cosa.LATANCIO ¡Válame Dios, y cómo tenéis her-moso juicio! ¿Y vos no vedes que osvaldría más comer carne el Viernes Sancto yotro cualquier día de ayunoque cometer una simple fornicación?ARCIDIANO ¿Por qué?LATANCIO Porque sería más saludable alcuerpo y menos dañoso al alma.ARCIDIANO ¿Cómo?LATANCIO ¿No es cosa muy clara que la car-ne es más provechosa quel pescado?ARCIDIANO Sí.LATANCIO Luego más saludable al cuerposería comer carne que pescado. Puescuanto al ánima, ¿no ofende más a Dios el quepeca contra sus mandamientos

Page 63: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

propios quel que peca contra los de la Iglesia?ARCIDIANO Claro está.LATANCIO Luego más se ofende Dios con lafornicación, que es prohibida juredivino, que en el comer de la carne, que esconstitución humana.ARCIDIANO Confesaros he que tenéis razón,con una condición: que me digáis lacausa por que no os parece más grave pecarcontras las constitucioneshumanas que contra la ley divina.LATANCIO No nos enredemos más en eso, quetiempo habrá para todo. Agoraprosigamos adelante nuestro propósito.ARCIDIANO Sea así. Dejemos eso para otravez, y decíme agora: ¿qué razón habíaque pagasen justos por pecadores? Verisímil esque en Roma había muchasbuenas personas que, ni en los vicios della ni enla guerra, tenían culpay padecieron juntamente con los malos.LATANCIO Los malos recebieron la pena de

Page 64: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

sus maldades, y los buenos, trabajos eneste mundo para alcanzar más gloria en el otro.ARCIDIANO A lo menos fuera razón que a losespañoles y alemanes y gentes de otrasnaciones, vasallos y servidores del Emperador,se toviera algún respecto;que, sacando la iglesia de Santiago d'españolesy la casa de maestro Pedrode Salamanca, embajador de don Fernando, reyde Hungría, y don Antonio deSalamanca Hoyos, obispo gurcense, no quedócasa, ni iglesia, ni hombre detodos cuantos estábamos en Roma, que no fuesesaqueado y rescatado. Hastael secretario Pérez, que estaba y residía en Ro-ma por parte del Emperador.LATANCIO En sólo eso debiérades de conocerque fue manifiesto juicio de Dios, yno obra humana, y que no se hizo por mandatoni voluntad del Emperador,pues ni aun a los suyos se tuvo respecto.ARCIDIANO Decís verdad; mas ¿no es muy

Page 65: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

recia cosa que cristianos vendan yrescaten cristianos, como aquellos soldadoshacían?LATANCIO Recia, por cierto, pero tan comúnes entre gente de guerra, que no osdebríades de maravillar que allí se hiciese, don-de no solamente se solíanvender y rescatar hombres, más aún ánimas.ARCIDIANO ¿Ánimas? ¿En qué manera?LATANCIO Yo os lo diré, pero a la oreja.ARCIDIANO No hay aquí ninguno.LATANCIO No me curo. Llegaos acá...ARCIDIANO Ya os entiendo.LATANCIO Pues ¿no os parece que tengorazón?ARCIDIANO Sí, por cierto, y muy grande; yagora conosco haber Dios permitido estopara que nosotros vengamos en conocimientode nuestro error. Más oscontaré. Los cardenales que estaban en Roma yno se pudieron encerrar conel Papa en el castillo fueron presos y rescatados,

Page 66: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

y sus personas muy maltractadas, y traídos por las calles de Roma a pie,descabellados, entreaquellos alemanes, que era la mayor lástima delmundo verlos,especialmente cuando hombre se acordaba de lapompa con que iban a Palacioy de los ministriles que les tañían cuando pasa-ban por el castillo.LATANCIO Por cierto, recia cosa era ésa; perohabéis de considerar que ellos selo buscaron, porque consentían que el Papahiciese guerra al Emperador, ydespués de hecha la tregua con don Hugo, sofr-ían que en nombre del Colegiose rompiese y se hiciesen las mayores abomina-ciones que jamás fueronoídas. ¿Y cómo? ¿Pensábades que Dios no oshabía de castigar?ARCIDIANO ¿Qué podían ellos hacer si el Pa-pa lo quería así?LATANCIO Cuando hobieran hecho todas sus

Page 67: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

diligencias por estorbarlo, si no lesaprovechara, saliéranse de Roma y no quisieranser participantes en tantasmaldades. Sé que las puertas abiertas estaban.¿No sabéis que agentes etconsentientes pari poena puniuntur? Y también,si por otra parte suspecados lo merecían o no, pregúntenlo a maes-tre Pasquino.ARCIDIANO No he menester preguntarlo, quequizá sé yo más que no él.LATANCIO Pues si lo sabéis, no os maravilléisde lo que vistes, sino de lo queDios quiso, por su bondad infinita, disimular.ARCIDIANO ¿Qué decís de las irrisiones queallí se hacían? Un alemán se vestíacomo cardenal y andaba cabalgando por Romade pontifical, con un cuero devino en el arzón de la silla; y un español, de lamesma manera, con unacortesana en las ancas. ¿Podía ser en el mundomayor irrisión?

Page 68: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO Veamos, ¿y no es mayor irrisiónde la dignidad que el cardenal tome elcapelo y haga obras peores que de soldado, queno que un soldado tome elcapelo queriendo contrahacer a un cardenal? Louno y lo otro es malo, perono me neguéis vos que lo primero no sea peor yaun más perjudicial a laSede Apostólica.ARCIDIANO Es verdad; mas, a la fin, los car-denales son hombres y no pueden dejarde hacer como hombres; eso otro es perder laobediencia y reverencia aquien se debe, sin la cual ninguna república sepuede sostener.LATANCIO Ya nos contentaríamos con que loscardenales fuesen hombres y algunasveces no se mostrasen menos que hombres. Laobediencia puesta en malosfundamientos no puede durar. Mas, decíme: losApóstoles ¿no eran hombres?ARCIDIANO Sí, pero a ellos manteníalos el

Page 69: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Espíritu Sancto.LATANCIO Y veamos, ¿el Espíritu Sancto deagora no es el que era estonces?ARCIDIANO Sí.LATANCIO Pues si ellos quisiesen pedirlo,¿negárseles hía?ARCIDIANO No.LATANCIO Pues ¿por qué no lo piden?ARCIDIANO Porque no lo han en gana.LATANCIO Pues desa manera suya es la culpa,y de aquí adelante conocerán cuángrande abominación es que, seyendo ellos co-lumnas de la Iglesia, haganobras peores que de soldados, pues les parecíamuy abominable cosa que lossoldados se vistiesen en hábito de cardenales.¿Cómo no me decís nada delos obispos?ARCIDIANO ¿Qué queréis que os diga?Tractábanlos como a los otros. Deciros he loque vi: que entre otros muchos hombres honra-dos que sacaban a vender a la

Page 70: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

plaza, llevaban los alemanes un obispo de sunación que no estaba en dosdedos de ser cardenal.LATANCIO ¿Qué? ¿A vender?ARCIDIANO ¡Qué maravilla! Y aun con ramoen la frente, como allá traen a venderlas bestias; y, cuando no hallaban quién se loscomprase, los jugaban alos dados. ¿Qué os parece desto?LATANCIO Mal, pero ya os digo que no sehizo sin misterio. Decidme: ¿cuál tenéisen más una ánima o un cuerpo?ARCIDIANO Una ánima, sin comparación.LATANCIO Pues ¿cuántas ánimas habréis vo-sotros vendido en este mundo?ARCIDIANO ¿Cómo es posible vender áni-mas?LATANCIO ¿No habéis leído el Apocalipsi,que cuenta las ánimas entre las otrasmercaderías? El que vende el obispado, el quevende el beneficio curado,aquel tal, ¿no vende las ánimas de sus súbditos?

Page 71: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Decís muy gran verdad. Cierto,nunca me parecieron bien aquellas cosas,ni aquel dar beneficios a pensión, con condiciónque me rescatase a tantopor ciento, que es querer engañar a Dios.LATANCIO A la fe, querer engañar a sí. Puesdesta manera, ¿cuántas ánimashabréis vos visto jugar a los dados?ARCIDIANO Infinitas.LATANCIO Pues veis aquí, de hoy más vendr-éis en conocimiento de vuestro error, yno os maravillaréis que aquellos soldados, queviven de robar, vendiesenlos oficiales, pues vendíades los beneficios; nilos obispos, puesvendíades los obispados. Y es tanto más gravelo uno que lo otro, cuantoes más digna una ánima que un cuerpo. Antesles debéis de agradecer, puesno vendieron ningún cardenal.ARCIDIANO ¿No bastaba que los rescataban, ycompusieron sus casas y todas cuantas

Page 72: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

había en Roma, que ninguna quedó libre?LATANCIO Vos no queréis acordaros de lasbolsas que habéis descompuesto convuestras composiciones. Pues no os maravilléisque descompongan agora lasvuestras. ¿No habéis leído en el Apocalipsi:Reddite illi sicut et ipsareddidit vobis, et duplicate duplitia secundunopera eius: in poculo quomiscuit vobis miscete illi duplum. Quantumglorificavit se indeliciis fuit, tantun date illi tormentum et luc-tum quia fortis estDeus qui iudicabit illam. ¿Qué os parece? A lafe, juicios son éstos deDios.ARCIDIANO Las carnes me tiemblan en oíros.Pero decíme: ¿para qué o de qué sirvela perdición de tanto dinero? Que afirman mon-tar el saco de Roma, conrescates y composiciones, más de quince millo-nes de ducados.

Page 73: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO ¿A eso llamáis vos perdición? A lafe, dígole yo ganancia.ARCIDIANO ¿Cómo ganancia?LATANCIO Porque ha muchos años que todoel dinero de la cristiandad se iba yconsumía en Roma, y agora tórnase a derramar.ARCIDIANO ¿De qué manera?LATANCIO El dinero que había de pleitos, derevueltas, de trampas, debeneficios, de pensiones, de espolios, de anatas,de espediciones, debulas, de indulgencias, de confesionarios, decomposiciones, dedispensaciones, de escomuniones, de anatemati-zaciones, de fulminaciones,de agravaciones, de reagravaciones y aun decanonizaciones y de otrassemejantes exacciones, hanlo agora tomado lossoldados, como labradores,para sembrarlo por toda la tierra.ARCIDIANO ¡Y qué negros labradores! Vea-mos, ¿de qué servía destruir aquella

Page 74: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ciudad, de tal manera que no tornará a ser Romade aquí a quinientos años?LATANCIO ¡Ya pluguiese a Dios!...ARCIDIANO ¿Qué?LATANCIO ¡Que Roma no tornase a tomar losvicios que tenía, ni en ella reinasemás tan poca caridad y amor y temor de Dios!ARCIDIANO Pues el sacro Palacio, aquellascámaras y salas pintadas, ¿quémerecían? Que era la mayor lástima del mundoverlas hechas estalas decaballos, y aun al fin todo quemado.LATANCIO Por cierto, sí. Mucha razón fueraque, padeciendo toda la ciudad, sesalvase aquella parte donde todo el mal se con-sejaba.ARCIDIANO Pues la Iglesia del Príncipe de losApóstoles, y todos los otrostemplos y iglesias y monesterios de Roma,¿quién os podría contar cómofueron tractados y saqueados? Que ni quedó enellos oro, ni quedó plata,

Page 75: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ni quedó otra cosa de valor que todo no fuesepor aquellos soldados robadoy destruido. ¿Y es posible que quiera Dios quesus propias iglesias seanansí tractadas y saqueadas, y que las cosas a suservicio dedicadas seanansí robadas?LATANCIO Mirad, señor, esa es una cosa tanfea y tan mala que a ninguno puedeparecer sino mal; pero, si bien miráis en ello,hay en estas cosas a Diosdedicadas tanta superstición, y recibe la gentetanto engaño, que no memaravillo que Dios permita eso y mucho más,porque en estas cosas hayaalguna moderación. Piensa el mercader, despuésque mal o bien ha allegadouna infinidad de dineros, que todos cuantos ma-les ha hecho, y aun hará, leserán perdonados si edificase una iglesia o unmonesterio, o si diere unalámpara, o un cáliz o alguna otra cosa semejante

Page 76: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

a alguna iglesia omonesterio, y no solamente en esto se engaña,pareciéndole que hace por suservicio lo que las más veces se hace por unfausto o por una vana gloriamundana, como manifiestan las armas que cadauno pone en lo que da o en loque edifica; mas, fiándose en esto, le parece queno ha más menester paravivir como cristiano, y seyendo éste un grandí-simo error, no tienenvergüenza de admitirlo los que dello hacen suprovecho, no mirando lainjuria que en ello se hace a la religión cristiana.ARCIDIANO ¿Cómo injuria?LATANCIO ¿No os parece injuria, y muygrande, que lo que muchos gentiles, consola la lumbre natural, alcanzaron de Dios, loignoremos agora loscristianos, enseñados por ese mismo Dios? Al-canzaron aquellos que no eraverdadero servicio de Dios ofrecerle cosa que se

Page 77: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

pudiese corromper;alcanzaron que a una cosa incorpórea, como esDios, no se había de ofrecercosa que toviese cuerpo por principal oferta, nipor cosa a él muchograta; dijeron que no sabía qué cosa era Dios elque pensaba que Dios sedeleitaba de poseer lo que los buenos y sabiosse precian de tener enpoco, como son las joyas y riquezas, y agora loscristianos somos tanciegos, que pensamos que nuestro Dios se sirvemucho con cosas corpóreas ycorruptibles.ARCIDIANO Luego desa manera ¿queréis de-cir que no se hace servicio a Dios enedificar iglesias, ni en ofrecer cálices y otrascosas semejantes?LATANCIO No digo eso, antes digo que esbueno si se hace con buena intención, sise hace por la gloria de Dios y no por la nuestra;pero digo que no es eso

Page 78: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

lo principal; digo que más verdadero serviciohace a Dios el que le atavíasu ánima con las virtudes que él mandó, paraque venga a morar en ella,que no el que edifica una iglesia, aunque sea deoro y tan grande como lade Toledo, en que more Dios, teniéndole convicios desterrado de su ánima,aunque su intención fuese la mejor del mundo.Y digo que es muy grandeerror pensar que se huelga Dios en que le ofrez-ca yo oro o plata si lohago por ser alabado o por otra vana intención.Digo que se sirve más Diosen que aquello que damos a sus iglesias, queson templos muertos, lo demosa los pobres para remediar sus necesidades,pues nos consta que sontemplos vivos de Dios.ARCIDIANO Desa manera ni habría iglesias niornamentos para servir a Dios.LATANCIO ¿Cómo que no habría iglesias?

Page 79: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Antes pienso yo que habría muchas más,pues habiendo muchos buenos cristianos, don-dequiera que dos o tresestoviesen ayuntados en su nombre, sería unaiglesia. Y allende desto,aunque los ruines no edificasen iglesias ni mo-nesterios, ¿pensáis quefaltarían buenos que lo hiciesen? Y veamos:este mundo, ¿qué es sino unamuy hermosa iglesia donde mora Dios? ¿Qué esel sol, sino una hachaencendida que alumbra a los ministros de laIglesia? ¿Qué es la luna, quéson las estrellas, sino candelas que arden en estaiglesia de Dios?¿Queréis otra iglesia? Vos mismo. ¿No dice elApóstol: Templum Deisanctum est, quod estis vos? ¿Queréis candelaspara que alumbren estaiglesia? Tenéis el espíritu, tenéis el entendi-miento, tenéis la razón. ¿Noos parece que son éstas gentiles candelas?

Page 80: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Sí, pero eso nadi lo ve.LATANCIO Y vos, ¿habéis visto a Dios? Mi-rad, hermano, pues Dios es invisible,con cosas invisibles se quiere principalmentehonrar. No se paga mucho nise contenta Dios con oro ni plata, ni tiene nece-sidad de cosas semejantes,pues es Señor de todo. No quiere sino corazo-nes. ¿Queréislo ver? Pues Dioses todopoderoso, si quisiese, ¿no podría haceren un momento cient miltemplos más suntuosos y más ricos quel templode Salomón?ARCIDIANO Claro está.LATANCIO Luego ¿qué servicio le haréis vosen darle lo que él tiene, noqueriéndole dar lo quél os pide? Veamos: si élse deleita con templos, sise deleita con oro, si se deleita con plata, ¿porqué no la toma toda parasí, pues es todo suyo?ARCIDIANO Quizá porque quiere que nosotros

Page 81: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

de nuestra voluntad se lo demos porquetengamos causa de merecer.LATANCIO ¿Cómo queréis vos merecer condar a Dios lo que él menosprecia, si nole queréis dar lo que él os demanda?ARCIDIANO Luego ¿no querríades vos quehobiese estas iglesias que hay ni quetoviesen ornamentos?LATANCIO ¿Cómo no? Antes digo que sonnecesarios; pero no querría que se hiciesepor vana gloria; no querría que por honrar unaiglesia de piedra dejemosde honrar la iglesia de Dios, que es nuestra áni-ma; no querría que porcomponer un altar dejásemos de socorrer unpobre, y que por componerretablos o imágines muertas dejemos desnudoslos pobres, que son imáginesvivas de Jesucristo. No querría que hiciésemostanto fundamento donde nolo debríamos de hacer; no querría que diésemosa entender que se sirve

Page 82: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Nuestro Señor Dios y se huelga en poseer lo quecualquiera sabio se preciade menospreciar. Decíme: ¿por qué menospre-ció Jesucristo todas lasriquezas y bienes mundanos?ARCIDIANO Porque nosotros no las toviése-mos en nada.LATANCIO ¿Pues por qué queremos darle co-mo cosa a él muy preciosa y grata lo quesabemos que él menospreció y quiso que noso-tros menospreciásemos, noteniendo cuidado de ofrecerle nuestras ánimasmuy puras y limpias de todovicio y pecado, siendo ésta la más preciosa yagradable cosa de cuantas lepodemos ofrecer?ARCIDIANO No sé quién os enseñó a vos tan-tos argumentos, seyendo tan mozo.LATANCIO Pues mirad, señor: ha permitidoagora Dios que roben sus iglesias pormostrarnos que no tiene en nada todo lo que sepuede robar ni todo lo que

Page 83: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

se puede corromper, para que de aquí adelantele hagamos templos vivosprimero que muertos, y le ofrezcamos corazonesy voluntades primero queoro y plata, y le sirvamos con lo que él nosmanda primero que con cosassemejantes.ARCIDIANO Vos me decís cosas que yo nuncaoí. Pues que así es, decíme: ¿cómo ycon qué le habemos de servir?LATANCIO Esa es otra materia aparte, de quehablaremos otro tiempo más denuestro espacio. Agora proseguid adelante.ARCIDIANO Como mandáredes. ¿Qué mediréis, que los templos donde suele Dios serservido y alabado se tornasen establos de caba-llos? ¡Qué cosa era de veraquella iglesia de Sant Pedro de la una parte yde la otra toda llena decaballos! Aún en pensarlo se me rompe el co-razón.LATANCIO Por cierto que eso a ningún bueno

Page 84: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

parecerá bien; pero muchas vecesvemos que la necesidad hace cosas que por laley son prohibidas, y que entiempo de guerra esas y otras muy peores cosasse suelen hacer, de lascuales ternán culpa los que son causa de la gue-rra.ARCIDIANO ¡Gentil disculpa es ésa!LATANCIO ¿Por qué no? Y también, veamos:el que trae otra suciedad mayor queaquélla en lugar más sancto que aquél ¿no hacemayor abominación?ARCIDIANO Claro está.LATANCIO Pues decíme: si vos habéis leído laSagrada Escritura, ¿en ella, nohabéis hallado que Dios no mora en temploshechos por manos de hombres, yque cada hombre es templo donde mora Dios?ARCIDIANO Algunas veces.LATANCIO Pues ¿cuál será mayor maldad yabominación: hacer establo destostemplos de piedra, donde dice el Apóstol que no

Page 85: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

mora Dios, o hacerlo denuestras ánimas, que son verdaderos templos deDios?ARCIDIANO Claro está que de las ánimas;pero eso, ¿cómo se podrá hacer?LATANCIO ¿Cómo? ¿A qué llamáis establo?ARCIDIANO A un lugar donde se aposentanlas bestias.LATANCIO ¿A qué llamáis bestias?ARCIDIANO A los animales brutos y sinrazón.LATANCIO Y a los vicios, ¿no los llamaríadesbrutos y sin razón?ARCIDIANO Sin duda, y aun muy peores quebestias.LATANCIO Luego desa manera, mayor abo-minación será traer en el ánima, que esverdadero templo donde mora Dios, los peca-dos, que son peores que bestias,que no los caballos en una iglesia de piedra.ARCIDIANO A mí así me parece.LATANCIO Pues ahí conoceréis cuán ciego

Page 86: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

teníades en Roma el entendimiento, quetopando cada hora por las calles hombres quemanifiestamente tenían lasánimas hechas establos de vicios, no lo teníadesen nada, y porque vistesen tiempo de necesidad aposentar los caballosen la iglesia de SanctPedro, paréceos que es grande abominación yrómpeseos el corazón enpensarlo, y no se os rompía cuando veíades enRoma tanta multitud deánimas llenas de tan feos y abominables peca-dos, y a Dios, que las hizo yredimió, desterrado dellas. ¡Por cierto, gentilreligión es la vuestra!ARCIDIANO Tenéis razón. Pero mirad que loque dijo Sanct Pablo que Dios no moraen templos hechos por manos de hombres seentiende en aquel tiempo que éllo decía, que sé que agora el Santísimo Sacra-mento en los templos mora.LATANCIO Decís verdad. Mas veamos: ¿vos

Page 87: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

no me habéis confesado que los viciosson peores que bestias?ARCIDIANO Y aun agora lo digo.LATANCIO Pues quien trae una manada devicios a la iglesia, que son peores quebestias, ¿no es peor que el que trajese una ma-nada de caballos?ARCIDIANO A mi parecer sí, pero esas bestiasson invisibles.LATANCIO ¿Cómo? ¿Queréis decir que Diosno ve los vicios de los hombres?ARCIDIANO Dios bien los ve, mas los hom-bres no los ven, y los caballos todos losveíamos.LATANCIO Desa manera queréis decir quemenor abominación es ofender a Dios que alos hombres, pues queréis escusar la ofensa quese hace a Dios en parecerante él cargado de maldades, porque no lo venlos hombres. ¿Agraváis elaposentar los caballos en la iglesia en tiempo denecesidad porque son

Page 88: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

visibles a los hombres? Mirad, señor, no seofende Dios con los malosolores de que se ofenden los hombres. El ánimaen quien los vicios estánarraigados, ésta es la que ofende a Dios, y poreso quiere él que esté muylimpia de vicios y de pecados, y muchas vecesnos lo tiene así mandado.Pero vosotros tomáislo todo al revés; tenéis mu-cho cuidado en tener muylimpios estos templos materiales, y el verdaderotemplo de Dios, que es lavuestra ánima, tenéisla tan llena de vicios yabominables pecados, que nive a Dios ni sabe qué cosa es.ARCIDIANO Así Dios me salve que tenéis lamayor razón del mundo. Pero si viéradesaquellos soldados cómo llevaban por las calleslas pobres monjas, sacadasde los monesterios, y otras doncellas, sacadas decasa de sus padres,hobiérades la mayor compasión del mundo.

Page 89: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO Eso es tan común cosa entre sol-dados y gente de guerra, que seyendo ami parecer muy más grave que todas esas otrasjuntas, no hacemos ya casodello, como si no fuese peor violar una donce-lla, que es templo vivo dondemora Jesucristo, que no una iglesia de piedra omadera. Pero la culpadesto no tanto se debe de echar a los soldadoscuanto a vosotros, quecomenzastes y levantastes la guerra y fuistescausa que ellos hiciesen loque han hecho. Verdaderamente, aunque ningúnotro mal causase la guerra,por sólo esto la debíamos de dejar.ARCIDIANO Los registros de la Cámaraapostólica, de bulas y suplicaciones, y losde los notarios y procesos quedan destruidos yquemados.LATANCIO Eso pienso yo que permitió Diospara que con ellos quemásemos todos lospleitos, porque es la mayor vergüenza del mun-

Page 90: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

do que se traigan pleitossobre beneficios eclesiásticos. Veamos: pues losbeneficios se hicieronpara los clérigos, y el primer carácter que elánima del clérigo ha detener es caridad, ¿cómo la terná andando enpleito con su prójimo?ARCIDIANO ¿Por qué no?LATANCIO Porque si la caridad toviese algunode los pleiteantes, querría másperder el beneficio que estar en discordia con suprójimo.ARCIDIANO Eso sería perfición.LATANCIO Y aun ansí debrían de ser perfectostodos los clérigos.ARCIDIANO No alcanzan todos esa perfec-ción. Y también, ¿de qué comerían tantosauditores, abogados, procuradores, copistas, sino hobiese pleitos?LATANCIO Sean sastres, aguaderos o melco-cheros y no nos quiten la caridadcristiana.

Page 91: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO También es gentil caridad esavuestra, que personas tan honradas tomentan viles oficios. Pero veamos, ¿qué querríadeshacer de los pleitos queestán comenzados?LATANCIO Que se diese el beneficio al másidóneo de los pleiteantes, o que sequitase a entrambos y lo diesen a otro que mejorlo mereciese.ARCIDIANO Desa manera no habría justicia.LATANCIO Antes mucha más, porque se em-plearían los beneficios en tales personasque hiciesen aquello para que fueron ordenados.ARCIDIANO ¿Y agora no se hace?LATANCIO No por cierto, porque los bienes delos beneficios son de los pobres, yvosotros, trayendo pleitos sobre ellos, gastáislosentre abogados yprocuradores, y entre tanto los pobres muerende hambre.ARCIDIANO Muchos hay que no los gastan eneso, y aun muchos que los gastan en

Page 92: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

cosas muy peores, como vos mismo podéis serbuen testigo. Y ¿quiénqueríades que determinase de la suficiencia en-tre los clérigos para darleso quitarles los beneficios?LATANCIO Cada obispo en su obispado, por-que conocerían mejor las personas.ARCIDIANO Sí, pero hay muchos obispos queno tienen tantas letras ni juicio parasabello hacer.LATANCIO Y aun -¡mal pecado!-, aunque losupiesen, no se querrían entremeter enello, pero diputarían personas que lo hiciesen.ARCIDIANO ¿Queréis que os diga? A la fin,todo andaría por favor.LATANCIO No lo creáis, que hay muchosobispos sabios y de buena consciencia, ylos otros tomarían ejemplo en éstos, y a la ver-dad, éste me parece agorael mejor remedio hasta que haya otra más enterareformación de la Iglesia.ARCIDIANO Y de los pleitos que había sobre

Page 93: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

cosas de seglares, ¿qué queríadeshacer?LATANCIO Si fuese príncipe, o partiría la dife-rencia o lo daría todo al máshombre de bien.ARCIDIANO ¿No veis que pervertíades la jus-ticia?LATANCIO ¿Queréis que os diga? Todas lascosas creó Dios para el servicio delhombre y da la administración dellas más a unoque a otro, para que lasrepartan con los que no tienen, y es justicia quelas tenga el que mejorlas sabe administrar. Lo demás, a mi ver, esmanifiesta injusticia.ARCIDIANO Vos querríades, según eso, hacerun mundo de nuevo.LATANCIO Querría dejar en él lo bueno y qui-tar dél todo lo malo.ARCIDIANO Tal sea mi vida. Pero no podréissalir con tan grande empresa.LATANCIO Vívame a mí el Emperador don

Page 94: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Carlos y veréis vos si saldré con ello.ARCIDIANO Esperad, que aún no lo habéisoído todo. Desde quel ejército delEmperador entró en Roma hasta que yo me salí,que fue a XII de junio, nose dijo misa en Roma, ni en todo aquel tiempooímos sonar campana ni aunreloj.LATANCIO Los ruines poco iba en que oyesenmisa, pues la oyen sin devoción,atención ni reverencia, y los buenos harán conel espíritu lo que nopodrán hacer con el cuerpo. Pero veamos, ¿porqué los clérigos e frailesno decían misa?ARCIDIANO ¡Por Dios, que ésa es una gentilpregunta! ¿No os dije al principio queno había clérigo ni fraile que osase andar porRoma sino en este hábito desoldado como yo vengo?LATANCIO ¿Por qué?ARCIDIANO Porque cuando los alemanes ve-

Page 95: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ían un clérigo o fraile por las calles,luego andaban dando voces: ¡Papa, papa! ¡am-mazza, ammazza!LATANCIO ¡Oh, válame Dios! Yo me acuerdo,cuando estaba en Roma, que traían porallí muchas profecías que decían desta persecu-ción de los clérigos, y quehabía de ser en tiempo deste Emperador.ARCIDIANO Así es la verdad; mil veces lasleíamos allí por nuestro pasatiempo.LATANCIO Pues ¿por qué no os emendába-des?ARCIDIANO ¿Quién creyera que aquello habíade ser verdad?LATANCIO Cualquiera que considerara bienlas cosas de Roma.ARCIDIANO Ni más ni menos. Pues allendedesto había tan gran hedor en lasiglesias que no había quién pudiese entrar enellas.LATANCIO ¿De qué?ARCIDIANO Habían los soldados abierto mu-

Page 96: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

chas sepulturas pensando hallar tesoroescondido en ellas, y como se quedaban descu-biertas, hedían los cuerposmuertos.LATANCIO No era mucho que sufriéradesaquel perfume en pago de los dineros quelleváis por enterrarlos.ARCIDIANO ¿Burláisos?LATANCIO No, por mi vida, sino que os digola verdad. Que, pues los clérigos notienen vergüenza de llevar tributo de los muer-tos, cosa que aun entre losgentiles era turpísima, tampoco habían de tenerasco de entrar en lasiglesias a rogar a Dios por ellos.ARCIDIANO Bien pensáis vos haber acabado;pues, como dicen, aún os queda lo peorpor desollar, porque he querido guardar lo másgrave para la postre.LATANCIO Ea, decid.ARCIDIANO No dejaron reliquias que no sa-quearon para tomar con sus sacrílegas

Page 97: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

manos la plata y el oro con que estaban cubier-tas, que era la mayorabominación del mundo ver aquellos desuella-caras entrar en lugares dondelos obispos, los cardenales, los sumos pontíficesapenas osaban entrar, ysacar aquellas cabezas y brazos de apóstoles yde sanctos bienaventurados.Agora yo no sé qué fructo pueda venir a la cris-tiandad de una tanabominable osadía y desacatamiento.LATANCIO Recia cosa es ésa; mas decidme:después de tomada la plata y oro, ¿quéhacían de los huesos?ARCIDIANO Los alemanes algunos echaban enlos cimiterios o en campo sancto; otrostraían a casa del Príncipe de Orange y de otroscapitanes; y losespañoles, como gente más religiosa, todos lostraían a casa de Joan deUrbina.LATANCIO ¿Así despojados?

Page 98: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO ¡Mira qué duda! Yo mismo viuna espuerta dellos en casa del mismo Joande Urbina.LATANCIO Veamos ¿y eso tenéis vos por lomás grave?ARCIDIANO Claro está.LATANCIO Venid acá, ¿no vale más un cuerpovivo que ciento muertos?ARCIDIANO Sí.LATANCIO Luego muy más grave fue la muer-te de los cuatro mil hombres que decísque no el saco de las reliquias.ARCIDIANO ¿Por qué?LATANCIO Porque las reliquias son cuerposmuertos, y los hombres eran vivos, yme habéis confesado que vale más uno queciento.ARCIDIANO Verdad decís, pero aquelloscuerpos eran sanctos, y estos otros no.LATANCIO Tanto peor; que las ánimas de lossanctos no sienten el mal tratamientoque se hace a sus cuerpos, porque están ya bea-

Page 99: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

tificados, y estotras sí,porque muriendo en pecado se van al infierno, ymuere juntamente el ánimay el cuerpo.ARCIDIANO Así es, pero también es recia cosaque veamos en nuestros días unaosadía y desacato tan grande.LATANCIO Decís muy gran verdad; mas miradque no sin causa Dios ha permitidoesto, por los engaños que se hacen con estasreliquias por sacar dinero delos simples, porque hallaréis muchas reliquiasque os las mostrarán en doso tres lugares. Si vais a Dura, en Alemaña, osmostrarán la cabeza deSanta Ana, madre de Nuestra Señora, y lo mis-mo os mostrarán en León deFrancia. Claro está que lo uno o lo otro es men-tira, si no quieren decirque Nuestra Señora tuvo dos madres o SantaAna dos cabezas. Y seyendomentira, ¿no es gran mal que quieran engañar la

Page 100: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

gente y tener enveneración un cuerpo muerto que quizá es dealgún ahorcado? veamos: ¿cuálterníades por mayor inconveniente: que no sehallase el cuerpo de SantaAna o que por él os hiciesen venerar el cuerpode alguna mujer de por ahí?ARCIDIANO Más querría que ni aquél ni otroninguno pareciese, que no que mehiciesen adorar un pecador en lugar de un santo.LATANCIO ¿No querríades más quel cuerpode Santa Ana que, como dicen, está enDura y en León, enterrasen en una sepultura, ynunca se mostrasen, que noque con el uno dellos engañasen tanta gente?ARCIDIANO Sí, por cierto.LATANCIO Pues desta manera hallaréis infini-tas reliquias por el mundo y seperdería muy poco en que no las hobiese. Plu-guiese a Dios que en ello sepusiese remedio. El prepucio de Nuestro Señoryo lo he visto en Roma y en

Page 101: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Burgos, y también en Nuestra Señora de Anver-sia; y la cabeza de Sanct JoanBaptista, en Roma y en Amians de Francia.Pues apóstoles, si losquisiésemos contar, aunque no fueron sino docey el uno no se halla y elotro está en las Indias, más hallaremos de veintey cuatro en diversoslugares del mundo. Los clavos de la cruz escribeEusebio que fueron tres,y el uno echó Santa Helena, madre del Empera-dor Constantino, en el marAdriático para amansar la tempestad, y el otrohizo fundir en almete parasu hijo, y del otro hizo un freno para su caballo;y agora hay uno enRoma, otro en Milán y otro en Colonia, y otroen París, y otro en León yotros infinitos. Pues de palo de la cruz dígoos deverdad que si todo loque dicen que hay della en la cristiandad se jun-tase, bastaría para cargar

Page 102: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

una carreta. Dientes que mudaba Nuestro Señorcuando era niño pasan dequinientos los que hoy se muestran solamenteen Francia. Pues leche deNuestra Señora, cabellos de la Madalena, mue-las de Sant Cristóbal, notienen cuento. Y allende de la incertenidad queen esto hay, es unavergüenza muy grande ver lo que en algunaspartes dan a entender a lagente. El otro día, en un monesterio muy anti-guo me mostraron la tabla delas reliquias que tenían, y vi entre otras cosasque decía: «Un pedazo deltorrente de Cedrón». Pregunté si era del agua ode las piedras de aquelarroyo lo que tenían; dijéronme que no me bur-lase de sus reliquias. Habíaotro capítulo que decía: «De la tierra donde apa-reció el ángel a lospastores», y no les osé preguntar qué entendíanpor aquello. Si os

Page 103: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

quisiese decir otras cosas más ridículas e impíasque suelen decir quetienen, como del ala del ángel Sanct Gabriel,como de la penitencia de laMadalena, huelgo de la mula y del buey, de lasombra del bordón del señorSantiago, de las plumas del Espíritu Sancto, deljubón de la Trinidad yotras infinitas cosas a estas semejantes, seríapara haceros morir derisa. Solamente os diré que pocos días ha que enuna iglesia colegial memostraron una costilla de Sanct Salvador. Sihubo otro Salvador, sinoJesucristo, y si él dejó acá alguna costilla o no,véanlo ellos.ARCIDIANO Eso, como decís, a la verdad, máses de reír que no de llorar.LATANCIO Tenéis razón. Pero vengo a lasotras cosas que, siendo inciertas -yaunque sean ciertas-, son tropiezos para hacer alhombre idolatrar, y

Page 104: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

hácennoslas tener en tanta veneración, que aunen Aquisgrano hay no sé quécalzas viejas que diz que fueron de Sanct Jo-seph, no las muestran sino decinco en cinco años y va infinita gente a verlaspor una cosa divina. Ydestas cosas hacemos tanto caso y las tenemosen tanta veneración, que sien una misma Iglesia están de una parte los za-patos de Sanct Cristóbal enuna custodia de oro, y de otra el Sancto Sacra-mento, a cuya comparacióntodas cuantas reliquias son menos que nada,antes se va la gente a haceroración delante de los zapatos que no ante elSacramento; y seyendo éstamuy grande impiedad, no solamente no lo re-prehenden los que lo debríanreprehender, pero admítenlo de buena gana porel provecho que sacan conmuy finas granjerías que tienen inventadas paraello. Veamos, ¿cuál

Page 105: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

terníades por mayor inconveniente, que nohobiese reliquias en el mundo oque se engañase así la gente con ellas?ARCIDIANO No sé, no me quiero meter enesas honduras.LATANCIO ¿Cómo honduras? ¿Cuál tenéis enmás el ánima de un simple o el cuerpode un sancto?ARCIDIANO Claro está que una ánima valemucho más.LATANCIO Pues ¿qué razón hay que por hon-rar un cuerpo que dicen sancto (y quizáes de algún ladrón) queráis vos poner en peligrotantas ánimas?ARCIDIANO Decís verdad, pero puédese darbien a entender a los simples.LATANCIO Bien, pero muchas veces los quelo debrían dar a entender son los queno lo entienden, y allende desto ¿para qué quer-éis poner en peligro unaánima sin necesidad? Veamos, si quisiésedes enesta villa ir a Nuestra

Page 106: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Señora del Prado y no supiésedes el camino,¿no tendríades por muy grandeinhumanidad si alguno os guiase por el río, conpeligro de ahogaros en él,podiendo ir más presto y más seguro por lapuente?ARCIDIANO Sí, por cierto.LATANCIO Pues así es eso otro. Vos ¿para quéqueréis las reliquias?ARCIDIANO Porque muchas veces me ponendevoción.LATANCIO Y la devoción ¿para qué la quer-éis?ARCIDIANO Para salvar mi ánima.LATANCIO Pues podiéndola salvar sin peligrode perderla, ¿no tomaríades de mejorvoluntad el camino más seguro?ARCIDIANO Sí, y aun dicen los confesoresque es pecado ponerse a sabiendas en elpeligro de pecar.LATANCIO Dicen muy gran verdad.ARCIDIANO Bien, pero ¿qué camino hay más

Page 107: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

seguro?LATANCIO El que mostró Jesucristo: amarlo aél sobre todas las cosas y poner enél solo toda vuestra esperanza.ARCIDIANO Decís verdad, mas porque yo nopuedo hacer eso, quiero hacer esto otro.LATANCIO Grandísima herejía es ésa, decirque no podéis, a lo menos, pedirgracia para hacello, pues decís que la pedís y nose os da. Luego¿mintiónos Dios cuando dijo: Petite et accipie-tis? Y también ¿qué ceguedades ésa? ¿Pensáis vos que sin guardar los man-damientos de Dios iréis aParaíso aunque tengáis un brazo de un sancto oun pedazo de la cruz, y auntoda ella entera en vuestra casa? Sois enemigode la cruz, ¿y queréisossalvar con la cruz?ARCIDIANO Cierto, yo estaba engañado.LATANCIO Pues veis aquí: con tanta mayorrazón se puede el vulgo quejar de los

Page 108: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

que les ponen en estas y en otras semejantessupersticiones con peligro deperder sus ánimas, que vos del que os guió porel río con peligro deahogaros en él, cuanto el ánima es más dignaque el cuerpo.ARCIDIANO Bien, pero el vulgo más fácil-mente con cosas visibles se atrae yencamina a las invisibles.LATANCIO Decís verdad, y aun por eso nosdejó Jesucristo su cuerpo sacratísimoen el sacramento del altar; y teniendo esto, no séyo para qué habemosmenester otra cosa.ARCIDIANO Desa manera, ¿no querríades vosque se hiciese honra a las reliquias delos sanctos?LATANCIO Sí querría, por cierto; mas estaveneración querría que fuese condiscreción y que se hiciese a aquellas que setoviesen por muyaveriguadas, como por la Iglesia está ordenado;

Page 109: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

y estonces querría que sepusiesen en lugar muy honrado y que no semostrasen al pueblo, sino que lediesen a entender cómo es todo nada en compa-ración del sanctísimoSacramento que cada día ven y pueden recebirsi quieren; y de esta maneraaprendería la gente a amar a Dios y a poner enél toda la confianza de susalvación.ARCIDIANO Y las reliquias dudosas, ¿quéquerríades hacer dellas?LATANCIO También ésas querría yo poner enun honesto lugar sin dar a entenderque allí hobiese reliquias.ARCIDIANO Y las verdaderas ¿no querríadesque estoviesen en sus custodias deplata o de oro?LATANCIO No, por cierto.ARCIDIANO ¿Por qué?LATANCIO Por no dar causa a que se les hicie-se otro desacato como el que se les

Page 110: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ha hecho agora en Roma, y por no dar a enten-der que los sanctos se huelgande poseer lo que cualquiera bueno se precia demenospreciar.ARCIDIANO Bien decís, pero ¿no veis que lossanctos se enojarían si lesquitásedes el oro y la plata en que sus huesosestán encerrados, y podríaser que de enojo nos hiciesen algún mal?LATANCIO Antes tengo por cierto que se hol-garían que les quitasen aquel oro yplata para socorrer gente necesitada, que mu-chas veces se pierde por notener que comer.ARCIDIANO Eso no entiendo si no me lo de-claráis más.LATANCIO Yo os lo diré. El sancto que, mien-tra vivía en este mundo y teníanecesidad de sus bienes, los dejó y repartió a lospobres por amor deJesucristo, ¿no creéis vos que holgaría de hacerotro tanto después de

Page 111: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

muerto, cuando no los ha menester?ARCIDIANO Sí, por cierto; pues aun nosotrosque no somos sanctos, cuando nosqueremos morir, no podiendo llevar nuestrosbienes con nosotros, holgamosde darlos a los pobres y repartirlos entre iglesiasy monesterios.LATANCIO Pues decíme vos agora: ¿qué razónhay para que se presuma que le pesaráa un sancto de hacer después de muerto lo quehizo mientra vivió?ARCIDIANO Ninguna; antes, a mi ver, se hol-garía que haga alguno por amor dél loque hiciera él si fuera vivo.LATANCIO Pues veis ahí; como todos lossanctos, mientra vivieron, holgaron deayudar con sus bienes a los pobres, así holgaríanahora de ayudarles conaquella plata y oro que la buena gente les hadado, después de muertos.ARCIDIANO Así Dios me salve que es muybuena razón, y creo que decís muy gran

Page 112: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

verdad, pero escandalizarse hía el vulgo.LATANCIO Yo os doy mi fe que no haría si seproveyese que gente supersticiosa,que tienen en más sus vientres que la gloria deJesucristo, no losanduviesen escandalizando.ARCIDIANO Cuanto a eso, yo me doy por sa-tisfecho.LATANCIO Pues vedes aquí cómo NuestroSeñor Jesucristo ha permitido que en Romase haga tan gran desacato a las reliquias porremediar los engaños que conellas se hacen.ARCIDIANO Bien está, yo os lo confieso; pero¿qué me diréis del poco acatamientoque se tenía a las imágines? ¿Qué razón haypara que Dios permitiese esto?LATANCIO Yo os diré. No quiero negar queello no fuese una grandísima maldad,pero habéis de saber que tampoco eso permitióDios sin muy gran causa,porque ya el vulgo, y aun muchos de los princi-

Page 113: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

pales, se embebecían tantoen imágines y cosas visibles, que no curaban delas invisibles, ni aun delsanctísimo Sacramento. En mi tierra, andandoun hombre de bien, teólogo,visitando un obispado de parte del obispo, hallóen una iglesia una imagende Nuestra Señora que diz que hacía milagrosen un altar frontero delsanctísimo Sacramento, y vio que cuantos en-traban en la iglesia volvíanlas espaldas al sanctísimo Sacramento, a cuyacomparación cuantas imágineshay en el mundo son menos que nada y se hin-caban de rodillas ante aquellaimagen de Nuestra Señora. El buen hombre,como vio la ignominia que allíse hacía a Jesucristo, tomó tan grande enojo,que quitó de allí la imageny la hizo pedazos. El pueblo se comovió tantode esto que lo quisieronmatar, pero Dios lo escapó de sus manos. Los

Page 114: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

clérigos de la iglesia,indignados por haber perdido la renta que laimagen les daba, trabajabancon el pueblo que se fuesen a quejar al obispo,pensando que mandaríaluego quemar al pobre visitador. El obispo, co-mo persona sabia, entendidala cosa cómo pasaba, reprehendió al visitadordel desacatamiento que hizoen romper la imagen, y loó mucho lo que habíahecho en quitarla. Así que,pues no había en la cristiandad muchos talesvisitadores que se doliesende la honra de Dios y quitasen aquellas supers-ticiones, permitió queaquella gente hiciese los desacatos que decíspara que, dejada lasuperstición, de tal manera de aquí adelantehagamos honra a las imáginesque no deshonremos a Jesucristo.ARCIDIANO Por cierto, ésa es muy sanctaconsideración, y aun yo os prometo que

Page 115: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

hay muy grande necesidad de remedio, espe-cialmente en Italia.LATANCIO Y aun también la hay acá, y simiráis bien en ello, los mismos engañosque recibe la gente con las reliquias, eso mismorecibe con las imágines.ARCIDIANO Decís muy gran verdad; mas nosé si os diga otra cosa, que aún enpensarlo me tiemblan las carnes.LATANCIO Decidlo, no hayáis miedo.ARCIDIANO ¿Queréis mayor abominación quehurtar la custodia del altar y echar enel suelo el sanctísimo Sacramento? ¿Es posibleque de esto se pueda seguirningún bien? ¡Oh cristianas orejas que tal oís!LATANCIO ¡Válame Dios! ¿Y eso, vísteslovos?ARCIDIANO No, pero ansí lo decían todos.LATANCIO Lo que yo he oído decir es que unsoldado tomó una custodia de oro ydejó el Sacramento en el altar, entre los corpora-les, y no lo echó en el

Page 116: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

suelo, como vos decís. Pero comoquiera queello sea, es muy grandeimpiedad y atrevimiento, digno de muy reciocastigo. Mas, a la verdad, noes cosa nueva, antes suele muchas veces acaecerentre gente de guerra, ydello tienen la culpa los que, sabiéndolo, quie-ren más la guerra que viviren paz. Pero digo que nunca hobiese seídohecho, ¿paréceos ésa la mayorabominación que podía ser? Veamos: ¿no eramayor echarlo en un muladar?ARCIDIANO Mayor.LATANCIO Pues ¿cuántas veces lo habéis vosvisto en Roma echar en el muladar?ARCIDIANO ¿Cómo en el muladar?LATANCIO Yo os lo diré. Decíme: ¿cuál hiedemás a Dios: un perro muerto de losque echan en el muladar o una ánima obstinadaen la suciedad del pecado?ARCIDIANO El ánima, porque dice SanctAgustín que tolerabilius foetet canis

Page 117: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

putridus hominibus quam anima peccatrix Deo.LATANCIO Luego no me negaréis que no seaun pestífero muladar el ánima de unvicioso.ARCIDIANO No, por cierto.LATANCIO Pues el sacerdote que, levantándo-se de dormir con su manceba -no quierodecir peor-, se va a decir misa, el que tiene elbeneficio habido porsimonía, el que tiene el rancor pestilencial con-tra su prójimo, el que malo bien anda allegando riquezas, y obstinado enestos y otros vicios, aunmuy peores que éstos, se va cadaldía a recebiraquel sanctísimoSacramento, ¿no os parece que aquello es echar-lo peor que en un muyhediente muladar?ARCIDIANO Vos me habláis un nuevo lengua-je y no sé qué responderos.LATANCIO No me maravillo que la verdad osparezca nuevo lenguaje. Pues mirad,

Page 118: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

señor: ha permitido Dios que eso se hiciese o sedijese, porque viendo losclérigos cuán grande abominación es tractar asíel cuerpo de Jesucristo,vengan en conocimiento de cómo lo tratan ellosmuy peor y, apartándose desu mal vivir, limpien sus ánimas de los vicios ylas ornen de virtudespara que venga en ellas a morar Jesucristo y nolo tengan, como lo tienen,desterrado.ARCIDIANO Así Dios me vala que vos mehabéis muy bien satisfecho a todas misdudas, y estoy muy maravillado de ver cuánciegos estamos todos en estascosas exteriores, sin tener respecto a las interio-res.LATANCIO Tenéis muy gran razón de maravi-llaros, porque a la verdad es muy granlástima de ver las falsas opiniones en que estápuesto el vulgo y cuánlejos estamos todos de ser cristianos, y cuán

Page 119: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

contrarios son nuestrasobras a la doctrina de Jesucristo, y cuán carga-dos estamos desupersticiones; y a mi ver todo procede de unapestilencial avaricia y deuna pestífera ambición que reina agora entrecristianos mucho más que enningún tiempo reinó. ¿Para qué pensáis vos queda el otro a entender queuna imagen de madera va a sacar cautivos yque, cuando vuelve, vuelve todasudando, sino para atraer el simple vulgo a queofrescan a aquella imagencosas de que él después se puede aprovechar?¡Y no tiene temor de Dios deengañar así la gente! ¡Como si Nuestra Señora,para sacar un cativo,hobiese menester llevar consigo una imagen demadera! Y seyendo una cosaridícula, créelo el vulgo por la auctoridad de losque lo dicen. Y destamanera os dan otros a entender que si hacéis

Page 120: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

decir tantas misas, contantas candelas, a la segunda angustia hallaréislo que perdiéredes operdistes. ¡Pecador de mí! ¿No sabéis que enaquella superstición no puededejar de entrevenir obra del diablo? Pues inter-veniendo, ¿no valdría másque perdiésedes cuanto tenéis en el mundo, an-tes que permitir que en cosatan sancta se entremeta cosa tan perniciosa? Enesta misma cuenta entranlas nóminas que traéis al cuello para no morir enfuego ni en agua, ni amanos de enemigos, y encantos, o ensalmos quellama el vulgo, hechos ahombres y a bestias. No sé dónde nos ha venidotanta ceguedad en lacristiandad que casi habemos caído en una ma-nera de gentilidad. El quequiere honrar un sancto, debría trabajar de se-guir sus sanctas virtudes, yagora, en lugar desto, corremos toros en su día,

Page 121: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

allende de otrasliviandades que se hacen, y decimos que tene-mos por devoción de matarcuatro toros el día de Sanct Bartolomé, y si nose los matamos, habemosmiedo que nos apedreará las viñas. ¿Qué mayorgentilidad queréis que ésta?¿Qué se me da más tener por devoción matarcuatro toros el día de SanctBartolomé que de sacrificar cuatro toros a SanctBartolomé? No me parecemal que el vulgo se recree con correr toros; peroparéceme ques perniciosoque en ello piense hacer servicio a Dios o a sussanctos, porque, a laverdad, de matar toros a sacrificar toros yo nosé que haya diferencia.¿Queréis ver otra semejante gentilidad, no me-nos clara que ésta? Miradcómo habemos repartido entre nuestros santoslos oficios que tenían losdioses de los gentiles. En lugar de dios Mars,

Page 122: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

han sucedido Sanctiago ySanct Jorge; en lugar de Neptuno, Sanct Elmo;en lugar de Baco, SanctMartín; en lugar de Eolo, Sancta Bárbola; enlugar de Venus, la Madalena.El cargo de Esculapio habemos repartido entremuchos: Sanct Cosme y SanctDamián tienen cargo de las enfermedades co-munes; Sanct Roque y SanctSebastián, de la pestilencia; Sancta Lucía, de losojos; Sancta Polonia,de los dientes; Sancta Águeda, de las tetas; ypor otra parte, SanctAntonio y Sanct Aloy, de las bestias; SanctSimón y Judas, de los falsostestimonios; Sanct Blas, de los que esternudan.No sé yo de qué sirvenestas invenciones y este repartir de oficios, sinopara que del todoparezcamosARCIDIANO ¿De dónde procede eso a vuestroparecer?

Page 123: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

LATANCIO No me metáis ahora en ese labe-rinto, a mi ver más peligroso quel deCreta. Dejemos algo para otro día. Y agoraquiero que me digáis si avuestro parecer he complido lo que al principioos prometí.ARCIDIANO Digo que lo habéis hecho tancumplidamente, que doy por bien empleadocuanto en Roma perdí y cuantos trabajos hepasado en este camino, pues conello he ganado un día tal como éste, en que meparece haber echado de míuna pestífera niebla de abominable ceguedad ycobrado la vista de los ojosde mi entendimiento, que desde que nací teníaperdida.LATANCIO Pues eso conocéis, dad ahora gra-cias a Dios por ello, y procurad de noserle ingrato, y pues vos quedáis satisfecho,razón será que me contéis loque más en Roma pasó hasta vuestra partida.ARCIDIANO Eso haré yo de muy buena volun-

Page 124: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

tad. Habéis de saber que, luego como elejército entró en Roma, pusieron guardas alcastillo porque ningunopudiese salir ni entrar, y el Papa, conociendo elevidente peligro en queestaba y el poco respecto que aquellos soldadosle tenían, determinó dehacer algún partido con los capitanes del Empe-rador, para lo cual mandóllamar a micer Joan Bartolomé de Gatinara,regente de Nápoles, y le diociertas condiciones con que era contento de ren-dirse para que de su partelas ofreciese a los capitanes del ejército; y aun-que andando de una partea otra, procurando este concierto, desde el casti-llo le pasaron un brazocon un arcabuz, a la fin, cinco días después quelejército entró en Roma,la capitulación fue hecha y por entrambas partesfirmada. Pero como eneste medio el Papa tuviese nueva cómo el ejér-

Page 125: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

cito de la liga lo venía asocorrer, no quiso que aquel concierto se ejecu-tase.LATANCIO Por cierto, eso me parece la másrecia cosa de cuantas me habéis dicho.¿No había padecido harta mala ventura la pobrede Roma por su causa, sinque quisiese acabar de destruirla? Si veniera elejécito de la liga asocorrerla, claro está que habían de pelear conlos nuestros y morir muchagente de una parte y de otra; y si los nuestrosvencían, el Papa y los quecon él estaban quedaban en mayor peligro, y silos de la liga, Roma fuerade nuevo saqueada. ¿Cómo no fuera mejor to-mar cualquier concierto que,habiendo visto tanto mal, ser causa de otrasmuertes de gentes y de nuevadestrución?ARCIDIANO Por cierto vos tenéis mucharazón, que muy menor inconveniente fuera

Page 126: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

aceptar el concierto quel daño que de ser soco-rrido se podía seguir. Puescomo el ejército del Emperador supo esto y quelos enemigos venían,salieron al campo con ánimo de combatir; masellos no osaron pasar delIsola, donde estovieron algunos días, y el casti-llo siempre se tenía, conesperanza de ser socorrido o que entre los impe-riales se levantaría algunadiscordia, por faltarles su capitán general; yellos en este medio nocesaban de hacer sus trincheas y minas paracombatir el castillo, y aun enellas fue herido de una escopeta el Príncipe deOrange-, a quien teníanpor principal cabeza en el ejército. Allí vino elcardenal Colona, con losseñores Vespasiano y Ascanio Colona y reme-diaron algo de los males que sehacían. Vino asimismo el Visorrey de Napóles ydon Hugo de Moncada y el

Page 127: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Marqués de Gasto y el señor Alarcón y otrosmuchos capitanes y caballeroscon la gente del reino de Nápoles; y como eneste medio no cesaban lostractos en el castillo, a la fin el Papa, sabidoquel ejército de la ligase volvía, y viendo que no tenía esperanza deser socorrido, acuerda derender el castillo en poder del Emperador conestas condiciones: que todala gente que estaba dentro se fuesen librementedonde quisiesen, y que notocasen a cosa alguna de lo que en el castilloestaba, y por el rescate delas personas y hacienda, el Papa prometía de darcuatrocientos mil ducadospara pagar la gente.LATANCIO ¿Cómo? ¿Y no les bastaba lo quehabían robado?ARCIDIANO Sé que eso no entra en la cuentade la paga. Y para seguridad desto elPapa les dio en rehenes aquella buena creatura

Page 128: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

de Joan Mateo Giberto,obispo de Verona, con otros tres obispos, y aJacobo Salviati con otrosdos mercaderes florentines; y allende destoprometió de dejar en poder delEmperador, hasta saber lo que su Majestadquerría mandar, el dichocastillo de Sanct' Angel y Ostia y Civitá viejacon el puerto, y prometiótambién de dar las ciudades de Parma, Placenciay Módena; y Su Sanctidad,con los trece cardenales que estaban en el casti-llo, se iban al reino deNápoles, para desde ahí venirse a ver con elEmperador.LATANCIO Por cierto que fue ése un buenmedio para ordenar algún bien en lacristiandad.ARCIDIANO Sí; mas, para deciros la verdad,aunque quisieron ellos que esto así sedijese, porque parecía mal retener un Papa yColegio de Cardenales contra

Page 129: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

su voluntad, digan lo que quisieren, que a la finellos estabangentilmente presos.LATANCIO ¿No decís quél mismo de su vo-luntad se quiso ir a Nápoles?ARCIDIANO Sí, pero aquello fue de necesidadhacer virtud; mas pues él quiso estartantos días esperando ser socorrido, ¿no os pa-rece que, si en su voluntadestuviera, holgara más de estar en el ejército dela liga que donde está?LATANCIO No puedo negaros que no sea ve-risímile, pero ¿qué sabéis si después hamudado esa voluntad?ARCIDIANO Por cierto yo no lo sé, ni aun locreo, ni parece bien que la cabeza dela Iglesia esté desta manera.LATANCIO Veamos: quien podiese evitaralgún mal, ¿no es obligado a hacerlo?ARCIDIANO ¿Quién duda?LATANCIO ¿No sería reprehensible el quediese causa a otro para hacer mal?

Page 130: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Sería en la mesma culpa, porquequi causam damni dat, damnun dedissevidetur.LATANCIO Decís muy bien. Pues veis aquí: elPapa está de su voluntad o no; siestá de su voluntad, no es sino bien que estédonde él quisiere, y sicontra su voluntad, decidme: ¿para qué querríaestar con el ejército de laliga?ARCIDIANO Claro está que para vengarse dela afrenta y daño que ha recebido.LATANCIO Y veamos: ¿qué se seguiría?ARCIDIANO ¿Qué se podría seguir sino muchadiscordia, guerra, muertes y daños entoda la cristiandad?LATANCIO Pues para evitar esos males tanevidentes, ¿no os parece que está mejoren poder del Emperador que en otra parte, aun-que estoviese contra suvoluntad, conforme a lo que hoy decíamos delhijo que tiene a su padre

Page 131: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

atado? Y si el Emperador le dejase ir donde élquisiese, ¿no se leimputarían a él los males que de allí se siguie-sen, pues daría él la causapara ello?ARCIDIANO Yo lo confieso, pero ¿qué dirántodos, grandes y pequeños, sino quelEmperador tiene al Papa y a los cardenales pre-sos?LATANCIO Eso dirán los necios, a cuyos fal-sos juicios sería imposiblesatisfacer; que los prudentes y sabios, conocien-do convenir al bien de lacristiandad que el Papa esté en poder del Empe-rador, tenerlo han por muybien hecho, y loarán la virtud y prudencia de suMajestad, y aun serle hala cristiandad en perpetua obligación.ARCIDIANO Cuanto por lo mío, yo holgaréque esté do quisiéredes con que me denacá la posesión de mis beneficios. Pero no sé simiráis en una cosa: que

Page 132: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

estáis descomulgados.LATANCIO ¿Por qué?ARCIDIANO Porque tomastes y tenéis contrasu voluntad el supremo Pastor de laIglesia.LATANCIO Mirad, señor, aquel está desco-mulgado que con mala intención no quiereobedecer a la Iglesia; mas el que por el bienpúblico de la cristiandaddetiene al Papa y no le quiere soltar por evitarlos daños que de soltarlese seguirían, creedme vos a mí que no solamen-te no está descomulgado, peroque merece mucho cerca de Dios.ARCIDIANO Cosa es ésa harto verisímile, masno sé yo si nuestros canonistas os laquerrán conceder.LATANCIO El canonista que no lo querrá con-ceder mostrará no tener juicio.ARCIDIANO Yo así lo creo; allá se avengan.De una cosa tuve muy gran despecho:quel Papa luego perdonó a toda la gente de gue-

Page 133: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

rra cuantas cosas habíanhecho.LATANCIO ¿Por qué os pesó?ARCIDIANO Porque ellos quedan ricos y per-donados, y nosotros llorando nuestrosduelos.LATANCIO ¿Vos creéis que vale aquelperdón? Así hizo con los coloneses,perdonólos y después destruyólos. ¡Gentil ma-nera de perdonar!ARCIDIANO No sé qué me crea, sino que ellosquedan absueltos de las ánimas ycargadas las bolsas.LATANCIO Pues ¿por qué no reclamábades?ARCIDIANO A eso nos andábamos. ¡Para dejarla pelleja con la hacienda! Las cosasestaban de tal manera, que hecho y por hacer lesperdonaran. ¡Si viéradesal Papa como yo le vi!LATANCIO ¿Dónde?ARCIDIANO En el castillo.LATANCIO ¿A qué íbades allí?

Page 134: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Vacaron ciertos beneficios en mitierra, por muerte de un mi vecino, yfuilos a demandar.LATANCIO Demasiada cobdicia era ésa. ¿Nohabíades mala vergüenza de ir aimportunar con demandas en tal tiempo?ARCIDIANO No, por cierto, que hombre ver-gonzoso el diablo lo trajo a palacio; ytambién había muchos que los demandaban, yquise más prevenir que serprevenido.LATANCIO Agora os digo que es terrible lacobdicia de los clérigos. ¿Y qué?¿También había otros que los demandaban?ARCIDIANO ¡Mirad qué duda! ¿Y para quépensáis vos que vamos nosotros a Roma?LATANCIO Yo pensé que por devoción.ARCIDIANO ¡Sí, por cierto! En mi vida estuvemenos devoto.LATANCIO Ni aun menos cristiano.ARCIDIANO Sea como mandáredes.LATANCIO Yo os doy mi fe que si yo fuera

Page 135: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Papa, vos no llevárades los beneficiossólo porque madrugastes tanto y después de tangran persecución nohabíades dejado la cobdicia.ARCIDIANO Y aun por eso es Dios bueno, queno lo érades vos, sino ClementeSéptimo, que me los dio luego de muy buenagana, aunque iba en hábito desoldado como vedes.LATANCIO Yo os prometo que esa fue dema-siada clemencia. Ea, decíme, ¿cómo lohallastes?ARCIDIANO Hallélo a él y a todos los carde-nales y a otras personas que con élestaban tan tristes y desconsolados, que en ver-los se me saltaban laslágrimas de los ojos. ¡Quién lo vido ir en sutriunfo con tantoscardenales, obispos y protonotarios a pie, y a élllevarlo en una sillasentado sobre los hombros dándonos a todos labendición, que parecía una

Page 136: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

cosa divina; y agora verlo solo, triste, afligido ydesconsolado, metidoen un castillo, y sobre todo en manos de susenemigos! Y allende desto¡ver los obispos y personas eclesiásticas queiban a verlo, todos enhábito de legos y de soldados, y que en Roma,cabeza de la Iglesia, nohobiese hombre que osase andar en hábito ecle-siástico! ¡No sé yo quécorazón hay tan duro que, oyendo esto, no semoviese a compasión!LATANCIO ¡Oh inmenso Dios, cuán profundosson tus juicios! ¡Con cuánta clemencianos sufres, con cuánta bondad nos llamas, concuánta paciencia nosesperas, hasta que nosotros, con la continuaciónde nuestros pecados,provocamos contra nosotros mismos el rigor detu justicia! Y pues ansí enlo uno como en lo otro nos muestras tu miseri-cordia y bondad infinita, por

Page 137: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

todo, Señor, te damos infinitas gracias, cono-ciendo que no lo haces sinopara mayor mérito nuestro. ¡Quién vido aquellamajestad de aquella corteromana, tantos cardenales, tantos obispos, tan-tos canónigos, tantosprotonotarios, tantos abades, deanes y arcidia-nos; tantos cubicularios,unos ordinarios y otros extraordinarios; tantosauditores, unos de lacámara y otros de la Rota; tantos secretarios,tantos escritores, unos deBulas y otros de Breves; tantos abreviadores,tantos abogados, copistas yprocuradores, y otros mil géneros de oficios yoficiales que había enaquella corte! ¡Y verlos todos venir con aquellapompa y triunfo a aquelpalacio! ¿Quién dijera que habíamos de haberuna tan súbita mudanza comola que agora he oído? Verdaderamente, grandesson los juicios de Dios.

Page 138: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

Agora conozco que con el rigor de la pena re-compensa la tardanza delcastigo.ARCIDIANO Pues ¡si viérades aquellos carde-nales despedir sus familias y quedarsesolos por no haberles quedado qué darles decomer!LATANCIO De una cosa me consuelo: que, alo menos, mientras esto les turare,parecerán más al vivo lo que representan.ARCIDIANO ¿Qué?LATANCIO A Jesucristo con sus apóstoles.ARCIDIANO Decís verdad; mas en ese casomás querrían parecer al papa Julio consus triunfos. Decíme: ¿cómo ha tomado el Em-perador lo que en Roma se hahecho contra la Iglesia?LATANCIO Yo os diré. Cuando vino nuevacierta de los males que se habían hechoen Roma, el Emperador, mostrando el senti-miento que era razón, mandó cesarlas fiestas que se hacían por el nascimiento del

Page 139: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

príncipe don Felipe.ARCIDIANO ¿Creéis que le ha pesado de loque se ha hecho?LATANCIO ¿Qué os parece a vos?ARCIDIANO Cierto, yo no lo sabría bien juz-gar, porque de una parte veo cosas pordonde le debe pesar y de otra por donde le debeplacer, y por eso os lopregunto.LATANCIO Yo os lo diré. El Emperador esmuy de veras buen cristiano y tienetodas sus cosas tan encomendadas y puestas enlas manos de Dios, que todolo toma por lo mejor, y de aquí procede que nien la prosperidad le vemosalegrarse demasiadamente ni en la adversidadentristecerse, de manera queen el semblante no se puede bien juzgar dél cosaninguna; mas, a lo que yocreo, tampoco dejará de conformarse con lavoluntad de Dios en esto comoen todas las otras cosas.

Page 140: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

ARCIDIANO Tal sea mi vida. ¿Qué os pareceque agora su Majestad querrá hacer enuna cosa de tanta importancia como ésta? A lafe, menester ha muy buenconsejo, porque si él desta vez reforma la Igle-sia, pues todos ya conocencuánto es menester, allende del servicio quehará a Dios, alcanzará eneste mundo la mayor fama y gloria que nuncapríncipe alcanzó, y decirse hahasta la fin del mundo que Jesucristo formó laIglesia y el EmperadorCarlo Quinto la restauró. Y si esto no hace,aunque lo hecho haya seídosin su voluntad y él haya tenido y tenga la mejorintención del mundo, nose podrá escusar que no quede muy mal concep-to dél en los ánimos de lagente, y no sé lo que se dirá después de sus días,ni la cuenta que dará aDios de haber dejado y no saber usar de una tangrande oportunidad como

Page 141: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

agora tiene para hacer a Dios un servicio muyseñalado y un incomparablebien a toda la república cristiana.LATANCIO El Emperador, como os tengo di-cho, es muy buen cristiano y prudente, ytiene personas muy sabias en su consejo. Yoespero quél lo proveerá todo agloria de Dios y a bien de la cristiandad. Mas,pues me lo preguntáis, noquiero dejar de deciros mi parecer, y es quecuanto a lo primero, elEmperador debría...PORTERO Mirad, señores, la iglesia no se hizopara parlar, sino para rezar.Salíos afuera, si mandardes, que quiero cerrar lapuerta.LATANCIO Bien, padre, que luego vamos.PORTERO Si no queréis salir, dejaros he ence-rrados.ARCIDIANO Gentil cortesía sería ésa, a lo me-nos no os lo manda así SanctFrancisco.

Page 142: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma · con este pequeño servicio las tres cosas princi-pales a que los hombres son obligados. No dejaba de conocer ser la materia más ardua y

PORTERO No me curo de lo que manda SanctFrancisco.LATANCIO Bien lo creo. Vamos, señor, quetiempo habrá para acabar lo que queda.ARCIDIANO Holgara cosa estraña de oíros loque comenzastes; mas, pues así es,vamos con Dios, con condición que nos torne-mos a juntar aquí mañana.LATANCIO Mas vamos a Sanct Benito, porqueeste fraile no nos torne a echar otravez.ARCIDIANO Bien decís; sea comomandáredes.

FINIS