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Dimensiones de Ia igualdad material Antonio-Enrique PEREZ LUNO Catedrdtico de la Universidad de Sevilla SUMARIO: 1. El asalto contra el igualitarismo.-2. Aspectos de la caci6n de la igualdad material en el mundo antiguo y medieval.-3. Actitud de Ia Escuela Espafiola.--4. La igualdad material en el clima ideol6gico pre-revolu- cionario y en la Revoluci6n francesa.-5. La polemica sabre el significado de la igualdad en la obra de J. J. Rousseau.-6. La concepciOn marxista.-7. lgualdad de oportunidades e igualdad de resultados.-8. Las buenas razones del iguali- tarismo. 1. Si hubiera que hacer balance de las inquietudes que, en mayor medida, han agitado !a consciencia politica de los· sistemas democra- ticos, en !a etapa subsiguiente a! term\no de !a Segunda Guerra Mun- dial, ocuparia un lugar destacado el esfuerzo por el logro de progresi- vas cotas de igualdad en !a distribucion de los medios mate- riales de existencia. Hemos vivido en una epoca en !a que los afanes prioritarios de las sociedades mas desarrolladas, economica y politicamente, se han cifrado en maximizar y optimimizar a todos los sectores sociales las ventajas del bienestar material (con independencia de !a sinceridad puesta por las distintas fuerzas politicas en tal empefio, o de !a ido- neidad de los medios empleados para su consecucion). La aspiracion creciente hacia el igualitarismo vislumbrada, con mezcla de admi- racion y aversion, por Alexis de Tocqueville en sus celebres conside- raciones sobre La democracia en America 1 , se revelaba como !a con· signa motriz de los sistemas politicos mas avanzados. Ello pareda confirmar el juicio premonitorio del propio De Tocqueville, quien en el prologo de su obra sobre El Antigua Regimen y Ia Revoluci6n con- 1 A. de Tocqueville: La democracia en America, trad. cast. de D. sanchez de Aleu, Alianza, Madrid, 1980, t. I, pp. 228 y ss., y t. II, pp. 32 y ss. y 85 y ss. T.' T

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252 Gregorio Peces-Barba

Fontenelle (1657-1757) por su parte con menos profund1"dad B I · · · I . ' que ay e, qm~~s mas vu ganzador, pone tambien el acento en los errores Y en la cnt1ca a! dogmatismo de los pueblos en !a histori·a U · I 1 • d d . n ejem-p o es. a anec ota el d_iente de oro que cuenta en «La Historia de los O;aculos» .. De esta h1storia, en !a que Fontenelle es precursor de V:~ltmre, nos mteresa sobre todo su reflexion en el campo de Ia reli­gwn: « ... ~~~re to do cuando se escribe de hechos que tienen relacion con la ~ehgwn es basta_n:~ dificil, que segiln el partido en que este, no se d~ a una falsa rehgwn ventajas que no le pertenecen como que no se .de a !a verdadera falsas ventajas que no necesita. Sin embargo, debenamos estar persuadidos que no se puede afiadir d d 1 e d d 1· .. . d ver a a a v r a era re Igton, n1 aria a las que son falsas ... » 1s.

La toleranci~. es superada con posiciones relativistas en estos auto­res. La conclusiOn ante !a imposibilidad de defender los derechos de !a verdad, que se nos escapa sera el establecimiento del derecho de t?dos los hombres ~ buscar su verdad y no solo en el campo religioso, smo en todos los mveles del pensamiento y de !a opinion He d" h . I . · mos I-c o que ~e. prepara asi e s1glo XVIII, y tambien parece evidente que estas posicwnes deben ser te~idas muy en cuenta a !a hora de esta­blecer un balance sobre !a genesis historica de los derechos funda­mentales. Con !a tolerancia, primera forma de aparicion de estos, el pap~! de los pens~dores franceses de los siglos XVI y XVII que hemos anahzado es considerable y no se debe minimizar en favor d

t't 1 · • · euna ver Ien e ang osaJona y germanica tambien apreciable.

18 Tornado de Le XVIIe. siecle, citado en la nota anterior, p. 25.

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Dimensiones de Ia igualdad material Antonio-Enrique PEREZ LUNO

Catedrdtico de la Universidad de Sevilla

SUMARIO: 1. El asalto contra el igualitarismo.-2. Aspectos de la reivindi~ caci6n de la igualdad material en el mundo antiguo y medieval.-3. Actitud de Ia Escuela Espafiola.--4. La igualdad material en el clima ideol6gico pre-revolu­cionario y en la Revoluci6n francesa.-5. La polemica sabre el significado de la igualdad en la obra de J. J. Rousseau.-6. La concepciOn marxista.-7. lgualdad de oportunidades e igualdad de resultados.-8. Las buenas razones del iguali­tarismo.

1. Si hubiera que hacer balance de las inquietudes que, en mayor medida, han agitado !a consciencia politica de los· sistemas democra­ticos, en !a etapa subsiguiente a! term\no de !a Segunda Guerra Mun­dial, ocuparia un lugar destacado el esfuerzo por el logro de progresi­vas cotas de igualdad en !a distribucion de los bierre~ medios mate­riales de existencia.

Hemos vivido en una epoca en !a que los afanes prioritarios de las sociedades mas desarrolladas, economica y politicamente, se han cifrado en maximizar y optimimizar a todos los sectores sociales las ventajas del bienestar material (con independencia de !a sinceridad puesta por las distintas fuerzas politicas en tal empefio, o de !a ido­neidad de los medios empleados para su consecucion). La aspiracion creciente hacia el igualitarismo vislumbrada, con mezcla de admi­racion y aversion, por Alexis de Tocqueville en sus celebres conside­raciones sobre La democracia en America 1, se revelaba como !a con· signa motriz de los sistemas politicos mas avanzados. Ello pareda confirmar el juicio premonitorio del propio De Tocqueville, quien en el prologo de su obra sobre El Antigua Regimen y Ia Revoluci6n con-

1 A. de Tocqueville: La democracia en America, trad. cast. de D. sanchez de Aleu, Alianza, Madrid, 1980, t. I, pp. 228 y ss., y t. II, pp. 32 y ss. y 85 y ss.

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fiesa haber escrito poseido del «temor religioso» que le ha producido el descubrimiento de Ia ley historica inexorable que impulsa a las sociedades hacia Ia igualdad; como si tal tendencia se hallara legi­timada par Ia propia voluntad divina '.

Conviene advertir que, en nuestra epoca, Ia lucha par Ia igualdad material ha revestido dos orientaciones claramente diferenciadas. Asi, en los paises denominados (a tenor de Ia expresion acuiiada par Rudolf Bahro) • de «socialismo realmente existente» Ia prioridad de Ia igualdad material ha servido de criteria legitimador para el sacrificio de las libertades; mientras que en las democracias pluralistas se ha inten­tado conjugar ambos valores, si bien los avances en el equilibria de las condiciones socio-econ6micas han quedado, muchas veces, a mer­ced de Ia ideologia de las fuerzas politicas que en estos sistemas se alternan en el ejercicio del poder.

Las organizaciones politicas y sindicales mas progresistas de las democracias occidentales han adquirido plena consciencia de que una vez superados los obstaculos que bajo !'ancien regime habian limi­tado Ia participacion en el gobiemo a determinados estamentos de !a sociedad, Ia lucha par Ia emancipacion humana exigia completar Ia democracia politica con Ia democracia economica '. Para ella, habia que evitar que las libertades politicas, que representan una ardua con­quista historica, se convirtieran en monopolio de quienes poseen los medias para ejercitarlas. Sin que, en ningun caso, el horizonte iguali­tario pudiera alcanzarse a! precio de las libertades, pues se trataba de rescatarlas del privilegio para garantizar su efectivo disfrute a toda Ia sociedad.

Determinados acontecimientos de Ia reciente historia politica y juridica de las sociedades democraticas prueban hasta que punta Ia aspiracion igualitaria ha calado en Ia opinion publica y ha trascendido a su sistema normativo e institucional. Asi, el articulo 3." de Ia Cons­titucion italiana de 1947, tras consagrar en su apartado pri'mero el principia de Ia igualdad ante Ia ley, atribuye a! Estado, en su apartado segundo, Ia remocion de los obstaculos de arden economico y social que, par limitar de hecho Ia libertad e igualdad de los ciudadanos, impiden el plena desarrollo de Ia persona humana y Ia participacion efectiva de los trabajadores en Ia organizacion politica, economica y social del pais. Un precepto que, como se ha recordado certeramente, propugna una lectura conjunta de las conquistas juridicas del Estado

2 A. de Tocqueville: El Antigua Regimen y la Revoluci6n, trad. cast. de D. Sanchez de Aleu, Alianza, Madrid, 1982, t. I, pp. 48 y ss.

3 R. Bahro: La alternativa. Contribuci6n a Za critica del socialismo realmente existente, trad. cast. de G. Mui'ioz, Aiianza, Madrid, 1977.

" Cfr. C. Hewitt: «The Effect of Political Democracy and Social Democracy on Equality in Industrial Societies», en American Sociological Review, 1971, vol. 42, n. 3, pp. 450 y ss.

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liberal con los ideales del proletariado y, en· suma, supo~~ unir a K~nt y a Marx'. El texto italiano, sin duda, inspiro Ia redaccwn del artiCu­lo 9.2 de nuestra Constitucion vigente, aunque su alcance ~o p_ueda considerarse identico '. De igual modo, en Francia las Con~~Itucwnes de 1946 y 1958, que acogen en su preambulo Ia Declaracwn de los derechos del hombre y del ciudadano de 178~, I~ comple~an con el re­conocimiento expreso de los derechos econ~mi~~s, socmles .Y cultu­rales encaminados a completar Ia igualdad Jundica con Ia Ig?aldad material. Par Io que respecta a Ia Republica Federal ?~ Alemam~ con­viene recordar que Ia formula del. «Estado democratico y social de derecho» (demokratischen und soztalen Rechtsstaates) postul~da en los articulos 20.1 y 28.1 de Ia Grundgesetz de Bonn de 1949, asi co;'ilo Ia recepcion expresa de los derechos soci~les en las normas con~titu­cionales de los distintos Liinder, han servido de base a I~ ~oc~rm~, Y Ia jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht para Ia reiVmdicacwn de Ja igualdad real '. Paralelamente Ia jurisprudencia de Ia Supreme Court de USA, en especial, el Tribunal Warren han Ileva?o a cabo un importante esfuerzo para, a traves de Ia equal protectton. clau::e, asegurar Ia igualdad efectiva de trato a quienes se hallan en situaciO-nes economico-sociales desiguales '. . . . .

Sin embargo, en los ultimos afios estamos asistien?o .a una C':'SI~ de este movimiento igualitario y a Ia quiebra de Ia prac~Ica unam~­dad con que, hasta ahara, habia sido legitimado y de~endido. «Hoy dm -en palabras de Ralf Dahrendorf, que comprendmn puntualmente Ia nueva situacion- Ia esperanza surge de Ia diferenciacion de los

~.

~ G Ferrara· «Corte Costituzionale e principia d'uguagli~nz~», en el vol. col. La Co.rte Costituzionale tra norma giuridica .e realtii. ,soc{fleR c:n~ar~1i· d=A~· Occhiocupo, II Mulino, Bologna, 1978,_ p. 90. VId. t~biGn, B . ~ fa;,ichelli & 3 2» en Comment aria cLella Costttuzwne, a cargo e . ranc ,

Fo~~ Flt~~i~~n~1!~gft:!~:a,la19~;~n~iJ~ 1~obi~ \~2 ~f:~nci~ q~e revis;e la ~P~ ·on· ex resa contenida en el art. 3,2 de la Const1tuc16n 1tahana ~ . a P.ar ICI­

~~~i6n cttf los trabajadores frente a la referenda generica a la partlcipacu;m,le los ciudadanos del art. 9,2 de la Cm;stituci6nh esp~fto~a;ci~~v~u~~t~o~~ti~~:n~ debe entenderse como un compronnso muc o mas e . . italiano en favor de la democracia social y econ6mica. «Rappzor~ ucoco~j~~= sociali», en el vol. col. La c_ostituzione Spagnola nel trentenna e e a os ione ltaliana Amaldo Forni, Bologna, 1978, pp. 88-89. . d R. h

z i Cfr w BockenfOrde: Der Allgemeine Gleichtssatz und dte Aufgabe es t-~1 -ters W~lte; de Gruyter, Berlin, 1957, pp. 23 y ss.; E. W. Fuss: «NormenkontrJ le ~d· Gleichtssatz. Die Rechtsprechung des Bundesverfassu"?-gsgenc~~ zGz!~~h;i-' G G » en Juristenzeitung, 1962, pp. 595 y ss.; J. Sundbom. Ueber If tsPri"nZip als politisches und Okonomisches Problem, Walter de Gruyter, Ber n, 1962 passim. . kw th L d 2 • ed 1978

s 'Cfr R Dworkin· Taking Rights Serwusly, Due or , on oJ. :al R.' . ' . 131 ·y ;s.; J. H. :Ely: Democracy and Distrust. A Theory of Ju tct evzew,

l'farvard University Press, Cambridge (Mass.)·London, 1980, pp. 69 Y ss.

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seres humanos y no de su uniformidad; !a libertad surge de !a des­igualdad y no de !a igualdad» '.

El asalto anti-igualitario se esta realizando desde diversos pianos y a traves de argumentos de distinto signa.

a) En el plano econ6mico los neoliberales conservadores insisten en afirmar el caracter irreductible de !a contraposicion entre !a liber­tad y !a igualdad, a! tiempo que sostienen que cualquier avance igua­litario implica necesariamente un menoscabo de !a libertad. Desde cstas premisas se acusa a! intervencionismo del Welfare State, diri­gido a promover un equilibria en el disfrute del bienestar, de haber generado un gasto publico insostenible; a !a vez que ha corroido la libertad y la prosperidad de los inviduos. Resumiendo este punto de vista sefialan Milton y Rose Friedman que: «Una sociedad que ante­ponga a !a libertad !a igualdad -en el sentido de los resultadosf- aca­bara sin una ni otra. El uso de !a fuerza para lograr la igualdad des­truira la libertad, y !a fuerza, introducida con buenas intenciones, acabara en manos de personas que !a emplearan en pro de sus propios intereses» 10

b) No menos tajante es Ia critica ,desarrollada desde premisas filos6ficas, contra !a igualdad por los representantes de !a denomi­nada «Nouvelle philosophie». Tendencia «nueva» solo en !a acepcion cronologica del termino pero, en modo alguno, en cuanto a !a origi­n_alidad de sus ideas, que responden a una mera repeticion, menos ngurosa y profunda, de cuanto se ha argiiido mil veces en !a historia del pensamiento desde Platon a Nietzsche para combatir el ideal igua­litario en nombre de !a superioridad de una elite aristocratica de «SU­

jetos heroicos» o «superhombres», legitimados para convertirse en lo que los <<nuevas fil6sofos» denominan «maestros pensadores» 11

;

es decir, en conductores de !a humanidad. Desde este planteamiento, que responde a un elitismo filosofico, mal digerido, mezclado con presupuestos ideologicos reaccionarios y fascistas, se pretende hacer tabla rasa de las pretensiones igualitarias que, en su version marxista constituyen una forma de <<barbarie con rostra humano» ". Com~. alternativa para situar <<las ideas en su sitio• 13 propugnan que se des­carte cualquier forma de igualdad en los resultados, bien se legitime en nombre de un pietismo cristiano o del mito marxista de !a eman-

$ R. Dahrendorf: Oportunidades vitales. Notas para una teorla social y polf.~ tica, trad. cast. de R. Garda Cotarelo, Espasa-Calpe, Madrid, 1983, p. 185.

10 M. y R. Friedman: Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo econQ. mica, trad. cast. de C. Rocha, Grijalbo, Barcelona, 1980, p. 209.

ll A. Glucksmann: Les MaUres penseurs, Grasset, Paris, 1977. u B. H. Levy: La b.arbarie a visage humain, Grasset, Paris, 1977. 13 A. de Benoit: Les idees a l'endroit, Hallier, Paris, 1979.

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cipacwn, porque constituye una injusticia que se comete contra los legitimos derechos de los mas capaces.

c) En el terreno politico el ataque contra el igualitarismo respon­de a un intento de relativizar su significado e incluso de mostrar Ia imposibilidad de su realizacion. Asi, por ejemplo, en !a reciente ill­vestigacion colectiva dirigida por Douglas Rae se llega a !a conclusion de que: 1) no existe un concepto linico de igualdad, sino diferentes igualdades contrapuestas; 2) a! ser muy diversas y contradictorias las ideas sobre la igualdad, cualquiera de elias que prevalezca hara que subsistan desigualdades en . otros aspectos, y 3) no existe ninglin criteria valido que indique que tipo de igualdad debe preferir­se e imponerse en el complejo sistema social ". Esta investigacion tiende a demostrar que la complejidad social de cualquier pais tecni­samente avanzado impide llegar a soluciones politicas uniformes y exige, por el contrario, optar por medidas que garanticen !a diferen­ciacion social. Ahora bien, con ello se contradicen las premisas etico­politicas que servia de soporte a esta investigacion analitica, ya que a la postre un dato empirico (el caracter complejo de !a estructura social y la diferenciacion funcional existente en su seno) es el unico argumento que se aporta para impugnar el valor de !a igualdad ma­terial. En suma, no se aduce ninglin criterio o razonamiento etico­politico que desmienta el significado axiologico del igualitarismo, sino que se parte del supuesto <<hecho>> de !a complejidad y diferenciacion sociales para transmutar esos datos facticos en valores prevalentes a! de !a igualdad real.

11) Por ultimo, en base a una argumentacion analoga a !a de Rae, pero llevada a cabo desde una optica sociol6gico-juridjca, Niklas Luh­mann ha vaciado de ~contenido el papel de !a igualdad .lfnaterial. A su entender, el concepto de igualdad debe responder a los requisitos funcionales de una sociedad cornpleja que debe mantener el principia de diferenciacion. Para Luhmann no existe ningun criteria adecuado para distinguir lo que es <<igual» de lo que es <<desigual» en sentido material, o que nos indique en que consiste !a <<igualdad de tratamien• to», salvo que por ella se entienda el sometimiento de todos a las niismas reglas de procedimiento ". De ahi, que para el jurista practico de una sociedad industrializada y burocratizada el linico criteria valido para concretar el significado de !a igualdad es el que suministra e] legislador. Por lo que cualquier igualdad o desigualdad de trata­miento es aceptable si se halla fundada en !a ley. El derecho positivo

a D. Rae y otros: Equalities, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), London, 1981, capitulos I y VII.

1s N. Luhmann: Legitimation durch Verfahren, Luchterhand, Neuwied~Berlfn, 1969, pp. !59 y ss.; Grundrechte als Institution, Duncker & Humblot, Berlin, 2.' ed., 1974, pp. 165 y ss.

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no tiene, por tanto, que buscar su legitimacion en principios preesta­blecidos de igualdad, sino que basta que responda a procedimientos formales, flexibles y mudables que sean adecuados a Ia creciente complejidad social y aseguren, en su seno, Ia diferenciacion de fun­ciones 16

• La nocion de democracia que se desprende del planteamiento de Luhmann responde a estas mismas premisas. Asf, entiende que Ia democracia lejos de garantizar Ia participacion real de los ciudada­nos en el proceso economico social y cultural, implica un procedi­miento del sistema para adaptarse a las exigencias de Ia compleji­dad ambiental, y, en suma, para asegurar su estabilidad 17

• Con ello, Ia igualdad material queda despojada de su contenido axiologico como criteri?-gufa o meta a alcanzar por el ordenamiento juridico, para convertlrse en una mera regia inmanente a! funcionamiento del sistema que tiende a asegurar su perpetuacion, es decir, Ia del statu quo economico y social.

El asalto anti-igualitario responde, por tanto, a una pluralidad de enfoques, bajo los que no dejan de latir coincidencias basicas, que invitan a una labor de clarificacion y precision del alcance de Ia igual­dad material a quienes, como es mi caso, seguimos defendiendo su plena legitimidad.

2. Desde un punto de vista logico Ia igualdad material implica Ia toma en consideracion de circunstancias de contenido en Ia delimi­tacion significativa de Ia igualdad. Sin embargo, para Ia filosofia juridico-politica Ia igualdad material se identifica con Ia idea de Ia igualdad y el equilibria de bienes y situaciones economicas y soda-~~ .

Ha indicado Norberta Bobbio que, si no se desea que Ia invocacion de Ia igualdad se traduzca en un puro flatus vocis, es necesario plan­tear dos cuestiones fundamentales: 1.• ,:Igualdad entre quienes?, y 2.• ,: Igualdad respecto a que? A las que se puede responder con cua­tro alternativas posibles: 1) Igualdad de algunos en algunas cosas; 2) Igualdad de algunos en todo; 3) Igualdad de todos en algunas co­sas, y 4) Igualdad de todos en todo. Partiendo de estas precisiones sos­tiene que el igualitarismo ha supuesto historicamente una doctrina que exige Ia igualdad del mayor numero de individuos en el mayor numero de bienes lll.

" N. Luhmann: Ausditferenzierung des Rechts, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1981, pp. 113 y 88. y 268 y 88.

• " N. Luhmann: Politische Planung, We5tdeut5cher, Opladen 2.• ed., 1975, pa­gma5 35 y 88.

18 0. Dann: «Gleichheit», en Geschichtliche Grundbegriffe, ed. a cargo de 0. Brunner, W. Conze y R. Ko5elleck, Klett-Cotta, Stuttgart, 1979, vol. II pp. 998· 999; J. Sundb9m: Ueber <!as Gl;eichheitsprinzip, cit., pp. 21 y 88. '

u N. Bobbm: «Eguaghanza ed egualitarismo», en Rivista Internazionale di Filosofia del Diritto, 1976, n. 3, p. 322.

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No es e5te el Iugar para llevar a cabo un estudio pormenorizado de Ia trayectoria evolutiva de Ia aspiracion a! equilibria de bienes. No obstante, intentare resefiar algunos hitos caracteri5ticos de este pro­ceso, porque considero que se trata del autentico hilo conductor de las inquietudes y exigencias que determinaran Ia aparicion de Ia categoria de los derechos economicos, sociales y culturales. De otro !ado, las perspectivas historicas de los derechos humanos han tratado con mayor amplitud y sistematicidad Ia evolucion de Ia libertad, sien­do mucho mas fragmentaria su atencion hacia el desarrollo de Ia igualdad '".

Desde un punto de vista historico Ia igualdad economica aparece como un principia organizativo de Ia sociedad mucho antes de que, con Ia institucion ateniense de Ia isonomia, se perfilaran las primeras formas de igualdad formal o juridica. Se ha recordado a! respecto que da primera forma de igualdad de Ia que se tiene noticia es Ia eco­nomica: ninguna propiedad privada, sino igual division de los bienes entre los ciudadanos» 21

Es sabido que en las formaciones sociales primitivas existen reglas encaminadas a garantizar una utilizacion comunitaria o una distribu­cion equivalente de los bienes. El sistema de un «comunismo primi­tive» se desarrollo en Ia gens griega, romana, germanica y de Ia Ame­rica precolombina. El ejemplo de Esparta constituye un claro testi­monio del mantenimiento de esta estructura economica igualitaria. Mas tarde, en el sene de Ia polis ateniense, y una vez superada esta fase comunitaria, los pitagoricos y los sofistas se hicieron eco de Ia exigencia de una distribucion equitativa de los bienes ". Es mas, el ideal democratico ateniense no tan solo se cifraba en Ia consecucion de Ia isonomia (igualdad ante Ia ley) y de Ia isegoria ~ual posibilidad

2G L. Ingber, al hacer balance de los motives que Ilevaron al Centro de File­sofia del Derecho de la Universidad Libre de Bruselas a dedicar un programa de investigaci6n al estudio de la igualdad a partir de 1967, alude a que una de las principales causas determinantes de dicha elecci6n fue Ia consciencia de que este tema habia sido muchb menos estudiado que Ia libertad. Preface, a L'egaliti, ed. a cargo de R. Dekkers, P. Foriers y Ch. Perelman, Bruylant, Bruxelles, vo­ltn~_en V, 1977, p. 1. Una. interesante, aunque fragmentaria, exposici6n del his­toncal background de Ia 1gualdad se halla en la obra de R. H. Tawney: Equality, Allen & Unwin, London, 4.• reimp. de Ia 4.' ed., 1979, pp. 91 y 88. Vid. tambien 0. Dann: «Gleichheit», cit., pp. 1006 y ss.; S. A. Lakoff: Equality in Political Phi­losophy, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1964; R. K. Maurer: «E1 derecho y Ia. polemica en la Historia Universal entre las ideologias de Ia igual­d~d y la des1gualdad», en Anales d.e la Cdtedra Francisco Sudrez, 1977, n. 17, pa­gma5 305 y ss .

2l C. Curzio: «Eguaglianza», en Enciclopedia del Diritto, Giuffre, Milano, 1965, vol. XIV, p. 511.

22 Cfr. G. Fass?: Lq. democrazia in Grecia, II Mulino, Bologna, 1959, passim; M. Pohlenz: La !lberte grecque, Payot, Paris, 1956, pp. 35 y ss.; R. Soriano: «El concepto de Ia libertad en la sociedad antigua: Roma», en Anuario de Derechos Humanos, 1983, pp. 553 y S8.

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de hablar o de libertad de expresi6n), sino que, como se desprende de !a famosa tipologia de Arist6teles, el termino demokratia no evo­caba !a idea del gobierno de !a mayoria, sino !a del gobierno del demos, es decir, del pueblo entendido como clase social integrada por los pobres que, de otro !ado, son mayoria y que tiende a un ejer­cicio del poder que no tan s6lo redunde en el reconocimiento de [a igualdad ante !a ley, sino tambien en el mayor grado de igualdad en !a distribuci6n de !a riqueza ".

Por lo demas, se debe a Plat6n la primera formulaci6n precisa de igualdad econ6mica como valor fundamental de !a convivencia asi como un presupuesto basico para la felicidad y estabilidad civi;as ''. Su planteamiento se convirti6, de este modo, en un modelo cons­tante para todas las utopias igualitarias, desde la mitica «edad de oro» de los estoicos: dichosa edad en la que los terminos «tuyo» y «mio» habrian perdido toda fuerza referendal al ser todas las cosas GOmunes 25

, a las clcisicas formulaciones renacentistas. Bien elocuente resulta sobre el particular la tesis sustentada por uno de los interlo­cutores de [a Utopia de Tomas Moro para quien s6lo tras la abolici6n de la propiedad privada sera posible una equitativa distribuci6n de los bienes, lo que es condici6n para la felicidad y el progreso de !a comunidad humana 26

Decisiva importancia en la reivindicaci6n de la igualdad tuvieron tambien las enseiianzas y el ejemplo del cristianismo primitivo. Des­de premisas cristianas se ha indicado que en las Sagradas Escrituras se contiene una proclamaci6n radical de la igualdad, en base a la identidad de la filiaci6n divina de todos los hombres. Su formulaci6n mas precisa y completa se halla en !a Epistola a los Gdlatas de San Pablo, donde se afirma que: «Por la fe de Cristo Jesus todos somas hijos de Dios ... Ya no hay mas judio ni griego, esclavo ni libre, var6n o hembra: todos vosotros sois uno en Cristo Jesus ... »". En estas pa­labras se contiene, si atendemos al juicio de Sergio Cotta, la supera­ci6n global de cualquier diferencia posible: de cultura (ni judio ni griego), de situaci6n social (ni esclavo ni libre), de condici6n natural (ni var6n ni hem bra)... <<Hist6ricamente no creo -seiiala Cottar­que pueda hallarse una innovaci6n mas sorprendente y radical en el sentido de [a igualdad>> ".

" Arist6teles: Politica, III, 6-8, 1278b-1280a. " Plat6n: Republica, IV, 6, 428b-429a. 24 E. Bloch: Derecho natural y dignidad humana, trad. cast. de F. Gonzalez

Vicen, Aguilar, Madrid, 1980, pp. 22 y ss.; R. Soriano: Op. cit., pp. 609 y ss. '" T. Moro: Utopia, II y VII. ; 27 Pablo de Tarso: Epistola a los Gdlatas, 3, 26-29. 29 S. Cotta: «N6 Giudeo n6 Greco, ovvero della possibilita dell'uguaglianza»,

en Rivista Internazionale di Filosofia del Diritto, 1976, n. 3, pp. 339-340. Cfr., en

Dimensiones de Ia igualdad material 261

En lo que ataiie a la igualdad econ6mica en particular conviene tener presente que en el Antigua Testamento existen abundantes tes­timonios de la reconvenci6n profetica a los mercaderes, los acapara­dores de tierras y riquezas, los explotadores de los debiles (viudo, enfermo, menores ... ), etc.; pero es en el Nuevo Testamento donde de forma expresa se contienen las severas amenazas de Cristo contra los que hicieren un uso indebido de las riquezas ". Tesis que en !a exegesis de algunos de los Santos Padres, de modo especial San Basilio San Juan Cris6stomo y San Ambrosio, fue interpretada como una' con­dena de las riquezas por el peligro que entaiian para !a vida moral. Estos autores se mostraron, a! propio tiempo, partidarios de la comu­nidad de bienes como el estado natural y originario de !a humanidad. La propiedad privada aparece, en Ultima instancia, como una des­viaci6n del primitivo orden de !a Creaci6n y es consecuencia del pecado y del afan inmoderado de lucro 30

• Si bien es cierto que tam bien entre los Santos Padres fue defendida la tesis que consideraba a la propie­dad privada como de derecho natural primario, como se desprende de las tesis de Clemente de Alejandria y de Origenes. En tanto que Lactancio llev6 a cabo una impugnaci6n expresa de la doctrina pla­t6nica de !a comunidad de bienes ". Esta actitud ambivalente hall6 puntual reflejo en el pensamiento de Tomas de Aquino, quien a! tratar de !a propiedad privada se hace eco de estas dos tendencias divergen­tes de la patdstica. Asi, reconoce a un tiempo la licitud de !a posesi6n personal de las cosas, como algo necesario para la vida humana y !a exigencia de que el hombre no considere las cosas externas como pro­pias, sino como comunes, es decir, de modo que las comparta facil-mente con quienes tam bien las necesitan 32

• ""-.

En todo caso, !a tradici6n ut6pica y !a exigencia igualitaria de de­terminadas corrientes cristiana, que en el Medievo adquirieron re­novado impulso a traves de los franciscanos ", se manifestaron como fermento inspirador de las luchas sociales de los campesinos en la epo.ca de !a Reforma; de modo especial en las actitudes de los anabap­tistas y de Tomas Munzer".

el mismo sentido, E. Brunner: La Justicia, trad. cast. de L. Recasens srches, Unam, Mexico, 1961, pp. 44 y ss .

. '" Mt., 19, 23-40; Lc., 6, 24-25; Act., IV, 32-35. Cfr. J. Ruiz Gimenez: La pro­ptedad. Sus problemas y su funci6n social, Anaya, Salamanca~Madrid, 1961, vo~ lumen I, pp. 73 y ss.

!~ Glb, ,FdassO: Cristianesimo e societii, Giuffre, Milano, 2.a ed., 1969, pp. 45 y ss. t em.

:: Tomas de Aquin?: S_um,m,a, Theologica, .II~II, q. 66 a, 2. . G .. Tarel~o: Proftlt gturtdtct della questwne della povertii nel francescane-

stmo przma dt Ockham, en Studi in memoria di A. Falchi, Giuffre, Milano, 1964, pp. 338 y ss.

34 E. Bloch: Thomas Mii.nzer als Theologe der Revolution Suhrkamp Frank~ furt, a. M., 2.• ed., 1962. ' '

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3. AI pensamiento espana! de los siglos XVI y XVII le cabe tambien un importante papel en Ia reivindicadon del principia de Ia igualdad economica. Deben citarse a! respecto los tratados de Juan Luis Vives De subventione pauperum y De communione rerum. El primero des­tinado a las autoridades de Ia ciudad de Brujas constituye un pro­grama de medidas y remedios contra el pauperismo; en tanto que el segundo se halla dirigido a una consideracion critica de las ideas defendidas por los anabaptistas sabre Ia comunidad de bienes. Vives si bien admite el derecho de propiedad individual como fundado en la naturaleza y en las condiciones sociales, establece estrictos de­heres y limitaciones para los propietarios. De un !ado exige Ia co­municacion de bienes entre quienes los poseen y quienes sin culpa carecen de ellos; de otro, consderan necesaria Ia intervencion del poder para lograr una justa distribucion de bienes y unos servicios de asistencia social 35

La conviccion de que Ia paz y Ia tranquilidad publica presuponen una justa y equitativa distribucion de Ia riqueza no solo fue defen­dida por Vives, sino que constituye un patrimonio doctrinal de buen nilmero de exponentes de Ia Escuela espanola del derecho natural. Fray Luis de Leon afirmaba sobre el particular que no era posible Ia paz en el reino «cuyas partes est in opuestas entre si y tan dife­renciadas, una con mucha honra y ot :as con senalada afrenta» ". ·

Para Domingo de Soto por derec 10 natural Ia comunidad fue el primer titular de Ia propiedad de todos los bienes: «Todos los bienes fueron creados comunes para todos los hombres», senalaba textual­mente". De ahi, que en un principia cada uno de los miembros de Ia comunidad tenia un derecho equivalente para apropiarse de los bienes comunes en Ia medida en que ella fuera necesario para su subsistencia. La propiedad privada, que implicaba una division en Ia titularidad y disfrute de las cosas fue introducida por derecho de gentes positivo para estimulo del trabajo personal, mejor adminis­tracion de los bienes y para una mayor paz social '". De enorme in­teres y modernidad pueden considerarse las tesis de Juan de Roa Davila sabre las condiciones de Ia politica tributaria como factor de equilibria economico y social", que en cierto modo anticipa Ia actual politica de los partidos socialdemocratas tendente a conseguir una paulatina nivelacion social por media de una imposici6n fiscal

8 s Cfr. E. Lufio Pefia: «La filosofta juridica y social de Juan Luis Vives», en Universidad, 1940, fas. 4, pp. 545 y ss.

86 Fray Luis de Le6n: De los nombres de Cristo, palabra Rey. u .D. de Soto: De justitia et jure, IV, I, 1-2. 30 Ibidem. au A. E. Perez Lu:iio: «A prop6sito de Ia concepciOn democratica de Juan Roa

D:ivila y el arden juridico en Francisco SuareZ>>, en Revista Juridica de Catalufia, 1972, n. 3, pp. 653 y ss.

Dimensiones de Ia igualdad material 263

progresiva. Pero, quiza, Ia postura mas definida y progresist~ sea ~n este punto, a! igual que en lo que respecta a! derecho de res1ste?c'":• ]a de Juan de Mariana. A lo largo de su tratado Del rey y de la mstt­tuci6n de la dignidad real indica el ilustre jesuita que Ia fe cristiana ensena que en un principia Dios creo todas las casas para que par­ticiparan de elias todos los hombres sin excepcion en regimen d~ _co­munidad. Solo Ia avaricia determino Ia interrupcion del plan dtvmo v de sus beneficios. As(, siendo Ia tierra suficiente para dar frutos que alimenten a todos, debieran quienes de ella ?e han apropiad? construir depositos de trigo y de dinero para sattsfacer las necesl­dades de los pobres. Mas cercarro a lo que mas tarde seria Ia tesis de Rousseau que a Ia de Soto, entiende que el origen de Ia propiedad privada hay que buscarlo en Ia codicia y en Ia corrul?ci~'m de _I~ ?;a­turaleza humana. En todo caso, si el pecado determmo Ia dtv1s10n de Ia propiedad comun en su origen, por voluntad divina no es licito que unos pocos Ia ocupen en su totalidad, sino qu~ deben deja_r una parte para los usos y necesidades comunes. Manana aconseJ": ex­presamente a! principe que debe poner el mayor esfuerzo en ev1tar: «Oue en Ia Republica haya algunos que aglomeren ellos solos todas las riquezas y el poder, y que por consecuencia de este mal se vean otros reducidos y estrechados al ultimo extrema de Ia indigencia. Porque los ricos se corrompen y abusan del poder, habiendo muy pocos que sepan moderarse cuando Ia fortuna les es pr~sp~ra, lo mismo que cuando les es adversa; y cuantos fueren los mdtgentes en ]a Republica, tantos necesariamente seran enemigos suy?s, Y es­pecialmente cuando hayan abandonado Ia esperanza de meJorar d~ condici6n.» Mariana juzga requisito imprescindibleill?ara Ia establ­lidad politica un cierto equilibria en las fortunas, para lo cual el primer objetivo debe ser remediar Ia it;digen?ia _Y amparar a! _pue­blo: «Si se obligase a los ricos a repartlr eqmtatiVamente las nque­zas que acumularon, en este caso participarian todos de elias y nunca habria escasez de pan, que nace para todos '".

Sabiendo resumir certeramente en este, como en otros tantos nuntos Ia communis opinio dominante de Ia etica social y juridica de nue~tros clasicos, Francisco de Quevedo aboga decididamente por una distribucion equitativa de los bienes materiales, porque entiende que Ia miseria fisica es el germen de Ia miseria moral y entrana una amenaza directa contra el bien comiln y Ia paz publica. En el rico ]enguaje de su prosa advierte al Rey de que: «No es pueblo muy poderoso, Senor, el que yace en rematada pobreza, es carga, es pe­ligro, es amenaza; porque Ia multitud hambrienta ni sabe temer, ni tiene de que; y aquel que les quite cuanto adquirieron de oro y plata

49 J. de Mariana: De rege et regis institutione, III, 14.

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y hacienda, les deja Ia voz para el grito, los ojos para e] llanto, e] pufial y las armas» ". La desigualdad economica supone, para Que­vedo, uno de los «fantasmas de Ia vida» que se oponen a Ia felicidad del genera humano. De ahi, que intuya lo que siglos mas tarde se con­siderani como «funci6n social» de la riqueza, es decir, la exigencia de quien posee bienes materiales de hacer participes en su disfrute a quienes los necesitan para su subsistencia. Exigencia que contem­pla como un deber de justicia, antes que como un mero acto de ge­nerosidad o de altruismo. «Si Ia mayor vileza de los pobres es el pedir -escribe Quevedo-; empero no los condeno a pedir quien mando. a los ricos que les diesen lo que les sabra. Si les dan socorro antes que se lo pi dan, son fieles y liberales; si aguardan a que se lo pidan, pagan apremiados lo que deben; si lo niegan, son ladrones de lo que guardan» 42

4. En el marco de Ia Revolucion inglesa del siglo XVII debe rese­fiarse Ia abierta reivindicacion de Ia igualdad llevada a cabo por las corrientes radicales, de modo especial, por los levellers y los diggers. Los primeros centraron su lucha en Ia consecucion de Ia igualdad juridica en el ambito del reconocimiento de los derechos innatos e inalienables del hombre. Los levellers o niveladores partieron de sus profundas convicciones religiosas para fundamentar su concepcion igualitarista en e] hecho de que todos los hombres han sido creados iguales por naturaleza, asi como dotados de una misma razon. Estas tesis fueron avanzadas en el marco de una abierta defensa del prin­cipia de Ia soberania popular y de Ia legitimacion. contractualista de Ia autoridad, asi como de Ia exigencia de que se plasmaran en una constitucion escrita los derechos de los ciudadanos y los limites del poder (ideas que se materializaron en su proyecto constitucional de­nominado Agreement of the People, que no llego a implantarse). Los diggers o cavadores fueron mas lejos en su reivindicacion de un igualitarismo radical, a! negar Ia legitimidad del derecho de propie­dad privada sabre Ia tierra. Su linea de argumentacion, que recuerda Ia de las revueltas de los campesinos alemanes o Ia de los anabap­tistas, sostenia el caracter comunitario de todos los medias y bienes de subsistencia y, de modo especial, de Ia tierra, dada a los hom­bres por el Creador como «riqueza comlin» u.

41 F. de Quevedo: Polttica de Dios y Gobiemo de Cristo, en Obras Completas, ed. a cargo de F. Buendia, Aguilar, Madrid, 6: reimp., 1974, p. 701. Cfr. el vol. de A. Ruiz de la Cuesta: El legado doctrinal de Quevedo: su dimensiOn politica y filos6fico-juridicav Tecnos-Fundaci6n Cultural «Lufio Pefia}>, Madrid, 1984.

42 F. de Quevedo: Contra las cuatro fantasmas de la vida, en Obras Comple­tas, cit., p. 1440.

43 Cfr. H. N. Brailsford: The Levdlers and the English Revolution, Cresset Press, London, 1961, passim.; E. Griffin-Collart: «Les conseqUences de l'6galite naturelle chez les Niveleurs, Pufendorf et Locke}>, en L'egalite, cit., vol. V, pp. 163

Dimensiones de Ia igualdad material 265

El debate sabre igualdad constituye uno de los principales nudos de interes de Ia cultura iluminista que precede e inspira Ia Revolucion francesa.

Uno de los testimonios intelectuales de mayor relieve sabre e] par­ticular lo ofrece el propio Voltaire, quien dedica a! tema una de las voces de su Diccionario filos6fico. Su planteamiento entrafia una lucida toma de consciencia de Ia dependencia del concepto de igual­dad real de Ia satisfaccion del sistema de necesidades humanas ba­•icas. Ese sistema de necesidades y carencias, y el consiguiente im­pulso para colmarlas, constituye el arden de las relaciones de servi­dumbre y dominio entre los hombres. «Si el hombre encontrara en todas partes una subsistencia facil y asegurada -escribe Voltaire--,. y un clima adecuado a su naturaleza, es evidente que a un hombre le hubiera sido imposible hacerse servir por otro.» De ella infiere que, «Si careciesen de necesidades, todos los hombres serian. forzo­samente iguales. La miseria vinculada a nuestra especie, subordma un hombre a otro hombre; Ia verdadera desgracia no es Ia desigualdad, sino Ia dependencia.» ·

Voltaire expresa, de este modo, fielmente Ia consciencia burguesa a tenor de ·!a cual Ia realizacion plena de Ia igualdad se cifra en Ia desaparicion de los vinculos de dependencia. Lo que, en el plano formal se traduce en el reconocimiento de Ia igualdad ante Ia ley de todos los ciudadanos, pero en el material entrafia una transfor­macion economico-social que no le parece posible. Con una actitud mezcla de escepticismo y de una cinica mala fe, solo en apariencia involuntaria, no duda en afirmar: «En nuestro desventurado globo es imposible que los hombres, viviendo en socied.;ld, no esten clivi­didos en dos clases, una de los ricos que mandan f·otra de los po­bres que obedecen ... Todos los pobres no son absolutamente desgra­ciados. La mayoria ha nacido en ese estado, y el trabajo continuo les impide darse demasiada cuenta de su situacion; pero cuando se dan cuenta estallan las guerras ... »

Las causas que justifican Ia desigualdad son para Voltaire de ca­racter psicologico: («Todo hombre nace con una propension noto­ri>imente violenta hacia el dominio, Ia riqueza y los placeres, y con una gran aficion por Ia holganza... con estas hermosas disposiciones es ... imposible que los hombres sean iguales»); o de tipo economico­•ocial («El genera humano, tal como es, no puede subsistir a menos que haya una infinidad de hombres utiles que no posean absoluta­mente nada; pues, ciertamente, un hombre que viva con desahogo, no abandonara su tierra para ir a cultivar Ia vuestra»). En todo caso,

y ss.; G. Peces Barba: Trdnsito a la modernidad y derechos fundamentales, Mez-quita, Madrid, 1982, pp. 170 y ss. .

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Ia creencia de todo hombre a considerarse «exactamente igual a los demas hombres» que Voltaire estima razonable y justa, no puede ser causa para derribar Ia desigualdad «O toda la sociedad humana se corrompe» 44

Sin embargo, en el clima pre-revolucionario hallamos tambien signos inequivocos de una reivindicacion jusnaturalista de Ia igual­dad economica. Las obras de Morelly, en especial su Code de Ia na­ture", y el libra del abate de Mably Des droits et des devoirs des ci­toyens" constituyen una critica radical de Ia propiedad privada como causa de todos los males sociales. En opinion de ambos Ia razon debe ser el modelo de unas !eyes positivas, conforme a Ia naturaleza, que permitan un goce comunitario de todos los bienes y garanticen una felicidad publica, que tan solo superadas Ia ambicion y Ia codicia podra ser patrimonio de toda Ia humanidad.

Estas aspiraciones hallaran eco en algunas normas y preceptos de la Revolucion francesa de modo especial en Ia Instruction de Lyon, promulgada en 1793 durante el periodo de hegemonia jacobina por Collot d'Hermois y Joseph Fouche. En esta disposicion dirigida a res­taurar el clima revolucionario tras la sublevacion realista de Lyon, sofocada por las armas, se contiene un alegato radical en favor de Ia egalisation des fortunes. El texto parte de Ia premisa de que rico, le mauvais riche, nunca ser:i un buen revolucionario, ni un republi~ cano leal, por ella, si Ia revolucion permite que subsistan las diferen­cias de bienes no se conjugara el peligro de una recaida en Ia tirania. De ahi, que en dicho documento se diga expresamente que: «La re­volucion esta hecha para el pueblo; pero no hay que en tender por pueblo esa clase privilegiada, por su riqueza, que ha acaparado todos los goces de Ia vida y todos los bienes de Ia sociedad .. El pueblo es (micamente Ia totalidad de los ciudadanos franceses, sabre todo esa clase social infinita de los proletarios que defienden las fronteras de nuestra patria y que sustentan a Ia sociedad con su trabajo. La revolucion seria una absurdo politico y moral si no se ocupara mas que del bienestar de unos cuantos cientos de individuos y dejara per­durar Ia miseria de veinticuatro millones de seres. Por eso seria un engafio afrentoso a Ia Humanidad el pretender hablar siempre en nombre de Ia igualdad, mientras separan a(m a los hombres desigual· clades tan tremendas en el bienestar» ".

44 Voltaire, voz «<gualdad» en su Diccionario filos6fico, en Obras, ed. cast. a cargo de C. Pujol, Vergara, Barcelona, 1968, pp. 592-593.

45 Moreliy: Code de la nature, I y II. 45 Cfr. A. Maffei: «Recenti scritti sull'abate Mably», en Rivista Internazional,e

di Filosofia del Diritto, 1958, pp. 741 y ss. 41 Los textos citados de la Instruction de Lyon han sido tornados de la obra

de S. Zweig: Fouche. El genio tenebroso, trad. cast. de R. Terneiro, Editorial Juventud, Barcelona, 1956, p. 29. Conviene tambien tener presente que en los

Dimensiones de la igualdad material 267

Sorprende aqui Ia definicion de Ia revolucion trancesa como un movimiento social de clase, encaminado a servir los intereses de las clases mas populares antes que los de la burguesia. Los fines de Ia revolucion, a tenor del espiritu que anima este manifiesto, rebasa­rian el ambito de Ia democracia politica para penetrar de Ileno en el de Ia democracia economica. Esta impresion se puede ver corro­borada en el parrafo de Ia Instruction, en el que se proclama: «Todo el que posea mas de lo indispensable ha de contribuir con una cuota igual al exceso, a los grandes requerimientos de Ia patria. De modo que habeis de averiguar de manera generosa y verdaderamente revo­lucionaria, cuanto tiene que desembolsar cada uno para Ia causa publica. No se trata aqui _de Ia averiguacion matematica, ni tampoco del metoda vacilante que en otros casas se emplea en Ia reparticion de contribuciones; esta medida especial tiene que Ilevar el caracter de las circunstancias. Obrad, pues, lo superfluo es una violacion pa­tente de los derechos del pueblo. Todo lo que tiene un individuo mas alia de sus necesidades no lo puede utilizar de otra manera, sino abu­sando de ella»". He recogido este parrafo in extenso porque revela la falta de fundamento de aquellas tesis que niegan, por principia, Ia sensibilidad de determinados sectores del pensamiento frances revolucionario hacia las exigencias de Ia igualdad economica. La es­tricta delimitacion de lo superflu, que comporta esta condena de todo exceso de bienes se halla tambien presente en ·las requisitorias de Marat tendentes a Ia nivelacion de Ia propiedad. A su vez, estos es­timulos hallaran su eco mas notorio en las ideas democraticas de Fran.;:ois Noel (que se Ilamara a sf mismo Graco) Babeuf, Filippo Mi­chele Buonarroti y Silvain Marechal au tares del ~famoso Manifeste des egaux, tras cuyos principios se ha detectado Ia soRtbra inspiradora e incluso redactora de Fouche". Babeuf, que ha sido denominado el <<Tribuna de Ia igualdad» ", denunciaba en 1794 Ia involucion con­servadora de Ia revolucion al no haber desterrado Ia propiedad pri­vada «Source de taus les maux sur Ia terre». Mientras Ia libertad no vinculada intimamente a Ia igualdad economica, no pasaria de ser una quimera; ya que Ia libertad es liberacion de Ia opresion, y Ia opresion es el producto de Ia desigualdad economica y de sus efectos.

AI estudiar algunos de los movimientos sociales y posturas doctri­nales que aqui se han resefiado, Engels no dudo en calificarlos de formas de comunismo ascetico en las que: «La reivindicacion de Ia

inicios de Ia Revoluci6n, Marat, en una carta a Desmoulins de 24 de junio de 1790, no dudaba en escribir: «(De que sirve Ia libertad politica a los que no tienen pan? SOlo vale para los te6ricos y los politicos ambiciosos.» ·n~~p.n . 49 Ibidem, p. 76. Cfr. E. Tierno Galvin: Babeuf y los iguales. Un eptsodio del

socialismo premarxista, Tecnos, Madrid, 1967, pp. 123 y ss. 60 E. Bloch: Derecho natural y dignidad humana, cit., p. 169.

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igualdad (die Forderung der Gleichheit) no se ceiiia a los derechos politicos, sino que comprendia las condiciones socia)es de vida de cada individuo; pues no se trataba solo de abolir los privilegios de clase (Klassen vorrechte), sino de derrumbar las propias diferencias de clase (Klasseniinterschiede selbst) » ". Es significative que en ese mismo trabajo Engels relegara a Jean-Jacques Rousseau a mero fun­damentador de «La republica democratica burguesa» ".

5. La postura de Engels plantea una cuestion que, deliberada­mente, he querido situar al margen de la panoramica evolutiva tra­zada hasta aqui, que ha seguido basicamente un orden cronologico. Se trata de !a necesidad de abordar, con cierta independencia, la de­batida cuestion de la actitud de Rousseau con relacion a !a igualdad.

Asi, un determinado sector del pensamiento marxista que tiene uno de sus mas caracterizados exponentes en E. Bloch, ha partido de la tesis de Engels para llegar a la conclusion de que si bien el Dis­cours sur l'origine, et les fondements de l'inegalite parmi les hommes se considera a la propiedad privada como el origen de las desigual­dades economicas y con ello de los infortunios y conflictos sociales, en obras posteriores, de forma especial en !'Emile, atribuye al derecho de propiedad un Iugar fundamental y plenamente legitimo entre los derechos del hombre. Tales derechos conforme al espiritu de la vo­lonte generale proclamaban el principia de la igua!dad, bien es cierto que circunscrito unicamente a «empecher l'inegalite excessive des fortunes». Con lo que, a la postre, !a actitud de Rousseau se halla muy proxima a !a que mas tarde va a ser la de Robespierre y se di­ferencia notablemente de !a asumida por las corrientes igualitaristas (Mably, Morelli, Babeauf ... ) ".

Otra interpretacion del pensamiento roussoniano sobre la igualdad parte de !a exegesis del Contrat social para mostrar que si bien la preocupacion inicial de !a obra era el hallar una formula que garan­tizase la libertad, la preocupacion del autor por el interes general le hace considerar a !a igualdad como un instrumento necesario para que aquella pueda ser plenamente alcanzada. Ahora bien, a partir de esta consideracion se llega a dos conclusiones contrapuestas: la una personalizada por Talmon ve en estas tesis una justificacion del colectivismo que desembocaria en la << democracia totalitaria» "; la

n F. Engels: Die Entwicklung des Sozialismus von der Utopie zur Wissens­chaft, en Marx Engels Werke (en adelante MEW), Dietz, Berlin, 1968, t. 19, p. 191.

" Ibidem, p. 190. " E. Bloch: Op. cit., pp. 70·71. Cfr. tambien R. Dahrendorf: Ueber den Urs­

prung der Ungleichheit unter den Menschen, Mohr, Tiibingen, 2.a ed., 1966, pp. 10 y ss.; E. Fernandez: «El contractualismo chisico (siglos XVII y XVIII) y los de­rechos naturales», en Anuario de D.erechos Humanos, 1983, pp. 89 y ss.

54 J. L. Talman: The Origins of Totalitarian Democracy, Seeker & Warburg, London, 1952, pp. 60 y ss.

Dimensiones de Ia igualdad material 269

otra anticipada por Lassalle y ampliamente desenvuelta por Mon­dolfo ha visto en el jusnaturalismo democratico roussoniano un va­lioso precedente del humanismo socialista ''.

En abierta polemica con todas las interpretaciones hasta aqui ex­puestas Della Volpe ha trazado una clave hermeneutica tendente a conectar la concepcion roussoniana de la igualdad con la de Marx. La interpretacion de Della Volpe se apoya en una critica de la nocion formal de la igualdad aspiciada por ·ra ideologia individualista bur­guesa, y la concepcion igualitarista, cifrada en la mera nivelacion de las fortunas, defendida por el socialismo utopico y sus precedentes (Morelli, Mably, Babeuf ... ). En su opinion ninguna de estas dos inter­pretaciones de la igualdad corresponde al pensamiento de Rousseau, quien de forma especial en el Discours opta abiertamente por afirmar que en un Estado bien constituido <des rangs des citoyens doivent done etre regles ... sur les services reels qu'ils rendente a l'Etat». En suma, para Rousseau la instancia democratica del merito personal, constituido por las aptitudes y capacidades naturales de los indi­viduos y por su esfuerzo, seria el principal rasgo definitorio de !a igualdad. La postura roussoniana supondria una concepcion de !a igualdad universal como sintesis proporcional de las desigualdades de los hombres de caracter natural o fisico, establecida por !a naturaleza y consistente en las diferencias de edad, salud, fuerza y las cualida­des de la inteligencia y el espiritu; y de las desigualdades entre los hombres de tipo moral o politico, que dependen de !a convencion y han sido establecidas o, al menos, autorizadas por el consenti­miento de los hombres. Asi como en el estado de naturaleza ·Ia des­igualdad de tipo moral o politico era practicamente 111;1!a, por la pro­pia simplicidad y uniformidad de !a vida salvaje, el ·progreso del espiritu humano la ha establecido y legitimado por el reconocimiento de la propiedad y de las !eyes. Sin embargo, toda desigualdad «de institucion» (moral o politica) establecida por el derecho positivo, sera contraria al derecho natural (idest a la razon), siempre que no guarde proporcion con las desigualdades fisicas; esto es; con las capa­cidades y meritos de los individuos. Para Della Volpe el Contrat implica la confirmacion de este planteamiento, antes que su antitesis. El «pro­blema fundamental» de esta obra clasica reside, como es notorio, en el esfuerzo por: <<Trouver una forme de association que defende et protege de toute la force comune la personne et les biens de chaque assode» ". Solo asi cada uno uniendose a los demas no obedecera mas que a si mismo y seguira tan libre como antes. Ahora bien, en opinion de Della Volpe, esta afirmacion no debe entenderse como el deseo de

35 R. Mondolfo: Rousseau e la coscienza moderna, La Nuova Italia Firenze, 1954, passim. '

69 Rousseau: Contrat social, I, IV.

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una vuelta a [a libertad e igualdad del estado de naturaleza. El propio Rousseau habia escrito en una nota final de su Discours, que !a jus­ticia distributiva en cuanto forma de Ia igualdad social, era superior a !a igualdad natural, que a(m en el caso hipotetico de que pudiera ser practicable en sociedad civil, resultaria injusta por su indiferencia anarquica a !a diversidad de los individuos. De ahi, que el Contrat deba entenderse como el programa de una democracia radical y el parrafo transcrito pierde su misterio si se entiende tal forma de aso­ciacion como el instrumento politico que garantice y asegure !a afir­macion de los meritos y de las posibilidades de cada uno, esto es, de su persona y de su libertad lo que conduce: «Aile soluzioni classis­te, materialistiche, dei problemi dell'egualitarismo mediatore di per­sane di Rousseau, quali si trovane nel socialismo e in fine nel comu­nismo prospettati nella marxiana Critica del programma di Gotha e in Stat a e rivoluzione di Lenin» 57

En !a construccion elaborada por Della Volpe !a igualdad demo­cratica o real precisa para su consecucion una sociedad en Ia que [a posicion de cada uno de sus miembros se halla determinada por sus servicios o, si se quiere por su trabajo. Merito-trabajo seria el binomio axiologico indisoluble e irrefutable en nombre del cual el proletariado revolucionario emanciparia a !a humanidad, reivindicando e[ reco­nocimiento de los meritos personales de todos los hombres (no solo de !a minoria burguesa), esto es, de !a persona humana tout court'". El marxismo aparece como un salto cualitativo respecto a !a concep­cion politica moralista, humanitaria e interclesista de Rousseau. Tan s6lo !a lucha de clases y Ia consiguiente creacion de las condiciones para una sociedad que pueda realizar Ia libertad igualitaria, sin caer en el igualitarismo nivelador utopico, garantiza !a igualdad real de todos los hombres basada en el reconocimiento de sus meritos deriva­dos de su capacidad y trabajo ".

6. La tesis de Della Volpe nos situa ante !a mas decidida afirma­ci6n de !a igualdad material representada por el pensamiento marxis­t~: Dicho p~nsan:'i~nto_ fue considerado por Engels como Ia supera­cron de las msufrcrencras de todos los esfuerzos igualitarios anterio­res _Y m:ry especialn:'ente del real~zado por los socialistas utopicos: «Samt-Srmon, en qmen !a tendencra burguesa se sigue afirmando en cierta medida,junto a !a proletaria; Fourier y Owen, quien en el ~ais en el que !a producci6n capitalista se hallaba mas desarrollada e im­presionado por sus antagonismos, expuso de forma sistematica una serie de medidas dirigidas a suprimir las diferencias de clase 60

• Rasgo

" G. della Volpe: Rousseau e Marx, Editori Riuniti Roma 4.• ed 1964 p 119 ~s Ibidem, p. 88. ' ' '' ' · ' " Ibidem, pp. 87-90.

Dimensiones de la igualdad material 271

comun de estos autores fue el no actuar como representantes del proletariado, sino que se propusieron emancipar de golpe a toda Ia humanidad. Como los jusnaturalistas del siglo xvrn pretendieron ins­~aurar el reino de -I_a razon y !a justicia eterna, pero incluyendo en el ambrto de lo rrracwnal y de lo injusto a las propias creaciones del mundo burgues "'. Pero frente a! caracter abstracto e ideal de estas reivindicaciones de Ia igualdad como mero igualitarismo nivelador de las fortunas, Engels insiste en concebir Ia igualdad como un produc­to historico cuyo contenido se halla determinado por el sistema eco­nomico, el desarrollo material e intelectual de Ia sociedad y !a res­pectiva posicion y relacion entre las clases ".

El texto clave para interpretar Ia posicion comunista sobre !a igual­dad es, sin duda, Ia Kritik des Gothaer Programms de Karl Marx, en !a q~e no solo se contiene una critica de Ia igualdad formal, sino unas pre­mrsas fundamentales sobre !a forma de entender !a igualdad real. En dicho escrito, Marx, criticando el principio lassalleano del «derecho igual de cada uno a! igual producto del trabajo», pone de relieve que tal maxima no implica una superacion del horizonte del derecho burgues. En su opinion este principio es como todo derecho «el de­recho de !a desigualdad». (Es ist daher ein Recht der Ungleichheit ... wie elles Recht».) El derecho solo puede consistir en !a aplicaci6n de una medida igual, pero los individuos desiguales (no serian individuos si no lo fueran) solo pueden medirse por !a misma medida siempre que se les enfoque desde un punto de vista igual; por ejemplo, se les enfoque como obreros y no se tenga presente en ellos otra cir­cunstancia. Sin embargo, unos tienen mayores cargas familiares (ne­cesi~a_des) __ que otros; por co;>siguiente, a igual r'l.ndimiento, a igual partrcrpacwn en el fondo socral de consumo, unos s8n mas ricos que otros, porque obtienen, de hecho, mas que otros. De otro !ado, el derecho de los productores es proporcional a! trabajo que han ren­dido; !a igualdad consiste en que se mide por el mismo rasero; por el mismo trabajo. Pero como !a capacidad de trabajo de los hombres es desigual cuantitativa y cualitativamente, este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No reconoce ningun privilegio de clase, porque aqui cada individuo no es mas que un obrero; perc> reconoce como privilegio natural, las desiguales aptitudes de los indi­viduos que se traducen en desigual capacidad de rendimiento. Para evitar estas desigualdades y arribar a una autentica igualdad «justa»: «el derecho no tendria que ser igual, sino desigual ( ... miisste das Recht sttat gleich, vielmehr ungleich sein)».

6° F. Engels: Die Entwicklung des Sozialismus cit. p. 191 81 Ibidem. ' ' · "' F. Engels: Anti-Diihring, en MEW, cit., t. 20, pp. 98-99, y de modo especial

en sus Vorarbeiten zum Anti-Dii.hring, ibid., pp. 581-582.

1

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272 Antonia-Enrique Perez Lufio

Marx reconoce que en Ia primera fase de Ia sociedad comunista esto no sera posible, porque «e] derecho no puede ser nunca superior a Ia estructura economica ni a! desarrollo cultural por ella condicio­nado». Solamente en Ia fase superior de Ia sociedad comunista, «Cuan­do haya desaparecido Ia servidumbre esclavizadora de los individuos a Ia division del trabajo, y con ella Ia contraposicion entre el trabajo intelectua] y e] fisico; cuando el trabajo no sea solo un medio de vida, sino Ia primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos las fuerzas productivas se acrecientan y todas las fuen­tes de Ia riqueza colectiva corran en abundancia, ta.n solo entonces podra superarse el estrecho horizonte del derecho burgues, y Ia so­dedad podra escribir en su bandera: jde cada uno, segiln su capaci­dad; a cada uno segiln sus necesidades!" (Jeder nach seinen Fahig­keiten jedem nach seinen Bedtirfnissen!) ~.

En el texto resefiado se encuentran nociones de capital importan­cia para Ia determinacion de Ia idea marxista de Ia igualdad.

a.) En primer termino se aprecia en este parrafo una critica de Ia igualdad formal, corolario del derecho igual. Dicha forma de igual­dad se abstrae de las necesidades concretas y diferentes de los dis­tintos individuos, aplicando el mismo rasero a situaciones desiguales.

b) De otro !ado, Marx es consciente de que ese criteria de Ia igualdad no podra ser superado en Ia primera fase de construccion de Ia. sociedad comunista. El derecho igual, que ha sido una creacion burguesa, persiste en la primera fase de Ia sociedad comunista como regulador de Ia distribucion de los productos. En Ia interpretacion de Lenin en dicho periodo rigen los principios: «Ouien no trabaja, no come»; y «a igual cantidad de trabajo, igua] cantidad de pro­ductos» 6

'.

c) Ahora bien, el principia basico para superar Ia igualdad formal y arribar a Ia real, no puede ser el del trabajo (aunque una vez su­primida Ia alienacion economica deje de ser medio de vida, para convertirse en necesidad vital), ni tam poco el merito, como se des­prendia del analisis de Della Volpe, sino el de las necesidades con­cretas de los individuos plenamente emancipados ".

" K. Marx: Kritik des Gothaer Programms, en MEW, cit., t. 19, pp. 20.21. Cfr. G. Haarscher: «La genese de l'id6e d'6galit6 chez Ie jeune Marx», en L'egalite~ cit., vol. V, pp. 194 y ss.; y «L'6galit dans la pensee de maturit6 de Marx», ibid., pp, 219 yss. ..... . . . . . .

6' V. Lenin: El Estado y la revoluci6n, en Obras escogidas, Editorial Progre.

so, Moscu, 1960, vol. 2, p. 368. ss K. Marx ha indicado de forma expresa que es, precisamente, mas alia del

ambito de la producci6n material impuesta por Ia necesidad y Ia coacci6n, donde comienza el reino de la Iibertad. La socializaci6n puede contribuir a racionalizar Ia producci6n y el intercambio, para que dejen de estar dominados por un poder ciego; pero este seguini siendo un reino de la necesidad. AI otro Iado de sus

Dimensiones de la igualdad material 273

d) En consecuencia, para Marx Ia igualdad material, aquella que corresponde a las exigencias de Ia justicia seria Ia que asegurara un trato igua] de las necesidades iguales. Con ella superaria dia!ectica­mente lo mismo Ia consideracion de Ia igualdad como elemento for­mal, que el mero igualitarismo vulgar nivelador de fortunas; para implicar una exigencia radical de adecuacion, no exenta de utopismo, entre e] sistema de bienes materiales y culturales de una sociedad y las necesidades autenticas de sus miembros.

7. La trayectoria de Ia fundamentacion historica de Ia igualdad en su dimension material ayuda a comprender el porque de las con­troversias que suscita esta nocion. Es evidente que Ia tarea de esta­blecer el significado aritmetico o geometrico de Ia igualdad, e incluso Ilegar a un acuerdo sobre su alcance juridico-positivo en terminos for­males, no plantea una dificultad insalvable porque en todos estos supuestos nos hallamos en un terreno puramente descriptivo. Ahora bien, cuando se penetra en la esfera de Ia igualdad material se esta hacienda referenda, se quiera o no, a! problema de los criterios de !a justicia material. Se apela a la igualdad porque se considera justa y porque, correlativamente, se considera injusta Ia desigualdad; y a! propio tiempo, Ia igualdad material no se limita a exigir la imparcia­lidad en Ia formulacion o aplicacion del derecho, sino que en pala­bras de Sartori supone la «reivindicazione morale del justu>m» ". De ahi que Ia problematica de Ia igualdad real, material, economica o democratica (como segun los casos y contextos se Ia ha designado) incida directamente en Ia problematica jusnaturalista. El jusnatua­lismo en cuanto fundamentacion teorica de Ia justicia material tiene como objeto: «e] problema material del recto obrar "sllcial, es decir, de los fines justos del obrar social» 61

En particular, Ia tematica de Ia igualdad material presenta rasgos comunes con Ia teoria de Ia justicia distributiva y con Ia teorfa. de Ia justicia social.

Pascal no dudo en escribir en un pasaje de sus Pensees: «Sans doute, l'egalite des biens est juste; mais ne pouvant faire qu'il soit force d'obeir a Ia justice, on a fait qu'il soit juste d'obeir a Ia force»'".

fronteras comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en si; el verdadero reino de la libertad que, sin embargo, s6lo puede florecer tomando como base aquel reino de la necesidad. Das Kapital III, en MEW, cit., vol. 25, p. 828. Cfr. A. Heller: Teoria de las necesidades en Marx, trad. cast. de J. Ivars, Peninsula, Barcelona, 1978, pp. 148 y ss.

66 G. Sartori: Democrazia e definizioni, II Mulino, Bologna, 4.• ed., 1976, pa~ ginas 210-211.

67 H. Welzel: Introducci6n a la filosofia del Derecho. Derecho natural y jus~ ticia material, trad. cast. de F. Gonz<ilez Vic6n, Aguilar, Madrid, 2.a ed., 1977, pagina IX.

61l B. Pascal: Pensees, ed. de Brunschvicg, n. 298.

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274 Antonia-Enrique Pe.Yez Luiio

Este texto, que refleja fielmente el escepticismo de su autor sintetiza cert~ramente las aJ?mias que subyacen a Ia tension justicia:igualdad. ~a. I~ualdad matenal aparece como el horizonte utopico de Ia jus­~ cia, en tar:to ~':'e Ia_ fuerza empfrica solo puede ofrecer un subro­ba~o. de !": JUSticia. Sm embargo, pese a su significacion utopica 0

qmza _preCisa':"ente a causa de ella, Ia reivindicacion de Ia igualdad ma~-;mal ha sido una constante, tal como se ha indicado, en ]a evo­lucwn del pensamiento democratico.

De otro !~do, los acontecimientos historicos de las ultimas decadas han convertido muchas a~piraciones de Ia utopia igualitaria en as­pectos tangibles de Ia reahdad sociopolftica.

. _Asf, d~sde el punta de vista jurfdico el reconocimiento del prin­cipia de Ig':'aldad de oportunidades ha supuesto un paso de gran trasce':'denCia en el progresivo afianzamiento de Ia dimension material de Ia Igualdad.

En o?inion de Tawney en su libra clasico Equality, Ia igualdad de op~rtumdades que_ en. ':'n principia fue interpretada en sentido ne­gatlv?•. como ehmi_na~I?n ~~ barreras o privilegios sociales, ha ido adqmn~ndo una sigmhcacwn positiva, exigiendo su concrecion en una_ s~ne de poderes. Su se_ntido y alcance actual debe cifrarse en Ia posibihdad de que cada mwmbro de Ia sociedad sea cual f .. ·~ . , ueresu nacumento, ocupacwn o posicion social, posea iguales oportunidades (no meramente formales) para desarrollar plenamente su c 'd d nat 1 1 1 f' . . apaci a ura en e p ano ISico e mtelectual. Mediante este principia se p;ete:'d~, sob_re todo, que el ambiente social no actue como factor d1scnmmatono en el plena desenvolvimiento de las capac'd d

I ""L d . Iaesper-

sona ~s . os po _eres q_ne d1manan de Ia igualdad de oportunidades s: refteren, en pnme~ term~no, a garantizar una participaci6n de los diversos sectores que mtervwnen en el proceso productivo en 1 d' " 1 d a Irec-cwn y contra e las empresas, asf como en Ia administracio d los recursos de Ia tierra, del capital o del credito· y en s. dn 1 e . , .egunou-gar, a asegurar un d1sfrute colectivo de Ia riqueza no solo cant 1 d 1 . d' 'd d ' ro an o as ~xces1vas 1span a es de renta, sino tambien las derivadas del ambiente, Ia salud y Ia educacion 70

Fren~e a esta interpretacion, Sartori entiende que Ia igualdad de opo~tumdades no puede ser otra cosa que igualdad en el disfrute de Ia hber~ad. Es, por tanto, aquf donde surge Ia controversia entre ]as tendenCias hberales y democraticas; ya que mientras para I ·-

1 . . . as pn

meras ta p~mc1p10 no puede ser otra cosa que garantia de igualdad, goce de Ia hbertad, para Ia segunda es preciso que se garanticen los

" R. H. Tawney: Op. cit., pp. 102-104. n Ibidem, p. 112.

Dimensiones de la igualdad material 275

resultados igualitarios del ejercicio de Ia !ibertad n. Se trata, en suma, de una contraposicion entre Ia igualdad material entendida como igual­dad de oportunidades para el libre desarrollo de Ia personalidad, y Ia igualdad de resultado, esto es, Ia garantia de unos niveles de bien­estar social basico para todos con independencia de su contribucion directa a! proceso productivo o del libre ejercicio de sus capacidades.

John Rawls distingue cuatro tipos de actitudes sabre Ia igualdad de oportunidades que pueden ayudar a clarificar este punta. En pri­mer termino denomina siste.ma de libertad natural, que presupone que todos tengan los mismos derechos entendidos como sistema igual de posibilidades abiertas a las capacidades, a! que garantiza una igual­dad formal de oportunidades para el acceso a las posiciones sociales ventajosas. La distribucion derivada de dicho sistema se halla fuer­temente influida por contingencias naturales y sociales. La distribu­don en el ingreso y en Ia riqueza es Ia resultante de las capacidades naturales y de su desarrollo, favorecido u obstaculizado por circuns­tancias sociales y fortuitas, tales como accidentes y buena suerte. La injusticia mas evidente de este sistema es que permite que las porciones distribuidas se vean influidas por esos factores que, desde el punta de vista moral, son arbitrarios.

El sistema liber.al aiiade a Ia exigencia de los puestos asequibles a las capacidades, Ia condicion adicional del principia de Ia justa igualdad de oportunidades: aquellos con capacidades similares de­berfan tener perspectivas de vida similares. En todos los sectores de Ia sociedad deberfan existir las mismas perspectivas de cultura y exito para todos los que se hallaran igualmente motivados y dotados. Las expectativas de quienes tuvieran las mislllf'S capacidades y aspiraciones no debieran estar afectadas por su cla,t.- social. Sus exi­gencias basicas serian los lfmites a Ia acumulacion excesiva de pro­piedades y riqueza y el mantener Ia igualdad de oportunidades edu­cativas para todos. Ahara bien, aunque este sistema funcionara a Ia perfeccion, eliminando Ia influencia de las contingencias sociales, permitirfa que Ia distribucion de Ia riqueza se hallara, en ultima ins­tancia, determinada por las capacidades y talentos. De ahf, que las porciones distribuidas responderfan a una loteria natural; lo que desde una perspectiva moral es arbitrario.

El tercer sistema denominado por Rawls aristoc'Yacia natural, se basaria en no poner ninguna traba a las contingencias sociales que vaya mas alia de lo requerido por Ia igualdad formal de opor­tunidades. La justificacion del sistema se basa en el principia de que cuanto menos obtengan lo mas favorecidos, menos alcanzarian los

11 G. Sartori: Op. cit., pp. 214 y ss. En sentido amilogo, cfr. R. Dahrendorf: Oportunidades vitales, cit., pp. 41 y ss.

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sectores mas pobres de Ia sociedad, y viceversa. Supone una peculiar transferencia de Ia idea de noblesse oblige a! sistema de distribu­cion de los bienes sociales. Su principal insuficiencia reside en dejar a! arbitrio de las condiciones sociales y naturales la determinacion de las porciones distribuidas.

Como alternativa a estos criterios, propane Rawls e) sistema de­mocrdtioo, que implica Ia combinacion de Ia justa y equitativa igual­dad de oportunidades con el principia de diferencia. Se parte de que: «Cada persona ha de tener un derecho aJ esquema mas extenso de libertades basicas iguales que sea compatible con un esquema seme­jante de libertades para los demas» (primer principia); y, a Ia vez, de que: «Las desigualdades sociales y economicas habra de ser con­formadas de modo tal... que: a) Se espere razonablemente que sean ventajosas para todos; b) Se vinculen empleos y cargos asequibles para todos» (segundo principia). El segundo principia o de diferencia completa a! de igualdad inicial, justificandose en. Ia medida en que Ia distribucion desigual de los bienes sociales redunde en una ventaja para todos. El principia de !a diferencia, en relacion con el de !a eficacia, esto es, con el que se refiere a las ventajas que se obtienen con los diversos sistemas de organizacion social, tan solo se traducen en una solucion justa en el marco del sistema democratico. Tal sis­tema implica una limitacion en las expectativas de los mejores si­tuados cuando con ella se maximizan las expectativas de los menos favorecidos; y, a! propio tiempo, una maximizacion de las oportuni­dades de los mejores situados cuando con ello se contribuye a! mayor bienestar de los mas desafortunados. En suma, Ia justicia del sistema democratico reside en que: «Las desigualdades sociales y economicas habran de disponerse de tal modo que sean tanto: a) Para propor­cionar !a mayor expectativa de beneficia a los menos aventajados, co­mo b) para estar ligados con cargos y posiciones asequibles a todos bajo condiciones de una justa igualdad de oportunidades» ". ·

La concepcion de Rawls podria definirse como una acepcion dina­mica en el funcionamiento del principia de igualdad de oportunida­des tendente a garantizar y hacer compatibles !a libertad de ejercicio de las capacidades naturales con !a garantia de una cierta igualdad de resultado. Frente a esta posicion cabria interpretar !a doctrina juridica de los paises socialistas como defensores de un sistema de igualdad de resultados.

Asi, Halsz entiende que el concepto socialista de Ia civic equality comprende: Ia igualdad socialista de derechos y Ia igualdad ante Ia ley; Ia uniformidad de los derechos y deberes fundamentales de todos

u J. Rawls: Teoria de la justicia, trad. cast. de Maria D. Gonzalez Fonda de Cultura Econ6mica, Mexico·Madrid-Buenos Aires, 1979, pp. 87 y ss. y 'ws.

Dimensiones de Ia igualdad material 277

los ciudadanos en el plano economico socio-politico y cultural; y Ia garantia de Ia igualdad real. El fundamento de Ia igualdad socialista reposa en: «the social ownership of the essential means of production, which puts an end to exploitation for all members of the society>>". La igualdad civica socialista entiende !a igualdad de oportunidades como Ia exigencia del deber social del trabajo para todos los miem­bros de !a comunidad, a! tiempo que asegura iguales oportunidades de participacion en el proceso productivo y en la vida social de acuerdo con las capacidades de cada uno y en los rendimientos del trabajo en funcion de su calidad y cantidad. La igualdad socialista incorpora el derecho de participacion en todas las decisiones sobre los problemas economicos, socio-politicos y culturales de la comu­nidad".

De las distintas concepciones resefiadas en torno a Ia concrecion de la igualdad material bien en terminos de igualdad de oportunida­des, con las. diversas modalidades expuestas, bien en forma de igual­dad de resultado, tal como parece desprenderse de !a tesis socialista, cabe desprender algunas consideraciones criticas.

La critica de Rawls a los sistemas de libertad natural, liberal cla­sico y de aristocracia natural es plenamente aceptable. Sin embargo, ella no implica el que se deba tambien acoger sin reservas su alter­nativa. La solucion democratica que propane posee Ja virtud de hacer compatible el principia de diferenciacion, esto es, Ia posibilidad de una optimizacion de las capacidades personales, con un marco de igualdad de oportunidades que no se traduce en un igualitarismo de resultados. La igualdad de oportunidades entendida en su acepcion material garantiza un equilibria en el pun to de~ 12.artida, pero sin llegar a preestablecer la meta de llegada, entendid!!!'·Tomo igualdad de resultado. Ahora bien, si en el plano teorico esta tesis satisface las exigencias de la justicia ,en el practico suscita importantes reser­vas. En primer termino, toda la construccion de Rawls responde a unos presupuestos convencionales, que nada tienen que ver con el funcionamiento real de Ia sociedad. Su analisis parte de un hipote­tico contrato social a traves del cual quienes conforman Ia sociedad eligen en un acto conjunto, los principios que han de asignar los de­rechos y deberes basicos y determinar Ia division de los beneficios sociales. La eleccion que personas racionales haran en esa situacion hipotetica de igual libertad, daria Iugar a unos principios de justicia imparciales. Dichos principios, ademas, se escogen tras un velo de ignorancia, ya que en Ia situacion originaria nadie sabe cua! es su clase o status social, ni conoce cual es su suerte con respecto a la

73 J. Halasz: «Civic Equality and Equality before the Law», en el vol. coL Socialist Concept of Human Rights, Akademiai Kiad6, Budapest, 1966, p. 181.

" Ibidem, pp. 165-166 y 181 y ss.

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distribucion de ventajas y capacidades naturales, su inteligencia, for­taleza, etc. Esto garantiza que las contingencias naturales o sociales no condicionaran la elecci6n 75

• Ahora bien, Ia experiencia se encarga de mostrar el canicter inviable de tal situaci6n originaria. Los hom­bres nacen en contextos historico-sociales definidos, que condicionan desde el principia sus opciones y los esfuerzos por Ia consecucion de Ia igualdad surgen precisamente de Ia experiencia de esas circunstan­cias y son inimaginables y carentes de sentido tras «Un velo de igno­rancia»: El canicter purarnente te6rico, reconocido expresamente por el propw Rawls, de toda esa construccion no Ia exime de su necesario rontraste critico con las exigencias de Ia pnictica.

En segundo termino, y ahondando mas en Ia dimension puramente c?nv~nci?nal de las hipotesis de Rawls, su concepcion de Ia justicia dJstnbutJva se enfrenta con un problema cuya solucion se soslaya. Toda Ia justificacion de un principia de diferencia que permite las desigualdades economicas reposa en Ia exigencia de que tales desigual­dades economico-sociales deben disponerse de tal modo que a Ia postre redunden en Ia mayor expectativa de beneficia para los menos aventajados. Ahora bien, lo que no queda claro es el procedimiento a traves del cual se establece que es lo que va a considerarse como favorable para los menos aventajados y quien va a juzgar sobre ello.

Otra de las objeciones que pueden avanzarse a! planteamiento rawlsiano es que sus principios de justicia dirigidos a posibilitar una progresiva igualdad en Ia distribucion de bienes, solayan Ia intima y necesaria dependencia entre tal distribucion y el proceso productivo de los mismos. Este planteamiento obedece -en opinion de Robert Paul Wolff- a Ia acritica aceptacion por parte de Rawls de los pre­supuestos socio-politicos y consiguientes modos de analisis de Ia eco­nornia politica liberal clasica y neoclasica: «AI centrarse exclusiva­mente en Ia distribucion mas que en Ia produccion, Rawls oscurece las raices reales de esa distribucion» ".

Por ultimo, toda Ia teoria de Rawls parece pensada para una so­ciedad de crecimiento ilimitado en Ia que el aumento global de Ia pro-

" J. Rawls: Op. cit., pp. 35 y ss. y 163 y ss. 16 R. P. Wolff: . Par,a. comprender a Rawls., Una reconstrucci6n y una critica

de la teoria de la JUSttcza, trad. cast. de M. Suarez, Fonda de Cultura Econ6mica Mexico, 1981, p. 187. Vid. tambi6n, en el mismo sentido, las observaciones critica~ de M. Meyer: «Justice distributive et 6galite, Ia pensee de John Rawls et son paradoxe fondamental», en L't.galite, cit., val. V, pp. 260 y ss. Par el contrario desde premisas econ6micas neoliberales, se ha considerado el criteria maxim{,;.

· (tend~nte a maximizar el bie~.7star de q_ui~nes lo disfrutan en su grado minimo) rawls1ano como una superacwn o desvxac16n de los esquemas Iiberales clasicos de Ia justicia distributiva, que puede conducir a un cierto igualitarismo econ6-mico_ Cfr. K. Arrow: «Some Ordinalist-Utilitarian Notes on Raws' Theorie of Justic<:», en The Journal of Philosophy, 1973, n. 70, pp. 245 y ss.; A. Sen: Sabre la destgualdad econ6mzca, trad. cast. de I. Verdeja, Editorial Critica Barcelona 1979, pp. 36 y ss. ' '

Dimensiones de Ia igualdad material 279

ductividad puede redundar en beneficia de todos. Sin embargo, los limites a! crecimiento exigidos por el principia de Ia calidad de Ia vida en relac;ion con Ia crisis de Ia energia compromete seriamente toda Ia argumentacion de Rawls.

Respecto a Ia tesis socialista o, mejor dicho, Ia justificacion teorica del sistema igualitario implantado en los paises socialistas, hay que mantener serias reservas. Asi ,desde posturas marxistas criticas se ha reprochado a! sistema igualitario inspirado en el modelo de Ia URSS el haberse convertido en una «forma despotica de igualitarismo», pa­rangonable a! comunismo ingenuo a! que aludia Marx en sus Manus­critos. Frente a! ideal de. Ia participacion colectiva en los diversos aspectos del proceso economico, social y politico dada como un hecho por Ia doctrina oficial socialista, Ia realidad presenta un modelo en el que todas las decisiones se hallan concentradas en las manos del Estado. El Estado no solo constituye el centro maximo del poder, sino que se convierte en el unico poder; en el nuevo Leviathan que monopoliza todos los sectores de Ia experiencia social. De ahi, que este Estado constituya un tipo de interpretacion del socialismo que no garantiza Ia libertad e igualdad democraticas y que ademas priva a las masas de Ia libertad e igualdad formales 77

8. AI iniciar estas reflexiones cifraba su proposito en contribuir a justificar Ia persistente funcion axiol6gica del igualitarismo, es de­cir, de las doctrinas que reivindican el caracter de valor fundamental (Grundwert) de Ia igualdad material. Como indicaba, hoy se dan di­ferentes tentativas encaminadas a deslegitimizar el sentido axiol6-gico de Ia igualdad material. Los ataques actuales contra el igualita­rismo han tendido: 1) A mostrar Ia incompatibifi..-.d de sus presu­puestos con Ia realizacion de otros valores, en especial Ia libertad, que se estiman prevalentes (tesis de los economistas neo-liberales); 2) A relativizar su alcance, asf como a reputarlo superfluo o contra­dictorio con las condiciones funcionales y exigencias de diferenciacion ligadas a Ia complejidad de los sistemas sociales mas avanzados (tesis de Douglas Rae y de Ia Systemtheorie defendida por Niklas Luhmann); 3) A negar su propia condicion de autentico valor etico o juridico­politico (tesis sustentada por los «nuevos fil6sofos»).

De Ia somera exposicion historica desarrollada basta aquf entien­do que, frente a esas actitudes impugnatorias, existen buenas razones para mantener Ia legitimidad del ideal igualitario, asi como para evidenciar Ia debilidad de las argumentaciones que en nuestros dias se esgrimen en su contra.

" A. Heller y F. Feher: Le forme dell'uguaglianza, trad. it. de L. Boella, Ed. Aut-Aut, Milano, 1978, p. 34.

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280 AntonioMEnrique Perez Lufio

1) La tesis de !a incompatibilidad entre los valores de libertad e igualdad responde a una concepcion individualista, que no tan solo plantea mal las relaciones entre ambos valores, sino que termina por comprometer el propio significado de !a libertad.

Conviene tener presente que para Kant el concepto de libertad politica no excluye a !a idea de igualdad, sino que !a exige a! conce­birla como el limite formal y objetivo de !a libertad: !a libertad de cada urio se halla limitada por !a igua! libertad de los demas; !a igual libertad de quienes me rodean configura el ambito en el que mi li­bertad puede desarrollarse plenamente. Si bien, su doctrina de !a igualdad de todos los hombres como miembros del Estado admitia simultaneamente !a maxima desigualdad en !a titularidad y el dis­frnute de los bienes economicos 78

La coimplicacion entre !a libertad y !a igualdad se halla tambien presente en !a doctrina de Hegel, quien a! concebir !a libertad como reconocimiento de !a necesidad puso en relacion !a libertad humana con !a satisfaccion de las necesidades naturales y, a! propio tiempo, con el proceso historico de relaciones sociales encaminado a satis­facerlas. Hegel reconoce que !a satisfacion de las necesidades contiene !a exigencia de !a igualdad de todos los hombres en ese aspecto; e intuye, con lucidez, que para el desarrollo de !a sociedad civil supone una grave amenaza !a distribucion desigual de !a riqueza, esto es, su concentraciOn en pocas manos £rente a la existencia de masas que no pueden colmar mediante su trabajo sus necesidades de subsis­tencia. Si bien, a! igual que en Kant, esta observacion no condujo a He­gel a un reconocimiento expreso del valor de !a igualdad material, ya que entendia que los hombres son iguales en cuanto personas, es decir, respecto de !a posibilidad de ser titulares de !a propiedad, pero sin que ello suponga una exigencia de justicia para un reparto igual de la riqueza 79

Marx extrajo las consecuencias logicas de estos planteamientos, estableciendo una correspondencia necesaria entre los valores de li­bertad e igualdad y asumiendo !a igualdad en su dimension omnicom­prensiva formal-material. Para Marx !a libertad no consiste en una a bstraccion mental o en una cualidad eterna dada metafisicamente con !a existencia humana, sino que es una capacidad que el hombre

78 I. Kant: «Rechtslehre» de su «Metaphysik der Sitten», en Gesammelte Schriften, ed. de Ia Preussische Akadernie der Wissenschaften, reprod. de Walter de Gruyter, Berlin, 1969, vol. VI, pp. 232 y ss.; Ueber den Gemeinspruch: Das mag in der Theorie richtig sein, taugt aber nicht fUr die Praxis, ibidem, vol. VIII, pp. 295 y ss.

10 G. W. F. Hegel: «Grundlinien der Philosophie des Rechts», en Werke in zwanzig Banden, ed. a cargo de E. Moldenhauer y K. M. Michel, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1978, vol. 7, pp. 112-114, 347 y ss. y 388 y ss. (pan\grafos 49, 190 y ss. y 242-243).

Dimensiones de Ia igualdad material 281

despliega en el proceso de !a historia. En tal proces? el homb~e des­arrolla y amplia su libertad en !a medida en que satisface su ~Ist~ma de necesidades, desde las mas inmediatas a aquellas. que reqmeren !a participaci6n consciente en la realizaci6n de la esenCia humana, o s.ea, que el hombre es libre en !a medida en que a! desarrollar su vi,da personal cumple los valores genericos. De ahi, que para Marx solo en !a comunidad es posible !a !ibertad personal. Dentro de !a comu­nidad real los individuos adquieren su autent!ca libertad, a! asocia~~e y por media de !a asociacion 80

• La li?ertad de]~ ~~ ser asi. una opcwn contingente y arbitraria para devemr una decisiOn consCiente de su­perar todas las formas de alienacion, que impiden e.l desa:rollo plena de las personalidades individuales en cuanto mamfestacwnes d.e !a esencia generica humana. La concrecion hi~tori~~ de !a idea de hber­tad en !a comunidad y el proceso de desahenac10n conducen a !a ne­cesidad de condiciones iguales de libertad o, en otros terminos,. que [a libertad se asiente sabre bases reales porque !a pobreza y !a Igno­rancia son fuentes de dependencia y, por tanto, de no-libertad; en suma, que !a libertad sea patrimonio de todos y no privilegio de al-

gunos. . . La conviccion de que !a libertad y !a igualdad no son exigenCias con-

trapuestas se ha abierto paso incluso en determinados sectores . del pensamiento liberal mas progresistas. Race muy poe~, "'!,ern.er Maiho­fer rechazaba abiertamente !a idea de una contradiccwn n~s~~vable entre los principes de !a !ibertad y de !a iguald.ad. En su op~n~on es­tos dos Grudwerte, desde el punta de vista hberal-democ;ratiCo, se condicionan mutuamente: !a igualdad porque debe traducirse en !a garantia de iguales oportunidades para realizar 1~ Jii.ertad en el ?s­tado y en !a sociedad; y !a libertad porque precisa par~ su ~~ahza­cion no solo una tutela juridico-formal, sino una eqmparaci?n de opo;tunidades sociales que permita !a satisfaccion de las nece~Ida~~s personales y !a participaci?n de ~os "'individuos en !a orgamzacwn del trabajo y de !a entera vida socml . . . , . , .

Cuando se adquiere consciencia de que, en su dimensiOn JUndico­politica, !a !ibertad «en sf misma» (Sel~st-Freihei~) debe. com~letarse con !a necesaria referenda a los demas, es decir, deviene l~bertad «Con» (Mit-Freiheit), se supera !a fractura (Spaltung) ':':tr~ h?:rtad e igualdad. De este modo, !a libertad pier~~ su. connota?10n mdividua­lista en !a medida en que deja de ser pnvtleg10 exclustvo d': algunos para exigir !a participacion inclusiva de todos. Con, ~llo, hbertad e igualdad se condicionan y coimplican como valores basicos que, como

8° K Marx y F. Engels: «Die deutsche Ideologie», en MEW, cit., t. 3, p. 74. a1 w· Maihofer: ,,Grundrechte heute in Staat und Gesellschafb>, en el val.

col. a c~rgo de G. Gorschenek, Grundwerte in Staat und Gesellschaft, C. H. Beck, Miinchen, 1978, pp. 92-93.

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recuerda certeramente Ernst Bloch, coinciden en su fin esencial: Ia consecucion plenaria de Ia identida.d humana 82 •

2) Las tesis que. reputan superfluo, o contrario a las exigencias fu:'c'?n.ales de l~s sistemas sociales mas avanzados y complejos, a] pnnCJp!O de Ia 1gualdad material soslayan Ia importancia decisiva q';'e este val~r ha tenido para Ia fundamentacion de los derechos eco­nomJcos, socm.les y culturales. Estos derechos constituyen Ia categoria com~lementana de las hbertades tradicionales en Ia configuracion del s1st~".'a de los de~echos fundamentales de los regimenes politicos d~~ocrat1cos. Su razon de ser estriba en asegurar el marco de con­diciOnes materiales para el pleno desarrollo de Ia personalidad. «Por eso >-en pal.ab;as de Martin Kriele- se requieren los derechos hu­man~s economtcos, culturales y sociales. Estos proporcionan a cada uno 1gual derecho a una participacion en los bienes de este mundo en Ia educacion, Ia salud, Ia proteccion contra Ia dependencia no sol~ del poder estatal, sino tambien de los poderes sociales. En tal sentido lo.s. derechos de participaci6n son asimismo derechos de Iibert ad in~ dtvtdual» ".

.La su.cint~ p:'nor~mica evolutiva aqui trazada permite observar Ia mmedmta. ~nc1~en~1~ de Ia teoria de Ia igualdad con respecto a ]a funda~e';t~c10n fllosofJca de los derechos sociales; es mas, tales dere­chos .h1stonc:'mente no han representado sino un intento de concrecion ?e d1chas exJgen_cm~ .. Por ello, es evidente que las distintas tesis rese­n_adas sobre el sJgmfJcado y alcance del principia de Ia igualdad cons­tJtuyen otros tantos .puntos de partida para las diversas concepciones d~. los derechos soc1ales. Desde el punto de vista de Ia fundamenta­c~on de tales derechos, el estudio realizado evidencia Ia falta de sen­tJdo de Ia tes~s qu~ reivindica una fundamentacion jusnaturalista para los derechos mdJvJduales. como corolario de Ia libertad; en tanto que rele~a a los derech?s soc1:'les a meras exigencias contingentes y arbi­tranas. Frente a d1cha h1potesis Ia investigacion realizada pretende mostrar que los derechos sociales, como especificaciones de Ia igual­?ad, pose~n un fundamento tan solidamente vinculado a los valores msnaturahstas como puedan serlo los derechos derivados de ]a li­bertad ".

:; E. Bl~ch: D~recho. natu~al y dignidad humana, cit., p. 170. M. Knele: Ltberact6n e llustraci6n. Defensa de Zo: derechos humanos, trad.

cast.- de C. Ganch_o,, ~erder, Barcel~na, 1982, p. 65. S1 bien este planteamiento correcto res_ulta dificilmente compatible con Ia actitud marcadamente conserva­dora. de Knele, que le lleva a a.finn<:r. que la. economia planificada conduce a ~a dxctadura (pp. 170 Y ss.) o a rdentifrcar la hbertad espiritual con Ia libertad . e mercado (pp. 177. y ss.); premisas desde las que no es posible alcanzar la 1gualdad matenal o 1mplantar los derechos sociales

C 84

<;fr .. tambien A. E. Perez Lufio: Derechos Hu~anos, Estado de Derecho y onstztucz6n, Tecnos, Madrid, 1984, cap. II.

"" I

Dimensiones de Ia igualdad material 283

Determinadas circunstancias en nuestro tiempo hacen especial­mente apremiante el compromiso politico por hacer efectivas las con­diciones de una participacion y disfrute igualitario de los frutos del porceso economico-social por parte de los individuos y de los grupos. La crisis de Ia energia, que ha terminado con el sueiio ilusorio en un progreso ilimitado basado en Ia explotacion irracional del medio ambiente, exige una utilizacion ecologicamente equilibrada de los recursos, asi como una drastica limitacion de los consumos que solo puede estar legitimada en cuanto se base en una distribucion justa, es decir, igualitaria. Porque ninguna sociedad estara dispuesta a acep­tar Ia renuncia a determinados consumos si una parte de sus miem­bros estan dispensados de ello, o sea, mientras subsista el privilegio y Ia desigualdad "'.

De otro !ado, en una sociedad como Ia que nos esta tocando vivir en Ia que informacion es poder y en Ia que ese poder se hace decisivo cuando, a traves de Ia cibemetica y de la informatica, puede convertir informaciones parciales y dispersas en informaciones en masa y or­ganizadas, e] asegurar condiciones iguales de utilizacion y de acceso a los medias tecnologicos reviste un interes prioritario. En efecto, en el plano de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos Ia tec­nologia puede coportar el riesgo de eliminar cualquier tentativa de critica y alternativa a las decisiones del poder a quienes se hallan fuera del circulo magico que supone el dominio, 0 incluso el mono­polio, de los bancos de informacion. A Ia par que, en el plano de las relaciones de los dudadanos entre si, se agraban las desigualdades de hecho entre detentadores y desposeidos del aparato informativo, ya que en nuestra sociedad el ejercicio del poder ~economico, social y politico se funda en Ia disposicion puntual y, adectJltda de informa­ciones. Por ello, uno de los principales problemas que este nuevo ins­trumento de poder suscita es el de evitar que se concentre en pocas manos garantizando su difusion en Ia sociedad civil, estableciendo los cauces para un control colectivo y una participacion democratica que haga de Ia tecnologia un nuevo tejido comunitario para una con­vivencia definitivamente emancipada "'.

3) La pretension de los «nuevas filosofos>> de negar autenticidad axiologica a Ia igualdad material reposa, como Ia mayor parte de los ataques historicos contra esta idea, en la deliberada confusion de su significado con el igualitarismo vulgar e ingenuo; que ignora Ia evi­dencia de las diferencias naturales entre los hombres y pretende Ia

85 Cfr. W. Harich: cComunismo sin crecimiento? Babeuf y el Club de Roma, trad. cast. de G. Muiioz y A. Domenech, con presentaci6n a cargo de M. Sacris­tan, Materiales, Barcelona, 1978, pp. 203 y ss.; A. E. P6rez Lufio: Derechos Hu­manos, cit., cap. XIII. ,

as Cfr. A. E. P6rez Lufio: Derechos Humanos, cit., capftulos VIII, IX y X.

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organizacion uniformista de las funciones sociales y de Ia distribucion de las cosas. Como se ha tenido ocasion de exponer en Ia sintesis his­torica esa no ha sido Ia pretension esencial de las posturas filosofico­politicas. igualitarias. Estas en el plano etico han reivindicado Ia ap­t;tud umversal de todos los hombres para, a traves de su razon prac­tlca, sentar los valores basicos de su convivencia; y en el juridico­politico ha supuesto una aspiracion bacia Ia igualdad del mayor nu­mero de individuos en el mayor numero de bienes (formula que, en c1erto modo, hallo reflejo en Ia maxima utilitarista: The greatest hap­piness of the greatest number).

Frente a Ia dimension etica del igualitarismo los «nuevos filoso­f?s" parten de que no todos los hombres poseen Ia misma competen­cia para acceder a los valores. Pero Ia debilidad de este argumento, como el de todas las posturas elitistas, reside en que hace depender Ia competencia o incompetencia de los sujetos morales, de su acuer­do con sus propias concepciones ideologicas "'. De ahi, que en !a actua­lidad y desde e:'foques tan dispares como los de John Rawls y Jiirgen Haberrnas se trenda a un «neo-contractualismo», que sostiene Ia fun­damentacion consensual de los valores en base a Ia competencia de Ia razon practica para establecer principios universales de justicia (Rawls) o intereses generalizables (Habermas), a partir de un «velo de ignorancia» ( o sea, de una posicion original no condicionada por in­tereses egoistas, en Rawls) o de una «situaci6n comunicativa ideal» (es deer, no distorsionada por condicionamientos externos, en Ha­bermas), lo que equivale a afirmar Ia exigencia de Ia igualdad basica de quienes intervienen en el discurso 88

En estas coordenadas el asalto anti-igualitarista forzosamente tiene que considerarse como una actitud carente no solo de oportunidad sino de cualquier tipo de legitimidad. Ha adquirido, por ello, plen~ vigencia Ia Iucida y maliciosa denuncia de Antonio Gramsci a! afir­mar que: «malta sedicente 'superurnanit8.' nicciana ha solo come ori­gine e modello dottrinale non Zarathustra, rna il Conte di Montecristo di A. Dumas»". De modo ana!ogo, puienso que muchas de las actuales posturas elitistas de los «nuevos filosofos» tienen como transfondo no tanto a! hombre autonomo, reivindicador de su derecho a ser di­ferente, sino a Superman. En efecto, muchos de los modelos de Ueber­menschen que propone Ia ofensiva anti-igualitarista no son sino arque­tipos encubiertos para el mantenimiento del statu quo; es decir, para legitimar la sociedad neo-capitalista en Ia que el hombre no es mas

87 Cfr. J. Ladd: «Egalitarianism and elitism in ethics», en L't.galitd~ cit., vo­Iumen V, p. 315.

·~ Cfr. A. E. Perez Lufto: Derechos Humanos, cit., cap. III. su A. Gramsci: Letteratura e vita nazionale, Einaudi, Torino, S.a ed., 1974, p. 122.

Dimensiones de la igualdad mat erial 285

que un nilmero en el ambito de una organizacion que decide por ei '". Se da asi Ia paradoja de que son precisamente las posturas anti-igua­litarias aquellas que propician unos modelos sociales de comporta­miento esterotipados y perfectamente integrados en las formas de vida de Ia sociedad de masas; por Io que representan Ia mejor ga­rantia para una perpetuacion del stablishment. Los enemigos de Ia igualdad material olvidan que para que el hombre pueda desarrollar plenamente sus capacidades precisa apropiarse de la riqueza social y cultural. Sin embargo, en una sociedad basada en Ia desigualdad el logro de una personalidad autonoma ese el privilegio de unos pocos.

Despues de Auschwitz y de los restantes campos de concentracion y de exterminio no es posible reincidir en el suefio mitico del indivi­dualismo insolidario y elitista en un nuevo Uebermensch 91

• Del mismo modo, que el «gulag» representa Ia maxima falsificacion del iguali­tarismo, a! transmutar Ia igualdad en el disfrute de Ia libertad en igualdad de opresion. A Ia postre el anti-igualitarismo elitista y el igualitarismo totalitario representan dos caras antagonicas de un mismo resultado: Ia negacion de las condiciones sociales equilibradas para el despliegue de una convivencia critica y libre. De ahi que a las opciones equivocas deba oponerse la alternativa de un igualitaris­mo filos6fico-politico radical, es decir, una opcion etica sobre el de­recho igual de todos los hombres a realizarse plenamente como seres libres y autonomos. Para lo que deben removerse los obstaculos de orden socio-economico que dificultan o se oponen a Ia emancipacion de toda Ia sociedad. De forma que en !a comunidad definitivamente desalienada Ia libertad de cada uno sea Ia condicion y resultante de la igual libertad de todos.

_.,._ ---

~ 90 Es notoria. Ia penetrante critica de Umberto Eco al mito de Supennan, el heroe de Ia soc1edad de masas dotado de poderes superiores a los del hombre comUn, que utiliza sus enormes posibilidades operativas para realizar un ideal de absoluta pasividad. Un h6roe que renuncia a llevar a cabo cualquier proyecto que no pueda ser homologado por los canones del buen sentido oficial, llegando asi a convertirse en el prototipo de una proba consciencia 6tica desprovista de cualquier dimensiOn politica: Superman nunca aparcara su autom6vil en zona prohibida ni hani jam<is la revoluci6n. Apocalittici e integrati, Bompiani, Milano, 3.• ed., 1982, pp. 5 y 219 y ss.; Il superuoma di massa. Retorica e ideologia nel romanzo popolare, Bompiani, Milano, 2.8 ed., 1978, pp. 89 y ss.

91 Cfr. Th. Adorno: Dialectica negativa, vers. cast. de J. Maria Ripalda, revi~ sada por J. Aguirre, Taurus, Madrid, 1975, pp. 361 y ss.