Discurso Directora de Comfama sobre Protocolo

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PALABRAS DE MARÍA INÉS RESTREPO DE ARANGO, DIRECTORA DE COMFAMA, DURANTE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO PROTOCOLO,

CEREMONIAL & ETIQUETA. COUNTRY CLUB DE EJECUTIVOS, MEDELLÍN, 23 DE JUNIO DE 2008

No es fácil hablar sobre el protocolo y el ceremonial. Sin embargo, sí es fácil hablar desde el sentido común para expresar la importancia que esta disciplina tiene para el devenir de la sociedad. Y es que desde el sentido común puede nacer todo aquello que, por más grande riguroso o por minúsculo que sea, honra un significado. Eso es lo que hacen el protocolo, el ceremonial y la etiqueta. Desde mi conocimiento y desde la experiencia que he tenido en mi calidad de directora de la Caja de Compensación Familiar de Antioquia, COMFAMA, participando en actos y siendo anfitriona de muchos otros, el sentido común es el que le da vigencia a las reglas protocolarias y ceremoniales, contrariando la voz de muchos que piensan que ambos son prácticas obsoletas, de parafernalia y de acartonamiento, que hacen difícil lo que se ve fácil. Nada más equivocado que lo anterior. A lo largo de la historia, el protocolo y el ceremonial se han convertido en una condición intrínseca del ser humano. Los pueblos antiguos siempre dieron una especial relevancia al simbolismo en sus relaciones con otros pueblos, dando de esa forma un carácter ceremonial y protocolario a su comportamiento. Algunos historiadores indican que en los jeroglíficos antiguos y hasta en las pinturas rupestres existían términos y expresiones protocolarias. Para los antiguos, esas expresiones nacían en el sentido común. Le daban relevancia a su organización societaria y aun a sus propias vidas. Tenían un significado profundo, porque representaban no solo el respeto por las jerarquías, sino también el reconocimiento por la sabiduría, por el valor, por la tolerancia, por la valentía, por el arraigo, por la tradición, por la educación. En conclusión: desde los tiempos más remotos se conoce la existencia de este tipo de pautas sociales y normas de comportamiento. Y les reitero, muchas de ellas surgidas en el sentido común. Ejemplo de ello es la siguiente anécdota. En el siglo XVIII, cuando comenzaban a construirse las primeras aceras en Madrid, España, surgió un problema: las obras reducían de forma considerable el espacio para el paso de los transeúntes, dificultando la sana convivencia y propiciando encontrones.

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¿Quién, entonces, debía ceder el paso? La preocupación fue tal que el corregidor de la Villa de Madrid, el Marqués de Vadillo, recurrió a los buenos oficios del Rey Carlos III.

La respuesta del Rey fue la siguiente: “debe ceder la acera el que tenga mejor educación". Una respuesta sabia y de sentido común, que aplicada bajo los parámetros de la lógica, indicaba que la derecha era la dirección correcta para ceder el paso.

Aún lo seguimos haciendo así. La derecha es el lado para ceder el paso. Sentido común aplicado al protocolo de la manera más sencilla y en función de un comportamiento social básico.

Ese mismo sentido común que conservamos ha permitido que el protocolo y el ceremonial salgan de las altas esferas y de los asuntos de estado, quitándose el peso de la rigurosidad, para darles una trascendencia mayor que los lleva a la cotidianidad. Si bien, y en sentido técnico, el ceremonial representa ese conjunto de formalidades para los actos públicos y solemnes, y el protocolo las reglas diplomáticas establecidas por decreto o por costumbre, en el día a día son muchas las situaciones en las que se presentan. Tanto es así que ambos se han convertido en poderosos instrumentos de comunicación, pues sus mensajes dan sentido, enaltecen un comportamiento, conducen una reunión, generan un ambiente de confianza y rescatan los valores existentes. Ahí radica la importancia de saber cómo hacerlos, cómo llevarlos a cabo, cómo incorporarlos en nuestros comportamientos de vida. Por eso, siempre será importante conocer el qué, el cómo, el cuándo y el por qué, pues hoy, los retos de la modernidad nos trasladan del conocimiento local a una visión global de los sucesos. De esa manera, casi que la obligación de todo ser humano radica, entonces, en interpretar las distintas dinámicas a las que se ve enfrentado: negocios, relaciones públicas, convivencia familiar, comportamiento social, interacción con los gobiernos, barreras culturales e idiomáticas, entre otros. En un mundo civilizado, en un mundo sin fronteras, el protocolo, el ceremonial y la etiqueta ayudan a graduar y a matizar adecuadamente las relaciones entre los individuos. Dan la trascendencia suficiente y el buen orden a las situaciones que enfrentamos.