Discurso julio sorjus 2-SER DONANTE LFR

Instituto Rotary Zona 23 B y CPuerto Iguazú, Argentina10-12 Septiembre 2015

Viernes, 11 sept., 11:50 h.

Julio SorjúsDirector 1998- 2000, RIFiduciario de la Fundación Rotaria, 2012-16

¿Ser o no ser donante de nuestra Fundación?

Sr. Presidente de RI Ravi Ravindran,

Distinguidas autoridades rotarias,

Queridos compañeros en el servicio rotario:

Encontrándonos ante esta maravilla de la naturaleza, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad, nos viene a la memoria la figura de Alvar Núñez Cabeza de Vaca quien fue el primer europeo en llegar a estas cataratas de Iguazú (agua grande en la lengua indígena tupi-guaraní) mientras se dirigía a Asunción, Paraguay pero se equivocó de ruta mientras remontaba el río Paraná y describió las mismas con estas palabras: “El río da un salto por unas peñas abajo muy altas y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto, dos lanzas y más.”

Queridos compañeros ante esta increíble gesta no podemos hacer otra cosa que reconocer la moral de victoria de aquellos hombres y mujeres, contraria a la moral de derrota que socava hoy en día, con voz de luto, los cimientos de la esperanza y la virtud de la audacia, que nos convierte, con temores apocalípticos, bajo la cultura de inmediatez, del ya y ahora, en pesimistas quejosos y desencantados, desplomados bajo la tenebrosa tristeza de un mañana ignoto.

Los rotarios, en fraternidad mística, sensibles, con amor zarandeado, a las realidades cotidianas, debemos sacudirnos de nuestras vidas tibias y superficiales y ello lo conseguimos gracias a nuestra implicación comunitaria y a nuestra unidad de fraternales esfuerzos, donde mirando más allá de nosotros mismos, con vidas ejemplarmente deshilachadas en el servicio, llevamos a término, tomando dolorosa conciencia, nuestros miles de sueños de servicio, para conseguir, juntos y hermanados en la solidaridad y sobretodo aportando

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esperanza, un mundo mejor y más justo.

Ya nos decía Mahatma Gandhi que su vida era el ejemplo a seguir y añadía: “Sé el cambio que desees ver en el mundo.”

Y por ello nos debemos preguntar, comprometidos a raudales en la construcción de un mundo mejor:

¿Debemos ser o no ser donantes de la Fundación Rotaria?

Tenemos en nuestra casi centenaria Fundación la herramienta esencial para conseguir nuestros objetivos de hacer el bien en el mundo, pero, si no la nutrimos con nuestras generosas aportaciones sería nuestra Fundación como una poderosa central hidroeléctrica en la cual, faltada de agua, sus turbinas callaran.

Si queremos trascender, como nos decía nuestro inolvidable Presidente Carlos Canseco, si somos rotarios, sin alzheimer espiritual, si queremos elevarnos por encima de la naturaleza, si queremos realizarnos con la apertura a lo desconocido, en definitiva, si Damos de Sí antes de Pensar en Sí, debemos colaborar sin pausa con nuestra querida Fundación, que nos permite, con poder pasmoso, ante la globalización de la indiferencia, en seres responsables y frente al todo vale, en agentes libres de todo egoísmo, en sembradores de la semilla del amor, para con aquellos seres desfavorecidos, injustamente olvidados, que sufren, en su mísera soledad, abandonados y descartados con las angustias del corazón, en valles de lamentos y ayes.

¿Cómo podemos ser felices, sin ser solidarios, con aquellos que tienen, con sufrimiento lacerante, su inherente e inviolable dignidad negada?

¿Es que estamos anestesiados, con terror y temblor, ante el desenfreno megalómano?

¿Es que escuchamos sordos, distraídos en cómoda complicidad, el clamor de los más necesitados que constituyen un auténtico diluvio de hombres y mujeres sojuzgados y extinguidos, hartos de penas y agravios?

¿Es que contemplamos del todo indiferentes, ciegos y turbados los dramas cotidianos vestidos de pobreza como algo que no nos atañe?

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¡No nos hagamos los distraídos!

Cada vez que un niño es abandonado al borde del camino, o una anciano dejado al albur de valerse por sí mismo, no sólo se produce una situación de injusticia sino sobre todo es el fracaso rotundo de la sociedad en que vivimos en la cual hay, desgraciadamente, una ausencia total de fraternidad y de solidaridad, bajo una nueva y nefasta ideología basada en el individualismo, en el egocentrismo, en el consumismo, cuya falta de lazos sociales dan lugar a considerar aquellos seres desfavorecidos como un pecio, como un “desecho”, como inútiles restos periféricos y por ello, no merecedores de nuestra más mínima atención y cuidado.

Los cambios y transformaciones que están teniendo lugar en nuestro mundo, en estas pavorosas horas de pesadumbre y tristeza, temible en sus duelos y espantos para tantos, ahogados en un océano de palabras en que la actual sociedad de la comunicación nos somete implacable cada día, no son de carácter accidental sino trascendental, en la que se ha inaugurado una época nueva, con nuevos hábitos, con nuevas formas de relación, de interacción, de producción y de consumo, cambios de tanta hondura y gravedad, que nos han dejado a todos, no solo anonadados y perplejos, sino también temblorosos y sordos, atónitos y pasmados.

Pero no olvidemos que esta crisis, de ser y no ser nada y, en su caso, ser, sin rumbo cierto, es también una oportunidad, una ocasión prudente para reflexionar, con entereza y valor moral, sin ciego ni improvisado discernimiento, ya que, frente al sufrimiento, a la ansiedad y desazón, no se debe perder ningún cansancio generoso.

¿Es que debemos resignarnos, lavándonos las manos, ya esperando, ya temiendo, con una total parálisis de nuestras inteligencias y voluntades?

¿Es que debemos oscurecer, con el alma encogida, toda esperanza, ante este cambio epocal?

¿Es que nos dejaremos robar, emocionalmente enmudecidos, la esperanza de un mundo mejor?

¿Para qué vivimos en esta vida, o es que solo la sobrevivimos?

Mis amigos, ¿qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos van a suceder?

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¿Qué será, del mundo de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos?

La actual situación, aleatoria, difícil, injusta, perniciosa, con múltiples y atroces escenarios críticos, no apareció repentinamente en el horizonte a consecuencia de un súbito giro negativo de los mercados financieros.

Creo, por el contrario, que la misma se ha gestado durante años, y lo que actualmente vivimos es producto de una larga y funesta evolución.

Las fuerzas de la decadencia moral, sin ideales ni valores, se han extendido con inusitada velocidad en nuestra sociedad porque, en gran medida, hemos optado, no lo dudéis ni un instante, por la neutralidad moral y por el eclipse ético.

¿Es que tenemos infeccionada nuestra sensibilidad de los valores?

Sí, mis amigos, desgraciadamente, en gran medida, hemos optado globalmente por la desesperanza.

Ya nos decía D. Quijote: “Donde reina la envidia, no puede vivir la virtud, ni donde la ruindad, la largueza.”

Pero, no debemos olvidar que la utilización máxima de una vida humana, viéndola con los ojos del alma, consiste en invertirla, en el continuo proceso de trascender.

Por ello, hay que dejar de conmoverse y hay que empezar a moverse, ya que, queridos compañeros, se ha acabado el tiempo de los minutos de silencio ante la puerta de las iglesias para honrar a los asesinados por actos de barbarie.

Si hacemos un examen de conciencia nos percataremos que sufrimos una bulimia de diagnósticos para hacer frente a la pavorosa crisis, pero sin duda sufrimos también una total anorexia de utopías, cuando lo que deberíamos comprometernos es en la búsqueda de nuevos caminos esperanzadores abriendo, con una mayor apertura y sinceridad y me atrevo a decir, con amor contagioso, nuevos horizontes y alternativas, y para ello, no dudéis, debemos aportar lo mejor de nosotros mismos, esto es, nuestro talento y nuestro optimismo, convicciones precisas y necesarias para edificar, ante la desertificación espiritual, una sociedad más justa y equitativa, vibrando al

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unísono en el camino hacia la hermandad y la paz universal.

Sí, mis amigos, los rotarios, en nuestra vida transitoria, como idealistas prácticos, debemos diligentemente vencer a la tentación de la indiferencia y cambiar el curso de la historia.

Mis queridos compañeros, hagamos, el bien, ejercitando la misericordia, con aventurados y solidarios proyectos y reflexionemos sobre los que no se sienten estimados, a aquellos que se encuentran sin caminos de retorno, sin esperanza a una vida mejor, sin libertad de palabra ni de creencias, aquellos que renuncian a la lucha de su supervivencia, porque se sienten basureados, temerosos o descorazonados, ante la dura realidad diaria.

No nos quedemos anclados en la nostalgia del pasado, con un haz de quimeras en la espalda, ya que no es cauce de vida, en el mundo en que vivimos, quedarnos enclaustrados en nuestras comodidades en una infinita búsqueda enfermiza de sí mismo.

Como declaraba recientemente el Arzobispo de Turín, hay que huir de los cínicos populismos o ingenuos buenismos, evitando, añadía, cabalgar sobre el miedo y los alarmismos porque cierran los corazones.

¡Actuemos con apasionada y vehemente alegría aportando esperanza y confianza a otros seres humanos con la fuerza de nuestras almas libres!

Algún día, en algún lugar, alguien que va con el alma a tientas y la fe perdida, os agradecerá con creces vuestra generosidad ante la adversidad.

Algún día, estoy seguro cercano, un niño nos hará humedecer la mirada con lágrimas llenas de amor y paz, nos hará acelerar el pulso y sentir la satisfacción de sabernos útiles, ya que nada es imposible, cuando se tiene la intensa voluntad de Dar de Sí Antes de Pensar en Sí.

Y como nos decía el inmortal poeta nicaragüense, Rubén Darío, en su “Letanía de nuestro señor Don Quijote”:

¡Ora por nosotros, señor de los tristes,que de fuerza alientas y de sueños vistes,toda fantasía, todo corazón!

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¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,con el alma a tientas, con la fe perdida,llenos de congojas y faltos de sol!

Mis queridos compañeros en el servicio rotario, mil gracias por vuestra atención, con la esperanza de que mis palabras hayan alentado, con inquietud de amor, vuestra pasión por Rotary y nuestra Fundación y con ello llevar a buen puerto, sin titubeos ni fisuras, con acción y visión, nuestros ideales de servicio desinteresado, Enriqueciendo, e Iluminando al Mundo, Cambiando Vidas mediante proyectos humanitarios en pro de los más desdichados necesitados, que sufren traspasados, desconsolados y maltrechos de frio, dolor, rechazo, indigencia y hambre, sus trágicas mundanales desventuras.

Queridos compañeros, gracias mil por vuestra cordial atención a mis palabras que han pretendido haceros llegar como buena prédica, una idea, un sentimiento y una imagen.

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