Agradecimiento de la señora Raquel Correa Prats Premio a la libertad “2003”

Señor Pedro Correa Opaso, Presidente de la Fundación Balmaceda y Señores Directores Germán Riesco Oscar Godoy Patricio Rosende Tomás Puig Gustavo Alessandri Adolfo Ballas Luis Alberto Fernández Francisco Matte y Hugo Zepeda Acostumbrada por tanto tiempo a estar en la tribuna de los que tenemos por oficio buscar y difundir noticias, no me resulta nada de cómodo encontrarme aquí, arriba del escenario “haciendo noticia”. Pero, aunque a mí no me debiera tocar más que agradecer, quiero decir un par de palabras... Mal que mal, el “Premio a la Libertad” no es cualquier cosa. Como periodista que ha hecho la mayor parte de su carrera entrevistando a personajes políticos, me conmueven estos caballeros --sólo hombres, ¡qué coincidencia!-- que han mantenido y mantienen su bandera liberal como si recién se las hubiera pasado el Presidente Balmaceda. Alguien ayer me preguntó dónde queda la Fundación Balmaceda. Le dije “en Calle Huelén, no sé qué número, pero no importa, ahí donde veas unos molinos de viento, ahí es” Ustedes, caballeros andantes unidos por sus ideas con don José Manuel Balmaceda de líder. Suena tan curioso, tan extemporáneo en su verdadero sentido: fuera de tiempo. Tenían un partido político y ya no lo tienen. Se quedaron sin casa, a la intemperie. Y yo me preguntaba por qué no forman un partido político, como antes. Y justamente entonces leí unas palabras que me dieron la respuesta: “Los liberales hoy no necesitan un partido, porque están en todos los partidos, (en “casi” todos, corrijo yo) transversalmente”. --- También quiero hablar un minuto de mi oficio. Sinceramente, no recibo esta distinción en mi propio nombre sino en nombre de muchos periodistas chilenos que -a lo largo de los años- se han jugado mucho más valiente y audazmente que yo, por el más esencial de los derechos, el que los abarca todos, del cual dependen todos los demás: La Libertad. En cuanto a la libertad de prensa, que sea total, irrestricta pero, por lo mismo, su ejercicio exige un sentido profundo y rigurosamente ético. De lo

que decimos o escribimos depende muchas veces la vida o la muerte. Rara vez, es cierto, la vida física; muchas veces el honor y la dignidad de las personas, que es más importante aún que su vida física. Y yo observo con preocupación, una frivolización de la prensa hoy día. Y no es que desdeñe lo liviano, al contrario... Creo que en esta sala no debe haber casi nadie más frívolo que yo. Me distrae, me divierte y me acompaña la farándula. No es la farándula lo que me inquieta. Es la farandulización generalizada, una frivolización que lo permea todo, también -y muy especialmente- al periodismo. No siempre se respeta la intimidad de las personas. Se lanzan noticias sin confirmar, se graban y difunden conversaciones privadas, se llega al extremo de grabar en los confesionarios falsas confesiones... Que quede claro: No estoy abogando por restricciones. Por nada que ponga cadenas a la libertad de expresión. Sí quisiera poder confiar más en la responsabilidad del periodista y, muy especialmente, de los medios de comunicación social. Me da mucha pena ver a tantos payasos haciendo de periodistas. Pero me da mucha más pena, y también ira, ver a tantos periodistas haciendo de payasos. Nuestro oficio no consiste en vender chismes ni intrigas, sino en buscar y difundir la verdad. Tratar de que la espectacular tecnología que existe hoy, esté al servicio de la tarea de investigar los hechos más a fondo, confrontando todas las versiones, con el único afán de encontrar la verdad, honestamente, sin servir intereses ajenos ni propios de ningún tipo. Y sólo entonces difundirla responsablemente, despreciando el golpe por el golpe. Porque es mezquina la imagen de que la prensa es un reflejo de la sociedad. Lo es, pero , también es motor, faro, intérprete de todas las inquietudes de la sociedad –no sólo de las más escandalosas, trágicas o divertidas--. Por eso, para mí ser periodista es tan serio, tan serio como ser libres.

Gracias. Raquel Correa Prats