Discurso Sobre La Ilustre Fregona 1872

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 ¿A ILU8TRB ÍREGOHTA EL MESÓN DEL SEVILLANO,  . L EÍ DO EL DÍA 23.DE ABR IL DE 1872, ANIVERSARIO  DE l_A MUERTE  y E  I  CERVNTES  Mlí antr  la ¡Uiraiaiint.irt Síaitaiutaias Síistátirns  i ¡  flrtistuns  iti  ialtíia, POR  U VICEPRESIDENTE D.  ANTONIO MARTIN  G A  MERO O E  LAS REALE S ACADEMIAS ESPAÑ OLA  Y OE L A HISTORIA CBOKISTA  OE LA CIUDAD ETC

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Literatura española

Transcript of Discurso Sobre La Ilustre Fregona 1872

  • A ILU8TRB REGOHTA

    EL MESN DEL SEVILLANO, .

    L E D O E L DA 2 3 . D E A B R I L D E 1 8 7 2 , '

    A N I V E R S A R I O D E l_A M U E R T E y %

    DE MIGUEL I CERVANTES M l ; -antr la Uiraiaiint.irt Sai taiutaias Sisttirns i flrtistuns iti i a l t i a ,

    POR SU VICEPRESIDENTE

    D . A N T O N I O M A R T I N G A M E R O ,

    O E L A S R E A L E S A C A D E M I A S E S P A O L A Y O E L A H I S T O R I A ,

    C B O K I S T A O E L A C I U D A D , E T C .

  • PAOAlde (JAYAN0OS

  • DISCURSO SOBRE

    t& IfcSTRE FEE60WA

    EL MESN DEL SEVILLANO,

    L E D O E L DA 23 D E A B R I L D E 1 8 7 2 ,

    A N I V E R S A R I O D E L_A M U E R T E

    I I I I DE (lllffi MEDIA, a n h la n m i 3 i a I I irp fflnitttiutiitiis S t s t t i r n s IJ S Lr t n t i rrcg irr M i t i n ,

    POR SU VICEPRESIDENTE

    D . A N T O N I O M A R T I N G A M E R O ,

    D E L A S R E A L E S A C A D E M I A S E S P A O L A 1 D E L A H I S T O R I A ,

    C R O N I S T A D E L A C I U D A D , E T C . E T C .

    TOLEDO. I M P R E N T A Y L I B R E R A D E F A N D O E H I J O ,

    calle del Comercio , nmero 'M.

    1 8 7 2 .

  • . Don del cielo es la gratitud, que slo echa races en pecios nobles. Dichosos los que la sienten, y ms dichosos an los pueblos que la trasmiten como herencia legtima de padres hijos! Donde existe esa virtud generosa, reina con dulce imperio la justicia, y el rbol del saber rinde siempre sazonados frutos.

    En este dia solemne, celebrado por la Espaa entera con singu-lar entusiasmo, dia de recuerdos tristes, porque nos trae la memoria la prdida irreparable del mayor de nuestros ingenios, del manco sano y regocijo de las Musas, nosotros vamos probar que tambin en el corazn dlos toledanos anida aquella virtud, puesto que Toledo responde hoy al llamamiento especial hecho las po-blaciones sealadas con tinta de rosa en el mapa cervantino.

    La antigua corte wisigoda, que la rica inventiva de Cervan-tes facilit el ingenioso recurso del cartapacio aljamiado de Cicle Hamete Benengeli, para seguir el Quijote, habia de permane-cer silenciosa, cuando se trata de honrar al autor de tan sublime epopeya?

    Por eso acabamos de ofrecer al Seor la pobre ofrenda de nues-tras splicas ante los altares del templo de la Santsima Trinidad, perteneciente la suprimida orden de Eedentores, por el eterno

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    reposo del ilustre cautivo de Dal Mam, del que derram su sangre preciosa en el golfo de Lepanto, y sufri tormentos indecibles en los baos de Argel, y sacrific su vida toda en aras de la religin, de la patria y de las letras.

    Cumplido este deber sagrado, nos reunimos aqu, "bajo las soberbias bvedas que levant la piedad de los Beyes Catlicos, para completar la obra de nuestra gratitud, asociando la gloria inmarcesible del genio complutense los timbres histricos, arts-ticos y monumentales de la ciudad imperial, en cuya alabanza tanto fatig su pluma.

    La ocasin no puede ser ms propicia. Hoy entregamos la expectacin pblica el Museo, reciente;

    mente arreglado merced los ltimos eficaces auxilios debidos la Excma. Diputacin Provincial, cuyo celo extraordinario por la con-servacin de nuestros monumentos no sabemos encarecer todo lo que se merece; y anticipndonos las justas exigencias de los curiosos, queremos demostrarles, que la misma solicitud con que procuramos mejorar los tesoros artsticos confiados nuestra custo-dia, empleamos constantemente por rescatar del olvido las memorias insignes que guarda la tradicin en sus misteriosos anales , retinn-dolas al fuego vivo de la sana crtica.

    Dignaos pues, Seores, concederme unos instantes vuestra benvola atencin, y sin separarla del altsimo objeto que consa-gramos este dia, penetrareis muy pronto la importancia de nuestras discusiones secretas.

    El viaje que os convido hacer es breve, llano el terreno, y gustosa la compaa que nos saldr al camino, desde este albergue de las artes, muestra escogida del estilo ojival, hasta el oscuro rincn de una antigua miserable posada.

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    I.

    Yo en pensamientos castos 3' sotiles, Dispuestos en soneto de docena, He honrado tres sugetds fregoniles.

    As, despus de una larga enumeracin de sus obras, hablando de s mismo en el Viaje al Parnaso, distingue Cervantes tres pequeos poemas poticos, los menos notables de cuantos compuso.

    Nadie basta ahora se dedic buscar esos poemas, ni nosotros hemos de seguirles el vuelo, porque no es sta oportunidad para llevar la brjula mares de erudicin desconocidos. Permitidme, sin embargo, os recuerde una de aquellas composiciones, por todos seguramente muy leida, que empieza en esta forma:

    Raro humilde sugeto, que levantas A tan excelsa cumbre la belleza....'.

    y concluye:

    Deja el servir, pues debes ser servida. De cuantos ven tus manos, y tus sienes Resplandecer con cetros y coronas.

    Ya no necesito denunciar dnde se leen estos conceptos. Fcil-mente habris adivinado que se dirigen LA. ILUSTRE FREGONA.

    Mas, ser humano, numen divino, quin fu esa hembra de estado humilde, pero de rara hermosura, que honr la musa pica de Cervantes?

    Ved aqu su retrato. LA ILUSTRE FREGONA , fruto secreto de un crimen de violencia

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    cometido por cierto caballero principal con una dama de noble al-curnia , naci y creci en Toledo, siendo admiracin, sorpresa y encanto de los que la veian. Marinilla la de Puente Tejada , pesar de su celebridad, no pudo competir con ella, pues diz se la tenia por alhaja reservada para un conde, y de las sobras de su belleza tanta fu la que se le atribuye! podian enriquecerse, no slo las hermosas de esta ciudad, sino las de todo el mundo. Nia de quinee aos poco ms menos, en su rostro se dibujaban los que suelen pintar de los ngeles, y en sus megillas, hechas una de rosas y otra de claveles, nacan la vez azucenas y jazmines. Con su her-mosura de cielo corran parejas su recato y honestidad , porque mos-trbase dura como mrmol, zaharea como villana de Sayago y spera como una hortiga la menor recuesta amorosa; completando su condicin el ser devotsima de nuestra Seora del Carmelo , al punto que, cuando no en la iglesia, pasaba las horas leyendo sus alabanzas cantndolas la almohadilla, donde tegia con primor las finas randas que se hacian en Toledo , nunca mano sobre mano, para alejar de s la ociosidad como mala compaa, engendradora de livianas imaginaciones.

    Buen pintor es quien as retrata el cuerpo y el alma de la don-cella; pero an le quedaron tintas para rematar el cuadro , vistin-dola un sencillo hbito de labradora del pas, que llev por voto de la madre, la usanza de aquellos tiempos.

    Era este hbito saya y corpinos de pao verde con ribetes de lo mismo, los corpinos bajos mas la camisa alta, plegado el cuello con un cabezn labrado de seda negra , puesta una gargantilla de estrellas de azabache sobre un pedazo de columna de alabastro , que no de otra color apareca su garganta. Ceida con un cordn de San Francisco, adems llevaba al lado derecho pendiente de una cinta un gran manojo de llaves. No usaba chinelas, sino zapatos de dos suelas colorados, con unas calzas que no se le parecan sino cuanto por un perfil mostraban tambin ser coloradas. Traia trenzados los

  • cabellos con unas cintas blancas de hiladillo . tan largo el trenzado, que por las espaldas le pasaba de la cintura. El color del cabello salia de castao y tocaba en rubio, pero tan limpio, tan igual y tan peinado, que ninguno, aunque fuese de hebras dg oro, se le podia comparar. Pendanle de las orejas dos calabacillas de vidrio, que semejaban perlas, y los mismos cabellos servanle de garbin y de tocas.

    Tal fu la rara joya que se hall Cervantes oculta en el bajo engaste de un mesn de Toledo. Ni parienta ni criada del husped, que la habia educado como hija , all nicamente servia de traer las llaves de la plata, por lo que la malicia creala reclamo para que muchos seores y de ttulo parasen en el mesn, y an algunos detuviesen aposta su camino por hartarse de verla y admirarla.

    No, no la fingi la fecunda fantasa del ms feliz de nuestros ingenios. El retrato revela que tuvo el original presente, que manej muy buenas copias, y porque nadie lo dude, cuida de ad-vertir que tambin la dibuj la musa popular, asegurando que los poetas del Tajo ejercitaron sus plumas en alabar la sin par hermosura de Constancica , que as se llamaba esta doncella, la cual, aade, an vive en compaa de su buen mozo de mesn, con quien logr unirse en santo vnculo, ni ms ni menos que su amigo Carriazo, al que dio el cielo tres hijos, que sin tomar el estilo del padre, ni acordarse si hay almadrabas en el mundo, hoy estn todos estu-diando en Salamanca. De este modo parece querer certificar la verdad del caso, cual al propio intento y con iguales fines lo hizo en La Gitanilla y otras de sus novelas ejemplares.

    Son estas obras suyas, al par que simples fbulas milesias, de puro y honesto deleite , fiel trasunto de personas y cosas de otros dias. Tomando para el primer trmino alguna tradicin bien depurada, el autor vstela al uso, y la desarrolla en escena propia, cuyos menores accidentes, pintados con verdad y sencillez, prestan al cuadro armona y una fuerza de colorido admirable. LA ILUSTRE

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    FREGONA es, por lo tanto, no slo un poema consagrado celebrar el misterioso nacimiento de la hermosa Constancica, sino descripcin minuciosa de las costumbres toledanas del siglo XVII; tan hbil-mente enlazados ambos asuntos, que primera vista no se sabe decidir cul vale ms en la novela, si la historia principal los numerosos detalles que la engalanan.

    Probad separarlos, y habris deshecho el magnfico edificio que con estos y aquella construy la felicsima imaginacin de Cer-vantes. Si tomis desnuda la fbula, despojndola de la imprima-cin local que realza su fondo; si apartis la vista del mesn que le sirve de teatro, y no movis su alrededor las figuras con que le anima, y no coronis por ltimo el cuadro con episodios villanescos, con bailes y msicas, con peleas de azacanes, y traillas de algua-ciles, y vayas de muchachos, la historia quedar completa, pero fra y lnguida, sin color y sin vida, como las estatuas que se arrancan de los sepulcros , y se llevan los museos , panteones de las artes, donde slo mueven el corazn de los inteligentes, y no tienen un acento para el vulgo que las contempla. La herona del cuento se har una hermosura vulgar, que pedir al campo, al cielo y la qumica adornos postizos con que engalanarse. Cual los hijos bordes tomar el nombre del que la apadrine , y no llevar en su frente el sello caracterstico de la pila que la regener en la gracia; podr ser tenida por hija de cualquier padre, por natural de cualquier pueblo , y fuerza de ser de todos, no ser de ninguno.

    Bien cabe persuadirse de verdad tan evidente, abriendo el teatro del Fnix de los ingenios, de Frey Lope de Vega Carpi, que pretendi emular la gloria de Cervantes, y le arrebat LA ILUSTRE FREGONA , hacindola lucir nuevas galas en la escena.

    Cunto perdi con este trasiego la hermosa doncella toledana! Su modestia convirtise en desenvoltura; creci en aos, y profes las artes de la seduccin, buscando tercera para sus confidencias juveniles. Ya no es la belleza que enamora sin malicia, la honesti-

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    dad que enciende sin que abrase, el donaire que da gust sin que incite. Se ha borrado la tabla de sus mejores virtudes. Hasta se la desconoce por la pintura que hace de ella su amante D. Toms de Avendao, diciendo:

    Mir en su cuello alabastro, y vi en su frente jazmn, en sus megillas mil vosas, mezcladas con alels; en sus dientes un cristal, y vi en sus labios carmn. En sus cabellos hermosos contempl el oro de Ofir, y en sus pedios cristalinos la plata del Potos. Los dos arcos de sus cejas lo son de amor , y cre que pues matan ellos solos , no son arcos, flechas s.

    Plata y oro, piedras y flores, arcos y flechas...! esto se re-duce el tocador de nuestra diosa, la de los clientes de cristal y los jtechos cristalinos. Cualquier poeta de gramalla compone y adereza mejor sus hechuras. Los jardines del parnaso, el elseo de Apolo y las Indias poticas tienen de ordinario ms aromas , ms luces, ms riqueza, para obsequiar sus dolos.

    "~ Pobre ILUSTRE FREGONA , y qu mal trada vino parar en manos del mayor monstruo de fecundidad que ha visto Espaa ! La honr primero el pincel de un viejo soldado, alzando la excelsa cumbre su virtud y su hermosura, y un vate cortesano, al sacarla las tablas, la viste despus en el guardaropa de las partes de por medio, casi como simple figuranta de una comedia de intriga ; dedi-cando el talego de las ropas de brillo Doa Clara, la hija del Corregidor, cuyos amores en el teatro forman extrao contrapunto con los de Constancica, nicos que menciona la novela.

    No pec Lope de intencin, que sin ella en igual sentido rompiera

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    la unidad del conjunto cualquiera otro ingenio, no acertando conservar los accidentes principales, estrechamente unidos la fbula por el misterioso lazo de una existencia que se oculta detrs de lo que escribe, para dar cuenta de s misma con discrecin y cordura.

    Habia Cervantes compuesto otra novela sobre una tradicin tole-dana que tambin se conservaba viva en sus tiempos, y maravilla la verdad, que en esta obra slo hable de nuestra poblacin al encarecer su mucha justicia j bien inclinada gente. LA FUERZA DE LA SANGRE, que es el ttulo de esa novela, ofrece contraste singu-lar con LA ILUSTRE FREGONA , en que se traza un cuadro perfecto de muchas de nuestras costumbres antiguas. Tan elocuente la una, tan silenciosa la otra , qu atribuir este silencio y aquella elo-cuencia? Yo me lo explico sencillamente. En la primera, al citarse Toledo, se la designa como pueblo extrao la residencia del autor con la frase siempre repetida de aquella ciudad. En la segunda los personajes se codean con el poeta, y el teatro est abierto de par en par, la vista del que le describe, pues corrida la cortina, le toca con sus manos, le mide con sus ojos, le recorre finalmente capricho, como quien se encuentra dentro de casa, y hace inven-tario de cuanto le rodea.

    Mientras LA FUERZA DE LA SANGRE nicamente nos pinta de esta ciudad las holguras que nuestros abuelos gozaban en el rio y en la vega las noches calorosas del verano, nos lleva con antifaz en el rostro la plaza del Ayuntamiento, nos hace pasar por una ra innominada donde hay carrera de caballos, levanta LA ILUSTRE FREGONA un mapa exacto de aquella parte de la poblacin que desde el centro se extiende hasta el puente de Alcntara; ms all todavia, hasta las famosas huertas del Rey. Aqu Zocodover con su mercado de bestias, rancho de gitanos y cicateruelos , todos ladro-nes de ejercicio; all la va lata de los azacanes que acarrean el agua del rio al interior, oficio de pega para ocultar bagamundos,

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    pues con sola una carga de agua se podia el holgazn andar todo el dia por las calles sus anchuras mirando bobas; en medio la cuesta y plaza del Carmen , con el convento del mismo ttulo; al extremo opuesto, pasada la puente, el prado donde pastaban las recuas de los aguadores, y ellos jugaban al rentoy, sirvindoles de sobremesa sus capas, la sombra de las azudas; y dentro de este espacio, limitado por varios edificios notables, que de intento no se nombran, una posada.... h aqu todo el terreno escogido para teatro de la novela.

    Sin duda que este crculo encierra algn secreto, que la tradi-cin no ha respetado, y divulga su modo, maridando la verdad con raros caprichos de la fantasa, por no haberse atrevido rom-per los velos que le encubren. A travs de las paredes ve , digo mal, adivina lo que significa ese secreto, y seala con el ndice, y exhorna con su imaginacin, la humilde morada de un genio. Aqu vivi, exclama; y despus.... ya sabis cuan fcilmente fa-brica la tradicin palacios encantados y lechos de plumas y holan-das para regalo de sus hroes.

    No seguiremos nosotros ese camino, y aun riesgo de extra-viarnos por otro ms oscuro, trazado ligeramente en LA ILUSTRE PREGONA, perseguiremos la sombra vaga de Cervantes,que es el genio que se alude ,tras la penumbra con que destaca la novela el brillante panorama de nuestras costumbres.

    Pobre y desvalido, no iremos visitar al valiente lisiado de Lepanto en ningn alczar suntuoso , en aposento de tranquila y apacible residencia. Le buscaremos en aquel del rincn , que ni era de caballeros ni de criados, sino de gente que podia hacer medio entre los dos extremos, colocado en el piso principal del mesn dicho del Sevillano en esta ciudad , vivienda retirada , sin vistas la calle, donde l acomoda los dos mancebos burgaleses D. Toms de Avendao y D. Juan de Carriazo. All est como el pez en el agua, tratado segn su condicin, que ni alcanza la altura del rico,

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    ni baja al ruin desprecio de la pobreza postulante. Medio entre los dos extremos, torci el hombro humildes bodegones y casas de estado inmediatas, adonde pudo ir comer y dormir sin escrpulo de conciencia, y se entr de rondn en una posada de lujo, la mejor y ms frecuentada que haba en Toledo , la cual acudian los seo-res principales de Sevilla.

    All no daban de comer nadie, puesto que slo aderezaban lo que los huspedes llevaban comprado. Esto asegura la novela, pero vosotros no ignoris que lo mismo suceda en todas las posadas y bodegones de la ciudad y sus arrabales, por rara y expresa prohi-bicin de nuestras antiguas Ordenanzas, donde se lee que en ellos persona ninguna non sea osada de vender ni venda aves algunas, gallinas, ni pollos, ni capones, ni ansarones, ni perdices, ni conejos, ni gazapos, ni palomas, ni palominos, ni trtolas, ni zorzales, ni otras aves, ni cosa alguna, ni pescado fresco, ni salado, ni cabrito, nipescoxlo de mar ni de rio, salteo tan sola-mente vaca y carnero pescado salado, y esto no en crudo, sino guisado y cocido. Cervantes, en el mesn del Sevillano , sino es que llevara comprados aquellos manjares para que se los aderezaran, aprendera quiz, por propia experiencia, lo que era una olla de algo ms vaca que carnero, y lo del salpicn las ms noches, lo de los duelos y quebrantos los sbados , y las lentejas los viernes, con el palomino de aadidura los domingos, que consuman las tres cuartas partes de la hacienda del famoso hidalgo manchego. El noble orgullo del genio hubo de someterse este sacrificio. En cambio l se desquitara en ruidos y privaciones, hasta en lascivos atrevimientos de unas grandsimas bellacas, que llevaria con resig-nacin, trueque de hacer su negocio, siguiendo las aguas buques mayores en una mar henchida de prebendados y catariberas, de indianos y mercaderes.

    Ni fu cosa de pocos dias, lo que entiendo, la estancia de Cervantes en la posada del Sevillano. Dibujada se ve su-figura en

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    todos los muros de sta; no hay nada que se escape sus ojos, ni pequeo detalle que no recoja en los rincones ms secretos. Quin sino le revel, sobre la existencia del aposento del rincn, en que viviera, la disposicin de los dems, que tambin describe? Quin el nmero, patria y calidad de los criados de ambos sexos que en la posada servan ? Quin la abundancia de agua que en ella encon-traban los mozos de muas? Quin la riqueza del servicio, su mucha plata labrada y su ropa limpia? Quin en fin la renta del husped, y el sitio en que dorma, y su devocin una imagen de Nuestra Seora, que en una de las paredes del patio estaba colgada? Estos y otros accidentes que acopi LA ILUSTRE FREGONA , tvolos tras mano la tradicin hasta el dia, cuando sirven, por lo menos, para asegurar que slo el que habita largo tiempo una casa, puede entretenerse tanto en ese gnero de detalles. Ninguna de las obras cervantinas es tan nimiamente minuciosa en pormenores como aquella novela.

    Tiene adems la misma, mirada desde este punto de observa-cin , otros quilates que la dan subido precio. El teatro en que se desenvuelve, era, al terminar el siglo X V I , uno de los barrios ms animados de nuestra ciudad, casi pudiera decir el Toledo vivo , el Toledo de la jacarandina de la gente bulliciosa y maleante. Anti-gua colonia mudejar de gitanos, tahres y ladrones, de aguadores y chalanes, de regatones y esportilleros , de las mozas de cntaro y los criados de cdula, que como sabandijas al sol menudeaban alrededor de los forasteros y la traginera, entrantes y salientes en el mercado y los bodegones, al olor de propinas, mosto, mohatras y descuidos, vivia aquella poblacin aparte, separada del resto , que le componian la nobleza, el clero y los artesanos , atentos sola-mente su labor sedentaria, su iglesia y sus negocios. De dia muchos transentes, trfago y rias en la calle; de noche msicas y chaconas y zarabandas con coro de pedreas insultos la puerta de los mesones, y todas horas all desasosiegos, escndalos y des-

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    vergenzas, la vecindad asustada, el sueo buido, la justicia en acecho, y alguaciles y porquerones con carne entre las uas,

    Magnfico boceto de un barrio que est en feria continua, y hace almoneda de riquezas cortesanas! 'Quin le podr pintar sin tenerle delante, sin sentir el mareo que produce? Y quin que le haya sentido, no se dejar arrebatar del vertiginoso deseo de descri-birle? Esto me imagino yo que sucedera al autor de LA ILUSTRE FREGONA , porque su novela toma todos los abigarrados colores de aquel barrio; habla, canta y grita como la gente que en l .mora; al lado de penscimientos castos y sotiles pone dilogos picantes y sabrossimos coloquios, en que se desposa el puro romance toledano con la gracia andaluza; respira engaos y seducciones, travesu-ras y dobleces, y todo es en ella ruidos inarticulados, todo anima-cin y movimiento , dentro y fuera de la posada.

    En el aposento del rincn habita un genio que no duerme, y con su pluma trasmite la posteridad las impresiones que recibe. Al leve conjuro de la crtica asoma hoy el rostro por entre los plie-gues del velo que le ocultaba.

    La tradicin ha dicho: Aqu vivi Cervantes.

    Nosotros podemos aadir: Aqu escribi LA ILUSTRE FREGONA.

    II.

    Parceme, despus de todo, que con esto no satisfago todavia vuestra natural curiosidad. Pero an no ha terminado nuestro viaje; venid conmigo, y visitaremos E L MESN DEL SEVILLANO.

    Para no perdernos en el camino, fijemos bien antes su situacin, oyendo al elocuente guia que nos sirve de cicerone.

    Toms Pedro y Lope Asturiano , con cuyo disfraz tapan sus ver-daderos nombres Avendao y Carriazo, los dos jvenes de Burgos

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    que, huidos de la casa paterna, se entraron una noche por el mesn caza de aventuras, apenas instalados en el aposento que ya cono-cis , pasada la media noche en plticas , pensamientos imagina-ciones juveniles, entregronse al sueo, y habiendo dormido su parecer poco ms de una hora, los despert el son de unas chirimas que en la calle sonaban. Sentronse en la cama, escribe el cronis-ta , y estuvieron atentos, y dijo Carriazo: apostar que es ya de dia, y que debe hacerse alguna fiesta en un monasterio de Nuestra Seora del Carmen, que est aqu cerca, y por eso tocan esas chirimas. Liviana conjetura del sooliento mancebo, porque seria la una de la noche, y la brava msica que habia sentido, era, ni ms ni menos, una serenata que LA ILUSTRE FREGONA daba el enamorado Don Periquito, hijo del Corregidor de la ciudad.

    Veinte dias pasan desde este suceso. Los dos amigos toman su resolucin, cambiando de estado, uno por el de mozo de paja y cebada, otro por el de aguador de su cuenta, no satisfecho con haber empezado el oficio por la agena, pues le cost el aprendizaje palos, crcel y algunos escudos. As decididos, otra noche, despus de un baile y nueva msica , durmironse, dice nuestro autor, vino el dia, levantronse, y acudi Toms dar cebada, y Lope se fu al mercado de las bestias, que es all junto, comprar un asno que fuese tal como bueno.

    Lo habis entendido bien'? Segn Cervantes, cuyos escritos se distinguen por la propiedad con que pinta las ideas, el mesn en que ambos mancebos se hospedaban, es junio al mercado, y est cerca del monasterio. Los verbos y los adverbios empleados deter-minan claramente sus seas. Es junto aqul, vecino, medianero casi: est cerca de ste, prximo, no inmediato. Son dos trminos de una escala, que se estrechan gradualmente, ms el uno que el otro; el mercado hasta unirse con el mesn, el monasterio hasta tenerle la vista.

    Conservad en la memoria esos dos trminos, y no separad an

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    vuestra atencin de la novela. Desde Zocodover , en compaa de los burgaleses, al entrar en Toledo, bajad por la Sangre de Cristo, viniendo por el puente de Alcntara, subid la cuesta del Carmen, pasad la plaza del mismo nombre, luego la calle de igual ttulo, y ms adelante daris con el mesn. Por arriba hay una pequea pendiente, por abajo un gran trecho que recorrer, al lmite la posada.

    Sujetad ahora vuestra observacin cualquier plano de Toledo. Sin salir de este sitio, podis examinar el que traz el Greco para el cuadro de la Langosta, el que acompaa este discurso, y en l veris el mercado de bestias, que debe la plaza mayor su nom-bre rabe , como muchos opinan, y el convento, hoy arruinado, que corona la muralla romana, mirando al rio: all Zocodover, aqu el Carmen. La lnea recta trazada del uno al otro punto, contiene el edificio que apetecemos. Cul os imaginis que se acerca menos ste, y se junta ms aqul, la posada dicha hoy de la Sangre, la llamada vulgarmente del Gitano?

    Constituido est el Tribunal; que falle la topografa. Visto el plano, cualquiera, con una venda en los ojos, andar seguro el camino . dos pasos de la Plaza se entrar en el mesn que har siempre clebre la memoria de Cervantes.

    Yo quise, sin embargo, apurar un dia la verdad, y me engolf en el examen de las matrculas de medio siglo ; de fines del XVI principios del XVII, pertenecientes las colaciones de San Nicols y Santa Mara Magdalena, que las dos indistintamente corres-pondi en este perodo el casero de aquel barrio. Ni una palabra, ni un signo , equvoco siquiera, he sorprendido en esos preciosos do-cumentos, los cuales, cuando ms , denuncian que junio al Carmen no existia entonces ningn mesn. El archivo municipal, tan rico en noticias locales , revuelto una y otra vez, tampoco me ha descu-bierto ninguna huella. En las estadsticas del marqus de la Ense-nada y de Garay profundo silencio. La tradicin, sola la tradicin

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    ciega y confiada me dice all y seala sin vacilar la posada de la Sangre de Cristo.

    Tom esta, corridos algunos aos, el ttulo de los peregrinos romeros. Y no os parece que tal denominacin pudo venir ya engendrada desde tiempos atrs, desde los tiempos de LA. ILUSTRE FREGONA? Aquella noble dama , rica y principal seora de Castilla la Vieja, que secretamente dio el ser la hermosa Constancica, echando el sello la fama del MESN DEL SEVILLANO con la historia de su misterioso alumbramiento, habia hecho voto de ir Nuestra Seora de Guadalupe en romera, como era frecuente uso en su siglo, y de Toledo parti las fragosas sierras y apacibles valles que li-mitan el monasterio, donde se veneraba la Santsima imagen de la que llamaba el esclavo de Argel libertad de los cautivos, lima de sus hierros y alivi de sus prisiones.

    No ofrece con todo este ltimo indicio base firme en que estrivar nuestra creencia. Lo confieso ingenuamente, para que no me acu-sis de demasiado crdulo. Por eso llamo en mi ayuda otros recursos.

    La comparacin entre los dos mesones arroja mi entender ms luz , y pone al descubierto el que se busca. Nuevo juez , la arqui-tectura mide su capacidad, reseasu distribucin, examina su carc-ter , y firma despus un fallo supremo. Mal distribuido el del Gitano, ni en su forma ni en sus dependencias actuales corresponde la dis-posicin de los aposentos que menciona la novela. Por el contrario, el de la Sangre de Cristo, amplio y muy capaz , presenta los muchos que enumera Cervantes.

    En la planta baja, fuera de las oficinas de servicio general, modificadas sin duda por el tiempo , encontramos una cruga con varias habitaciones, donde, como al presente, moraran el husped y su mujer, teniendo sta detrs de su cama la de Constancica: unas ventanas que miran la calle, la bajada Santa Cruz, estn indi-cando que por aqu, al pi de esas ventanas, quizs daba LA ILUS-TRE FREGONA SUS serenatas el hijo del Corregidor. La planta priu-

  • oipal comprende varios aposentos, alguno bastante retirado, en el cual acaso ocultara su penosa situacin la noble dama antes aludida, por consejo del doctor La Fuente , mdico el de ms fama que liabia en Toledo; la vuelta de la escalera, en un rincn, cruzando un pequeo pasillo, existe un cuarto humilde, dividido en recibimiento y alcoba, con dos ventanas, una un patio y otra un desvn camaranchn trastero, cuyo destino ya conocis; y frontera este cuarto est la sala desalojada, cuyas rejas, convertidas boy en simples huecos de luz, fueron oir la msica nocturna los hus-pedes interiores.

    No busquemos en ninguno de los dos edificios caracteres de remotsima ancianidad, menos an aquel lujo de ornamentacin ar-quitectnica que desplegan nuestras antiguas construcciones ur-banas, principalmente en los barrios de San Miguel, San Cipriano y el ngel. Son ambos de las llamadas entre los alarifes obras vanas d lo tosco, porque en ellas no se registran armaduras con paos xairados, mampelaos de piedra, puertas clavadizas, pos-tigos de ior de miques, ni rejas de caprichoso dibujo , ni cerraduras con llaves de golpe y vuelva, encajadas en pelln acola demilano. Estas y otras rarezas, de que nos van despojando poco poco en-tendidos especuladores, para enriquecer los museos extranjeros, no las hallareis en ninguno de los mesones reseados. Verdad es que su decoracin interior, sus puertas y ventanas, sus entradas y salidas han debido sufrir trasformaciones radicales con el imperio de la moda la fuerza de la necesidad, que suavizan las asperezas producidas por los cambios de hbitos y costumbres.

    Conserva, en medio de todo, la posada de la Sangre, en la dis-posicin de sus dos pisos superiores, un sello de que carece la del Gitano. Es una singularidad de construccin, propiamente tole-dana, caracterstica del siglo XVI, determinada por la forma de los corredores voladizos al patio, sostenidos en carreras que apoyan so-bre columnas de medianos capiteles, presentando en su frente las ca-

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    bezas dlas vigas de suelo ligeramente moldeadas golpe de azuela. Si tales signos no convencen vuestro nimo, renuncio alegar

    ms en defensa de la tradicin. Quiz se pregunte dnde est en los planos que registris,

    la cuesta por la que ech correr el pobre msico rondador de Constanza, contra el que fueron volando dos medios ladrillos, que si como dieron junto sus pies, le dieran en mitad de la cabeza, con facilidad le sacaran de los cascos la msica y la poesa. Para responder esta pregunta, simple curiosidad ltimo reparo, figurmonos antes la escena.

    A la puerta del mesn hay una turbamulta de hasta doce mulantes y fregatrices, que al comps de unas coplas picarescas se hacen rajas bailando la chacona y las folias al uso. Un embozado que el baile observa, sin quitarse el embozo, apellida al cantor cuero, odrina, poeta de viejo y msico falso, cuyas palabras aaden otros muecas injurias. Calla el cantante; los mozos de muas lo llevan mal, y armrase all la de Mazagatos, si el husped no interviene con buenas razones, y la justicia, que llega punto, no hace recoger todos. Serenado el escndalo , se oye la voz de un hombre que est sentado sobre una piedra, frontero de la posada. Es el amante rondador, que con maravillosa y suave armona canta un romance la esfera de la hermosura. Caen de improviso sus pies los dos medios ladrillos, y se da correr con toda priesa por aquella cuesta arriba.

    Los que colocan el4meson en la posada del Gitano, dirn que es sta la llamada en los planos calle del Carmen. Nosotros , que le llevamos otro punto, podemos decir que hubo de ser, la que subia al Alczar, la del arco de la Sangre de Cristo, hoy casi perdida con la escalinata de los porches y la ltima nivelacin de la plaza de Zocodoverr -

    Ni una palabra ms al propsito. Ahora vayamos doblar la rodilla ante la sombra augusta del

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    genio ms grande que vieron los siglos, orgullo, honra y prez de nuestra patria, por quien nunca tocar al ocaso el sol de las glorias nacionales, y siempre sonar, del viejo al nuevo Mundo, pura y armoniosa el habla castellana, la lengua que se hizo para hablar con Dios y cantar las hazaas de los hroes.

    Esa sombra no nos ha abandonado jams : unida est nuestros muros. Podemos verla con los ojos de la imaginacin. Es el intonso vate, que viene esta ciudad conocer al farsante Lope de Rueda en los autos del Corpus. Es el rendido galn, que en nuestras riberas requiere de amores pastoras imaginarias. Es el soldado enfermo que por fruto de sus honrosas heridas cosecha desengaos, y mendiga agencias y comisiones.

    No est solo. Galatea , la gentil doncella del Tajo, le acompaa de por vida ; el divino Maldonado le estrecha la zurda ; le conforta con merecidos elogios su censor el Maestro Valdivielso ; un bizarro alfrez de los tercios de Italia, Diego Castellano, le salva la honra villanamente comprometida al salir del cautiverio de Argel, y cerrar este cortejo acude, precedido de un sabio cannigo, de ricos mercaderes de la alcan y de un morisco aljamiado, la ms alta dignidad de su poca, el primero en los consejos del rey y de la Inquisicin , maestro de prncipes, deudo de validos poderosos, el arzobispo primado D. Bernardo de Sandoval y Rojas, bajo cuya prpura se ampara la desnudez y el hambre del inmortal ingenio.

    Esposa, amigos, protectores, todos en Toledo son puerto seguro en sus borrascas. Con tan buena compaa no se dobla al peso de la pobreza que abate, no abre el pecho los vientos de la soberbia que enloquece, ni siente los rigores de la fortuna', ni escchalos ladridos de la envidia.

    Cera blanda es su corazn los dulces halagos de la amistad, dura roca contra los tiros del desprecio y la calumnia. Vvame la suma caridad del ilustrsimo de Toledo, y siquiera no haya empren-tas en el mundo, y siquiera se impriman contra m ms libros que

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    tienen letras las coplas de Mingo Bevulgo. Estas palabras suenan en sus labios, donde la vez se dibuja la sonrisa del agradecimiento y la grandeza de un alma que no comprendi su siglo. Vayamos escucharlas, que son preludio de otras sentencias, compendio de ma-yores encomios y adjunta al cuadro de nuestras antiguas costumbres.

    Vamos, pues, todos a la posada de la Sangre de Cristo salu-dar al genio; pero, antes de entrar, sobre el dintel de la puerta grabemos con letras de oro:

    ESTE FU EL MESN DEL SEVILLANO,

    DONDE, SEGN LA TRADICIN Y LA CRTICA,

    ESCRIBI L A I L U S T R E F R E G O N A El. MAYOR DE LOS INGENIOS ESPAOLES ,

    IMIGUEE. D E C E R V A N T E S S A A V E D B A ,

    CUYA BUENA MEMORIA

    CONSAGRA UN RECUERDO LA GRATITUD DE LOS TOLEDANOS

    EL DA 23 DE ABRIL DE 1872,

    ANIVERSARIO C.CLVI DE SU MUERTE.

  • ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES.

  • El discurso anterior y las ceremonias que alude, no son ms que matices de una solemnidad extraordinaria, que-se completa con otros actos.

    Todo jbilo es hoy la gran Toledo

    puede decirse, plagiando al autor de La Raquel. A competencia la Provincia, la Ciudad, las clases todas honran en este dia la memo-ria de Cervantes.

    Consolador al par que sublime es el espectculo que ofrece ver un pueblo, ayer postrado sobre su lecho de ruinas, con las an-gustias de una decadencia cada vez ms creciente, levantarse hoy lleno de entusiasmo, de salud y de vida, la voz de un genio in-mortal , que le recuerda sus antiguas glorias, le pinta sus costum-bres , y despierta su santo orgullo , ponindole delante de los ojos la ejecutoria de su nobleza.

    An hay esperanza. En los oscuros horizontes de lo por venir se dibuja el resplandor

    de la estrella que ilumina los caminos de.nuestra futura prosperidad. Sigmosla, Toledanos. Ella anuncia que las miserias de hoy pueden tener maana venturoso trmino.

    Consultando al corazn que no engaa, y la inteligencia que no seduce, entre las brumas de un pasado glorioso, sembrado de grandezas y de triunfos, se encuentra el remedio para los males

  • - 2 0 presentes. Marchemos adelante por la senda de los verdaderos pro-gresos , pero volviendo cada paso la vista hacia atrs, evocando las sombras de los genios bienhechores que nos protejen , recom-poniendo el esqueleto dislocado de nuestra historia, y al fin goza-remos tranquilos la rica herencia paterna, al abrigo de los soberbios alczares, de los ricos templos gticos y de tantas maravillas de arte, de saber y de cultura como encierra en su sagrado recinto la corte de los Recaredos y los Alfonsos, la patria de los Garcilasos y los Padillas.

    Esto se ha dicho la Comisin de Monumentos Histricos y Ar-tsticos de Toledo, y por eso celebra con desusados trasportes de alegra el ANIVERSARIO DE CERVANTES. .

    No reclama, sin embargo, la Comisin para s sola los honores de la fiesta religiosa, literaria y popular que ahora se ejecuta, respondiendo un sentimiento generoso despertado en todos los pueblos de la Pennsula. Le pertenece una parte mnima, que no cede ninguno, la iniciativa y el trabajo; pero la gloria y los laureles de lo que se ha hecho, y de lo que falta an por hacer, cor-responden de justicia:

    A la Excma. Diputacin Provincial, que se ha asociado digua-mente la Comisin , facilitndola fondos para llevar cabo el pen-samiento en honra del Ingenio quien hoy ensalza la Espaa toda, ligado la historia de la provincia por su enlace con Doa Cata-lina de Palacios Salazr y Vozmediano, de los primeros linajes de Esquivias en el partido delllescas.

    Al Ilustrsimo Ayuntamiento y su Alcalde Presidente, que con generosidad sobre todo extremo laudable, no slo auxilian patriti-camente el empeo, sino que, acogiendo la tradicin ilustrada por la crtica, consagran un recuerdo de gratitud Cervantes en una sencilla lpida , que indicar siempre nacionales y extranjeros el Mesn del Sevillano, teatro donde se desenvuelve la novela de LA ILUSTRE FREGONA.

    A los poetas que como un certamen de honor concurran la ceremonia para celebrar al genio que hace doscientos cincuenta y seis aos se despidi en el Per siles de sus regocijados amigos, de-seando verlos pronto contentos en la otra vida, la que vol tran-quilo y animoso.

  • 21 A las sociedades dramtica y lrica de jvenes toledanos, que se

    lian ofrecido gustosas cerrar la solemnidad del dia con una funcin en el teatro , alusiva al objeto.

    A la Redaccin del SANCHO PANZA , peridico que cumple como bueno las deudas que le impone su ttulo, publicando hoy un n-mero extraordinario.

    Finalmente, las Autoridades, Corporaciones y personas de todas clases y condiciones, que sin distincin honran con su presen-cia los diferentes actos que han sido invitadas.

    Esta vez, como siempre que se tocan las cuerdas ms sensibles en el corazn de los pueblos, Toledo ha respondido al llamamiento que no en valde la hicieron otras provincias.

    Los resultados dirn si aqu se interpret bien el sentimiento que respira la nacin entera.

    An no ha llegado el momento de escribir la historia. Estas cortas lneas son un simple programa, no detallado, de nuestros propsitos. Maana, conocidos los hechos, escribiremos detenida-mente la crnica del ANIVERSARIO DE CERVANTES.

    A buena cuenta anticiparemos ahora, que en la tarde de este dia el Ilustrsimo Ayuntamiento prepara una ceremonia , de la cual se levantar acta, que invita firmar todo el vecindario , y cuyo tenor, para que sea de antemano conocido con dicho objeto, se publica aqu. Es como sigue :

    A veintitrs dias andados del mes de Abril en el ao de gracia mil ochocientos setenta y dos, aniversario doscientos cincuenta y seis de la muerte de M IGUEL DE CERVANTES ' SAAVED I IA , la imperial, muy noble y muy leal ciudad de Toledo, representada por su Ayuntamiento Ilustrsimo. dedica la memoria de este esclarecido ingenio un sencillo recuerdo t gratitud en el Mesn del Sevillano, hoy posada de la Sangre de Cristo nmero once antiguo ,'treinta y uno moderno, calle de Santa F , corres-pondiente la parroquia latina de Santa Maria Magdalena; cuya fines pertenece de por mitad los Seores D. Francisco Lpez de Ayala y Dus-met y D. ngel de Oro y Peralta, vecinos el primero de Madrid y e segundo de esta poblacin.

    Invitadas previamente para el acto las Autoridades, Corporaciones ; personas notables de la misma, con su asistencia, el Seor Gobernado civil de la Provincia, como Presidente del Ayuntamiento, dio principia ti la ceremonia, la hora de las cinco de la tarde, corriendo la cortin

  • - 22 que cubra una lpida de mrmol blanco , colocada sobre el dintel de la puerta principal, en la cual est grabada la inscripcin siguiente:

    ESTE FU E L M E S O D E L S E V I L L A N O ,

    DONDE, SEGN LA TRADICIN Y LA CRTICA,

    ESCRIBI l. A I L U S T R E F R E G O N A El. MAYOR DE LOS INGENIOS ESPAOLES ,

    M I G U E L D E C E R V A N T E S S A A V E D B A , CUYA BUENA MEMORIA

    CONSAGRA UN RECUERDO LA GRATITUD DE LOS TOLEDANOS

    EL DA 23 DE ABRIL DE 1872,

    ANIVERSARIO CCLVI DE SU MUERTE.

    A seguida los concurrentes penetraron en el edificio, y despus de examinar la forma especial de su construccin, se dirigieron al aposento que en el primero de los dos pisos superiores se cree habitara Cervantes cuando venia esta ciudad, de antemano arreglado con muebles y objetos de la poca, entre los cuales se distinguan unas espadas toledanas de los siglos XVI y XVII, y sobre la mesa de escritorio las ms antiguas impre-siones de las obras todas de Cervantes, cerrando el catlogo Los Trabajos de Persiles y Sigismanda, que se publicaron un ao despus de su muerte.-

    Ya dentro del local, donde se veia un retrato del clebre autor del Don Quijote, pintado en pocos dias para este acto sin pretensin ninguna, des-cubiertos todos los circunstantes, el Sr. D. Eduardo Uzal y Feijo, Alcalde primero popular de Toledo, recorriendo LA ILUSTRE FREGONA , una de las doce novelas ejemplares, ley varios perodos en que se hace des-cripcin del sitio, acentuando bien estps :

    ... y luego siendo la guia Carriazo, que ya otra vez liabia estado en aquella ciudad, bajando por la Sangre de Cristo, dieron con la posada del Sevillano...

    ' En buenhora, respondi el husped, y volvindose las mozas, dijo: Cons- taneica, di la Arguello, que lleve estos dos galanes al aposento del rincn,y que les eche sbanas limpias.

    La Arguello, que era una mujer de hasta cuarenta y cinco aos, superinten-dente de las camas y aderezo de los aposentos, los lleco uno que ni era de caba- lleros ni de criados, sino de gente que podia hacer medio entre los dos extremos.

    En esto las voces de Constanza sali los corredores la Arguello, con otras dos mocetonas, tambin criadas de casa, de quien se dice que eran gallegas, y el haber tantas lo requera la mucha gente que acude la posada del Sevillano, que es una de las mejores y ms frecuentadas que hay en Toledo.

    Tom despus el cronista de la ciudad, D. Antonio Martin Gamero, un ejemplar de la edicin segunda del QUIJOTE, hecha por el impresor de Madrid Juan de la Cuesta en 1 6 0 5 , y ley este largo prrafo :

    Estando yo un dia en el Alcan de Toledo, lleg un muchacho vender unos cartapacios y papeles viejos un sedero; j como soy aficionado leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinacin tom un car-tapaeio de los que el muchacho vendia, y vile con caracteres que conoc serarbi-gos, y puesto que aunque los conoca, no los sabia leer, anduve mirando si pareca por all algn morisco aljamiado que los leyese; y no fu muy dificultoso hallar

  • - 23 --intrprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y ms antigua lengua, le hallara. En fin, la suerte me depar uno, que dicindole mi deseo, y ponindole el libro en las manos, le abri por medio, y leyendo un poco en l , se comenz rer: pregntele que de qu se reia, y respondime que de una cosa que tenia aquel libro escrita en el margen por anotacin. Djele que me la dijese, y l sin dej ar la risa, dij o: est, corno he dicho, aqu en el margen escrito e s t o e s t a Dulci-nea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha. Cuando yo o decir Dulcinea del Toboso, qued atnito y suspenso, porque luego se me represent que aquellos cartapacios contenan la historia de Don Quijote. Con esta imaginacin le di priesa que leyese el principio, y hacindolo as , volviendo de improviso el arbigo en castellano, dijo que deca: Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide "Smete Beiiengeli, historiador arbigo. Mucha discrecin fu menester para disimu-lar el contento que recib cuando lleg mis oidos el ttulo del libro, y salten-dosele al sedero, compr al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real: q U e si l tuviera discrecin, y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar ms de seis reales de la compra. Aprteme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y rogule me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de Don Quijote, en lengua castellana sin quitarles ni aa- dirlesnada, ofrecindole la paga que l quisiese. Contentse con dos arrobas de pasasy dos fanegas de trigo, y prometi de traducirlos bien y fielmente y con mucha brevedad; pero yo por facilitar ms el negocio, y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje mi casa, donde en poco ms de mes y medio la tra-dujo toda del mismo modo que aqu se refiere.

    A l concluir pas el libro m a n o s del m u y i lustre Sr. D e a n d l a Santa Ig les ia P r i m a d a , D. J o s Pedro Alcntara R o d r g u e z , ind iv iduo de la Comis in de M o n u m e n t o s , qu ien cont inu la lectura en el m i s m o de esta m a n e r a :

    En esto volvi el cura el rostro, y vio que sus espaldas venan hasta seis siete hombres de caballo, bien puestos y aderezados, de los cuales fueron presto alcan-zados, porque caminaban no con la flema y reposo de los bueyes, sino como quien iba sobre muas de cannigos y con deseo de llegar presto sestear la venta, que menos de una legua de all se pareca. Llegaron los diligentes los perezosos, y salfldronse cortesmente; y uno de los que venan, que en resolucin era can-nigo de Toledo y seor de los dems que le acompaaban, viendo la concertada procesin del carro, cuadrilleros , Sancho, Rocinante, cura y barbero, y mas & Don Quijote enjaulado y aprisionado, no pudo dejar de preguntar qu significaba llevar aquel hombre de aquella manera; aunque ya se habia dado entender, viendo las insignias de los cuadrilleros, que debia de ser algn facineroso saltea-dor, otro delincuente cuyo castigo tocase la santa Hermandad. Uno de los cuadrilleros, quien fu hecha la pregunta, respondi as: seor, lo que significa ir este caballero desta manera, dgalo l , porque nosotros no lo sabemos. Oy Don Quijote la pltica, y dijo: por dicha vuestras mercedes, seores caballeros, son versados y peritos en esto de la caballera andante? porque si lo son, comunicar con ellos mis desgracias, y si no , no hay para qu me canse en decirlas; y este tiempo haban ya llegado el cura y el barbero, viendo que los caminantes estaban en plticas con Don Quijote de la Mancha, para responder de modo que no fuese descubierto su artificio. El cannigo lo que Don Quijote dijo respondi : en ver-dad, hermano, que s ms de libros de caballeras, que de las Smulas de Villal-pando; as que, si no est ms que en esto, seguramente podis comunicar con-migo lo que quisiredes.

  • - 2 4 Por lt imo, el Diputado provincial individuo tambin de la Comi-

    sin de MonumentosD. Juan Antonio Gallardo, abriendo los TRABAJOS DE PERSILES Y SIGISMUNDA por el captulo VIII del libro III, ley este pasaje:

    No es la fama del rio Tajo tal que la cierren l mites, ni la ignoren las ms remotas gentes del mundo, que todos se extiende y todos se manifiesta y en todos hace nacer un deseo de conocerle, y como es uso de los setentrionales ser toda la gente principal versada en la lengua latina, y en los antiguos poetas, ralo asimismo Periandro, como uno de los ms principales de aquella nacin; y as por esto como por haber mostrdose la luz del mundo aquellos dias las famosas obras del jams alabado, como se debe, poeta Garcilaso de la Vega, y haberlas l visto, ledo, mirado, y admirado, as como vio al claro rio, dijo, no diremos.- Aqu dio 'fin su cantar Salido, sino: aqu dio principio su cantar Salicio: aqu sobrepuj en sus glogas s mismo: aqu reson su zampona, cuyo son se detuvieron las aguas deste rio, no se movieron las hojas de los rboles, y parndose los vientos, dieron lugar que la admiracin de su canto fuese de lengua en lengua y de gente en gente por todas las de la tierra: venturosas pues , cristalinas aguas, doradas arenas, qu digo yo doradas? antes de puro oro nacidas, recoged este pobre peregrino, que como desde lejos os adora, os piensa reverenciar desde cerca. Y poniendo la vista en la gran ciudad de Toledo, fu esto lo que dijo: loh peascosa pesadumbre, gloria de Espaa y luz de sus ciudades, en cuyo seno han estado guardadas por infinitos siglos las reliquias de los valientes godos para volver resucitar su muerta gloria, y ser claro espejo y depsito de catlicas ceremo-nias! Salve pues, ciudad santa, y da lugar que en t le tengan estos que venimos verte.

    Concluida la lectura, volvieron cubrirse todos los presentes , y. abandonaron el local, despus de firmar este acta para perpetuo recuerdo de la ceremonia consagrada al mayor de los ingenios espaoles.

    De todo lo cual yo el Secretario del Ilustrsimo Ayuntamiento certifi-co.(Seguirn las firmas.)NICANOR MORENO DE VEGA , Secretario.

    Este acta , con las firmas particulares que puedan reunirse hasta la hora de las doce de la noche, se archivar en el del Ilustrsimo Ayuntamiento , unindola las ordinarias que se levantan sobre los asuntos administrativos y econmicos en que se ocupa segn las leyes, para que, corriendo encuadernada , se evite cualquiera inu-tilizacin extravo.

    Si Cervantes alzara hoy la cabeza, al ver tantas honras como se le dedican, cierto que no dudara llamar Toledo, como llam Barcelona, escudo de la caballera, flor de las bellas ciudades del mundo, honra de Espaa, ejemplo de lealtad, amparo de los ex-tranjeros y correspondencia grata de firmes amistades.

  • J A M ME XOS SITIOS H E 11BED0 QUE JffiSCRlfiE C a I I H 8 1 M SUXOVJEIA'Il ILUSTRE REGOMA

    cox^xo a^l^xx^, de, ta/ c U t - d a ^ ; w w Zcwb - p t a ^ t o u o del ZICL^UA.Y TOeoinv tWC'&wftVtw

    jPlarulxL taja,. J'lunia principal.

  • 4 Cf.k-?~

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    CUBIERTA.PORTADA.I.II.ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES.