Diseño en Sentido Restringido

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CURSO TALLER LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES - DPTO CIENCIAS SOCIALES, JURIDICAS Y ECONÓMICAS - UNLAR Sergio Alejandro Vergne Quiroga 1 EL DISEÑO EN SENTIDO RESTRINGIDO: las técnicas de la investigación social y las operaciones de registro. Diseños cualitativos y cuantitativos Las técnicas de investigación son formas de intervención en la realidad a los fines de producir información. En este sentido bajo el nombre de técnicas hacemos referencia a la construcción de los dispositivos de obtención y análisis de la información (procedimientos e instrumentos) a partir de los cuales el investigador intervendrá en la realidad. Reproducimos a continuación un cuadro realizado por Besse que da cuenta de los rasgos constitutivos de los “tipos idealesen el sentido weberianode los diseños cuantitativos y cualitativos. Al ser tipos “puros, diremos que una técnica es cuantitativa o cualitativa en la medida en que presente una concentración mayoritaria de rasgos propios de uno de los tipos de diseño, sin la pretensión de que se ajuste completamente a él. Cuadro de rasgos según diseños de investigación en sentido restringido Diseños Rasgos Cuantitativo Cualitativo Lógica de construcci ón Ex ante Ex post Estructura del instrumento Rígida Flexible Ingreso de la información Cerrado Abierto Relación universo/muestra Determinada Indeterminada Escolar y Besse sostienen que las técnicas aspiran a poder ser usadas desde distintas perspectivas teóricas. () se colocarían al final del proceso de abstracción y supuestamente como tales no les cabe la consideración de verdaderas o falsas sino de útiles o inútiles a los fines de la investigación(Escolar y Besse, 2011: p.

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CURSO TALLER LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES - DPTO CIENCIAS SOCIALES, JURIDICAS Y

ECONÓMICAS - UNLAR

Sergio Alejandro Vergne Quiroga

1

EL DISEÑO EN SENTIDO RESTRINGIDO: las técnicas de la investigación

social y las operaciones de registro.

Diseños cualitativos y cuantitativos

Las técnicas de investigación son formas de intervención en la realidad a los fines

de producir información. En este sentido bajo el nombre de técnicas hacemos

referencia a la construcción de los dispositivos de obtención y análisis de la

información (procedimientos e instrumentos) a partir de los cuales el investigador

intervendrá en la realidad.

Reproducimos a continuación un cuadro realizado por Besse que da cuenta de los

rasgos constitutivos de los “tipos ideales” –en el sentido weberiano– de los diseños

cuantitativos y cualitativos. Al ser tipos “puros”, diremos que una técnica es

cuantitativa o cualitativa en la medida en que presente una concentración

mayoritaria de rasgos propios de uno de los tipos de diseño, sin la pretensión de

que se ajuste completamente a él.

Cuadro de rasgos según diseños de investigación en sentido

restringido

Diseños

Rasgos

Cuantitativo Cualitativo

Lógica de construcción Ex ante Ex post

Estructura del instrumento Rígida Flexible

Ingreso de la información Cerrado Abierto

Relación universo/muestra Determinada Indeterminada

Escolar y Besse sostienen que las técnicas “aspiran a poder ser usadas desde

distintas perspectivas teóricas. (…) se colocarían al final del proceso de abstracción

y supuestamente como tales no les cabe la consideración de verdaderas o falsas

sino de útiles o inútiles a los fines de la investigación” (Escolar y Besse, 2011: p.

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119). De esta forma, dichos autores resaltan el carácter “subordinado” de las

técnicas en relación a la teoría y a los procesos de formulación de los problemas de

investigación. Consideradas de este modo, las técnicas de investigación, ya sean de

recopilación de información o de procesamiento y análisis de discurso,

“constituyen instrumentos diseñados por el investigador para interrogar la

realidad en función de las categorías de análisis por él mismo diseñadas. En

este sentido, la construcción de una técnica siempre involucra una perspectiva

teórica. Por eso, sustentar la existencia de técnicas neutrales supondría una

operación –diríamos, imposible de desvinculación de su componente teórico;

componente presente, sin duda, tanto en el momento de su construcción

como en el de su puesta en práctica en la medida en que las técnicas

contienen ya una teoría del objeto. Las ilusiones acerca de la neutralidad de

ciertas técnicas –en especial, de las cuantitativas– se derrumban, entonces,

ante el reconocimiento del carácter perspectivo de la construcción de

conocimiento. Tampoco podemos sostener la existencia del dato en estado

puro e independiente de las técnicas que lo producen. Los datos construidos

al interior de un proceso de investigación se desprenden de la interrelación

entre teoría, método y técnicas. Por ello, no da lo mismo utilizar cualquier

técnica sino que ésta debe ser potable de constituirse en un instrumento por

medio del cual el investigador pueda articular las categorías que considera

relevantes para analizar el problema de investigación al que se encuentra

abocado. En este sentido, las técnicas deben evaluarse en función de su

utilidad o inutilidad con relación al problema de investigación” (Messina y

Varela, 2011: pp. 126-127).

Esta perspectiva discute, entonces, con aquellos enfoques que sostienen que el

dato preexiste en la realidad y que el investigador lo recoge de ella; es decir, con la

suposición de que el dato se ofrece a la recolección a partir de una técnica

cualquiera. Dicen Escolar y Besse en relación al problema de construcción de los

datos:

“el dato no puede reducirse unilateralmente a la construcción de la técnica,

ya que sería sostener una reducción de la realidad a los presupuestos teóricos

que subyacen al diseño de la misma. Pero tampoco podemos postular la

„independencia‟ de los datos respecto de los instrumentos diseñados para su

obtención” (Escolar y Besse, 2011: p. 123).

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Desde esta perspectiva, entonces, el dato resulta de la articulación entre

teoría, método y técnicas en el proceso de construcción del objeto y en el

marco de un proceso particular de investigación. Las técnicas, al igual que la

teoría y el método, se construyen al interior de cada proceso singular de

investigación, en función del problema de investigación y de los objetivos que

se ha propuesto alcanzar el investigador.

Las técnicas cuantitativas

1- La encuesta

Una de las técnicas cuantitativas más conocida e implementada es la encuesta.

Según García Ferrando:

“una encuesta es una investigación realizada sobre una muestra de sujetos

de un colectivo más amplio, que se lleva a cabo en el contexto de la

vida cotidiana, utilizando procedimientos estandarizados de interrogación,

con el fin de obtener mediciones cuantitativas de una gran variedad

de características objetivas y subjetivas de la población” (García Ferrando,

1996: p. 147).

Una de las características fundamentales de esta técnica –que es compartida por

el resto de las técnicas cuantitativas–, es su carácter cerrado a la

información: el instrumento mismo de recolección de información no

permite que ingrese información nueva o no contemplada de antemano por el

investigador. Esto se ve expresado en la forma misma que adquieren las

respuestas en los cuestionarios de las encuestas: se trata de preguntas con

opciones de respuestas precodificadas, por ello se dice que son preguntas

cerradas. El encuestado debe elegir de una serie preasignada de categorías, la

respuesta que más se aproxime a su opinión.

Existen dos tipos de preguntas cerradas: las de respuesta dicotómica y las de

respuesta de elección múltiple.

“Las preguntas de respuesta dicotómica se usan preferentemente

para clasificar a la población en torno a comportamientos, actitudes u

opiniones bien definidos y que admiten sólo alternativas a favor o en

contra, positivas o negativas. Por ejemplo: „¿piensa usted votar en las

próximas elecciones?‟ admite en principio sólo la respuesta afirmativa o

la negativa, aunque se podría incluir una tercera respuesta para los que

aun no se han decidido (…) En temas más complejos el número de

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alternativas de respuesta suele ser superior a dos, en cuyo caso tenemos

las preguntas de respuesta múltiple. En tales preguntas el entrevistado

ha de seleccionar una de las respuestas apuntadas, aunque en algunos

casos pueda elegir simultáneamente dos o más respuestas. Por ejemplo,

en la pregunta „¿Se interesa mucho, regular, poco o nada por la

política en general?, el entrevistado ha de elegir necesariamente una

sola respuesta. En cambio, en la pregunta „De los problemas que a

continuación le voy a enumerar: crisis energética, desigualdades

sociales, moralidad en las costumbres, paro [desempleo], seguridad

social, precios, relaciones de España con otros países, orden público

y seguridad ciudadana, terrorismo, autonomías, ¿cuál o cuáles de ellos

le parecen los más graves? (Nota se pueden dar hasta tres

respuestas)‟, el entrevistado puede elegir uno, dos o tres problemas

alternativos que se han presentado” (García Ferrando, 1996: p. 165).

Las encuestas permiten abordar una gran variedad de temas: grupos

y organizaciones, estructura social, población y familia, medio ambiente,

trabajo y economía, política y problemas y servicios sociales, entre otros. A

través de ellas se puede relevar información tanto referida a hechos fácticos

(del presente y del pasado) como a aspectos subjetivos de la población

encuestada, tales como opiniones, emociones, creencias, valores, expectativas,

etc. Según García Ferrando, además de estas características, dos son los

rasgos más sobresalientes de la encuesta: su capacidad para estructurar los

datos y su elevada eficiencia para obtener información. En este sentido,

“las encuestas bien estructuradas poseen una gran capacidad

para estandarizar los datos, lo que facilita su posterior análisis

estadístico (…) Esta capacidad de estandarizar la información de las

encuestas tiene un correlato económico muy interesante y es que permiten

obtener grandes cantidades de datos a un precio relativamente bajo en un

corto período de tiempo” (García Ferrando, 1996: p. 153).

Sin embargo, como señala dicho autor, estas dos grandes ventajas de la utilización

de la encuesta (obtener gran cantidad de información en un breve lapso de tiempo

y a un bajo costo) pueden convertirse los principales motivos para su mal uso:

“Al basarse en la teoría de las muestras, los datos de la encuesta

pueden acabar considerando a la sociedad como si de un simple

agregado de individuos se tratase, lo que dificulta, cuando no impide, el

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estudio de los fenómenos ricos, variados y siempre complejos de la

interacción social”

(García Ferrando, 1996:p. 153).

Las técnicas cualitativas

1- Observación

En un esfuerzo por conceptualizar qué entendemos por observación en el

contexto de la investigación social, Escolar y Besse sostienen que la observación

está en la base de las técnicas cualitativas y que, en este sentido, no se reduce

a una técnica en particular sino que debe ser entendida como “un recurso

cognitivo que se encuentra íntimamente vinculado a la posibilidad de

desplegar eficazmente las técnicas cualitativas” (Escolar y Besse, 1996: p. 14).

Dichos autores puntúan una serie de consideraciones para reflexionar en torno a

la observación como problema técnico-metodológico. En primer lugar,

distinguir el concepto de observación del de visión en tanto función fisiológica.

Esta distinción supone conceptualizar la observación

“como una función cognitiva compleja y, de esta manera, evitar

entenderla como mera puesta en marcha de „los sentidos‟, es decir,

como pasiva aprehensión de un mundo externo dado” (Escolar y Besse,

1996: p. 12).

En segundo lugar, sostienen que la observación en tanto recurso cognitivo no se

limita a una fase o momento del proceso de investigación sino que lo atraviesa:

“la observación puede ser metaforizada como una llave que

abre/cierra siempre provisoriamente el espacio de lo real: la exploración

nos marca la primera aproximación a los referentes empíricos, la

descripción posibilita la postulación de los presupuestos ontológicos y

su contrastación con los indicadores de la materialidad de los mismos y

la explicación el límite de la última aproximación, es decir, el grado más

profundo de compresión al que hemos podido arribar” (Escolar y Besse,

1996, p. 12).

En tercer lugar, los autores señalan que la observación involucra un

investigador entrenado en su capacidad de captación (mediante la escucha y la

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mirada) de la alteridad de lo estudiado en relación a sus propias pautas

socioculturales, es decir, preparado para encontrarse con situaciones y

personas que actúan con una racionalidad diferente a la suya. En este sentido,

“la mayoría de las dificultades en la observación proviene de que

el observador se resiste a considerar como racionales los comportamientos

que no coinciden con su propia cosmovisión, con su racionalidad (…)

Diríamos que observar es ver las razones que estructuran y explican

otros comportamientos” (Escolar y Besse, 1996: p. 13).

Finalmente, la observación en la investigación involucra el mantenimiento de una

distancia “que corresponde al extrañamiento epistemológico necesario para abordar

la realidad en cuestión” (Escolar y Besse, 1996: p. 13).

En tanto técnica particular de producción de información, la observación implica

el contacto directo del investigador con el fenómeno estudiado, es

decir, la observación de los sujetos sociales vinculados al fenómeno indagado en

sus propios contextos sociales. La utilización de esta técnica durante el trabajo

de campo abre un abanico de posibilidades para el investigador que va desde la

observación con participación plena (involucramiento completo en todas las

dimensiones de la vida y las actividades de los sujetos que forman parte del

fenómeno estudiado) hasta la observación sin participación (distanciamiento del

investigador de la participación y priorización de la observación).

Como señalan Escolar y Besse, la observación participante es probablemente

la técnica que mejor permite “comprender un medio vital para encontrar la

racionalidad de los que en él se mueven”. Sin embargo, ellos mismos señalan,

“ninguna participación debe hacer abandonar al observador su carácter de

tal. De manera que lo observado supere el nivel de una descripción-

inventario y apunte a la construcción de relaciones que serán trabajadas en

el conjunto del proceso de investigación” (Escolar y Besse, 1996: p. 13).

La observación participante ha sido una de las estrategias fundamentales

(y fundantes) de la antropología como disciplina social. El “estar ahí” constituye

una suerte de sello del trabajo de campo antropológico. Para Guber, la

observación participante

“consiste en dos actividades principales: observar sistemática

y controladamente todo aquello que acontece en torno del investigador,

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se tome parte o no de las actividades en cualquier grado que sea, y

participar, tomando parte en actividades que realizan los miembros de la

población en estudio o una parte de ella. Por un lado, hablamos de

„participar‟ en el sentido de desempeñarse como lo hacen los habitantes

locales, de aprender a realizar ciertas actividades y a comportarse como

uno más, aunque esto suene un poco ideal. La participación pone el

énfasis en el papel de la experiencia vivida

y elaborada por el investigador acerca de las situaciones en las que le

ha tocado intervenir; desde este ángulo parece que estuviera adentro

de la sociedad estudiada. En el polo contrario, la observación parece

ubicarlo fuera de la sociedad, pues su principal objetivo es obtener una

descripción externa

y un registro detallado de cuanto ve y escucha. Es como si estuviera

tomando nota a medida que se desarrolla una película, sin desempeñar

ningún papel en su argumento. Desde el ángulo de la observación, el

investigador está alerta permanentemente pues, aunque participe, lo hace

con el fin de observar y registrar los distintos momentos de la vida social”

(Guber, 2004, p. 172).

Según Taylor y Bogdan, la observación participante en el trabajo de

campo involucra tres tipos de actividades: lograr la comodidad y la

aceptación de los informantes, diseñar estrategias y tácticas de obtención de

información y registrar

la información en forma de notas de campo escritas. Retomaremos esta cuestión

del registro en nuestro último apartado.

2- Entrevista

Una de las técnicas más frecuentes en la investigación social es la entrevista.

Si bien existen distintos tipos de entrevistas, según un criterio general,

podemos distinguir las entrevistas estructuradas de las no estructuradas. En las

entrevistas abiertas o no estructuradas, el entrevistado se explaya sin

direccionamientos por parte del entrevistador, mientras que en las

estructuradas, éste plantea preguntas previamente formuladas y

preestablecidas en un cuestionario. La entrevista cualitativa se caracteriza

por la flexibilidad y la apertura a la información; es decir, se trata de una técnica

que habilita tanto la alteración del orden y de la cantidad de preguntas como la

incorporación “sobre la marcha” de nuevos interrogantes que no habían sido

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anticipados por el investigador. En este sentido, y a diferencia de la encuesta,

el investigador tiene un margen para la improvisación.

Taylor y Bogdan definen la entrevista de la siguiente manera:

“Cuando oyen la palabra entrevista, la mayor parte de las personas

piensan en un instrumento de investigación estructurado como las

encuestas de actitud o de opinión y los cuestionario. Estas entrevistas

son típicamente

„administradas‟ a un grupo grande de „sujetos‟ (Benney y Hughes,

1956). Puede que se le pida a los encuestados que ubiquen sus

sentimientos a lo largo de una escala, que seleccionen las respuestas

más apropiadas a un conjunto preseleccionado de preguntas, o incluso

que respondan a preguntas abiertas con sus propias palabras. Aunque

estos enfoques investigativos difieren en muchos aspectos, todos

adoptan una forma estandarizada: el investigador tiene preguntas y el

sujeto tiene respuestas (…) En completo contraste con la entrevista

estructurada, las entrevistas cualitativas son flexibles y dinámicas. Las

entrevistas cualitativas han sido descriptas como no directivas, no

estructuradas, no estandarizadas y abiertas. Utilizamos la expresión

„entrevista en profundidad‟ para referirnos a este método de

investigación cualitativo. Por entrevistas en profundidad

entenderemos reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y

los informantes, encuentros éstos dirigidos hacia la comprensión de las

perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas,

experiencias o situaciones, tal como las expresan con sus propias

palabras. Las entrevistas en profundidad siguen el modelo de una

conversación entre iguales, y no de un intercambio formal de preguntas y

respuestas. Lejos de asemejarse a un robot recolector de datos, el propio

investigador es el instrumento de la investigación; y no lo es un protocolo

o formulario de entrevista. El rol implica no sólo obtener respuestas,

sino también aprender qué preguntas hacer y cómo hacerlas”

(Taylor y Bogdan, 1984: p. 101)

Las entrevistas pueden realizarse en distintos momentos del proceso

de investigación y pueden tener, por ello, distintos fines. Por ejemplo, en el

comienzo del trabajo de campo, las entrevistas suelen tener una función

exploratoria y se caracterizan por ser muy poco estructuradas: el

investigador deja hablar al informante sin casi ninguna guía. En un

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momento más avanzado de la investigación, el investigador puede optar por

diseñar entrevistas con cuestionarios más estructurados, organizados y

direccionados hacia el problema de investigación a indagar. Estas entrevistas,

en general, resultan de la operacionalización de los conceptos a partir de los

cuales el investigador se propuso abordar el problema.

En relación a esta cuestión Guber señala que en la primera etapa del trabajo de

campo

“la entrevista antropológica sirve para descubrir las preguntas, esto es,

para construir los marcos de referencia de los actores a partir de la

verbalización asociada libremente. Desde estos marcos se extraerán,

en un segundo momento y tras una categorización diferida, las

preguntas y temas significativos para la focalización y profundización.

Esto quiere decir que si el investigador necesita partir de una

temática determinada (controlada categorialmente), quizás convenga

tomarla como provisoria abriéndola progresivamente a otros temas

de interés propuestos por el informante. Cuando, a pesar de haber

temas predeterminados en la conversación de campo, aparecen otras

cuestiones introducidas por el informante, el investigador evitará

interpretarlas como elusiones, desvíos, y, sobre todo, pérdidas de

tiempo. Si bien las inquietudes y preocupaciones del informante, sean o

no circunstanciales, pueden llegar al investigador como deseos de

apartarse del tema central (y aunque esto puede efectivamente ser así),

es más probable que el investigador no alcance a comprender qué

significa esa supuesta digresión; como extranjero que es desconoce

qué le está comunicando el informante, en vez de un desvío bien puede

estar asistiendo a la expresión del mismo problema que le interesa

indagar pero en otros términos, los del actor” (Guber, 2004: p. 220)

La posibilidad de emergencia de nuevas preguntas en la situación de

entrevista supone un entrevistador atento al discurso del entrevistado, es decir,

que pueda no sólo “escuchar” –y no sólo “oír”– los dichos del entrevistado sino

que sea capaz también de escucharse a sí mismo. Esta reflexividad permite el

desplazamiento del investigador desde una posición (teórica-política) de saber

hacia otra de “no saber”, y lo dispondría al planteo de nuevas preguntas y

problemas (Besse, 2000). Podemos suponer que si el entrevistador es capaz de

ejercer estas dos escuchas, el entrevistado también lo es. Por eso, lo deseable

–aunque no siempre suceda de esta forma– sería que la situación de

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entrevista habilitase la producción de estas cuatro escuchas; es decir, que la

relación establecida entre entrevistador y entrevistado se traduzca en un

proceso reflexivo que habilite, en ambas direcciones, la emergencia de lo no

conjeturado. Desde esta perspectiva de análisis, la entrevista

“se manifiesta en primer lugar como dispositivo en tanto constituye

una máquina „para hacer ver y para hacer hablar‟ que configura

objetos y posiciones de sujeto inexistentes por fuera de ella. Para

Deleuze en todo dispositivo es necesario discernir la historia (lo que ya no

somos) y lo actual (lo que estamos siendo). Pensar la entrevista como

dispositivo implica, entonces, contemplar en ella la posibilidad de

emergencia de nuevos sentidos antes no conjeturados. Se trata de que la

entrevista genere “algo más” que una interacción entre dos individuos. Esta

postura rompe con la concepción de la entrevista como mero

enfrentamiento de dos cuerpos, en el cual los sujetos preexisten y están

por fuera de él. El encuentro que propicia la situación de entrevista pone

así de manifiesto la importancia de la co-constitución del sujeto de

investigación en la misma interacción, pues lo que importa es aquello

novedoso que adviene en la tensión del intercambio” (Messina y

Varela, 2011: p. 135).

3- Historia de vida

La historia de vida consiste en dar cuenta de las experiencias vividas por personas

u organizaciones ya sea a lo largo de su vida o focalizando en una

etapa determinada. Puede ser utilizada para reconstruir no sólo el sentido de la

acción en los términos de los propios actores sino también datos fácticos difíciles

de obtener de otro modo. Según Taylor y Bogdan,

“en la historia de vida, el investigador trata de aprehender las

experiencias destacadas de la vida de una persona y las definiciones

que esa persona aplica a tales experiencias. La historia de vida presenta

la visión de su vida que tiene la persona, en sus propias palabras, en

gran medida como una autobiografía común (…) Lo que diferencia la

historia de vida de las autobiografías populares es el hecho de

que el investigador solicita activamente el relato de las experiencias y

los modos de ver de la persona, y construye la historia de vida como

producto final” (Taylor y Bogdan, 1984: p.

102)

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Según Saltalamacchia et al., la historia de vida, en un sentido amplio,

constituye una técnica que permite, “consultando diferentes tipos de documentos

personales, reconstruir el acontecer completo o parcial de la vida de un

ser humano”: autobiografías, cartas, diarios, etc. Sin embargo, en un sentido

más restringido, refiere al “informe o testimonio oral que en forma espontánea

ofrece sobre su vida un determinado sujeto” (Saltalamacchia et al., 1984: p.

326). Entendida en este último sentido, se trata de una técnica que requiere

una serie de encuentros entre el investigador y el entrevistado a partir de los

cuales se va tejiendo el informe escrito que constituirá el producto final de la

investigación. Para Salatalamacchia et al., el ciclo debe incluir al menos tres

entrevistas, alternadas con el análisis de las mismas por parte del investigador.

En la primera, el investigador expondrá los objetivos de la investigación y

limitará al máximo sus intervenciones, dando paso a los recuerdos espontáneos

del entrevistado. Antes de tener un nuevo encuentro con el entrevistado, el

investigador analiza el material obtenido en la primer entrevista, busca posibles

incongruencias en la información brindada, aspectos pocos desarrollados,

etc. y prepara la guía para el segundo encuentro. En la segunda entrevista,

el investigador tendrá un papel más activo y se propondrá seguir los

siguientes pasos:

“1) exploración y elaboración conjunta de los problemas que se hubiesen

destacado de las críticas interna y externa del texto de la primera entrevista.

2) Se vuelve sobre las explicaciones concernientes al sentido de la

acción presentes e insinuadas en la primera entrevista. Se trata de

profundizar en la comprensión de éstos (…) 3) Se discuten con el

entrevistado diferentes interpretaciones alternativas sobre los hechos

narrados en él”.

Para preparar la tercera entrevista, el investigador “redactará un informe

preliminar en el que explicará su propia reconstrucción de los hechos” y lo

someterá a la crítica del entrevistado. La tercera entrevista tendrá por objetivos:

“1) devolver a los entrevistados el fruto de la investigación; 2)

estimular nuevas elaboraciones por parte de los entrevistados

[respecto del tema indagado] (…); 3) dar a los entrevistados los

elementos para que juzguen sobre la pertinencia o no de autorizar al

investigador la inclusión de sus nombres en el informe final de la

investigación” (Saltalamacchia et al., 1984: pp. 334-337).

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4 - Talleres

El taller se puede definir como un espacio de producción cooperativa en el que

la sistematización de conocimientos se construye a través de la

participación, la vivencia y la reflexión. El taller es entendido como un grupo

de personas que se reúnen con el propósito de reflexionar sobre la realidad y

operar sobre sus prácticas específicas. Constituye una experiencia social en la

medida que los participantes interactúan en torno de una tarea específica, que

los convoca y los involucra. Esta técnica ha demostrado ser útil para detectar

problemas y jerarquizar necesidades en forma participativa.

5- Grupos focales

Es una modalidad de entrevista cualitativa que consiste en entrevistar a

varias personas a la vez. El moderador de un grupo focal propicia una

discusión que estimula a los participantes a compartir sus percepciones e

ideas sobre un determinado asunto.

Sobre la población diana se hacen subgrupos que deben representar distintas

opiniones. Por tanto los subgrupos deberían tener distinta edad, genero, nivel de

instrucción, trabajo,... etc.

¿Número de participantes? : de 6 a 12.

¿Cuántos grupos? : Hasta que los distintos grupos no aporten nada nuevo.

¿Reclutamiento? : Utilizando la red informal (amigos, vecinos,...) o la red formal

(censo).

¿Incentivos? : Hacerles ver que la información que aportan es valiosa. Café, Coca-

cola, etc.

¿Duración? : 60-90 minutos máximos.

¿Preguntas? : Comenzar con preguntas abiertas. Las preguntas más importantes

cuando se observe un claro nivel de interés.

Inicio del Grupo Focal.

Los participantes se sientan en círculo, el monitor se presenta, indica que no es un

experto en el tema a tratar. Pide permiso para grabar o en vídeo para poder

analizar con detenimiento las distintas opiniones verbales y paraverbales.

Explica posteriormente el objetivo del estudio. Da una serie de normas:

- Todos deben opinar.

- No hablar más de una persona a la vez.

- Decir lo que se piensa, no lo que los demás quieren oír.

- No hay opiniones equivocadas.

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El monitor debe facilitar la dinámica del grupo (atención al hablador, el experto, el

mudo, el tímido, el distraído, la víctima,...)

Análisis del Grupo Focal.

Otra persona con la misma información, debería llegar a las mismas conclusiones.

A) Organizar los datos: Para la primera pregunta...

B) Darle forma: de aquí sale el abanico de opiniones.

C) Resumir: Sin cuantificar las respuestas. El objetivo que se busca es la amplitud

de opiniones.

D) Explicar: y sacar las conclusiones.

Cuidado al generalizar: "Los adolescentes piensan que..." sustituirlos por "en

nuestro grupo, los adolescentes piensan que...".

6 - Grupos motivacionales o entrevistas grupales

Esta técnica se origina en estudios de opinión pública y actualmente también se

aplica en estudios sobre pobreza. Consiste en la selección de informantes clave,

de ciertas características preseleccionadas, con los que se realiza una

reunión coordinada por un profesional que hace las veces de motivador e indaga

los temas a problematizar. También es necesario otro profesional que actúe

como apoyo o control.

Esta técnica resulta más útil para estudiar grupos sociales dispersos pero

con problemáticas comunes, como por ejemplo, jefes de hogares pobres o

beneficiarios de algún programa social con una localización geográfica dispersa.

7 - Priorización de problemas por distribución de unidades de valor

Es una técnica sencilla que se utiliza en discusiones grupales para

definir prioridades a partir de un listado de problemas previamente

identificados. Cada integrante del grupo distribuye 100 unidades de valor

entre los problemas considerados. Los resultados individuales se anotan en

una matriz “problemas- participantes”. Para cada problema se suman las

asignaciones individuales anotadas en la matriz. Se seleccionan los

problemas con un mayor número de unidades asignadas. Se obtiene un “árbol

de problemas”.

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Los instrumentos de registro

El registro es una herramienta fundamental en la observación participante. Siempre

es necesario hacer constar en nuestro cuaderno de campo la fecha y el lugar en el

que se desarrollan los acontecimientos que estamos describiendo. Sostienen Taylor

y Bodgan,

“Como método de investigación analítico, la observación participante

depende del registro de notas de campo completas, precisas y detalladas.

Se deben tomar notas después de cada observación y también después

de contactos más ocasionales con los informantes (…) Puesto que las

notas proporcionan datos que son la materia prima de la observación

participante, hay que esforzarse por redactar las más completas y amplias

notas de campo que sea posible (…) Las notas de campo deben incluir

descripciones de personas, acontecimientos y conversaciones, tanto

como las acciones, sentimientos, intuiciones o hipótesis de trabajo del

observador. La secuencia y duración de los acontecimientos y

conversaciones se registra con la mayor precisión posible. La estructura

del escenario se describe detalladamente. En resumen, las notas de

campo procuran registrar en el papel todo lo que se pueda recordar

sobre la observación. Una buena regla establece que si no está escrito,

no sucedió nunca” (Taylor y Bogdan, 1984: p. 75)

Las notas de campo permiten registrar un sinnúmero de informaciones de

diversa índole. Es necesario registrar incluso – sobre todo en las primeras etapas

de trabajo de campo - aquello que a primera vista nos parece obvio o carente de

significación.

¿Por qué es tan importante este esfuerzo por llevar día a día estas

notas detalladas? Sencillamente porque algunas de estas informaciones pueden

adquirir relevancia a posteriori, en las etapas siguientes del proceso de

investigación. Es decir, algunas situaciones, conversaciones y acontecimientos

pueden tomar en el futuro un significado que en el momento del registro

no podíamos preveer, constituyéndose por esta vía en un nuevo dato. Por

otro lado, el registro de las hipótesis e intuiciones del investigador ayuda a

reconstruir nuestro propio proceso de investigación, con sus marchas y

contramarchas.