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DISTRIBUCIÓN DIALECTAL Y SOCIOLINGÜÍSTICA DE /x/ EN DATOS DEL ATLAS LINGÜÍSTICO DE MÉXICO Pedro Martín Butragueño EL COLEGIO DE MÉXICO La posibilidad de llevar a cabo una fonología variable del español de México descansa por lo menos en tres supuestos básicos. Por un lado, tal tipo de fonología toma como unidad de trabajo a la comunidad de habla —no al individuo— y articula relaciones relativamente abstractas entre restricciones fónicas y condiciones sociales, de modo tal que en su versión más abstracta expone (esboza, al día de hoy) los principios básicos de una teoría de la variación y el cambio fónico. En el terreno puramente fonológico parte de la generalización estocástica (Guy 2007, p. 7), la cual establece que los principios válidos en fonología categórica tienen que ser también válidos en el terreno variable, de forma que no hay una línea divisoria entre la fonología categórica y la fonología probabilística. En la dimensión sociolingüística, acepta la idea de que la variación lingüística indiza significados sociales de diferente rango (Eckert 2008). INTERÉS DE LA VARIABLE: EL PROBLEMA DIALECTOMÉTRICO La variación de /x/ es, precisamente, una pieza de gran interés a la hora de intentar construir una fonología variable fundamentada específicamente en los datos del español hablado en México. En ese sentido, se presentan al análisis dos problemas no fáciles de resolver en primera instancia. En primer término, cómo cuantificar datos en principio cualitativos tan variados y detallados, tanto en su dimensión fónica, como en sus dimensiones espacial y sociolingüística, como los que aparecen en el Atlas Lingüístico de México (Lope Blanch 1990-2000). Y, en segundo término, cómo construir enunciados cualitativos explícitos y relativamente simples, después de llevar a cabo una cuantificación exhaustiva de los materiales considerados. La manipulación de los datos

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DISTRIBUCIÓN DIALECTAL Y SOCIOLINGÜÍSTICA DE /x/

EN DATOS DEL ATLAS LINGÜÍSTICO DE MÉXICO

Pedro Martín Butragueño

EL COLEGIO DE MÉXICO

La posibilidad de llevar a cabo una fonología variable del español de México descansa

por lo menos en tres supuestos básicos. Por un lado, tal tipo de fonología toma como

unidad de trabajo a la comunidad de habla —no al individuo— y articula relaciones

relativamente abstractas entre restricciones fónicas y condiciones sociales, de modo tal

que en su versión más abstracta expone (esboza, al día de hoy) los principios básicos de

una teoría de la variación y el cambio fónico. En el terreno puramente fonológico parte de

la generalización estocástica (Guy 2007, p. 7), la cual establece que los principios

válidos en fonología categórica tienen que ser también válidos en el terreno variable, de

forma que no hay una línea divisoria entre la fonología categórica y la fonología

probabilística. En la dimensión sociolingüística, acepta la idea de que la variación

lingüística indiza significados sociales de diferente rango (Eckert 2008).

INTERÉS DE LA VARIABLE: EL PROBLEMA DIALECTOMÉTRICO

La variación de /x/ es, precisamente, una pieza de gran interés a la hora de intentar

construir una fonología variable fundamentada específicamente en los datos del español

hablado en México. En ese sentido, se presentan al análisis dos problemas no fáciles de

resolver en primera instancia. En primer término, cómo cuantificar datos en principio

cualitativos tan variados y detallados, tanto en su dimensión fónica, como en sus

dimensiones espacial y sociolingüística, como los que aparecen en el Atlas Lingüístico de

México (Lope Blanch 1990-2000). Y, en segundo término, cómo construir enunciados

cualitativos explícitos y relativamente simples, después de llevar a cabo una

cuantificación exhaustiva de los materiales considerados. La manipulación de los datos

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múltiples expuestos en las cartas del Atlas ha sido, de hecho, una tarea de gran

dificultad1.

El propósito de esta colaboración es analizar los datos presentes acerca de la

consonante dorsal fricativa sorda, entendida como variable, /x/, en varios mapas del Atlas

Lingüístico de México, de modo que se discute no sólo la distribución geolectal de las

variantes, sino también su proyección social, en especial allí donde se documentan

soluciones diferentes según los informantes considerados. Aunque la dimensión

sociolingüística del Atlas fue considerada en su momento una de las principales

novedades de su concepción, al incluir en cada punto explorado varios informantes,

dotados de diferentes características sociales, esta dimensión hasta ahora prácticamente

no ha sido explorada. Dado que no todas las características relevantes de cada individuo

aparecen en los mapas publicados, ha sido necesario acudir a los cuestionarios (así como

a las grabaciones) para formar una base de datos más completa de la cual es posible ahora

extraer la información necesaria (Gil 2010).

La consideración de datos geolingüísticos y sociolingüísticos no sólo enriquece

las descripciones lingüísticas al proporcionar un mayor detalle en la distribución de las

variantes. La posibilidad crucial de considerar los procesos de transmisión y de difusión

lingüística en territorios extensos (Labov 2007), y en consecuencia de entender algunos

de los aspectos más interesantes relativos a los procesos de cambio lingüístico, pasa por

establecer relaciones entre los datos geo- y sociolingüísticos, que permitan entender la

expansión de fenómenos en los puntos poblacionales específicos, al tiempo que su

difusión a través de la red de puntos. Los datos del Atlas Lingüístico de México se prestan

en parte a ese propósito, pero para llevarlo a cabo es necesario diseñar determinadas

estrategias dialectométricas que arrojen cierta luz sobre muchas distribuciones no

evidentes a primera vista, al hilo de la problemática presente en la que se podría llamar

dialectología de nuevos mundos2.

1 Recuérdense, en ese sentido, los comentarios de Alvar (1991) acerca de la copiosa información contenida en los mapas del Atlas mexicano. 2 Puede verse una discusión más amplia de este problema en Martín Butragueño (en prensa), a propósito de tres variables fónicas examinadas en datos del Atlas.

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En este trabajo se analiza la información presente en 10 mapas del Atlas,

procedentes de los datos obtenidos al aplicar el Cuestionario (Lope Blanch 1970); cada

mapa contiene materiales obtenidos en 193 puntos de encuesta, en los que quedan

registrados 599 informantes —descontando las respuestas faltantes en algunos casos, se

dispone de un total de 5929 datos. Se repasan los antecedentes acerca del estudio de /x/

en datos mexicanos, la metodología empleada ahora, los resultados generales, los datos

geolingüísticos generales en un modelo de diez rangos, el modelo sociolingüístico de esos

mismos datos, un modelo geolingüístico de tres zonas y el modelo sociolingüístico de la

llamada zona fronteriza.

ANTECEDENTES

Se han formulado diferentes observaciones que señalan el carácter fónico y la

distribución general de la /x/ mexicana. Lope Blanch, por ejemplo, señala que

si bien la velar fricativa sorda /x/ mexicana es menos tensa que la española, no por

ello deja de ser verdaderamente fricativa, y sólo en las tierras bajas de Yucatán a

Veracruz y de Chiapas a Guerrero llega a convertirse en una aspirada muy abierta

[h] como realización normal, cosa que también sucede, aunque en menor medida,

en todas las costas del noroeste mexicano y de la Baja California, en casos como

/léhos/, /méhiko/, /lihéro/ (1996, p. 87).

En algunos trabajos anteriores, Lope Blanch había caracterizado con más

precisión tanto el tipo de alofonía que se presenta como la distribución geográfica

predominante de las principales variantes. Así, en un trabajo publicado en 1989, presenta

el mapa que aparece en la figura 1.

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Figura 1. Mapa de distribución de las variantes de /x/ según Lope Blanch (1989, mapa 4,

p. 157)

Lope reduce la variación presente en los datos de /x/ a tres variantes —en

solución coincidente, por cierto, con la propuesta de este trabajo, como se verá infra—:

una fricativa velar (insistiendo siempre en la menor tensión respecto a la equivalente

castellana), una semiaspirada y una plenamente aspirada3. La aspiración es claramente

predominante en dos zonas: la península de Yucatán y el estado de Tabasco (zona 1 del

mapa) y la costa de Chiapas (zona 4). Más hacia el norte por la costa del Golfo, la

apertura extrema que caracterizaría la aspiración se va constriñendo, y el sureste de

Veracruz mostraría cierto equilibrio entre las soluciones aspiradas y semiaspiradas, lo que

da pie al trazado de una llamada zona 2. El centro y norte de esa misma región muestra la 3 Lope Blanch caracteriza en este trabajo esta aspiración como laríngea (1989, p. 148); las transcripciones del Atlas, publicado posteriormente, transcriben las variantes como faríngeas. En este trabajo, aunque se han respetado las transcripciones de la carta geográfica a la hora de generar las bases de datos, se opta por suponer que este tipo de variantes son, de hecho, laríngeas, mientras que se anotan las semiaspiradas de Lope como faríngeas (véase infra). En realidad, el asunto amerita un estudio detenido que no puede llevarse a cabo en este momento. Lo crucial, en todo caso, es que se trata de variantes claramente posteriorizadas.

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desaparición de las formas más abiertas y su lugar es ocupado por velares ligeramente

abiertas y por semiaspiradas; distribución semejante aparece en el área de Michoacán

(ambas regiones constituirían la zona 3). La situación del sureste veracruzano sería muy

semejante a la de la costa guerrerense, con articulaciones que mayormente son aspiradas

o semiaspiradas; esta sección, sin embargo, se anota como una zona específica (zona 6).

La mayor diversidad se presentaría en la costa de Oaxaca, de modo que “la libre

concurrencia de todas las articulaciones registradas en México” (p. 148) parecería

caracterizar la costa oaxaqueña y el interior de Chiapas (zona 5); otro tanto podría decirse

de la costa del Pacífico, desde Colima a la frontera con Estados Unidos, incluida toda la

península bajacaliforniana (zona 7). En el resto del país predominaría la fricativa velar

normal, de tensión media (zona 8)4.

Aunque a grandes rasgos esta distribución coincide con lo encontrado en este

trabajo5, me parece que es posible hacer cierto número de precisiones y, en especial,

enfocar el problema con una metodología geolingüística dotada de un poco más de

precisión, de una manera un poco diferente, como se defenderá en las páginas siguientes.

López Chávez (1986), por su parte, agrupa, a partir del análisis de más de 700

cintas grabadas en los 193 puntos del Atlas Lingüístico de México, las variantes de /x/

intervocálica en [x], velar fricativa sorda, y [h], variante aspirada. Estas últimas variantes

aparecen en sus datos en un 29.60% de veces (p. 328)6. Además, existiría un reparto con

4 En otro trabajo publicado en 1993, aunque al parecer redactado en la misma época, Lope Blanch incluye un mapa (p. 136) sobre la distribución de /x/ muy semejante al reproducido en el cuerpo del texto de este capítulo. La única pequeña diferencia, a juzgar por los comentarios de las pp. 132-133, es que Coahuila y Michoacán, con proporciones significativas de soluciones semiabiertas, quedan al parecer más como una subzona de la región 8, el interior del país, que como áreas asociadas a la zona 3. Otro aspecto interesante de este trabajo de 1993 es que queda muy claro que el eje que se está considerando para ordenar los alófonos queda constituido alrededor de la idea de abertura, de modo que se habla de un sonido velar fricativo menos tenso que el castellano, un segundo alófono ligeramente abierto, un tercero ya caracterizado simplemente como abierto, un cuarto de carácter sumamente abierto, semiaspirado y un quinto ya simplemente aspirado, además de algunas realizaciones esporádicas, velares o semiabiertas, de carácter adelantado o palatalizado (p. 132). 5 No podía ser de otra manera, pues Lope Blanch está usando también datos del Atlas Lingüístico de México, aunque en el momento de su cartografiado y preparación para la publicación (1989, p. 143). 6 Esta cifra es algo inferior a la que surge en los datos documentados en este trabajo, pues el total de aspiraciones es de 35.7%, fruto de sumar los datos de faríngeas y laríngeas (véase la tabla 5, infra). Dejando aparte que el origen de los datos es diferente (grabaciones frente a análisis de mapas procedentes de la aplicación del cuestionario, puede que el recuento no se haya hecho de la misma manera. En los datos de ahora, hay 12.7% de aspiraciones laríngeas, pero en el 23% de faríngeas se han sumado las variantes velo-faríngeas y las faríngeo-velares del Atlas, quizá desagregadas en el trabajo de López Chávez; es decir,

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respecto a las aspiraciones procedentes de /s/, que se darían en el noroeste de México,

frente a la aspiración de /x/, abundante en las costas meridionales7.

El libro de Moreno de Alba de 1994, por su parte, presenta los dos mapas que se

reproducen aquí como figuras 2 y 3, además de una serie de comentarios sobre la

distribución de /x/ (pp. 105-111). Moreno de Alba está de acuerdo con Canfield (1962) en

que desde el s. XVI, el fonema /x/ comenzó a realizarse bien como velar fricativo sordo,

bien como aspirado o semiaspirado. Pero, a diferencia de Canfield, subraya el hecho de

que no todo México es velarizador; además la variante velar mexicana es “menos tensa y

menos velar que la madrileña” (p. 105)8, lo que le otorgaría un carácter pospalatal

fricativo poco tenso9. El otro alófono, por su parte, se caracteriza por ser una aspiración o

semiaspiración laríngea10, variantes anotadas, respectivamente, como [h] y [xh]11.

La figura 2, que reproduce el mapa 32 del libro de Moreno de Alba (p. 106), que a

su vez se apoya en el mapa 47 del vol. I del Atlas, permite apreciar las localidades en que

se produce debilitamiento de /x/, sea en forma de aspiración o de semiaspiración. Se

si se suman las velo-faríngeas con las velares y las faríngeo-velares con las aspiraciones en general, puede que las cifras de “aspiración” global no fueran demasiado distantes o al menos variaran un poco. Por ejemplo, en el mapa de jirafa (369), de los 588 casos hubo 60 aspiraciones (10.20%), 17 de faríngeo-velares (2.89%) y 101 de velo-faríngeas (17.18%). Si se cuentan juntas como “aspiraciones” o material más “abierto” o “relajado”, suman 30.27%, pero si sólo se suman las dos variantes más posteriores apenas llegan al 13.10%. Lo importante, en cualquier caso, es aclarar qué variantes se consideran y cómo se están teniendo en cuenta. 7 En apariencia, en los puntos donde /s/ se aspira más de un 7.50%, la aspiración promedio de la /s/ sería de 15.22%, y la de /x/, 25.68%; en contraste, allí donde la aspiración de /x/ supera el 45.00%, la de /s/ alcanza sólo un 7.91%, por un 59.16% de aspiraciones de /x/. Estos hechos parecen interpretarse, entonces, en términos de un cierto reparto funcional: habría 39 localidades con aspiración máxima de /x/, 11 puntos con aspiración máxima de /s/, y solamente cuatro puntos mixtos, lo que se interpreta como una clara regionalización de los fenómenos. 8 Observación en la que coincide con Lope Blanch. 9 Las transcripciones del Atlas, por otra parte, marcan por lo regular alófonos velares, y sólo ocasionalmente emplean signos que indiquen el adelantamiento de la articulación. Esto podría llevar a cuestionar un atributo generalizado referido al carácter pospalatal común de la articulación. Moreno de Alba, en todo caso señala “que viene a ser una consonante no propiamente velar sino palatal” (p.109), de articulación pospalatal, coincidiendo con Canfield (1962, p. 72), aunque no (habitualmente) prepalatal, como sugería también el propio Canfield (1988, p. 78). El propio Moreno menciona otros autores que en monografías dialectales se han referido al carácter laxo y adelantado de la /x/ mexicana. 10 Conviene subrayar el carácter laríngeo asignado a las aspiraciones; los signos fonéticos expuestos en el Atlas, por lo menos en los mapas examinados en este trabajo, son los propios para articulaciones faríngeas. Es probable que en este caso haya habido una cierta simplificación en la marcación de las cartas del Atlas Lingüístico, y que quepa plantearse el carácter laríngeo de buena parte de las soluciones aspiradas. Más abajo se propone una solución provisional para este problema. 11 De esta manera, Moreno de Alba opta por un modelo con sólo dos variantes para /x/, a diferencia de Lope Blanch y de este trabajo, que emplean tres variantes de la variable dependiente como punto de partida para la proyección geográfica.

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distinguen aquí dos grados de frecuencia, al marcar con cuadros los puntos con

frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, y con triángulos los

debilitamientos documentados entre el 40 y el 50% de las ocasiones. Los puntos con

frecuencias superiores a 50%, pertenecen a los estados de Quintana Roo

(Chetumal y Felipe Carrillo Puerto), Yucatán (Valladolid, Tizimín, Mérida y

Ticul), Campeche (Campeche, Champotón, Mamantel y Ciudad del Carmen),

Tabasco (Emiliano Zapata, Frontera, Villahermosa y Huimanguillo), Chiapas

(Tapachula, Escuintla, Pijijiapan y Tonalá), Veracruz (Minatitlán, San Juan

Evangelista, San Andrés Tuxtla, Otatitlán, Veracruz, Papantla y Tuxpan), Oaxaca

(Tapanatepec, Zanatepec, Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec), Guerrero

(Ometepec, Cruz Grande, Tres Palos, Tecpan, La Unión y Ciudad Altamirano),

Nayarit (Tuxpan y Acaponeta). Debe destacarse que en los estados de Quintana

Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco, todos los puntos de encuesta tuvieron

relajaciones […] superiores a 50%. En los demás estados (Veracruz, Chiapas,

Oaxaca, Guerrero y Nayarit), los puntos relajadores son, generalmente, lugares

cercanos a las costas (1994, p. 107).

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Figura 2. Relajamiento de /x/ en puntos específicos (Moreno de Alba 1994, p. 106)

Por su parte, la figura 3 sombrea las áreas en las que la relajación es más

importante. Moreno de Alba observa que el debilitamiento de /x/ es más frecuente en el

sur, en especial en el sureste, que en el norte. Toda la península de Yucatán y Tabasco

son relajadores, y amplias zonas de Veracruz, tanto al sur como al norte, tienen esta

misma característica; el debilitamiento también es común en las costas chiapaneca,

oaxaqueña y guerrerense, así como en el noroeste de Nayarit. Con respecto a la posible

confluencia o coincidencia con las aspiraciones procedentes de /s/ (aspecto ya tocado en

el trabajo de López Chávez 1986), las zonas debilitadoras de la sibilante suelen aspirar la

/x/, mientras que lo contrario no sería cierto. La aspiración de la velar tendría mayor

extensión incluso que la aspiración de /s/ implosiva; el hecho sería particularmente

palpable en la península yucateca, donde el alófono más frecuente de /x/ es la aspirada

[h], mientras que el debilitamiento de la sibilante es sólo esporádico.

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Figura 3. Zonas de relajamiento frecuente de /x/ (Moreno de Alba 1994, p. 108)

VARIANTES PRESENTES EN LOS DATOS. EL PROBLEMA DE LAS TRANSCRIPCIONES DEL ATLAS

El nivel de detalle fonético presente en el Atlas es muy elevado, de modo que si se quiere

discutir el orden subyacente a los datos es necesario reducir un tanto la alofonía del

material. Por otra parte, existen ciertos problemas a la hora de interpretar las

transcripciones del Atlas, establecidas por medio de un alfabeto fónico de corte

tradicional derivado del propuesto originalmente en la Revista de Filología Española.

Los signos del Atlas pertinentes para la discusión actual sobre variación de /x/ son los

siguientes (aunque desde luego no todos aparecen documentados en los diez mapas

considerados ahora); se presentan junto con una propuesta de adaptación al Alfabeto

Fonético Internacional, que se muestra del lado derecho12:

12 Lo que supone reinterpretar algunos aspectos del material. Por ejemplo, la velar ligeramente abierta del Atlas, [x˔], se muestra aquí como [x]̞, velar aproximante sorda, por considerar que una fricativa abierta es básicamente una aproximante. Otro tanto ocurre con las llamadas dorsopostalveolares fricativas sorda y sonora, representadas como [h̦] y [ɦ̦] y entendidas aquí como postalveolares aproximantes sorda y sonora y representadas en consecuencia como [ʃ]̞ y [ʒ̞].

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Tabla 1. Signos relacionados con la variación de /x/ en el Atlas Lingüístico de México

(izquierda) y su posible adaptación al AFI (derecha)

[h] faríngea fricativa sorda [ħ] faríngea fricativa sorda

[ɦ] faríngea fricativa sonora [ʕ] faríngea fricativa sonora

[h˫] laríngea fricativa sorda [h] glotal fricativa sorda

[ɦ˫] laríngea fricativa sonora [ɦ] glotal fricativa sonora

[h̦] dorsopostalveolar fricativa sorda [ʃ]̞ postalveolar aproximante sorda

[ɦ̦] dorsopostalveolar fricativa sonora [ʒ]̞ postalveolar aproximante sonora

[h̃] nasalizada sorda [ħ̃] faríngea fricativa sorda nasalizada

[ɦ̃] nasalizada sonora [ʕ]̃ faríngea fricativa sonora nasalizada

[ɸh] labiofaríngea [ɸħ] bilabio-faríngea fricativa sorda

[h̬] parcialmente sonorizada [ħ̬] faríngea fricativa sonorizada

[x] velar fricativa sorda (de escasa

tensión)

[x] velar fricativa sorda

[x]̂ africada [kx͡] velar africada sorda

[x⊣] adelantada, pospalatal [x]̟ velar adelantada fricativa sorda

[x’] palatalizada (más adelantada que [x⊣]) [ç] palatal fricativa sorda

[ẋ] uvular sorda [χ] uvular fricativa sorda

[ ] uvular sonora [ʁ] uvular fricativa sonora

[x˔] velar ligeramente abierta [x]̞ velar aproximante sorda

[xh] velofaríngea abierta [xħ] velo-faríngea fricativa sorda

[hx] velofaríngea muy abierta [ħx] faríngeo-velar fricativa sorda

[x]̃ nasalizada [x]̃ velar fricativa sorda nasalizada

[x]̬ sonorizada [x]̬ velar fricativa sonorizada

La tabla 2 muestra el conjunto de variantes en AFI ordenadas por MODO y LUGAR

articulatorio.

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Tabla 2. Repertorio de signos mencionados en el Atlas a propósito de /x/, reinterpretados

en AFI, por MODO y LUGAR

LUGAR

MODO

labial postalveolar palatal velar

adelantado

velar uvular velo-

faríngeo

faríngeo-

velar

faríngeo glotal

africado [kx͡]

fricativo [ɸħ] [ʃ]̞ [ʒ]̞

[ç] [x]̟ [x][x]̃

[x]̬

[χ] [ʁ]

[xħ]

[ħx] [ħ] [ħ] [ħ̃] [ħ̬][ʕ][ʕ]̃

[h] [ɦ]

aproximante [x]̞

Desde luego, no todos los mapas y en realidad ni siquiera el conjunto de los diez

mapas examinados han presentado todas estas variantes, y algunas de ellas han aparecido

muy escasamente. Así, no se han documentado formas postalveolares o glotales, ni

tampoco han aparecido alófonos nasalizados. Algunos han aparecido muy escasamente,

como ocurre con la variante uvular sorda [χ] —la sonora [ʁ] no se ha registrado. En

algunos casos existía la expectativa de que iba a aparecer un número mayor de ejemplos,

como con la velar adelantada [x]̟; por ejemplo, en el mapa de jirafa (369), que ofrece un

contexto fónico que propiciaría la anteriorización de la velar, sólo se encontraron 10

registros entre 588 datos. De hecho, la consideración aislada de los mapas ofrece visiones

más acotadas de la alofonía, como se muestra para ese mismo mapa de jirafa en la tabla

3.

Tabla 3. Repertorio de signos mencionados en el mapa 369 (jirafa) del Atlas,

reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional

LUGAR

MODO

labial postalveolar palatal velar

adelantado

velar uvular velo-

faríngeo

faríngeo-

velar

faríngeo glotal

africado [kx͡]

fricativo [ç] [x]̟ [x] [x]̬

[xħ] [xħ̬]

[ħx] [ħ] [ħ] [ʕ]

aproximante [x]̞

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Como puede apreciarse, el número de variantes anotado es mucho menor con

respecto a las posibilidades brindadas por la tabla anterior: sólo once variantes —sin

contar algunos casos especiales, de elisión, [Ø], así como de [f], [g] y [k]. Sí se

documenta algún ejemplo llamativo desde el punto de vista cualitativo, pues hay un

ejemplo de palatal fricativa sorda [ç] y otro que ofrece una solución africada [k ͡x], caso

este último, por cierto, que aparece de cuando en cuando en los mapas examinados. El

repertorio de alófonos presente en algunos otros mapas es más reducido, tal como ocurre

con lejos (mapa 370).

Tabla 4. Repertorio de signos mencionados en el mapa 370 (lejos) del Atlas,

reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional

LUGAR

MODO

labial postalveolar palatal velar

adelantado

velar uvular velo-

faríngeo

faríngeo-

velar

faríngeo glotal

africado

fricativo [x] [xħ] [ħx] [ħ] [ħ]

aproximante [x]̞ [ħ̞]

Se documentan en este mapa sólo siete variantes, aunque llama la atención la

presencia de dos alófonos interpretados como aproximantes, uno velar, [x]̞, y el otro

faríngeo, [ħ̞].

Una cuestión interesante es establecer el punto articulatorio preciso de cada

alófono, según una escala de LUGAR convencional, cercana al tipo de exposiciones

presentes en el Alfabeto Fonético Internacional, en vez de las propias de un sistema más

tradicional de transcripción y sobre todo de descripción que tiende a presentar los

alófonos de /x/ sobre un eje de apertura. Parece existir una relativa contradicción o

cuando menos inexactitud notacional en cuanto a la asignación del LUGAR, por otra parte,

pues mientras los diferentes analistas (entre ellos Lope Blanch, Moreno de Alba y García

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Fajardo13) hablan de aspiraciones laríngeas al referirse a unos de los alófonos más

recurrentes de /x/, las trancripciones del Atlas emplean el signo esperado para los

alófonos faríngeos. He escuchado directamente, por otra parte, algunas de las grabaciones

efectuadas en localidades en las que se documenta la variante en cuestión y mi impresión

preliminar es que, en efecto, se trata de aspiraciones laríngeas, más que de aspiraciones

faríngeas.

Así las cosas, es probable que haya que reordenar los tablas de arriba entendiendo

que los alófonos transcritos como faríngeos son en realidad laríngeos o glotales; es más,

es posible que las formas intermedias, inicialmente consideradas aquí como velo-

faríngeas o faríngeo-velares, puedan simplemente recibir la etiqueta de faríngeas.

Ciertamente, lo importante es señalar la existencia de al menos tres grandes sectores con

respecto a un eje de LUGAR establecido a lo largo de una línea antero-posterior, situando

en un extremo un punto en torno a las soluciones velares y en el otro los alófonos de corte

probablemente laríngeo, y entre medias las soluciones denominadas tradicionalmente

semiaspiradas y que aquí podrían describirse grosso modo como faríngeas.

A la vista entonces de estas consideraciones y de la forma en que se manifiesta la

variación, se decidió reagrupar los datos en tres grandes variantes: a) las formas VELARES,

que incluyen los casos de velares propiamente dichas más los casos de material

adelantado y los ejemplos muy esporádicos de soluciones palatales y uvulares; b) las

formas intermedias en cuanto a su LUGAR de articulación, a las que provisionalmente y a

los efectos de este trabajo se va a llamar FARÍNGEAS; c) por fin, los alófonos de corte más

posterior en cuanto a su LUGAR articulatorio, las variantes LARÍNGEAS. Quedan fuera de

esta clasificación algunos otros (pocos) casos especiales, explicables a veces por motivos

fónicos —debilitamiento extremo— o fonoléxicos. La dimensión para estimar la

13 A propósito del habla de Valladolid, García Fajardo menciona diferentes realizaciones: “velar fricativa sorda” y “aspiración laríngea” (1984, p. 65); esta aspiración laríngea, sorda, aparecía “en el 81% de los informantes de nivel bajo, en el 50% de nivel medio y en el 67% de nivel alto” (p. 110). Williamson, a propósito del habla tabasqueña, señala que la variante más frecuente es “aspiración laríngea sonora”, seguida por la “fricativa velar relajada” (1986, p. 101). Resulta interesante que Henríquez Ureña se refiera a la /x/ tabasqueña como “aspiración laríngea” (1938, p. 354), mientras que al caracterizar las costas meridionales señale la reducción a “aspiración faríngea” (p. 339); cf. Moreno de Alba (1994). Como se comenta infra, el problema del estalecimiento del LUGAR exacto de una variante se beneficiaría del empleo de instrumentos, sean electropalatográficos o acústicos.

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14

variación presente en los datos es, en definitiva, la ubicación más anterior o más posterior

con respecto al lugar articulatorio. Frente a otras posibles aproximaciones, en que el

material se apreciara sólo con respecto a dos polos, por ejemplo, material laríngeo frente

a material no laríngeo, la expectativa era que trabajar con tres variantes permitiera

establecer una serie más matizada de observaciones geolectales y sociolingüísticas. A

posteriori, después de obtener los resultados que se presentan infra, parece poder decirse

que la decisión fue conveniente.

Queda en todo caso pendiente una discusión fonética, articulatoria y acústica, de

las variantes de /x/. No es seguro que las grabaciones presentes en el Atlas permitan

llevar a cabo un análisis exhaustivo de los materiales, dada la presencia relativamente

frecuente de diferentes distorsiones y ruidos ambientales en la fuente misma, aunque

desde luego merecerá la pena realizar el esfuerzo y ver hasta dónde es posible llegar. Las

figuras 4 y 5 son precisamente dos ejemplos de realizaciones percibidas como de

aspiración laríngea.

Time (s)0 1.534

500

5000

Freq

uenc

y (H

z)

y ya comienza a venir gente

Figura 4. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de Y ya

comienza a venir gente (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967)

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15

Time (s)0 0.8785

500

5000

Freq

uenc

y (H

z)

la gen te de...

Figura 5. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de La

gente de... (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967)

El análisis acústico del problema, sea a través de los materiales grabados en el

contexto del Atlas o de otros materiales que pudieran recogerse14, pasa por la

consideración de ciertos parámetros. Marrero (1990) define la aspiración como “una

fricación articulable en la laringe, en la faringe o en el velo del paladar, y cuyos índices

acústicos van, desde una estructura pseudoformántica bastante estable, hasta unas simples

turbulencias en la zona central del espectrograma” (p. 391)15, y define tres tipos de

aspiradas (pp. 391-394):

14 Estoy pensando aquí en los objetivos propuestos como parte del proyecto de levantamiento de un Corpus oral del español de México. 15 El trabajo de Marrero analiza datos procedentes del habla canaria, en concreto 626 espectrogramas tomados de grabaciones con cuatro tinerfeños de entre 20 y 30 años, dos hombres y dos mujeres, de un nivelsociocultural caracterizado como medio-alto. Analiza, de hecho, tanto la aspiración procedente de /s/ implosiva (en final absoluto, final de palabra ante vocal e interior ante consonante) como la correspondiente a la /x/ castellana (intervocálica y precedida de consonante implosiva), en tres estilos diferentes: lectura de

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a) Aspiración laríngea. Desde el punto de vista articulatorio, su LUGAR es la

glotis intercartilaginosa; en cuanto a su configuración acústica presenta

estructura armónica, con pseudoformantes distribuidos a frecuencias

semejantes a las de la vocal silábica. Este tipo de aspiración presenta

tendencia a la sonorización, pues “resulta muy fácil que a las vibraciones

glotales intercartilaginosas se unan vibraciones en la parte interligamentosa”

(p. 391)16. Es la solución más intensa, dado que su estructura acústica, “con

concentraciones de energía armónicas eleva la envolvente de intensidad” (id.)

y, en consecuencia, es la más breve. Es el alófono mayoritario, en sus datos,

para la aspiración de /s/ implosiva, especialmente si es final; cuando se trata

de las soluciones correspondientes a /x/, sin embargo, las soluciones faríngeas

son las más frecuentes. La laríngea procedente de /s/ es favorecida por las

dentales y labiales siguientes; la derivada de /x/, a su vez, aparece

especialmente en conversación libre y en interior de grupo fónico.

b) Aspiración faríngea. En cuanto al MODO y al LUGAR, la articulación se produce

al ejercer una constricción que resulta del acercamiento del postdorso de la

lengua a la pared de la faringe. Desde el punto de vista acústico, el sonido es

menos armónico, casi turbulento, aunque el inicio de la fricación se empareja

con el F2 de la vocal silábica. Aunque los alófonos faríngeos de /s/ tienden a

ser sonoros, los asociados a /x/ son sordos en más del 60% de los casos. La

duración de la faríngea suele ser mayor que la de la laríngea, pero inferior a la

de la velar; también es forma intermedia respecto a la intensidad, pues la

laríngea es la más intensa de las tres y la velar la menos intensa. Su presencia

es minoritaria en los datos canarios de Marrero para /s/ implosiva, pero es la

realización predominante para /x/, en especial en inicio de grupo fónico y en

la lectura de palabras (el estilo más formal de los empleados).

palabras, lectura de texto y conversación libre. Se concede valor fonético a la aspiración asociada a /s/ y valor fonológico a la correspondiente a /x/ (pp. 345-346). 16 Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) señalan, a propósito de la descripción de Marrero, que el hecho de que los cartílagos aritenoides estén abiertos, y que la zona anterior de la glotis esté vibrando recuerda o coincide con la descripción de los sonidos murmurados (p. 116).

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c) Aspiración velar. En cuanto al LUGAR, esta aspiración coincide con el de [x],

articulándose “con la parte posterior de la lengua contra el paladar blando” (p.

393), con la diferencia de que el grado de constricción es mucho menor en la

solución aspirada. Desde el punto de vista acústico, muestra “unas

concentraciones inarmónicas de energía de frecuencia variable” (id.). Es la

variante que tiende más a ser sorda; de hecho, como resolución de /x/ siempre

es sorda. Muestra la menor intensidad de las tres, pero la mayor duración. En

los datos manejados por Marrero es siempre minoritaria y suele estar

condicionada contextualmente. Asociada a /s/ implosiva sólo se documenta

ante [k, g, h] y más raramente en final absoluto tras vocal velar átona. Cuando

corresponde a /x/, aparece especialmente en lectura de palabras, favorecida

por la lentitud del tempo y el estilo cuidado, especialmente en final de grupo

fónico.

A la luz de estas observaciones, las pistas acústicas para delimitar el LUGAR

articulatorio serían, la intensidad, la duración, el carácter fricativo o aproximante y, ya de

manera más secundaria, la sonoridad o sordez de la solución. A propósito de la

intensidad, por otra parte, Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) apuntan que “la

laríngea que describe Marrero es más intensa sólo por el hecho de ser sonora, porque de

ser sorda entonces la intensidad sería menor” (p. 117). Incluyen a este propósito una serie

de tres espectrogramas de tres sonidos fricativos posteriores, velar, faríngeo y laríngeo

(figura 2.78, p. 117 de su estudio), así como los espectros y la intensidad global de estas

tres fricativas posteriores (figura 2.79, 117). Así, la fricativa [x] y la aspirada faríngea

serían mucho más intensas que la aspirada laríngea sorda, muestra de lo cual sería el

negror acumulado en los espectrogramas que presentan; en cuanto a las bandas

horizontales también presentes en todas las variantes, no podrían compararse con los

formantes de los sonidos armónicos. Asimismo,

se comprueba la baja intensidad de la fricativa laríngea respecto de las otras dos;

además, se diferencian también por la frecuencia en que aparece el primer pico

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más prominente: a 1500 Hz el pico de [x]; a 2559 el pico de [ħ]; y a 3445 el de

[h]. Las curvas de la intensidad global reflejan con sus altibajos la presencia de

esas franjas horizontales que en [h] están más pronunciadas que en las demás (p.

118).

Cabe anotar que la inmensa mayoría de los casos transcritos en el Atlas muestran

alófonos sordos. Por ejemplo, entre las soluciones interpretadas en este trabajo como

aspiradas laríngeas, en el mapa de jirafa sólo aparecen un par de casos de variantes

sonoras, frente a 57 ejemplos de sonoras. Habría que esperar entonces, siguiendo los

comentarios de Martínez Celdrán y Fernández Planas, una baja de la intensidad promedio

adscrita a este tipo de materiales. Con todo, queda pendiente el estudio acústico de los

materiales mexicanos.

RESULTADOS GENERALES

El resumen de los datos encontrados en diez mapas del Atlas se presenta en la tabla 5:

Tabla 5. Distribución general de las variantes. N= 5929

variante F f

velares 3774 0.637

faríngeas 1363 0.230

laríngeas 753 0.127

otras 39 0.007

totales 5929 1.000

Como puede apreciarse, casi dos de cada tres casos de /x/ seleccionan el LUGAR

velar. El tercio restante, por otra parte, ofrece cantidades nada despreciables de

soluciones faríngeas (alrededor de uno de cada cuatro casos) y laríngeas (más o menos

uno de cada ocho ejemplos).

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19

Es necesario reseñar también 39 documentaciones heterogéneas, entre las que se

cuentan 17 casos de [f] —concentrados 16 de ellos en el mapa de juego y uno sólo en el

de jirafa—, 11 de [g] en el mapa de jirafa, 1 de [k] (también en la carta de jirafa), 3 casos

de elisión y 7 más de soluciones léxicas alejadas del contexto fónico buscado en el mapa

correspondiente. Se trata, en definitiva, de variantes en parte enraizadas en la dimensión

léxica o fonoléxica, en la mayor parte de los casos, y de algunos ejemplos más de

naturaleza más fónica —por ejemplo, el debilitamiento asociado a las elisiones— pero

que, en definitiva, tienen un papel marginal para la discusión actual.

La dispersión de variantes por mapas queda anotada en la tabla 6.

Tabla 6. Dispersión de variantes según mapas del Atlas. N= 5929

mapa palabra velares faríngeas laríngeas otras totales

F f F f F f F f F f

363 jabón 413 0.692 120 0.201 64 0.107 0 0.000 597 0.101

364 joroba 400 0.681 124 0.211 63 0.107 0 0.000 587 0.099

367 juego 377 0.633 155 0.260 48 0.081 16 0.027 596 0.101

368 gente 383 0.642 139 0.233 75 0.126 0 0.000 597 0.101

369 jirafa 395 0.672 118 0.201 60 0.102 15 0.026 588 0.099

370 lejos 354 0.593 150 0.251 93 0.156 0 0.000 597 0.101

371 una hoja 336 0.564 168 0.282 92 0.154 0 0.000 596 0.101

372 tejer 354 0.592 144 0.241 100 0.167 0 0.000 598 0.101

373 México 300 0.502 170 0.284 128 0.214 0 0.000 598 0.101

374 San Juan 462 0.803 75 0.130 30 0.052 8 0.014 575 0.097

Con algunas excepciones, las diferencias no son muy marcadas entre los mapas, a

la hora de considerar las diferentes familias de variantes. La correlación (r de Pearson) es

alta y negativa entre las soluciones velares y las demás, tanto al comparar las velares con

las faríngeas (-0.941) como al comparar las velares con las laríngeas (-0.918). Es decir,

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donde más abundan las velares, menos abundan tanto las faríngeas como las laríngeas, y

viceversa. Por otro lado, la correlación entre faríngeas y laríngeas es positiva y

relativamente elevada (0.773), lo que puede interpretarse como que en los mapas donde

tienden a aparecer faríngeas también tienden a aparecer formas laríngeas17.

Las cantidades relativas revelan también algunos hechos interesantes. De hecho,

siempre que /x/ se encuentra en posición inicial absoluta en la palabra que corresponde al

mapa (jabón, joroba, juego, gente, jirafa) las proporciones de velar superan la frecuencia

relativa de 0.600 y, en correspondencia, los mapas que documentan el sonido en posición

intervocálica (lejos, una hoja, tejer, México) exhiben las proporciones más bajas de

soluciones velares. Estos mismos mapas, por supuesto, muestran la mayor proporción en

cuanto a la suma total de faríngeas y laríngeas, pero la distribución de estas últimas es

desigual según los casos, pues no sólo los ejemplos intervocálicos muestran abundancia

de faríngeas, sino también algunos con el segmento en posición inicial, como es el caso

de juego (mapa 367). El mapa de México (373) es el que presenta la cota mayor tanto de

variantes faríngeas (0.284) como de laríngeas (0.214). En contraste, el único mapa de los

considerados que ofrece, en principio18, un contexto preconsonántico, el de San Juan

(mapa 374), es, con mucho, el que ofrece una mayor proporción de soluciones velares y

las cotas más bajas tanto de faríngeas como de laríngeas. Estas tendencias presentes en

las frecuencias se confirman infra en el momento de analizar las probabilidades propias

del modelo estadístico (cf. las tablas 8, 9 y 10).

CORRELACIÓN GEOGRÁFICA

En primer término, se trata de ofrecer una perspectiva geográfica y dialectométrica

detallada que permita establecer una imagen precisa de la distribución de las tres

variantes distinguidas en todos y cada uno de los 193 puntos encuestados en el Atlas

17 Este hecho, por cierto, abriría la posibilidad de considerar sólo dos variantes (velar frente a no velar); con todo, sigue pareciendo más preciso trabajar con tres variantes. 18 Se dice en principio porque en algunos casos aparecen soluciones esporádicas en otros mapas en que las respuestas incluyen material preconsonántico (tipo un juego o las gentes), de la misma manera que a veces aparecen soluciones intervocálicas inesperadas (la jirafa). Desde luego, en la base de datos estos casos se han marcado con los contextos reales propios de la respuesta específica, no con los que teóricamente debían haber recibido según el propósito del mapa.

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Lingüístico de México. Para ello, a) se propone un índice de LUGAR que funciona como

medida de resumen en cada punto, de modo que se pueda unificar en un único coeficiente

los resultados obtenidos del examen de los diez mapas considerados, en los que además,

como es bien sabido, se dispone de varias respuestas en cada punto, procedentes de

diferentes informantes; b) se obtienen los resultados del índice de LUGAR punto por

punto, y sobre la escala obtenida se llevan a cabo diez subdivisiones o rangos, que

permite estratificar en diez cortes la información con respecto al resumen de la tendencia

de lugar en cada punto; y c) se trazan los diez mapas correspondientes a cada uno de esos

cortes según el resumen de LUGAR, lo cual permite observar con bastante detalle —me

parece— la manera en que se distribuyen las soluciones expuestas para las variantes de

/x/ a lo largo de la geografía mexicana. Estas proyecciones serán, a su vez, punto de

partida para nuevas reflexiones que se irán presentando en apartados posteriores.

Índice de LUGAR

La pretensión al trazar el índice de LUGAR es proporcionar una medida de resumen

unificada que permita, en primera instancia, ponderar el papel de cada punto encuestado

en el conjunto geolingüístico del país, con independencia de que más adelante, en este

mismo trabajo, se desglosen en modelos probabilísticos multivariables los factores

lingüísticos y sociolingüísticos que ordenan la compleja distribución de los datos. El

índice, entonces, pretende ofrecer una primera respuesta al problema de cómo proyectar

la gran abundancia de datos presentes en cada mapa de la carta mexicana, dada la

presencia de varios informantes por localidad, problema multiplicado al querer considerar

simultáneamente no uno, sino diez mapas. Se busca, al tiempo, servirse de una medida de

resumen poco abstracta, que refleje la interacción entre los datos, que son a)

complementarios, en la medida en que en cada punto la mayor proporción de una variante

implica la presencia de totales absolutos menores de las otras variantes; y b) que están

ordenados sobre una escala lineal, trazada según un eje articulatorio antero-posterior, tal

que las variantes velares se encuentran en la posición relativa más anterior, las variantes

laríngeas en la más posterior, con las faríngeas ubicadas en la región intermedia.

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En ese sentido, se propone el siguiente índice, que es en realidad una medición

apoyada en la idea de frecuencias relativas ponderadas:

Índice de LUGAR= (F velar × 1)−(F faríngeo × 0.5) −(F laríngeo × 1) / (N − F de otros casos)

Es decir, la propuesta consiste en otorgar un valor de un punto a cada respuesta

asignable a la variante velar, que se toma como medida de referencia en cuanto variante

más abundante y más prestigiosa, y sobre ese valor descontar medio punto por cada

respuesta faríngea y un punto por cada respuesta laríngea. Luego, para obtener la

medición relativa, se divide el total obtenido por el total de respuestas en cada localidad,

al que se resta, cuando las hay, otras respuestas que se apartan de la clasificación

establecida por medio de tres variantes. De esta manera, las puntuaciones del índice de

LUGAR se obtienen entre los extremos de dispersión de -1 y 1, de modo que cuanto más

baja es la puntuación en la medida de resumen, más posteriorizador es en general ese

punto, y cuanto más elevado es el coeficiente más velarizador en general se comporta la

localidad en cuestión.

A continuación se muestran los resultados de la aplicación del índice, al tiempo

que se propone, adicionalmente, una escala de rangos que subdivide las cifras en diez

estratos, de modo que la información se simplifique y los coeficientes cuantitativos sean

proyectables sobre mapas cualitativos.

Resultados por puntos

La tabla 7 ofrece la aplicación del índice de LUGAR al total de la muestra. Las columnas

presentan la siguiente información: a) número del punto tal como figura en el Atlas; b)

nombre de la localidad; c) totales absolutos de soluciones velares, faríngeas, laríngeas y

de otras formas; d) coeficiente propio del índice de LUGAR; e) rango en que queda situado

el punto de encuesta según una escala de 1 a 10 a la vista del índice de LUGAR, de modo

que se anota “1” para las puntuaciones que quedan entre -1 y -0.801; “2” para las

puntuaciones entre -0.800 y -0.601 y así sucesivamente hasta llegar a “10”. De esta

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manera, las poblaciones con cifras más bajas en la escala de rangos son las más que

muestran más tendencia a la posteriorización en las soluciones, mientras que las que

presentan rangos cercanos a “10” son las más velarizadoras.

Tabla 7. Relación de variantes por puntos de encuesta en diez mapas del Atlas

punto localidad velares faríngeas laríngeas otras totales índice rango

1 Chetumal 2 5 22 1 30 -0.776 2

2 Felipe Carrillo Puerto 10 3 16 1 30 -0.259 4

3 Valladolid 4 9 24 0 37 -0.662 2

4 Tizimín 4 4 21 1 30 -0.655 2

5 Mérida 2 7 27 0 36 -0.792 2

6 Ticul 2 3 25 0 30 -0.817 1

7 Campeche 1 9 28 0 38 -0.829 1

8 Champotón 6 6 18 0 30 -0.500 3

9 Mamantel 5 13 11 0 29 -0.431 3

10 Ciudad del Carmen 0 12 18 0 30 -0.800 2

11 Emiliano Zapata 3 10 17 0 30 -0.633 2

12 Frontera 2 21 7 0 30 -0.517 3

13 Villahermosa 11 17 12 0 40 -0.238 4

14 Huimanguillo 4 10 14 2 30 -0.536 3

15 Cintalapa 8 5 17 0 30 -0.383 4

16 Tuxtla Gutiérrez 11 19 10 0 40 -0.213 4

17 Chiapa de Corzo 9 10 10 1 30 -0.207 4

18 San Cristóbal de Las Casas 21 6 3 0 30 0.500 8

19 Comitán 26 1 2 1 30 0.810 10

20 Tapachula 1 4 25 0 30 -0.867 1

21 Escuintla 11 10 6 0 27 0.000 6

22 Pijijiapan 2 2 23 0 27 -0.815 1

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23 Tonalá 4 5 18 0 27 -0.611 2

24 Tapanatepec 4 6 18 0 28 -0.607 2

25 Zanatepec 1 6 23 0 30 -0.833 1

26 Juchitán 3 13 12 0 28 -0.554 3

27 Tehuantepec 16 13 1 0 30 0.283 7

28 Totolapan 25 3 2 0 30 0.717 9

29 Oaxaca 28 11 0 1 40 0.577 8

30 Sola de Vega 24 5 1 0 30 0.683 9

31 Miahuatlán 23 6 1 0 30 0.633 9

32 Pochutla 15 8 7 0 30 0.133 6

33 San Pedro Mixtepec 17 11 2 0 30 0.317 7

34 Pinotepa Nacional 15 10 5 0 30 0.167 6

35 Tlaxiaco 30 0 0 0 30 1.000 10

36 Tuxtepec 12 14 4 0 30 0.033 6

37 Matías Romero 6 8 16 0 30 -0.467 3

38 Minatitlán 3 19 8 0 30 -0.483 3

39 San Juan Evangelista 3 12 14 0 29 -0.586 3

40 San Andrés Tuxtla 4 10 16 0 30 -0.567 3

41 Tlacotalpan 5 22 3 0 30 -0.300 4

42 Otatitlán 11 13 5 0 29 -0.017 5

43 Veracruz 11 6 13 0 30 -0.167 5

44 Córdoba 22 8 0 0 30 0.600 9

45 Orizaba 26 1 0 3 30 0.944 10

46 Huatusco 30 0 0 0 30 1.000 10

47 Jalapa 36 4 0 0 40 0.850 10

48 Perote 30 0 0 0 30 1.000 10

49 Misantla 18 12 0 0 30 0.400 8

50 Papantla 12 9 9 0 30 -0.050 5

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25

51 Tuxpan (Ver.) 26 4 0 0 30 0.800 10

52 Amatlán 23 6 1 0 30 0.633 9

53 Tempoal 16 10 3 1 30 0.276 7

54 Metlaltoyuca 27 3 0 0 30 0.850 10

55 Huauchinango 28 2 0 0 30 0.900 10

56 Tetela 30 0 0 0 30 1.000 10

57 Teziutlán 30 0 0 0 30 1.000 10

58 Ciudad Serdán 28 1 0 1 30 0.948 10

59 Tehuacán 28 1 0 0 29 0.948 10

60 Acatlán 13 16 1 0 30 0.133 6

61 Tepeaca 29 0 0 1 30 1.000 10

62 Puebla 40 0 0 0 40 1.000 10

63 San Martín Texmelucan 30 0 0 0 30 1.000 10

64 Tlaxcala 30 0 0 0 30 1.000 10

65 México 40 0 0 0 40 1.000 10

66 Amecameca 22 7 0 1 30 0.638 9

67 Tlazala 30 0 0 0 30 1.000 10

68 Ixtlahuaca 39 0 0 0 39 1.000 10

69 Toluca 15 18 3 4 40 0.083 6

70 Tenancingo 23 7 0 0 30 0.650 9

71 Temascaltepec 28 2 0 0 30 0.900 10

72 Cuernavaca 21 8 1 0 30 0.533 8

73 Jojutla 22 7 1 0 30 0.583 8

74 Iguala 13 13 4 0 30 0.083 6

75 Chilpancingo 19 11 0 0 30 0.450 8

76 Tixtla 11 9 10 0 30 -0.117 5

77 Ometepec 7 16 5 2 30 -0.214 4

78 Cruz Grande 11 13 6 0 30 -0.050 5

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79 Tres Palos 0 10 20 0 30 -0.833 1

80 Tecpan de Galeana 0 15 15 0 30 -0.750 2

81 Petatlán 0 9 21 0 30 -0.850 1

82 La Unión 1 11 17 1 30 -0.741 2

83 Ciudad Altamirano 21 9 0 0 30 0.550 8

84 Tiquicheo 30 0 0 0 30 1.000 10

85 Zitácuaro 30 0 0 0 30 1.000 10

86 Zinapécuaro 30 0 0 0 30 1.000 10

87 Morelia 30 0 0 0 30 1.000 10

88 Zacapu 30 0 0 0 30 1.000 10

89 Zamora 23 7 0 0 30 0.650 9

90 Huarachita 28 1 0 1 30 0.948 10

91 Uruapan 22 8 0 0 30 0.600 9

92 Tacámbaro 15 13 2 0 30 0.217 7

93 La Huacana 20 8 2 0 30 0.467 8

94 Apatzingán 19 10 1 0 30 0.433 8

95 Cerro de Ortega 22 8 0 0 30 0.600 9

96 Colima 21 5 4 0 30 0.483 8

97 Cihuatlán 20 7 3 0 30 0.450 8

98 Villa Purificación 29 1 0 0 30 0.950 10

99 Tecalitlán 30 0 0 0 30 1.000 10

100 Sayula 30 0 0 0 30 1.000 10

101 Tecolotlán 23 7 0 0 30 0.650 9

102 Ocotlán 16 14 0 0 30 0.300 7

103 San Pedro Tlaquepaque 20 10 0 0 30 0.500 8

104 Guadalajara 29 1 0 0 30 0.950 10

105 Tequila 29 1 0 0 30 0.950 10

106 Tepatitlán 30 0 0 0 30 1.000 10

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107 Jalostotitlán 21 9 0 0 30 0.550 8

108 Lagos de Moreno 20 10 0 0 30 0.500 8

109 Ojuelos 17 13 0 0 30 0.350 7

110 Aguascalientes 23 17 0 0 40 0.363 7

111 Calvillo 30 0 0 0 30 1.000 10

112 San Felipe (Guanajuato) 30 0 0 0 30 1.000 10

113 San Luis de la Paz 27 0 0 2 29 1.000 10

114 Guanajuato 40 0 0 0 40 1.000 10

115 León 30 0 0 0 30 1.000 10

116 Pénjamo 28 2 0 0 30 0.900 10

117 Irapuato 30 0 0 0 30 1.000 10

118 Yuriria 29 1 0 0 30 0.950 10

119 Jerécuaro 30 0 0 0 30 1.000 10

120 Querétaro 40 0 0 0 40 1.000 10

121 San Juan del Río (Querét.) 27 0 0 2 29 1.000 10

122 Jalpan 9 19 0 0 28 -0.018 5

123 Tepeji del Río 29 0 0 0 29 1.000 10

124 Apan 29 0 0 1 30 1.000 10

125 Pachuca 38 1 1 0 40 0.913 10

126 Huasca 30 0 0 0 30 1.000 10

127 Molango 30 0 0 0 30 1.000 10

128 Tamazunchale 18 2 0 0 20 0.850 10

129 Río Verde 8 21 0 0 29 -0.086 5

130 San Luis Potosí 29 1 0 0 30 0.950 10

131 Salinas 26 4 0 0 30 0.800 10

132 Charcas 28 2 0 0 30 0.900 10

133 Matehuala 29 0 0 1 30 1.000 10

134 Cerritos 29 1 0 0 30 0.950 10

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135 Ciudad Valles 8 14 6 1 29 -0.179 5

136 Tampico 18 11 0 0 29 0.431 8

137 Ciudad Mante 7 15 6 1 29 -0.232 4

138 Tula 22 7 0 1 30 0.638 9

139 Ciudad Victoria 12 14 2 0 28 0.107 6

140 Soto la Marina 16 13 1 0 30 0.283 7

141 Santa Teresa 4 21 5 0 30 -0.383 4

142 Nuevo Laredo 23 6 0 1 30 0.690 9

143 Sabinas Hidalgo 22 7 0 1 30 0.638 9

144 Monterrey 33 7 0 0 40 0.738 9

145 Linares 16 13 1 0 30 0.283 7

146 Aramberri 26 4 0 0 30 0.800 10

147 Doctor Arroyo 29 1 0 0 30 0.950 10

148 Río Grande 29 1 0 0 30 0.950 10

149 Fresnillo 21 9 0 0 30 0.550 8

150 Zacatecas 39 1 0 0 40 0.963 10

151 Valparaíso 23 7 0 0 30 0.650 9

152 Jalpa 20 10 0 0 30 0.500 8

153 Jala 25 3 0 1 29 0.839 10

154 Valle de Banderas 23 4 3 0 30 0.600 9

155 Tepic 34 5 0 1 40 0.808 10

156 Tuxpan (Nay.) 24 5 0 0 29 0.741 9

157 Acaponeta 24 6 0 0 30 0.700 9

158 El Salto 29 1 0 0 30 0.950 10

159 Durango 39 1 0 0 40 0.963 10

160 San Juan del Río (Dur.) 30 0 0 0 30 1.000 10

161 El Palmito 29 0 1 0 30 0.933 10

162 Mapimí 24 6 0 0 30 0.700 9

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163 Torreón 16 11 1 0 28 0.339 7

164 Parras 25 4 0 0 29 0.793 9

165 Saltillo 14 11 3 0 28 0.196 6

166 Monclova 12 14 0 1 27 0.192 6

167 Sabinas 20 8 1 0 29 0.517 8

168 Múzquiz 19 9 0 1 29 0.518 8

169 Valle de Allende 30 0 0 0 30 1.000 10

170 Delicias 21 9 0 0 30 0.550 8

171 Chihuahua 37 3 0 0 40 0.888 10

172 Ciudad Juárez 23 7 0 0 30 0.650 9

173 Flores Magón 24 6 0 0 30 0.700 9

174 Ciudad Guerrero 28 1 0 0 29 0.948 10

175 Mazatlán 17 2 0 1 20 0.842 10

176 La Cruz 28 2 0 0 30 0.900 10

177 Culiacán 27 3 0 0 30 0.850 10

178 Guamúchil 29 1 0 0 30 0.950 10

179 Los Mochis 24 6 0 0 30 0.700 9

180 Álamos 20 0 0 0 20 1.000 10

181 Navojoa 23 7 0 0 30 0.650 9

182 Ciudad Obregón 22 8 0 0 30 0.600 9

183 Guaymas 6 20 4 0 30 -0.267 4

184 Bahía Kino 7 23 0 0 30 -0.150 5

185 Hermosillo 10 29 1 0 40 -0.138 5

186 Baviácora 7 23 0 0 30 -0.150 5

187 Magdalena de Kino 8 22 0 0 30 -0.100 5

188 San José del Cabo 3 19 8 0 30 -0.483 3

189 La Paz 6 23 11 0 40 -0.413 3

190 Mulegé 1 10 19 0 30 -0.767 2

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191 San Felipe (B. C.) 0 22 8 0 30 -0.633 2

192 Guadalupe Victoria 1 21 8 0 30 -0.583 3

193 Tijuana 7 14 9 0 30 -0.300 4

totales 3774 1363 753 39 5929

Proyección en mapas

Los diferentes índices de LUGAR, asignados como medidas de resumen de la variación de

/x/ a cada uno de los puntos, ordenados después en diez cortes correspondientes a cada

uno de los rangos, tal como se ha mencionado, sirven para llevar a cabo otras tantas

proyecciones geográficas. La idea general es que no basta con una carta simple para

hacerse una idea completa de la complejidad de los datos, y que la exposición de diez

cortes sincrónicos ayudará a entender en mucho mayor detalle la agrupación espacial de

los datos de variación fónica. Se ofrece entonces a continuación una serie de diez mapas,

cada uno dedicado a uno de los rangos, pero expuestos de manera acumulativa, de forma

que cada carta sucesiva incluya los datos propios de los rangos anteriores.

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Figura 6. Rango 1 de LUGAR

En el rango número 1 quedan encuadrados entonces 7 puntos del Atlas; se trata de

Ticul (Yucatán), Campeche (Campeche), Tapachula y Pijijiapan (Chiapas), Zanatepec

(Oaxaca) y Tres Palos y Petatlán (Guerrero). Las poblaciones más propensas a las

soluciones de naturaleza laríngea presentan, por tanto, una geografía fácil de acotar.

Todos los puntos se encuentran en la mitad sur del país y la mayoría de ellos dan carácter

a la costa del Pacífico, precisamente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas; otras

dos localidades aparecen en la península yucateca.

Si el rango 1 expone las áreas más posteriorizadoras, el rango siguiente contribuye

a acentuar los rasgos esbozados en esta primera visión geográfica.

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Figura 7. Rangos 1 a 2 de LUGAR

El mapa de la figura 7 refuerza, en efecto, la perspectiva esbozada en el mapa

anterior, aunque desde luego añade algunos detalles. Se suman en el los 12 puntos del

rango 2. Se trata de Chetumal (Quintana Roo), Valladolid, Tizimín y Mérida (Yucatán),

Ciudad del Carmen (Campeche), Emiliano Zapata (Tabasco), Tonalá (Chiapas),

Tapanatepec (Oaxaca), Tecpan de Galena y La Unión (Guerrero), Mulegé (Baja

California Sur) y San Felipe (Baja California). Se refuerza, por tanto, la sección costera

pacífica, aunque pueden delinearse dos subzonas, una al norte de Guerrero y otra en

Chiapas y el sur de Oaxaca. Toma también mayor densidad la península de Yucatán,

perfilada ya a través de siete puntos (y especialmente en el estado de Yucatán), y se

asocia a ella un punto en el estado de Tabasco. Además, se suman ya a este panorama dos

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puntos más, también en el área del Pacífico, pero distantes de los anteriores, en la

península de Baja California.

El tercero de los mapas obtenidos por el procedimiento de rangos redunda,

precisamente, en las líneas maestras de este perfil emergente.

Figura 8. Rangos 1 a 3 de LUGAR

El mapa que suma los tres primeros rangos es clara prolongación de los patrones

prefigurados en el mapa anterior; ciertamente, se trata ahora de localidades en que la

posteriorización del lugar de articulación de /x/ se ha mitigado un tanto (se está hablando

ya del tercer rango), y sin embargo ésta sigue siendo muy clara todavía en contraste con

los rangos superiores. Se añaden ahora 12 nuevos registros. Son los siguientes:

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Champotón y Mamantel (Campeche), Frontera y Huimanguillo (Tabasco), Juchitán y

Matías Romero (Tabasco), Minatitlán, San Juan Evangelista y San Andrés Tuxtla

(Veracruz), San José del Cabo y La Paz (Baja California Sur) y Guadalupe Victoria (Baja

California).

Podría decirse que este tercer mapa supone prácticamente la ampliación natural

del mapa anterior. Se confirma aquí el carácter posteriorizador de las Bajas Californias,

del sureste de Oaxaca y, en especial, llama la atención la extensión del área marcada por

la costa sur del Golfo de México, no sólo con la activación de más puntos en Campeche y

Tabasco, sino también en el sur del estado de Veracruz.

Figura 9. Rangos 1 a 4 de LUGAR

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El siguiente rango de posteriorización global arroja algunas novedades; se trata

del más posterior o bajo de una serie de rangos intermedios que, como se explicará más

adelante, se van a interpretar como una zona fronteriza, en sentido variable, entre las

áreas con predominio de datos más posteriores y las áreas con más presencia de ejemplos

anteriores19. El modelo geolingüístico se ha enriquecido ahora con 11 nuevos puntos de

encuesta: Felipe Carrillo Puerto (Quintana Roo), Villahermosa (Tabasco), Cintalapa,

Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo (Chiapas), Tlacotalpan (Veracruz), Ometepec

(Guerrero), Ciudad Mante y Santa Teresa (Tamaulipas), Guaymas (Sonora) y Tijuana

(Baja California).

Como puede apreciarse en la figura, por una parte asistimos nuevamente a la

consolidación de zonas ya activadas en mapas previos: la península de Baja California y,

sobre todo, el sur y sureste del país. Hay varios matices que pueden aportarse, por otra

parte. Llama la atención la aparición de un punto en el sur de Guerrero, y no sólo en el

norte del estado, así como la marcación de varias localidades en el interior de Chiapas;

además, la mancha geolectal continúa creciendo de sur a norte por el estado de Veracruz,

completando el aspecto de la costa del Golfo. Se suman a este panorama, asimismo, dos

puntos de Tamaulipas y otro más de Sonora. No parece excesivo decir que la impresión

inicial de desorden que producen los datos se va modificando paulatinamente a los ojos

del analista, reemplazada por una sensación de una profunda coherencia y de lógica

interna en la organización de los hechos dialectal emergidos en las cartas del Atlas.

19 Entiéndade, claro está, anterior y posterior sólo en el sentido de la escala de rangos ahora trazada, pues los datos más anteriores implican un predominio más o menos marcado de las variantes velares, y las soluciones llamadas posteriores se refieren a los ejemplos donde el perfil es subrayado por los casos faríngeos.

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Figura 10. Rangos 1 a 5 de LUGAR

El quinto mapa nos pone a la vista la segunda configuración fronteriza (infra) de

los datos geolectales. Se añaden ahora 12 puntos más a la suma geográfica aquí

presentada: Otatitlán, Veracruz y Papantla (Veracruz), Tixtla y Cruz Grande (Guerrero),

Jalpan (Querétaro), Río Verde y Ciudad Valles (San Luis Potosí) y Bahía Kino,

Hermosillo, Baviácora y Magdalena de Kino (Sonora). Es decir, lo que vemos ahora es la

expansión de las marcas por el centro de Guerrero, por el centro y norte del estado de

Veracruz, en una mancha que parece prolongarse a través de puntos de Querétaro y San

Luis Potosí, que asu vez tienden un puente con puntos ya activados en rangos anteriores

en el estado de Tamaulipas y, sobre todo, puede observarse la adición de una extensa área

en el noroeste del estado de Sonora a la estructura de rangos que se va proponiendo

paulatinamente.

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Es interesante observar, por otra parte, que aunque los métodos de cartografiado

han sido distintos, este mapa y el anterior serían los más directamente comparables con

los mapas presentados en Moreno de Alba (1994). Recuérdese que en aquel trabajo los

datos están tomados del material cartográfico sintético, procedente a su vez de la

consideración de las grabaciones levantadas durante la confección del Atlas, mientras que

los mapas expuestos ahora proceden de la lectura de diez mapas analíticos. Además, el

procedimiento cuantitativo del trabajo anterior deriva de la estimación porcentual de las

grabaciones, mientras que ahora se ha trazado un índice de LUGAR articulatorio que por

una parte considera todas las variantes en cada punto simultáneamente y que por otra

luego se subdivide en diez rangos. Con todo, los mapas dibujados por Moreno de Alba se

refieren a porcentajes de frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, así

como, en segundo término, a puntos que alcanzan entre el 40 y el 50% de debilitamiento,

lo que, ciertamente grosso modo, podría permitir la comparación con los mapas de las

figuras 9 y 10. Centrándonos en el aspecto global de los mapas del libro de 1994, ya

copiados supra como figuras 2 y 3, y en la proyección del quinto rango ahora presentada

pueden mencionarse numerosas coincidencias y algunas diferencias. A semejanza de las

cartas de Moreno de Alba, las zonas posteriorizadoras se distribuyen en los cortes del

rango 5, y en buena medida en los del rango 4, por las costas de Guerrero y Chiapas, y

parcialmente por la de Oaxaca, en la península yucateca, en Tabasco y en puntos del sur

de Veracruz, además de algún otro en el norte del estado. Sin embargo, existen algunas

diferencias. El mapa de Moreno de Alba expuesto en la figura 3 sombrea la costa de

Nayarit y el límite sur de la de Sinaloa, y estas áreas no aparecen seleccionadas ni en el

mapa de los rangos 1 a 4 (figura 9) ni en el de los rangos 1 a 5 (figura 10). Lo mismo

ocurre con buena parte de la costa oaxaqueña, marcada de forma continua en el mismo

mapa de Moreno de Alba, pero sólo seleccionada en las figuras 9 y 10 en la parte

contigua a Chiapas, pero no en el resto. Con respecto al mapa de Moreno de Alba de la

figura 2 hay igualmente algunos puntos de “frecuencia media” en la costa de Sinaloa, en

el límite entre San Luis Potosí y Nuevo León, en los límites de Colima con Jalisco y

Michoacán y en el interior de Michoacán, que tampoco aparecen en los mapas por rangos

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ahora considerados. A la inversa, hay algunas localidades que sí aparecen en el mapa de

los rangos 1 a 5 (algunas ya incluso desde el mapa anterior de rangos 1 a 4) que no

aparecen en los mapas de Moreno de Alba: tres puntos en Baja California y otros tres en

Baja California Sur, puntos en el interior de Sonora, y algunos puntos más en San Luis

Potosí y en Querétaro.

Figura 11. Rangos 1 a 6 de LUGAR

El sexto rango, progresivamente dirigido en la dirección anterior respecto al

LUGAR de articulación predominante, añade diez puntos más al nuevo mapa. Se trata de

Escuintla (Chiapas), Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec (Oaxaca), Acatlán (Puebla),

Toluca (México), Iguala (Guerrero), Ciudad Victoria (Tamaulipas) y Saltillo y Monclova

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(Coahuila). Es decir, los puntos del sexto rango se distribuyen en dos sectores principales,

además de en una localidad de Chiapas. Por una parte, en un área situada en el centro-sur

del país, en partes de Oaxaca, Puebla, Guerrero y el estado de México. Por otra, en ciertos

sectores del noreste, en Tamaulipas y Coahuila. Cabe pensar en que las áreas ahora

marcadas se presentan hasta cierto punto como ampliaciones geográficas naturales de las

representadas en los mapas anteriores. Sin embargo, también es cierto que, a diferencia

de lo visto en las primeras cartas, no muestran una distribución geográfica tan clara.

Ambos aspectos sugieren considerar este rasgo como parte de un área fronteriza variable,

tal como se viene esbozando también para los rasgos cuatro y cinco.

Figura 12. Rangos 1 a 7 de LUGAR

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Es posible que sea también conveniente incluir el rango 7 como último

componente de esa zona intermedia o fronteriza de que se viene hablando. Añade este

mapa diez nuevos lugares a la proyección progresiva de la variación de /x/: Tehuantepec

y San Pedro Mixtepec (Oaxaca), Tempoal (Veracruz), Tacámbaro (Michoacán), Ocotlán

y Ojuelos (Jalisco), Aguascalientes (Aguascalientes), Soto la Marina (Tamaulipas),

Linares (Nuevo León) y Torreón (Coahuila).

Además de la relativa simetría en cuanto a la distribución de rangos y grandes

zonas variables (posteriorizadora, rangos 1 a 3; fronteriza, 4 a 7; velarizadora, 8 a 10), tal

como se va perfilando conforme avanza el examen de los mapas fruto de la proyección

del índice de LUGAR, podría decirse que una buena parte (pero no todos) de los puntos de

los rangos intermedios se sitúan en un eje norte-sur o, por decir con más claridad, desde

el noreste al centro-sur del país; con todo, la distribución de los puntos asociados a rangos

intermedios es mucho más difusa que la de los rangos extremos. Parte de los hechos se

mostraron antes al exponer los hechos propios de los rangos más bajos, localizables en

áreas determinables más o menos fácilmente, y otra parte se va a mostrar al examinar los

tres últimos mapas de la serie, que irán enfocando los puntos más velarizadores en un

área en realidad bastante definida, como se demostrará en especial en las figuras propias

de los mapas de cada una de las tres áreas sugeridas (infra, figuras 13, 14 y 15).

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Figura 13. Rangos 1 a 8 de LUGAR

Por lo pronto, el mapa que proyecta la suma de los rangos 1 a 8 añade nuevos

elementos a la discusión. El rango 8 está formado por 20 puntos: San Cristóbal de las

Casas (Chiapas), Oaxaca (Oaxaca), Misantla (Veracruz), Cuernavaca y Jojutla (Morelos),

Chilpancingo y Ciudad Altamirano (Guerrero), La Huacana y Apatzingán (Michoacán),

Colima (Colima), Cihuatlán, San Pedro Tlaquepaque, Jalostotitlán y Lagos de Moreno

(Jalisco), Tampico (Tamaulipas), Fresnillo y Jalpa (Zacatecas), Sabinas y Múzquiz

(Coahuila) y Delicias (Chihuahua).

El carácter ya fuertemente velarizador de los puntos asociados al rango 8 tiene

como correlato una distribución geográfica relativamente definida, en buena medida

voclada hacia el centro-oeste del país, además de algunos puntos más aislados en el norte

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42

y en el sur del país. Con todo, la concentración y definición del área velarizadora será

más evidente al añadir a las zonas examinadas la suma de los puntos asociados a los

rangos noveno y décimo.

Figura 14. Rangos 1 a 9 de LUGAR

El rango 9 aumenta la impresión de la distribución de la velarización

especialmente a lo largo de una gran mancha que abarca el centro-norte y el noroeste del

país (aunque no la península de Baja California y el noroeste de Sonora), además de el

centro-oeste (y algunos otros puntos salpicados en el Golfo y en el sur). Se añaden de

hecho 26 puntos: Totolapan, Sola de Vega y Miahuatlán (Oaxaca), Córdoba y Amatlán

(Veracruz), Amecameca y Tenancingo (México), Zamora y Uruapan (Michoacán), Cerro

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43

de Ortega (Colima), Tecolotlán (Jalisco), Tula y Nuevo Laredo (Tamaulipas), Sabinas

Hidalgo y Monterrey (Nuevo León), Valparaíso (Zacatecas), Valle de Banderas, Tuxpan

y Acaponeta (Nayarit), Mapimí (Durango), Parras (Coahuila), Ciudad Juárez y Flores

Magón (Chihuahua), Los Mochis (Sinaloa), y Navojoa y Ciudad Obregón (Sonora).

También es significativo en sí mismo el aumento progresivo en el número de

puntos que se van instalando en estos últimos rangos, señal de la tendencia general del

país en la dirección velarizadora; un poco más adelante este hecho se aprovechará para

proponer una hipótesis geográfica como proyección aparente de un proceso de variación

y cambio.

Figura 15. Rangos 1 a 10 de LUGAR

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44

El último de los mapas añade los puntos restantes, que son los correspondientes al

rango 10 dentro de la escala correspondiente al índice de LUGAR. Me parece que esta

proyección no arroja demasiadas dudas acerca de cómo se agrupan los puntos

velarizadores en general y los más velarizadores en especial. Es decir, el área más

velarizadora se extiende básicamente a través de una especie de rombo que agrupa el

centro del norte del país, el centro-oeste y, en especial, el centro o, por mayor exactitud,

el área comprendida entre el centro y el centro-norte intermedio con respecto a las áreas

más septentrionales. Es precisamente en esta región donde se concentra la mayor

densidad de puntos de encuesta que alcanzan el rango 10 dentro del índice trazado, que

corresponde a la velarización plena o casi plena de las soluciones documentadas. Por

supuesto que el modelo puede precisarse más en diferentes detalles. Por ejemplo, llama la

atención la presencia de un punto de rango 10 incluso en Chiapas, o la tradicional

agrupación de parte de las hablas veracruzanas, especialmente las del interior, con las

hablas del centro del país.

Se han añadido en definitiva 73 puntos, una proporción muy importante, como

puede verse, y que confirma el sesgo velarizador en cuanto a la concentración de los

datos, tal como se comentaba supra. La lista de los lugares es la siguiente: Comitán

(Chiapas), Tlaxiaco (Oaxaca), Orizaba, Huatusco, Jalapa, Perote y Tuxpan (Veracruz),

Metlaltoyuca, Huauchinango, Tetela, Teziutlán, Ciudad Serdán, Tehuacán, Tepeaca,

Puebla y San Martín Texmelucan (Puebla), Tlaxcala (Tlaxcala), México (Distrito

Federal), Tlazala, Ixtlahuaca y Temascaltepec (México), Tiquicheo, Zitácuaro,

Zinapécuaro, Morelia, Zacapu y Huarachita (Michoacán), Villa Purificación, Tecalitlán,

Sayula, Guadalajara, Tequila y Tepatitlán (Jalisco), Calvillo (Aguascalientes), San Felipe,

San Luis de la Paz, Guanajuato, León, Pénjamo, Irapuato, Yuriria y Jerécuaro

(Guanajuato), Querétaro y San Juan del Río (Querétaro), Tepeji del Río, Apan, Pachuca,

Huasca y Molango (Hidalgo), Tamazunchale, San Luis Potosí, Salinas, Charcas,

Matehuala y Cerritos (San Luis Potosí), Aramberri y Doctor Arroyo (Nuevo León), Río

Grande y Zacatecas (Zacatecas), Jala y Tepic (Nayarit), El Salto, Durango, San Juan del

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45

Río y El Palmito (Durango), Valle de Allende, Chihuahua y Ciudad Guerrero

(Chihuahua), Mazatlán, La Cruz, Culiacán y Guamúchil (Sinaloa) y Álamos (Sonora).

Hemos visto en estos diez cortes un ejemplo de cómo abordar la variación

múltiple expresada en los mapas del Atlas Lingüístico de México. Me parece que el

procedimiento puede arrojar algunas luces sobre el problema clásico de las zonas

dialectales del país y, en especial, sobre las llamadas zonas de transición, al disponer de

una serie más amplia de perspectivas trazadas desde diferentes ángulos de observación.

Tal postura es especialmente importante si se considera la ausencia, en la mayor parte de

los casos, de fronteras nítidas —es decir, de isoglosas, en el sentido tradicional— en la

geografía fónica de México. Me parece también que puede tratarse del primer paso para

entender mejor los procesos de difusión de fenómenos en áreas determinadas, aunque

para ello será necesario explorar, por una parte, los rasgos sociolingüísticos de ciertos

núcleos (objetivo para el cual es casi seguro que los datos de la carta lingüística no son

suficientes20), por lo menos de los más importantes, así como, por otra parte, del

panorama sociolingüístico que se desprende del propio Atlas; esta segunda tarea se

esboza en el apartado siguiente.

PRIMER MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO (GENERAL)

La descripción geográfica rango por rango expuesta en el apartado anterior debe

completarse con una caracterización de los principales hechos sociolingüísticos presentes

en los datos. Para ello, se repasa en primer término el tipo de factores que se puede

considerar a los efectos de tal modelo, a la vista de los datos anotados en los materiales

originales del Atlas y luego se genera un modelo multivariable de regresión para

desbrozar el papel y la jerarquía de cada uno de estos factores.

Factores considerados

20 En ese sentido, dentro de las actividades del Laboratorio de Estudios Fónicos de El Colegio de México, se está planeando el levantamiento de un Corpus oral del español de México, que tendría una dimensión sociolingüística y dialectológica.

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46

Son doce los factores considerados para el modelo cuantitativo trazado sobre el conjunto

de los datos.

(i) Zona dialectal preestratificatoria. Se han distinguido las siguientes zonas:

sureste (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán); centro-este

(Distrito Federal, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Veracruz); centro-oeste

(Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México,

Michoacán, Morelos, Querétaro); noreste (Coahuila, Nuevo León, San Luis

Potosí, Tamaulipas); noroeste (Baja California, Baja California Sur, Chihuahua,

Durango, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Zacatecas). Se trata de una clasificación muy

simplificada de las zonas dialectales de México, ya puesta a prueba en otros

trabajos, la cual se plantea a priori sobre el modelo de los datos. A pesar del

reduccionismo que encierra, resulta ser enormemente significativa, como se verá

infra.

(ii) Posición dentro de la palabra, que puede ser inicial o medial.

(iii) Tonicidad de la sílaba en que se encuentra /x/, de modo que la sílaba es

tónica o átona.

(iv) Contexto previo. El contexto previo puede ser una pausa, en posición de

inicio absoluto, una consonante (en los datos manejados, sólo /n/ y

excepcionalmente /s/) o una vocal, que puede ser una /a/, una /e/ o una /o/.

(v) Vocal siguiente. Puede ser una de entre las cinco vocales del español; en el

modelo para la zona fronteriza (infra), las vocales se reagrupan en anteriores y

posteriores.

(vi) Estudios. La gran variedad de etiquetas presente en los cuestionarios del Atlas

se reduce aquí a cuatro categorías: ningún estudio; estudios primarios, es decir,

como máximo de primaria; secundarios, correspondiente a enseñanza media, sea

esta secundaria, bachillerato o estudios equiparables; superiores, para las personas

con estudios universitarios o equivalentes.

(vii) Edad. Los cuestionarios anotan la edad precisa del informante en el momento

de llevar a cabo la encuesta; aquí los datos se han reagrupado aproximadamente

por décadas de la siguiente manera: hasta 19 años, de 20 a 29, de 30 a 39, de 40 a

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49, de 50 a 59, de 60 a 69 y de 70 en adelante. En el segundo modelo

sociolingüístico, llevado a cabo sobre la llamada zona fronteriza, estos datos se

han reagrupado en tres segmentos, de forma que se distingue entre jóvenes (hasta

29 años), adultos (de 30 a 49) y mayores (de 50 años en adelante).

(viii) Sexo. Se ha distinguido entre hombres y mujeres.

(ix) Ocupación. Las distintas ocupaciones mencionadas en los cuestionarios del

Atlas como propias de los informantes se han reagrupado siguiendo lo más cerca

posible los lineamientos señalados en el proyecto PRESEEA. De esta forma, las

distinciones han quedado de la siguiente forma: tipo 0 (dedicación al hogar); tipo

1 (albañiles, campesinos, afanadores, vendedores ambulantes, pescadores,

cargadores, cuidadores de coches, jardineros, voceadores, jornaleros, lavanderas,

servicio doméstico, pintores); tipo 2 (técnicos y obreros especializados, guardias y

policías, fontaneros, empleados, artesanos, vendedores y dependientes, meseros,

choferes y taxistas, cocineros, comerciantes, conserjes, costureras, empleados

federales y municipales, ferrocarrileros, fotógrafos, mecánicos, mineros,

oficinistas, peluqueros, secretarias); tipo 3 (bibliotecarios, educadoras, maestros,

administradores, agrónomos, contadores, delegados, enfermeros, estudiantes,

farmacéuticos, ganaderos, impresores, ingenieros); tipo 4 (abogados, catedráticos,

médicos, alcaldes); no se presentaron casos de un posible tipo 5.

(x) Nivel sociocultural según la estimación del Atlas. En los cuestionarios aparece

anotada el nivel sociocultural global de cada informante. Se presentan aquí en

forma de ocho categorías diferentes, que de menor a mayor nivel sociocultural son

las siguientes: analfabeta, semianalfabeta, bajo, medio-bajo, medio, medio-alto,

semiculto, culto.

(xi) Hablante o no de una lengua indígena. Aunque en los datos del Atlas se

menciona la lengua específica, aquí la variable se ha considerado sólo en términos

muy generales, de sí o no; 450 de los 5929 datos corresponde a hablantes de

alguna lengua indígena, es decir, cerca del 10% de los datos. Las lenguas y el

número de datos asociados sus hablantes son los que se anotan a continuación:

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48

huasteco (10 datos), huichol (10), maya (162), mayo (10), mazahua (20), mixteco

(20), náhuatl (120), purépecha (10), seri (10), totonaco (30), tzotzil (10), yaqui

(10), zapoteco (28). Es decir, con dos excepciones, referidas al maya y al náhuatl,

los datos están bastante dispersos. Los hablantes de maya documentados ahora

están concentrados en cuatro estados: Campeche, Quintana Roo, Tabasco y

Yucatán; es decir, todos se encuentran en la zona preestartificatoria llamada

sureste. Dado que esta zona está representada por 721 datos, el porcentaje de los

procedentes de los hablantes de maya (162) no es nada despreciable (22.5%) —el

total de datos de bilingües en la zona es 172, una vez añadidos los representantes

de otras lenguas (el 23.9%, esto es, casi uno de cada cuatro). Los hablantes de

náhuatl documentados en los datos se encuentran repartidos en cinco estados:

Guerrero, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz, es decir, en las zonas

preestratificatorias correspondientes al centro-oeste, centro-este y noreste, por lo

que muestran una distribución más difusa en los datos.

(xii) Grado de conocimiento de la lengua indígena. Las apreciaciones incluidas en

los cuestionarios del Atlas se han reducido aquí a tres niveles: bueno, mediano y

poco.

Resultados

Los resultados se presentan a través de tres tablas, referidos a las variantes velares,

faríngeas y laríngeas. En la primera columna se anota la jerarquía de la variable o grupo

de factores en cuestión, ordenada según la razón de verosimilitud alcanzada por el

modelo de regresión logística escalonada al incorporarse la variable al modelo

estadístico; se anota también la significación correspondiente. Las últimas filas están

ocupadas por las variables que no resultaron significativas, colocando en primer término

las que fueron eliminadas hasta el final de la secuencia de combinaciones de variables, y

dejando al final las que se fueron eliminando más prontamente, de modo que se

represente su grado relativo de importancia, aun no siendo significativas. En la segunda

columna se mencionan las variables independientes significativas y no significativas, y

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49

dentro de ellas cada uno de los factores o variantes pertinentes, según la jerarquía de la

probabilidad escalonada alcanzada por cada uno de ellos en las variables significativas, y

según la probabilidad de un nivel cuando la variable no fue significativa en el modelo

escalonado. En las siguientes columnas se anota la frecuencia absoluta, la frecuencia

relativa, la probabilidad de un nivel y la probabilidad escalonada (si procede) de cada una

de las variantes21.

Tabla 8. Distribución sociolingüística de las variantes velares en el total de los datos. N=

5929 jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -3540.074

sign.= 0.000

zona preestratificatoria centro-oeste

noroestenoreste

centro-estesureste

rango= 0.521

1446822509848149

0.7550.6650.6660.6560.207

0.642 0.528 0.527 0.519 0.119

0.642 0.530 0.524 0.518 0.121

2 raz. ver.= -3461.281

sign.= 0.000

contexto previo consonante

pausavocal avocal evocal o

rango= 0.380

4641965

11008336

0.8040.6640.3330.5620.564

0.710 0.470 0.454 0.492 0.457

0.754 0.528 0.511 0.406 0.374

3 raz. ver.= -3429.569

sign.= 0.000

nivel sociocultural medio-alto

cultomedio

semianalfabetasemiculto

medio-bajoanalfabeta

bajorango= 0.319

197184632807

37757

105266

0.8310.6870.6290.6720.7400.6240.5910.600

0.734 0.632 0.547 0.524 0.510 0.474 0.435 0.391

0.721 0.622 0.542 0.531 0.500 0.477 0.433 0.402

4 raz. ver.= -3418.330

sign.= 0.000

estudios superiores

ningunoprimarios

medios

164434

20231077

0.7190.5780.6490.621

0.555 0.529 0.521 0.439

0.544 0.532 0.524 0.432

21 Las tablas del modelo fronterizo expuesto infra están organizadas de la misma manera.

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50

rango= 0.112 5

raz. ver.= -3408.874 sign.= 0.009

edad hasta 19 años

30-3950-5920-2940-4960-69

70 en adelanterango= 0.119

489748466

1054650260

99

0.6820.6660.6410.6140.6250.6090.582

0.574 0.523 0.493 0.479 0.485 0.461 0.453

0.569 0.523 0.492 0.483 0.481 0.461 0.450

6 raz. ver.= -3403.188

sign.= 0.010

grado de conocimiento poco

medianobueno

rango= 0.239

1276821

0.5850.5760.221

0.698 0.535 0.470

0.603 0.460 0.364

7 raz. ver.= -3396.687

sign.= 0.011

vocal siguiente vocal avocal ovocal evocal ivocal u

rango= 0.075

749757714715839

0.6270.6370.6200.5850.716

0.544 0.537 0.495 0.475 0.449

0.536 0.530 0.506 0.468 0.461

* ocupación tipo 4tipo 2tipo 1tipo 0tipo 3

5113131283335684

0.6460.6510.6190.6370.630

0.536 0.512 0.506 0.486 0.454

--- --- --- --- ---

* sexo mujeres

hombres12182548

0.6500.630

0.528 0.487

--- ---

* hablante de lengua indígenanosí

2847219

0.7010.487

0.507 0.404

--- ---

* tonicidad tónicaátona

15402234

0.6670.617

0.512 0.492

--- ---

* posición inicialmedial

24301344

0.6860.563

0.558 0.414

--- ---

Input= 0.648; razón de verosimilitud= -3396.687; significación= 0.011

Como puede apreciarse, el modelo de variación expuesto por las soluciones

velares selecciona siete variables, en este orden de importancia: la zona dialectal

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preestratificatoria; el contexto previo a la /x/; el nivel sociocultural etiquetado en los

cuestionarios del Atlas; el nivel de estudios; la edad; el grado de conocimiento de una

lengua indígena; y la vocal siguiente. Es decir, dos efectos lingüísticos, ambos apoyados

en el contexto; un efecto geolingüístico —que relaciona este trabajo con otros efectuados

sobre otras variables fónicas analizadas a partir de los datos del Atlas; y, en especial,

cuatro efectos de naturaleza social.

Tabla 9. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en el total de los datos.

N= 5929 jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -3162.543

sign.= 0.000

zona preestratificatoria surestenoreste

noroestecentro-este

centro-oesterango= 0.174

191221340273338

0.2650.2890.2750.2110.177

0.592 0.579 0.560 0.477 0.411

0.586 0.577 0.560 0.480 0.412

2 raz. ver.= -3135.593

sign.= 0.000

contexto previo vocales o, a

vocal epausa

consonanterango= 0.237

168464656

75

0.2800.2590.2220.130

0.550 0.499 0.528 0.317

0.572 0.544 0.492 0.335

3 raz. ver.= -3117.134

sign.= 0.000

nivel sociocultural bajo

analfabetamedio-bajo

mediosemianalfabeta

cultomedio-altosemiculto

rango= 0.383

38440287243233

57395

0.3450.2470.2370.2420.1940.2130.1650.100

0.714 0.544 0.508 0.464 0.484 0.434 0.318 0.295

0.700 0.541 0.512 0.477 0.474 0.427 0.322 0.317

4 raz. ver.= -3103.835

sign.= 0.000

ocupación tipo 3tipo 0tipo 1tipo 2tipo 4

rango= 0.229

284124484438

12

0.2620.2360.2330.2170.152

0.597 0.534 0.481 0.474 0.392

0.601 0.504 0.484 0.476 0.372

5 edad

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52

raz. ver.= -3092.764 sign.= 0.004

60-6970 en adelante

20-2930-3940-4950-59

hasta 19 añosrango= 0.154

11441

419259245147137

0.2670.2410.2440.2310.2360.2020.191

0.566 0.522 0.516 0.519 0.506 0.471 0.412

0.569 0.520 0.516 0.515 0.508 0.470 0.415

6 raz. ver.= -3087.333

sign.= 0.007

hablante de lengua indígenanosí

rango= 0.105

93891

0.2310.202

0.522 0.396

0.519 0.414

* vocal siguiente vocal uvocal ivocal ovocal evocal a

230300274271288

0.1960.2450.2310.2350.241

0.546 0.509 0.489 0.479 0.477

--- --- --- --- ---

* estudios medios

ningunoprimarios

superiores

430184682

45

0.2480.2450.2190.197

0.531 0.503 0.482 0.459

--- --- --- ---

* sexo hombresmujeres

944418

0.2330.223

0.511 0.477

--- ---

* posición medialinicial

632731

0.2650.206

0.555 0.463

--- ---

* tonicidad tónicaátona

500863

0.2170.238

0.512 0.493

--- ---

* grado de conocimiento mediano

pocobueno

13634620

0.2300.2120.211

0.574 0.506 0.490

--- --- ---

Input= 0.219; razón de verosimilitud= -3087.333; significación= 0.007

El modelo propio de los alófonos faríngeos incluye ahora seis variables

significativas: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto previo; el nivel

sociocultural; la ocupación; la edad; y el ser hablante de una lengua indígena. Como

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53

puede apreciarse, existen muchas coincidencias en cuanto a la lista de variables con

relación a la lista anterior presentada a propósito de las formas velares.

Tabla 10. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en el total de los datos.

N= 5929 jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -1810.923

sign.= 0.000

zona preestratificatoria sureste

centro-estecentro-oeste

noroestenoreste

rango= 0.630

3741651167226

0.5190.1300.0620.0600.034

0.900 0.592 0.406 0.384 0.266

0.899 0.592 0.406 0.383 0.269

2 raz. ver.= -1752.775

sign.= 0.000

contexto previo vocal avocal evocal o

pausaconsonante

rango= 0.552

232192

30830

0.6670.1820.1570.1060.053

0.894 0.520 0.482 0.515 0.380

0.865 0.620 0.586 0.446 0.313

3 raz. ver.= -1722.694

sign.= 0.000

nivel sociocultural semiculto

analfabetamedio-bajo

semianalfabetamedio

bajoculto

medio-altorango= 0.778

8266164154126

6251

0.2000.1540.1350.1300.1270.0550.0930.004

0.841 0.590 0.575 0.502 0.479 0.295 0.280 0.069

0.846 0.591 0.576 0.503 0.478 0.286 0.275 0.068

4 raz. ver.= -1713.424

sign.= 0.000

grado de conocimiento bueno

medianopoco

rango= 0.252

522943

0.5470.2460.208

0.530 0.397 0.283

0.532 0.393 0.280

5 raz. ver.= -1706.110

sign.= 0.001

hablante de lengua indígenasí

norango= 0.266

137255

0.3110.064

0.721 0.454

0.720 0.454

6 raz. ver.= -1695.246

sign.= 0.002

edad 50-59

70 en adelante40-49

11129

137

0.1620.1810.133

0.600 0.545 0.542

0.600 0.548 0.543

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hasta 19 años20-2960-6930-39

rango= 0.205

8823448

106

0.1230.1370.1180.094

0.517 0.516 0.408 0.393

0.516 0.513 0.412 0.395

7 raz. ver.= -1686.019

sign.= 0.004

ocupación tipo 4tipo 1tipo 2tipo 0tipo 3

rango= 0.358

1628725562

114

0.2030.1400.1290.1180.105

0.763 0.520 0.523 0.458 0.407

0.767 0.524 0.524 0.436 0.409

8 raz. ver.= -1679.454

sign.= 0.007

estudios medios

primariossuperiores

ningunorango= 0.172

22438719

123

0.1290.1240.0830.164

0.588 0.478 0.430 0.410

0.584 0.480 0.429 0.412

9 raz. ver.= -1674.169

sign.= 0.035

vocal siguiente vocal ivocal evocal avocal ovocal u

rango= 0.147

19516715615778

0.1620.1470.1330.1350.068

0.519 0.594 0.464 0.448 0.476

0.559 0.530 0.506 0.492 0.412

* tonicidad átonatónica

508245

0.1430.108

0.544 0.431

--- ---

* sexo hombresmujeres

526227

0.1320.123

0.511 0.477

--- ---

* posición medialinicial

413340

0.1760.098

0.601 0.431

--- ---

Input= 0.073; razón de verosimilitud= -1674.169; significación= 0.035

Por fin, el modelo propio de las soluciones laríngeas presenta numerosas

connivencias con los anteriores en lo que toca a la lista de variables pertinentes. Es, sin

embargo, un modelo más rico o complejo, pues da por buenos nueve grupos de factores,

en el siguiente orden de importancia: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto

previo; el nivel sociocultural de los informantes; el grado de conocimiento de una lengua

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indígena; el ser hablante de una lengua indígena; la edad; la ocupación; el grado de

estudios alcanzados; y la vocal posterior. Como se ve, se trata una vez más de un modelo

en el que predominan los aspectos de naturaleza social.

Conviene ahora referirse al papel de las variables en la distribución de /x/ de

manera transversal, pues existen comportamientos complementarios y patrones

recurrentes en cuanto al poder explicativo o no de algunos de los grupos de factores, al

tiempo que hay también diferentes hechos no fáciles de explicar y que hubieran sugerido

una reestructuración de algunas variables, tarea que excede los límites y posibilidades de

este trabajo, que sólo pretende ser un primer acercamiento al problema.

(i) La variable independiente más importante en el conjunto de la variación de /x/

es, sin duda, la zona dialectal preestratificatoria. No sólo aparece en los tres

modelos respectivos para velares, faríngeas y laríngeas, sino que siempre ocupa el

primer lugar en la jerarquía de factores seleccionados. Una de las motivaciones

fundamentales, como se comentaba supra, era averiguar la funcionalidad del

modelo geográfico postestratificatorio, ya puesto a prueba con datos relativos a

/ʝ/, /t͡ʃ/ y /s/, para los que también resultó altamente significativa. Debe observarse

que el estatus analítico es muy diferente al de tres zonas dialectales que se

propone más abajo dentro de este mismo trabajo. La zonificación

preestratificatoria es una mixtura entre sectores geográficos y un conocimiento

general de la forma en que se distribuye la diversidad dialectal del español de

México, de manera que, una vez constituida en variable, se pone a prueba como

parte de un modelo estadístico general. La zonificación entres zonas (infra) se

propone específicamente para /x/ y es inductiva, de modo que ordena los datos

considerados a partir de cinco argumentos que se expondrán más adelante.

Volviendo ahora a las zonas preestratificatorias, las variantes velares son

favorecidas por el centro-oeste, el noroeste, el noreste y el centro-este, y no son

favorecidas por el sureste. Las formas faríngeas, por su parte, son seleccionadas

en especial por el sureste, el noreste y el noroeste (es decir, por la periferia), pero

obtienen probabilidades inferiores a 0.500 en las áreas centrales, sea la oriental o

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la occidental. Los alófonos laríngeos, por fin, son muy favorecidos por el sureste

del país (0.899) y ligeramente por el centro-este, pero no por el centro-oeste, el

noroeste y el noreste. Parece bastante claro que el sureste del país es la región más

diferenciada con respecto a la variación de /x/ —realidad recurrente ya verificada

con respecto a otras variables lingüísticas, sugiriendo una separación dialectal de

orden mayor a la que existe entre otras regiones del país.

(ii) El segundo factor de mayor importancia global es el contexto previo a la

presencia de /x/; el grupo de factores aparece en los respectivos modelos de cada

una de las tres variantes, siempre en la segunda posición jerárquica. La presencia

de una consonante previa, como en San Juan (mapa 374) favorece fuertemente la

aparición de formas velares (0.754); de hecho, es también el factor que menos

propicia las soluciones faríngeas y laríngeas. Como ya se había mostrado supra,

en la tabla 6, el mapa de San Juan muestra las frecuencias relativas más altas de

velares (0.803, seguido a distancia por jabón, mapa 363, 0.692). Por otra parte, la

pausa previa, presente en varios de los mapas, parece tener un efecto parecido,

aunque más mitigado, pues favorece la variante velar y desfavorece las formas

más posteriores faríngeas o laríngeas, aunque con probabilidades más cercanas a

0.500 que la presencia de consonante. Son las vocales, en conjunto, las que más

promueven la presencia de formas posteriores. Para las velares, sólo la [a__]

otorga una contribución modesta22, mientras que [e__] y [o__] se muestran

desfavorecedoras. Prácticamente lo contrario ocurre con las variantes posteriores,

faríngeas o laríngeas, pues las vocales siempre muestran probabilidades que

sufragan su presencia.

(iii) El nivel sociocultural es el tercer elemento de importancia para caracterizar la

distribución global de /x/, pues aparece en los tres recuentos, siempre en la tercera

posición jerárquica. La cantidad de distinciones o factores, por otra parte, es

elevada, pues se distinguen ocho niveles diferentes; este hecho, asociado a la

aparición de órdenes no completamente regulares, o inesperados, en el

22 Cuestionable, en realidad, pues se trata de un solo caso.

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comportamiento de la variable, y al desequilibrio en el tamaño de los datos (por

ejemplo, las personas “cultas” suman 266 datos entre las tres tablas, mientras que

las “analfabetas” aportan 1758 ejemplos), sugieren la conveniencia de reagrupar

la variable, de modo que se distingan menos niveles socioculturales. Dejando de

lado ahora esa posibilidad, y examinado simplemente las tendencias principales,

parece bastante claro que las primeras posiciones aparecen ocupadas por personas

evaluadas como de cierto nivel cultural en el caso de las variantes velares: los

rangos más altos están ocupados por “medio-alto”, “culto” y “medio”, mientras

que en los inferiores aparecen “medio-bajo”, “analfabeta” y “bajo”. La tendencia

parece básicamente la contraria en el caso de los alófonos faríngeos, pues son

promovidos en especial por las personas de nivel “bajo”, “analfabeta” y “medio-

bajo”, y desfavorecidas por las de grado “culto”, “medio-alto” y “semiculto”. Una

tendencia parecida, aunque quizá un poco menos clara, parece apuntarse en el

caso de las soluciones laríngeas, pues aunque tres de los cuatro grupos

favorecedores son de nivel “analfabeta”, “medio-bajo” y “semianalfabeta”, el

cuarto factor, y en realidad el primero de la lista es “semiculto”, aunque hay que

precisar que en este grupo sólo se documentaron 8 casos de variantes laríngeas (de

entre un total entre las tres tablas de sólo 50 casos). El patrón tampoco es

completamente claro en los cuatro factores que quedan por debajo de 0.500, pues

aparecen en ese rango “medio”, “bajo”, “culto” y “medio-alto”, si bien varios de

ellos con muy pocos casos. Esperando no caer en cierto reduccionismo analítico,

parece que puede decirse, en general y normalmente, que cuanto más elevada es la

atribución de nivel sociocultural en los informantes del Atlas, mayor es la

expectativa de documentar formas velares, mientras que cuanto más bajo es el

nivel, cabe mayor posibilidad de encontrar soluciones posteriores, sean faríngeas

o laríngeas.

(iv) Voy a situar como cuarto factor determinante en la distribución del conjunto

de los datos la edad, pues aunque ocupa el quinto lugar en la jerarquía de las

velares y en la de las faríngeas, y el sexto en la de las laríngeas, es el último grupo

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de factores que tiene la particularidad de aparecer como significativo en los tres

modelos de regresión escalonada generados para cada una de las variantes

fónicas. Es interesante, desde luego, que sea la edad uno de los grupos de factores

de mayor importancia, dado lo que ello puede acarrear con respecto a los patrones

de vaiación y cambio aparente. Como en el caso del nivel sociocultural, el hecho

de que se hayan distinguido un número relativamente grande de variantes —siete

en el caso actual— diluye un poco el dibujo de los datos, sugiriendo la utilidad de

reagrupar y condensar los materiales. No obstante, es posible de nuevo esbozar las

principales tendencias apuntadas en el modelo variable. En líneas generales, los

grupos de edad más joven favorecen un poco más la aparición de variantes

velares. De hecho, los dos únicos factores que favorecen abiertamente su

aparición son el grupo de “hasta 19 años” (0.569) y el de “30-39” (0.523); y los

dos que menos favorecen el surgimiento de las formas más anteriores son los

factores “60-69” (0.461) y “70 en adelante” (0.450). El patrón es menos nítido en

lo que toca a las soluciones faríngeas, aunque puestos a decidir parecería tener

bastante sustento la conformación inversa: a la cabeza del favorecimiento se

encuentran los grupos de más edad, “60-69” y “70 en adelante”, y el grupo menos

favorecedor es “hasta 19 años”; varios de los grupos intermedios, sin embargo, no

se presentan en el orden que cabría esperar si los datos de variación por edad

estuvieran ordenados linealmente de modo pleno. Más confuso todavía es el

patrón propio de los alófonos laríngeos, aun cuando parece tender a mostrar, al

igual que las variantes faríngeas, favorecimiento por parte de las personas de más

edad y desfavorecimiento de los más jóvenes. En ese sentido, los tramos más

propiciadores de velares son “50-59”, “70 en adelante” y “40-49”, y el grupo

menos favorecedor “30-39”. De todas maneras, subsisten varias dudas, pues “60-

69” es el menos favorecedor y el grupo más joven, de “hasta 19 años” queda en el

centro, favoreciendo incluso de modo ligero la aparición de variantes laríngeas.

En el segundo modelo sociolingüístico, que se presenta infra, referido a la zona

fronteriza, la variable de edad se reestructuró en tres grupos.

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Habría que considerar ahora un segundo grupo de variables que resultaron

significativas sólo en alguno de los tres modelos estadísticos.

(v) El grado de conocimiento de una lengua indígena se instala en el sexto lugar

significativo para las velares, no es significativo para las faríngeas y es el cuarto

significativo para las laríngeas. En lo referente a las variantes velares, éstas se ven

tanto más favorecidas cuanto menor es el conocimiento, pues “poco”, que es el

único factor que promueve comparativamente las soluciones velares, recibe un

0.603 de probabilidad, “mediano” un 0.463, y “bueno” un 0.364. En las

soluciones llamadas faríngeas, el grado de conocimiento es, de hecho, la menos

significativa de todas la variables; incluso las diferencias en la probabilidad de un

nivel son relativamente pequeñas, y aún menores son las discrepancias en cuanto

a las frecuencia relativas. El grupo de factores, sin embargo, vuelve a ser

significativo cuando se trata de las variantes laríngeas, ofreciendo una especie de

imagen en espejo respecto de aquéllas, pues las soluciones más posteriores son

favorecidas cuando el conocimiento es “bueno” (0.532) y no cuando es

“mediano” (0.392) o “poco” (0.280). Ciertamente, habría que explorar mucho más

despacio qué es lo que significan en realidad estos datos, al igual que los

referentes a la siguiente variable que se va a comentar, el hecho de ser hablante

de una lengua indígena, variable obviamente relacionada con ésta. Dado que,

como se comentó supra, los bilingües incluidos en la muestra lo son de al menos

trece lenguas diferentes, sería delicado atribuir a la idea general de contacto la

predisposición a las soluciones laríngeas. Una posibilidad específica que me

parece que habría que explorar en más detalle es la que afecta a los hablantes de

maya yucateco y a la presencia de correlaciones significativas de laríngeas en el

sureste del país. Como se expondía más arriba, 162 de los 450 datos procedentes

de bilingües proceden de hablantes de maya, que además son los que muestran

una mayor concentración geográfica; es decir, más de un tercio de los datos. Dada

la pertinencia en el español del área de las soluciones laríngeas en la misma zona

de presencia de estos hablantes, podría existir cierto correlato entre esta variable

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del grado de conocimiento y el hecho de ser hablante de una lengua indígena con

la selección de las formas laríngeas como hecho subsidiario a la significatividad

geolingüística de la zona dialectal23. El grado de conocimiento de la lengua, de

hecho, parece ser elevado entre los hablantes bilingües de maya incluidos en la

muestra: aproximadamente el 53% de ellos presentan un conocimiento “bueno”.

Por otra parte, los datos de conocimiento anotado como “bueno” en los

cuestionarios se reparten, aproximadamente, entre hablantes de maya (52%),

náhuatl (28%) y zapoteco (20%). Es decir, no sólo hay en especial bilingües de

maya en la muestra, en comparación con otras lenguas, sino que éstos se

encuentran localizados en una zona bastante determinada y además, debido a que

su conocimiento del maya es en muchos casos “bueno” aportan la mayor

proporción (de hecho más de la mitad de los casos) a esta categoría.

(vi) El hecho de ser hablante de una lengua indígena no es significativo para las

velares, pero representa el sexto lugar significativo en el caso de las variantes

faríngeas y el quinto en el modelo referente a los ejemplos laríngeos. De las doce

variables consideradas, el hecho de ser bilingüe queda en el décimo lugar en el

modelo de las variantes velares, por debajo del umbral establecido a partir de la

significatividad del cálculo logístico escalonado; en la probabilidad de un nivel,

de todos modos, “no” ser hablante de una lengua indígena favorecía ligeramente

las formas velares (0.507, frente a 0.404), aunque hay que decir que las

diferencias eran más abultadas en términos de frecuencia relativa (los “no”

bilingües alcanzan un 0.701 de f, por sólo un 0.487 de los “sí” bilingües). El grupo

de factores sí emergió como significativo para los ejemplos faríngeos, de modo

que los “no” bilingües favorecen ligeramente estas formas (0.519, frente a 0.414).

Por fin, los “sí” bilingües favorecen con claridad las variantes más posteriores, las

etiquetadas como laríngeas, que llegan a una probabilidad de 0.720, frente al

0.454 de los “no” bilingües. Mi interpretación, como queda expresado a propósito

23 Es decir, no se propone, un principio, o no necesariamente, una relación genética entre los dos hechos, sino que simplemente se trataría de la coincidencia de las dos dimensiones, la geolingüística y el bilingüismo, en una misma región y en unos mismos datos.

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de la variable anterior, es que probablemente el hecho es en realidad subisidiario

de la elevada presencia de bilingües de maya en la muestra, y en el peso que

conceden los hablantes del sureste del país a las soluciones laríngeas.

Ciertamente, el problema amerita más investigación de la que puede llevarse

ahora a cabo.

(vi) El nivel de estudios ocupa el cuarto lugar significativo en el modelo de las

variantes velares, no es significativo para las faríngeas, y resulta en el octavo

lugar, pero todavía significativo, para las laríngeas. Aun aceptando esta

significatividad, el patrón emergente no es fácil de interpretar. Si nos fijamos en

las variantes velares, resulta que quienes más las favorecen son las personas con

estudios “superiores”, pero resulta que van seguidos por las personas con

“ningún” estudio y por las de estudios “primarios”, y sólo no favorecen las de

estudios “medios”. En cuanto a las formas faríngeas, para las que el factor no fue

significativo, muestran a la cabeza a los de estudios “medios” en la probabilidad

de un nivel y hasta el final a los de estudios superiores. Por fin, las laríngeas sólo

son favorecidas por las personas de estudios “medios” y no favorecidas por las de

los demás grupos de estudios. En mi opinión, pueden estar ocurriendo dos cosas:

por un lado, que el grupo de factores se traslapa en parte con el de nivel

sociocultural, al que seguramente cabe conceder un mayor valor dado que

procede de una evaluación global por parte de los encuestadores. Por otro lado, y

puede ser más importante, es posible que el grado de estudios deba verse a la luz o

dentro de cada una de las zonas dialectales propuestas, más que a nivel general, si

consideramos el bajo papel que desempeña en cuanto a significatividad, y que de

alguna manera los datos de una zona estén neutralizando los de otra, al ver todos

los hechos juntos. Por fin, un comentario adicional tiene que ver con que los datos

de frecuencia relativa sugieren que quizá habría que reestructurar la variable de

algún modo que captara mejor los hechos. Si nos fijamos nada más en las

frecuencias, pensando nada más en la descripción de los datos producidos y no en

el aspecto de un modelo inferencial, resulta que las personas con estudios

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superiores realizaron un porcentaje importante de velares (0.719, es decir, 71.9%),

las de estudios medios y primarios quedan en un escalón intermedio (0.621 y

0.649) y las personas sin estudio al final (0.578); las variantes faríngeas muestran

porcentajes ligeramente superiores al 20% en todos los grupos, menos en el de

estudios “superiores”, que no alcanza, aunque por poco, esta cota; y las variantes

laríngeas fueron ejecutadas sobre todo por personas con “ningún” estudio (0.164),

medianamente por los grupos de instrucción intermedios (0.124 los de estudios

“primarios” y 0.129 los de estudios “medios”) y muy poco por las personas con

estudios “superiores” (0.083). Es decir, la perspectiva podría reducirse a estas

afirmaciones: las diferencias entre grupos de estudios, vistas al menos a nivel

global, no son muy grandes, y en consecuencia pasan a duras penas el umbral del

modelo inferencial, y a veces ni siquiera lo pasan, ofreciendo además una imagen

confusa. Si nos fijamos exclusivamente en la descripción de los datos, y

aceptando su dudosa significatividad, puede decirse, en líneas muy generales, que

cuantos más estudios se tienen más velares se producen, y cuantos menos

estudios, más se realizan soluciones posteriores.

(viii) Aunque la ocupación del informante no es significativa para las variantes

velares, queda en el cuarto lugar significativo para las faríngeas y en el séptimo

para las laríngeas. No es extraño, por otra parte, que las variables referidas a la

ocupación susciten algunas dudas, empezando por la forma en que lleva a cabo la

distribución de las variantes o factores. No extraña que el factor no haya sido

significativo para las velares, pues las diferencias tanto en frecuencias como en

probabilidades de un nivel son realmente pequeñas; llama la atención, con todo,

que el “tipo 4” alcance la mayor probabilidad y la segunda mayor frecuencia. Los

datos distan de ser obvios, de todas formas, en lo que se refiere a las faríngeas,

pues se constata en “tipo 3” como el más favorecedor y el “tipo 4” como el que

menos; en términos de frecuencia, por otra parte, las ocupaciones de los tipos 0 a

3 muestran diferencias muy pequeñas, y sólo queda ostensiblemente alejado de

ellas el “tipo 4”. Por fin, las laríngeas son especialmente favorecidas precisamente

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por el “tipo 4”, y también son favorecedores, aunque en un menor nivel, por los

tipos 1 y 2. En conjunto, los datos no muestran ningún patrón muy evidente, y

parece necesario reconsiderar el papel del grupo de factores e incluso cuestionar

la utilidad de incluirlo en un posible modelo de los datos de /x/, cuando menos en

su conformación actual.

(ix) El papel de la vocal siguiente tiene un papel modesto, pero todavía

significativo en el modelo de las velares, ocupando el séptimo lugar en la

jerarquía; no resulta significativo para las formas faríngeas y queda en el último

lugar significativo para las soluciones laríngeas. Puede decirse, en principio, que

las vocales no altas, es decir, [__a], [__e] y [__o] favorecen la aparición de

formas velares. El patrón para las variantes faríngeas es exactamente el contrario,

pero ya se ha dicho que no supera el umbral de significatividad. Por fin, [__i], [__e] y [__a] favorecen ligeramente el surgimiento de variantes laríngeas,

mientras que [__o] y [__u] no. El patrón emergente, en cualquier caso, sorprende

un poco, pues la expectativa era, en cualquier caso, que el LUGAR de la vocal

estuviera asociado de alguna manera al de la consonante. En ese sentido, llama la

atención que para las velares el eje pertinente no es el antero-posterior, sino el de

altura (por cierto, que incluso en términos de apertura sucede lo contrario a lo

esperable), con las faríngeas el grupos de factores no es muy significativo, y con

las laríngeas sí termina siendo significativo el eje antero-posterior, sólo que al

contrario de lo esperado, pues son favorecidas por las vocales más anteriores.

Por fin, hay tres variables que no resultaron nunca significativas para ninguno de

los tres modelos estadísticos.

(x) El sexo es la única variable social que no resultó significativa para ninguna de

las variantes fónicas en el modelo sociolingüístico de los datos globales. Ocupa un

noveno lugar con las formas velares y con las formas faríngeas, y el onceno en el

modelo de los casos laríngeos. El hecho en sí llama la atención, desde luego. En

términos de probabilidades de un nivel y de frecuencias, con todo, las mujeres

favorecen las soluciones velares ligeramente más que los hombres, quienes por su

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parte producen unos pocos casos más de faríngeas y de laríngeas. El hecho en sí

se muestra conforme a lo esperado (que las mujeres produzcan se encuentren más

cerca del estándar), pero las diferencias son realmente pequeñas.

(xi) La tonicidad de la sílaba, por su parte, queda en el lugar onceno con las

velares y con las faríngeas y en el décimo con las laríngeas. Las sílabas tónicas se

mostraron ligeramente más asociadas a las variantes velares y a las faríngeas,

mientras que las átonas son un poco más frecuentes cuando aparecen soluciones

laríngeas. El hecho es también coherente con lo esperado (que las sílabas tónicas

estén más asociadas a las variantes más intensas), pero de nuevo hay que insistir

en su carácter no significativo, en términos estadísticos.

(xii) No sólo nunca fue significativa la posición como variable explicativa, sino

que incluso ocupa el último lugar en el caso de las variantes velares, el décimo

con las faríngeas y de nuevo el último con las laríngeas. La posición inicial

favoreció levemente la aparición de alófonos velares, y la medial la de alófonos

faríngeos y laríngeos. El dato corresponde de nuevo a lo esperado, en la medida

en que cabe pensar en una mayor concentración de energía en inicio que en

posición intermedia, pero una vez más el hecho no es significativo.

La disposición general del modelo queda, por tanto, con cuatro variables muy

importantes (zona preestratificatoria, contexto previo, nivel sociocultural y edad), cinco

variables de importancia media (grado de conocimiento de una lengua indígena, ser

hablante de una lengua indígena, estudios, ocupación y vocal siguiente) y tres variables

desalojadas de toda importancia (sexo, tonicidad de la sílaba y posición en la palabra).

HACIA UN MODELO GEOLECTAL DE TRES ZONAS

En este apartado se explora en más detalle la propuesta, sugerida antes durante el examen

de los diez cortes en los mapas que proyectan la variación de /x/, de establecer tres

grandes zonas desde los puntos de vista geográfico y variable. Estas tres grandes zonas

serían: a) la sección posteriorizadora, asociada a los rangos bajos en la escala derivada

del índice de LUGAR articulatorio; b) la sección intermedia o fronteriza, propia de los

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rangos intermedios; c) el área velarizadora, que es la más conservadora y apegada al

estándar nacional y la que presenta cotas más elevadas en la escala de rangos.

Ya se ha comentado, por una parte, la tendencia a que los últimos rangos

acumulen progresivamente una gran cantidad de puntos de encuesta. La tabla 11 permite

considerar este aspecto en mayor detalle.

Tabla 11. Frecuencia absoluta y frecuencia absoluta acumulativa de puntos de encuesta

por rangos en el índice de LUGAR. N= 193 rango F F acumulativa

1 7 72 12 193 12 314 11 425 12 546 10 647 10 748 20 949 26 120

10 73 193

Es decir, mientras el primer rango apenas suma siete lugares, y los rangos 2 a 7

oscilan entre 10 y 12 puntos en cada corte, de modo que para el rango séptimo apenas se

han acumulado 74 localidades, los últimos tres rangos, de carácter mucho más

velarizador, pasan a referirse a 20, 26 y 73 puntos de encuesta. Esta asimetría en la

concentración de puntos según rangos queda claramente establecida en la figura 16, que

proyecta la frecuencia acumulativa.

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66

0

50

100

150

200

250

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Figura 16. Frecuencia absoluta acumulativa de puntos por rangos

Mientras que la línea progresa con una pendiente prácticamente uniforme entre

los rangos 1 a 7, los tres últimos rangos, y especialmente el último de todos, muestran una

pendiente mucho más inclinada. Este hecho sugiere que no nos encontramos ante una

distribución más o menos equilibrada, sino que hay una tendencia notoria en el país hacia

el predominio de las soluciones velarizadoras. Antes de observar la consecuencia de este

hecho sobre la proyección de los datos en lo que podría llamarse la geografía aparente del

proceso de cambio y variación, conviene establecer plenamente la hipótesis de tres zonas.

Los argumentos principales son cinco (ya se ha hecho referencia a los tres

primeros): a) la posibilidad de establecer una distribución más o menos equitativa

equitativa de los rangos de LUGAR (1 a 3; 4 a 7; 8 a 10); b) los patrones concentrado o

difuso de cada uno de esos tres grupos de rangos; c) la distribución de las tres variantes

consideradas en cada una de las tres áreas; d) el comportamiento de los llamados

hablantes NORMS; e) la distribución sociolingüística de las variantes en cada una de las

áreas.

El argumento a) es de carácter puramente cuantitativo, en la medida en que

sugiere una distribución equilibrada de los rangos. El argumento b), cualitativo y

geográfico, se desarrolla de inmediato, y a continuación los aspectos c) y d). Por fin, el

último argumento, e), se desarrolla parcialmente en el apartado siguiente, al establecer el

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modelo multivariable de la variación sociolingüística en la zona fronteriza (que es en la

que se espera más variación por su carácter más difuso.

En cuanto a b), entonces, conviene parece conveniente dibujar los mapas que

concentran cada uno de los tres tramos que se están proponiendo, empezando por las

áreas de carácter más posteriorizador.

Figura 17. Zona posteriorizadora (rangos 1 a 3)

Este mapa, que coincide con el presentado en la figura 8, incluye todos los puntos

que obtienen puntuaciones de lugar que quedan entre los rangos 1 a 3. No parece

excesivo decir que se trata de áreas bastante concentradas, enumerables con relativa

facilidad. Tenemos dos subáreas principales, la costa del Golfo y la costa del Pacífico. La

primera se extiende desde la parte norte de la Península de Yucatán, deslizándose desde

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el estado de Yucatán y extendiéndose progresivamente por Campeche, Tabasco y el sur

del estado de Veracruz; sólo un punto de Quintana Roo queda relativamente alejado del

área de concentración de esta subzona. En cuanto a la segunda subzona, queda conectada

con esta primera a través del istmo de Tehuantepec, y se subdivide luego en tres áreas

discontinuas: la más meridional, que vincula la costa de Chiapas con el sureste del estado

de Oaxaca; la costa norte, o noroeste, del estado de Guerrero; y la península de Baja

California, donde la densidad de los puntos de encuesta es menor.

Si la distribución de los rangos bajos o posteriorizadores es relativamente

concentrada, la plasmación geográfica de los rangos intermedios 4 a 7 es, a mi juicio,

mucho más difusa, tal como se plasma en el mapa siguiente.

Figura 18. Zona fronteriza (rangos 4 a 7)

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Los rangos intermedios, en contraste con los más bajos (y también en contraste

con los más altos, como se verá en seguida), muestran una distribución geográfica mucho

más difusa; esto, ciertamente, es una cuestión de grado. Es verdad que la mayoría de los

puntos quedan distribuidos dentro de dos subzonas: una principal, que ocupa una franja

distribuida en la dirección norte-sur, en el centro del país (con un punto aislado en

Quintana Roo), y una secundaria, en el noroeste extremo, establecida a través de la

presencia de varios puntos en el noroeste de Sonora y de uno más en Baja California.

Pero también es verdad que en realidad se muestran numerosas discontinuidades, en

especial dentro del área principal. Habría que hablar, de hecho, de comarcas fronterizas,

más que de grandes regiones: el interior de Chiapas, el oeste de la costa oaxaqueña y el

sureste de la de Guerrero, parte de la costa central y norte de Veracruz, etc. En general,

podría hablarse para esta colección de puntos de una zona de transición, en el sentido

tradicional, entre las áreas posteriorizadoras y las áreas velarizadoras. Sin embargo, el

carácter relativamente difuso de la distribución de estos puntos, y el relativo traslape con

puntos de las áreas más concentradas en algunas de las comarcas, sugiere que el término

de zona difusa es más apropiado para referirse a los rangos intermedios, por lo menos

mientras se dispone de mayor información sobre el modelo variable (por ejemplo, el

papel del tamaño e importancia de los núcleos poblaciones y las redes comerciales y de

comunicación en que se agrupan, tanto en la época de recolección de los datos del Atlas

como ahora). Esta zona intermedia es fronteriza en el sentido estrictamente geográfico

sólo en parte, debido al grado relativo de traslape de que se ha hablado. Es fronteriza, en

cambio, desde el punto de vista variable, pues si las zonas de rangos bajos y altos

muestran datos más concentrados, no presentarán datos tan variables en cuanto a la

distirbución interna en cada una de las localidades, sino datos mucho más estables. Es

decir, la hipótesis es que el patrón sociolingüístico será mucho más rico en esta zona

intermedia, correspondiendo a algo parecido a un cambio en curso, aunque proyectado

ahora en en términos estrictos de tiempo aparente, sino de geografía aparente.

Veamos ahora la distribución de los rangos más elevados o velarizadores.

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70

Figura 19. Zona velarizadora (rangos 8 a 10)

Me parece que es bastante claro que los rangos altos o velarizadores generan un

patrón concentrado, no difuso, fácilmente acotable y describible incluso por medio de

isoglosas, por lo menos en sus partes más nucleares. La concentración velarizadora es

extraordinariamente densa en el centro del país, tanto en el centro-este como en el centro-

oeste, y se extiende luego a través de diferentes corredores por los diferentes estados

meridionales, tanto los intermedios como los extremos, alcanzando el sur de Tamaulipas,

franjas en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, así como extendiéndose a lo largo de la

costa de Sinaloa y del sur del estado de Sonora. Existen también otras ramificaciones en

algunos estados del sur, apareciendo la velarización clara en puntos del interior de

Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Obsérvese también que aunque se dan numerosos traslapes

con los puntos asignados a la llamada zona intermedia o fronteriza, de modo que puede

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haber oscilaciones entre puntos relativamente cercanos, en especial en las áreas

periféricas con respecto al centro del área velarizadora, no existen traslapes con las áreas

posteriorizadoras, que como distribución también concentrada, se muestran claramente

acotadas.

Parece bastante claro, entonces, que la existencia de dos regiones extremas

concentradas y de una intermedia difusa (tanto en el sentido geográfico como en el

sociolingüístico) resulta ser un argumento de peso de cara a la partición propuesta en tres

grupos de rangos. El argumento c) tiene que ver con la forma en que se distribuyen las

diferentes variantes en cada una de estas tres zonas geográfico-variables. En la tabla 12 se

muestran las frecuencias absolutas y relativas de variantes, y en la figura 20 se proyectan

estos mismos datos.

Tabla 12. Totales de variantes según zonas. N= 5929

zonas variantes F f

velares 78 0.082

faríngeas 334 0.352

laríngeas 532 0.561

posteriorizadora (949 datos)

otras 5 0.005

velares 498 0.377

faríngeas 619 0.468

laríngeas 193 0.146

fronteriza (1322 datos)

otras 12 0.009

velares 3198 0.874

faríngeas 410 0.112

laríngeas 28 0.008

velarizadora (3658 datos)

otras 22 0.006

En la zona posteriorizadora, la variante más común, que aparece en más de la

mitad de los casos (0.561), es la posterior; algo más de uno de cada tres son de soluciones

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faríngeas (0.352), y por fin las variantes velares surgen menos de una de cada diez veces

(0.082). La variante predominante en la zona fronteriza es precisamente la intermedia con

respecto al LUGAR, la faríngea (0.468), seguida por la velar (0.377) y en último término

por la laríngea (0.146); en todo caso, es la región en que, comparativamente, las variantes

se muestran más equitativamente. Por fin en el área velarizadora, casi nueve de cada diez

casos (0.874) son ejemplos velares, poco más de uno de cada diez resultan ser faríngeas

(0.112), y los datos laríngeos son simplemente residuales (0.008). Igual valor residual y

no caracterizador tienen los ejemplos que quedan fuera de estas tres categorías

principales en las tres zonas dialectales.

0.0000.1000.2000.3000.4000.5000.6000.7000.8000.9001.000

posteriorización frontera velarización

velares faríngeas laríngeas otras

Figura 20. Distribución de variantes según zonas dialectales por frecuencias relativas

La figura 20 confirma gráficamente lo que se acaba de comentar. El hecho más

notable es la línea ascendente que constituyen las soluciones velares cuando se lee la

gráfica de izquierda a derecha, en contraste con las variantes laríngeas, que precisamente

adoptan un camino claramente descendente a través de las sucesivas zonas

posteriorizadora, fronteriza y velarizadora. En cuanto a las formas faríngeas, ascienden

ligeramente en el tránsito de la zona posteriorizante a la fronteriza, y luego descienden

claramente al llegar a la conentración velarizadora.

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La figura siguiente es un intento por plasmar en una sola gráfica mucho de lo

dicho hasta ahora.

y = 0.0102x - 0.598R2 = 0.9109

-1.000

-0.500

0.000

0.500

1.000

1.500

20 7 5 82 191

192 12 37 141 2 16 184

187

122 69 60 92 145

109 94 96 152 83 29 95 52 70 172

157 28 51 19 54 55 176 58 98 130

158 35 57 64 84 88 111

115

121

127

180

Figura 21. Distribución de puntos según índice de LUGAR, distinción de zonas según

rangos y línea de tendencia lineal (variación fónica en geografía aparente)

El trazo de la figura 21 proyecta la puntuación alcanzada en el índice de LUGAR

para cada uno de los 193 puntos del Atlas, una vez que se han ordenado en una lista

jerárquica que va de menos a más; como se recordará, los valores extremos que puede

alcanzar el índice son -1 (que nunca se alcanza) y 1. Como puede observarse, leída de

izquierda a derecha, la proyección adopta una forma semejante a la de una curva en “S”.

Las flechas, por su parte, señalan los puntos, o tramos de la curva, que quedan dentro de

cada una de las tres zonas postuladas a través de los argumentos que se vienen

desarrollando, de manera que la zona posteriorizadora ocupa la parte baja o arranque de

la curva en “S”, la fronteriza el tramo medio, o de ascenso rápido, y la velarizadora toda

la parte superior, que afecta al mayor número de puntos, incluida la cornisa final de la

“S”, que alcanza el valor de 1, es decir, plenamente velarizadora (quizá podría haberse

Zona fronteriza

Zona velarizadora

Zona posteriorizadora

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discutido la posibilidad de una cuarta zona, una que no presentara ningún grado de

variación). De hacerle caso a la ecuación de tendencia lineal, la R2 presenta un valor muy

alto, de 0.9109, lo que vendría a significar que un 91% de la variación queda descrita a

través de la curva del índice de LUGAR.

Quizá el principal atractivo de la proyección sea precisamente el mostrar una

curva en forma de “S” como resultado de resumen o síntesis del comportamiento de todos

los datos. Si se tratara de una proyección del tiempo aparente, situando a las personas de

más edad a la zquierda, y a los más jóvenes a la derecha, podríamos decir que estamos

viendo un proceso de cambio lingüístico en curso. Lo que tenemos aquí, sin embargo, es

una proyección de geografía aparente, donde los diferentes puntos han sido reorganizados

no según el lugar que ocupan en la geografía mexicana, sino con respecto a su posición

jerárquica en el índice de LUGAR. Ya hemos visto antes, a través de los mapas, cómo de

todas formas pueden decirse en realidad bastantes cosas acerca de la ubicación geográfica

de los puntos, una vez que se han ido considerando por los tramos en que la escala de

rangos segmenta el índice de LUGAR. Lo importante ahora es que, aunque no puede

establecerse que estemos viendo estrictamente la forma adoptada por un cambio en curso,

sí vemos el trayecto geográfico de difusión que podría seguir la distribución de las

variantes de /x/ en el caso de estar involucrada en un proceso de expansión (caso en el

que nos moveríamos de derecha a izquierda) o de estandarización (situación en la que el

traslado sería de izquierda a derecha), como no sería extraño documentar, tal como parece

ocurrir a propósito de otras variables de carácter sociolingüístico. Faltarían datos para

poder cerrar el razonamiento (por ejemplo, datos actuales que permitieran establecer otro

corte sincrónico), pero la consideración de los datos sociolingüísticos puede arrojar

algunas luces adicionales al problema (infra, en relación precisamente al argumento e)

para las zonas dialectales ahora defendidas).

Norms

Conviene ahora referirse al argumento d), que tiene que ver con la distribución de los

llamados hablantes NORMS tanto en el conjunto de los datos como sólo en la zona

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fronteriza. Los hablantes NORM24 constituyen el prototipo de informante empleado por la

dialectología tradicional: hombres de edad avanzada con pocos estudios y poca movilidad

geográfica y social, de los que se espera que nos representen las soluciones más antiguas

y tradicionales de un dialecto. Tal estrategia ha sido criticada en repetidas ocasiones, en

la medida en que nos ofrece una imagen distorsionada de las hablas de un lugar y en que

corta las alas de la variación presente a través de diferentes dimensiones sociales en un

lugar dado. De hecho, una de las principales novedades del Atlas Lingüístico de México

fue el empleo de una gran variedad social en cuanto a sus informantes. Podría en ese

sentido parecer contradictorio acotar en este apartado tal riqueza, pero el propósito es, por

un lado, tener precisamente el registro típico de la tradición dialectológica y, por otro,

disponer de una unidad de comparación más controlada para intentar ver si existen

diferencias marcadas entre la llamada zona fronteriza (en la que se está esperando mayor

variación) y el conjunto de los datos.

En ese sentido, la base de datos ahora trazada por medio de la consideración de

diez mapas incluye 5929 datos, de los cuales 4045 son de hombres. Tomando ahora sólo

en cuenta los ejemplos procedentes de hombres de 60 o más años y de nivel sociocultural

caracterizado como analfabeta o semianalfabeta, se suman 335 ejemplos en la base de

datos manejada ahora25. En cuanto a la llamada zona fronteriza, incluye un total de 1322

datos, de los cuales 898 son de hombres. Una vez efectuada la misma acotación en

referencia a la edad y el nivel sociocultural26, los datos pertinentes para esta comparación

son sólo 77. Se ha supuesto poca movilidad para todos los informantes que forman parte

de esta acotación. El resumen de resultados puede verse en la tabla 13 y en la figura 22.

24 “Quizá el rasgo más característico compartido por todos los grandes proyectos de geografía lingüística sea el tipo de informante seleccionado. Independientemente de la diversidad de culturas, de las disrepancias socioeconómicas y de la variedad topográfica, la mayoría de los informantes ha sido en todos los casos constituida por varones rurales, mayores y sedentarios. A falta de un término establecido para caracterizar a esta población, nos referiremos a ellos [...] como NORMs (nonmobile, older, rural males), acrónimo basado en la descripción dada” (Chambers y Trudgill 1994, pp. 56-57). Aquí, de todas maneras, se ha variado parcialmente esta definición, en la medida en que es posible acceder a la base de datos del Atlas Lingüístico de México, teniendo en cuenta a hombres mayores sin estudios. 25 Quedan fuera un par de casos adscritos a las “otras” soluciones, distintas a las formas velares, velo-faríngeas o faríngeas. 26 Y dejando igualmente fuera un ejemplo de “otra” solución.

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76

Tabla 13. Distribución de las variantes de /x/ entre los hablantes NORM totales y los de la

zona fronteriza

velares faríngeas laríngeas

F f F f F f

NORMS total (335 casos) 171 0.510 107 0.319 57 0.170

NORMS frontera (77 casos) 20 0.260 42 0.545 15 0.195

Salta a la vista que la principal diferencia entre uno y otro subgrupo radica en la

distribución de variantes velares y variantes faríngeas, pues los NORMS de todo el país

producen en frecuencia relativa el doble de casos que los NORMS fronterizos, mientras que

resultan tener un conjunto bastante menor de soluciones faríngeas. Las distancias en

cuanto a formas laríngeas son pequeñas, aunque hay proporcionalmente más casos entre

los miembros de la frontera variable.

0.000

0.100

0.200

0.300

0.400

0.500

0.600

0.700

velares faríngeas laríngeas

Norms total Norms frontera Total de datos

Figura 22. Distribución de hablantes NORMS en el total de los datos y en la frontera, en

comparación con la distribución del total de los datos

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La figura muestra una diferencia evidente entre ambos grupos. Mientras que en el

total de los datos se advierte una disminución de materiales cuanto más posterior es la

solución, en la frontera los NORMS muestran un pico en las soluciones faríngeas; además,

la distancia entre la frecuencia relativa de formas velares y de formas laríngeas es

pequeña en el subgrupo intermedio.

Parece entonces que puede decirse que los datos procedentes de los NORMS

sustentan el argumento d) relativo a las motivaciones para distinguir tres zonas dialectales

en la variación de /x/, y en especial la posibilidad de distinguir una zona intermedia. Una

segunda reflexión tiene que ver con el hecho mismo de considerar los materiales

procedentes de NORMS, pues la imagen que tienden a ofrecer es mucho más conservadora

o tradicional con respecto al conjunto de la población. De hecho, si se comparan los datos

con la línea que ofrece el resumen general de todos los casos27, puede observarse cómo la

concentración de datos velares es sensiblemente mayor, mientras que los materiales

faríngeos y laríngeos son ostensiblemente menores; es decir, el conjunto de los datos

ofrece una perspectiva mucho más cercano a lo que parece ser la norma o estándar del

español de México.

SEGUNDO MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO: LA ZONA VARIABLE FRONTERIZA

Se desarrollan en este apartado varios aspectos pertinentes para la discusión del

argumento e) relativo al trazado de varias zonas dialectales para /x/. La zona fronteriza se

caracteriza por exponer, presumiblemente, las mayores tasas de variación interna en cada

uno de sus puntos. Si las áreas de velarización y de posteriorización pueden caracterizarse

como focalizadas, tanto en términos fónicos como geográficos, los puntos fronterizos

corresponden a una dimensión difusa en el espacio físico y sonoro, por usar los términos

clásicos de Le Page (1978), sin que pueda establecerse con facilidad el área geográfica

determinada que corresponde a esta frontera variable. Es decir, si parece sencillo trazar

27 Tal como aparecían en la tabla 5, con la pequeña corrección ahora, al calcular las frecuencias relativas, de haber retirado los 39 ejemplos de “otros” casos, lo cual otorga un total de 5890 ejemplos, y unas f de 0.641, 0.231 y y 0.128, respectivamente, para las variantes velares, faríngeas y laríngeas.

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sendas isoglosas que engloben las áreas focalizadas, resultaría forzado, en mi opinión,

tratar de caracterizar una región espacial determinada como área fronteriza. Se trata de

una frontera en el sentido variabilista, no en el sentido dialectológico tradicional. La

realidad inestable propia de las secciones difusas, asociada a los momentos expansivos de

un cambio lingüístico queda proyectada, como se ha visto, en la parte más inclinada de la

curva en forma de “S” perfilada en la figura 21. Todos estos hechos sugieren la

conveniencia de elaborar un modelo sociolingüístico multivariable detallado que se

refiera exclusivamente a las características de esta región variable intermedia. Se ha

empleado, de todos modos, un conjunto de variables independientes un poco más

restringido que en el modelo general expuesto supra, tanto en el número total de variables

como en la organización interna de ellas, pues se han reagrupado algunos de los factores.

De hecho, las dos que quedan de entrada fuera son el hecho de ser hablante de una

lengua indígena y el grado de conocimiento de la lengua indígena, en la medida en que

parecen asociadas o derivadas de un hecho geográfico principal. También se ha

reestructurado la variable edad, reducida ahora sólo tres grupos. La tabla 14 recuerda los

totales por variante en la zona fronteriza, y las tablas 15, 16 y 17 los datos de los modelos

estadísticos para cada una de las variantes, siguiendo el mismo tipo de presentación

empleado supra en el modelo global de datos.

Tabla 14. Totales en la zona fronteriza (sólo las variantes principales). N= 1211

variantes F f

velares 444 0.367

faríngeas 584 0.482

laríngeas 183 0.151

Aunque las variantes intermedias, etiquetadas aquí como faríngeas, son las que

claramente predominan en la llamada zona fronteriza (f= 0.482), no llegan a ser tan

predominantes como lo son las faríngeas en la zona posteriorizadora (que llegan a una f

de 0.561) y especialmente las velares en la región velarizadora (0.874).

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Tabla 15. Distribución sociolingüística de las variantes velares en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -748.685

sign.= 0.000

contexto previo consonante

pausavocal

rango= 0.483

76252116

0.6910.4170.234

0.776 0.459 0.481

0.823 0.565 0.340

2 raz. ver.= -734.329

sign.= 0.000

zona preestratificatoria centro-oestecentro-este

norestesureste

noroesterango= 0.300

1201151106039

0.4260.3990.3990.3080.229

0.601 0.545 0.533 0.424 0.300

0.600 0.550 0.531 0.422 0.300

3 raz. ver.= -724.392

sign.= 0.000

edad hasta 29 años

de 30 a 49 añosde 50 años en adelanterango= 0.218

15521673

0.3600.4190.275

0.556 0.538 0.342

0.558 0.537 0.340

4 raz. ver.= -711.407

sign.= 0.001

nivel sociocultural medio alto

medioculto

medio bajosemiculto

bajoanalfabeta

semianalfabetarango= 0.409

349727

1002

1312546

0.5070.3930.4580.3730.2000.3250.3440.293

0.760 0.629 0.614 0.492 0.491 0.482 0.404 0.374

0.775 0.634 0.594 0.495 0.486 0.477 0.401 0.366

5 raz. ver.= -700.824

sign.= 0.000

estudios ninguno

superioresprimarios

mediosrango= 0.282

5743

218126

0.3750.6230.3660.320

0.641 0.600 0.554 0.349

0.640 0.592 0.549 0.358

* tonicidad átonatónica

257187

0.3400.411

0.522 0.464

--- ---

* posición inicialmedial

329115

0.4590.232

0.606 0.349

--- ---

* sexo mujeres

hombres148296

0.3780.361

0.524 0.489

--- ---

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80

* vocal siguiente posterioranterior

292152

0.4030.313

0.503 0.495

--- ---

* ocupación tipo 2tipo 3tipo 1tipo 0tipo 4

1631161213410

0.3780.4060.3300.3180.500

0.513 0.511 0.499 0.436 0.415

--- --- --- --- ---

Input= 0.347; razón de verosimilitud= -700.824; significación= 0.000

El modelo propio de los alófonos velares es un poco más restringido que el

presentado antes para el conjunto de los datos, pues incluye sólo cinco grupos de factores

(por siete en el modelo global): se trata, en orden jerárquico, del contexto previo, la zona

dialectal preestratificatoria, la edad, el nivel sociocultural y los estudios alanzados. Eran

precisamente éstos los que aparecían entre los cinco primeros en el modelo global,

aunque no exactamente en el mismo orden. Las dos variables independientes que quedan

ahora fuera son el grado de conocimiento de una lengua indígena (no considerado) y la

vocal siguiente.

Tabla 16. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -804.050

sign.= 0.000

zona preestratificatoria noroeste

norestecentro-oestecentro-este

suresterango= 0.451

12514113212264

0.7350.5110.4680.4240.328

0.766 0.557 0.475 0.426 0.316

0.779 0.548 0.476 0.412 0.328

2 raz. ver.= -789.362

sign.= 0.000

contexto previo vocalpausa

consonanterango= 0.293

26129528

0.5260.4880.255

0.514 0.545 0.223

0.549 0.508 0.256

3 raz. ver.= -781.255

sign.= 0.013

nivel sociocultural bajo

semianalfabetaculto

analfabeta

247832

176

0.6000.4970.5420.485

0.595 0.586 0.518 0.539

0.609 0.587 0.582 0.519

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medio bajomedio

medio alto y semicultorango= 0.256

12012232

0.4480.4940.416

0.504 0.432 0.296

0.491 0.436 0.353

* tonicidad tónicaátona

215369

0.4730.488

0.557 0.466

--- ---

* vocal siguiente posterioranterior

345239

0.4760.492

0.524 0.464

--- ---

* ocupación tipo 4tipo 3tipo 0tipo 1tipo 2

1014559

184186

0.5000.5070.5510.5010.432

0.754 0.551 0.521 0.490 0.456

--- --- --- --- ---

* estudios medios

ningunoprimarios

superiores

20871

28124

0.5280.4670.4710.348

0.531 0.505 0.495 0.363

--- --- --- ---

* edad de 50 años en adelante

de 30 a 49 añoshasta 29 años

131233220

0.4940.4520.510

0.547 0.488 0.486

--- --- ---

* sexo mujeres

hombres203381

0.5180.465

0.524 0.488

--- ---

* posición medialinicial

261323

0.5270.451

0.556 0.461

--- ---

Input= 0.482; razón de verosimilitud= -781.255; significación= 0.013

El modelo de regresión lineal surgido para las variantes faríngeas en la zona

fornteriza es mucho más restringido que en el total de los datos. Mientras que la imagen

global sugería tener en cuenta la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el

nivel sociocultural, la ocupación, la edad y el ser hablante de una lengua indígena, ahora

se dispone de un modelo que sólo tiene en cuenta los tres primeros elementos de la lista

anterior: la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo y el nivel sociocultural.

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82

Tabla 17. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal.

1 raz. ver.= -467.742

sign.= 0.000

zona preestratificatoria sureste

centro-estecentro-oeste

norestenoroeste

rango= 0.627

715130256

0.3640.1770.1060.0910.035

0.851 0.617 0.389 0.378 0.223

0.850 0.616 0.390 0.379 0.223

2 raz. ver.= -437.930

sign.= 0.000

contexto previo vocalpausa

consonanterango= 0.432

119586

0.2400.0960.055

0.519 0.497 0.432

0.692 0.384 0.260

3 raz. ver.= -424.254

sign.= 0.000

estudios medios

primariosninguno

superioresrango= 0.486

6097242

0.1520.1630.1580.029

0.746 0.417 0.266 0.260

0.746 0.418 0.266 0.260

4 raz. ver.= -416.327

sign.= 0.000

edad de 50 años en adelante

de 30 a 49 añoshasta 29 años

rango= 0.277

616656

0.2300.1280.130

0.689 0.474 0.410

0.688 0.474 0.411

5 raz. ver.= -405.719

sign.= 0.003

nivel sociocultural analfabeta

semianalfabetamedio bajo

semiculto y cultomedio

bajomedio alto

rango= 0.515

6233488

2831

0.1710.2100.1790.1160.1130.0750.015

0.637 0.564 0.512 0.476 0.405 0.375 0.119

0.635 0.563 0.513 0.474 0.406 0.375 0.120

6 raz. ver.= -402.847

sign.= 0.017

vocal siguiente anterior

posteriorrango= 0.112

9588

0.1950.121

0.587 0.441

0.567 0.455

7 raz. ver.= -400.703

sign.= 0.041

sexo hombresmujeres

rango= 0.151

14241

0.1730.105

0.549 0.398

0.549 0.398

8 raz. ver.= -396.308

ocupación tipo 0 14 0.131

0.599

0.599

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sign.= 0.036 tipo 2tipo 1

tipos 3 y 4rango= 0.242

826225

0.1900.1690.082

0.578 0.502 0.357

0.577 0.501 0.357

* posición medialinicial

11964

0.2400.089

0.661 0.386

--- ---

* tonicidad átonatónica

13053

0.1720.116

0.537 0.439

--- ---

Input= 0.085; razón de verosimilitud= -396.308; significación= 0.036

En contraste con los modelos de velares y faríngeas, el modelo fronterizo para

laríngeas es casi tan rico como el modelo global. Quedan seleccionadas ocho variables,

en el siguiente orden: zona dalectal preestratificatoria, contexto previo, estudios, edad,

nivel sociocultural, vocal siguiente, sexo y ocupación. El modelo general se diferencia

por incluir las dos variables que ahora no se han considerado en el análisis (hablar una

lengua indígena o no, y el grado de conocimiento de esa lengua) y por dejar fuera el sexo,

que ahora, en la frontera, sí queda dentro de la representación logística. En cuanto al

orden jerárquico existen, de todos modos, numerosas semejanzas, en especial en los

rasgos altos.

Es decir, puede decirse en líneas generales que el modelo estadístico de la frontera

es un subconjunto del modelo expresado para los datos generales, por lo menos en lo

realtivo a los grupos de factores significativos. Si se piensa bien, esto tiene bastante

sentido, pues, por una parte, la frontera variable carece de la mayor homogeneidad

presente en los extremos posteriorizador y velarizador, así que es lógico que sea, hasta

cierto punto, una especie de modelo a escala de la variación mayor, en la medida en que

representa la parte media del proceso variable. De esa forma, tenemos una diversificación

geolingüística por zonas, tal como se ha venido defendiendo, al tiempo que un modelo

sociolingüístico que guarda, dentro de la presencia de cierto número de diferencias no

despreciable, una coherencia global general.

Debe considerarse ahora el papel específico de las variables independientes en el

modelo fronterizo. Como en el caso general, se reparten en tres grandes grupos: las

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variables más importantes, que son significativas en todos los casos, las variables de peso

intermedio, significativas sólo para algunas de las variantes fónicas, y las variables que

nunca fueron significativas.

Entre las variables más importantes se cuentan las tres siguientes, que también

estuvieron entre las más importantes en el modelo global:

(i) La zona variable preestratificatoria. La zona geolectal peestablecida puede

considerarse de nuevo el grupo de factores más importante, al igual que había

ocurrido en el modelo global. No sólo aparece com significativa en el cálculo

escalonado de las tres variantes fónicas, sino que es la segunda en importancia

con las velares y la primera con las faríngeas y las laríngeas. Hay bastantes

semejanzas pero también algunas diferencias entre el modelo que emerge para la

zona fronteriza y el que había surgido para el total de los datos. Si en la suma de

los datos las variantes velares eran favorecidas por todas las subzonas, menos por

el sureste del país, ahora, en el modelo de la región intermedia, son favorecidas

sólo por el centro del país, tanto al oeste como al este, y por el noreste, y no son

favorecidas por el sureste y por el noroeste. Hay que tener en cuenta,

naturalmente, que se está considerando ahora sólo el subconjunto de localidades

que aparece en el mapa inscrito en la figura 18. Más grandes todavía son las

diferencias con respecto a las formas faríngeas. En el modelo global, las variantes

fónicas intermedias estaban especialmente asociadas al sureste y a las dos áreas

septentrionales. Ahora, aunque todos los puntos ubicados al norte siguen

favoreciendo su aparición, los que quedan enclavados en la zona sureste no sólo

dejan de figurar en el primer lugar de favorecimieto en cuanto a la aparición de

faríngeas, sino que incluso son los que menos favorecen. Es decir, aunque el

grupo de factores es igualmente importante como tal en los modelos global y

fronterizo, en este segundo modelo hay una redistribución o alteración bastante

llamativa de las variantes. Por fin, el modelo propio de las laríngeas, sin duda la

variante más marcada es, ahora sí, prácticamente idéntico. El sureste y el centro-

este siguen siendo las regiones favorecedoras, en ese orden y con puntuaciones

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muy semejantes a las del modelo global (con el sureste alcanzando ahora una

probabilidad de 0.850) y con el centro-oeste y las regiones norteñas no

favoreciendo la aparición de las variantes fónicas más atrasadas con respecto al

LUGAR articulatorio.

(ii) El contexto previo constituye la segunda variable de importancia en el modelo

fronterizo, con lo que se produce una nueva coincidencia con respecto al modelo

general, en el que este grupo de factores puede también considerarse como el

segundo hecho más importante. En el modelo fronterizo ocupa el primer lugar

jerárquico para las velares y el segundo para las faríngeas y las laríngeas (se

recordará que en el modelo globla ocupaba siempre el segundo lugar de

importancia). El grupo de factores, además, se ha simplificado al considerar sólo a

la región fronteriza variables, pues sólo se distinguen los contextos

“preconsonántico”, “prevocálico” y “prepausal”. Así, las variantes velares son

claramente favorecidas por [C__], algo favorecidas por la pausa previa y desde

luego no favorecidas por [V__]; es básicamente lo mismo que ocurría en el

modelo global, aunque allí, al haber desglosado el material en tres vocales,

resultaba que [a__] estaba ligeramente a las soluciones velares de /x/. El paralelo

continúa en el caso de las soluciones faríngeas. En la frontera, las vocales

favorecen las formas intermedias, las pausas lo hacen ligeramente —aunque tan

levemente que más bien cabría decir que se comportan de modo neutral— y las

consonantes, en definitiva, no están asociadas a los alófono faríngeos. Es casi lo

mismo que ocurría en el modelo global28. El papel del contexto previo con

respecto a las formas laríngeas no es muy diferente al expuesto para las faríngeas.

Las vocales favorecen su aparición con claridad, mientras que las pausas y las

consonantes no la favorecen29. Además, era lo mismo que ocurría en el modelo

28 Con sólo la ligera diferencia de que en el modelo global las pausas desfavorecían ligeramente la aparición de faríngeas (0.492) y ahora, en la frontera variable, contribuyen escasamente a su presencia (0.508). Con todo, parece poder decirse que su papel es en lo básico neutro o nada significativo en ninguno de los dos casos. 29 De hecho, la principal diferencia con las faríngeas estriba en las pausas, que si con aquéllas mostraban un papel bastante tibio, ahora con las formas laríngeas son claramente no favorecedoras.

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global. Puede decirse, en suma, que el papel de este condicionamiento lingüístico

es muy semejante entre los modelos general y fronterizo, lo cual no es muy

sorprendente, pues no habría que esperar un cambio radical en cuanto a la acción

de los hechos lingüísticos, y en cambio pueden esperarse ciertos matices en

referencia a la ación de los hechos sociales. Por otra parte, parece también

bastante razonable que las vocales, que al presentarse previamente completan el

contexto intervocálico, favorezcan la aparición de formas más retrasadas —más

“abiertas” o “relajadas” en la perspectiva tradicional—, mientras que las

consonantes tiendan a pedir formas más anteriores, en especial considerando que

en el corpus manejado ahora el contexto preconsonántico equivale casi

enteramente a [n__].

(iii) El nivel sociocultural es la tercera y última variable que aparece como

significativa en los modelos de las tres variantes fónica; es el cuarto factor de peso

para las formas velares, el tercero para las faríngeas (que con el nivel cierran la

exigua lista de factores significativos) y el quinto para las laríngeas. Las variantes

velares muestran una distribución bastante clara, pues es evidente la tendencia a

que las personas de mayor nivel sociocultural propicien la solución más

adelantada —los tres factores que favorecen la variante, por encima de 0.500, son

“medio-alto”, “medio” y “culto”—, mientras que los informantes de niveles más

bajos son los que menos favorecen el alófono velar (“bajo”, “analfabeta”,

“semianalfabeta”). Algo parecido sucedía en el modelo global, pero en el modelo

fronterizo la distinción es todavía más nítida. Aunque no tan claros, los patrones

para las formas faríngeas y laríngeas muestran básicamente la distribución

contraria (de nuevo, al igual que el modelo global). Así, entre los favorecedores

de variantes faríngeas se encuentran las personas de nivel “bajo”,

“semianalfabeta” y “analfabeta”, aunque el patrón experimenta cierta discordancia

por la aparición del rubro de “culto” en la tercera posición jerárquica; entre los no

favorecedores, por otra parte, se cuentan los niveles “medio-bajo”, “medio” y

“medio-alto y semiculto” (estos dos últimos reagrupados en uno solo). Las

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soluciones laríngeas, a su vez, son también apoyadas por los niveles

socioculturales bajos, en líneas generales, pues sólo los “analfabetas”,

“semianalfabetas” y “medios-bajos” superan el 0.500; no falta, sin embargo, una

discordancia entre los simplemente “bajos”, que aparecen entre los grupos no

favorecedores. Con todo, parece poder decirse sin demasiados problemas que en

la frontera geográfica las personas de mayor nivel sociocultural tienden a preferir

las soluciones velares —las más normativas, a fin de cuentas—, mientras que son

los informantes de niveles inferiores quienes tienden a apoyar los alófonos más o

menos posteriores.

Los grupos de factores de nivel intermedio son los que se anotan a continuación:

(iv) La edad. Es el tercer grupo de factores para velares, no es significativa para

las faríngeas (y queda además en octavo lugar) y es el cuarto factor significativo

para las laríngeas. En el modelo global, el grupo de factores referido a la edad

gozaba de todavía más importancia, al haber sido significativo para todas las

variantes fónicas. En los datos fronterizos, la variable ha quedado reagrupada en

sólo tres generaciones. El patrón es muy claro para las formas velares: cuanto más

joven se es, más se propician las soluciones velares; sólo las personas de más de

50 años no sufragan los alófonos más adelantados o más normativos. Aunque no

emergió como grupo de factores significativo para las faríngeas, tanto la

frecuencia como, y sobre todo, la probabilidad binomial de un nivel apuntaban,

como era de esperarse, en la dirección contraria: las soluciones faríngeas tienden a

ser preferidas por las personas de mayor edad. Por fin, el patrón es completamente

nítido y significativo para las variantes laríngeas. Sólo los mayores de 50 años

apoyan las soluciones más atrasadas, mientras que el grupo intermedio y sobre

todo los más jóvenes no avalan la articulación posterior. Hay en todo ello una

semejanza general con el modelo general, al tiempo que una diferencia específica,

pues mientras para todos los datos la edad muestra un comportamiento algo

difuso, ahora el patrón es, me parece, enormemente claro, y unido al factor de

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nivel sociocultural, podría sugerir la presencia de un patrón de un cambio en

curso30.

(v) El nivel de estudios resultó ser el quinto y último factor en orden de

significatividad para las variantes velares, quedó en un noveno lugar, no

significativo, para las faríngeas, y en un llamativo tercer lugar, significativo, con

las laríngeas. Al igual que ocurría en el modelo global la interpretación del grupo

de factores no es muy clara. De hecho, para los alófonos velares todos los grupos

según estudios son favorecedores, con excepción del grupo de estudios “medios”;

llama la atención, sin embargo, que en términos de frecuencia relativa las

personas con estudios “superiores” presentan un porcentaje de 62.3% de casos,

que es más o menos el doble del que presentan los otros subgrupos (ya en el

modelo global se había hecho referencia a la necesidad de reconsiderar esta

variable). Aunque el grupo, como se ha dicho, no fue significativo para las

soluciones faríngeas, la probabilidad de un nivel y las frecuencias relativas

apuntan a que es, precisamente, el nivel de estudios “superiores” el que tiende a

favorecerlas menos. Por fin, las formas más atrasadas, las laríngeas, son

claramente apoyadas por las personas de estudios “medios” (0.746), y casi no se

encuentran datos, en contraste, de laríngeas entre personas con estudios

“superiores”. En suma, en los materiales fronterizos, y a reserva de una posible

reestructuración de la variable, el hecho más llamativo parece ser que los

informantes con estudios altos prefieren más las variantes velares que las otras

soluciones más atrasadas, hecho que sería consistente en lo básico con lo

encontrado hasta ahora al revisar otras variables sociales.

(vi) La variable vocal siguiente fue reestructurada respecto al modelo global, y

queda ahora reducida a sólo dos posibilidades, “vocal posterior” frente a “vocal

anterior”. Aun así, tiene un papel bastante modesto. No es variable significativa, y

queda además en penúltimo lugar, para las velares velares; tampoco es

30 Hay que apuntar, por otra parte, que a la nitidez del modelo fronterizo contribuye muy probablemente el hecho de haber simplificado la constitución de la variable de edad.

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significativa, y queda séptima, para las faríngeas; por fin, sólo es significativa,

pero en el sexto lugar jerárquico, para las laríngeas. Así las cosas, puede

observarse una leve asociación de las formas velares y faríngeas con las vocales

posteriores, y una relación un poco más sólida de las laríngeas con las vocales

anteriores. Como puede observarse, el escepticismo hacia la variable aumenta más

todavía si se considera que los resultados son contrarios a una posible hipótesis

que esperara encontrar cierta correlación entre el LUGAR de la consonante y el

LUGAR de la vocal.

(vii) También el sexo tiene un papel poco importante en el modelo fronterizo. No

resulta significativo ni para las velares (octavo lugar), ni para las faríngeas

(noveno lugar). Sólo tiene cierta importancia para las soluciones laríngeas, auqnue

incluso para éstas queda en séptima posición. El grupo de factores ocupa también

una posición bastante marginal en el modelo global, en el que de todos modos las

tendencias de los factores no son demasiado disímiles, con la excepción de las

formas faríngeas31. En el modelo fronterizo, en cualquier caso, hay tendencia no

significativa a que las mujeres selecciones formas velares y faríngeas, y tendencia

significativa a que los hombres tengan predilección por las soluciones laríngeas.

El patrón, en cualquier caso, es consistente con el hecho bastante común de que

las mujeres prefieran las variantes más normativas.

(viii) La ocupación es también escasamente significativa para el modelo

fronterizo. No es significativa para las velares; queda, de hecho, en el último lugar

de la escala. Tampoco es significativa (séptimo lugar) para las faríngeas. Y

aunque es significativa en el modelo de las variantes laríngeas, ocupa el octavo

lugar, es decir, entre los grupos de factores incorporados al modelo escalonado, es

el último en la jerarquía. De todos modos, a la vista de las frecuencias relativas,

puede apuntarse una leve tendencia a que las ocupaciones de “tipo 3” y de “tipo

31 La diferencia consiste en que en el modelo global los hombres producen algunos casos más de faríngeas, mientras que en el modeo fronterizo son las mujeres quienes optan más veces por las variantes intermedias. Con todo, los hechos extremos son los mismos: más velares con las mujeres y más laríngeas con los hombres.

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4”, es decir, las superiores en la escala, estén asociadas con las soluciones velares,

mientras que es el “tipo 0” el que muestra una frecuencia relativa mayor en el

caso de las soluciones faríngeas. Por fin, con los alófonos laríngeos, único caso en

que la variable de ocupación es realmente significativa, son los tipos más bajos, 0,

2 y 1, los favorecedores, mientras que los altos, 3 y 4, reagrupados juntos, no

favorecen la aparición de laríngeas. En otras palabras, existe una ligera tendencia

a que las personas con ocupaciones más altas en la escala se asocien con las

variantes más normativas, las velares, y a que las personas con ocupaciones

menos valoradas se asocien con realizaciones posteriores. Dentro de su muy

modesta significación, en todo caso, la variable de ocupación permite otorgar una

explicación un poco más coherente que en el modelo global, en el que la

distribución de los datos resulta más ambigua.

Sólo dos variables demostraron no tener ningún papel en el modelo de la zona

variable, la tonicidad de la sílaba y la posición, que son a su vez subconjunto de las

variables sin ninguna significación en el modelo global (allí se incorporaba a esta lista

también el sexo):

(ix) La tonicidad. Nunca significativa, ocupa la sexta posición jerárquica para las

velares, la cuarta para las faríngeas y la décima y última para las laríngeas. En

términos de frecuencia relativa, aparecen más casos de velares en sílabas tónicas y

más de faríngeas y laríngeas en sílabas átonas. Aunque se trata de un hecho

marginal, es consistente con lo esperable, es decir, que las soluciones posteriores,

en principio más relajadas, aparezcan más en sílabas menos prominentes.

(x) La posición en la palabra es el grupo de factores menos importante de todos,

pues es el séptimo factor para las velares, el décimo para las faríngeas y el noveno

para las laríngeas, nunca significativo. En términos de frecuencia relativa, sin

embargo, la posición inicial muestra el doble de casos de alófonos velares que la

posición medial; en contraste, es la posición medial la más asociada a las formas

posteriores, sean faríngeas o laríngeas. De nuevo, la tendencia es consistente con

lo esperado, pues el inicio, que en los datos estudiados corresponde en buena

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proporción a inicio absoluto, es en principio más prominente que la posición

intermedia, mayormente intervocálica.

CONCLUSIONES

Las principales conclusiones que se pueden extraer de este estudio son las siguientes:

a) Desde el punto de vista metodológico, es posible trabajar hacia aproximaciones

dialectométricas más precisas que permitan obtener una visión más detallada de la

variación, el cambio y la zonificación dialectal.

b) Es necesario trabajar simultáneamente con datos geolectales y sociolingüísticos si

se pretende afrontar el problema de la transmisión lingüística intracomunitaria y

de la difusión lingüística entre comunidades de habla; los materiales del Atlas

Lingüístico de México permiten afrontar hasta cierto punto tal tarea, pero serán

necesarios nuevos datos y nuevos modelos de trabajo.

c) Aun considerando la múltiple variedad fonética articulatoria y perceptual, y a la

espera de un estudio acústico detallado de las variantes, parece conveniente por el

momento, y en la medida en que el material se reduce a alófonos constituidos de

forma discreta, plantear el estudio de la variación de /x/ a través de tres variantes:

velares, faríngeas y laríngeas.

d) Es posible elaborar un índice simple que aprecie la variación de /x/ en cada punto

de encuesta.

e) Se ha defendido la existencia de tres zonas dialectales con respecto a /x/ por

medio de varios argumentos: distribución equitativa de rangos; patrones

concentrado o difuso de las zonas; distribución interna de las variantes en las

zonas; comportamiento de los NORMS; distribución sociolingüística de las

variantes y volumen de variación en cada zona.

f) Es posible reducir todo el modelo geolingüístico a una sola representación,

altamente significativa, con aspecto de curva en forma de “S”, que proyecta en

geografía aparente el proceso de variación y cambio de /x/.

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g) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico general, para todo el país, en el que

resultan significativos una serie de factores, entre los que destacan la zona

dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el nivel sociocultural y la edad,

presente en los modelos de las tres variantes distinguidas (velares, faríngeas y

laríngeas).

h) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico de la zona variable fronteriza, en el

que los principales factores significativos son la zona dialectal preestratificatoria,

el contexto previo y el nivel sociocultural. La variante velar tiende a asociarse, en

términos lingüísticos, al contexto previo no vocálico, y menos claramente, a las

sílabas tónicas, la posición inicial y a las vocales siguientes de carácter posterior.

En términos sociales, las velares están especialmente asociadas con el centro del

país, con los jóvenes y con los niveles socioculturales altos, así como, más

levemente, con los estudios y la ocupación elevados y con el sexo femenino. Las

variantes posteriores son sufragadas, en líneas generales, por los factores

complementarios en cada grupo.

i) A la vista de la distribución sociolingüística de los datos en la zona fronteriza,

aunada al hecho de que esta zona se encuentra en la parte más inclinada, y por

tanto de ascenso más rápido, en el modelo de geografía aparente presentado

supra, parece haber indicios en los materiales del Atlas de la presencia de un

cambio lingüístico en curso, en forma de retracción de las variantes posteriores en

la dirección de la variante más normativa, la velar.

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