DIXI (He dicho) XXXVI
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Revista DIXI (He Dicho) Número XXXVI / Año XII / Octubre 2014Distribución gratuita
Barbarita CRUZ
Una copla para cada momento de la vida
Rosalba Mirabella, artista independiente
Ángel Leiva y la hondura de la poesía
Eugenia González (Chew) exhibe a “Boo”Paula Jiménez retrata Santa Ana
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COORDINACIÓN: Laly Rosales
EDICIÓN: Irene Benito
DISEÑO GRÁFICO: Valentina Becker
DIBUJO DE TAPA: Jorge Missart
LOGO: Bruno Juliano
Sumario
COLABORADORES: Alejandro Nicolau, Ana Jeger, Ana Nores, Ana Vaz-quez Carranza, Bautista Eusebio, Carolina Álvarez, Carolina Zarzoso Pao-loni, Cecilia Gallardo, César Barber, Cristian Faralle, Delfina Cossio, Eu-genia González (Chew), Facundo Sanchis, Gabi Rubí, Gonzalo Villamax, Graciela Colombres Garmendia, Guadalupe Mothe, Guido Mossé, Jorge Missart, Juan Manuel Campi, Laura Rossi, Leo Miranda, Magali Ponce, Mariana Aran, Mels Petroff, Néstor Martín, Paula Jiménez, Perro Triciclo, Roberto Espinosa, Santiago Garmendia, Sergio Paz y Silvana Janin.
DIXI es una publicación cultural de distribución gratuita. Año XII, número XXXVI. Octubre de 2014. Registro de la propiedad intelectual número 243.824. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. DIXI es propiedad de Léxico (contenido creativo). Impresión: Printer. Nuestros e-mails son: [email protected] y [email protected] / Nuestro website es: www.dixihedicho.com.ar / Nuestro teléfono: +54(9) 0381 155 776057. Tucumán - Argentina. Las opiniones son nuestras -o sea, de los colaboradores- y pueden ser reproducidas libremente citando la fuente.
[4] TESIS
[8] TENDENCIAS
[10] INTERVENCIONES
[20] POGOS
[22] PROYECCIONES
[26] LABERINTOS
[32] COMPULSIONES
[42] CALIGRAFÍAS
[45] DIXI EXHIBE
[54] HIPÓTESIS
[60] INDIVIDUALES
[32] COMPULSIONES [26] LABERINTOS
[10] INTERVENCIONES
[60] INDIVIDUALES
[4] TESIS / Meditación trascendental
Sabia y madre
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Por Silvana Janin y Mariana Aran, desde Mendoza y Buenos Aires*
Nada es azaroso. Una semilla inaugura un jardín, la brisa anuncia la lluvia y un mo-mento intenso de sol, el verano.
Si miramos alrededor hay milagros ges-tándose a cada segundo. Como deben ser los milagros: humildes, imperceptibles y delicados.
Quizás habría que observar más de cer-ca la vida. Mirar hacia afuera, salir de noso-tros. Y aprender.
De la flor que respeta sus tiempos para florecer y no reniega del destino de marchi-tarse.
Porque sabe nacer y morir sin hacer tan-to alarde es que sigo respetando a la tierra y a quiénes de ella nacen. Ahí lo ves al fruto pidiendo que lo tomen o lo dejen, sin un reproche, sin una lágrima. Ahí se queda el árbol cuando azota la tormenta, con ojos limpios y sin sentirse tan importante.
De la tierra que se tiene que nutrir para dar frutos fuertes.
Lo que nos salva o nos cura viene de ella, y es naturaleza una palabra tan gastada que, si se la dice, parece un movimiento y, si se la omite, parece una afrenta. La dañan y se deja porque se sabe tan humana que aprendió a renacer antes de que las letras la nombraran.
De la comunión del árbol y del nido.Promete, hace y cumple con una ciencia
que muchas veces no la entienden y otras veces la alaban. Tiene la certeza de un tiro y no sabe hacer la guerra, aunque tantas veces las haya engullido en sus fauces de montaña y, después, haya lavado la sangre de los que estuvieron vivos con la sedosa lengua de sus ríos.
De la raíz que acepta su existencia sin sol.De la existencia fugaz de la belleza de
la mariposa.Naturaleza sabia, dicen, y yo les creo
porque no conozco mejor verdad que la que ofrece ni más ternura que la que abarca cada vez que florece, y que oculta cada vez que se derrama. Ahí lo ves al volcán como si nada gritando sus soledades en llamas, barriendo con todo sin permiso, dejándose dormir sin amenaza. Ahí se queda la piedra como un grito, feroz estatua contra el agua, que se deja tallar y hacer arena, y esculpe cañones y quebradas con su magia.
En cada fragmento de naturaleza hay una verdad consumada, una realidad ho-nesta y sin incertidumbres. Un mensaje.
Naturaleza madre, dicen, y yo también lo firmo porque siempre sabe dar cuando es preciso, porque sabe negar cuando hace falta.(dx)
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Las chicas maravillosas
En esta nueva ola de entusiasmo “geek/nerd”, los superhéroes coparon salas y pan-tallas, convenciones y discusiones. Esta ola dejó algo más en la costa, como preguntar-nos ¿qué pasa con las superheroínas?
Wonder Woman es el primer antece-dente en esta materia. La morocha ama-zónica fue creada para llevar un mensaje a todas las mujeres de allá por 1940: podías ser fuerte, compasiva, bella, justa y salvar al mundo.
Desde allí los modelos heroicos feme-ninos fueron adaptándose -cuando no desapareciendo- en función de las necesi-dades del momento histórico y la agenda de los medios. Ser mujer empoderada no siempre resultó un buen marketing.
El mundo siguió su derrotero, y comen-zamos a olvidar a Wonder Woman y sus mini shorts para recibir a otro tipo de heroí-nas como la Teniente Ripley (Alien); Sarah Connor (Terminator); Buffy, la cazadora de vampiros; Xena, la princesa guerrera y, úl-timamente, claro, Black Widow (Avengers). Todas estas mujeres de ficción tienen en común el ser re-imaginadas como modelos de heroísmo a partir de una feminidad no convencional que se proyecta en tiempos de guerra, de proliferación nuclear, de afa-nes futuristas y siempre, pero siempre, de apocalipsis en puerta.
El envoltorio puede actualizarse, pero la * Car
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esencia se mantiene. Las heroínas esquivan el concepto de feminidad “tradicional” en el sentido de sumisión; encadenamiento al hogar y a la vida doméstica; subordina-ción a la biología e incapacidad para tener éxito sin la ayuda de un hombre. El femi-nismo de la vieja escuela hace agua: ya “no paga” emular a ellos; ahora queremos ser nosotras, nuestras reglas, nuestra agenda, nuestro mensaje.
El mensajeCuenta la anécdota que Nichelle Nichols,
la actriz que interpretó originalmente a la teniente Uhura de Star Trek, estuvo a punto de abandonar la serie porque sentía que su personaje no aportaba nada y que fue nada menos que Martin Luther King quien la di-suadió de tomar tal decisión. El prócer esta-dounidense le hizo notar que el personaje aportaba algo valiosísimo: era una mujer de piel negra, con un cargo importante en una nave interestelar y en un programa de televisión de alcance mundial. Ella le estaba diciendo a millones de mujeres que aquello podía suceder: esto no es un sueño, somos capaces de lograrlo más allá del origen y el género.
La ciencia ficción y los cómics fueron ese lugar de fantasía donde todo es posi-ble, donde las leyes de la física se descon-trolan hasta el delirio y nuevos planteos
TENDENCIAS
Por Carolina Álvarez -texto- y César Barber -ilustración-, desde San Miguel de Tucumán*
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sociales son erigidos. No es extraño que las viñetas hayan procurado el ámbito de presentación de estas muchachas con po-deres sobrenaturales y trabajos de impor-tancia inverosímiles. El “We can do it!” dejó de ser un slogan para la mujer trabajadora de entreguerras: su lugar fue ocupado por la fórmula “sí podemos, podemos hacer lo que nos plazca”.
¡Al abordaje!En junio de 2013, la senadora texana
Wendy Davis protagonizó las noticias por dedicar 11 horas a defender una ley sobre salud femenina que pretendía ser revo-cada. Mediante el filibusterismo (técnica de obstruccionismo parlamentario), la se-nadora habló sin parar, sin descanso para comer, beber o siquiera ir al baño. Gracias a una gran cobertura periodística y en las redes sociales, Davis logró su objetivo de defender la ley.
Estas son las heroínas hoy. No hay lazos de la verdad, escopetas recortadas, espadas o capacidad para controlar el clima. Son mujeres comunes que con acciones radi-
cales siguen bregando por los derechos de sus congéneres para que podamos cons-truir nuestra realidad sin repetir un dis-curso impuesto. Gracias a ellas tenemos la oportunidad de ser madres, hijas, profesio-nales, amantes, esposas y líderes sin seguir patrones, sin renegar de nuestra naturale-za ni subyugarnos a ella, sin disculparnos ni excusarnos.
Pero el mal no está vencido. Hay mu-chas causas justas por defender, violencias por detener y prejuicios por erradicar. Basta de ser juzgadas por cómo nos vestimos y hablamos: tenemos que enseñar a nues-tras hijas, hermanas y sobrinas que tienen el derecho y la obligación de exigir respeto. Es todo un mundo el que hemos de salvar porque aún son demasiados los villanos por derrotar.(dx)
El feminismo de la vieja escuela hace agua: ya “no paga” emular a ellos; ahora queremos ser nosotras, nuestras reglas, nuestra agenda, nuestro mensaje.
[10] INTERVENCIONES
Los recuerdos de HolgaPor Mels Petroff -texto y fotografías-, y Magali Ponce -dibujos-, desde San Miguel de Tucumán
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Las imágenes que consigo con mi Hol-ga son como los recuerdos: a veces claras, a veces difusas, a veces superpuestas, a ve-ces dispersas… Este tipo de fotografía me retrotrae a muchas de las cosas que perdí; me refiero a momentos fugaces que no volverán y cuya fugacidad, sin embargo, no es causa de melancolía sino de bienestar.
Mediante la lomografía abrazo los re-cuerdos y los suelto. Esa técnica me permite volver a ser niña, y olvidar los academicis-
mos para reencontrarme con la simpleza y la sencillez. Una cámara diminuta con con-troles básicos facilita el proceso de creación y lo hace más cálido.
La fotografía tiene sus ramificaciones y un momento puede ser capturado de varias formas distintas (con el dispositivo digital, analógico, estenopeico, de placas, etcétera). Entre esas variantes se destaca la cáma-ra lomográfica, producto fabricado por la marca Lomography con la intención de de-
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Diez mandamientos lomográficos1) Llevarás tu Lomo a mano.2) Fotografiarás a cualquier hora, de día y de noche.3) La Lomografía no interferirá en tu ritmo de vida sino que formará parte de él.4) Dispararás apuntando desde la cadera.5) Te acercarás todo lo que puedas a tus objetivos.6) No pensarás.7) Serás rápido.8) Vivirás cada fotografía a sabiendas de que es única.9) Olvidarás la creación que ya pasó y la siguiente también.10) No seguirás ninguna regla: estas tampoco.
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sarrollar la “fotografía artística experimen-tal”. Este movimiento fotográfico surgió a comienzos de los años 90 en Viena (Aus-tria), a partir de una máquina rusa, la Lomo Kompakt Automat, cuyas prestaciones es-téticas obnubilaron a dos estudiantes que la descubrieron por accidente: Matthias Fiegl y Wolfgang Stranzinger. Entre 1992 y 1993, ambos pusieron en marcha la prolífi-ca y movediza Sociedad Lomográfica.
Bienvenido el accidenteLa cámara lomográfica se distingue
porque es de plástico (incluso las lentes), y porque técnicamente produce imágenes “viñeteadas” que remiten a las viejas foto-grafías familiares y caseras de las décadas de 1970 y 1980, o a las imágenes generadas con cámaras de video de formato Super 8. La lomografía concibe obras con filtracio-nes de luz, grano, cierto desenfoque, y altos contraste y saturación. El énfasis está pues-to sobre lo informal y lo que la ortodoxia llama accidente: defectos ópticos y distor-sión de colores. Estas cámaras no priorizan la calidad técnica de la fotografía sino su aspecto experimental y emotivo, y, por ello, un segmento de artistas encontraron en ellas una vía para explorar la espontanei-dad y lo instantáneo.
Las cámaras lomográficas suelen tener nombres muy particulares (por ejemplo, Holga y Diana). Algunas hacen honor a su forma: La Sardina se llama así por su parecido con la lata de sardinas. Los dife-rentes modelos vienen en formato 35 y 120 milímetros, y conquistan a los nostálgicos porque suponen una vuelta al pasado. A diferencia de la fotografía digital que privi-legia el “aquí y ahora” (dogma cuya expre-sión máxima es la “selfie”), la lomográfica requiere de un revelado posterior. Aquella “dulce espera” confiere el encanto del la-boratorio y alimenta la expectativa que de por sí implica el recuerdo capturado mien-tras pasaba.(dx)
»
¡PLUS!lomography.comlomo.ru
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Arte - Diseño - ComidasCel: 153368798 - Barrio Norte
[14] INTERVENCIONES
Las aventuras del Cordero MísticoPor Irene Benito, desde San Miguel de Tucumán
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Mientras el mundo juega a dar vueltas, a caerse, a estrellarse y a consumirse en un acto irónico de autodestrucción, dios se ocupa de cuidar al Cordero Místico como si en él habitase su rebaño pasado, presente y por venir. Por eso ocurren las catástro-fes que ocurren y por eso La adoración del Cordero Místico, el políptico más célebre y más amenazado de la historia, es postu-lado como prueba incontrovertible de la existencia de dios.
Si la obra maestra de los hermanos Hu-bert y Jan van Eyck hubiese terminado en París, la Gioconda de Leonardo Da Vinci se habría visto en la obligación de compartir el trono. Pero la providencia quiso (para fortuna del ¿exagerado? protagonismo de la Mona Lisa) que el retablo presen-tado en 1432 fijase domicilio estable en la Catedral de San Bavón, el tem-plo de Gante (Bélgica) al que había sido destinado originalmente.
El Cordero Místico por supuesto tuvo abundantes ocasiones para ex-traviarse, para perecer o para burlar la voluntad de Joos Vijd y Elizabeth Borluut, los cónyuges y aristócratas de Flandes que costearon la ejecución del proyecto. Su biografía es la biografía de Europa occidental desde el Medioevo en adelante: quizá por ello contemplarlo impli-ca una experiencia de lo inefable hasta para el más escéptico de los mortales.
A salvo del FührerLas mil aventuras del Cordero Místico
empiezan con su nacimiento. Hubert, el mayor de los Van Eyck, muere mientras es-taba pintando el encargo y este es comple-tado por Jan, cuatro años más tarde. La ex-hibición de la obra terminada coincide con el bautismo del hijo de Felipe el Bueno, jefe de un ducado que fue a la guerra (y apresó a la heroína Juana de Arco) sin descuidar el
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fomento de la moda y de la cultura. Enton-ces ya era común que los grandes actos de caridad cristiana reflejaran tanto el fervor religioso, el poder y el origen patricio del comitente como la gloria del Creador, y a esa pretensión múltiple obedece el políp-tico llamado a realzar la majestuosidad de una catedral también edificada con el aporte de los Vijd-Borluut.
La primera adversidad sobreviene, pre-cisamente, como consecuencia de la divi-sión del cristianismo: en 1566, el movimien-to iconoclasta impulsado por los calvinistas obliga a esconder La adoración del Cordero Místico en la torre de San Bavón. Doce años después, la República Calvinista instalada en Gante propicia el primer traslado del políptico a la sede del Gobierno municipal; en esa época, Guillermo de Orange inten-ta venderlo a la reina Isabel de Inglaterra, pero la leyenda dice que Joos Triest, un pa-riente noble del matrimonio donante, con-sigue detener la compraventa.
Si el siglo XVII depara cierta paz para el retablo, el siglo XVIII le ofrece la tribulación mayor: en 1794, los revolucionarios france-ses a las órdenes de Napoleón Bonaparte plantan su bandera en Gante y confiscan los cuatro paneles centrales (cordero inclui-do). El botín es exhibido en París hasta la caída del bonapartismo: en 1815, las tablas
robadas regresan a casa, pero el políptico ya había perdido las piezas correspondientes a Adán y Eva (retiradas por pudor) y, un año después, los paneles laterales quedan en manos de un coleccionista que, a su vez, los entrega (negociación mediante) al museo de Berlín de Federico Guillermo III de Prusia.
Cincuenta años después, reaparecen Adán y Eva, que pasan a formar parte del Museo de Finas Artes de Bruselas. En lo sucesivo, La adoración del Cordero Místico sufre nuevas amputaciones y atentados, pero se salva de la rapiña de los invasores alemanes durante la I Guerra Mundial. En 1920, el Tratado de Versalles, que pone fin a aquella conflagración, ordena la devo-lución de los paneles centrales a Gante. Tras 130 años de desencuentros, el retablo vuelve a ser armado en San Bavón, pero, como si de un rompecabezas endemonia-do se tratase, pierde dos piezas en un robo perpetrado en 1934: una de ellas, la perte-neciente a la representación de los jueces justos, nunca fue recobrada.
De todas maneras todavía faltaba la II Guerra Mundial. En el intento de evitar que la obra caiga en las garras de Adolf Hitler, los ganteses la envían a Francia de nuevo, pero aquella medida preventiva sólo de-mora lo inevitable. Luego de la ocupación de París, los colaboracionistas entregan el Cordero Místico al totalitarismo nazi, que se permite la locura de esconderlo en una mina de sal austríaca. Cuando la victoria de los aliados se presenta como un desenlace irreversible, Hitler manda dinamitar el es-condite, pero la bomba no toca ni un pelo del retablo. Dios o el azar, el azar o dios, operan otra vez para librar a la obra de los
Tras 130 años de desencuentros, el retablo vuelve a ser armado en San Bavón, pero, como si de un rompecabezas endemoniado se tratase, pierde dos piezas en un robo perpetrado en 1934: una de ellas, la perteneciente a la representación de los jueces justos, nunca fue recobrada.
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Si la obra maestra de los hermanos Hubert y Jan van Eyck hubiese terminado en París, la Gioconda de Leonardo Da Vinci se habría visto en la obligación de compartir el trono.
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Van Eyck del régimen de destrucción más efectivo de la historia de la humanidad.
El artista como un pararrayosLa adoración del Cordero Místico recrea
la epopeya del Rey de los Judíos y el ban-quete final prometido a sus discípulos. El relato está desplegado en 24 pinturas (12 interiores y 12 exteriores), que en total miden 340 x 440 cm, y abarcan desde los acontecimientos del libro del Génesis (en-tre ellos, el fratricidio de Caín y Abel) hasta los episodios del anuncio del nacimiento de Jesucristo y de la llegada de su reino sin fin.
La narración bíblica corre en paralelo con el testimonio de época: los hermanos Van Eyck, exponentes magistrales de la escuela flamenca, plasmaron en el retablo toda una interpretación actualizada de la redención del hombre por la muerte y re-surrección del hijo de dios. Así, como artis-tas que hacen las veces “de pararrayos que atraen las tensiones de su tiempo”, al decir del escritor español Rafael Chirbes, los au-tores del políptico compusieron una obra que combina las referencias de la fe católi-ca con la precisión de la ciencia y la técnica, y que, en última instancia, ofrece un retrato cultural completo, complejo e intrigante de la Gante del siglo XV.
Una ciudad que en aquel entonces esta-
ba en el apogeo del esplendor, que era más grande que Londres y competía con París, y cuyos habitantes eran célebres por su tenacidad y rebeldía (“1.000 años contra la corriente” sigue siendo el lema municipal). Pero como ninguna prosperidad dura para siempre, los ganteses se topan con la cues-ta descendente a comienzos del siglo XVI: la ciudad pierde el acceso al mar y, con ello, la mitad de su población. En 1540, Carlos V, que había nacido en Gante, se propuso hu-millar a los vecinos revoltosos y les colocó una soga en el cuello. Desde entonces, la ciudad se ha levantado literal y metafórica-mente innumerables veces, aunque nunca logró alcanzar el brillo de la centuria de los Vijd-Borluut y los Van Eyck.
Hasta el Cisma de OccidenteEl Cordero Místico parece una obra de
arte sacro y sólo lo es para el observador que se contenta con esta primera impresión. Más allá de ese barniz, el retablo supone una experiencia de transición entre la Edad Me-dia y el Renacimiento: su valor último reside en el universo de ideas y misterios que es-conde, espectro de posibilidades sutiles y lú-dicas que sitúa al políptico entre obras como El jardín de las delicias de El Bosco; La última cena de Da Vinci; Guernica de Pablo Picasso; Las meninas de Diego Velázquez, y los gra-»
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¡PLUS!Cada centímetro cuadrado de La adoración del Cordero Místico fue fotografiado en altísima resolución para el proyecto Closer to Van Eyck, Rediscovering the Ghent Altarpiece (Van Eyck de cerca, Redescubrir el retablo de Gante). La posibilidad de explorar los detalles minúsculos e imperceptibles de la obra -cosa que, por razones obvias, resulta inviable en San Bavón- hacen de la web closertovaneyck.kikirpa.be la mejor vía para acceder a los misterios del políptico gantés.
Escaneá el código con tu celular y entrá a la web.
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Como artistas que hacen las veces “de pararrayos que atraen las tensiones de su tiempo”, los autores del políptico compusieron una obra que combina las referencias de la fe católica con la precisión de la ciencia y la técnica, y que, en última instancia, ofrece un retrato cultural completo, complejo e intrigante de la Gante del siglo XV.
bados y pinturas negras de Francisco Goya.En el taller de los Van Eyck el conjunto
importaba tanto como los detalles imper-ceptibles. Por ello el Cordero Místico es una representación hiperrealista de la tradición judeocristiana donde el horizonte que aso-ma por las ventanas se corresponde con el paisaje y la arquitectura de Gante, y la flora y fauna reflejan un estudio exhaustivo de la botánica y la zoología de Flandes. Por eso hay vello en las piernas tridimensio-nales de Adán, y arrugas, verrugas y una barba mal afeitada en el rostro pétreo del donante Vijd. Y lo mismo corresponde decir respecto de túnicas, muebles y decorados, que responden a los diseños y a la elegan-cia característicos del Ducado de Borgoña.
La obsesión por la perfección muestra libros que emulan a los libros manuscritos de la época, y llega al colmo en el panel dedicado a los ángeles cantores, donde las bocas y gestos sugieren a sopranos, mezzo-sopranos y contraltos interpretando un himno verdadero. Idéntica observación cabe hacer respecto de la tabla de los ánge-les músicos, en la que la banqueta, el ves-tido y el instrumento de la organista par-ticipan de una misma partitura de belleza.
El políptico presenta abundantes tru-cos, secretos y símbolos, como la fruta que Eva sostiene, que no es la típica manzani-ta prohibida sino un cítrico en extinción cuyo nombre técnico es “pomum Adami” o nuez de Adán. “He aquí la esclava del Se-ñor”, dice la María de los Van Eyck en latín (“Ecce Ancilla Domini”), en letras puestas al revés para que dios, que lo mira todo desde el cielo, pueda leerlas. Otro aspecto sobresaliente del exterior del retablo es el contrapunto de la luz y la sombra en el escenario del encuentro entre la Virgen y
el arcángel Gabriel. En el interior, la esce-na eucarística une lo profano y lo divino, y hace de nexo entre los invitados a comer la carne y beber la sangre del Cordero Místi-co, y los actores principales de la fe católica (paneles superiores). Según los Van Eyck, en la salvación y la vida eterna se encon-trarán los jueces justos; los caballeros de Cristo que participaron de las Cruzadas; los ermitaños; los peregrinos; los judíos y paganos; los mártires, y los miembros de la Iglesia. En esa multitud aparecen el poeta Virgilio y San Esteban, los 12 apóstoles, y los protagonistas del Cisma de Occidente: los papas Martín V, Gregorio VII y el antipapa Alejandro V.
Pretender agotar la descripción de La adoración del Cordero Místico sería un pe-cado capital. El políptico hoy sujeto a res-tauración (el plan concluye en 2017) habla y calla por sí mismo mientras el mundo sigue de guerra y nuevas formas de pobre-za acrecientan la pobreza de siempre. Sea dios o no el responsable de la superviven-cia del Cordero Místico, lo cierto es que des-de hace casi 600 años este anima, inspira, acompaña y sufre la aventura inescrutable de la civilización.(dx)
La obsesión por la perfección muestra libros que emulan a los libros manuscritos de la época, y llega al colmo en el panel dedicado a los ángeles cantores, donde las bocas y gestos sugieren a sopranos, mezzosopranos y contraltos interpretando un himno verdadero.
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[20] POGOS
Historias detocadiscosPor Cristian Faralle, desde San Miguel de Tucumán
Un disco para… bailar en la cueva.
Un disco para… usar de posavasos.
Obra de pinchadisco Debo reconocer que no soy pro pinchadiscos. Sin embargo, este álbum con John Dahlback en los comandos me quemó el cere-bro. El disco, una compila-ción diseñada a pedido de la célebre revista británica Mix Mag, hace base en Mutants Presents (2013), última placa de Dahlback. ¿La diferencia respecto de su antecesora? Reversiones de las “performances” origi-nales creadas por los dedos de Dahlback y de otros fenómenos como los Lunde Bros o el benjamín Nathaniel Rathbun, a.k.a. Audien. Pese a ser un álbum relativamen-te largo -dura poco más de tres horas-, se deja escuchar con mucha comodidad y facilidad, y no resulta una condición exclu-yente el estar familiarizado con el “house”, el “progressive” o el “tecno”. Lo mejor de todo: los “remixes” superan las versiones originales, casi como si hubiesen sido he-chos por mutantes (?).
La plata y los monosEn 2000, Bersuit grabó Hijos del culo, su úl-timo disco decente. Catorce años después (cinco desde la partida de Gustavo Corde-ra) el colectivo naufraga entre lo que supo ser dentro del circuito “under” y este pre-sente aún “resaqueado” por la popularidad de aquellos años felices. En ese contexto nace El baile interior. La placa, undécima de estudio, busca abarcar la mayor cantidad de géneros posibles en doce canciones y arrastrada por esa ambición pierde una ex-celente oportunidad para reconciliarse con la esencia del grupo. El baile interior está muy lejos del compromiso social y la críti-ca política del comienzo, y bien cerca de lo que podría ser la banda sonora de “sitcom” de cabotaje. Bersuit dejó en claro que no hay nada claro; que todavía la banda no tocó fondo y que tal vez el próximo disco in-cluya a Juan Subirá y Ricardo Arjona cantando alguna balada de telo barato. Porque por plata hasta el mono baila.
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Pistas esenciales: Don’t stop, Opepp, Slapper,
Wayfarer y Jungle Khat
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Pop/Rock2014 Universal
Pista esencial: Hay pelado para todas.
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Lo que somos o quisimos ser
Sin miedo a que se me sonrojen los dedos,
voy a cantarles la prime-ra verdad de este disco: es el mejor de los nueve que editó Jarabe de Palo hasta el presente. La segunda verdad tiene que ver con la receta: la clave de Somos está en las baladas de corte pop, esas que endulzan los oídos con su música y que estrujan el alma con la lírica. Pau Donés apunta y hace centro en las dudas y planteamientos exis-tenciales de un sub-40 promedio. Carmen Niño aporta dramatismo desde los coros y los vocalistas invitados hacen un trabajo fenomenal. Y esa es la tercera verdad del asunto: Leiva (en Vecina, una de las mejo-res canciones del disco) y Ximena Sariñana (en ¿A dónde vas?) son el oxígeno de un ál-bum con pocos -por suerte- destellos rock y mínimas expresiones experimentales. Después de doce canciones y 42 minutos, Lo que te voy a decir es el resumen perfec-to de un disco maduro en el plano musical y atravesado por los interrogantes propios de alguien que ha vivido. Eso es lo que so-mos o quisimos ser.
Un disco para… escuchar hasta que explote el corazón.
Un disco para… guardar diez metros bajo tierra.
Decisiones que matan La vida es, fundamentalmente, el resultado de las elecciones que uno hace a lo largo del tiempo. Los productores de Raíz (2014) pensa-ron en los réditos económicos que podría ge-nerar un disco con canciones tradicionales de México, España y Argentina. Y la idea -hay que reconocerlo - era buena. Muy bue-na. La primera elección fue acertada: más de una dece-na de “tracks” i d e n t i f i c a d o s con la historia y la música iberoame-ricana (Que nadie sepa mi sufrir, La Maza y El día que me quieras, entre otros). Reclutar a Lila Downs y Niña Pasto-ri, dos mujeres de voces versátiles y mucha personalidad, fue el segundo acierto. Pero la inclusión de Soledad Pastorutti como última integrante del trío y el exceso de arreglos en algunas piezas clásicas terminaron atentan-do contra el proyecto. Es decir, la semilla se quedó con ganas de echar raíz.(dx)
#TambiénEscuchéYRecomiendo · The Six / The view from Jazzbo’s Head (2014) / Jazz · John Newman / Tribute | Deluxe edition (2014) / Pop - Soul · Calle 13 / Multiviral (2014) / Pop
#TambiénEscuchéYNoRecomiendo · Ángel Stanich / Camino ácido (2014) / Rock · Juanes / Loco de amor (2014) / Pop · Liliana Felipe / La mujer que mató a los peces (2014) / Folk -Pop
Folk/Latino2014
SonyMusic
Pista esencial: La Maza
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Jarabe de Palo
SomosPop/Rock
2014Tronco Records
Pistas esenciales: Hoy no soy yo, Tú mandas, Vecina, ¿A dónde vas?, Tú no sabes quién soy y
Lo que te voy a decir
[22] PROYECCIONES
Lo que resiste al vientoPor Ana Vazquez Carranza -texto- y Facundo Sanchis -ilustración-, desde San Miguel de Tucumán
El lector deberá hacer un ejercicio: enu-merar las peripecias por las cuales podría pasar una pareja. ¿Engaños? ¿Distancia? ¿Pobreza? ¿La muerte de un hijo… o de dos? ¿Una guerra? Al menos esas opciones están presentes en Lo que el viento se llevó. Quizá esas casi 4 horas de cinta incluyan, de al-gún modo, todas las historias de amor que se pueden contar desde que el ser humano se enamoró por primera vez (¡vaya tela!).
La película cumple 75 años este 2014. El homenaje exige recordar que fue la más cara de su época y, según los cálculos de expertos en la materia, es la más taquillera de la historia del cine. Tuvo el récord en los premios Oscar hasta 1959, con 10 galardo-nes que incluyeron el de mejor actriz para Vivien Leigh y el de mejor actriz de reparto para Hattie McDaniel, primera intérprete negra premiada por la Academia. La adap-tación de la novela de Margaret Mitchell también ganó en los rubros técnicos: fo-tografía, mejor montaje, mejor director y, como podríamos suponer, el de mejor pe-lícula de la edición de 1939.
OberturaLa primera parte de la película muestra
el viejo sur estadounidense: las plantacio-nes de algodón, los últimos caballeros y sus damas... “una civilización llevada por
el viento”. Eso es lo que vemos a continua-ción: una gran hacienda, esclavos que tra-bajan la tierra y la inmensa casona donde está Scarlett O’Hara (Leigh), nuestra prota-gonista, con su vestido blanco. Esa será la única vez que la veremos feliz.
La siguiente escena es la que transfor-mará el destino de los personajes hasta el final. Ashley, el amado de Scarlett, invita a todos a una fiesta en la que anuncia que se casará con su prima Melanie. La despe-chada Scarlett decide, a su vez, casarse con el hermano de Melanie para estar lo más cerca posible del hombre que la obsesiona.
¿Puede pasar algo más en esta reunión? Claro que sí. El director nos presenta a Rhett Butler (Clark Gable), un capitán de mala reputación que viene a advertir a los caba-lleros sureños que la Guerra de Secesión (1861-1865) se aproxima y que los estados del norte están muy bien preparados. De paso, aprovecha y se enamora de Scarlett.
Intermedio Luego del casamiento con la protago-
nista, el hermano de Melanie debe ir a la guerra. Muere allí, y la joven viuda se muda a Atlanta para vivir con sus parientes Me-lanie y Ashley. Scarlett es muy consciente de su frialdad, de que hace lo que sea para conseguir su objetivo (que ese amor im- *A
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La película cumple 75 años este 2014. El homenaje exige recordar que fue la más cara de su época y, según los cálculos de expertos en la materia, es la más taquillera de la historia del cine.
[24]
posible sea posible). Rhett dice ser el úni-co que entiende su naturaleza, porque es igual a la suya.
La guerra alcanza a nuestros persona-jes. Los yankees ocupan la ciudad y la in-cendian. Ashley está en el campo de bata-lla, Melanie acaba de parir y Scarlett debe ponerse en el rol de salvadora… Claro, con un poco de ayuda de Rhett, que las saca de la ciudad en una carreta. Él les indica el camino y vuelve para luchar junto a los su-reños: “quizá soy un fanático de las causas perdidas, más cuando ya se han perdido”.
¿Suficiente aventura para una niña malcriada? Claro que no. Scarlett llega al campo de su familia, sin nada del glamour que la caracterizaba. Su madre ha muerto, su padre tiene demencia. Junto a Melanie, sus hermanas y algunos esclavos que to-davía están allí, trabajan en los campos de algodón para salvar la hacienda y no morir de hambre.
Pero esta actitud no es digna de nuestra anti-heroína: debe encontrar otra solución. Busca un nuevo marido y se casa con un hombre medianamente rico que también tiene la gentileza de morirse rápidamente. Es cuando Rhett ve su oportunidad: ahora que los dos tienen un buen pasar, puede pedirle casamiento y esperar una respues-ta medianamente honesta.
SalidaPero que Scarlett y Rhett estén juntos
al fin no será sinónimo de felicidad. Tienen una hija que muere, pierden el segundo embarazo. En medio de ese dolor, Rhett se da cuenta de que, a pesar de los esfuerzos de toda su vida, Scarlett sigue enamorada de Ashley. Su musa trata de convencerlo de que no es así, de que había vivido engaña-da. “Amo algo que nunca existió, pero ya no me importa”, dice. La respuesta de Rhett es tan contundente que ha quedado en el imaginario: “francamente, querida, me im-porta un bledo”.
La chica que empieza vestida de blanco, rodeada de risas, termina vestida de negro, llorando. Sin embargo, se promete recu-perar a Rhett y devolver el esplendor a su campo, aquel que debía amar porque su padre así lo había decidido, y porque era lo único que dura, que no muere y que resiste al viento. ¿Lo habrá logrado?(dx)
‘Amo algo que nunca existió, pero ya no me importa’, dice Scarlett O’Hara. La respuesta de Rhett Butler es tan contundente que ha quedado en el imaginario: ‘francamente, querida, me importa un bledo’.
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[26] LABERINTOS
El hombre de las medias grisesPor Juan Manuel Campi -texto- y Gonzalo Villamax -ilustración-, desde San Miguel de Tucumán
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Grises. Las veo y lo recuerdo. Son grises y de algodón, supongo; me llegan hasta la mitad de pantorrilla y no las siento muy abrigadas, pero mis pies entran en calor. Hablo de medias. De sus medias.
Hace seis días que no lo veo y hace 23 horas que las llevo puestas para mantener-lo cerca. Si les hubiese cosido botones-ojos para convertirlas en títeres podrían hacer-me más compañía, pero no tengo hilo ni agujas ni botones y tampoco quiero arrui-narlas porque, después de todo, no son sólo medias: son sus medias.
Conservo ese par y una carta que me escribió a las apuradas mientras yo me du-chaba. Al final, cuando trataba de cerrar el bolso, me la entregó:
-Pepino, perdonáme, pero no tuve tiem-po. Te escribí estas líneas: son indicaciones que quiero que cumplas-, dijo.
Caminamos a la terminal desde la pen-sión. Un tramo corto que se hacía eterno a medida de que nuestros cuerpos se resis-tían a dar otro paso y otro, y otro más. No queríamos despedirnos. Era evidente e ine-vitable. No había brisa pero la resistencia a seguir avanzando se comparaba con mar-char en contra del viento. Por dentro, cada uno era un tornado. Y un desierto.
Llegamos. El colectivo estaba ahí y lo es-peraba. Los ojos llorosos, rojos y tristes.
-Te dejé las medias grises, no son nue-vas, pero están en buen estado. Usálas, hace frío-, añadió y sonrió. ¿Frío? ¿Hacía frío o me iba a hacer frío? ¿Sería capaz de sentirlo? ¿Sería capaz de sentir algo más allá de la angustia y el miedo? ¡Se iba! En instantes, él viajaría a Tucumán, y yo me quedaría solo en una pequeña ciudad con promesas laborales y personales. Se iba, pero me dejaba sus medias grises de algo-dón, las mismas que llevo puestas.
Nos mirábamos y mordíamos para no llorar, pero igual lloramos. Nadie entendía por qué dos hombres lagrimeaban en ple-na terminal, en pleno pueblo. Habíamos llegado a la cúspide del drama y la situa-ción se hizo insostenible. Entonces, decidi-mos despedirnos rápido y empezar el due-lo. Juro que la escena fue así de tremenda y de trágica.
Luego de un abrazo abatido, él caminó hacia su destino y yo volví hacia la pensión, a la nada misma, al sinsabor y a la incerti-dumbre. En el camino decidí llamar a mi mamá para... no sé.
-Hola, hijo, ¿cómo estás?-.-Aquí. Recién se fue Gabi-.-¿Cómo estás?-.-Me sient…-. Y el llanto me ganó.-Hijo, tranquilo… Tenés que ser fuerte:
ya va a pasar. Andá a la pieza y llorá, desa-
No queríamos despedirnos. Era evidente e inevitable. No había brisa pero la resistencia a seguir avanzando se comparaba con marchar en contra del viento. Por dentro, cada uno era un tornado. Y un desierto.
[28]
hogate, todo va a estar mejor, y en diez días voy a ir a verte. Todos te amamos-.
-Yo también, má. Sí, me voy a llorar así se me pasa. Má, después te llamo...
Llegué a mi habitación sin saber qué hacer. ¡La puta madre! Di vueltas hasta que abrí la valija y saqué las medias, sus medias grises.
Mi momento “Colmenares”Un día decidí mudarme a Cafayate. La
búsqueda de un “algo” incierto me trajo a estos pagos, y las promesas de un campo laboral vasto y seguro empañaron mis pen-samientos, y ocultaron cualquier posibili-dad de desarraigo y soledad. Muchos cae-mos en la misma idea de partir para probar suerte en destinos donde, a la distancia, todo brilla como el oro, incluso las piedras y la mierda. Elegí Cafayate porque prometía contacto intensivo con turistas de todo el mundo, montañas, vino, tranquilidad, dig-nidad y trabajo. Pero llegué durante la tem-porada baja y con una economía personal hundida. El trabajo no aparecía, y mis sue-ños y proyectos se iban desvaneciendo. Al poco tiempo descubrí que había sido una mala idea mudarme, pero estaba en el bai-le y debía bailar... sin pareja.
Drama. Seguro que piensan que soy de-masiado dramático. No voy a contradecir a nadie ni responderé insultos. Todos tene-mos nuestros minutos cursis y, mientras más telenoveleros nos salgan, mejor. Pero ahora no revuelvan en su interior en busca de momentos “Andrea del Boca” y “Grecia Colmenares”. Este drama es mío y se los quiero contar con detalles.
Me llamo Juan y tengo 27 años. Soy Li-cenciado en Ciencias de la Comunicación y
oriundo de San Miguel de Tucumán. Sí, sí, ya sé: mi ciudad de origen y Cafayate no son la Tierra y la Luna. Pero la distancia, aunque sea poca, pesa mucho para quien, hasta en-tonces, sólo había vivido en la casa mater-na y no sabía de mundo ni de soledad.
Además de ser un forastero, me había quedado solo. Con Gabi nos conocimos en 2010. Llevabámos tres años y casi cinco meses de novios, inmersos en una relación hermosa, divertida y seria. Éramos cómpli-ces y muy compañeros. Nuestros amigos y familiares nos apoyaban, y celebraban el amor que nos unía.
En la hora del desenlace él tenía 24 años; estudiaba Teatro en la universidad y vivía con los suyos. Su mirada me parecía irresistible y su sonrisa me trasladaba al cielo. Sentía que Gabi era el hombre que no podía (ni debía) dejar pasar: un ser único que exigía ser aprovechado en el sentido de “enamorar-compartir-proyectar-pla-nificar-amar para siempre”. Gabi valía el drama en todo su esplendor; hizo méritos de principio a fin. Y hoy cuando pienso en él me olvido de todos los calificativos que alguna vez le puse (“bondadoso”, “genero-so”, “bienintencionado”) y recuerdo a “ese” muchacho que en el día más triste de Cafa-yate me regaló sus medias para que yo no tuviese frío.(dx)
Nos mirábamos y mordíamos para no llorar, pero igual lloramos. Nadie entendía por qué dos hombres lagrimeaban en plena terminal, en pleno pueblo.
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Yo estaba por escribir algo interesante cuando me inte-rrumpe la imagen de una langosta inmóvil y enorme en la ventana. Sobre ella, una langosta macho. Él, inmóvil también. Ella, sin portaligas, sin mover un perfecto pelo lacio de lado a lado. Él no solo no se mueve: tampoco le dice porquerías al oído. Ella no gime ni deja marcadas sus uñas en las rejas. No hay olor a hormonas. Ni una gota de sudor. No se escuchan los latidos del corazón. Ellos cogen; yo estaba por escribir algo interesante.
Por Perro Triciclo, desde San Miguel de Tucumán
[30] LABERINTOS
Milagros tucumanosPor Santiago Garmendia -texto- y Leo Miranda -ilustración-, desde San Miguel de Tucumán*
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“Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los
discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de
los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido cuatro mil hombres, sin
contar las mujeres y los niños”.(Nuevo Testamento)
Cada domingo los tucumanos reeditan a grandes escalas el prodigio bíblico de la multiplicación de los peces. Miles de platos cocinados parten de las casas tapados en el apuro con repasadores gastados o viejas servilletas con estampas de flores, huérfa-nas ya de mantel. En su diáspora impreg-nan la ciudad con olores rancios y grasosos. Cabalgan los alimentos sobre las manos calientes de los portadores, que en ocasio-nes deben soportar temperaturas que con-vierten al almuerzo dominical en lo de la tía Mimí en una verdadera noche de San Juan. Es evidente que la práctica genera cambios epiteliales y sensoriales porque las viejas suelen cargar las ofrendas más abrasantes, de tal forma que se puede conocer la edad del tucumano en cuestión con sólo saber si, por ejemplo, lleva un guiso humeante o un inofensivo vitel toné. En el camino al cóncla-ve de las exquisiteces familiares, la comida se saluda en las esquinas entremezclando
los vahos. En las largas mesas de destino conviven sin contradicción “El lemon pai” de la tía Daniela, el chorizo bolita del tío Ma-riano, el pastel de choclo de la Baty, el pan de carne de la Carmen, el pulpo de la Galy y demás. Es asunto de la sociología o de la filosofía política explicar cómo los platos tienden a institucionalizarse pasando del indefinido “un lemon pai” al posesivo “‘mí’ lemon pai” o, más impersonalente, “el x de y”, donde bien puede ocurrir que la mismísi-ma tía-autora use la expresión “el lemon pai de la tía” para referirse a su obra. Se trata de un largo proceso no exento de despiadadas luchas. La clave de toda familia se encuen-tra, a no dudarlo, en la distribución de la cocinada: su historia, sus tensiones, glorias y miserias. Ahora bien, lo auténticamente milagroso acontece después del almuerzo, cuando los sobrantes se entrecruzan y re-parten entre los comensales, que llevan de regreso muestras cuantitativamente des-preciables de cada cosa, pero cuya suma alcanza proporciones increíbles. Esta pode-rosa mezcla hace el camino inverso a la he-ladera de cada miembro, reingresando, a no dudarlo, un volumen mayor que el original. Le sigue luego la iteración de este proceso, porque se reproduce con frases despiada-das como “probá lo rico que es el chancho de mi suegra que comimos al mediodía, te presto un taper” o “voy a tu casa y llevo un poco del guisito que hizo (¿ayer, la semana pasada, antes de casarse?) la Guada(lupe)”. Con toda probabilidad, todos los tucuma-nos se han comido recíprocamente todos los platos.(dx)
La clave de toda familia se encuentra, a no dudarlo, en la distribución de la cocinada: su historia, sus tensiones, glorias y miserias.
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poco
(leg
enda
rio c
a-ci
que
de lo
s Hum
ahua
cas)
o p
or e
l ani
mal
. Yo
alca
ncé
a ve
r var
ios
pum
as e
n es
te lu
gar.
Me
acue
rdo
que
una
noch
e de
luna
ven
íam
os ca
-m
inan
do d
e ar
riba;
era
una
noc
he m
uy c
lara
,
[35]
‘Yo
soy
hija
de
la lu
na, m
i pad
re se
lla
ma
sol,
herm
ana
de la
s est
rella
s, pa
rien
te d
el p
icafl
or…
’. Des
de h
ace
muc
ho ti
empo
, Bar
bari
ta C
ruz e
s un
eco
de 9
1 año
s que
per
fum
a en
la
Que
brad
a de
Hum
ahua
ca.
[36]
»
La co
pla
es la
filo
sofía
del
pue
blo;
la
gen
te se
une
y cu
enta
su v
ida.
pare
cía
de d
ía y
vim
os co
mo
a 50
met
ros u
nas
som
bras
; cre
íam
os q
ue e
ran
perr
os y
no,
era
n pu
mas
. Los
han
com
batid
o m
ucho
por
que
se
com
en la
hac
iend
a.
“Hila
ndo
lana
s y su
eños
, olv
idan
do e
l suf
ri-m
ient
o, la
s pa
stor
as d
e la
pun
a ca
ntan
cop
las
con
el v
ient
o. E
sta
copl
a qu
e le
s ca
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com
o ve
n, t
iene
su
mar
ca, e
sta
tard
e la
enc
ontr
é en
un
cerr
o e’
Purm
amar
ca”.
-El c
anto
ha
sido
su co
mpa
ñero
de
vida
…-L
a co
pla
me
ha g
usta
do s
iem
pre.
La
gent
e ca
nta
muy
poc
o. T
odo
lo a
utén
tico,
las c
ostu
m-
bres
, el f
olcl
ore,
las c
omid
as...
todo
va d
esap
are-
cien
do p
orqu
e la
may
or p
arte
de
la g
ente
cre
e qu
e es
o es
igno
ranc
ia, a
tras
o, p
obre
za, p
ero
los
igno
rant
es s
on lo
s qu
e pi
ensa
n as
í. N
o va
s a
ver c
anta
ndo
gent
e jo
ven;
los
que
cant
an s
on
los g
rand
es. A
los c
hico
s les
da
verg
üenz
a y q
ué
trist
e av
ergo
nzar
se d
e la
pro
pia
cultu
ra; e
so e
s la
igno
ranc
ia. P
or e
so d
ejar
on d
e m
odel
ar y
de
hace
r mot
e, el
maí
z, qu
e es
uno
de
los
plat
os
prin
cipa
les d
e est
a zo
na. S
i lo
hace
n, lo
com
en a
es
cond
idas
par
a qu
e la
gen
te n
o lo
s vea
.
-¿Cu
ál e
s la
dife
renc
ia e
ntre
bag
uala
y co
pla?
-En
Tafí
del V
alle
can
tan
bagu
ala,
¡qué
her
-m
osa
que
es! P
ero
ha d
esap
arec
ido
porq
ue la
ca
ntab
a la
Ros
a Gu
anco
. Y ya
no
la ca
nta
nadi
e.
¿Cuá
l ser
á el
fen
ómen
o? E
n lo
s lu
gare
s fé
rti-
les
se c
anta
la b
agua
la; a
med
ida
que
sube
ha
cia
el n
orte
, se
va c
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la c
opla
, que
tie
ne u
n rit
mo
más
ace
lera
do, m
ás s
enci
llo,
más
sim
ple.
La b
agua
la e
s her
mos
a; d
ebe
ser
por e
l clim
a. L
a vi
dala
se
cant
a en
Cat
amar
ca
[37]
La g
ente
se h
a ac
ostu
mbr
ado
mal
: com
o no
cant
a, n
o pr
acti
ca, l
lega
el c
arna
val
y no
se a
cuer
dan
de la
s cop
las,
y ca
ntan
sólo
20
o 30
y la
s rep
iten
. Ant
es ca
da
copl
era
sabí
a co
mo
100
copl
as: e
nton
ces s
í se
podí
a ha
cer c
ontr
apun
to.
y en
La
Rioj
a. C
on la
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la, v
os p
odés
can
tar a
co
ntra
punt
o; c
on la
bag
uala
, no.
La
bagu
ala
tiene
muc
hos
fals
etes
, sos
teni
dos,
grav
es. E
n la
ver
dade
ra b
agua
la p
rimer
o se
reci
ta e
l ver
-so
y d
espu
és s
e ca
nta:
has
ta q
ue v
os q
uier
as
cont
esta
r ya
te h
as o
lvid
ado.
La b
agua
la se
ha
conv
ertid
o en
un
espe
ctác
ulo;
ya
no e
s fo
lclo
-re
, no
es u
n ca
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popu
lar,
en ca
mbi
o, la
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a si
gue,
se h
ace
una
rond
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ra c
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r. La
cop
la
es la
filo
sofía
del
pue
blo;
la g
ente
se
une
y cu
enta
su
vida
. Hay
una
esp
ecie
de
unió
n, d
e fr
ater
nida
d, a
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ida
de q
ue ll
ega
a La
Qui
aca
se h
ace
más
ace
lera
da. D
ebe
ser e
l clim
a o
la
altu
ra q
ue in
fluye
.
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nta
todo
s los
día
s?-C
ada
día
por
med
io t
endr
ía q
ue c
anta
r. La
gua
scad
a –e
l pal
o- v
iene
de
guas
ca p
orqu
e ca
stig
a la
caja
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a ca
ja v
iene
de
Abra
Pam
pa.
De
un la
do e
s de
cue
ro d
e ch
ivo
y de
l otr
o, d
e m
ondo
ngo,
de
panz
a de
vaca
. A m
í no
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gus-
ta q
ue v
ibre
muc
ho.
“Esa
copl
a qu
e ha
s can
tado
, la ca
ntan
en
la
vert
ient
e, vi
ene
de la
sala
man
ca y
hac
e qu
e el
di
ablo
se ti
ente
. Las
pen
as n
o la
s con
ozco
, nun
-ca
las
dejo
ace
rcar
, si m
e lle
gan
algú
n dí
a la
s m
ando
al f
ondo
del
mar
”.
-¿La
may
or p
arte
de
las c
opla
s que
cant
an
son
de su
aut
oría
?-M
ucha
s, sí
. (El
inve
stig
ador
) Jua
n Al
fons
o Ca
rriz
o re
copi
ló co
mo
5.00
0 co
plas
. Par
a ca
da
cosa
de
la v
ida
hay
una
copl
a, c
omo
el ta
ngo.
La
gen
te s
e ha
aco
stum
brad
o m
al: c
omo
no
cant
a, n
o pr
actic
a, ll
ega
el c
arna
val y
no
se
acue
rdan
de
las
copl
as, y
can
tan
sólo
20
o 30
y
las
repi
ten.
Ant
es c
ada
copl
era
sabí
a co
mo
100
copl
as: e
nton
ces s
í se
podí
a ha
cer c
ontr
a-pu
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cum
bia
le h
a pu
esto
el p
onch
o a
la co
-pl
a en
el c
arna
val p
urm
amar
queñ
o?-L
a re
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ad e
s que
bai
lan
cum
bia
y le
me-
ten
todo
el d
ía. ¡
Ay, q
ué co
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Por q
ué n
o ha
-ce
n za
mba
s, cu
ecas
, car
nava
litos
..? La
cum
bia
no es
folc
lore
nue
stro
, nos
hem
os d
ejad
o in
va-
dir p
or la
mús
ica
forá
nea.
Es i
ncre
íble
, ¡qu
é se
va
hac
er! L
a ge
nte
jove
n no
can
ta, h
ay p
ocos
ho
mbr
es q
ue c
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n. E
n Ta
fí de
l Val
le d
eben
se
r un
as c
uant
as p
erso
nas
las
que
cant
an.
El o
rigen
de
la c
opla
es
espa
ñol y
en
Espa
ña
ha q
ueda
do m
ucho
de
los
árab
es, v
os s
abés
. Lo
s ár
abes
son
más
resp
etuo
sos
de n
uest
ras
cost
umbr
es q
ue l
os m
ism
os e
spañ
oles
. Mi
padr
e co
ntab
a qu
e cu
ando
lleg
aba
el c
arna
-va
l, los
ára
bes s
e ve
nían
en
mul
a a
vend
er su
s ba
ratij
as…
Dec
ía u
n ho
mbr
e jo
ven
que
quer
ía
cant
ar, l
e co
nvid
aban
chi
cha
y re
petía
(im
ita
al Tu
rco)
. Ello
s se
sent
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a e
scuc
har, a
lgun
a re
min
isce
ncia
les t
raía
segu
ram
ente
.
La c
aja
chirl
ea e
l sile
ncio
. La
voz
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e se
tr
epa
al a
ire. E
l can
to d
e Ba
rbar
ita h
ace
me-
dita
r el v
ient
o.
“El d
ía q
ue y
o m
uera
, no
me
rece
n la
no-
vena
. Tom
en ch
icha,
cant
en co
plas
y tá
penm
e co
n ar
ena.
Ya
me
voy,
ya m
e vo
y ye
ndo,
con
es
ta m
e de
spid
o. N
o sé
par
a dó
nde
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no s
é de
dón
de h
e ve
nido
”.(dx
)
[38]
Barb
arit
a Cr
uz y
una
vi
da d
e pe
lícu
la
COM
PULS
ION
ES
Por C
arol
ina
Zarz
oso
Paol
oni -
text
o y
foto
s-, d
esde
la C
iuda
d de
Bue
nos A
ires
Hac
e al
guno
s añ
os u
na a
mig
a (F
lore
ncia
M
alla
gray
) me
cont
ó qu
e po
r la
radi
o de
Juju
y an
unci
aron
la m
uert
e de
Bar
barit
a Cr
uz y
que
todo
el p
uebl
o de
Pur
mam
arca
se
mov
ilizó
a
la p
laza
par
a de
sped
irla
con
un p
rofu
ndo
dolo
r, pe
ro B
arba
rita
esta
ba m
uy c
ampa
nte
tom
ando
el t
é en
su ca
sa, a
sólo
med
ia cu
adra
de
l lug
ar. E
se fu
e m
i prim
er co
ntac
to co
n es
ta
muj
er q
ue, h
asta
ent
once
s, pa
ra m
í sól
o er
a un
nom
bre
que
se r
epet
ía e
n ca
ncio
nes
fo-
lkló
ricas
, cas
i com
o un
a le
yend
a no
rteñ
a.
Flor
me
habl
ó de
ella
, dijo
que
la co
nocí
a y
que
podí
amos
ir a
vis
itarla
cua
ndo
quis
iése
-
[39]
*Car
olin
a Za
rzos
o Pa
olon
i es l
icen
ciad
a en
Com
unic
ació
n So
cial
y re
aliz
ador
a au
diov
isua
l. Sol
a en
Pur
mam
arca
vie
ne a
ser s
u óp
era
prim
a.
mos
. Me
prop
uso
ense
guid
a ha
cer
una
pelí-
cula
con
su h
isto
ria y
yo,
por
sup
uest
o, le
dije
qu
e sí
. Des
de e
nton
ces e
ste
proy
ecto
pas
ó po
r va
rias
inst
anci
as y
var
ios
conc
urso
s; qu
edó
pres
elec
cion
ado
en e
l Nos
otro
s de
la T
elev
i-si
ón D
igita
l Abi
erta
(TDA
) y e
n el
Ray
mun
do
Gle
yzer
del
Inst
ituto
Nac
iona
l de
Cine
y A
rtes
Au
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isua
les
(INCA
A), y
fina
lmen
te g
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urso
pro
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e pr
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docu
men
-ta
les J
ulio
Lenc
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de la
Sec
reta
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e Cu
ltura
de
Juju
y. A
lo la
rgo
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stos
año
s de
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era
pa-
saro
n co
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y p
oco
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ella
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ails
” de
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ados
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da e
l mom
ento
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l que
Bar
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s vid
as m
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as p
ara
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pre.
Prel
orán
Entr
e lo
s di
rect
ores
de
cine
arg
entin
o qu
e m
ás a
dmiro
est
á Jo
rge
Prel
orán
(19
33-
2009
), re
fere
nte
indi
scut
ido
del d
ocum
enta
l et
nobi
ográ
fico,
que
sup
o lle
var
a la
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talla
ci
ento
s de
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toria
s de
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a, n
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desd
e lo
más
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o, d
esde
lo m
ás ín
timo
y co
n
Todo
s en
el n
orte
hab
lan
de e
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muj
er
mul
tifa
céti
ca q
ue h
asta
el d
ía d
e ho
y,
con
91 a
ños,
sigu
e re
cibi
éndo
los p
ara
com
part
ir lo
que
tien
e y
lo q
ue sa
be,
com
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ino.
muc
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o. S
upe
que
Jorg
e er
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Barb
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i bie
n no
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ha-
cer u
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elíc
ula
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la, s
í hab
ía e
scrit
o un
lib
ro p
ara
la c
olec
ción
Sha
man
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ntre
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o-tr
os, q
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artid
a.
El m
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blam
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os a
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puer
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e su
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s alm
as, r
ecor
dan-
do a
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otas
e h
istor
ias
junt
o a
ella
, y m
os-
trán
dono
s lo
que
Bar
barit
a le
s en
señó
y le
s de
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lum
nas,
olle
ras,
pint
ores
, cop
lera
s, am
i-ga
s, ve
cino
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brin
os, h
iland
eras
, mús
icos
… to
dos
en e
l nor
te h
abla
n de
est
a m
ujer
mul
-tif
acét
ica
que
hast
a el
día
de
hoy,
con
91 a
ños,
sigue
reci
bién
dolo
s par
a co
mpa
rtir
lo q
ue ti
e-ne
y lo
que
sabe
, com
o lo
hiz
o du
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e to
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vi
da co
n qu
ien
se cr
uzar
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cam
ino.
»
[40]
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a co
n ar
cilla
Cada
día
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roda
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[42] CALIGRAFÍAS
Me inspira haber vividoPor Ana Nores -texto- y Bautista Eusebio -fotografía-, desde San Miguel de Tucumán
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Ángel Leiva es poeta, pintor y tucuma-no de Simoca. Las amarguras de la década de 1970 lo llevaron a abandonar la tierra del azúcar para seguir militando en el campo cultural en Estados Unidos y España. En la patria de Cervantes encontró Leiva un segundo hogar en el que pudo desarrollar una obra generosa y formar a varias ge-neraciones de poetas. En el ínterin trató a Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo... Y cada año volvió a la provincia; esta última vez, para participar del X Mayo de las Le-tras, y hablar sobre la memoria, el exilio, la importancia de la experiencia y el espacio que ocupa la poesía en un mundo caracte-rizado por lo efímero.
-En reiteradas oportunidades usted re-veló que escribe y pinta a partir de las emo-ciones, de la memoria y de lo vivido. En su
oficio, ¿qué papeles tienen la inspiración y la experiencia?
-Hace poco tiempo se descubrió que en el Pozo de Vargas estaban los restos de gen-te muy allegada a mí, que yo conocí, como Dardo Molina y Hernán González, que desaparecieron durante la dictadura. Para mí fue muy importante ir hasta ese sitio. Ahora, seguramente, vendrá una respuesta a ese instante, a esta emoción que yo re-cupero con la creatividad. No porque sea un autor realista ni costumbrista. Alguien dice por ahí muy bien, un estudioso, que la poesía es inclasificable porque responde a la emoción, en este caso que despiertan los desaparecidos. Yo hablo de lo que veo, de la gente, de las familias durmiendo en las ca-lles... No lo hago como un panfleto ni desde una tribuna política, al contrario, creo en la hondura de la poesía.
-¿Cómo aparecen las obsesiones y los dolores propios a la hora de escribir y de pintar?
-Alguna vez conversé sobre este tema con Cortázar. En el año 71 él me decía: “Án-gel, quiero hablar de lo que está pasando en nuestra realidad latinoamericana”. Mi interés ahora es que se sepa todo lo que se supone que pasó y cuál es la resultante de
Hablo de lo que veo, de la gente, de las familias durmiendo en las calles... No lo hago como un panfleto ni desde una tribuna política, al contrario, creo en la hondura de la poesía.
[43]
También estoy enfermo y en algún sentido me considero un sobreviviente más. Pero vengo acá cada año, desde la democracia, para retomar el contacto con la música de mi lengua, con la tierra y los jóvenes.
[44]
que vayan apareciendo nuestros muertos, de los que yo podría haber sido uno más. No porque haya tenido participación de tipo guerrillera, porque mi función ha sido siem-pre la creación, hablar públicamente y eso me costó antes de marcharme una deci-sión: perder mi país, mi familia y mi trabajo.
-La memoria, la tierra y el campesinado son temas recurrentes en su obra. ¿Qué significa Tucumán para usted? ¿Qué reco-ge cada vez que vuelve?
-Siento un poco de pena porque mi fa-milia y amigos van buscando otros rumbos y algunos, por la ley de la vida, ya no están. Yo también estoy enfermo y en algún senti-do me considero un sobreviviente más. Pero vengo acá cada año, desde la democracia, para retomar el contacto con la música de mi lengua, con la tierra y los jóvenes. No es una cuestión de chauvinismo con Tucumán, no. Yo hablo de patria en algún texto, de patria del corazón, de patrias que se van asumien-do en el tiempo porque, al fin y al cabo, mi patria es el idioma. Sin dudas mis emociones más fuertes están en Tucumán y a eso lo uno –como una manera de hacer el pan- con la historia de cada lugar donde vivo.
-Relaciono su interés por la juventud con las referencias a la “actitud libertaria”
y a la independencia que usted suele men-cionar como necesarias para encarar el pro-ceso creativo.
-En el mundo que se vive es muy difícil ser independiente o no estar esperando una beca o una subvención, que a veces tampoco son otorgadas justicieramente.
-¿Cómo escribe? ¿Cómo pinta? -Yo no sé sobre lo que voy a escribir sino
que tengo una sensación. De pronto, conocí algo o alguien y todo lo que me ha sugerido esa persona, ese objeto, esa cosa, madura en mí. En algún instante necesito decirlo y lo escribo en un cuaderno. Con el tiempo, se va acumulando obra, y voy leyéndola y pasándola en limpio. En la pintura, al igual que en la escritura, salgo a buscar la ins-piración. Pinto mucho con música, puede ser con la de (Astor) Piazzolla o con la de (Johannes) Brahms, pero no tengo un tema, sino que me propongo encontrarlo. Pero, si volvemos al concepto romántico de inspi-ración, me inspira el hecho de haber vivi-do las cosas. Quiero que, cuando me lean, piensen que lo que he querido decir es, en principio, un sentimiento. Un sentimiento que va acompañado de un acto de la con-ciencia porque uno no se puede hacer el distraído con las cosas y no decirlas.(dx)
Por qué Ángel LeivaPorque se fue y volvió cada vez que pudo. Porque con sus pinturas y poemas rein-ventó Tucumán a la distancia. Porque una enfermedad lo obliga a usar ante-ojos de sol incluso de noche. Porque en 1982 publicó un libro titulado Música en los aeropuertos. Y porque lleva sombrero negro y es un ex exiliado reconciliado con su historia.
»
[45]
Eugenia González (Chew)Nombre: BooTécnica: fibras y lápices sobre papelfacebook.com/chew
DIXI EXHIBE
[46] CALIGRAFÍAS
SobrevivientesPor Guido Mossé -texto- y Néstor Martín -ilustraciones-, desde San Miguel de Tucumán
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A lo largo de nuestra historia vivimos en diferentes condiciones. Dejamos de ser hijos alguna vez; somos padres; amigos y, en una de esas, enemigos después; mari-dos, esposas y eventualmente somos los ex de alguien. Dejamos de ser estudiantes y comenzamos a ser licenciados, doctores, ingenieros, comerciantes, empresarios, de-socupados… El espectro de todo cuanto po-demos ser, hemos sido o seremos es largo y azaroso.
Pero existe una condición, la de sobrevi-viente, que atraviesa y determina a ciertos seres mayores, ancianos, y herederos de una memoria dolorosa e imborrable. So-brevivir un holocausto, sobrevivir un nau-fragio, un terremoto, un desastre sin prece-dentes, una epidemia o un aniquilamiento total, absoluto y feroz. Muchas condiciones son atravesadas y se van, pero la de sobre-viviente permanece en el medio del cuerpo, del alma, del nombre y de la vida.
El polaco Faivel Wichter era un niño en 1943 o, quizás, entonces ya era un hombre. Tenía trece años recién cumplidos, pero to-davía no había cambiado la voz ni el cuerpo, y hacía travesuras y conservaba la brutal honestidad para con la vida. Un invierno se lo llevaron con su familia y ya nunca más. Nunca más la vida como era con sus juegos,
[47]
»
sus escondidas, el presumir del amor y la fuerza pujante de lo que respira, ya nunca más. Faivel se encontró inesperadamente solo en Plaszow, un campo de concentra-ción nazi cercano a Cracovia. Su historia y la de otros 200.000 cautivos es la fuente divina de la inspiración de Steven Spielberg que, con todos sus aciertos y jugadas tram-posas, puso en la pantalla la lista de Oskar Schindler: una lista que es vida y que a mu-chos nos permitió ver por primera vez un acontecimiento transcendente.
Un acontecimiento único que, más de 70 años después, Wichter recordó en el teatro Alberdi durante aquella noche que se calló para que podamos escuchar la voz de un hombre que superó el Holocausto y de un nombre en la lista de Schindler. El niño sigue vivo y sigue diciendo, sigue hablando, su voz sigue siendo voz… la voz del sobreviviente.
Un sueño, una sinagogaWichter nace en Markúsev, cerca de la
ciudad de Lublin, en Polonia. Durante una noche cerrada, los nazis circulan por las calles. Hace frío bajo cero y, cada tanto, se oyen pasos apresurados corriendo entre las sombras. El miedo se adivina en el eco de los pies sobre el adoquinado. Tres figu-ras pequeñas y aterrorizadas buscan re-
fugio en el templo, en la casa de dios, con la secreta esperanza de que la protección divina aparezca, y borre el odio, la crueldad y la muerte que camina con botas, lleva un águila negra en el hombro y habla un alemán criminal. Tres niños. Ocultos entre los rollos sagrados, rezan, callan, intentan dormir. Tres niños. Un sueño atroz asalta el alma de uno de ellos. Ya despierto, el mu-chachito insiste en abandonar el oscuro sa-lón. Insiste. Su hermana duda y tiene mie-do. Huir. Escapar ya mismo, salvarse ante todo. Sobrevivir… por primera vez. El otro niño, entregado al destino incierto, se pone de pie y decide seguir a Faivel. “Vamos, ¡levántate!”, dicen a la niña, que no puede moverse. Un miedo visceral la entierra viva en la kheilá.
Faivel había soñado la muerte sobre el templo. Y esa misma noche escapó por pri-mera vez del fin que a todos llega, pero que en esos años de 1940 buscaba sin piedad y sin descanso a los judíos. Salieron los dos niños del templo y, frente a sus vitrales her-mosos, esperaron la llegada del día, del sol, de la tregua. En la madrugada, un batallón de las SS, las implacables fuerzas de élite alemanas, rodearon la triste y célebre sina-goga, y no pararon de dispararle hasta que la vieron derrumbada. Los nazis dispararon
Y Faivel Wichter sobrevive. A las balas, al frío, a la incertidumbre, al hambre… Sobreviviente es ser viviente a toda cosa y por sobre todas las cosas.
[48]
durante horas mientras las paredes cedían, los vidrios estallaban, y los gritos de miedo, de terror y de muerte se apagaban.
Muchos murieron esa vez y muchos si-guieron muriendo en los días subsiguien-tes. Seis millones de vidas perdidas deja-ron un hueco de silencio en el medio de la humanidad, un silencio triste que Faivel Wichter recorre tímidamente en 2013 en el escenario principal del teatro Alberdi. Faivel miraba desde el otro lado de la calle. “Mi hermana…”, murmura. Basta de juegos, basta de confidencias, basta de hermana para siempre. Y él sobrevive. A las balas, al frío, a la incertidumbre, al hambre… Sobre-viviente es ser viviente a toda cosa y por sobre todas las cosas.
La lista de Schindler tuvo 1.200 nom-bres. Casi todos ellos ya se fueron del mun-do. Un niño que fue y siempre es niño en alguna hora del día cuenta su historia en un teatro lleno, en Tucumán, en 2013. Pa-rece increíble. Faivel Wichter sobrevive to-davía, sobrevive la vida cotidiana y la con-ciencia dolorosa de saber quién es, quién fue y quiénes no pudieron seguir siendo. Es un sobreviviente. Mis abuelos tam-bién. Adivino en esa secreta relación un vínculo que no se resigna. Ver a este niño es ver también a los míos. Y escucharlo es escuchar a mi abuela, que también hablaba con la voz de los que padecieron la atrocidad. Yo ya no la oigo, pero sigue hablándole a mi corazón. Muchos años después, mi abuela sigue hablándole a mi corazón.(dx)
»
[49]CALIGRAFÍAS
La poesíaPor Alejandro Nicolau -texto- y Delfina Cossio -ilustración-, desde San Miguel de Tucumán
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¿Qué es la poesía? La música de las palabras. El verso. El ritmo. ¿Qué es un poema?¿Qué es la poesía?La poesía es un conjunto de palabrasQue suenan gracias al orden dispuesto de quien la elaboraY a la música escondida en sus palabras.Si yo digo río estoy escuchándolo pasar a él con todos sus peces,Si yo digo viento lo siento silbar. Porque hay palabras que tienen una música y armonía en el pronunciamiento,Como ser ManuelComo ser LunaComo ser Tristeza Como ser Caramelo Como ser Caracol.Si a estas palabras las ordenas de buena maneraY tratas de representar con ella un sentimientoYa te sentirás poetaYa te sentirás canción. Si sigues prestando atención Verás que el verso es una porción del universoY que al tejerlo con otrosIrá tomando consistencia tu existenciaPorque has mostrado en toda esa uniónEl poema.(dx)
[50] CALIGRAFÍAS
Inminencia vegetalPor Laura Rossi -texto y fotografías-, desde Rosario (Santa Fe)
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Fuiste contundente después, cuando todo había terminado. Era fácil ser contun-dente: hacía meses que Uno había improvi-sado un bolso con su ropa y se había llevado con él todas las explicaciones. Ni siquiera volvió por lo demás. Tuve que llenar cajas para enterrarlo. Las cerré, las apilé. Tres días destripándolo y enterrándolo como a un descuartizado. No volví a armarlo. Se armó solo, meses después, pero ya era tarde: sus partes no encajaban. Su lengua de muñeco mal cosido trastabillaba. Lo despedacé para encontrar respuestas. No encontré nada.
Tuve que salir a buscar. Uno había sem-brado partes en tierras ajenas. Usé rastrillo y pala. Me destrocé las uñas escarbando en la noche fondo de pozo. El que busca, en-cuentra. Ella me lo dijo todo. Cualquiera se delata con la punta de una pala apuntando a la garganta. Nadie más reclamó sus pe-dazos. Guardé algunos para enterrarlos en las noches por venir.
Confieso que no supe descifrarte ense-guida, ignoraba el lenguaje de la clorofila. Quise pensar que las casualidades existían, que el bambú no era capaz de ejecutar ges-tos simbólicos. Tu tronco se secó. La cloro-
fila se ausentó de vos, como él de mí. Las fibras amarillentas se desintegraron en mis manos, se hicieron polvo. Lo barrí, lo junté en una pala y lo tiré. Esperé que mi rama si-guiera el mismo destino. Me imaginé ama-rillenta, desintegrada hasta el polvo. Pero no. Quebrada la simbiosis, mi rama verde brilla y se ramifica. Sigo alimentándola. Ella sola aprendió a buscar la luz. Apenas recuerda.
MentaVos lo supiste mucho antes que yo. Me
distraje; necesitaba distraerme, tomar aire. Cuando te traje a casa, sólo pensé en que cumplieras tu propósito. Mantuve vivas tus pequeñas hojas verde oscuro. No te creí simbólica ni oracular. Estabas más enredada a Dos de lo que hubiera imaginado. Yo, tam-bién. No te secaste de a poco, no te desin-tegraste en mis manos. Volví y encontré tu maceta vacía. Te habías arrancado de cuajo. Lo atribuí a mi ausencia, a la falta de agua.
Me olvidé de vos. Dos reclamaba aten-ción constante. Su fragilidad no daba lugar a la más mínima distracción. Unas horas de ausencia lo desmoronaban como días sin agua. Dos vivía solo en su ramificarse: su
»
[51]
[52]
urgencia terminó lo que nunca llegó a em-pezar. Lo confundí con una semilla. Inten-té alimentarla, aguanté mis miedos para verla crecer. Pero Dos estaba seco: era una piedra disfrazada de semilla. El esfuerzo me dejó exhausta. Me olvidé de vos, de tu maceta vacía. No es excusa, pero también me olvidé de mí.
El humo sostuvo las horas. No me ali-menté ni me di calor. Las piedras pueden –si quieren- ser crueles: transitan lo orgá-nico como extranjeras de paso. El sudor, las lágrimas, la sangre les son ajenos.
De lejos, escuché el eco de la savia pro-funda, su rebelión contra la piedra. Lo escu-ché y me puse, por fin, de pie. Tu maceta no estaba vacía: te habías hecho a un costado. Como a mí, te acunó la tierra oscura, te ali-mentó la lluvia. Te hiciste nueva. Tu lengua prístina gritó verde, recién nacida.
RomeroTus hojas son espinas sin fuerza, no me
lastiman. Reconozco tu olor, me calma de a ratos. Te paladeo acre como un enigma que quizás nunca se resuelva. No busco resolu-ciones. Tres lo sabe. Puedo deshojarlo: sé hasta dónde llega mi escalpelo. Tres recibe mi agua sin inundarse. No me deshidrata ni me quita el aire.
Vuelvo a empezar. Esta vez, estoy aten-ta al presentimiento vegetal. Lleno mis pulmones de aire y espero. Tus espinas son blandas y todavía brillan.(dx)
»
De lejos, escuché el eco de la savia profunda, su rebelión contra la piedra. Lo escuché y me puse, por fin, de pie. Tu maceta no estaba vacía: te habías hecho a un costado. Como a mí, te acunó la tierra oscura, te alimentó la lluvia. Te hiciste nueva. Tu lengua prístina gritó verde, recién nacida.
[53]
[54] HIPÓTESIS
La vida en singularPor Laly Rosales, desde San Miguel de Tucumán*
[55]*L
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La gente le tiene miedo, le huye, la sufre. Los poetas se han inspirado en ella; los mú-sicos le han dedicado canciones y los pinto-res la han necesitado para sus creaciones. Hay quienes no la conocen y se sienten afortunados; hay quienes la lloran y quie-nes escapan de ella de relación en relación.
No hay dudas de que estar acompaña-do por el ser amado es la situación ideal. Pero no vamos a negar que alguna vez hemos pensado, como dice Fito, que “estar contigo es estar solo dos veces, es la sole-dad al cuadrado”.
La soledad es ese estado que genera temor y angustia con sólo pensarlo. A la soledad todos la hemos sentido alguna vez aunque no haya sido real. Alguien supo decirme “mientras tengas un libro, jamás estarás sola” y “mientras haya música, es-tamos acompañados”, pero, ¿a quién le co-mentas el párrafo interesante del libro o le cantás la canción?
La soledad tiene muchos beneficios y mala prensa. Y, por cierto, la compañía está sobrevalorada. Hablo de la soledad de los que no tienen pareja y llevan una vida en singular. Esa soledad que espera en casa cuando uno llega y te abraza en silencio, y que no te juzga por quitarte los zapatos y el corpiño, y tirarlos en cualquier parte. Esa soledad que baila a tu lado con la música
que más te gusta a todo volumen. Vivir con la soledad te permite crecer
porque te desafía constantemente a ejer-citar la memoria y a recordar que siempre tenés que llevar la toalla cuando te bañás. Que vos y sólo vos tenés que pagar la factu-ra de la luz, y sacar la basura.
Vivir con la soledad te vuelve más crea-tiva a la hora de cocinar con los tres ingre-dientes que hay en la heladera. Vivir con la soledad ayuda a ser más paciente con uno mismo. La soledad no te gastó el crédito del celular; la soledad no te hizo olvidar el horno prendido ni quemar la tostada; la so-ledad no tuvo la culpa de la casa desorde-nada y la pila de platos en la bacha.
La soledad no te esconde la ropa ni te patea la zapatilla abajo de la cama; no te come la pizza fría que dejaste en la hela-dera ni te pide explicaciones por las horas que pasaste en la cama o por la exagerada limpieza de los sábados. A la soledad no le importa cómo usás la pasta dental.
La soledad es un gran espejo que te muestra lo que sos: espanta la mentira pia-dosa y te deja pensar mucho más de lo que querés. La soledad te mantiene alerta con todos los sentidos puestos en tu mundo: te induce a luchar, decidir y mirar, mirar bien. Te hace reír. La soledad es buena amiga de la independencia y mejor consejera que la almohada. No hay por qué temerle porque es una oportunidad para el equilibrio y el bienestar personal. La soledad no es sinóni-mo de tristeza ni símbolo de libertad. La so-ledad te muestra que los errores y los acier-tos son tuyos, solo tuyos, y cuando, te sentís a gusto con ella y sus verdades, se va.(dx)
La soledad es buena amiga de la independencia y mejor consejera que la almohada.
La soledad es un gran espejo que te muestra lo que sos: espanta la mentira piadosa y te deja pensar mucho más de lo que querés.
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La luz que toca la puerta de la mañana. La casa bosteza, se despereza, abre todas sus ventanas. Deja sus pies sobre un tapiz vegetal.
Los goznes no se quejan.Los espejos prefieren decir nada si los
pájaros cantan.Murmura la canilla un lejano lugar cla-
ro como el agua. Una gota pasa por su mo-rada. Se detiene. Vacila. La arrasa. Y pasa. Sin saber si volverá.
Vacía y tendida descansa la cama o sueña cuando era nube en andas sobre un algodonal. Murmura el viento sobre la al-mohada. Se posa. Reposa. Y pasa, llenando los rincones de nada. Hojea estupefacto un libro. Repasa las perchas pendulares. Vive un instante y cambia.
Escaleras abajo, los ángulos en 90º, discuten sobre dónde estaba antes el mar. La duela del piso sostiene, entre las líneas de su mano, todo un orbe de muebles, en pleno tránsito, según la ciudad.
Algo se dan las sombras sobre la mesa. Una taza inmóvil. El aroma del té, inva-diendo donde antes olía a nada. Una tos-tada untada sobre una delicada capa de jalea. Un lugar. Algo se dan las sombras. Algo comparten. Parten con. Se van. Sin decir ni una palabra. Así nomás.
Las siluetas de los muebles parecen husmear una sorda presencia.
Fotos, recuerdos, adornos, marcan distintas horas en las mareas de un re-loj detenido, sobre una pared que es una puerta.
Por el tamiz del cristal, unos haces di-bujan lo que afuera el día.
Y todo parece subir, decir adiós, entre las motas de polvo, por una escalera de luz, hacia el sol.
Los cerrojos susurran que solo existe una llave. La luna y su locura. Y que es un puerto, del que solo se va.
Parado en la vereda de nuevo, como una hoja en blanco empujada hacia el viento de la mañana. Vacío. Nuevo. Otra vez por zarpar.(dx)
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Vacía y tendida descansa la cama o sueña cuando era nube en andas sobre un algodonal. Murmura el viento sobre la almohada. Se posa. Reposa. Y pasa, llenando los rincones de nada. Hojea estupefacto un libro. Repasa las perchas pendulares. Vive un instante y cambia.
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Mi dragónPor Ana Jeger -texto- y Guadalupe Mothe -dibujo-, desde San Miguel de Tucumán
HIPÓTESIS
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Mi sed de aventuras va a colmarse a bordo de su ancho lomo anaranjado con escamas de espejos que brillan al sol. Juntos haremos viajes ‘findelmundistas’, y veremos cosas que ni los niños con menos televisión y más fantasía han podido imaginar jamás.
Vamos a decir la verdad. Con una mano en el corazón (y otra en el bolsillo, que hace frío), he de asumir las cosas como son.
Ya sé que soy un punto ínfimo en el cosmos. Sé que soy pequeña y frágil, un número, una cifra despreciable en los por-centajes de todo, de lo que sea. Tengo voz pero aún si grito, nadie se entera. Me lleno de moretones de sólo estar y la comida en general me cae mal. Me enamoro de quien nunca deshoja margaritas pensando en mí y quien me quiere, me quiere mal.
Mi rutina es aburrida y, cuando ama-necen días extraordinarios, me quedo dormida y no escucho el despertador. Muy racional para ser artista y demasiado sen-timental para ser corredora de bolsa. Para morir joven ya estoy vieja y para contar con la sabiduría que da el tiempo me faltan to-davía varias decenas de años por vivir.
Esa es la historia. Pero ya no más. Va a acabarse este reinado de la nada pronto, muy pronto: el día en el que consiga mi dragón na-ranja. Nada puede hacer más feliz a alguien que adquirir por fin el dragón que estaba es-perando. Si viene por encomienda o hay que buscarlo en algún lado, lo mismo da, tenerlo conmigo bien vale cualquier sacrificio.
Con él haré vuelos impensados hacia cualquier parte. Mi sed de aventuras va a colmarse a bordo de su ancho lomo ana-ranjado con escamas de espejos que brillan al sol. Juntos haremos viajes “findelmun-distas”, y veremos cosas que ni los niños *A
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con menos televisión y más fantasía han podido imaginar jamás. Comprarse un dra-gón es como hacer una pequeña inversión al infinito, que no se les olvide.
Además, está el fuego. Mi dragón y yo incendiaremos todos los corazones. Será esta la porción de luz que me convierta en poeta, lo que me falta de amor y de espan-to. Vamos a hacer llorar a todos los que nos lastimaron, amantes y domadores, pero no por vengativos sino así nada más porque sí, sólo con nuestra mirada de fuego y altura. Porque hemos de ser felices los dos, vivien-do a nuestro antojo, sintiéndonos parte del universo, poderosa combinación de huma-no y dragón, mezcla de magia y tierra firme.
Cuando tenga un dragón nada se me escapará de las manos. Tampoco tu mano. Ni la voz de mis muertos. Ni mi propia voz, que se va guardando, chiquitita, en mi gar-ganta, como si estuviera de paso.
Cuando le haga una casita debajo de mi cama nunca más pasaré frío; el invierno será como un juego de brisas que no due-len en los huesos y amaneceré para verte, y mi dragón morderá su correa para que lo saquemos a pasear.
Yo sé, hoy aún es pronto y duro, y un poco triste también. Pero pasará, todo pa-sará como las estaciones. Voy a hacer que pase como un mal recuerdo el día que lle-gue a casa mi dragón. Van a ver cuando lo consiga y sea la más luminosa de mi cuadra. Van a ver cuando consiga a mi dragón.(dx)
[60] INDIVIDUALES
Disfrutar para triunfarPor Graciela Colombres Garmendia -texto- y Cecilia Gallardo -fotografías-, desde San Miguel de Tucumán*
No importan las trabas, el rechazo terco e injustificado, y el extenso y meticuloso proceso de elaboración. Al final, Rosalba Mirabella (1975, San Miguel de Tucumán) se queda con Muñecos del destino cuando tiene que elegir el trabajo que mejor la re-presenta. El principal motivo es irrefutable: disfrutó mucho haciéndolo.
La telenovela protagonizada por títe-res, que la Televisión Pública transmitió en 2012, marcó un hito en las carreras de esta artista plástica y de su marido, Pa-tricio García, coguionista y director de la serie. Pero hay un antes y queda un largo después en la vida de Mirabella. La punta de esa historia a medio escribir emergió durante esta entrevista con almuerzo o viceversa en Muña Muña, el encantador comedor-verdulería-vivero-centro cultural-etcétera de Barrio Norte.
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Hemos pasado años pensando en la idea de Muñecos del destino y matándonos de la risa con lo que se nos ocurría. Era como un chiste interno: ninguno de los dos se imaginaba que lo íbamos a concretar.
-Si tuvieses que elegir una obra como carta de presentación, ¿cuál sería?
-Aunque no diría que es solo mía, elegi-ría Muñecos del destino, proyecto que reali-cé junto con mi esposo. La segunda opción, que sí reconozco como propia, es la serie de fotos Álbum. Este trabajo surgió en 2007, cuando fui a una residencia de artes visua-les en Pinamar, que consistía en 15 días de convivencia en un hotel con un grupo de artistas. Había que hacer obras experimen-tales; yo no había trabajado con fotografía todavía y en el hotel había unas fotos de ar-chivo que mostraban a veraneantes de los años 20 o 30. Yo sacaba un portarretratos sin que nadie me viese, hacía una réplica a la imagen con masilla epoxi, tomaba una foto que luego hacía enmarcar y la ponía en el lugar de la original. Era como un juego con la gente que estaba ahí. De regreso a mi taller, se me ocurre hacer lo mismo, no ya como una intervención en un espacio sino como una obra de mi autoría con mi propio álbum de fotos.
A esta altura de la charla, la mesa del bar ya tiene tres jugos de frutas por la mi-tad. Uno de maracuyá y naranja; otro de zanahoria, manzana y pera, y, el último, de manzana, pomelo y naranja. Otros zumos vendrán después: una recomendable limo-
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nada de limón, menta y miel, y el “jugo re-saca” con manzana, limón y jengibre. Para cortar toda posibilidad de empalagamien-to llega la entrada: “dips” de mayonesa ve-gana de zanahoria; de puré de garbanzos al estilo árabe con limón; de ajo asado y de berenjenas asadas con perejil. Por supues-to que no falta el pan hecho en casa.
-¿Por qué cree que tuvo tanto éxito Mu-ñecos del destino?
-El éxito es bastante relativo. La divul-gación a la que llegamos no tuvo prece-dentes, eso sí, y, según mi opinión, hubo dos motivos para que eso sucediera. Uno es que es una serie local, que acá resul-tó original y novedosa. Por otro lado, fue una de las primeras miniseries del interior del país que logró acceder a Canal 7. Otro motivo más íntimo, por decirlo así, es que nosotros hemos disfrutado muchísimo con esta producción. ¿Viste cuando decís ‘este es el trabajo que quiero hacer’? Hemos pa-sado años pensando en la idea y matándo-nos de la risa con lo que se nos ocurría. Era como un chiste interno: ninguno de los dos se imaginaba que lo íbamos a concretar. Transcurrió mucho tiempo hasta que apa-reció el subsidio... Fue increíble terminar el proyecto. Allí volcamos nuestra experiencia en cortos y en artes plásticas, y el aporte de mucha gente talentosa.
-No fue fácil proyectar la serie en la pro-vincia. ¿Por qué?
-Canal 10 nos rechazó en forma rotunda e inmotivada: Muñecos del destino nunca fue de su interés. Los directivos de la emi-sora tomaron una posición muy estúpida porque este programa nos beneficiaba a todos y ellos podrían haber aprovechado el
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La idiosincrasia local acepta las ‘cosas raras’, entre comillas, sólo si vienen de afuera o si primero fueron validadas en otra parte. Es un misterio por qué los tucumanos no valoramos la obra del comprovinciano.
subsidio que ganamos. Después, la Televi-sión Pública nos pidió que acreditásemos la transmisión en una señal local. Enton-ces, Patricio se plantó en Canal 10 hasta que el director se vio obligado a acceder. ¿Qué hizo? Pasó la serie completa durante la mañana de un Viernes Santo: este mara-tón desvirtuó el concepto de la novela que crea expectativa capítulo a capítulo. Pero al menos nos permitió ingresar en la progra-mación de Canal 7.
-¿Se viene la segunda parte?-Está escrita y tenemos todas las esce-
nografías, pero no hemos ganado los con-cursos en los que presentamos el proyec-to. Patricio tiene la idea de no hacerlo en Tucumán, por una cuestión tributaria. La Dirección de Rentas nos sacó un montón
de plata que nunca recuperamos. Yo que-dé mal con este asunto y nadie me dio una respuesta. Presenté todos los papeles que justifican los gastos que hicimos, pero no sirvió de nada. No nos quedaron ganas de volver a trabajar acá.
El sabor amargo cede gracias a la en-trada oportuna de cuatro platos principa-les: sopa crema de calabaza con jengibre; moussaka de verduras de estación (apto para celíacos y veganos); tarta de brócoli con queso gratinado, y panqueques de ver-duras y hongos con salsa rosa.
Para rematar el banquete aparecen dos postres muy seductores: la torta vegana de chocolate con arándanos y limón glacia-do, y un bizcochuelo con relleno de limón y merengue. Estas exquisiteces también pueden ser degustadas por la tarde, con alguna infusión.
-¿Tucumán inspira al artista o conspira contra él?
-Conspira. Hay que hacer un gran es-fuerzo para no desmotivarse por completo. En general, tenemos mucho miedo a lo dis-tinto y muchos prejuicios. La idiosincrasia local acepta las “cosas raras”, entre comi-
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Por qué Rosalba MirabellaEsta licenciada en Artes Plásticas (Univer-sidad Nacional de Tucumán) encarna el perfil del artista independiente. En su obra prevalece la búsqueda y la experimenta-ción: no hay concesiones para el qué dirán ni temor de saltar el cerco que encorseta la creatividad. Con su marido, Patricio García, conforma una sociedad virtuosa para la cultura vernácula (además de una familia no convencional). Mirabella, por último, porta un apellido precioso.
Por qué Muña MuñaLa propuesta gastronómica de este res-taurante demuestra que la comida sana puede ser un manjar de lo más ingenioso y divertido. Muña Muña cierra el círculo con una variedad de ofertas para el buen vivir: verduras seleccionadas y compradas a productores locales; plantas apropiadas para el clima de la ciudad, y un espacio destinado a talleres que ayudan al equi-librio físico, mental y emocional. ¿Cómo contener las ganas de entrar?
llas, sólo si vienen de afuera o si primero fueron validadas en otra parte. Es un mis-terio por qué los tucumanos no valoramos la obra del comprovinciano.
-¿En qué estás trabajando?-Tuve una hija hace un año y pretendo
aprovechar sus primeros años de vida. Eso no me deja mucho tiempo. Hace poco pre-senté Álbum II, una selección de fotografías a color con escenas “chiquitas” en la oscuri-dad y fragmentos iluminados. Tengo la in-tención de hacer una serie de pinturas, pero será para más adelante. Creo que cuando uno empieza a pensar mucho en una idea y no la elabora, puede crear un castillo en el aire. Hay que hacer, hacer, pararse y pensar. Al hacer se abren las posibilidades.(dx)
¡PLUS!rosalbamirabella.comfacebook.com/tiendadeverdurasMuña Muña ofrece un plato distinto como menú del día (Rivadavia 727, San Miguel de Tucumán. Abierto de lunes a sábados. 0381 421 3702)
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