Documentación - El Tercio Viejo de Sarmiento

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Hechos recogidos sobre la batalla de Castelnuovo, en la costa de la Dalmacia.

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Crónica de la defensa de Castelnuovo por el español Tercio Viejo de Sarmiento

En una gesta que iguala a la de los 300 espartanos de Leónidas en la batalla de las Termópilas, los soldados españoles de Carlos V defendieron la ciudad de Castelnuovo en Julio de 1539. Castelnuovo y su fortaleza estaban en la Dalmacia (actual Herceg Novi de Montenegro), la costa de los balcanes fretente a la costa oriental de Italia.

Buena parte de Italia estaba bajo poder español, que tenía puestos avanzados contra el imperio turco, como el mencionado Castelnuovo, en la costa Dálmata. El año anterior, el Tercio Viejo de Nápoles había tomado la ciudad, durante la Santa Liga contra el imperio Otomano. El Tercio Viejo de Sarmiento fue enviado a ocuparse de la defensa de esta fortaleza en los límites del imperio otomano de la costa adriática. Se componía de un total de 3500 hombres.

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El Tercio español no disponía ni de alimentos frescos, ni de refuerzos. La situación era desesperada. El apoyo más cercano era la Serenísima República de Venecia, pero Carlos V se había negado a ceder esta plaza a los venecianos, y en correspondencia, habían roto la Santa Liga. La defensa de Castelnuovo quedaba por tanto bajo responsabilidad española. Desde el punto de vista estratégico, dada la situación política, esto quiere decir que quedaba prácticamente a su suerte.

El imperio otomano se propone entonces retomar esta ciudad. El turco Barbarroja comanda la expedición por mar, con un ejército de 20000 hombres, de los cuales 4000 son jenízaros, la élite del ejército otomano (equivalentes a los caballeros Templarios, los de Malta, o a los de San Juan cristianos). Ulema de Bosnia llega con otra fuerza de 30000 hombres por el norte. Así, la batalla comienza con un bloqueo de 50000 hombres, por mar y tierra. Durante cinco días, los turcos posicionan artillería, y cavan trincheras. Es de destacar que en esta época los Otomanos dan mucha importancia a la fuerza de artillería, llevando la delantera tecnológica que les había permitido, por ejemplo, tomar Constantinopla (la actual Estambul).

Los primeros asaltos fueron absolutamente fallidos para los turcos, que fueron rechazados una y otra vez. Además, una fuerza española de escaramuza de 800 hombres realiza varias salidas para entorpecer el trabajo de los turcos, y en una de ellas toman a los jenízaros por sorpresa (es de destacar aquí que los tercios combatían en absoluto silencio, con la excepción del grito de “Santiago y cierra España” al cargar), eliminando de un plumazo cientos de estas tropas.

El 23 de Julio, Barbarroja ya tiene, sin embargo, a su ejército posicionado y preparado para comenzar el asedio. La artillería está posicionada y emplazada. En realidad, no hay posibilidad alguna de victoria española, y ambos bandos lo saben. Sin embargo, la moral turca es baja tras las pérdidas iniciales sufridas. Barbarroja hace una generosa oferta en el parlamento oficial previo al asedio: ofrece vía libre para llegar a Italia sin que sean atacados, pero para su sorpresa, el comandante español del Tercio, Francisco de Sarmiento, les contesta negativamente, y que: “Vengan cuando quieran.”

El 24 de Julio comienza el asedio a la ciudad. Entre ese día y el siguiente, los turcos perdieron 6000 hombres, el Tercio Viejo de Sarmiento sólo 100. Los españoles preparan entonces una nueva escaramuza. Al alba, 600 hombres del Tercio salen de la fortaleza, tomando a los turcos de nuevo por sorpresa. El pánico se extendió por el campamento turco. Barbarroja es refugiado en la armada otomana, atracada en el puerto, pues se teme que la fuerza española arrase el campamento hasta arrojarlos al mar. Sin embargo, es imposible que eso ocurra. Sólo el miedo y respeto que los turcos sienten por la fuerza (demostrada in situ) de los tercios españoles hacen que los turcos ofrezcan esta debilidad. La escaramuza termina, y lógicamente las tropas de ambos bandos vuelven a sus posiciones previas. Barbarroja, a estas alturas ya muy irritado (4 de agosto), ha prácticamente derruido la fortaleza de Castelnuovo con su artillería. Al amanecer comienza el asalto turco, y por la noche la ciudad es ya otomana.

El Tercio Viejo de Sarmiento se había refugiado en los restos de las murallas de la fortaleza de Castelnuovo. El 5 de agosto se lanza un asalto total contra las tropas españolas. Los españoles pierden una de las torres de la fortaleza, pero siguen sin rendirse. El 6 de agosto, para mayor desesperación de los turcos, una fuerte lluvia arruina la pólvora necesaria para hacer funcionar su artillería. Ese día se combate exclusivamente a arma blanca: pica, espada, y cuchillo. El 7 de agosto, la fortaleza ya no tiene muralla defensiva en pie alguna. Los últimos 600 hombres del Tercio se baten a espada contra todo el ejército Otomano (lógicamente, aún decenas de miles), obligando de nuevo, aunque por última vez, a la retirada del enemigo.

Toda la oficialidad española había perecido durante los combates. Ante la última avalancha jenízara, sucumbió hasta el último hombre, peleando ya al arma blanca tras quedarse sin municiones los últimos defensores, espalda contra espalda en el patio de la derruida fortaleza.

Los turcos perdieron un total de 20000 hombres. Sólo sobrevivieron 200 españoles, los heridos que aún podían mantenerse en pie, de los cuales aproximadamente la mitad fueron degollados por Barbarroja por el enfado que le produjo conocer las pérdidas de tropas. El resto fueron enviados a Constantinopla como esclavos.

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Seis años más tarde, 22 de Junio de 1454, entró en el puerto de Messina un barco. Lo tripulaban hombres escapados de las cárceles de Constantinopla. De entre ellos 25 hombres eran supervivientes del Tercio Viejo de Sarmiento.

La gesta fue reconocida y comunicada por toda Europa: “...de la dichosa muerte que alcanzasteis, se debe envidiar más que la victoria.”

Emblema de Carlos V.Emblema de los tercios (Cruz de San Andrés).