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COMUNICACIÓN Y CIUDAD: LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN Y ENCUENTROS CON LA HISTORIA CULTURAL URBANA  Daniel Badenes Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires / Universidad Nacional de La Plata (Argentina) [email protected]  Resumen Tras su ruptura con el “mediacentrismo”, la comunicación se ha dado múltiples objetos de estudio. Este ensayo se dedica a uno de ellos: la ciudad. Las investigaciones que problematizan la relación comunicación / cultura / ciudad se consolidaron a principios de los 90, con la organización de espacios académicos específicos, la formulación de proyectos de investigación y la publicación de “hitos” editoriales. Tras reconocer entre una pluralidad de miradas sobre lo urbano la emergencia de los estudios culturales, se asume aquí el desafío de esbozar un “estado de la cuestión”: trazar un mapa a partir de las huellas que dejó el andar de otros investigadores, para no repetir recorridos sino ir más allá. Asimismo, se articulan aportes de los estudios sociales sobre la memoria. El panorama se construye sobre cuatro líneas de trabajo: una que prioriza las prácticas urbanas en la ciudad vivida, otra que enfoca los imaginarios o las representaciones sobre la ciudad, el debate sobre una ciudad en proceso de transformación (posmoderna, post-industrial), y ciertas lecturas del espacio urbano como un relato en sí mismo. Finalmente, se señalan puntos de encuentro con la “historia cultural urbana”, entendida como un área de estudios diferenciada de la historia urbanística clásica.  “La ciudad ocupa hoy un lugar estratégico en el cruce de los debates teóricos con los proyectos políticos, de las experimentaciones estéticas y las utopías comunitarias. Lo cual nos está exigiendo un pensamiento nómada, capaz de burlar los compartimentos de las disciplinas y convocar los diversos lenguajes de las ciencias y las artes, confrontar la índole de los diferentes instrumentos teóri cos, descriptivos, interpretativos, e integrar saberes y prácticas: la comunicación con el drama urbano, la música con el ambiente y el paisaje, la arquitectura con los trayectos y los relatos, el diseño con memoria y la ciudad” (Jesús Martín-Barbero)  El objetivo de este ensayo es, quizá, modesto. No viene a proponer ningún “estreno” en el orden de las ideas, sino más bien a poner algunas ideas en orden. Pensar la ciudad desde la comunicación y la cultura no es nuevo, mas sí reciente. En nuestra región data de los años ochenta, como parte de ese corrimiento del objeto de estudio que se sintetizó en el pasaje de los medios a las mediaciones, según la consagrada expresión utilizada por Martín-Barbero (1987). Valga mencionar ese hito –como podrían citarse obras de otros investigadores, como el Proyec to de comunicaci ón / cultura de Schmucler o la Propuesta de una genealogía de la comunicación de Mattelart– para dar cuenta del bosque de desplazamientos teóricos cuyas significaciones, motivaciones y alcances ya han sido trabajados en otros textos. Sabemos que una consecuencia de ese abandono del mediocentrismo, para indagar la comunicación en tanto proceso cultural de producción, reproducción, circulación y usos de significados sociales, y como cuestión de sujetos y no sólo de aparatos (...sean tecnológicos o ideológicos del estado), es la emergencia de nuevos temas de estudio: las culturas juveniles, los movimientos sociales, la ciudad como espacio de comunicación. Ese será el punto de partida de este ensayo. La reciente consolidación de los estudios de comunicación y ciudad plantea el desafío de construir un “estado de la cuestión”. Sobre huellas que otros investigadores han dejado en el andar, es hora de empezar a reconocer esas trazas para no repetir recorridos sino poder ir más allá. Si algo nuevo hay aquí es el mapa, o la búsqueda de un mapa, que necesariamente será móvil y provisorio: lo será por la propia dinámica de la investigación –y mucho más en el campo de la comunicación, donde el desapego a tradiciones disciplinares resulta una ventaja– y también porque otros podrán completarlo, no sólo leyendo lo que vendrá, sino ejercitando nuevas miradas retrospectivas. Ciertamente, la tarea realizada de cartografiar autores, centros de investigación, trabajos existentes y tendencias, en la que se asienta este escrito, hizo a la expresión “trabajo exploratorio” más significativa que nunca. Las citas, que encadenaron un texto con otro, fueron pistas de esa tarea que exigió consultar múltiples bibliotecas públicas y particulares, y constató la des-conexión y otras “pobrezas” (González, 1994) que caracterizan a las condiciones de producción de las ciencias sociales en América Latina. El objetivo de este texto, en fin, es ofrecer un panorama sobre ciertas líneas de investigación. Nos abocaremos a los trabajos sobre comunicación y ciudad, sugiriendo un ordenamiento que articulará además ciertas indagaciones sobre la construcción social de relatos sobre el pasado, en especial en lo referido a los lugares de memoria (1). Por último, como consecuencia de un cruce

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  • COMUNICACIN Y CIUDAD: LNEAS DE INVESTIGACINY ENCUENTROS CON LA HISTORIA CULTURAL URBANA

    Daniel Badenes

    Comisin de Investigaciones Cientficas de la Provincia de Buenos Aires /Universidad Nacional de La Plata (Argentina)

    [email protected] ResumenTras su ruptura con el mediacentrismo, la comunicacin se ha dado mltiples objetos de estudio. Este ensayo se dedica a unode ellos: la ciudad. Las investigaciones que problematizan la relacin comunicacin / cultura / ciudad se consolidaron a principiosde los 90, con la organizacin de espacios acadmicos especficos, la formulacin de proyectos de investigacin y la publicacinde hitos editoriales.Tras reconocer entre una pluralidad de miradas sobre lo urbano la emergencia de los estudios culturales, se asume aqu eldesafo de esbozar un estado de la cuestin: trazar un mapa a partir de las huellas que dej el andar de otros investigadores,para no repetir recorridos sino ir ms all. Asimismo, se articulan aportes de los estudios sociales sobre la memoria.El panorama se construye sobre cuatro lneas de trabajo: una que prioriza las prcticas urbanas en la ciudad vivida, otra queenfoca los imaginarios o las representaciones sobre la ciudad, el debate sobre una ciudad en proceso de transformacin(posmoderna, post-industrial), y ciertas lecturas del espacio urbano como un relato en s mismo. Finalmente, se sealan puntos deencuentro con la historia cultural urbana, entendida como un rea de estudios diferenciada de la historia urbanstica clsica.

    La ciudad ocupa hoy un lugar estratgico en el cruce de los debates tericos con los proyectos polticos, delas experimentaciones estticas y las utopas comunitarias. Lo cual nos est exigiendo un pensamientonmada, capaz de burlar los compartimentos de las disciplinas y convocar los diversos lenguajes de lasciencias y las artes, confrontar la ndole de los diferentes instrumentos tericos, descriptivos, interpretativos, eintegrar saberes y prcticas: la comunicacin con el drama urbano, la msica con el ambiente y el paisaje, laarquitectura con los trayectos y los relatos, el diseo con memoria y la ciudad (Jess Martn-Barbero)

    El objetivo de este ensayo es, quiz, modesto. No viene a proponer ningn estreno en el orden de las ideas, sino ms bien aponer algunas ideas en orden. Pensar la ciudad desde la comunicacin y la cultura no es nuevo, mas s reciente. En nuestraregin data de los aos ochenta, como parte de ese corrimiento del objeto de estudio que se sintetiz en el pasaje de los mediosa las mediaciones, segn la consagrada expresin utilizada por Martn-Barbero (1987). Valga mencionar ese hito como podrancitarse obras de otros investigadores, como el Proyecto de comunicacin / cultura de Schmucler o la Propuesta de una genealogade la comunicacin de Mattelart para dar cuenta del bosque de desplazamientos tericos cuyas significaciones, motivaciones yalcances ya han sido trabajados en otros textos.Sabemos que una consecuencia de ese abandono del mediocentrismo, para indagar la comunicacin en tanto proceso cultural deproduccin, reproduccin, circulacin y usos de significados sociales, y como cuestin de sujetos y no slo de aparatos (...seantecnolgicos o ideolgicos del estado), es la emergencia de nuevos temas de estudio: las culturas juveniles, los movimientossociales, la ciudad como espacio de comunicacin.Ese ser el punto de partida de este ensayo. La reciente consolidacin de los estudios de comunicacin y ciudad plantea eldesafo de construir un estado de la cuestin. Sobre huellas que otros investigadores han dejado en el andar, es hora deempezar a reconocer esas trazas para no repetir recorridos sino poder ir ms all.Si algo nuevo hay aqu es el mapa, o la bsqueda de un mapa, que necesariamente ser mvil y provisorio: lo ser por la propiadinmica de la investigacin y mucho ms en el campo de la comunicacin, donde el desapego a tradiciones disciplinaresresulta una ventaja y tambin porque otros podrn completarlo, no slo leyendo lo que vendr, sino ejercitando nuevas miradasretrospectivas. Ciertamente, la tarea realizada de cartografiar autores, centros de investigacin, trabajos existentes y tendencias,en la que se asienta este escrito, hizo a la expresin trabajo exploratorio ms significativa que nunca. Las citas, queencadenaron un texto con otro, fueron pistas de esa tarea que exigi consultar mltiples bibliotecas pblicas y particulares, yconstat la des-conexin y otras pobrezas (Gonzlez, 1994) que caracterizan a las condiciones de produccin de las cienciassociales en Amrica Latina.El objetivo de este texto, en fin, es ofrecer un panorama sobre ciertas lneas de investigacin. Nos abocaremos a los trabajossobre comunicacin y ciudad, sugiriendo un ordenamiento que articular adems ciertas indagaciones sobre la construccin socialde relatos sobre el pasado, en especial en lo referido a los lugares de memoria (1). Por ltimo, como consecuencia de un cruce

  • de lecturas quiz tan imprevisto como inevitable, se postularn algunas reflexiones sobre la denominada historia cultural urbana. Un exordio: lo urbano como un objeto en construccinLa opcin por abordar la ciudad desde el campo de la comunicacin, entre otros posibles, supone la coexistencia de mltiplesmiradas sobre el espacio urbano. No hay, por tanto, una definicin unvoca de la ciudad, que histricamente se ha podidoconceptuar desde diversos criterios: el tamao (amplitud territorial, nmero de habitantes) o bien la densidad de poblacin, ciertamorfologa (presencia calles, plazas, vas de comunicacin), los sectores de produccin (predominio de la industria o los servicios),etctera. Estas primeras aproximaciones, en general vinculadas a enfoques cuantitativos, tenan poco de reflexin sociocultural.Raymond Williams (2001), uno de los padres de los estudios culturales ingleses, no admite ver a la ciudad desde un conceptoesttico y definitivo. Campo y ciudad, afirma, son slo dos tipos de asentamientos humanos, entre muchos, cuya definicin porcontraste es una de las formas en que se toma conciencia de la experiencia. No obstante, la dicotoma en que se asientanalgunas definiciones se quiebra al observar que ambas realidades estn vinculadas en una historia comn de modo que uno y otrose impactan mutuamente. Ejemplifica: el campo nunca fue paisaje antes de la llegada de un observador ocioso, que pudieraestablecer una distancia en la relacin con la naturaleza. Y la ciudad, tal como la conocemos, no hubiera sido posible sin laproduccin rural.Asociados a estados del espritu y del sentimiento, para Williams campo y ciudad son imgenes socialmente construidas comoculminacin de un proceso de especializacin del trabajo, cada una asociada a ciertos sentidos (el pasado y el futuro, lo agrcolay lo industrial, etctera). Desde su enfoque culturalista, ms que hablar de la ciudad lo que parece suponer un objeto fsico conlmites y definiciones demogrficas, Williams habla de la experiencia metropolitana.Este planteo es compartido por otros autores claves en la configuracin de un rea de reflexin cultural sobre la ciudad. ArmandoSilva habla de lo urbano como actitud, y seala que actualmente sta supera las fronteras de la ciudad: Salimos de las ciudades,que son algo fsico, pero no de lo urbano, que es estructural, que nos alcanza y envuelve.As, una preocupacin central de los estudios culturales ser caracterizar la experiencia metropolitana. Para Richard Sennet, esprobable que existan tantas ciudades como maneras diferentes de concebir lo que es la ciudad. En consecuencia una simpledefinicin tiene sus atractivos. La ms simple es la que se refiere a que una ciudad es una colonia humana en donde los extraosposiblemente se conozcan. Para que esta definicin sustente una verdad, el entorno debe tener una poblacin extensa,heterognea; la poblacin debe estar unida y no esparcida; las transacciones entre la poblacin deben producir esta interaccinmasiva y densa (Sennet, 1978: 54). De Certeau (1996) hablar de la ciudad como el lugar de lo imprevisto, y el msdesmesurado de los textos humanos. Para Alicia Entel (1996), por su parte, la ciudad es un hormigueo humano con historiasgrupales, heterogeneidades, identidades y cotidianidad presente.Pensado desde la comunicacin, este objeto suele ser una excusa una entrada posible para abordar otros procesos. Esto sedebe a que las ciudades son lugares de simbolizacin o representacin de la existencia; cristalizaciones de procesos polticos yculturales; en fin, espacios de produccin, circulacin, consumo y reproduccin de sentidos socialmente construidos. La ciudadentendida no exclusivamente desde su imperativo territorial, ni como la suma de acciones ciudadanas aisladas, sinofundamentalmente como red de interacciones, como trama social que interpela de diversas maneras a actores ubicadoshistricamente, estructurndolos y siendo estructurados por ella (Varela, 2003: 147-148). Itinerarios del pensamiento sobre la ciudadLa ciudad, por supuesto, no se pens siempre de la misma manera. Ms all del campo de la comunicacin los estudios sobre lasciudades han producido mltiples miradas, para cuyo repaso tomamos bsicamente el texto de Gorelik (2004) sobre elpensamiento en cultura urbana. No se trata aqu de hacer una genealoga sobre los estudios culturales, sino de ver a grandesrasgos cmo y cundo stos emergen con cierta preeminencia.Hay bsicamente dos miradas iniciales sobre la ciudad. Las que provenan de la arquitectura, en su sentido ms tradicional,pusieron especial atencin en los estilos y diseos urbanos, ms que la ciudad como hbitat de sujetos sociales. En segundolugar, los enfoques costumbristas apuntaron a describir emergentes coloridos de la ciudad: la obra de Fray Mocho y RobertoPayr son ejemplos interesantes en la literatura argentina. Ambas miradas tienden a ser celebratorias: hablan de un circuito dehechos y lugares, cuyo armado no difiere demasiado de un circuito turstico.Siguiendo a Rojas Mix (2006a), podra sealarse tambin a la mirada cartogrfica entre las primeras aproximaciones. Lacartografa es una herramienta de registro y control, pero tambin una forma de representacin de la ciudad, en la que prima unageometra abstracta que intenta objetivar la visin.Luego la sociologa enfoc la ciudad: para ella, constitua un objeto de inters por ser el ambiente de la industria. Las reflexiones

  • refirieron a la dinmica del desarrollo econmico en la modernidad capitalista. En esa lnea trabajaron la planificacin desarrollistay las teoras de la modernizacin, cuyo dilema central fue: cmo acelerar la urbanizacin sin exacerbar los problemas que vienenasociados con el crecimiento urbano?Pronto emergi una sociologa basada en la crtica ideolgica a la planificacin, que Gorelik conceptualiza como el pasaje de laaccin tcnica a la crtica. Contra aquellas miradas surgieron otras en tono de denuncia, que concibieron una ciudad del conflicto.La nueva sociologa urbana violent el esquema concntrico para denunciar su carcter ideolgico, para iluminar todo aquello quequed en sus mrgenes e intersticios. Estas miradas nos proponen un viaje transversal, accidentado, que cruza avenidas, vasferroviarias, barrancas, zonas anegadizas; una carrera de obstculos que busca poner en evidencia una ciudad segmentada einjusta... (Gorelik, 2004: 117). En esta lnea se inscriben tanto las investigaciones sobre poblacin y estratificacin social como losestudios sociolgicos reproductivistas, que entienden lo urbano principalmente como expropiador de la plusvala producida en elmundo rural.En su ecologa, la ciudad reflejaba ahora los procesos de segregacin y la estructura de las clases sociales. Si bien el tono deestos enfoques no predomina en las investigaciones actuales sobre la ciudad, persisten lneas de continuidad con este tipo deestudios. Como acierta Argumedo (1996) en sus reflexiones epistemolgicas, la produccin de conocimiento en las cienciassociales no debe pensarse con la lgica de paradigmas que se reemplazan unos a otros, sino a partir de una coexistencia devisiones que expresan el carcter controvertido del conocimiento social. As, textos con plena vigencia advierten que, aunque hoylas ciudades se han descentrado respecto al viejo esquema centro / periferia, eso no significa que deje de existir un adentro y unafuera, segn procesos de exclusin a los que se refieren nociones como ciudades duales, parias urbanos, etctera.En la etapa a la que se refiere Gorelik al hablar de la denuncia crtica-ideolgica, la historia de la ciudad result un mbitoprivilegiado para construir una sociologa de la dependencia (2). Y en ltima instancia, la propuesta sigue siendo la de unareconciliacin, en tiempo futuro, pero ya no est la tcnica en el medio, sino la Revolucin (Gorelik, 2004: 127-128).Finalmente, ante la decepcin de esa nueva esperanza, el campo de reflexiones se abre hacia la cultura, primeramente con tresanalistas: Jos Luis Romero, ngel Rama y Richard Morse (3). Este ltimo escribi en 1976, en plena confrontacin con laslecturas tecnocrticas: Quizs en el presente, en nuestra poca especializada, neopositivista (de anlisis intelectual burocratizado,fro empirismo, desarrollo mecanicista, corporativismo y categoras marxistas, de un discurso cientfico desprovisto de humor y deuna despiadada escisin de los hechos y las fantasas), debemos delegar a novelistas y poetas la responsabilidad de dar unavisin imaginativa (...) de las ciudades y de la sociedad.Morse contrasta la sensibilidad de la literatura y el ensayismo para captar los fenmenos urbanos, con el esquematismocientificista que observaba entre colegas cuya metodologa privilegiada era la estadstica. En su trabajo ms citado (Morse, 1985)seala el nuevo camino: Estas reflexiones acerca de ciudades como arenas culturales siguen una lnea de estudios queinterpreta las urbes como crisoles para el cambio en la era moderna. (...) Nuestra investigacin apunta al ambiente no en tantodescrito y analizado, sino en tanto vivido y testimoniado. Las ciudades se transforman as en teatros; nuestros informantes, enactores. Estos ltimos no son simples reporteros u observadores crticos, sino participantes comprometidos con cada fuente orecursos intelectuales y fsicos a su disposicin, para interpretar no la condicin meramente urbana, sino la humana.As se abrieron camino los estudios culturales urbanos, que en Amrica Latina fueron especialmente acogidos por investigadoresdel campo de la comunicacin.

    Consolidacin e institucionalizacin de un enfoquePara los comunicadores/comuniclogos, la ciudad se present como un espacio donde estudiar los usos de la comunicacin, losdiversos modos de simbolizacin, produccin y consumo de significaciones colectivas en una sociedad.El espacio urbano es un escenario de luchas entre contendientes desnivelados y posicionados histricamente en unenfrentamiento por el poder de enunciacin, capaz de imponer, mediante la coercin o la seduccin, una representacin a lasprcticas sociales, escribe en su libro sobre bandas Rossana Reguillo (1991), que se encuentra entre los grandes referentes deesta lnea de estudios, junto a Jess Martn-Barbero acaso su principal promotor, Nstor Garca Canclini, Armando Silva yvarios otros.Podra considerarse que la primera mitad de la dcada de 1990 fue el perodo fundamental de su emergencia y consolidacin: esentonces cuando se realizan encuentros acadmicos especficos, se formulan proyectos de investigacin y aparecen hitoseditoriales.En 1992 se realiza en Rosario un Seminario Internacional sobre Comunicacin y Ciudad, del que hay posteriores convocatorias enEcuador (1993), Paraguay (1994) y Colombia (1995). En 1996 cambia el nombre por Frum imgenes e imaginarios urbanos:propuestas de comunicacin para la ciudad y se realiza en Per. Al ser eventos promovidos por la UNESCO, conservan una

  • tnica vinculada a la nocin de desarrollo urbano teniendo como horizonte la mejor calidad de vida y tienen una dimensinpropositiva de polticas pblicas, mediante diversas declaraciones: Por el derecho a la ciudad, Por una ciudad solidaria, etc.Paralelamente, en julio de 1993, Martn-Barbero desarrolla en Santa Fe de Bogota un Seminario sobre Mediaciones urbanas ynuevos escenarios de comunicacin, al que le sigue en mayo de 1994 un Seminario sobre Comunicacin y cultura urbana, quedicta en el marco de la ctedra UNESCO de Comunicacin Social. Tambin en Santa Fe de Bogot se realiza el SimposioNacional Ciudad y Comunicacin, en octubre de 1993.En 1994, un hito institucional es la constitucin del Grupo de Trabajo sobre Comunicacin y Ciudad en el marco de la AsociacinLatinoamericana de Investigadores en Comunicacin (ALAIC), coordinado en sus inicios por Reguillo y actualmente por unainvestigadora de la Pontificia Universidad Catlica del Per, Carla Colona. Se trata de uno de los 21 grupos que funcionanactualmente en la estructura de esa asociacin.Por otra parte, en el perodo mencionado aparece La invencin de lo cotidiano de Michel de Certeau (1990, traducido en 1996),con su reflexin clave sobre los practicantes ordinarios de la ciudad. Lo mismo sucede con los textos clsicos de Alain Mons (Lametfora social. Imagen, territorio y comunicacin, 1992) y Armando Silva (Imaginarios urbanos. Bogot y Sao Paulo, cultura ycomunicacin, 1992), entre otros. En 1991 se conoce el mencionado libro de Reguillo sobre bandas, identidad urbana y usos de lacomunicacin, y en abril de 1992 se producen las explosiones en barrios de Guadalajara que la convocan al trabajo de campo deuna investigacin brillante: La construccin simblica de la ciudad, publicada en 1996. El mismo ao Nstor Garca Canclini,Alejandro Castellanos y Ana Rosas Mantecn editan La ciudad de los viajeros. Travesas e imaginarios urbanos; y en Argentinaaparece La Ciudad bajo sospecha, de Alicia Entel, producto de una investigacin realizada los aos anteriores.En fin, se trata de una etapa fructfera para los estudios culturales urbanos, que forman un importante acervo de preguntas,reflexiones y conceptos tericos. Elaboracin propia a partir de mltiples lecturas y sistematizaciones, esbozaremos ahora s unpanorama de estos estudios, a partir de cuatro lneas: la que prioriza las prcticas urbanas en la ciudad vivida, la que enfoca losimaginarios o las representaciones sobre la ciudad, la que tiende a debatir la condicin post (posmoderna, posindustrial, etctera)de una ciudad en proceso de transformacin, y finalmente ciertas lecturas del espacio urbano como un relato en s mismo,asociadas a la reflexin sobre los sitios de memoria.Por supuesto que se trata de preocupaciones inter-conectadas, fragmentadas slo con fines analticos. Los mejores estudios queindagan a la ciudad interrogndola sobre la produccin social de sentidos se posicionan en todas esos lneas simultneamente. La ciudad vivida / practicadaEn la ciudad se desarrollan prcticas que dan cuenta del mundo de la vida. Y esas prcticas, tcticas, usos, implicanapropiaciones del espacio. Ms de un autor ha propuesto distinciones cuyos trminos varan segn el caso lugar y espacio,espacio y territorio, espacio geomtrico y espacio antropolgico o existencial (ver Aug, 1993: 85), que expresan latransformacin que se produce cuando un espacio es apropiado por ciertos sujetos sociales, que lo dotan de sentido.Si bien la idea de que el espacio se modifica cuando es practicado parece una obviedad una vez enunciada, en la experienciacotidiana no siempre se tiene conciencia de la carga de significados que la propia accin produce sobre un territorio, comomuestra Halbwachs (2004: 132).En sintona con el desplazamiento terico que rechaza el enfoque exclusivamente estructural para atender a la accin de lossujetos, los estudios culturales sobre la ciudad prestan atencin a lo que de Certeau llama las operaciones de los usuarios,supuestamente condenados a la pasividad y la disciplina. Se estudian as formas de expresin e interaccin, los modos de estarjuntos en la cotidianidad metropolitana, de hacer ciudad y de ser hechos por ella.Mltiples preguntas interrogan a la ciudad vivida: Cmo se junta la gente, dnde y para qu? Cmo construyen espacialmentelos sujetos sus identidades? Cules son las tcticas (4), desde la integracin y la marginacin, desde la simulacin y laparticipacin? Qu hacen los habitantes en momentos de ocio y descanso? De qu modo la calle se constituye como escenariode comunicacin? Cmo se mueven y expresan los cuerpos en el espacio urbano? Qu competencias se requieren paratransitar annimamente una ciudad? En qu momentos pesan y en qu otros quedan inhibidas las reglas? De qu formas sehabita la ciudad y cmo esos modos, en definitiva, la construyen? O con palabras de Michel de Certeau: cmo se escribe el textourbano, una escritura colectiva sin principio ni fin, sin claros lectores ni escritores?Cabe mencionar dos grandes orientaciones de los estudios sobre prcticas culturales en la ciudad:

    - Algunos analizan dinmicas, lenguajes, modos de expresin e identificacin de ciertos actores urbanos: bandas, artistascallejeros, trabajadores sexuales, cartoneros o recicladores (5), conductores, pandillas / maras, jvenes, organizaciones vecinales,movimientos sociales urbanos (6).En estos estudios es muy frecuente hallar analogas con el teatro, en lnea con los planteos de Morse. Por ejemplo, Sennet

  • semeja el escenario (teatral) y la calle, y se propone estudiar roles pblicos. Luego propone: La gran ciudad es un teatro. Suescenario es fundamentalmente la bsqueda de reputacin. Todos los hombres de la ciudad se vuelven artistas de una ndoleparticular: actores (Sennet, 1978: 152). Por su parte, Alicia Entel (1996: 37) planea que si se imagina a la ciudad como teatro, alos grupos sociales como actores y a los espacios como escenarios, es posible descubrir la riqueza y la capacidad predictiva delas lecturas minuciosas que el investigador puede realizar de esa dramtica urbana....

    - Otros proponen etnografas de microterritorios urbanos, donde conviven mltiples sujetos. Lo que se buscan son huellas,marcas, identidades, usos, sentidos, modos de comunicar y significar en espacios urbanos especficos: una calle, un mercado, unbarrio, algn espacio recreativo, un medio de transporte como el tren (el metro, para Aug), ciertos bares.Algunos pueden ser pensados como Frentes Culturales, segn la categora acuada por Gonzlez (1994, 1998); es decir,espacios que son a un mismo tiempo: 1) zonas fronterizas entre culturas de clases y grupos socialmente diferentes; 2) frentes debatallas, arenas de luchas culturales entre contendientes con recursos y contingentes desnivelados. En fin, lugares que permitenindagar empricamente la construccin de hegemonas, porque en ellos se desarrollan los combates principalmente simblicospara componer y recomponer los sentidos compartidos sobre qu es necesario para vivir (7).Al estudiar actores sociales y espacios practicados, el anlisis capta movimientos y conflictos, es decir, todo aquello que elenfoque cartogrfico moderno borra y oculta (8). Distinta de esa representacin abstracta y esttica, otra percepcin posible es lade los caminantes, los practicantes ordinarios de la ciudad (de Certeau, 1996), que participan de un texto urbano mltiple queescriben a travs de procedimientos multiformes, resistentes, astutos, pertinaces. El anlisis cultural propone un retorno a lasprcticas, liberando la enunciacin peatonal de su trascripcin en un plano: reivindicar los itinerarios, serie discursiva deoperaciones, frente a los mapas, asentamientos totalizadores de las observaciones.Estas investigaciones suelen prestar especial atencin a los cuerpos, en sintona con la propuesta de Carne y piedra, dondeSennet propone una historia de la ciudad contada a travs de la experiencia corporal de las personas: cmo se movan hombresy mujeres, que vean y escuchaban, qu olores penetraban en su nariz, cmo dorman, cmo se vestan, cundo se baaban,cmo hacan el amor en ciudades que van desde la antigua Atenas a la Nueva York contempornea (Sennet, 1997: 17).Los trabajos producidos implican a veces una verdadera semitica de los cuerpos que demuestra cmo las posturas corporalesson distintas en cada ocasin urbana: Pasear por el centro comercial requiere de un cuerpo, una postura, y una actitud quedisuena y se vuelve intil en la plaza de mercado, y viceversa: el centro comercial exige un estatus especial de sus visitantes;transitarlo como si fuera una plaza de mercado ya invitara a los guardias a sospechar y tomar accin (Lozano, 1998: 174-175).Los cuerpos permitidos y prohibidos varan cultural e histricamente. La definicin de la ciudad como una coleccin de extraos,mencionada por Sennet, no implica que esa condicin est garantizada a cualquier presencia: ser extrao requiere una posturacorporal cuyo ajuste a las convenciones posibilita el anonimato. No es lo mismo un extrao que un forastero, cuya presencia llamala atencin. Adems, las reglas de la comunicacin urbana no son las mismas para todos: Cinco jvenes negros que caminan porlas buenas avenidas de la ciudad son una amenaza (y entonces los dems son una amenaza para cinco jvenes negros)...(Lozano, 1998: 175) La ciudad imaginada / narrada / representadaAdems de hablar del estatus de los cuerpos y de lo que ellos expresan en la ciudad, el provocativo ejemplo de Lozano sobre losjvenes negros introduce la problemtica de los imaginarios urbanos. Aquella presencia no es una amenaza en funcin de unapeligrosidad conocida y real, sino imaginada y posiblemente asentada en prejuicios culturales.Los relatos que circulan socialmente, y en este caso los relatos sobre la ciudad, condicionan las propias prcticas. En ese sentido,slo en una dimensin analtica la ciudad representada se escinde de la ciudad vivida. Existe no obstante una relacin dialcticaentre ambas: la ciudad y sus representaciones se producen mutuamente. No hay ciudad sin representaciones de ella, y lasrepresentaciones no slo decodifican el texto urbano en conocimiento social, sino que inciden en el propio sentido de latransformacin material de la ciudad (Gorelik, 2004: 13).La investigacin cultural urbana se ha dedicado a explorar la imaginacin socioespacial (Gorelik, 2004: 18) de las poticas yestticas de la ciudad (Pereira, 1995). En otras palabras, buena parte de los estudios han girado en torno a preguntas cmo:Qu es la ciudad para el ciudadano? Cules son los modos de percibir la experiencia urbana? De dnde provienen y cmooperan esos imaginarios? (11) Cmo se narra una ciudad en los medios masivos? Qu nos muestra el arte sobre la ciudad?La importancia que las narrativas tienen para la configuracin de un espacio es remarcada por diversos autores. Para MaraCarman, determinados proyectos urbanos pueden comprenderse no slo fundados y anclados nicamente en lo fsico,arquitectnico y urbanstico, sino tambin a partir de la imposicin de un relato que procura unir espacios y prcticas espaciales,exaltando algunos puntos de la ciudad en detrimento de otros, y legitimando ciertos recorridos en funcin de un proyecto escogido

  • como modelo de ciudad ideal (Carman, 2006: 139)La produccin de relatos es tanto una estrategia de ciertos poderes para favorecer proyectos como una tctica de los actoresordinarios de la ciudad, necesaria para habitarla cotidianamente: Junto a la realidad industrial, al desarrollo tecnolgico, a losinstrumentos de produccin, a las instituciones de control, junto a las cifras y las estadsticas, a las decisiones y discursosoficiales, existen procesos simblicos mediante los cuales los actores entienden su ciudad, la nombran, se la apropian, latransforman, la segmentan, en una palabra la construyen simblicamente para exorcizar el peligro, reducir la incertidumbre y dotarde sentido al conjunto de sus prcticas (Reguillo, 1996: 471).Armando Silva se interesa por cmo el escenario urbano es imaginado y registra formas en que los ciudadanos participan de laconstruccin simblica de la ciudad. Silva coordin el Proyecto Imaginarios Urbanos, financiado por el Convenio Andrs Bello,dedicado a enunciar los mapas afectivos que constituyen la diversidad de modos de ser urbanos en trece ciudadeshispanoamericanas: La teora de los imaginarios urbanos dice busca captar y aislar para su estudio lo que llamamos croquisurbanos, que no son otros que los mapas afectivos donde uno se encuentra con otros, ya sea porque recomparte un inters, unoficio o hasta un tema. Y estos mapas ya no son fsicos, sino psicosociales: los croquis no se ven, se sienten. Si el mapa marcabaunas fronteras determinadas de propiedades polticas y geogrficas, los croquis desmarcan los mapas y los hacen vivir su revs:no lo que se me impone como frontera, sino lo que me impongo como deseo. Los mapas son de las ciudades, los croquispertenecen a los ciudadanos (en Mujica, 2005).Por supuesto, no hay una sola ciudad imaginada, sino muchas maneras de imaginar ciudades.Otro estudioso que trabaj esta temtica, Nstor Garca Canclini (1997), sostiene que adems de reunir casas y parques, calles yseales, las ciudades se configuran tambin con imgenes. Pueden ser las de los planos que las inventan y las ordenan. Perotambin imaginan el sentido de la vida urbana las novelas, canciones y pelculas, los relatos de la prensa, la radio y la televisin.La ciudad se vuelve densa al cargarse con fantasas heterogneas. La urbe programada para funcionar, diseada en cuadrcula,se desborda y se multiplica en ficciones individuales y colectivas.A mediados de los 90, Garca Canclini encar un trabajo de campo que relacion la fotografa el registro que ms radicalmentefragmenta la ciudad con la experiencia de habitar grandes metrpolis. 52 fotografas seleccionadas, de distintas pocas, fueronexpuestas para ser interpretadas por 10 grupos de enfoque, formados por personas que viajan intensamente por la ciudad. As serelevaron ideas acerca de cmo es la ciudad de noche y otras cuestiones que evidenciaron una dialctica entre lo real y loimaginario, lo que se sabe y lo que se supone sobre la ciudad.Por lo general, las investigaciones que postulan a los imaginarios urbanos como su objeto de estudio se han dedicado ademsde los relatos de viajeros a la produccin artstica y meditica. La eleccin de ese corpus se vincula con que la gente no se dacuenta de su experiencia urbana pues vive en ella como el aire que respira. Sin embargo, hay situaciones donde su ser urbano seexterioriza y visibiliza, como en algunas experiencias que llamo meta operaciones, estticas, cuando por alguna razn seproduce un efecto de extraamiento (Silva, en Mujica, 2005).De los trabajos sobre imaginarios mediticos (10) son pocos los que abordan la radiofona. Las principales reas interrogadas sonel cine, la prensa y la literatura. Esta ltima es el objeto de un trabajo clsico de Williams (2001), que analiza exhaustivamentedecenas de novelas y propone una sugestiva historia de la ciudad a travs de la ficcin, identificando estilos literarios propios delcampo y la urbe, y estilos de fronteras.En la produccin audiovisual, en tanto, se pueden analizar los recursos narrativos con que se narra la ciudad y observar cmo seconstruye la escena urbana, quines son los sujetos que la forman, cules bienes-espacios en disputa, de qu modos se usa yhabita el espacio, etctera. Silva comenta que en Bogot imaginada, uno de los trece libros del proyecto mencionado, se ve cmoen la historia de la ficcin televisiva dominan tres personajes urbanos segn su momento: en los aos 50 los choferes de taxi, enlos 80 los maestros de albailera y a finales del siglo XX los celadores de edificios. Sus guionistas, sin proponrselo claramente,dibujaron una sociologa del carcter popular bogotano. Los porteros de edificios al servicio de grandes capas de inquilinos slopueden pertenecer a esta poca cuando la ciudad creci y se llen de miedos. Este personaje, el celador, nos relata una ciudadmiedosa, un imaginario poderoso que comparten las grandes urbes actuales (en Mujica, 2005).Se trata de captar los sentidos que los medios construyen sobre la ciudad. No es casual, por ejemplo, que se denomine TramaUrbana al suplemento judicial-policial de un diario, pese a que ste puede adoptar como temtica los robos rurales. Est presenteall un imaginario que asocia lo urbano a lo delictivo y participa de la construccin cultural del miedo.A esa relacin ciudad / miedos se abocaron las ltimas investigaciones de Rossana Reguillo (2006), que identifica como propio dela poca actual la deslocalizacin de la percepcin de inseguridad en los mapas subjetivos de la ciudad imaginada, querepercuten sobre la ciudad practicada.

  • La ciudad en proceso de transformacinEntre las respuestas de ciertos sectores a aquella percepcin se inscribe la retraccin hacia el mbito privado y la conformacinde barrios cerrados que impactan a su vez sobre el aspecto del centro de las ciudades. Estos constituyen algunos de los procesosrecientes de transformacin de las ciudades, que han sido objeto de la reflexin crtica de distintos investigadores.Hay un nuevo ciclo en la historia de las ciudades que se ha tematizado en tono a la proliferacin de megalpolis, ladeslocalizacin industrial, el desmembramiento de los centros terciarios, el abandono de reas industriales, la proliferacin deperiferias internas y urbanizaciones cerradas, y la conversin en negocio de fragmentos completos de la ciudad (Gorelik, 2004:210).Incluimos la lnea que refiere a las tendencias actuales en un estado de la cuestin sobre los estudios en comunicacin y ciudad,aunque corresponde a un campo ms amplio de debates urbanos. Lo comunicacional en stos suelen radicar en que buena partede las transformaciones en curso se vinculan al impacto de las llamadas nuevas tecnologas. Quienes postulan el proyecto de lasociedad de la informacin utilizan trminos como ciudades informacionales o comunicacionales. A ellas alude una preguntacentral para estos trabajos: cmo se han modificado los modos de narrar e interactuar en la ciudad, por los usos sociales y losimpactos de la televisin, las redes informticas y los videojuegos?Del mencionado seminario de Rosario en 1992 surgi un diagnstico sobre las ciudades de Amrica Latina, cuya profunda crisisse asociaba a las rupturas en canales de comunicacin interpersonal, el declive de lo pblico y la prdida de ciudadana, entreotros aspectos. Los estudios actuales hablan cada vez ms de una ciudad del hiper-consumo, posmoderna, electrnica,telemtica. Se trata de un espacio urbano donde abundan los no lugares vas de transporte, aeropuertos, centros comerciales,grandes cadenas hoteleras, etctera, que se definen por oposicin a los lugares la casa, el barrio, las plazas, etctera, que sonidentificatorios, relacionales e histricos (Aug, 1993: 58-59) (11). Por el contrario, los no lugares son sitio de lo efmero, dondelo identitario y relacional se reduce al mnimo.No son espacios para la ciudadana sino para el consumo. Un ejemplo prototpico es el shopping o mall, que ha sido objeto demltiples ensayos crticos, como el de Beatriz Sarlo. Para esta autora, el shooping es un simulacro de ciudad de servicios enminiatura, donde todos los extremos de lo urbano han sido liquidados: la intemperie, que los pasajes y las arcadas del siglo XIXslo interrumpan sin anular, los ruidos, que no respondan a una programacin unificada; el claroscuro... (Sarlo, 2006: 12). Suirrealidad como ciudad en miniatura radica en que la historia de su constitucin carece de conflictos, marchas o contramarchas. Elhecho de que todos los shoppings son iguales y tienen una relacin indiferente con la ciudad que los rodea (Sarlo, 2006: 13-14) remite a la idea del no lugar de Aug. Viven del contraste con la ciudad postindustrial: ofrecen dentro de sus lmites laseguridad que no garantiza un espacio pblico cada vez ms reducido (12).La presencia del shopping expresa el corrimiento de las esferas de la poltica, la economa y la vida cotidiana hacia modos derelacin social propuestos desde el mercado: por eso los malls pueden ser vistos como monumentos de un nuevo civismo (Sarlo,2006: 16). La ciudad como relatoLa idea de la ciudad como un relato, propuesta como cuarta lnea de trabajo, refiere justamente a esas marcas que, en el espaciourbano, transmiten sentidos acerca de un proyecto social o una narrativa histrica.Ya no cmo se vive o qu se dice sobre ella: la propia materialidad de la ciudad en s misma constituye un relato sobre laorganizacin social que la construy. Todo proyecto urbanstico tiende a plasmar en piedras, muros y monumentos, los deseos yesperanzas de actores que la crean y recrean en el tiempo.Si tomamos el caso de La Plata, observaremos en su instancia fundacional que la estructura urbana trasluca ante todo unproyecto de poder, aunque pronto la ciudad-metfora del orden fuera objeto de disputas: la pretensin de concebirla ex novo ybajo el auspicio de formaciones de verdad cientfica, puede volver ms explcitos los puntos de interseccin entre formas fsicas ylos comportamientos deseados con esa intervencin (Vallejo, 2005: IV). Los contrastes establecidos entre la arquitecturadomstica (prevista en no ms de dos niveles, construida con mampostera y sin separaciones de la lnea municipal) y la delpoder pblico (mayor altura, ornamentada, con jardines perimetrales), las instituciones incluidas / excluidas en el eje cvicodestacado, los monumentos realizados o la homognea distribucin de escuelas en todos los barrios son expresiones urbanas deun proyecto, concientemente establecidas por la lite que pens dicha ciudad como centro de progreso segn los preceptos delliberalismo ilustrado.Del mismo modo, como estudiara Rojas Mix (2006b), la plaza mayor de las ciudades coloniales espaolas de las que La Platarecibe cierta herencia tambin expresaba e intentaba reproducir cierto proyecto de sociedad. Su presencia en un centrogeogrfico y simblico se rodeaba por aquellos sitios que representaban la suma del poder: el palacio del virrey o el gobernador,

  • la catedral, el cabildo, el mercado, etctera.El espacio urbano contiene adems otras materialidades que aluden a ciertas narrativas histricas y buscan activarlas. Comoseala el mismo autor, el patrimonio simblico de la nacin se desarrolla generando imgenes mentales que se difundentransformadas en imgenes plsticas o literarias, emblemas, retratos, cuadros histricos, escenas de costumbres. Es la memorianacional que circula por igual en la escultura conmemorativa y en la arquitectura monumental. Por su parte, Aug (1993: 65) nosrecuerda que el monumento, como lo indica la etimologa latina de la palabra, se considera la expresin tangible de lapermanencia o, por lo menos, de la duracin. Son necesarios altares para los dioses, palacios y tronos para los soberanos paraque no sean avasallados por las contingencias temporales. As permiten pensar la continuidad de las generaciones....Tambin son significativos los nombres adjudicados a calles o espacios pblicos. Como advierte de Certeau, todo poder estoponmico e instala su orden de lugares al nombrar.La nocin ms coloquial de lugares de memoria (13) alude a espacios fsicos constituidos como monumentos o marcas urbanas, oen trminos de Bourdieu al estado objetivado del pasado: la historia se pone en presencia en dos estados de lo social, elestado objetivado, es decir la historia acumulada a lo largo del tiempo en las cosas, los edificios, los monumentos, y el estadoincorporado que es la historia transformada en habitus (Vallejo, 2005: 13).Por supuesto, si bien estn mejor posicionados para hacerlo, no slo los poderes constituidos inscriben un relato en lamaterialidad de la ciudad. Sobre ella caben tambin intervenciones urbanas alternativas o de resistencia, de tal modo que elespacio urbano resulta un relato sobre sus propios conflictos histricos. En los trminos de de Certeau, las marcas pueden serestratgicas (las construcciones del poder) o tcticas (aquellas intervenciones urbanas).Qu relatos sobre el pasado se monumentalizan y cules no? De qu manera las intervenciones urbanas expresan disputaspolticas por dotar de sentido a la historia social? Cmo operan esas marcas como medios de la comunicacin?Esta orientacin posible de las miradas sobre la ciudad que atienden a la produccin social de sentidos se vincula a una de laspreocupaciones de los estudios sociales sobre la memoria. Como observa Jelin, monumentos, placas recordatorias y otras marcasson las maneras en que actores oficiales y no oficiales tratan de dar materialidad a las memorias. Hay tambin fuerzas socialesque tratan de borrar y de transformar, como si al cambiar la forma y la funcin de un lugar, se borrara la memoria. As, todadecisin de construir un monumento, de habilitar lugares donde se cometieron afrentas graves a la dignidad humana (campos deconcentracin y detencin, especialmente) como espacios de memoria, o la construccin de museos o recordatorios, es fruto de lainiciativa y la lucha de grupos sociales que actan como emprendedores de la memoria (Jelin, 2001: 54-55).Desde este enfoque, lo que se busca comprender no es exclusivamente la multiplicidad de sentidos que diversos actores otorgana espacios fsicos en funcin de sus memorias, sino los procesos sociales y polticos a travs de los cuales estos actores (o susantecesores) inscribieron los sentidos en esos espacios (...) Construir monumentos, marcas espaciales, respetar y conservarruinas, son procesos que se desarrollan en el tiempo, que implican luchas sociales, y que producen (o fracasan en producir) estasemantizacin de los espacios materiales (Jelin y Langland, 2003: 3-4). Puntos de encuentro con la historia cultural urbana

    Si la historia cultural urbana y la crtica cultural de la ciudad configuran campos de conocimiento siempreprecarios y de bordes indefinidos, internarse en ellos supone necesariamente una exploracin conjunta deaquello que se quiere conocer y de los instrumentos con los que podra llegar a hacerse. Porque ms que uncampo disciplinar, lo que supondra un conjunto de postulados tericos e instrumentos metodolgicosespecficos y estables, los temas de la cultura urbana integran un campo de tensiones entre enfoques yperspectivas diferenciadas, que van tomando cuerpo en el propio comercio (interpretativo), siempre tentativo,con su objeto de conocimiento y que necesitan estar sujetos, por lo tanto, a permanente revisin yconfrontacin (Adrin Gorelik).

    Hasta aqu se han reseado algunos enfoques posibles mayormente vinculados al campo de la comunicacin en los cuales lainvestigacin sobre la ciudad no puede escindirse de la pregunta por la produccin de significados: el modo en que el espaciourbano es habitado o practicado, imaginado o representado, y utilizado como escenario de marcas activadoras de una memoriaque se procesa en el presente, destacan el vnculo estrecho entre las ciudades y los sentidos socialmente construidos.En el estado de la cuestin referido a pensar la ciudad en clave cultural se encuentra, adems, una zona de investigacionesvinculadas a la indagacin histrica, que rescatan el foco de aquellas preguntas pero las formula en el tiempo pasado: cmo seconfiguraron histricamente ciertos espacios de la ciudad? qu actores participaron y qu tcticas o estrategias desarrollaron?qu representaciones o imaginarios se produjeron sobre el espacio urbano? quines, cmo y para qu se crearon, recrearon o

  • borraron marcas o lugares de memoria? Interrogantes en un mismo tono planteados en situaciones que, por su anclaje en elpasado, son consideradas objeto de la historia.Si se procura inscribir esas investigaciones en una lnea de trabajo medianamente constituida, la referencia es indudablemente lahistoria cultural urbana. Se trata, si cabe el trmino, de una nueva disciplina con una orientacin superadora de la historiaurbanstica de viejo cuo, acotada al molde estrecho de aquello que se relaciona con la indagacin de la ciudad como entidadfsica autnoma y de las intervenciones profesionales de arquitectos y urbanistas (Vallejo, 2005: VIII).A nivel local, reconocemos como planteo fundacional a La Grilla y el Parque, de Adrin Gorelik (UNQ, 1998), seguido por losaportes de Silvestri, Liernur, Aliata y Ballent. En el caso de la ciudad de La Plata son escasos los trabajos en este sentido, aunquecabe destacar la tesis recientemente defendida por Gustavo Vallejo en el Doctorado de Historia de la UNLP.La historia cultural urbana, ligada al desplazamiento del punto de vista anunciado por Morse, capta la dinamismo y la vocacintransdisciplinaria de movimientos que llevaron nuevos aires a la disciplina histrica. En esa renovacin confluyen diversas lneascomo:

    - Las investigaciones realizadas desde una historia de las mentalidades, la vida cotidiana, el gusto, la moda, la higiene, elcuerpo, etctera;

    - La valorizacin que la Nouvelle Histoire hizo de fuentes antes menospreciadas, como textos literarios, testimonios orales eimgenes (Rojas Mix, 2006a: 55), ampliando el concepto de documento histrico; y

    - Los mencionados estudios sobre las memorias, que adems de admitir su carcter subjetivo reconocen en ellas un objetode disputas, conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atencin al rol activo y productor de sentido de los participantes de esasluchas, enmarcados en relaciones de poder, y asumen la posibilidad de historizar esas transformaciones en los dinmicossentidos del pasado (Jelin, 2001: 2);Los estudios de la memoria involucran una sensibilidad bien caracterizada por Nor (1993) al sealar que su objeto especfico noson las acciones memorizadas ni conmemoradas, sino la traza de esas acciones y el juego de esas conmemoraciones; no losacontecimientos por ellos mismos, sino su construccin en el tiempo, el desvanecimiento y el resurgimiento de sus significaciones;no el pasado, sino sus reempleos permanentes, sus usos y sus faltas de uso, su imposicin sobre los presentes sucesivos; no latradicin, sino la manera que se constituy y se transmiti; en fin, la memoria: no el recuerdo, sino la economa general y laadministracin del pasado en el presente.Estas influencias llevan a estudiar la trayectoria de las ciudades no slo desde sus expresiones fsicas sino tambin desde losimaginarios y las disputas entre diversos actores sociopolticos. Se busca producir una historia que no separe la historia de laciudad en trminos materiales de la sociedad en trminos sociales o polticos, sino que sea una historia del modo en que laciudad, como objeto de la cultura, produce significaciones; es decir, una historia cultural de las representaciones de la ciudad, perosiempre que se advierta que el modo en que los artefactos urbanos producen significaciones afecta tanto la cultura como reviertesobre su propia materialidad (Gorelik, 1998: 16)Con esa mirada puede releerse, incluso, la historiografa ms clsica sobre una ciudad, adoptndola como objeto de estudio en smisma, en tanto cuerpo de relatos que participaron de la produccin de sentidos sobre una urbe. De este modo, es posible ejerceruna crtica sobre los propios documentos que conforman el estado de la cuestin, favoreciendo as una actitud auto-reflexiva quecorrobora que el investigador tambin es un explorador de su oficio (Galindo Cceres, 1998: 24).

    Notas(1) Se consider como un aporte interesante esta incorporacin, que responde plenamente a la formacin del autor y el enfoque de la lnea de investigacindesarrollada como becario de la Comisin de Investigaciones Cientficas. Las indagaciones respecto de los procesos sociales de la memoria, si bien tienenun antecedente en la obra de Maurice Halbwachs (Les Cadres Sociaux de la Mmoire, 1925; La mmoire collective, pstumo, 1950), se instalan en lasciencias sociales pasados los aos 80. A nivel regional las experiencias investigativas cobran forma a partir de Los trabajos de la memoria, de ElizabethJelin (Siglo XXI, 2002), inaugural de un programa que abarc a decenas de investigadores en el Cono Sur. Esta lnea latinoamericana constituye laprincipal referencia para nuestro trabajo, junto a cierta tradicin francesa retomada con la lectura de Halbwachs, Michel Pollack y particularmente el trabajopionero de Pierre Nor sobre Les Lieux de Mmoire (Gallimard, 1984-1993).(2) Una trayectoria similar se observa al hacer una genealoga de los estudios sobre la comunicacin, donde entendida sta todava como un asunto demedios se pas de las teoras del desarrollo a las teoras de la dependencia, desde el estructural-funcionalismo hasta el estructuralismo a secas(Gorelik, 2004: 127-128).(3) Quiz deba sealarse como antecedente el trabajo anticipado de Lynch (1960), que busc recuperar el sentido de pertenencia de los habitantesurbanos a travs de una conquista del sentido de lugar.(4) La expresin tctica utilizada en estos estudios suele estar inspirada por Michel de Certeau. Este autor plantea una diferencia entre:- estrategias: el modo de accin del que posee un lugar propio y por lo tanto puede planificar la lucha. Aluden a la racionalidad del poder poltico,

  • econmico, cientfico.- tcticas: el modo de lucha del que no dispone lugar propio y debe adaptarse al lugar del adversario. Sera el arte del dbil y es aqu donde se incluyenlas culturas populares. As, la pregunta es por las prcticas cotidianas (circular, comprar) es una pregunta por las tcticas de uso de la ciudad.(5) En detrimento de la comprensin sociocultural de las lites, buena parte de los actores elegidos como objetos de estudio son marginales.(6) La bibliografa sobre nuevos movimientos sociales seala que stos suelen sostener reivindicaciones con centro en la cotidianidad. Para algunosautores, en nuestra poca la utopa estara en manos del vecino ya no del ciudadano, ni del revolucionario, que se organiza en agrupamientosefmeros, con protestas no siempre formuladas en clave poltica (est presente lo poltico, las nuevas formas de politicidad, pero no la poltica en susentido tradicional e institucionalizado).(7) Al revisar el concepto de hegemona que Raymond Williams formula a partir de la lectura de Gramsci, el investigador mexicano Jorge Gonzlez insisteen que no se puede estudiar la hegemona slo a partir de la diferencia. La compleja relacin de consenso-autoridad se funda, necesariamente, sobreciertos elementos comunes.(8) Es recomendable leer a de Certeau y sus reflexiones sobre la cartografa. La autonoma que gan el mapa entre los siglos XV y XVIII supuso elprogresivo borramiento de los itinerarios, las prcticas del espacio, que aparecan graficadas en los primeros mapas. Luego, en los mapas llamadosportulanos, haba marcas empricas producidas por la observacin de los navegantes. Sobre ellos se impuso el plano moderno, que signific el triunfo de lageometra abstracta del discurso cientfico frente al sistema narrativo de la experiencia del viaje. El urbanista o el cartgrafo moderno se colocan a ladistancia. Es la mirada de Dios, dice de Certeau, que se poda (hasta el 11 de septiembre de 2001) obtener subiendo al piso 110 del World Trade Center,o que hoy es posible a travs de Internet con Google maps. Ese espacio, tcnicamente construido, se contrapone al texto vivo de los recorridos plurales.(9) La preocupacin por los denominados imaginarios urbanos no slo provino de investigadores vinculados al campo de la comunicacin. En la mismapoca en la que ubicamos la consolidacin de los estudios en comunicacin y ciudad, profesionales de la arquitectura y el urbanismo se interesaron por lasrepresentaciones textuales o iconogrficas sobre la ciudad. As surge un Congreso sobre Imaginarios Urbanos organizado por Rafael Iglesia y MiguelGuerin en la Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, cuyos trabajos se editaron bastante ms tarde (2001). Esteao se realiza la 9 edicin de esa experiencia. Otra iniciativa fueron el coloquio (1995) y la exposicin (1999) realizados bajo el ttulo Buenos Aires 1910: elimaginario para una gran capital.(10) Si bien hemos hablado de un corrimiento del punto de vista comunicacional ms all de los medios masivos, esto no significa abandonarlos comoobjeto de estudio. Los relatos mediticos no pueden obviarse a la hora de problematizar la ciudad pues los medios tienen un rol central en la vida urbanaactual. En cierta medida, la ciudad se conoce y se experimenta a travs de ellos: slo as se puede construir una nocin de ciudad total.(11) Aug (1993: 83-85) aclara que el lugar y el no lugar son ms bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundono se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se inscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relacin. Pero los no lugares son lamedida de la poca...(12) Gorelik cuestiona en un sentido la asociacin del shopping con los no lugares de Aug precisamente porque ste, a diferencia de un aeropuerto,compite con la ciudad: el shopping vuelve caducas funciones del espacio pblico de la ciudad que ya no se reproducen en otra parte. Sobre todo enciudades como Buenos Aires, en las que el shopping se instala en los centros urbanos; porque en sus lugares de origen Canad y los Estados Unidosel shopping produce simulacros de ciudad en suburbios semirrurales que carecen de las complejidades de la vida y el consumo urbanos. Aqu, en cambio,el shopping se ofrece como alternativa a la complejidad que queda fuera de sus puertas, inmediatamente homologada al caos y la inseguridad (Gorelik,2004: 200-201).(13) Como concepto terico, lugares de memoria es una categora central para Pierre Nor (1984-1993), que al definirlo como toda unidad significativa, deorden material o ideal, donde la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simblico del patrimonio memorioso de unacomunidad cualquiera, alude con l a un conjunto ms amplio de soportes que resguardan relatos sobre el pasado, como ciertas fechas,conmemoraciones, libros, etctera. No obstante, el propio Nor admite que en la enorme recopilacin que coordin, coexisten y se tensionan esaconcepcin amplia y extensiva con una estrecha y restrictiva, ligada al sentido coloquial y el uso pblico.

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