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LA PALABRA Y LA COSA La palabra enseñanza obtuvo mayor fuerza y sentido claro hasta la época contemporánea; podemos entender que ésta significa: primero proporcionar signos, significar, indicar y más tarde instruir, transmitir un saber, unos conocimientos. Lamentablemente ésta palabra es un poco débil sobre todo al lado de educación y educador, sin poder darnos cuenta que complementa el trabajo del educador y el propósito de la educación. La función del docente es una carga que se les confía, un papel que se desempeña, una profesión que se ejerce, y también uno de los principales servicios sociales de toda colectividad organizada en el mundo actual. Pero existe una confusión y una necesaria reconsideración de la función de los profesores, comprometiendo así un planteamiento crudo de cómo es que se plantea la formación docente. Los orígenes de la formación docente tomaron lugar desde épocas pasadas, incluso antes de nuestra era, desde civilizaciones griegas, el Antiguo Egipto, Esparta, Francia y Grecia. Entendiendo así al pedagogo como el profesor particular y que atiende al mismo tiempo a la formación de su carácter. En otras civilizaciones algunos hombres de prestigio, aconsejaban a las autoridades en relación a la educación de los efebos, un poco como hacen hoy las comisiones de expertos. En la edad media la enseñanza era una de las funciones principales de la Iglesia, depositaria de la cultura después del naufragio de las grandes invasiones. Puede decirse que lo que la Edad Media hizo y el siglo XVI, el final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, fue una función docente fuertemente implantada en Europa y fuera de ella, del mismo modo que puede hablarse de las otras grandes funciones sociales de todo régimen. En la época contemporánea los profesores constituyen una verdadera, clase social, muy numerosa, con sus grados y sus propios sistemas de formación y cuyos intereses de cuerpo son hoy eficazmente definidos, por ejemplo, por sindicatos fuertes, como el Sindicato Nacional de Maestros. Esta clase social de los profesores en las democracias de régimen liberal capitalista y burgués, en la que el control de la función docente es ejercido por la Administración central y sus representantes locales, tiene su equivalente en las democracias de régimen totalitario, socialista y comunista, en las que el control de la función docente es ejercido sobre todo por el partido.

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LA PALABRA Y LA COSA

La palabra enseñanza obtuvo mayor fuerza y sentido claro hasta la época

contemporánea; podemos entender que ésta significa: primero proporcionar

signos, significar, indicar y más tarde instruir, transmitir un saber, unos

conocimientos. Lamentablemente ésta palabra es un poco débil sobre todo al

lado de educación y educador, sin poder darnos cuenta que complementa el

trabajo del educador y el propósito de la educación.

La función del docente es una

carga que se les confía, un papel

que se desempeña, una profesión

que se ejerce, y también uno de los

principales servicios sociales de

toda colectividad organizada en el

mundo actual. Pero existe una

confusión y una necesaria

reconsideración de la función de

los profesores, comprometiendo así

un planteamiento crudo de cómo

es que se plantea la formación

docente.

Los orígenes de la formación docente tomaron lugar desde épocas

pasadas, incluso antes de nuestra era, desde civilizaciones griegas, el Antiguo

Egipto, Esparta, Francia y Grecia. Entendiendo así al pedagogo como el

profesor particular y que atiende al mismo tiempo a la formación de su

carácter. En otras civilizaciones algunos hombres de prestigio, aconsejaban a

las autoridades en relación a la educación de los efebos, un poco como

hacen hoy las comisiones de expertos. En la edad media la enseñanza era una

de las funciones principales de la Iglesia, depositaria de la cultura después del

naufragio de las grandes invasiones.

Puede decirse que lo que la Edad Media hizo y el siglo XVI, el final del siglo XVII

y la primera mitad del siglo XVIII, fue una función docente fuertemente

implantada en Europa y fuera de ella, del mismo modo que puede hablarse

de las otras grandes funciones sociales de todo régimen.

En la época contemporánea los profesores constituyen una verdadera,

clase social, muy numerosa, con sus grados y sus propios sistemas de formación

y cuyos intereses de cuerpo son hoy eficazmente definidos, por ejemplo, por

sindicatos fuertes, como el Sindicato Nacional de Maestros. Esta clase social de

los profesores en las democracias de régimen liberal capitalista y burgués, en

la que el control de la función docente es ejercido por la Administración

central y sus representantes locales, tiene su equivalente en las democracias

de régimen totalitario, socialista y comunista, en las que el control de la

función docente es ejercido sobre todo por el partido.

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La imagen característica del docente:

Varía profundamente a lo largo de la evolución.

Pasa de la misión religiosa de educar a los jóvenes al ejercicio de un

oficio, mejor o peor retribuido; de la vocación entendida como una

llamada, agnóstica o no, a una profesión, sin que, por otra parte,

desparezcan completamente las viejas motivaciones y sean

reemplazadas por una escala de valores prácticos utilitarios.

Hoy se habla de una empresa docente, cuando la realidad es que no

se trata de una empresa como las demás; esta tiene que formar

hombres, no producir o vender objetos.

Un poderoso movimiento llamado Escuela Nueva, rompe o intenta romper

con la función del docente tradicional; buscando engrandecer al desarrollo

del niño en un clima de libertad, mediante métodos educativos activos,

próximos a la vida del alumno y a sus necesidades. Sin poner radicalmente en

cuestión la escuela que pretende renovar la educación nueva de esa época,

la del siglo del niño, así llamado por Ellen Key.

Puede decirse que la función de los docentes ha cambiado radicalmente

de sentido. Pero esta revolución pedagógica no alcanza a la masa de

docentes, en una época en la que aumenta el número de escuelas de todo

tipo, ni a los medios populares.

En esta época la escuela secundaria y las Universidades permanecen

sordas a la renovación y fieles a los hábitos de la enseñanza clásica. Pues es

una realidad que gran número de educadores no reciben una formación

pedagógica previa.

También los medios de comunicación y de masas han contribuido a

transformar la función docente. Su rapidísimo desarrollo, la difusión incesante e

inmediata de informaciones convierten hoy a la pequeña pantalla en el

instrumento casi voluntario de una educación paralela. En relación a la

función docente la pequeña pantalla sabe más e interesa más.

Si el docente no quiere verse reducido a ofrecer una educación, tiene que

replantearse todo su trabajo, asociarlo con las aportaciones invasoras de los

medios de comunicación, de masas y, para poder hacerlo, recibir

previamente una formación adecuada.

El ejercicio de esta función, en una época en que la

educación está en plena expansión, requiere de gastos

considerables que no siempre como institución se está

dispuesto a invertir y más en el caso de una organización

de poco poder en donde el capacitar a sus maestros

únicamente daría pie a que sus docentes por lo mismo

de este “plus”, se trasladen a una institución más

poderosa.

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Por lo que el docente debe aprovechar el pensamiento humano para que

sea fuente inagotable de creatividad y a pesar de que existan los medios de

comunicación que ahora resultan más interesantes, no sean razón para que la

labor docente sea desvalorizada o considerarla innecesaria.

En estos días existen nuevas funciones del educador, por un lado la

comunicación bidireccional entre educador a educando; en donde se

propone que el docente cumpla con diversos papeles conforme a la

evolución de la sociedad. Ya que ahora los maestros ya no son meros

propagadores de conocimientos, las fuentes de información y los medios de

comunicación han rebasado su fuerza, por lo que conviene tomar el papel de

ayudar a los jóvenes a arreglárselas con todas las fuentes de información

desordenadas y a darles un orden determinado. Los profesores han de ser

capaces de poder apreciar y distinguir lo que es útil para el desarrollo del

individuo y de la sociedad y no limitarse a comunicar solo lo que es apropiado

en un determinado momento, sino también aquello que puede ser interesante

en el futuro. Además de sus deberes los docentes se encargan de enseñar a

los jóvenes el modo de tomar decisiones para adaptarse a una civilización en

rápida y constante evolución.

Es una realidad que ahora el docente para lograr atención pareciera que

tiene que ser animador con tal de lograr la atención de los estudiantes,

tratando así de parecer un poco a lo que se transmite en los medio de

comunicación.

Debemos ser conscientes y adoptar de acuerdo a la realidad métodos de

sensibilización ante los problemas pedagógicos en todos los momentos de la

formación.

Fuente de Referencia:

Una función cuestionada en: La función docente. Tratado de ciencias

pedagógicas. Barcelona. Oikos Tau. 1980.

Un profesor lo quiera o

no, no puede seguir

enseñando como antes

sin correr el riesgo de

traicionar sus estudiantes,

provocar diversas

reacciones de oposición

y perder toda su

influencia…