Dogma de La Asuncion

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La Asunción de María El dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Dicho de otro modo, es la glorificación corporal anticipada de la Santísima Virgen María. Sin embargo, es un dogma que siempre crea ambigüedades por su condición implícita o indirecta en la Sagrada Escritura; pero, por otra parte, es muy explícita, directo y claro en el campo teológico, porque la Asunción de María es central en referencia a todos los demás dogmas marianos. O sea, hay una vinculación profunda entre este dogma mariano y todos los demás. No se puede hablar de la Inmaculada Concepción, la Virginidad, la Maternidad divina de María, etc. sin hablar y entender que María fue preservada de toda mancha de pecado. Esta preservación del pecado mortal es la que hizo de Ella la incorruptible. Pues, eso el tema del Dogma de la Asunción: la incorruptibilidad de María en cuerpo y alma del pecado original, por eso entró en el cielo sin sufrir la consecuencia del pecado: “la muerte”. Fundamentos bíblicos del dogma Antiguo Testamento Algunos autores se fundamentan en el texto del Gn 3,15 para asentar este dogma, justamente por la incorruptibilidad de María por el pecado, lo que se traduce en: la victoria total de María sobre el pecado. Dice el texto: “pondré enemistad entre ti (la serpiente) y la Mujer, entre tu linaje y su linaje, Ella te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. Esta enemistad entre la Mujer y la serpiente significa el distanciamiento y el alejamiento que Dios hace de María al pecado, o sea, el poder y el dominio que Dios dio a María sobre el pecado. En este sentido, se puede entender que el cuerpo de María era preservado de toda corrupción mortal porque no conoció el pecado. De hecho, en este mismo texto cuando Dios dice que la Mujer y su Descendencia aplastarán la cabeza de la serpiente, esto no hubiera podido suceder si María no hubiera estado libre del pecado original, pues de no haber sido así, hubiera estado sujeta al yugo y al poder del maligno. Este texto del Génesis une indisolublemente al Hijo con su Madre en el triunfo contra el Demonio. Así, ni el pecado ni la concupiscencia ni la muerte tendrán ningún poder sobre Jesús y María. Salmo 15: “No permitirás a tu siervo conocer la corrupción”. San Pablo relaciona esta incorrupción con la carne de Cristo. También se puede relacionarla

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La Asunción de María

El dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Dicho de otro modo, es la glorificación corporal anticipada de la Santísima Virgen María. Sin embargo, es un dogma que siempre crea ambigüedades por su condición implícita o indirecta en la Sagrada Escritura; pero, por otra parte, es muy explícita, directo y claro en el campo teológico, porque la Asunción de María es central en referencia a todos los demás dogmas marianos. O sea, hay una vinculación profunda entre este dogma mariano y todos los demás. No se puede hablar de la Inmaculada Concepción, la Virginidad, la Maternidad divina de María, etc. sin hablar y entender que María fue preservada de toda mancha de pecado. Esta preservación del pecado mortal es la que hizo de Ella la incorruptible. Pues, eso el tema del Dogma de la Asunción: la incorruptibilidad de María en cuerpo y alma del pecado original, por eso entró en el cielo sin sufrir la consecuencia del pecado: “la muerte”.

Fundamentos bíblicos del dogmaAntiguo TestamentoAlgunos autores se fundamentan en el texto del Gn 3,15 para asentar este dogma, justamente por la incorruptibilidad de María por el pecado, lo que se traduce en: la victoria total de María sobre el pecado. Dice el texto: “pondré enemistad entre ti (la serpiente) y la Mujer, entre tu linaje y su linaje, Ella te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. Esta enemistad entre la Mujer y la serpiente significa el distanciamiento y el alejamiento que Dios hace de María al pecado, o sea, el poder y el dominio que Dios dio a María sobre el pecado. En este sentido, se puede entender que el cuerpo de María era preservado de toda corrupción mortal porque no conoció el pecado. De hecho, en este mismo texto cuando Dios dice que la Mujer y su Descendencia aplastarán la cabeza de la serpiente, esto no hubiera podido suceder si María no hubiera estado libre del pecado original, pues de no haber sido así, hubiera estado sujeta al yugo y al poder del maligno. Este texto del Génesis une indisolublemente al Hijo con su Madre en el triunfo contra el Demonio. Así, ni el pecado ni la concupiscencia ni la muerte tendrán ningún poder sobre Jesús y María.

Salmo 15: “No permitirás a tu siervo conocer la corrupción”. San Pablo relaciona esta incorrupción con la carne de Cristo. También se puede relacionarla con la carne de María, porque en la Anunciación, María respondió al Ángel “Aquí está la Sierva del Señor hágase en mi según tu Palabra” (Lc1, 38). Por consiguiente, si la carne de Jesús es incorrupta la de María también lo es, porque Jesús toma su carne en María. Eso significa, si el cuerpo de Jesús no conoció la corrupción por su pureza, el de María tampoco la conoció por esta misma pureza.

Con el Salmo 45, 14 “De pie a tu derecha está la Reina, enjoyada con oro de Ofir” son numerosas las naciones de todas partes de la tierra que consideran y reconocen a la Madre de Dios como su Madre y su Reina. En efecto, el misterio de la Asunción está unido a su coronación como Reina del cielo y de la tierra.

Nuevo TestamentoEn el Nuevo Testamento se descubren el nuevo fundamento bíblico de la doctrina de la Asunción en el libro del Apocalipsis 12,1ss: “Una gran señal apareció en el cielo, una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Esta visión del Apocalipsis se considera, en cierto sentido, la última palabra sobre el Dogma de la Asunción, porque se la consideran como el texto bíblico más fundamental para demostrar que, realmente, la Madre de Dios está junto a su Hijo Jesucristo en el cielo en cuerpo y alma.

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También, muchos biblistas, exégetas y teólogos se argumentan en el Evangelio de San Lucas para demostrar la razón de creer en la Asunción de la Madre de Dios. Se refiere al texto del saludo del Ángel a María en el momento de la Anunciación, Lc 1,26 ss “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Dios le había concedido todas las gracias a María, no sólo la gracia santificante, sino todas las gracias de que era capaz una criatura predestinada para ser Madre de Dios. Gracia muy grande es la de haber sido preservada del pecado original, por lo cual no sufrió la corrupción del sepulcro. Esta gracia plena de María fue confirmada por su prima Isabel quien, cuando María fue a visitarla, llena del Espíritu Santo exclamó: “Bendita tu entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu seno” (Lc 1, 41-43).

Pues, este saludo del Ángel y la confirmación de Isabel muestran la asociación, unión o indisolubilidad entre María y Jesús. Por tanto, donde está Jesús ahí está María, porque el Ángel le decía “el Señor está contigo”, de este modo, Ella también está con el Señor al aceptar el plan de Dios en su vida. Esta indisolubilidad sobresale en todos los momentos de la vida de Jesús: A) En su nacimiento y crecimiento (su infancia): María, como buena Madre, lo cuida, lo limpia, lo protege etc.); B) En su misión (su ministerio): en las mayorías de los momentos en las actividades de Jesús, María estaba ahí presente con EL, (en Caná, algunos momentos de sus prédicas, su pasión y muerte: desde el momento de los juicios hasta al pie de la cruz y Ella la enteró; C) Después de su resurrección, en el pentecostés; D) Y, ahora, ¿por qué hay dudas de que Ella pueda estar con Él en el cielo? Pues, es evidentísimo que María está con su Hijo en la gloria del Padre en el cielo, porque desde en el magníficat, Ella expresa esta grandeza extraordinaria que Dios hace en su vida: “Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Poderosa ha hecho en mi favor cosas grandes, Santo es su Nombre” Lc 1, 48-49)”

Después de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, comenzó un gran movimiento a favor de la definición de la Asunción. En el concilio Vaticano I, 187 Padres conciliares pidieron la definición de esta verdad. La unanimidad de la fe del pueblo cristiano aparece cada vez con mayor claridad y se manifiesta en las peticiones a favor de la definición dirigida a la Santa Sede, sobre todo, por los obispos. Esta universalidad de la fe, ofreció el más firme fundamento a la definición. Con ello, el 1 de noviembre de 1950 el Papa Pio XII definió solemnemente la Asunción de la Santísima Virgen María con la Constitución Munificentisimus Deus: “Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.