DOMINACIÓN, RESISTENCIA Y TECNOLOGÍA: LA OCUPACIÓN INCAICA ... · Al respecto, planteamos que la...

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Volumen 36, Nº 2, 2004. Páginas 393-406 Chungara, Revista de Antropología Chilena DOMINACIÓN, RESISTENCIA Y TECNOLOGÍA: LA OCUPACIÓN INCAICA EN EL NOROESTE ARGENTINO DOMINATION, RESISTANCE AND TECHNOLOGY: THE INKA OCCUPATION IN NORTHWEST ARGENTINA Luis R. González* y Myriam N. Tarragó** La anexión al Tawantinsuyu implicó profundas transformaciones para las organizaciones sociales que poblaban el noroeste argen- tino. Es probable que las aspiraciones del estado cuzqueño por imponer sus pautas políticas, económicas e ideológicas hayan colisionado con los principios vigentes en la región, en particular en aquellas áreas en donde se habían desarrollado sociedades complejas con eficientes sistemas de producción material y simbólica. En el presente trabajo exploramos la articulación de la administración estatal con las organizaciones del sur del valle de Yocavil, a partir de los cambios y continuidades en la producción de alfarería y de metales y en las prácticas ceremoniales. Al respecto, planteamos que la dominación incaica en la región de estudio adquirió matices resultantes no sólo de los intereses específicos del poder cuzqueño, sino también de las cualidades organizativas de los sistemas locales y de las estrategias de resistencia desplegadas en el proceso. Palabras claves: Estado incaico, valle de Yocavil, dominación y resistencia, noroeste argentino. The annexation to Tawantinsuyu involved deep transformations of northwestern Argentine social organizations. It is likely that the Cuzqueñan state aspirations to impose its own political, economical, and ideological rules had clashed with current regional principles, particularly in those areas where complex societies with efficient material and symbolical production systems were developed. In this study we explore the articulation of state administration and southern Yocavil valley organizations through the changes and continuities in ceramic and metal production as well as ceremonial practices. We propose that Inka domination in the study area was not only the consequence of the specific interests of Cuzqueñan power, but also of the conditions of the local systems’ organizational qualities and resistance strategies that were deployed during this process. Key words: Inka state, Yocavil valley, domination and resistance, northwest Argentina. * Depto. Cs. Antropológicas, Fac. Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Moreno 350 (1091). Buenos Aires. Argentina. ** CONICET, Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires. Moreno 350 (1091). Buenos Aires. Argentina. Recibido: febrero 2004. Aceptado: agosto 2004. La anexión del noroeste argentino (NOA) al Tawantinsuyu conllevó grandes transformaciones para las comunidades de la región, a partir de la imposición de nuevas pautas políticas, económi- cas y sociales. Ha sido subrayada la flexibilidad de los administradores incaicos para adecuar los pro- yectos del estado a las realidades de las diferentes áreas incorporadas al imperio, pero menor espacio se ha otorgado a la discusión de los mecanismos de resistencia que podrían haber desplegado las sociedades locales. La dominación implicó edifi- car un sistema de representaciones que integrara el mosaico cultural del territorio, institucionalizara la estructura de poder y divulgara las normas a las que debían ajustarse los sujetos del estado. Cabría esperar, no obstante, que los modos y resultados de la imposición de la ideología estatal mostraran una amplia variabilidad, sobre todo en espacios tan alejados del poder central como el NOA y más aún en aquellas áreas ocupadas por formaciones socia- les con desigualdad institucionalizada y una super- estructura que naturalizaba las diferencias. El objeto de este artículo es repasar, en primer lugar, algunos aspectos de los cambios y continui- dades en las producciones metalúrgica y alfarera en el valle de Yocavil meridional, provincia de Catamarca, durante la época de dominio incaico. Consideramos que el proceso productivo de la cul- tura material entrañó relaciones sociales fundadas en concretas condiciones materiales de existencia y que la tecnología fue mucho más que los recur- sos disponibles y los procesos de transformación aplicados. Involucró, ante todo, contextos socio- culturales que legitimaron y determinaron qué pro- ducir y cómo hacerlo, al igual que el destino y las prescripciones de uso de los productos (González 2002a). Para el caso de estudio, el análisis de la producción de ciertos bienes de prestigio puede

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393Dominación, Resistencia y Tecnología: La Ocupación Incaica en el Noroeste ArgentinoVolumen 36, Nº 2, 2004. Páginas 393-406

Chungara, Revista de Antropología Chilena

DOMINACIÓN, RESISTENCIA Y TECNOLOGÍA:LA OCUPACIÓN INCAICA EN EL NOROESTE ARGENTINO

DOMINATION, RESISTANCE AND TECHNOLOGY:THE INKA OCCUPATION IN NORTHWEST ARGENTINA

Luis R. González* y Myriam N. Tarragó**

La anexión al Tawantinsuyu implicó profundas transformaciones para las organizaciones sociales que poblaban el noroeste argen-tino. Es probable que las aspiraciones del estado cuzqueño por imponer sus pautas políticas, económicas e ideológicas hayancolisionado con los principios vigentes en la región, en particular en aquellas áreas en donde se habían desarrollado sociedadescomplejas con eficientes sistemas de producción material y simbólica. En el presente trabajo exploramos la articulación de laadministración estatal con las organizaciones del sur del valle de Yocavil, a partir de los cambios y continuidades en la producciónde alfarería y de metales y en las prácticas ceremoniales. Al respecto, planteamos que la dominación incaica en la región de estudioadquirió matices resultantes no sólo de los intereses específicos del poder cuzqueño, sino también de las cualidades organizativasde los sistemas locales y de las estrategias de resistencia desplegadas en el proceso.

Palabras claves: Estado incaico, valle de Yocavil, dominación y resistencia, noroeste argentino.

The annexation to Tawantinsuyu involved deep transformations of northwestern Argentine social organizations. It is likely that theCuzqueñan state aspirations to impose its own political, economical, and ideological rules had clashed with current regionalprinciples, particularly in those areas where complex societies with efficient material and symbolical production systems weredeveloped. In this study we explore the articulation of state administration and southern Yocavil valley organizations through thechanges and continuities in ceramic and metal production as well as ceremonial practices. We propose that Inka domination in thestudy area was not only the consequence of the specific interests of Cuzqueñan power, but also of the conditions of the localsystems’ organizational qualities and resistance strategies that were deployed during this process.

Key words: Inka state, Yocavil valley, domination and resistance, northwest Argentina.

* Depto. Cs. Antropológicas, Fac. Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Moreno 350 (1091). Buenos Aires.Argentina.

** CONICET, Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires. Moreno 350 (1091). Buenos Aires. Argentina.

Recibido: febrero 2004. Aceptado: agosto 2004.

La anexión del noroeste argentino (NOA) alTawantinsuyu conllevó grandes transformacionespara las comunidades de la región, a partir de laimposición de nuevas pautas políticas, económi-cas y sociales. Ha sido subrayada la flexibilidad delos administradores incaicos para adecuar los pro-yectos del estado a las realidades de las diferentesáreas incorporadas al imperio, pero menor espaciose ha otorgado a la discusión de los mecanismosde resistencia que podrían haber desplegado lassociedades locales. La dominación implicó edifi-car un sistema de representaciones que integrara elmosaico cultural del territorio, institucionalizara laestructura de poder y divulgara las normas a lasque debían ajustarse los sujetos del estado. Cabríaesperar, no obstante, que los modos y resultadosde la imposición de la ideología estatal mostraranuna amplia variabilidad, sobre todo en espacios tanalejados del poder central como el NOA y más aún

en aquellas áreas ocupadas por formaciones socia-les con desigualdad institucionalizada y una super-estructura que naturalizaba las diferencias.

El objeto de este artículo es repasar, en primerlugar, algunos aspectos de los cambios y continui-dades en las producciones metalúrgica y alfareraen el valle de Yocavil meridional, provincia deCatamarca, durante la época de dominio incaico.Consideramos que el proceso productivo de la cul-tura material entrañó relaciones sociales fundadasen concretas condiciones materiales de existenciay que la tecnología fue mucho más que los recur-sos disponibles y los procesos de transformaciónaplicados. Involucró, ante todo, contextos socio-culturales que legitimaron y determinaron qué pro-ducir y cómo hacerlo, al igual que el destino y lasprescripciones de uso de los productos (González2002a). Para el caso de estudio, el análisis de laproducción de ciertos bienes de prestigio puede

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proporcionar elementos para acercarnos al conflictodel enfrentamiento entre las ideologías hegemóni-ca y subalterna. En segundo lugar y teniendo encuenta el papel protagónico que los arquitectos delimperio le otorgaron a la planificación del espaciosocial como instancia fundacional de un nuevo or-den (Gallardo et al. 1995), hacemos referencia alas modificaciones en las estructuras ceremonialesque materializaban los principios que regulaban eldevenir cotidiano de las sociedades andinas.

La Dinámica Histórica del Valle deYocavil Meridional

El sector meridional del valle de Yocavil (Fi-gura 1) constituyó uno de los paisajes más densa-mente poblados del NOA en los momentos prehis-pánicos que se extienden entre los siglos IX y XVI.Numerosos asentamientos de distinta envergaduray características se desarrollaron evidenciando unacreciente tasa demográfica sostenida por la explo-

Figura 1. Distribución de evidencias incaicas en el sur del valle de Yocavil (González y Tarragó2002a).Sites with Inca cultural material in the south of the Yocavil valley (González y Tarragó 2002a).

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tación agropecuaria y la caza y recolección (Gon-zález y Tarragó 2002a). La consolidación de so-ciedades jerarquizadas articuló a los asentamien-tos del valle en diferentes niveles, habiéndosepropuesto que el poblado de Rincón Chico asumióla primacía dentro de un sistema de complementa-riedad funcional para la obtención directa de losrecursos básicos para la subsistencia (Tarragó1998:211; Tarragó y Nastri 1999:261-262). El asen-tamiento habría alcanzado su máxima expansiónpoco antes o en coincidencia con la llegada cuz-queña. De acuerdo a los fechados radiocarbónicosobtenidos, ello habría tenido lugar durante el pri-mer cuarto del siglo XV (González y Tarragó2002a). Considerando los intereses cuzqueños, laregión exhibía algunas características ventajosas.Por un lado, era parte de un corredor que conecta-ba el corazón del imperio con sus dominios másaustrales, estando el fondo del valle recorrido porun tramo principal del capacñan. Por otro lado, lassofisticadas organizaciones productivas existentes(e.g., los sistemas agrícolas y los talleres metalúr-gicos) podían ser redimensionadas y reorientadashacia los requerimientos estatales a bajo costo (Ta-rragó et al. 2001). La compleja organización so-ciopolítica vigente probablemente facilitó la apli-cación de estrategias de dominación indirecta, através de la captación de los líderes locales comoagentes del estado.

Hasta hace pocos años, los registros sobre lapresencia incaica en la región se limitaban a losasentamientos de Fuerte Quemado y Punta de Ba-lasto. Recientemente dimos a conocer un conjuntode datos que sugieren que la ocupación imperialfue bastante más intensa que lo tradicionalmentereconocido pero con un reflejo arqueológico de altavariabilidad (Tarragó et al. 2001; González y Ta-rragó 2002a, 2003). Al respecto, propusimos quela diferencial densidad y calidad de las evidenciasestaría indicando no sólo los objetivos específicosde los administradores estatales sino también lascualidades de la organización política y económi-ca preexistente.

La Producción Tecnológica Preincaica

El incremento en la diferenciación social enlas comunidades vallistas y en la escala de las in-teracciones a larga distancia auspició la produc-ción de bienes de prestigio a cargo de operariosespecializados. Además de su excelente factura

técnica, estos bienes fueron enriquecidos con elsurplus simbólico materializado, en el valle deYocavil, en la conocida iconografía santamaria-na. La potencia del mensaje iconográfico quedaevidenciada por la amplia dispersión surandinaque alcanzaron estos materiales (véase Tarragó etal. 1997). El tratamiento y la combinación de losmotivos iconográficos variaron de acuerdo al tipode material tratado. En cerámica, fueron las ur-nas funerarias los objetos de mayor tamaño y don-de las representaciones alcanzaron su mayor com-plejidad. Si bien se trata de piezas muy conocidas(Figura 2), corresponde resaltar su excelente fac-tura y la compleja decoración pintada y modela-da (Tarragó 2000:282-284).

La alfarería santamariana se presenta en losasentamientos del valle de Yocavil acompañada porotro tipo, denominado Famabalasto Negro Graba-do, en proporciones minoritarias pero regulares yque ha sido considerado originario de la región(Palmarzuck y Manaziewicz 2001). Esta cerámi-ca, conocida sobre todo a partir de escudillas, pre-senta atributos tecnológicos muy diferentes a losde las urnas. El color de la superficie y de la matrizes oscuro, las pastas son de granulometría muy finay se habrían utilizado para su manufactura mate-rias primas y técnicas de cocción particulares. Tam-bién la forma de plasmar los elementos iconográ-ficos y su selección y distribución fue muy distintaa la empleada en la alfarería santamariana clásica.En el Famabalasto Negro Grabado se utilizó la in-cisión en la pasta cruda y los motivos predominan-tes son los geométricos, registrándose también al-gunos figurativos. La decoración fue dispuesta, casisiempre, en forma de guardas (Figura 3), ubicán-dose, en las escudillas, en los bordes de las piezas.Al respecto, se señalaron similitudes entre estosmotivos y los de las campanas ovales y discos debronce, planteándose que este tipo cerámico repre-senta un puente simbólico y material entre los ce-ramistas y los metalurgistas santamarianos y quehabría estado relacionado con desempeños cere-moniales, compartiendo el escenario ritual con losbronces (González y Tarragó 2002b).

En el caso de los metales, los temas del estilosantamariano se concentran en unos pocos motivosdominantes plasmados en líneas en relieve, situa-ción que no derivaría sólo de dificultades técnicaspara tratar los materiales sino también de una dife-rencia en el valor simbólico de las piezas de metalrespecto de las de cerámica (A. González 1998:161).

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Figura 2. Urnas santamarianas: (a) Fase II, altura 51 cm; Quil-mes, Catamarca. Col. Museo de La Plata (MLP) Nº18 (Bruch1911: Figura 32), (b) Fase III, altura 59 cm; Fuerte Quemado.MLP Nº 46 (Bruch 1911: Figura 95), (c) Fase IV, altura 61 cm;Punta Balasto. Col. MLP Nº 4415 (González 1977: Figura 291),(d) Fase IV, altura 60 cm; Punta de Balasto. MLP Col. MunizBarreto (Márquez Miranda 1936: Figura 6), (e) Fase V, altura64 cm; Famabalasto, Cementerio VII, Urna 8. MLP 5400 (Ci-gliano 1958: Figura 12), (f) Fase V, altura 61 cm. Fuerte Que-mado. MLP Nº 41 (Bruch 1911: Figura 96).Santamarianas funerary urns: (a) Phase II, height 51 cm; Quil-mes, Catamarca. Col. Museo de La Plata (MLP) Nº18 (Bruch1911: Figure 32), (b) Phase III, height 59 cm; Fuerte Quema-do. MLP Nº 46 (Bruch 1911: Figure 95), (c) Phase IV, height61 cm; Punta Balasto. Col. MLP Nº 4415 (González 1977: Fi-gure 291), (d) Phase IV, height 60 cm; Punta de Balasto. MLPCol. Muniz Barreto (Márquez Miranda 1936: Figura 6), (e)Phase V, height 64 cm; Famabalasto, Cementerio VII, Urna 8.MLP 5400 (Cigliano 1958: Figura 12), (f) Phase V, height 61cm. Fuerte Quemado. MLP Nº 41 (Bruch 1911: Figure 96).

Figura 3. Alfarería Famabalasto Negro Grabado (alturas entre15 y 22 cm). Arriba izquierda MLP Nº 5340. Arriba derechaMLP Nº 5352. Abajo izquierda MLP Nº 5237; Abajo derechaMLP Nº 5382. Famabalasto, Cementerio VII, cistas 5 y 6, res-pectivamente (Cigliano 1958 Lám. XIII y XIV).Famabalasto engraved black pottery type (height between 15 y22 cm). Upper left MLP Nº 5340. Upper right MLP Nº 5352.Below left MLP Nº 5237. Below right MLP Nº 5382. Famaba-lasto, Cementerio VII, cists 5 and 6, respectively (Cigliano 1958Lám. XIII y XIV).

Los objetos de bronce más sobresalientes son lasplacas, las campanas ovales y las hachas con man-go incorporado. Esta trilogía de objetos fue partesustancial de la parafernalia que acompañaba alceremonialismo religioso de las sociedades tardíasde la región, el cual incluía sacrificios y cercena-miento de cabezas (A. González 1983:268,1992:248). Los rostros o cabezas humanas son losmotivos más habituales de los bronces. Tambiénaparecen representaciones zoomorfas y, con me-nor frecuencia, figuras humanas (Figura 4).

El valle de Yocavil parece haber conformadoun laboratorio de innovación metalúrgica durantelas épocas prehispánicas tardías. Los datos más ilus-trativos provienen de las investigaciones que serealizan en el sitio 15 de Rincón Chico, donde operóun taller metalúrgico cuya escala de produccióncreció al ritmo del proceso sociopolítico regional.Durante las extensas excavaciones realizadas serecuperaron y registraron evidencias correspon-dientes a todas las etapas del proceso de produc-ción metalúrgica (L. González 1992, 1997, 2001,2002b, entre otros). El estudio de las evidencias ydoce fechados radiocarbónicos permitieron esta-blecer las características de la organización pro-ductiva y sus transformaciones históricas. Desdelos comienzos de la ocupación se elaboraron obje-

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tos de bronce estañífero, fundiendo en crisoles queeran calentados en fogones. De acuerdo a los frag-mentos de refractarios recuperados, se manufactu-raban, además de pequeños útiles, grandes discosy campanas ovales.

De Piedras y Colores

El aumento de la complejidad sociopolítica delas comunidades vallistas fue acompañado por un

incremento similar en la escala y el grado de for-malización de las prácticas ceremoniales. En esteproceso, el conocimiento esotérico fue siendo ca-pitalizado por un sector social minoritario que, alarrogarse el papel de intermediario entre la comu-nidad y las deidades, se transformó en estratégicopara las operaciones económicas y políticas de laselites gobernantes con las cuales estaban asocia-das (González 2001). La intervención de exclusi-vos elementos rituales, al tiempo que acreditaba la

Figura 4. Discos, campanas y hachas de bronce: (a) anverso y reverso de un hacha, altura 31 cm, MuseoEtnográfico (ME) Nº 28042, (b) discos, diámetros entre 23 y 27 cm, Izquierda, ME Nº 1, Pampa Grande,Centro, ME Nº 4124, Salta, Derecha Museo de Tilcara Nº 665, Belén, (c) campanas ovales, alturas 26 y 16cm, izquierda valle Calchaquí (Márquez Miranda 1946, Figura 105), derecha Río Tala (Ambrosetti 1904:259,Figura 66).Disks, bells, and bronze axess: (a) obverse and reverse of an axe, height 31 cm, Museo Etnográfico (ME)Nº 28042, (b) disks, diameter between 23 y 27 cm, left, ME Nº 1, Pampa Grande, center, ME Nº 4124, Salta,right Museo de Tilcara Nº 665, Belén, (c) oval shape bells, height 26 y 16 cm, left Calchaquí valley (MárquezMiranda 1946, Figure 105), right Tala river (Ambrosetti 1904:259, Figure 66).

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propiedad del aquel conocimiento esotérico, actua-ba por su excelencia como emblema de distinciónentre los individuos. Las investigaciones acerca delas características de las estructuras cúlticas de lasépocas prehispánicas tardías en el NOA no han sidonumerosas (cf. A. González 1983:239), pero losdatos disponibles indican que, en algunos casos,se llegó a incorporar rasgos del paisaje al universosocial. Un ejemplo proviene del mismo pobladode Rincón Chico. En el área nuclear de las cons-trucciones, una quebrada fue cortada a distintasalturas con líneas de muros levantadas con rocasde diferentes colores (Tarragó y González 2002).La disposición de estos muros hizo que las alter-nativas de acceso hacia los sectores altos estuvie-ran pautadas y claramente restringidas. Algunas delas construcciones parecen haber sido diseñadaspara servir de escenario a los oficiantes del culto,mientras que otras enmarcaron espacios para lacongregación de los asistentes. El área posibilita-ba la reunión de magnitudes relativamente consi-derables de público y su topografía le otorgó con-diciones ideales para la propagación vertical tantode la voz humana como del sonido de instrumen-tos musicales de carácter ritual, como las mencio-nadas campanas de bronce.

Fuentes etnohistóricas (González 1983:235) yarqueológicas (Tartusi y Núñez Regueiro 1993;González y Cabanillas 2004) sugieren que prácti-cas rituales sistemáticas estuvieron organizadas entorno a grandes peñascos naturales, en ocasioneslabrados y casi siempre rodeados por plataformasde piedras, en algunos de los cuales se habrían prac-ticado sacrificios y quema de ofrendas. Estos pe-ñascos, llamados huanca, acreditaban una poliva-lencia simbólica. Por un lado eran reverenciados aimagen de las montañas, las cuales asumían im-portancia en el control de los fenómenos meteoro-lógicos y, además, eran residencia de la multifacé-tica Pachamama y de los antepasados de lacomunidad. Por otra parte, las huanca operabancomo representaciones de los ancestros y confor-maban no sólo puentes hacia el más allá, sino tam-bién monumentos que insertaban a la comunidaden una trayectoria histórica, articulándola con unpasado que legitimaba la propiedad del terruño(Pérez Gollan 2000). En Rincón Chico, un cintu-rón de voluminosos peñascos se distribuye en elquiebre de pendiente del cerro que alberga el po-blado aglomerado. Se trata de grandes bloques de-rrumbados de las laderas y que fueron integrados

al paisaje social mediante la construcción de pla-taformas semicirculares de bloques de piedras. Esprobable que, mientras la quebrada del Pumaconstituía un escenario ritual de alcance comuni-tario amplio, las diferentes huanca del pobladoconformaran mochaderos de distintas fraccionessociales.

Las excavaciones exploratorias realizadas entorno a uno de estos peñascos (ML 25; Figura 5)permitieron recuperar evidencias relacionadas conenterratorios y sacrificios de camélidos. Unos 300m al sur se encuentra el Sector XIII del Sitio 1,donde se distribuyen grandes huanca de formasprismáticas, cinco de ellas con signos de labrado.Las plataformas adosadas fueron levantadas conrocas seleccionadas por su color, en particular blo-ques de cuarzo blanco y de feldespato rosado. Lasexcavaciones realizadas en el peñasco ML 39 die-ron a luz restos óseos correspondientes a dos adul-tos y un niño, este último inhumado en una urnafuneraria Fase V, considerándose probable que co-rrespondan a individuos sacrificados. Otro de lospeñascos investigados fue el ML 35 (Figura 6), cuyaplataforma de piedras incluía en su parte centraluna roca de granito de forma piramidal alargada,pulida y de una altura de 0,85 m, que fue cuidado-samente erigida calzándola con piedras pequeñas.Además, fue recuperado un fragmento de campa-na oval de bronce, instrumento que, según infor-maron los estudios técnicos, se habría fracturadoin situ en ocasión de su uso (González y Cabani-llas 2004:242).

Alfarería y Metalurgia bajo laDominación Estatal

Las urnas funerarias santamarianas, a partir dela Fase IV, fueron consideradas dentro de los ma-teriales de estilos locales que sufrieron modifica-ciones. Respecto de momentos previos, las urnaspresentan cambios en las formas y proporciones yen la distribución de los motivos iconográficos. Porejemplo, los cuerpos se estrechan, los cuellos sealargan y comienzan a aplicarse cabecitas modela-das (Figura 2). No obstante, teniendo en cuenta laalta susceptibilidad de la alfarería para reflejar cam-bios tan dramáticos como los esperables a partirde la imposición de las condiciones de la organi-zación estatal, dichas modificaciones aparecencomo poco significativas. Cabe recordar que ele-mentos reconocidos en la iconografía incaica (ta-

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les como dameros y rombos encadenados) ya for-maban parte de la paleta santamariana, habiéndo-se planteado que uno de los motivos incorporadosa partir del dominio imperial en la región sería elde los “polluelos” de las urnas santamarianas FaseV (González y Tarragó 2002b). Tal vez una de lasmayores transformaciones esté dada por las “ur-nas piriformes” decoradas con una guarda de ser-pientes bicéfalas en el vientre del cántaro y trián-gulos llenos en el cuello, las que fueranidentificadas como “estilo mixto santamariano-inca” (Tarragó et al. 1997:238, Figura 14), toda vezque la forma parece ser una “versión libre” de losgrandes aribaloides cuzqueños. Los estudios tec-

nológicos pusieron de manifiesto, por otra parte,una continuidad en los procedimientos de manu-factura de las piezas.

En cuanto a la alfarería Famabalasto NegroGrabado, tenemos evidencias que el estilo se desa-rrolla desde el siglo X (Tarragó 1998:227, 2291),pero, a partir de la dominación incaica, las piezastrascienden su ámbito de circulación y aparecenen contextos externos al valle de Yocavil (Palmar-zuck y Manaziewicz 2001): se las ha reconocidoen instalaciones estatales como Potrero Chaquia-go (Andalgalá), El Shincal (valle de Hualfín) yPotrero de Payogasta (valle Calchaquí norte), sien-do probable que esta distribución responda a la in-

Figura 5. Rincón Chico, sitio 1, sector VII. La Huanca ML 25.Rincón Chico, site 1, sector VII. La Huanca ML 25.

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tervención de los administradores cuzqueños. Másallá de esto, las características tecnológicas y de-corativas de las piezas tardías mantuvieron identi-dad con las de épocas preincaicas.

En lo que se refiere a los estilos Inka Provin-cial, es muy baja su presencia en el seno del áreadefinida al sur de Fuerte Quemado, tanto a partir

de materiales de superficie recuperados en las am-plias prospecciones efectuadas como en excava-ción. Nunca supera el 2% de especímenes en lossitios donde aparece. En la franja occidental se li-mita a fragmentos de “aribaloides” rojo pulidos depasta local y algunos platos, mientras que al orien-te, en las laderas del Aconquija y, sobre todo, en el

Figura 6: Rincón Chico, sitio 1, sector XIII. La Huanca ML 35.Rincón Chico, site 1, sector XIII. La Huanca ML 35.

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tambo de Punta de Balasto, aparecen otras varie-dades, como Inka cuzqueño, Inka Paya e Inka Pa-cajes.

Los administradores estatales encontraron ta-lleres metalúrgicos dotados con mano de obra es-pecializada y que manejaban con soltura el bronceestañífero, considerado como la aleación imperialpor excelencia (Earle y D’Altroy 1989:203; Lecht-man 1978:511). En el taller del sitio 15 de RincónChico, la dominación implicó un aumento en laescala de producción. En tal sentido: a) se habilitóun nuevo espacio para las actividades; b) se pro-movió el uso de hornillos de fundición del tipohuayra; y c) se incrementó la frecuencia de even-tos de fundición y el volumen de procesamientode materiales. Los espacios de trabajo hasta esemomento en operación en el taller no fueron des-activados sino reasignados funcionalmente paraparticipar en la nueva cadena operativa (González2001, 2002b:63-64).

El taller quedó ubicado a la vera de uno de lostramos troncales del camino imperial que atrave-saba la zona y que unía importantes postas comoQuilmes, Fuerte Quemado, Punta de Balasto yShincal. Esta situación aseguraba una eficientemovilización de materias primas minerales y laevacuación de productos desde el taller para sueventual distribución regional o extrarregional. Deno menor importancia, todos los aspectos de la pro-ducción metalúrgica quedaban sujetos al controlestatal. La asociación entre talleres metalúrgicos ycaminos imperiales ha sido verificada también enasentamientos vecinos, como Las Mojarras y FuerteQuemado (González y Tarragó 2002a). Una modi-ficación significativa impuesta por la administra-ción incaica parece haber sido la demanda de lin-gotes de diversos tamaños, algunos de cuyos restosfueron registrados en el sitio 15 en vinculación conevidencias de procesamiento de oro (Figura 7). Esposible que parte de los lingotes se relacionarancon el traslado de metal precioso hacia el Cuzco,como dejan entrever algunos documentos etnohis-tóricos (Montes 1959:88-89). Sin embargo, el pro-cesamiento del oro fue incorporado como una másde las tareas a desarrollar en el taller. Más allá deincrementar la escala de producción metalúrgicaen el taller del sitio 15, el incario no parece haberincorporado modificaciones técnicas de peso. A lolargo de la secuencia de ocupación del sitio, los

modos de preparación de moldes y crisoles respon-dieron a las mismas normas técnicas. La dosifica-ción del estaño en los bronces se mantuvo en losniveles de épocas anteriores, no registrándose evi-dencias de una estandarización en ese aspecto(González 2001, 2002b:64). De igual modo, laselaboradas piezas del repertorio local, como dis-cos y campanas, siguieron fabricándose. Tanto losobjetos procedentes de la región como los motivosgrabados en los moldes recuperados indican queel estilo decorativo santamariano en los metalescontinuó vigente.

El Alcance de las Nuevas TendenciasCeremoniales

Como en la cultura material, la ocupación in-caica en el sur del valle de Yocavil se manifestócon dispar intensidad en el modo de intervenciónsobre las prácticas ceremoniales locales y la infra-estructura inherente a ellas. Se advierten dos situa-ciones polares. Un ejemplo de una intervención decierta envergadura fue registrado en el asentamientode Ampajango II, ubicado sobre una terraza juntoal río homónimo (Figura 1). El poblado parecehaber tenido una marcada orientación hacia la pro-ducción agrícola y la muestra de alfarería en su-perficie, compuesta por tipos Gris Pulido, Fama-balasto Negro sobre Rojo, Santa María bicolor,Belén-Santa María, Quilmes Rojo Grabado e Inka,entre ellos Inka Paya y Cuzco policromo, sugiereuna prolongada ocupación.

En el sector IV del asentamiento se registróuna plaza delimitada por un muro y cuya superfi-cie fue despejada por intensos trabajos de despe-drado (Figura 8). En la esquina noroeste de la pla-za se encuentra una estructura presidida por un granpeñasco que fue enmarcado por líneas de pircasque, probablemente, formaban plataformas esca-leradas. La cara sur del peñasco, orientado hacia laplaza y hacia las cumbres nevadas de la cadena delAconquija, presenta dos líneas de plataformas demuros más prolijos, mostrando algunas de las pie-dras un canteado expeditivo. Hacia el norte y eleste, el declive del terreno fue compensado concinco hileras de piedra, habiéndose incluido, ade-más, una especie de rampa que permite ascender ala cúspide plana de la gran roca. Durante un reco-nocimiento realizado en 1991 en la plaza, fue re-cuperado en superficie un liwi de bronce estañífe-

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Figura 7. Molde de lingote del sitio 15 de Rincón Chico.Ingot mold, site 15, Rincón Chico.

ro de clara raigambre incaica (González y Palacios1996). En 2000 fueron excavadas dos cuadrículasexploratorias, ubicándose las superficies de ocu-pación, recuperándose una muestra cerámica confrecuencias similares a las de superficie y obtenién-dose un fechado sobre carbón vegetal2. Tambiénfue registrado un fragmento de una cadenita de hie-rro, adscribible a momentos del contacto hispano-indígena (Tarragó et al. 2001).

En Ampajango II, la ocupación incaica impli-có ciertas transformaciones, más visibles en suscualidades espaciales, destacándose en tal sentidodos aspectos. En primer lugar, se ordenó la circu-lación tanto dentro del poblado como en sus acce-sos, a través de senderos, rampas y escalerados cla-ramente pautados. Si bien estas vías de tránsitopudieron responder a los requerimientos de las ac-tividades que se desarrollaban en el asentamiento,el entramado también dejó establecidos los movi-mientos autorizados y los prohibidos, al tiempo quediferenció las áreas de acceso público de aquellasde acceso restringido. En segundo lugar, se enca-raron algunas obras de remodelación que tanto eli-minaron ciertas estructuras como produjeron otras.Es probable que las estructuras novedosas, al igualque las vías de circulación, operaran materializan-

do en el espacio las condiciones imperantes sobrelos sujetos del poblado. Sin embargo, debe subra-yarse que tales remodelaciones se efectuaron me-diante las técnicas constructivas autóctonas y sólounos pocos detalles de la arquitectura imperial, porejemplo las piedras desbastadas, se aplicaron enlugares específicos.

Es probable que la presencia incaica en el po-blado aparejara una transformación y aumento enla escala del ceremonialismo vinculado tanto conlos ritos de fertilidad como con la integración delespacio a la organización estatal. La gran roca quepreside la plaza del sector IV fue transformada enun ushnu con características conocidas en otrasinstalaciones del territorio del Tawantinsuyu (e.g.,Hyslop 1990:69-83; Dearborn et al. 1998). El pe-ñasco debió constituir, en épocas previas, una huan-ca dedicada al complejo ancestros-montañas-fer-tilidad. Los administradores cuzqueños habríanaprovechado la sacralidad del monumento, lo re-dimensionaron y, sin que perdiera, tal vez, relacióncon las divinidades tutelares de la región, le otor-garon una mayor significación política, sustrayen-do del control local su potencial simbólico e incor-porándolo a la estructura religiosa estatal (Tarragóet al. 2001). A tal fin, se rodeó al peñasco con una

403Dominación, Resistencia y Tecnología: La Ocupación Incaica en el Noroeste Argentino

estructura de líneas de piedras, muchas de ellas consignos de trabajo de desbaste. El control impuestosobre el escenario ceremonial pudo implicar, deigual modo, la remodelación del espacio que ocu-paba la plaza para crear, al mismo tiempo, áreas decongregación, para un público limitado, y de se-gregación. A estas características del asentamien-to se suma un “reducto de cumbre” establecidomediante un muro que circunvala la cima de la cer-cana Loma Redonda de Ampajango, un rasgo to-pográfico muy visible en el sudeste del valle deYocavil.

En el otro extremo del espectro, la domina-ción aparejó modificaciones de menor cuantía, sien-do Rincón Chico el caso más ilustrativo. En el si-tio 14 de la localidad fue estudiado un probablecontexto de elaboración de chicha en cantidadessuperiores a las requeridas por una unidad domés-tica, habiéndose planteado que las actividades es-tuvieron vinculadas con la realización de festejosperiódicos a través de los cuales se renovaban lasrelaciones de poder entre el estado y los lídereslocales (Tarragó et al. 1999:423). No obstante, nose realizaron modificaciones arquitectónicas sinoque siguieron utilizándose las instalaciones exis-tentes. Tampoco el vasto escenario ceremonial delpoblado central en la quebrada antes descrita pare-ce haber sido intervenido, aunque no puede des-cartarse que, tal vez, se realizaran algunas obrasdestinadas a convocar a un mayor número de asis-tentes y que se incorporaran núcleos arquitectóni-

cos con espacios trapezoidales del tipo kancha, enel pie del cerro, como en los sitios 2, 3 y 10 deRincón Chico. A la llegada del incario, la quebra-da probablemente constituía un centro de peregri-nación que convocaba a poblaciones cercanas y laadministración cuzqueña, lejos de combatir lasprácticas, las habría fomentado, apropiándose dela capacidad del espacio para difundir principiosideológicos orientados hacia los intereses del esta-do (Tarragó y González 2000). No obstante y a di-ferencia de lo acontecido en Ampajango II, lashuanca del poblado central de Rincón Chico nofueron alteradas. Los fechados obtenidos sugierenque las prácticas rituales tradicionales parecen ha-ber perdurado hasta el efectivo control europeo delvalle3.

Recapitulación: Los Unos y los Otros

Las evidencias de la presencia incaica en elsur del valle de Yocavil aparecen, a niveles micro-rregional e intrasitio, en una distribución hetero-génea y, casi siempre, enmascaradas por la presen-cia mayoritaria de técnicas o materiales locales. Lascualidades de este registro arqueológico daríancuenta de las áreas con un valor particular para losobjetivos políticos y económicos cuzqueños y quese juzgaron como adecuadas para ser desarrolla-das mediante la inversión en infraestructura. Perode igual modo estas cualidades reflejarían las con-diciones organizativas vigentes a la llegada incai-

Figura 8. Plaza del sector IV de Ampajango II.Square of sector IV at Ampajango II.

Luis R. González y Myriam N. Tarragó404

ca, las cuales, a partir de cierto desarrollo, habríansido funcionales a la administración central sin quefuera necesario invertir en obras más o menos mo-numentales.

A partir del modelo de organización que fueraplanteado para los momentos previos a la llegadaincaica, en el cual el poblado de Rincón Chico ac-tuaba como cabecera política de un sistema de asen-tamiento que articulaba a otras instalaciones delsur del valle, no parece casual que sea en el área deacción inmediata del poblado en donde el registroimperial aparezca como más sutil, a diferencia delo que se verifica en las localidades de la bandaoriental del río Santa María, como Ampajango yShiquimil. En Rincón Chico, las evidencias incai-cas más claras tienden a concentrarse en el fondodel valle, es decir, en el sector más marginal al cen-tro poblado ubicado en la serranía. Los conjuntosconstructivos involucrados se alinearon sobre unode los tramos subsidiario del camino incaico queatravesaba la zona, conectándolos, de tal forma,con las más importantes postas imperiales del áreavalliserrana del NOA (Hyslop 1990:254). Sugesti-vamente, este camino, en el área de nuestros estu-dios, engarzaba varios talleres de producción me-talúrgica.

Sin quitar relevancia a la dinámica de la ex-pansión imperial, consideramos que en el análisisde la ocupación de la región y de la variabilidad desu registro arqueológico es necesario considerar loscondicionamientos derivados de las formacionessociales locales. Desde esta óptica, los actores so-ciopolíticos del valle de Yocavil meridional no fue-ron sujetos pasivos que se alinearon automática-mente bajo los nuevos fundamentos y prácticas delpoder. Por el contrario, es posible interpretar lastransformaciones y las persistencias detectables enla producción de bienes y en la materializaciónideológica en términos de múltiples competenciasentre el gobierno cuzqueño, las jerarquías políti-cas locales y los diversos grupos con intereses sec-toriales de las comunidades. En el proceso, la su-perestructura ideacional vigente, basada en antiguasconcepciones surandinas, no habría sido permea-da en su totalidad por el sistema estatal, resistien-do la colonización ideológica, entre otros meca-nismos, a través de la adecuación y el rechazo dedeterminados aspectos de la lógica y los procedi-mientos de la tecnología dominante.

Por otro lado, los datos sugieren que la ocupa-ción inca no habría incluido la implantación de

grupos de poblaciones ajenas a la región (aunquees posible que sí hayan llegado de zonas cercanasy de la misma clase de organización como los deBelén en Quilmes y Fuerte Quemado), sino que laadministración incaica se sirvió de la estructura detrabajo vigente y de la mano de obra ya en opera-ción (González y Tarragó 2002a y b). En torno aeste punto, encontramos significativa la correlaciónentre la alfarería santamariana y la mencionadaFamabalasto Negro Grabado, tanto en épocas pre-incaicas como incaicas. Ello nos induce a propo-ner que este último estilo mantuvo valor simbólicoy reconocimiento cultural, lo cual podría explicarque los administradores cuzqueños se hubieran in-teresado por difundir piezas Famabalasto NegroGrabado hacia asentamientos estatales externos alvalle de Yocavil.

Algo similar parece haber ocurrido en meta-lurgia. Si bien tenemos evidencias que indican quea partir de la dominación incaica en la región co-menzaron a manufacturarse objetos del catálogoimperial (González y Palacios 1996; González etal. 1999), así como lingotes, también sabemos quecontinuaron produciéndose con toda regularidad laspiezas de reconocimiento local, tales como los gran-des discos y las campanas ovales. De hecho, hasido postulado que la administración cuzqueña,como parte de sus estrategias políticas, habría apro-vechado el prestigio regional de estos bienes, apro-piándose de los mecanismos de su distribución so-cial, lo cual resulta coherente con la ampliarepresentación surandina de los bronces santama-rianos (Tarragó et al. 1997). De igual modo, si biense introdujeron modificaciones en la organizaciónde la producción metalúrgica, todos ellas tendien-tes a promover un aumento en la escala de salidade productos, fue mantenido el estilo tecnológicode procesamiento de los materiales y aún es posi-ble que algunos procedimientos y el personal idó-neo para llevarlos a cabo fueran trasladados a otroscentros metalúrgicos fundados por el incario en losAndes del sur (González 1997).

Las modificaciones arquitectónicas en algunosde los espacios ceremoniales en operación tuvie-ron disímil alcance según se tratara del centro po-lítico o de instalaciones periféricas. La conocidaconducta imperial de refundar el paisaje, comometáfora de ingreso a un nuevo orden social (Ga-llardo et al. 1995:169), está sugerida en las remo-delaciones instrumentadas en el sector IV de Am-pajango II. Allí, las remodelaciones aparejaron la

405Dominación, Resistencia y Tecnología: La Ocupación Incaica en el Noroeste Argentino

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Sin embargo, en Rincón Chico las modifica-ciones en el amplio escenario ceremonial de laquebrada central no parecen haber estado dirigi-das a interferir en las prácticas tradicionales, sino,por el contrario, a enfatizarlas. En este caso, todoapunta a indicar que la estrategia de los adminis-tradores estatales para captar la colaboración dela elite político-religiosa que manejaba los hilosde los sistemas productivos del sur del valle fueoficializar el esquema ritual vigente. Es pertinen-te mencionar que asentamientos cercanos, comoLas Mojarras y Fuerte Quemado, presentan es-tructuras ceremoniales en altura, con característi-cas constructivas que se diferencian notablemen-te del caso de Rincón Chico y que sugieren mayorintromisión cuzqueña (González y Tarragó2002a). Por otra parte, las huanca del piedemon-te continuarán operando como en tiempos ante-

riores, lo que podría señalar que algunos segmen-tos de la población reprodujeron el sistema decreencias ancestral.

La situación analizada, aún en su carácter ex-ploratorio, proporciona elementos como para pen-sar que la confrontación entre el aparato ideológi-co estatal y el vigente en el área incorporada alTawantinsuyu derivó en múltiples manifestaciones,cuyas características específicas sólo podrán serestablecidas a través de muchos y refinados estu-dios. Puede sostenerse que las concepciones quepugnaban por imponerse como dominantes hayanafectado de modo diferencial a los actores socia-les, de acuerdo a su posicionamiento en la estruc-tura político-económica y a la situación del con-flicto inherente a una sociedad desigual. En estesentido, interpretamos que tanto los cambios comolas continuidades que se advierten en la culturamaterial y en los espacios rituales nos están ha-blando de la multiplicación de fenómenos de re-sistencia cultural y señalan no sólo las estrategiasdesplegadas para la adecuación a un nuevo orden,sino también los esfuerzos para mantener y subra-yar una diferenciación social y simbólica, repre-sentando el territorio de Yocavil meridional un in-teresante caso para el estudio de los mecanismosde resistencia a la dominación.

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Notas

1 La localidad de Rincón Chico ha proporcionado varios fe-chados preincaicos que comprenden muestras de alfareríaFamabalasto Negro Grabado. Resultan particularmentediagnósticas las dataciones de piso en viviendas circularesdonde estuvieron en uso escudillas de este estilo, Vg. RCh18 (890 ± 90 a.p., LATYR LP 428, carbón) y RCh 8 (660 ±70 años a.p., LATYR LP 1491, carbón).

2 340 ± 130 a.p., Beta 146374, carbón.3 Los fechados obtenidos en las excavaciones de distintos

peñascos son los siguientes: ML 25, 360 ± 40 a.p., Beta162379, colágeno de hueso; ML 39, 400 ± 30 a.p., Beta162380, colágeno de hueso; ML 7, 310 ± 60 a.p., LATYRLP 1390, carbón.