DOMINGO DE RAMOS

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D DO OM MI IN NG GO O D DE E R RA AM MO OS S Un marco que señala y anticipa toda la celebración del triduo pascual Lc. 19, 28-40; Is. 50, 4-7; Sal. 21; Lc. 22.14-23, 56 Se dice que el marco de un cuadro o de una pintura nos ayuda a resaltar el valor o la belleza en él reflejado, o que la portada de entrada de un lugar nos puede estar hablando de la grandiosidad que allí podemos encontrar. Se me ocurre pensar que el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor que hoy celebramos para introducirnos en esta Semana Mayor es ese marco o pórtico que nos está haciendo ver y vivir como en adelanto lo que son las celebraciones de estos días que tienen su culminación en el Triduo Pascual con la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Tiene ya sus aires de gloria en la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, que nos hace pregustar lo que será el triunfo pleno y definitivo en la resurrección del Señor. Pero al mismo tiempo ya nos deja entrever lo que va a ser la pasión y la cruz donde Cristo ha de subir en su entrega de amor para morir por nuestra salvación. Por eso hoy hemos comenzado leyendo a Isaías en uno de los Cánticos del Siervo de Yahvé y la pasión del Señor, este año según san Lucas. Vamos subiendo a Jerusalén donde el Hijo del Hombre va a ser entregado, habíamos escuchado anunciar a Jesús. Subir a Jerusalén, una subida porque es una entrega que va como in crescendo (utilizando un lenguaje musical) para llegar a la apoteosis de su entrega en la Cruz y en la resurrección. Como un anticipo de esa gloria, y parece como si resonaran en nuestros oídos todavía los cánticos de los ángeles en Belén a la gloria de Dios, hemos visto al pueblo sencillo y a los niños aclamando al que viene en el nombre del Señor. Decimos muchas veces entrada triunfal en Jerusalén, pero no son los ejércitos vencedores lo que acompañan al Mesías que entra en la ciudad santa sino que serán los sencillos, los pobres y los niños los que le aclaman; y su montura no será un brioso corcel sino un humilde borrico para que así se cumpliera lo anunciado por el profeta. Esa es la claridad del marco o la portada porque pronto entramos en el claroscuro de la pasión, de la cruz, de la entrega hasta la muerte, de la culminación de la subida hasta llegar a lo alto del Calvario y de la cruz. Allí le vamos a reconocer de verdad. Vamos a reconocer a Aquel que tiene el amor extremo de dar su vida por los que ama. ‘¿Quién eres tú?’ hemos escuchado en estos pasados días que los judíos preguntaban a Jesús. Esa pregunta se va a repetir de una forma u otra varias veces a lo largo de la pasión. Será el Sumo Sacerdote y el Sanedrín, será Poncio Pilatos en el Pretorio, o serán algunos en torno a la cruz aunque con diversas intenciones unos y otros. ‘Si tú eres el Mesías, dínoslo… entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?’, son las preguntas ante el Sanedrín. ‘¿Eres tú el rey de los judíos?’ preguntará Pilatos porque quizás le interesa más el aspecto político. “Si tú eres el Rey de los judíos… si tú eres el Mesías… sálvate a ti mismo…” Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Elche.

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DDDOOOMMMIIINNNGGGOOO DDDEEE RRRAAAMMMOOOSSS Un marco que señala y anticipa toda la celebración del triduo pascual

Lc. 19, 28-40; Is. 50, 4-7; Sal. 21; Lc. 22.14-23, 56

Se dice que el marco de un cuadro o de una pintura nos ayuda a resaltar el valor o la belleza en él reflejado, o que la portada de entrada de un lugar nos puede estar hablando de la grandiosidad que allí podemos encontrar. Se me ocurre pensar que el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor que hoy celebramos para introducirnos en esta Semana Mayor es ese marco o pórtico que nos está haciendo ver y vivir como en adelanto lo que son las celebraciones de estos días que tienen su culminación en el Triduo Pascual con la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Tiene ya sus aires de gloria en la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, que nos hace pregustar lo que será el triunfo pleno y definitivo en la resurrección del Señor. Pero al mismo tiempo ya nos deja entrever lo que va a ser la pasión y la cruz donde Cristo ha de subir en su entrega de amor para morir por nuestra salvación. Por eso hoy hemos comenzado leyendo a Isaías en uno de los Cánticos del Siervo de Yahvé y la pasión del Señor, este año según san Lucas. Vamos subiendo a Jerusalén donde el Hijo del Hombre va a ser entregado, habíamos escuchado anunciar a Jesús. Subir a Jerusalén, una subida porque es una entrega que va como in crescendo (utilizando un lenguaje musical) para llegar a la apoteosis de su entrega en la Cruz y en la resurrección. Como un anticipo de esa gloria, y parece como si resonaran en nuestros oídos todavía los cánticos de los ángeles en Belén a la gloria de Dios, hemos visto al pueblo sencillo y a los niños aclamando al que viene en el nombre del Señor. Decimos muchas veces entrada triunfal en Jerusalén, pero no son los ejércitos vencedores lo que acompañan al Mesías que entra en la ciudad santa sino que serán los sencillos, los pobres y los niños los que le aclaman; y su montura no será un brioso corcel sino un humilde borrico para que así se cumpliera lo anunciado por el profeta. Esa es la claridad del marco o la portada porque pronto entramos en el claroscuro de la pasión, de la cruz, de la entrega hasta la muerte, de la culminación de la subida hasta llegar a lo alto del Calvario y de la cruz. Allí le vamos a reconocer de verdad. Vamos a reconocer a Aquel que tiene el amor extremo de dar su vida por los que ama. ‘¿Quién eres tú?’ hemos escuchado en estos pasados días que los judíos preguntaban a Jesús. Esa pregunta se va a repetir de una forma u otra varias veces a lo largo de la pasión. Será el Sumo Sacerdote y el Sanedrín, será Poncio Pilatos en el Pretorio, o serán algunos en torno a la cruz aunque con diversas intenciones unos y otros. ‘Si tú eres el Mesías, dínoslo… entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?’, son las preguntas ante el Sanedrín. ‘¿Eres tú el rey de los judíos?’ preguntará Pilatos porque quizás le interesa más el aspecto político. “Si tú eres el Rey de los judíos… si tú eres el Mesías… sálvate a ti mismo…”

Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Elche.