Don Porfirio

Pocas figuras de nuestra historia han sido tratadas de la forma en que lo ha sido José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, mejor conocido como Don Porfirio.

Cuando no se le ‘escarnece’ se le difama y si no es así, se le tacha de asesino o se le culpa de los mil y un problemas que aún tenemos en el país.

Rara, escasamente se encuentra algún escrito en el que se resalten algunos méritos, y este no es precisamente un escrito de esos; en este trabajo se trata de establecer la verdad histórica con base en lo que nos ha sido entregado por historiadores diversos, añadiendo algunos comentarios que exponen opiniones personales del autor.

Don Porfirio fue un militar y político mexicano que ocupó el cargo de Presidente de la República en dos ocasiones.

La primera, de 1877 a 1880, y la segunda de 1884 a 1911.

Y según nuestros historiadores oficiales ese segundo término constituye su ‘mayor crimen’ contra la Patria y es lo que no se le perdona.

Esos 33 años ‘en el poder’ le han hecho uno de los ‘personajes negros’ de nuestra historia oficial, curiosamente una historia que consigna 70 de permanencia en el poder de un partido político que se considera heredero de la serie de desordenes que sacudieron el país casi inmediatamente después de haber abandonado el mismo Don Porfirio.

Porfirio Díaz ocupa un lugar muy especial en la historia de México pues a él le ‘toca’ lidiar con las consecuencias de las fallas y errores que cometieron los gobiernos mexicanos desde la Independencia, la dictadura de Antonio López de Santa Anna, la instauración de la República, la itinerante Presidencia de Benito Juárez, los cambio originados por la abolición de las Monarquías europeas y la política expansionista de los Estado Unidos.

Y por si fuera poco, a Porfirio Díaz le corresponde la coyuntura histórica de la comprobación del poco interés por ‘la política’ del pueblo mexicano, más ocupado por los avatares económicos, por ‘sobrevivir’ que por lo que ocurra en el ‘ambiente nacional’ dominado por ‘castas militares’ y ‘caciques políticos’.

En esta época se establece y confirma la existencia de dos mundos paralelos en nuestro país, mundos que tienen sus raíces en lo más añejo de nuestra historia, uno es el mundo de los gobernantes, otro muy diferente el del pueblo, el de los ciudadanos.

El mundo del gobierno, está caracterizado por interminables luchas intestinas, luchas internas, luchas por el poder, muy lejos de las aspiraciones e intereses legítimos de la población, mundo atento y ocupado tan solo en sus intereses particulares.

El mundo de los ciudadanos se manifiesta por haber estado, desde sus inicios, desde que se tienen testimonios, es decir, -ancestralmente- sometido a sus gobernantes, sin personalidad propia, acostumbrado a quejarse y ‘reclamar’, a manifestarse por medio de expresiones verbales de descontento y ‘hartazgo’, en constante espera de favores divinos, con la expectativa de un Mésias, o como diría un estimado maestro, eternamente esperando el regreso de Quetzalcoátl.

Porfirio Díaz, nacido en Oaxaca, el 15 de septiembre de 1830, murió exilado en Paris el 2 de julio de 1915 y desde entonces se ha negado el regreso de sus restos a la patria y se le ha colocado un estigma político de lo más absurdo y hasta infantil que existe.

Se ha dicho (con desprecio y pésimas intenciones) que era ‘indio’; no es cierto, pues su padre José Faustino Díaz era criollo y su madre, María Petrona Mori, era ‘mestiza’ con una parte de sangre indígena de raza mizteca y la otra parte sangre ‘criolla’.

Su infancia permanece en el anonimato, sus biógrafos no han dejado en claro más que en 1843 o 1846 ingresa al seminario sin aclarar acerca de su propósito de convertirse en sacerdote o simplemente porque era la escuela que estaba disponible, la única que lo aceptó o la única en que su madre pudo colocarlo.

Se menciona que permanece ahí tan solo unos cuantos años ya que en 1850 ingresa al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, Institución que era considerada

una institución ‘herética’, contraria a las enseñanzas de la religión católica, cuna de ‘liberales’ y ‘revoltosos’ y porque entre sus profesores y alumnos se encontraban reconocidos ‘masones’.

Con esa formación el joven Porfirio Díaz estaba muy lejos de la espiritualidad y de la escasa formación religiosa recibida, y muy cerca de la practicidad y sentido de la oportunidad que le caracterizaría más adelante.

Uno de sus mentores, de nombre Márcos Pérez, organizaba reuniones en su domicilio y en alguna de ellas asiste otro ‘masón’, de nombre Benito Juárez quien ya era una ‘celebridad’ oaxaqueña en esos días, circunstancia de dudosa certeza que han aprovechado algunos cronistas para difundir historias acerca de una estrecha amistad entre estos dos personajes

Quizá hubo algunos encuentros o conocimiento en fechas posteriores pero en aquel entonces, Juárez era un exitoso abogado con pretensiones políticas, de hecho, Rector del Instituto y Díaz tan solo un estudiante, un mozalbete de escasos 13 o 16 años que aún no sabía que hacer con su vida.

Posteriormente el destino los junta en diferentes ocasiones, pero puede decirse que nunca hubo ni amistad ni trato estrecho, y quizá podríamos decir que ambos representan polos diversos en el aspecto político y que sus contactos son breves, formales y específicos.

Hay enormes diferencias en cuanto se refiere a las personalidades y obra de estos dos iconos de nuestra Historia, con la salvedad de que respecto a Juárez, hay un exceso de elogios y consideraciones favorables (muchas de ellas totalmente inmerecidas) mientras que en cuanto a Díaz, predomina el escarnio, el rechazo y los denuestos.

Como suele ocurrir, ambos extremos son exagerados, y ni Don Benito Juárez es la gran figura que nos han querido hacer reverenciar, ni Don Porfirio el monstruoso criminal que nos han querido ‘pintar’.

Como se tiene que empezar en alguna parte, comenzaremos por establecer que Porfirio Díaz se une a Juan Álvarez en la lucha en contra de Antonio López de Santa Anna.

Cuando es derrocado Santa Anna, Juárez es nombrado Gobernador de Oaxaca y Porifrio Díaz recibe un mando político en Ixtlan, Michoacan. Como podrán darse cuenta, México era un ‘país en efervescencia’ y las corrientes de pensamiento ‘positivista’ (derivadas de las teorías de Augusto Comte) aunadas a las ‘ideas liberales’ sacudían y polarizaban al país.

Podríamos afirmar que el país, desde la Independencia hasta la fecha ha vivido y vive ‘polarizado’ entre dos corrientes principales de pensamiento político que han recibido y reciben diferentes nombres pero que en esencia siguen siendo lo mismo, dos polos ‘opuestos’ que se atraen y se repelen que conviven en un territorio disminuido por las ambiciones políticas y que lucha ‘por salir adelante’.

Quizá estas expresiones estén un tanto equivocadas, quizá podríamos mencionar un tercer elemento, los ciudadanos, a la mayoría de quienes, como está comprobado, no les interesan los avatares de la política y lo único que quieren es que haya paz para poder sobrevivir en este siempre turbulento México.

Y por lo mismo, se puede dividir en tres secciones, el México del gobierno, el México de los opositores del o al gobierno y el México de los ciudadanos.

En una forma arbitraria y simplemente para señalar el comienzo de nuestro escrito recordamos como con una serie de pretextos infantiles amparado por una ‘venta’ de Antonio López de Santa Anna, los Estados Unidos ya empezaban a tener ‘sueños de grandeza a costa de México’ aprovechando el descuido y abandono de nuestra ‘frontera norte’.

Fundamentando su ‘reclamo’ en argucias legales, Estados Unidos pretendía hacer valer los ‘derechos’ que le otorgaba el Tratado de Velasco, -que nunca fue reconocido por el gobierno mexicano- y al mismo tiempo, entre que se establecía si eran peras o manzanas, el Presidente Polk envía fuerzas militares a ocupar el territorio ‘comprado’, el cual se extendía desde el Río Nueces hasta el Río Bravo.

El Tratado de Velasco fue firmado por Antonio López de Santa Anna pero desconocido por el gobierno mexicano lo que solamente fue una ‘bravuconada’ y expresión cabal del ‘patrioterismo’ que se ha adueñado de los actos oficiales.

Al internarse las fuerzas invasoras en el territorio mexicano, lógicamente fueron atacadas, lo que da el pretexto al Gobierno Estadounidense para el inicio la Guerra entre estos dos países.

{¡¡¡Como si necesitaran pretextos!!!}

Al fin de cuentas los invasores estadounidenses ocupan algunas de las principales ciudades del País, llegando hasta la Capital y el bochornoso asunto termina cuando López de Sana Anna ‘acepta’ quince millones de pesos como pago por la cesión del territorio diputado, con lo que a partir de esas fechas, México, pierde poco más de la mitad de su territorio, por medio de los infames tratados de Guadalupe Hidalgo, (que ‘legalmente’ sustituyen al Tratado de Velasco) y en donde como ‘regalito’ se reconoce la Independencia de la República de Texas.

El territorio ‘perdido’ alegre y despreocupadamente por Santa Anna es de aproximadamente 2,100 kilómetros cuadrados, en donde se estimaba había alrededor de 28,000 habitantes ‘mexicanos’ por 110,000 estadounidenses.

Durante la invasión a que nos hemos venido refiriendo se producen lamentables episodios como la ‘gesta de Chapultepec’ en la que algunos cadetes del Colegio Militar pierden la vida para ser ‘inmortalizados’ posteriormente como ‘Los Niños Héroes’.

También ocurre el episodio conocido como “El Batallón de San Patricio” en el que un grupo de soldados estadounidenses, de origen irlandés, ‘se pasan’ al bando mexicano, siendo considerados como traidores en EEUU y héroes en México.

Como antecedentes de todo este rollo, podemos citar básicamente la política ‘expansionista’ del gobierno de los Estados Unidos que no reconocía límites ni obstáculos y la débil o nula oposición por parte del gobierno mexicano más preocupado, como de costumbre en ‘asuntos internos’ y en ‘conseguir’ dinero para propósitos particulares, sin tomar en cuenta ninguna de las necesidades del País.

Los ‘gringos’ ya habían ‘encontrado el caminito’, unos cuantos años antes habían ‘obtenido’ por medio del Tratado Adams/Onis la ‘cesión’ de La Florida a cambio de algunos ‘dolarucos’ y ‘renunciar’ a sus ambiciones expansionistas (lo que con su ‘doblez’ característico prometieron pero nunca tuvieron la menor intención de cumplir y por supuesto, no cumplieron).

Un poco antes, en 1803, habían ‘comprado’ Louisiana a Francia aprovechando lo de siempre, la necesidad de ‘dinero’ de Napoleón, o como se establece en la historia, de los ciudadanos franceses (o de cualquier otro país) en cuyo nombre los gobernantes hacen y deshacen.

En 1821, México obtiene su independencia de España y al poco tiempo, 1823 Estados Unidos ‘reconoce’ a México como nación independiente y envía al nefasto (para México, por supuesto) Joel Robert Poinsett con intenciones de firmar un tratado de amistad y comercio, pero en realidad lo que querían era ‘comprar’ al débil gobierno mexicano y anexar Texas llegando a ofrecer un millón de dólares, a lo que México se rehusó (1825).

Debe decirse que no lograron su propósito de ‘comprar’ al gobierno, pero eso no quiere decir que el gobierno se hubiera ‘fortalecido’, seguía siendo débil ocupado como ha sido tradicional en ‘resolver’ reyertas entre los ambiciosos ‘políticos’ mexicanos.

La ‘oferta’ se elevó a cinco millones (1827), y México seguía sin querer ‘vender’.

Los porfiados y ‘mañosos gringos’ cambian de táctica y encargan al coronel Austin (Stephen F. Austin, apoyados por Samuel Houston y Andrew Jackson) llevar emigrantes estadounidenses a Texas, ‘ingenuamente’ autorizados al efecto por el débil gobierno mexicano.

Y como acostumbran hacerlo, cuando se deciden, lo hacen en grandes cantidades y en muy poco tiempo, este ‘trío infernal’ ya había colocado –pacíficamente y ‘con permiso oficial’- cerca de 100,000 estadounidenses en ‘territorio mexicano’, no solo en Texas, sino en lo que posteriormente sería California, Arizona, Nuevo México.

Ya para 1834 eran miles de ‘colonos estadounidenses’ establecidos en esas áreas, aún siendo territorio mexicano, con una serie de ‘privilegios’ que los habitantes mexicanos no tenían.

Y entre otras, el Presidente Santa Anna, pensando en quien sabe que, pretendió el ‘desarme obligatorio’ de los colonos mexicanos.

No es de extrañar, por tanto, que Porfirio Díaz haya inmortalizado la frase: “Pobrecito de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

Para no hacer el cuento largo, solamente hubo un intento ‘serio’ de corregir esta situación encabezado por el General Manuel Miér y Terán ante el gobierno de Anastacio Bustamante, pero por diferentes circunstancias nunca prosperó.

Texas declaró su independencia de México en 1836, habiendo solo un mexicano entre los firmantes de esa declaración, el resto eran tejanos estadounidenses rebeldes (hacia México) firmándose un supuesto acuerdo con el mencionado Tratado de Velasco.

Es decir, nuestro bien amado benefactor y presidente Santa Anna a quien diversos grupos de ‘notables ciudadanos’ iban en peregrinación a ‘rogarle’ que volviera a tomar las riendas del gobierno mexicano, con la mano en la cintura permite una ‘invasión silenciosa’ de miles y miles de estadounidenses al territorio nacional, pone todo tipo de trabas a los mexicanos residentes en esas tierras y por unos míseros ‘dólares’, ‘vende’ poco más de la mitad del territorio ofreciendo algunos ‘patéticos rechazos’ tal vez porque no se había podido poner de acuerdo en el precio.

En 1845 Texas deja de ser República independiente para ser anexada como el 28o Estado de la Unión estadounidense.

En lo referente al término ‘gringos’ con el que nos referimos en México a los estadounidenses, debe aclararse que proviene del color de los uniformes que los soldados portaban, que era verde, y a que sus oficiales gritaban a voz en cuello “Green go”, Green, go” dando con esa voces las señales de avance.

Y es de ahí, en que los soldados mexicanos empezaron a decir “ahí vienen los gringos”, lo que posteriormente, fue convirtiéndose en una expresión popular.

Sin embargo, como lo mencionamos anteriormente no puede entenderse a Porfirio Díaz, sin considerar brevemente los antecedentes de los cuales -igualmente con cierta brevedad- se expuso el papel que en estos acontecimientos ‘jugó’ el gobierno de loa Estados Unidos.

Remontémonos un poco más atrás, a los tiempos de la consumación de la Independencia, en donde Agustín de Iturbide (otra muy polémica figura de nuestra historia) concibe la formación de una Cámara de Representantes única, con la representación proporcional a la importancia de clases y con elección directa.

Con esa propuesta se establece un predominio de los grupos privilegiados {que en ese momento eran las ‘clases altas’, la Iglesia y los militares}.

Curiosa y aparentemente, Antonio López de Santa Anna estaba a favor de la Independencia, pero no de que la ‘dirigiera’ la clase alta y como ha sido costumbre muy nacional desde tiempos inmemoriales, (incluso anteriores a La Conquista) el pueblo no era tomado en cuenta, era manipulado y se dejaba manipular por grupos interesados, esperando las ‘dadivas’ y ‘privilegios’ que los gobernantes decidieran ‘otorgar’.

Claramente se advierte que como muchos otros militares Santa Anna se une a Iturbide por conveniencia propia, como una estrategia política, simplemente para buscar ‘apoyos personales’, como era, ha sido y sigue siendo el manejo de las situaciones políticas en México.

En un principio el punto era que una Cámara de Representantes Única no eliminaría los ‘privilegios’ de que gozaban los peninsulares, ‘privilegios’ que los ‘criollos’ querían para si y por supuesto, querían que se les negara a los españoles.

Desde aquí podemos ver como toda la cuestión se centra en Papá Gobierno {sea quien sea} concebido como el ‘otorgante’ de los ‘privilegios’ que todo mundo desea y posteriormente, este asunto es ‘plasmado’ en la Constitución de 1857 en su artículo primero en donde queda establecido que la propia Constitución es la que otorga ‘garantías individuales’, y no que éstas ‘correspondan al individuo’ por el hecho de ser individuo y mexicano por nacimiento.

No ‘corresponden’ al ser humano, no son derechos individuales, son ‘garantías’ otorgadas por la Constitución, es decir, por Papá Gobierno.

Papá Gobierno que viene siendo como la Virgencita de Guadalupe, como Dios mismo, como la reencarnación de Quetzalcoátl, en quienes el mexicano ‘confía’ ciegamente, de quien el mexicano ‘espera’ todo tipo de ‘milagros’, dádivas y privilegios.

Exactamente lo mismo que ocurría con los mexicas; lo mismo que ocurría con Carlos I (o Carlos V); lo mismo que hacían los Reyes, Virreyes y demás ‘gobernantes’ en épocas pasadas.

Al ‘abolirse’ las monarquías, el ’derecho divino’ a gobernar se coloca en el ciudadano, en el pueblo.

Pero no aquí, no en México, aquí se coloca en el Gobierno, aquí, el derecho del ser humano es ‘graciosamente otorgado’ por la Constitución, es decir, por el Gobierno.

Las estructuras ‘del poder’ siempre han sido ‘detentadas’ por individuos que cuentan con un ‘respaldo’, en la antigüedad era el ejército, quien tuviera el mejor o el mayor ejército detentaba el poder.

‘Gobernaba’, y se convertía en Rey, sus descendientes le seguían y continuaban ‘gobernando’ formando dinastías, después el respaldo era el ejército y las leyes que poco a poco se fueron convirtiendo en Constituciones y se establecieron Repúblicas.

La esencia del poder no ha cambiado: Ejército y Constitución es lo que se ‘usa’ hoy día, con un ‘barniz’ de democracia (heredada supuestamente de la antigua Grecia, pero modificada localmente según las circunstancias) y acompañada de una gran abulia de ‘las mayorías’ decepcionadas, indiferentes a ‘la política’.

Don Porfirio, heredó una situación común, un México ‘caótico’, con escaso interés en la política, polarizado entre liberales y conservadores.

Una República en formación, ‘tambaleante’ en donde Benito Juárez se apoyo en un Constitucionalismo entendido muy a su manera, y en el apoyo del gobierno de los Estados Unidos con un pueblo (mexicano) más preocupado por los aspectos económicos

que por ‘la política’, receloso y desconfiado por las múltiples promesas no cumplidas y por la continuación de la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza, con escasez de empleo, y de oportunidades ‘de progreso’ y educación.

Una República que había acabado con el poderío económico de la Iglesia y cuyos gobernantes se habían ‘repartido’ los inmensos bienes económicos que esta poseía.

Una República que se había olvidado de los indígenas y de sus justos reclamos.

Siguiendo quien sabe cuales consignas se nos ha enseñado que Juárez fue heroico, y quizá,-aunque lo dudamos mucho, lo haya sido- pero si podemos decir que fue lo que han sido típicamente los presidentes de México: gente que trata de instaurar su propio y personal concepto de lo que es una nación.

Juárez, además, reprimió a los pueblos indígenas, expropió los bienes de la Iglesia para poder continuar la Guerra de Reforma y para que se beneficiaran su ‘allegados’, pisoteó la soberanía nacional en beneficio de los EEUU sin importarle absolutamente nada la ciudadanía.

Sin embargo y a pesar de ello, todavía pretenden hacernos creer que era un idealista, un ‘enamorado de la legalidad’, etc., etc., y a no ser por un infarto o angina de pecho que sufrió en Palacio Nacional, todavía estaría ahí, manejando el país a su antojo o quizá como turista, recorriéndolo en un carruaje, manipulando leyes y reglamentos a su conveniencia.

Juárez es una especie de ‘milagro mexicano’ prefabricado; de un retrato o un busto de bronce, se llega a una figura casi mitológica, fuera de toda proporción humana, con características cercanas a la divinidad; un objeto de fe, una obligación de culto, perfecto, sin defectos un semi dios en la nueva mitología mexicana.

A Porfirio Díaz se le critica por sobre todas las cosas su permanencia en el poder y no se han detenido a considerar que si no lo aprendió de Santa Anna lo aprendió de Juárez, pues ambos buscaba ‘eternizarse’ en la silla presidencial.

Juárez, heredó a la posteridad lo mismo que había recibido, un pueblo mayormente agrícola, ‘desorientado’, atrasado, con ‘brotes violentos’ de rebeldía y fastidiado, dividido, atacado en sus creencias, como diríamos ahora, con gran y grave ‘descontento social’.

Sin embargo, Antonio López de Santa Anna (y no Juárez) puede ser señalado como el iniciador de las interminables ‘guerras civiles’ que han asolado al país desde su nacimiento como una nación independiente.

Aunque puede decirse que desde que México fue ‘Independiente’ los gobiernos se ocupan más de sus adversarios y de seguir en el poder de lo que pasa con la nación.

Manuel Gómez Pedraza se enfrenta a Vicente Guerrero en 1828 en búsqueda de la Presidencia de la República, Gómez Pedraza derrota a Guerrero y apenas a once

días de su victoria, Santa Anna se rebela, exigiendo la sustitución del presidente electo por Vicente Guerrero.

Cuando no es por una causa es por otra, pero la misma situación se ha dado, se sigue dando y se repite con cada ‘elección’: nunca nadie está contento con los resultados, sean cualesquiera que sean, salga ‘elegido’ quien salga.

De una forma u otra, Guerrero es nombrado Presidente y Santa Anna toma ‘las riendas’ del ejército nacional.

En 1829, el brigadier Isidro Barradas llega a Tampico al mando de una flota española que tenía por objeto la reconquista de México.

Santa Anna corre con suerte y logra derrotar a la expedición española, para que a poco después Anastasio Bustamante consiga derrocar al gobierno de Vicente Guerrero.

Según se dice, Brutamante (como le apodaba el pueblo) secretamente respaldado por los masones escoceses y el clero, ordena el asesinato de Vicente Guerrero.

Santa Anna entonces hace una alianza con Gómez Pedraza y con Bustamante para que Gómez Pedraza ocupe la presidencia de 1830 a 1833.

Nota: Resulta extremadamente inquietante comprobar como desde ese entonces ya se acostumbran las alianzas políticas y los asesinatos de personas que se incluyen en nuestra ‘cambiante política nacional’, y ¿así quieren que el ciudadano se involucre y sea ‘cívico’?

¿No resulta extremadamente triste que en cuanta ocasión se presenta, nuestros políticos o se refugian en Estados Unidos o solicitan su apoyo?

En 1833 Santa Anna llega a la tan ansiada Presidencia y de ahí en adelante, la ‘política nacional’ se convierte en una especie de opereta o sainete sin sentido y sin humor (características que siguen hasta la fecha agravadas por una ‘solemnidad’ que resulta ‘risible’).

Nos permitimos repetir, que ‘grupos de notables ciudadanos’, ruegan a Santa Anna por su regreso a la Presidencia buscando con ello ‘congraciarse’ con el Presidente

……y ‘al diablo con el pueblo’.

Vale la pena hacer un listado de los cambios que se producen en los ‘ocupantes’ en el cargo de Presidente de la República en esos tumultuosos años en donde, como decíamos anteriormente, más parece que se establece el sainete como procedimiento político como si no se tratara de un asunto serio.

1830-1832 Anastasio Bustamante.1832 Melchor Múzquiz.

1832-1833 Manuel Gómez Pedraza.1833 Valentín Gómez Farías.1833-1835 Antonio López de Santa Anna.1835-1836 Miguel Barragán.1836-1837 José Justo Corro.1837-1839 Anastasio Bustamante.1839 Antonio López de Santa Anna.1839-1841 Anastasio Bustamante.1841 Francisco Javier Echeverría.1841-1842 Antonio López de Santa Ana.1842-1843 Nicolás Bravo.1843 Antonio López de Santa Anna.1843-1844 Valentín Canalizo.1844 Antonio López de Santa Anna.1844 José Joaquín Herrera.1844 Valentín Canalizo.1844 José Joaquín de Herrera.1846 Mariano Paredes y Arriaga.1846 Nicolás Bravo.1846 Mariano Salas.1846-1847 Valentín Gómez Farías.1847 Antonio López de Santa Anna.1847 Pedro María Anaya.1847-1851 José Joaquín Herrera.1851-1853 Mariano Arista.1853 Juan Bautista Ceballos.1853 Manuel María Lombardini.1855 Martín Carrera.1855 Rómulo Díaz de la Vega.1855 Juan Álvarez Benítez.1855-1857 Ignacio Comonfort.

Y todavía faltan nombres hasta llegar a Benito Juárez y a Don Porfirio.

Es de resaltarse que México -hasta donde conocemos- ha sido el único país que ha tenido al mismo tiempo dos presidentes, lo que ocurrió un poco después de lo que hemos comentado cuando Félix Zuloaga y Benito Juárez eran simultáneamente Presidentes de la República.

Lo que ‘brinca a la vista’ es lo de ‘siempre’ lo que posteriormente los militares revoltosos harían hábito o costumbre, el deseo de la ‘continuidad personal’, y la falta de continuidad en las obras, la prevalencia de la ‘gloria personal’ a los intereses de la nación.

Al parecer, a los políticos mexicanos lo que les ha importado por sobre todas las cosas, es que su ‘nombre’ esté inscrito en los libros de historia, no importa de que manera, no importa en que contexto, pero que ‘esté’ y uno de los caminos que han escogido es su ‘permanencia en el poder’, y no la importancia de sus obras.

Los que somos aficionados a la pesca sabemos cuanta verdad hay en el viejo proverbio que asienta “A río revuelto, ganancia de pescadores”.

Estas circunstancias que hemos comentado, este desorden político y económico del México desde la Independencia hasta los días que estamos comentando, no podía pasar desapercibido a los ojos del ambicioso gobierno de nuestros vecinos del norte, quienes además, en ese período estaba en ‘plena ambición expansionista’ y no podían menos que reconocer que las circunstancias de nuestro país, ‘favorecían’ su política imperialista y a su pretensión de ejercer el control sobre todos los demás países del continente americano.

La situación, vista con la perspectiva que hoy nos da la historia, era muy simple:como casi todos los presidentes llegaban al poder en medio del caos, tenían una ‘urgente necesidad’ de dinero para hacer frente a los gastos ‘regulares’ del gobierno.

Lo primero que hacían era ‘otorgarse poderes especiales’, lo que les proporcionaba la autonomía para contraer empréstitos sin la necesidad de aprobación del Congreso y/o del pueblo y para ello contaban y cuentan con los preceptos Constitucionales.

{¿Qué importa que las circunstancias del momento presente no hayan sido contempladas por ‘los Constituyentes’, si al fin y al cabo, los presidentes modifican la Constitución cada vez que lo consideran necesario?}.

Lo segundo que hacían era buscar y obtener esos necesarios ‘préstamos’ con los países ‘poderosos’ económicamente: Inglaterra, Francia, España misma y el más cercano y más dispuesto: Estados Unidos.

Si como hemos constatado la política mexicana era débil, podríamos decir que la economía mexicana era prácticamente ‘un cadáver’.

Y no es disculpa, ni mucho menos explicación, pero desde el desorden inmediatamente después del triunfo de la Independencia, aunado a las políticas expansionistas de los Estados Unidos, México, como nación independiente con gran necesidad de dinero ofrecía una alternativa muy ‘interesante’ para el gobierno estadounidense.

Los Estados Unidos fundamentaron su progreso en construir una fuerte economía interna, México lo ha querido hacer basado en las exportaciones, es decir, basado en una economía externa sobre la cual no tiene el menor control relegando la economía interna al olvido y la explotación.

Además, los mismos mexicanos presentaban ‘en bandeja de plata’ los ‘postores’, o candidatos principales al gobierno de EEUU, derivando todo el asunto en la decisión estadounidense de a cual que ellos apoyar, dándose el caso de que apoyaran a ambos o como ocurrió con los revoltosos de 1910 apoyaran a varios al mismo tiempo.

Por lo mismo, no deberíamos ‘quejarnos’ de la perfidia y codicia de los estadounidenses, sino aprender de nuestra historia y no ser tan …..¿ingenuos?

Siquiera deberíamos ‘diversificar’ nuestras fuentes, que fue una de las pretensiones de Don Porfirio, que podría ser muchas cosas, pero que de tonto ‘no tenía un pelo’ y nunca fue calvo.

Hablar de Don Porfirio es hablar de un personaje muy controvertido que logró lo que no se había logrado en casi 200 años de Independencia, paz social y progreso económico y –junto con sus colaboradores inmediatos- fue el artífice de la transformación de la sociedad mexicana.

Los años de turbulencia política y militar que le ‘toco’ vivir y en los que fue actor y participe activo le indicaban que era posible lograr la paz, siempre y cuando terminara con el caudillaje y las ambiciones políticas de los caudillos y las concentrara en las manos de un Presidente ‘fuerte’.

Su intención era ‘ser ese hombre fuerte’ y hasta llegó a decir que lo que México necesitaba era ‘un Dictador’, y desgraciadamente, tal parece que la razón le asistía en esas fechas y en las actuales.

En una forma inteligente, ‘atrajo’ y controló a los principales caudillos logrando cierta tranquilidad política que le permitió dirigir sus esfuerzos a los aspectos económicos.

Sus principios rectores fueron “el orden y la paz” y como ejemplo, formó el primer gabinete de la historia moderna de México en donde dio cabida a los diversos grupos políticos del país. {Matías Romero e Ignacio Mariscal eran juaristas, Romero Rubio y Joaquín Baranda, lerdistas, Manuel Dublán, imperialista, etc}.

La paz que logró (o impuso) el gobierno de Don Porfirio caracterizadas por un estabilidad política, social y económica, sin precedentes en la historia de México, permitió un cierto desarrollo de la cultura y la ciencia en México (que no se ha repetido).

Sin embargo, para lograrlo, Don Porifirio recurrió al ‘expediente’ utilizado por varios de sus antecesores, Nicolás Bravo, José Joaquín Herrera, Valentín Gómez Farías, Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez: la reelección, pero con una variante.

Mientras sus antecesores, eran reelectos con algún periodo de intervalo entre periodo y periodo Juárez y Don Porfirio fueron Presidentes por periodos consecutivos, fueron gobiernos continuos, interrumpidos por la súbita e inesperada muerte de Benito Juárez y el levantamiento de Francisco I. Madero.

Por lo mismo se ha dado en llamar Porfiriato a la etapa comprendida entre 1876 y 1911, aunque en estricto apego a las circunstancias históricas, hubo un ‘conato’ de gobierno de tres años 1880 a 1884 en que asumió la presidencia Manuel González.

Nosotros consideramos que el análisis somero -pues no merece otra cosa-, del gobierno de Manuel González ‘arroja’ mucha luz sobre la forma de ‘hacer’ política que tenía Don Porfirio y el propio González y que después ha sido repetida en casi igual forma por casi todos los Presidentes que han desempeñado ‘el cargo’.

De acuerdo a los criterios de nuestros días, era una ‘forma sucia’ de ‘hacer política’, pero mientras la de Díaz era ‘oculta’,’enmascarada’ (como lo hizo Juárez), González la hizo ‘abierta’, desenmascarada’.

Inteligentemente, el propio Díaz se abstuvo de intervenir dejando que Manuel González hiciera su voluntad, con la esperanza de que al igual que lo ocurrido con Santa Anna, los ‘notables’ de la época, fueran a pedir su regreso a la Presidencia.

González, continuó con el sistema de fraudes electorales, imposición de candidatos, intervención descarada y decisiva en la política estatal.

El gobierno de Manuel González, fue un gobierno intensamente personal, condicionado a impulsos emotivos, conforme a los intereses económicos en juego, conveniencias momentáneas y no a una visión congruente, y/o de largo alcance, sino más ocupado en resolver problemas que en evitarlos o preverlos y quizá su mayor error interno fue la modificación al artículo 7° Constitucional que en realidad fue un ‘freno a la libertad de prensa’.

¿Hay algún otro gobierno que no haya sido así, o que no haya modificado la Constitución en su beneficio?

Sin embargo, la prensa ‘amordazada’ destacaba las ‘torpezas’ en materia económica y curiosamente, el Congreso que posteriormente no serviría para nada, a través de Vicente Riva Palacio criticaba su conducta y decisiones.

Sufrió varias crisis ministeriales, eliminó a Francisco Landero y Cos, Secretario de Hacienda, sustituyéndolo por el servil Fuentes Muñiz; renunció Jerónimo Treviño, Secretario de Guerra, entrando al Ministerio el general Francisco Naranjo que al igual que Manuel González, tenía reputación de ser ‘amigo del dinero fácil y de la vida licenciosa’.

Igualmente fue eliminado el Secretario de Justicia Ezequiel Montes, sustituido por Joaquín Baranda, culto e inteligente lerdista, pero necesitado de congraciarse con el régimen, tolerando que la justicia se plegara a los caprichos políticos (situación que sigue hasta la fecha, situación que no ha cambiado).

La renuncia de Ignacio L. Vallarta obedeció a la inclusión de personajes de mala reputación como Miguel Auza, Guillermo Valle y Moisés Rojas, incondicionales de Naranjo y González y a que todavía había alguna ‘gente decente’ en el Congreso.

Con estos antecedentes, y aunque no fueron ningunos ‘notables’ a pedir su regreso, Porfirio Díaz lo preparó y lo orquestó regresando a el 1° de diciembre de 1884 a la Presidencia de la República, la que abandonó en 1911 al presentar su renuncia.

Don Porfirio, de una manera u otra, acabó con la época de continua inestabilidad política, económica y social y propició el desarrollo de las actividades culturales y científicas, floreciendo la literatura, la música, la pintura, la escultura, etc., pero puede señalarse que no trajo ningún cambio en la estructura política, la que a sus espaldas (o quizá no a sus espaldas) siguió con la ‘deleznable’ actitud de ‘ver por sus intereses’ y no por los del país.

Del propio gobierno porfirista partía la promoción de las actividades científicas, fundándose Institutos, Bibliotecas, Sociedades Científicas, y Asociaciones Culturales.

El Arte popular tuvo por vez primera la oportunidad de plasmar sus composiciones y expresarse, había una ‘unidad nacional’, y progreso en la mayoría de los órdenes sociales, que poco duraría, pues los intereses políticos y personales volvieron a hacer su aparición en 1910, con el triunfo de Madero.

Y desde ahí, lo que se había avanzado se detuvo, México se ‘estancó’, perdió su escasa unidad nacional y otra vez volvió a quedar dividido, el caos volvió a asolar al país y se perdieron más de un millón de vidas para que un grupo de militares ambiciosos detentaran el poder por cortos lapsos y cayeran asesinados por las balas de sus enemigos o rivales políticos.

Posteriormente se pretendió dar carácter de Revolución a este desorden queriendo otorgar principios e ideales que nunca se tuvieron a esas luchas fraticidas por el poder personal.

Con los cambios que Don Porfirio trajo al país, su misma personalidad fue cambiando, casó con Doña Carmen Romero Rubio –proveniente de una familia de abolengo en la alta sociedad mexicana- y esta mujer se dedicó a ‘pulir’ a Don Porfirio, logrando que no solo adoptara hábitos y costumbres de ‘hombre educado’ sino hasta le enseño ingles y algo de francés, le enseño modales ‘de la alta sociedad’ y el respeto a los convencionalismos sociales, en fin, transformó la vida de un inculto soldado en una existencia ‘refinada’.

Una de las pocas cosas en las que Manuel González tuvo éxito fue el otorgamiento de una concesión para la construcción del ferrocarril (1837) que cubriría la ruta de la Ciudad de México a Veracruz.

Empero, no fue hasta 1857 en que se otorga a Antonio Escandón el derecho de construir la vía que comunicaría ambos puntos.

Don Porfirio alentó el desarrollo ferroviario con concesiones generosas que incluían subvenciones públicas para la construcción de las líneas.

Se puede decir que se adelantó a su época o que fue el primero en utilizar los recursos del Estado para el financiamiento y ‘manejo’ de las obras públicas, y al mismo tiempo, creó una nueva corporación ‘paraestatal’ Ferrocarriles Nacionales de México, con el que lograba ejercer control sobre las líneas de ferrocarril, sentando el mal ejemplo para ‘nacionalizaciones’ posteriores que tan solo han proporcionado ‘puntismo político’ (y dinero inmediato) a los gobiernos subsecuentes.

Esas empresas ‘paraestatales’ han representando una cuantiosa ‘carga financiera’ a lo largo de nuestra existencia ‘democrática’ e ‘independiente’, comprobando que como ‘empresario’ ningún gobierno mexicano ha sido ni medianamente eficiente.

Tan no lo han sabido hacer, que Ferrocarriles Nacionales en el 2008 estaba limitada a un par de líneas de trenes turísticos y quizá para 2011 ya ni siquiera ‘operen’.

Don Porfirio recibió 416 millas de ferrovía en servicio, al final de su mandato en 1911, había 15,400 millas de ferrovía en servicio activo.

No se les vaya a ocurrir mencionar que los ferrocarriles son cosa del pasado; en todos los países del mundo siguen existiendo ferrocarriles, en los más ‘avanzados’ hay ‘trenes bala’ pero aquí, que somos muy modernos, muy adelantados, vanguardistas, no tenemos que aprender de nadie, somos ‘libres y soberanos’, somos independientes, y por esas actitudes ‘patrioteras’ tan solo hay algunas reliquias haciendo recorridos turísticos.

Tampoco vayan a decir que se le ha dado ‘prioridad’ a las carreteras, pues eso no es cierto, tenemos una insuficiente, aunque grande red carretera, con malas y pocas carreteras, todas ‘parchadas’, constantemente en necesidad de mantenimiento y además, son las más caras por kilómetro en el mundo entero, sin que nadie sepa que destino se da a los millones de pesos que cotidianamente se recaudan y sin embargo, tan solo hace

unos cuantos años, se ‘tuvo’ que efectuar el ‘rescate carretero’ por la excelente forma de manejar esta infraestructura y los necesarios recursos.

Si revisamos someramente el mapa de las principales carreteras del País, veremos mucho ‘huecos’, muchos lugares en donde aún no hay carreteras, mientras notamos una concentración en el centro de la República y un exceso de rutas ‘hacia el norte’ ¿Diseño, designio, o casualidad?

Se ‘cayó’ en el desparpajo de concesionar la construcción de carreteras a empresas dizque ‘particulares’, lo que tampoco resultó cierto, pues la gran mayoría de las ‘importantes’ y por supuesto las que recibían los contratos ‘mas jugosos’ pertenecían a políticos destacados algunos todavía con ‘puestos’ en el gobierno.

Lo dicho, cuando en México ‘entran’ las consideraciones políticas, ‘mala cosa’ y peor aún cuando se politiza la historia o se utiliza el ‘triunfalismo patriotero’ para ‘cacarear’ como gallina en celo cualquier logro.

Con aquello de que a algún iluminado se le ocurrió implementar el peregrino concepto de que el Estado debe ser Rector de la Economía, rimbombantemente vamos de tumbo en tumbo, de susto en susto.

Con Don Porfirio el peso mexicano, tenía un valor superior al dólar, dos dólares estadounidenses apenas hacían un peso mexicano y los ‘ahorros’ se hacían en pesos de plata mexicanos no en dólares como hoy se ‘estila’, y por favor nótese: Se podía ahorrar, el dinero ‘alcanzaba’.

En un lapso relativamente corto, nuestros gobiernos –en cumplimiento de sus labores de Rectoría- han logrado revertir la situación de manera que ahora Doce y medio pesos, a duras penas hacen un mísero dolarcito.

¡¡¡¡ Go, México, Go !!!!

Otra consideración viene a la mente, si bien perdimos el 55 % de nuestro territorio original, debemos sentirnos muy afortunados de no haber perdido el 45 % restante, pues la actuación de nuestros gobernantes no ha sido ‘de lo mejorcito’ que podamos desear.

O en realidad la Virgencita de Guadalupe es milagrosa o la suerte de los desposeídos está a nuestro favor, pero gracias a que los Estados Unidos se enfrascaron en una absurda Guerra Civil entre el Norte y el Sur en el periodo 1861 a 1865 nos salvamos de perder otra parte de nuestro territorio, pues el inefable Don Benito ya había autorizado y firmado el Tratado Mc Lane/Ocampo que por estar los gringos enfrascados en ver quien desperdiciaba mas balas, no tuvieron tiempo de ocuparse del mencionado Tratado por lo que, por ‘puritita suerte’ para México no se aplicó su contenido.

Este ‘asuntito’ sale a colación porque en 1867 cuando surge la posibilidad de enfrentar a Benito Juárez por la Presidencia de la República, algunos allegados al General Díaz, proponen a Don Porfirio que utilice el Tratado Mc Lane/Ocampo firmado por Juárez el 4 de diciembre de 1859, como testimonio político en contra de Juárez, Don Porfirio se niega rotundamente argumentando que no va ‘a exponer el nombre y reputación de su adversario por el contenido de unos ‘papeles’ que no se llevaron a cabo’.

Al final, el conteo señala 2,344 votos a favor de Don Benito Juárez y 785 para Don Porfirio; fue el segundo periodo presidencial para Juárez.

Como fuera, creemos que fue un gesto noble de parte de Don Porfirio, ya que el tratado Mc Lane/Ocampo puede ser ‘interpretado’ en una forma nada favorable para Juárez.

(Robert Mc Lane, Embajador de EEUU en México y Melchor Ocampo político liberal mexicano encargado directamente por Juárez de las negociaciones firmaron el documento) que en realidad, formalmente se denominó Tratado de Tránsito y Comercio por medio del cual el gobierno mexicano, representado por su Presidente Benito Juárez, (quien lo confirmó con su firma el 4 de diciembre de 1859) vendía a perpetuidad el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec a los Estados Unidos, por la suma de cuatro millones de dólares, comprendiendo este recorrido desde el puerto de Tehuantepec en el sur, hasta Coatzacoalcos en el Golfo de México.

Como si esto fuera poco, los gringos estipularon que era a cargo de México (Artículo V) el empleo de las fuerzas militares necesarias para garantizar la seguridad de las personas que utilicen esta vía de tránsito.

Adicionalmente se cedía a perpetuidad el derecho de tránsito (Artículo VI) a favor del vecino país del norte entre la República de México y los Estados Unidos, y en el artículo VII igualmente se cede a perpetuidad el derecho de tránsito a la unión norteamericana entre Camargo y Matamoros u otro punto conveniente de la frontera de Tamaulipas, via Monterrey, hasta Mazatlán además del tramo del Estrecho de Tehuantepec.

James Buchanan (Presidente de Estados Unidos) todavía tuvo el descaro y osadía de querer incluir entre el articulado del Tratado la cesión de Baja California a los Estados Unidos a lo que Melchor Ocampo (muy ofendido) se opuso firmemente, por lo cual es considerado ‘un gran patriota y prócer de la Patria’.

La firma de este tratado, además de otros aspectos, era muy importante para el gobierno itinerante de Juárez porque representaba el reconocimiento estadounidense ante la comunidad internacional de su gobierno y de México como República, con lo cual ‘en cierta forma’ se obtendría el apoyo militar de los Estados Unidos en caso de cualquier invasión extranjera.

Y ese, al fin de cuentas, fue lo que se logró, el reconocimiento al gobierno de Juárez (descalificando de hecho el de Félix Zuloaga).

Revisando un poco más detenidamente el texto de este infame Tratado que afortunadamente nunca fue ratificado por el Congreso estadounidense, se aprecia que se concedía que todo tránsito que circulara por el Istmo estaría libre de cualquier derecho o tarifa, tanto para productos comerciales como para militares, tropas o avituallamiento.

Garantizaba derechos de paso por dos franjas de territorio mexicano: una por el Estado de Sonora, desde el puerto de Guaymas hasta Nogales y la otra desde el puerto de Mazatlán, vía Monterrey, hasta llegar a Matamoros.

Muy ‘abusados’ los gringos establecían la obligación de parte de México de construir instalaciones de almacenamiento en ambos lados del Istmo de Tehuantepec.

Por su parte, Estados Unidos planeaba construir una vía férrea y/o un canal a lo ancho del Istmo para acelerar el transporte y ‘generosamente’ ofrecía empleo a

trabajadores mexicanos para realizar estas obras, ofreciendo paga en dólares aun y cuando las obras se realizarían en territorio mexicano.

En el fondo el asunto es meridianamente sencillo, Juárez ‘necesitaba’ el dinero para seguir con la Guerra de Reforma y el reconocimiento estadounidense para ‘tener’ legitimidad y no seguir siendo ‘itinerante’ descalificando en el proceso al ‘otro Presidente’.

No sabemos lo que ustedes opinen pero para nosotros, esa actitud es inaceptable, no se vale ‘vender’ al país por fines personales y políticos y si poco nos presionan podríamos decir que representa una ‘traición’ a México, pero ahí la dejamos pues cada quien tiene su opinión al respecto y nada se gana con discusiones sobre asuntos que no pueden modificarse.

Desde que éramos niños, nuestros libros de texto y nuestros maestros nos ‘pintan’ un Benito Juárez irreal, distorsionado, un ídolo de bronce con el que existía la ‘obligación’ de reverenciarlo y considerarlo como ‘lo máximo’.

A medida que vamos creciendo y conociendo la verdad, esa ‘obligación’ se diluye y se convierte en ‘aversión’, no porque haya atacado a la Iglesia, no porque se haya ‘apropiado’ de los bienes del clero, tampoco porque fuera masón y/o liberal, o que siendo indígena nada hiciera a favor de los indios, sino por su ‘falsedad’ y falta de congruencia con cualquier tipo de principios, dispuesto a sacrificar todo por sus intereses personales revestidos de ‘patrioterismo’ de palabra.

Patrioterismo hueco vacío, divorciado de sus acciones, apoyado en un férreo ‘dizque respeto’ por la Constitución, que ‘beneficiaba’ sus ambiciones, como posteriormente lo repetiría Carranza que tal parece en algún momento ‘leyó’ esta parte de nuestra historia.

Incluso la frase ‘inmortal’ con la que se les llena la boca a los historiadores oficialistas, tal parece que ni siquiera es propia sino que la pronunció Emmanuel Kant o Benjamin Constant de Rebeque y alguno de los escritores oficiales de Juárez, la modificó para que pudiera incluirla en el triunfalismo discurso realizado tras el fusilamiento de Maximiliano.

Esa frasecita, demuestra mejor que ninguna otra cosa, lo vacío, lo hueco de nuestro políticos muy prestos a la grandilocuencia y muy poco dispuestos a respaldar con hechos sus dichos.

Si los políticos mexicanos respetaran el derecho ajeno, como dicen que dijo Juárez, otra cosa sería de la política mexicana y otro país sería México.

La gran figura de nuestra historia oficial huyendo como delincuente en un destartalado carruaje, manteniendo su precaria posición con ayuda de los peores y mas continuos enemigos de este país, continuando el ridículo de tener dos Presidentes ‘legalmente elegidos’ al mismo tiempo, y no contento con ello, dispuesto a ‘vender’ al territorio por unos cuantos dólares para mantener esa situación irregular es simplemente inconcebible e inaceptable.

Despojado de las vestiduras oficiales, eso es lo que vemos, eso es sobre lo que podemos opinar {y seguimos sin entender que hizo o dejo de hacer para que una iniciativa colombiana le otorgara el título de Benemérito de las Américas}.

Dentro de todo, y a pesar de los historiadores oficiales, se consigna una misiva dirigida a Maximiliano, fechada el 1° de marzo de 1864, que ha sido considerada como una acusación del propio Juárez a Maximiliano pero que puede servir perfectamente como una confesión:

“Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios una virtud; pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la Historia. Ella nos juzgará”.

Como decíamos anteriormente, y dejando a un lado a Juárez, porque no es escrito acerca de él, Don Porfirio no tenía ‘un pelo de tonto’, era un ‘viejo zorro’ y en sus tratos con los estadounidenses pronto se dio cuenta de la falta de cultura, de codicia y ansias expansionistas desmedidas, pero desgraciadamente también se dio cuenta de que estaban ‘demasiado cerca’ y que eran un ‘gigante económico’, por lo que decide tratar de diversificar sus fuentes de financiamiento sin ‘ofender’ a los gringos.

Durante su primer mandato logró ‘renegociar’ la deuda contraída por anteriores gobiernos e incluso organizó las finanzas públicas de manera tal que el 1 de abril de 1893 anunció en su Informe Presidencial el pago de la ‘deuda mexicana’.

Y así, libre de ‘compromisos’ vuelve los ojos a Europa en donde encuentra interesados en la explotación de los recursos naturales que no habían podido aprovecharse por estar el país sumido en guerras civiles e intervenciones extranjeras.

Durante el Porfiriato, crece en México la industria (principalmente en la rama extractiva) y la agricultura de productos tropicales encaminados a la exportación.

Desafortunadamente, la situación no permitía que el desarrollo del país fuera financiado por capital nacional (entre otras cosas, porque no había) y se tuviera que recurrir al capital extranjero, con el agravante y dependencia en mucho de mano de obra ‘calificada’ que los extranjeros se veían obligados a traer por no haber ‘mano de obra calificada’ en nuestro país.

Desde ese entonces, México comienza a ser dependiente de las economías más avanzadas y no se le otorga la importancia debida al desarrollo de la mano de obra ‘calificada’, y ese descuido, lo estamos ‘pagando’ todavía pues estamos muy atrasados en cuanto a desarrollo tecnológico y ‘preparación’ de nuestra mano de obra y seguimos siendo ‘dependientes’ de otras economías.

Con la llegada de capitales a México, se vio la necesidad de crear una infraestructura de transportes que permitiera el desarrollo de la agricultura y la industria y se tuvo la necesidad de generar las comunicaciones entre diversas regiones del país, que habían permanecido alejadas ‘del centro’ durante muchos años.

Se construyeron redes de telégrafo, se mejoraron las comunicaciones entre los puertos, se reforzó el sistema de Correos.

El teléfono (inventado por Alexander Graham Bell en 1876), vino a México el 13 de marzo de 1878, y se funda la primera compañía mexicana de teléfonos.

Un proyecto surgido de corporaciones alemanas llega a su conclusión trayendo a México la electricidad, que se generaba por medio de turbinas subterráneas impulsadas por la fuerza de la gravedad almacenada en los depósitos de agua.

Posteriormente se incrementó la creación de plantas hidroeléctricas para que los gobiernos ‘revolucionarios’ las mantuvieran en ‘el atraso’ y las ‘nacionalizaran’ en supuesto beneficio del país.

En 1879 se descubren reservas de petróleo en el Estado de Veracruz y el empresario estadounidense nacionalizado mexicano, Adolph Autrey crea en 1887 las primeras refinerías del País que funcionaban eficientemente hasta 1938, y que después, los ‘avanzados gobiernos revolucionarios’, dejara que se convirtieran en un ‘desastre total’ cuyas consecuencias seguimos sufriendo día a día.

La industria fue una de las ramas que más atención y presupuesto recibió durante el Porfiriato, teniendo especial prioridad la producción de plata.

Sin embargo, algunos errores se cometieron, como por ejemplo, se destinó la producción de metales y combustibles a la exportación, olvidándose de desarrollar un mercado interno.

A partir de 1895 la inversión extranjera se incrementó y se dio pie a la industria de la transformación que comenzó con la fabricación de textiles, papelería, loza, calzado, alimentos, cerveza, vinos, cigarros, productos químicos, vidrio y cemento.

Se creó la primera planta de industria siderúrgica que en ese tiempo era la primera de América Latina.

El comercio se fortaleció debido a la expansión del sistema ferroviario y a que el gobierno de Don Porfirio decide suprimir las ‘alcabalas’ o impuestos estatales que hacían más lento y caro el trámite comercial lo que poco después sería revertido por los ‘gobiernos revolucionarios’ no solo aumentando los impuestos federales sino también los estatales.

El precio que se iría a pagar por todas estas acciones de ‘progreso’ era el establecimiento de un enorme aparato de intermediación, una enorme ‘burocracia’ (con la que se respondía (?) a las demandas de empleo y la dependencia económica del país de los capitales extranjeros, por lo que la denominada ‘balanza comercial’ era y sigue siendo ‘desfavorable’.

Sin embargo, debe resaltarse que Don Porfirio construyó ‘del caos’, aprovechando los recursos naturales del país, y aunque se le critique que ‘entregó la economía’ a los capitales extranjeros, no debe olvidarse que no había capitales mexicanos, que los gobiernos anteriores, desde Iturbide (1821), hasta Juan N. Méndez (1876) poco a poco acabaron con los capitales mexicanos, e incluso con posterioridad a

Iturbide, los gobiernos ‘vendieron’ territorio para ‘obtener’ dinero, que no siempre fue utilizado ni para ‘crear’ una economía mexicana, ni de la mejor manera sino simplemente para sufragar gastos del gobierno en turno sin ninguna medida ni visión a futuro.

Otro asunto importante fue la ‘pacificación’ del país. Desde finales de la Guerra de Independencia habían surgido dos entes amorfos: los bandidos y los caudillos y ambos persisten hasta la fecha, aunque ahora se les denomine de diferente forma.

Unos son conocidos como crimen organizado y los otros quizá sean parte del crimen no organizado, pero ambos siguen siendo ‘el azote’ del País.

Las bandas de bandidos se apostaban a las orillas de los caminos asaltando los transportes de mercancías (y muchas de esas bandas eran protegidas u organizadas por los mismos caudillos).

Los caudillos controlaban ‘todo’ lo que atañía a sus territorios y lo siguen controlando.

Con todo y que fue ‘tiránico’, Díaz acordó con el Congreso medidas extraordinarias para poner remedio a la situación, acordando el uso del ejército para garantizar la seguridad de los ciudadanos y evitar la proliferación de cacicazgos.

No contento con ello, y argumentando que el ejército no podía cubrir todo el territorio, Díaz recurrió a nombrar personalmente a varios militares de su confianza como gobernadores y jefes militares, asunto del que sería acremente criticado por la posteridad, y quizá con justicia.

Sin embargo, los gobiernos ‘emanados’ con posterioridad al ‘Movimiento Maderista’, (que merece y tiene lugar aparte del resto de la mal llamada Revolución), no solamente permitieron el fortalecimiento de los cacicazgos (disminuidos durante el Porfiriato) sino que muchos de esos caciques ‘sobrevivientes’ se levantaba en contra de otros caciques, haciendo exactamente lo mismo que se le critica a Don Porfirio: nombrar gobernadores, jefes militares y jefes políticos entre sus parientes, allegados y ‘gente de su confianza’.

Como ya se ha mencionado con anterioridad, Díaz trató de conciliar los intereses políticos diversos incorporando en su gobierno a connotados miembros de facciones políticas adversas (que con ‘mano férrea’ supo controlar) y no podía pasar por alto la necesidad de conciliación con la Iglesia.

Aprovechando las circunstancias producidas por el fallecimiento de su primera esposa Delfina Ortega, Don Porfirio se acercó al sacerdote oaxaqueño Eulogio Gillow quien fue su conducto para establecer relaciones con el Arzobispo de México Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos.

Poco después, Don Porfirio contrae matrimonio con Carmen Romero Rubio cuya influencia en el cambio de personalidad de su marido ya se ha comentado y a

través de cuyo conducto se establecían relaciones ‘no oficiales’ con Eulogio Gillow y a través de este, con los altos prelados de la Iglesia.

Don Porfirio decide entonces ‘cambiar de imagen’ y abandona sus floridos uniformes militares adoptando un más sobrio atuendo civil.

De una forma u otra, aunque no recuperaron propiedades o bienes incautados por el gobierno liberal de Juárez, a La Iglesia le fueron ‘toleradas’ ciertas propiedades como Hospitales y Escuelas y Don Porfirio permitió que algunas Diócesis y Arquidiócesis fueran incrementadas.

Permitió el regreso de los jesuitas, pero se negó a la firma de un Concordato con el Vaticano.

Inicia la era de ‘tolerancia religiosa’ que persiste hasta la fecha.

En 1884, se paga la deuda externa con Inglaterra, lo que proporciona un estado es estabilidad, seguridad pública y paz social que reestablece el crédito de México ante las naciones del mundo.

Francia fue el último de los países europeos en reconocer al gobierno mexicano, ya que España e Inglaterra lo hicieron en 1878.

El acercamiento económico, político y comercial del gobierno de Don Porfirio no agradaban al gobierno de Estados Unidos quienes trataron de imponer condiciones territoriales y la creación de zonas libres, para ‘otorgar’ el reconocimiento al gobierno de Díaz.

Gracias a la decidida intervención de José María Mata, Manuel María de Zamacona e Ignacio Luis Vallarta, se obtiene el reconocimiento al gobierno de Díaz, sin ceder a las condiciones pretendidas por el gobierno estadounidense.

Siguiendo el ejemplo de los gringos, Rufino Barrios, presidente de Guatemala buscaba que México renunciara a sus derechos del territorio de Soconusco (Chiapas), y

se ‘apoyó’ en la mediación del Gobierno de Estados Unidos para el logro de esa pretensión.

Oficialmente, el gobierno estadounidense negaba su participación, pero ‘extraoficialmente’ era otro asunto.

El conflicto tomó dimensiones peligrosas, pero al fin, fue solucionado pacíficamente por medio del Tratado Herrera/Mariscal en 1882.

Poco después, en 1885, Justo Rufino Barrios (de Guatemala, secretamente apoyado por el gobierno estadounidense) proclama una supuesta Unión Centroamericana pero Costa Rica, El Salvador y Nicaragua se oponen a los planes guatemaltecos.

Díaz moviliza 30,000 soldados a la frontera con Guatemala. Sin embargo, las tropas guatemaltecas y salvadoreñas comienzan las hostilidades y en la Batalla de Chalchuapa, muere Justo Rufino Barrios.

La Asamblea guatemalteca deroga el Decreto de Unión Centroamericana y el asunto pasa al olvido con evidente molestia ‘oficial’ de Honduras (aliado de Guatemala) y ‘extraoficial’ de Estados Unidos quien proclamaba que ‘nada tenía que ver’ pero que lamentaba la presencia de tropas mexicanas en la frontera con Guatemala.

Respecto a algunos aspectos de la política interior de Don Porfirio en varias ocasiones la administración porfirista usa la violencia y la represión contra sus adversarios, como por ejemplo, en el levantamiento minero de Tomóchic, en Chihuahua (octubre de 1886), y la rebelión lerdista en 1789 en donde se dio la famosa y multimencionada orden: “Mátalos en caliente”.

Procedimiento que dicho sea de paso, sigue estando en vigor y se sigue utilizando con demasiada frecuencia.

Don Porfirio creó un Cuerpo de Rurales, que en realidad era una División de la policía encubierta, sin uniforme, cuya principal función era detectar opositores al régimen, aprenderlos y fusilarlos, con el uso de la igualmente famosa y repetida ‘Ley Fuga’.

Los Rurales eran policías profesionales mejor pagados y entrenados que el ejército y fueron una de las herramientas en las que Díaz se apoyo para la pacificación del país.

Está el caso e historia de Heraclio Bernal, campesino avecindado cerca de Mazatlán, quien se levantó en armas desconociendo a Porfirio Díaz como Presidente y nombrando como su sustituto a Trinidad García de la Cadena, antiguo militar porfirista.

La ‘rebelión’ alcanza a llegar a Los Mochis en donde un cuerpo de rurales logra detener a los sublevados; en la ‘refriega’ muere García de la Cadena y Bernal puede

escapar hasta Chihuahua en donde es traicionado y entregado a las fuerzas rurales, que de inmediato le fusilan.

Da pena y tristeza comprobar como Trinidad García de la Cadena consigue convencer al ingenuo Heraclio Bernal para que encabece la revuelta y este, por su carencia de educación se deja ‘arrastrar’ por una causa aparentemente justa, pero que en nada beneficiaba ni a Bernal ni a su comunidad.

Heraclio Faustino Petronilo Bernal Zazueta, más conocido como “El Rayo de Sinaloa era un barretero en las minas de Cosalá.

Acusado de robar unas barras de plata se vio obligado a huir a la sierra en donde se convierte en guerrillero audaz y temerario asaltante que ‘ayudaba’ a los pobres, ‘terror de los ricos y del gobierno’.

Ahí lo busca y lo encuentra García de la Cadena y le convence de atacar ‘al mal gobierno’.

Un antecedente de lo que ocurriría poco después con Doroteo Arango, más conocido como Pancho Villa, asaltante, asesino y bandido que ‘ayudaba’ a los pobres y que posteriormente sería convertido en ‘Héroe Nacional’.

La demagogia política a su máxima expresión.

Igualmente se puede citar el caso del General Ramón Corona, antiguo combatiente liberal y en ese entonces Gobernador de Jalisco, quien intenta lanzar su candidatura para presidente. A la salida de una obra de teatro, es asesinado por un rural, sobre el que nunca se realiza juicio.

Situación que sigue hasta la fecha y que podemos comprobar con el sin número de asesinatos y casos todavía ‘abiertos’ que jamás se ‘cerrarán’.

Los Rurales tenían como misión la de acabar con los bandoleros y asaltantes de caminos federales y en las Haciendas y como es lógico también se mencionan infinidad de abusos y fusilamiento de inocentes que solamente tuvieron como problema el encontrarse en el lugar equivocado al momento equivocado.

Otro de los ‘asuntos negros’ en contra de Don Porfirio fue el ‘conflicto yaqui’.

Habían estado en paz durante cien años en asentamientos localizados en los Estados de Sonora y Chihuahua. No se sabe bien a bien como se inician las protestas, pero el caso es que para el segundo mandato de Díaz, los yaquis manifiestan inconformidad con las condiciones de servidumbre y explotación laboral en que les tenían, y al no ser escuchados, desarrollan una guerra de guerrillas en contra ‘del gobierno’ a quien acusaban de ‘no hacer caso a sus demandas de justicia’.

Y esta es otra característica ‘muy mexicana’, la ‘sordera’ del gobierno, que por una u otra razón, se rehúsa a escuchar las reclamaciones de diferentes grupos o comunidades.

No quieren ‘escuchar’, no se dan tiempo para ‘oír’ y si no lo hacen, ¿Cómo pretenden solucionar los problemas cuando ni siquiera quieren reconocer que hay problemas?

Olvidemos por un momento que también es función del gobierno prever problemas, pero una de sus funciones principales es ‘escuchar’ al electorado y se ha tomado la malsana costumbrita de solamente hacerlo en tiempos de ‘campaña’ y ‘resolver’ los asuntos por medio de ‘promesas’, que desgraciadamente, quedan en eso, en ‘promesas’.

O, si bien nos va, ‘protestar’ a través de los representantes populares, pues como individuos no ‘estamos autorizados’ para ‘enfrentar’ al gobierno y cualquier ‘reclamo’ es tomado como ‘provocación’ o ‘subversión’ al ‘amparo’ de leyes inteligentemente decretadas para el efecto.

Lástima que hacerlo por ‘los canales establecidos’ jamás ha llevado a que se

solucione ningún asunto y solo ha servido para que se haya establecido la maldita costumbrita de bloquear calles y fastidiar al ciudadano, a ver si de alguna manera ‘las autoridades hacen caso’.

Volviendo al asunto de los ‘yaqui’, en tiempos de Don Porfirio, se intenta llegar a una tardía conciliación a través del Ministro de Guerra y Marina, Pedro Ogazón, quien fracasa en su intento.

Considerando que ya habían pasado más de diez años de infructuosa lucha Díaz toma la decisión de deportar a los yaquis a las plantaciones de henequén de Yucatán y con el paso del tiempo, se puede decir que esta etnia fue prácticamente exterminada.

Sea como sea, considérenle como le consideren después del Porfiriato no ha habido otro periodo de paz (relativa) como el actual, salvo quizá el periodo posterior a la Guerra europea de 1939 a 1945, es decir durante los periodos comprendidos de 1946 a 1970, en donde hubo cierta tranquilidad social aunque escaso progreso económico y el que puede ser generalizado como el tiempo en que el Gobierno de México se convierte en un gobierno rico que gobierna a un país pobre.

Y si algo se puede decir a favor del Porfiriato es que ha sido el periodo en el que México más ha ‘progresado’, aunque desgraciadamente eso ya es el pasado y los avances obtenidos en ese periodo ya se están agotando, ya se han agotado o ya no son suficientes para las exigencias del Siglo XXI.

Sin embargo, mucho de esto es generalización y pueden encontrarse excepciones, pues nunca han faltado ‘rebeliones’ y oposición armada en contra del gobierno, y tal vez ese sea el destino de México, ‘gozar’ de una paz temporal, relativa y vivir en medio de una efervescencia social constante con grupos armados ‘escondiéndose’ en cualquier parte del territorio nacional.

Es quizá en la literatura en donde se pueda afirmar que el Porfiriato tuvo mayores avances.

En 1849 Francisco Zarco fundó el Liceo Miguel Hidalgo iniciando la costumbrita triunfalista de ponerle nombre de los Héroes de la Independencia a cuanta Institución, Mercado, Escuela o edificio se fundara, más sin embargo, independientemente de su nombre, el Liceo formó a poetas y escritores mexicanos durante casi todo el Siglo XIX en México.

Se instituyen las denominadas Veladas Literarias a las que asistían Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Ramírez, Luis G. Urbina, Vicente Riva Palacio, Juan de Dios Peza y Justo Sierra.

Se crean grupos de estudio relacionados con la investigación de la historia de México, que desgraciadamente pronto van perdiendo objetividad, convirtiéndose en instrumentos del gobierno para difundir su versión de los acontecimientos históricos dando lugar al crecimiento de un cierto nacionalismo que poco a poco tal vez inadvertidamente se fue transformando en ‘patrioterismo’.

Se manifiesta en todo su esplendor cuando se decide celebrar el Centenario de la Independencia encontrándose, según los encargados de esta celebración con el inconveniente de que el consumador de la gesta independiente era ‘español’ (Agustín de Iturbide).

Por supuesto que no era español, era criollo, pero se le consideraba español por haber servido, -como muchos otros criollos,- en el Ejército Realista, y el odio hacia lo español que prevaleció durante el movimiento de independencia e inmediatamente después apenas estaba apagándose, por lo que se consideró ‘impropio’ y peligroso revivirlo y comprometer las fastuosas celebraciones que estaban programadas.

No se sabe quien exactamente, supuestamente fue Justo Sierra, pero alguien encontró que el siguiente aniversario del nacimiento de Don Porfirio, sería el próximo 15 de Septiembre, fecha en la cual Don Porfirio llegaría a los 80 años de edad.

También, de lo más recóndito de su memoria este personaje anónimo extrae el recuerdo que durante la noche del 15 de Septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo hace su llamado a la Independencia con el conocido ‘Grito de Dolores’.

¿Qué mejor forma de celebrar el cumpleaños de Don Porfirio que eligiendo esa fecha como la fecha de celebración patria más importante? ¿Que mejor regalo para Don Porfirio que la fecha de su cumpleaños fuera designada como la fecha de nuestra Fiesta Nacional?

¿Qué importa que no se celebre la consumación del movimiento independentista que es lo que verdaderamente vale?

No importa, ya Benito Juárez lo había establecido con total claridad: “Es Ley lo que se promulga” y ese se ha convertido en el ‘lema’ de todos los gobiernos mexicanos.

Justo Sierra es quien decide utilizar la historia patria como el medio para ‘promover’ e imponer la unidad nacional, y quizá su único mérito fue transferir el odio o rechazo a lo español por el rechazo hacia lo francés, exagerando la importancia de las

intervenciones francesas en México, consiguiendo en parte que se abandonara el antihispanismo.

Por imposición oficial ya no se odiaba a los ‘gachupines’ ahora, la moda era odiar a los ‘gabachos’, sin que nadie sepa como es que se originó ese apelativo.

Para apoyar esa pretendida unión nacional, se recurre a la herencia de nuestras culturas indígenas y se realizan exhibiciones de monolitos prehispánicos en donde destaca la réplica de la Piedra del Sol o Calendario Azteca comenzando a crearse el culto hacia el indígena sacrificado olvidándose por completo del indígena vivo.

En ese tiempo destacan las obras de José María Velásco gran paisajista mexicano.

La educación pública en manos de Gabino Barreda fue favorecida por el gobierno porfirista con clara tendencia filosófica hacia el positivismo, constantemente respaldada por los grupos ‘liberales’ mexicanos y marcadamente en contra de las enseñanzas de la Iglesia Católica, lo que no se critica ni se apoya, simplemente se describe porque así ocurrieron las cosas.

Un aspecto que conviene destacar por su trascendencia en la cultura mexicana es el relativo a la supresión de la Real y Pontificia Universidad Nacional de México acaecida poco después de culminar la Independencia, ocurriéndosele a Justo Sierra crear la Universidad Nacional de México, como una dependencia agregada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Debemos tener muy presente que cuando Díaz es presidente, en el país había un 90 % de analfabetos, por lo que el éxito obtenido en el terreno cultural tiene una relevancia muy grande y podríamos decir que como La Conquista no tienen paralelo en la historia universal.

El 26 de Mayo de 1910, se promulga la Ley correspondiente nombrándose a Joaquín Eguía Lis como el primer rector universitario, quien trató de restaurar el prestigio universitario desasociándolo del virreinato y de la cultura española, afortunadamente, sin perder su humanismo.

Quizá a nivel de los intelectuales Eguía logra esa desasociación pero no al nivel del pueblo a quien la educación superior le era ajena y sobre la cual no tenían impresión alguna, si acaso, constituía un ideal a alcanzar en cuanto pudieran resolver sus apremiantes problemas económicos.

Lo que si se logra es la unión bajo la nueva Universidad Nacional de las escuelas de Jurisprudencia, Medicina e Ingeniería que junto con la Escuela Nacional Preparatoria habían estado funcionando separadamente por más de 40 años.

No es el momento ni el lugar para enfrascarnos en discusiones filosóficas y en los méritos o deméritos de las posturas liberales o conservadoras, pero si es un hecho que el ‘liberalismo’ y el ‘neo liberalismo posterior, ha ‘producido’ el México que hoy vivimos’ y que ese México se fue formando paulatinamente desde La Conquista, hasta el Porfiriato, para ser interrumpido brutalmente en Noviembre de 1910.

Tampoco es lugar para tratar de ‘elogiar’ a Don Porfirio en contra de lo que las posturas ‘oficialistas’ han hecho, sino, como establecimos al inicio, tratar de encontrar la verdad y opinar sobre ella.

Es muy cierto que había ‘tiendas de raya’ y también había maltrato hacia los campesinos, pero no en todas partes se presentaban estas circunstancias, lo cual no es excusa o pretexto, pero los panegiristas de la mal llamada ‘revolución’ han exagerado estos hechos para hacerlos ver como algo absoluto olvidándose por completo de mencionar que había haciendas, muchas haciendas, en la que se presentan experimentos sociales muy interesantes, había buen trato hacia los campesinos, se establecían escuelas colectivas y se repartían utilidades.

El mismo Emiliano Zapata, considerado Apóstol del Campesino, no se levantó en armas por maltrato a los campesinos sino por el despojo de tierras, y los aspectos políticos estuvieron muy fuera de sus intereses.

Zapata estaba ‘obsesionado’ por la propiedad de las tierras, no por el exagerado maltrato a los campesinos que ni era tan extensivo, ni era tan ‘mal trato’ como nos lo han querido presentar, pero si lo había.

Las ‘revueltas’ ocurridas de 1910 a 1921 colocan al país en un paréntesis, y aunque pintan el territorio con el rojo de la sangre mexicana vertida en las batallas, no acaban con la cultura mexicana; tan solo es un episodio político fruto de ambiciones personales que cuesta la vida a cerca del millón de personas.

Empero, de ese paréntesis surgiría la continuación del México que inició Don Porfirio, al que puede calificarse como quien ‘consolida’ la nación otorgándole algunas de las características que le diferencian de otros países y quien plasma en concreto algunos de los propósitos de Iturbide y de Juárez.

Sin embargo debe hacerse una distinción importante Juárez, y para el tema, Ignacio Manuel Altamirano, pretenden huir hacia el pasado remoto, niegan la actualidad de sus tiempos y consideran al indio como símbolo de la barbarie, de la incultura, del atraso, no obstante que ellos tenían innegable ascendencia indígena, pero quizá por ello, quizá porque logran ‘emerger’ de esa masa informe, inculta, bárbara, es que la rechazan.

José Vasconcelos lo plasmará magistralmente un poco después, su Raza Cósmica, no es raza indígena, es una raza ‘mestiza’.

Don Porfirio como todos los políticos mexicanos se envuelve o se deja envolver en una ‘nube de incienso’ y lo primero que olvida es ‘escuchar’ al pueblo.

Como resultado de esa ‘sordera endémica’, no escucha los justos reclamos de los ciudadanos y con esa actitud intransigente, provoca el asesinato de Aquiles Serdán y su familia en la Ciudad de Puebla.

El asesinato se realiza durante la ‘revisión’ de la casa de Aquiles Serdán, realizado por el general Miguel Cabrera, por ordenes del gobernador de Puebla (cuyo

nombre se ha suprimido de la historia) quien había sido informado de un ‘complot’ en contra del gobierno porfirista.

Aquiles Serdán había sido designado por Francisco I. Madero para iniciar el levantamiento armado en contra del gobierno porfirista en la ciudad de Puebla.

Tres días después, del asesinato (17 de noviembre 1910), conforme lo establecido en el Plan de San Luis, Madero convoca públicamente el levantamiento con el propósito de derrocar al gobierno de Porfirio Díaz, establecer elecciones libres y democráticas, y la restitución a los campesinos de las tierras que les habían sido arrebatadas.

El Plan de San Luis fue elaborado y proclamado desde San Antonio, Texas, en consideración a que los recursos legales fueron estimados como agotados por los líderes del Partido Nacional Antireeleccionista y el Partido Nacionalista Democrático.

Brevemente dicho, los antecedentes consignados por los historiadores incluían la prisión de Madero durante una ‘gira de campaña’ llevada a cabo en Monterrey, en la que también fue detenido Roque Estrada, uno de los oradores destacados del maderismo, quienes fueron trasladados a San Luis Potosí.

Mientras Madero y Estrada se encontraban en prisión, tienen lugar las elecciones primarias en junio y las secundarias en julio declarándose triunfador una vez más a Don Porfirio.

En septiembre, Madero presenta un recurso de apelación, que es rechazado por la Cámara de Diputados.

Poco después, Madero es liberado bajo fianza y una vez libre, huye a San Antonio, Texas en donde se redacta el mencionado documento (conocido posteriormente como el Plan de San Luis pues como es obvio, no se le iba a poner por nombre Plan de San Antonio).

El documento hace una larga exposición de las causas políticas que le dan origen y poco, muy poco tiene en su contenido en relación a los reclamos campesinos que por estar conformado mayormente por indígenas, se interpreta como reclamo de los pueblos indígenas y que posteriormente, es utilizado como fundamento de las muy justas reclamaciones de Emiliano Zapata a Madero.

“Conciudadanos: No vacileís pues un momento: tomad las armas, arrojad del poder a los ursurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencible en la guerra, magnánimos en la victoria”.

- SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCION-

Es fácil observar que es un documento político al 100% en donde poco se menciona de otros aspectos –digamos sociales- que serían utilizados por los panegiristas oficiales con la pretensión de dar ‘contenido’ al Manifiesto maderista y pretender con ello hacer extensiva esa ‘teoría social’ como implícita en las ‘revueltas’ posteriores.

En el último párrafo del Artículo Tercero es el único lugar del Manifiesto en el que se hace mención al abuso de la ley de Terrenos Baldíos por medio del cual numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, por lo que Madero propone la ‘revisión’ de esas disposiciones y de acuerdo a esas ‘revisiones’ establecer las restituciones e indemnizaciones correspondientes.

Sin embargo, conviene resaltar que Madero nada hace, nada emprende al respecto, lo que, como ya se mencionó anteriormente origina el descontento y rebelión de Emiliano y Eufemio Zapata.

Por lo mismo, aquellos cronistas o historiadores que han pretendido atribuir un contenido ideológico o social al ‘movimiento Maderista’ están en un error, o han cometido el pecado de ‘triunfalismo patriotero’ y lo mismo han hecho con el movimiento Zapatista.

Como es fácil reconocer el propósito principal y podríamos decir único del movimiento maderista esta centrado en el fraude electoral cometido contra Madero (SUFRAGIO EFECTIVO) y tampoco se hace mención alguna a los 33 años de gobierno continuado de Don Porfirio, lo cual, tampoco es de extrañar, pues al establecer en el Artículo 4° como Ley Suprema de la República el principio de NO REELECCIÓN se complementa con precisión lo pretendido por este Manifiesto, claramente establecido.

Alrededor de este Plan, existen y se pueden encontrar principios de manufactura ‘magonista’ (hermanos Flores Magón), que a su vez, reflejan el descontento de la ‘clase media’, cierta sobre explotación del trabajo asalariado y el descontento de los campesinos que solamente ‘reclamaban’ la propiedad de las tierras.

Empero, hacer de estas consideraciones las bases ideológicas del movimiento maderista es demasiado pretender ya que Madero y los hermanos Flores Magón eran ‘rivales’ políticos con ciertas ‘coincidencias’ en sus postulados.

Debemos considerar que aún dentro de la derrota Don Porfirio tiene la habilidad, ‘oficio’ y ‘astucia ‘para negociar’ los Acuerdos de Ciudad Juárez:

En ellos: Acepta las renuncias de Ramón Corral y la suya propia, lo que simple y sencillamente era aceptación de la legitimidad de sus respectivos cargos, lo que era negado rotundamente en el Artículo 1° del Plan de San Luis en donde se establecía ’ilegitimidad’ y fraude electoral. {A Madero y a sus asesores, les ‘pasa por alto’ el significado legal de esa ‘aceptación’}.

Otro grave error de Madero es que en el Plan de San Luis establece en el Artículo 5° que asume el carácter de Presidente Provisional, y sin embargo, en los Acuerdos ‘se hace a un lado’ y no asume el papel de un Presidente fuerte, decidido, y lo que es más grave, deja ‘el Gabinete’ en manos de los porfiristas.

Un error más lo constituye el licenciamiento de las fuerzas armadas, dando por concluida su misión, ingenuamente pensando que Porfirio Díaz se retiraba del poder y todo sería paz y tranquilidad.

Y quizá el error más delicado y el de mayores consecuencias para el país y para su propia vida es que en los acuerdos y negociaciones con Don Porfirio ningún intento se hace por ‘tratar’ el asunto de la restitución de las tierras a los campesinos.

El resultado de todo esto fue un ‘gobierno maderista’ muy debilitado compuesto por maderistas y porfiristas, que produjo los primeros ‘grandes descontentos’, ahora en contra de Madero, y uno de ellos, fue el Gobernador de Coahuila Venustiano Carranza quien se opuso desde un principio a esas ‘negociaciones’, esgrimiendo el lema: “Revolución que negocia, es revolución suicida”.

Otro que vio estas negociaciones como una oportunidad personal, fue el general Victoriano Huerta quien supo ‘reconocer’ el turbulento ambiente nacional, y taimadamente ‘esperaba su oportunidad’.

Emiliano Zapata se ‘sintió traicionado’ por Madero.

Francisco I. Madero con su triunfo y su iluso ‘afán’ de quedar bien con todos, propició su muerte.

El ‘interinato’ de Francisco León de la Barra (ex Ministro porfirista) fue una viciosa prolongación del sistema porfirista y si bien Don Porfirio y Ramón Corral ya no estaban en la cima del poder, permanecía el maleado sistema, que, dicho sea de paso, sigue permaneciendo en el poder: cambiaban los nombres, pero el sistema ya estaba establecido.

Lo único que se logró con el movimiento y ‘triunfo’ maderista fue el reacomodo en el poder y el fortalecimiento de los Caciques regionales y se dio ‘oído’ a las reclamaciones campesinas, que repetimos, estaban centradas en la propiedad de las tierras y en los despojos legales que en el Porfiriato (y anteriormente a éste) se realizaron al amparo de Leyes injustas y discriminatorias pero el ‘Maderismo’ nada hizo al respecto.

Unos cuantos meses después, estos Caciques conducirían a la nación a un ‘baño de sangre’.

Los ‘cronistas oficiales de la Revolución’ han dado en considerar el 20 de Noviembre de 1910 como la fecha de inicio de la serie de revueltas y descontentos que supuestamente terminan en 1921.

En realidad, la ‘revuelta’ inicia cuando Madero asume el poder en medio de un enorme descontento por la forma en que -se dice- ‘traiciona’ los principios establecidos en el Plan de San Luis que fueron ‘negociados’ por Don Porfirio en los denominados “Acuerdos de Ciudad Juárez” en los que inexplicablemente el asunto de las tierras despojadas a los campesinos no se menciona.

Como veíamos anteriormente, se dio ‘oído’ a los reclamos campesinos, pero nada se hizo al respecto y se desperdicia la oportunidad de establecerlo en los Acuerdos de Ciudad Juárez, que quizá no era el mejor y más adecuado lugar para reestablecerlos, pero al ignorarse fueron interpretados como ‘traición’ al propio Plan de San Luis.

A escasos 20 días de haber iniciado su periodo presidencial, Emiliano Zapata reclama a Madero el asunto de la propiedad de las tierras (punto tercero del Plan de San Luis).

Madero sostenía que quitar las tierras a unos para dárselas a otros no era la solución al problema e indeciso como era, no toma ninguna postura dejando que las cosas siguieran su curso.

Zapata hace varios intentos para que se le atienda pero al encontrarse ante la ‘sordera’ del Gobierno, siguiendo la costumbre de la época, emite el Plan De Ayala en el que acusa a Madero de ‘traidor’ a los campesinos y de establecer un régimen militar ‘conservador’, sosteniendo que debía ser ‘derrocado’ proclamando como sustituto al ‘ilustre’ General Pascual Orozco (y en caso de que Orozco no aceptara este cargo, al propio Emiliano Zapata).

Los Artículos 6, 7, 8 y 9 del Plan de Ayala constituyen el fundamento de lo que ha dado en llamar ‘política agraria zapatista’, en el que dicho sea de paso, nunca

menciona el lema “Tierra y Libertad” que posteriormente se atribuye como ‘evangelio zapatista’.

El respeto a la legalidad y los deseos de conciliación del Presidente Madero fueron interpretados como fragilidad y temor, y se comenzaron a fraguar planes para derrocarlo.

Es aquí cuando aparece en escena Victoriano Huerta quien comienza a protagonizar un doble juego, por una parte engaña al Presidente a quien supuestamente defendía, y por la otra engaña también a los ‘rebeldes’ con los que también supuestamente negociaba.

En realidad lo que hacía era utilizar la animadversión del Embajador Henry Lane Wilson hacia Madero.

Wilson se había dado cuenta de que a pesar de contar con apoyo financiero de Estados Unidos, Madero no era afín a los intereses estadounidenses, por lo que, secretamente, el Embajador se convierte en protector y financiero de los anti-maderistas, asesorado por Victoriano Huerta.

Pascual Orozco fue nombrado Comandante de los rurales de Chihuahua tras la renuncia de Díaz, y fue asimismo candidato a Gobernador del Estado por el partido Independiente Chihuahuense, organización antagónica a Madero.

Un poco después Orozco se niega a ir al sur a combatir a Zapata y Victoriano Huerta es enviado a combatirlo.

Al ser herido, Pascual Orozco se refugia en los Estados Unidos viviendo por algunos meses en Los Ángeles de donde regresa a México para unir fuerzas con Huerta (27 de febrero 1813) y participar junto con Aureliano Blanquet y el mismo Victoriano Huerta en los acontecimientos de la Decena Trágica.

Zapata, mientras tanto, continúa su lucha solo, sin aceptar alianzas o uniones con ningún otro caudillo.

Muchos miembros del gabinete maderista eran sus enemigos o al menos podríamos decir eran adversarios políticos, cada uno con ambiciones y aspiraciones personales, cada uno, procurando ‘fortalecerse’, ‘esperando’ su oportunidad.

El más siniestro de todos ellos, era Victoriano Huerta que aliado con el Embajador Wilson planeaba la muerte de Madero.

Madero no se daba cuenta de que su deseo de mantener una pluralidad en la composición de su equipo de trabajo no resultaba, y como además, no tenía ninguna experiencia política, con demasiada frecuencia tomaba las decisiones equivocadas que su consejeros espirituales le sugerían (Madero era ‘espiritista’ y creía firmemente que ‘los espíritus’ estaban en contacto con él y le guiaban por el camino correcto).

¡¡¡ Pobre México, con su destino en manos de un ‘espiritista’ !!!

Su administración no tiene un momento de reposo, además de las constantes luchas internas con sus colaboradores, estaba el rebelde Zapata, y para colmo se levanta en armas en su contra el General Bernardo Reyes Ogazón (si señores, padre del escritor Alfonso Reyes).

Bernardo Reyes fue uno de los hombres más cercanos y fieles a Don Porfirio quien fue obligado al exilio a la renuncia de Díaz.

Regreso de Europa dedicándose a combatir al gobierno maderista y por levantarse en armas en su contra es encarcelado y después liberado, para unirse a Huerta y Blanquet en contra de las fuerzas leales al Presidente Madero en vísperas de la Decena Trágica, recibiendo una ráfaga de ametralladora que acaba con su vida.

Como podemos ver con estos ejemplos, Madero no necesitaba buscar enemigos, los tenía dentro de su propia casa, lo cual puede decirse de todos y cada uno de los caudillos que a partir del asesinato de Madero, cual si fuera señal, ‘sacaron las uñas’ y se dedicaron a saquear el país en busca de la satisfacción de sus intereses personales y sus ambiciones políticas.

Desde el exilio, con gran pesar, Porfirio Díaz ve como México es arrastrado a la vorágine y al baño de sangre.

Es una lástima que en sus Memorias, dictadas a Matías Romero, Don Porfirio no cubran sus últimos años el frente del Gobierno de México pues hubiera resultado interesante conocer sus puntos de vista respecto a este turbulento período.

Sin embargo es evidente que la prosperidad que realizó o alcanzó el porfirismo no ‘llegó’ a la mayoría del pueblo, y el clima de represión fue siendo cada día más ‘insoportable’.

Podemos citar la torpeza (por decirlo de alguna manera) con las que se

negociaron y reprimieron las huelgas de Cananea y Río Blanco.

Ya lo hemos comentado y quizá no deberíamos de repetirlo, pero es un hecho que se le ha negado a Don Porfirio que México tuvo un crecimiento económico nunca visto, con la particularidad o consecuencia de que como poca gente tenía dinero para invertir, el desarrollo favorecía tan solo a unos cuantos y a los extranjeros, lo que

acrecentó la brecha entre los muy ricos (que eran muy pocos) y los pobres que eran y siguen siendo muchísimos.

Ha habido quienes han culpado de esta situación a Don Porfirio y quizá puedan tener cierta razón, pero igual culpabilidad puede hacerse extensiva a los gobiernos subsecuentes, que no han sabido o no han podido o no han querido resolver esa ‘desigualdad’.

Los esfuerzos se han dirigido hacia ‘la obra pública’, hacia lo que el gobierno ‘puede mostrar’, ‘lo que se ve’ y que en la mayoría de los casos, no hace más que ‘resolver’ algunos problemas, pero que en nada beneficia al grueso de la población.

Los gobiernos se han dedicado a la continuidad de un sistema a todas luces injusto en donde hay escasas o pocas oportunidades ‘para el pueblo’ y en donde siguen prevaleciendo los privilegios y los privilegiados por la fortuna o por el régimen.

Independientemente de esto, había ‘propiedad privada’ y cierta independencia del gobierno que se limitaba a los aspectos impositivos hacendarios para ‘controlar’ la economía de libre mercado que se había adoptado.

Este ‘asunto’ de la propiedad privada, no era del agrado de los gobiernos ‘emanados de la revolución’ que buscaban un mayor ‘control’ de la economía, al estilo puesto en efecto en Rusia, en donde con la Revolución Bolchevique se había logrado el ‘totalitarismo’, concepto que mucho agradaba a Calles, Cárdenas y posteriormente a Ávila Camacho.

El sistema ‘tradicional’ no ofrecía ese deseado control.

Calles se dedica a crear un super partido político.

Aprovechando su posición en el gobierno, incorpora a todos los trabajadores gubernamentales al Partido Nacional Revolucionario, teniendo extremo cuidado de incorporar en el a los caudillos y jefes ‘revolucionarios’ sobrevivientes añadiendo también en él a diversos partidos políticos regionales, con lo que se crea un partido político de extraordinaria fuerza en el se ‘unen’ intereses divergentes con una doble finalidad: terminar con las divisiones entre generales y caudillos y crear un partido ‘oficial’ que asegurara la ‘elección’ de sus candidatos, creando así una virtual ‘dictadura reeleccionista de partido’, dándole la vuelta o una nueva interpretación del principio de NO REELECCION.

Este ‘sistemita’ otorgó a este partido 70 años de permanencia en ‘el poder’.

Poco después, se consideró que el ‘periodo presidencial’ tradicional de 4 años, era ‘muy corto’ y con la ‘mano en la cintura’ se modifica el Artículo 83 Constitucional extendiendo el plazo del periodo presidencial de cuatro a seis años, enfatizándose demagógicamente que no habría ‘reelección’.

Y en realidad, el ‘plazo’ efectivo sigue siendo de cuatro años, pues el primer año tiene que dedicarse a ‘aprender’ y el último a ‘designar al sucesor’ y durante los cuatro

años ‘del medio’ es cuando pueden intentar ‘gobernar’ (si es que ‘la oposición’ le deja hacerlo).

Así, podemos afirmar que se sustituyo la permanencia de una persona por la permanencia de un partido, lo cual, si nos perdonan es una violación flagrante al principio de No Reelección y quizá pueda interpretarse como una violación constante al artículo 83 el que, muy cierto, trata acerca de personas y no acerca de partidos, pero de cualquier manera, a nosotros nos parece meramente una cuestión de terminología y una interpretación ‘legalista’ del texto del referido artículo, pues al fin de cuentas el ‘partido’ es una ‘persona moral’ conformada por personas físicas.

Y ya que estamos en esto, ¿no les parece un tanto absurdo que los Sindicatos mexicanos sean totalitarios y no democráticos? ¿No creen ustedes que eso es una burla a 200 años de supuesta Independencia?

¿Quién le otorgó trascendencia política a la C.T.M.? Lázaro Cárdenas, no le busquen, la ‘atrajo’ como un ‘apéndice’ al Partido Oficial, supuestamente conservando su carácter de organismo autónomo y además, aprovechando que no fue organizada democráticamente sino con un modelo totalitario en el que se abolió la No Reelección y se propició el ‘nepotismo’, todo lo cual proporcionaba al Gobierno la facilidad de ‘otorgar’ ‘privilegios’ y ‘dádivas’ a cambio de votos.

Hermoso ¿No?

¿Saben que? Todo esto es consecuencia de la torpeza porfiriana en su trato con los Sindicatos, y le enseñó a los gobernantes la importancia política que podían tener las organizaciones obreras y campesinas.

“La sangre derramada por los trabajadores en la defensa de sus intereses” es el argumento esgrimido por los legisladores para aprobar la Ley Federal del Trabajo el 28 de Agosto de 1931, en donde se hacen acres referencias a las ‘represiones porfiristas’ en las huelgas de Cananea y Río Blanco.

Basándose en el Artículo 123 de la Constitución, (modificado no menos de una veintena de veces) y con una tendencia marcadamente ‘obrerista’ se emite la Ley Federal del Trabajo la que (junto con el Artículo 123) son interpretados ‘libremente’ por las Juntas Federales y Locales de Conciliación y Arbitraje y por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Resulta extremadamente incómodo tratar cualquier cosa que se relacione con estos organismos pues ambos son organismos del Estado Mexicano, quien a su vez es el ‘mayor patrón’ del país, es decir, es el que mayor número de persona ‘emplea’, lo que le convierte en juez y parte al mismo tiempo.

Y quizá no ‘de derecho’, pero si ‘de hecho’, la gran mayoría de los Sindicatos son ‘incondicionales’ del gobierno.

Por lo mismo, las ‘cuestiones obreras’ (y ‘campesinas’) son temas muy pero ‘muy delicados’, que deben ‘ventilarse’ ante las Juntas de Conciliación en donde ‘el empresario’ tiene ‘todas las de perder’ pues además de la mencionada inclinación

legislativa hacia los ‘derechos de los trabajadores’, hay tal cantidad de Leyes y Reglamentos que solo un verdadero ‘erudito’ puede entenderlos.

Supuestamente su función es ‘conciliatoria’, pero no en vano se les denomina como Juntas de Conspiración y Arguendaje.

El mismo ‘gobierno’ en su carácter de ‘patrón’ no ha salido bien parado en muchas controversias laborales.

Esa es otra de las consecuencias de la tradicional ‘sordera’ gubernamental que comentábamos con Don Porfirio, y eso es sin tomar en cuenta que en muchas ocasiones el trabajador o el sindicato son ‘culpables’ de infringir las leyes laborales, pero aún así, la Ley ‘les protege’ y beneficia.

No es este el lugar ni el escrito para describir los ‘problemas laborales’ solamente se mencionan porque además de la ‘carencia de empleos’ están las dificultades derivadas de la aplicación deficiente de las leyes y reglamentos laborales que a todas luces son inadecuados a la época actual y tampoco se pretende ensañarse con los Sindicatos que también tienen mucho de lo que se podría hablar.

Anteriormente se mencionó que Don Porfirio estableció un ‘sistema’ de subsidios y ‘apoyos’ para el desarrollo del país, volveremos a eso un poco más adelante, pues ahora queremos mencionar lo que ha ocurrido con las ‘dádivas’ y ‘privilegios’ que el gobierno mexicano ha establecido como modus operandi desde antes de La Conquista y a los que ningún gobierno se ha sabido o a querido ‘sustraerse’.

La multimencionada ‘sordera’ no ha impedido que los ‘privilegiados’ por la política mexicana se hallan ‘convertido’ en millonarios, no solamente ‘políticos destacados’ o personas que en su momento fueron Presidentes, Secretarios o que ocuparan ‘altos puestos’ en la Administración, como es el caso de Carlos Salinas de Gortari y Raúl su ‘hermano incómodo’, poseedores de grandes fortunas, o como el de José López Portillo (quien defendió como perro nuestra moneda) o la familia de Miguel Alemán, en su momento reconocido como uno de los hombres más ricos del mundo y así, podríamos hacer un listado que resultaría demasiado largo y hasta penoso hacer.

Igualmente, muchos ‘empresarios consentidos’ por el régimen lograron ‘acumular’ grandes fortunas, como Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y otros más.

Aunque algunos ‘heredaron’ su fortuna y otros la ‘obtuvieron’, es claro que la ‘acumularon’ o ‘incrementaron’ gracias al apoyo del gobierno o al ‘uso’ de los ‘privilegios’ que los mismos gobiernos otorgaban y que el origen de su fortuna han sido sus actividades en el territorio nacional, en otras palabras, de una forma u otra, obtuvieron su fortuna en y de México, aunque la ‘guarden’ o la ‘conserven’ en algún otro país, ‘mas seguro’.

Curioso muy lamentable, quizá hasta ‘avergonzante’ resulta ver como el 7° millonario mexicano, o la persona colocada en el 7° lugar entre los mayores millonarios de México, es Joaquín Guzman Loera, mejor conocido como El Chapo Guzmán,

capo del Cartel de Sinaloa, y supuestamente el narcotraficante más reconocido y ‘buscado’ del país.

Alberto Bailleres, dueño o principal accionista de Peñoles, junto con Germán Larrea (Grupo Minero México) Jerónimo Arango, cofundador de la cadena de tiendas Aurrerá (vendidas posteriormente a Wal-Mart), María A. Aramburuzabala y Lorenzo Zambrano son exitosos empresarios mexicanos quienes han sabido aprovechar las oportunidades y respaldo gubernamental para hacer progresar sus negocios y en el camino acumular una gran fortuna.

En el mismo caso están Alfredo Harp Helú, y Roberto Hernández Ramírez, quienes supieron aprovechar sus ‘contactos’ y las situaciones provocadas por los errores gubernamentales en el manejo de la banca absurdamente nacionalizada para hacer su fortuna.

A estos empresarios no se les critica ni recrimina (salvo al Chapo Guzmán por el ‘giro’ de su negocio), pues está muy claro que no basta con el apoyo gubernamental, hay que tener ‘talento y visión’ de negocios para lograr lo que han logrado, lo único que se quiere enfatizar es que el sistema iniciado por los aztecas, seguido por los gobiernos posteriores y por Don Porfirio, ‘perfeccionado’ por Plutarco Elías Calles y continuado por los demás gobernantes hasta la fecha, ha ‘beneficiado’ enormemente a unos pocos, y no a la mayoría del pueblo, han beneficiado a empresarios y políticos audaces, muy bien ‘conectados’ en el gobierno y a funcionarios gubernamentales que han sabido ‘aprovechar’ las oportunidades que el ‘sistema’ proporciona y han logrado ‘acumular’ grandes fortunas.

Hay, ‘fortunas inexplicables’, aunque también hay fortunas legítimas, heredades, bien ganadas, pero no todas son ‘claras’, no todas tienen su origen el la antigüedad y no todas ‘son limpias’, hay algunas ‘muy recientes’ y su procedencia es ‘dudosa’ por decir lo menos.

Entre los ‘políticos’ se pueden señalar a Diputados y Senadores, ex Diputados y ex Senadores con una muy ‘desahogada’ posición económica, obtenida no tanto por el ahorro o el sobrio manejo de sus ingresos (que son muy elevados) sino por su participación en ‘negocios’ realizados al amparo de sus posiciones políticas.

Resulta obvio y está por demás decirlo que algunas de esas riquezas pueden ser ‘legales y legitimas’, y no es el momento de analizarlas o determinar esas ‘cualidades’, solo se pretende enfatizar las desigualdades propiciadas por un ‘sistema económico y político’ como el que ‘tenemos’.

Simplemente, se mencionan porque los gobiernos han ‘propiciado’ ese ‘enriquecimiento’, han provocado que los ricos sean más ricos y los pobres sean más pobres, y aunque desde siempre se ha denunciado la inequidad y la mala distribución de la riqueza, no han sabido ‘repartir’ esa riqueza y como bien lo decía Don Panchito Madero: “No se vale quitarle a unos para dar a otros”.

Lo que el gobierno mexicano no ha sabido hacer es ‘crear riqueza’, solo ha transferido la existente, poniéndola en algunas ‘manos privilegiadas’

Tenemos otros casos, de diversa índole pero que también tienen su origen en esta forma de ser de los mexicanos y de entre los cuales el más ‘notable’ es el de un político tabasqueño del que nadie sabe ¿Cómo le hace?

No trabaja, nunca ha sido empleado, -aunque ejerció por unos meses un cargo público-, no es escritor, no da conferencias, no es ‘hijo de rico’, no ha heredado nada y sin embargo puede mantener 3 casas, un ‘rancho’ y dos familias, vive en una zona ‘muy cara’ en Huixquilucan en una residencia con un costo cercano a los 10 millones de pesos, dejó su publicitado Tsuru para transportarse en convoy de camionetas blindadas, cada una de las cuales tiene un costo cercano al medio millón de pesos.

Gasta a manos llenas, reparte camisetas, gorras, desayunos y otras ‘chucherías intrascendentes’ a ‘los pobres y marginados’ y a ‘sus seguidores’ (muchos de los cuales son ‘acarreados’), organiza mítines, marchas y bloqueos, desquicia el transito de la Ciudad, etc.

Mantuvo al gobierno de Fox y a la ciudadanía en constante zozobra y su más grave pecado fue no pagar a las televisoras por los anuncios contratados, con lo que ‘cayó’ de la gracia de los medios de comunicación.

Originariamente fue militante del PRI, de donde no sabemos si fue expulsado o salió, para luego unirse al engendro político creado por el hijito de Tata Lázaro, del que tampoco salió en buenos términos, y actualmente está ‘arropado’ por un partidito político que dizque es de izquierda y que está en peligro de desaparecer por no reunir el número de seguidores requeridos para su permanencia.

Es indudable, indiscutible, a nadie ‘escapa’ que todo eso tiene un costo, ¿De donde sale el dinero para costear estas manifestaciones, estas ‘actividades’?

Para nosotros tiene o tuvo ‘un solo mérito’, ‘recogió’ reclamos ancestrales y les dio ‘actualidad’, pero hasta la fecha, y como es costumbre entre los políticos mexicanos tan solo promete resolverlos sin mencionar o establecer programas o planes concretos, fechas, secuencias, etc., para lograrlo.

Es una ‘falaz’ forma de hacer política, llevada a cabo a base de prometer sin comprometerse.

El sistema también produjo otro personaje mucho menos conocido pero que sigue escondido u oculto en alguna parte de la selva tropical: el Sub Comandante Marcos de quien también se ignora la procedencia del dinero con el que ha logrado mantenerse y con el que sostiene en operación al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, aparecido a principios de 1994 y cuyas declaraciones iniciales eran a favor de‘los indígenas’, pero hoy por hoy, nadie sabe con precisión que es lo que pretende.

Lo único que está muy claro es que su postura es ‘en contra del gobierno’ y el nombre de su ‘movimiento’ sugiere que desea ser heredero de las reclamaciones de Emiliano Zapata casi 100 años después.

Y este punto nos lleva a considerar que de una manera u otra, en México ya llevamos más de 400 años ‘luchando’ por la reivindicación de los indígenas sin que se logre hacerlo.

Y de eso no tiene la culpa Don Porfirio.

Gerónimo El Ciudadano.