DON QUIJOTE Fragmentos

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 MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, EL INGENIOSO HIDALGO  DON QUIJOTE DE LA  MANCHA (FRAGMENTOS) Primera parte Capítulo IX Donde se concluye y da fn a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el  valiente manchego tuvieron Dejamos en la primera parte desta historia al valeroso vizcaíno y al amoso don Quij ote con las es padas altas y desnudas , en guis a de descar gar dos uribundos endientes, tales, que si en lleno se acertaban, por lo menos, se dividirían y enderían de arriba abajo y abrirían como una granada, y en aquel punto tan dudoso paró y quedó destroncada tan sabrosa historia, sin que nos diese noticia su autor dónde se podría hallar lo que della altaba. ausóme esto mucha pesadumbre, porque el gusto de haber leído tan poco se volvía en disgusto, de pensar el mal camino que se orecía para hallar lo mucho que, a mi parecer , alt aba de tan sabroso cuento. !arecióme cosa imposible y uera de toda buena costumbre que a tan buen caballero le hubiese altado alg"n sabio que tomara a cargo el escrebir sus nunca vistas haza#as, cosa que no altó a ninguno de los caballeros andantes, de los que dicen las gentes que van a sus aventuras, porque cada uno dellos tenía uno o dos sabios, como de molde, que no solamente escribían sus hechos, sino que pintaban sus m$s mínimos pensamientos y ni#erías, por m$s escondidas que uesen% y no había de ser tan desdichado tan buen caballero, que le altase a &l lo que sobró a !latir y a otros semejantes. ' así, no podía inclinarme a creer que tan gallarda historia hubiese quedado manca y estropeada, y echaba la culpa a la malignidad del tiempo, devorador y consumidor de todas las cosas, el cual, o la tenía oculta o consumida. !or otra parte, me parecía que, pues entre sus libros se habían hallado tan modernos como Desengaño de celos y Ninfas y Past ores de Henares, que tambi&n su historia debía de ser moderna, y que, ya que no estuviese escrita, estaría en la memoria de la gente de su aldea y de las a ella circunvecinas. (sta imaginación me traía conuso y deseoso de saber real y verdaderamente toda la  vida y milagros de nuestro amoso espa#ol don Quijote de la )ancha, luz y espejo de la caballería manchega, y el primero que en nuestra edad y en estos tan calamitosos tiempos se puso al trabajo y ejercicio de las andantes armas, y al des acer agravi os, socorrer viudas, amp arar doncellas, de aqu&ll as que andaban con sus azotes y palarenes, y con toda su virginidad a cuestas, de monte en monte y de valle en valle% que si no era que alg"n ollón, o alg"n  villano de hacha y capellina, o alg"n descomunal gigante las orzaba, doncella hubo en los pasados tiempos que, al cabo de ochenta a#os, que en todos ellos no durmió un día debajo de tejado, se ue tan entera a la sepultur a como la madre que la había parido. Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas% y aun a mí no se me deben negar, por el trabajo y diligencia que puse en buscar el fn desta

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MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, EL INGENIOSO HIDALGO  DON QUIJOTE DE LA

 MANCHA

(FRAGMENTOS)

Primera parte

Capítulo IX

Donde se concluye y da fn a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron

Dejamos en la primera parte desta historia al valeroso vizcaíno y al amosodon Quijote con las espadas altas y desnudas, en guisa de descargar dosuribundos endientes, tales, que si en lleno se acertaban, por lo menos, sedividirían y enderían de arriba abajo y abrirían como una granada, y en aquelpunto tan dudoso paró y quedó destroncada tan sabrosa historia, sin que nosdiese noticia su autor dónde se podría hallar lo que della altaba.

ausóme esto mucha pesadumbre, porque el gusto de haber leído tan pocose volvía en disgusto, de pensar el mal camino que se orecía para hallar lomucho que, a mi parecer, altaba de tan sabroso cuento. !arecióme cosaimposible y uera de toda buena costumbre que a tan buen caballero le hubiesealtado alg"n sabio que tomara a cargo el escrebir sus nunca vistas haza#as,cosa que no altó a ninguno de los caballeros andantes, de los que dicen lasgentes que van a sus aventuras, porque cada uno dellos tenía uno o dos sabios,

como de molde, que no solamente escribían sus hechos, sino que pintaban susm$s mínimos pensamientos y ni#erías, por m$s escondidas que uesen% y nohabía de ser tan desdichado tan buen caballero, que le altase a &l lo que sobró a!latir y a otros semejantes. ' así, no podía inclinarme a creer que tan gallardahistoria hubiese quedado manca y estropeada, y echaba la culpa a la malignidaddel tiempo, devorador y consumidor de todas las cosas, el cual, o la tenía ocultao consumida.

!or otra parte, me parecía que, pues entre sus libros se habían hallado tanmodernos como Desengaño de celos y Ninfas y Pastores de Henares, quetambi&n su historia debía de ser moderna, y que, ya que no estuviese escrita,estaría en la memoria de la gente de su aldea y de las a ella circunvecinas. (staimaginación me traía conuso y deseoso de saber real y verdaderamente toda la

 vida y milagros de nuestro amoso espa#ol don Quijote de la )ancha, luz yespejo de la caballería manchega, y el primero que en nuestra edad y en estostan calamitosos tiempos se puso al trabajo y ejercicio de las andantes armas, yal desacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas, de aqu&llas queandaban con sus azotes y palarenes, y con toda su virginidad a cuestas, demonte en monte y de valle en valle% que si no era que alg"n ollón, o alg"n

 villano de hacha y capellina, o alg"n descomunal gigante las orzaba, doncellahubo en los pasados tiempos que, al cabo de ochenta a#os, que en todos ellos nodurmió un día debajo de tejado, se ue tan entera a la sepultura como la madreque la había parido. Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno

nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas% y aun a mí no seme deben negar, por el trabajo y diligencia que puse en buscar el fn desta

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agradable historia% aunque bien s& que si el cielo, el caso y la ortuna no meayudaran, el mundo quedara alto y sin el pasatiempo y gusto que bien casi doshoras podr$ tener el que con atención la leyere. !asó, pues, el hallarla en estamanera*

(stando yo un día en el +lcan$ de oledo, llegó un muchacho a vender unoscartapacios y papeles viejos a un sedero% y como yo soy afcionado a leer, aunquesean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tom&un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con caracteres que conocíser ar$bigos. ' puesto que aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirandosi parecía por allí alg"n morisco aljamiado que los leyese, y no ue muydifcultoso hallar int&rprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor ym$s antigua lengua, le hallara. (n fn, la suerte me deparó uno, que, dici&ndolemi deseo y poni&ndole el libro en las manos, le abrió por medio, y leyendo unpoco en &l, se comenzó a reír. !regunt&le yo que de qu& se reía, y respondiómeque de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjeleque me la dijese y &l, sin dejar la risa, dijo*

-(st$, como he dicho, aquí en el margen escrito esto* (sta Dulcinea deloboso, tantas veces en esta historia reerida, dicen que tuvo la mejor manopara salar puercos que otra mujer de toda la )ancha/.

uando yo oí decir Dulcinea del oboso/, qued& atónito y suspenso, porqueluego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de donQuijote. on esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y, haci&ndoloansí, volviendo de improviso el ar$bigo en castellano, dijo que decía* Historia dedon Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador aráigo. )ucha discreción ue menester para disimular el contento que recebícuando llegó a mis oídos el título del libro% y, salte$ndosele al sedero, compr& almuchacho todos los papeles y cartapacios por medio real% que si &l tuvieradiscreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevarm$s de seis reales de la compra. +part&me luego con el morisco por el claustrode la iglesia mayor, y rogu&le me volviese aquellos cartapacios, todos los quetrataban de don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni a#adirles nada,oreci&ndole la paga que &l quisiese. ontentóse con dos arrobas de pasas y dosanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien y felmente y con muchabrevedad% pero yo, por acilitar m$s el negocio y por no dejar de la mano tanbuen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco m$s de mes y medio la tradujotoda, del mesmo modo que aquí se refere.

(staba en el primero cartapacio pintada muy al natural la batalla de donQuijote con el vizcaíno, puestos en la mesma postura que la historia cuenta,levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y lamula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro deballesta. enía a los pies escrito el vizcaíno un título que decía* Don !ancho de

 "#petia, que, sin duda, debía de ser su nombre, y a los pies de 0ocinante estabaotro que decía* Don Quijote. (staba 0ocinante maravillosamente pintado, tanlargo y tendido, tan atenuado y 1aco, con tanto espinazo, tan &tico confrmado,que mostraba bien al descubierto con cu$nta advertencia y propriedad se lehabía puesto el nombre de 0ocinante. 2unto a &l estaba 3ancho !anza, que teníadel cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro r&tulo que decía* !ancho

 $ancas, y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barrigagrande, el talle corto y las zancas largas, y por esto se le debió de poner nombrede !anza y de 4ancas% que con estos dos sobrenombres le llama algunas veces la

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historia. 5tras algunas menudencias había que advertir% pero todas son de pocaimportancia y que no hacen al caso a la verdadera relación de la historia, queninguna es mala como sea verdadera.

3i a &sta se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podr$ ser

otra sino haber sido su autor ar$bigo, siendo muy propio de los de aquellanación ser mentirosos% aunque, por ser tan nuestros enemigos, antes se puedeentender haber quedado alto en ella que demasiado. ' ansí me parece a mí,pues cuando pudiera y debiera e6tender la pluma en las alabanzas de tan buencaballero, parece que de industria las pasa en silencio* cosa mal hecha y peorpensada, habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nonada apasionados, y que ni el inter&s ni el miedo, el rancor ni la afción, no leshagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, &mula deltiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lopresente, advertencia de lo por venir. (n &sta s& que se hallar$ todo lo que seacertare a desear en la m$s apacible% y si algo bueno en ella altare, para mítengo que ue por culpa del galgo de su autor, antes que por alta del sujeto. (n

fn, su segunda parte, siguiendo la tradución, comenzaba desta manera*

!uestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos yenojados combatientes, no parecía sino que estaban amenazando al cielo, a latierra y al abismo* tal era el denuedo y continente que tenían. ' el primero queue a descargar el golpe ue el col&rico vizcaíno% el cual ue dado con tantauerza y tanta uria, que, a no volv&rsele la espada en el camino, aquel sologolpe uera bastante para dar fn a su rigurosa contienda y a todas las aventurasde nuestro caballero% mas la buena suerte, que para mayores cosas le teníaguardado, torció la espada de su contrario, de modo que, aunque le acertó en elhombro izquierdo, no le hizo otro da#o que desarmarle todo aquel lado,llev$ndole de camino gran parte de la celada, con la mitad de la oreja% que todoello con espantosa ruina vino al suelo, dej$ndole muy maltrecho.

78$lame Dios, y qui&n ser$ aqu&l que buenamente pueda contar ahora larabia que entró en el corazón de nuestro manchego, vi&ndose parar de aquellamanera9 :o se diga m$s, sino que ue de manera, que se alzó de nuevo en losestribos y, apretando m$s la espada en las dos manos, con tal uria descargósobre el vizcaíno, acert$ndole de lleno sobre la almohada y sobre la cabeza, que,sin ser parte tan buena deensa, como si cayera sobre &l una monta#a, comenzóa echar sangre por las narices, y por la boca, y por los oídos, y a dar muestrasde caer de la mula abajo, de donde cayera, sin duda, si no se abrazara con elcuello% pero, con todo eso, sacó los pies de los estribos, y luego soltó los brazos,

 y la mula, espantada del terrible golpe, dio a correr por el campo, y, a pocoscorcovos, dio con su due#o en tierra.

(st$baselo con mucho sosiego mirando don Quijote, y, como lo vio caer, saltóde su caballo y con mucha ligereza se llegó a &l, y poni&ndole la punta de laespada en los ojos, le dijo que se rindiese% si no, que le cortaría la cabeza.(staba el vizcaíno tan turbado, que no podía responder palabra% y &l lo pasaramal, seg"n estaba ciego don Quijote, si las se#oras del coche, que hastaentonces con gran desmayo habían mirado la pendencia, no ueran adondeestaba y le pidieran con mucho encarecimiento les hiciese tan gran merced yavor de perdonar la vida a aquel su escudero. + lo cual don Quijote respondió,con mucho entono y gravedad*

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-!or cierto, ermosas se#oras, yo soy muy contento de hacer lo que mepedís% mas ha de ser con una condición y concierto* y es que este caballero meha de prometer de ir al lugar del oboso y presentarse de mi parte ante la sinpar do#a Dulcinea, para que ella haga d&l lo que m$s uere de su voluntad.

;as temerosas y desconsoladas se#oras, sin entrar en cuenta de lo que donQuijote pedía, y sin preguntar qui&n Dulcinea uese, le prometieron que elescudero haría todo aquello que de su parte le uese mandado.

-!ues en e de esa palabra, yo no le har& m$s da#o, puesto que me lo teníabien merecido.

Capítulo LII

De la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de losdiciplinantes, a quien dio elice fn a costa de su sudor

<eneral gusto causó el cuento del cabrero a todos los que escuchado lehabían% especialmente le recibió el anónigo, que con e6tra#a curiosidad notó lamanera con que le había contado, tan lejos de parecer r"stico cabrero cuancerca de mostrarse discreto cortesano% y así, dijo que había dicho muy bien elura en decir que los montes criaban letrados. odos se orecieron a (ugenio%pero el que m$s se mostró liberal en esto ue don Quijote, que le dijo*

-!or cierto, hermano cabrero, que si yo me hallara posibilitado de podercomenzar alguna aventura, que luego luego me pusiera en camino porque vos la

tuvi&rades buena% que yo sacara del monesterio =donde, sin duda alguna, debede estar contra su voluntad> a ;eandra, a pesar de la abadesa y de cuantosquisieran estorbarlo, y os la pusiera en vuestras manos, para que hici&radesdella a toda vuestra voluntad y talante, guardando, pero, las leyes de lacaballería, que mandan que a ninguna doncella se le sea echo desaguisadoalguno% aunque yo espero en Dios nuestro 3e#or que no ha de poder tanto lauerza de un encantador malicioso, que no pueda m$s la de otro encantadormejor intencionado, y para entonces os prometo mi avor y ayuda, como meobliga mi proesión, que no es otra si no es avorecer a los desvalidos ymenesterosos.

)iróle el cabrero, y como vio a don Quijote de tan mal pelaje y catadura,admiróse y preguntó al ?arbero, que cerca de sí tenía*

-3e#or, @qui&n es este hombre, que tal talle tiene y de tal manera hablaA

-@Qui&n ha de ser -respondió el ?arbero- sino el amoso don Quijote de la)ancha, desacedor de agravios, enderezador de tuertos, el amparo de lasdoncellas, el asombro de los gigantes y el vencedor de las batallasA

-(so me semeja -respondió el cabrero- a lo que se lee en los libros decaballeros andantes, que hacían todo eso que de este hombre vuestra merceddice% puesto que para mí tengo, o que vuestra merced se burla, o que este gentil

hombre debe de tener vacíos los aposentos de la cabeza.

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-3ois un grandísimo bellaco -dijo a esta sazón don Quijote-, y vos sois el vacío y el menguado% que yo estoy m$s lleno que jam$s lo estuvo la muyhideputa, puta que os parió.

 ' diciendo y haciendo, arrebató de un pan que junto a sí tenía, y dio con &l al

cabrero en todo el rostro, con tanta uria, que le remachó las narices% mas elcabrero, que no sabía de burlas, viendo con cu$ntas veras le maltrataban, sintener respeto a la alhombra, ni a los manteles, ni a todos aquellos que comiendoestaban, saltó sobre don Quijote y, asi&ndole del cuello con entrambas manos, nodudara de ahogalle, si 3ancho !anza no llegara en aquel punto, y le asiera porlas espaldas, y diera con &l encima de la mesa, quebrando platos, rompiendotazas y derramando y esparciendo cuanto en ella estaba. Don Quijote, que se violibre, acudió a subirse sobre el cabrero% el cual, lleno de sangre el rostro, molidoa coces de 3ancho, andaba buscando a gatas alg"n cuchillo de la mesa parahacer alguna sanguinolenta venganza% pero estorb$banselo el anónigo y elura% mas el ?arbero hizo de suerte, que el cabrero cogió debajo de sí a donQuijote, sobre el cual llovió tanto n"mero de mojicones, que del rostro del pobre

caballero llovía tanta sangre como del suyo. 0eventaban de risa el anónigo y elura, saltaban los cuadrilleros de gozo, zuzaban los unos y los otros, comohacen a los perros cuando en pendencia est$n trabados% sólo 3ancho !anza sedesesperaba, porque no se podía desasir de un criado del anónigo, que leestorbaba que a su amo no ayudase.

(n resolución, estando todos en regocijo y festa, sino los dos aporreantesque se carpían, oyeron el son de una trompeta, tan triste, que les hizo volver losrostros hacia donde les pareció que sonaba% pero el que m$s se alborotó de oírleue don Quijote, el cual, aunque estaba debajo del cabrero, harto contra su

 voluntad y m$s que medianamente molido, le dijo*

-Bermano demonio, que no es posible que dejes de serlo, pues has tenido valor y uerzas para sujetar las mías, ru&gote que hagamos treguas, no m$s depor una hora% porque el doloroso son de aquella trompeta que a nuestros oídosllega me parece que a alguna nueva aventura me llama.

(l cabrero, que ya estaba cansado de moler y ser molido, le dejó luego, ydon Quijote se puso en pie, volviendo asimismo el rostro adonde el son se oía, y

 vio a deshora que por un recuesto bajaban muchos hombres vestidos de blanco,a modo de diciplinantes.

(ra el caso que aquel a#o habían las nubes negado su rocío a la tierra, y por

todos los lugares de aquella comarca se hacían procesiones, rogativas ydiciplinas, pidiendo a Dios abriese las manos de su misericordia y les lloviese% ypara este eecto la gente de una aldea que allí junto estaba venía en procesión auna devota ermita que en un recuesto de aquel valle había. Don Quijote, que violos e6tra#os trajes de los diciplinantes, sin pasarle por la memoria las muchas

 veces que los había de haber visto, se imaginó que era cosa de aventura, y que a&l solo tocaba, como a caballero andante, el acometerla% y confrmóle m$s estaimaginación pensar que una imagen que traían cubierta de luto uese algunaprincipal se#ora que llevaban por uerza aquellos ollones y descomedidosmalandrines% y como esto le cayó en las mientes, con gran ligereza arremetió a0ocinante, que paciendo andaba, quit$ndole del arzón el reno y el adarga, y enun punto le enrenó% y pidiendo a 3ancho su espada, subió sobre 0ocinante yembrazó su adarga, y dijo en alta voz a todos los que presentes estaban*

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-+gora, valerosa compa#ía, veredes cu$nto importa que haya en el mundocaballeros que proesen la orden de la andante caballería% agora digo que

 veredes, en la libertad de aquella buena se#ora que allí va cautiva, si se han deestimar los caballeros andantes.

 ' en diciendo esto, apretó los muslos a 0ocinante, porque espuelas no lastenía, y a todo galope, porque carrera tirada no se lee en toda esta verdaderahistoria que jam$s la diese 0ocinante, se ue a encontrar con los diciplinantes,bien que ueran el ura y el anónigo y ?arbero a detenelle% mas no les ueposible, ni menos le detuvieron las voces que 3ancho le daba, diciendo*

-@+dónde va, se#or don QuijoteA @Qu& demonios lleva en el pecho, que leincitan a ir contra nuestra e católicaA +dvierta, mal haya yo, que aqu&lla esprocesión de diciplinantes, y que aquella se#ora que llevan sobre la peana es laimagen benditísima de la 8irgen sin mancilla% mire, se#or, lo que hace% que poresta vez se puede decir que no es lo que sabe.

Catigóse en vano 3ancho% porque su amo iba tan puesto en llegar a losensabanados y en librar a la se#ora enlutada, que no oyó palabra% y aunque laoyera, no volviera, si el 0ey se lo mandara. ;legó, pues, a la procesión, y paró a0ocinante, que ya llevaba deseo de quietarse un poco, y con turbada y ronca

 voz, dijo*

-8osotros, que, quiz$ por no ser buenos, os encubrís los rostros, atended yescuchad lo que deciros quiero.

;os primeros que se detuvieron ueron los que la imagen llevaban% y uno delos cuatro cl&rigos que cantaban las ledanías, viendo la e6tra#a catadura de don

Quijote, la 1aqueza de 0ocinante y otras circunstancias de risa que notó ydescubrió en don Quijote, le respondió, diciendo*

-3e#or hermano, si nos quiere decir algo, dígalo presto, porque se van estoshermanos abriendo las carnes, y no podemos, ni es razón que nos detengamos aoír cosa alguna, si ya no es tan breve, que en dos palabras se diga.

-(n una lo dir& -replicó don Quijote-, y es &sta* que luego al punto dej&islibre a esa hermosa se#ora, cuyas l$grimas y triste semblante dan clarasmuestras que la llev$is contra su voluntad y que alg"n notorio desaguisado lehabedes echo% y yo, que nací en el mundo para desacer semejantes agravios,no consentir& que un solo paso adelante pase sin darle la deseada libertad que

merece.

(n estas razones cayeron todos los que las oyeron que don Quijote debía deser alg"n hombre loco, y tom$ronse a reír muy de gana% cuya risa ue ponerpólvora a la cólera de don Quijote, porque, sin decir m$s palabra, sacando laespada, arremetió a las andas. no de aquellos que las llevaban, dejando lacarga a sus compa#eros, salió al encuentro de don Quijote, enarbolando unahorquilla o bastón con que sustentaba las andas en tanto que descansaba% yrecibiendo en ella una gran cuchillada que le tiró don Quijote, con que se la hizodos partes, con el "ltimo tercio, que le quedó en la mano, dio tal golpe a donQuijote encima de un hombro, por el mismo lado de la espada, que no pudo

cubrir el adarga contra villana uerza, que el pobre don Quijote vino al suelomuy mal parado.

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3ancho !anza, que jadeando le iba a los alcances, vi&ndole caído, dio voces asu moledor que no le diese otro palo, porque era un pobre caballero encantado,que no había hecho mal a nadie en todos los días de su vida. )as, lo que detuvoal villano no ueron las voces de 3ancho, sino el ver que don Quijote no bullía pieni mano% y así, creyendo que le había muerto, con priesa se alzó la t"nica a lacinta, y dio a huir por la campa#a como un gamo.

 'a en esto llegaron todos los de la compa#ía de don Quijote adonde &lestaba% m$s los de la procesión, que los vieron venir corriendo, y con ellos loscuadrilleros con sus ballestas, temieron alg"n mal suceso, y hici&ronse todos unremolino alrededor de la imagen% y alzados los capirotes, empu#ando lasdiciplinas, y los cl&rigos los ciriales, esperaban el asalto con determinación dedeenderse, y aun oender, si pudiesen, a sus acometedores% pero la ortuna lohizo mejor que se pensaba, porque 3ancho no hizo otra cosa que arrojarse sobreel cuerpo de su se#or, haciendo sobre &l el m$s doloroso y risue#o llanto delmundo, creyendo que estaba muerto. (l ura ue conocido de otro cura que enla procesión venía% cuyo conocimiento puso en sosiego el concebido temor de los

dos escuadrones. (l primer ura dio al segundo, en dos razones, cuenta dequi&n era don Quijote, y así &l como toda la turba de los diciplinantes ueron a ver si estaba muerto el pobre caballero, y oyeron que 3ancho !anza, conl$grimas en los ojos, decía*

-75h 1or de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera detus tan bien gastados a#os9 75h honra de tu linaje, honor y gloria de toda la)ancha, y aun de todo el mundo, el cual, altando t" en &l, quedar$ lleno demalhechores, sin temor de ser castigados de sus malas echorías9 75h liberalsobre todos los +lejandros, pues por solos ocho meses de servicio me teníasdada la mejor ínsula que el mar ci#e y rodea9 75h humilde con los soberbios yarrogante con los humildes, acometedor de peligros, suridor de arentas,enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de losruines, en fn, caballero andante, que es todo lo que decir se puede9

on las voces y gemidos de 3ancho revivió don Quijote, y la primer palabraque dijo ue*

-(l que de vos vive ausente, dulcísima Dulcinea, a mayores miserias que&stas est$ sujeto. +y"dame, 3ancho amigo, a ponerme sobre el carro encantado%que ya no estoy para oprimir la silla de 0ocinante, porque tengo todo estehombro hecho pedazos.

-(so har& yo de muy buena gana, se#or mío -respondió 3ancho-, y volvamosa mi aldea, en compa#ía destos se#ores, que su bien desean, y allí daremosorden de hacer otra salida que nos sea de m$s provecho y ama.

-?ien dices, 3ancho -respondió don Quijote-, y ser$ gran prudencia dejarpasar el mal in1ujo de las estrellas que agora corre.

(l anónigo y el ura y ?arbero le dijeron que haría muy bien en hacer loque decía% y así, habiendo recebido grande gusto de las simplicidades de 3ancho!anza, pusieron a don Quijote en el carro, como antes venía% la procesión volvióa ordenarse y a proseguir su camino% el cabrero se despidió de todos% los

cuadrilleros no quisieron pasar adelante, y el ura les pagó lo que se les debía*el anónigo pidió al ura le avisase el suceso de don Quijote, si sanaba de sulocura, o si proseguía en ella, y con esto, tomó licencia para seguir su viaje. (n

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fn, todos se dividieron y apartaron, quedando solos el ura y ?arbero, donQuijote y !anza y el bueno de 0ocinante, que a todo lo que había visto estabacon tanta paciencia como su amo.

(l boyero unció sus bueyes y acomodó a don Quijote sobre un haz de heno, y

con su acostumbrada 1ema siguió el camino que el ura quiso, y a cabo de seisdías llegaron a la aldea de don Quijote, adonde entraron en la mitad del día, queacertó a ser domingo, y la gente estaba toda en la plaza, por mitad de la cualatravesó el carro de don Quijote. +cudieron todos a ver lo que en el carro venía,

 y cuando conocieron a su compatrioto, quedaron maravillados, y un muchachoacudió corriendo a dar las nuevas a su ama y a su sobrina de que su tío y suse#or venía 1aco y amarillo, y tendido sobre un montón de heno y sobre uncarro de bueyes. osa de l$stima ue oír los gritos que las dos buenas se#orasalzaron, las boetadas que se dieron, las maldiciones que de nuevo echaron a losmalditos libros de caballerías, todo lo cual se renovó cuando vieron entrar a donQuijote por sus puertas.

 + las nuevas desta venida de don Quijote, acudió la mujer de 3ancho !anza,que ya había sabido que había ido con &l sirvi&ndole de escudero, y así como vioa 3ancho, lo primero que le preguntó ue que si venía bueno el asno. 3anchorespondió que venía mejor que su amo.

-<racias sean dadas a Dios -replicó ella-, que tanto bien me ha hecho% perocontadme agora, amigo* @qu& bien hab&is sacado de vuestras escuderíasA @Qu&saboyana me tra&is a míA @Qu& zapaticos a vuestros hijosA

-:o traigo nada deso -dijo 3ancho-, mujer mía, aunque traigo otras cosas dem$s momento y consideración.

-Deso recibo yo mucho gusto -respondió la mujer-* mostradme esas cosas dem$s consideración y m$s momento, amigo mío% que las quiero ver, para que seme alegre este corazón, que tan triste y descontento ha estado en todos lossiglos de vuestra ausencia.

-(n casa os las mostrar&, mujer -dijo !anza-, y por agora estad contenta, quesiendo Dios servido de que otra vez salgamos en viaje a buscar aventuras, vosme ver&is presto conde, o gobernador de una ínsula, y no de las de por ahí, sinola mejor que pueda hallarse.

-Qui&ralo así el cielo, marido mío% que bien lo habemos menester. )as,

decidme* @qu& es eso de ínsulas, que no lo entiendoA

-:o es la miel para la boca del asno -respondió 3ancho-% a su tiempo lo ver$s, mujer, y aun te admirar$s de oírte llamar 3e#oría de todos tus vasallos.

-@Qu& es lo que decís, 3ancho, de se#orías, ínsulas y vasallos -respondió 2uana !anza, que así se llamaba la mujer de 3ancho, aunque no eran parientes,sino porque se usa en la )ancha tomar las mujeres el apellido de sus maridos.

-:o te acucies, 2uana, por saber todo esto tan apriesa% basta que te digo verdad, y cose la boca. 3ólo te sabr& decir, así de paso, que no hay cosa m$s

gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballeroandante buscador de aventuras. ?ien es verdad que las m$s que se hallan no

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salen tan a gusto como el hombre querría, porque de ciento que se encuentran,las noventa y nueve suelen salir aviesas y torcidas. 3&lo yo de e6piriencia,porque de algunas he salido manteado, y de otras molido% pero, con todo eso, eslinda cosa esperar los sucesos atravesando montes, escudri#ando selvas,pisando pe#as, visitando castillos, alojando en ventas a toda discreción, sinpagar orecido sea al diablo, el maravedí.

odas estas pl$ticas pasaron entre 3ancho !anza y 2uana !anza, su mujer, entanto que el ama y sobrina de don Quijote le recibieron, y le desnudaron, y letendieron en su antiguo lecho. )ir$balas &l con ojos atravesados, y no acababade entender en qu& parte estaba. (l ura encargó a la sobrina tuviese grancuenta con regalar a su tío, y que estuviesen alerta de que otra vez no se lesescapase, contando lo que había sido menester para traelle a su casa. +quíalzaron las dos de nuevo los gritos al cielo% allí se renovaron las maldiciones delos libros de caballerías% allí pidieron al cielo que conundiese en el centro delabismo a los autores de tantas mentiras y disparates. Cinalmente, ellasquedaron conusas, y temerosas de que se habían de ver sin su amo y tío en el

mesmo punto que tuviese alguna mejoría% y sí ue como ellas se lo imaginaron.

!ero el autor desta historia, puesto que con curiosidad y diligencia habuscado los hechos que don Quijote hizo en su tercera salida, no ha podidohallar noticia de ellos, a lo menos, por escrituras aut&nticas% sólo la ama haguardado, en las memorias de la )ancha, que don Quijote la tercera vez quesalió de su casa ue a 4aragoza, donde se halló en unas amosas justas que enaquella ciudad hicieron, y allí le pasaron cosas dignas de su valor y buenentendimiento. :i de su fn y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna, ni laalcanzara ni supiera si la buena suerte no le deparara un antiguo m&dico quetenía en su poder una caja de plomo, que, seg"n &l dijo, se había hallado en loscimientos derribados de una antigua ermita que se renovaba% en la cual caja sehabían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versoscastellanos, que contenían muchas de sus haza#as y daban noticia de lahermosura de Dulcinea del oboso, de la fgura de 0ocinante, de la fdelidad de3ancho !anza, y de la sepultura del mesmo don Quijote, con dierentes epitafos

 y elogios de su vida y costumbres. ' los que se pudieron leer y sacar en limpioueron los que aquí pone el fdedigno autor desta nueva y jam$s vista historia. (lcual autor no pide a los que la leyeren, en premio del inmenso trabajo que lecostó inquirir y buscar todos los archivos manchegos, por sacarla a luz, sino quele den el mesmo cr&dito que suelen dar los discretos a los libros de caballerías,que tan validos andan en el mundo% que con esto se tendr$ por bien pagado ysatisecho, y se animar$ a sacar y buscar otras, si no tan verdaderas, a lo menos,

de tanta invención y pasatiempo.

;as palabras primeras que estaban escritas en el pergamino que se halló enla caja de plomo eran &stas*

;os acad&micos de la argamasilla, lugar de la mancha, en vida y muerte del valeroso don Quijote de la )ancha, hoc scripserunt*

El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la

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sepultura de don Quijote

(pitafo

  (l calvatrueno que adornó a la )anchaDe m$s despojos que 2asón de reta%el juicio que tuvo la veleta

 +guda donde uera mejor ancha,  (l brazo que su uerza tanto ensancha,Que llegó del atay hasta <aeta,;a musa m$s horrenda y m$s discretaQue grabó versos en la broncínea plancha,  (l que a cola dejó los +madises,

 ' en muy poquito a <alaores tuvo,(stribando en su amor y bizarría,  (l que hizo callar los ?elianises,

 +quel que en 0ocinante errando anduvo, 'ace debajo desta losa ría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, Inlaudem Dulcineae del Toboso

3oneto

  (sta que veis de rostro amondongado, +lta de pechos y adem$n brioso,(s Dulcinea, reina del oboso,De quien ue el gran Quijote afcionado.  !isó por ella el uno y otro ladoDe la gran 3ierra :egra, y el amosoampo de )ontEel, hasta el herboso;lano de +ranjuez, a pie y cansado.  ulpa de 0ocinante. 75h dura estrella9Que esta manchega dama, y este invito

 +ndante caballero, en tiernos a#os,  (lla dejó, muriendo, de ser bella%

 ' &l, aunque queda en m$rmores escrito,:o pudo huir, de amor, iras y enga#os.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de ocinante, ca!allo de don

Quijote de la Mancha

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3oneto

  (n el soberbio trono diamantinoQue con sangrientas plantas huella )arte,Cren&tico el )anchego su estandarteremola con esuerzo peregrino.  uelga las armas y el acero fnoon que destroza, asuela, raja y parte*7:uevas proezas9, pero inventa el arten nuevo estilo al nuevo paladino.  ' si de su +madís se precia <aula,!or cuyos bravos descendientes <reciariunó mil veces y su ama ensancha,  Boy a Quijote le corona el aulaDo ?elona preside, y d&l se precia,)$s que <recia ni <aula, la alta )ancha.  :unca sus glorias el olvido mancha,

!ues hasta 0ocinante, en ser gallardo,(6cede a ?rilladoro y a ?ayardo.

Del "urlador, académico argamasillesco, a #anchoPan$a

3oneto

  3ancho !anza es aqu&ste, en cuerpo chico,!ero grande en valor, 7milagro e6tra#o9(scudero el m$s simple y sin enga#oQue tuvo el mundo, os juro y certifco.  De ser conde no estuvo en un tantico,3i no se conjuraran en su da#oFnsolencias y agravios del taca#o3iglo, que aun no perdonan a un borrico.  3obre &l anduvo =con perdón se miente>(ste manso escudero, tras el mansoaballo 0ocinante, y tras su due#o.  75h vanas esperanzas de la gente9ómo pas$is con prometer descanso,

 ' al fn par$is en sombra, en humo, en sue#o9

Del Cachidia!lo, académico de la Argamasilla, en lasepultura de don Quijote

(pitafo

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  +quí yace el caballero?ien molido y mal andante

 + quien llevó 0ocinante!or uno y otro sendero.  3ancho !anza el majadero

 'ace tambi&n junto a &l,(scudero el m$s EelQue vio el trato de escudero.

Del %i&uitoc, académico de la Argamasilla, en lasepultura de Dulcinea del %o!oso

(pitafo  0eposa aquí Dulcinea%

 ', aunque de carnes rolliza,;a volvió en polvo y ceniza;a muerte espantable y ea.  Cue de castiza ralea,

 ' tuvo asomos de dama%Del gran Quijote ue llama,

 ' ue gloria de su aldea.

Gstos ueron los versos que se pudieron leer% los dem$s, por estar carcomidala letra, se entregaron a un acad&mico para que por conjeturas los declarase.i&nese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, yque tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de donQuijote.

 %orsi altro canter& con miglior plectio'

#E'()DA PA%E

Pr*logo al lector 

78$lame Dios, y con cu$nta gana debes de estar esperando ahora, lectorilustre, o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en &l venganzas, ri#as y

 vituperios del autor del segundo Don Quijote, digo, de aquel que dicen que seengendró en ordesillas, y nació en arragona9 !ues en verdad que no te he dedar este contento% que puesto que los agravios despiertan la cólera en los m$shumildes pechos, en el mío ha de padecer e6cepción esta regla. Quisieras t" quelo diera del asno, del mentecato y del atrevido% pero no me pasa por elpensamiento* castíguele su pecado, con su pan se lo coma y all$ se lo haya. ;oque no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como sihubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi

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manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la m$s alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. 3i misheridas no resplandecen en los ojos de quien las miras, son estimadas, a lomenos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron% que el soldado m$sbien parece muerto en la batalla que libre en la uga% y es esto en mí de manera,que si ahora me propusieran y acilitaran un imposible, quisiera antes habermehallado en aquella acción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sinhaberme hallado en ella. ;as que el soldado muestra en el rostro y en los pechosestrellas son que guían a los dem$s al cielo de la honra, y al de desear la justaalabanza% y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con elentendimiento, el cual suele mejorarse con los a#os. Be sentido tambi&n que mellame invidioso, y que, como a ignorante, me describa qu& cosa sea la invidia%que, en realidad de verdad, de dos que hay, yo no conozco sino a la santa, a lanoble y bien intencionada% y siendo esto así, como lo es, no tengo yo deperseguir a ning"n sacerdote, y m$s si tiene por a#adidura ser amiliar del3anto 5fcio% y si &l lo dijo por quien parece que lo dijo, enga#óse de todo entodo% que del tal adoro el ingenio, admiro las obras, y la ocupación continua y

 virtuosa. !ero, en eecto, le agradezco a este se#or autor el decir que misnovelas son m$s satíricas que ejemplares, pero que son buenas% y no lo pudieranser si no tuvieran de todo.

!ar&ceme que me dices que ando muy limitado, y que me contengo muchoen los t&rminos de mi modestia, sabiendo que no se ha de a#adir a1ición, ala1igido, y que la que debe de tener este se#or sin duda es grande, pues no osaparecer a campo abierto y al cielo claro, encubriendo su nombre, fngiendo supatria, como si hubiera hecho alguna traición de lesa majestad. 3i por venturallegares a conocerle, dile de mi parte que no me tengo por agraviado% que biens& lo que son tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a unhombre en el entendimiento que puede componer y imprimir un libro con quegane tanta ama como dineros, y tantos dineros cuanta ama% y paraconfrmación desto, quiero que en tu buen donaire y gracia le cuentes estecuento*

Babía en 3evilla un loco que dio en el m$s gracioso disparate y tema que dioloco en el mundo. ' ue que hizo un ca#uto de ca#a puntiagudo en el fn, y encogiendo alg"n perro en la calle, o en cualquiera otra parte, con el un pie lecogía el suyo, y el otro le alzaba con la mano, y como, mejor podía le acomodabael ca#uto en la parte que, sopl$ndole, le ponía redondo como una pelota, y enteni&ndolo desta suerte, le daba dos palmaditas en la barriga, y le soltaba,diciendo a los circunstantes, que siempre eran muchos*

-@!ensar$n vuesas mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perroA-@!ensar$ vuesa merced ahora que es poco trabajo hacer un libroA

 ' si este cuento no le cuadrare, dir$sle, lector amigo, &ste, que, tambi&n esde loco y de perro*

Babía en órdoba otro loco, que tenía por costumbre de traer encima de lacabeza un pedazo de losa de m$rmol, o un canto no muy liviano, y en topandoalg"n perro descuidado, se le ponía junto, y a plomo dejaba caer sobre &l elpeso% amohin$base el perro, y, dando ladridos y aullidos, no paraba en trescalles. 3ucedió, pues, que entre los perros que descargó la carga ue uno unperro de un bonetero, a quien quería mucho su due#o. ?ajó el canto, dióle en la

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cabeza, alzó el grito el molido perro, viólo y sintiólo su amo, asió de una vara demedir, y salió al loco, y no le dejó hueso sano% y a cada palo que le daba, decía*

-!erro ladrón, @a mi podencoA @:o viste, cruel, que era podenco mi perroA

 ' repiti&ndole el nombre de podenco muchas veces, envió al loco hecho unaalhe#a. (scarmentó el loco, y retiróse, y en m$s de un mes no salió a la plaza% alcabo del cual tiempo volvió con su invención y con m$s carga. ;leg$base dondeestaba el perro, y mir$ndole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse adescargar la piedra, decía*

-Gste es !odenco* 7guarda9

(n eeto, todos cuantos perros topaba, aunque uesen alanos, o gozques,decía que eran podencos% y así, no soltó m$s el canto. Quiz$ de esta suerte lepodr$ acontecer a este historiador, que no se atrever$ a soltar m$s la presa desu ingenio en libros que, en siendo malos, son m$s duros que las pe#as.

Dile tambi&n que de la amenaza que me hace, que me ha de quitar laganancia con su libro, no se me da un ardite% que acomod$ndome al entrem&samoso de ;a Perendenga, le respondo que me viva el 8einticuatro mi se#or, yristo con todos. 8iva el gran onde de ;emos, cuya cristiandad y liberalidad,bien conocida, contra todos los golpes de mi corta ortuna me tiene en pie, y

 vívame la suma caridad del ilustrísimo de oledo, don ?ernardo de 3andoval y0ojas, y siquiera no haya emprentas en el mundo, y siquiera se impriman contramí m$s libros que tienen letras las coplas de )ingo 0evulgo. (stos dospríncipes, sin que los solicite adulación mía ni otro g&nero de aplauso, por solasu bondad, han tomado a su cargo el hacerme merced y avorecerme% en lo que

me tengo por m$s dichoso y m$s rico que si la ortuna por camino ordinario mehubiera puesto en su cumbre. ;a honra pu&dela tener el pobre, pero no el vicioso% la pobreza puede anublar a la nobleza, pero no escurecerla del todo%pero como la virtud d& alguna luz de sí, aunque sea por los inconvenientes yresquicios de la estrecheza, viene a ser estimada de los altos y nobles espíritus,

 y, por el consiguiente, avorecida. ' no le digas m$s, ni yo quiero decirte m$s ati, sino advertirte que consideres que esta segunda parte de Don Quijote que teorezco es cortada del mismo artífce y del mesmo pa#o que la primera, y que enella te doy a don Quijote dilatado, y, fnalmente, muerto y sepultado, porqueninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastan los pasados, ybasta tambi&n que un hombre honrado haya dado noticia destas discretaslocuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas% que la abundancia de las cosas,

aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, seestima en algo. 5lvid$baseme de decirte que esperes el Persiles, que ya estoyacabando, y la segunda parte de (alatea.

Capítulo III

Del ridículo razonamiento que pasó entre don Quijote, 3ancho !anza y elbachiller 3ansón arrasco

!ensativo adem$s quedó don Quijote, esperando al bachiller arrasco, dequien esperaba oír las nuevas de sí mismo puestas en libro, como había dicho

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3ancho, y no se podía persuadir a que tal historia hubiese, pues a"n no estabaenjuta en la cuchilla de su espada la sangre de los enemigos que había muerto, y

 ya querían que anduviesen en estampa sus altas caballerías. on todo eso,imaginó que alg"n sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamento lashabría dado a la estampa, si amigo, para engrandecerlas y levantarlas sobre lasm$s se#aladas de caballero andante% si enemigo, para aniquilarlas y ponerlasdebajo de las m$s viles que de alg"n vil escudero se hubiesen escrito, puesto=decía entre sí> que nunca haza#as de escuderos se escribieron% y cuando uese

 verdad que la tal historia hubiese, siendo de caballero andante, por uerza habíade ser grandílocua, alta, insigne, magnífca y verdadera. on esto se consolóalg"n tanto% pero desconsolóle pensar que su autor era moro, seg"n aquelnombre de ide, y de los moros no se podía esperar verdad alguna, porquetodos son embelecadores, alsarios y quimeristas. emíase no hubiese tratadosus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio dela honestidad de su se#ora Dulcinea del oboso% deseaba que hubiese declaradosu fdelidad y el decoro que siempre la había guardado, menospreciando reinas,emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los

naturales movimientos% y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchasimaginaciones, le hallaron 3ancho y arrasco, a quien don Quijote recibió conmucha cortesía.

(ra el bachiller, aunque se llamaba 3ansón, no muy grande de cuerpo,aunque muy gran socarrón% de color macilenta, pero de muy buenentendimiento% tendría hasta veinte y cuatro a#os, carirredondo, de nariz chata

 y de boca grande, se#ales todas de ser de condición maliciosa y amigo dedonaires y de burlas, como lo mostró en viendo a don Quijote, poni&ndosedelante d&l de rodillas, dici&ndole*

-D&me vuestra grandeza las manos, se#or don Quijote de la )ancha% quepor el h$bito de 3an !edro que visto, aunque no tengo otras órdenes que lascuatro primeras, que es vuesa merced uno de los m$s amosos caballerosandantes que ha habido, ni aun habr$, en toda la redondez de la tierra. ?ienhaya ide Bamete ?enengeli, que la historia de vuestras grandezas dejó escrita,

 y rebi&n haya el curioso que tuvo cuidado de hacerlas traducir de ar$bigo ennuestro vulgar castellano, para universal entretenimiento de las gentes.

Bízole levantar don Quijote, y dijo*

-Desa manera, @verdad es que hay historia mía, y que ue moro y sabio elque la compusoA

-(s tan verdad, se#or -dijo 3ansón-, que tengo para mí que el día de hoyest$n impresos m$s de doce mil libros de la tal historia% si no, dígalo !ortugal,?arcelona y 8alencia, donde se han impreso% y aun hay ama que se est$imprimiendo en +mberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación nilengua donde no se traduzga.

-na de las cosas -dijo a esta sazón don Quijote- que m$s debe de darcontento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buennombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con uennomre, porque siendo al contrario, ninguna muerte se le igualar$.

-3i por buena ama y si por buen nombre va -dijo el ?achiller-, sólo vuesamerced lleva la palma a todos los caballeros andantes% porque el moro en su

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lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pintarnos muy al vivo lagallardía de vuesa merced, el $nimo grande en acometer los peligros, lapaciencia en las adversidades y el surimiento así en las desgracias como en lasheridas, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de vuesamerced y de mi se#ora do#a Dulcinea del oboso.

-:unca -dijo a este punto 3ancho !anza- he oído llamar con don a mi se#oraDulcinea, sino solamente la señora Dulcinea del )ooso, y ya en esto andaerrada la historia.

-:o es objeción de importancia &sa -respondió arrasco.

-:o, por cierto -respondió don Quijote-% pero dígame vuesa merced, se#or?achiller* @qu& haza#as mías son las que m$s se ponderan en esa historiaA

-(n eso -respondió el bachiller-, hay dierentes opiniones, como haydierentes gustos* unos se atienen a la aventura de los molinos de viento, que a

 vuesa merced le parecieron ?riareos y gigantes% otros, a la de los batanes% &ste,a la descripción de los dos ej&rcitos, que despu&s parecieron ser dos manadasde carneros% aqu&l encarece la del muerto que llevaban a enterrar a 3egovia%uno dice que a todas se aventaja la de la libertad de los galeotes% otro, queninguna iguala a la de los dos gigantes benitos, con la pendencia del valeroso

 vizcaíno.

-Dígame, se#or ?achiller -dijo a esta sazón 3ancho-* @entra ahí la aventurade los yangHeses, cuando a nuestro buen 0ocinante se le antojó pedir cotuas enel goloA

-:o se le quedó nada -respondió 3ansón- al sabio en el tintero* todo lo dice ytodo lo apunta, hasta lo de las cabriolas que el buen 3ancho hizo en la manta.

-(n la manta no hice yo cabriolas -respondió 3ancho-% en el aire sí, y aunm$s de las que yo quisiera.

-+ lo que yo imagino -dijo don Quijote-, no hay historia humana en el mundoque no tenga sus altibajos, especialmente las que tratan de caballerías% lascuales nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos.

-on todo eso -respondió el ?achiller-, dicen algunos que han leído lahistoria que se holgaran se les hubiera olvidado a los autores della algunos delos infnitos palos que en dierentes encuentros dieron al se#or don Quijote.

-+hí entra la verdad de la historia -dijo 3ancho.

-ambi&n pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote-, pues las accionesque ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qu& escribirlas, sihan de redundar en menosprecio del se#or de la historia. + ee que no ue tanpiadoso (neas como 8irgilio le pinta, ni tan prudente lises como le describeBomero.

-+sí es -replicó 3ansón-% pero uno es escribir como poeta y otro como

historiador* el poeta puede contar o cantar las cosas, no como ueron, sino como

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debían ser% y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino comoueron, sin a#adir ni quitar a la verdad cosa alguna.

-!ues si es que se anda a decir verdades ese se#or moro -dijo 3ancho-, abuen seguro que entre los palos de mi se#or se hallen los míos% porque nunca a

su merced le tomaron la medida de las espaldas que no me la tomasen a mí detodo el cuerpo% pero no hay de qu& maravillarme, pues como dice el mismose#or mío, del dolor de la cabeza han de participar los miembros.

-3ocarrón sois, 3ancho -respondió don Quijote-. + ee que no os altamemoria cuando vos quer&is tenerla.

-uando yo quisiese olvidarme de los garrotazos que me han dado -dijo3ancho-, no lo consentir$n los cardenales, que a"n se est$n rescos en lascostillas.

-allad, 3ancho -dijo don Quijote-, y no interrump$is al se#or ?achiller, a

quien suplico pase adelante en decirme lo que se dice de mí en la reeridahistoria.

-' de mí -dijo 3ancho-% que tambi&n dicen que soy yo uno de los principalespresonajes della.

- Personajes, que no presonajes, 3ancho amigo -dijo 3ansón.

-@5tro reprochador de voquibles tenemosA -dijo 3ancho-. !ues $ndense aeso, y no acabaremos en toda la vida.

-)ala me la d& Dios, 3ancho -respondió el ?achiller-, si no sois vos lasegunda persona de la historia% y que hay tal que precia m$s oíros hablar a vosque al m$s pintado de toda ella, puesto que tambi&n hay quien diga queanduvistes demasiadamente de cr&dulo en creer que podía ser verdad elgobierno de aquella ínsula orecida por el se#or don Quijote, que est$ presente.

-+"n hay sol en las bardas -dijo don Quijote-% y mientras m$s uere entrandoen edad 3ancho, con la e6periencia que dan los a#os, estar$ m$s idóneo y m$sh$bil para ser gobernador que no est$ agora.

-!or Dios, se#or -dijo 3ancho-, la isla que yo no gobernase con los a#os que

tengo no la gobernar& con los a#os de )atusal&n. (l da#o est$ en que la dichaínsula se entretiene, no s& dónde, y no en altarme a mí el caletre paragobernarla.

-(ncomendadlo a Dios, 3ancho -dijo don Quijote-% que todo se har$ bien, yquiz$ mejor de lo que vos pens$is% que no se mueve la hoja en el $rbol sin la

 voluntad de Dios.

-+sí es verdad -dijo 3ansón-% que si Dios quiere, no le altar$n a 3ancho milislas que gobernar, cuanto m$s una.

-<obernadores he visto por ahí -dijo 3ancho- que, a mi parecer, no llegan a

la suela de mi zapato, y, con todo eso, los llamanseñor*a, y se sirven con plata.

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-Gsos no son gobernadores de ínsula -replicó 3ansón-, sino de otrosgobiernos m$s manuales% que los que gobiernan ínsulas, por lo menos, han desaber gram$tica.

-on la grama bien me avendría yo -dijo 3ancho-% pero con la tica, ni me tiro

ni me pago, porque no la entiendo. !ero dejando esto del gobierno en las manosde Dios, que me eche a las partes donde m$s de mí se sirva, digo, se#orbachiller 3ansón arrasco, que infnitamente me ha dado gusto que el autor dela historia haya hablado de mí de manera, que no enadan las cosas que de mí secuentan% que a e de buen escudero que si hubiera dicho de mí cosas que noueran muy de cristiano viejo, como soy, que nos habían de oír los sordos.

-(so uera hacer milagros -respondió 3ansón.

-)ilagros o no milagros -dijo 3ancho-, cada uno mire cómo habla o cómoescribe de las presonas, y no ponga a troche moche lo primero que le viene almagín.

-na de las tachas que ponen a la tal historia -dijo el ?achiller- es que suautor puso en ella una novela intitulada +l Curioso impertinente% no por mala nipor mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historiade su merced del se#or don Quijote.

-'o apostar& -replicó 3ancho- que ha mezclado el hi de perro berzas concapachos.

-+hora digo -dijo don Quijote- que no ha sido sabio el autor de mi historia,sino alg"n ignorante hablador, que a tiento y sin alg"n discurso se puso a

escribirla, salga lo que saliere, como hacía 5rbaneja, el pintor de Ibeda, al cualpregunt$ndole qu& pintaba, respondió* ;o que saliere/. al vez pintaba ungallo, de tal suerte y tan mal parecido, que era menester que con letras góticasescribiese junto a &l* Gste es gallo/. ' así debe de ser de mi historia, quetendr$ necesidad de comento para entenderla.

-(so no -respondió 3ansón-% porque es tan clara, que no hay cosa quedifcultar en ella* los ni#os la manosean, los mozos la leen, los hombres laentienden y los viejos la celebran% y, fnalmente, es tan trillada y tan leída y tansabida de todo g&nero de gentes, que apenas han visto alg"n rocín 1aco, cuandodicen* +llí va 0ocinante/. ' los que m$s se han dado a su lectura son los pajes*no hay antec$mara de se#or donde no se halle un Don Quijote* unos le toman si

otros le dejan% &stos le embisten y aqu&llos le piden. Cinalmente, la tal historiaes del m$s gustoso y menos perjudicial entretenimiento que hasta agora se haya

 visto, porque en toda ella no se descubre, ni por semejas, una palabradeshonesta ni un pensamiento menos que católico.

-+ escribir de otra suerte -dijo don Quijote-, no uera escribir verdades, sinomentiras% y los historiadores que de mentiras se valen habían de ser quemados,como los que hacen moneda alsa% y no s& yo qu& le movió al autor a valerse denovelas y cuentos ajenos, habiendo tanto que escribir en los míos* sin duda sedebió de atener al rer$n* De paja y de heno.../, etc&tera. !ues en verdad queen sólo maniestar mis pensamientos, mis sospiros, mis l$grimas, mis buenos

deseos y mis acometimientos pudiera hacer un volumen mayor, o tan grande queel que pueden hacer todas las obras del ostado. (n eeto, lo que yo alcanzo,

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se#or ?achiller, es que para componer historias y libros, de cualquier suerte quesean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento. Decir gracias yescribir donaires es de grandes ingenios* la m$s discreta fgura de la comedia esla del bobo, porque no lo ha de ser el que quiere dar a entender que es simple.;a historia es como cosa sagrada% porque ha de ser verdadera, y donde est$ la

 verdad est$ Dios, en cuanto a verdad% pero, no obstante esto, hay algunos queasí componen y arrojan libros de sí como si uesen bu#uelos.

-:o hay libro tan malo -dijo el ?achiller-, que no tenga algo bueno.

-:o hay duda en eso -replicó don Quijote-% pero muchas veces acontece quelos que tenían m&ritamente granjeada y alcanzada gran ama por sus escritos,en d$ndolos a la estampa la perdieron del todo, o la menoscabaron en algo.

-;a causa deso es -dijo 3ansón- que como las obras impresas se mirandespacio, $cilmente se veen sus altas, y tanto m$s se escudri#an cuanto esmayor la ama del que las compuso. ;os hombres amosos por sus ingenios, los

grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre, o las m$s veces, sonenvidiados de aquellos que tienen por gusto y por particular entretenimiento

 juzgar los escritos ajenos, sin haber dado algunos propios a la luz del mundo.

-(so no es de maravillar -dijo don Quijote-% porque muchos teólogos hay queno son buenos para el p"lpito, y son bonísimos para conocer las altas o sobrasde los que predican.

-odo esto es así, se#or don Quijote -dijo arrasco-% pero quisiera yo que lostales censuradores ueran m$s misericordiosos y menos escrupulosos, sinatenerse a los $tomos del sol clarísimo de la obra de que murmuran% que

si aliuando onus dormitat Homerus, consideren lo mucho que estuvodespierto, por dar la luz de su obra con la menos sombra que pudiese% y quiz$podría ser que lo que a ellos les parece mal uesen lunares, que a las vecesacrecientan la hermosura del rostro que los tiene% y así, digo que es grandísimoel riesgo a que se pone el que imprime un libro, siendo de toda imposibilidadimposible componerle tal, que satisaga y contente a todos los que le leyeren.

-(l que de mí trata -dijo don Quijote- a pocos habr$ contentado.

-+ntes es al rev&s% que como de stultorum in-nitus est numerus, infnitosson los que han gustado de la tal historia% y algunos han puesto alta y dolo en lamemoria del autor, pues se le olvida de contar qui&n ue el ladrón que hurtó el

rucio a 3ancho, que allí no se declara, y sólo se infere de lo escrito que se lehurtaron, y de allí a poco le vemos a caballo sobre el mesmo jumento, sin haberparecido. ambi&n dicen que se le olvidó poner lo que 3ancho hizo de aquelloscien escudos que halló en la maleta en 3ierra )orena, que nunca m$s losnombra, y hay muchos que desean saber qu& hizo dellos, o en qu& los gastó, quees uno de los puntos sustanciales que altan en la obra.

3ancho respondió*

-'o, se#or 3ansón, no estoy ahora para ponerme en cuentas ni cuentos% queme ha tomado un desmayo de estómago, que si no le reparo con dos tragos de lo

a#ejo, me pondr$ en la espina de 3anta ;ucía. (n casa lo tengo% mi oíslo meaguarda% en acabando de comer dar& la vuelta, y satisar& a vuesa merced y a

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todo el mundo de lo que preguntar quisieren, así de la p&rdida del jumento comodel gasto de los cien escudos.

 ' sin esperar respuesta ni decir otra palabra, se ue a su casa.

Don Quijote pidió y rogó al ?achiller se quedase a hacer penitencia con &l.uvo el ?achiller el envite* quedóse, a#adióse al ordinario un par de pichones,tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor arrasco, acabóse elbanquete, durmieron la siesta, volvió 3ancho, y renovóse la pl$tica pasada.

Capítulo XXIII

De las admirables cosas que el estremado don Quijote contó que había visto enla prounda cueva de )ontesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se

tenga esta aventura por apócria

;as cuatro de la tarde serían cuando el sol, entre nubes cubierto, con luzescasa y templados rayos, dio lugar a don Quijote para que sin calor ypesadumbre contase a sus dos clarísimos oyentes lo que en la cueva de)ontesinos había visto, y comenzó en el modo siguiente*

-+ obra de doce o catorce estados de la proundidad desta mazmorra, a laderecha mano, se hace una concavidad y espacio capaz de poder caber en ellaun gran carro con sus mulas. Gntrale una peque#a luz por unos resquicios oagujeros, que lejos le responden, abiertos en la superfcie de la tierra. (staconcavidad y espacio vi yo a tiempo cuando ya iba cansado y mohíno de verme,

pendiente y colgado de la soga, caminar por aquella escura región abajo, sinllevar cierto ni determinado camino, y así, determin& entrarme en ella ydescansar un poco. Di voces pidi&ndoos que no descolg$sedes m$s soga hastaque yo os lo dijese% pero no debistes de oírme. Cui recogiendo la soga queenvi$bades, y haciendo della una rosca o rimero, me sent& sobre &l pensativoadem$s, considerando lo que hacer debía para calar al ondo, no teniendo qui&nme sustentase% y estando en este pensamiento y conusión, de repente y sinprocurarlo, me salteó un sue#o proundísimo% y cuando menos lo pensaba, sinsaber cómo ni cómo no, despert& d&l y me hall& en la mitad del m$s bello,ameno y deleitoso prado que puede criar la naturaleza, ni imaginar la m$sdiscreta imaginación humana. Despabil& los ojos, limpi&melos, y vi que nodormía, sino que realmente estaba despierto% con todo esto, me tent& la cabeza

 y los pechos, por certifcarme si era yo mismo el que allí estaba, o algunaantasma vana y contrahecha% pero el tacto, el sentimiento, los discursosconcertados que entre mí hacía, me certifcaron que yo era allí entonces el quesoy aquí ahora. 5recióseme luego a la vista un real y suntuoso palacio o alc$zar,cuyos muros y paredes parecían de transparente y claro cristal abricados% delcual abri&ndose dos grandes puertas, vi que por ellas salía y hacía mí se veníaun venerable anciano, vestido con un capuz de bayeta morada, que por el suelole arrastraba% ce#íale los hombros y los pechos una beca de colegial, de raso

 verde% cubríale la cabeza una gorra milanesa negra, y la barba, canísima, lepasaba de la cintura% no traía arma ninguna, sino un rosario de cuentas en lamano, mayores que medianas nueces, y los dieces asimismo como huevos

medianos de avestruz% el continente, el paso, la gravedad y la anchísimapresencia, cada cosa de por sí y todas juntas, me suspendieron y admiraron.;legóse a mí, y lo primero que hizo ue abrazarme estrechamente, y luego

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decirme* -;uengos tiempos ha, valeroso caballero don Quijote de la )ancha,que los que estamos en estas soledades encantados esperamos verte, para quedes noticia al mundo de lo que encierra y cubre la prounda cueva por donde hasentrado, llamada la cueva de )ontesinos* haza#a sólo guardada para seracometida de tu invencible corazón y de tu $nimo estupendo. 8en conmigo,se#or clarísimo% que te quiero mostrar las maravillas que este transparentealc$zar solapa, de quien yo soy alcaide y guarda mayor perpetua, porque soy elmismo )ontesinos, de quien la cueva toma nombre/. +penas me dijo que era)ontesinos, cuando le pregunt& si ue verdad lo que en el mundo de ac$ arribase contaba, que &l había sacado de la mitad del pecho, con una peque#a daga, elcorazón de su grande amigo Durandarte y llev$dole a la 3e#ora ?elerma, como&l se lo mandó al punto de su muerte. 0espondióme que en todo decían verdad,sino en la daga, porque no ue daga, ni peque#a, sino un pu#al buido, m$s agudoque una lezna.

-Debía de ser -dijo a este punto 3ancho- el tal pu#al de 0amón de Boces, elsevillano.

-:o s& -prosiguió don Quijote-% pero no sería dese pu#alero, porque 0amónde Boces ue ayer, y lo de 0oncesvalles, donde aconteció esta desgracia, hamuchos a#os% y esta averiguación no es de importancia, ni turba ni altera la

 verdad y conte6to de la historia.

-+sí es -respondió el primo-* prosiga vuestra merced, se#or don Quijote% quele escucho con el mayor gusto del mundo.

-:o con menor lo cuento yo -respondió don Quijote-% y así, digo que el venerable )ontesinos me metió en el cristalino palacio, donde en una sala baja,

resquísima sobremodo y toda de alabastro, estaba un sepulcro de m$rmol, congran maestría abricado, sobre el cual vi a un caballero tendido de largo a largo,no de bronce, ni de m$rmol, ni de jaspe hecho, como los suele haber en otrossepulcros, sino de pura carne y de puros huesos. enía la mano derecha =que ami parecer es algo peluda y nervosa, se#al de tener muchas uerzas su due#o>puesta sobre el lado del corazón% y antes que preguntase nada a )ontesinos,

 vi&ndome suspenso mirando al del sepulcro, me dijo* -Gste es mi amigoDurandarte, 1or y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo%ti&nele aquí encantado, como me tiene a mí y a otros muchos y muchas, )erlín,aquel ranc&s encantador que dicen que ue hijo del diablo% y lo que yo creo esque no ue hijo del diablo, sino que supo, como dicen, un punto m$s que eldiablo. (l cómo o para qu& nos encantó nadie lo sabe, y ello dir$ andando los

tiempos, que no est$n muy lejos, seg"n imagino. ;o que a mí me admira es ques&, tan cierto como ahora es de día, que Durandarte acabó los de su vida en misbrazos, y que despu&s de muerto le saqu& el corazón con mis propias manos% yen verdad que debía de pesar dos libras, porque, seg"n los naturales, el quetiene mayor corazón es dotado de mayor valentía del que le tiene peque#o. !uessiendo esto así, y que realmente murió este caballero, @cómo ahora se queja ysospira de cuando en cuando, como si estuviese vivoA/ (sto dicho, el míseroDurandarte, dando una gran voz, dijo*

  -75h, mi primo )ontesinos9;o postrero que os rogaba,Que cuando yo uere muerto,

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 ' mi $nima arrancada,Que llev&is mi corazón

 +donde ?elerma estaba,3ac$ndomele del pecho,

 'a con pu#al, ya con daga./

5yendo lo cual el venerable )ontesinos, se puso de rodillas ante el lastimadocaballero, y, con l$grimas en los ojos, le dijo* -'a, se#or Durandarte, carísimoprimo mío, ya hice lo que me mandastes en el aciago día de nuestra p&rdida* yoos saqu& el corazón lo mejor que pude, sin que os dejase una mínima parte en elpecho% yo le limpi& con un pa#izuelo de puntas% yo partí con &l de carrera paraCrancia, habi&ndoos primero puesto en el seno de la tierra, con tantas l$grimas,que ueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre quetenían, de haberos andado en las entra#as% y, por m$s se#as, primo de mi alma,en el primero lugar que top& saliendo de 0oncesvalles ech& un poco de sal en

 vuestro corazón, porque no oliese mal, y uese, si no resco, a lo menos,amojamado, a la presencia de la se#ora ?elerma% a la cual, con vos, y conmigo, ycon <uadiana vuestro escudero, y con la due#a 0uidera y sus siete hijas y dossobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquíencantados el sabio )erlín ha muchos a#os% y aunque pasan de quinientos, nose ha muerto ninguno de nosotros* solamente altan 0uidera y sus hijas ysobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener )erlín dellas,las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en laprovincia de la )ancha, las llaman las lagunas de 0uidera% las siete son de losreyes de (spa#a, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima,que llaman de 3an 2uan. <uadiana vuestro escudero, pla#endo asimesmo

 vuestra desgracia, ue convertido en un río llamado de su mesmo nombre% elcual cuando llegó a la superfcie de la tierra y vio el sol del otro cielo, ue tantoel pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entra#as de latierra% pero como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuandoen cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean. 8anleadministrando de sus aguas las reeridas lagunas, con las cuales, y con otrasmuchas que se llegan, entra pomposo y grande en !ortugal. !ero, con todo esto,por dondequiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criaren sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, biendierentes de los del ajo dorado% y esto que agora os digo 7oh primo mío9 os lohe dicho muchas veces% y como no me respond&is, imagino que no me daiscr&dito, o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe. nas

nuevas os quiero dar ahora, las cuales, ya que no sirvan de alivió a vuestro dolor,no os le aumentar$n en ninguna manera. 3abed que ten&is aquí en vuestrapresencia, y abrid los ojos y ver&islo, aquel gran caballero de quien tantas cosastiene proetizadas el sabio )erlín* aquel don Quijote de la )ancha, digo, que denuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en lospresentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y avor podría serque nosotros u&semos desencantados% que las grandes haza#as para losgrandes hombres est$n guardadas./ -' cuando así no sea -respondió ellastimado Durandarte con voz desmayada y baja-, cuando así no sea 7oh primo9,digo, paciencia y barajar/. ' volvi&ndose de lado, tornó a su acostumbradosilencio, sin hablar m$s palabra. 5y&ronse en esto grandes alaridos y llantos,acompa#ados de proundos gemidos y angustiados sollozos% volví la cabeza, y vi

por las paredes de cristal que por otra sala pasaba una procesión de dos hilerasde hermosísimas doncellas, todas vestidas de luto, con turbantes blancos sobre

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las cabezas, al modo turquesco. +l cabo y fn de las hileras venía una se#ora,que en la gravedad lo parecía, asimismo vestida de negro, con tocas blancas tantendidas y largas, que besaban la tierra. 3u turbante era mayor dos veces que elmayor de alguna de las otras% era cejijunta y la nariz algo chata% la boca grande,pero colorados los labios% los dientes, que tal vez los descubría, mostraban serralos y no bien puestos, aunque eran blancos como unas peladas almendras%traía en las manos un lienzo delgado, y entre &l, a lo que pude divisar, uncorazón de carne momia, seg"n venía seco y amojamado. Díjome )ontesinoscomo toda aquella gente de la procesión eran sirvientes de Durandarte y de?elerma, que allí con sus dos se#ores estaban encantados, y que la "ltima, quetraía el corazón entre el lienzo y en las manos, era la se#ora ?elerma, la cualcon sus doncellas cuatro días en la semana hacían aquella procesión y cantaban,o, por mejor decir, lloraban endechas sobre el cuerpo y sobre el lastimadocorazón de su primo% y que si me había parecido algo ea, o no tan hermosacomo tenía la ama, era la causa las malas noches y peores días que en aquelencantamento pasaba, como lo podía ver en sus grandes ojeras y en su colorquebradiza. -' no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal

mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun a#os, que no letiene ni asoma por sus puertas% sino del dolor que siente su corazón por el quede contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgraciade su mal logrado amante% que si esto no uera, apenas la igualara enhermosura, donaire y brío la gran Dulcinea del oboso, tan celebrada en todosestos contornos, y aun en todo el mundo./ -epos quedos -dije yo entonces-,se#or don )ontesinos* cuente vuesa merced su historia como debe% que ya sabeque toda comparación es odiosa, y así, no hay para qu& comparar a nadie connadie. ;a sin par Dulcinea del oboso es quien es, y la se#ora do#a ?elerma esquien es, y quien ha sido, y qu&dese aquí./ + lo que &l me respondió* -3e#ordon Quijote, perdóneme vuesa merced% que yo confeso que anduve mal, y nodije bien en decir que apenas igualara la se#ora Dulcinea a la se#ora ?elerma,

pues me bastaba a mí haber entendido, por no s& qu& barruntos, que vuesamerced es su caballero, para que me mordiera la lengua antes de compararlasino con el mismo cielo./ on esta satisación que me dio el gran )ontesinos sequietó mi corazón del sobresalto que recebí en oír que a mi se#ora lacomparaban con ?elerma.

-' aun me maravillo yo -dijo 3ancho- de cómo vuestra merced no se subiósobre el vejote, y le molió a coces todos los huesos, y le peló las barbas, sindejarle pelo en ellas.

-:o, 3ancho amigo -respondió don Quijote-% no me estaba a mí bien hacer

eso, porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, aunque nosean caballeros, y principalmente a los que lo son y est$n encantados* yo s& bienque no nos quedamos a deber nada en otras muchas demandas y respuestas queentre los dos pasamos.

 + esta sazón dijo el primo*

-'o no s&, se#or don Quijote, cómo vuestra merced en tan poco espacio detiempo como ha que est$ all$ bajo, haya visto tantas cosas y hablado yrespondido tanto.

-@u$nto ha que baj&A -preguntó don Quijote.

-!oco m$s de una hora -respondió 3ancho.

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-(so no puede ser -replicó don Quijote-, porque all$ me anocheció yamaneció, y tornó a anochecer y amanecer tres veces% de modo que, a micuenta, tres días he estado en aquellas partes remotas y escondidas a la vistanuestra.

-8erdad debe de decir mi se#or -dijo 3ancho-% que como todas las cosas quele han sucedido son por encantamento, quiz$ lo que a nosotros nos parece unhora, debe de parecer all$ tres días con sus noches.

-+sí ser$ -respondió don Quijote.

-' @ha comido vuestra merced en todo este tiempo, se#or míoA -preguntó elprimo.

-:o me he desayunado de bocado -respondió don Quijote-, ni aun he tenidohambre, ni por pensamiento.

-' los encantados, @comenA -dijo el primo.

-:o comen -respondió don Quijote-, ni tienen escrementos mayores% aunquees opinión que les crecen las u#as, las barbas y los cabellos.

-@' duermen por ventura los encantados, se#orA -preguntó 3ancho.

-:o, por cierto -respondió don Quijote-% a lo menos, en estos tres días que yohe estado con ellos, ninguno ha pegado el ojo, ni yo tampoco.

-+quí encaja bien el rer$n -dijo 3ancho- de dime con qui&n andas, decirte he

qui&n eres* $ndase vuestra merced con encantados ayunos y vigilantes* mirad sies mucho que ni coma ni duerma mientras con ellos anduviere. !ero perdóneme

 vuestra merced, se#or mío, si le digo que de todo cuanto aquí ha dicho, ll&vemeDios =que iba a decir el diablo> si le creo cosa alguna.

-@ómo noA -dijo el primo-. !ues @había de mentir el se#or don Quijote, que,aunque quisiera, no ha tenido lugar para componer e imaginar tanto millón dementirasA

-'o no creo que mi se#or miente -respondió 3ancho.

-3ino @qu& creesA -le preguntó don Quijote.

-reo -respondió 3ancho- que aquel )erlín o aquellos encantadores queencantaron a toda la chusma que vuestra merced dice que ha visto ycomunicado all$ abajo, le encajaron en el magín o la memoria toda esa m$quinaque nos ha contado, y todo aquello que por contar le queda.

-odo eso pudiera ser, 3ancho -replicó don Quijote-, pero no es así% porque loque he contado lo vi por mis propios ojos y lo toqu& con mis mismas manos.!ero, @qu& dir$s cuando te diga yo ahora cómo, entre otras infnitas cosas ymaravillas que me mostró )ontesinos =las cuales despacio y a sus tiempos te lasir& contando en el discurso de nuestro viaje, por no ser todas deste lugar>, memostró tres labradoras que por aquellos amenísimos campos iban saltando ybrincando como cabras, y apenas las hube visto, cuando conocí ser la una la sin

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par Dulcinea del oboso, y las otras dos aquellas mismas labradoras que veníancon ella, que hablamos a la salida del obosoA !regunt& a )ontesinos si lasconocía% respondióme que no, pero que &l imaginaba que debían de ser algunasse#oras principales encantadas, que pocos días había que en aquellos pradoshabían parecido% y que no me maravillase desto, porque allí estaban otrasmuchas se#oras de los pasados y presentes siglos, encantadas en dierentes yestra#as fguras, entre las cuales conocía &l a la reina <inebra y su due#aQuinta#ona, escanciando el vino a ;anzarote,

uando de ?reta#a vino.

uando 3ancho !anza oyó decir esto a su amo, pensó perder el juicio, omorirse de risa% que como &l sabía la verdad del fngido encanto de Dulcinea, de

quien &l había sido el encantador y el levantador de tal testimonio, acabó deconocer indubitablemente que su se#or estaba uera de juicio y loco de todopunto, y así le dijo*

-(n mala coyuntura y en peor sazón y en aciago día bajó vuestra merced,caro patrón mío, al otro mundo, y en mal punto se encontró con el se#or)ontesinos, que tal nos le ha vuelto. ?ien se estaba vuestra merced ac$ arribacon su entero juicio, tal cual Dios se le había dado, hablando sentencias y dandoconsejos a cada paso, y no agora, contando los mayores disparates que puedenimaginarse.

-omo te conozco, 3ancho -respondió don Quijote-, no hago caso de tuspalabras.

-:i yo tampoco de las de vuestra merced -replicó 3ancho-, siquiera me hiera,siquiera me mate por las que le he dicho, o por las que le pienso decir si en lassuyas no se corrige y enmienda. !ero dígame vuestra merced, ahora queestamos en paz* @cómo o en qu& conoció a la se#ora nuestra amaA ' si la habló,@qu& dijo y qu& le respondióA

-onocíla -respondió don Quijote- en que trae los mesmos vestidos que traíacuando t" me le mostraste. Babl&la, pero no me respondió palabra% antes, me

 volvió las espaldas, y se ue huyendo con tanta priesa, que no la alcanzara una

 jara. Quise seguirla, y lo hiciera, si no me aconsejara )ontesinos que no mecansase en ello, porque sería en balde, y m$s porque se llegaba la hora dondeme convenía volver a salir de la sima. Díjome asimesmo que, andando el tiempo,se me daría aviso cómo habían de ser desencantados &l, y ?elerma, yDurandarte, con todos los que allí estaban% pero lo que m$s pena me dio de lasque allí vi y not&, ue que est$ndome diciendo )ontesinos estas razones, se llegóa mí por un lado, sin que yo la viese venir, una de las dos compa#eras de la sin

 ventura Dulcinea, y llenos los ojos de l$grimas, con turbada y baja voz, me dijo*-)i se#ora Dulcinea del oboso besa a vuestra merced las manos, y suplica a

 vuestra merced se la haga de hacerla saber cómo est$% y que, por estar en unagran necesidad, asimismo suplica a vuestra merced cuan encarecidamente

puede sea servido de prestarle sobre este aldellín que aquí traigo, de cotoníanuevo, media docena de reales, o los que vuestra merced tuviere% que ella da supalabra de volv&rselos con mucha brevedad./ 3uspendióme y admiróme el tal

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recado, y volvi&ndome al se#or )ontesinos, le pregunt&* -@(s posible, se#or)ontesinos, que los encantados principales padecen necesidadA/ + lo que &l merespondió* -r&ame vuestra merced, se#or don Quijote de la )ancha, que &staque llaman necesidad adondequiera se usa, y por todo se e6tiende, y a todosalcanza, y aun hasta los encantados no perdona% y pues la se#ora Dulcinea deloboso envía a pedir esos seis reales, y la prenda es buena, seg"n parece, nohay sino d$rselos% que, sin duda, debe de estar puesta en alg"n grande aprieto./-!renda, no la tomar& yo -le respondí-, ni menos le dar& lo que pide, porque notengo sino solos cuatro reales./ ;os cuales le di =que ueron los que t", 3ancho,me diste el otro día para dar limosna a los pobres que topase por los caminos>, yle dije* -Decid, amiga mía, a vuesa se#ora que a mí me pesa en el alma de sustrabajos, y que quisiera ser un C"car para remediarlos% y que le hago saber que

 yo no puedo ni debo tener salud careciendo de su agradable vista y discretaconversación, y que le suplico cuan encarecidamente puedo sea servida sumerced de dejarse ver y tratar deste su cautivo servidor y asendereadocaballero. Dir&isle tambi&n que cuando menos se lo piense oir$ decir como yo hehecho un juramento y voto, a modo de aquel que hizo el )arqu&s de )antua de

 vengar a su sobrino ?aldovinos, cuando le halló para e6pirar en mitad de lamonti#a, que ue de no comer pan a manteles, con las otras zarandajas que allía#adió, hasta vengarle% y así le har& yo de no sosegar, y de andar las sietepartidas del mundo, con m$s puntualidad que las anduvo el inante don !edro de!ortugal, hasta desencantarla./ -odo eso, y m$s, debe vuestra merced a mise#ora/ - me respondió la doncella. ' tomando los cuatro reales, en lugar dehacerme una reverencia, hizo una cabriola, que se levantó dos varas de medir enel aire.

-75h santo Dios9 -dijo a este tiempo dando una gran voz 3ancho-. @(s posibleque tal hay en el mundo y que tengan en &l tanta uerza los encantadores yencantamentos, que hayan trocado el buen juicio de mi se#or en una tandisparatada locuraA 75h se#or, se#or, por quien Dios es que vuesa merced mirepor sí, y vuelva por su honra, y no d& cr&dito a esas vaciedades que le tienenmenguado y descabalado el sentido9

-omo me quieres bien, 3ancho, hablas desa manera -dijo don Quijote-% ycomo no est$s e6perimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienenalgo de difcultad te parecen imposibles% pero andar$ el tiempo, como otra vezhe dicho, y yo te contar& algunas de las que all$ abajo he visto, que te har$ncreer las que aquí he contado, cuya verdad ni admite r&plica ni disputa.

Capítulo XX+II

Donde se da cuenta qui&nes eran maese !edro y su mono, con el mal suceso quedon Quijote tuvo en la aventura del rebuzno, que no la acabó como &l quisiera y

como lo tenía pensado

(ntra ide Bamete, coronista desta grande historia, con estas palabras eneste capítulo* 2uro como católico cristiano...JJ% a lo que su traductor dice que el

 jurar ide Bamete como católico cristiano, siendo &l moro, como sin duda lo era,

no quiso decir otra cosa sino que, así como el católico cristiano cuando jura, jurao debe jurar, verdad, y decirla en lo que dijere, así &l la decía, como si juraracomo cristiano católico, en lo que quería escribir de don Quijote, especialmente

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en decir qui&n era maese !edro, y qui&n el mono adivino que traía admiradostodos aquellos pueblos con sus adivinanzas. Dice, pues, que bien se acordar$, elque hubiere leído la primera parte desta historia de aquel <in&s de !asamonte aquien, entre otros galeotes, dio libertad don Quijote en 3ierra )orena, benefcioque despu&s le ue mal agradecido y peor pagado de aquella gente maligna ymal acostumbrada. (ste <in&s de !asamonte, a quien don Quijote llamaba<inesillo de !arapilla, ue el que hurtó a 3ancho !anza el rucio% que por nohaberse puesto el cómo ni el cu$ndo en la primera parte, por culpa de losimpresores, ha dado en qu& entender a muchos, que atribuían a poca memoriadel autor la alta de emprenta. !ero, en resolución, <in&s le hurtó estando sobre&l durmiendo 3ancho !anza, usando de la traza y modo que usó ?runelo cuando,estando 3acripante sobre +lbraca, le sacó el caballo de entre las piernas, ydespu&s le cobró 3ancho como se ha contado. (ste <in&s, pues, temeroso de noser hallado de la justicia, que le buscaba para castigarle de sus infnitasbellaquerías y delitos, que ueron tantos y tales, que &l mismo compuso un gran

 volumen cont$ndolos, determinó pasarse al reino de +ragón y cubrirse el ojoizquierdo, acomod$ndose al ofcio de titerero% que esto y el jugar de manos lo

sabía hacer por e6tremo.

3ucedió, pues, que de unos cristianos ya libres que venían de ?erberíacompró aquel mono, a quien ense#ó que en haci&ndole cierta se#al, se lesubiese en el hombro, y le murmurase, o lo pareciese, al oído. Becho esto, antesque entrase en el lugar donde entraba con su retablo y mono, se inormaba en ellugar m$s cercano, o de quien &l mejor podía, qu& cosas particulares hubiesensucedido en el tal lugar, y a qu& personas% y llev$ndolas bien en la memoria, loprimero que hacía era mostrar su retablo, el cual unas veces era de una historia,

 y otras de otra% pero todas alegres, y regocijadas, y conocidas. +cabada lamuestra, proponía las habilidades de su mono, diciendo al pueblo que adivinabatodo lo pasado y lo presente% pero que en lo de por venir no se daba ma#a. !or larespuesta de cada pregunta pedía dos reales, y de algunas hacía barato, seg"ntomaba el pulso a los preguntantes% y como tal vez llegaba a las casas de quien&l sabía los sucesos de los que en ella moraban, aunque no le preguntasen nadapor no pagarle, &l hacía la se#a al mono, y luego decía que le había dicho tal ytal cosa, que venía de molde con lo sucedido. on esto cobraba cr&dito ineable,

 y and$banse todos tras &l. 5tras veces, como era tan discreto, respondía demanera, que las respuestas venían bien con las preguntas% y como nadie leapuraba ni apretaba a que dijese cómo adevinaba su mono, a todos hacía monas,

 y llenaba sus esqueros. +sí como entró en la venta conoció a don Quijote y a3ancho, por cuyo conocimiento le ue $cil poner en admiración a don Quijote ya 3ancho !anza, y a todos los que en ella estaban% pero hubi&rale de costar caro

si don Quijote bajara un poco m$s la mano cuando cortó la cabeza al rey)arsilio y destruyó toda su caballería, como queda dicho en el antecedentecapítulo.

(sto es lo que hay que decir de maese !edro y de su mono. ' volviendo adon Quijote de la )ancha, digo que despu&s de haber salido de la venta,determinó de ver primero las riberas del río (bro y todos aquellos contornos,antes de entrar en la ciudad de 4aragoza, pues le daba tiempo para todo elmucho que altaba desde allí a las justas. on esta intención siguió su camino,por el cual anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura,hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, detrompetas y arcabuces. +l principio pensó que alg"n tercio de soldados pasaba

por aquella parte, y por verlos picó a 0ocinante y subió la loma arriba% y cuandoestuvo en la cumbre, vio al pie della, a su parecer, m$s de docientos hombres

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armados de dierentes suertes de armas, como si dij&semos lanzones, ballestas,partesanas, alabardas y picas, y algunos arcabuces, y muchas rodelas. ?ajó delrecuesto y acercóse al escuadrón, tanto, que distintamente vio las banderas,

 juzgó de las colores y notó las empresas que en ellas traían, especialmente unaque en un estandarte o jirón de raso blanco venía, en el cual estaba pintado muyal vivo un asno como un peque#o sardesco, la cabeza levantada, la boca abierta

 y la lengua de uera, en acto y postura como si estuviera rebuznando% alrededord&l estaban escritos de letras grandes estos dos versos*

  :o rebuznaron en balde(l uno y el otro alcalde.

!or esta insignia sacó don Quijote que aquella gente debía de ser del pueblo

del rebuzno, y así se lo dijo a 3ancho, declar$ndole lo que en el estandarte veníaescrito. Díjole tambi&n que el que les había dado noticia de aquel caso se habíaerrado en decir que dos regidores habían sido los que rebuznaron% porque,seg"n los versos del estandarte, no habían sido sino alcaldes. + lo que respondió3ancho !anza*

-3e#or, en eso no hay que reparar% que bien puede ser que los regidores queentonces rebuznaron viniesen con el tiempo a ser alcaldes de su pueblo, y así, sepueden llamar con entrambos títulos% cuanto m$s que no hace al caso a la

 verdad de la historia ser los rebuznadores alcaldes o regidores, como ellos unapor una hayan rebuznado% porque tan a pique est$ de rebuznar un alcalde comoun regidor.

Cinalmente, conocieron y supieron como el pueblo corrido salía a pelear conotro que le corría m$s de lo justo y de lo que se debía a la buena vecindad.

Cuese llegando a ellos don Quijote, no con poca pesadumbre de 3ancho, quenunca ue amigo de hallarse en semejantes jornadas. ;os del escuadrón lerecogieron en medio, creyendo que era alguno de los de su parcialidad. DonQuijote, alzando la visera, con gentil brío y continente llegó hasta el estandartedel asno, y allí se le pusieron alrededor todos los m$s principales del ej&rcito,por verle, admirados con la admiración acostumbrada, en que caían todosaquellos que la vez primera le miraban. Don Quijote, que los vio tan atentos a

mirarle, sin que ninguno le hablase ni le preguntase nada, quiso aprovecharsede aquel silencio, y rompiendo el suyo, alzó la voz y dijo*

-?uenos se#ores, cuan encarecidamente puedo os suplico que nointerrump$is un razonamiento que quiero haceros, hasta que ve$is que osdisgusta y enada% que si esto sucede, con la m$s mínima se#al que me hag$ispondr& un sello en mi boca y echar& una mordaza a mi lengua.

odos le dijeron que dijese lo que quisiese% que de buena gana leescucharían. Don Quijote, con esta licencia, prosiguió diciendo*

-'o, se#ores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, ycuya proesión, la de avorecer a los necesitados de avor y acudir a los

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menesterosos. Días ha que he sabido vuestra desgracia y la causa que os muevea tomar las armas a cada paso, para vengaros de vuestros enemigos% y habiendodiscurrido una y muchas veces en mi entendimiento sobre vuestro negocio,hallo, seg"n las leyes del duelo, que est$is enga#ados en teneros por arentados%porque ning"n particular puede arentar a un pueblo entero, si no es ret$ndolede traidor por junto, porque no sabe en particular qui&n cometió la traición porque le reta. (jemplo desto tenemos en don Diego 5rdó#ez de ;ara, que retó atodo el pueblo zamorano, porque ignoraba que sólo 8ellido Dolos habíacometido la traición de matar a su rey, y así, retó a todos, y a todos tocaba la

 venganza y la respuesta% aunque bien es verdad que el se#or don Diego anduvoalgo demasiado, y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no teníapara qu& retar a los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a los que estaban pornacer, ni a las otras menudencias que allí se declaran% pero 7vaya9 pues cuandola cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni reno que la corrija.3iendo, pues, esto así, que uno solo no puede arentar a reino, provincia, ciudad,rep"blica ni pueblo entero, queda en limpio que no hay para qu& salir a la

 venganza del reto de la tal arenta, pues no lo es% porque 7bueno sería que se

matasen a cada paso los del pueblo de la 0eloja con quien se lo llama, ni loscazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros, ni los de otros nombres yapellidos que andan por ahí en boca de los muchachos y de gente de poco m$s amenos9 7?ueno sería, por cierto, que todos estos insignes pueblos se corriesen y

 vengasen, y anduviesen contino hechas las espadas sacabuches a cualquierpendencia, por peque#a que uese9 :o, no, ni Dios lo permita o quiera. ;os

 varones prudentes, las rep"blicas bien concertadas, por cuatro cosas han detomar las armas y desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas

 y haciendas% la primera, por deender la e católica% la segunda, por deender su vida, que es de ley natural y divina% la tercera, en deensa de su honra, de suamilia y hacienda% la cuarta, en servicio de su rey, en la guerra justa% y si lequisi&remos a#adir la quinta =que se puede contar por segunda>, es en deensa

de su patria. + estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunasotras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas% perotomarlas por ni#erías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que dearenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso% cuantom$s que el tomar venganza injusta =que justa no puede haber alguna que lo sea>

 va derechamente contra la santa ley que proesamos, en la cual se nos mandaque hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen%mandamiento que aunque parece algo difcultoso de cumplir, no lo es sino paraaquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y m$s de carne que deespíritu% porque 2esucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudoni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga

liviana% y así, no nos había de mandar cosa que uese imposible el cumplirla. +síque, mis se#ores, vuesas mercedes est$n obligados por leyes divinas y humanasa sosegarse.

-(l diablo me lleve -dijo a esta sazón 3ancho entre sí- si este mi amo no estólogo% y si no lo es, que lo parece como un gHevo a otro.

omó un poco de aliento don Quijote, y viendo que todavía le prestabansilencio, quiso pasar adelante en su pl$tica, como pasara ni no se pusiere enmedio la agudeza de 3ancho, el cual, viendo que su amo se detenía, tomó lamano por &l, diciendo*

-)i se#or don Quijote de la )ancha, que un tiempo se llamó el aballero dela riste Cigura y ahora se llama el aballero de los ;eones, es un hidalgo muy

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atentado, que sabe latín y romance como un bachiller, y en todo cuanto trata yaconseja procede como muy buen soldado, y tiene todas las leyes y ordenanzasde lo que llaman el duelo, en la u#a% y así, no hay m$s que hacer sino dejarsellevar por lo que &l dijere, y sobre mí si lo erraren% cuanto m$s que ello se est$dicho que es necedad correrse por sólo oír un rebuzno, que yo me acuerdo,cuando muchacho, que rebuznaba cada y cuando que se me antojaba, sin quenadie me uese a la mano, y con tanta gracia y propiedad, que en rebuznando

 yo, rebuznaban todos los asnos del pueblo, y no por eso dejaba de ser hijo demis padres, que eran honradísimos% y aunque por esta habilidad era invidiado dem$s de cuatro de los estirados de mi pueblo, no se me daba dos ardites. ' porque se vea que digo verdad, esperen y escuchen% que esta ciencia es como ladel nadar* que, una vez aprendida, nunca se olvida.

 ' luego, puesta la mano en las narices, comenzó a rebuznar tan reciamente,que todos los cercanos valles retumbaron. !ero uno de los que estaban junto a&l, creyendo que hacía burla dellos, alzó un varapalo que en la mano tenía, ydiole tal golpe con &l, que, sin ser poderoso a otra cosa, dio con 3ancho !anza en

el suelo. Don Quijote, que vio tan malparado a 3ancho, arremetió al que le habíadado, con la lanza sobre mano% pero ueron tantos los que se pusieron en medio,que no ue posible vengarle% antes, viendo que llovía sobre &l un nublado depiedras, y que le amenazaban mil encaradas ballestas y no menos cantidad dearcabuces, volvió las riendas a 0ocinante, y a todo lo que su galope pudo se salióde entre ellos, encomend$ndose de todo corazón a Dios, que de aquel peligro lelibrase, temiendo a cada paso no le entrase alguna bala por las espaldas y lesaliese al pecho% y a cada punto recogía el aliento, por ver si le altaba. !ero losdel escuadrón se contentaron con verle huir, sin tirarle. + 3ancho le pusieronsobre su jumento, apenas vuelto en sí, y le dejaron ir tras su amo, no porque &ltuviese sentido para regirle% pero el rucio siguió las huellas de 0ocinante, sin elcual no se hallaba un punto. +longado, pues, don Quijote buen trecho, volvió lacabeza y vio que 3ancho venía, y atendióle, viendo que ninguno le seguía.

;os del escuadrón se estuvieron allí hasta la noche, y por no haber salido ala batalla sus contrarios, se volvieron a su pueblo, regocijados y alegres% y siellos supieran la costumbre antigua de los griegos, levantaran en aquel lugar ysitio un troeo.

Capítulo LXXII

De cómo don Quijote y 3ancho llegaron a su aldea

odo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón donQuijote y 3ancho, el uno para acabar en la campa#a rasa la tanda de sudiciplina, y el otro para ver el fn della, en el cual consistía el de su deseo. ;legóen esto al mesón un caminante a caballo, con tres o cuatro criados, uno de loscuales dijo al que el se#or dellos parecía*

-+quí puede vuesa merced, se#or don Klvaro are, pasar hoy la siesta* laposada parece limpia y resca.

5yendo esto don Quijote, le dijo a 3ancho*

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-)ira, 3ancho* cuando yo hoje& aquel libro de la segunda parte de mihistoria, me parece que de pasada top& allí este nombre de don Klvaro are.

-?ien podr$ ser -respondió 3ancho-. Dej&mosle apear% que despu&s se lopreguntaremos.

(l caballero se apeó, y rontero del aposento de don Quijote la hu&speda ledio una sala baja, enjaezada con otras pintadas sargas, como las que tenía laestancia de don Quijote. !"sose el reci&n venido caballero a lo de verano, ysali&ndose al portal del mesón, que era espacioso y resco, por el cual sepaseaba don Quijote, le preguntó*

-@+dónde bueno camina vuesa merced, se#or gentilhombreA

 ' don Quijote le respondió*

-+ una aldea que est$ aquí cerca, de donde soy natural. ' vuesa merced,@dónde caminaA

-'o, se#or -respondió el caballero-, voy a <ranada, que es mi patria.

-7' buena patria9 -replicó don Quijote-. !ero dígame vuesa merced, porcortesía, su nombre% porque me parece que me ha de importar saberlo m$s de loque buenamente podr& decir.

-)i nombre es don Klvaro are -respondió el hu&sped.

 + lo que replicó don Quijote*

-3in duda alguna pienso que vuesa merced debe de ser aquel don Klvaroare que anda impreso en la 3egunda parte de la Historia de don Quijote de la

 Mancha, reci&n impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno.

-(l mismo soy -respondió el caballero-, y el tal don Quijote, sujeto principalde la tal historia, ue grandísimo amigo mío, y yo ui el que le sacó de su tierra,o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que se hacían en 4aragoza,adonde yo iba% y en verdad en verdad que le hice muchas amistades, y que lequit& de que no le palmease las espaldas el verdugo, por ser demasiadamenteatrevido.

-' dígame vuesa merced, se#or don Klvaro, @parezco yo en algo a ese tal donQuijote que vuesa merced diceA

-:o, por cierto -respondió el hu&sped-* en ninguna manera.

-' ese don Quijote -dijo el nuestro-, @traía consigo a un escudero llamado3ancho !anzaA

-3í traía -respondió don Klvaro-% y aunque tenía ama de muy gracioso,nunca le oí decir gracia que la tuviese.

-(so creo yo muy bien -dijo a esta sazón 3ancho-, porque el decir gracias noes para todos% y ese 3ancho que vuesa merced dice, se#or gentilhombre, debe

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de ser alg"n grandísimo bellaco, rión y ladrón juntamente% que el verdadero3ancho !anza soy yo, que tengo m$s gracias que llovidas% y si no, haga vuesamerced la e6periencia, y $ndese tras de mí, por los menos un a#o, y ver$ que seme caen a cada paso, y tales y tantas, que sin saber yo las m$s veces lo que medigo, hago reír a cuantos me escuchan% y el verdadero don Quijote de la)ancha, el amoso, el valiente y el discreto, el enamorado, el desacedor deagravios, el tutor de pupilos y hu&ranos, el amparo de las viudas, el matador delas doncellas, el que tiene por "nica se#ora a la sin par Dulcinea del oboso, eseste se#or que est$ presente, que es mi amo% todo cualquier otro don Quijote ycualquier otro 3ancho !anza es burlería y cosa de sue#o.

-7!or Dios que lo creo -respondió don Klvaro-, porque m$s gracias hab&isdicho vos, amigo, en cuatro razones que hab&is hablado, que el otro 3ancho!anza en cuantas yo le oí hablar, que ueron muchas9 )$s tenía de comilón quede bien hablado, y m$s de tonto que de gracioso, y tengo por sin duda que losencantadores que persiguen a don Quijote el bueno han querido perseguirme amí con don Quijote el malo. !ero no s& qu& me diga% que osar& yo jurar que le

dejo metido en la casa del :uncio, en oledo, para que le curen, y agoraremanece aquí otro don Quijote, aunque bien dierente del mío.

-'o -dijo don Quijote- no s& si soy bueno% pero s& decir que no soy el malo%para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi se#or don Klvaroare, que en todos los días de mi vida no he estado en 4aragoza% antes porhaberme dicho que ese don Quijote ant$stico se había hallado en las justas desaciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas del mundo su mentira%

 y así, me pas& de claro a ?arcelona, archivo de la cortesía, albergue de lose6tranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de losoendidos, y correspondencia grata de frmes amistades, y en sitio y en belleza,"nica. ' aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de muchogusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, sólo por haberla visto.Cinalmente, se#or don Klvaro are, yo soy don Quijote de la )ancha, el mismoque dice la ama, y no ese desventurado que ha querido usurpar mi nombre yhonrarse con mis pensamientos. + vuesa merced suplico, por lo que debe a sercaballero, sea servido de hacer una declaración ante el alcalde deste lugar, deque vuesa merced no me ha visto en todos los días de su vida hasta agora, y deque yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte, ni este 3ancho !anzami escudero es aqu&l que vuesa merced conoció.

-(so har& yo de muy buena gana -respondió don Klvaro- puesto que causeadmiración ver dos don Quijotes y dos 3anchos a un mismo tiempo, tan

conormes en los nombres como dierentes en las acciones% y vuelvo a decir yme afrmo que no he visto lo que he visto, ni ha pasado por mí lo que ha pasado.

-3in duda -dijo 3ancho- que vuesa merced debe de estar encantado, como mise#ora Dulcinea del oboso% y pluguiera al cielo que estuviera su desencanto de

 vuesa merced en darme otros tres mil y tantos azotes, como me doy por ella%que yo me los diera sin inter&s alguno.

-:o entiendo eso de azotes -dijo don Klvaro.

 ' 3ancho le respondió que era largo de contar% pero que &l se lo contaría, si

acaso iban un mesmo camino. ;legóse en esto la hora de comer% comieron juntosdon Quijote y don Klvaro. (ntró acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con unescribano, ante el cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su

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derecho convenía de que don Klvaro are, aquel caballero que allí estabapresente, declarase ante su merced como no conocía a don Quijote de la)ancha, que asimismo estaba allí presente, y que no era aqu&l que andabaimpreso en una historia intitulada* !egunda parte de don Quijote de la Mancha,compuesta por un tal de +vellaneda, natural de ordesillas. Cinalmente, elalcalde proveyó jurídicamente% la declaración se hizo con todas las uerzas queen tales casos debían hacerse% con lo que quedaron don Quijote y 3ancho muyalegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara clarola dierencia de los dos don Quijotes y la de los dos 3anchos sus obras y suspalabras. )uchas de cortesías y orecimientos pasaron entre don Klvaro y donQuijote, en las cuales mostró el gran manchego su discreción, de modo, quedesenga#ó a don Klvaro are del error en que estaba% el cual se dio a entenderque debía de estar encantado, pues tocaba con la mano dos tan contrarios donQuijotes.

;legó la tarde, parti&ronse de aquel lugar, y a obra de media legua seapartaban dos caminos dierentes, el uno que guiaba a la aldea de don Quijote, y

el otro el que había de llevar don Klvaro. (n este poco espacio le contó donQuijote la desgracia de su vencimiento y el encanto y el remedio de Dulcinea,que todo puso en nueva admiración a don Klvaro, el cual, abrazando a donQuijote y a 3ancho, siguió su camino, y don Quijote el suyo, que aquella noche lapasó entre otros $rboles, por dar lugar a 3ancho de cumplir su penitencia, quela cumplió del mismo modo que la pasada noche, a costa de las cortezas de lashayas, harto m$s que de sus espaldas, que las guardó tanto, que no pudieranquitar los azotes una mosca, aunque la tuviera encima. :o perdió el enga#adodon Quijote un solo golpe de la cuenta, y halló que con los de la noche pasadaera tres mil y veinte y nueve. !arece que había madrugado el sol a ver elsacrifcio, con cuya luz volvieron a proseguir su camino, tratando entre los dosdel enga#o de don Klvaro, y de cu$n bien acordado había sido tomar sudeclaración ante la justicia, y tan aut&nticamente.

 +quel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse,si no ue que en ella acabó 3ancho su tarea, de que quedó don Quijote contentosobremodo, y esperaba el día, por ver si en el camino topaba ya desencantada aDulcinea su se#ora% y siguiendo su camino, no topaba mujer ninguna que no ibaa reconocer si era Dulcinea del oboso, teniendo por inalible no poder mentirlas promesas de )erlín. on estos pensamientos y deseos, subieron una cuestaarriba, desde la cual descubrieron su aldea, la cual vista de 3ancho, se hincó derodillas, y dijo*

-+bre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti 3ancho !anza tu hijo, sino muy rico, muy bien azotado. +bre los brazos, y recibe tambi&n tu hijo donQuijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo%que, seg"n &l me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede.Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.

-D&jate desas sandeces -dijo don Quijote-, y vamos con pie derecho a entraren nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza queen la pastoral vida pensamos ejercitar.

on esto, bajaron de la cuesta y se ueron a su pueblo.