Doña Rosario y Su Geniecillo Modificado

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DOA ROSARIO Y SU GENIECILLO

En un lugar de extraa belleza, donde florecen las mujeres hermosas y los hombres viriles, se goza all de un ambiente agradable y mucha armona; los amaneceres prpuras llenos de esplendor fosforescente contagian el ambiente de una mgica atraccin; el cntico de las aves y el murmurar de las cascadas, llenan de paz y alegra a este pueblo Asuntino, con toda su bella gente asuntinense.

Un 30 de abril, muy de maanita, asoma entre tanta belleza doa Rosario geniecillo, con su sombrero maltratado, con su poncho roto, blusa rojiza y faldn de lana estropeada, con su caracterstico bastn, con el cual infunde terror, que hasta el ms valiente se acobarda y huye atemorizado y en su rostro se refleja un gran pavor de muerte repentina y su imagen macabra se va filtrando en los corazones asuntinenses.

Doa Rosario habita en una humilde choza, un par de guayabos son testigos mudos de las vivencias cotidianas en su casa maderable matizada de colores opacos resaltando el color verdoso de una pintura aeja, en su interior emana un orden a primera vista de persona meticulosa dedicada a la disciplina y a las buenas costumbres; destaca su gran devocin por los crucifijos, imgenes de santos en perfecto estado y vrgenes muy enaltecidas y hermosamente decoradas. Los asuntinenses resaltan de ella su caminar lento y devocional y, su sana costumbre cotidiana de hacer el Santo Rosario, sentada en la silla de don Sixto.

Una maana de fro invierno, una hermosa nia se le acerc para entregarle un ramo de claveles; pero Oh, sorpresa! que doa geniecillo le estamp los claveles en la cabeza, con la triste decepcin de la afectada y adolorida nia Yisispiridona.

Doa Rosario tambin acostumbra a los golpes traseros y bien certeros, sino que lo diga Erikilla pilla, la cual tuvo que acudir donde su anciana madre, para que le colocara unos emplastos de floripondio en su voluminoso jopo, lanzando alaridos espeluznantes, los cuales asombraron a todos los vecinos, quienes pensaron que algo terrorfico aconteca en aquella vivienda.

En otra ocasin, un apuesto joven de figura espectacular, con su presencia principesca la deslumbr con hermosas palabras tales como: Eres la mujer ms hermosa de este suelo asuntino, tus ojos irradian la dulzura del amor y tu voz es cual hermoso arrullo de precioso manantial.

Su tierna boca, sus labios rojos de intenso carmes, provocan en este forastero, un derroche de pasin y amor ante deslumbrante belleza asuntinense. Estas bellas palabras hicieron revivir en ella antaos recuerdos de su primer y nico amor, los cuales hicieron brotar de sus lindos ojos, una lgrima reluciente de felicidad y aoranzas por su prfido amor.

Sus encuentros principescos adornados de rosas, durantas, campanillas y delicadas orqudeas irradian amor, pasin y alegra. La brisa mensajera, portadora de romnticos cnticos y arrullos enternecedores contagian el ambiente de bellsimas melodas que brotan de lo ms profundo de sus entraas, que el corazn que los escuche irresistiblemente caer, pasmado en hermosos sentimientos, llenos de fantasa.

El prncipe deslumbrado ante infinita belleza, se inclin ante la hermosa Rosario y clam apasionadamente con voz tierna y enamorada: Te invito a que iniciemos el viaje ms mgico que ningn ser humano haya experimentado jams. Ella delicadamente sorprendida lo tom de la mano y exclam con su voz dulce y tierna: Experimentemos juntos este viaje de amor y fantasa.

En ese instante, la luna con gran derroche de luz, form un esplendido camino bordeado de claveles hermosos y tapizado de flores amarillas. Reflejando en el rostro de los bellamente enamorados, quienes emprendieron el camino con un paso nupcial, arrullados por voces de ngeles y hermosas mariposas, flotando en el paisaje y, en su rumbo un brillo nico y espectacular. El ambiente santurino provoca una gran conexin espiritual con el ms all donde los ngeles acampan con gran esplendor y tranquilidad.

En el fondo se observaba un portal circundado de un radiante arco iris. Al llegar a este hermoso portal tiernamente se despidieron de los asuntinenses, se abrazaron con la pasin de los enamorados y se dieron un beso suave y delicado, atravesaron a un paraso donde slo pueden llegar los perfectos enamorados para disfrutar eternamente.

Y en los asuntinenses qued grabado por siempre esta noche de idilio y de pasin

AUTOR: RIKA SHIRLEY BENTEZ VELSQUEZ