Dorsoduro, Sweet Dorsoduro

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FWD Magazine, enero 2012. Por Jonás Alpízar. Directora Editorial: Mariana Mendoza. Director Arte y Diseño: Arturo Peña Reyna. Fotografías: Lidia R. Wah / David Nicholls

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ENTER • iNTErNaciONal

sweet DorsoduroBastan pocos minutos para amar una ciudad como Venecia, pero se necesita un poco más, tres días para ser exactos, para sentirse verdaderamente en casa. Así se siente conocer el distrito de Dorsoduro.

POR JONÁS ALPÍZAR

Antes de tomar el vaporetto que me lleve

a tierra firme, quise pararme justo en el

filo de Punta della Dogana. Las olas y

el viento meciendo los cabellos hacen que uno

se sienta en la popa de un gran barco. Mi visi-

ta a Venecia ha llegado a su inevitable —pero

no por ello menos triste— final, y a pocas horas

de trasladarme al Aeropuerto Marco Polo, co-

mienzo a sentir ese pesar que sufrimos cuando

dejamos un lugar y no tenemos la certeza de

poder regresar en un futuro.

Abandono mis cavilaciones y regreso al

Il ragazzo con la rana, una gran escultura que

muestra, en estricta traducción, un niño con

una rana, obra que el escultor Charles Ray

aportó a la François Pinault Collection, el mu-

seo más nuevo de la ciudad.

Debajo de este gran batracio pasa ante mí todo lo que

vi y conocí; todo lo que sentí y experimenté, desde el bar

universitario hasta la iglesia sin fachada, las calles y cana-

les de este distrito que me arropó como si fuera mi casa:

Dorsoduro.

El distrito dEl suElo rocosoLa red de islas que conforman a La Serenissima Repubbli-

ca di Venezia está dividida en seis distritos: Cannaregio,

Castello, San Marco, San Polo, Santa Croce y Dorsoduro,

perteneciendo a éste la isla de la Giudecca. Hace falta mu-

cho tiempo para recorrerlos y conocerlos todos, en particu-

lar aquellos sobre los que no cae todo el peso turístico, tal

como sucede con Dorsoduro.

Aunque cuente con atracciones culturales y artísticas

tan importantes como la Galería Peggy Guggenheim o la

Por las noches, las calles venecianas se tiñen de un amarillo inconfundible.At night the streets glow with an unmistakable yellow light.

DORSODuRO,

Foto: Lidia R. Wah

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Calle dello Scalater, en las cercanías de San Pantalon, en el

corazón de Dorsoduro.Street dello Scalater, in San

Pantalon’s surroundings,in Dorsoduro’s heart.

En San Barnaba, los mercados ambulantes se transportan en pequeños barcos.In San Barnaba, the moving markets

are transported by boat.

La iglesia que no tiene fachada, San Pantalon.The church without a façade, San Pantalon.

Galería de la Academia, este distrito es más

bien conocido a nivel local como una zona la-

boral, de estudiantes, artesanos y marineros.

Dorsoduro es uno de los pocos islotes que

está construido sobre un suelo más alto y más

firme que el resto de Venecia.

Mi hotel estaba muy cerca de la basílica

Santa Maria della Salute, y, a pesar de haber

trazado una ruta fija del hotel a la zona turística,

en más de dos ocasiones me encontré perdido

en la enmarañada red de callejuelas y canales.

De esta forma, queriendo ir a otro lugar,

fue como encontré una iglesia bastante pecu-

liar, una iglesia sin fachada: San Pantalon, sin

acento, porque es Pantaleón en italiano…

Desde su construcción a finales del siglo

XVIII, el complejo careció de una verdadera fa-

chada, lo que no anticipa las verdaderas belle-

zas barrocas que se alojan en su interior, como

la obra de Fumiani, que cubre todo el techo.

Estaba mirando hacia arriba para apreciar

esta monumental pintura, sintiendo una cre-

ciente lesión cervical, cuando escuché el grito

de un padre que prevenía a una joven turista

de mostrarse con tan poca ropa en este recin-

to. En todas las iglesias italianas está prohibi-

do ingresar en shorts y con los hombros des-

cubiertos. Miré a la avergonzada turista con

complicidad; aquí se respetan de buena gana

los reglamentos de conducta.

Grappa E pan pistacchio, pEr favorEToda la gente en Dorsoduro fue muy cálida, no

únicamente la del hotel. Esto quizá sea porque

agradecen la tajada de visitantes que les dejan

las zonas más turísticas que se ubican alrededor.

Los siguientes días volví a caminar en la

misma dirección. El extremo más occidental de

Dorsoduro siempre fue una zona de marineros

y perscadores. A los habitantes de este barrio

se les conoce como nicolotti, en referencia al

santo de su parroquia, San Nicolò dei Mendi-

coli. En esta iglesia se aprecia uno de los pocos

pórticos que se conservan de la Edad Media.

Agradecí que, en este otoño veneciano, los

días no fueran tan soleados, pero tanto cami-

nar había pasado factura y necesitaba un lugar

donde sentarme a descansar. En la zona de la

Universita’ Ca’ Foscari encontré muchos res-

taurantes con menús a precios de estudiante.

En lugar de arrojarme a los mariscos, tan apre-

ciados en esta región, preferí algo más ligero.

En un bar pedí grappa, servida en una peque-

ña copa, y un pan pistacchio, gran galleta ver-

de de pistache, chocolate y almendra.

Ahora ya he llegado al aeropuerto. Dor-

soduro ha quedado atrás, y ha vuelto mi pesar,

mismo que arrastro lentamente, como a esta

maleta. Trato de llenarne lo más posible del

aire de Venecia al hacer una promesa en silen-

cio, promesa que parece compartir la turista de

San Pantalon, que, haciendo fila igual que yo,

ahora anda con los hombros descubiertos.

Foto

: Dav

id N

icho

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ENTER • iNTErNaTiONal

Before taking the vaporetto

(steam boat) that would

take us to dry land, I

wanted to stand at the edge of

Punta della Dogana. The waves

and the wind made me feel as if

I was standing at the stern of a

boat. My visit to Venice had got-

ten to its inevitable end, and a

few hours before leaving towards

the Marco Polo airport, I started

thinking that it’s hard to leave

this place and we are no certain

that we will be able to come back.

I stop my thoughts and went

back to Il ragazzo con la rana, a

great sculpture of a child with a

frog, work of Charles Ray, this

sculpture is part of the Francois

Pinault Collection, the newest

museum in the city.

Under this amphibian I re-

membered everything that I

saw, felt and experienced, from

the University’s bar to the church

with no façade, the streets and

canals of this district that wel-

comed me as if it was my own

house: Dorsoduro.

thE district with rocky soilThe group of isles that form up

La Serenissima Repubblica di

Venezia is divided in six dis-

tricts: Cannaregio, Castello, San

Marco, San Paolo, Santa Croce

and Dorsoduro, this one being

part of the Island of Giudecca.

There is still much time need-

sweet DorsoduroDorsoduro,

You only need a few minutes to fall in love a city like Venice, but you need a little more time to get to know this city, three days to be exact. This is how it feels to visit the district of Dorsoduro.

by JONÁS ALPÍZAR

En la cuchilla de la punta della Dogana, encontramos el Ragazzo con la rana.

Ragazzo con la Rana, renown structure made by Charles Ray, keeping watch on

the Punta della Dogana.

Foto

: Lid

ia R

. Wah

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ed to know them all especially those with

heavy touristic activity like Dorsoduro.

Even though this place has cultural at-

tractions and artistic galleries like Peggy

Guggenheim of the Academy Gallery, this

district is well known to locals as the labor,

student, artisans and sailor zone.

Dorsoduro is one of the few small is-

lands that are built over higher and firmer

ground in Venice.

My hotel was near the basilica Santa Ma-

ria della Salute and even though I marked a

direct route from the hotel to the touristic

zone I found myself lost several times in

the web of small streets and canals. This is

how I found a very peculiar church, a church

without a façade: San Pantaleone.

Since its construction in the XVIII cen-

tury, the complex grew from a true façade,

which doesn’t anticipate the baroque beau-

ties held inside like the work from Fumiani,

covering the roof.

I was admiring the monumental painting,

and started feeling my neck go numb, when

I heard the priest yelling to a young tourist

scolding her for showing to church with scarce

clothing. In every Italian church is forbidden

to go in shorts or with uncovered shoulders. I

looked at the embarrassed tourist; in this place

the codes of conduct are respected.

Grappa E pan pistachio, pEr favorEEveryone in Dorsoduro warms up to tourist.

This may be because they are grateful of the

money tourists leave in the touristic zones

that are nearby.

The next days I took the same route.

The far western side of Dorsoduro was

always a zone of sailors and fishermen.

People from this neighborhood are known

as nicolotti, in reference of the saint of

their parish, San Nicolo dei Mendicoli. This

church has one of the few porticos dating

back to the middle ages.

I was grateful for the not so sunny au-

tumn days in Venice, but all the walking was

taking its toll and I needed a place to rest. At

the Foscari University zone I found several

restaurants with menus with prices that stu-

dents could afford. I ordered a grappa at a

local bar, served with a wine glass and pista-

chio bread, chocolate and almonds.

I have now gotten to the airport. Dor-

soduro was left behind, and the sorrow of

leaving this place has come back, which I

slowly drag like this suitcase. I try desper-

ately to fill myself with the Venetian as I

silently make a promise, a promise that the

tourist from San Pantaleone seems to share,

who is now forming a line like me with her

shoulders uncovered.

Los trovadores le dan ese aireromántico a esta ciudad.

Troubadours give that romanticfeeling to the city.

Las casas, altas o bajas, se recargan entre sí como tratando de protegerse de los elementos.The houses, big and small, lean against each other as if trying to shelter each other from the elements.

Foto

: Lid

ia R

. Wah

Foto

: Shu

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