Dossier Exposicion Tierra, Agua y Oro

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Dossier de la Exposicion Temporal, Tierra, Agua y Oro que se celebra en Las Cavenes durante el mes de Agosto 2012

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tierra, agua y oro

con la colaboración de organiza

Agosto 2012 La Exposicion “Tierra, Agua y Oro” es la culminación de los estudios realizados, entre1997 y 2002 por el CSIC en el Yacimiento Arqueologico de Las Cavenes, y por extensión de la Sierra de Francia, en ella se sintetiza el proceso de cambio que sufrieron los territorios de la Sierra de Francia durante territorios de la Sierra de Francia durante las épocas protohistórica y romana.

Esperamos, en definitiva, que esta exposiciónpermita apreciar la comarca de la Sierra de Francia como una zona donde es posible comprender la interacción permanente entre el medio físico y las comunidades que, históricamente, se han servido de él como recurso ya que, en último término, se trata derecurso ya que, en último término, se trata de una zona donde es posible valorar, e incluso rentabilizar, un autentico paisaje cultural.

Queremos agradecer al Museo de Salamanca y de manera muy especial a su Director, D. Alberto Bescos, que ha hecho posible la reedición de esta exposción, presentada inicialmente en Noviembre de 2002.

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Javier Sánchez Palencia

María Ruiz del Árbol

Oscar López Jiménez

(Equipo de Investigación “Estructura social y territorio Arqueología del Paisaje” del Instituto de Historia del CSIC)

Desde la prehistoria hasta nuestros días, las sociedades

humanas se han relacionado estrechamente con el medio en que habitan: el resultado de esta interacción es el paisaje que hoy podemos observar. Este es, en efecto, el producto de un largo proceso histórico en el que se pueden reconocer las huellas de la acción del hombre sobre el medio. Y es precisamente esta consideración del paisaje como producto de la historia lo que la arqueología del paisaje valora y reivindica: la importancia del paisaje como verdadero documento histórico, como registro arqueológico en si mismo, en cuanto síntesis de relaciones sociales.

La consideración del paisaje como registro arqueológico

conlleva un tipo de perspectiva en el análisis histórico, ya no se trata de obtener simplemente unas dataciones absolutas a través de unos materiales arqueológicos más o menos espectaculares, sino de comprender las transformaciones producidas por las estructuras territoriales y sociales que han ido conformando la historia de este paisaje.

Las implicaciones metodológicas de estos presupuestos son

inmediatas: un estudio completo del paisaje es, necesariamente, diacrónico y, además, requiere la ampliación de lo que es posible documentar con metodología arqueológica. Es decir, el registro arqueológico no se reduce a los objetos que se encuentran en la superficie del terreno o en una excavación, sino que abarca todo el conjunto de elementos originados por la acción de la sociedades en el pasado y que, por tanto, son accesibles al análisis por parte del arqueólogo.

Articulada en torno a varios proyectos, la investigación

desarrollada en la Sierra de Francia (cuyos principales resultados se muestran en esta exposición) se planteó desde un principio como un trabajo interdisciplinario en el que las nuevas aportaciones de la arqueología del paisaje se aunaron con los planteamientos de la geoarqueología. En este sentido, desde el comienzo, en la investigación han colaborado numerosos investigadores y profesionales dedicados a campos científicamente diversos, pero con intereses convergentes: arqueólogos, geólogos, edafólogos, físicos, etc.

La Sierra de Francia se eligió, desde el inicio, como el marco

idóneo para la realización de un estudio desde estos planteamientos. La zona ha sido objeto de una intensa actividad minera, tanto en la antigüedad, como en épocas más recientes, que ha dejado su huella en el paisaje de la Sierra: lugares como Las Cavenes de El Cabaco, o las márgenes de la parte alta del río

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Pinarejo-Tenebrilla muestran, todavía hoy, las huellas de la explotación romana de los yacimientos auríferos. Esta explotación se produjo, esencialmente, en los primeros siglos DC y no sólo implicó la extracción del oro existente sino también el aprovechamiento de toda una serie de recursos naturales y potencialmente agrarios, puesto que la actividad minera antigua no poseía el carácter sectorial que hoy la caracteriza.

La investigación realizada en la Sierra de Francia ha

pretendido profundizar en dos importantes aspectos históricos, diacrónica y espacialmente.

En primer lugar, en el impacto que supuso sobre la zona y sus

habitantes la nueva actividad minera de época romana. Pero para conseguir este objetivo era preciso conocer suficientemente toda el área y su entorno en época prerromana, sobretodo protohistórica. Por otro lado ese estudio debía desarrollarse a una escala representativa del ámbito comarcal. Sólo así podrían valorarse las diferencias en el poblamiento y la explotación antes de la llegada romana y con posterioridad a ella.

En segundo lugar este estudio diacrónico debía implicar a su

vez un estudio espacial coherente con los modelos de estructura social y territorial, correspondientes a esos dos momentos. Lógicamente tales momentos podían ser diferentes, puesto que los fuertes intereses estatales que guiaron la intervención

romana no se produjeron en época prerromana. Así pues, la escala de la investigación para ambas épocas ha sido diversa. Tal diversidad se ha visto acentuada por la propia naturaleza de los testimonios de la explotación del territorio, documentados sobre el terreno, mucho más claros y directos en época romana que en la prerromana.

Como se puede ver a lo largo de la exposición, la investigación

llevada a cabo en la Sierra ha proporcionado datos para interpretar el largo proceso de ocupación de este territorio desde los momentos finales de la edad del bronce hasta la implantación de las estructuras sociales y económicas romanas y su posterior abandono. La prospección de la región nos ha permitido obtener una primera visión del poblamiento y de explotación de territorio, como se ha dicho, para entender el carácter de los cambios producidos en las estructuras sociales antes de la implantación romana en la región. El desarrollo del paisaje durante este período está representado por tres asentamientos: el Castil de Cabras (San Miguel de Valero), La Corona (La Rinconada de la Sierra) y La Mata del Castillo (La Bastida).

El Castil de Cabras es un asentamiento de pequeño tamaño,

situado en un espolón rocoso de la ladera del Valle del Arroyo de Quilamas. Con menos de 500m2 de superficie habitable, tan sólo pudo albergar una pequeña población, formada por unas cuantas familias que habitarían en cabañas fabricadas con materiales poco duraderos. De su forma de vida nos quedan las estructuras de terrazas que construyeron para acondicionar el lugar y

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algunos elementos que nos hablan de la forma en la que subsistieron. Los restos encontrados constatan que aprovecharon pequeñas superficies de tierra cultivable para plantar cereal de trigo y poseían algunos animales que, posiblemente, fueran cabras. Estos grupos todavía se movían por su territorio combinando los recursos de la zona, quizás alternando asentamientos de invierno y verano. Era, por tanto, un grupo semi móvil, cuya economía se basaba en la producción para la subsistencia del grupo familiar, sin importantes sistemas de almacenaje. Los materiales recuperados nos permiten situarlo entre lo que se conoce como el bronce final y el comienzo de la edad del hierro que, en esta zona se produjo hacia los siglos IX-VIII a.c.

Los cambios sociales y tecnológicos producidos a lo largo de la

edad del hierro llevaron a estas poblaciones a asentarse definitivamente, rodeando sus poblados de murallas, delimitando zonas amplias de terreno y albergando una población que debió de ser mayor. Este es el caso que evidencia el Castro de La Corona. La economía se intensificó y se produjo una importante alteración del entorno dominado por el castro, debido a la aparición de un número mayor de ganados con presencia de vacas, y además de cabras hubo ovejas. Esto se plasmó en una elección del lugar de asentamiento que dominaba visualmente el entorno y que era, a su vez, muy fácilmente visible. Los materiales recuperados muestran ya el conocimiento del torno de alfarero y de una producción más estandarizada de elementos de vajilla y almacenaje. El castro de La Corona pudo estar en plena actividad hacia los siglos IV y III a.c., en lo que denominamos la segunda edad del hierro.

La presión romana obliga a estos grupos a modificar sus

formas de vida. Este período se refleja en La Mata del Castillo, un poblado situado a unos escasos 3.000 metros del castro de La Corona, fechado hacia finales del siglo II y principios del siglo I, podría servir como ejemplo del momento en el que se produjo este cambio. En esa época, la presencia romana detectable a través de los materiales arqueológicos era muy débil, pero muy clara cuando vemos la transformación en la estructura del grupo y su forma de subsistencia. Desde este momento las estructuras sociales cambian, la explotación del terreno está definida por los intereses del estado y no por los de la comunidad y se produce una alteración sustancial del paisaje, cuyo punto más alto lo testimonia la aparición de las explotaciones mineras.

El final de la conquista romana del noroeste de la península

ibérica y a integración de los territorios de la Sierra en la provincia Hispania Ulterior Lusitania marca un cambio en el desarrollo de estos territorios. Entonces se produjo una ocupación global del territorio, caracterizada por la fundación de numerosos asentamientos de pequeño tamaño que se distribuyeron de forma homogénea en función de los recursos explotables en el territorio. En este momento se explotaron de forma extensiva los territorios del piedemonte de la Sierra de Francia, en los que se beneficiaron, fundamentalmente, los yacimientos auríferos vinculados a los depósitos de raña del plioceno. Como se puede ver en la exposición, los trabajos desarrollados permiten asegurar que la minería de la Sierra de Francia es, como la del noroeste, de época altoimperial y fue gestionada directamente por el estado romano.

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Junto a esta fuerte explotación minera se documenta en la

Sierra de Francia la puesta en valor de todos los recursos naturales del área. Junto a las labores se establecieron diversos asentamientos, directamente vinculados a la explotación de las minas pero, como puede verse en la Fuente de la Mora (El Cabaco) en ningún caso puede hablarse de ninguna especialización funcional o de una sectorialidad de la ocupación. Se trata de poblados pequeños en los que conviven, en espacios reducidos pero complejos, toda una serie de actividades ( agrarias, textiles y mineras). Se puede hablar, por tanto, de una ocupación global del territorio, caracterizada por la implantación de nuevos núcleos y la puesta en valor de todos los recursos de la zona, en el marco de una articulación territorial a gran escala que no tiene precedentes en la zona.

Con el final de la explotación minera, a finales del siglo II o

comienzos del siglo III a.c, gran parte de los poblados fueron abandonados totalmente. Este abandono y la dinámica de ocupación del espacio que a partir de ese momento se estableció en estos territorios ha sido uno de los factores más importantes en la conservación de gran parte de las estructuras romanas hasta la actualidad. Algunas se conservan como elementos fosilizados en el paisaje; otras, siguen teniendo un papel en la articulación del espacio. Este es el caso de la red hidráulica construida en época romana que, en unos casos se ha conservado gracias a la reutilización de los canales como caminos y, en otros, ha seguido cumpliendo su papel en el abastecimiento de agua.

En la exposición se sintetiza, por tanto, el proceso de cambio

que sufren los territorios de la Sierra de Francia durante las épocas protohistórica y romana. La investigación ha permitido hacer una valoración, completamente nueva de las labores mineras romanas y obtener una visión de conjunto de la explotación y de su contexto histórico. Esta es la única vía posible para comprender adecuadamente la evolución y formación del paisaje de la Sierra. Esperamos, en definitiva, que esta exposición permita apreciar la comarca de la Sierra de Francia como una zona donde es posible comprender la interacción permanente entre el medio físico y las comunidades que, históricamente, se han servido de él como recurso ya que, en último término, se trata de una zona donde es posible valorar, e incluso rentabilizar, un autentico paisaje cultural. Las Cavenes. Centro de Interpretación de la Minería Romana del Oro. Carretera SA-220, Km 56,200 – El Cabaco – Salamanca www.lascavenes.es – [email protected] 660·568·553 – 658·967·198 Horario Agosto 2012. Martes a Sábado de 17,00 h a 20,00 h. Sábados y Domingos de 11,00 a 14,00 h.