Dr. Tulio Jiménez Presidente de la Corte Disciplinaria ... filecrito ut supra, es sin duda alguna...

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T al como hemos sostenido en reiteradas oportunidades, la crea- ción de la Jurisdicción Disciplinaria Judicial obedece a un man- dato de la Constitución de la República Bolivariana de Vene- zuela, y sin duda alguna tiene entre otros propósitos contribuir al fortalecimiento y saneamiento del Sistema de Justicia. Así, entre sus normas, en los artículos 15 y 16 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, se establece: Artículo 15: “A los fines de disponer y mantener registros ac- tualizados relacionados con el desempeño de los jueces y juezas, su formación y trayectoria profesional, la Dirección Ejecutiva de la Magistratura mantendrá de manera permanente un ex- pediente de cada juez y jueza con la respectiva información ac- tualizada”. Artículo 16: “Los Órganos con competencia disciplinaria con- tarán con un sistema de registro digitalizado de información disciplinaria, que contenga resumen curricular, el expediente al que se refiere el artículo anterior y las sanciones que se ha- yan impuesto al juez o jueza o cualquier otro funcionario u otra funcionaria del Sistema Judicial. Antes de proceder a la desig- nación o ingreso de cualquier funcionario o funcionaria se con- sulta en el Registro de Información Disciplinaria Judicial. Todo ingreso o designación realizada al margen de esta norma será nula, sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria en que incurran los funcionarios o funcionarias que aparezcan como responsables de la omisión”. Este registro, al cual se refiere de manera específica el artículo 16, trans- crito ut supra, es sin duda alguna una disposición que el legislador con- sideró conveniente incluir con el propósito de avanzar en el necesario proceso de saneamiento del Sistema de Justicia, especialmente en lo que se refiere a mantener en él a personas probas, con suficiente formación y a la vez evitar la reubicación que con frecuencia ocurre, de personas que han cometido actos irregulares en la Administración Pública Nacional, que se las ingenian para ser nombradas en otro destino público. Es necesario resaltar que el registro en referencia no solo contempla a los jueces de la República, sino a los intervinientes en el Sistema de Justicia, lo cual tiene su explicación en virtud de lo dispuesto en el artículo 38 del Código de Ética del Juez Venezolano y de la Jueza Venezolana, en cuanto a la competencia que este instrumento le asigna a la Jurisdicción Discipli- naria Judicial por el llamado fuero de atracción por omisión. De tal forma que a la figura del registro al cual hacemos referencia debe dársele la importancia que el legislador atribuye, y debe ser del interés de todos los que conformamos el Sistema de Justicia que esto se haga realidad. La Jurisdicción Disciplinaria Judicial ha avanzado en el proceso de con- formación del registro, pero no podemos dejar de señalar que sentimos resistencia en algunos órganos de dicho sistema en aportar los datos nece- sarios para la conformación del registro in comento. Editorial Dr. Tulio Jiménez Presidente de la Corte Disciplinaria Judicial

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Tal como hemos sostenido en reiteradas oportunidades, la crea-ción de la Jurisdicción Disciplinaria Judicial obedece a un man-dato de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-zuela, y sin duda alguna tiene entre otros propósitos contribuir

al fortalecimiento y saneamiento del Sistema de Justicia. Así, entre sus normas, en los artículos 15 y 16 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, se establece:

Artículo 15: “A los fines de disponer y mantener registros ac-tualizados relacionados con el desempeño de los jueces y juezas, su formación y trayectoria profesional, la Dirección Ejecutiva de la Magistratura mantendrá de manera permanente un ex-pediente de cada juez y jueza con la respectiva información ac-tualizada”.

Artículo 16: “Los Órganos con competencia disciplinaria con-tarán con un sistema de registro digitalizado de información disciplinaria, que contenga resumen curricular, el expediente al que se refiere el artículo anterior y las sanciones que se ha-yan impuesto al juez o jueza o cualquier otro funcionario u otra funcionaria del Sistema Judicial. Antes de proceder a la desig-nación o ingreso de cualquier funcionario o funcionaria se con-sulta en el Registro de Información Disciplinaria Judicial. Todo ingreso o designación realizada al margen de esta norma será nula, sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria en que incurran los funcionarios o funcionarias que aparezcan como responsables de la omisión”.

Este registro, al cual se refiere de manera específica el artículo 16, trans-crito ut supra, es sin duda alguna una disposición que el legislador con-sideró conveniente incluir con el propósito de avanzar en el necesario proceso de saneamiento del Sistema de Justicia, especialmente en lo que se refiere a mantener en él a personas probas, con suficiente formación y a la vez evitar la reubicación que con frecuencia ocurre, de personas que han cometido actos irregulares en la Administración Pública Nacional, que se las ingenian para ser nombradas en otro destino público.

Es necesario resaltar que el registro en referencia no solo contempla a los jueces de la República, sino a los intervinientes en el Sistema de Justicia, lo cual tiene su explicación en virtud de lo dispuesto en el artículo 38 del Código de Ética del Juez Venezolano y de la Jueza Venezolana, en cuanto a la competencia que este instrumento le asigna a la Jurisdicción Discipli-naria Judicial por el llamado fuero de atracción por omisión.

De tal forma que a la figura del registro al cual hacemos referencia debe dársele la importancia que el legislador atribuye, y debe ser del interés de todos los que conformamos el Sistema de Justicia que esto se haga realidad.

La Jurisdicción Disciplinaria Judicial ha avanzado en el proceso de con-formación del registro, pero no podemos dejar de señalar que sentimos resistencia en algunos órganos de dicho sistema en aportar los datos nece-sarios para la conformación del registro in comento.E

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Dr. Tulio JiménezPresidente de la Corte Disciplinaria Judicial

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 2

Octavio SiscoRicciardiMagistrado de la Sala de Casación Social

Anál is is del procedimiento disciplinario judicial en el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana

La carencia o defecto normativo en lo que respecta al procedimiento disci-plinario previsto en el Capítulo IV

del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, en lo adelante Código de Ética, especialmente en lo que atañe a los artículos 52 (Oficina de Sustanciación); 55 (Admisibilidad de la denuncia); 58 (Du-ración de la investigación) y 62 (Citación, descargos y lapso probatorio), obligó a la Jurisdicción Disciplinaria a dictar en el Re-glamento Orgánico y Funcional, algunas disposiciones para llenar ese vacío.

Sin embargo, antes de analizar las dispo-siciones del mencionado Reglamento Or-gánico y Funcional, conviene hacer las si-guientes precisiones.

El Derecho regula la vida en sociedad apli-cándose a los hechos producidos o deriva-dos de las relaciones intersubjetivas con trascendencia jurídica. Esta regulación se realiza a través de la aplicación del conjun-to de normas jurídicas que constituyen el derecho objetivo y positivo. La aplicación del Derecho debe consistir entonces en la culminación de un proceso lógico mental que se da desde una regla general hasta la adopción de una decisión particular. La aplicación de las normas jurídicas se carac-teriza, de este modo, como manifestación de la vigencia del derecho. Pero el supuesto de hecho de la norma es siempre de carác-ter general en relación a la descripción del hecho al cual habrá de ser aplicado. Surge entonces la necesidad de subsumir adecua-damente este último dentro de aquel, lo que se consigue a través de la interpretación.

Las normas jurídicas en las que el Derecho vigente se encuentra plasmado se expresan mediante el lenguaje, pero este, al prescri-bir una norma, puede ser oscuro y/o dudoso, puede tener un trasfondo doctrinario y/o un sentido técnico, etc., en fin, puede a prime-ra impresión expresar no precisamente la voluntad del legislador; de repente no con exactitud y probablemente hasta ni siquiera cercanamente puede no contener la inten-ción que este tuvo para sancionar la norma, o puede incluso ser reproducción cercana o fiel de una norma extranjera, en cuyo caso es posible que ni el legislador supiera el sentido exacto y cabal de la norma que ha-bría puesto en vigencia. Los hechos, a su vez, pueden ser tan variados y diversos que no se dejan prever total e inequívocamente por las normas jurídicas.

Así como el lenguaje muchas veces puede no ser claro, las normas jurídicas, por tener que valerse del elemento lingüístico para expresarse, no escapan a esta posibilidad, a lo que contribuye la diversidad de los he-chos. La doctrina, sin embargo, es casi uná-nime en considerar que al interpretar no es-tamos solamente ante una mera posibilidad de falta de claridad en el texto de la norma, puesto que la interpretación de las normas siempre está presente al momento de apli-car el derecho; por más que la norma que va a ser objeto de interpretación no revis-ta mayor complicación para desentrañar su significación y sentido.

Cabría, en todo caso, hablar de mayor o me-nor grado de dificultad para interpretar una norma jurídica, pero nunca de la posibili-

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dad de prescindir de hacerlo, de tal modo que existirá siempre la ineludible necesidad de la interpretación de la norma jurídica.

Pero queda entonces claro que la interpretación no tiene como objeto solo la ley o la norma jurídica; es también objeto de interpretación el Derecho no codificado o no normado. Más aún, incluso los hechos son objeto de interpretación, por lo que se ha dicho que la interpreta-ción es una labor muchas veces planteada por una cierta situación social en una determinada realidad histórica.

La interpretación, por su alcance o extensión, puede clasificarse como interpretación declarativa e interpre-tación modificativa. Esta última, a su vez, puede ser extensiva y restrictiva. La interpretación modificativa es la que enrumba el alcance de la norma cuando, en relación a lo que pretendía el legislador, esta ha sido expresada con excesiva estrechez, en cuyo caso deberá efectuarse una interpretación extensiva; o con excesiva amplitud, en cuyo caso deberá efectuarse una interpre-tación restrictiva.

Respecto a la interpretación extensiva, lo que hace el operador jurídico o intérprete es extender el alcance de la norma a supuestos no comprendidos expresamente en ella, por considerar que habría sido voluntad del legis-lador comprender en la norma a aplicar tales supuestos.

Sobre el particular, el tratadista Werner Goldschmidt dice:

“Si resulta que la norma en su sentido lingüístico usual se queda a la zaga de la voluntad auténtica de su autor, hay que ensancharla para que llegue a alcanzar aquél”.

La interpretación es extensiva, explica Mario Alzamo-ra, se da cuando los términos de la ley expresan menos de lo que el legislador quiso decir, y se trata de averi-guar cuáles son los verdaderos alcances de su pensa-miento; continúa diciendo que “más que extensiva es esta interpretación ‘integrativa’ puesto que su objeto es referir la norma no a casos nuevos sino a aquellos que contiene virtualmente, porque si así no fuera no sería interpretación sino creación”.

Los procedimientos de interpretación extensiva son:

1. El argumento a pari, que consiste en referir al caso no previsto la misma consecuencia que al previsto por identidad de razón entre ambas hipótesis.

2. El argumento a fortiori, se da cuando los hechos constitutivos de la hipótesis de una norma son más cla-ros y evidentes en situaciones no comprendidas expre-samente por aquella (si la ley permite lo más, permite lo menos; si prohíbe lo más, prohíbe lo menos).

3. El argumento a contrario, que consiste en reformular una norma a su sentido contrario, para solucionar los casos contrarios imprevistos.

Con el propósito de alcanzar la significación y el men-saje de las normas, diversos métodos han sido propues-tos y desarrollados. Entre estos tenemos los métodos clásicos a los cuales ya hacía referencia Savigny, y que son: el gramatical, el lógico, el sistemático y el históri-co. Se puede considerar entre estos también al método teleológico que muchos autores consideran dentro del método lógico.

Por el método histórico se pretende interpretar la norma recurriendo a sus antecedentes, como las ideas de sus autores al concebir o elaborar los proyectos, los moti-vos que propiciaron la redacción y emisión de la ley, informes, debates, etc.

Mario Alzamora Valdez, quien identifica el método histórico con el de la exégesis seguramente por tener ambos algunos rasgos de similitud, afirma que este mé-todo es aquel que tiene por objeto el estado del derecho existente sobre la materia en la época en que la ley ha sido dada: determina el modo de acción de la ley y el cambio por ella introducido, que es precisamente lo que el elemento histórico debe esclarecer.

Por su parte, Claude Du Pasquier explica que este mé-todo consiste en investigar el estado de espíritu en que se encontraban los autores de la ley; los motivos que los han llevado a legislar y cómo se han representado la futura aplicación de los textos elaborados. A este efec-to, se examinan los primeros proyectos de la ley que se trata y se les compara con el texto definitivo para saber en qué sentido el poder legislativo ha precisado o trans-formado su pensamiento. Son así estudiados las exposi-ciones de motivos, los mensajes del poder ejecutivo, las cartas e informes de las comisiones encargadas, debates

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plenarios y todo aquello que ha precedido a la aplica-ción de la ley.

Este método, dice Karl Larenz, debe tenerse en cuenta para averiguar el sentido de la ley normativamente de-cisivo y, sobre todo, la intención reguladora del legisla-dor y las decisiones valorativas por él encontradas; así, para conseguir manifiestamente esa intención siguen siendo pauta vinculante para el juez, incluso cuando acomoda la ley a nuevas circunstancias no previstas por el legislador, o cuando la complementa.

Resulta evidente de la revisión normativa referida al procedimiento disciplinario judicial regulado por el Código de Ética, en consonancia con los análisis pre-cedentes, que el legislador ha dicho menos de lo que quiso decir; por tanto, se trata de averiguar cuáles son los verdaderos alcances de su pensamiento.

En primer lugar conviene revisar el estado del dere-cho existente para la promulgación del Código de Éti-ca (06/08/2009. G.O.R.B.V. n° 39.236, reformada el 23/08/2010. G.O.R.B.V. n° 39.493).

El procedimiento disciplinario estaba regulado por nor-mas preconstitucionales, a saber:

Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura del 08/09/1998, G.O.R.V. n° 36.534; la cual entró en vi-gencia el 23/01/1999.

Decreto mediante el cual se dicta el Régimen de Transición del Poder Público, dictado por la Asam-blea Nacional Constituyente, 29/12/1999, G.O.R.V. n° 36.859, específicamente el artículo 30.

Luego, con la entrada en vigencia de la Constitución de la República en 1999 se introdujeron dentro del cuerpo normativo institucional los siguientes instrumentos ju-rídicos:

Reglamento dictado por la Comisión de Funciona-miento y Reestructuración del Sistema Judicial, del 02/08/2005, G.O.R.B.V. n° 38.241, reimpresa por error el 18/11/2005, G.O.R.B.V. n° 38.317, mediante el cual se dictó el procedimiento a ser empleado para la disci-plina judicial por aplicación directa del artículo 257 de la Constitución de la República.

Sentencia n° 280 del 23/02/2007, dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, con carácter vinculante, mediante la cual reguló el procedimiento disciplinario judicial abreviado para el caso de declaratorias de errores jurídicos inexcusables o desacatos a amparos dictados por las diversas Salas que componen el Tribunal Supremo de Justicia, así como jueces superiores.

Como se sabe, el órgano encargado de la disciplina judicial hasta la sanción del Código de Ética era la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, organismo equivalente a los tribuna-les disciplinarios, creado por el artículo 24 del Régi-men de Transición del Poder Público, decretado por la Asamblea Nacional Constituyente el 22 de diciembre de 1999, publicado su texto en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela n° 36.920 del 28 de marzo de 2000.

Se trataba de un órgano emanado del poder constitu-yente originario (tal y como lo señaló la Sala Constitu-cional del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia Nº 179 del 28 de marzo de 2000), que duró en sus funcio-nes hasta la instalación de los tribunales disciplinarios judiciales creados por el Código de Ética en el mes de julio de 2011.

Todos estos instrumentos jurídicos que se aplicaban para el momento de la promulgación del Código de Éti-ca indicaban que el órgano instructor de la investiga-ción, para la determinación de la eventual responsabi-lidad disciplinaria de jueces y juezas, era la Inspectoría General de Tribunales.

En efecto, en el Capítulo IV del Título III, referente al Régimen Disciplinario de la Ley del Consejo de la Ju-dicatura, al regular el Procedimiento Disciplinario para los jueces y juezas, establecía lo siguiente:

Capítulo IV. Del Procedimiento

Artículo 40. InicioEl procedimiento se inicia de oficio por la Inspec-toría de Tribunales o a solicitud del Ministerio Pú-blico. También podrá iniciarse por parte agraviada o de cualquiera de los órganos del Poder Público ante la Inspectoría de Tribunales directamente o a

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través del Ministerio Público, el cual la transmitirá de acuerdo con lo previsto en esta Ley.

El denunciante responde civil y penalmente por la falsedad de su denuncia.

Artículo 41. InvestigaciónLa Inspectoría de Tribunales ordenará la investiga-ción y practicará las diligencias necesarias, a fin de recabar los elementos de convicción útiles para la comprobación del hecho objeto del procedimiento. Notificará de la investigación al juez imputado y al Ministerio Público en los términos de esta Ley, y les permitirá el acceso a las actuaciones. Si la investi-gación se inició por denuncia, el denunciante podrá intervenir en el procedimiento y aportar pruebas. La investigación no podrá exceder de noventa días. Este lapso podrá ser prorrogado en casos graves y complejos por la Sala Disciplinaria, a petición fun-dada del Inspector General.

Artículo 42. MedidasEn el curso de la investigación la Inspectoría de Tri-bunales podrá adoptar las medidas necesarias para evitar que desaparezcan las pruebas existentes en el Tribunal a cargo del juez investigado. También la Inspectoría de Tribunales podrá, en casos graves, proponer a la Sala Disciplinaria la suspensión pro-visional del juez, hasta por un lapso de quince días.

Si la investigación se inició por denuncia de parte agraviada en un proceso, inmediatamente de formu-lada la acusación por la Inspectoría General de Tri-bunales, el juez de la causa deberá inhibirse.

Artículo 43. DeclaraciónSi realizada la investigación el Inspector de Vigi-lancia considera fundada la denuncia, procederá a tomar declaración al juez imputado en el lugar don-de éste desempeña sus funciones, a fin de escuchar sus descargos.

Artículo 44. Petición fiscalOída la declaración del juez imputado, el Inspector, si considera comprobada la infracción, procederá a formular acusación por ante la Sala Disciplinaria. Caso contrario, ordenará el archivo de las actuacio-nes, previa notificación al denunciante.

Artículo 45. RecursoEn contra de la decisión que ordena el archivo de las actuaciones, los interesados podrán recurrir, dentro de los cincos días hábiles siguientes a su notifica-ción, ante el Presidente de la Sala Disciplinaria. Si éste declarara con lugar el recurso ordenará al Inspector General de Tribunales que interponga la acusación, y se inhibirá para seguir conociendo del procedimiento. Si se desestima el recurso, ratificará la orden de archivo.

Artículo 46. RequisitosEl escrito de acusación contendrá una sucinta ex-posición del hecho imputado; de los elementos de convicción que se promuevan, respecto de los cua-les tendrá el acusador la carga de su presentación; la calificación jurídica y la sanción que solicita.

Artículo 47. AudienciaRecibida la acusación, la Sala Disciplinaria fijará la fecha para la celebración de una audiencia oral y pública, la cual deberá tener lugar no antes de diez días ni después de quince. Dentro de dicho lapso el Ministerio Público podrá adherir a la acusación o presentar una acusación propia. El acusado deberá ser citado, por lo menos con cinco días de anterio-ridad a la fecha de la realización de la audiencia. El acusado promoverá sus pruebas antes del día de la audiencia y tendrá la carga de presentación. Los hechos podrán comprobarse por cualquier medio de prueba que no esté expresamente prohibido por la ley, adquirido e incorporado al procedimiento en forma lícita.

Artículo 48. DebateEl día y hora fijados, el Inspector y el Ministerio Pú-blico, si fuere el caso, expondrán su acusación y el acusado su defensa. Acto seguido, la Sala procederá a recibir la prueba promovida; concluida la prueba el Consejero Presidente tomará la palabra, sucesi-vamente, el Inspector de Tribunales y luego el Mi-nisterio Público, y finalmente el acusado formulará sus conclusiones, y oídas éstas se cerrará el debate.

Artículo 49. RequisitosLa decisión contendrá:

1. La relación de los hechos que la Sala estime pro-bados.

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2. Los fundamentos de hecho y de derecho.3. La resolución del asunto planteado, con mención de las normas legales aplicables y firma de los Con-sejeros.

Artículo 50. Deliberación y decisiónLa deliberación de los Consejeros disciplinarios será privada, conformarán su decisión fundamen-tándola en las pruebas que se incorporen en la au-diencia pública según su libre convicción, motivada y razonada, observando las reglas de la lógica, los conocimientos científicos y las máximas de la expe-riencia. La decisión se pronunciará por la mayoría de los miembros, se hará pública en su parte dis-positiva, concluirá la deliberación y se explicarán sucintamente los motivos de aquella. Deberá ser publicada íntegramente dentro de los cinco días si-guientes.

Artículo 51. RecursoContra las decisiones pronunciadas por la Sala Dis-ciplinaria podrá interponerse recurso de nulidad por ante la Sala Político Administrativa de la Corte Su-prema de Justicia.

Artículo 52. Renuncia maliciosaLa renuncia del juez sometido a proceso discipli-nario, una vez que se dicte la decisión correspon-diente, lo inhabilita para ser reincorporado al Poder Judicial en cualquier cargo, o al Ministerio Público.

Artículo 53. PrescripciónLa acción disciplinaria prescribirá a los tres años contados a partir en que se cometió el acto constitu-tivo de la falta. La iniciación del proceso disciplina-rio interrumpe la prescripción.

La existencia de un proceso penal sobre hechos que tipifican también faltas disciplinarias dará lugar a la suspensión del proceso disciplinario”.

Tal como lo indicó la mencionada sentencia n° 280 de 23/02/2007 de la Sala Constitucional del Tribunal Su-premo de Justicia, como complemento o coadyuvante de la jurisdicción disciplinaria el Régimen de Transi-ción del Poder Público señaló como órgano auxiliar de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, a la Inspectoría General de Tribunales (artículo 29), a quien encomendó la inspección y vigi-

lancia de los Tribunales de la República, y la instruc-ción de los expedientes disciplinarios de los jueces y demás funcionarios judiciales.

El artículo 30 eiusdem estableció el Procedimiento Disciplinario, según el cual la Inspectoría General de Tribunales, de oficio, porque considere que existan fal-tas disciplinarias, o a instancia de la Comisión de Fun-cionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, abrirá un expediente disciplinario con citación del juez o funcionario judicial, para que consigne sus alegatos, defensas y pruebas.

A juicio de la Sala Constitucional, era el procedimiento señalado en el artículo 30 del Régimen de Transición del Poder Público, el que básicamente regía el procedi-miento disciplinario para el momento de la promulga-ción del Código de Ética y, las normas preconstitucio-nales sobre la materia, nacidas antes de la Constitución de 1999, solo se aplicaban si no se contradecían con principios y normas constitucionales vigentes. Más adelante, la Sala llegó a puntualizar que la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judi-cial podía utilizar el control difuso y desaplicar normas preconstitucionales que coliden con la Constitución vi-gente o con sus principios. También señaló la naturale-za de la misma que, aunque formalmente ostentaba la condición de un órgano administrativo, aquella equiva-lía a un órgano jurisdiccional en los términos concebi-dos por la Constitución de la República, al mencionar “jurisdicción” dentro del capítulo referido al Poder Ju-dicial y el Sistema de Justicia desde el punto de vista técnico, es decir, de función pública de hacer justicia.

Esto quiere decir, que de órgano administrativo, como tradicionalmente se le atribuía la competencia para aplicar las sanciones disciplinarias a los jueces, ge-neralmente de una única instancia pasó a convertirse en tribunales desde el punto de vista formal y mate-rial, pues como acertadamente ha señalado el tratadista Eduardo Couture al referirse a la jurisdicción discipli-naria, señala que el derecho disciplinario es derecho administrativo o derecho penal.

Por su parte, el Reglamento de la Comisión de Fun-cionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial de 02/08/2005 establecía que la Inspectoría General de Tribunales era el órgano encargado de la investiga-ción disciplinaria judicial, y de presentar ante aquel el

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respectivo acto conclusivo, en caso de acusar al juez de un ilícito disciplinario, o concluir la investigación, en cuyo caso, el denunciante y/o el Ministerio Público podía apelar ante la Presidencia de la Comisión de Fun-cionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, el cual actuaba mutatis mutandi como juez de control de las actuaciones de la Inspectoría General de Tribunales para determinar si existían elementos suficientes para acusar al juez investigado.

Por otra parte, es importante destacar como otro ele-mento anterior al Código de Ética, el Anteproyecto del Código de Ética del Juez y Jueza Venezolanos elabora-do por la Comisión de Funcionamiento y Reestructu-ración del Sistema Judicial producto de la experiencia aplicada en los procedimientos orales y públicos desde agosto de 2005. Este Anteproyecto fue presentado en el mes de enero ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.

En la oportunidad de la declaratoria inconstitucional por omisión legislativa de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, con motivo del procedimiento legislativo iniciado para sancionar el denominado Proyecto de Código de Ética y Disciplina del Juez Venezolano o Jueza Venezolana, elaborado por dicha instancia legislativa en el año 2003, que no fue-ra finalmente promulgado, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia n° 1048 de 18/05/2006, en ponencia conjunta, reafirmó su facul-tad de juzgamiento para la determinación de la nulidad solicitada, indicando los aspectos normativo-constitu-cionales más relevantes para ese caso, sentencia vincu-lante por disposición expresa de la Constitución a todos los órganos públicos y a los ciudadanos.

En el pronunciamiento quinto del dispositivo del fallo la Sala exhortó a la Asamblea Nacional a considerar debidamente el Anteproyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolanos, elaborado por la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Ju-dicial.

En efecto, en el capítulo Óbiter dictum de la menciona-da sentencia señaló lo siguiente:

“De la labor de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial y del An-

teproyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolanos”

En virtud de las decisiones adoptadas por esta Sala Constitucional mediante sentencias Nº 1057, de fe-cha 01 de junio de 2005; N° 1793, de fecha 19 de julio de 2005 y Nº 2713 de fecha 12 de agosto de 2005, la Comisión de Funcionamiento y Reestruc-turación del Sistema Judicial ha venido desarrollan-do su labor en atención a los lineamientos conteni-dos en las decisiones antes indicadas.

En primer término se han adoptado las medidas de carácter administrativo que han permitido la reor-ganización de la Comisión, con el fin de materiali-zar de manera efectiva la labor disciplinaria judicial que le ha sido encargada a este órgano de origen supraconstitucional.

En segundo lugar, se han producido las modifica-ciones necesarias y pertinentes que han permitido la realización de procedimientos disciplinarios aten-diendo en todo momento al espíritu, propósito y ra-zón del constituyente, cuando señala en el artículo 267 de la Carta Magna que tales juicios han de ser públicos, orales y breves.

En este sentido, se publicó en fecha 02 de agosto de 2005 en la Gaceta Oficial de la República Boli-variana de Venezuela N° 38.241 la Resolución por la cual se aprobó el Reglamento de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Ju-dicial.

Posteriormente, en fecha 18 de noviembre de 2005 se publicó en la Gaceta Oficial de la República Bo-livariana de Venezuela N° 38.317 la Resolución por la cual se aprobó el Reglamento de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Ju-dicial. (Reimpreso por error material del ente emi-sor).

Igualmente, el organismo ha dictado las medidas necesarias, con el fin de reorganizar administrativa-mente el funcionamiento de la institución y en tal sentido ello ha permitido a los justiciables, esto es los jueces y juezas de la República contar con ma-yor información y certeza al momento de ejercer su derecho a la defensa, al tiempo que permite con-

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solidar aspectos inherentes al concepto del debido proceso. En este sentido, se han elevado los niveles de seguridad jurídica y de transparencia que deben caracterizar el trabajo de la Comisión.

En este sentido, se señala como resultados de la gestión desempeñada: la creación de la unidad de archivo del organismo; la instauración de los meca-nismos de consultas de expedientes; el acondiciona-miento físico necesario para efectuar la consulta por parte de los jueces y juezas; la puesta en funciona-miento de las instalaciones destinadas a los juicios orales y la puesta en marcha de la secretaría de la comisión como una unidad autónoma que brinde todo el soporte necesario para el cabal y efectivo desarrollo de las labores encomendadas a la Comi-sión.

También se desprende del Informe de Gestión presentado por la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia la elaboración del Anteproyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolanos, cuya realización le fue encomendada mediante solicitud contenida en la parte dispositiva de la decisión adoptada por esta Sala bajo el Nº 1793, de fecha 19 de julio de 2005.

Examinado como ha sido el Anteproyecto antes se-ñalado, esta Sala observa lo siguiente:

Que el contenido del referido Anteproyecto guarda relación directa con las disposiciones fundamenta-les de la Carta Magna al establecer los juicios ora-les, públicos y breves, que han de conformar la de-nominada Jurisdicción Disciplinaria.

Que el referido Anteproyecto permite el ejercicio equilibrado de la actividad disciplinaria, tanto para el Sistema judicial, por órgano de los futuros tribu-nales disciplinarios, como para los destinatarios na-turales de esta normativa, esto es los jueces y juezas de la República.

Sin embargo, este Anteproyecto de Código ha su-perado la concepción que tuvieron los anteriores instrumentos llevados a la Asamblea Nacional. En efecto este Anteproyecto materializa la llamada vi-sión sistémica que se le da en la Constitución de

1999 a la administración de justicia, ya que adopta el concepto del llamado Sistema Judicial. De esta manera el anteproyecto elaborado por la comisión adopta el paradigma del Sistema y luego, a través de la descripción que brinda en la Exposición de Motivos y el consiguiente desarrollo del articulado se pueden observar transformaciones interesantes que pueden llegar a determinar significativamente al aparato judicial en cuanto al desempeño de los intervinientes en el acto judicial.

En primer término el Anteproyecto consagra la figu-ra del llamado fuero de atracción por omisión y ello representa una propuesta realmente significativa ante la reiterada inaplicación de los procedimientos disciplinarios que se establecen en diferentes fueros especiales disciplinarios que regulan el desempeño ético de los profesionales que eventualmente pue-dan intervenir en procesos judiciales.

En este orden de ideas, señala la Exposición de Mo-tivos del Anteproyecto de Código de Ética del Juez y Jueza Venezolanos, lo siguiente:

“La Carta Magna en el artículo 253, Sección Pri-mera, Disposiciones Generales, del Capítulo III, Del Poder Judicial y del Sistema de Justicia del Título V, De la organización del Poder Público Na-cional, determina la concepción sistémica del orden judicial en los siguientes términos: ‘La potestad de administrar justicia emana de los ciudadanos y ciudadanas y se imparte en nombre de la República por autoridad de la ley.

Corresponde a los órganos del Poder Judicial co-nocer de las causas y asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las le-yes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias.

El sistema de justicia está constituido por el Tribu-nal Supremo de Justicia, los demás tribunales que determine la Ley, el Ministerio Público, la Defen-soría Pública, los órganos de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de justicia, el sistema penitenciario, los medios al-ternativos de justicia, los ciudadanos o ciudadanas que participan en la administración de justicia con-

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forme a la ley los abogados autorizados y abogadas autorizadas para el ejercicio.”

Mientras que el artículo 267 Sección Tercera Del gobierno y de la administración del Poder Judicial; Capítulo III Del Poder Judicial y del Sistema de Jus-ticia; Título V De la organización del Poder Públi-co Nacional, ordena la existencia de la denominada Jurisdicción Disciplinaria, de la siguiente manera:

“Corresponde al Tribunal Supremo de Justicia la dirección, el gobierno y la administración del Po-der judicial, la inspección y vigilancia de los tribu-nales de la República y de las Defensorías Públicas. Igualmente, le corresponde la elaboración y ejecu-ción de su propio presupuesto y del presupuesto del Poder Judicial.

La jurisdicción disciplinaria judicial estará a car-go de los tribunales disciplinarios que determine la ley.

El régimen disciplinario de los magistrados o ma-gistrados y jueces o juezas estará fundamentado en el Código de Ética del Juez Venezolano o Jueza Ve-nezolana, que dictará la Asamblea Nacional.

El Procedimiento disciplinario será público, oral y breve, conforme al debido proceso, en los términos y condiciones que establezca la ley.

Para el ejercicio de estas atribuciones, el Tribunal Supremo en pleno creará una Dirección Ejecutiva de la Magistratura, con sus oficinas regionales”.

A partir de la visión constitucional antes señalada el Anteproyecto de Código de Ética del Juez y Jue-za Venezolanos determinó el objeto y ámbito de su aplicación.

Dentro de la concepción antes aludida los órganos de la jurisdicción con competencia en la materia disciplinaria tienen a los jueces y juezas de la Repú-blica como destinatarios naturales de la normativa desarrollada, con aplicación preferente para éstos, pero ante la omisión de los demás fueros especia-les disciplinarios se abre la posibilidad de que los órganos previstos en este Código puedan ejercer su potestad disciplinaria sobre el resto de los intervi-

nientes en el proceso judicial y en tal sentido es res-ponsabilidad de éste fuero de atracción por omi-sión, velar por el mantenimiento y preservación de la confianza pública en el Sistema Judicial.

En el contexto antes indicado, es responsabilidad de los órganos integrantes del Poder Judicial y deber de todos aquellos intervinientes que concurren a los órganos jurisdiccionales realizar y practicar las ac-tuaciones que contribuyan con el mantenimiento de la disciplina judicial y el debido desempeño ético y profesional. Ahora bien, ante la inobservancia de los principios éticos y el incumplimiento de los de-beres inherentes al ejercicio de la función judicial, los órganos de la jurisdicción disciplinaria judicial tienen la misión de determinar las responsabilida-des a que hubiere lugar y la aplicación de sanciones a los jueces y juezas.

Dada la trascendencia de la justicia para la sociedad y el valor que ella tiene para la convivencia social, es necesario preservar la confianza pública en los operadores naturales del aparato judicial, es decir los jueces, pero también es determinante que el res-to de los intervinientes en el proceso judicial pue-dan ser sujetos de revisión disciplinaria cuando su conducta haya comprometido la buena marcha y el decoro de la institucionalidad judicial”.

(Véase: Exposición de Motivos del el Antepro-yecto de Código de Ética del Juez y Jueza Ve-nezolanos. Elaborado por la Comisión de Fun-cionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial y presentado ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia el día 30 de enero de 2006).

En este orden de ideas, la doctrina extranjera ha se-ñalado en relación con los fueros especiales de juz-gamiento, en este caso para los parlamentarios, lo siguiente:

“La Constitución prohíbe jueces excepcionales o no ordinarios, pero permite al legislador una deter-minación de las competencias de acuerdo a los in-tereses de la justicia, y teniendo en cuenta experien-cias propias y ajenas… Existen supuestos que, en relación con su naturaleza, con la materia sobre las que versan, por la amplitud del ámbito territorial

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 10

en que se producen, y por su trascendencia para el conjunto de la sociedad, pueden hacer llevar ra-zonablemente al legislador a que la instrucción y enjuiciamiento de los mismos pueda llevarse a cabo por un órgano judicial centralizado…

En efecto, tanto los Juzgados centrales de Instruc-ción como la Audiencia Nacional son orgánica y Funcionalmente, por su composición y modo de de-signación, órganos judiciales ‘ordinarios’ y así ha sido reconocido por la Comisión Europea de Dere-chos Humanos en su Informe (de 16 de Octubre de 1986) sobre el caso Bárbera y otros…”.

(Véase: El Juez Natural de los Parlamentarios. Fenández-Viagas Bartolomé. Editorial CIVITAS Madrid-España. Año 2000; página 68).

Como se desprende de la lectura de los textos antes citados puede evidenciarse el interesante plantea-miento que hace el Anteproyecto de Código elabo-rado por la Comisión atendiendo a lo dispuesto en el artículo 267 del Texto Fundamental, en lo que respecta a su potestad de juzgamiento y el alcance que tendrían los órganos disciplinarios judiciales en caso de consagrase dentro del ordenamiento ju-rídico venezolano la figura del fuero de atracción por omisión.” (Destacados de la sentencia).

Del fallo parcialmente transcrito se concluye lo si-guiente:

1. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Jus-ticia subrayó las medidas adoptadas de carácter admi-nistrativo que permitieron la reorganización de la Co-misión, con el fin de materializar de manera efectiva la labor disciplinaria judicial que le ha sido encargada a este órgano de origen supraconstitucional.

2. Se destacó en segundo lugar, las modificaciones necesarias producidas y pertinentes que permitieron la realización de procedimientos disciplinarios aten-diendo en todo momento al espíritu, propósito y razón del constituyente, cuando señala en el artículo 267 de la Carta Magna que tales juicios han de ser públicos, orales y breves. En tal sentido, hizo referencia al Re-glamento dictado al efecto Comisión de Funcionamien-to y Reestructuración del Sistema Judicial en fecha 02/08/2005(sic).

3. Finalmente, la Sala enfatizó el contenido de la pro-puesta normativa en lo que respecta a la potestad de juzgamiento de los futuros tribunales disciplinarios, hoy concretizado, y el alcance que tendrían éstos órga-nos disciplinarios judiciales en caso de consagrase (sic) dentro del ordenamiento jurídico venezolano la figura del fuero de atracción por omisión, esto es, que en atención a la visión sistémica que de la justicia hace la Carta Magna, se incluya la posibilidad de sancionar disciplinariamente a los demás componentes del Sis-tema de Justicia con ocasión a su inserción en actua-ciones judiciales ante la omisión de los demás fueros especiales disciplinarios, que le son naturales.

Por otra parte, puede inferirse directamente de la vo-luntad del legislador de establecer dos órganos perfec-tamente diferenciados en el procedimiento disciplinario judicial: uno investigador y acusador (Inspectoría Ge-neral de Tribunales) y otro judicial encargado de apli-car la sanción (Tribunal Disciplinario Judicial y Corte Disciplinaria Judicial).

Al respecto se observa que la intención del Constitu-yente no ha podido ser otra que quebrar el principio según el cual quien nombra también destituye. En este caso, el órgano con poder de designar los jueces (Tribu-nal Supremo de Justicia) no puede destituir puesto que se infiere de disposición expresa de la propia Constitu-ción (Art. 257) que ésta responsabilidad está confiada a otro órgano: la jurisdicción disciplinaria judicial, cuyos jueces son designados mediante un sistema de elección.

Justamente, siguiendo la línea argumental y en atención al método interpretativo histórico, se desprende cuál es la verdadera intención del legislador con ocasión a la presentación en primera discusión del Código de Éti-ca del Juez Venezolano y Jueza Venezolana, elaborado y presentado por la Comisión Permanente de Política Interior, Justicia, Derechos Humanos y Garantías Cons-titucionales de la Asamblea Nacional el 9 de abril de 2009. La Exposición de Motivos fue considerada por la Asamblea Nacional de conformidad con lo dispuesto en el artículo 208 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

En efecto, señala expresamente la Exposición de Mo-tivos que acompañó el mencionado Proyecto de Ley:

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 11

“El Título III del Código incorpora una serie de nor-mas que establecen los órganos competentes para ejercer la jurisdicción disciplinaria. Encaminado a garantizar los derechos de quienes ejercen cargos de jueces y juezas. De esta manera se enuncia un conjunto de principios a observarse por parte de los órganos que conforman dicha jurisdicción dis-ciplinaria, a saber, del debido proceso, oralidad, publicidad, igualdad, imparcialidad, contradicción, economía, eficacia, celeridad, proporcionalidad, adecuación, concentración e inmediación, idonei-dad e integridad.

Asimismo se implementa el fuero de atracción para el conocimiento de las infracciones disciplina-rias que con ocasión a sus actuaciones judiciales, desarrollen los y las demás intervinientes del Siste-ma de Justicia actúen ante los órganos jurisdiccio-nales (sic). Conforme al artículo 253 de la Cons-titución de la República Bolivariana de Venezuela los demás intervinientes del Sistema de Justicia son: el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los ór-ganos de investigación penal, los o las auxiliares y funcionarios o funcionarias de justicia, los funcio-narios o funcionarias del sistema penitenciario; los o las responsables de aplicar medios alternativos de justicia; los ciudadanos o ciudadanas que participan en la administración de justicia conforma (sic) a la ley y los abogados autorizados o abogadas autoriza-das para el ejercicio.

Se establece dos formas para prevenir o conocer de estas causas: a) cuando no guarden relación o conexión con un procedimiento judicial seguido a un juez o una jueza pero se desprende una posible infracción de estos intervinientes en causas judicia-les; y, b) cuando guarden conexidad y a fin de evitar multiplicidad de causas y posibles contradicciones de decisiones sobre dichos asuntos. En este último caso, el conocimiento se le atribuye exclusivamente a los órganos de la jurisdicción disciplinaria judi-cial, en consonancia con la visión sistémica que de la justicia consagró el Constituyente.

Posteriormente, se establece que corresponde al Tribunal Disciplinario Judicial y a la Corte Disci-plinaria Judicial la competencia disciplinaria sobre los jueces o juezas de la República Bolivariana de Venezuela, los mencionados órganos conocerán y

aplicarán en primera y segunda instancia respecti-vamente los procedimientos disciplinarios que les competa, para lo cual contarán con una Secretaría y los servicios de Alguacilazgo.

Corresponde al Tribunal ejercer las funciones de control durante la fase de investigación; decretar las medidas cautelares procedentes; celebrar el juicio y decidir sus incidencias; dictar la decisión del caso; imponer las sanciones correspondientes y velar por la ejecución y cumplimiento de las mismas. Mien-tras que corresponde a la Corte, como órgano de alzada, asegurar la correcta interpretación y aplica-ción del Código y el resto de la normativa relacio-nada con la idoneidad y el desempeño de quienes administran justicia.

(Omissis)El Título IV del Código regula las pautas del proce-dimiento disciplinario, esencialmente atribuye com-petencias al órgano de investigación, la posibilidad de participación abierta de la ciudadanía tanto en la investigación como en el procedimiento ju-dicial propiamente dicho. Resulta relevante que se exige tan solo un interés simple y general para el ejercicio de los derechos que tienen los ciudadanos y las ciudadanas en el control de la gestión públi-ca, en este caso, del Sistema de Justicia, sin menos-cabo del derecho de quienes resulten perjudicados por actuaciones u omisiones de jueces o juezas, in-cluso, de los demás intervinientes del Sistema de Justicia que con ocasión a sus actuaciones judicia-les infrinjan disposiciones legales o reglamentarias, omitan o retarden la ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplan negligentemente o que por cualquier otro motivo o circunstancia compro-metan la observancia de principios y deberes éticos.

Es importante resaltar que se le atribuye la compe-tencia no sólo para iniciar una investigación sino para sustanciar y luego presentar el respectivo acto conclusivo, a inspectores delegados o inspectoras delegadas, que de acuerdo con el Código no debe-rán ser inferiores a tres (3) en cada entidad territo-rial, para coadyuvar con el acceso a la justicia, en esto caso, se propone la desconcentración de las funciones que hasta ahora solo ejerce la Inspectoría General de Tribunales por intermedio de su Inspec-tor General o Inspectora General.

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 12

De esta manera se logra facilitar el acceso a la de-nominada jurisdicción disciplinaria en aras de sa-tisfacer el mandamiento constitucional que requiere de una administración de justicia descentralizada, eficiente y eficaz, en este caso específico proyec-tada hacia la determinación de la responsabilidad disciplinaria judicial.

Por otra parte, en materia de denuncia, el Código establece la posibilidad de ejercer controles, por vía de apelación contra la negativa de realizar la de-nuncia correspondiente, ya que en primer término la Inspectoría General de Tribunales deberá notifi-car al denunciante o a la denunciante o a cualquiera de los y las intervinientes en el proceso de dicha abstención y en consecuencia podrá interponerse la respectiva apelación.

Con el fin de otorgar garantías adecuadas al juez in-vestigado o jueza investigada, se establece la posi-bilidad de solicitar al Tribunal Disciplinario Judicial el archivo de las actuaciones que haya realizado la Inspectoría General de Tribunales. Adicionalmente, corresponde al Tribunal Disciplinario Judicial orde-nar la reapertura de la investigación, previa solici-tud de la Inspectoría General de Tribunales en caso de surgir nuevos hechos o elementos probatorios que ameriten tal decisión.

Mientras que de ser el caso cuando la Inspectoría General de Tribunales ordene el archivo de las ac-tuaciones, los y las intervinientes tendrán el derecho de apelar ante el Tribunal Disciplinario Judicial; de esta manera se consagran disposiciones normativas que brinden las garantías suficientes para los inves-tigados o las investigadas pero de igual manera el ejercicio de los derechos por parte de quienes ten-gan derecho a que la investigación continúe.

En materia de legitimación para la intervención en el proceso, se amplía, otorgando posibilidad de in-tervención al interesado o interesada, esto es, las personas que en alguna medida tengan relación con las actuaciones judiciales desarrolladas por el juez querellado o jueza querellada, así como también se otorga la posibilidad de intervención de los con-sejos comunales y demás formas de organización y participación del pueblo, en asuntos que afecten intereses colectivos o difusos. Para ello podrán ad-

herirse a la querella presentada por la Inspectoría General de Tribunales o bien interponiendo una querella propia”. (destacados del original)

Del texto transcrito se puede colegir sin género de du-das que la intención legislativa respecto al tratamiento o regulación del procedimiento disciplinario judicial fue separar la función investigativa de la decisoria. Esto es así puesto que los tribunales disciplinarios judicia-les dejaron de ser órganos administrativos para trans-formarse en órganos judiciales por voluntad expresa del Constituyente, se trata pues de órganos judiciales creados por la Constitución. Incluso, el proyecto de Ley elaborado para tal fin por el Tribunal Supremo de Justi-cia en 2001 creaba tribunales disciplinarios regionales, otorgándole la condición de órgano administrativo.

Como se había apuntado, Couture señala que la jurisdic-ción disciplinaria o es regulada por el derecho adminis-trativo (la potestad sancionadora de la Administración y las relaciones de sujeción especial) o por el derecho penal. En el caso particular, la jurisdicción disciplina-ria de los jueces y juezas de la República viene a estar regulado por los principios del derecho penal en su sen-tido más amplio, pues se trata de la aplicación de penas no corporales (amonestación, suspensión temporal del ejercicio del cargo y destitución con una inhabilitación temporal aparejada para el ingreso a cualquiera de los cargos públicos dentro del Sistema de Justicia (jueces, fiscales del ministerio público, inspector de tribunales, defensores).

Por tanto, es aplicable la regla de [que] quien instruye no puede juzgar, puesto que no se puede ser parte y juez al mismo tiempo, sobretodo, atendiendo a la misma esencia del proceso, en la que han de existir dos partes parciales y un tercero imparcial, de modo que el juez no puede ser al mismo tiempo acusado. Como bien lo señala Juan Montero la función propia de la instrucción o investigación, típica del procedimiento preliminar, es incompatible con la función de juzgar, propia del juicio oral, y no ante el principio de imparcialidad del juez.

Bajo esta premisa no puede haber proceso si no hay acusación y esta ha de ser formulada por persona distin-ta de quien ha de juzgar. Se está ante algo obvio, pues no existe verdadero proceso si se confunden los papeles de juez y de acusador, por eso ha llevado [a] que el Es-tado se desdoble en este tipo de proceso, de modo que,

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 13

por un lado actúa como acusador (Inspectoría de Tribu-nales y Ministerio Público) y por otro, decisor (juez o tribunal).

En el caso bajo análisis se tiene que el juez o jueza se encuentra a merced de cualquier denunciante, pues sin que exista un procedimiento preliminar que consiste en investigar y determinar en primera fase si su conducta se subsume en cualquiera de los ilícitos disciplinarios tipificados por el Código de Ética, de una interpreta-ción literal que conllevaría al absurdo, la denuncia que es presentada ante una “Oficina de Sustanciación” que luego es admitida por la primera instancia de la juris-dicción (Tribunal Disciplinario Judicial), se cita al juez denunciado o jueza denunciada para que se presente a un juicio oral frente a un denunciante, sin una pre-via investigación, vulnerándose así los principios más elementales del debido proceso y derecho a la defensa, pues es necesario resguardar a quienes hacen ejercicio de la función de juzgar; de lo contrario, se crearía una situación de minusvalía de la función judicial. No se trata de crear privilegios, se trata en definitiva de prote-ger con las mínimas y necesarias condiciones a quienes el Estado ha confiado la delicada función de juzgar.

De acuerdo con el planteamiento normativo, de apli-carse literal y directamente, el Tribunal Disciplinario Judicial llevaría en definitiva la investigación, pues de acuerdo con la única norma que menciona a la “Oficina de Sustanciación”, de acuerdo con la competencia que le atribuye, funciona como una dependencia receptora de denuncias, pues sustanciar en los términos procesa-les difiere a investigar. La sustanciación es atribuida a un juez autónomo distinto del Tribunal colegiado don-de generalmente se realiza la secuencia procedimental de los juicios, pero no de la investigación, la cual está atribuida a otro órgano distinto del tribunal (Ministerio Público, por ejemplo) pero bajo el control de un juez, pero no es éste quien realiza la investigación pues de alguna manera se forma un criterio que necesariamen-te incidirá en la decisión que tomará. Los juzgados de sustanciación tienen la carga del iter procedimental del juicio y lo preparan para que sea otro tribunal quien tome la decisión.

Conviene traer a colación que el Anteproyecto de Có-digo de Ética presentado por la Comisión de Funciona-miento y Reestructuración del Sistema Judicial presen-tado ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo

de Justicia y a la cual hace mención en su fallo n° 1048 de 18/05/2006, en su artículo 40, primer aparte señala-ba: “El Tribunal Disciplinario Judicial contará con un Juzgado de Sustanciación, cuyas atribuciones se desa-rrollarán en el Reglamento Interno respectivo”.

Existe un principio general en derecho público que la incompetencia es la regla y la competencia es la excep-ción, es decir, que debe estar señalados expresamente las atribuciones o competencias para actuar conforme al Estado de Derecho y de Justicia, de lo contrario, sería generar un caos y por ende, inseguridad jurídica para la sociedad.

Además, conforme al artículo 267 de la Constitución de la República, el Tribunal Supremo de Justicia como administrador del Poder Judicial tiene entre sus atribu-ciones la inspección y vigilancia de los tribunales, los cuales la ejerce conforme a la Ley Orgánica del Tribu-nal Supremo de Justicia por órgano de la Inspectoría General de Tribunales.

En efecto, mediante Resolución n° 2008-0058 de 12/11/2008 la Sala Plena del Tribunal Supremo de Jus-ticia en ejercicio de las potestades que le confiere el artículo 267 de la Constitución de la República Boliva-riana de Venezuela, y de conformidad con los artículos 1, primer aparte, 6, numeral 4, 17 y 20 in fine de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia vigente para esa fecha, dictó las Normas Concernientes a la Organi-zación y Funcionamiento de la Inspectoría General de Tribunales. Esta Resolución apareció publicada en la G.O.R.B.V. nº 5.906 Extraordinario de 10/02/2009.Entre otros aspectos se destaca las atribuciones conferi-das a dos de las Oficinas creadas para la distribución del trabajo de la Inspectoría General de Tribunales, estas son: la Coordinación Nacional de Denuncias y la “Sala de Sustanciación”.

“Artículo 9. Corresponden a la Coordinación Na-cional de Denuncias las siguientes atribuciones:

1. Recibir las denuncias que presenten los usuarios contra los Jueces y Juezas de la República Boliva-riana de Venezuela. 2. Otorgar al denunciante acu-se de recibo de su denuncia y anexo(s). 3. Informar al denunciante sobre los requisitos y recaudos que debe reunir y acompañar la denuncia. 4. Llevar el registro de denuncias y demás controles que indi-

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 14

que el Inspector o Inspectora General de Tribuna-les. 5. Mantener contacto permanente con la Sala de Sustanciación, y acoger los criterios que, sobre la recepción de denuncias, establezca. 6. Notificar al denunciante sobre la admisión o no de su denuncia. 7. Remitir a la Sala de Sustanciación las denuncias recibidas. 8. Realizar los operativos de denuncias en las distintas Circunscripciones Judiciales de acuer-do con el plan que sea aprobado por el Inspector o Inspectora General de Tribunales. (Omissis)

Artículo 11. Corresponde a la Sala de Sustancia-ción las siguientes atribuciones: 1. Elaborar los autos, notificaciones, citaciones y demás actos y actividades de la tramitación del procedimiento dis-ciplinario en fase de investigación de los Jueces y Juezas de la República. 2. Impartir los criterios de sustanciación de los expedientes disciplinarios. 3. Vigilar los plazos y términos del procedimiento dis-ciplinario de los Jueces y Juezas de la República en fase de investigación, e instar al resto de las Coordi-naciones y a otras unidades de la Inspectoría Gene-ral de Tribunales para que cumplan con los mismos.

Artículo 12. Son atribuciones de la Coordinación Nacional de Asuntos Disciplinarios las siguientes:

1. Estudiar y analizar los expedientes para la deter-minación de la existencia del ilícito disciplinario o la procedencia del auto de archivo.

2. Sustanciar los expedientes en fase disciplinaria hasta la presentación de la acusación.

3. Remitir los expedientes disciplinario al archivo cuando sea declarado firme el auto de archivo.

4. Remitir al órgano competente los expedientes disciplinarios que hayan sido objeto de apelación por el archivo de las actuaciones.

5. Sostener la acusación disciplinaria ante el órgano competente.

6. Presentar al Inspector o Inspectora General de Tribunales, para su discusión y aprobación, los pro-yectos de autos de archivo y acusaciones.

7. Rendir informes periódicos de gestión al Inspec-tor o Inspectora General de Tribunales, sobre las ac-tividades que hayan sido desarrolladas, los resulta-dos que se hubieran obtenido y las dificultades que se hayan presentado en la Coordinación Nacional de Asuntos Disciplinarios.

8. Elaborar su plan de acción anual.

9. Las demás que le sean asignadas por el Inspec-tor o Inspectora General de Tribunales, mediante resolución y demás actos normativos. Esta Coordi-nación estará integrada por las siguientes áreas de trabajo: Acusación y Cierre, y cualesquiera otras que se consideren necesarias para el desarrollo de su competencia. La conformación de los equipos de la Coordinación Nacional de Asuntos Disciplina-rios, para el cumplimiento con sus responsabilida-des, se hará en función de las áreas de trabajo que la integran”.

Por tanto, en atención a las consideraciones preceden-tes, analizado cómo se encontraba el estado del dere-cho relacionado con el procedimiento disciplinario de jueces y juezas para el momento de la promulgación del Código de Ética, las diversas sentencias de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, que en el ejercicio de sus competencias indicó los aspec-tos normativos-constitucionales de la naturaleza de los tribunales disciplinarios, así como los elementos esen-ciales del procedimiento para el enjuiciamiento disci-plinario judicial; así como de la propia Exposición de Motivos con ocasión a la presentación del Código de Ética ante la Asamblea Nacional, frente a la escasez normativa del procedimiento aplicable a los juicios dis-ciplinarios establecido en el Código de Ética vigente, estimamos más favorable interpretar extensivamente la norma aplicando el método histórico que esclarece el verdadero alcance del pensamiento del legislador, esto es, un órgano encargado para la investigación y acusa-ción y otro para la decisión.

Aunque la ausencia normativa respecto al procedimien-to disciplinario motiva una necesaria y urgente refor-ma del instrumento legal, no obstante, con la finalidad de darle continuidad operativa y de funcionamiento, la Jurisdicción Disciplinaria Judicial dictó un Regla-mento Orgánico y Funcional, (G.O.R.B.V. n° 39.750 de 05/09/2011 y posterior reforma en G.O.R.B.V. n°

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 15

39.756 de 13/09/2011) entre otras cosas, para colmar ese vacío inoperativo en la aplicación del procedimien-to disciplinario contra los jueces. En tal sentido, el ar-tículo 18 del citado Reglamento estableció las atribu-ciones de la “Oficina de Sustanciación”, determinando que dicha oficina constituye un órgano desconcentrado bajo la adscripción jerárquica de la Corte Disciplinaria Judicial, como fórmula para separar la función de ins-trucción e investigación y la función jurisdiccional que como decisor tiene el Tribunal Disciplinario Judicial.

Como consecuencia de estas atribuciones conferidas en dicho Reglamento a la Oficina de Sustanciación, se estima que las actuaciones de la misma pueden ser re-visadas por el Tribunal Disciplinario Judicial mediante el ejercicio del recurso de reclamo que interpongan los intervinientes en el procedimiento dentro del lapso de cinco (5) días hábiles contados a partir de su notifica-ción y, como es natural, las decisiones de esta instancia disciplinaria pueden ser impugnadas ante la Corte Dis-ciplinaria Judicial.

En tal sentido, la Oficina de Sustanciación tiene atri-buida la competencia de dar inicio a la investigación mediante auto de proceder, e incluso, comisionar a la Inspectoría General de Tribunales para la práctica de determinadas diligencias, en virtud de la facultad natu-ral que tiene atribuida este órgano administrativo para inspeccionar y vigilar a los tribunales, jueces y juezas. Igualmente, esta oficina podrá requerir los informes u otras pruebas necesarias a otros órganos del Poder Pú-blico sobre la base del principio de colaboración que debe privar en las relaciones entre los diferentes órga-nos estatales.

En este orden de ideas, pensamos que la Oficina de Sustanciación podrá requerir al denunciante mediante despacho saneador las correcciones ante inexactitudes u omisiones contenidas en su denuncia, para lo cual de-berá aplicar en cuanto no contradiga con la naturaleza de la investigación, las pautas de procedimiento pre-vistas en el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana en conformidad con lo establecido en el artículo 51.

Si la Oficina de Sustanciación advirtiera en la denun-cia cualquiera de las tres causales de inadmisibilidad taxativamente previstas en el primer aparte del artículo 55 del Código de Ética, deberá remitirlo inmediatamen-

te al Tribunal Disciplinario Judicial para que sea este quien decida su inadmisión.

La Oficina de Sustanciación deberá reservar las actua-ciones de la investigación a terceros no intervinientes, conforme al artículo 56 eiusdem.

En cuanto a la duración de la investigación (Art. 59), la Oficina de Sustanciación procurará dar término a esta fase del procedimiento en un lapso que no supere los diez días hábiles. No obstante, si las circunstancias ameritan un lapso superior en razón de la complejidad del asunto que se investiga, la Oficina de Sustanciación deberá motivarla y solicitar al Tribunal Disciplinario Judicial una prórroga, la cual por aplicación analógica del artículo 61 del Código de Ética, decidirá los térmi-nos y el tiempo de la misma.

Por otra parte, si la Oficina de Sustanciación luego de culminar la fase de instrucción estima archivar las ac-tuaciones, las remitirá con un informe al Tribunal Dis-ciplinario Judicial, el cual decidirá en los términos pre-vistos en el artículo 59 del Código de Ética.

De todo el análisis que hemos expuesto, arribamos a las siguientes conclusiones:

1. Por aplicación directa de la Constitución de la Repú-blica Bolivariana de Venezuela, los tribunales de la Ju-risdicción Disciplinaria Judicial son órganos judiciales; 2. En tal sentido, al conferirle la condición de verdade-ros tribunales judiciales, estos tienen la competencia de decidir y le corresponde a otro órgano la investigación y la presentación de los actos conclusivos.

3. De acuerdo con la competencia y atribución natural, el órgano de investigación y acusación es la Inspectoría General de Tribunales; o en todo caso, otro órgano que bien pudiera ser igualmente electo como los jueces de la Jurisdicción Disciplinaria Judicial a propósito de la necesaria reforma parcial del Código de Ética.

4. La Inspectoría General de Tribunales o el órgano que se cree, se encontrará sometida al control judicial res-pecto de las investigaciones que ordenen los tribunales de la Jurisdicción Disciplinaria creados por el Código de Ética, con ocasión de denuncias o actuaciones de oficio.

Octavio Sisco RicciardiMagistrado de la Sala de Casación Social

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 16

Hoy en día, la discusión constitucio-nal en Venezuela y Latinoamérica gira en torno al Estado de Derecho

-visión liberal- y el Estado Social de De-recho y de Justicia -visión humanista y so-cial-, que propugna el Estado de bienestar.

El Estado Social tiene su propio perfil y la mayoría de los autores opinan que su origen coincide con el desarrollo constitu-cional alemán, con el surgimiento del so-cialismo reformista, que planteaba la idea de un Estado distinto al Estado liberal que le diera respuesta a los problemas que este ocasionaba, en el marco de los cambios so-ciales.

En el Estado liberal se propugna el Estado de Derecho y este consiste en considerar a la Ley como un valor normativo superior que es imprescindible a la hora de inter-pretar la Constitución, ello debido a que su aplicación representa la concreción norma-tiva que se expresa a través de la Ley y la jurisprudencia interpretativa de esta, se rea-liza principalmente a través del recurso de casación.

Citando a Cabrera Romero, “la formación y desarrollo del concepto de Estado de De-recho, tiene su origen histórico en la lucha contra el absolutismo, y por ello la idea originalmente se centraba en el control ju-rídico del Poder Ejecutivo, a fin de evitar sus intervenciones arbitrarias, sobre todo en la esfera de la libertad y propiedades in-dividuales. Sin embargo, tal concepto fue evolucionando, y dentro de la división de poderes que conforman el Estado, en la ac-

tualidad el Estado de Derecho consiste en que el poder se ejerce únicamente a través de normas jurídicas, por lo que la ley regula toda la actividad Estatal y en particular la de la administración; y parte de la esencia del concepto consiste en “el control judicial de la legalidad desde lo que se va a con-siderar la norma suprema: la Constitución la cual encabeza una jerarquía normativa, garantizada por la separación de poderes”1.

La visión liberal, surgida desde la época de los movimientos revolucionarios norteame-ricanos (1776) y francés (1789), épocas es-tas donde subyacen las bases instituciona-les y filosóficas que sirven de sustento a las discusiones jurídicas, filosóficas y políticas más importantes del liberalismo; se otorga prevalencia a los derechos individuales pro-pios del constitucionalismo liberal; sin em-bargo, en los últimos tiempos se ha venido configurando un conjunto de expectativas de bienes y servicios que ya no correspon-den al sujeto en lo individual, sino conside-rar a este en cuanto miembro de un deter-minado grupo social, que generalmente en el paradigma liberal se deja desprotegido.

Señala Cabrera Romero: “dicho concepto (Estado Social) ha ido variando en el tiem-po, desde las ideas de Ferdinand Lassalle, que se vierten en sus discursos de 1862 y 1863, donde sostiene que el Estado es el instrumento de transformación social por excelencia y su función histórica es liberar al ser humano de la miseria, la ignorancia y la impotencia a la que se ha visto sometido desde el comienzo de la historia; pasando por el pensamiento de Lorenz Von Stein,

María AlejandraDíaz Marín

Jueza Suplente de la Corte Disciplinaria Judicial

El Estado Social Frente a la Cr is is del Estado LiberalEl Nuevo Const i tucional ismo Venezolano

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 17

quien basado en la existencia de una clase dominante que se ha apoderado de la conducción del Estado, y de una clase dependiente que no tiene acceso a los bienes espirituales (educación), ni a los materiales (propie-dad), propone que el Estado haga posible para la clase inferior la adquisición de aquellos bienes, lo cual se lo-gra mediante una reforma política de contenido social realizada desde el Estado, utilizando un conjunto de medidas y leyes que posibiliten a todos los individuos la adquisición de esos bienes a través del trabajo. Estas ideas propugnan a la armonía social como desideratum del Estado Social (…)

(…) La marcha hacia un Estado, uno de cuyos fines sea lograr la armonía social entre las diversas clases, se fue abriendo paso, y así la Constitución Alemana de Wei-mar de 1919, introdujo una serie de normas dirigidas a la reforma social, las cuales fueron consideradas nor-mas programáticas a ser desarrolladas por el legislador, quien al no hacerlo vació de contenido el proyecto de Estado Social fundado en una reforma social, que pro-pugnaba dicha Constitución 2”.

En resumen, el Estado Social de Derecho y de Justicia surge como una forma de superar la crisis del Estado li-beral, buscando las posibles contradicciones que surgen entre la titularidad formal de un derecho público subje-tivo y su ejercicio cierto; es decir, el Estado debe procu-rar y garantizar el efectivo cumplimiento por parte del Estado de los derechos establecidos en la Constitución.

Más allá de los derechos civiles y políticos que garan-tiza el Estado liberal, el Estado social busca además garantizar derechos sociales, económicos, ambientales, educacionales, de salud, culturales e incluso aquellos que le correspondan a los pueblos indígenas, que ante-riormente, en el otro enfoque, solo aparecían como de-claraciones de buena voluntad, o simples declaraciones programáticas, o como fines realizables por parte del Estado solo a mediano o largo plazo; pero que al final efectivamente no se garantizaban.

Estos derechos sociales, económicos, ambientales, edu-cativos, de salud, culturales o de otro orden, necesitan de un cierto modelo de Estado para su adecuación y protección, esto significa que requieren de un Estado Social. Pero además, es necesario contar con un cuerpo normativo -comenzando por la Carta Fundamental- que

entienda esta concepción, la recoja y la dote de fuerza normativa e interpretativa para su aplicación.

Los derechos humanos, y sobre todo los de última ge-neración (sociales, económicos, ambientales, cultura-les, educativos, de salud, aquellos que le correspondan a los pueblos originarios o indígenas), son signos de la evolución de los tiempos actuales; donde ante la crisis de un modelo de Estado surge una alternativa que bus-ca garantizar una serie de expectativas que represen-tan el progreso moral de la humanidad y se imponen frente a la arbitrariedad de cualquier manifestación de poder y como referente de actuación frente a quienes lo detentan.

Estos derechos sociales representan para la visión del Estado social generalmente obligaciones positivas que están a su cargo, y se manifiestan como intervenciones de este para satisfacer las necesidades materiales bási-cas de los individuos: la alimentación, la salud, acceso agua potable, vivienda, ambiente sano, cultura, entre otros; derechos estos que se complementan con los pre-vistos en la perspectiva liberal, como son los derechos civiles o políticos clásicos, es decir, la visión se amplía y es sistémica.

Ambos derechos (individuales y sociales) requieren para su tutela efectiva de actuaciones negativas e inter-venciones positivas por parte de los poderes públicos. Los derechos sociales vienen a complementar a los de-rechos individuales, configurándose como instrumentos de la lucha política. Ya no son simplemente derechos de los ciudadanos como protección frente a las intromisio-nes indebidas de los poderes públicos sino que requie-ren de una participación activa del Estado frente a los individuos para así garantizar su consecución, pues en la visión del Estado social, los poderes públicos ya no se ven como amenazas sino como entes comprometidos en su protección y realización, de lo que a su vez de-pende en mucho la legitimidad de los mismos.

Esta división entre derechos políticos y civiles, por un lado, y derechos sociales, económicos y culturales por el otro, según las nuevas interpretaciones constitucio-nales no se compadece con los nuevos tiempos demo-cráticos venezolanos ni latinoamericanos, debido a que en la actualidad lo que priva es el reconocimiento de principios y valores de ambos rangos de derechos -indi-

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 18

viduales y colectivos- y que se encuentran en conflicto permanente.

En este siglo XXI, y a finales del siglo XX, se viene desarrollando en nuestra jurisprudencia y en el desa-rrollo normativo que nace de la Constitución de 1999, la internacionalización y universalización de estas ca-tegorías de derechos; que han derivado en la interpre-tación constitucional consistente en que los derechos sociales son, ante todo, derechos fundamentales. Tal y como lo expresa Ferrajoli en Monteros, “todos aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a todos los seres humanos en cuanto están dotados de status de persona, ciudadano o persona con capacidad de obrar o de actuar”3.

En la concepción liberal los derechos sociales no son reconocidos jurídicamente, incluso los ven como decla-raciones de buena voluntad que tendrá que desarrollar el Estado principalmente y en segundo lugar los parti-culares, y que gozan en general de protección constitu-cional, pero como normas programáticas que señalan líneas de actuación al Estado a mediano y largo plazo. Su visión interpretativa constitucional se restringe solo a verlos a través de la óptica de la tesis del carácter programático; sin embargo, esta concepción restringe la interpretación constitucional de los derechos sociales y que además según nuestra doctrina patria, es incom-pleta e incorrecta.

Desde el punto de vista constitucional venezolano, el paradigma referido a que los derechos sociales son sim-ples mandatos políticos o en el mejor de los casos nor-mas de efecto mediato que permiten al legislador solo incursiones interpretativas para verlos como “derechos subjetivos”, ha sido definitivamente superado.

Mientras en el constitucionalismo liberal los derechos civiles clásicos son considerados incondicionados y accionables de manera directa ante los tribunales, los derechos sociales son presentados como derechos con-dicionados cuya exigibilidad ante órganos jurisdiccio-nales aparece inevitablemente supeditada a la previa interposición ante órganos legislativos, administrativos y judiciales. La excusa principal para realizar estas re-flexiones interpretativas es que los derechos sociales son derechos de difícil y a veces de imposible satis-facción por parte del Estado, pues esto implicaría una

redistribución de los ingresos y de una cantidad impor-tante de recursos económicos para satisfacerlos.

El surgimiento del Estado Social de Derecho y de Jus-ticia en Venezuela, que nace con la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se justifica debido a la insuficiencia del liberalismo para resolver los problemas de una sociedad industrializa-da, la incapacidad de autorregulación del mercado, el constante progreso de la técnica y la pobreza e insatis-facción social creciente; todo ello frente a un país con ingentes recursos naturales y económicos.

Para aclarar el punto nos servimos de la explicación que hace el Magistrado Cabrera referida a que “al con-cepto de Estado de Derecho en la actual Constitución se le agrega la del Estado Social, tal como lo establece el artículo 2 constitucional, cuando establece que “Vene-zuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actua-ción, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la so-lidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.

El cambio más representativo que se muestra entre el tránsito del Estado liberal al Estado social, es la rea-lización de una igualdad material que se impone a la igualdad formal, esta última es una igualdad aparente que impone una imagen individualista y prescriptiva, enmarcada en principios normativos según los cuales la ley es el marco de referencia. El concepto de Estado Social surge ante la desigualdad real existente entre las clases y grupos sociales, que atenta contra la igualdad jurídica reconocida a los individuos por la propia Carta Fundamental (prevista en el artículo 21).

El constitucionalismo venezolano, a la luz de la con-cepción del Estado Social, entiende estas premisas y asume plenamente a la Constitución como un producto cultural, y que se da en un cierto contexto histórico en el que están presentes las siguientes tres condiciones, según plantea Carbonell:

“ a) el individuo es incapaz de satisfacer por sí mismo o solo, o con la ayuda de su entorno social más inmedia-to, sus necesidades básicas.

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 19

b) Surgen riesgos sociales que no pueden ser enfrenta-dos por las vías tradicionales basadas en la responsabi-lidad individual.

c) Se desarrolla la convicción social de que el Estado debe asumir la responsabilidad [de] garantizar a todos los ciudadanos un mínimo de bienestar; si el Estado no cumpliera con esa obligación se pondría en duda su le-gitimidad”4.

Ahora bien, siguiendo con la argumentación del con-flicto de intereses entre los dos enfoques y entendien-do entonces que el Constitucionalismo Social emerge como una lucha por la igualdad material, ello mediante la consagración y el reconocimiento de los derechos económicos, sociales, culturales, ambientales, educati-vos, de salud y de los pueblos originarios, que prevé la Carta Fundamental, así como el reconocimiento de la intervención del Estado en la iniciativa pública en la economía, es un logro de la nueva orientación plantea-da desde el nuevo constitucionalismo venezolano. Esta nueva concepción constitucional, que indudablemente está cargada de un alto componente ideológico -visión del Estado Social y del Estado de bienestar-, contem-pla para realizar plenamente los fines del Estado -entre ellos la igualdad material entre todos los miembros de la comunidad-, la restricción de derechos individuales, pero ello no significa sacrificar la libertad o los dere-chos individuales de la llamada primera generación, en cambio sí significa que estos deben someterse o limi-tarse fuertemente y sujetarlos a la consecución del bien común y colectivo.

A decir de Heller, “el Estado social impulsa un sistema de dirección general de la economía, que pretende ga-rantizar objetivos económicos nacionales que no pue-den conseguirse por el mercado, manteniéndose a éste como mecanismo básico de asignación de recursos”5.

Desde la nueva Constitucionalidad Social venezola-na, el Estado está en el deber de romper con el ciclo de la pobreza a través de la prestación de servicios a la co-lectividad, en especial a los sectores más vulnerables, así como garantizar la redistribución de los recursos económicos a los más excluidos, a quienes el sistema liberal empujó a la pobreza extrema.

Las conquistas sociales, económicas, educativas, de sa-lud y culturales que han alcanzado los pueblos en el

marco del desarrollo del Estado Social son irreversi-bles, independientemente de las variables del modelo de economía que se adopten; la igualdad material es un principio constitucional, pilar fundamental y núcleo duro en el que se asienta la nueva constitucionalidad venezolana. Este paradigma es el que se recoge en la nueva interpretación constitucional venezolana.

Nuestro Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Cons-titucional, ya no se limita a considerar para interpre-tar la Constitución criterios literales y sistemáticos. Sus interpretaciones están marcadas por la tesis de la “Constitución como árbol vivo”, en expresión de la sentencia “Privy Council, Edwards c. Attorney General of Canadá”, de 1.930, retomada por la Corte Suprema de Canadá en la sentencia de diciembre de 2.004, refe-rida al matrimonio entre personas del mismo sexo. “El criterio utilizado es una interpretación evolutiva de la constitución, que se acomoda a la realidades de la vida moderna como medio para asegurar su propia relevancia y legitimidad, y no sólo porque se trate de un texto cuyos grandes principios son de aplicación a supuestos que sus redactores no imaginaron, sino que también los poderes públicos, y particularmen-te el legislador, van actualizando estos principios paulatinamente y porque el Tribunal Constitucio-nal, cuando controla el ajuste constitucional a la luz de los problemas contemporáneos, y de las exigen-cias de la sociedad actual a que debe dar respuesta a la norma fundamental del ordenamiento jurídico a riesgo, en caso contrario, de convertirse en letra muerta. Esta lectura evolutiva de la Constitución, que se proyecta en especial a la categoría de la ga-rantía institucional, nos lleva a desarrollar la noción de cultura jurídica, que hace pensar en el Derecho como fenómeno social vinculado a la realidad en que se desarrolla”.

El nuevo constitucionalismo venezolano no puede per-manecer ajeno a la realidad y cambios sociales; por tanto, debe propugnar como valores superiores y trans-versales en sus interpretaciones la libertad, la vida, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética pública y el pluralismo político.

La protección de los fines esenciales del Estado Social de Derecho y de Justicia debe ser su norte, y dicha doc-

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 20

trina supone abandonar una interpretación puramente literal del texto constitucional para procurar y garanti-zar una interpretación que considere ya a la Constitu-ción como un documento vivo que ha de ir ajustándose a los intereses y nuevos contextos sociales, políticos, económicos y culturales de la sociedad venezolana.

Por ello, la doctrina es considerada en esta nueva mira-da, expresión de lo que se ha llamado también judicial activism, otorgando a los jueces del Tribunal Supremo un papel jurídico-político muy relevante que va más allá de la mera función de legislador negativo. El Juez, a través de la interpretación de la Constitución, y de la resolución de los conflictos que se encuentren y se ven-tilen en la órbita de la misma, vendrá a actuar práctica-mente como un reformador tácito de la Constitución, no limitándose a proclamar lo que no es inconstitucio-nal, sino también lo que es constitucional.

Resulta por tanto imprescindible al momento de inter-pretar la Constitución Nacional y el cuerpo normativo que de ella se derive, tomar en consideración la inter-pretación realizada por el TSJ en ponencia de Cabrera Romero y que ha sido reiterada y convertida así, en cri-terio, la cual refería que “el Estado Social para lograr el equilibrio interviene no solo en el factor trabajo y seguridad social, protegiendo a los asalariados ajenos al poder económico o político, sino que también tutela la salud, la vivienda, la educación y las relaciones econó-micas, por lo que el sector de la Carta Magna que pue-de denominarse la Constitución Económica tiene que verse desde una perspectiva esencialmente social. (…)

(…) El Estado Social va a reforzar la protección jurídico-constitucional de personas o grupos que se encuentren ante otras fuerzas sociales o económicas en una posición jurídico-económica o social de de-bilidad, y va a aminorar la protección de los fuertes. El Estado está obligado a proteger a los débiles, a tutelar sus intereses amparados por la Constitución, sobre todo a través de los Tribunales; y frente a los fuertes, tiene el deber de vigilar que su libertad no sea una carga para todos. Como valor jurídico, no puede existir una protección constitucional a ex-pensas de los derechos fundamentales de otros. Tal como decía Ridder, “...el Estado se habilita para intervenir compensatoriamente, desmontando cualquier posición de poder siempre que lo estime

conveniente”, pero, agrega la Sala, fundado en la ley y en su interpretación desde el ángulo de los conceptos que informan esta forma de Estado (…)

(…) El Estado Social, trata de armonizar intereses antagónicos de la sociedad, sin permitir actuaciones ilimitadas a las fuerzas sociales, en base al silencio de la ley o a ambigüedades de la misma, ya que ello conduciría a que los económicos y socialmente más fuertes establezcan una hegemonía sobre los débi-les, en la que las posiciones privadas de poder se convierten en una disminución excesiva de la liber-tad real de los débiles, en un subyugamiento que alienta perennemente una crisis social (…)

(…) Ahora bien, este concepto de Estado Social de Derecho, no está limitado a los derechos sociales que la Constitución menciona expresamente como tales, ya que de ser así dicho Estado Social fracasa-ría, de allí que necesariamente se haya vinculado con los derechos económicos, culturales y ambientales. Estos últimos grupos de derechos buscan reducir las diferencias entre las diversas clases sociales, lo que se logra mediante una mejor distribución de lo producido, un mayor acceso a la cultura, un manejo lógico de los recursos naturales, y por ello el sector público puede intervenir en la actividad económica, reservarse rubros de esa actividad, permitiendo a los particulares actuar en ellas mediante concesiones, autorizaciones o permisos, manteniendo el Estado una amplia facultad de vigilancia, inspección y fis-calización de la actividad particular y sus actos, por lo que la propia Constitución restringe la libertad de empresa consagrada en el artículo 112 (...)”

Esta posición asume que debe

“(…) tratar de evitar los perjuicios derivados de una desigualdad en las relaciones, proveniente de que una de las partes se encuentra en una posición dominante ante otras que forman un grupo o una clase social, por lo que dichas relaciones, de carecer de tutela efectiva, generarían una situación despro-porcionadamente ventajosa para quien se encuentra naturalmente en la posición dominante sobre los miembros de las clases o grupos que en tal relación, les correspondería estar en situación de inferiori-dad. No se trata solo de la desproporción que puede existir entre el poderoso económico que explota a

Tópico Medular AD LITTERAM Al pie de la Letra 21

los menesterosos, sino que puede ocurrir en otras relaciones donde por motivos tecnológicos o de otra índole, una de las partes del contrato, debido a su posición, lesiona en su calidad de vida, al otro contratante, quien incluso podría formar parte del grupo privilegiado, pero que en este tipo de relación queda igualado a la masa explotable. Ello puede ocurrir -por ejemplo- con consumidores de bienes, cuya publicidad masiva y subliminal los presiona inconscientemente a su adquisición; o con usuarios de servicios públicos necesarios o de bienes esen-ciales de amplia distribución, que no reciben dichos servicios o bienes en la calidad y condiciones re-queridas, ni dentro de una relación de armonía entre lo recibido y lo pagado por ello; o con aquellos a quienes colectivamente se les sorprende en la buena fe, al no prestarles la información comprensible y necesaria, abusando de la ignorancia y obteniendo sobre ellas leoninas ventajas (…)

(…) Igualmente, derechos individuales pierden efectividad ante derechos colectivos, tal como ocu-rre con el de la libertad económica, ya que por razo-nes de interés social (artículo 112 Constitucional), ella puede verse limitada, sobre todo -si conforme al mismo artículo 112 -el Estado debe garantizar la justa distribución de la riqueza.

(…) Así como el Estado Social de Derecho, me-diante la ley o la interpretación de la misma según los principios fundamentales de la Constitución de 1999, puede limitar la autonomía de la voluntad en los contratos, igualmente y dentro de parámetros le-gales, puede restringir la propiedad, y hasta expro-piarla, si por causa de utilidad pública o interés so-cial fuere necesario (artículo 115 constitucional)”.

De esta manera, exponemos nuestras reflexiones sobre el conflicto de intereses surgido entre el Estado Social y el Estado liberal, y cómo a partir de la promulgación de la Constitución de 1999 ha habido un salto cualitativo referido a cómo desde el constitucionalismo social ve-nezolano debe interpretarse la Carta Fundamental, para con ello dotar a la sociedad venezolana de sustento ju-rídico que permita en la práctica modificar paradigmas y construir así un nuevo orden jurídico y político para con ello conquistar la anhelada justicia social y equita-tiva en la Venezuela de hoy.

María Alejandra Díaz MarínJueza Suplente de la Corte Disciplinaria Judicial.

1Carmona Cuenca. Encarnación. “El Estado So-

cial de Derecho en la Constitución”. Consejo Eco-

nómico y Social. Madrid, 2000.

2Cabrera Romero. Sentencia Créditos Indexados,

agosto 2001, TSJ, Venezuela.

3Ferrajoli, Luigi. “Derechos y garantías. La Ley

del más débil”. Madrid, Trotta, 2002, p. 37.

4Carbonell, Miguel. “La garantía de los derechos

sociales”, en Carbonell, M. Y Salazar, P. Garan-

tismo; Estudios sobre el pensamiento jurídico de

Luigi Ferrajoli. Madrid, Trotta, 2205, p. 175.

5Heller, Hermann. “Teoría del Estado”. Fondo de

Cultura Económica. D.F. México, octava edición

en reimpresión, 1977. Re

fere

nc

ias

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 22

El lunes 21 de enero del presente año, la pre-sidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Magistrada Luisa Estella Morales, encabezó la sesión solemne para dar inicio a las activi-

dades judiciales del año 2013, donde presentó el infor-me de gestión del Poder Judicial correspondiente al año 2012. El acto contó con la presencia del vicepresidente de la República, Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, como invitados de honor, y en él se dictaron nuevos lineamientos para la administración de la justicia en el país.

La oradora de orden fue la Magistrada de la Sala Civil, Isbelia Pérez Velásquez, quien, apoyándose en los fun-damentos de la teoría social esgrimida por el filósofo alemán Jürgen Habermas, afirmó que la soberanía del pueblo debe estar por encima de los formalismos, y esto lo debe reflejar la administración de justicia.

Planteó la Magistrada Pérez, que “el derecho evolucio-na con el tiempo (...) Muchas de las nociones jurídicas que recibimos en tiempos de formación universitaria cambiaron o desaparecieron, en forma poco perceptible para algunos”, dijo en el marco de un discurso formal. Y agregó que “conceptos como democracia, derecho y justicia tienen una evolución desde sus inicios que se consustancian con el momento histórico de la realidad venezolana”.

De manera directa, la oradora de orden se refirió a la reciente decisión de la Sala Constitucional, que deses-timó el acto de juramentación del Presidente de la Re-pública como condición para el ejercicio de su cargo y aplicó un principio de “continuidad administrativa” que permitió que el gabinete ejecutivo pudiera continuar en sus funciones sin ser ratificado por el jefe de Estado para el nuevo período constitucional; y agregó “por esa causa se han planteado recientemente discusiones en el mundo académico sobre la actual tendencia a la bifur-cación por caminos distintos de los conceptos Estado de Derecho y democracia”.

En este sentido, para la Magistrada Pérez está claro que el camino a seguir es el que definió Habermas, a quien citó: “El Estado social viene estrechamente unido a una praxis del estado democrático de derecho”. De acuerdo con esta interpretación “un acto con formalidades no es tan importante como una sentencia justa, que responda a la realidad de un pueblo”.

Asimismo, afirmó que esta nueva realidad “se inició a partir de 1999, con la aprobación por parte del pueblo, de la Constitución de la República Bolivariana de Ve-nezuela, la cual nos permitió cambiar nuestro destino y nuestro futuro”. La Magistrada de la Sala Civil instó a los jueces y administradores de justicia a que “la próxi-ma vez que vistan la toga no olviden que la esencia de

A p e r t u r a d e l A ñ o J u d i c i a l 2 0 1 3 e n e l TSJ

Foto cortesía: AVN

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 23

la justicia está en un corazón limpio, no en el ejercicio formal desprovisto de sentido”, expresó.

Acotó igualmente que “la transformación del Poder Ju-dicial en los términos consagrados en la Constitución requiere del concurso decidido de todos los operadores de justicia y la puesta en práctica de mecanismos que contribuyan a elevar los indicadores de accesibilidad, transparencia, eficiencia, y participación ciudadana con el propósito de construir una justicia accesible, transpa-rente, autónoma e independiente (…) La eficacia en el Tribunal Supremo de Justicia es una realidad en proce-so de consolidación”.

Por otra parte, al referirse al retardo procesal penal, la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia afirmó que “se ha logrado una capacidad de respuesta orientada a disminuirlo”. En materia laboral recalcó que “los tribu-nales de trabajo, instancias de mediación, presentan un 85% de resolución de los conflictos sin llegar a senten-cia (…) Ello constituye una clara visión de que el fin de la justicia es la paz, realmente los tribunales labora-les representan para nosotros el más importante avance que hemos tenido en este ámbito”.

La máxima autoridad del TSJ recalcó que el organismo ha finiquitado 40.650 casos en el período comprendido entre 2006-2012, de los cuales, en el 2012, al 56,6% de los procesos terminados se le dio respuesta antes de los 180 días de su ingreso, y expresó en su discurso que “esta rendición de cuentas tiene un carácter muy especial porque el TSJ adecuó la planificación, no so-lamente al año inmediato, sino al Programa Nacional

Simón Bolívar donde se estableció una planificación a largo plazo de 2007 al 2012”.

Destacó que el Poder Judicial se ha afianzado sobre “cimientos sólidos” y está comprometido a cumplir sus metas en armonía con un plan patrio, basado en la participación popular, el buen Gobierno y la defensa de independencia conquistada hace 200 años. “Como Poder Judicial asumimos continuar construyendo un Estado Democrático Social, de Derecho y de Justicia, el socialismo bolivariano del siglo XXI en Venezuela para asegurar la mayor suma de seguridad social, ma-yor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad para nuestro pueblo”, agregó la Magistrada.También subrayó que para mejorar el servicio de jus-ticia en el país se elaboró el Proyecto de Promoción y Desarrollo de Estadísticas Judiciales, a fin de generar nuevos censos e indicadores, que pudieran incidir en la reinserción de los tribunales.

Igualmente, informó que se creó la Plataforma de In-dicadores de Gestión, así como metodologías para el análisis de datos y establecimiento de normas y proce-dimientos para el tratamiento de la información estadís-tica del Poder Judicial.

Y culminó expresando que “los objetivos de este plan, se pueden resumir en generar información útil para la toma de decisiones, monitoreo de cumplimiento de compromisos institucionales, cuantificar cambios de situaciones y efectuar el seguimiento de planes, progra-mas y proyectos”, precisó.

Foto cortesía: Comunicaciones TSJ

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 24

En concordancia con el planteamiento formu-lado por el Magistrado de la Sala de Casación Civil, Carlos Oberto Vélez, de permanecer en el ejercicio del cargo hasta que la Asamblea

Nacional designe un nuevo Magistrado que ocupe su vacante, la Sala Constitucional, con ponencia del ma-gistrado Arcadio Delgado Rosales, interpretó el conte-nido del artículo 264 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

En este sentido, la Sala Constitucional dictaminó que el lapso contenido en la referida disposición constitu-cional es improrrogable y feneció el 27 de diciembre de 2012, por tanto, una vez concluido el mismo, se pro-dujo una falta absoluta del cargo del Magistrado Vélez y de seis magistrados más, la cual debe ser llenada de conformidad con lo establecido en el artículo 47 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. Entre tanto, el artículo 264 de la Carta Magna establece en su encabezamiento, que “los magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia serán elegidos por un único período de doce años”.

Por su parte, el artículo 47 de la Ley Orgánica del Tri-bunal Supremo de Justicia señala: “En caso de falta ab-soluta de un magistrado o magistrada, la Asamblea Na-cional procederá a la designación por un nuevo período de doce años, según el procedimiento que preceptúa esta Ley. Mientras se hace la designación, la falta ab-soluta será suplida, temporalmente, por el o la suplente correspondiente”.

Los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), integrantes del primer grupo de 32 jueces jura-mentado en diciembre de 2000 por la Asamblea Nacio-nal, que cumplieron con el período constitucional tras la entrada en vigencia de la Constitución de 1999, son: Levis Ignacio Zerpa, Antonio Ramírez Jiménez, Carlos Oberto Vélez, Omar Mora Díaz, Juan Rafael Perdomo, Alfonso Valbuena y Blanca Rosa Mármol, cuyan va-cantes serán reemplazados por sus suplentes.

TSJ interpreta alcance del ar t ículo 264 de la Carta Magna

Foto cortesía: AVN

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 25

La sentencia n° 12-1358, emitida por la Sala Constitucional en pleno el 9 de enero de 2013, por la Magistrada Luisa Estella Morales, Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia,

(TSJ) se pronunció a favor de juramentar al Presiden-te reelecto de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, luego del 10 de enero de 2013. De esta manera el alto tribunal, ante la avalancha de especu-laciones surgidas, aclara lo que se conoce como la causa sobrevenida expuesta en el artículo 231 de la Constitu-ción de la República Bolivariana de Venezuela, con el cual se puede esperar por el retorno seguro del Jefe de Estado venezolano, quien presentó complicaciones de salud posterior a su intervención quirúrgica realizada el 11 de diciembre de 2012, hecho por el cual guarda re-poso absoluto.

Por la importancia judicial y comunicacional la Revista Ad Litteram presenta un resumen de los aspectos más resaltantes de esta sentencia dada a conocer mediante rueda de prensa y transmitida conjuntamente por radio y televisión. En este sentido, la Magistrada Morales se-ñaló que la Carta Magna del año 1999 impide que el término del mandato pueda ser considerado como una falta absoluta, que no está contemplada en el artículo 233 como causal; “a diferencia de los artículos 186 y 187 de la Constitución de 1961, que ordenaban que, en caso de existir un desfase entre el inicio del período y la

toma de posesión, el Mandatario saliente debía entregar el poder al presidente del entonces Congreso. La Carta Magna de 1999 eliminó expresamente esta previsión: “lo cual impide que el término del mandato pueda ser considerado una falta absoluta”.

En correspondencia, el acto de juramentación del Presi-dente Chávez se hará posteriormente, tal como lo prevé el artículo 231 de la Carta Magna. El acto será fijado por el TSJ: “una vez que exista constancia, por parte del Presidente, del cese de los motivos sobrevenidos que hayan impedido la juramentación”. “A pesar de que el 10 de enero próximo se inicia un nuevo pe-ríodo constitucional no es necesaria una nueva toma de posesión en relación al presidente Hugo Rafael Chávez Frías en su condición de presidente reelecto, en virtud de no existir interrupción en el ejercicio del cargo”.

Con relación a que el presidente reelecto en los comi-cios presidenciales del 7 de octubre de 2012, no se en-cuentra en el país debido al viaje por razones de salud autorizado por unanimidad por la Asamblea Nacional el 9 de diciembre de 2012, en el fallo se interpreta:

“No debe considerarse que la ausencia del terri-torio de la República configure automáticamente una falta temporal en los términos del artículo 234

Foto cortesía: www.vtv.gob.ve

TSJ Rati f ica la voluntad del Pueblo

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 26

de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sin que así lo dispusiere expresamente el jefe de Estado mediante decreto especialmente redactado para tal fin”.

Otro aspecto de suma relevancia es el principio de la continuidad administrativa del Poder Ejecutivo, confor-mado por el Presidente, el Vicepresidente, los Ministros y demás órganos y funcionarios de la administración pública, con lo cual se permite el funcionamiento pleno de los Poderes del Estado cuyo integrantes:

“(…) seguirán ejerciendo cabalmente sus funcio-nes con fundamento en el principio de la conti-nuidad administrativa”.

Recapitulando la posición sostenida a lo largo del fallo, se concluyó lo siguiente:

(i) El Presidente Hugo Rafael Chávez Frías se ha ausen-tado del territorio nacional, por razones de salud, duran-te lapsos superiores a “cinco días consecutivos”, con la autorización de la Asamblea Nacional, de conformidad con lo previsto en el artículo 235 de la Constitución, la última de las cuales se encuentra plenamente vigente y fue ratificada en sesión de la Asamblea Nacional de fe-cha 8 de enero de 2013.

(ii) No debe considerarse que la ausencia del territorio de la República configure automáticamente una falta temporal en los términos del artículo 234 de la Cons-titución de la República Bolivariana de Venezuela, sin que así lo dispusiere expresamente el Jefe de Estado mediante decreto especialmente redactado para tal fin.

(iii) A diferencia de lo que disponían los artículos 186 y 187 de la Constitución de 1961, que ordenaban que en caso de existir un desfase entre el inicio del perío-do constitucional y la toma de posesión, el Presiden-te saliente debía entregar el mandato al Presidente del Congreso y procederse “como si se tratara de una falta absoluta”; la Carta de 1999 eliminó expresamente tal previsión, lo cual impide que el término del manda-to pueda ser considerado una falta absoluta (que, por otra parte, tampoco está contemplada en el artículo 233 constitucional como causal y sería absurdo en el caso de un Presidente reelecto y proclamado).

(iv) A pesar de que el 10 de enero próximo se inicia un nuevo período constitucional, no es necesaria una nueva toma de posesión en relación al Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en su condición de Presidente reelecto, en virtud de no existir interrupción en el ejercicio del cargo.

(v) La juramentación del Presidente reelecto puede ser efectuada en una oportunidad posterior al 10 de enero de 2013 ante el Tribunal Supremo de Justicia, de no poder realizarse dicho día ante la Asamblea Nacional, de conformidad con lo previsto en el artículo 231 de la Carta Magna. Dicho acto será fijado por el Tribunal Supremo de Justicia, una vez que exista constancia del cese de los motivos sobrevenidos que hayan impedido la juramentación.

(vi) En atención al principio de continuidad de los Po-deres Públicos y al de preservación de la voluntad popu-lar, no es admisible que ante la existencia de un desfase cronológico entre el inicio del período constitucional y la juramentación de un Presidente reelecto, se considere (sin que el texto fundamental así lo paute) que el go-bierno queda ipso facto inexistente. En consecuencia, el Poder Ejecutivo (constituido por el Presidente, el Vice-presidente, los Ministros y demás órganos y funciona-rios de la Administración) seguirá ejerciendo cabalmen-te sus funciones con fundamento en el principio de la continuidad administrativa.

Sin embargo, representantes de la oposición venezolana estuvieron solicitando ante el máximo tribunal que au-torizara el viaje hacia la República de Cuba de una de-legación, con el objeto de solicitar que una junta médica evalúe el estado de salud del Presidente Chávez.

En este sentido, el fallo aclara que no hay méritos para convocar una junta médica que evalúe al Comandan-te y sostuvo que en ninguna parte de la Constitución dice que se debe entregar el mandato –en circunstancias como las actuales– al presidente de la Asamblea Nacio-nal (AN). En in fine de la sentencia, la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Magistrada Mora-les, recordó que la interpretación de la Sala Constitucio-nal por mandato del texto contenido en la Carta Magna es vinculante.

Breves AD LITTERAM Al pie de la Letra 27

La imprescindible Cédula de Identidad, ese docu-mento que nos identifica, ha sido posible obte-nerla mediante el segundo operativo realizado en

la Sala de Audiencias del Tribunal Disciplinario, donde ciento trece personas -entre familiares y trabajadores- mostraron su contentura al renovar tan importante do-cumento.

Desde la Coordinación de Relaciones Públicas y Pro-tocolo extendemos el agradecimiento pleno al personal de la móvil 709 del Servicio Administrativo de Identifi-cación Migración y Extranjería, SAIME, que ha permi-tido hacer extensivo el servicio de identificación a los familiares de los trabajadores.

El personal de la Compañía Anónima Movilnet brindó la oportunidad para que trabajadores de la Jurisdicción Disciplinaria y la Dirección Ejecu-

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Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 28

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELACORTE DISCIPLINARIA JUDICIAL

JUEZA PONENTE: ANA CECILIA ZULUETA RODRÍGUEZ

Expediente N° AP61-R-2012-000013

Mediante oficio N° TDJ-1180-2012, de fecha 21 de ju-nio de 2012, el Tribunal Disciplinario Judicial remitió a esta Corte el expediente contentivo de la denuncia interpuesta por los ciudadanos GONZALO GON-ZÁLEZ VIZCAYA y MARÍA ELENA MARCANO GONZÁLEZ, actuando con el carácter de Fiscal Quin-cuagésimo Primero del Ministerio Público con Compe-tencia Plena y Fiscal Auxiliar del mismo Despacho, res-pectivamente, contra el ciudadano MUNIR YEBAILE SALAS, titular de la cédula de identidad N° 2.918.929 en su carácter de Juez Trigésimo Noveno de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas.

Tal remisión se efectuó en virtud del recurso de apela-ción interpuesto el 13 de junio de 2012 por la ciudadana Andreína Ibarra De Carlo, titular de la cédula de iden-tidad N°15.581.383, actuando por delegación de la Ins-pectoría General de Tribunales (en lo sucesivo, la IGT), contra la sentencia Nº TDJ-SD-2012-145 dictada por el Tribunal Disciplinario Judicial el 07 de junio de 2012, mediante la cual declaró improcedente la denuncia rea-lizada por dicha Inspectoría y absolvió de responsabili-dad disciplinaria judicial al prenombrado Juez.

El 27 de junio de 2012, la Unidad de Recepción y Dis-tribución de Documentos de la Jurisdicción Disciplina-ria Judicial (en lo sucesivo, la URDD) le dio entrada al expediente, le asignó el N°AP61-R-2012-000013 y lo remitió a la Secretaría de la Corte Disciplinaria Judi-cial.

Por auto de la misma fecha, la Secretaría de la Corte Disciplinaria Judicial le dio entrada a la causa y dejó constancia de su distribución, correspondiéndole la po-

nencia a la Jueza Ana Cecilia Zulueta Rodríguez, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

En fecha 11 de julio de 2012 la Secretaría de la Cor-te Disciplinaria Judicial, acordó fijar audiencia oral y pública para el décimo (10°) día siguiente, contado a partir de la fecha en que constara en autos la última de las notificaciones.

Mediante escrito presentado el 17 de julio de 2012, la ciudadana Andreína Ibarra De Carlo fundamentó el recurso de apelación. Posteriormente, en fecha 14 de agosto, el abogado Rubén Morales, inscrito en el IN-PREABOGADO bajo el No. 77.513, actuando con el carácter de apoderado judicial del Juez denunciado, consignó, su escrito de contestación.

En fecha 26 de septiembre, a las 02: 00 p.m, se celebró la audiencia oral y pública, de conformidad con el ar-tículo 87 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana (en lo sucesivo, el Código de Ética).

Corresponde a esta Corte Disciplinaria Judicial emitir pronunciamiento sobre el recurso interpuesto, previo el análisis de las siguientes consideraciones:

IANTECEDENTES

El 16 de septiembre de 2011 la URDD de esta Jurisdic-ción recibió el oficio N° 0824-11 de fecha 18 de marzo de 2011, emanado de la IGT, mediante el cual remitió elexpediente administrativo contentivo de la investiga-ción instruida al Juez Munir Yebaile Salas y el corres-pondiente Acto Conclusivo, en el que solicitó la impo-sición de la sanción de destitución por haber incurrido en abuso de autoridad, falta disciplinaria prevista en el numeral 16 del artículo 40 de la Ley de Carrera Judi-cial, concordante con el numeral 14 del artículo 33 del Código de Ética.

Por auto de fecha 21 de septiembre de 2011 la Oficina de Sustanciación acordó: i) darle entrada y cuenta del asunto al Sustanciador Jefe, ii) verificar el cumplimien-to de los requisitos previstos en el artículo 54 del Có-

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 29

digo de Ética y, iii) instruir la investigación preliminar destinada a recabar los elementos indiciarios de los he-chos denunciados.

El 10 de octubre de 2011 la referida Oficina elaboró el informe definitivo de la investigación, mediante el cual consideró que “…las actuaciones practicadas por la Inspectoría General de Tribunales se [encontraban] suficientemente satisfechas en relación a los hechos in-vestigados…”,

En fecha 20 de octubre de 2011, el Tribunal Discipli-nario Judicial admitió la denuncia, ordenó a la Oficina de Sustanciación el inicio de las investigaciones a fin de constatar los hechos denunciados y acordó librar las boletas de notificación correspondientes, las cuales se practicaron en fecha 1° de noviembre de 2011 (Vid. fo-lios 42 al 46 de la pieza N° 2 del expediente).

El 15 de diciembre de 2011, la referida Oficina ratificó el informe de fecha 10 de octubre de ese mismo año y ordenó la remisión del expediente al Tribunal Discipli-nario Judicial.

Mediante acta del 24 de mayo de 2012, se dejó cons-tancia de la celebración de la audiencia oral y pública, y el 07 de junio de 2012 se publicó la sentencia N° TDJ-SD-2012-145, mediante la cual el Tribunal Disciplina-rio Judicial declaró improcedente la denuncia realizada por la IGT y absolvió de responsabilidad disciplinaria al Juez denunciado.

Posteriormente, el 13 de junio de 2012 la representa-ción de la IGT ejerció recurso de apelación contra la re-ferida decisión, apelación que fue oída en ambos efec-tos por auto del 21 de junio de 2012, en el que se ordenó la remisión del expediente a esta Corte.

IIDEL FALLO APELADO

El Tribunal Disciplinario Judicial absolvió de respon-sabilidad disciplinaria al juez Munir Yebaile Salas, me-diante sentencia N° TDJ-SD-2012-145 de fecha 07 de junio de 2012 con fundamento en las siguientes consi-deraciones:

Con base a la jurisprudencia del Alto Tribunal, la recu-rrida precisó el contenido del ilícito de abuso de autori-dad, señaló que éste se configuraba “…con la presencia

de dos elementos esenciales, como lo es (sic): 1) Que (sic) el ámbito del ejercicio de funciones realizadas por el juez o jueza no le hayan sido atribuidas por ley; y 2) que dicho ejercicio sea abusivo…”.

Seguidamente, el a quo consideró necesario estable-cer si la conducta realizada por el juez se encontraba atribuida por la Ley, para lo cual procedió a narrar los hechos por los que fue investigado y precisó que se circunscribían a la “…solicitud de entrega de treinta y siete (37) máquinas traganíqueles que habían sido incautadas por funcionarios adscritos a la Guardia Nacional, recibida en fecha treinta (30) de noviembre de 2006 por el Tribunal Séptimo de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas…”.

A renglón seguido, analizó el artículo 311 del Código Orgánico Procesal Penal y concluyó que el dispositi-vo atribuía al juez de control facultad para entregar los objetos retenidos o incautados que no resultaran im-prescindibles para la investigación, en caso de retardo injustificado por parte del Ministerio Público, previa solicitud de las partes o terceros interesados.

En este orden de ideas, la recurrida concluyó que “… el juez denunciado si tenía atribuciones para decidir la solicitud planteada, de conformidad con el artículo 311 del Código Orgánico Procesal Penal, (…) por lo que la subsunción realizada por la Inspectoría General de Tribunales en donde encuadra[ba] los hechos reali-zados por el juez en el ilícito disciplinario de abuso de autoridad, no se configura[ba], en virtud de que como se [había establecido] supra, una conditio sine qua non [era] el elemento relacionado a (sic) que la conduc-ta desplegada por el juez no se [encontrara] atribuida por el ordenamiento jurídico; haciéndose imperioso para [ese] Tribunal Disciplinario Judicial declarar im-procedente la pretensión de la Inspectoría General de Tribunales. Así se declara”.

Asimismo, consideró necesario analizar las actuaciones desplegadas por el Juez denunciado, a fin de establecer si éste debía aplicar el procedimiento contenido en el artículo 311 del Código Orgánico Procesal Penal, o el previsto en el 312 eiusdem. En este sentido, estimó que el artículo 312 regulaba el procedimiento para las recla-maciones o tercerías que las partes o terceros intentaran durante el proceso con el fin de obtener la restitución

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 30

de los objetos recogidos o incautados, siendo que éstas se producían dentro de un asunto litigioso y requerían de un procedimiento para garantizar los derechos pro-cesales de las partes, como el previsto en el artículo 607 del Código de Procedimiento Civil, mientras que el artículo 311 se refería a solicitudes que, a su juicio, no revestían carácter litigioso.

Así, concluyó el sentenciador, que “…el juez no se en-contraba obligado a aplicar el procedimiento estable-cido en el artículo 312 del Código Orgánico Procesal Penal, en virtud de que la causa que conoció era una solicitud realizada por los apoderados judiciales de la sociedad mercantil World Holding & Consulting Vene-zuela C.A., en cuanto a unas máquinas traganíqueles incautadas al Bingo Las Vegas, sin existir un asunto litigioso en cuanto a la propiedad de esos objetos, ni mucho menos un proceso judicial penal, en donde se [pudiera] tramitar una incidencia como la regulada en el mencionado artículo 312.”

A continuación, disertó sobre el principio de indepen-dencia judicial y señaló que esta jurisdicción podría penetrar la esfera de la independencia judicial sólo de manera excepcional, en aquellos casos en los que se evidenciara que la conducta del juez o jueza no fue-ra idónea o excelente, situación que, en su criterio, no ocurría en el presente caso, ya que el Juez denunciado no se encontraba obligado a aplicar el procedimiento establecido en el artículo 312 eiusdem.

Finalmente, absolvió de responsabilidad disciplinaria al Juez denunciado por los hechos investigados en el presente procedimiento.

IIIFUNDAMENTOS DE LA APELACIÓN

Mediante escrito presentado el 17 de julio de 2012 la ciudadana Andreína Ibarra De Carlo fundamentó el re-curso de apelación en los siguientes términos:

Indicó que la sentencia impugnada adolecía del vicio de incongruencia negativa, toda vez que el a quo había omitido pronunciarse sobre el conflicto ético que com-portaba entregar las máquinas traganíqueles incautadas en un allanamiento sin que constara en el expediente prueba fehaciente de su propiedad y sin la debida notifi-cación del Ministerio Público, órgano que se encontra-ba a cargo de la investigación y que podía determinar la

prescindencia o no de los objetos incautados en el curso del proceso.

Reiteró a lo largo del escrito el criterio que precede, su-ministró detalles de sus implicaciones, y agregó que la sentencia de la Corte de Apelaciones, en la oportunidadde resolver el recurso de apelación correspondiente, anuló la decisión que ordenó la entrega de las máquinas y estableció la obligación que tenía el juez de aplicar el artículo 312 del Código Orgánico Procesal Penal a objeto de resolver la solicitud planteada, circunstancia que fue contradicha por el a quo.

Por último, señaló que la recurrida no realizó el análisis que vinculara la actividad del juez con los parámetros de idoneidad y excelencia establecidos en el Código de Ética.

Finalmente, con base a los planteamientos narrados, solicitó la declaratoria de nulidad de la decisión dicta-da por el Tribunal Disciplinario Judicial en fecha 7 de junio de 2012.

IVCONTESTACIÓN A LA FUNDAMENTACIÓN

DE LA APELACIÓNEl 14 de agosto de 2012, la representación judicial del Juez denunciado, presentó escrito para dar contestación a la fundamentación de la apelación en los siguientes términos:

Alegó que el Tribunal Disciplinario Judicial había de-cidido correctamente el punto debatido, y afirmó que no se configuraba el ilícito disciplinario de “abuso de poder”, por cuanto el Juez había actuado en el marco de las atribuciones que le confería la ley para la entrega de los bienes incautados.

Señaló, que la IGT había infringido los principios de independencia y autonomía de los jueces en el ejercicio de sus funciones, al pretender dirigir el debate hacia as-pectos jurídicos y doctrinales relativos a la aplicación o no de los artículos 311 y 312 del Código Orgánico Procesal Penal, aspectos que no habían sido sometidos a la consideración del juez de instancia.

Finalmente, indicó que no era cierto que su represen-tado hubiese entregado los bienes incautados a espal-das del Ministerio Público, ya que una vez adoptada la

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 31

decisión, éste había sido notificado para que ejerciera los recursos pertinentes, los cuales efectivamente había ejercido en dos oportunidades.

VDE LA COMPETENCIA

Debe esta Corte Disciplinaria Judicial determinar su competencia para conocer el asunto sometido a su con-sideración y, al respecto, observa:

El artículo 42 del Código de Ética, publicado en la Ga-ceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 39.493 del 23 de agosto de 2010, establece la com-petencia de la Corte Disciplinaria Judicial para cono-cer las apelaciones interpuestas contra las decisiones dictadas por el Tribunal Disciplinario Judicial, ya sean interlocutorias o definitivas, en los términos que a con-tinuación se transcriben:

“Artículo 42. Corresponde a la Corte Discipli-naria Judicial, como órgano de alzada, conocer de las apelaciones interpuestas contra decisio-nes ya sean interlocutorias o definitivas, y ga-rantizar la correcta interpretación y aplicación del presente Código y el resto de la normativa que guarde relación con la idoneidad judicial y el desempeño del Juez venezolano y Jueza vene-zolana”.

Del análisis de los autos que integran el expediente se advierte, que la pretensión de la recurrente está dirigida a la revisión de la legalidad del fallo dictado por el a quo, lo que permite a esta Alzada verificar que, efecti-vamente, se trata de una apelación contra la sentencia definitiva dictada por el Tribunal Disciplinario Judicial, que absolvió al Juez Munir Yebaile Salas de las impu-taciones formuladas por la IGT, razón por la cual esta Corte declara su competencia para conocer el presente asunto. Así se decide.

VCONSIDERACIONES PARA DECIDIR

Declarada como ha sido la competencia de esta Corte, analizadas las actas que cursan en el expediente disci-plinario y los alegatos expuestos por las partes durante la audiencia oral y pública, esta Alzada pasa a decidir, previas las siguientes consideraciones:

Denunció y reiteró la recurrente a lo largo de su escrito

de fundamentación, que en la sentencia objeto de apela-ción se había configurado el vicio de “…incongruen-cia negativa, al haber omitido pronunciarse con rela-ción al conflicto ético puesto en discusión, consistente en determinar si [había sido] moralmente correcto que el Juez Munir Yebaile Salas entregara a la empresa que fungía como tercero interesado, las máquinas traganí-queles que habían sido incautadas en el allanamiento efectuado en el Bingo Las Vegas, sin que constara en el expediente judicial una prueba fehaciente que le acre-ditara la propiedad sobre dichos bienes, obviando la notificación del Ministerio Público, como titular de la acción penal a cargo de la investigación que devino en el allanamiento, a cuya disposición se encontraban las máquinas, y sin [haber aplicado] el procedimiento previsto en el artículo 312 del COPP…”.

En este sentido agregó, que conforme al principio de exhaustividad, la recurrida debió haber resuelto pro-nunciándose “…en torno a si la actuación del Juez (…), se ajusta[ba] al proceder ético esperado de un Juez de la República, que en el futuro [podría] ser seguido por el resto de los operadores de justicia en casos similares a [éste]…”.

Para resolver la denuncia, esta Alzada debe reiterar el criterio ya sentado según el cual, el vicio de incon-gruencia negativa u omisiva comporta una lesión a la tutela judicial efectiva y al debido proceso, que se ori-gina como consecuencia de una incongruencia entre la actuación requerida al órgano jurisdiccional y la pro-ducida por éste, que deviene en una actuación lesiva por parte del sentenciador que está obligado a decidir de acuerdo con lo solicitado, y procede a declarar algo distinto a lo previsto en la ley, sin pronunciarse sobre lo peticionado.

Ahora bien, revisada la argumentación del fallo recu-rrido, constató esta Alzada que la exoneración de res-ponsabilidad declarada por el a quo tuvo como funda-mentación dos criterios determinantes. En primer lugar, que el Juez denunciado sí tenía atribuciones para deci-dir la solicitud de entrega de las máquinas, conforme al artículo 311 del Código Orgánico Procesal Penal, cir-cunstancia que, a juicio del sentenciador, desvirtuaba el ilícito de abuso de autoridad delatado por la IGT; y, en segundo lugar, que el denunciado no estaba obligado a aplicar el artículo 312 del COPP, por cuanto este dispo-sitivo sólo era aplicable en los casos de reclamaciones

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 32

o tercerías donde resultara necesario ordenar la instruc-ción de la articulación del 607 del Código de Procedi-miento Civil.

El pronunciamiento que precede, de contenido eminen-temente normativo, excede la competencia del juzga-dor de primera instancia, por cuanto el conocimiento de una eventual infracción de tal tenor y su resolución está atribuido a la alzada natural del Juez de Control inves-tigado, como efectivamente se constató en la decisión de fecha 28 de mayo de 2007 de la Sala 7 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Me-tropolitana de Caracas, que declaró con lugar el recurso de apelación interpuesto por la representación fiscal, anuló la decisión del Juez denunciado y ordenó a un nuevo Juez de Control tramitar la solicitud de entrega de los bienes objeto del debate, conforme al procedi-miento previsto en el referido artículo 312.

Por otra parte, verificó igualmente esta Alzada que, tal como denuncia la IGT, la recurrida soslayó en su análisis y pronunciamiento la pretensión fundamental argüida en el Acto Conclusivo, ya que ésta se limitó a determinar si el juez tenía o no atribuciones para de-volver las máquinas incautadas, y obvió el análisis de la conducta desplegada por el juez denunciado, análi-sis que debió circunscribirse a establecer si la entrega de las máquinas sin la acreditación de la titularidad de la propiedad y la omisión de notificación al Ministerio Público, se ajustaban a los parámetros éticos que debíaobservar el juez en su actuación.

La circunstancia narrada, a juicio de esta Alzada, se traduce en una omisión respecto a la solución del plan-teamiento fundamental de la pretensión que comporta una infracción a la tutela judicial efectiva, cuyo cumpli-miento debe garantizar el juzgador, lo que forzosamen-te determina la configuración del vicio de incongruen-cia omisiva delatado, lo que acarrea la nulidad absoluta de la decisión apelada. Así se declara.

Establecido lo anterior, precisa esta Corte que en el caso bajo análisis el órgano de investigación imputó al Juez denunciado el ilícito disciplinario de abuso de autori-dad por haber incurrido en un ejercicio abusivo de su potestad de juzgamiento, al haber subvertido el proceso por efecto de la inobservancia de las normas relativas al principio de legalidad y el debido proceso en la causa penal sometida a su conocimiento.

Respecto a la inobservancia de las normas relativas al principio de legalidad delatada por el órgano de inves-tigación, estima necesario esta Corte indicar que este principio se traduce en la obligación que tienen los ór-ganos del Poder Público de actuar con apego a las nor-mas de rango constitucional, legal y sublegal que defi-nen sus competencias, conforme lo dispone el artículo 137 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

La consagración de esta disposición determina, que si bien el Juzgador tiene la obligación de ajustar su ac-tuación a la ley, no es menos cierto que está igualmente sometido a los efectos del principio de supremacía cons-titucional y sus actos deben velar por el cumplimiento de los principios y preceptos constitucionales; en conse-cuencia, el ejercicio de su competencia genera respon-sabilidad y todo acto que contraríe las normas y princi-pios constitucionales es sancionado con su nulidad.

Por su parte, el derecho al debido proceso, establecido en el artículo 49 Constitucional, comporta un derecho fundamental, que constituye la base del Estado social democrático de derecho y de justicia, y se manifiesta en dos sentidos. El primero, como la garantía que limita la actuación de los órganos administrativos y jurisdic-cionales frente a los particulares y, el segundo, como el derecho que tiene todo ciudadano de que su pretensión sea resuelta a través de un proceso justo, que garantice el cumplimiento de los actos procesales en la oportu-nidad y de la forma prevista en la ley, de allí que su infracción genere una grave lesión a las garantías fun-damentales de los particulares, tales como el derecho a la defensa y el debido contradictorio.

Es a partir de la interpretación que precede que debe esta Corte analizar la conducta desplegada por el Juez denunciado, para poder establecer el juicio de repro-chabilidad correspondiente. En este sentido, de la lec-tura de las actas del expediente contentivo de la inves-tigación instruida por la IGT se observa lo siguiente:

1. En fecha 30 de noviembre de 2006 el juez denunciado recibió una solicitud para que, con-forme a lo previsto en el artículo 312 del Código Orgánico Procesal Penal, devolviera unas má-quinas traganíqueles, retenidas a la orden de la Fiscalía Quinta del Ministerio Público con Com-petencia Plena a Nivel Nacional. (vid folios 83

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 33

al 95 de la pieza 1 del expediente), órgano éste último, que adelantaba una investigación penal relacionada con estos bienes.

2. Mediante sentencia de fecha 3 de abril de 2007 el juez denunciado acordó, inaudita par-te, la entrega de las máquinas traganíqueles a la sociedad mercantil solicitante, de conformidad con lo previsto en el artículo 311 eiusdem.(vid folios 97 al 110 de la pieza 1 del expediente).

3. Posteriormente, el 09 de abril efectuó la no-tificación al Ministerio Público, órgano que en fecha 12 de abril ejerció recurso de revocación contra la anterior decisión. Dicho recurso fue declarado sin lugar por el juez denunciado, me-diante sentencia de fecha 13 de abril del mismo año, oportunidad en la cual el referido juez rati-ficó la orden de devolución de los bienes. (Vid. folios 112, 156 al 166 pieza 1 del expediente).

4. Por último, se advierte que en fecha 28 de mayo de 2007, la Sala 7 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas se pronunció como consecuencia del recurso de apelación ejercido por la representa-ción Fiscal y declaró con lugar la apelación, en virtud de la omisión del procedimiento previsto en el artículo 312 del Código Orgánico Procesal Penal; anuló la decisión del Juez denunciado y ordenó a un nuevo Juez de Control tramitar la solicitud conforme al procedimiento previsto en el referido artículo 312. (vid. folios 214 al 230 de la pieza 1 del expediente), en atención al cri-terio de la Sala Constitucional sostenido en la sentencia Nº 1412 del 30/06/2005.

Conforme al contenido de los particulares narrados, aprecia esta Corte, que fue iniciativa del Juzgador orde-nar la entrega de los bienes inaudita parte, por cuanto laempresa solicitante había requerido la instrucción de la incidencia prevista en el artículo 312 del Código Orgá-nico Procesal Penal para la resolución de la solicitud.En el cumplimiento de esta actuación, el juez denun-ciado no instó la intervención del Ministerio Público mediante la correspondiente notificación, a los fines de que indicara si los bienes eran o no imprescindibles para la investigación, y, en la oportunidad en que pudo intervenir, esto es, cuando ejerció el recurso de revoca-

ción, el investigado desestimó el recurso sin analizar los alegatos formulados por el titular de la acción penal y ratificó la orden de entrega de los bienes.

El desarrollo del proceso en los términos narrados dio lugar a la denuncia, y revela la ausencia de un trámi-te que garantizara al Ministerio Público la posibilidad de formular los alegatos que debían considerarse para resolver el asunto planteado ante el Juez denunciado, situación que vulneró los derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso del órgano titular de la acción penal.

Otro elemento a ser ponderado y que resulta fundamen-tal para el establecimiento de la responsabilidad del fun-cionario investigado, es el relacionado con el contexto dentro del cual se desarrolló el proceso en particular, el cual está referido a una solicitud de devolución de bie-nes afectados al ejercicio de una actividad económica que se encuentra bajo regulación especial, como es el caso de las actividades en los Casinos y Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles, en virtud de incidir en el interés general, lo que determina su ordenación, plani-ficación, organización, dirección, limitación, control y orientación por la Administración, de conformidad con la Ley para el Control de los Casinos, Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles y las Providencias Adminis-trativas emanadas de la Comisión Nacional de Casinos, Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles y, especial-mente en el caso bajo examen, con las Normas sobre laPosesión, Operación y Transporte de Máquinas Tra-ganíqueles en el Territorio Nacional, normativa esta última que vincula a todas las empresas propietarias, poseedoras, operadoras o dedicadas al transporte de di-chas máquinas en todo el territorio nacional.

Lo narrado permite advertir, que la conducta desplega-da por el Juez generó un resultado jurídicamente repro-chable en dos sentidos. Por una parte, se apartó de la responsabilidad que tiene atribuida en lo que a la pre-servación de los principios constitucionales y resguardo del interés general se refiere y, por la otra, vulneró los derechos a la tutela judicial efectiva, a la defensa y al debido proceso del Ministerio Público, circunstancias que revelan una conducta inidónea, que se corresponde con contenido y alcance de la imputación del ilícito dis-ciplinario de abuso de autoridad.

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 34

Como corolario, resulta forzoso para esta Corte decla-rar con lugar la apelación ejercida por la representación de la IGT, establecer la responsabilidad disciplinaria del ciudadano Munir Yebaile Salas y ordenar su desti-tución. Así se decide.

Por último, advertidas las irregularidades narradas en el trámite de solicitud para la devolución de las máqui-nas traganíqueles incautadas en el caso bajo examen, esta Corte ordena remitir copia certificada de todas las actuaciones al Ministerio Público y a la Unidad de Auditoría Interna del Tribunal Supremo de Justicia, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 83 de la Ley Contra la Corrupción y 82 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Na-cional de Control Fiscal, a los fines de que se determine la existencia de responsabilidad penal y administrativa en la que pudo haber incurrido el Juez Munir Yebaile Salas con su actuación. Así se declara.

VIDECISIÓN

Con fundamento en los razonamientos expuestos, esta Corte Disciplinaria Judicial administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y porautoridad de la Ley:

1. Declara CON LUGAR el recurso de apelación inter-puesto en fecha 13 de junio de 2012 por la ciudadana ANDREÍNA IBARRA DE CARLO, actuando por de-legación del Inspector General de Tribunales, contra la decisión N° TDJ-SD-2012-145 dictada por el Tribunal Disciplinario Judicial en fecha 07 de junio de 2012.

2. ANULA la decisión N° TDJ-SD-2012-145 de fecha 07 de junio de 2012 dictada por el Tribunal Discipli-nario Judicial, mediante la cual absolvió de responsa-bilidad disciplinaria al ciudadano MUNIR YEBAILE SALAS, Juez Trigésimo Noveno de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas.

3. Declara LA RESPONSABILIDAD DISCIPLI-NARIA del ciudadano MUNIR YEBAILE SALAS. En consecuencia, se impone la sanción de DESTITU-CIÓN del cargo de Juez Trigésimo Noveno de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas y de cualquier otro que ostente dentro del Poder Judicial, de confor-midad con el numeral 16 del artículo 40 de la Ley de

Carrera Judicial, concordante con el numeral 14 del ar-tículo 33 del Código de Ética.

4. ORDENA remitir copia certificada de todas las ac-tuaciones al Ministerio Público y a la Unidad de Au-ditoría Interna del Tribunal Supremo de Justicia, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 83 de la Ley Contra la Corrupción y 82 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal, a los fines de que la deter-minación de la responsabilidad penal y administrativa en la que pudiese haber incurrido el Juez Munir Yebaile Salas con su actuación en el proceso que dio origen a la presente denuncia.

Publíquese, Regístrese y Notifíquese. Cúmplase lo or-denado. Remítase copia certificada de la presente de-cisión a la Comisión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia, al Ministerio Público, a la Contraloría General de la República, a la Dirección Ejecutiva de la Magis-tratura, a la Inspectoría General de Tribunales, al Siste-ma de Registro de Información Disciplinaria y al Tribu-nal Disciplinario Judicial. Devuélvase el Expediente al Tribunal de origen.

Se ordena la publicación del presente fallo en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, de conformidad con lo previsto en el artículo 82 del Códi-go de Ética.

Dada, firmada y sellada en el Salón de despacho de la Corte Disciplinaria Judicial en la ciudad de caracas, a los diez (10) del mes de octubre de 2012. Años 202° de la Independencia y 153° de la Federación.

El PresidenteTULIO JIMÉNEZ RODRÍGUEZ

El VicepresidenteADELSO GUERRERO OMAÑA

La Jueza-PonenteANA CECILIA ZULUETA RODRÍGUEZ

La SecretariaMARIANELA GIL MARTÍNEZHoy 10 de octubre de 2012, siendo las 11:30 am, pu-blicó la anterior decisión quedando registrada bajo el número 21.

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 35

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELACORTE DISCIPLINARIA JUDICIAL

JUEZ PONENTE: TULIO JIMÉNEZ RODRÍGUEZ

Expediente N° AP61-R-2012-00017

Mediante Oficio N° TDJ-1294-2012, de fecha 12 de ju-lio de 2012, el Tribunal Disciplinario Judicial remitió a esta Corte Disciplinaria Judicial el expediente signa-do con el N° AP61-D-2011-000032, contentivo de la denuncia presentada por la INSPECTORÍA GENE-RAL DE TRIBUNALES contra la ciudadana MARÍA CAROLINA ZAMBRANO HURTADO, titular de la cédula de identidad Nro. V-9.248.068, por actuaciones realizadas durante su desempeño como Jueza Suplente Especial de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, mediante la cual se solicitó su destitución por la presunta infracción al deber de administrar justicia, ilí-cito disciplinario previsto en el numeral 11 del artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial, que acarrea la sanción de destitución del cargo, aplicable rationae temporis.

Tal remisión se efectuó en virtud del recurso de ape-lación interpuesto en fecha 14 de junio de 2012 por la ciudadana MARÍA SOLEDAD TORRES RODRÍ-GUEZ, titular de la cédula de identidad N° V-9.295.180, actuando por delegación del Inspector General de Tri-bunales, según consta en Resolución N° 4, de fecha 8 de junio de 2012, emanada de la Inspectoría General de Tribunales y publicada en la Gaceta Oficial de la Repú-blica Bolivariana de Venezuela N° 39.942 en fecha 12 de junio del mismo año, contra el auto signado con el N° TDJ-SD-2012-000111, proferido por el Tribunal Disci-plinario Judicial en fecha 8 de mayo de 2012, mediante el cual declaró el sobreseimiento de la investigación se-guida a la jueza antes identificada.

En fecha 19 de julio de 2012, la Secretaría de esta Corte Disciplinaria Judicial recibió de la Unidad de Recep-ción y Distribución de Documentos el expediente y dejó constancia de su distribución por el Sistema de Gestión

Judicial, quedando designado como ponente el Juez Tu-lio Jiménez Rodríguez, quien con tal carácter suscribe la presente decisión.

El 7 de agosto de 2012, la Secretaría de la Corte Dis-ciplinaria Judicial acordó fijar como oportunidad para la celebración de la audiencia oral y pública, las dos de la tarde (02:00 pm.) del décimo (10°) día de despacho siguiente, contados a partir que conste en autos la última de las notificaciones a las partes.

El 14 de agosto de 2012, la ciudadana María Soledad Torres Rodríguez, ratificó el escrito de fundamentación al recurso de apelación que consignó al expediente en fecha 4 de julio de 2012.

No se presentó escrito de contestación a los fundamen-tos de la apelación.

Concluida la sustanciación del presente recurso con el cumplimiento de las formalidades legales, en la audien-cia oral y pública celebrada el día jueves 18 de octubre de 2012, con la sola presencia de la parte recurrente, esta Corte dictó sentencia de manera inmediata decla-rando sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la Inspectoría General de Tribunales. En tal sentido, se procede en esta oportunidad a reproducir y publicar el fallo según lo dispuesto en el artículo 87del Código de Ética del Juez Venezolana y la Jueza Ve-nezolana, en los términos siguientes:

IANTECEDENTES

En fecha 26 de mayo de 2009, se abrió de oficio, en virtud de la orden dictada por la entonces Inspectora General de Tribunales, la investigación correspondiente para determinar las irregularidades que pudiesen existir con relación a las actuaciones de las ciudadanas DEL VALLE M. CERRONE MORALES, MARÍA CA-ROLINA ZAMBRANO y VICTORIA MILAGROS ACEVEDO, en su condición de Juezas de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circuns-cripción Judicial del estado Nueva Esparta, en atención a la sentencia dictada por la Sala de Casación Penal del

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 36

Tribunal Supremo de Justicia en fecha 8 de agosto de 2006, mediante la cual anuló de oficio la sentencia dic-tada por la antes mencionada Corte de Apelaciones, en fecha 19 de enero de 2006.

El 21 de julio de 2009 la Inspectoría General de Tri-bunales determinó la necesidad de formar un expe-diente separado a la Jueza Victoria Milagros Acevedo, por cuanto la misma fue destituida por la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judi-cial como Jueza de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del estado Nueva Esparta y de cualquier otro cargo que ostentare en el Poder Judicial.

La Inspectoría General de Tribunales en fecha 23 de noviembre de 2009 dictó acto conclusivo, mediante el cual solicitó a la Comisión de Funcionamiento y Rees-tructuración del Sistema Judicial la apertura del proce-dimiento disciplinario a las Juezas Del Valle M. Cerrone Morales y María Carolina Zambrano, por la infracción del deber legal de administrar justicia al apartarse del criterio establecido por la Sala de Casación Penal y, rati-ficado por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, falta disciplinaria que da lugar a la sanción de destitución de conformidad con lo previsto en el nu-meral 11 del artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial, instrumento normativo vigente para el momento de ocu-rrencia de los hechos.

La Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial admitió en fecha 27 de noviembre de 2009 el acto conclusivo dictado por la Inspectoría General de Tribunales, fijó la oportunidad para la reali-zación de la audiencia oral y ordenó la notificación de las juezas sometidas a procedimiento disciplinario, de la Inspectoría General de Tribunales y del Ministerio Público.

En fecha 18 de diciembre de 2009 el Ministerio Públi-co presentó escrito de adhesión a la solicitud formulada por la Inspectoría General de Tribunales.

En fecha 15 de enero de 2010, oportunidad para la ce-lebración de la audiencia oral y pública, la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Ju-dicial, dejó constancia en forma previa de la incompare-cencia justificada de la Jueza María Carolina Zambrano Hurtado, quien solicitó el diferimiento del acto y, en ese sentido, acordó la división de la continencia de la causa

disciplinaria para inmediatamente proceder a celebrar la audiencia en el procedimiento seguido a la Jueza Del Valle Margarita Cerrone Morales, la cual fue destituida del cargo de Juez Titular de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Nueva Esparta, por haber incurrido en la falta disciplinaria prevista en el numeral 11 del artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial.

Las Comisionadas integrantes de la Comisión de Fun-cionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, en fecha 4 de mayo de 2010, procedieron a inhibirse del conocimiento de la causa disciplinaria seguida a la Jueza María Carolina Zambrano Hurtado, fundadas en la existencia de un pronunciamiento de fondo sobre los hechos que originaron la causa a la cual se encuentra so-metida y pendiente para la determinación de su posible responsabilidad.

En fecha 19 de octubre de 2011, el Tribunal Discipli-nario Judicial da por recibida la presente causa, pro-veniente de la extinta Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema de Judicial. En la misma fecha el referido órgano se aboca al conocimiento de la causa seguida a la ciudadana María Carolina Zambrano Hurtado, designando ponente y fijando el lapso para su reanudación.

Notificadas las partes, el Tribunal Disciplinario Judicial, por auto de fecha 7 de febrero de 2012, consideró que la causa debía reanudarse con la consignación del escrito de descargo de la Jueza sometida a procedimiento, el cual fue efectivamente presentado ante esta jurisdicción en fecha 21 de marzo de 2012.

Mediante auto de fecha 8 de mayo de 2012, el Tribunal Disciplinario Judicial decretó el sobreseimiento de la investigación y ordenó que al estar notificadas las partes de la decisión se remitiera el expediente a esta Corte Disciplinaria Judicial a los fines de la consulta obliga-toria.

Por diligencias de fechas 14 y 21 de junio de 2012, la ciudadana María Soledad Torres, en su carácter de Ins-pectora de Tribunales delegada, apeló del auto que de-cretó el sobreseimiento de la investigación. En fecha 10 de julio de 2012, se consignó el escrito de fundamentación del recurso de apelación ejercido. Por auto de esa misma fecha el Tribunal Disciplinario Judi-

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cial admitió dicho recurso de impugnación y en conse-cuencia, lo oyó en ambos efectos.

IIDE LA DECISIÓN APELADA

El Tribunal Disciplinario Judicial en la oportunidad de fundamentar el auto por el cual decretó el sobreseimien-to de la investigación, señaló que la jueza sometida a procedimiento, María Carolina Zambrano, solicitó en el escrito de descargo presentado ante esta jurisdicción, fuese declarada la prescripción de la causa, toda vez, que el hecho por el cual se le cuestiona ocurrió el día 19 de enero de 2006 y la Inspectoría General de Tribunales dio inició a la investigación correspondiente en fecha 3 (rectius: 26) de mayo de 2009, vale decir, habiendo transcurrido con creces el lapso legal.

El a quo al efectuar el análisis del alegato de prescrip-ción formulado, estableció en conformidad con la previ-sión normativa contenida en el artículo, que el lapso de prescripción de la acción en el caso concreto es de tres (3) años contados a partir del día en que se cometió el acto constitutivo de la falta.

Así pues, tomando en consideración que el lapso trans-currido entre la fecha en que se cometió la falta denun-ciada –19 de enero de 2006–, cuando la Corte de Apela-ciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del estado Nueva Esparta dictó una sentencia declarando inadmisible el recurso de apelación inter-puesto por los apoderados judiciales de la víctima en una causa bajo su conocimiento y, el inicio de la inves-tigación disciplinaria correspondiente por la Inspectoría General de Tribunales –26 de mayo de 2009–, superó los tres (3) años previstos en el artículo 53 eiusdem se declaró prescrita la acción y en consecuencia, sobreseída la investigación por aplicación del artículo 60 del Códi-go de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana.

IIIDEL FUNDAMENTO DEL RECURSO

DE APELACIÓNPor escrito presentado en fecha 4 de julio de 2012 y ra-tificado el día 14 de agosto del mismo año, la ciuda-dana María Soledad Torres Rodríguez, suficientemente identificada, en su carácter de delegada de la Inspecto-ría General de Tribunales, expuso como argumentos del recurso de apelación interpuesto que, encontrándose la causa en fase de evacuación de pruebas el Tribunal Dis-

ciplinario Judicial dictó un auto decretando el sobresei-miento de la investigación en el procedimiento seguido a la ciudadana María Carolina Zambrano Hurtado, Jue-za de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del estado Nueva Esparta, basándose en la prescripción de la acción disciplinaria, subvirtiendo con tal proceder el procedimiento legal establecido en el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana; vulnerando el derecho a la defensa y al debido proceso de la Inspec-toría General de Tribunales, así como la garantía consti-tucional del derecho a la igualdad.

Sostiene la recurrente que la prescripción esgrimida por la Jueza en su escrito de descargos debía ser debatida en la oportunidad de realizarse la audiencia de juicio, sin embargo, el Tribunal Disciplinario al dictar en la fase probatoria una decisión que dio por terminado el pro-ceso, obviando la previsión normativa contenida en el artículo 62 del Código de Ética ya mencionado, impidió a la Inspectoría General de Tribunales exponer sus ar-gumentos con relación a la referida prescripción y me-noscabó su posibilidad de aportar elementos tendentes a desvirtuar el alegato de la Jueza, con lo cual se violen-taron los derechos consagrados en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, vale decir, el debido proceso y el derecho a la defensa.

Señala quien recurre, que la denunciada vulneración del derecho a la defensa alcanza asimismo al Ministerio Público, toda vez, que habiéndose adherido el referido Órgano a través de la Fiscalía 64, con competencia en Materia Disciplinaria Judicial, en fecha 18 de diciembre de 2009, a la solicitud de procedimiento disciplinario formulado por la Inspectoría General de Tribunales, éste nunca fue notificado del auto de sobreseimiento objeto del recurso de apelación.

Se aduce, como complemento a lo expuesto, que exis-te jurisprudencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, la cual establece que el alegato de prescripción en materia disciplinaria no pue-de presentarse en el curso de un proceso sin dar la opor-tunidad al órgano disciplinario de investigación de dar sus alegatos al respecto, al revestir dicho procedimiento un evidente interés público en función de la labor des-empeñada y su directa repercusión en la preservación de la paz y equilibrio social.

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De otra parte, con respecto a la presunta infracción a la garantía del derecho a la igualdad, se afirma que tal como consta en el expediente N° AP61-D-2011-00032 y en la decisión apelada, a las Juezas integrantes de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del estado Nueva Esparta, ciudadanas Del Valle Margari-ta Cerrone y María Carolina Zambrano Hurtado se les solicitó la apertura del procedimiento disciplinario por haber infringido el deber legal de administrar justicia, falta disciplinaria que impone la sanción de destitución; sanción ésta que fue efectivamente aplicada por la Co-misión de Funcionamiento y Reestructuración del Sis-tema Judicial en fecha 22 de enero de 2010 a la Jueza Delvalle Margarita Cerrone, siendo que en la audiencia correspondiente se analizó y desestimó la prescripción de la acción disciplinaria, de idénticos términos al que ahora formula la Jueza María Carolina Zambrano Hur-tado y, no obstante a ello, el Tribunal Disciplinario Judi-cial dio a la decisión recurrida un tratamiento disímil a hechos idénticos al cual concurrieron al dictar una sen-tencia dos juezas integrantes de un tribunal colegiado, sin explicaciones y en franca violación al derecho de igualdad consagrado en el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela así como al principio de confianza legítima.

Finalmente, se aduce que debe rechazarse el argumento de prescripción, pues en conformidad con los razona-mientos expuestos en decisiones dictadas por la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Jus-ticia el procedimiento disciplinario reviste un evidente interés público en el cual están de por medio principios esenciales dentro de la administración de justicia y en tal sentido, pudiera considerarse inoficioso el alegato de prescripción.

IVDE LA COMPETENCIA

Debe esta Corte Disciplinaria Judicial, previo a cual-quier pronunciamiento, establecer su competencia para conocer el asunto sometido a su consideración y, al res-pecto, observa:

Tal como se señaló precedentemente, el Tribunal Disci-plinario Judicial remitió a esta alzada el expediente, por oficio N° TDJ-1294-2012 de fecha 12 de julio de 2012, en virtud de haber admitido en ambos efectos el recurso de apelación ejercido por la delegada de la Inspectoría General de Tribunales, quien impugnó a través del re-

curso ordinario el auto que decretó el sobreseimiento de la investigación.

Ahora bien, el artículo 60 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, publicado en la Ga-ceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 39.493 del 23 de agosto de 2010, establece expresa-mente la competencia de la Corte Disciplinaria Judicial para conocer en consulta los autos razonados del Tribu-nal Disciplinario Judicial que decreten el sobreseimien-to, en los términos siguientes:

“Artículo 60. (...) El auto razonado por el cual el Tribunal Disciplinario Judicial decrete el sobre-seimiento de la investigación, tendrá consulta obligatoria ante la Corte Disciplinaria Judi-cial, dentro de los cinco días de despacho si-guientes.” (Resaltado propio)

No obstante, en conformidad con la disposición conte-nida en el numeral 4 del artículo 63 eiusdem, el inte-resado o interesada en el proceso disciplinario tiene el derecho de impugnar el sobreseimiento o la sentencia absolutoria.

En ese sentido, de los criterios emanados del máximo Tribunal de la República, específicamente por decisión N° 412 del 17 de mayo de 2010 de la Sala Constitucio-nal, se desprende que “Es el tribunal de la causa el que remite en consulta las actuaciones al juzgado de alzada para que controle la legalidad de su decisión, siempre y cuando contra la misma no se haya ejercido recurso de apelación, pues si alguna de las partes se vale de este mecanismo ordinario de impugnación que ofrece el ordenamiento jurídico, entonces, la consulta no tendrá lugar”.

Un criterio similar fue previamente establecido por la ya indicada Sala Constitucional, en sentencia N° 1307 de fecha 22 de junio de 2005, cuando señaló:

“La consulta que se dispone en el artículo que se transcribió, a diferencia del recurso de ape-lación, es una institución procesal por la cual el superior jerárquico del juez que emitió una providencia, en ejercicio de la competencia fun-cional de que está dotado, se encuentra habili-tado para la revisión o examen oficioso, esto es, sin que medie petición o instancia de parte, de la

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decisión de primera instancia. La competencia funcional del superior que conoce de la consulta opera de pleno derecho, porque no requiere de una petición o de un acto procesal de la parte para el conocimiento, en alzada, del asunto. Así, la consulta suple la inactividad de la parte en cuyo favor ha sido instituida cuando ésta no in-terpone apelación.

Así mismo, en la disposición legal que se trans-cribió se recogió el recurso de apelación, el cual integra la garantía general y universal de im-pugnación que se reconoce a quienes han inter-venido o están legitimados para la intervención en una causa para la obtención de tutela a favor de un interés jurídico propio, con el fin de que el juez de grado superior revise y corrija los defec-tos, vicios o errores jurídicos del procedimiento o de la sentencia, en que hubiere incurrido el a quo.

El establecimiento del doble grado de jurisdic-ción tiene un vínculo estrecho con el debido proceso y el derecho de defensa, ya que busca una protección plena de los derechos de quienes acuden al aparato estatal, en busca de justicia, como forma de garantía de una recta adminis-tración de la misma.

Ahora bien, los expedientes que se remiten en consulta, contienen decisiones en relación con las cuales se presume, por falta de apelación, que todas las partes están conformes”.

A tal efecto, en concordancia con los criterios antes ver-tidos que califica al recurso de apelación como aquel que integra la garantía general y universal de impugna-ción que se reconoce a quienes han intervenido o están legitimados para la intervención en una causa para la obtención de tutela a favor de un interés jurídico pro-pio, con el fin de que el juez de grado superior revise y corrija los defectos, vicios o errores jurídicos del proce-dimiento o de la sentencia, en que hubiere incurrido el a quo y, tratándose el presente asunto de una decisión con carácter definitivo que pone fin al procedimiento disci-plinario mediante un auto que decreta el sobreseimiento de la investigación, cuya consulta obligatoria no tendrá lugar por efecto de la impugnación oportunamente ejer-cida por la Inspectoría General de Tribunales, en con-

formidad con lo establecido en el numeral 4 del artículo 63 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana esta Corte Disciplinaria Judicial por aplica-ción expresa del artículo 42 eiusdem, se declara com-petente a los fines de resolver el recurso de apelación interpuesto. Así se decide.

VMOTIVACIONES PARA DECIDIR

Corresponde a esta Corte Disciplinaria Judicial pronun-ciarse sobre el recurso de apelación ejercido por la Ins-pectoría General de Tribunales contra la decisión dicta-da el 8 de mayo de 2012 por el Tribunal Disciplinario Judicial, mediante el cual declaró prescrita la acción disciplinaria y el sobreseimiento, una vez verificado que entre la fecha de ocurrencia del hecho presuntamente constitutivo de una falta y el inicio de la investigación correspondiente por el órgano competente transcurrió en su totalidad el lapso previsto en el artículo 53 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 36.534 del 8 de septiembre de 1998.

Denunció la parte recurrente ante esta Alzada, la vio-lación de los derechos al debido proceso y a la defensa consagrados en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

El referido artículo constitucional, establece lo siguien-te:

“Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas; en consecuen-cia:

1. La defensa y la asistencia jurídica son derechos in-violables en todo estado y grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser notifi-cada de los cargos por los cuales se le investiga; de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene dere-cho a recurrir del fallo, con las excepciones estableci-das en esta Constitución y en la ley”.

Consagra así la norma antes transcrita el debido proce-so, que en palabras de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia “abarca el derecho a

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la defensa y entraña la necesidad en todo procedimien-to administrativo o jurisdiccional de cumplir diversas exigencias, tendientes a mantener al particular en el ejercicio más amplio de los mecanismos y herramientas jurídicas a su alcance con el fin de defenderse debida-mente”. (Sent. N° 912 del 6 de agosto del 2008. Sala Político Administrativa)

Dichas exigencias adquieren gran significación, confor-me lo sostiene el criterio pacífico y reiterado emanado del Alto Tribunal de la República, pues éstas implican una serie de derechos y garantías entre los que desta-can, entre otros, la notificación al interesado del inicio de un procedimiento en su contra; la garantía de acce-so al expediente; la facultad del interesado para hacerse parte a los fines de presentar alegatos que le favorezcan; la asistencia legal; el derecho a promover, controlar e impugnar pruebas; el derecho a ser oído (audiencia del interesado); obtener una decisión motivada y el derecho del interesado a ser informado de los recursos pertinen-tes para el ejercicio de la defensa.

De este modo, “existe violación del derecho a la de-fensa cuando el interesado no conoce el procedimiento que pueda afectarlo, se le impide su participación o el ejercicio de sus derechos, o se le prohíbe realizar acti-vidades probatorias” (Sent. No 15, Sala Constitucional, fecha 20/01/2006).

En el caso bajo estudio, la representante de la Inspec-toría General de Tribunales sostiene que la violación de los derechos constitucionales se produce cuando el Tribunal Disciplinario Judicial dictó una decisión que declaró el sobreseimiento, dando por terminado el pro-cedimiento, encontrándose la causa en fase de evacua-ción de pruebas, cuando lo que resultaba procedente era debatir en la oportunidad de celebrarse la audiencia de juicio el alegato de prescripción formulado por la Jueza sometida a procedimiento disciplinario en el escrito de descargos.

Revisadas exhaustivamente las actas procesales, evi-dencia esta Corte que en el caso sub iudice se inició el procedimiento con la apertura de la investigación disci-plinaria en fecha 26 de mayo de 2009 por la Inspectoría General de Tribunales, quien en ejercicio de sus funcio-nes consignó los recaudos pertinentes en el expediente administrativo para sustentar los hechos inquiridos, en-tre ellos, escritos de descargos de las juezas investiga-

das; copia de la sentencia que constituye el presunto he-cho ilícito disciplinario y la decisión dictada por la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia el 8 de agosto de 2006, que anuló de oficio la decisión de la Corte de Apelaciones, antes indicada, y ordenó la ad-misión y resolución del recurso de apelación interpuesto por la víctima en la causa penal bajo su conocimiento, la cual patentiza a juicio del órgano de investigación la irregularidad de las juezas. Asimismo, consignó el es-crito conclusivo pertinente, mediante el que se imputa formalmente a las investigadas de los ilícitos disciplina-rios en los cuales podrían estar incursas.

Por auto de fecha 27 de noviembre de 2009, la Comi-sión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, admitió dicho escrito conclusivo, dejando ex-presa constancia que las partes podían promover prue-bas hasta el día anterior a la audiencia y promoverlas incluso en el mismo acto.

La Inspectoría General de Tribunales en el ejercicio del derecho probatorio promovió una serie de instrumentos, entre los cuales se encontraban las sentencias consig-nadas en la fase de investigación antes mencionada, las cuales fueron admitidas oportunamente.

Llegado el día de celebrarse la audiencia oral y pública, con la presencia de la representante de la Inspectoría General de Tribunales, quien fuera debidamente noti-ficada para el acto, la Comisión de Funcionamiento y Restructuración del Sistema de Justicia, dividió la con-tinencia de la causa en virtud de la incomparecencia jus-tificada de la Jueza María Carolina Zambrano Hurtado, quedando para ella diferido el acto.

Declarada con lugar la inhibición de las comisionadas para el conocimiento de la causa seguida a la jueza su-jeta a procedimiento disciplinario, María Zambrano, y estando el proceso en fase de constituirse la Comisión Accidental, entró en vigencia el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana y, una vez cons-tituido e instalado el Tribunal Disciplinario Judicial, se abocó al conocimiento de la causa por auto de fecha 19 de octubre de 2011, ordenándose la notificación de las partes y los interesados a los fines legales correspon-dientes.

El 1° de noviembre de 2011, la Inspectoría General de Tribunales fue notificada formalmente del abocamien-

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to, tal como se evidencia al folio ciento tres (103) de la segunda pieza del expediente y posteriormente, el 22 de febrero de 2012 fue notificada igualmente, de la orden de notificación efectuada a la jueza denunciada para su comparecencia (folio 119 de la segunda pieza del expe-diente), a los fines de presentar el escrito de descargo en conformidad con lo previsto en artículo 62 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana.

Los hechos antes señalados, evidencian con meridiana claridad que las partes en el procedimiento bajo estu-dio, han estado permanentemente a derecho, teniendo conocimiento manifiesto y preciso de la investigación efectuada, de la admisión de los hechos primigeniamen-te imputados por la Inspectoría General de Tribunales, de los elementos probatorios aportados y admitidos así como de la competencia asumida para el conocimiento y resolución de la causa del órgano jurisdiccional disci-plinario, quien finalmente, luego de analizar las pruebas consignadas y verificar que operó la prescripción de la acción, alegada en el escrito de descargo de la jueza de-nunciada, decretó el sobreseimiento previsto en el texto legal que rige la materia especial disciplinaria.

Ahora bien, ya esta Corte Disciplinaria Judicial, en sen-tencia N°23 de fecha 10 de octubre de 2012, dejó esta-blecido que el sobreseimiento en materia disciplinaria es una institución dispuesta en el artículo 60 del Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana de la misma forma y naturaleza que en el ámbito penal or-dinario.

Dicha figura jurídica comporta un pronunciamiento ju-risdiccional que impide la continuación en la persecu-ción del denunciado, al dar por terminado un proceso en curso y cuando el Tribunal competente constate que alguna de las causales previstas en la ley adjetiva apli-cable se hubiese materializado.

La finalidad de la referida institución es poner término al procedimiento de manera anticipada, no pudiendo ser el sujeto de derecho a favor de quien es dictado el sobre-seimiento perseguido nuevamente por el mismo hecho, pues tiene carácter de cosa juzgada.

De esta forma, con sustento en lo precedentemente apuntado, la Corte estableció el criterio, que se ratifica en la presente decisión, según el cual, el sobreseimiento debe ser dictado en el curso de un proceso disciplinario

donde las partes se encuentren a derecho, ello, en res-guardo de la garantía constitucional del debido proceso, consagrado en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con lo cual no se infringe, en el caso concreto, la disposición contenida en el artículo 62 del Código de Ética del Juez Venezola-no y la Jueza Venezolana delatado.

Así pues, debe concluirse que en el caso bajo estudio no se configura la violación de los derechos al debido pro-ceso y a la defensa denunciados por la recurrente, pues el Tribunal Disciplinario dictó su decisión dentro del marco normativo vigente y en cumplimiento a las ga-rantías constitucionalmente consagradas. Así se declara.

De otra parte, se aduce que la decisión recurrida infrin-gió la garantía constitucional del derecho a la igualdad previsto en el artículo 21 de la Carta Magna, cuando de-claró la prescripción de la acción disciplinaria, pues le confirió un tratamiento distinto a unos hechos idénticos al cual concurrieron las juezas integrantes de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del estado Nue-va Esparta, al dictar un fallo en una causa sometida a su conocimiento.

En se sentido se expone que a las Juezas María Caro-lina Zambrano Hurtado y Delvalle Margarita Cerrone Morales se les solicitó la apertura del procedimiento disciplinario por infringir el deber de administrar justi-cia, donde la Comisión de Funcionamiento y Reestruc-turación del Sistema Judicial dictó en su oportunidad una decisión por la cual destituyó a la Jueza Delvalle Margarita Cerrone, previo análisis y declaratoria de im-procedencia de la prescripción de la acción disciplina-ria, de idénticos términos al que actualmente analiza la Jurisdicción Disciplinaria Judicial.

Ahora bien, establece el artículo 21 de la Constitución vigente que:

Todas las personas son iguales ante la ley; en conse-cuencia:

1. (Omissis).

2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y admi-nistrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o

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vulnerables; protegerá especialmente a aquellas perso-nas que por alguna de las condiciones antes especifi-cadas, se encuentren en circunstancia de debilidad ma-nifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.

3. (Omissis).”

Conforme con los consolidados criterios jurispruden-ciales emanados del Tribunal Supremo de Justicia, “el principio de igualdad implica un trato igual para quienes se encuentren en situación de igualdad -igualdad como equiparación-, y un trato desigual para quienes se en-cuentren en situación de desigualdad -igualdad como diferenciación- (vid. sentencia n° 266 del 17 de febrero de 2006. Sala Constitucional).

Así, como sustento de la premisa anterior, la Sala Cons-titucional del Tribunal Supremo de Justicia ha dejado sentado que no resulta correcto conferirle un tratamiento desigual a supuestos fácticos que ostenten un contenido semejante y que posean un marco jurídico equiparable.

En ese orden, es incuestionable que la Constitución vi-gente consagra el principio de la igualdad de todas las personas ante la Ley, abarcando, conforme lo ha sos-tenido expresamente la Sala Político Administrativa “a todas las situaciones que tengan por objeto o por re-sultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona”. (Sentencia No 01459, Sala Político Administrativa, de fecha 12/07/2001).

Ahora bien, esta Alzada al reflexionar respecto al dere-cho de igualdad bajo análisis y acorde con los criterios antes apuntados, estima oportuno señalar que siendo éste un derecho de carácter subjetivo, es la parte que se pretenda afectada en su esfera jurídica, quien ostenta la legitimación para acudir al órgano jurisdiccional ante una eventual transgresión del referido derecho y soli-citar su restablecimiento, previa demostración del trato discriminatorio conferido.

En sentencia N° 828 de fecha 27 de julio de 2000, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, sentó un criterio, con el cual comulga esta Corte Disci-plinaria Judicial, que sustenta lo precedentemente ex-puesto, en los términos siguientes:

“Con relación a la presunta discriminación, tam-bién alegada por los accionantes, no encuentra la Sala prueba de la misma, de que la Administra-ción le aplicó una sanción, que en iguales circuns-tancias y causas, no impuso a otras empresas, y por ello es también improcedente el amparo por esta razón. Pero quiere la Sala advertir que, so-bre este tipo de conductas de la Administración, la Ley debe desarrollar una acción de participa-ción ciudadana, cónsona con el Estado Social de Derecho y de Justicia, y con la democracia par-ticipativa que preconiza la vigente Constitución. Se trata de una acción que responda al derecho que tienen las personas de hacer cumplir al Es-tado sus deberes, sin desigualdades nocivas para los ciudadanos. Es una acción distinta al amparo constitucional, ya que no es restablecedora, sino que persigue el cumplimiento de los deberes del Estado, sin desigualdades, y que en determina-dos casos, podría actuar como una especie de acción oblicua, donde el particular utiliza los derechos del Estado que éste no ejerce, contra otros particulares. Se trata de una acción que sólo puede incoarla quien tiene interés directo y personal, por ser la víctima de la discriminación por omisión, propiciada por el Estado y que con-duce a que existen ciudadanos privilegiados, al no aplicárseles la ley, en detrimento de otros que sí se les obliga a cumplirla (...)”.

En ese sentido, la Inspectoría General de Tribunales en su condición de denunciante-recurrente en la presente causa, no puede erigirse como la peticionaria de un de-recho que no le es propio ni le afecta sus intereses, o lo que es lo mismo, no puede subrogarse en un derecho ajeno, requiriendo a este órgano superior la declarato-ria de nulidad de la decisión recurrida por una presunta infracción al derecho de igualdad cuando en el procedi-miento del cual es parte interesada le han sido garanti-zados sus derechos constitucionales.

Este mismo criterio se aplica a la solicitud realizada por la recurrente, cuando pretende la nulidad de la decisión emanada del Tribunal disciplinario judicial por la pre-sunta infracción del derecho a la defensa del Ministerio Público, a quien se aduce no le fue notificado de la deci-sión hoy recurrida. Así se decide.

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 43

De otra parte, con respecto al razonamiento utilizado por la extinta Comisión de Funcionamiento y Restruc-turación del Sistema Judicial para desestimar la pres-cripción que le fuera alegada en su oportunidad y pre-tende la parte apelante en la presente causa se aplique en igualdad de términos, debe enfatizarse que esta Corte Disciplinaria Judicial no se halla en la obligación de utilizar un criterio emanado de un órgano administra-tivo que en el ejercicio de sus competencias, dictó una decisión en una causa que fuera sometida a su conoci-miento con base en criterios emanados de la Sala Po-lítico Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, ya que aquellos no constituyen jurisprudencia pacífica y reiterada de aplicación vinculante, de conformidad con la disposición contenida en el artículo 335 del texto Constitucional.

Sin embargo, debe esta Alzada acotar la necesidad de analizar la aplicación de esta institución –la prescrip-ción– dentro de las particularidades de cada caso en concreto en tanto que se trata de su aplicación a relacio-nes especiales de sujeción, que presuponen la estrecha vinculación entre los sujetos y el Estado para asegurar la moralidad y eficacia de la función jurisdiccional.

Así, la acción disciplinaria tiene lugar en esta estrecha relación de sujeción y su fuente es el incumplimiento de un deber en el ejercicio de las funciones del operador de justicia cuya finalidad es preservar la ética en el desarro-llo de la función jurisdiccional conforme a los postula-dos constitucionales, debiendo acotar así que tal función constituye un elemento de eminente orden público que trasciende al interés general de la sociedad.

Será entonces la valoración de la conducta objeto del juicio disciplinario calificada como típica, antijurídica y culpable lo que permite la excepción de la aplicación de la institución de la prescripción, cuando su resulta-do evidencia una grosera y ostensible contrariedad a la Constitución que sea de tal magnitud que vulnere el or-den público o las normas, los valores y principios que la inspiran, y así se declara.

Dentro de este orden de ideas y a los fines de la reso-lución del caso bajo estudio, esta Corte Disciplinaria Judicial ratifica los razonamientos aportados en la deci-sión N° 19 de fecha 2 de octubre de 2012, relativos a la figura procesal de la prescripción, la cual constituye una forma de extinción de la responsabilidad disciplinaria,

conforme a la cual el transcurso del tiempo, contado a partir de la oportunidad en que se produjo el hecho que da lugar a la imposición de la sanción, sin que se inicie la correspondiente averiguación, impide al órgano disci-plinario sancionar la conducta que contraviene los debe-res y obligaciones que el ordenamiento jurídico impone a los operadores de justicia.

La decisión in comento, sostiene que la aplicación de la figura en estudio se justifica en razones de seguridad jurídica que conllevan a la necesidad de que no se pro-longuen en el tiempo situaciones de posible sanción, así como también razones de oportunidad, por cuanto el transcurso del tiempo podría vaciar de contenido el ejercicio de la potestad disciplinaria, entendida como medio para optimizar la actividad de la Administración (vid. Sentencia 00681, del 07 de mayo de 2003).

Lo expresado, resulta plenamente ajustado al contenido del artículo 53 de la Ley Orgánica del Consejo de la Ju-dicatura, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 36.534 del 8 de septiembre de 1998, vigente para el momento de ocurrencia de los hechos que dan lugar al presente procedimiento disciplinario, precepto que justifica la decisión recurrida, dictada por el Tribunal Disciplinario Judicial en el ejercicio de su autonomía jurisdiccional y con total apego al texto legal pertinente. Así se decide.

En conclusión, debe esta Corte Disciplinaria Judicial declarar improcedente la violación al derecho a la igual-dad delatado por la parte recurrente y, así se decide.

Ahora bien, en el caso bajo examen, aprecia esta Cor-te que la conducta desplegada por la Jueza sometida a procedimiento, María Carolina Zambrano, por la cual se le cuestiona disciplinariamente ocurrió en fecha 19 de enero de 2006, cuando en el ejercicio del cargo como jueza miembro de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del estado Nueva Esparta, dictó una deci-sión declarando extemporáneo un recurso de apelación ejercido contra un auto de sobreseimiento con ocasión a una causa de naturaleza penal, proferido por el Tribunal de Primera Instancia en Funciones de Control.

Dicha actuación dio lugar a la apertura de una investi-gación disciplinaria, iniciada en fecha 26 de mayo de 2009, por la Inspectoría General de Tribunales, con mi-ramiento a la sentencia dictada por la Sala de Casación

Jurisprudencia AD LITTERAM Al pie de la Letra 44

Penal del Tribunal Supremo de Justicia en fecha 8 de agosto de 2006, mediante la cual anuló de oficio la sen-tencia dictada por la antes mencionada Corte de Apela-ciones, con fundamento a que el recurso de apelación ejercido por la parte agraviada en el juicio no podía de-clararse extemporáneo, pues al tener el auto que declaró el sobreseimiento los efectos de una sentencia definiti-va, podía recurrirse dentro del lapso previsto para este tipo de decisiones, es decir, diez (10) días siguientes a su publicación.

En ese sentido, fue constatado por esta Corte de la re-visión de las actas procesales que desde el día 19 de enero de 2006, fecha en que ocurrió presuntamente el hecho constitutivo de la falta imputada hasta el día 26 de mayo de 2009, oportunidad en la que se dio inicio a la investigación disciplinaria, transcurrieron tres (3) años, cuatro (4) meses y siete (7) días, excediéndose con cre-ces el término de tres (3) años previstos para que opere la prescripción de la acción, de conformidad con la dis-posición contenida en el artículo 53 de la Ley Orgáni-ca del Consejo de la Judicatura, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 36.534 del 8 de septiembre de 1998, aplicable rationae temporis al caso concreto.

Así, siendo congruente con lo antes mencionado, debe declararse sin lugar el recurso de apelación interpuesto contra la decisión del 8 de mayo de 2012, que declaró el sobreseimiento, dictada por el Tribunal Disciplina-rio Judicial en el expediente N° AP61-D-2011-000032 contentivo del procedimiento disciplinario seguido a la ciudadana MARÍA CAROLINA ZAMBRANO HUR-TADO, por actuaciones realizadas durante su desempe-ño como Jueza Suplente Especial de la Corte de Apela-ciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, en consecuencia, queda confirmado el fallo apelado. Así se decide.

DECISIÓNPor las razones expuestas esta Corte Disciplinaria Judi-cial, administrando justicia, en nombre de la Repúbli-ca Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara: 1) SIN LUGAR el recurso de apelación ejer-cido por la ciudadana MARÍA SOLEDAD TORRES RODRÍGUEZ, titular de la cédula de identidad N° V- 9.295.180, actuando por delegación del Inspector Gene-ral de Tribunales, contra la decisión de fecha 8 de mayo de 2012, dictada por el Tribunal Disciplinario Judicial

mediante el cual decretó el sobreseimiento en el expe-diente N° AP61-D-2011- 000032 y 2) SE CONFIRMA la decisión recurrida, dictada por el Tribunal Discipli-nario Judicial en fecha 8 de mayo de 2012, en el pro-cedimiento seguido a la ciudadana MARÍA CAROLI-NA ZAMBRANO HURTADO, titular de la cédula de identidad Nro. V-9.248.068, por actuaciones realizadas durante su desempeño como Jueza Suplente Especial de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta.

Publíquese, regístrese y remítase al Tribunal Disciplina-rio Judicial a los fines legales pertinentes.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Corte Disciplinaria Judicial en la ciudad de Caracas, a los siete (7) del mes de noviembre de 2012. Años 202° de la Independencia y 153° de la Federación.

JUEZ PRESIDENTE, PonenteTULIO JIMÉNEZ RODRÍGUEZ

JUEZ VICEPRESIDENTE,ADELSO GUERRERO OMAÑA

JUEZA,ANA CECILIA ZULUETA RODRÍGUEZ

Secretaria,MARIANELA GIL MARTÍNEZ

Exp. No. AP61-R-2012-000017

Hoy 10 de octubre de 2012, siendo las 11:30 am, pu-blicó la anterior decisión quedando registrada bajo el numero 21.

Secretaria,MARIANELA GIL MARTÍNEZ