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CATÁLOGO EXPOSICIÓN PERMANENTE 18

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E n el año 1958 y obligada a reposo después de una hepatitis, Violeta Parra comienza a bordar, pintar, esculpir greda. Así se

inicia en las artes visuales.Hasta el año 1964 en que exhibe la totalidad de su obra en el

Pavillon de Marsan del Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, se contabilizan en el catálogo original de la exposición:· 22 tapicerías o arpilleras: Son telas bordadas con lanas coloridas

sobre yute o arpillera o sobre telas comunes de algodón.· 26 pinturas al óleo sobre tela o madera prensada.· 13 esculturas en alambre.

Posteriormente a esta gran exposición continuó pintando, bordando, haciendo máscaras en cartón y en yute, con gran diversidad de temas y contenidos.

Expuso en diversas galerías de arte de París y Ginebra. Los últimos trabajos visuales que realizó son los cuadros en papel maché, algunos en gran formato, con materiales logrados con engrudo, papel de diario y pinturas sobre madera o láminas prensadas. Son esculturas en relieve. A algunas máscaras les incorporó granos de legumbres: porotos, garbanzos, lentejas, arvejas. Estas últimas obras las hizo en su casa-taller de la rue Voltaire en Ginebra, Suiza.

La temática de sus obras son “canciones que se pintan y bordan”.

isabel parra

presidenta fundación violeta parra

* Texto publicado originalmente

en el libro Violeta Parra Obra Visual

(2007) de Fundación Violeta Parra.

El viaje de las obras

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Reflejan escenas de la vida cotidiana, quehaceres y oficios diversos, historias, leyendas, mitos, cuentos, personajes de la cultura popular: el manicero, el chinchinero, el payaso, la bailarina, los cantantes, la cueca. Hechos históricos de Chile, batallas, denuncias, represión, injusticias, temas religiosos, fiestas tradicionales, músicos, cantoras y cantores campesinos, tocadores de guitarrón, familiares, amigos, hijos, nieta. Fiestas en la casa y presentaciones musicales de los Parra son temas recurrentes.

Decía Violeta: ”Las arpilleras son la parte hermosa de la vida y las pinturas la tristeza de la existencia”.

Pintaba a sus amigos y les regalaba sus retratos, volvía a repetir temas y rostros. Vendió algunas arpilleras. Hizo un retrato de un amigo el historiador Leopoldo Castedo, y bordó con lana sobre una tela negra a su amigo el poeta Thiago de Mello.

Las primeras arpilleras y pinturas las crea en su casa en el barrio La Reina, en esos años en la periferia de Santiago, calle Segovia 7366, “La Casa de Palos”. En esos años, 1959-1960, las exhibe en la Feria de Artes Plásticas en el Parque Forestal en Santiago. Realiza algunas muestras en galerías de arte de la capital. Vive un breve tiempo en un departamento del centro en la calle Estado, donde continúa bordando. En la Feria del Parque Forestal canta, toca guitarra, pinta, borda esculpe sus gredas frente al público.

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En 1961, viaja a la Pampa argentina a la ciudad de General Picó; allí se instala a vivir en casa de la familia Blaya. Don Joaquín Blaya es el gobernador de la ciudad. Aquí realiza intensa actividad. Da cursos de bordados, pinturas, cantos y danzas de Chile, hace exposiciones visuales y una serie de recitales. Después de algunos meses parte a Buenos Aires donde pretende darse a conocer y se relaciona con diversas personalidades de la cultura de ese país. Continúa sus actividades, realiza exposiciones visuales, graba un disco de catorce canciones originales.

En 1962, sus hijos Isabel y Ángel le proponen viajar juntos a Europa donde han sido invitados al Festival de la Juventud en Helsinki, Finlandia.

Se embarcan en Buenos Aires en el Yapeyu, Violeta, Isabel, Ángel y la nieta Tita. Lleva su cargamento de arpilleras, borda y compone música en esta travesía, enseña a bailar cueca a la delegación chilena que representará al país en este Festival, expone sus tapices en Berlín, República Democrática Alemana.

Los Parra deciden permanecer en Europa, viajan a París, Violeta vive en la rue Monsieur Le Prince en el Barrio Latino. Allí, acompañada de sus hijos, canta por la noche en La Candelaria y en L´Escale.

Violeta Parra comienza a gestar su gran proyecto: mostrar la totalidad de sus obras en un gran museo en París.

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Relacionada con Gilbert Favre, artista suizo, su vida transcurre entre París y Ginebra.

En abril de 1964 expone en el Pavillon de Marsan del Museo del Louvre de Artes Decorativas del Palacio del Louvre. Es la primera artista latinoamericana que presenta una muestra individual.

Violeta regresa definitivamente en 1965 a Chile. Deja en Ginebra pinturas, óleos, máscaras, esculturas en alambre, los cuadros en relieve en papel maché, quedan en su casa-taller de la rue Voltaire en esa ciudad.

Vive un tiempo en la casa de sus hijos Isabel y Ángel en la calle Carmen 340, donde funciona “La Peña de los Parra”. En una habitación de la casa, pinta pequeños murales con diversas figuras, rostros, animales. Hoy permanecen allí.

Ese año se asocia con una amiga y levantan una carpa en la FISA, Feria Internacional de Santiago, lleva sus trabajos visuales, canta y arma una gran fonda. La sociedad no prospera y Violeta se queda con esta carpa, que posteriormente lleva hasta el barrio La Reina y la levanta en un terreno que le ofrece su alcalde Fernando Castillo Velasco.

Su gran proyecto es crear un centro de arte popular y allí se instala en “La Carpa de La Reina”.

Ahí vive, expone sus trabajos, entre sus cuadros y máscaras, recitales y presentaciones de grupos e invitados, cocina, atiende a la

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gente, compone canciones y graba el disco Últimas Composiciones de Violeta Parra.

Después de su muerte el 5 de febrero de 1967, en “La Carpa de La Reina” hay una gran incertidumbre sobre el destino de su legado; cuadernos manuscritos, instrumentos musicales, cartas, óleos, máscaras, objetos artesanales traídos de Bolivia. Una parte de esos bienes lograron ser rescatados por sus hijos.

En el año 1968, la Universidad Católica de Chile con su rector Fernando Castillo Velasco organiza el primer homenaje póstumo a Violeta Parra. El rector elige a Sonia Fuchs como encargada de montar las arpilleras que están en casa de Nicanor Parra en La Reina. Ella las repara, las traslada y realiza el montaje en la Casa Central.

Nicanor Parra tiene en su poder cuadros y objetos que Violeta le llevaba.

Después del golpe militar en septiembre de 1973, Ronald Kay lleva cuadros de Violeta que Isabel Parra tenía en su casa en Ñuñoa a la parcela de Nicanor Parra en La Reina, como medida precautoria.

El arquitecto Carlos Larraín, amigo de Violeta, le compró un cristo azul en arpillera. Violeta dejó en Ginebra un óleo de gran formato a Blanca Subercaseaux Errázuriz, diplomática que posteriormente lo donó a la fundación.

Un amigo suizo de la familia, Milo Hiltbrad, mandó desde Ginebra a

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Chile el cuadro La guitarrera, para donarlo a la fundación. Es el único que tiene dedicatoria y firma de Violeta Parra.

Hay otros cuadros regalados por ella a sus amigos de Ginebra.Algunos familiares tienen en su poder cuadros y arpilleras.En 1992, sus hijos crearon en Chile la Fundación Violeta Parra para

reunir, investigar, preservar y difundir la totalidad de su obra.

En el año 1972, Haydée Santamaría directora de Casa Las Américas de la Habana y amiga de la familia Parra, invita a Isabel Parra a participar en una serie de actividades artísticas dedicadas a Violeta Parra. Isabel viaja a Cuba, lleva las arpilleras, se filma un documental. Vuelven a Chile estas obras antes de septiembre de 1973. Están guardadas enrolladas a lo largo en grandes cajas de madera en un pasillo en casa de Isabel. Después del golpe militar, cuando allanan su casa preguntando por ella, los militares se encuentran con estas cajas y preguntan: “Qué hay ahí?”; Carmen Luisa, la hermana menor se encuentra allí en ese momento y contesta: “Son bordados que hace mi hermana”.

Isabel y Ángel Parra salen al exilio –las arpilleras quedan en Chile–. Los óleos están en Ginebra. La señora Toyita, suegra de Isabel, doña Victoria Ladrón de Guevara, allendista, viaja a Europa en barco y se lleva las arpilleras en sacos de yute rumbo a Barcelona. Eduardo Rojas, su hijo, las recibe y las lleva a París y se las entrega a Isabel.

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Nuevamente Isabel pide la ayuda de Haydée Santamaría para que estas obras queden en custodia y protegidas en Casa de las Américas. Miria Contreras, “la Payita”, que vive en París, amiga de los Parra y que entre sus múltiples quehaceres trabaja junto a Carmen Waugh en la gestión del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, está en contacto permanente con el gobierno cubano y se ocupa del traslado de las arpilleras a La Habana. Los Parra realizan una gira artística a la isla y firman junto a Haydée Santamaría un convenio de protección de las obras por el tiempo que sea necesario hasta devolverlas definitivamente a Chile.

Isabel y Ángel Parra viajan a Ginebra a una presentación artística. Al final del concierto, Isabel encuentra en su camarín una tarjeta de visita que dice: “soy Daniel Vittet y tengo los cuadros de Violeta” contactan a esa persona, Isabel y su hija Milena viajan a Ginebra, Daniel Vittet las espera y efectivamente ha guardado en su casa todos los cuadros de Violeta y quiere entregárselos a sus dueños.

Este fotógrafo suizo conoció a Violeta personalmente, la entrevistó, la fotografió, tomó fotos de todos los cuadros. Le pidió a Isabel conservar para él un cuadro pequeñito: Fiesta en casa de Violeta.

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Nuevamente Miria Contreras hace gestiones con la misión diplomática cubana en Ginebra para el traslado de estas obras a París.

Isabel los guarda en su casa, 7 avenue Villemain París 14.Hay óleos en telas y madera prensada, máscaras en cartón,

esculturas en alambre que están deterioradas.Con estas obras se organiza una muestra visual en el Festival de

Nancy, en Francia, con recitales de Isabel, Ángel y Tita Parra.

Cuando en 1985 la hija mayor de Violeta decide dejar Francia para viajar a Buenos Aires y quedarse cerca de Chile; las obras mencionadas permanecen guardadas en su casa en París.

En 1987 al regreso definitivo de Isabel a Chile, decide desocupar su casa en Francia y lo hace en reiterados viajes. Establecida la democracia en Chile, la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, ayuda a traer parte de la obra al país. Algunos cuadros de papel maché deben quedar guardados en París, la familia Reni-Chalbaud los cuida y cuelga en su casa en esa ciudad.

Las arpilleras vuelven a Chile.

En este año de 1987 entre los proyectos prioritarios de Isabel Parra está la reconstrucción de la casa de Carmen 340, propiedad de Isabel y Ángel para crear ahí el Museo Violeta Parra.

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Este es un gran desafío, pero a pesar de obstáculos y dificultades logran establecer algunas alianzas con personas e instituciones que no siempre coinciden con los criterios que motivan a estos hermanos. Entregar las obras visuales de Violeta Parra a la Comunidad sin transar en los principios, el espíritu, y la esencia que impulsó y motivó a esta extraordinaria artista desde los inicios de su tarea hasta el fin de sus días.

Entre logros, retrocesos y también el apoyo de ciertas personas sensibilizadas con el tema, se planifican varias exposiciones, jornadas artísticas, conciertos, presentaciones, publicaciones de libros de música, cancioneros, ediciones de discos inéditos, catálogos de su obra que rescatan a la artista del olvido. Estas actividades se realizan tanto en Chile como en el extranjero.

Tita Parra viaja con las obras visuales y musicales, en un proyecto en conjunto con el Municipio de Santiago, a algunos países de Centroamérica y México.

La familia Parra acompaña una serie de exposiciones en Argentina en las ciudades de Buenos Aires, La Plata y Mar del Plata.

En 1996, Isabel Parra de paso en París le presenta un proyecto al embajador de Chile en Francia, José Manuel Morales; se trata de hacer una muestra de las obras visuales de la artista en el Museo del Louvre. Este proyecto coincide con algunas iniciativas culturales planificadas por el gobierno democrático de Chile en el país francés para el año siguiente.

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En el mes de abril de 1997, el Presidente de Chile Eduardo Frei inaugura la exposición en el Museo de Artes Decorativas. En este gran acontecimiento artístico, fue decisivo el apoyo de la Primera Dama Marta Larraechea, de José Miguel Insulza, de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería chilena y la gestión de Emilio Lamarca. Este proyecto fue creado y organizado por la fundación Violeta Parra. Con posterioridad, la muestra recorre otras ciudades de Europa: Madrid, en el Parque del Retiro; Nápoles, en el Instituto Suor Orsola Benincasa; Estocolmo, en Folkets Hust; en La Haya, en la Galería Pulchri. Todas estas exposiciones fueron inauguradas con conciertos de Isabel Parra

Durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos, se organizó una muestra de la obra visual de Violeta Parra, un concierto de canciones en el marco de una serie de actividades culturales auspiciadas por el Ministerio de Hacienda y el Banco Interamericano de Desarrollo en la ciudad de Washington, Estados Unidos.

Reconstruida la casa de Carmen 340 –antigua Peña de los Parra– y creada la fundación, la obra pictórica de Violeta se exhibe de manera artesanal sin los resguardos ni la infraestructura que necesitan las obras de arte, como una forma de darlas a conocer y hacer un llamado de atención a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de la conservación del patrimonio de Chile.

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Se construye una bodega; salen de Chile; vuelven a la bodega. Cuando los Parra venden esa casa las obras quedan en la de Isabel. De esta manera, las mismas obras exhibidas en dos oportunidades en el Museo del Louvre se guardan en una pequeña casa de Providencia.

La periodista Marisol García, conocedora de esta realidad, le sugiere a Isabel Parra hablar con la señora Cecilia García-Huidobro y de este conocimiento y el de otras personas como Álvaro Covasevich, miembro del Directorio del Centro Cultural Palacio La Moneda, surge la posibilidad de lograr un espacio de exposición permanente en este nuevo centro cultural, a la espera del museo definitivo.

Santiago, septiembre de 2015