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I. Introducción. Es prácticamente imposible pensar en un concepto unificado de interpretación –simple-, menos aún de interpretación ju- rídica. la definición de interpretación jurídica, adolece, qui- zás, de la misma problemática del término derecho. tanto así, que la sencilla definición del término “interpretación ju- rídica” presupone en veces la definición del objeto y fin de la propia interpretación jurídica. los juristas carecen aún de un concepto de derecho, porque se pretende que al definirlo se diga ya si es justo o es injusto. Esta distinción, escondida mediante el argumento de la coim- plicación esencia-objeto-fin, no es sino una forma de definir en la palabra derecho el fin del derecho. lo mismo sucede con la interpretación jurídica. Primeramente, la palabra interpretación puede ser utilizada válidamente en diferentes contextos con connotaciones disí- miles. Es así como las oraciones “El guitarrista interpretó tango en Skai de Ronald Dyens”, “Yo interpreto un poema de Pablo Neruda”, “Sean Connery interpretó a William of Baskerville en una película” o “la interpretación de tolkien nos dice que sus libros son una lucha del comunismo contra el capitalismo”, son todas correctas. De igual forma, la pala- bra interpretación en la frase “Utilicé un intérprete para ha- blar con un alemán”, es empleada como reelaboración del lenguaje semántico, 2 es decir, como una reformulación lin- güística de una proposición. 3 Este último concepto mantuvo mucho tiempo atado a los juristas, pero estudios recientes han cuestionado profundamente este pensamiento. Ahora bien, aún cuando las múltiples acepciones de la pala- bra interpretación generen disputa, es indudable que en la teoría jurídica contemporánea, y más particularmente entre los teóricos de la interpretación jurídica, existen siempre tres vertientes, que con diferentes nominalismos, indican exacta- mente lo mismo: los univocistas, los equivocistas 4 y las teorías mixtas. independientemente de la teoría en la que nos centremos, la disputa gira en torno a si al interpretar existe un solo signifi- cado a descubrir mediante el empleo de un proceso exegé- tico-racionalista (univocismo), o si es posible encontrarnos con una multitud de significados igualmente válidos (equi- vocismo), o bien, si la interpretación es una combinación de las dos funciones anteriormente descritas (teorías mixtas). Por lo general, las teorías univocistas centran su atención en el autor del texto o en el texto mismo, mientras que los equi- vocistas lo hacen en el intérprete. Un estudio de “interpretación jurídica”, inclusive somero, presupone que se admitan, cuando menos, tres elementos: 1) la existencia de una norma “n”; 2) con una intención “i”; 3) interpretada por un sujeto “f”. Así, mediante esta distinción entre la norma “n” y la inten- ción “i”, habremos llegado a la importante conclusión de que la interpretación jurídica: Perspectivas contemporáneas. 1 Mauro Arturo Rivera león A mi padre, cuyo entendimiento del lenguaje es motivo de mi pluma. El SiEtE 28 pactasuntservanda Fotografía de Yazmín Ríos Cristopulos, 2009

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I. Introducción.Es prácticamente imposible pensar en un concepto unificadode interpretación –simple-, menos aún de interpretación ju-rídica. la definición de interpretación jurídica, adolece, qui-zás, de la misma problemática del término derecho. tantoasí, que la sencilla definición del término “interpretación ju-rídica” presupone en veces la definición del objeto y fin dela propia interpretación jurídica.

los juristas carecen aún de un concepto de derecho, porquese pretende que al definirlo se diga ya si es justo o es injusto.Esta distinción, escondida mediante el argumento de la coim-plicación esencia-objeto-fin, no es sino una forma de definiren la palabra derecho el fin del derecho. lo mismo sucedecon la interpretación jurídica.

Primeramente, la palabra interpretación puede ser utilizadaválidamente en diferentes contextos con connotaciones disí-miles. Es así como las oraciones “El guitarrista interpretótango en Skai de Ronald Dyens”, “Yo interpreto un poemade Pablo Neruda”, “Sean Connery interpretó a William ofBaskerville en una película” o “la interpretación de tolkiennos dice que sus libros son una lucha del comunismo contrael capitalismo”, son todas correctas. De igual forma, la pala-bra interpretación en la frase “Utilicé un intérprete para ha-blar con un alemán”, es empleada como reelaboración dellenguaje semántico,2 es decir, como una reformulación lin-güística de una proposición.3 Este último concepto mantuvomucho tiempo atado a los juristas, pero estudios recientes

han cuestionado profundamente este pensamiento.

Ahora bien, aún cuando las múltiples acepciones de la pala-bra interpretación generen disputa, es indudable que en lateoría jurídica contemporánea, y más particularmente entrelos teóricos de la interpretación jurídica, existen siempre tresvertientes, que con diferentes nominalismos, indican exacta-mente lo mismo: los univocistas, los equivocistas4 y las teoríasmixtas.

independientemente de la teoría en la que nos centremos, ladisputa gira en torno a si al interpretar existe un solo signifi-cado a descubrir mediante el empleo de un proceso exegé-tico-racionalista (univocismo), o si es posible encontrarnoscon una multitud de significados igualmente válidos (equi-vocismo), o bien, si la interpretación es una combinación delas dos funciones anteriormente descritas (teorías mixtas).

Por lo general, las teorías univocistas centran su atención enel autor del texto o en el texto mismo, mientras que los equi-vocistas lo hacen en el intérprete.

Un estudio de “interpretación jurídica”, inclusive somero,presupone que se admitan, cuando menos, tres elementos: 1)la existencia de una norma “n”; 2) con una intención “i”; 3)interpretada por un sujeto “f”.

Así, mediante esta distinción entre la norma “n” y la inten-ción “i”, habremos llegado a la importante conclusión de que

la interpretación jurídica: Perspectivas contemporáneas.1

Mauro Arturo Rivera león

A mi padre, cuyo entendimiento del lenguaje es motivo de mi pluma.

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Fotografía de Yazmín Ríos Cristopulos, 2009

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lo que se dice no es siempre lo que se comunica, o que lo quese intenta comunicar no es siempre lo que se entiende.

El lenguaje es ambiguo y las palabras empleadas en un textojurídico frecuentemente no son las idóneas para comunicarun sentido. El lenguaje indeterminado y la ambigüedad dellenguaje jurídico, así como las imprecisiones sintácticas deuna proposición normativa, son la causa de la necesidad dela interpretación.5

II. Perspectivas de la interpretación jurídica.Sin duda alguna, Hans Kelsen ha sido el jurista cuyo pensa-miento ha impactado más a la teoría jurídica contemporánea,y fue uno de los primeros en exponer sus ideas en torno a lainterpretación.

El positivismo kelseniano no distinguía fines axiológico-in-terpretativos, en tanto los valores no son parte del derecho.En ese sentido, la teoría kelseniana presenta al derecho comola individualización de las normas. la interpretación no esotra cosa que el proceso espiritual que acompaña la indivi-dualización de una norma de una grada superior6 a una in-ferior.7 tamayo y Salmorán sigue a Kelsen al definir a lainterpretación como un proceso intelectual que acompaña el pro-ceso de aplicación del derecho en su progresión de un grado superiora un grado inferior.8 Como puede observarse, con algunascomas y puntos, es la definición kelseniana.

Kelsen dividió la interpretación en aquélla que provenía delórgano creador de la norma –auténtica- y aquella que no pro-venía del órgano creador –no auténtica-.

En esta perspectiva, no extraña que Kelsen, al equiparar aljuez con un legislador que individualiza las normas, le otor-gue el rango de intérprete auténtico. En el concepto kelse-niano, toda interpretación operativa del derecho esinterpretación auténtica en tanto individualiza una norma dejerarquía superior. la interpretación en Kelsen es, pues, unainterpretación espiritual y volitiva.

la norma presenta cierta indeterminación, ya sea intencionalo no intencional, y el juez es el encargado de llenar los res-coldos de esa indeterminación –lagunas o lagunas técnicas-.Sin embargo, la consideración kelseniana de la individuali-zación abstracta del derecho como fin de la interpretación hasido cuestionada sobremanera. El jurista austriaco sostieneque la justicia social o el bienestar del estado son determinacionesajenas al derecho positivo,9 tesis fuertemente criticada porDworkin.

Kelsen criticó el concepto restringido de la interpretación.Hart y el propio Kelsen refutaron continuamente las tesis dela interpretación unívoca. Sin embargo, su esquema aparentatener algunos defectos.

Pareciera que el concepto amoral kelseniano de la interpre-tación como individualización volitiva de la escalonada nor-matividad dejara vacía la motivación o guía del intérprete;

cuestión que el propio Kelsen consideró que pertenecía alcampo de la política del derecho.10

Riccardo Guastini distingue dos posibles conceptos de la in-terpretación jurídica:a) Un concepto stricto sensu, y; b) un concepto lato sensu.

El concepto restringido de Guastini se refiere a la atribuciónde significados a una proposición normativa solamente enpresencia de dudas; mientras que un concepto amplio, im-plicaría la atribución de significado a una norma, indepen-dientemente de la presencia de duda o controversias.11

Asimismo, Guastini distingue tres teorías de la interpreta-ción,12 a saber: 1) teoría cognitiva/formalística: la interpretación se con-vierte en una especie de exégesis de la norma, es decir, la ve-rificación empírica del significado del objeto o de la intencióndel legislador. Esta teoría presupone la existencia de una vo-luntad legislativa13 y de un sentido único o correcto de lanorma.2) teoría escéptica: No existe una interpretación correcta, entanto el texto puede ser interpretado de manera distinta. Bajoesta óptica la interpretación es inclusive una actividad arbi-traria de asignación de sentido.3) teoría intermedia: la teoría intermedia se asemeja al con-cepto de la interpretación en stricto sensu, es decir, el descu-brimiento del significado formalístico en tanto el texto seaclaro –in claris non fit interpretatio-, y la atribución de sentidocuando se presenten dudas en el texto jurídico; siendo enton-ces, una combinación de las teorías anteriormente descritas.

la distinción que el doctrinario italiano realiza encaja perfec-tamente en los moldes de las teorías de asignación de sen-tido. Su teoría cognitiva es sencillamente una interpretaciónunívoca-literal del texto normativo; su teoría escéptica es laatribución equívoca de sentido y, su teoría intermedia, es ladistinción de los casos entre los que desentrañará el sentidodel texto y los casos en donde creará un sentido del texto.

Riccardo Guastini parece orientarse a una teoría intermedia,interpretando solamente en presencia de dudas u oscuridaddel texto jurídico. Sin embargo, esta distinción no es tan sen-cilla como aparenta, pues la misma característica de “oscuri-dad” o “duda” es un concepto susceptible de interpretación.Nuevamente estamos en una encrucijada: ¿Cuándo debe unintérprete considerar que el significado de un texto es os-curo? Y en caso de haber un parámetro para determinar laclaridad u oscuridad de un texto, ¿el interpretar la claridadu oscuridad de un texto sería mediante una interpretaciónintermedia o cognitiva?

Jerzy Wróblewski parece centrar la disputa no tanto en lasimplicaciones de la interpretación, sino en la utilidad de lafunción interpretativa. la función básica de la interpretaciónjurídica se avoca a la individualización de la norma. Por lotanto, él sostiene que la interpretación debe lidiar primaria-mente con problemas prácticos de la operatividad del dere-

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Wróblewski interpreta acorde a lo quedenomina interpretación sensu largí-simo, sosteniendo que “los textos for-mulados en lenguaje legal14 seinterpretan cuando pragmáticamenteno son lo bastante claros para los finesde la comunicación”.15

Es decir, él basa su teoría de la interpre-tación en un punto de vista semiótico alpresuponer que los rasgos del lenguajejurídico determinan los problemas deinterpretación.16

Pareciera entonces que Guastini obtieneun apoyo en Wróblewski. Sin embargo,éste denomina al objeto, o texto legal,como un fenómeno cultural. Por lotanto, a éste último no le interesa en talmedida la determinación de una teoríainterpretativa tanto como la justifica-ción operativa de la interpretación. Suteoría de la interpretación es entoncesuna teoría operativa en donde la tareadel juez, lejos de interpretar acorde ocontra el texto, es la de justificar la uti-lidad de su interpretación.

Ahora bien, Andrei Marmor parecedesafiar la imprecisión de la interpreta-ción jurídica, y propone una definiciónutilitarista de la interpretación, hastacierto punto, neokelseniana. la inter-pretación para él es sencillamente laatribución de significado a un objeto.17 Sinembargo, la directiva en su doctrinapresupone encontrar las intenciones co-municativas del hablante,18 o bien, lasintenciones comunicativas de un ha-blante ficticio cuyas características sonpresupuestas por la elección interpreta-tiva realizada. la tesis de este autor pa-reciera –aparentemente- entrar enconflicto con la interpretación correctorade Dworkin e, inclusive, situar nueva-mente a la interpretación en el planoexegético. No obstante, Marmor prevéa su hablante ficticio como un sujetocapaz de ser situado en el contexto –también ficticio- comunicativo comocausante volitivo de la interpretación;las justificaciones de un cambio de sen-tido en la interpretación pueden seravocadas al personaje –voluntad ficti-cia- de Marmor.

Él enfoca el problema interpretativo

desde el punto de vista del derecho,pero también desde la óptica de la prag-malingüística; sostiene que el quid in-terpretativo es la comprensión delintérprete de una expresión que se en-cuentra a su vez subdeterminada porreglas semánticas. la interpretaciónpreferentemente ocurre cuando existeuna mala comunicación o no existe al-guna.

Finalmente, tenemos la teoría interpre-tativa de Ronald Dworkin. Él es uno delos grandes neoiusnaturalistas de nues-tros tiempos y esto se refleja en su con-cepción del derecho.

Si bien Dworkin no declara abierta-mente que la interpretación obedece adeterminados valores, sí lo presuponeal sostener que la interpretación debepresentar el derecho de la mejor maneraposible -interpretación correctora-.19 Ajuicio de Marmor, éste es ya un errorfundamental, puesto que la tesis deDworkin nos remite a la pregunta ¿Dela mejor manera para quién?; Marmorsostiene que el error fundamental en laconcepción interpretativa de Dworkines que la interpretación puede plantearel sentido normativo de manera dis-tinta, sin que esto necesariamente debasuponer una corrección basada en esti-maciones axiológicas.20

Ahora bien, Dworkin no distingueentre una teoría del derecho y una teo-ría de la interpretación porque se coim-plican. Entonces, el derecho comointegridad y el derecho como integri-dad interpretativa vienen a ser funda-mentalmente lo mismo porque,finalmente, el derecho es un conceptointerpretativo.21

De esta forma, en la búsqueda deDworkin por encontrar la verdad correc-tora22 o la mejor interpretaciónposible,23,éste distingue tres fases en lainterpretación: 1) Una fase preinterpretativa y de iden-tificación del texto y los elementos a in-terpretar; 2) una etapa interpretativa, en donde sejustifica el criterio mediante el cual seva a interpretar y; 3) una etapa posinterpretativa, endonde se contrapone el sentido a la jus-tificación de la etapa interpretativa.

En su intento por sostener al derechocomo una integridad, Dworkin ha ma-nejado una parábola de su concepcióninterpretativa: la novela en cadena.

El autor crea la parábola de un grupode novelistas que escriben una novelaen serie. Es decir, cada uno puede escri-bir solamente un capítulo, bajo la con-dición de retomar a su vez los capítulosprevios para escribir la mejor novelaposible.

Cada novelista aplica entonces una in-terpretación correctora24 para presentarla novela –norma- de la mejor maneraposible. Así, el novelista entiende quesu interpretación no es libre completa-mente, sino limitada25 por algunos fac-tores, como por ejemplo los otrosnovelistas –sociedad, valores, morali-dad, etc…-, y que debe, mediante su in-terpretación integrar la novela.

Claro que el concepto interpretativo-in-tegrador del derecho de Dworkin nosconduce a pensar que éste ha resueltouno de los grandes problemas de la in-terpretación, puesto que la interpreta-ción integradora se constituye, comoprobablemente lo diría Wróblewski, enuna directriz única. Sin embargo, espreciso tomar en cuenta que cuandoDworkin integra el derecho e interpretacomplementando el orden jurídico -¿positivo o natural?-, lo hace bajo elaxioma que el derecho tiene, hasta encierta medida, un contexto moral yaxiológico; contexto que resalta por suevidente subjetividad.

Ahora bien, la búsqueda de justicia –enla forma de integración del derecho- escomprensible porque siempre el intér-prete buscará su justicia en el texto.26

Dworkin comete –quizás- el error desubjetivizar su concepto de interpreta-ción.

III. Algunas consideraciones sobre lainterpretación jurídica.a) Un concepto de interpretación jurí-dica.Para definir previamente nuestro objetode estudio, se comenzará proponiendoque por interpretación jurídica debe en-tenderse un acto de atribución subjetivade significado a un objeto -texto jurí-dico- de acuerdo a la voluntad del in-

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térprete.27

Ahora bien, esta distinción que bien puede parecer subjeti-vista en tanto centra el concepto de interpretación en el sujetointerpretativo, no es tan radical como parece, pues el intér-prete asigna volitivamente el significado a una proposiciónnormativa, sin perjuicio de que éste se base en la supuestaintención del legislador, en el significado literal de la norma,en la supuesta coherencia del sistema o en cualesquiera otrascondiciones. El concepto pragmático28 de la interpretación ju-rídica no debe centrarse sino en el fin, que es la atribución desentido, pues es el intérprete el que finalmente asigna un sig-nificado. la primera fase en la búsqueda de un concepto ob-jetivo de la interpretación quizás sea, paradójicamente,subjetivizar la interpretación.

b) Validez del cambio de sentido en la interpretación jurídica.la ambigüedad en el texto normativo es, teóricamente, unode los justificantes de la asignación arbitraria de un signifi-cado al enunciado normativo.

Ahora bien, la ambigüedad es uno de los problemas de la co-municación, y en el caso concreto de las normas o proposi-ciones jurídicas puede ser: a) una ambigüedad propósito dellegislador, resultando en la libertad del aplicador-operadorde la norma para determinar su contenido, b) una ambigüe-dad producto de la confrontación del enunciado lingüísticoque contiene la norma y su confrontación con el sentido otextual sentido y alcance teleológico de la misma, o bien, c)resultante del uso de locuciones vagas cuyo alcance no estéexactamente determinado, lo que permite que los operadoresdel derecho con perspectivas y experiencias distintas, obten-gan distintos resultados del mismo enunciado lingüístico.

Sin embargo existen, y deben existir, casos en los que a pesarde la claridad de la proposición, el intérprete asigne un sig-nificado distinto a la norma del que aparente –y evidente-mente- ésta implica.

Bajo el concepto anteriormente expuesto, el intérprete podríaasignar a la norma un significado completamente distinto alexpresado textualmente o a la voluntad del legislador; esmás, si un legislador pudiera desprenderse –mágicamente-de la innecesaria ambigüedad del lenguaje y pudiera formu-lar su norma jurídica sin utilizar palabras, simplemente como“a”,29 estaría expresando su voluntad de tal forma que sería“imposible” que ésta pudiera ser interpretada, puesto que noexistirían signos lingüísticos en la norma, ni ambigüedades,ni oscuridad, ni duda, sino llanamente una intención que seautoexplica, que aparentemente, al ser la voluntad normativapura, no admite interpretación, ¡y aún así el intérprete podríaasignar otro sentido a la norma!

¿Qué valida esto? ¿Qué permite que un intérprete o un ope-rador del derecho vayan en contra de la voluntad y el textoal atribuir un significado a una norma? la respuesta se centra en el contexto.

Ulises Schmill y José Ramón Cossío Díaz han sostenido que

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en la interpretación jurídica existen dos elementos torales: lanorma y el método de interpretación.30

Esta distinción, se piensa, presupone un error fundamental,pues desconoce al intérprete –en tanto aplicador del método-31, al contexto y, hasta en cierto grado, a la justificación. Elcontexto de la norma es esencial para su interpretación.

Wróblewski habla de tres tipos de contexto interpretativo: a)El contexto lingüístico, que es la connotación del lenguaje; b)sistémico, que es la presunción de la integridad32 en el dere-cho y la invalidez de contradicciones en la ley y; c) el contextofuncional del derecho, que son las implicaciones económicas,políticas, etc. en la norma.33 Sin embargo, la definición deWróblewski puede ser –paradójicamente- interpretada en elsentido de que el contexto es finalmente todo el conjunto dehechos, procesos cognitivos y sucesos que ocurrieron antes,durante y después de la elaboración de la norma.

El contexto de una norma es fundamental para el entendi-miento de su sentido, en tanto pensemos que la intenciónpura de la norma, el texto normativo y la voluntad del autorde ésta, tienen, de alguna forma, una relación.34

tomemos, por ejemplo, el enunciado “la puerta se quema”.Fuera de la implicatura conversacional de la evidente exis-tencia de una puerta –y de un posible receptor-, podríamostambién considerar que el emisor se refiere a que algunapuerta, de las millones probables en el mundo, se está que-mando –lo cual es muy posible-. Por ello, para una interpre-tación funcional del enunciado se requiere un conocimientodel contexto. Podría, asimismo, no existir puerta alguna. Da-vidson35 parece apoyar esta tesis cuando condiciona la ver-dad o falsedad –validez o invalidez- de ciertos juicios alcontexto en que fueron emitidos.36

Ahora, por un momento, pensemos en el esquema de lanorma “n” discutida previamente. Esta concepción se basabaen los presupuestos siguientes:

“1) la existencia de una norma “n”; 2) con una intención-sig-nificado “i”; 3) interpretada por un sujeto “f”.”

Por lo tanto, “n” significa “i”, que es lo mismo. Ahora, su-pongamos como cuarto elemento la existencia de un contexto“C1”. Consecuentemente, si asumimos que la norma es vá-lida en el contexto que fue creada y no fuera de él, erigimosel contexto normativo como condición de validez obteniendola siguiente proposición:

“n” significa “i” si, y solamente si, “C1”; en donde “C1” esun contexto determinado.

El cambio de contexto a “C2”, por ejemplo, ocasionaría en-tonces la invalidez de la proposición anterior; justificando,cuando menos ante el cambio de contexto, una interpretacióndistinta puesto que la intención-significado debe ser ade-cuada al nuevo contexto.

c) Una propuesta de interpretación subjetivo-axiológica.Existen autores que, basándose en la vieja escuela del dere-cho natural, han intentado atar la interpretación al segui-miento de ciertos valores que consideran inmutables yeternos.37 Sin embargo, se piensa que no existe tal ficcióncomo valores eternos e inmutables asequibles a la razón hu-mana; inclusive, la existencia de principios de derecho –en elsentido de valoraciones por las cuales un juez se encuentrede alguna forma obligado- es una idea que, si bien plausible,es bastante difícil de demostrar, por lo cual no es extraño,que incluso juristas de gran talla no puedan ponerse deacuerdo sobre principios específicos. No obstante, un enfo-que pragmático y subjetivo de valorización puede ser útil aldeterminar parámetros interpretativos.

Frente a esta perspectiva, es notable el enfoque interpretativode Rubén Díaz Vega, quien sostiene que la interpretacióndebe estar supeditada al respeto profundo de los derechoshumanos. Esta afirmación no es tan vacía como algunos au-tores pretenden suponer. Díaz Vega, lejos de valorar la mo-ralidad de los derechos humanos, los presuponeapriorísticamente como un consenso social, una especie deescala de valoración axiológica mundial, lo que implica su-peditar a la interpretación no a un subjetivismo equivocista,sino a ciertos parámetros que se presentan como productode un consenso axiológico. Díaz Vega mantiene un punto decontacto con Wróblewski porque su definición presuponetambién una justificación pragmática.

Si bien es cierto que existen diferencias en los sistemas de va-loración personales, también lo es que un sistema social esproducto del acuerdo axiológico de muchos individuos.todo sistema de valores u orden moral en donde la base seala justicia, o mejor dicho “un concepto subjetivo de justicia”,es esencialmente un orden social.38

Esto podría suponer que el intérprete se base en ciertos pa-rámetros al momento de tomar una decisión interpretativa,sin que esto admita en forma alguna que se afirma la exis-tencia de algún valor superior al derecho; de un derecho sub-jetivo antes que objetivo.

Esta ponderación podría ser realizada tomando en cuenta –sin estar jerárquicamente ordenados-: 1) Valoración moraldel intérprete; 2) valoración moral social intranacional; 3) va-loración moral social supranacional y; 4) teleología de lanorma y voluntad del legislador.

Si bien estas consideraciones para la interpretación no pre-sentan –ni presentarán- un punto final al dilema interpreta-tivo, sí pueden servir de guía al intérprete para obtener unaverdad axiológica –subjetiva y condicionada-, pero acorde alas valoraciones con las que se está enfrentando temporal-mente.

d) la justificación: Problema de la interpretación jurídica.todo concepto, teoría de interpretación jurídica y, en general,toda interpretación jurídica, más que avocarse a una realidaduniversalista, plantea de una u otra manera el dilema de la

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justificación.

Para Wróblewski, la función interpretativa del juez, lejos deasignar un sentido verdadero, consiste eminentemente enjustificar39 su decisión interpretativa.

Al justificar una decisión, el juez, intérprete, operador del de-recho o cualquier sujeto que realice una interpretación jurí-dica, debe aportar razones y motivos por los cuales adopta talo cual criterio. Debemos distinguir con claridad la justifica-ción40 a la elección del método interpretativo. El método in-terpretativo es la consecuencia de la justificación. Se escogedeterminado método interpretativo porque el intérprete pre-supone que debe ser así; el intérprete justifica la elección desu método interpretativo. De esta manera podríamos, inclu-sive, considerar a la justificación como parte del proceso ju-rídico-interpretativo. Es decir, el intérprete, al atribuirsentido a la proposición normativa, realiza lo que Dworkinllama la etapa preinterpretativa. Así, se asume que el intér-prete, reconociendo la norma “n” en el contexto “C1”, eligeun método “x” de acuerdo a una justificación “v”41 asignán-dole un significado “i”.

Esta justificación es subjetiva, hasta donde se puede sostener;en tanto no existe una escala de valoración universalista queacepten todos los intérpretes u operadores del derecho.

Sin embargo, lejos del simple problema de la justificación,Wróblewski entra en un atolladero al centrar la labor inter-pretativa del juez en una labor justificativa. ¿Cómo justificael juez su elección de la justificación? ¿Entramos en proble-mas ya no de justificación sino de metajustificación?

Sólo si aceptamos una justificación subjetiva o una aceptadaconsensualmente, nos libraremos de los problemas de carác-ter filosófico-ontológico que presupone la justificación deWróblewski.

IV. Conclusiones.Dworkin, Wróblewski, Guastini, Kelsen, Marmor… ningunode ellos puede asegurar certeramente un concepto de inter-pretación o una teoría interpretativa.

las pugnas hermenéuticas42 se reflejan hasta cierto grado enla interpretación jurídica, que se erige como instrumento in-dispensable del operador del derecho.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, las concepciones po-sitivistas del derecho fueron duramente criticadas,43 a talgrado que la aplicación mecanicista o formalista del derechoha centrado a la interpretación como uno de los grandes pro-blemas de la teoría jurídica contemporánea.

Estos problemas no sólo afectan al campo jurídico, sino quese extralimitan, llevándolos a los campos de la pragmática,de la lingüística, de la semiótica, de la hermenéutica, entreotras ciencias.

El problema de la interpretación es un problema de esencia,

de significado, de sujeto, de objeto, de intérprete; es un pro-blema de la subjetividad frente al intento de frenar los des-varíos de una actitud extremo relativista.

En líneas pasadas, se planteó el pensamiento de algunos au-tores contemporáneos que han abordado notablemente elproblema de la interpretación jurídica, así como algunas mo-destas reflexiones del autor, que no pretende sino proponeruna teoría alternativa de algunos conceptos de la interpreta-ción jurídica.

Sin embargo, cada teoría, cada concepto, no son sino ideas ypalabras que deben ser interpretadas y, por supuesto, cuestio-nadas.

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Notas1 Agradezco a las profesoras María Antonieta Castellanos y Alma GloriaGaz, quienes me inspiraron a escribir este artículo, así como al M. C. HéctorRodríguez Espinoza por sus comentarios y análisis del borrador de este tra-bajo, los cuales indudablemente ayudaron a pulir este breve artículo.2 Frosini, Vittorio, “teoría de la interpretación jurídica”, Editorial temis,Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1991.3 Algunos autores han intentado homologar la traducción a la interpretación,en un intento exagerado por impregnar a la interpretación de un procesoexegético. 4 En la hermenéutica jurídica y la hermenéutica en general, las divisionesconceptuales son similares, véase Ricoeur, Paul, “Del texto a la acción: En-sayos de hermenéutica ii”, Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

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5 Santiago Nino, Carlos, “introducción al análisis del derecho”, EditorialAriel Derecho, Barcelona, España, 1983. p. 253.6 Bajo esta óptica, podríamos aportar al debate de la existencia de la distin-ción entre interpretación e interpretación constitucional, que la segunda esde una norma que no ha sido individualizada.7 Kelsen, Hans, “la teoría Pura del Derecho”, trad, luis legaz, EditorialColofón, México. p. 59.8 tamayo y Salmorán, Rolando, “interpretación constitucional: la falacia dela interpretación cualitativa, en “interpretación jurídica y decisión judicial”,Vázquez, Rodolfo (coord.), Fontamara, México, 2002.9 Kelsen, Hans, “teoría Pura del Derecho”, trad. Roberto J. Vernego, Edito-rial Porrúa, México. p. 350.10 Kelsen, Hans, “la teoría Pura del Derecho”, Op. Cit. p.65.11 Guastini, Ricardo, “la interpretación: objetos, conceptos y teorías” en “in-terpretación jurídica y decisión judicial”, Op. Cit.12 Guastini, Riccardo, “Estudios sobre la interpretación jurídica” trad. Mi-guel Carbonell, iiJ-UNAM, México, 2005.13 Algunos autores han llegado a afirmar que para el objeto del estudio de lainterpretación, el estudio de la psicología del autor resulta irrelevante dadoque la relación intérprete-texto va en detrimento de lo que Humberto Ecodenomina “El autor empírico”, véase: Eco, Humberto, “los límites de la in-terpretación”, Editorial lumen, trad. Helena lozano, Barcelona, España,1998. p. 137-141.14 Es importante la distinción entre lenguaje legal y lenguaje jurídico. Sinembargo, en inglés, “jurídico” y “legal” tienen un sólo vocablo, el cual es“legal”. Cuando Wróblewski habla de interpretación legal, en realidad serefiere a interpretación jurídica.15 Wróblewski, Jerzy, “Constitución y teoría general de la interpretación”,Cuadernos Civitas, 1998, Madrid.16 Ibid. p.41.17 Marmor, Andrei, “interpretación y teoría del derecho”, oxford ClarendonPress, Barcelona, España, 2001. p. 27.18 ¡Empero Marmor ha criticado la existencia de la voluntad legislativa! Sinembargo, el propio Marmor distingue entre intención grupal –directamentevoluntad del legislador- a intención compartida –punto convergente de laintencionalidad de la norma-.19 Dworkin, Ronald, “El imperio de la justicia: De la teoría general del dere-cho, de las decisiones e interpretaciones de los jueces y de la integridad po-lítica y legal como clave de la teoría y práctica”, Editorial Gedisa, Barcelona,1998.20 Marmor, Andrei, Op. Cit.21 Dworkin, Ronald, Op. Cit. (p.73)22 Una crítica amplia a este concepto y a la regla de reconocimiento de losprincipios juridicos de Dworkin la hace H.l.A. Hart, véase Hart, H.l.A,“Post scriptum al concepto de derecho”, trad. Rolando tamayo y Salmorán,Universidad Nacional Autónoma de México, 2000. (42-29)23 tanto el relativismo axiológico como el univocismo extremo constituyen,a juicio de Dworkin, errores filosóficos.24 Este tipo de interpretación –que presupone un concepto de derecho- es yaen sí una crítica al concepto de Hart, véase Hart, Hertber lionel Adolphus,“El concepto de derecho”, Abeledo Perrot, Buenos Aires, trad. Genaro R.Carrió, Buenos Aires, Argentina, 1968.25 Rodríguez Espinoza, Héctor, “Dworkin, casos difíciles, la novela en ca-dena, el juez Hércules y el derecho como integridad”, Revista jurídica “ElSiete”, año 2, número 11. p. 28-31.26 Saavedra, Modesto, “interpretación y crítica jurídica”, Biblioteca de Ética,Filosofía del Derecho y Política, Distribuciones Fontamara, México, 2001. (p.88)27 Se intentará ser congruente con lo que se ha dicho: Este concepto de inter-pretación no supone fines ni esencias de la interpretación. Si bien no se re-legará esto a la política del derecho, quizás sí a la axiología, dogmáticajurídica o, inclusive, al juez.28 Este concepto asume un principio ontológico de confianza en el que el lec-tor presupone que el texto contiene algún sentido y éste concuerda, cuandomenos parcialmente, con los signos del texto. Excepto quizás, como el propiomaestro Rodríguez Espinoza ha señalado en el caso de una interpretaciónauténtica –tomando como auténtico sólo al cuerpo legislativo-, en el cual ellegislador se interpreta a sí mismo.29 En donde “a” es la intención de la norma pero sin utilizar palabras; esdecir, una intención pura.30 Cossío Díaz, José Ramón y Schmill, Ulises, “interpretación del derecho yconcepciones del mundo”, en “interpretación jurídica y decisión judicial”,Op. Cit. p. 63.31 Esto es así en tanto diferentes intérpretes, operando el mismo método in-

terpretativo, otorgan significados disímiles a la misma proposición norma-tiva.32 Aún cuando Wróblewski separe radicalmente su pensamiento del deDworkin, le es imposible evitar ciertas similitudes.33 Wróblewski, Jerzy, Op. Cit.34 Un axioma no muy difícil de demostrar.35 la filosofía del lenguaje juega un papel clave en las teorías modernasacerca de la interpretación; Marmor, por ejemplo, basa gran parte de su pen-samiento en la teoría de la interpretación radical de Davidson.36 Davidson, Ronald, “De la verdad y de la interpretación: Fundamentalescontribuciones a la filosofía del lenguaje”, trad. Guido Filippi Editorial Ge-disa, Barcelona, España, 1995. p. 164-178.37 En palabras de Dworkin, los “principios y directrices políticas” son esen-cialmente lo mismo, valoraciones o ideales no jurídicos que algunos autorespresuponen como existentes en todo sistema jurídico. Véase “Dworkin, Ro-nald, los derechos en serio, Editorial Ariel Derecho, España, 2002.”38 Kelsen, Hans, “¿Qué es la justicia?”, Biblioteca de Ética, Filosofía y Política,Distribuciones Fontamara, México, 1991. p. 27.39 ¡Y Wróblewski no escapa de esta terminología!40 Aquí es importante distinguir entre lo que se denomina justificación formaly justificación real. la justificación formal es aquella producto de una con-cepción interpretativa fija, es decir, del presupuesto de la certeza de ciertométodo interpretativo “interpretar acorde a la intención del legislador”,“acorde al texto”, etc.; mientras que la justificación real es aquella productode la ponderación valorativa en cada caso, donde el resultado determinaráel método interpretativo. Esta última, se considera, es la más favorable.41 Esta justificación ya implica necesariamente una valoración del intérprete.Del resultado de esta valoración depende en sí todo el proceso interpreta-tivo.42 la misma pugna equivocismo-univocismo se encuentra presente en la her-menéutica. Véase Ricoer, Paul, Op. Cit.43 Bobbio, Norberto, “El problema del positivismo jurídico”, Editorial Fon-tamara, México, 2004. p. 8 y 86.

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pactasuntservanda 35Fotografía de Yazmín Ríos Cristopulos, 2009