Eagleton-Ideología en Marx

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Terry Eagleton Ideología. Una introducción reedición, 1997 @ 1995 by Verso, Londres y Nueva York @ de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Mariano Cubl, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires Impreso en España - Printed in Spain CAPITULO 3 DE LA ILUSTRACIÓN A LA SEGUNDA INTERNACIONAL (…) Conviene concebir la teoría de la ideología de Karl Marx como parte de su teoría más general de la alienación, expuesta en los Manuscritos de economía y filosofía (1844) y en otros lugares. Según Marx, en determinadas condiciones sociales las facultades, productos y procesos humanos escapan del control de los seres humanos y pasan a adoptar una existencia aparentemente autónoma. Estos fenómenos, alineados de este modo de sus agentes, pasan a ejercer un poder dominante sobre ellos, de forma que hombres y mujeres se someten a lo que son de hecho: productos de su propia actividad como si fuesen una fuerza ajena. De este modo, el concepto de alienación está estrechamente vinculado al de la «reificación» -pues si los fenómenos sociales dejan de ser reconocibles como resultado de proyectos humanos, es comprensible percibirlos como cosas materiales, y aceptar así su existencia como inevitable. La teoría de la ideología expuesta en La ideología alemana (1846) de Marx y Engels abunda en esta lógica general de inversión y alienación. Si los poderes e instituciones humanas pueden registrar

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Filosofía política

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Terry Eagleton

Ideologa. Una introduccinreedicin, 1997

@ 1995 by Verso, Londres y Nueva York

@ de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paids Ibrica, S.A.,

Mariano Cubl, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paids, SAICF,

Defensa, 599 - Buenos Aires

Impreso en Espaa - Printed in SpainCAPITULO 3

DE LA ILUSTRACIN A LA SEGUNDA INTERNACIONAL()

Conviene concebir la teora de la ideologa de Karl Marx como parte de su teora ms general de la alienacin, expuesta en los Manuscritos de economa y filosofa (1844) y en otros lugares. Segn Marx, en determinadas condiciones sociales las facultades, productos y procesos humanos escapan del control de los seres humanos y pasan a adoptar una existencia aparentemente autnoma. Estos fenmenos, alineados de este modo de sus agentes, pasan a ejercer un poder dominante sobre ellos, de forma que hombres y mujeres se someten a lo que son de hecho: productos de su propia actividad como si fuesen una fuerza ajena. De este modo, el concepto de alienacin est estrechamente vinculado al de la reificacin -pues si los fenmenos sociales dejan de ser reconocibles como resultado de proyectos humanos, es comprensible percibirlos como cosas materiales, y aceptar as su existencia como inevitable.La teora de la ideologa expuesta en La ideologa alemana

(1846) de Marx y Engels abunda en esta lgica general de inversin

y alienacin. Si los poderes e instituciones humanas pueden registrar

este proceso, tambin puede hacerlo la propia conciencia. De hecho la conciencia est ligada a la prctica social; pero para los filsofos

idealistas alemanes a que se refieren Marx y Engels, se separa

de estas prcticas, se fetichiza como una cosa en s misma y,

de este modo, mediante un proceso de inversin, puede equivocarse

como la fuente misma y fundamento de la vida histrica. Si se

conciben las ideas como entidades autnomas, esto contribuye a

naturalizarlas y a deshistorizarlas; y ste es, para el joven Marx, el

secreto de toda ideologa:

Los hombres son los productores de sus concepciones. ideas, etc.

-los hombres reales, activos, condicionados por un desarrollo definido

de sus fuerzas productivas y de la interrelacin de stas, hasta

sus formas extremas-. La conciencia no puede ser nunca nada ms

que existencia consciente, y la existencia de los hombres es su proceso

vital real. Si en cualquier ideologa los hombres y sus circunstancias

aparecen vueltos del revs como en una cmara oscura, este

fenmeno surge tanto de su proceso vital histrico como lo hace la

inversin de los objetos en la retina de su proceso vital fsico.

En contraste directo con la filosofa alemana, que desciende de

los cielos a la tierra, nosotros nos elevamos de la tierra al cielo. Es

decir, no partimos de lo que los hombres dicen, imaginan, conciben

ni de los hombres en cuanto seres narrados, pensados, imaginados,

concebidos, para llegar a los hombres de carne. Partimos de los

hombres reales y activos, y sobre la base de su proceso vital real demostramos el desarrollo de los reflejos ideolgicos y de las repercusiones de este proceso vital... La vida no est determinada por la conciencia, sino la conciencia por la vida. (7)El avance en relacin con los philosophes de la Ilustracin est

claro. Para aquellos pensadores, una ideologa ayudara a despejar

los errores creados por la pasin, el prejuicio y los intereses

viciosos, todos los cuales bloqueaban la clara luz de la razn. Esta

orientacin intelectual pasa al positivismo del siglo XIX y a mile

Durkheim, en cuyas Reglas del mtodo sociolgico (1895) la ideolo-

7, Marx y Engels, The German ldeology. pg. 47. Para algunos comentarios interesantes sobre este

texto. vase Louis Dupr. Marxs Social Critique of Culture. New Haven y Londres. 1983.

ga significa entre otras cosas permitir que las pre-concepciones

malogren nuestro conocimiento de las cosas reales. La sociologa

es una ciencia de hechos, y por consiguiente el cientfico debe liberarse de los sesgos y concepciones errneas del profano para llegar a una perspectiva adecuadamente desapasionada. Estos hbitos y predisposiciones ideolgicos, tanto para Durkheim como

para el posterior filsofo francs Gaston Bachelard, son innatos a

la mente; y esta corriente positivista de pensamiento social, fiel a

sus precursores de la Ilustracin, arroja as una teora psicologista

de la ideologa. En cambio, Marx y Engels atienden a las causas y

funciones histricas de esta falsa conciencia, e inauguran as la

principal acepcin moderna del trmino cuya historia estamos

rastreando. Llegan a esta concepcin siguiendo muy de cerca los

pasos de Ludwig Feuerbach, cuya obra La esencia del cristianismo

(1841) busc las fuentes de la ilusin religiosa en las condiciones

de vida reales de la humanidad, pero de un modo notablemente

deshistorizado. De hecho, Marx y Engels no fueron los primeros

pensadores en concebir la determinacin social de la conciencia:

de diferentes modos, Rousseau, Montesquieu y Condorcet haban

llegado a esta perspectiva antes que ellos.

Si las ideas estn en la fuente misma de la vida histrica, es posible

imaginar que se puede cambiar la sociedad combatiendo las ideas falsas con las verdaderas; y esta combinacin de racionalismo e idealismo es la que rechazan Marx y Engels. Para ellos, las ilusiones sociales estn ancladas en contradicciones reales, con lo que nicamente por la actividad prctica de transformar estas ltimas

pueden abolirse las primeras. As pues, una teora materialista

de la ideologa es inseparable de una poltica revolucionaria. Sin embargo, esto entraa una paradoja. La crtica de la ideologa

afirma a la vez que ciertas formas de conciencia son falsas y que

esta falsedad es de algn modo estructural y necesaria respecto a

un orden social especfico. La falsedad de las ideas, podramos decir,

forma parte de la verdad de una condicin material de conjunto.

Pero la teora que identifica esta falsedad se desvanece de

golpe, al denunciar una situacin que simplemente, por su condicin

de teora, es incapaz de resolver: Es decir, la crtica de la ideologa

es al mismo tiempo la crtica de la crtica de la ideologa. Adems,

no es como si la critica ideolgica propusiese incluir algo

verdadero en lugar de la falsedad. En cierto sentido, esta crtica retiene algo de una estructura racionalista o de la Ilustracin: la verdad, o la teora, arrojarn luz sobre las concepciones falsas. Pero

esto es antirracionalista, en tanto lo que propone no es un conjunto

de concepciones verdaderas, sino slo la tesis de que todas las

ideas, verdaderas o falsas, estn basadas en la actividad social

prctica, y ms en particular en las contradicciones que genera esa

actividad.

Hay ms problemas que surgen inevitablemente. Significa esto

que las ideas verdaderas seran ideas fieles a la actividad social

prctica? O puede averiguarse su verdad o falsedad de manera independiente de sta? Las ilusiones de la sociedad burguesa no son

en cierto sentido realmente fieles a sus prcticas? Si son racionalizaciones de contradicciones a las que dichas prcticas dan lugar, no estn estas concepciones errneas efectivamente arraigadas en el proceso vital real en vez de ser ociosamente autnomas con respecto a l? O de lo que se trata es de que su autonoma est determinada socialmente por s misma? Es esta autonoma meramente aparente -una percepcin errnea por parte de sujetos humanos- o es real? Las ideas verdaderas no sern simplemente aquellas que corresponden a las prcticas reales, sino las que corresponden a las prcticas verdaderas? Y qu significara decir de una prctica, en contraposicin con un significado, que es verdadera o falsa?Las formulaciones del citado pasaje de La ideologa alemana

plantean varias dificultades. En primer lugar, el vocabulario global

de reflejos y ecos recuerda mucho al materialismo mecnico.

Lo que distingue al animal humano es que se mueve en un mundo

de sentidos; y estos sentidos son constitutivos de sus actividades, y

no secundarios a ellas. Las ideas son internas a nuestras prcticas

sociales, y no meros derivados de stas. La existencia humana, como

reconoce Marx en otro lugar, es existencia propositiva o intencional; y estas concepciones propositivas forman la gramtica interna de nuestra vida prctica, sin la cual seran mero movimiento fsico. La tradicin marxista ha utilizado a menudo el trmino praxis para expresar este carcter indisoluble de accin y significacin. En general, Marx y Engels reconocen esto de manera suficiente; pero aqu, en su celo por criticar a los idealistas, corren el peligro de invertirlos simplemente, conservando una tajante dualidad entre conciencia y actividad prctica pero invirtiendo las relaciones causales entre ellas. Mientras que los jvenes hegelianos

a los que critican consideran las ideas como la esencia de la vida material, Marx y Engels simplemente mantienen esta oposicin en su cabeza. Pero la anttesis siempre puede desconstruirse en parte, pues la conciencia figura, por as decirlo, en ambos lados de la ecuacin. Ciertamente no puede haber un proceso vital real sin ella.El problema puede derivar del hecho de que el trmino conciencia tiene aqu un doble juego. Puede significar vida mental en general; o bien puede aludir de manera ms especfica a sistemas de creencias histricos particulares (religiosos, judiciales, polticos, etc.), del tipo de los que posteriormente Marx atribuir a la llamada superestructura en contraste con la base econmica. Si se concibe la conciencia en este segundo sentido, como estructuras

doctrinales bien articuladas, su oposicin a la actividad prctica se vuelve algo ms plausible. Segn la posicin marxista, estas superestructuras estn realmente separadas de su base prctica productiva, y las causas de este alejamiento son inherentes a la naturaleza misma de esa actividad material. Sin embargo, esto no responde totalmente a la cuestin, pues a pesar de su carcter

alienado estos discursos ideolgicos condicionan an poderosamentenuestras prcticas de la vida real. Las jergas polticas, religiosas, sexuales e ideolgicas de otro tipo forman parte de la manera en que vivimos nuestras condiciones materiales, y no son solo el mal sueo o el efluvio desechable de la infraestructura.Pero esta posicin an es menos mantenible si nos atenemos al

sentido ms amplio de conciencia, pues sin ella no habra actividad

caractersticamente humana en absoluto. El trabajo en la fbrica

no es un conjunto de prcticas materiales ms un conjunto de nociones sobre ellas; sin ciertas intenciones, significados,

interpretaciones corporeizadas, no sera trabajo fabril alguno.

As pues, es necesario distinguir entre dos sentidos ms bien di-

ferentes que en La ideologa alemana corren el peligro de confun-

dirse. Por una parte, est la tesis materialista general de que las

Ideas y la actividad material estn inseparablemente ligadas, frente

a la tendencia idealista a aislar y privilegiar a las primeras. Por otra parte, est el argumento materialista histrico de que ciertas formas de conciencia histricamente especficas se separan de la actividad productiva, y pueden explicarse mejor en trminos de su papel funcional en su mantenimiento. En La ideologa alemana, parece a veces como si Marx y Engels redujesen ilcitamente la ltima posicin a la primera, considerando lo que hacen realmente los hombres y lasmujeres como una especie de base y sus ideas sobre lo que hacen como una suerte de superestructura. Pero la relacin entre mi acto de frer un huevo y mis concepciones sobre ello no es la misma que la relacin entre las actividades econmicas de la sociedad capitalista y la retrica de la democracia parlamentaria.Podra aadirse que pensar, escribir e imaginar son por supuesto tan parte del proceso vital real como cavar cunetas y sublevarse contra juntas militares; y que si la expresin proceso vital real es en este sentido incapacitantemente estrecha en el texto de Marx y Engels es asimismo intilmente amorfa, ampliando de manera indiferenciada el conjunto de la prctica sensorial.En un punto de su obra, Marx y Engels parecen sugerir una diferencia

cronolgica de esta distincin entre dos acepciones de conciencia, cuando sealan que la produccin de ideas, de concepciones,

de conciencia, est al principio directamente ligada a la actividad material y a la interrelacin material de los hombres, el lenguaje de la vida real.(8) Lo que tienen aqu en mente es el decisivo

acontecimiento histrico de la divisin entre el trabajo mental y manual. Tan pronto como una plusvala econmica permite que

una minora de pensadores profesionales se liberen de las exigencias del trabajo, resulta posible que la conciencia se adule a

s misma considerndose de hecho independiente de la realidad

material. Apartir de ahora -observan Marx y Engels-la conciencia

est en situacin de emanciparse del mundo y de pasar a la formacin de la teora, la teologa, la filosofa, la tica, etc., "puras". (9)As, parece como si una posicin epistemolgica valiese para las

sociedades anteriores a la divisin entre trabajo mental y manual,

mientras que la otra fuese apropiada para toda la historia posterior.

Por supuesto esto no puede ser lo que Marx y Engels quieren decir: la conciencia prctica de sacerdotes y filsofos seguir directamente ligada con su actividad material, aun si las doctrinas tericas que crean estn arrogantemente distanciadas de ella. Sin embargo, lo importante es que el cisma entre las ideas y la realidad social que examina el texto es, por as decirlo, una dislocacin interna de la propia realidad social, en condiciones histricas especficas. Puede ser una ilusin creer que las ideas son la esencia de la vida social; pero no es una ilusin creer que son relativamen-

8. Ibid., pg. 47 (la cursiva es ma),

9. Ibid., pg. 52.

te autnomas respecto a ella, pues ste es, en s, un hecho material

con determinaciones sociales particulares. Y una vez se establece

esta situacin, proporciona la hase material real para el anterior

error ideolgico. No es slo que las ideas hayan flotado al margen

de la existencia social, quizs en razn de la hybris de un puado de

intelectuales; por el contrario, este carcter externo de las ideas en

relacin con el proceso vital material es en s interno a ese proceso.

La ideologa alemana parece argumentar a la vez que la conciencia

es siempre realmente conciencia prctica, por lo que

concebirla de otro modo es una ilusin idealista; y que las ideas

son meramente secundarias a la existencia material. Por ello precisa

una suerte de imaginera que confunde entre concebir la conciencia

como algo inseparable de la accin, y concebirla como

inseparable e inferior; y la encuentra en el lenguaje de los reflejos, ecos y sublimaciones. Un reflejo es en cierto sentido parte

de lo que se refleja, como mi imagen en el espejo es en cierto

sentido yo, y al mismo tiempo un fenmeno secundario, subordinado.

Est bastante claro por qu Marx y Engels desean relegar la

conciencia a este estatus de segunda mano; pues si lo que creemos

que estamos haciendo es realmente constitutivo de lo que hacemos,

si nuestras concepciones son internas a nuestra prctica,

qu espacio deja esto para la falsa conciencia? Basta con preguntar

a George Bush qu piensa que est haciendo para llegar a

una explicacin satisfactoria de su papel en el capitalismo avanzado?

Marx y Engels perciben bien que los agentes humanos se engaan

a menudo a s mismos por buenas razones histricas en relacin

con el significado de sus propios actos; yo no tengo un

acceso infaliblemente privilegiado al significado de mi propia conducta,

y t puedes proporcionarme en ocasiones una explicacin

ms convincente de sta que la que yo puedo obtener por m mismo.

Pero de esto no se sigue que exista algo llamado (10) que hacemos

independiente de todo significado. Para que una accin sea

prctica humana, debe entraar un significado; pero su significacin

ms general no es necesariamente aquella que le atribuye el

agente. Cuando Marx y Engels hablan de partir de los hombres

reales y activos en vez de lo que estos hombres dicen, imaginan

y conciben, penetran peligrosamente cerca del empirismo sensorial

ingenuo, para el que no existe un proceso vital real sin interpretacin.

Intentar suspender este mbito de significado para

examinar mejor las condiciones reales sera como matar a un

paciente para examinar ms cmodamente su circulacin sangunea.

Como ha comentado Raymond Williams, esta fantasa objetivista

presupone que las condiciones vitales reales pueden ser

conocidas independientemente del lenguaje y de los registros histricos

. No es -observa Williams- como si existiese primero la vida

social material y a continuacin, a cierta distancia temporal o

espacial, la conciencia y sus productos... La conciencia y sus

productos son siempre parte, aunque de manera variable, del propio

proceso social material.'? La hipntica insistencia de Marx y

Engels en trminos como real, sensorial, actual, prctico,

contrastados de manera tajante y desdeosa con las meras ideas,

les hace sonar un poco como E. R. Leavis en un mal da. E igual que

no pueden ignorar la interpretacin en el caso de los hombres y

mujeres a que se refieren, no la pueden pasar por alto en su propio

caso. Pues aunque afrmen en vena empirista no tener otras premisas

que la de partir de los hombres reales, est bastante claro

que lo que para ellos es real no est en modo alguno libre de supuestos

tericos. Tambin en este sentido, el proceso vital real

est ligado con la conciencia: la de los propios analistas.

Sin embargo, tenemos que examinar ms de cerca la metfora

de la inversin que domina gran parte de esta concepcin de la

ideologa. En primer lugar hay que sealar que invertir una polaridad

no es necesariamente transformarla. Poco se gana volviendo

del revs el idealismo en el materialismo mecnico, convirtiendo el

pensamiento en funcin de la realidad y no viceversa. Irnicamente,

esta iniciativa mimetiza el idealismo en el intento de superarlo,

pues un pensamiento reducido a reflejo o sublimacin es tan

inmaterial como otro alejado de la realidad. La clebre imagen de

la cmara oscura es aqu elocuente, al sugerir que los hegelianos

sencillamente han captado el mundo en sentido equivocado. La

propia imagen tiene una historia que se remonta al padre de la filosofa

empirista, John Locke, quien como muchos otros consider

la cmara oscura como prototipo de la reflexin cientfica exacta.

As, es irnico, como seala W.J.T. Mitchell. que Marx utilice este

mismo mecanismo como el propio modelo de ilusin. (11) Pero la historia

empirista que hay detrs de la metfora se conserva en la utilizacin

que Marx hace de ella: la mente humana es como una c-

10. Williams, Marxism "nd Literaure. pg. 60.

I 1. Vase w'J,T. Mitchell. ldeology, Chicago y Londres. 1986, pgs. 168 y sigs.

mara registrando pasivamente los objetos del mundo exterior. A

parur del supuesto de que la cmara no puede engaar, la nica

manera en que podra producir distorsin sera mediante un tipo

de interferencia intrnseca en la imagen. Pues esta cmara no tiene

operador, y por ello no podemos hablar de ideologa segn este

modelo como una inclinacin, edicin e interpretacin errnea activa

de la realidad social, como podriamos decir, por ejemplo, en el

caso de la cmara manual del reportero. As pues, esta metfora

implica que el idealismo es en realidad una suerte de empirismo

invertido. En vez de derivar las ideas de la realidad, deriva la realidad

de las ideas. Pero esto es sin duda una caricatura del idealismo

filosfico, determinada en parte por la imagen en cuestin. Pues

los pensadores a quienes quieren combatir Marx y Engels no son

slo empiristas obtusos o materialistas mecnicos invertidos: por

el contrario, uno de los aspectos ms valiosos de su teora para el

propio marxismo es que la conciencia humana es una fuerza activa

y dinmica. Pensadores marxistas tan diferentes como Lenin y

Lukcs emplearn posteriormente esta nocin para fines revolucionarios;

pero el modelo de la cmara oscura es realmente incapaz

de darle cabida. Esta figura nada inocente introduce a la fuerza

el idealismo en su propio molde empirista, definindolo como

su mero contrario.

Este punto ciego tiene efectos incapacitantes en la teora general

de la ideologa del texto. Pues resulta difcil ver cmo segn esta

teora la ideologa puede ser en algn sentido una fuerza social

activa, organizando la experiencia de los sujetos humanos de

acuerdo con los requisitos de un orden social especfico. Por el

contrario, sus efectos parecen ser totalmente negativos: es meramente

un conjunto de quimeras que perpetan ese orden distrayendo

a sus ciudadanos de la desigualdad y la injusticia, por lo

dems palpables. Aqu, la ideologa es esencialmente algo ultramundano:

una resolucin imaginaria de contradicciones reales

que ciega a hombres y mujeres de la dura realidad de sus condiciones

sociales. Su funcin es menos la de dotarles de ciertos discursosde valor y creencias relativos a sus tareas cotidianas, que

denigrar todo el mbito cotidiano en contraste con un mundo metafsico

de fantasa. Es como si la ideologa no tuviese un inters

particular, por ejemplo, en inculcar las virtudes de diligencia, honestidad

y actividad en la clase trabajadora mediante una serie detcnicas disciplinarias, sino que simplemente niega que el mbitodel trabajo tenga mucha importancia en contraste con el reino de

los cielos o con la Idea absoluta. y sin duda es cuestionable el que

cualquier rgimen pueda reproducirse por medio de una ideologa

tan generalizada y negativa como sta.

W.J.T. Mitchell ha sealado que una de las implicaciones de la

figura de la cmara oscura es una relacin pura y no mediatizada

entre los seres humanos y su entorno social, y que este nfasis est

claramente en discrepancia con lo que el texto dice en otro lugar

sobre la conciencia en cuanto producto social. (12) En realidad, como

seala Mitchell, la suposicin de que el mundo sensorial est centrado

directamente en la conciencia forma parte de lo que los autores

de La ideologa alemana critican en otras partes de la obra de

Feuerbach. En otras palabras, Marx y Engels tienden a contraponer

una doctrina de la naturaleza social del conocimiento con un

empirismo sensorial e ingenuo, y un empirismo sensorial ingenuo

con la insistencia del idealismo en la naturaleza discursivamente

mediatizada de la realidad. En un determinado nivel perpetan de

manera transformada la ideologa de la Ilustracin, reduciendo

las ideas a la vida sensorial -aun cuando esa vida se define ahora

de manera firme como un mbito prctico, social y productivo-.

En otro nivel, desde una perspectiva poltica totalmente opuesta,

comparten el tajante desprecio pragmtico de Napolen hacia la

ideologa, en el sentido de un idealismo fantasioso.

Para La ideologa alemana, la conciencia ideolgica supondra

un doble movimiento de inversin y dislocacin. Se otorga prioridad

a las ideas en la vida social, y a la vez aqullas se desvinculan

de sta. Se puede seguir la lgica de esta doble operacin de manera

bastante fcil: convertir las ideas en el origen de la historia equivale

a negar sus determinantes sociales, y a desvincularlas as de la

historia. Pero no est claro que dicha inversin suponga siempre

esta dislocacin. Se podra imaginar a alguien que sostuviese que

la conciencia es autnoma respecto a la vida material sin creer necesariamente

que sta es su fundamento; e igualmente se puede

imaginar que alguien afirme que la mente es la esencia de toda la

realidad sin afirmar que est aislada de sta. De hecho, esta ltima

posicin es probablemente la del propio Hegel. Consiste esencialmente

la ideologa en concebir que las ideas son determinantes so-

12. Ibid., pg. 173.

ciales, o en considerarlas autnomas? Un idelogo como Tracy afirmara

lo primero, pero no lo ltimo. El propio Marx pens que los

idelogos franceses eran idealistas, por cuanto deshistorizaban la

conciencia humana y le atribuan un papel social fundacional; pero

obviamente no son idealistas en el sentido de creer que las ideas bajan

del cielo. En otras palabras, la medida en que este modelo de

ideologa puede generalizarse como paradigma de toda falsa conciencia

es problemtica. Por supuesto, Marx y Engels estn examinando

la ideologa alemana, una corriente particular de idealismo

neohegeliano, pero sus formulaciones tienen cierto aroma universalizador.

De hecho -en un pasaje de la obra suprimido- observan

que lo que vale para el pensamiento alemn vale tambin para otras

naciones. La respuesta obvia a esto, como supieron bien en otros

casos Marx y Engels, es que no todas las ideologas son idealistas.

Sin duda Marx consider a Hobbes, Condillac y Bentham como

idelogos consumados, pero los tres son en cierto sentido materialistas.

nicamente pueden considerarse culpables de esta acusacin

en un amplio sentido de idealismo, con el significado efectivo

de deshistorizar o suponer una esencia humana invariable. Pero

deshistorizar no es sinnimo de ser idealista, igual que, a la inversa,

un idealismo como el de Hegel es profundamente histrico.

No es posible que ciertas ideas estn firmemente arraigadas en

la realidad material, y a pesar de ello sean ideolgicas? Las ideas

han de ser ilusiones vacas para tener un estatus ideolgico? Por supuesto

Marx y Engels no suponen que cualquier vieja idea abstracta

es ideolgica: los conceptos matemticos no suelen serlo. Pero la

desvinculacin del pensamiento respecto de la existencia prctica,

en funcin de fines polticos objetables, les parecera definitoria de

esta nocin. La tentacin de creer que slo tenemos que volver a poner

juntas las ideas y la realidad para que todo vaya bien es fuerte.

Por supuesto sta no es la posicin de Marx y Engels: superar la falsa

conciencia exige abordar las contradicciones sociales que la genera,

y no simplemente volver a unir las ideas abstrusas con su origen

social perdido. Pero algunos marxistas algo ms vulgares

sugieren en ocasiones que las ideas estn sanas cuando estn estrechamente

imbricadas en la prctica social. A esto puede objetarse

que Edmund Burke lo habra considerado totalmente inobjetable.

Toda una tradicin de pensamiento conservador se ha centrado en

la interpenetracin orgnica de pensamiento conceptual y experiencia

vivida, mostrndose tan recelosa como los propios Marx y

Engels respecto de las nociones puramente especulativas. As, es posible

imaginar que las ideologas no son tipos de Ideas particulares

con funciones y efectos especficos, sino simplemente ideas que se

han desgajado de algn modo de la realidad sensorial.

Las ideas de la clase dominante -dice un famoso pasaje de La

ideologa alemana- son en cada poca las ideas dominantes. es decir,

que la clase que es la fuerza material dominante de la sociedades al mismo tiempo su fuerza intelectual dominante. (13) Quien domina

la produccin material controla tambin la produccin mental.

Pero este modelo poltico de ideologa no cuadra totalmente con

la concepcin ms epistemolgica de sta como pensamiento que

olvida su origen social. Qu es, pues, lo que vuelve ideolgicas las

ideas? Que estn desgajadas de su origen social, o que son un arma

de la clase dominante? Entraa lo primero necesariamente lo

ltimo? Las ideas dominantes -sigue comentando el texto- no son

ms que la expresin ideal de relaciones materiales dominantes, las

relaciones materiales dominantes aprehendidas en cuanto ideas.(14)

Esto sugerirla una relacin ms interna entre ideologa y vida

material que lo que quiz permite el modelo de la ilusin; pero en

otros lugares de la obra se acentan ambas cosas al hablar de estas

ideas dominantes como meramente las formas ilusorias en las que

se libran las luchas reales de las diferentes clases. (15) Pero si estas

formas codifican luchas reales, en qu sentido son ilusorias? Quizs

en el sentido de que son modos puramente fenomnicos que

ocultan motivaciones ulteriores; pero este sentido de necesidad

ilusoria no tiene que ser sinnimo de falso. Como recuerda Lenin,

las apariencias son despus de todo bastante reales; puede existir

una discrepancia entre los conflictos materiales y las formas ideolgicas

que los expresan, pero esto no significa necesariamente que

esas formas sean falsas (no fieles a lo que sucede) o irreales.

En otras palabras, el texto oscila de manera significativa entre

una definicin poltica y otra epistemolgica. Puede decirse que las

ideas son ideolgicas porque niegan las races en la vida social con

efectos polticamente opresivos; o pueden ser ideolgicas exactamente

por la razn contraria -que son expresin directa de intereses

materiales, instrumentos reales de la lucha de clases-. Por tanto,

13. Marx y Engels, The German ldeology, pg. 64.

t4. Ibfd., pg. 64.

15.lbld., pg. 53.

sucede que Marx y Engels se enfrentan a una clase dominante cuya

concrencra tiene un carcter fuertemente metafsico; y como esta

metafsica se aplica a usos de dominacin poltica, los dos sentidos

opuestos del concepto de ideologa coinciden en la situacin histrica

que examina La ideologa alemana. Pero no hay razn para suponer

que todas las clases dominantes tengan que articular sus intereses

de forma tan especulativa. Posteriormente, en el Prefacio a

Contribucon a la crtica de la economa poltica (1859), Marx hablar

de lo legal, poltico, religioso, esttico o filosfico -en resumen

de formas ideolgicas en las que los hombres se vuelven conscientes

de este conflicto (econmico) y lo combaten--. Es de sealar que la

referencia a las formas ilusorias se ha abandonado; no hay una sugerencia

particular de que estos modos superestructurales sean

en ningn sentido quimricos o fantsticos. Podemos sealar que la

definicin de Ideologa se ha ampliado para abarcar a todos los

hombres, en vez de slo a la clase gobernante; la ideologa tiene

ahora el sentido ms bien peyorativo de la lucha de clases en el nivel de

las ideas, sin implicar ello necesariamente que estas ideas sean siempre

falsas. De hecho, en Teoras de la plusvala, Marx establece una

distincin entre lo que denomina la componente ideolgica de la

clase dominante y la libre produccin espiritual de esta formacin

social particular, una instancia de la cual son el arte y la poesa.

En el Prefacio a Contribucin a la crtica de la economa poltica,

se establece la famosa (o destacada) formulacin de base y superestructura, y la ideologa parece ubicarse firmemente en esta ltima:

En la produccin social de su vida. los hombres entran en relaciones

definidas que son indispensables e independientes de su voluntad,

relaciones de produccin que corresponden a un estadio definido

de desarrollo de sus fuerzas materiales productivas. La suma

total de estas relaciones de produccin constituye la estructura econmica de la sociedad, su fundamento real, sobre la que se erige

una superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden formas

definidas de conciencia social. El modo de produccin de la vida

material condiciona el proceso social, poltico y de la vida intelectual

en general. La conciencia de los hombres no es la que

determina su ser sino, por el contrario. su ser social es el que determina su conciencia. (16)16. Marx y Engels, SelectM Works, vol. t. Londres, 1962, pg. 362.

Podemos interpretar, quiz, que formas definidas de concencia

social es equivalente a ideologa, aunque dicha ecuacin no est

exenta de problemas. Podran existir formas de conciencia social

que no fuesen ideolgicas, bien en el sentido de no contribuir a legitimar

el dominio de clase o en el sentido de que no fuesen particularmente

nucleares respecto a forma alguna de lucha de poder. El

propio marxismo es una forma de conciencia social, pero el que sea

o no una ideologa depende del significado que se d al trmino.

Claramente, Marx tiene aqu presentes los sistemas de creencias y

cosmovisiones histricas especficas: y, como he afirmado en elcaso de La ideologa alemana, es ms plausible concebir la conciencia

en este sentido como determinada por la prctica material que

la conciencia en su sentido ms amplio de significados, valores, intenciones,

etc. Es dificil ver cmo eso pueda ser sencillamente superestructural

si es en realidad interno a la produccin material.

Pero si aqu Marx est hablando en trminos histricos, qu

podemos hacer de la ltima frase de la cita?: La conciencia de los

hombres no es la que determina su ser sino que, por el contrario,

su ser social es el que determina su conciencia. sta es una tesis

ontolgica, y no slo histrica; para Marx se sigue de la forma de

constitucin del animal humano, y valdra para todos los hombres

y mujeres de todas las pocas histricas. Un efecto de esta doctrina

universalizadora es hacer que la tesis de base-superestructura con la que va unida parezca tambin universal. Sin embargo, no

todos los marxistas han adoptado esta concepcin; y es discutible

que el propio Marx la adoptase en otros lugares de su obra. Pues

siempre podemos plantear la siguiente cuestin: por qu necesita

una superestructura la actividad productiva humana? Y una respuesta

a esa pregunta sera: porque hasta la fecha, en la historia se

han dado relaciones sociales de explotacin, que por consiguiente

deben ratificarse y regularse en trminos jurdicos, polticos e ideolgicos.

Una superestructura es necesaria porque la misma base

material est dividida. Y si se superasen dichas divisiones, han

afirmado algunos marxistas, la superestructura se desvanecera.

En una plena sociedad comunista, segn esto, no habra necesidad

de un Estado poltico contrapuesto a la sociedad civil, o de una

ideologa dominante legitimadora, o ni siquiera de la parafernalia

de una legalidad abstracta.

En otras palabras, la idea de que ciertas instituciones estn alejadas

de la base material, enfrentadas a sta en cuanto fuerza dedominacin, est implcita en la nocin de superestructura. Aqu

no vamos a examinar si estas instituciones -los tribunales de justicia,

el Estado poltico, los aparatos ideolgicos- podran abolirse

alguna vez, o si esta tesis es ociosamente utpica. De lo que se trata

ms bien es de la aparente contradiccin entre esta versin histrica

de la doctrina de base-superestructura, que concebira la

superestructura como una instancia funcional para la regulacin

de la lucha de clases, y las implicaciones ms universales del comentario

de Marx sobre la conciencia y el ser social. Segn el primer

modelo, la ideologa tiene una vida histrica limitada: tan

pronto se hayan superado las contradicciones de la sociedad de

clases, la ideologa se desvanecer con el resto de la superestructura.

En una versin posterior, la ideologa puede interpretarse como

la manera en que toda nuestra conciencia est condicionada por

los factores materiales. Y esto no cambiar presuntamente con la

instauracin de un comunismo pleno, pues forma parte tanto de

nuestra constitucin biolgica como la necesidad de comer. As

pues, el doble nfasis del pasaje citado apunta respectivamente hacia

los sentidos ms estrecho y ms amplio de ideologa que ya hemos

examinado; pero no est totalmente clara la relacin entre

ellos. Una tesis poltica est ligada, de manera algo oscura, con una

tesis ontolgica o epistemolgica: es la superestructura (y con ella

la ideologa) un fenmeno histricamente funcional, o es tan na-

tural en la sociedad humana como respirar?

La doctrina de la base-superestructura ha sido ampliamente cri-

ticada por su carcter esttico, jerrquico, dualista y mecanicista,

incluso en las formulaciones ms sofisticadas, en las que la superestructura

reacciona de manera dialctica a la condicin de la base

material. Por ello podra ser oportuno, aunque no est de moda,

decir algo en su defensa. En primer lugar permtasenos dejar claro

qu es lo que no afirma. No quiere decir que las crceles y la democracia

parlamentaria, las aulas escolares y las fantasas sexuales

sean menos reales que las aceras o la libra esterlina. Las iglesias y

los cines son tan materiales como las minas de carbn; lo nico

que pasa, segn esto, es que no pueden ser el ltimo catalizador del

cambio social revolucionario. La clave de la doctrina de la base-

superestructura radica en la cuestin de las determinaciones --de

qu nivel de la vida social condiciona de manera ms poderosa y

decisiva a los dems, y por ello de qu mbito de actividad sera

ms relevante para conseguir una transformacin social total.

Elegir la produccin material como este determinante crucial

es en cierto sentido nicamente constatar lo obvio. Pues se trata

sin duda de aquel mbito en el que la gran mayora de hombres y

mujeres han dedicado su tiempo a lo largo de la historia. Un socialista

es simplemente alguien incapaz de pasar por alto su perplejidad

por el hecho de que la mayora de las personas que han vivido

y fallecido hayan dedicado su vida a un trabajo desdichado, estril

e interminable. Si detenemos la historia en cualquier momento dado,

sin duda no encontraremos otra cosa. La pura lucha por la supervivencia

material y la reproduccin, en condiciones de escasez

real o artificialmente creada, ha concitado tan enormes recursos

de energa humana que sin duda podramos encontrar su huella en

el resto de lo que hacemos. As pues, la produccin material es

primaria en el sentido de que forma la narrativa principal de la

historia hasta la fecha; pero tambin es primaria en el sentido de

que sin esta narrativa particular, ningn otro relato levantara el

vuelo. Esta produccin es la condicin previa de todo nuestro pensamiento.

Sin duda, el modelo base-superestructura afirma algo

ms que esto: afirma no slo que la produccin material es la condicin

previa de nuestras restantes actividades, sino que es el determinante

ms fundamental de stas. Primero el alimento, y luego

la moral es nicamente una formulacin de la doctrina si se

sugiere una eficacia causal de la comida sobre la moral. No es slo

una cuestin de prioridades. As, cmo concebir mejor esta determinacin?

Superestructura es un trmino relacional. Designa la manera

en que ciertas instituciones sociales actan de sustento de las relaciones

sociales dominantes. Nos invita a contextualizar estas instituciones

de cierto modo -a considerarlas en sus relaciones funcionales

con un poder social dominante-. Lo errneo, al menos en

mi opinin, es pasar de este sentido adjetivo del trmino a un

sentido sustantivo -a un mbito fijo y dado de instituciones que

forman la superestructura y que incluye, por ejemplo, el cine-.

Son las pelculas fenmenos superestructurales? La respuesta es

a veces s y a veces no. Puede haber aspectos de una determinada

pelcula que suscriben las relaciones de poder existentes, y que en

esa medida son superestructurales. Pero puede haber otros aspectos

de ella que no lo hagan. Una institucin puede comportarse

superestructuralrnente en un momento, pero no en otro, o en algunas

de sus actividades pero no en otras. Se puede examinar un

texto literario en trminos de su historia editorial, en cuyo caso,

por lo que respecta al modelo marxista, se trata como parte de la

base material de la produccin social. O bien se puede contar el

nmero de puntos y coma, una actividad que no parece encajar

bien en ninguno de los dos niveles del modelo. Pero tan pronto se

examinan las relaciones del texto con una ideologa dominante, se

est tratando a ste en el nivel superestructural. En otras palabras,

la doctrina se vuelve ms plausible cuando se considera menos

como un corte del mundo por la mitad que como cuestin de

diferentes perspectivas. Es dudoso que los propios Marx: y Engels

hubiesen aceptado esta reformulacin de sus tesis, pero en mi

opinin tambin es dudoso que esto importe mucho.

As pues, hasta ahora Marx: nos ha propuesto al menos tres sentidos

rivales de ideologa, sin una idea muy clara de sus interrelaciones.

Las ideologas pueden denotar creencias ilusorias o socialmente

desvinculadas que se conciben a s mismas como la base de

la historia, y que al distraer a hombres y mujeres de sus condiciones

sociales reales (incluidos los determinantes sociales de sus ideas)

sirven para sustentar un poder poltico opresivo. Lo contrario de

esto sera un conocimiento exacto y no sesgado de las condiciones

sociales prcticas. De manera alternativa, la ideologa puede significar

aquellas ideas que expresan directamente los intereses materiales

de la clase social dominante, y que son tiles para promover

su dominio. Lo contrario de esto puede ser o bien el verdadero conocimiento cientfico o la conciencia de las clases no dominantes.

Por ltimo, la ideologa puede extenderse para abarcar todas las

formas conceptuales en las que se libra la lucha de clases en su

conjunto, que presumiblemente incluiran la conciencia vlida de

las fuerzas polticas revolucionarias. Lo contrario de esto puede ser

presumiblemente cualquier forma conceptual no expresada actualmente

en esta lucha.

Por si todo esto no fuese suficiente, los escritos econmicos del

ltimo Marx presentan una versin de la ideologa bastante diferente,

que podemos examinar a continuacin.

En su captulo sobre El fetichismo de la mercanca en el primer volumen

de El capital (1867), Marx afirma que en la sociedad

capitalista las relaciones sociales reales entre los seres humanos

estn regidas por las interacciones aparentemente autnomas de

las mercancas que producen:Lo enigmtico de la forma mercanca consiste, pues, simplemente

en que devuelve a los hombres la imagen de los caracteres

sociales de su propio trabajo deformados como caracteres materiales

de los productos mismos del trabajo; refleja tambin deformadamente

la relacin social de los productores con el trabajo total

en forma de una relacin social entre objetos que existiera fuera

de ellos... Lo que para los hombres asume aqu la forma fantasmagrica de una relacin entre cosas es estrictamente la relacin social determinada entre los hombres mismos. Si se quiere encontrar una analoga adecuada hay que recurrir a la regin nebulosa del mundo religioso. En ste los productos de la cabeza humana aparecen como figuras autnomas, dotadas de vida propia, con relaciones entre ellas y con los hombres. Asles ocurre en el mundo de

las mercancas a los productos de la mano humana.! (17)Aqu se ampla el anterior tema de la alienacin: los hombres y

mujeres crean productos que a continuacin escapan a su control

y determinan las condiciones de su vida. Una fluctuacin de la bolsa

puede significar el desempleo para miles de personas. En virtud

de este fetichismo de la mercanca, las relaciones humanas aparecen,

de manera mistificada, como relaciones entre cosas; y esto

tiene varias consecuencias de carcter ideolgico. En primer lugar,

con ello se oculta y disfraza la dinmica real de la sociedad: se

oculta el carcter social del trabajo tras la circulacin de las mercancas,

que ya no son reconocibles como productos sociales. En

segundo lugar -aunque sta es una idea nicamente desarrollada

por la tradicin marxista posterior-la sociedad se fragmenta por

esta lgica de la mercanca: ya no es fcil aprehenderla como totalidad,

dadas las operaciones atomizadoras de la mercanca, que

transforman la actividad colectiva del trabajo social en relaciones

entre cosas muertas y discretas. Y al dejar de aparecer como totalidad,

el orden capitalista se vuelve menos vulnerable a la critica

poltica. Por ltimo, el hecho de que la vida social est dominada

por entidades inanimadas le da un espurio aire de naturalidad e

inevitabilidad: la sociedad ya no se percibe como un constructo

humano, y por lo tanto como algo modificable por el hombre.

17. K. Marx, El capital, vol. 1, trad. espaola de M. Sacristn, pgs. 82-83, Barcelona, 1976. Para dos excelentes anlisis de la versin de la ideologla del ltimo Marx, vase Norman Geras. Marxism and the Critique of Poltical Economy., en R. Blackbum. comp.. Ideology in the Social Sciences, Londres. 1972, y G. A. Cohen, Karll Marx`s Theory of History: A defence, Oxford, 1978. cap. 5. Vanse tambin los comentarios de Franz Jakubowski, Ideoiogy and Superstruclure in Historical Materialism. Londres. 1976.Est pues claro que el motivo de la inversin pasa de los primeros

comentarios de Marx sobre la ideologa a su obra madura.

Sin embargo, varias cosas se han modificado decisivamente en el

camino. Para empezar, esta inversin curiosa entre los seres humanos

y sus condiciones de existencia es ahora inherente a la propia

realidad sociaL No es simplemente una cuestin de percepcin

distorsionada de los seres humanos, que invierten el mundo real

en su conciencia para imaginar as que las mercancas controlan

su vida. Marx no afirma que en el capitalismo las mercancas parecen

ejercer un dominio tirnico sobre las relaciones sociales; afirma

que lo ejercen realmente. La ideologa es ahora menos una

cuestin de que se invierta la realidad en la mente que del reflejo

mental de una inversin real. De hecho ya no es principalmente

una cuestin de conciencia en modo alguno, sino que est anclada

en la dinmica econmica cotidiana del sistema capitalista. Y si esto

es as, la ideologa se ha transferido, por as decirlo, de la superestructura

a la base, o al menos revela una relacin especialmente

estrecha entre ambas. Es una funcin de la propia economa

capitalista que, como seala Alex Callinicos, produce su propia

percepcin errnea, (18) en vez de ser ante todo una cuestin de discursos, creencias e instituciones superestructurales. As pues, y

como seala tienne Balibar, tenemos que pensar tanto lo real

como lo imaginario en la ideologa, (19) en vez de concebir estos mbitos

como mbitos simplemente externos entre s.

En otro lugar de El capital, Marx afirma que en el capitalismo hay

una separacin entre la forma real de ser de las cosas y la forma en

que stas se presentan -entre, en trminos hegelianos, esencias y

fenmenos-; La relacin salarial, por ejemplo, es en realidad una

cuestin desigual y explotadora; pero se presenta naturalmente

como un intercambio igual y recproco de tanto dinero por tanto

trabajo. Jorge Larrain resume de manera til estas dislocaciones:

La circulacin, por ejemplo, aparece como lo inmediatamente

presente en la superficie de la sociedad burguesa, pero su ser inmediato es pura apariencia... El beneficio es una forma fenomnica

de plusvala que tiene la virtud de oscurecer la base real de su

existencia. La competencia es un fenmeno que oculta la determi-

18. Callinicos. Marxisrn atld Philosophy. pg. 131.

19. tienne Balibar, The Vacillation of Ideology., en C. NeJsony L. Grossberg. comps., Marxism

and the Interpretation of Culture, Urbana y Chicago, 1988. pg. 168.

nacin del valor por el tiempo de trabajo. La relacin de valor entre

mercancas oculta una relacin social definida entre hombres. La

forma-salario extingue todo rastro de la divisin del da de trabajo

en trabajo necesario y trabajo excedente, y as sucesivamente. 20

Una vez ms, esto no es ante todo cuestin de una conciencia

que perciba errneamente: ms bien existe un tipo de disimulo

duplicidad incorporada en las estructuras mismas del capitalismo

de modo que ste no puede evitar presentarse a la concrencra

de forma sesgada con respecto a lo que realmente es. La mistificacin,

por as decirlo, es un hecho objetivo, incorporado en el

carcter mismo del sistema: existe una contradiccin estructural

inevitable entre los contenidos reales del sistema y las formas fenomnicas

en que esos contenidos se presentan espontneamente

a la mente. Como ha escrito Norman Geras: Existe, en el seno del

capitalismo, una suerte de ruptura interna entre las relaciones sociales

que se dan y la manera en que se experimentan."Y si esto

es as, la ideologa no puede surgir ante todo de la conciencia de

una clase dominante, y menos an de una suerte de conspiracin.

Como explica John Mepham: ahora la ideologa no es cuestin de

la burguesa, sino de la sociedad burguesa.22

En el caso del fetichismo de la mercanca, la mente refleja una

inversin en la propia realidad; y el significado de dicha inversin

en la realidad plantea espinosos problemas tericos. Sin embargo.

en el caso de otros procesos econmicos capitalistas la mente refleja

una forma fenomnica que es por s misma una inversin de

lo real. Por mor de la explicacin, podemos descomponer esta operacin

en tres momentos diferentes. En primer lugar, tiene lugar

una suerte de inversin en el mundo real: en vez de un trabajo vivo

que emplea un capital inanimado, por ejemplo, el capital muerto

controla el trabajo vivo. En segundo lugar, se da una disyuncin o

contradiccin entre esta situacin real y la manera en que aparece

fenomnicamente: en el contrato salaral. La forma externa rectifica

la inversin, para que las relaciones entre trabajo y capital parezcan

iguales y simtricas. En un tercer momento, esta forma fenomnica

se refleja obedientemente por medio de la mente, y as es

como se alimenta la conciencia ideolgica. Ntese que mientras que

20. Larrain. The Concept of ldeology. pg. 180.

2!. Geras. Marxism and the Critique of Political Economy, pg. 286.

22. John Mepham.The Theory of ldeology in Capital., Radical Philosophy, n. 2, verano de 1972.en La ideologa alemana la ideologa se centraba en no ver las cosas

como son realmente, en El capital ocurre que la propia realidad es

falsa y engaosa. As la ideologa ya no puede ser desenmascarada

simplemente por una clara atencin al proceso vital real, pues

ese proceso, ms o menos como el inconsciente freudiano, presenta

un conjunto de apariencias que son de algn modo estructurales

en l, es decir, incluye su falsedad en su verdad. Lo que se necesita en

cambio es la ciencia -pues la ciencia, comenta Marx, resulta necesaria

tan pronto como dejan de coincidir la esencia y la apariencia.

No necesitaramos el trabajo cientfico si las leyes de la fsica

fuesen espontneamente evidentes para nosotros, y estuviesen inscritas

en los cuerpos de los objetos que nos rodean.

La ventaja de esta nueva teora de la ideologa sobre la presentada

en La ideologa alemana est bastante clara. Mientras que en

esta primera obra la ideologa apareca como una especulacin

idealista, ahora obtiene una base segura en las prcticas materiales

de la sociedad burguesa. Ya no es totalmente reducible a la falsa

conciencia: la idea de falsedad subsiste en la nocin de apariencias

engaosas, pero stas son menos ficciones de la mente que

efectos estructurales del capitalismo. Si la realidad capitalista encierra

en s su propia falsedad, esta falsedad debe ser de algn modo

real. Y hay efectos ideolgicos como el fetichismo de la mercanca

que en modo alguno son irreales, por mucho que puedan

suponer una mistificacin. Sin embargo, puede pensarse que si La

ideologa alemana arriesga relegar las formas ideolgicas a un mbito

de irrealidad, la obra posterior de Marx las sita demasiado

cerca de la realidad para consolar. No hemos sustituido meramente

un idealismo potencial de la ideologa por un incipiente economismo

de sta? Puede considerarse todo lo que llamamos ideologa

reducible a las operaciones econmicas del capitalismo?

Georg Lukcs afirmar posteriormente que no existe un problema

que finalmente no se remonte a la cuestin de la produccin de

mercancas; y que esta estructura permea todas las expresiones

de la vda: pero esta afirmacin se puede considerar algo arrogante.

En qu sentido importante, por ejemplo, puede imputarse

la doctrina de que los hombres son superiores a las mujeres, o los

blancos a los negros, a un origen secreto en la produccin de mercancas?

Y qu hemos de decir de las formaciones ideolgicas de

23. Georg Lukcs, Hislory and CIassConsciousness. Londres, 1971. pgs. 83-84.las sociedades que desconocen an la produccin de mercancas,

o en las que stas no ocupan an un lugar central? Aqu parece

existir un cierto esencialismo de la ideologa, que reduce la varie-

dad y efectos de los mecanismos ideolgicos a una causa homognea.

Adems, si la economa capitalista nene sus propios mecanismos

de engao incorporados -s, como seala Theodor Adorno,

la mercanca es su propia ideologa-. Qu necesidad hay de instituciones

especficamente ideolgicas en el nivel de la superestructura

? Quiz slo para reforzar efectos ya endmicos en la economa;

pero la respuesta es sin duda un poco coja. Marx puede haber

descubierto una potente fuente de falsa conciencia en la sociedad

burguesa; pero sin duda es cuestionable si sta puede generalizarse

para explicar la ideologa en su conjunto. En qu sentido, por

ejemplo, est ligada esta concepcin de la ideologa con la lucha de

clases? La teora del fetichismo de la mercanca crea un vnculo

dramticamente inmediato entre la actividad productiva capitalista

y la conciencia humana, entre lo econmico y lo experiencial;

pero lo hace, podra aadirse, cortocircuitando slo el nivel de lo

especficamente poltico. Estn todas las clases sociales indiferentemente

sometidas al fetichismo de la mercanca? Comparten

los trabajadores, los campesinos y los capitalistas el mismo universo

ideolgico, al estar universalmente marcados por las estructuras

materiales del capitalismo?

La posicin de Marx en el captulo sobre el fetichismo de la

mercanca parece conservar dos rasgos dudosos de esta versin

anterior de ideologa: su empirismo y su negativismo. En El capital

parece afirmar que nuestra percepcin (o percepcin errnea)

de la realidad ya est de algn modo inmanente en la propia realidad;

y esta creencia, que lo real ya contiene el conocimiento o conocimiento

errneo de s mismo, puede considerarse una doctrina

empirista. Lo que suprime es precisamente la labor de lo que hacen

los agentes humanos, de manera variada y conflictiva, de estos mecanismos

materiales -de la manera en que los construyen discursivamente

y los interpretan de acuerdo con intereses y creencias

particulares-o Aqu los objetos humanos figuran como meros receptores

pasivos de ciertos efectos objetivos, las vctimas de una

estructura social dada espontneamente a su conciencia. Se dice

que el filsofo Ludwig Wittgenstein pregunt a un colega por qu

la gente consideraba ms natural afirmar que el sol se mova alrededor

de la tierra en vez de viceversa. Cuando le dijeron que sim-

plemente pareca as, pregunt que cmo parecera si la tierra se

moviese alrededor del sol. Por supuesto, la cuestin es que aqu no

se deriva simplemente un error de la naturaleza de las apariencias,

pues en ambos casos las apariencias son las mismas.

Si esta ltima teora tambin reproduce el negativismo de La

ideologa alemana, es porque la ideologa parecera no tener de

nuevo otra finalidad que la de ocultar la verdad de la sociedad

de clases. Es menos una fuerza activa en la constitucin de la subjetividad

humana que una mscara o pantalla que impide a un sujeto

ya constituido captar lo que tiene delante. Y esto, aun cuando

pueda contener alguna verdad parcial, sin duda no explica el poder

real y la complejidad de las formaciones ideolgicas.

El propio Marx nunca utiliz la expresin falsa conciencia,

una distincin que debe atribuirse en cambio a su colaborador

Friedrich Engels. En una carta a Franz Mehring de 1893, Engels

habla de la ideologa como un proceso de falsa conciencia porque

los motivos reales que impulsan [al agente] permanecen desconocidos

para l, y de otro modo no existira proceso ideolgico alguno.

Por ello se imagina motivos falsos o aparentes. La ideologa es

aqu, en efecto, una racionalizacin -una suerte de doble motivacin,

en la que el significado superficial sirve para bloquear de la

conciencia el verdadero fin del sujeto-. Quiz no sea sorprendente

que esta definicin de ideologa haya surgido en la poca de Freud.

Como ha afirmado Joe McCamey, la falsedad de que aqu se trata

es un autoengao, y no una confusin respecto al mundo. (24) No hay

razn para suponer que la creencia superficial suponga necesariamente

una falsedad emprica, o sea en algn sentido irreal. Algunos

pueden querer realmente a los animales, sin ser conscientes

de que esta autoridad benigna sobre ellos compensa la falta de poder

en el proceso del trabajo. Engels prosigue en esta carta aadiendo

la conocida expresin de La ideologa alemana sobre el pensamiento

autnomo; pero no es evidente que todos los que estn

engaados sobre sus propios motivos tengan que ser vctimas de

una crdula fe en el pensamiento puro. Lo que quiere decir Engels

es que en el proceso de racionalizacin el verdadero motivo est

en relacin con el aparente, como el proceso de la vida real lo

est con la idea ilusoria en el anterior modelo. Pero en ese modelo,24. Joe McCamey, The Re4/ World of Ideology, Brighton, 1980, pg. 95.las ideas en cuestin eran a menudo falsas en s mismas, engaos

metafsicos sin una raz en la realidad, mientras que el motivo aparente

en la racionalizacin puede ser bastante autntico.

Hacia el final del siglo XIX, en el periodo de la Segunda Internacional,

la ideologa sigue reteniendo el sentido de falsa conciencia,

en contraste con un socialismo cientfico que ha discernido las

verdaderas leyes del desarrollo histrico. La ideologa, segn el Engels

del Anti-Dhring, puede considerarse la deduccin de la realidad

no de s misma sino de un conceptos (25) - una formulacin que

resulta difcil entender. Sin embargo, tras los perfiles de esta definicin

particular subyace un sentido ms amplio de ideologa como

cualquier tipo de pensamiento socialmente determinado, que

en realidad es demasiado elstico para ser de utilidad. Para el Marx

de La ideologa alemana, todo pensamiento est socialmente determinado

pero la ideologa es un pensamiento que niega esta determinacin,

o ms bien un pensamiento tan determinado socialmente

que niega sus propios determinantes. Pero en este periodo

est surgiendo una nueva comente, basada en la nocin de ideologa

del ltimo Marx, como las formas mentales en las que hombres

y mujeres expresan sus conflictos sociales, y empiezan a hablar claramente

de ideologa socialista, una expresin que para La ideologa

alemana hubiese sido un oxmoron. El marxista revisionista

Eduard Bernstein fue el primero en calificar al propio marxismo de

ideologa, y en Qu hacer? Lenin declara que la nica eleccin es

o ideologa burguesa o socialista. El socialismo, escribe Lenin, es

la ideologa de la lucha de la clase proletaria; pero con ello no

quiere decir que el socialismo sea la expresin espontnea de la

conciencia proletaria. Por el contrario, en la lucha de clases del

proletariado que se desarrolla espontneamente, como una fuerza

elemental, sobre la base de las relaciones capitalistas, el socialismo

es introducido por los idelogos(26) En resumen, la ideologa se ha

vuelto ahora idntica a la teora cientfica del materialismo histrico,

y hemos recorrido el crculo completo para volver a los philosophes

de la Ilustracin. El idelogo ya no est sumido en la falsa

conciencia sino exactamente lo contrario, es el analista

cientfico de las leyes fundamentales de la sociedad y de sus formaciones

intelectuales.

25. F. Engels, Anti-DUhring, Mosc. 1971. pg. 135.

26. V.l. Lenin, What ls To Be Done? Londres, 1958, pg. 23.En resumen, la situacin es ahora totalmente confusa. La ideologa

parece designar a la vez la falsa conciencia (Engels), todo

pensamiento condicionado socialmente (Plejanov), la cruzada poltica

del socialismo (Bemstein y en ocasiones Lenin) y la teora

cientfica del socialismo (Lenin). No es difcil entender cmo han

surgido estas confusiones. En efecto, derivan del equvoco que sealamos

en la obra de Marx entre ideologa como ilusin e ideologa

como el bagaje intelectual de una clase social. O, por decirlo de

otro modo, reflejan un conflicto entre los sentidos epistemolgico

y poltico del trmino. En el segundo sentido del trmino, lo que

importa no es el carcter de las creencias en cuestin, sino su funcin

y quiz su origen; y as, no hay razn por la que estas creencias

tengan que ser necesariamente falsas en s. Concepciones verdaderas

pueden ser puestas al servicio de un poder dominante. As

pues, la falsedad de la ideologa en este contexto es la falsedad

del propio dominio de clase; pero aqu el trmino falso ha cambiado

de manera decisiva de su sentido epstemolgico a su sentido

tico. Sin embargo, tan pronto se ha adoptado esta definicin,

queda abierto el camino para ampliar el trmino ideologa tambin

a la conciencia de la clase proletaria, pues tambin sta consiste

en desplegar ideas para fines polticos. Y si as la ideologa

llega a significar cualquier sistema de doctrinas expresivas de intereses

de clase y tiles en su realizacin, no hay razn por la que

no pueda aplicarse al propio marxismo, al estilo de Lenin.

Con esta mutacin del significado de ideologa, tambin cambia

inevitablemente lo que se considera su opuesto. Para La ideologa

alemana, lo contrario de ideologa sera ver la realidad como

realmente es; para El capital las cosas no son tan simples, pues esa

realidad, como hemos visto, es ahora intrnsecamente engaosa, y

por tanto es necesario un discurso especial conocido como ciencia

para adentrarse en sus formas fenomnicas y mostrar su esencia.

Tan pronto como la ideologa pasa de su sentido epistemolgico a

su sentido ms poltico, surgen dos candidatos disponibles como

anttesis, y sus relaciones son profundamente difciles. Lo que puede

contrarrestar a la ideologa dominante es o bien la ciencia del

materialismo histrico o la conciencia de la clase proletaria. Para

el marxismo historicista, como veremos en el prximo captulo,

la primera es esencialmente una expresin de la ltima. La teora

marxista es la plena autoconciencia de la clase trabajadora revolucionaria.

Para el leninismo, la ideologa en el sentido de teo-

ra cientfica debe mantener una cierta distancia de la ideologa

en el sentido de la conciencia de la clase proletaria, para poder intervenir

creativamente en su seno.

Pero el sentido ms amplio de ideologa, como cualquier forma

de pensamiento determinado socialmente, disloca esta distincin.

Si todo el pensamiento est socialmente determinado, tambin debe

estarlo el marxismo, en cuyo caso, qu sucede con sus pretensiones

de objetividad cientfica? Pero si se desechan simplemente

estas pretensiones, cmo hemos de arbitrar entre la verdad del

marxismo y la verdad de los sistemas de creencia a los que se opone?

Entonces, lo contrario de la ideologa dominante no sera

simplemente una ideologa alternativa, y sobre qu bases elegiramos

entre ellas? En resumen, nos estamos deslizando al lodo del

relativismo histrico; pero la nica alternativa aparente sera una

forma de positivismo o racionalismo cientfico que reprimiese sus

propias condiciones histricas, y ste era el peor de los sentidos de

la ideologa presentados por La ideologa alemana. No ser que,

en la suprema de las ironas, el propio marxismo ha terminado por

ser un claro ejemplo de las mismas formas de pensamiento metafsico

o trascendental que se propuso desacreditar, confiando en

un racionalismo cientfico que flotase desinteresadamente ms

all de la historia?