Eagleton-Ideología en Marx
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Terry Eagleton
Ideologa. Una introduccinreedicin, 1997
@ 1995 by Verso, Londres y Nueva York
@ de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paids Ibrica, S.A.,
Mariano Cubl, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paids, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
Impreso en Espaa - Printed in SpainCAPITULO 3
DE LA ILUSTRACIN A LA SEGUNDA INTERNACIONAL()
Conviene concebir la teora de la ideologa de Karl Marx como parte de su teora ms general de la alienacin, expuesta en los Manuscritos de economa y filosofa (1844) y en otros lugares. Segn Marx, en determinadas condiciones sociales las facultades, productos y procesos humanos escapan del control de los seres humanos y pasan a adoptar una existencia aparentemente autnoma. Estos fenmenos, alineados de este modo de sus agentes, pasan a ejercer un poder dominante sobre ellos, de forma que hombres y mujeres se someten a lo que son de hecho: productos de su propia actividad como si fuesen una fuerza ajena. De este modo, el concepto de alienacin est estrechamente vinculado al de la reificacin -pues si los fenmenos sociales dejan de ser reconocibles como resultado de proyectos humanos, es comprensible percibirlos como cosas materiales, y aceptar as su existencia como inevitable.La teora de la ideologa expuesta en La ideologa alemana
(1846) de Marx y Engels abunda en esta lgica general de inversin
y alienacin. Si los poderes e instituciones humanas pueden registrar
este proceso, tambin puede hacerlo la propia conciencia. De hecho la conciencia est ligada a la prctica social; pero para los filsofos
idealistas alemanes a que se refieren Marx y Engels, se separa
de estas prcticas, se fetichiza como una cosa en s misma y,
de este modo, mediante un proceso de inversin, puede equivocarse
como la fuente misma y fundamento de la vida histrica. Si se
conciben las ideas como entidades autnomas, esto contribuye a
naturalizarlas y a deshistorizarlas; y ste es, para el joven Marx, el
secreto de toda ideologa:
Los hombres son los productores de sus concepciones. ideas, etc.
-los hombres reales, activos, condicionados por un desarrollo definido
de sus fuerzas productivas y de la interrelacin de stas, hasta
sus formas extremas-. La conciencia no puede ser nunca nada ms
que existencia consciente, y la existencia de los hombres es su proceso
vital real. Si en cualquier ideologa los hombres y sus circunstancias
aparecen vueltos del revs como en una cmara oscura, este
fenmeno surge tanto de su proceso vital histrico como lo hace la
inversin de los objetos en la retina de su proceso vital fsico.
En contraste directo con la filosofa alemana, que desciende de
los cielos a la tierra, nosotros nos elevamos de la tierra al cielo. Es
decir, no partimos de lo que los hombres dicen, imaginan, conciben
ni de los hombres en cuanto seres narrados, pensados, imaginados,
concebidos, para llegar a los hombres de carne. Partimos de los
hombres reales y activos, y sobre la base de su proceso vital real demostramos el desarrollo de los reflejos ideolgicos y de las repercusiones de este proceso vital... La vida no est determinada por la conciencia, sino la conciencia por la vida. (7)El avance en relacin con los philosophes de la Ilustracin est
claro. Para aquellos pensadores, una ideologa ayudara a despejar
los errores creados por la pasin, el prejuicio y los intereses
viciosos, todos los cuales bloqueaban la clara luz de la razn. Esta
orientacin intelectual pasa al positivismo del siglo XIX y a mile
Durkheim, en cuyas Reglas del mtodo sociolgico (1895) la ideolo-
7, Marx y Engels, The German ldeology. pg. 47. Para algunos comentarios interesantes sobre este
texto. vase Louis Dupr. Marxs Social Critique of Culture. New Haven y Londres. 1983.
ga significa entre otras cosas permitir que las pre-concepciones
malogren nuestro conocimiento de las cosas reales. La sociologa
es una ciencia de hechos, y por consiguiente el cientfico debe liberarse de los sesgos y concepciones errneas del profano para llegar a una perspectiva adecuadamente desapasionada. Estos hbitos y predisposiciones ideolgicos, tanto para Durkheim como
para el posterior filsofo francs Gaston Bachelard, son innatos a
la mente; y esta corriente positivista de pensamiento social, fiel a
sus precursores de la Ilustracin, arroja as una teora psicologista
de la ideologa. En cambio, Marx y Engels atienden a las causas y
funciones histricas de esta falsa conciencia, e inauguran as la
principal acepcin moderna del trmino cuya historia estamos
rastreando. Llegan a esta concepcin siguiendo muy de cerca los
pasos de Ludwig Feuerbach, cuya obra La esencia del cristianismo
(1841) busc las fuentes de la ilusin religiosa en las condiciones
de vida reales de la humanidad, pero de un modo notablemente
deshistorizado. De hecho, Marx y Engels no fueron los primeros
pensadores en concebir la determinacin social de la conciencia:
de diferentes modos, Rousseau, Montesquieu y Condorcet haban
llegado a esta perspectiva antes que ellos.
Si las ideas estn en la fuente misma de la vida histrica, es posible
imaginar que se puede cambiar la sociedad combatiendo las ideas falsas con las verdaderas; y esta combinacin de racionalismo e idealismo es la que rechazan Marx y Engels. Para ellos, las ilusiones sociales estn ancladas en contradicciones reales, con lo que nicamente por la actividad prctica de transformar estas ltimas
pueden abolirse las primeras. As pues, una teora materialista
de la ideologa es inseparable de una poltica revolucionaria. Sin embargo, esto entraa una paradoja. La crtica de la ideologa
afirma a la vez que ciertas formas de conciencia son falsas y que
esta falsedad es de algn modo estructural y necesaria respecto a
un orden social especfico. La falsedad de las ideas, podramos decir,
forma parte de la verdad de una condicin material de conjunto.
Pero la teora que identifica esta falsedad se desvanece de
golpe, al denunciar una situacin que simplemente, por su condicin
de teora, es incapaz de resolver: Es decir, la crtica de la ideologa
es al mismo tiempo la crtica de la crtica de la ideologa. Adems,
no es como si la critica ideolgica propusiese incluir algo
verdadero en lugar de la falsedad. En cierto sentido, esta crtica retiene algo de una estructura racionalista o de la Ilustracin: la verdad, o la teora, arrojarn luz sobre las concepciones falsas. Pero
esto es antirracionalista, en tanto lo que propone no es un conjunto
de concepciones verdaderas, sino slo la tesis de que todas las
ideas, verdaderas o falsas, estn basadas en la actividad social
prctica, y ms en particular en las contradicciones que genera esa
actividad.
Hay ms problemas que surgen inevitablemente. Significa esto
que las ideas verdaderas seran ideas fieles a la actividad social
prctica? O puede averiguarse su verdad o falsedad de manera independiente de sta? Las ilusiones de la sociedad burguesa no son
en cierto sentido realmente fieles a sus prcticas? Si son racionalizaciones de contradicciones a las que dichas prcticas dan lugar, no estn estas concepciones errneas efectivamente arraigadas en el proceso vital real en vez de ser ociosamente autnomas con respecto a l? O de lo que se trata es de que su autonoma est determinada socialmente por s misma? Es esta autonoma meramente aparente -una percepcin errnea por parte de sujetos humanos- o es real? Las ideas verdaderas no sern simplemente aquellas que corresponden a las prcticas reales, sino las que corresponden a las prcticas verdaderas? Y qu significara decir de una prctica, en contraposicin con un significado, que es verdadera o falsa?Las formulaciones del citado pasaje de La ideologa alemana
plantean varias dificultades. En primer lugar, el vocabulario global
de reflejos y ecos recuerda mucho al materialismo mecnico.
Lo que distingue al animal humano es que se mueve en un mundo
de sentidos; y estos sentidos son constitutivos de sus actividades, y
no secundarios a ellas. Las ideas son internas a nuestras prcticas
sociales, y no meros derivados de stas. La existencia humana, como
reconoce Marx en otro lugar, es existencia propositiva o intencional; y estas concepciones propositivas forman la gramtica interna de nuestra vida prctica, sin la cual seran mero movimiento fsico. La tradicin marxista ha utilizado a menudo el trmino praxis para expresar este carcter indisoluble de accin y significacin. En general, Marx y Engels reconocen esto de manera suficiente; pero aqu, en su celo por criticar a los idealistas, corren el peligro de invertirlos simplemente, conservando una tajante dualidad entre conciencia y actividad prctica pero invirtiendo las relaciones causales entre ellas. Mientras que los jvenes hegelianos
a los que critican consideran las ideas como la esencia de la vida material, Marx y Engels simplemente mantienen esta oposicin en su cabeza. Pero la anttesis siempre puede desconstruirse en parte, pues la conciencia figura, por as decirlo, en ambos lados de la ecuacin. Ciertamente no puede haber un proceso vital real sin ella.El problema puede derivar del hecho de que el trmino conciencia tiene aqu un doble juego. Puede significar vida mental en general; o bien puede aludir de manera ms especfica a sistemas de creencias histricos particulares (religiosos, judiciales, polticos, etc.), del tipo de los que posteriormente Marx atribuir a la llamada superestructura en contraste con la base econmica. Si se concibe la conciencia en este segundo sentido, como estructuras
doctrinales bien articuladas, su oposicin a la actividad prctica se vuelve algo ms plausible. Segn la posicin marxista, estas superestructuras estn realmente separadas de su base prctica productiva, y las causas de este alejamiento son inherentes a la naturaleza misma de esa actividad material. Sin embargo, esto no responde totalmente a la cuestin, pues a pesar de su carcter
alienado estos discursos ideolgicos condicionan an poderosamentenuestras prcticas de la vida real. Las jergas polticas, religiosas, sexuales e ideolgicas de otro tipo forman parte de la manera en que vivimos nuestras condiciones materiales, y no son solo el mal sueo o el efluvio desechable de la infraestructura.Pero esta posicin an es menos mantenible si nos atenemos al
sentido ms amplio de conciencia, pues sin ella no habra actividad
caractersticamente humana en absoluto. El trabajo en la fbrica
no es un conjunto de prcticas materiales ms un conjunto de nociones sobre ellas; sin ciertas intenciones, significados,
interpretaciones corporeizadas, no sera trabajo fabril alguno.
As pues, es necesario distinguir entre dos sentidos ms bien di-
ferentes que en La ideologa alemana corren el peligro de confun-
dirse. Por una parte, est la tesis materialista general de que las
Ideas y la actividad material estn inseparablemente ligadas, frente
a la tendencia idealista a aislar y privilegiar a las primeras. Por otra parte, est el argumento materialista histrico de que ciertas formas de conciencia histricamente especficas se separan de la actividad productiva, y pueden explicarse mejor en trminos de su papel funcional en su mantenimiento. En La ideologa alemana, parece a veces como si Marx y Engels redujesen ilcitamente la ltima posicin a la primera, considerando lo que hacen realmente los hombres y lasmujeres como una especie de base y sus ideas sobre lo que hacen como una suerte de superestructura. Pero la relacin entre mi acto de frer un huevo y mis concepciones sobre ello no es la misma que la relacin entre las actividades econmicas de la sociedad capitalista y la retrica de la democracia parlamentaria.Podra aadirse que pensar, escribir e imaginar son por supuesto tan parte del proceso vital real como cavar cunetas y sublevarse contra juntas militares; y que si la expresin proceso vital real es en este sentido incapacitantemente estrecha en el texto de Marx y Engels es asimismo intilmente amorfa, ampliando de manera indiferenciada el conjunto de la prctica sensorial.En un punto de su obra, Marx y Engels parecen sugerir una diferencia
cronolgica de esta distincin entre dos acepciones de conciencia, cuando sealan que la produccin de ideas, de concepciones,
de conciencia, est al principio directamente ligada a la actividad material y a la interrelacin material de los hombres, el lenguaje de la vida real.(8) Lo que tienen aqu en mente es el decisivo
acontecimiento histrico de la divisin entre el trabajo mental y manual. Tan pronto como una plusvala econmica permite que
una minora de pensadores profesionales se liberen de las exigencias del trabajo, resulta posible que la conciencia se adule a
s misma considerndose de hecho independiente de la realidad
material. Apartir de ahora -observan Marx y Engels-la conciencia
est en situacin de emanciparse del mundo y de pasar a la formacin de la teora, la teologa, la filosofa, la tica, etc., "puras". (9)As, parece como si una posicin epistemolgica valiese para las
sociedades anteriores a la divisin entre trabajo mental y manual,
mientras que la otra fuese apropiada para toda la historia posterior.
Por supuesto esto no puede ser lo que Marx y Engels quieren decir: la conciencia prctica de sacerdotes y filsofos seguir directamente ligada con su actividad material, aun si las doctrinas tericas que crean estn arrogantemente distanciadas de ella. Sin embargo, lo importante es que el cisma entre las ideas y la realidad social que examina el texto es, por as decirlo, una dislocacin interna de la propia realidad social, en condiciones histricas especficas. Puede ser una ilusin creer que las ideas son la esencia de la vida social; pero no es una ilusin creer que son relativamen-
8. Ibid., pg. 47 (la cursiva es ma),
9. Ibid., pg. 52.
te autnomas respecto a ella, pues ste es, en s, un hecho material
con determinaciones sociales particulares. Y una vez se establece
esta situacin, proporciona la hase material real para el anterior
error ideolgico. No es slo que las ideas hayan flotado al margen
de la existencia social, quizs en razn de la hybris de un puado de
intelectuales; por el contrario, este carcter externo de las ideas en
relacin con el proceso vital material es en s interno a ese proceso.
La ideologa alemana parece argumentar a la vez que la conciencia
es siempre realmente conciencia prctica, por lo que
concebirla de otro modo es una ilusin idealista; y que las ideas
son meramente secundarias a la existencia material. Por ello precisa
una suerte de imaginera que confunde entre concebir la conciencia
como algo inseparable de la accin, y concebirla como
inseparable e inferior; y la encuentra en el lenguaje de los reflejos, ecos y sublimaciones. Un reflejo es en cierto sentido parte
de lo que se refleja, como mi imagen en el espejo es en cierto
sentido yo, y al mismo tiempo un fenmeno secundario, subordinado.
Est bastante claro por qu Marx y Engels desean relegar la
conciencia a este estatus de segunda mano; pues si lo que creemos
que estamos haciendo es realmente constitutivo de lo que hacemos,
si nuestras concepciones son internas a nuestra prctica,
qu espacio deja esto para la falsa conciencia? Basta con preguntar
a George Bush qu piensa que est haciendo para llegar a
una explicacin satisfactoria de su papel en el capitalismo avanzado?
Marx y Engels perciben bien que los agentes humanos se engaan
a menudo a s mismos por buenas razones histricas en relacin
con el significado de sus propios actos; yo no tengo un
acceso infaliblemente privilegiado al significado de mi propia conducta,
y t puedes proporcionarme en ocasiones una explicacin
ms convincente de sta que la que yo puedo obtener por m mismo.
Pero de esto no se sigue que exista algo llamado (10) que hacemos
independiente de todo significado. Para que una accin sea
prctica humana, debe entraar un significado; pero su significacin
ms general no es necesariamente aquella que le atribuye el
agente. Cuando Marx y Engels hablan de partir de los hombres
reales y activos en vez de lo que estos hombres dicen, imaginan
y conciben, penetran peligrosamente cerca del empirismo sensorial
ingenuo, para el que no existe un proceso vital real sin interpretacin.
Intentar suspender este mbito de significado para
examinar mejor las condiciones reales sera como matar a un
paciente para examinar ms cmodamente su circulacin sangunea.
Como ha comentado Raymond Williams, esta fantasa objetivista
presupone que las condiciones vitales reales pueden ser
conocidas independientemente del lenguaje y de los registros histricos
. No es -observa Williams- como si existiese primero la vida
social material y a continuacin, a cierta distancia temporal o
espacial, la conciencia y sus productos... La conciencia y sus
productos son siempre parte, aunque de manera variable, del propio
proceso social material.'? La hipntica insistencia de Marx y
Engels en trminos como real, sensorial, actual, prctico,
contrastados de manera tajante y desdeosa con las meras ideas,
les hace sonar un poco como E. R. Leavis en un mal da. E igual que
no pueden ignorar la interpretacin en el caso de los hombres y
mujeres a que se refieren, no la pueden pasar por alto en su propio
caso. Pues aunque afrmen en vena empirista no tener otras premisas
que la de partir de los hombres reales, est bastante claro
que lo que para ellos es real no est en modo alguno libre de supuestos
tericos. Tambin en este sentido, el proceso vital real
est ligado con la conciencia: la de los propios analistas.
Sin embargo, tenemos que examinar ms de cerca la metfora
de la inversin que domina gran parte de esta concepcin de la
ideologa. En primer lugar hay que sealar que invertir una polaridad
no es necesariamente transformarla. Poco se gana volviendo
del revs el idealismo en el materialismo mecnico, convirtiendo el
pensamiento en funcin de la realidad y no viceversa. Irnicamente,
esta iniciativa mimetiza el idealismo en el intento de superarlo,
pues un pensamiento reducido a reflejo o sublimacin es tan
inmaterial como otro alejado de la realidad. La clebre imagen de
la cmara oscura es aqu elocuente, al sugerir que los hegelianos
sencillamente han captado el mundo en sentido equivocado. La
propia imagen tiene una historia que se remonta al padre de la filosofa
empirista, John Locke, quien como muchos otros consider
la cmara oscura como prototipo de la reflexin cientfica exacta.
As, es irnico, como seala W.J.T. Mitchell. que Marx utilice este
mismo mecanismo como el propio modelo de ilusin. (11) Pero la historia
empirista que hay detrs de la metfora se conserva en la utilizacin
que Marx hace de ella: la mente humana es como una c-
10. Williams, Marxism "nd Literaure. pg. 60.
I 1. Vase w'J,T. Mitchell. ldeology, Chicago y Londres. 1986, pgs. 168 y sigs.
mara registrando pasivamente los objetos del mundo exterior. A
parur del supuesto de que la cmara no puede engaar, la nica
manera en que podra producir distorsin sera mediante un tipo
de interferencia intrnseca en la imagen. Pues esta cmara no tiene
operador, y por ello no podemos hablar de ideologa segn este
modelo como una inclinacin, edicin e interpretacin errnea activa
de la realidad social, como podriamos decir, por ejemplo, en el
caso de la cmara manual del reportero. As pues, esta metfora
implica que el idealismo es en realidad una suerte de empirismo
invertido. En vez de derivar las ideas de la realidad, deriva la realidad
de las ideas. Pero esto es sin duda una caricatura del idealismo
filosfico, determinada en parte por la imagen en cuestin. Pues
los pensadores a quienes quieren combatir Marx y Engels no son
slo empiristas obtusos o materialistas mecnicos invertidos: por
el contrario, uno de los aspectos ms valiosos de su teora para el
propio marxismo es que la conciencia humana es una fuerza activa
y dinmica. Pensadores marxistas tan diferentes como Lenin y
Lukcs emplearn posteriormente esta nocin para fines revolucionarios;
pero el modelo de la cmara oscura es realmente incapaz
de darle cabida. Esta figura nada inocente introduce a la fuerza
el idealismo en su propio molde empirista, definindolo como
su mero contrario.
Este punto ciego tiene efectos incapacitantes en la teora general
de la ideologa del texto. Pues resulta difcil ver cmo segn esta
teora la ideologa puede ser en algn sentido una fuerza social
activa, organizando la experiencia de los sujetos humanos de
acuerdo con los requisitos de un orden social especfico. Por el
contrario, sus efectos parecen ser totalmente negativos: es meramente
un conjunto de quimeras que perpetan ese orden distrayendo
a sus ciudadanos de la desigualdad y la injusticia, por lo
dems palpables. Aqu, la ideologa es esencialmente algo ultramundano:
una resolucin imaginaria de contradicciones reales
que ciega a hombres y mujeres de la dura realidad de sus condiciones
sociales. Su funcin es menos la de dotarles de ciertos discursosde valor y creencias relativos a sus tareas cotidianas, que
denigrar todo el mbito cotidiano en contraste con un mundo metafsico
de fantasa. Es como si la ideologa no tuviese un inters
particular, por ejemplo, en inculcar las virtudes de diligencia, honestidad
y actividad en la clase trabajadora mediante una serie detcnicas disciplinarias, sino que simplemente niega que el mbitodel trabajo tenga mucha importancia en contraste con el reino de
los cielos o con la Idea absoluta. y sin duda es cuestionable el que
cualquier rgimen pueda reproducirse por medio de una ideologa
tan generalizada y negativa como sta.
W.J.T. Mitchell ha sealado que una de las implicaciones de la
figura de la cmara oscura es una relacin pura y no mediatizada
entre los seres humanos y su entorno social, y que este nfasis est
claramente en discrepancia con lo que el texto dice en otro lugar
sobre la conciencia en cuanto producto social. (12) En realidad, como
seala Mitchell, la suposicin de que el mundo sensorial est centrado
directamente en la conciencia forma parte de lo que los autores
de La ideologa alemana critican en otras partes de la obra de
Feuerbach. En otras palabras, Marx y Engels tienden a contraponer
una doctrina de la naturaleza social del conocimiento con un
empirismo sensorial e ingenuo, y un empirismo sensorial ingenuo
con la insistencia del idealismo en la naturaleza discursivamente
mediatizada de la realidad. En un determinado nivel perpetan de
manera transformada la ideologa de la Ilustracin, reduciendo
las ideas a la vida sensorial -aun cuando esa vida se define ahora
de manera firme como un mbito prctico, social y productivo-.
En otro nivel, desde una perspectiva poltica totalmente opuesta,
comparten el tajante desprecio pragmtico de Napolen hacia la
ideologa, en el sentido de un idealismo fantasioso.
Para La ideologa alemana, la conciencia ideolgica supondra
un doble movimiento de inversin y dislocacin. Se otorga prioridad
a las ideas en la vida social, y a la vez aqullas se desvinculan
de sta. Se puede seguir la lgica de esta doble operacin de manera
bastante fcil: convertir las ideas en el origen de la historia equivale
a negar sus determinantes sociales, y a desvincularlas as de la
historia. Pero no est claro que dicha inversin suponga siempre
esta dislocacin. Se podra imaginar a alguien que sostuviese que
la conciencia es autnoma respecto a la vida material sin creer necesariamente
que sta es su fundamento; e igualmente se puede
imaginar que alguien afirme que la mente es la esencia de toda la
realidad sin afirmar que est aislada de sta. De hecho, esta ltima
posicin es probablemente la del propio Hegel. Consiste esencialmente
la ideologa en concebir que las ideas son determinantes so-
12. Ibid., pg. 173.
ciales, o en considerarlas autnomas? Un idelogo como Tracy afirmara
lo primero, pero no lo ltimo. El propio Marx pens que los
idelogos franceses eran idealistas, por cuanto deshistorizaban la
conciencia humana y le atribuan un papel social fundacional; pero
obviamente no son idealistas en el sentido de creer que las ideas bajan
del cielo. En otras palabras, la medida en que este modelo de
ideologa puede generalizarse como paradigma de toda falsa conciencia
es problemtica. Por supuesto, Marx y Engels estn examinando
la ideologa alemana, una corriente particular de idealismo
neohegeliano, pero sus formulaciones tienen cierto aroma universalizador.
De hecho -en un pasaje de la obra suprimido- observan
que lo que vale para el pensamiento alemn vale tambin para otras
naciones. La respuesta obvia a esto, como supieron bien en otros
casos Marx y Engels, es que no todas las ideologas son idealistas.
Sin duda Marx consider a Hobbes, Condillac y Bentham como
idelogos consumados, pero los tres son en cierto sentido materialistas.
nicamente pueden considerarse culpables de esta acusacin
en un amplio sentido de idealismo, con el significado efectivo
de deshistorizar o suponer una esencia humana invariable. Pero
deshistorizar no es sinnimo de ser idealista, igual que, a la inversa,
un idealismo como el de Hegel es profundamente histrico.
No es posible que ciertas ideas estn firmemente arraigadas en
la realidad material, y a pesar de ello sean ideolgicas? Las ideas
han de ser ilusiones vacas para tener un estatus ideolgico? Por supuesto
Marx y Engels no suponen que cualquier vieja idea abstracta
es ideolgica: los conceptos matemticos no suelen serlo. Pero la
desvinculacin del pensamiento respecto de la existencia prctica,
en funcin de fines polticos objetables, les parecera definitoria de
esta nocin. La tentacin de creer que slo tenemos que volver a poner
juntas las ideas y la realidad para que todo vaya bien es fuerte.
Por supuesto sta no es la posicin de Marx y Engels: superar la falsa
conciencia exige abordar las contradicciones sociales que la genera,
y no simplemente volver a unir las ideas abstrusas con su origen
social perdido. Pero algunos marxistas algo ms vulgares
sugieren en ocasiones que las ideas estn sanas cuando estn estrechamente
imbricadas en la prctica social. A esto puede objetarse
que Edmund Burke lo habra considerado totalmente inobjetable.
Toda una tradicin de pensamiento conservador se ha centrado en
la interpenetracin orgnica de pensamiento conceptual y experiencia
vivida, mostrndose tan recelosa como los propios Marx y
Engels respecto de las nociones puramente especulativas. As, es posible
imaginar que las ideologas no son tipos de Ideas particulares
con funciones y efectos especficos, sino simplemente ideas que se
han desgajado de algn modo de la realidad sensorial.
Las ideas de la clase dominante -dice un famoso pasaje de La
ideologa alemana- son en cada poca las ideas dominantes. es decir,
que la clase que es la fuerza material dominante de la sociedades al mismo tiempo su fuerza intelectual dominante. (13) Quien domina
la produccin material controla tambin la produccin mental.
Pero este modelo poltico de ideologa no cuadra totalmente con
la concepcin ms epistemolgica de sta como pensamiento que
olvida su origen social. Qu es, pues, lo que vuelve ideolgicas las
ideas? Que estn desgajadas de su origen social, o que son un arma
de la clase dominante? Entraa lo primero necesariamente lo
ltimo? Las ideas dominantes -sigue comentando el texto- no son
ms que la expresin ideal de relaciones materiales dominantes, las
relaciones materiales dominantes aprehendidas en cuanto ideas.(14)
Esto sugerirla una relacin ms interna entre ideologa y vida
material que lo que quiz permite el modelo de la ilusin; pero en
otros lugares de la obra se acentan ambas cosas al hablar de estas
ideas dominantes como meramente las formas ilusorias en las que
se libran las luchas reales de las diferentes clases. (15) Pero si estas
formas codifican luchas reales, en qu sentido son ilusorias? Quizs
en el sentido de que son modos puramente fenomnicos que
ocultan motivaciones ulteriores; pero este sentido de necesidad
ilusoria no tiene que ser sinnimo de falso. Como recuerda Lenin,
las apariencias son despus de todo bastante reales; puede existir
una discrepancia entre los conflictos materiales y las formas ideolgicas
que los expresan, pero esto no significa necesariamente que
esas formas sean falsas (no fieles a lo que sucede) o irreales.
En otras palabras, el texto oscila de manera significativa entre
una definicin poltica y otra epistemolgica. Puede decirse que las
ideas son ideolgicas porque niegan las races en la vida social con
efectos polticamente opresivos; o pueden ser ideolgicas exactamente
por la razn contraria -que son expresin directa de intereses
materiales, instrumentos reales de la lucha de clases-. Por tanto,
13. Marx y Engels, The German ldeology, pg. 64.
t4. Ibfd., pg. 64.
15.lbld., pg. 53.
sucede que Marx y Engels se enfrentan a una clase dominante cuya
concrencra tiene un carcter fuertemente metafsico; y como esta
metafsica se aplica a usos de dominacin poltica, los dos sentidos
opuestos del concepto de ideologa coinciden en la situacin histrica
que examina La ideologa alemana. Pero no hay razn para suponer
que todas las clases dominantes tengan que articular sus intereses
de forma tan especulativa. Posteriormente, en el Prefacio a
Contribucon a la crtica de la economa poltica (1859), Marx hablar
de lo legal, poltico, religioso, esttico o filosfico -en resumen
de formas ideolgicas en las que los hombres se vuelven conscientes
de este conflicto (econmico) y lo combaten--. Es de sealar que la
referencia a las formas ilusorias se ha abandonado; no hay una sugerencia
particular de que estos modos superestructurales sean
en ningn sentido quimricos o fantsticos. Podemos sealar que la
definicin de Ideologa se ha ampliado para abarcar a todos los
hombres, en vez de slo a la clase gobernante; la ideologa tiene
ahora el sentido ms bien peyorativo de la lucha de clases en el nivel de
las ideas, sin implicar ello necesariamente que estas ideas sean siempre
falsas. De hecho, en Teoras de la plusvala, Marx establece una
distincin entre lo que denomina la componente ideolgica de la
clase dominante y la libre produccin espiritual de esta formacin
social particular, una instancia de la cual son el arte y la poesa.
En el Prefacio a Contribucin a la crtica de la economa poltica,
se establece la famosa (o destacada) formulacin de base y superestructura, y la ideologa parece ubicarse firmemente en esta ltima:
En la produccin social de su vida. los hombres entran en relaciones
definidas que son indispensables e independientes de su voluntad,
relaciones de produccin que corresponden a un estadio definido
de desarrollo de sus fuerzas materiales productivas. La suma
total de estas relaciones de produccin constituye la estructura econmica de la sociedad, su fundamento real, sobre la que se erige
una superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden formas
definidas de conciencia social. El modo de produccin de la vida
material condiciona el proceso social, poltico y de la vida intelectual
en general. La conciencia de los hombres no es la que
determina su ser sino, por el contrario. su ser social es el que determina su conciencia. (16)16. Marx y Engels, SelectM Works, vol. t. Londres, 1962, pg. 362.
Podemos interpretar, quiz, que formas definidas de concencia
social es equivalente a ideologa, aunque dicha ecuacin no est
exenta de problemas. Podran existir formas de conciencia social
que no fuesen ideolgicas, bien en el sentido de no contribuir a legitimar
el dominio de clase o en el sentido de que no fuesen particularmente
nucleares respecto a forma alguna de lucha de poder. El
propio marxismo es una forma de conciencia social, pero el que sea
o no una ideologa depende del significado que se d al trmino.
Claramente, Marx tiene aqu presentes los sistemas de creencias y
cosmovisiones histricas especficas: y, como he afirmado en elcaso de La ideologa alemana, es ms plausible concebir la conciencia
en este sentido como determinada por la prctica material que
la conciencia en su sentido ms amplio de significados, valores, intenciones,
etc. Es dificil ver cmo eso pueda ser sencillamente superestructural
si es en realidad interno a la produccin material.
Pero si aqu Marx est hablando en trminos histricos, qu
podemos hacer de la ltima frase de la cita?: La conciencia de los
hombres no es la que determina su ser sino que, por el contrario,
su ser social es el que determina su conciencia. sta es una tesis
ontolgica, y no slo histrica; para Marx se sigue de la forma de
constitucin del animal humano, y valdra para todos los hombres
y mujeres de todas las pocas histricas. Un efecto de esta doctrina
universalizadora es hacer que la tesis de base-superestructura con la que va unida parezca tambin universal. Sin embargo, no
todos los marxistas han adoptado esta concepcin; y es discutible
que el propio Marx la adoptase en otros lugares de su obra. Pues
siempre podemos plantear la siguiente cuestin: por qu necesita
una superestructura la actividad productiva humana? Y una respuesta
a esa pregunta sera: porque hasta la fecha, en la historia se
han dado relaciones sociales de explotacin, que por consiguiente
deben ratificarse y regularse en trminos jurdicos, polticos e ideolgicos.
Una superestructura es necesaria porque la misma base
material est dividida. Y si se superasen dichas divisiones, han
afirmado algunos marxistas, la superestructura se desvanecera.
En una plena sociedad comunista, segn esto, no habra necesidad
de un Estado poltico contrapuesto a la sociedad civil, o de una
ideologa dominante legitimadora, o ni siquiera de la parafernalia
de una legalidad abstracta.
En otras palabras, la idea de que ciertas instituciones estn alejadas
de la base material, enfrentadas a sta en cuanto fuerza dedominacin, est implcita en la nocin de superestructura. Aqu
no vamos a examinar si estas instituciones -los tribunales de justicia,
el Estado poltico, los aparatos ideolgicos- podran abolirse
alguna vez, o si esta tesis es ociosamente utpica. De lo que se trata
ms bien es de la aparente contradiccin entre esta versin histrica
de la doctrina de base-superestructura, que concebira la
superestructura como una instancia funcional para la regulacin
de la lucha de clases, y las implicaciones ms universales del comentario
de Marx sobre la conciencia y el ser social. Segn el primer
modelo, la ideologa tiene una vida histrica limitada: tan
pronto se hayan superado las contradicciones de la sociedad de
clases, la ideologa se desvanecer con el resto de la superestructura.
En una versin posterior, la ideologa puede interpretarse como
la manera en que toda nuestra conciencia est condicionada por
los factores materiales. Y esto no cambiar presuntamente con la
instauracin de un comunismo pleno, pues forma parte tanto de
nuestra constitucin biolgica como la necesidad de comer. As
pues, el doble nfasis del pasaje citado apunta respectivamente hacia
los sentidos ms estrecho y ms amplio de ideologa que ya hemos
examinado; pero no est totalmente clara la relacin entre
ellos. Una tesis poltica est ligada, de manera algo oscura, con una
tesis ontolgica o epistemolgica: es la superestructura (y con ella
la ideologa) un fenmeno histricamente funcional, o es tan na-
tural en la sociedad humana como respirar?
La doctrina de la base-superestructura ha sido ampliamente cri-
ticada por su carcter esttico, jerrquico, dualista y mecanicista,
incluso en las formulaciones ms sofisticadas, en las que la superestructura
reacciona de manera dialctica a la condicin de la base
material. Por ello podra ser oportuno, aunque no est de moda,
decir algo en su defensa. En primer lugar permtasenos dejar claro
qu es lo que no afirma. No quiere decir que las crceles y la democracia
parlamentaria, las aulas escolares y las fantasas sexuales
sean menos reales que las aceras o la libra esterlina. Las iglesias y
los cines son tan materiales como las minas de carbn; lo nico
que pasa, segn esto, es que no pueden ser el ltimo catalizador del
cambio social revolucionario. La clave de la doctrina de la base-
superestructura radica en la cuestin de las determinaciones --de
qu nivel de la vida social condiciona de manera ms poderosa y
decisiva a los dems, y por ello de qu mbito de actividad sera
ms relevante para conseguir una transformacin social total.
Elegir la produccin material como este determinante crucial
es en cierto sentido nicamente constatar lo obvio. Pues se trata
sin duda de aquel mbito en el que la gran mayora de hombres y
mujeres han dedicado su tiempo a lo largo de la historia. Un socialista
es simplemente alguien incapaz de pasar por alto su perplejidad
por el hecho de que la mayora de las personas que han vivido
y fallecido hayan dedicado su vida a un trabajo desdichado, estril
e interminable. Si detenemos la historia en cualquier momento dado,
sin duda no encontraremos otra cosa. La pura lucha por la supervivencia
material y la reproduccin, en condiciones de escasez
real o artificialmente creada, ha concitado tan enormes recursos
de energa humana que sin duda podramos encontrar su huella en
el resto de lo que hacemos. As pues, la produccin material es
primaria en el sentido de que forma la narrativa principal de la
historia hasta la fecha; pero tambin es primaria en el sentido de
que sin esta narrativa particular, ningn otro relato levantara el
vuelo. Esta produccin es la condicin previa de todo nuestro pensamiento.
Sin duda, el modelo base-superestructura afirma algo
ms que esto: afirma no slo que la produccin material es la condicin
previa de nuestras restantes actividades, sino que es el determinante
ms fundamental de stas. Primero el alimento, y luego
la moral es nicamente una formulacin de la doctrina si se
sugiere una eficacia causal de la comida sobre la moral. No es slo
una cuestin de prioridades. As, cmo concebir mejor esta determinacin?
Superestructura es un trmino relacional. Designa la manera
en que ciertas instituciones sociales actan de sustento de las relaciones
sociales dominantes. Nos invita a contextualizar estas instituciones
de cierto modo -a considerarlas en sus relaciones funcionales
con un poder social dominante-. Lo errneo, al menos en
mi opinin, es pasar de este sentido adjetivo del trmino a un
sentido sustantivo -a un mbito fijo y dado de instituciones que
forman la superestructura y que incluye, por ejemplo, el cine-.
Son las pelculas fenmenos superestructurales? La respuesta es
a veces s y a veces no. Puede haber aspectos de una determinada
pelcula que suscriben las relaciones de poder existentes, y que en
esa medida son superestructurales. Pero puede haber otros aspectos
de ella que no lo hagan. Una institucin puede comportarse
superestructuralrnente en un momento, pero no en otro, o en algunas
de sus actividades pero no en otras. Se puede examinar un
texto literario en trminos de su historia editorial, en cuyo caso,
por lo que respecta al modelo marxista, se trata como parte de la
base material de la produccin social. O bien se puede contar el
nmero de puntos y coma, una actividad que no parece encajar
bien en ninguno de los dos niveles del modelo. Pero tan pronto se
examinan las relaciones del texto con una ideologa dominante, se
est tratando a ste en el nivel superestructural. En otras palabras,
la doctrina se vuelve ms plausible cuando se considera menos
como un corte del mundo por la mitad que como cuestin de
diferentes perspectivas. Es dudoso que los propios Marx: y Engels
hubiesen aceptado esta reformulacin de sus tesis, pero en mi
opinin tambin es dudoso que esto importe mucho.
As pues, hasta ahora Marx: nos ha propuesto al menos tres sentidos
rivales de ideologa, sin una idea muy clara de sus interrelaciones.
Las ideologas pueden denotar creencias ilusorias o socialmente
desvinculadas que se conciben a s mismas como la base de
la historia, y que al distraer a hombres y mujeres de sus condiciones
sociales reales (incluidos los determinantes sociales de sus ideas)
sirven para sustentar un poder poltico opresivo. Lo contrario de
esto sera un conocimiento exacto y no sesgado de las condiciones
sociales prcticas. De manera alternativa, la ideologa puede significar
aquellas ideas que expresan directamente los intereses materiales
de la clase social dominante, y que son tiles para promover
su dominio. Lo contrario de esto puede ser o bien el verdadero conocimiento cientfico o la conciencia de las clases no dominantes.
Por ltimo, la ideologa puede extenderse para abarcar todas las
formas conceptuales en las que se libra la lucha de clases en su
conjunto, que presumiblemente incluiran la conciencia vlida de
las fuerzas polticas revolucionarias. Lo contrario de esto puede ser
presumiblemente cualquier forma conceptual no expresada actualmente
en esta lucha.
Por si todo esto no fuese suficiente, los escritos econmicos del
ltimo Marx presentan una versin de la ideologa bastante diferente,
que podemos examinar a continuacin.
En su captulo sobre El fetichismo de la mercanca en el primer volumen
de El capital (1867), Marx afirma que en la sociedad
capitalista las relaciones sociales reales entre los seres humanos
estn regidas por las interacciones aparentemente autnomas de
las mercancas que producen:Lo enigmtico de la forma mercanca consiste, pues, simplemente
en que devuelve a los hombres la imagen de los caracteres
sociales de su propio trabajo deformados como caracteres materiales
de los productos mismos del trabajo; refleja tambin deformadamente
la relacin social de los productores con el trabajo total
en forma de una relacin social entre objetos que existiera fuera
de ellos... Lo que para los hombres asume aqu la forma fantasmagrica de una relacin entre cosas es estrictamente la relacin social determinada entre los hombres mismos. Si se quiere encontrar una analoga adecuada hay que recurrir a la regin nebulosa del mundo religioso. En ste los productos de la cabeza humana aparecen como figuras autnomas, dotadas de vida propia, con relaciones entre ellas y con los hombres. Asles ocurre en el mundo de
las mercancas a los productos de la mano humana.! (17)Aqu se ampla el anterior tema de la alienacin: los hombres y
mujeres crean productos que a continuacin escapan a su control
y determinan las condiciones de su vida. Una fluctuacin de la bolsa
puede significar el desempleo para miles de personas. En virtud
de este fetichismo de la mercanca, las relaciones humanas aparecen,
de manera mistificada, como relaciones entre cosas; y esto
tiene varias consecuencias de carcter ideolgico. En primer lugar,
con ello se oculta y disfraza la dinmica real de la sociedad: se
oculta el carcter social del trabajo tras la circulacin de las mercancas,
que ya no son reconocibles como productos sociales. En
segundo lugar -aunque sta es una idea nicamente desarrollada
por la tradicin marxista posterior-la sociedad se fragmenta por
esta lgica de la mercanca: ya no es fcil aprehenderla como totalidad,
dadas las operaciones atomizadoras de la mercanca, que
transforman la actividad colectiva del trabajo social en relaciones
entre cosas muertas y discretas. Y al dejar de aparecer como totalidad,
el orden capitalista se vuelve menos vulnerable a la critica
poltica. Por ltimo, el hecho de que la vida social est dominada
por entidades inanimadas le da un espurio aire de naturalidad e
inevitabilidad: la sociedad ya no se percibe como un constructo
humano, y por lo tanto como algo modificable por el hombre.
17. K. Marx, El capital, vol. 1, trad. espaola de M. Sacristn, pgs. 82-83, Barcelona, 1976. Para dos excelentes anlisis de la versin de la ideologla del ltimo Marx, vase Norman Geras. Marxism and the Critique of Poltical Economy., en R. Blackbum. comp.. Ideology in the Social Sciences, Londres. 1972, y G. A. Cohen, Karll Marx`s Theory of History: A defence, Oxford, 1978. cap. 5. Vanse tambin los comentarios de Franz Jakubowski, Ideoiogy and Superstruclure in Historical Materialism. Londres. 1976.Est pues claro que el motivo de la inversin pasa de los primeros
comentarios de Marx sobre la ideologa a su obra madura.
Sin embargo, varias cosas se han modificado decisivamente en el
camino. Para empezar, esta inversin curiosa entre los seres humanos
y sus condiciones de existencia es ahora inherente a la propia
realidad sociaL No es simplemente una cuestin de percepcin
distorsionada de los seres humanos, que invierten el mundo real
en su conciencia para imaginar as que las mercancas controlan
su vida. Marx no afirma que en el capitalismo las mercancas parecen
ejercer un dominio tirnico sobre las relaciones sociales; afirma
que lo ejercen realmente. La ideologa es ahora menos una
cuestin de que se invierta la realidad en la mente que del reflejo
mental de una inversin real. De hecho ya no es principalmente
una cuestin de conciencia en modo alguno, sino que est anclada
en la dinmica econmica cotidiana del sistema capitalista. Y si esto
es as, la ideologa se ha transferido, por as decirlo, de la superestructura
a la base, o al menos revela una relacin especialmente
estrecha entre ambas. Es una funcin de la propia economa
capitalista que, como seala Alex Callinicos, produce su propia
percepcin errnea, (18) en vez de ser ante todo una cuestin de discursos, creencias e instituciones superestructurales. As pues, y
como seala tienne Balibar, tenemos que pensar tanto lo real
como lo imaginario en la ideologa, (19) en vez de concebir estos mbitos
como mbitos simplemente externos entre s.
En otro lugar de El capital, Marx afirma que en el capitalismo hay
una separacin entre la forma real de ser de las cosas y la forma en
que stas se presentan -entre, en trminos hegelianos, esencias y
fenmenos-; La relacin salarial, por ejemplo, es en realidad una
cuestin desigual y explotadora; pero se presenta naturalmente
como un intercambio igual y recproco de tanto dinero por tanto
trabajo. Jorge Larrain resume de manera til estas dislocaciones:
La circulacin, por ejemplo, aparece como lo inmediatamente
presente en la superficie de la sociedad burguesa, pero su ser inmediato es pura apariencia... El beneficio es una forma fenomnica
de plusvala que tiene la virtud de oscurecer la base real de su
existencia. La competencia es un fenmeno que oculta la determi-
18. Callinicos. Marxisrn atld Philosophy. pg. 131.
19. tienne Balibar, The Vacillation of Ideology., en C. NeJsony L. Grossberg. comps., Marxism
and the Interpretation of Culture, Urbana y Chicago, 1988. pg. 168.
nacin del valor por el tiempo de trabajo. La relacin de valor entre
mercancas oculta una relacin social definida entre hombres. La
forma-salario extingue todo rastro de la divisin del da de trabajo
en trabajo necesario y trabajo excedente, y as sucesivamente. 20
Una vez ms, esto no es ante todo cuestin de una conciencia
que perciba errneamente: ms bien existe un tipo de disimulo
duplicidad incorporada en las estructuras mismas del capitalismo
de modo que ste no puede evitar presentarse a la concrencra
de forma sesgada con respecto a lo que realmente es. La mistificacin,
por as decirlo, es un hecho objetivo, incorporado en el
carcter mismo del sistema: existe una contradiccin estructural
inevitable entre los contenidos reales del sistema y las formas fenomnicas
en que esos contenidos se presentan espontneamente
a la mente. Como ha escrito Norman Geras: Existe, en el seno del
capitalismo, una suerte de ruptura interna entre las relaciones sociales
que se dan y la manera en que se experimentan."Y si esto
es as, la ideologa no puede surgir ante todo de la conciencia de
una clase dominante, y menos an de una suerte de conspiracin.
Como explica John Mepham: ahora la ideologa no es cuestin de
la burguesa, sino de la sociedad burguesa.22
En el caso del fetichismo de la mercanca, la mente refleja una
inversin en la propia realidad; y el significado de dicha inversin
en la realidad plantea espinosos problemas tericos. Sin embargo.
en el caso de otros procesos econmicos capitalistas la mente refleja
una forma fenomnica que es por s misma una inversin de
lo real. Por mor de la explicacin, podemos descomponer esta operacin
en tres momentos diferentes. En primer lugar, tiene lugar
una suerte de inversin en el mundo real: en vez de un trabajo vivo
que emplea un capital inanimado, por ejemplo, el capital muerto
controla el trabajo vivo. En segundo lugar, se da una disyuncin o
contradiccin entre esta situacin real y la manera en que aparece
fenomnicamente: en el contrato salaral. La forma externa rectifica
la inversin, para que las relaciones entre trabajo y capital parezcan
iguales y simtricas. En un tercer momento, esta forma fenomnica
se refleja obedientemente por medio de la mente, y as es
como se alimenta la conciencia ideolgica. Ntese que mientras que
20. Larrain. The Concept of ldeology. pg. 180.
2!. Geras. Marxism and the Critique of Political Economy, pg. 286.
22. John Mepham.The Theory of ldeology in Capital., Radical Philosophy, n. 2, verano de 1972.en La ideologa alemana la ideologa se centraba en no ver las cosas
como son realmente, en El capital ocurre que la propia realidad es
falsa y engaosa. As la ideologa ya no puede ser desenmascarada
simplemente por una clara atencin al proceso vital real, pues
ese proceso, ms o menos como el inconsciente freudiano, presenta
un conjunto de apariencias que son de algn modo estructurales
en l, es decir, incluye su falsedad en su verdad. Lo que se necesita en
cambio es la ciencia -pues la ciencia, comenta Marx, resulta necesaria
tan pronto como dejan de coincidir la esencia y la apariencia.
No necesitaramos el trabajo cientfico si las leyes de la fsica
fuesen espontneamente evidentes para nosotros, y estuviesen inscritas
en los cuerpos de los objetos que nos rodean.
La ventaja de esta nueva teora de la ideologa sobre la presentada
en La ideologa alemana est bastante clara. Mientras que en
esta primera obra la ideologa apareca como una especulacin
idealista, ahora obtiene una base segura en las prcticas materiales
de la sociedad burguesa. Ya no es totalmente reducible a la falsa
conciencia: la idea de falsedad subsiste en la nocin de apariencias
engaosas, pero stas son menos ficciones de la mente que
efectos estructurales del capitalismo. Si la realidad capitalista encierra
en s su propia falsedad, esta falsedad debe ser de algn modo
real. Y hay efectos ideolgicos como el fetichismo de la mercanca
que en modo alguno son irreales, por mucho que puedan
suponer una mistificacin. Sin embargo, puede pensarse que si La
ideologa alemana arriesga relegar las formas ideolgicas a un mbito
de irrealidad, la obra posterior de Marx las sita demasiado
cerca de la realidad para consolar. No hemos sustituido meramente
un idealismo potencial de la ideologa por un incipiente economismo
de sta? Puede considerarse todo lo que llamamos ideologa
reducible a las operaciones econmicas del capitalismo?
Georg Lukcs afirmar posteriormente que no existe un problema
que finalmente no se remonte a la cuestin de la produccin de
mercancas; y que esta estructura permea todas las expresiones
de la vda: pero esta afirmacin se puede considerar algo arrogante.
En qu sentido importante, por ejemplo, puede imputarse
la doctrina de que los hombres son superiores a las mujeres, o los
blancos a los negros, a un origen secreto en la produccin de mercancas?
Y qu hemos de decir de las formaciones ideolgicas de
23. Georg Lukcs, Hislory and CIassConsciousness. Londres, 1971. pgs. 83-84.las sociedades que desconocen an la produccin de mercancas,
o en las que stas no ocupan an un lugar central? Aqu parece
existir un cierto esencialismo de la ideologa, que reduce la varie-
dad y efectos de los mecanismos ideolgicos a una causa homognea.
Adems, si la economa capitalista nene sus propios mecanismos
de engao incorporados -s, como seala Theodor Adorno,
la mercanca es su propia ideologa-. Qu necesidad hay de instituciones
especficamente ideolgicas en el nivel de la superestructura
? Quiz slo para reforzar efectos ya endmicos en la economa;
pero la respuesta es sin duda un poco coja. Marx puede haber
descubierto una potente fuente de falsa conciencia en la sociedad
burguesa; pero sin duda es cuestionable si sta puede generalizarse
para explicar la ideologa en su conjunto. En qu sentido, por
ejemplo, est ligada esta concepcin de la ideologa con la lucha de
clases? La teora del fetichismo de la mercanca crea un vnculo
dramticamente inmediato entre la actividad productiva capitalista
y la conciencia humana, entre lo econmico y lo experiencial;
pero lo hace, podra aadirse, cortocircuitando slo el nivel de lo
especficamente poltico. Estn todas las clases sociales indiferentemente
sometidas al fetichismo de la mercanca? Comparten
los trabajadores, los campesinos y los capitalistas el mismo universo
ideolgico, al estar universalmente marcados por las estructuras
materiales del capitalismo?
La posicin de Marx en el captulo sobre el fetichismo de la
mercanca parece conservar dos rasgos dudosos de esta versin
anterior de ideologa: su empirismo y su negativismo. En El capital
parece afirmar que nuestra percepcin (o percepcin errnea)
de la realidad ya est de algn modo inmanente en la propia realidad;
y esta creencia, que lo real ya contiene el conocimiento o conocimiento
errneo de s mismo, puede considerarse una doctrina
empirista. Lo que suprime es precisamente la labor de lo que hacen
los agentes humanos, de manera variada y conflictiva, de estos mecanismos
materiales -de la manera en que los construyen discursivamente
y los interpretan de acuerdo con intereses y creencias
particulares-o Aqu los objetos humanos figuran como meros receptores
pasivos de ciertos efectos objetivos, las vctimas de una
estructura social dada espontneamente a su conciencia. Se dice
que el filsofo Ludwig Wittgenstein pregunt a un colega por qu
la gente consideraba ms natural afirmar que el sol se mova alrededor
de la tierra en vez de viceversa. Cuando le dijeron que sim-
plemente pareca as, pregunt que cmo parecera si la tierra se
moviese alrededor del sol. Por supuesto, la cuestin es que aqu no
se deriva simplemente un error de la naturaleza de las apariencias,
pues en ambos casos las apariencias son las mismas.
Si esta ltima teora tambin reproduce el negativismo de La
ideologa alemana, es porque la ideologa parecera no tener de
nuevo otra finalidad que la de ocultar la verdad de la sociedad
de clases. Es menos una fuerza activa en la constitucin de la subjetividad
humana que una mscara o pantalla que impide a un sujeto
ya constituido captar lo que tiene delante. Y esto, aun cuando
pueda contener alguna verdad parcial, sin duda no explica el poder
real y la complejidad de las formaciones ideolgicas.
El propio Marx nunca utiliz la expresin falsa conciencia,
una distincin que debe atribuirse en cambio a su colaborador
Friedrich Engels. En una carta a Franz Mehring de 1893, Engels
habla de la ideologa como un proceso de falsa conciencia porque
los motivos reales que impulsan [al agente] permanecen desconocidos
para l, y de otro modo no existira proceso ideolgico alguno.
Por ello se imagina motivos falsos o aparentes. La ideologa es
aqu, en efecto, una racionalizacin -una suerte de doble motivacin,
en la que el significado superficial sirve para bloquear de la
conciencia el verdadero fin del sujeto-. Quiz no sea sorprendente
que esta definicin de ideologa haya surgido en la poca de Freud.
Como ha afirmado Joe McCamey, la falsedad de que aqu se trata
es un autoengao, y no una confusin respecto al mundo. (24) No hay
razn para suponer que la creencia superficial suponga necesariamente
una falsedad emprica, o sea en algn sentido irreal. Algunos
pueden querer realmente a los animales, sin ser conscientes
de que esta autoridad benigna sobre ellos compensa la falta de poder
en el proceso del trabajo. Engels prosigue en esta carta aadiendo
la conocida expresin de La ideologa alemana sobre el pensamiento
autnomo; pero no es evidente que todos los que estn
engaados sobre sus propios motivos tengan que ser vctimas de
una crdula fe en el pensamiento puro. Lo que quiere decir Engels
es que en el proceso de racionalizacin el verdadero motivo est
en relacin con el aparente, como el proceso de la vida real lo
est con la idea ilusoria en el anterior modelo. Pero en ese modelo,24. Joe McCamey, The Re4/ World of Ideology, Brighton, 1980, pg. 95.las ideas en cuestin eran a menudo falsas en s mismas, engaos
metafsicos sin una raz en la realidad, mientras que el motivo aparente
en la racionalizacin puede ser bastante autntico.
Hacia el final del siglo XIX, en el periodo de la Segunda Internacional,
la ideologa sigue reteniendo el sentido de falsa conciencia,
en contraste con un socialismo cientfico que ha discernido las
verdaderas leyes del desarrollo histrico. La ideologa, segn el Engels
del Anti-Dhring, puede considerarse la deduccin de la realidad
no de s misma sino de un conceptos (25) - una formulacin que
resulta difcil entender. Sin embargo, tras los perfiles de esta definicin
particular subyace un sentido ms amplio de ideologa como
cualquier tipo de pensamiento socialmente determinado, que
en realidad es demasiado elstico para ser de utilidad. Para el Marx
de La ideologa alemana, todo pensamiento est socialmente determinado
pero la ideologa es un pensamiento que niega esta determinacin,
o ms bien un pensamiento tan determinado socialmente
que niega sus propios determinantes. Pero en este periodo
est surgiendo una nueva comente, basada en la nocin de ideologa
del ltimo Marx, como las formas mentales en las que hombres
y mujeres expresan sus conflictos sociales, y empiezan a hablar claramente
de ideologa socialista, una expresin que para La ideologa
alemana hubiese sido un oxmoron. El marxista revisionista
Eduard Bernstein fue el primero en calificar al propio marxismo de
ideologa, y en Qu hacer? Lenin declara que la nica eleccin es
o ideologa burguesa o socialista. El socialismo, escribe Lenin, es
la ideologa de la lucha de la clase proletaria; pero con ello no
quiere decir que el socialismo sea la expresin espontnea de la
conciencia proletaria. Por el contrario, en la lucha de clases del
proletariado que se desarrolla espontneamente, como una fuerza
elemental, sobre la base de las relaciones capitalistas, el socialismo
es introducido por los idelogos(26) En resumen, la ideologa se ha
vuelto ahora idntica a la teora cientfica del materialismo histrico,
y hemos recorrido el crculo completo para volver a los philosophes
de la Ilustracin. El idelogo ya no est sumido en la falsa
conciencia sino exactamente lo contrario, es el analista
cientfico de las leyes fundamentales de la sociedad y de sus formaciones
intelectuales.
25. F. Engels, Anti-DUhring, Mosc. 1971. pg. 135.
26. V.l. Lenin, What ls To Be Done? Londres, 1958, pg. 23.En resumen, la situacin es ahora totalmente confusa. La ideologa
parece designar a la vez la falsa conciencia (Engels), todo
pensamiento condicionado socialmente (Plejanov), la cruzada poltica
del socialismo (Bemstein y en ocasiones Lenin) y la teora
cientfica del socialismo (Lenin). No es difcil entender cmo han
surgido estas confusiones. En efecto, derivan del equvoco que sealamos
en la obra de Marx entre ideologa como ilusin e ideologa
como el bagaje intelectual de una clase social. O, por decirlo de
otro modo, reflejan un conflicto entre los sentidos epistemolgico
y poltico del trmino. En el segundo sentido del trmino, lo que
importa no es el carcter de las creencias en cuestin, sino su funcin
y quiz su origen; y as, no hay razn por la que estas creencias
tengan que ser necesariamente falsas en s. Concepciones verdaderas
pueden ser puestas al servicio de un poder dominante. As
pues, la falsedad de la ideologa en este contexto es la falsedad
del propio dominio de clase; pero aqu el trmino falso ha cambiado
de manera decisiva de su sentido epstemolgico a su sentido
tico. Sin embargo, tan pronto se ha adoptado esta definicin,
queda abierto el camino para ampliar el trmino ideologa tambin
a la conciencia de la clase proletaria, pues tambin sta consiste
en desplegar ideas para fines polticos. Y si as la ideologa
llega a significar cualquier sistema de doctrinas expresivas de intereses
de clase y tiles en su realizacin, no hay razn por la que
no pueda aplicarse al propio marxismo, al estilo de Lenin.
Con esta mutacin del significado de ideologa, tambin cambia
inevitablemente lo que se considera su opuesto. Para La ideologa
alemana, lo contrario de ideologa sera ver la realidad como
realmente es; para El capital las cosas no son tan simples, pues esa
realidad, como hemos visto, es ahora intrnsecamente engaosa, y
por tanto es necesario un discurso especial conocido como ciencia
para adentrarse en sus formas fenomnicas y mostrar su esencia.
Tan pronto como la ideologa pasa de su sentido epistemolgico a
su sentido ms poltico, surgen dos candidatos disponibles como
anttesis, y sus relaciones son profundamente difciles. Lo que puede
contrarrestar a la ideologa dominante es o bien la ciencia del
materialismo histrico o la conciencia de la clase proletaria. Para
el marxismo historicista, como veremos en el prximo captulo,
la primera es esencialmente una expresin de la ltima. La teora
marxista es la plena autoconciencia de la clase trabajadora revolucionaria.
Para el leninismo, la ideologa en el sentido de teo-
ra cientfica debe mantener una cierta distancia de la ideologa
en el sentido de la conciencia de la clase proletaria, para poder intervenir
creativamente en su seno.
Pero el sentido ms amplio de ideologa, como cualquier forma
de pensamiento determinado socialmente, disloca esta distincin.
Si todo el pensamiento est socialmente determinado, tambin debe
estarlo el marxismo, en cuyo caso, qu sucede con sus pretensiones
de objetividad cientfica? Pero si se desechan simplemente
estas pretensiones, cmo hemos de arbitrar entre la verdad del
marxismo y la verdad de los sistemas de creencia a los que se opone?
Entonces, lo contrario de la ideologa dominante no sera
simplemente una ideologa alternativa, y sobre qu bases elegiramos
entre ellas? En resumen, nos estamos deslizando al lodo del
relativismo histrico; pero la nica alternativa aparente sera una
forma de positivismo o racionalismo cientfico que reprimiese sus
propias condiciones histricas, y ste era el peor de los sentidos de
la ideologa presentados por La ideologa alemana. No ser que,
en la suprema de las ironas, el propio marxismo ha terminado por
ser un claro ejemplo de las mismas formas de pensamiento metafsico
o trascendental que se propuso desacreditar, confiando en
un racionalismo cientfico que flotase desinteresadamente ms
all de la historia?