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LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL A partir de los años sesenta el debate sobre el Medio Ambiente y la necesidad de dar un manejo adecuado a los recursos naturales se hizo evidente. El libro de la bióloga Rachel Carson, “La Primavera Silenciosa”, publicado en 1962 señaló los peligros que para la salud humana implicaba la agricultura basada en agroquímicos, pesticidas y fungicidas. El informe del Club de Roma, en 1972, destacó la urgencia de establecer unos límites al consumo, cuestionando el crecimiento ilimitado, implícito en el modelo económico de desarrollo actual. En 1972 se llevó a cabo por parte de la ONU, la conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente humano. El aporte fundamental de esta conferencia consistió en vincular la problemática ambiental a la esfera de lo social y cultural, así como relacionarla con la pobreza y destacar la necesidad de proporcionar mayores oportunidades a los países pobres para alcanzar el desarrollo económico. Una de sus recomendaciones contempló establecer un programa internacional de Educación sobre el medio ambiente, de carácter interdisciplinario y que incluyera la Educación formal y no formal. Dos años después de Estocolmo, en la ciudad mexicana de Cocoyoc, tuvo lugar el seminario convocado por PNUMA – UNESCO sobre “Modelos de Utilización de Recursos Naturales, Medio Ambiente y Estrategias de Desarrollo”, en el cual además de una crítica al estilo de desarrollo actual, se aportaron elementos para la definición de un desarrollo ambiental alternativo. Este desarrollo debía tener como objetivo fundamental al hombre y la satisfacción de sus necesidades básicas. Más adelante en 1976, la UNESCO propuso en la Conferencia Internacional de Nairobi, la creación del Programa Internacional de Educación Ambiental, liderado por UNESCO y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente - PNUMA. Este programa definió el medio ambiente como la interacción entre el medio social y natural, en el marco de las diversas alternativas de desarrollo. En 1977 se realizó la primera conferencia internacional sobre Educación Ambiental en Tbilisi, donde se señalaron los elementos para la construcción de métodos integrados acordes con las necesidades de cada región, y se evidenció la necesidad de incluir la Educación Ambiental en la formación de todos los individuos y las sociedades. Esta conferencia marcó la pauta a nivel internacional para la Educación Ambiental. En 1981 se creó la Red de Formación Ambiental para Latinoamérica, con el auspicio del PNUMA, para propiciar alternativas de formación en la región. En este contexto se llevó a cabo en 1985 el primer seminario sobre Universidad y Medio Ambiente en América Latina y el Caribe, organizado en Bogotá, por la Universidad Nacional de Colombia, el ICFES, LA UNESCO y PNUMA. Resultado De este evento son dos importantes documentos: las diez tesis sobre el medio ambiente en América Latina y la Carta de Bogotá sobre Universidad y Medio Ambiente, que aún hoy sigue vigente por sus relevantes aportes sobre la educación ambiental y el desarrollo. Posteriormente, el PNUMA y la UNESCO propusieron en el encuentro de Moscú en 1987, algunas estrategias de carácter curricular para implementación de la Educación Ambiental a nivel internacional. En este encuentro se llegó a un consenso respecto a un concepto de Educación Ambiental, como un proceso en el cual los individuos y las colectividades se hacen conscientes de su entorno, para actuar y resolver los problemas presentes y futuros. La discusión y evaluación de estas estrategias, sus desarrollos y logros en algunas regiones del mundo, fueron objeto del seminario internacional de Capacitación para la incorporación de la Educación Ambiental en el currículo de básica primaria, en Malta 1991, y del seminario para la incorporación en el currículo de Básica secundaria en el Cairo en el año de 1991. En 1992, la Comunidad Económica Europea, a través de su Programa de Política y acción para el ambiente y desarrollo sostenible, Acción 21, propuso que todos aquellos aspectos relativos al ambiente, incluidos tanto en las Ciencias Naturales como en las Humanas y Sociales, que preparen para la vida práctica, debían ser incorporados a los programas escolares en sus diferentes niveles. Esta propuesta fue aceptada unánimemente en la Conferencia de Río 92. Específicamente, este programa tiene como ejes el desarrollo de la sensibilización, de la formación y educación relativas al ambiente. También en la Conferencia de Río se dio especial relevancia al concepto de sostenibilidad, adoptado para relacionar la educación ambiental con los problemas más acuciantes del desarrollo, dedicando un capítulo de la Agenda 21 a destacar la necesidad de cambiar los hábitos y los valores de las personas en pro del ambiente. Recientemente la UNESCO ha realizado encuentros donde la Educación Ambiental se ha considerado desde una nueva perspectiva, como la Educación para la población y el Desarrollo. Estos encuentros se han adelantado en Chile en 1994, en Cuba y Paraguay en 1995. En 1996 se presentó el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (1996), el cual señaló los cuatro pilares que deben servir de soporte a la educación para superar las tensiones del mundo actual. Una de estas tensiones es justamente la búsqueda de las identidades nacionales en un mundo cada vez más globalizado. Otra hace relación a la distribución inequitativa de la riqueza. Las otras se refieren a la desigualdad de oportunidades, el miedo y la resistencia al cambio y la tensión entre el desarrollo del conocimiento y las capacidades de asimilación del ser humano. Aquí se destaca la importancia de conocer el medio ambiente para preservarlo como un propósito a lograr para el futuro de la humanidad. Los cuatro pilares que señala el Informe para la educación se refieren a: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Aprender a Conocer, hacer relación a un proceso de aprendizaje que nos permite entender el entorno en que vivimos para descubrirlo y valorarlo, despertando la curiosidad intelectual y la capacidad de análisis y crítica, así como el placer de descubrir y comprender. Aprender a Hacer, tiene que ver con el desarrollo de habilidades y destrezas para poner en práctica el conocimiento adquirido. Aprender un oficio para desempeñarnos como seres sociales. Está vinculado con la productividad y el trabajo y hace parte de la política económica y las metas de desarrollo. Aprender a Vivir Juntos, hace relación a la necesidad de reconocimiento de los otros, de la autoridad, del respeto y valoración a la diferencia, del valor de la diversidad, del diálogo de saberes. Es muy importante como elemento fundamental de la convivencia social y la responsabilidad ciudadana. Aprender a Ser, nos lleva a un aprendizaje sobre nosotros mismos, sobre nuestra responsabilidad frente al entorno y a los otros. Es la búsqueda del sentido de lo que somos y anhelamos ser, como individuos y como sociedad. Aquí la ética ambiental cobra fuerza al plantear el respeto a todas las formas de vida y la responsabilidad, no sólo con el presente sino con las futuras generaciones. En el Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI “La Educación Encierra un Tesoro”, se permea la visión de la educación como un proceso a lo largo de las diferentes etapas de la vida, que involucra todos los aspectos del ser humano, de una manera integral y permanente. La más reciente Conferencia Internacional sobre Educación Ambiental tuvo lugar en Tesalónica, Grecia, en 1997, donde se enfatizó sobre la Educación para la Sostenibilidad. En el año 2000 se realizó en España la Reunión internacional de Expertos en Educación Ambiental en Santiago de Compostela, organizada por la Xunta de Galicia y la UNESCO, donde se establecieron “Nuevas propuestas para la acción” de cara al siglo XXI. A nivel Latinoamericano, en México se llevo a acabo en 1997 el II Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, donde se destacó el carácter político de la misma y el papel de

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LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL

A partir de los años sesenta el debate sobre el Medio Ambiente y la necesidad de dar un manejo adecuado a los recursos naturales se hizo evidente.El libro de la bióloga Rachel Carson, “La Primavera Silenciosa”, publicado en 1962 señaló los peligros que para la salud humana implicaba la agricultura basada en agroquímicos, pesticidas y fungicidas. El informe del Club de Roma, en 1972, destacó la urgencia de establecer unos límites al consumo, cuestionando el crecimiento ilimitado, implícito en el modelo económico de desarrollo actual.

En 1972 se llevó a cabo por parte de la ONU, la conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente humano. El aporte fundamental de esta conferencia consistió en vincular la problemática ambiental a la esfera de lo social y cultural, así como relacionarla con la pobreza y destacar la necesidad de proporcionar mayores oportunidades a los países pobres para alcanzar el desarrollo económico. Una de sus recomendaciones contempló establecer un programa internacional de Educación sobre el medio ambiente, de carácter interdisciplinario y que incluyera la Educación formal y no formal.

Dos años después de Estocolmo, en la ciudad mexicana de Cocoyoc, tuvo lugar el seminario convocado por PNUMA – UNESCO sobre “Modelos de Utilización de Recursos Naturales, Medio Ambiente y Estrategias de Desarrollo”, en el cual además de una crítica al estilo de desarrollo actual, se aportaron elementos para la definición de un desarrollo ambiental alternativo. Este desarrollo debía tener como objetivo fundamental al hombre y la satisfacción de sus necesidades básicas.

Más adelante en 1976, la UNESCO propuso en la Conferencia Internacional de Nairobi, la creación del Programa Internacional de Educación Ambiental, liderado por UNESCO y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente - PNUMA. Este programa definió el medio ambiente como la interacción entre el medio social y natural, en el marco de las diversas alternativas de desarrollo.

En 1977 se realizó la primera conferencia internacional sobre Educación Ambiental en Tbilisi, donde se señalaron los elementos para la construcción de métodos integrados acordes con las necesidades de cada región, y se evidenció la necesidad de incluir la Educación Ambiental en la formación de todos los individuos y las sociedades. Esta conferencia marcó la pauta a nivel internacional para la Educación Ambiental.

En 1981 se creó la Red de Formación Ambiental para Latinoamérica, con el auspicio del PNUMA, para propiciar alternativas de formación en la región. En este contexto se llevó a cabo en 1985 el primer seminario sobre Universidad y Medio Ambiente en América Latina y el Caribe, organizado en Bogotá, por la Universidad Nacional de Colombia, el ICFES, LA UNESCO y PNUMA. Resultado De este evento son dos importantes documentos: las diez tesis sobre el medio ambiente en América Latina y la Carta de Bogotá sobre Universidad y Medio Ambiente, que aún hoy sigue vigente por sus relevantes aportes sobre la educación ambiental y el desarrollo.

Posteriormente, el PNUMA y la UNESCO propusieron en el encuentro de Moscú en 1987, algunas estrategias de carácter curricular para implementación de la Educación Ambiental a nivel internacional. En este encuentro se llegó a un consenso respecto a un concepto de Educación Ambiental, como un proceso en el cual los individuos y las colectividades se hacen conscientes de su entorno, para actuar y resolver los problemas presentes y futuros.

La discusión y evaluación de estas estrategias, sus desarrollos y logros en algunas regiones del mundo, fueron objeto del seminario internacional de Capacitación para la incorporación de la Educación Ambiental en el currículo de básica primaria, en Malta 1991, y del seminario para la incorporación en el currículo de Básica secundaria en el Cairo en el año de 1991.

En 1992, la Comunidad Económica Europea, a través de su Programa de Política y acción para el ambiente y desarrollo sostenible, Acción 21, propuso que todos aquellos aspectos relativos al ambiente, incluidos tanto en las Ciencias Naturales como en las Humanas y Sociales, que preparen para la vida práctica, debían ser incorporados a los programas escolares en sus diferentes niveles. Esta propuesta fue aceptada unánimemente en la Conferencia de Río 92. Específicamente, este programa tiene como ejes el desarrollo de la sensibilización, de la formación y educación relativas al ambiente.

También en la Conferencia de Río se dio especial relevancia al concepto de sostenibilidad, adoptado para relacionar la educación ambiental con los problemas más acuciantes del desarrollo, dedicando un capítulo de la Agenda 21 a destacar la necesidad de cambiar los hábitos y los valores de las personas en pro del ambiente.

Recientemente la UNESCO ha realizado encuentros donde la Educación Ambiental se ha considerado desde una nueva perspectiva, como la Educación para la población y el Desarrollo. Estos encuentros se han adelantado en Chile en 1994, en Cuba y Paraguay en 1995.

En 1996 se presentó el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (1996), el cual señaló los cuatro pilares que deben servir de soporte a la educación para superar las tensiones del mundo actual. Una de estas tensiones es justamente la búsqueda de las identidades nacionales en un mundo cada vez más globalizado. Otra hace relación a la distribución inequitativa de la riqueza. Las otras se refieren a la desigualdad de oportunidades, el miedo y la resistencia al cambio y la tensión entre el desarrollo del conocimiento y las capacidades de asimilación del ser humano. Aquí se destaca la importancia de conocer el medio ambiente para preservarlo como un propósito a lograr para el futuro de la humanidad.

Los cuatro pilares que señala el Informe para la educación se refieren a: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

Aprender a Conocer, hacer relación a un proceso de aprendizaje que nos permite entender el entorno en que vivimos para descubrirlo y valorarlo, despertando la curiosidad intelectual y la capacidad de análisis y crítica, así como el placer de descubrir y comprender.

Aprender a Hacer, tiene que ver con el desarrollo de habilidades y destrezas para poner en práctica el conocimiento adquirido. Aprender un oficio para desempeñarnos como seres sociales. Está vinculado con la productividad y el trabajo y hace parte de la política económica y las metas de desarrollo.

Aprender a Vivir Juntos, hace relación a la necesidad de reconocimiento de los otros, de la autoridad, del respeto y valoración a la diferencia, del valor de la diversidad, del diálogo de saberes. Es muy importante como elemento fundamental de la convivencia social y la responsabilidad ciudadana.

Aprender a Ser, nos lleva a un aprendizaje sobre nosotros mismos, sobre nuestra responsabilidad frente al entorno y a los otros. Es la búsqueda del sentido de lo que somos y anhelamos ser, como individuos y como sociedad. Aquí la ética ambiental cobra fuerza al plantear el respeto a todas las formas de vida y la responsabilidad, no sólo con el presente sino con las futuras generaciones.

En el Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI “La Educación Encierra un Tesoro”, se permea la visión de la educación como un proceso a lo largo de las diferentes etapas de la vida, que involucra todos los aspectos del ser humano, de una manera integral y permanente.La más reciente Conferencia Internacional sobre Educación Ambiental tuvo lugar en Tesalónica, Grecia, en 1997, donde se enfatizó sobre la Educación para la Sostenibilidad.

En el año 2000 se realizó en España la Reunión internacional de Expertos en Educación Ambiental en Santiago de Compostela, organizada por la Xunta de Galicia y la UNESCO, donde se establecieron “Nuevas propuestas para la acción” de cara al siglo XXI.

A nivel Latinoamericano, en México se llevo a acabo en 1997 el II Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, donde se destacó el carácter político de la misma y el papel de instrumento para alcanzar una sociedad sustentable en lo ambiental y justa en lo social.

En octubre del año 2000 se realizó en Caracas-Venezuela, organizado por el Ministerio del Ambiente y el PNUMA, el III Congreso Iberoamericano sobre Educación Ambiental, bajo el lema Pueblos y Caminos hacia el Desarrollo Sostenible, donde se resaltaron las diferentes perspectivas interculturales en la Educación Ambiental.

Del 26 de Agosto al 4 de septiembre de 2002 se llevó a cabo la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, Sudáfrica. Esta cumbre organizada por las Naciones Unidas, treinta años después de la Conferencia de Estocolmo y diez años después de Río, congregó a más de cien jefes de estado y representantes de ciento noventa países, y de organizaciones no gubernamentales y ambientalistas de todo el planeta.

Después de hacer un balance acerca de los resultados de la Cumbre, podemos señalar que el acuerdo logrado es débil en cuanto a las metas propuestas y los plazos establecidos para cumplirlas. Así mismo el Plan de Acción aprobado es difícil de implementar porque no tiene previstas sanciones por incumplimiento.

Las únicas metas con plazo establecido en el Plan de Acción, se refieren a la disminución a la mitad de la población sin acceso a saneamiento básico para el año 2015, restauración de los bancos de pesca agotados para el 2015 y reducción del ritmo de extinción de flora y fauna para el año 2010.La propuesta que lideró Brasil con los países de América Latina y el Caribe, sobre el uso obligatorio de 10% de formas de energía limpias para el año 2010, iniciativa que buscaba incentivar la sustitución de combustibles fósiles, no se aprobó y en el Plan de Acción apenas se menciona una invitación voluntaria a la promoción de fuentes renovables de energía.

En cuanto a la erradicación de la pobreza no hubo ningún avance ni compromiso real en la Cumbre, a pesar de la gran brecha y desigualdad que existe actualmente.

Entre los resultados positivos de la Cumbre se puede señalar el anuncio del apoyo por parte de Rusia y Canadá al protocolo de Kioto que permitirá ponerlo en acción, a pesar de la negativa de Estados Unidos a suscribirlo, quien es responsable del 24% del CO2 mundial y donde las emisiones de gases que ocasionan el efecto invernadero han aumentado un 22% entre los años 1990 y 2000.

En resumen, ante las expectativas de avance hacia la solución de los problemas ambientales que aquejan a la humanidad del siglo XXI, la Cumbre de Johannesburgo se quedó corta.

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LA EDUCACIÓN AMBIENTAL A NIVEL NACIONAL

En Colombia se han adelantado, desde tiempo atrás, actividades en relación a la Educación Ambiental, por parte de Instituciones, organizaciones e individuos, pretendiendo sensibilizar y concienciar a la población sobre los graves problemas ambientales del planeta y del país en particular. Mediante el decreto 1337 del 78, se reglamentaron cursos de Ecología para la educación formal, los cuales sólo se llevaron a cabo en algunos colegios y escuelas del país.

Las propuestas, metodologías y experiencias denotan una gran diversidad de características y criterios que reflejan la complejidad de la problemática que se pretende abordar mediante la Educación Ambiental. Dichas iniciativas han sido dispersas y aisladas y se puede afirmar que la estrategia educativa para el ambiente no ha correspondido a un sistema coherente y organizado que se constituya en eje central de las políticas institucionales y de la vida ciudadana.

Dadas las favorables condiciones que propicia la nueva institucionalidad del país, donde se fortalece el sector ambiental, y los esfuerzos legislativos en materia de Educación ambiental desde la expedición del Código Nacional de Recursos Naturales en 1974, la nueva Constitución de 1991 que establece los parámetros legales que refuerzan el trabajo en Educación Ambiental, así como la ley 99 de 1993, por la cual se crea el Ministerio del Medio Ambiente, la ley General de Educación, 115 del 94, que señala la educación ambiental como obligatoria en la educación formal, la ley 70 de 1993 incorpora la dimensión ambiental en los programas de etnoeducación para comunidades afrocolombianas, actualmente, el Estado y la sociedad civil cuentan con las herramientas que permiten impulsar la Educación Ambiental como propósito nacional.

En 1992, el Ministerio de Educación Nacional firmó un Convenio con el IDEA de la Universidad Nacional de Colombia, mediante el cual se conformó un equipo interdisciplinario, que definió las orientaciones filosóficas, bases conceptuales y metodológicas para iniciar el Programa de Educación Ambiental en todo el país, con el fin de incorporar la dimensión ambiental en la educación básica. Mediante este programa se han implementado Proyectos Ambientales Escolares – PRAES en diferentes regiones del país, los cuales se constituyen en proyectos piloto de Educación Ambiental en concordancia con el Proyecto Educativo Institucional, que establece la Ley General de Educación.

Según la ley 99 del 93 los Ministerios de Educación Nacional y del Medio Ambiente deben coordinar acciones en lo relativo a la Educación Ambiental. Recientemente, en el mes de julio de 2002, se aprobó por el Consejo Nacional Ambiental, la Política Nacional de Educación Ambiental, concertada entre los Ministerios de Educación Nacional y del Medio Ambiente, lo que significa un gran logro de coordinación interinstitucional e intersectorial, en el tema de la Educación Ambiental.

Como señala la Política de Educación Ambiental, se hace imprescindible que iniciemos el cambio hacia un proyecto civilizador, que en palabras de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, se trata de un nuevo sentido y significado a la vida colectiva de los colombianos, con culturas de paz y convivencia, que debe gestarse con la participación de toda la nación. “Podría afirmarse que el nuevo ciudadano es aquel que está comprometido a participar concertadamente en el proceso continuo de construcción de una nueva cultura, una nueva sociedad, un nuevo país y lo hace consciente que es parte responsable de lo que sucede en el planeta y de lo que ocurrirá en el futuro” (Minambiente, 1999:118).

Para lograr los propósitos de la política de Educación Ambiental la estrategia a seguir hace énfasis en lo integral, es decir, entendemos lo ambiental como un asunto político, económico, social y cultural.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL

La Educación ambiental pretende: Difundir valores de respeto a todas las formas de vida, contribuir a la convivencia y participación ciudadanas para lograr una gestión racional de los recursos con

previsión hacia el futuro. Impulsar la investigación, con énfasis en la identificación y evaluación de problemas actuales, para propiciar la construcción de modelos económicos y sociales

ambientalmente sustentables. Contribuir al cambio cultural desarrollando modelos educativos propios, acordes con las necesidades socio-ambientales, regionales y locales Orientar la comprensión de la dimensión ambiental desde una visión interdisciplinaria, holística y compleja

SOPORTES DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL

La Educación ambiental requiere de tres soportes fundamentales para lograr sus objetivos. De una parte, la investigación que aporta el conocimiento de las condiciones del entorno. De otra la participación ciudadana que le permite orientar la formación de individuos y colectivos para participar en procesos de gestión y en tercer lugar la coordinación interinstitucional e intersectorial que le brinda la posibilidad de unir intereses dispersos para lograr objetivos comunes.La Investigación: Con el conocimiento del entorno natural, social y cultural, se promueve un proceso hacia el cambio de actitudes, que permite la construcción de una escala de valores, la formación en la responsabilidad y la ética ciudadana y que motiva a la población a tomar decisiones para la solución de los problemas regionales y locales, actuando responsablemente.Pero estos cambios solo son posibles mediante un conocimiento profundo de la realidad, factible de lograr mediante procesos permanentes de investigación. Por lo cual, la investigación se considera un pilar fundamental en el avance y consolidación de la Educación Ambiental, como propósito nacional.“La reconstrucción de la armonía entre el hombre y la naturaleza en nuestro país, obviamente implica empezar por conocer las peculiaridades del medio en el cual nos corresponde vivir. Esto lleva a investigaciones científicas independientes, dirigidas a conocer la intrincada realidad natural y nuestro desenvolvimiento social y cultural. Ello puede hacerse dentro del marco de una concepción holística y sistémica que advierta sobre la inconveniencia de generalizar los conocimientos de un fragmento de la realidad a toda ella” (Mora y Fals Borda. 2002:11)

En este contexto, nuestro país, tan rico en diversidad natural y cultural, tiene elementos valiosos que aportar en el tema ambiental, sobre el conocimiento y manejo adecuado de los “Tesoros biológicos y culturales”: la selva amazónica, la diversidad de animales y vegetales o las diversas culturas, fruto de experiencias multimilenarias (Morín, 1993), verdaderas potencialidades regionales. La Universidad en particular puede contribuir con la investigación del medio tropical, la historia de las gentes y su cotidianidad, lo mismo que la recuperación de los mitos y leyendas así como del folclor regional, con el fin de conocer lo que se tiene para valorarlo y defenderlo como patrimonio de las presentes y futuras generaciones.

La Investigación ambiental reconoce el papel del conocimiento tradicional que aportan las comunidades indígenas, así como el “dialogo de saberes”, el cual promueve una perspectiva nueva que abre la investigación a formas diferentes de las consideradas tradicionales y señala herramientas importantes basadas en la participación ciudadana, como son la investigación – acción – participativa.

La interdisciplina y un paso más allá, la transdisciplina, son las formas más acertadas para abordar lo ambiental desde la investigación, pero esto no es fácil, como señala Morin: “Nos enseñaron a hacer cortes y distinciones en el tejido complejo de lo real, a aislar las disciplinas... mientras que hoy la ciencia de la tierra y la ecología muestran que una unificación disciplinaria es posible, los resultados de las ciencias ecológicas nos muestran que contrariamente al dogma de la hiperespecialización, hay un conocimiento organizacional global, que es el único capaz de articular las especialidades complejas” (Morin, 1997:6)

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Estamos en mora de adelantar de manera amplia la investigación interdisciplinaria, para adentrarnos en el terreno de la complejidad que nos invita “a afrontar con la mayor valentía posible una visión no reduccionista y no simplificante, explícita y consciente, en la que se acepta que vivimos en un mundo pleno de variables e interrelaciones, que nuestra visión no es nada diferente a una percepción subjetiva, y que lo que llamamos causa es siempre el efecto de algo más, que a su vez está interrelacionado con otras variables” (Carrizosa, 2001:26) y con estas herramientas dar respuestas a los graves problemas que nos aquejan. En palabras de Edgar Morin: “Así, mientras más multidimensionales devienen los problemas, mayor es la incapacidad para pensar su multidimensionalidad; mientras más progresa la crisis, más progresa la incapacidad de pensar la crisis, mientras más planetarios devienen los problemas, más estos devienen impensables. Incapaz de pensar el contexto y el complejo planetario, la inteligencia ciega nos hace inconscientes e irresponsables. Ella deviene mortífera”. (Morin, 1993:187)

Esta nueva perspectiva interdisciplinaria unida al pensamiento complejo, a la vez que facilita el trabajo en red, permite consolidar equipos de investigación con propuestas creativas y novedosas, renovando esquemas tradicionales e incentivando la formación de grupos de investigación que respondan a los retos planteados actualmente, por la sociedad globalizada de hoy.

La Participación: La Constitución de 1991 otorga una serie de derechos a los ciudadanos con sentido democrático, que solamente se pueden ejercer a través de la participación en los asuntos que los afectan individual y colectivamente. La participación es un concepto político que permite a la ciudadanía hacer parte en la toma de decisiones en las diferentes dimensiones que le atañen.En este sentido, “ la participación constituye un proceso continuo, colectivo y de largo plazo, que debe permitirle a los actores acopiar y procesar la información necesaria y convertirla en decisiones concretas dentro de procesos determinados” (Ministerio del Medio Ambiente, 1999:86)

La información se constituye en elemento importante para la participación, porque la información otorga poder a las comunidades en la toma de decisiones acertadas frente a sus problemas ambientales y les permite cambiar su papel de simples observadores al de actores en la construcción de su propia realidad.

La participación ciudadana busca consolidar procesos de democracia participativa a través de: Veedurías ciudadanas Capacitación comunitaria en acciones populares. Acciones de cumplimiento y de tutela en materia

ambiental. Los derechos colectivos que pertenecen a la amplia categoría de los derechos humanos, son los que reconocen y protegen los intereses de grupos de personas o de la comunidad en general. El derecho a un ambiente sano, consagrado en la constitución de 1991, se vislumbra como elemento fundamental para garantizar la vida digna de todos los Colombianos. Su adecuada protección permite el desarrollo económico y social presente y futuro de la población y el manejo adecuado de los recursos naturales, logrando su aprovechamiento sin perjudicar el disfrute de los mismos, por parte de las futuras generaciones.

Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, fomentando la educación para el logro de estos fines. Se puede participar, mediante derechos colectivos de las siguientes maneras:

Denunciando los casos de violación de estos derechos. Utilizando los mecanismos legales para su defensa. Presentando proyectos que los promocionen.

Para una efectiva participación es necesario capacitar en un nuevo modelo de ser ciudadano, que implica su intervención en la identificación del problema, formulación, ejecución, asesoramiento y evaluación de las alternativas de solución, porque son los grupos locales los directamente afectados por los problemas ambientales. En este contexto es posible y necesario que los organismos públicos se articulen con los colectivos organizados, para contribuir a la solución de los distintos problemas ambientales regionales y locales.

Coordinación Interinstitucional e Intersectorial: Un tercer soporte de la Educación Ambiental lo constituye la coordinación Interinstitucional e Intersectorial que permite lograr los mejores resultados, con la concertación de los diferentes sectores e instituciones, uniendo diferentes esfuerzos dispersos alrededor de objetivos comunes.

La descoordinación en las acciones que llevan a cabo las instituciones, ha traído como consecuencia la duplicación de esfuerzos, la poca racionalización de los recursos y la atomización de las actividades. El manejo de la problemática ambiental es competencia de todos los actores involucrados, por lo cual se requiere de escenarios donde la participación y coordinación, puedan manifestarse a través de la concertación.

El concepto de concertación está íntimamente ligado al de democracia y no se puede desconocer la presencia del conflicto. Existiendo éste, las partes los administran, los negocian y finalmente llegan a acuerdos, a partir de voluntades de consenso, que a su vez implica capacidad para poder renunciar a ciertos intereses individuales, con el objeto de lograr acuerdos compartidos. Es a partir de allí, que es importante la actitud concertadora de los actores, como un elemento de fortalecimiento democrático.

Para adelantar cualquier tipo de trabajo en Educación Ambiental, además del aporte interdisciplinario, se requiere la colaboración de las diferentes instituciones y organizaciones que operan en la región, a quienes cabe la responsabilidad en el manejo adecuado de su entorno. La coordinación interinstitucional e intersectorial permite optimizar los recursos humanos y financieros de las diferentes instituciones y sectores de la sociedad para lograr mejores resultados en los procesos de Educación Ambiental.

DIVERSAS ORIENTACIONES EN LA EDUCACIÓN AMBIENTAL

La educación ambiental se vislumbra como un nuevo campo de conocimiento y de quehacer pedagógico en construcción. Requiere como condición básica la interdisciplina, la investigación, la participación y la coordinación intersectorial e interinstitucional. Se ubica en un espacio geográfico y en un tiempo histórico determinado y presenta diferentes enfoques e interpretaciones de acuerdo a los análisis que se hacen acerca de lo ambiental.

Entre estas orientaciones, según Angel (1992), podemos señalar de manera sucinta, las siguientes:La Orientación EcologistaDesde esta orientación se considera que el desarrollo industrial ha llevado a la destrucción del ecosistema y ante este panorama la educación ambiental debe privilegiar a través del currículo, el conocimiento y análisis del ecosistema y sus leyes; es decir, el estudio de la ecología.La Orientación TecnológicaSeñala que los problemas ambientales se pueden solucionar implementando correctivos tecnológicos, para lo cual la investigación debe aportar elementos científicos a la técnica y convertirlos en tecnología. La Educación Ambiental debe orientarse a la capacitación y desarrollo de habilidades tecnológicas para solucionar los impactos ambientales.La Orientación Economicista

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Destaca el crecimiento económico ilimitado. Sin embargo, ha encontrado una barrera en los límites señalados para los recursos naturales y la afirmación que el desarrollo debe controlar el consumo, y tener en cuenta estos límites para que sea viable. Desde esta perspectiva, la educación ambiental se propone incorporar en el currículo las externalidades, para que los impactos en el medio ambiente se vean reflejados en los análisis de mercado.La Orientación PolíticaEstablece la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo ante el gran deterioro de la calidad de vida de la población y las escasas metas de realización personal alcanzadas por la sociedad actualmente. En este contexto, la Educación Ambiental tiene un papel fundamental en la estrategia de cambio cultural, buscando aportar elementos para la construcción de una sociedad alternativa.

Como su objeto de estudio es el Medio Ambiente, que de por sí es complejo, requiere una visión holística e interdisciplinaria para analizar desde diversas perspectivas los múltiples aspectos de lo ambiental, que no se reducen a lo ecológico sino que incluyen a la sociedad en su conjunto, sus formas de organización y su cosmovisión, en esa interacción Ecosistema – Cultura, donde se ubica lo ambiental.

Para Souvé (1994), las diversas perspectivas y aplicaciones de la educación ambiental, tienen relación directa con el concepto de ambiente y de educación que las sustenta, así como con las diferentes perspectivas complementarias para enfocarla, entre las cuales señala las siguientes:

Una perspectiva Ambientalista. Orientada fundamentalmente a resolver problemas ambientales de las comunidades y de los grupos humanos, basándose en la ecogestión, con el propósito de lograr optimizar la calidad de vida de sus habitantes.Una perspectiva Educativa. Basada en el desarrollo personal y de las colectividades en su interacción con el ambiente, para lograr su desenvolvimiento como seres humanos, promoviendo valores de autonomía, solidaridad y responsabilidad con el entorno.Una perspectiva PedagógicaQue rescata y privilegia los procesos de enseñanza – aprendizaje, en una ecopedagogía que apoya la construcción colectiva de un conocimiento analítico, significativo y útil a la sociedad.Como se puede observar, son diferentes los factores que subyacen a las diversas concepciones sobre la educación ambiental y existen múltiples estrategias que permiten llevarlas a la práctica, de acuerdo a los propios contextos culturales y naturales donde se apliquen.

LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA CIUDAD

La Educación ambiental en la ciudad hace relación a la problemática urbana, se centra en nuestra realidad como ciudadanos y en la solución de los diferentes problemas que se viven en la ciudad. Es la cultura ciudadana que se fundamenta en el respeto a todas las formas de vida, que busca cuidar los espacios públicos como lugares de relacionamiento social, y expresiones de la democracia.

Según un estudio de población de Naciones Unidas, en 1950 solo 2 de las 15 ciudades más grandes estaban ubicadas en el tercer mundo. Para el año 2000 aumentaron a 12, de las cuales la más grande es Ciudad de México con 21 millones de habitantes, seguida de Sao Pablo con 10.434.252.Mientras en 1950 la población urbana en Latinoamérica alcanzaba un 40%, en 1970 representaba el 60%, y en el año 2000 el 75.3% de la población vivía en ciudades de 500.000 habitantes.

El último censo realizado en Colombia en 1993, señala la mayor concentración de la población en la zona urbana, representado en un 72.9%, mientras la zona rural solo alcanza un 27.1% del total nacional. En 1951 el 42% de la población se ubicaba en las ciudades, lo cual corrobora el rápido proceso de urbanización que ha experimentado el país a partir de la década de los cincuenta.Las cifras nos señalan que tanto América Latina como nuestro país tienen una población predominantemente urbana y que el futuro del hombre girará en torno a las ciudades, como ya se afirmaba en el documento “Nuestro Futuro Común” de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo.

La ciudad es un medio artificializado por el hombre, es el ecosistema transformado a través del trabajo del hombre con la ayuda de la ciencia y la técnica aplicadas como tecnología, por eso se dificulta identificarla como objeto de estudio ambiental, como nuestro medio ambiente. En este contexto el ambiente deja de ser algo lejano, para percibirse como el espacio cotidiano donde se desenvuelve la vida diaria de los hombres.La ciudad, máxima creación del hombre ha sido desvirtuada de sus propósitos en la satisfacción de las necesidades humanas. La sociedad y su intrincada red de relaciones que se manifiestan en la cultura, ha transformado la naturaleza sin tener en cuenta los limites de resiliencia del ecosistema, llegando a causar la grave crisis ambiental que estamos viviendo.

Este consumismo depredador de los recursos naturales ha creado necesidades ficticias haciendo que los objetos pierdan su valor de uso, y reduciendo su vida útil en pro de los desechables. A través de los medios masivos de comunicación se induce a este consumo irreflexivo que busca comprar, usar y tirar, bajo un patrón de estilo de vida generado por un modelo social externo que desconoce nuestra cultura y que propicia una actitud irresponsable con la naturaleza, contribuyendo al desperdicio de los recursos, a la contaminación, a la acumulación de desechos, entre otros graves problemas que padecemos actualmente.

La existencia de la ciudad no se puede comprender sin tener en cuenta su relación con el campo que proporciona los recursos de agua, alimentos y la energía necesaria para la vida, recibiendo a cambio los desechos y la destrucción de sus recursos naturales y los efectos negativos como la cementización de las tierras fértiles, desertificación de grandes regiones, contaminación de las fuentes de agua y agotamiento de las mismas.Con razón se afirma que al constituirse la ciudad como un sistema no autosuficiente energéticamente, depende totalmente de la energía proveniente de aquellos ecosistemas, que aún conservan capacidad de producir y de transformar energía y que en muchos casos se encuentran distantes del entorno urbano.

Crisis de Valores

Por su parte, la Educación que “en si misma es el medio por el cual la sociedad prepara en el corazón de los niños las condiciones esenciales de su propia existencia” (Durkheim, 1999:49), no es ajena a la problemática social actual y la crisis del sistema. Por el contrario participa de ella. Con un esquema cada vez más profesionalizante, no forma para la vida y se limita a capacitar a las personas para desempeñar una profesión, sin lograr el desarrollo del hombre como ser individual y colectivo, limitando su creatividad y su participación como sujeto activo, capaz de aportar en la transformación de la sociedad.

La crisis que estamos viviendo como lo señala Zuleta, ha tocado no solo las estructuras económicas, sino al mismo hombre en sus relaciones más profundas, “crisis que ya no se refiere solamente a una determinada estructura política, económica, sino que se refiere a la manera como la humanidad ha vivido, a la manera como se ha relacionado con la naturaleza” (Zuleta, 1985:119).

El actual modelo de desarrollo señala como objetivos la acumulación, la ganancia y el consumo, limitando al hombre y a la sociedad en la posibilidad de un desarrollo integral. Esta crisis ha tocado el orden establecido, “ya no existe una ley absoluta ni una tradición sagrada que encauce la voluntad humana y son los hombres quienes han de autolimitarse” (Lechner, 1989:37)

Los acelerados cambios producto de la modernización y la secularización de la sociedad han contribuido a derruir los valores tradicionales. Percibimos un cambio que proviene del desarraigo en que viven cotidianamente un gran número de personas, habitantes de las ciudades; desarraigo proveniente entre otras causas,

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de la forma como se han incorporado a la vida urbana, sin abandonar completamente su entorno rural, forzados a vivir desde una racionalidad productiva que olvida sus costumbres y sus tradiciones, en ciudades que en lugar de sitios de encuentro para el relacionamiento, se han transformado en espacios que estandarizan las formas de convivencia, borrando la memoria colectiva y la diversidad cultural, generando las muchedumbres solitarias, anónimas y aisladas de las grandes urbes.

En esta crisis de valores se señala como propósito de la sociedad la necesidad de su identidad, “Basta visualizar cómo el abandono de la visión sacra y la afirmación de un mundo profano nos plantea la cuestión de la identidad, como una tarea central y su estrecha vinculación con la democracia” (Lechner. 1989:39). Aquí el papel de la Educación Ambiental cobra especial importancia al plantear la necesidad de retomar la rica diversidad cultural de nuestras regiones y sus potencialidades, el énfasis en la investigación de nuestro medio tropical, la historia de las ciudades y su cotidianidad y la recuperación del patrimonio ciudadano.

Es necesario tener en cuenta que por la desvalorización de lo público en los imaginarios colectivos, la ciudad, según ellos, no es responsabilidad de nadie, por lo cual, aunque los habitantes disfrutan de sus privilegios como ciudadanos, no son conscientes de la responsabilidad de cuidarla, lo cual se logra, en la medida que se avanza en el conocimiento y valoración del entorno. Es preciso preservar la memoria de la ciudad, porque si se carece de guías de esa historia, no se puede hacer apropiación de ella y defenderla, como bien se señala en el informe final de la Conferencia de Tbilisi “La Educación Ambiental debería tender a reforzar el sentido de los valores, contribuir al bienestar general y preocuparse de la supervivencia del género humano”.

Construcción de una Ética Ciudadana

La Educación Ambiental en las ciudades está llamada a contribuir con la construcción de una ética ciudadana, basada en normas de convivencia fundadas en el respeto mutuo, “que supere las diferencias y se conforme como elemento de cohesión e integración social”. (Bermúdez, 1998:80)La ética ciudadana tan necesaria ahora cuando en todo el mundo soplan vientos de guerra, es uno de los elementos fundamentales con los que la escuela y la universidad pueden contribuir desde la Educación Ambiental a la formación de los nuevos ciudadanos en una sociedad plural y democrática, donde consenso no signifique unanimidad, sino que las divergencias se puedan mantener, respetando las diferencias para lograr establecer acuerdos de beneficio común.“El surgimiento de una nueva ética que concuerde con una sociedad pluralista y secular, tiene como base la transformación del orden recibido desde afuera a un orden producido por la propia sociedad, que debe apoyarse en un mínimo común ético, resultado de un nuevo consenso social; donde los individuos afirmando su autonomía se hacen cargo de organizar su convivencia”. (Lechner, 1989:37)

Cabe destacar que todo cambio posible en la cultura ciudadana significa un avance en la democratización de las decisiones y el control de los efectos del poder. Pero no es una materia más en el currículo la que puede lograr estos cambios, la construcción de nuevos valores y generación de nuevas actitudes, por lo cual la educación ambiental no puede ser un agregado más al programa curricular, sino la vivencia cotidiana de la cultura escolar, las relaciones diarias en la escuela y la universidad, que basada en un quehacer investigativo del entorno, genere un proceso de construcción del conocimiento que responda a una escuela y una universidad para la vida en un espacio solidario, democrático y participativo, donde el alumno sea sujeto activo del proceso y el maestro orientador y dinamizador del mismo, como lo señala el informe final de la Conferencia de Tbilisi: “Debería obtener lo esencial de su fuerza de la iniciativa de los alumnos y de su empeño en la acción”.

Para ello se requiere una Escuela y Universidad abiertas, que se integren a la comunidad e incentiven proyectos colectivos de vida, y propendan por una sociedad solidaria y democrática. Infortunadamente, la realidad actual nos señala cómo “la escuela cumple de manera muy deficiente su función de formar ciudadanos para la vida democrática y que en muchos casos se ha transformado en una escuela violenta. Su papel debe ser en realidad, en medio de una sociedad violenta, transformarse en una cultura alternativa a la sociedad violenta, formando en su vida cotidiana, en su organización social, en la práctica pedagógica, ciudadanos de paz, creando, conformando una constelación de valores más apropiados para la vida de una sociedad igualitaria y pacífica”. (Parra, 1992:15)

El respeto a las diferencias y la tolerancia como cimiento de convivencia pacifica en una sociedad democrática es fundamental y puede empezar en la escuela y la universidad, recalcando los comportamientos basados en los principios de solidaridad y respeto a todas las formas de vida. Respeto tanto al árbol como al vecino, al compañero y también al espacio público en la ciudad. La democracia parte del debate, de la posibilidad de oír al otro, de la reflexión autocrítica, de la aceptación de otros enfoque y otras ideas diferentes a las nuestras; de la posibilidad de enriquecerse a partir de discutir, escuchar y respetar las diferencias de los otros, para avanzar en nuestros puntos de vista o llegar a otros mejores.

La democracia se inicia en la Escuela donde no deberían existir dogmatismos. El discurso del maestro no debe ser dogmático “Dogmáticos porque no intentamos demostrar, y la demostración es una gran enseñanza de la democracia porque implica la igualdad: se le demuestra a un igual, a un inferior se le intimida, se le ordena, se le impone; a un superior se le suplica, se le seduce o se le obedece; pero a un igual se le demuestra y la demostración es una lección práctica de tratar a los hombres como nuestros iguales desde la infancia”. (Zuleta,1985:40)

La acción pedagógica debe ser fundamentalmente una acción comunicativa (Habermas, 1986), de diálogo permanente y argumentación rigurosa, donde sean relevantes los conocimientos y saberes de los mejores argumentos, y donde se facilite el que los saberes de otros grupos humanos se articulen armónicamente a la cultura del estudiante. Así, la Escuela y la Universidad como cultura alternativa, propician las bases para la democracia y la ética ciudadana que busca establecer los acuerdos indispensables para que la ciudad cobre una dimensión a escala humana.

Según Max-Neef hay por lo menos cuatro funciones que se espera que cumpla una ciudad, proporcionando a sus habitantes sociabilidad, bienestar, seguridad y cultura. Tales funciones dependen de la comunicación humana y la calidad de los vínculos que las personas establecen entre si y con los demás elementos que conforman la ciudad y sus alrededores; por ello es necesario crear las condiciones para que una ciudad sea más que humana humanizadora. Si estas funciones se ven satisfechas en una ciudad grande, es porque esa ciudad tiene espacios pequeños dentro de sus grandes dimensiones, tiene un sentido de diversidad que impide la monotonía. (Max-Neef, 1984:166)

La recuperación del espacio público, como sitio de encuentro y relacionamiento que permite compartir la vida de los habitantes, es propósito fundamental en la humanización de la ciudad; lograr que en la ciudad se privilegie a los hombres y no al automóvil, así como rescatar las zonas verdes y recreativas que son expresión de la democracia, son algunos de los objetivos para recuperar la ciudad.

LA INCORPORACIÓN DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LOS DIFERENTES NIVELES DE ENSEÑANZA

Teniendo en cuenta la complejidad del ambiente, se comprende la necesidad de incluir la Educación Ambiental como una dimensión, de manera transversal, que permee el currículo en los diferentes niveles de enseñanza educativos, desde el preescolar hasta la universidad. No se trata de una cátedra más en el pensum académico, sino de una dimensión ambiental, que implica unas bases filosóficas, epistemológicas y éticas, para la formación de los futuros ciudadanos responsables con su entorno.

En la Educación Básica

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La política Educativa Colombiana se concreta a través de la ley 115 de 1994, llamada Ley General de Educación, la cual señala la dimensión ambiental como un componente básico a ser incluido como eje transversal, que permee todas las áreas del conocimiento y todas la actividades del currículo, para lograr la formación integral de los individuos. Esta ley señala unos objetivos que se ven reflejados a lo largo del texto y hacen relación a lograr mejores niveles de calidad, cobertura, equidad y eficiencia de la educación en el país.

Busca cambiar el modelo educativo tradicional, basado en la educación memorística y enciclopedista que deja de lado al ser humano y sus potencialidades, por uno diferente centrado en la formación integral de las personas, mediante procesos de enseñanza-aprendizaje significativos, analíticos, responsables e innovadores que tengan en cuenta la realidad socioeconómica del país e incidan en su transformación. De esta manera la ley aporta las pautas para la transformación del sistema educativo.

Presenta el concepto de Educación, como un servicio público, con una función social que se ofrece a lo largo de la vida y determina las responsabilidades de la educación pública y la privada. Promueve la investigación para la educación preescolar, básica y media. Establece los Proyectos Educativos Institucionales como la vía más expedita para mejorar e impulsar relaciones de doble vía entre la Escuela y su entorno; entre la comunidad educativa y la localidad donde esta ubicada.Señala al estudiante como núcleo del proceso educativo y lo dota de mecanismos de participación en el gobierno escolar y en la definición y desarrollo del Proyecto Educativo Institucional.Plantea la construcción de un currículo basado en las diferencias naturales, culturales, políticas y socioeconómicas de las diferentes regiones del país, y otorga autonomía a los centros educativos para la formulación y desarrollo de su Proyecto Educativo Institucional.Con la creación de la Junta Nacional de Educación, vincula la academia y la investigación. Con la creación de la juntas Departamentales, Distritales y Municipales de Educación, aporta instancias de asesoría y veeduría pública a nivel regional y local.En cuanto a la Educación Ambiental, la ley la reconoce, respalda, apoya y la señala como obligatoria en todos los planteles educativos del país, para la educación básica (primaria y secundaria).

¿Qué ha pasado con la Aplicación de la Ley 115?

Si bien es cierto que la ley general de educación, ley 115 de 1994 y el decreto 1743, ratifican el carácter obligatorio de la educación ambiental y estipulan que se implemente como una dimensión que atraviese el currículo, dejan abierta la posibilidad de incluirla como parte del currículo de ciencias naturales y no de manera transversal como se propuso inicialmente. En este sentido, la normatividad no es coherente.

En la práctica se demuestra que, a pesar de los esfuerzos, la educación ambiental aún no ha logrado romper muchas barreras y sigue considerándose como un tema secundario en el currículo escolar. La modalidad más comúnmente adoptada es la extracurricular, por fuera del horario y de los establecimientos educativos. Aunque esta modalidad denota interés por el tema ambiental, no logra constituirse en un elemento dinamizador que vincule las diferentes áreas de manera integral e interdisciplinaria, como se buscaba desde los lineamientos filosóficos que subyacen al planteamiento inicial de eje transversal y dinamizador del currículo en los diferentes niveles de enseñanza.

Dificultades para Implementar la Educación Ambiental como Eje TransversalEntre las principales dificultades detectadas para que la Educación Ambiental se asuma como eje transversal, podemos señalar las siguientes:

La falta de voluntad política del Estado y de los entes que rigen la educación, para asumir la Educación Ambiental como una necesidad sentida de la vida ciudadana, tanto para la educación formal como para la no formal.

El reducido número de docentes de áreas diferentes a las ciencias naturales, capacitados en el campo ambiental. La rigidez de los esquemas pedagógicos adoptados actualmente. La carencia de apoyo e incentivos para el trabajo interdisciplinario en la docencia y la investigación.

Sin embargo el tema ambiental ha cobrado un gran auge en los últimos años, lo cual ha creado expectativas en el medio educativo, que en cabeza de docentes inquietos y comprometidos y traspasando los espacios de obligatoriedad que impuso la ley de educación, se han dado a la tarea de implementar formas que les permitan sensibilizar y capacitar sobre un problema que pertenece a todos.A pesar de los avances del Programa del Ministerio de Educación Nacional que adelanta Proyectos Ambientales Escolares –PRAES- en todo el país, la Educación Ambiental a nivel de la educación básica, se ha desarrollado más como una actividad coyuntural, que como un programa de amplio cubrimiento y cobertura nacional.

En la Universidad

La Universidad tiene una función crítica como ente intelectual que interpreta la realidad, le otorga sentido y construye horizontes para el futuro.Ante la gran responsabilidad que le compete a la Universidad en lo ambiental, vale la pena preguntarse cómo se vislumbra esta dimensión. La aproximación que desde el IDEA hemos venido trabajando, hace relación a la dimensión ambiental como un componente esencial para ser incluido como eje transversal que permee todas las áreas del conocimiento y la totalidad de actividades que hacen parte del currículo, buscando la formación integral del futuro profesional.

La dimensión ambiental como cátedra aislada tiene poca trascendencia. Por el contrario vale la pena señalar la necesidad de incorporarla en un proceso formativo interdisciplinario, como parte fundamental del desarrollo académico de la universidad, lo cual en palabras de Augusto Angel “significa una transformación de los procesos educativos mucho más profunda de lo que suele pensarse comúnmente. No se trata, en absoluto, de insertar una cátedra de concientización. Se trata de comprender a través de todo el proceso educativo, la manera como se articulan las organizaciones sociales dentro de su medio ecológico y la manera como lo transforman en los procesos de creación cultural... no es, por lo tanto, una receta, ni se puede encerrar en un manual de rígidas prescripciones académicas. Debe significar más bien un ejercicio continuo de invención y de búsqueda de nuevos caminos tanto científicos como pedagógicos”.

La construcción de una cultura ambiental en la Universidad debe traducirse en una nueva forma de vida y comportamiento de los miembros de la comunidad universitaria, en relación a su entorno y por supuesto a ellos mismos. El principio ético rector de este cambio debe ser el respeto al otro, a los otros y al devenir futuro.

La Carta de Bogotá

La Carta de Bogotá, resultado del Primer Seminario Latinoamericano sobre Universidad y Medio Ambiente realizado por la UNESCO, el ICFES y la Universidad Nacional de Colombia en 1985, insistió “en la significación y función de la Universidad como laboratorio de la realidad contemporánea” y señaló que la introducción de la dimensión ambiental en los programas de los estudios superiores, representa un elemento estratégico que contribuye a una transformación de la realidad, dado que la Universidad representa “un ente vivo y actuante, generador y catalizador de procesos vitales, integrado al cuerpo social” (Icfes, 1985) no solamente desde la perspectiva de docencia, sino también de investigación, extensión permanente y aporte a la realidad social del país.

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La problemática ambiental no puede comprenderse sin entender la forma como América Latina se inscribe en el contexto internacional y aquí la Universidad juega un importante papel con sus aportes a la creación de conocimiento y alternativas de desarrollo. Son doce puntos los que conforman la carta de Bogotá, la cual a pesar del tiempo aún hoy, en buena parte sigue vigente. Allí se enfatiza la necesidad de tener en cuenta que la visión socio-política, económica y educativa se articula con la dimensión ambiental.

La Dimensión Ambiental en la Universidad

El análisis del tema en las universidades colombianas, señala que la comprensión de lo ambiental no es homogénea y en muchos casos se reduce al campo de la ecología y la ingeniería ambiental.

Algunas universidades, con motivo de reformas curriculares, introdujeron la materia de ecología en el plan de estudios. Al respecto es necesario insistir en que estas cátedras, que de hecho significan un avance en la incorporación de lo ambiental, no se queden aisladas de las otras materias del plan de estudios, sino que se articulen como un elemento fundamental en la inclusión de la dimensión ambiental, que permee el currículo e influya en la formación de los futuros profesionales de las diferentes áreas del conocimiento.

En algunas universidades se crearon Unidades Académicas dedicadas al tema ambiental como es el caso del IDEADE de la Universidad Javeriana, que recientemente pasó a convertirse en facultad, o el IDEA de la Universidad Nacional, creado en 1991 como Instituto Interfacultades que promueve y desarrolla la investigación, la docencia y la extensión de manera interdisciplinaria en sus sedes de Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira.

Uno de los cinco programas que se vienen adelantando en el IDEA es el de Cultura y Educación Ambiental, desde donde se han desarrollado trabajos conjuntos con el Ministerio de Educación Nacional, el Ministerio del Medio Ambiente, las Corporaciones Autónomas Regionales, la Alcaldía de Bogotá, el DAMA y otras instituciones oficiales y privadas, buscando establecer la coordinación interinstitucional e intersectorial para lograr metas comunes en la incorporación de la dimensión ambiental en diferentes escenarios de la vida nacional.

Desde 1992 se viene ofreciendo semestralmente un curso de contexto sobre Medio Ambiente y Desarrollo abierto a estudiantes de las diferentes carreras de la Universidad Nacional. Este curso, estructurado de manera interdisciplinaria, cuenta con la participación de los profesores del IDEA.

A partir de 1998 y conjuntamente con las Facultades de Derecho y Economía, se inició el Programa de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo que busca preparar profesionales para abordar la investigación de la realidad y la solución de problemáticas ambientales desde una perspectiva interdisciplinaria y compleja.

Sin embargo, a pesar de los avances logrados en las universidades, en algunas de las cuales se ofrecen postgrados en temas ambientales, quedan muchas donde no hay ningún acercamiento a lo ambiental, o donde el tema apenas se toca tangencialmente, lo cual señala la necesidad de seguir trabajando el área desde múltiples aspectos. Hay que reconocer que falta recorrer mucho camino para que la dimensión ambiental se articule como eje transversal en el currículo universitario. Se requiere emprender un programa interdisciplinario amplio de capacitación y formación ambiental, para los docentes de las universidades, que sea diseñado y desarrollado de acuerdo a las necesidades de las facultades y carreras.

La incorporación de la dimensión ambiental en las universidades replantea e interroga la estructura tradicional, académica y administrativa en este nivel de enseñanza, donde existe una marcada división entre las ciencias naturales y las ciencias sociales y señala la necesidad de impulsar la interdisciplina y el trabajo conjunto en las diferentes actividades de docencia, extensión y fundamentalmente en la investigación de la realidad, que de por sí es compleja y que necesita de las diferentes perspectivas disciplinarias para acercarse a lo ambiental, lo cual requiere de esfuerzos teóricos y metodológicos que involucran a todo el medio universitario en su conjunto.

Igualmente la incorporación de la dimensión ambiental en el nivel de la educación superior nos remite a recordar el papel que les corresponde a las universidades en la generación de conocimientos científicos y tecnológicos, propios, basados en la investigación de nuestros ecosistemas y los valores culturales de nuestras poblaciones así como el aporte de nuevos conocimientos que promuevan diversas estrategias y modelos socioeconómicos propios construidos con base en la diversidad natural y cultural de nuestro país.

La segunda etapa de la Red de Formación Ambiental Colombiana, coordinada por el Ministerio del Medio Ambiente, constituye un espacio para socializar las experiencias de las diferentes universidades, conocer las dificultades que han enfrentado y la manera como han logrado superarlas, así como para unir esfuerzos que dinamicen los procesos de incorporación de la dimensión ambiental en el nivel de la educación superior.

En ese sentido se hace necesario asumir una decisión política para incluir la dimensión ambiental en las universidades, así como para establecer un plan de acción que contemple mecanismos operativos que promuevan esa incorporación. Definir los objetivos y estrategias en el mediano y largo plazo a través de los cuales se puedan canalizar los esfuerzos de las diferentes facultades, buscando promover la construcción de una cultura ambiental en las universidades, es tarea relevante para este nivel de enseñanza.

PERSPECTIVASLas perspectivas de la Educación Ambiental en el nuevo milenio son amplias y diversas, porque le corresponde una gran responsabilidad en la formación de los ciudadanos del futuro.Consideramos que en esta amplia gama de posibilidades hay tres contextos donde la Educación Ambiental cobra un papel relevante y que hacen relación, en primer lugar, al reconocimiento y valoración de las culturas locales, que hasta ahora no se han tenido en cuenta. Nos referimos a esos otros “poco visibles”, los indígenas, los afrocolombianos, las mujeres, los ancianos, los campesinos, que hacen posible el “diálogo de saberes”, en el mundo globalizado de hoy, donde América Latina también debe ser escuchada.

En segundo lugar, al de los medios de comunicación masivos, en la difusión de información de calidad, veraz y oportuna, indispensable para la participación en la toma de decisiones acertadas, más aún cuando hoy en el mundo soplan vientos de guerra, y en tercer lugar, al reconocimiento de la Educación Ambiental y su papel fundamental en la estrategia de cambio cultural, que propicie la construcción de una sociedad sustentable.A continuación exponemos cada uno de estos contextos.

a) La Importancia de la Educación Ambiental y las Culturas en un Mundo GlobalizadoLa Cultura

“Los seres humanos a diferencia de otros animales sociales, no solo viven en sociedad, sino que crean la sociedad para vivir “ ( Godelier 1986: 75 ), por esta razón la manera de conocernos a nosotros mismos es conociéndonos en relación con los otros. Los hombres no solo crean la sociedad sino que lo hacen de formas variadas y muy complejas como ninguna otra especie lo ha logrado hasta el momento. La cultura entendida en un sentido amplio de formas de conocimiento y valores aprendidos y creados con los que vivir, solo se puede comprender asociado con otras personas; es decir la cultura presupone relaciones. Así el lenguaje que nos permite establecer comunicación, solo adquiere sentido en relación con los otros de quienes lo aprendemos y a quienes nos dirigimos.

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Según Carrithers “los hombres son asequibles unos a otros, sus aptitudes se desarrollan y se transforman solamente por otros y con relación a un marco social. Las capacidades para la sociabilidad pueden estar en los individuos pero solamente se completan entre ellos.” ( Carrithers 1995: 58 )La antropología a comienzos del siglo XX, definía la cultura como una forma de comportamiento aprendido, lo distinto de la naturaleza.Una cultura satisface necesidades, cumple deseos y permite realizar fines del hombre. Lo cual logra a través de:

a) Manifestar maneras de mirar y percibir el mundo.b) Dar sentido a actitudes y comportamientos y señalar valores; integrar a los miembros en un todo colectivo.c) determinar criterios para la realización de los fines y valores.

Todas las culturas establecen fines últimos que dan sentido a la vida personal y colectiva. Para Augusto Ángel “la cultura es una forma adaptativa surgida en el proceso mismo de la evolución, pero que modifica drásticamente los mecanismos adaptativos anteriores”. Como lo plantea Dubos, “el hombre ha adquirido un método parabiológico nuevo para adaptarse a su ambiente... En este aspecto difiere cualitativamente del resto de la creación animal” . (Angel, 1996:56)

Para Ángel, la cultura se ha construido a través de los procesos de transformación del medio. Esto significa que el estudio de las organizaciones sociales se debe hacer con relación al trabajo que realizan los seres humanos al transformar el medio natural. En este contexto, se entiende por “cultura” el conjunto de instrumentos físicos, sociales y simbólicos transmitidos de una generación a otra y que ha sido construida con relación a la transformación que los hombres han hecho del medio natural.

De esta manera la cultura es la nueva plataforma de adaptación que reemplaza los mecanismos de adaptación orgánica de las especies anteriores, como lo señala el genetista Dobzhansky “los seres humanos han cedido la supremacía de la evolución a un agente superorgánico, no biológico y totalmente nuevo, que es la cultura”.

Es importante tener claro que fracasaríamos en la comprensión de los otros si los miramos según nuestra propia imagen y no según la suya. Siguiendo a Godelier el hecho es éste: “ los seres humanos, a diferencia de otros animales sociales no solo viven en relación, sino que crean relaciones para vivir. En el curso de su existencia inventan nuevas formas de pensamiento y de acción, tanto respecto de ellos mismos como en relación con la naturaleza que los rodea. De este modo crean cultura y hacen historia”. (Godelier 1986:77)

La responsabilidad de los seres humanos frente a su entorno tiene que ver con la comprensión de la cultura como estrategia adaptativa,según Angel (1996), la cultura preside una nueva etapa evolutiva y las responsabilidades ambientales dependen de este hecho todavía poco comprendido, no sólo por la filosofía, sino incluso por las llamadas ciencias naturales.

Pero qué sucede con la cultura en el mundo de hoy?La Cultura en un Mundo GlobalizadoAlrededor de esta premisa surgen muchas preguntas: ¿Qué es lo que cambia con esta visión global? ¿Cómo ha afectado la revolución informática las relaciones humanas a nivel regional, nacional y mundial? ¿Qué ha pasado con los medios de comunicación? ¿Cómo se percibe el mundo globalizado desde las diferentes culturas? ¿Cuál es el rol de las culturas en la globalización? ¿Cuál es el papel de la Educación Ambiental en el nuevo milenio?

Hoy se menciona una cultura mundializada que no está asociada a un territorio geográfico sino a un espacio construido por las nuevas tecnologías y los medios de comunicación.Las culturas nacionales son atravesadas por una cultura mundializada, lo que lleva a redefinir las culturas locales o nacionales, porque cuando decimos global de ninguna manera se está afirmando que es algo externo a nosotros; el mundo está dentro de nosotros en los lugares donde vivimos, en las ciudades, pueblos y localidades. En este sentido, nosotros somos parte de la globalización —querámoslo o no—, porque no es algo que está afuera de nosotros, lejos, sino que somos parte de ella, desde diferentes maneras culturales, económicas, tecnológicas, etc.

Las tecnologías modernas han transformado los conceptos de espacio y tiempo, de distancia, proximidad y velocidad. Es el caso del Internet que nos permite comunicarnos en fracciones de segundos con alguien que se encuentra a millones de kilómetros, en otro continente. Desde esta perspectiva, cabe la pregunta: ¿En qué medida las culturas locales pueden sobrevivir a este proceso de globalización? Para acercarnos a una respuesta tentativa a esta pregunta tan difícil de responder por su complejidad, traemos a cuento el planteamiento de Renato Ortíz, cuando señala que hay diferencia entre la globalización de la tecnología y la economía, con la mundialización de la cultura “porque en el mundo contemporáneo existe una única economía el capitalismo y existe una única infraestructura tecnológica, pero no existe una única cultura. Por esto es preferible no hablar de una cultura global sino de la mundialización de la cultura”. Como señala Ortíz: “La mundialización de la cultura no significa homogenización, significa que la sociedad global es una sociedad diferenciada y jerarquizada en la que siguen existiendo los que están arriba y los que están abajo”. (Ortiz 1998: 45)

Es claro que la globalización ha aumentado la brecha entre países ricos y pobres. El tercer mundo está sometido cada vez más a una integración económica que conlleva mayor desintegración social y en este contexto más países del tercer mundo están en peligro de pasar desapercibidos o carecer de importancia para la economía global. En este escenario qué formas de participar o entrar en diálogo en las conversaciones que están cambiando el mundo quedarían hoy?

Alternativas Futuras

Las alternativas que se pueden plantear al respecto no son muchas y vienen de diferentes opciones, una de las cuales es la del desarrollo sostenible, que ya ha sido cuestionada por tener como base el mismo modelo del pensamiento que dio origen al desarrollo y lo mantuvo. Desde otro ángulo, intelectuales como Arturo Escobar (Escobar, 1998:416) plantean que el tercer mundo puede hacer contribuciones muy importantes al modelo global en la medida en que sus culturas híbridas puedan brindar una perspectiva y un sentido de dirección diferente a las tendencias de la cibercultura que hoy domina el primer mundo.

Señala Escobar “En el fondo de la investigación de alternativas yace el hecho claro de la diferencia cultural. Las diferencias culturales encarnan posibilidades de transformar las políticas de representación, es decir, de transformación de la vida social misma. De las situaciones culturales híbridas o minoritarias pueden surgir otras formas de construir la economía, de asumir las necesidades básicas de conformarse como grupos sociales. La mayor promesa política de las culturas minoritarias es su potencial para resistir y subvertir los axiomas del capitalismo y la modernidad en su forma hegemónica” (Escobar 1998:421).

Es un hecho que la diferencia cultural constituye uno de los factores políticos más importantes en el mundo de hoy. La defensa de la diferencia cultural como fuerza transformadora y la valoración de necesidades y oportunidades económicas en términos que no sean solo los de la ganancia y el mercado. La valoración y

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defensa de lo local como prerrequisito para articularse con lo global y la formulación de propuestas concretas en el contexto de las restricciones vigentes, parecen ser los elementos principales para la construcción colectiva de alternativas por parte de estos grupos.

En una palabra, América Latina con su riqueza de diversidad natural y cultural, tiene mucho que aportar al futuro. En este contexto queremos presentar una experiencia que muestra el pensamiento indígena de tres grupos étnicos colombianos con relación al medio ambiente y en general a su cosmovisión, como un reconocimiento y valoración de esos “otros poco visibles”, en el conjunto actual de la globalización.

Aportes desde la Investigación a la diversidad cultural. Una experiencia colombiana.

La investigación “Visiones del Medio Ambiente a Través de Tres Etnias Colombianas”, hace relación al rescate de la filosofía ambiental a través de su cosmovisión en torno de lo ambiental, de tres grupos étnicos -Wayuu, Inga y Uitoto- ubicados en diferentes y distantes regiones de la geografía colombiana: la Guajira, el Putumayo y el Caqueta. Para adelantar este trabajo conformamos un equipo interdisciplinario e intercultural, integrado por tres docentes de la Universidad Nacional, una socióloga, una antropóloga y una Psicóloga y tres estudiantes indígenas de las etnias Wayuu, Inga y Uitoto, de la misma Universidad.

Los tres pilares de la investigación lo constituyen el medio ambiente, la diversidad étnica y la educación, elementos fundamentales en la construcción de la identidad cultural y la nacionalidad. Retomamos las visiones indígenas no como un retorno nostálgico al pasado, sino para que a manera de bisagra de puente entre el pasado y el presente, permitan construir hacia el futuro nuevas propuestas que se puedan hacer viables mediante la educación ambiental de los niños, jóvenes y habitantes de nuestro país.

Metodología

Ha sido el método etnográfico y el diario intensivo como recurso para sondear la memoria étnica y reflexionar sobre las interacciones, el camino que nos ha permitido adelantar el trabajo y llegar a formular algunas conclusiones de la investigación, que han servido de base para desarrollar propuestas educativas en el campo de lo ambiental.

A continuación señalamos algunos resultados de la investigación- Concepto de Ambiente: La visión del Medio Ambiente en las tres etnias difiere de la visión occidental, en la medida que se plantea como una unidad hombre, sociedad, naturaleza. El hombre hace parte de la naturaleza y no es su amo, ni dominador absoluto. El hombre en estas culturas indígenas es parte integral y responsable de la naturaleza.- Concepto de Bienestar: Diverge del nuestro en la acumulación y dominio de los objetos o los otros, para centrarse en el grupo, en la colectividad y el manejo del Medio Ambiente con previsión hacia el futuro, en la búsqueda del Bienestar más allá del presente en un tiempo sin límites. Igualmente se hace evidente a través de la investigación, la valoración del sentido de pertenencia y la construcción de una identidad no solo personal sino de grupo.- La Interculturalidad, el reconocimiento del otro. A través de lo expuesto, es claro que las culturas representadas en las tres etnias señalan una apropiación del mundo distinta de la nuestra, una concepción del medio y del quehacer de los hombres, basada en la convivencia y en la búsqueda del bienestar más allá del presente. El conocimiento del mundo y de los otros avanza en la medida en que se adquiere un mayor conocimiento de sí mismos. Se parte de una visión holística, unidad integral entre hombre-naturaleza. El hombre es tan solo una parte de ella y no su artífice o su modificador absoluto.

El concepto de bienestar diverge del nuestro en la acumulación y dominio de los objetos o los otros, para centrarse en el grupo, en la colectividad y la preservación del medio para el disfrute (en el sentido amplio del goce y el regocijo) de los que vendrán, en un tiempo sin límites. Esa, por ejemplo, fue en un comienzo una de nuestras dificultades, y hoy parte de nuestro goce personal: la ausencia del afán en el trabajo de presentar resultados, de entrevistas, de charlas, de leer, de comentar. La extensión del tiempo en la confrontación.Aquí se evidencia la importancia de reconocer en los “otros diversos”, la complejidad de sus conocimientos y de sus experiencias acumuladas. De intercambiar, de aproximarse y entender que no solo nosotros aportamos al conocimiento del mundo y del medio, que los aportes y el conocimiento que ellos tienen, amplía y da otros rumbos a la construcción del mundo que hasta ahora hemos vivido.

Se hace evidente a través de la investigación la valoración del sentido de pertenencia y la construcción de una identidad no solo personal, sino de grupo.- La Construcción de la Ética Ambiental: Es a partir del reconocimiento del otro y el respeto por el otro, que lograremos hacer realidad una ética ambiental. En la medida en que entendamos que hacemos parte del medio en el que interactuamos como uno más de sus miembros. Una actitud responsable y de compromiso, es producto de una valoración a partir de lo propio, de lo que conforma la calidad de vida y el bienestar compartido por todos, al menos la mayoría de los miembros de un grupo.

¿ Cómo reconocer a los otros, valorar la diversidad y aprender de los demás?

La búsqueda de actitudes ambientales que permitan pensar, sentir y actuar, sólo es posible a través de una nueva forma de concebir el aprendizaje, aprender concebido como cambio en el comportamiento a cualquier precio no es la solución. La capacidad de aprender como sinónimo de manipulación casi ilimitada es, en nuestra sociedad función del éxito. Es esta la recompensa y el motivo único del aprendizaje olvidándonos de los demás impulsos productivos de la naturaleza humana, muchos de los cuales por no ser reconocidos, verbalizados y tenidos en cuenta, se convierten en el potencial improductivo que se acumula generando actitudes agresivas que irrumpen e inhiben las posibilidades de expresión del sentir y la valoración del propio individuo y su interacción con el medio.

Darle entonces un carácter distinto a la enseñanza, iniciar una pedagogía de la vida con los niños y jóvenes que hoy interactúan con nosotros a través del reconocimiento a sus propias necesidades e intereses, al valor propio de cada ser, de cada objeto con el que nos relacionamos y a la mutua dependencia que debe existir entre nuestras actuaciones y las de los demás, entre nuestros intereses y los de otros, como lo refieren nuestros investigadores indígenas, citando en sus lenguas los posesivos en primera persona no tienen mayor uso y más bien dan paso al colectivo, a la denominación plural de sentimientos y acciones que señalan un deseo, una esperanza, un presente y un futuro común. Siguiendo a Maturana “El aunarse de lo humano a lo humano, es en último término, el fundamento de toda ética como reflexión sobre la legitimidad de la presencia del otro”. (Maturana, 1990:209).

La investigación en este sentido nos muestra nuevos caminos de interacción y la tarea de construcción colectiva. Un trabajo utópico en principio, pero que deberá iniciarse por lo menos en el ámbito en que cada uno de nosotros se mueve y se proyecta. Las actitudes ambientales estarán encaminadas desde la pedagogía a la tarea de entretejer una dinámica de aprendizaje nueva; a partir de unos padres, unos maestros, unos mayores, capaces de pensarse como partes de un todo. De buscarse a sí mismos y luego de iniciar con el otro; hijo, alumno, otro, en fin, una búsqueda común de acciones y aconteceres.

La Educación Ambiental y los Medios de Comunicación

Los hombres y mujeres de este siglo hemos sido testigos de la revolución informática que ha traído consigo cambios tan grandes e impredecibles a todo nivel, que bien se pueden comparar con los ocurridos con motivo de la invención de la imprenta, o la revolución industrial y el gran impacto que tuvo para la humanidad. Las tecnologías modernas han transformado los conceptos de espacio y tiempo, de distancia, proximidad y velocidad, y han introducido cambios en las relaciones familiares, en la escuela y la universidad, en el trabajo y en la empresa y han permitido hacer del mundo “una aldea global” como lo ha señalado Mc Luhan. El concepto de “Aldea Global” lo presentó Mc Luhan (1964-1968) para destacar el papel protagónico y de cambio que significa la televisión, como

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medio de comunicación masivo. La televisión anula las distancias porque nos permite ver a tiempo real acontecimientos insospechados, que se están sucediendo en cualquier parte del planeta. Así desde el sillón de nuestra casa hemos observado la guerra del medio oriente, o los partidos de fútbol del mundial o los carnavales de Río de Janeiro.

Este poder percibir y ver hechos y acontecimientos de cualquier lugar del mundo, además de un valor real, tiene un valor psicológico “El ciudadano global, el ciudadano del mundo se siente de cualquier lugar y está dispuesto a abrazar causas de toda naturaleza y de todas partes. En No Sense Of place, Joshua Meyrowitz (1985) plantea este tema con minuciosidad. Según él nuestra proyección hacia el mundo nos deja sin sentido de lugar, la televisión fusiona comunidades distintas y de este modo hace de cualquier causa o cuestión un objeto válido de interés y de preocupación para cualquier persona del mundo entero”. (Sartori: 1998:118).

La muerte de la madre Teresa de Calcuta, la reciente celebración de la llegada del año 2.000, así como la destrucción de las torres gemelas, constituyeron acontecimientos compartidos por millones de ciudadanos de los cinco continentes, de diversas culturas, que a través de la televisión compartieron estos acontecimientos y estuvieron unidos por sentimientos de tristeza, de alegría, de dolor y angustia, en cada uno de los diferentes casos.

La televisión está homogenizando los modelos de vida y los gustos en todo el mundo. “Esta homogenización es innegable, aunque aún hay que calificarla, pero no modifica el problema planteado por el localismo y la aldeización. Podemos ser iguales en gustos, estilos de vida, ambiciones, criterios de éxito y otras cosas, y a la vez estar fragmentados. La homogenización podría acentuar el conflicto entre nuestras aldeas. Cuando nos sensibilizamos ante las mismas cuestiones pretendemos, por ejemplo, que basura, industria, contaminantes, prisiones se instalen o se desplacen a cualquier otra localidad . Como son necesarios, hay que encontrarles un lugar; pero no deseamos que sea en el nuestro. Cuando nos enfrentamos a un problema concreto, la aldea triunfa y se desvanece la idea de ser de cualquier lugar del mundo” (Sartori 1998: 121).

Estos cambios culturales nos conducen, hacia el futuro, a unas sociedades con novedosas relaciones interplanetarias que hoy difícilmente imaginamos. El mundo globalizado actual está redefiniendo sus fronteras y en este sentido como lo afirma Ortíz (1998), la importancia de los medios de comunicación es que han logrado una gran movilidad entre las fronteras, lo que les facilita unir a diferentes grupos de las sociedades nacional y global, lo cual les permite a su vez, crear cultura a nivel del planeta entero.

El gran nivel de comunicación interplanetaria, su interdependencia recíproca así como la identificación de problemas ambientales: la destrucción de la capa de ozono, la lluvia ácida, la contaminación atmosférica entre otros, han llevado a la necesidad de establecer valores y metas comunes que superen las particularidades culturales. Aunque cada cultura tiene sus propios parámetros de valoración, se ha creado un espacio común donde los valores de las diferentes culturas se encuentran, aunque tengan diversas perspectivas e interpretaciones sobre ellos.

Esta nueva situación de interrelación global ha permitido además tomar conciencia de la necesidad de plantear metas, que como en el caso del medio ambiente, pueden ser decisivas para la supervivencia misma de la especie. Al respecto Morín señala la necesidad de salvar el planeta que es nuestra casa: “Un planeta por patria? Sí, tal es nuestro enraizamiento en el cosmos. Sabemos, de ahora en adelante, que el pequeño planeta perdido es algo más que un lugar común a todos los seres humanos. Es nuestra casa, home, heimat, es nuestra matría y más aún, nuestra tierra patria. Hemos aprendido que nos convertiríamos en humo en los soles y quedaríamos congelados en los espacios. Cierto, podríamos partir, viajar, colonizar otros mundos, pero estos demasiado tórridos o helados, son sin vida. Es aquí que están nuestras plantas, nuestros animales, nuestros hijos, tenemos que conservar, tenemos que salvar la tierra - patria”. (Morín:1993: 75).

En este contexto la toma de conciencia de los ciudadanos en relación a lo ambiental cobra gran importancia. Es la razón por la cual la Educación Ambiental se hace indispensable en esta sociedad globalizada.

Nos corresponde a todos, desde nuestro rol, aportar en la solución de los problemas ambientales de nuestra sociedad e impulsar la educación, para lograr un cambio cultural, y en este propósito los medios de comunicación juegan un papel muy importante, por su contribución a la difusión ágil y oportuna de la información ambiental, así como al establecimiento de diálogos entre la sociedad civil y el Estado.La necesidad de contar con una información de calidad para garantizar la participación ciudadana la señala Gustavo Wilches: “Participar quiere decir ser parte de algo. La gente es parte de las comunidades y éstas son parte de los ecosistemas. De no serlo no resultarían afectadas por las decisiones. Sin información de calidad no puede haber participación eficaz. La información es poder y quien tiene acceso a la información tiene en consecuencia acceso al poder, es decir posibilidades de participar en los procesos de toma de decisión y en la toma de decisión de los procesos”. (Wilches: 1998: 27).

Igualmente los medios de comunicación pueden colaborar activamente con la educación ambiental en su tarea de incentivar la responsabilidad ciudadana y el conocimiento del entorno, de sus riquezas y potencialidades. Los medios de comunicación también pueden apoyar la educación no formal, al incidir en pro del ambiente sobre amplios grupos de población, por fuera de las aulas escolares, para que la educación ambiental se consolide como un propósito nacional y se articule la dimensión ambiental en la vida ciudadana.

Pero tal vez lo más importante es que los comunicadores y periodistas ambientales pueden rescatar el valor de la información y dejar saldos pedagógicos en la población que la recibe. El saldo pedagógico (Mockus, 1997) nos remite a los aprendizajes formales y no formales que la comunidad receptora del mensaje, va internalizando y ganando a medida que recibe la información. Esta ganancia se da en términos de conocimientos nuevos sobre una situación o problema, lo que a su vez influye en lograr ciudadanos mejor informados y con mayores posibilidades de participar en la solución de sus problemas ambientales y en la construcción de consensos intersubjetivos y sinergias colectivas.

En este sentido los comunicadores ambientales propician oportunidades pedagógicas, en la medida que asuman su rol de ciudadanos, educadores permanentes, a través de la divulgación de una información de calidad. En conclusión, es innegable el inmenso campo de acción de los medios de comunicación en la difusión y apoyo a la Educación Ambiental, y la conformación de Redes Virtuales de Educadores Ambientales que impulsen la construcción de una sociedad sustentable.

La Educación Ambiental y su Papel en la Estrategia de Cambio Cultural

La Educación Ambiental tiene un papel fundamental como estrategia de cambio cultural, para promover un desarrollo humano integral. Aunque no desconocemos que ella por sí sola no puede garantizar el cambio, el cual involucra las diferentes esferas sociales, económicas y políticas, sí se constituye en un elemento importante, para lograr las transformaciones que requiere una sociedad sustentable. La Educación Ambiental no se limita a la Escuela y la Universidad, es además compromiso de todos, de los políticos, los universitarios, las amas de casa, los obreros, los empresarios, los indígenas, los campesinos, los niños, los jóvenes y los ancianos. Todos los ciudadanos tenemos algo que hacer en relación al ambiente, que comprende no solo el proteger y manejar adecuadamente la naturaleza, sino lograr unas mejores relaciones humanas.

En la medida que esta educación implica una reformulación de actitudes, valores y prácticas de los individuos entre sí y de la sociedad en relación a su

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responsabilidad con el entorno, debe entenderse como un proceso donde existen diferentes niveles de sensibilización, concientización, capacitación y formación. El respeto a todas las formas de vida, punto de partida de una ética ambiental se inicia con el respeto al vecino, al compañero, al ciudadano, a nuestros descendientes, así como al árbol, se extiende al espacio público y a todo lo que implica convivencia en un contexto social.

Como lo afirma Maturana (1993), lo que nos hace realmente humanos es la posibilidad de comunicarnos a través del diálogo, de la palabra oral y escrita. Los seres humanos haremos de lo humano lo que de hecho hacemos al vivir. Lo que necesitamos es vivir en la dignidad que se constituye en el respeto por nosotros mismos y por el otro, como el fundamento de nuestro modo natural de ser cotidiano.

Lo humano no se alcanza desde la lucha, la competencia, el abuso o la agresión, sino desde la convivencia en el respeto, la cooperación y el compartir. Qué importante que se tuviera en cuenta estos postulados en momentos en que el planeta entero se encuentra amenazado por una guerra, fruto de la irracionalidad de un pequeño grupo de seres humanos. “La forma natural de ser de los seres humanos es construir, reconstruir, significar y resignificar formas culturales que son la forma de vida de los seres humanos”. (Noguera, 2000:142)

Estos componentes básicos de las relaciones humanas deben ponerse al servicio de una escala de valores, donde la búsqueda de una mejor calidad de vida y la construcción de una cultura ambiental sean la meta. Y como bien lo señala la Misión de Ciencia (1994:48), “Solo con la educación y las posibilidades de realización individual y de los grupos sociales que ofrecen el conocimiento y la construcción de la cultura, podremos aclimatar la paz, y asegurar la capacidad de vernos como ciudadanos del mundo, partícipes de un cambio cultural amplio y sutil... la verdadera ventaja competitiva sostenible que Colombia debe buscar con todo empeño es la que todos, individuos y organizaciones, aprendamos a aprender. Aprendamos a vivir en paz con nosotros mismos y con la naturaleza, a desarrollar todo nuestro potencial humano, y a crear participativa y colectivamente”.

De esta manera, la Educación Ambiental irá sembrando semillas de esperanza para un futuro más promisorio, basado en la rica diversidad natural y cultural de nuestro país. El aporte fundamental será la construcción de una cultura para la vida, una ética donde el hombre se reconozca no como amo y dominador sino como parte integral y responsable de la naturaleza. Actualmente, a pesar del gran desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la humanidad, el hombre ha perdido la perspectiva humana y el lazo que lo une a la “madre tierra” al considerarse externo y superior a ella y convertirse en muchos casos en su depredador, por lo cual se hace necesario un replanteamiento conceptual y vivencial, teórico y práctico, para que el hombre vuelva a considerarse parte de la naturaleza. Como señala Morín : “debemos abandonar la concepción insular del hombre. Nosotros no somos extra vivientes, extra animales, extra mamíferos, extra primates. Somos super mamíferos, super vertebrados, super animales, super vivientes...esa idea fundamental significa, de hecho, que no solamente la organización biológica animal, mamífera, etc., se encuentra en la naturaleza exterior de nosotros, sino que ella se encuentra también en nuestra naturaleza, al interior de nosotros. En efecto, nosotros somos integralmente los hijos del cosmos ( Morín, 1997:5 ).

En este sentido, la racionalidad se enriquece al reconocerse como natural y debe llevarnos a buscar tecnologías alternativas, desarrollos científicos, sociales y culturales armónicos con la naturaleza, partiendo del gran valor que la ciencia y la técnica, expresiones de la racionalidad humana, pueden aportarnos para lograr establecer unos nuevos equilibrios en la relación ecosistema - cultura. En palabras de Augusto Ángel, “la solución al problema ambiental no consiste en saber conservar, sino en aprender a transformar bien. La especie humana no tiene ninguna alternativa evolutiva, sino la transformación del orden ecosistémico. Ello no depende de la mala voluntad del hombre o de su incapacidad para comprender el orden natural. El orden humano también es parte del orden natural”. (Angel, 1996:105)

Finalmente

El manejo adecuado del ambiente, hace necesario un replanteamiento de las relaciones que hemos establecido como seres humanos a través de la cultura y con el entorno. En palabras de Augusto Angel, “la crisis ambiental moderna está exigiendo un cambio de piel... desde la tecnología hasta el mito”. En este orden de ideas, son diversos y complejos los interrogantes para los cuales no hay una sola respuesta; entre otros: ¿Es posible el desarrollo humano sostenible?, ¿Cómo construir modelos socioeconómicos propios y sustentables y cómo llevarlos a la práctica?, ¿Qué elementos deben tener?, ¿Cómo garantizar la participación de los diferentes estamentos sociales?, ¿Cómo cambiar los modelos de consumo?, ¿Cuál debe ser el papel de la Educación Ambiental en una sociedad en conflicto como la nuestra?, ¿Qué metodologías de educación ambiental pueden contribuir a un cambio cultural?, ¿Cómo promover una visión positiva del ambiente?, ¿Cómo construir una ética ambiental?, ¿Cómo fomentar valores ambientales?, ¿Qué hacer para incentivar la responsabilidad frente al entorno?, ¿Qué estrategias implementar para formar docentes y multiplicadores ambientales?, ¿Cómo vincular la Universidad a las problemáticas ambientales de la región?, ¿Qué nuevas metodologías emplear para incluir la dimensión ambiental como eje transversal en los diferentes niveles de enseñanza?, ¿Cómo lograr un cambio cultural?, ¿Qué elementos priorizar en busca de ese nuevo camino?.En fin, son más los interrogantes que las respuestas y solo en la medida que avancemos en el pensamiento y la educación ambiental, iremos sembrando semillas para el cambio cultural y el logro de una sociedad justa en lo social, equitativa en lo económico y sustentable en lo ambiental.

HERRAMIENTAS METODOLÓGICAS PARA EL TRABAJO EN EDUCACIÓN AMBIENTAL :Desde una perspectiva interdisciplinaria, es necesario trabajar conjuntamente con metodologías que permitan acceder a la complejidad ambiental.Las preguntas que frecuentemente nos planteamos desde la Educación Ambiental, no encuentran respuestas suficientes y completas a través de los métodos utilizados en las ciencias naturales.Es por esto que para desarrollar un trabajo en Educación Ambiental, sin desconocer el valioso aporte de las ciencias naturales, se requiere también, tener en cuenta las herramientas metodológicas proporcionadas por las ciencias sociales, algunas de las cuales tratamos de esbozar brevemente a continuación.

El Método Etnográfico

A comienzos del Siglo XX, los antropólogos Bronislaw Malinowski en Inglaterra y Frans Boas en Estados Unidos, propusieron el método etnográfico como instrumento o forma de investigación social. (Pineda, 1987). Mediante este método, el investigador busca información detallada de los diferentes aspectos de la vida de un grupo humano, a través del trabajo de campo. El trabajo de campo se constituye en el camino que le permite al etnógrafo obtener información de los diferentes aspectos de otra cultura.

En esta tarea, la observación constituye un elemento fundamental para el investigador, la cual debe estar mediada por una teoría. El ver y describir es una actividad dialógica, en la medida que sólo se puede ver, lo que existe como contexto, en el espacio del observador. Lo visto puede describirse para ser convertido en texto, en el diario de campo. El trabajo del etnógrafo se ha comparado al de un traductor, que permite acceder a una cultura a personas que no pertenecen a ella, o también al de un lector de textos, considerando la cultura como un conjunto de ellos, y “al etnógrafo como el que quiere leerlos por encima del hombro de aquellos a quienes pertenecen realmente”. (Geetz, citado por Pineda, 1987:102)

Franz Boas buscaba en la antropología la estrecha vinculación con la lingüística, la arqueología, la antropología física, la etnohistoria y la antropología social, mientras Bateson creaba los vínculos a través de la teoría del doble vínculo, con la psicología, las ciencias de la conducta y la biología, lo cual señala la importancia del trabajo interdisciplinario en todas las disciplinas.

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Los antropólogos, mediante la etnografía, indagan y conocen sobre la cultura de una comunidad o también obtienen datos sobre algún tema o problema específico de ese grupo humano. De manera sucinta, el método etnográfico, propuesto desde la antropología, es un camino a seguir en las investigaciones sociales y culturales cuyo objetivo de estudio son las comunidades y grupos humanos.

Existen dos líneas: la etnografía positivista que se orienta más hacia lo empírico y busca los datos objetivos y la etnografía estructuralista que pretende captar la realidad de manera integral y conjunta, teniendo en cuenta el contexto en el que se encuentran inmersos los grupos humanos y las comunidades. Con el método etnográfico se busca seleccionar y ordenar lo observable a partir de una conceptualización propia del objeto estudiado. Se lleva a cabo mediante técnicas de campo que son complementadas con referencias a la totalidad social, la cual señala las relaciones internas y externas que allí se establecen.

El etnógrafo al superar el espacio físico y temporal - formal de la investigación, logra reconstruir procesos y relaciones sociales que no se captan a primera vista. El etnógrafo es un investigador que describe situaciones apoyándose en la experiencia vivida con las comunidades y registrada en su diario de campo, complementada con las entrevistas estructuradas y no estructuradas y a profundidad, así como con otra serie de herramientas metodológicas, que le van dando pautas para comprender, desde su realidad esa “otra cultura diferente”.

Una vez recogida la información es necesario organizarla y volverla a contrastar con nuevas charlas y entrevistas lo que le permite separar, encajar, comparar y revisar las notas de campo y los registros utilizados como guías analíticas durante la investigación. El resultado final debe ser la interpretación de los resultados, en un contexto amplio y coherente.

Recapitulando, el método etnográfico involucra entonces: Trabajo de campo para observar, compartir y participar en la vida cotidiana de la gente. Entrevistas largas y a profundidad que pueden generar “Historias de vida”. Registro de las experiencias a través de un diario de campo. Delimitación de taxonomías y documentación estadística.

El método etnográfico aplicado a la Educación Ambiental permite acercarse a las comunidades y grupos humanos para conocer su historia, sus tradiciones, sus mitos, su cosmovisión, sus representaciones, su comportamiento en relación al manejo de los recursos naturales y en fin sus potencialidades ambientales en diferentes aspectos, por todo lo cual este método constituye un recurso muy pertinente y valioso en el trabajo ambiental.En la investigación sobre etnias y medio ambiente adelantada desde el IDEA, que hemos descrito en la primera parte de este libro, el método etnográfico constituyó el camino que nos permitió acercarnos al conocimiento de la filosofía ambiental de tres comunidades indígenas colombianas.

Diario de Campo y Diario Intensivo

Con relación al método etnográfico se han planteado diferentes interrogantes como los siguientes: De qué manera logra el investigador acceder a la Visión del otro? Y realmente si lo logra? Cómo puede transmitir a otros ese conocimiento? Es realmente el papel del etnógrafo el de un traductor o va más allá? Hasta dónde se puede involucrar, como ser humano que siente y percibe, en la investigación de los otros?El papel del antropólogo como traductor se ha ido cambiando hacia la del investigador que interpreta y hace juegos de representación, o la de observador /constructor / actor. Pero llegar a estos planteamientos ha requerido un largo proceso de investigaciones antropológicas desde diferentes lugares del mundo.

Algunos investigadores han buscado resolver la dicotomía Objetividad–Subjetividad mediante el planteamiento Etic–Emic, del lingüista Kenneth–Pike, quien establece la distinción en el estudio de la fonética–fonémica de una lengua, planteamiento que se integró al método etnográfico. En este sentido, el investigador debía señalar si en la selección e interpretación de una información se trataba de operaciones “némicas” cuando se refería a la información aportada por el informante o investigado, la cual tenía el carácter de real y significativa para él y “nética” cuando la información se producía por el científico o investigador y en ese caso era significativa para éste.

Sin embargo, algunos investigadores cuestionaron la distinción entre “emic” y “etic” señalando la gran dificultad de lograr una descripción “émica” en un estricto sentido, lo cual es imposible porque aún en la traducción se proyectan categorías al campo estudiado (Feleppa, 1986, citado por Pineda, 1987:104).

En 1970, el método reflexivo, señala el carácter reflexivo de la investigación, cuando reconoce que los investigadores somos parte del contexto cultural que estudiamos y en este sentido más que establecer una tajante dicotomía con ese contexto, podemos analizar los efectos de esa participación en ese mundo social donde estamos involucrados trabajando, lo cual nos lleva a señalar que el investigador constituye él mismo su instrumento de investigación por excelencia.

Arocha ha propuesto el “autocontrol valorativo” para el investigador, como elemento importante en su proceso de conocimiento. Mediante este proceso de autocontrol, al cual accede a través del “diario intensivo”, diseñado por el psicólogo Progoff (1984), el investigador se mantiene calibrado y puede interactuar con el otro. Este tipo de diario, que es una propuesta de ampliación y complementación del diario de campo tradicional del etnógrafo, además del registro de las observaciones culturales de la comunidad, registra las percepciones, sensaciones y descripciones interiores de los investigadores, las cuales anteriormente no se explicitaban en las investigaciones etnográficas.

Esta nueva opción permite al investigador adoptar el papel de investigado, e integrar su experiencia en la interacción etnográfica. Igualmente el rol del investigado u observado se transforma en investigado / investigador, que le permite a su vez, autosondear su memoria étnica y personal, al mismo tiempo que reflexionar sobre sus interacciones. Tanto investigadores como investigados se transforman en observadores / actores / constructores. “El desarrollo de este proceso traslada el locus de la generación de conocimiento y también de objetividad al proceso intersubjetivo que se da entre estos actores. Esto involucra lo que Carrithers ha denominado la búsqueda de “Consensos intersubjetivos” respecto a las pertenencias de uno y otro”.

En este contexto han surgido nuevas formas de presentación donde “no es una vergüenza que el yo del investigador irrumpa en su texto, no solamente en calidad de testigo, sino también en cuanto sujeto que experimenta en sí mismo su entorno cultural y social”. (Pineda, 1987:103).El recurso metodológico del “Diario Intensivo” lo utilizamos en la investigación sobre etnias y medio ambiente que venimos adelantando desde el IDEA, con un grupo interdisciplinario e intercultural, donde participan estudiantes indígenas de la Universidad Nacional 18 y que tiene por objeto indagar y conocer la visión que sobre lo ambiental tienen tres grupos étnicos colombianos a través de su cosmovisión y el manejo que hacen de sus recursos naturales.

Historias de Vida

En palabras de Pierre Bourdieu, “la historia de la Vida es una de esas nociones del sentido común que han entrado de contrabando en el universo erudito, sin bombo ni platillos, en el de los etnólogos y luego, más recientemente y no sin estruendo, en el de los sociólogos. Hablar de Historia de Vida es presuponer por lo menos, y eso es todavía poco, que la vida es una historia y que, como en el título de Maupassant, Una Vida, una vida no se puede separar del conjunto de los acontecimientos de una existencia individual, concebida como una historia y el relato de dicha historia”.

La historia de vida es un relato autobiográfico, construido mediante entrevistas estructuradas y no estructuradas y diálogos sucesivos que van tejiendo el testimonio subjetivo de la vida de una persona, sobre los acontecimientos de su propia existencia y las valoraciones que hace de ellos en un contexto social y

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natural determinado, y que refleja, a través de su vida, la de su comunidad. En la elaboración de la Historia de Vida, el investigador asume, con el investigado, el papel de inductor o incitador de la narración. Una vez terminada la historia, la edición y publicación de la misma, involucra tanto al investigador como al investigado, en un proceso conjunto de revisión y adecuación del texto, tanto para ordenar la información del relato, como para sugerir al informante complementar aspectos que han quedado inconclusos, poco desarrollados o descontextualizados.

Este proceso de revisión a veces se hace largo y dispendioso, lo que obliga a la utilización de repetidas grabaciones y transcripciones antes de la edición y publicación final. Esta experiencia la vivimos en la investigación sobre Etnias y Medio Ambiente desde el IDEA, cuando al iniciar el trabajo con investigadores indígenas, cuya tradición es fundamentalmente oral, se hizo necesario optar por el uso intensivo de grabadoras y posteriormente de transcripciones sucesivas, antes de publicar el libro “Visiones del Medio Ambiente a través de Tres Etnias Colombianas” (1998), donde incluimos las historias de vida de los investigadores indígenas de las etnias Wayuú, Inga y Uitoto..

Con las historias de vida se puede recrear un contexto social que trasciende lo privado. “La individualidad de cada una, no son impedimento para la generalización y más bien, se convierte en un documento vital en la construcción de conciencia, enfatizada por la variedad de experiencias. Son, a su vez, un desafío a la categorización rígida de lo privado y lo público, así como de la memoria y la realidad” (Samuel y Thompson, 1990).Ese recrear el contexto social lo comprobamos en la investigación sobre etnias y medio ambiente, a la cual nos hemos venido refiriendo, porque se perciben muchos elementos de las comunidades indígenas a través de las historias de vida de sus integrantes.Según Alfredo Molano, que ha venido trabajando con base en la historia oral de personas de nuestro país: “Lo que realmente me parece válido es lo que los testimonios pueden recoger de la vida real de la gente real. No sólo de sus pensamientos, de sus ideas, sino sobre todo de sus sensaciones, de sus sueños, de sus perspectivas, de sus posibilidades, de toda la cadencia y toda la sustancia que realmente vive en la gente”. Y con relación a la utilidad del método y técnica de la historia oral, señala: “creo que las historias de vida o las historias locales son un espejo donde las comunidades se miran...y toman conciencia... por eso a mi se me hace importante esta metodología como un instrumento de organización social” (Molano, 1990).

Con el aporte del testimonio individual sobre un determinado tema, las historias de vida contribuyen a fortalecer la dimensión cualitativa de las ciencias sociales. Constituyen una técnica de recopilación y análisis de hechos sociales y vivencias que pueden ser utilizadas desde diferentes metodologías y concepciones epistemológicas. Son un excelente recurso a tener en cuenta en los diferentes trabajos de Educación Ambiental.

Representaciones Sociales.

La teoría sobre representaciones sociales, que tiene su base en los planteamientos de Moscovici (1961) ha tenido posteriores desarrollos, dando cabida a metodologías y técnicas de investigación de gran utilidad en las ciencias sociales. Según Moscovici y Jodelet, las representaciones sociales deben ser analizadas en relación con los procesos de la dinámica social y de la dinámica psíquica: “debemos tener en cuenta, de un lado el funcionamiento cognitivo y el del aparato psíquico, del otro el funcionamiento del sistema social, de los grupos y las interacciones, en la medida en que ellas afectan la génesis, la estructura y la evolución de las representaciones” (Jodelet, 1989:41).

En la construcción de las representaciones sociales, intervienen los procesos mentales cognitivos, de carácter individual y los procesos de interacción y contextuales, de carácter social. En este sentido, las representaciones sociales constituyen el producto y proceso de apropiación de la realidad, como elaboración psicológica y social, que los seres humanos hacen de la misma.

En cuanto aproximación metodológica, la teoría de Moscovici (1961) es bastante rigurosa, teniendo en cuenta las exigencias de la ciencia moderna, pero abriendo espacios a enfoques interdisciplinarios, desde la antropología, psicología, lingüística, psicoanálisis, combinando técnicas de recolección de análisis de datos tanto cuantitativos como cualitativos, y reconociendo la relatividad de la objetividad científica. Todo lo cual le aporta una gran riqueza a su teoría sobre Representaciones Sociales.

Marcos Reigota (2001) ha trabajado el tema, aplicando las Representaciones Sociales al campo teórico práctico de la Educación Ambiental, desde su trabajo docente en la Universidad de Sorocaba en Brasil. En una de sus investigaciones se propuso conocer las representaciones sociales de sus alumnos en relación al medio ambiente, antes de iniciar un proceso de formación en Educación Ambiental, lo cual le permitió orientar, con elementos acertados, el proceso de formación, obteniendo mejores resultados.

Modelos Mentales

Las representaciones sociales se manifiestan a través de modelos en las mentes individuales. Los modelos mentales son representaciones de acontecimientos y de experiencias registradas en la memoria personal. En este sentido los modelos son personales y subjetivos. “Ellos comprenden las interpretaciones personales y las experiencias de las acciones, los acontecimientos y los discursos sobre tales episodios, y esto es válido para todas las prácticas sociales”. (Van Dijk, 1998:109)En los modelos mentales se manifiesta la percepción que las personas tienen de sus vivencias, sus opiniones y representaciones; es decir la forma como experimentan los diferentes acontecimientos de su vida y su historia personal. También los planes hacia el futuro se pueden considerar como un tipo de modelos mentales. En los modelos intervienen, además de los elementos de la esfera de lo individual, los que hacen relación a la esfera social, es decir todo el acervo de conocimientos y experiencias socialmente compartidas. En este contexto, los modelos mentales constituyen el puente entre lo individual y lo social, entre lo particular y lo general, entre las representaciones sociales y las prácticas individuales que los manifiestan.

Un elemento a tener en cuenta es la posibilidad que existe de hacer variaciones y cambios a los modelos mentales, lo cual es de suma importancia tener presente en todo trabajo de Educación Ambiental.

Mapas Mentales

Nuestra reacción ante los hechos se presenta no en función de cómo son, sino de cómo los percibimos. El comportamiento depende más de la percepción de la realidad que de la realidad misma. La percepción se manifiesta ante un escenario que nos estimula y de acuerdo a nuestros patrones culturales.

La dimensión simbólica contextual de percepción de la realidad y de procesos psicosociales está en la base del comportamiento humano, por lo cual es de gran interés tenerla en cuenta para cualquier intervención en educación ambiental. En este contexto se inscriben los mapas mentales, los cuales son esquemas cognitivos elaborados de acuerdo a nuestra percepción; constituyen un reflejo de la realidad y en este sentido permiten establecer relaciones. Tienen las cualidades de un esquema conceptual: son resistentes al cambio y tienden a mantenerse estables en el tiempo.El arquitecto Lynch en 1960 logró plasmar en mapas mentales la imagen de la ciudad, percibida por sus habitantes, señalando sus límites, caminos, hitos, mojones, nodos y áreas; aportando resultados novedosos en el campo de las ciencias sociales. Introdujo en su estudio métodos nuevos, como la Cartografía Gráfica y Verbal.

No podemos calificar los mapas mentales como buenos o malos, porque ellos solamente muestran nuestra percepción de un lugar. Nos permiten conocer la imagen más característica de una ciudad, o de un espacio. Ver su forma y sus puntos relevantes. Mirar los diferentes elementos y compararlos.

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Son muy útiles para conocer las imágenes mentales y las percepciones de una comunidad o grupo humano en relación a su territorio, a su entorno cotidiano. Igualmente útiles para precisar los elementos simbólicos que confieren identidad a un lugar. En nuestro país se han utilizado para el estudio de la ciudad de Bogotá, con interesantes resultados. Marcel Zimmermann (1995) al aplicar los mapas mentales a los habitantes de Bogotá, encontró resultados similares a los que Lynch identificó en ciudades como Boston, París y Roma y además encontró categorías cognoscitivas nuevas, tales como la figura humana en diferentes situaciones sociales, el hacinamiento de vehículos y los elementos de la naturaleza verde y atmosféricos, por lo cual se pudo identificar lo que pudo interpretarse como elementos culturales propios de la población bogotana. Esta investigación permitió orientar programas y campañas de Educación Ambiental y Cultura CIudadana.

Por su parte Armando Silva (1998) realizó un trabajo sobre Imaginarios Urbanos, Cultura y Comunicación: “De la Ciudad Vista a la Ciudad Imaginada”, en la ciudad de Bogotá, con interesantes resultados sobre las percepciones que los capitalinos tienen de su ciudad. Referencia las identidades, acontecimientos, ensoñaciones, proyecciones y metas que construyen los habitantes de la Capital y señala a los imaginarios como un camino para entender el espacio, no sólo como geografía, sino como historia y cultura. Actualmente, desde el IDEA pretendemos, aplicando los mapas mentales, hacer un trabajo de investigación sobre la percepción que la comunidad de profesores y estudiantes tiene acerca del campus universitario.

La investigación estará orientada hacia tomar nota pormenorizada y registrar los comportamientos de la comunidad universitaria en el campus, buscando explicaciones tanto de la plataforma perceptible que los inspira, como del proceso de retroalimentación que puede contribuir a fortalecer dicho esquema hacia mayores niveles de apropiación, identidad, pertenencia y compromiso en la utilización del campus.

Mapas culturales

Los mapas culturales constituyen una herramienta metodológica que a partir de un cuidadoso trabajo etnográfico que tiene como soportes la observación participante, las entrevistas, las encuestas estructuradas y ejercicios de participación colectiva, en torno a un lugar, identifican códigos, símbolos e imaginarios de los habitantes de ese sitio o lugar. Con los mapas culturales se busca localizar y situar en un espacio geográfico los elementos que intervienen en las relaciones de los actores sociales, con su entorno y con ellos mismos. En otras palabras se trata “de ubicar sobre un plano cartográfico, la distribución espacial que en la vida cotidiana tienen códigos, símbolos e imaginarios, explicando el significado y determinando la prioridad que, para los grupos y sectores sociales en cuestión, tiene cada uno de los elementos identificados”. (Niño, Chaparro 1998:5).

Con los mapas culturales se obtiene además del plano con las convenciones establecidas de antemano, la descripción y explicación de los elementos allí señalados, su historia y significado, en un contexto espacio-temporal determinado. De acuerdo a la orientación que se le quiera dar al mapa, se destaca el aspecto que se debe investigar, por ejemplo, la relación de los jóvenes con las autoridades de la comunidad, o de los niños con los espacios públicos del barrio o localidad.

En este contexto los mapas culturales se constituyen en documentos que permiten sistematizar la información cualitativa de un lugar, al mismo tiempo que retratan la vida cotidiana de sus gentes. Como se realizan en un espacio geográfico y en un tiempo determinado, es necesario actualizarlos periódicamente para captar las transformaciones culturales que se van registrando en el tiempo, dado que la cultura es un proceso vivo en constante construcción. Los mapas culturales son de gran utilidad en procesos pedagógicos, así como en la orientación acertada de la gestión ambiental local, porque permiten establecer una estrecha interacción entre la vida institucional y la vida cotidiana, teniendo en cuenta el entorno natural y humano de las comunidades.

Un ejemplo práctico de este tipo de trabajo es el realizado por el Observatorio de Cultura del Distrito Capital en el sector de Jerusalén en Bogotá (1998), que aportó como resultado un Proyecto Urbano Piloto para este sector de la capital. También en el Proyecto Interinstitucional IDEA – Ministerio de Educación Nacional, llevado a cabo en 1996, en el cual elaboramos conjuntamente los materiales didácticos Mapa y Cuaderno Ambiental “Re – Conozcamos Nuestra Ciudad” para apoyar el trabajo de Educación Ambiental en Bogotá, buscamos identificar los elementos culturales y naturales propios que dan sentido de pertenencia a los niños y jóvenes del Distrito Capital.

Identificamos el semáforo como el símbolo urbano que permite calificar en el mapa la magnitud de los problemas ambientales, de acuerdo a la escala de color rojo, amarillo y verde. Ubicamos escenarios de la vida cotidiana de los niños, de acuerdo a los imaginarios de los habitantes de diferentes lugares de la capital. Bordeamos el mapa con una cenefa que rememora dibujos de la mitología Muisca, como elemento de identidad cultural.

En este proyecto, el mapa ambiental constituyó un recurso didáctico de gran utilidad para los docentes y los estudiantes bogotanos. Klaus Shütze (2001), desde el Instituto de Investigación Alexander Von Humboldt, adelantó un trabajo con maestros y estudiantes de educación básica, con la metodología de Investigación – Acción Participativa, en Villa de Leyva, en el cual a partir de numerosos talleres y salidas de campo con la comunidad educativa de la localidad, se construyeron “mapas” para actualizar y sistematizar la información ambiental de las veredas. Esta información se refería a la cobertura vegetal, la biodiversidad, la hidrografía, el ordenamiento territorial y la cartografía, entre otros temas. También se ubicaron en los mapas, aspectos culturales y simbólicos de las comunidades.

Este trabajo de Educación Ambiental ha sido de gran utilidad en la gestión ambiental, contribuyendo al conocimiento para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad, y vinculando procesos de investigación y gestión local en el municipio de Villa de Leyva.Los baquianos en la investigación

Un recurso interesante a tener en cuenta en las investigaciones culturales, es el de incluir en el grupo de investigación a personas no formadas en la academia, pero que tienen un conocimiento práctico, dado por su experiencia y sus vivencias en el contexto cultural en el que se mueve la investigación. En este sentido no se trata de informantes sino de personas que se integran de lleno a los equipos de investigación, porque son los conocedores del “camino” que se pretende recorrer.

A estas personas se le ha dado el nombre de “baquianos”23 para hacer relación a quienes conocen los caminos, caminos que el investigador cultural trata de comprender. La perspectiva del “baquiano”, complementa y enriquece la mirada del investigador. Cada uno aporta desde su punto de vista, el primero desde la práctica cotidiana y el segundo desde la teoría y su práctica investigativa.

Desde el punto de vista metodológico es muy importante la participación de los “baquianos” en el grupo de investigación, porque son personas que habitan en el barrio y en la localidad y por esta razón conocen con mayor detalle los rasgos culturales y la historia de las comunidades, contribuyendo a profundizar en el reconocimiento del entorno, que el investigador puede omitir o tardar más tiempo en encontrar. Los estudiantes de las etnias Wayuú, Inga y Witoto que participaron en la investigación “Visiones del Medio Ambiente a través de Tres Etnias Colombianas” (1998) que adelantamos desde el IDEA, y a la cual nos hemos referido anteriormente, a la vez que se desempeñaron como investigadores, cumplieron su papel de “baquianos” en el equipo interdisciplinario de investigación, mostrándonos el camino más acertado para establecer un valioso “diálogo de saberes” con sus comunidades indígenas en relación a lo ambiental.

Ese Diálogo de Saberes debe caracterizarse por no ser jerarquizado. La política de investigación ambiental del Ministerio del Medio Ambiente, ha dado apertura a otros tipos de investigación (modo dos), donde el diálogo de saberes y la participación de las comunidades es reconocida y ocupa un papel importante en el trabajo ambiental.

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Mingas de Pensamiento

Minga es un vocablo indígena utilizado para designar el trabajo voluntario que realiza un grupo solidariamente, con el fin de llevar a cabo una obra, como una carretera, una escuela, una casa, en beneficio de la comunidad. Las mingas son una forma de acción comunitaria donde el grupo une esfuerzos para trabajar por el interés común, se comparte y se acompaña en la realización de una tarea. Con base en estas experiencias, se ha extendido el término para designar las jornadas de reflexión o discusión sobre temas importantes para las comunidades. En la Universidad Nacional, los estudiantes indígenas lo han utilizado para convocar a la discusión y análisis de temas que competen a su presencia en la Universidad, su compromiso con las comunidades y sus acciones dentro y fuera como jóvenes que transitan entre culturas y mundos diversos, dando el nombre de “mingas de pensamiento” a esas jornadas.

Es así como el 20 de marzo de 2002 se llevó a cabo en las instalaciones del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, con el apoyo del ICFES, la “minga de pensamiento” propuesta por los estudiantes indígenas y coordinada por el programa Paes.En esta minga, donde participaron alumnos de la Universidad Nacional pertenecientes a las etnias: Pastos, Kamentsá, Wayuú, Yanacona, Sikuani y algunos profesores vinculados al programa Paes, se reflexionó sobre cómo se construye, se interpreta y representa la interculturalidad para los estudiantes indígenas y cuál es su papel en la Universidad Nacional.

El intercambio de experiencias y el reconocimiento de los saberes propios de cada grupo étnico, así como el trabajo interdisciplinario, enriquecieron la jornada y dejaron las puertas abiertas para nuevos temas de reflexión. En los trabajos de educación ambiental, las mingas de pensamiento se constituyen en un recurso muy interesante para socializar experiencias, analizar información y hacer aportes colectivamente sobre un tema, propiciando el diálogo de saberes. Desde el IDEA estamos proponiendo un proyecto para adelantar mingas de pensamiento con estudiantes indígenas con el fin de indagar sobre las diversas concepciones que tienen sus comunidades acerca del agua, así como el sentido ético de conservación y manejo y sus posibles proyecciones en la educación ambiental.

La Investigación Participativa

La investigación participativa es un método que involucra a los beneficiados de la misma, en la producción de conocimientos. Este método implica un proceso de aprendizaje. Según Bourdieu (1984), la praxis constituye el fundamento de la objetividad. En esta perspectiva, se enmarca “la Investigación Participativa diseñada por Fals Borda, quien propone un conocimiento vivencial que supere la oposición sujeto / objeto; mediante una práctica colectiva de investigación compartida con los objetos de estudio, se construye una imagen social que dé cabida al innumerable conjunto de conocimientos subyugados, un problema que se plantea íntimamente ligado a sus formas de representación o asimilación por el grupo destinatario del conocimiento” (Pineda, 1987:104).

De manera resumida se puede afirmar que la investigación participativa es un método educacional y un instrumento valioso de concientización.El estudio de los fenómenos sociales (hechos y procesos), se puede llevar a cabo a través de la comparación en la dimensión histórica, es decir, la comparación en el tiempo de una situación social y la comparación de las relaciones económicas, sociales y culturales, en la sociedad de la cual forma parte. El papel del investigador es contribuir a la formulación de las teorías que expliquen la realidad social desde su perspectiva histórica y traducir estas teorías a la realidad concreta de los grupos y comunidades con los que trabaja, para interpretar la realidad y formular acciones para transformarla.

Un proceso de investigación – acción participativa involucra a la comunidad en todo el proyecto de investigación, desde la formulación del problema hasta la interpretación de los resultados y la discusión de las soluciones.Como lo señala Fals Borda, el problema a investigar es definido, analizado y resuelto por los afectados, permitiendo develar la propia realidad social, como sujetos activos del conocimiento y en beneficio de las personas involucradas. La acción es fuente de conocimiento para los grupos involucrados, acerca de su propia realidad. El proceso de investigación participativa es un proceso dialéctico, un diálogo, a través del tiempo y no una imagen estática de un momento en el tiempo.

Condiciones para la participación

Según Fals Borda25 , es necesario tener ciertas condiciones para la participación: Se necesita estar informado No puede ser efectiva sin un grado mínimo de organización Se requiere formar parte y tomar parte en algo Cobra relevancia cuando se trata de influir o tomar parte en las decisiones

Características de la investigación participativa: Se pueden señalar como características de este tipo de investigación: Una acción compartida con retroalimentación de los resultados en cada caso.Una metodología dinámica e interactiva (con procesos de ida y vuelta

entre los técnicos y la comunidad). Una investigación formadora (análisis por la comunidad de sus problemas y de su situación): es decir, una actividad educativa, que combina aspectos

informativos y formativos. Una investigación permanente. En este contexto los resultados no pueden ser definitivos, pues las necesidades cambian y se transforman. Es un proceso permanente de investigación –acción. La acción crea necesidades de investigación.

La investigación participativa se basa muchas veces en las acciones que se están llevando a cabo, o acompaña las acciones que se van realizando. La investigación participativa nunca va aislada de la acción, ya que no se trata de conocer por conocer, sino de transformar la realidad, con la participación de los actores sociales involucrados. Esta metodología constituye un valioso recurso a tener en cuenta en los trabajos de Educación Ambiental. La propuesta de Capacitación para Actores Sociales en Regiones SINA, que incluimos al final de esta segunda parte, tiene como base la metodología de investigación – acción participativa, para involucrar responsablemente a las Instituciones y Comunidades Regionales en la construcción del futuro sustentable en su región.

Modelo de Investigación Rural – Urbana – Agraria

El modelo de investigación propuesto desde el IDEA Manizales por un grupo de profesores liderados por Patricia Noguera, surge de la investigación sobre el perfil Ambiental Agrario de Caldas, desarrollado con el apoyo de Colciencias entre los años 1998 y 2000. Este modelo al mismo tiempo que presenta aspectos interesantes, abre las puertas hacia la complejidad ambiental, mostrando caminos nuevos y señalando opciones diversas y amplias para acceder a los temas ambientales.

Con base en la filosofía contemporánea, la investigación toma los conceptos de complejidad, rizoma y magma que a su vez tienen su origen en tres disciplinas: las matemáticas, la botánica y la geología. (Noguera 2002:12). El concepto de Rizoma, elaborado por Deleuze y Guattari, en su texto Mil Mesetas (1994) y Magma por Castoriadis, en su trabajo La Institución Imaginaria de la Sociedad (1989), permitieron al grupo acercarse a observar las relaciones entre lo rural, lo urbano y lo agrario, como un flujo permanente y complejo donde los elementos sociales, económicos, políticos, culturales y naturales se entrelazan, a semejanza del tejido de una red, cambian y se transforman no de manera lineal sino diversa, rizomática, magmática y compleja, logrando explicaciones y análisis más profundos y cercanos a la realidad. Es así como el modelo permitió ampliar la metodología de cuenca con la cual se trabajó el perfil ambiental agrario.

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APORTES PROPIOS DE LOS PROYECTOS AMBIENTALES

Un buen número de trabajos de Educación Ambiental se desarrollan a través de Proyectos Ambientales Escolares, adelantados desde los establecimientos educativos y Proyectos Ambientales Ciudadanos Procedas, llevados a cabo por grupos y organizaciones de la sociedad civil, por lo cual consideramos importante incluir a continuación los aportes específicos que todos estos proyectos ambientales dejan a su paso.Los proyectos ambientales tienen como propósito fundamental contribuir a la solución de los problemas concretos de la realidad nacional, regional y local, en un contexto y tiempo determinados. Se diferencian de otros y a la vez se caracterizan, por sus ventajas comparativas, las cuales aportan ganancias o valores agregados a quienes participan en ellos, como son los siguientes:

1. Socialización de la información2. Ampliación de la participación3. Saldos pedagógicos.4. Consolidación de procesos de democratización

1. Socialización de la Información: La socialización de la información en los proyectos ambientales, se refiere al acceso que deben tener las comunidades involucradas en los mismos, a la información técnica del proyecto, en sus diferentes etapas.Como se afirma en la Agenda 21 “En muchos países la información existente no se aprovecha de manera adecuada, para la sensibilización pública y la participación en la toma de decisiones”(Sato: 1997:95).

En palabras de Wilches: “Sin información de calidad no puede haber participación eficaz. Muchas veces los actores que intervienen en un proyecto ambiental, concurren al mismo sin información adecuada en cantidad y calidad, lo cual le resta posibilidades a la participación en términos de su eficacia, es decir en su capacidad para convertirse en factor de sostenibilidad” (Wilches, 1998:31).

La forma como frecuentemente circula la información en los procesos de gestión ambiental, no facilita los diálogos de saberes. En otras ocasiones la carencia de información no solamente les impide a algunos actores conocer sus posibilidades de participar en un determinado proceso, sino la existencia del proceso mismo, del cual solamente se enteran cuando comienzan a padecer sus consecuencias de manera irreversible.

En los proyectos ambientales la información debe tener las siguientes características para cumplir su función socializadora:Oportunidad:Estar disponible para los actores sociales en el momento (con la anticipación necesaria para lograr su difusión, comprensión y discusión) y lugar donde se necesita.Calidad: En su contenido, la información debe ser rigurosa y veraz y reflejar distintas ópticas alrededor de un mismo problema.En su forma, debe ser clara y comprensible para quien la requiere, sin que por ello pierda ni profundidad ni rigor conceptual.Accesibilidad: Quienes requieren la información deben tener posibilidad de acceder a ella y hacer efectiva dicha posibilidad.Retroalimentación:La información como proceso interactivo y de doble vía, debe facilitar que el usuario sea a su vez generador de nueva información, que re-alimente el proceso a través de los diálogos de saberes, de la valoración del saber de los otros y el reconocimiento de las limitaciones de los saberes propios.

La apertura hacia la participación de los individuos y colectividades, característica del proyecto ambiental, hace posible además la socialización de la información en diferentes escenarios y contextos. De esta manera la información acerca del problema a solucionar, sus antecedentes y sus causas, fluyen por canales de doble vía desde y hacia las comunidades, permitiendo un más amplio conocimiento de los diferentes aspectos del problema. (Ver gráfico N° 1)

En efecto, el conocimiento de la información técnica del proyecto y sus pormenores, posibilita a las comunidades tener ideas claras sobre el manejo de los recursos naturales en su entorno y los problemas generados por ese manejo, lo cual a su vez conlleva al planteamiento acertado de soluciones, que en los Proyectos Ambientales deben ser fruto de consensos previamente establecidos.Establecer consensos, es un trabajo arduo que requiere el desarrollo de una gestión ambiental, que tenga como base una concepción cada vez más amplia del concepto de participación ciudadana y logre consolidar los espacios de democracia participativa.

GRÁFICO N° 1 : APORTES PROPIOS DE LOS PROYECTOS AMBIENTALES

2. Ampliación de la Participación

La participación está relacionada con la apropiación de la realidad por parte de los individuos y las colectividades mediante la comprensión del entorno biofísico, económico, social y cultural, se logra que los grupos humanos asuman responsabilidades frente a los problemas cotidianos y se comprometan a solucionarlos.

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Se entiende la participación como “Una forma de intervención social que le permite a los individuos reconocerse como actores que al compartir una situación determinada, tienen la oportunidad de identificarse a partir de intereses, expectativas y demandas comunes y que están en capacidad de traducirlas en formas de actuación colectivas, con una cierta autonomía frente a otros actores sociales y políticos”. (Manual Sobre Participación, 1995)27.Siguiendo a Gustavo Wilches (1998), la participación constituye un proceso continuo, colectivo y de largo plazo, que debe permitir a los actores acopiar y procesar la información necesaria y convertirla en decisiones concretas, dentro de procesos determinados. Existe la tendencia a no considerar la participación como un proceso sino como una serie de eventos puntuales y desconectados.Según Juan Carlos Riascos, los procesos de participación frecuentemente se desplazan entre dos fronteras: Una el paternalismo, donde participación se confunde con dádiva y regalo que obtienen los grupos a través de sus líderes y no por la capacidad de autogestión. Otra es la expectativa sin posibilidad de satisfacción, es decir, convocar a la gente sin construir o compartir salidas a su crisis.

“No se puede hablar de participación con plenitud cuando no se brinda ni el tiempo, ni los recursos físicos y humanos que hagan posible el cumplimiento de las actividades previstas como parte de un proceso” (Riascos, 1997). En los proyectos ambientales las comunidades, mediante la participación, desde la etapa de diseño hasta la ejecución y evaluación asumen plenamente la función que les corresponde como parte de un proceso. Es decir acceden a la toma de decisiones en sus diferentes etapas, a través de un permanente diálogo de imaginarios y de saberes entre todos los actores sociales, que intervienen en el mismo. La participación así entendida y ejercida, permite dinamizar procesos de democratización en la solución de problemas ambientales, regionales y locales y constituye , además de una ganancia, la base de la sustentabilidad de los proyectos ambientales.

3. Saldos Pedagógicos

Los saldos pedagógicos se refieren a los aprendizajes formales y no formales que los grupos humanos, poblaciones y comunidades involucradas en el proyecto, van internalizando y ganando a medida que se desarrolla el mismo. Esta ganancia se concreta en términos de conocimientos nuevos sobre el problema, en interacciones de diferentes grupos sociales que unidos por intereses comunes buscan aportar soluciones novedosas y creativas, en consensos intersubjetivos que establecen los actores sociales, en la construcción de sinergias colectivas.

Para una mejor comprensión del concepto de saldo pedagógico retomamos los planteamientos que a este respecto ha hecho Antanas Mockus: “Cuando todo encuentro, toda interacción humana, así como toda forma de ocupación se rijan por una regla muy simple - maximizar el saldo pedagógico- maestro pleno y ciudadano a cabalidad coincidirán. Un criterio vital, aplicable desde ya, para juzgar nuestros encuentros o interacciones puede ser cuanto aprendemos de ellos. Si al menos alguno de los participantes aprende hay saldo pedagógico positivo” (Mockus, 1997:5).

En este sentido el proyecto ambiental propicia oportunidades pedagógicas en la medida que los participantes en el proceso de planeación, desarrollo, ejecución, evaluación y seguimiento del mismo, asuman su rol de ciudadanos educadores- educandos permanentes.

En este contexto se conciben los espacios local y regional como espacios educativos, donde se espera que los actores sociales establezcan interacciones de respeto y cooperación en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales, tratando de valorar la diversidad cultural y el diálogo de saberes como riquezas ambientales.

Los proyectos ambientales deben partir de las necesidades de las comunidades teniendo en cuenta el desarrollo de las mismas, sus potencialidades naturales, culturales y sociales y sus ventajas comparativas, planteándose como proyectos participativos, que involucren a los actores sociales para desarrollar en los individuos no solamente conocimientos, sino alrededor de ellos valores y actitudes de responsabilidad que los habiliten como agentes del cambio y multiplicadores conscientes de su papel transformador en la sociedad, buscando la construcción de una cultura para la vida.

La apertura a recibir enseñanzas de las comunidades, de los saberes locales y populares así como de la tradición oral, acompañados del reconocimiento de competencias, al mismo tiempo que el compromiso a involucrarse responsablemente en el proyecto, asumiendo sus reglas y poniendo en común diversos saberes, diversas experiencias que se articulan, son los aportes que van dejando saldos pedagógicos a los participantes, en las diferentes etapas de los proyectos ambientales.En este sentido, el conocimiento vuelve a considerarse como estrategia fundamental para hacer frente a los retos de la sustentabilidad.El saldo pedagógico de un proyecto ambiental es el resultado de una acción sinérgica. La resultante de una acción educativa del proyecto es producto no solo de la suma de los diversos procesos parciales que en ella se generan, sino de la acción combinada de todos ellos.

4. Consolidación de Procesos de Democratización.

La nueva institucionalidad del país, a partir de la constitución de 1991, que reconoce a los colombianos el derecho a un ambiente sano, así como de la ley 99 de 1993, que organiza el sector ambiental y crea el Ministerio del Medio Ambiente, de la Ley General de Educación, ley 114 de 1994, que establece como obligatoria la educación ambiental en la educación básica colombiana, fortalecen el sector ambiental y crean espacios para la participación ciudadana, permitiendo la consolidación de procesos de democratización.

En este contexto, se inscriben los proyectos ambientales que parten de las necesidades sentidas de las comunidades y las involucran a lo largo de su desarrollo, haciendo posible procesos de democracia participativa. La intervención en el ciclo de los proyectos ambientales, supone procesos organizativos de las comunidades, para que se haga realidad la práctica de la democracia participativa. Como bien lo señala la Agenda 21 “Son esenciales las acciones desempeñadas por las comunidades locales”.

La gestión ambiental de las comunidades regionales y locales debe estar dinamizada por procesos de educación y capacitación, que las doten de herramientas conceptuales y legales, para emprender acciones concretas en defensa del medio ambiente. Por lo tanto se requiere contar con formas organizativas reales y actuales y organizaciones sociales estables, que hagan presencia en las etapas de formulación, ejecución, evaluación y control social de los proyectos ambientales, por parte de la población involucrada.

La nueva Constitución Nacional le dedica varias decenas de artículos al desarrollo de una democracia participativa, y al reconocimiento de Colombia como un país pluriétnico y pluricultural, por lo cual resulta indispensable que desde los proyectos ambientales se tenga en cuenta las particularidades de las regiones y las especificidades de los distintos actores sociales que las habitan, así como los procesos históricos y culturales que han determinado que esos actores en la actualidad sean como son y se relacionen con su medio ambiente en la forma como lo hacen.

conclusiónLas ventajas comparativas de los proyectos ambientales permiten aportar ganancias y generar valores agregados, los cuales amplían la participación de los grupos y comunidades involucrados en las soluciones de sus problemas ambientales, socializan la información y dejan saldos pedagógicos a su paso y, en este sentido, van posibilitando procesos de democratización cada vez más importantes, que sirven de base para lograr una mejor calidad de vida y apuntan hacia una sociedad sustentable.

Adaptado con fines educativos de: http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/IDEA/2007225/lecciones/capitulo2/35-moduloeducativo2.htm

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