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CENTRO DE DESARROLLO

CÉSAR PEDROCCHI RENAULT

(COORDINADOR)

ECOLOGíA DE

LOS MONEGROSLA PACIENCIA COMO ESTRATEGIA

DE SUPERVIVENCIA

INSTITUTO DE ESTUDIOS AlTOARAGONESES(DIPUTACIÓN DE HUESCA)

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Editan, INSTITUTODE ESTUDIOSALTOAAAGONESES

Parque, 10. 22002 Huesca

CENTRO DE DESARROlLO DE MoNEGROS

poRamón y Cajal, 7. 22260 Grañén (Huesca)

Coordinación, César Pedrocchi Renaull

Diseño editorial y rnsqueteción Miguel Ortega, IMAGO

FOlocomposición, La Central. Huesca

Fotomecénice. De La Luz. zaragoza

Corrección Teresa Sas Bernad

ISBN,84-81 27-063-6

Depósito legal, HU-1 9S198

Impresión, Grafic RM Color. Huesca

Prinled in Spain- Impreso en España

TEXTO ElABORADO PORCÉSAR PEDRCXCHI RENAULT

CON LA COLABORACiÓN DE

Soledad Agüero Giménez

César Blanché Vergés

Javier Blasco lumeta

Montserrat Brugués Domenec

José Creus Novau

Ignacio Duro Oncins

Javier Etayo Salazar

David Gómez Samilier

Mariona Hemández Mariné

Jesús Lavedán Rodriguez

Xavíer Uimona Pagés

Julián Molero Briones

José Damián Moreno Rodriguez

Pere Navarro Rosinés

Villoría Pedrocchí Rius

AnaM."Rovira López

José LuisTella Escobedo

Jordi Vila Rosinés

FOTOGRAFíAS DEMIGUELORTEGAMARTINEl

CON LA COLABORACiÓN DE

JavierBlasco lumeta

José M."CerezaAbadias

David Gómez Samilier

José Damián Moreno Rodríguez

César Pedrocchi Renaull

José Sasol Gorgoñón

Jordi Vila Rosínés

ILUSTRACIONES Y COMPOSICIONES ARTíSTICAS DEKRISTELPARSY y SERGIO SANJUÁN

CON LA COLABORACiÓN DE

José Beulas

VirginiaEspa

José Romero

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Parque, 10. 22002 Huesca

CENTRO DE DESARROlLO DE MoNEGROS

poRamón y Cajal, 7. 22260 Grañén (Huesca)

Coordinación, César Pedrocchi Renaull

Diseño editorial y rnsqueteción Miguel Ortega, IMAGO

FOlocomposición, La Central. Huesca

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Corrección Teresa Sas Bernad

ISBN,84-81 27-063-6

Depósito legal, HU-1 9S198

Impresión, Grafic RM Color. Huesca

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TEXTO ElABORADO PORCÉSAR PEDRCXCHI RENAULT

CON LA COLABORACiÓN DE

Soledad Agüero Giménez

César Blanché Vergés

Javier Blasco lumeta

Montserrat Brugués Domenec

José Creus Novau

Ignacio Duro Oncins

Javier Etayo Salazar

David Gómez Samilier

Mariona Hemández Mariné

Jesús Lavedán Rodriguez

Xavíer Uimona Pagés

Julián Molero Briones

José Damián Moreno Rodriguez

Pere Navarro Rosinés

Villoría Pedrocchí Rius

AnaM."Rovira López

José LuisTella Escobedo

Jordi Vila Rosinés

FOTOGRAFíAS DEMIGUELORTEGAMARTINEl

CON LA COLABORACiÓN DE

JavierBlasco lumeta

José M."CerezaAbadias

David Gómez Samilier

José Damián Moreno Rodríguez

César Pedrocchi Renaull

José Sasol Gorgoñón

Jordi Vila Rosínés

ILUSTRACIONES Y COMPOSICIONES ARTíSTICAS DEKRISTELPARSY y SERGIO SANJUÁN

CON LA COLABORACiÓN DE

José Beulas

VirginiaEspa

José Romero

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CAPíTULO 13

lOS MASES: REFUGIOS DE VIDAEN LA lLANURA CEREALISTA

Seguramente, a nadie que pasee por los secanos de la depresión del Ebro, bien sea por susrelictos sabinareS, pinares o sus últimas manchas de vegetación esteparia, bien por las vales cultiva­das o las extensas planicies cerealistas, le pasará desapercibida la presencia jalonada de numerosasedificaciones semiderruidas. Estos edificios, antaño utilizados como viviendas (los llamados mases)y, en menor medida, como refugio del ganado ovino (corrales y parideras), han sido abandonadosen su práctica totalidad, integrándose actualmente como un elemento más en el paisaje monegrino.Dado su innegable papel en el proceso histórico de la transformación de estas tierras por el hombrey su actual importancia como refugio y lugar de nidificación para la fauna, los mases se han ganadoun merecido hueco en la naturaleza de Los Monegros.

MIGUEL ORTEGA

Vna paridera, típica construcción monegrina.

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ORIGEN Y USO DE LOS MASESLos mases surgen como respuesta al primer problema que se encuentra el hombre cuando

comienza acultivar de forma extensiva Los Monegros. Los asentamientos humanos son pocos, situa­dos principalmente en las riberas de los ríos, y los campos que el hombre va ganando al terrenocada vez quedan más lejos de sus pueblos, por lo que son necesarias muchas horas de transporteen carro para llegar aellos. El único modo de cultivar efectivamente estas tierras resultó ser la cons­trucción de viviendas en la proximidad de los campos, que pudieran ser utilizadas durante losmeses de labor. De este modo, familias enteras se desplazaban para vivir varios meses al año en losmases, principalmente con motivo de la siega, y regresar a los pueblos una vez finalizada la tarea.

La distribución y arquitectura de los mases depende en gran medida, aparte de las costumbrespropias de cada municipio, de su distanciamiento de los pueblos. Los mases más cercanos acos­tumbran aser los más sencillos, usualmente naves de una sola planta, apenas compartimentada, conun fogón donde cocinar y un espacio compartido con las caballerías para dormir en el suelo sobreun lecho de paja. No se necesitaban muchos más requisitos para ser habitados por corto tiempo.Con la lejanía de los pueblos, los agricultores viven temporadas más largas en los mases y con ellolas edificaciones ganan en complejidad, persiguiendo mayores comodidades. Los fogones se con­vierten casi en cocinas, con aparadores y armarios, se crean distintas dependencias y a menudo unsegundo piso. En numerosas vales los mases se construyen aprovechando las pequeñas laderas delterreno, de modo que la segunda planta queda a la altura del suelo y en ella se puede almacenarfácilmente el grano o la paja, dedicando la parte baja a la vivienda y las caballerías.

Las familias viven hasta dos y tres meses al año en estos mases, que se convierten en sus segun­das viviendas. Éstas se agrupan a menudo, compartiendo dos o tres mases los mismos muros, yenocasiones llegan aformar pequeños poblados con mases diseminados en torno a los escasos pozos.Las visitas a los pueblos para obtener provisiones eran pocas; recurrían, pues, aalimentos poco pere­cederos como tocino y pan seco, ~rdinas rancias y alubias, que se complementaban con algunapieza de caza, mientras que el agua de lluvia se almacenaba en tinajas.

El sistema agrícola de cultivos de año y vez generó asu vez abundantes rastrojos y barbechosy con ello alimento para los rebaños de ovejas. De este modo, con el objeto de mantener dichosrebaños, se construyeron numerosas parideras, constituidas por un amplio corral con cobertizo alque se le adosaba un pequeño mas para uso de los pastores.

CUANDO LOS MASES CAMBIAN DE INQUILINOSLos mases perdieron gradualmente su funcionalidad con la progresiva mecanización del

campo. Con la llegada de los primeros y más rudimentarios tractores y aperos agrícolas se redujo laduración de las labores y con ello los periodos de estancia en los mases. Rápidamente surgierontractores más potentes que, en combinación con los coches, permitieron que en poco tiempo losagricultores volvieran cada día a sus pueblos. Los mases pasan a ser utilizados tan sólo de formaesporádica para guardar algunos aperos y aproximadamente a partir de la década de los 60 sonabandonados de forma masiva.

Tras ser desocupadas, estas edificaciones se constituyen en solitarios y atractivos alberguespara un buen número de nuevos inquilinos. Algunas especies ubiquistas de aves, como el cerníca­lo vulgar (Faleo tinnunculus), la grajilla (Corvus monedula), el mochuelo (Athene noctua) y la palomazurita (Columba oenas), que se vieron perjudicadas por el hombre al eliminar de las llanuras mone­grinas los vetustos árboles con plataformas y agujeros donde nidificaban, encuentran cómo es el

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mismo hombre quien les ofrece ahora nuevos lugares de nidificación en sus propias, pero abando­nadas, casas. Otras especies claramente rupícolas, como el cernícalo primilla (Falco naumanm) y lachova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), hallan en los mases un fácil vehículo para extender suspoblaciones en un hábitat adecuado donde de otro modo apenas podrían reproducirse.

En total, son cerca de veinte especies de aves las que utilizan los mases para nidificar o, enmenor grado, como refugio nocturno. A ello hay que añadir mamíferos que, como el conejo(Oryctolagus cuniculus), la. rata de campo (Rattus rattus), el lirón careto (Elyomis quercinus) e inclu­so el zorro (Vulpes vulpes) y la garduña (Martes foina), excavan sus madrigueras en el interior de losmases o hallan refugio en los huecos de los muros y tejados, junto areptiles habituales como la cule­bra de escalera (Elaphe scalaris) y el lagarto ocelado (Lacerta lepida).

LOS MASES COMO LABORATORIOS NATURALESLa reciente instalación en los mases de una singular comunidad de vertebrados ofrece excelen­

tes oportunidades para el estudio de sus interacciones, comportamiento y ecologfa. De entrada, cabríaesperar la existencia de una elevada competencia entre las diferentes especies de aves por los lugaresde nidificación. Sin embargo, se ha comprobado que en realidad no es tal como parece. Los diferen­tes tipos de mases y parideras, su estado de conservación y su uso por el hombre ofertan diversasoportunidades para la instalación de cada animal. Las especies más antrópicas, como el gorrión común(Passer domesticus), la golondrina (Hirundo rustica) y la paloma (Columba livia), se ven casi exclusiva­mente ligadas aalgunas parideras habitadas. Cernícalos vulgares, palomas zuritas, mochuelos, grajillasy las raras carracas (Coracias garrulus) anidan en los huecos de los muros y, en menor medida, bajo las

DAVIDGÓMEl

Mientras los primillas emigran hasta Africa, los cernícalos comunes (Falca tinml/7culus) permanecenen Los Monegros, donde reciben numerosos individuos centroeuropeos que buscan el mejor clima

y el abundante alimento de la comarca.

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Estornino negro

Paloma zurita

Cualquier cosa que dé heterogeneidad a la llanura supone un punto deatracción de animales: un árbol, un cortado, un bebedero o, en su caso,una construcción humana, a la que se une la tranquilidad por estarabandonada. Muchas especies buscan refugio para el descanso o lareproducción en tales lugares.

Chova piquirroja

Cernícalo primilla

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tejas, mientras que son los cemícalos primillas, los estominos negros (Stumus unicolor) y alguna queotra abubilla (Upupa epops) quienes ocupan de forma masiva los ruinosos tejados.

Los mases compartimentados con aberturas al exterior, bien sean puertas, ventanas o murosderruidos, ofrecen la mayor disponibilidad de lugares de nidificación, no siendo raro encontrar hastaocho especies diferentes en un solo mas. En su interior buscan los rincones más oscuros las lechu­zas (Tyto alba) y las chovas piquirrojas, construyendo estas últimas sus voluminosos nidos sobrevigas y estanterías de los fogones, no pocas veces usadas también por cemícalos vulgares y zuritas,quienes llegan a nidificar en pesebres e incluso en el suelo.

Los mases enclavados en las vales más abruptas, con afloramientos rocosos, albergan tambiénnidos de gorrión chillón (Petronia petronia) y collalba negra (Oenanthe leucura). No deja de sor­prender cómo los machos de esta collalba, poco mayor que un gorrión, llegan a acumular más detreinta kilos de pequeñas piedras en las entradas de sus nidos, situados en estanterías y repisas, conel objeto de atraer a las hembras durante su ferviente actividad de transporte. A esta larga lista deespecies habituales siempre cabe añadir otras de nidificación más esporádica, como es el caso delcuervo (Corvus corax). Estas observaciones sobre la repartición de los mases y de los lugares de nidi­ficación por diferentes especies se ven corroboradas por análisis multivariantes que muestran cómola competencia interespecífica es relativamente baja, aunque no cabe descartar que en un futuro seincremente ante la inevitable desaparición de un buen número de mases.

La instalación relativamente reciente de los cemícalos primillas en los mases permite estudiardesde los mecanismos de dispersión, formación y aumento de nuevas poblaciones hasta cuestio­nes evolutivas como puede ser el origen de la colonialidad en las aves. Los primillas nidifican tantoen solitario como en agrupaciones coloniales formadas hasta por varias decenas de parejas. En LosMonegros se ha comprobado cómo las colonias son iniciadas por una o pocas más parejas. En añossucesivos se ven atraídas otras nuevas, hasta formar colonias de gran tamaño. Este aumento conllevauna mayor competencia por el alimento, la cual podría impedir su crecimiento ilimitado. Por otraparte, las colonias de primillas atraen a casi una treintena de especies depredadoras, entre las quedestacan el zorro y la rata, que se alimentan de sus huevos, pollos e incluso adultos. El impacto dela depredación es menor cuanto mayor son las colonias, debido tanto a la defensa comunal queejercen los primillas como a que los predadores afectan a un"rnenor porcentaje de nidos. De estemodo, la de predación condiciona la descendencia que deja cada individuo a lo largo de su vida,asociada al tamaño de colonia en el que se instale, y se erige como el principal motor que condu­ce a la colonialidad en esta especie: sólo aquellas colonias fundadas en lugares seguros frente a losdepredadores llegan aconstituirse con el tiempo como tales.

Las chovas piquirrojas muestran un comportamiento singular: afectadas por los mismos depre­dadores que los primillas, prefieren nidificar en las colonias de estas pequeñas rapaces. Es así comoreciben protección bajo la intensa actividad de defensa de los primillas y no en vano las chovas quenidifican en sus colonias alcanzan un mayor éxito reproductor al sufrir menores pérdidas por depre­dación. Mientras que las longevas parejas de chovas son territoriales y viven en los mases donde nidi­fican a lo largo del año, los jóvenes muestran un comportamiento distinto. Hasta alcanzar la edad deemparejarse, entre el segundo y cuarto año de vida, realizan ciertos desplazamientos y se agrupanen bandos constituidos incluso por varios cientos de individuos. Estos bandos forman dormiderosestables a lo largo de las estaciones y de los años en unos pocos mases. Sin embargo, cuando alcan­zan la edad apropiada y características morfológicas similares a las de los adultos reproductores, seagrupan en un nuevo y hasta ahora desconocido tipo de dormideros, más pequeños, móviles y cer­canos a lugares donde las expectativas de hallar un lugar donde reproducirse son mayores.

Muchos más son los estudios realizados sobre los vertebrados en los mases, pero no es así enel caso de los invertebrados. Por ahora tan sólo han sido estudiados algunos parásitos de las aves,

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PEPESASOT

Pareja de palomas bravías en la ventana de un mas.

lo que no ha impedido mostrar ya un hallazgo más que interesante: un ácaro que vive sobre las plu­mas de las chovas, aparte de presentar interesantes ciclos de transmisión acordes con el comporta­miento social de su hospedador, ha resultado ser un comensal o incluso probable mutualista y noparásito de las chovas.

LA IMPORTANCIA DE LOS MASESPARA LA CONSERVACiÓN DE LAS AVES

La práctica tradicional de cultivar cereales de secano en régimen de año y vez ofrece aespe­cies como el cernícalo primilla y la chova piquirroja excelentes hábitats de alimentación, en unaregión donde los mases permiten su nidificación por doquier. No es de extrañar entonces la pre­sencia de una saludable población de primillas que, contrastando con el generalizado declive queha sufrido la especie en toda Europa, sobrepasa ampliamente las 400 parejas, distribuidas en másde un centenar de mases, hallándose todavía en expansión. En cuanto a la chova, censos parcialeshan permitido estimar una población que ronda el millar de parejas reproductoras, aparte de losvarios cientos de ejemplares no reproductores. Para hacerse una idea de la importancia de estascifras, esta población supera con creces a la que habita en Irlanda, uno de sus últimos refugios euro­peos. La presencia de cualquiera de estas especies justifica por sí misma la declaración de extensasáreas de Los Monegros como Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAs), según las directi­vas comunitarias que atañen a la conservación de especies amenazadas.

Aunque no reciben el mismo grado de atención desde el punto de vista de su conservación,no debemos olvidar que el resto de las especies mencionadas anteriormente hallan en los mases los

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últimos lugares donde poder nidificar, después de que los árboles desaparecieran casi por com­pleto de la llanura cerealista, e incluso que los tradicionales montones de piedras vayan por el mismocamino. Tan sólo a título de ejemplo, tras prospectar 355 mases se halló un total de cien parejas demochuelo.

EL DECLIVE DE LOS MASES Y DE SUS NUEVOS INQUILINOS

Al carecer ya de un valor para sus dueños, los mases no reciben mantenimiento y entran en unfranco proceso de deterioro. Las cerraduras pierden su función y pronto puertas y ventanas quedanabiertas. Cuando no, son forzadas para desentrañar sus valores culturales. Tinajas, bancas, candiles,aperos de labranza y otros enseres han sido sistemáticamente expoliados para su venta como anti­güedades o triste chatarra. Hoy, apenas queda ya un mas que mantenga intactos sus recuerdos.

Las aves encuentran mayores facilidades para nidificar cuanto más desvencijados se hallan losmases. Mientras que pocas utilizan los mases nuevos, su número y diversidad son mayores en los vie­jos y se multipli~an en los abiertos. Sin embargo, a partir de este momento la tendencia se invierte.Tras el desplome de una viga o porción de tejado, el derrumbamiento del mismo es inevitable.Desaparecen con ello tanto las especies que crían en los tejados como en los interiores de los masesy perduran solamente aquellas que utilizan los agujeros de los muros. Pero por poco tiempo, ya queacaban también cayendo.

En un sector de Los Monegros se ha estimado el derrumbamiento de aproximadamente el40 % de los mases en tan sólo una década. Este proceso de envejecimiento se ve agravado por

J DAMIÁN MORENO

Llegado del oeste ibérico hace un par de decenios, el estornino negro(Sfumus unicolon se ha adaptado a las zonas más áridas de Los Monegros.

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la acción de los mismos propietarios. No son pocos los que legítimamente desmantelan sus teja­dos con el fin de reciclar vigas y tejas. A ello hay que sumar el efecto de las recientes concentra­ciones parcelarias: algunos mases quedan dentro de los campos, optando entonces por su elimi­nación con el fin de facilitar las labores agrícolas. En contrapartida, se construyen nuevos mases yparideras, pero utilizando materiales modernos (bloques de cemento, tejas planas y uralita) quedifícilmente permitirán la nidificación de las aves. Resulta difícil predecir por cuánto tiempo segui­rán los antiguos mases en. pie, más todavía tratándose de un proceso de degradación que avanzade forma exponencial, pero quizá no resulte aventurado adelantar que no quede ni uno en un parde décadas.

¿RESULTA JUSTIFICABLE LA CONSERVACIÓN DE LOS MASES?Tras el anterior despilfarro de argumentos en favor de los mases, parece irónico plantearse esta

pregunta. Sin embargo, con toda seguridad se trata de una duda ampliamente compartida.Empezando, puradójicamente, por el sector conservacionista. ¿Recibirían la misma atención estosmases si no fueran cruciales para las poblaciones de chovas y primillas? Seguramente no. y, yendoun poco más allá, no se requieren largas cavilaciones para concluir que estas poblaciones se hanbeneficiado largamente de la actividad humana, que, a través de la transformación de la naturalezaoriginal en un extenso cultivo cerealista salpicado de casas, les ha ofrecido alimento y refugio ópti­mos. Estamos intentando conservar entonces unas especies en un hábitat artificial, creado por elhombre, idea que puede chocar con quienes piensan en la necesidad de conservar los espacios"naturales" de Los Monegros.

Quizá la mejor aclaración sea una pregunta: ¿cuántos lugares quedan aquí en Europa yen granparte de este planeta, ampliamente reconocidos por sus valores naturales y bajo demanda de con­servación, que no hayan sido influenciados en mayor o menor medida por la actividad humana?Volviendo a Los Monegros, incluso los últimos y emblemáticos retazos de estepa o sabinar, consi­derados como hábitats naturales de indudable valor, son e! fruto de muchos siglos de actividadhumana. Hasta el punto de que su regeneración en el sentido más estricto podría resultar utópica,ya que sus estados originales no dejan de ser en cierto modo hipotéticos.

Las dudas sobre el valor de los mases son sin duda mayores cuando surgen del ámbito socio­económico regional. Por un lado, a buena parte de la generación actual de propietarios le tocóexperimentar la vida en los mases y la recuerdan como un periodo de penurias económicas y decarencia de comodidades Para ellos los mases no son ahora sino un estorbo o un rincón en el olvi­do y será necesario el transcurso de varias generaciones antes de que la sociedad aprecie el valorhistórico y cultural de los mismos. Para entonces, seguramente será demasiado tarde.

Por otro lado, aun en el caso de que se consiga conservar los mases, de poco serviría ante laingente presión social por transformar el hábitat. Resulte o no justificable, tanto desde el punto devista económico como conservacionista, la intensificación de los cultivos es un barco de gran eslo­ra y el deseo de regar Los Monegros un ruego histórico de gran calado sociopolítico. Estas transfor­maciones tardarán mayor o menor tiempo en implantarse, pero difícilmente se evitarán por la simpleexistencia de una interesante comunidad ornítica o unas manchas de vegetación esteparia. La con­servación se digiere mal si no va acompañada de contrapartidas económicas y la conservación deestas comunidades y hábitats debe pasar necesariamente por ello, es decir, requiere ayudas institu­cionales que permitan compatibilizar la conservación de la naturaleza con los intereses económicosde los agricultores. El mantenimiento de los mases también resulta impensable si no es promovido

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por la misma Administración. Por el momento se han llevado a cabo algunas actuaciones, pero, encualquier caso, más que insuficientes.

El pujante incremento de los turismos rural y naturalista puede ofrecer una esperanza añadida,aunque requiere, si cabe, mayor iniciativa social. Quizá no resultase económicamente inviable la cre­ación de una seleccionada red de mases y parideras, acompañada de la propiciación local de unaagricultura y ganadería tradicionales, donde los descendientes de los actuales agricultores pudierancontemplar e incluso experimentar plácidamente cómo vivieron sus antepasados y cómo vivenluego sus nuevos inquilinos.

La demanda social buscando naturaleza, costumbres y paisajes insólitos crece día a día, perodesafortunadamente de forma más rápida acomo lo hacen los medios dispuestos para ello. Sólo unimaginativo, urgente y esforzado diálogo dispuesto a alcanzar un consenso entre la conservación yel desarrollo rural permitiría que estas últimas sabinas, estepas, mases y barbechos no queden rele­gados en el futuro a tan sólo viejos archivos fotográficos y extensos tratados científicos.