Economía Anti-Patriarcal 1

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Astrid Agenjo Calderón & Cristina Santillán // ACSUR-Las Segovias // Este documento pretende ser una herramienta de análisis sobre las formas en que podemos PROMOVER, GARANTIZAR Y DEFENDER LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES. Desde la necesidad de aplicar una mirada de DD.HH. (QUE NO PUEDE SOSLAYAR LAS PERSPECTIVAS DE GÉNERO Y FEMINISTA) para lograr una transformación sistémica hemos intentado ofrecer un espacio para la reflexión cuyos objetivos son: Poner en el centro la SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA y los derechos de las mujeres; Reconocer el ESTATUS DE LAS MUJERES COMO ACTORAS ECONÓMICAS; Difundir el PENSAMIENTO ECONÓMICO FEMINISTA; e Incorporar una mirada crítica sobre las iniciativas de desarrollo, teniendo a la EQUIDAD DE GÉNERO como una cuestión central para que la JUSTICIA SOCIAL sea posible.

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RESENTACIÓN

El documento que tenés entre manos pretende ser una herramienta de análisis sobre las formas en que podemos PROMOVER, GARANTIZAR Y DEFENDER LOS DERE-CHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES.

Desde la necesidad de aplicar una mirada de DERECHOS

HUMANOS (QUE NO PUEDE SOSLAYAR LAS PERSPECTIVAS DE GÉNE-

RO Y FEMINISTA) para lograr una transformación sistémica he-

mos intentado ofrecer un espacio para la reflexión cuyos obje-tivos son:

poner en el centro la SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA y los derechos de las mujeres,

reconocer el ESTATUS DE LAS MUJERES COMO ACTORAS ECONÓMICAS,

difundir el PENSAMIENTO ECONÓMICO FEMINISTA,

e incorporar una mirada crítica sobre las iniciativas de desarrollo, teniendo a la EQUIDAD DE GÉNERO como una cuestión central para que la JUSTICIA SOCIAL

sea posible.

Esta tentativa es tanto una propuesta de reflexión, como de ACCIÓN, de la que queremos destacar dos experiencias clave producidas por ACSUR: la elaboración de unas “REIVINDICA-

CIONES FEMINISTAS PARA UNA CIUDADANÍA TRANSFORMADORA”, con la colaboración de HEGOA (INSTITUTO DE ESTUDIOS SOBRE

DESARROLLO Y COOPERACIÓN INTERNACIONAL DE LA UNIVERSIDAD

DEL PAÍS VASCO), y la elaboración de un pliego de propuestas para promover “UN LUGAR JUSTO PARA EL EMPLEO DEL HOGAR Y

SUS TRABAJADORAS”, coordinadas por UN-INSTRAW.

Las publicaciones que documentan ambos procesos están disponibles en la página web de ACSUR.

PROMEDIO DE HORAS SEMANALES DEDICADAS AL TRABAJO

ESPAÑA MÉXICO

DOMÉSTICO EXTRA-DOMÉSTICO

TOTAL DOMÉSTICO EXTRA-DOMÉSTICO

TOTAL

VARONES 17:44 22:34 40:18 09:57 23:44 33:41

MUJERES 28:52 15:32 44:24 46:01 14:52 60:53

PROMEDIO 23:18 19:03 42:21 27:59 19:18 47:17

Fuente: REVISTA DE ECONOMÍA CRÍTICA, nº 6. Enero de 2008, pp 145-170.

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cuadernillo de PEDAGOGÍA INTEGRADORA (PARA TODXS Y TODXS)

sección FEMINISMO NO SEXISTA, SOCIAL Y POPULAR

EDITORES MATRERXS

difundí, copiá, agregá, modificá…

la creación, la producción cultural son patrimonio de nuestro pueblo

LOS DERECHOS ECONÓMICOS

DE LAS MUJERES: UNA ECONOMÍA SOBRE LA VIDA

por

ASTRID AGENJO CALDERÓN & CRISTINA SANTILLÁN IDOATE

Realización y edición original: ACSUR-LAS SEGOVIAS, 2012 / www.acsur.org Asociación para la Cooperación con el Sur-Las Segovias ISBN: 978-84-695-2975-1

RECONOCIMIENTO – COMPARTIR IGUAL (BY-SA): Se permite el uso comercial de la obra y de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

Diseño interior, cubierta y maquetación de esta versión: GON-SATUR, 2013, www.gonsatur.blogspot.com

Tapa (collage e intervención): BIZARROSA (imágenes originales: GERD ARNTZ)

Difunde por el Río de la Plata: BIBLIOTECA POPULAR LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA www.laBiblioPop.blogspot.com / [email protected]

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

I. ¿PARA QUÉ Y PARA QUIÉNES ES ESTE ESTUDIO? II. DESDE DÓNDE MIRAMOS III. CÓMO HEMOS TRABAJADO IV. TRABAJANDO CON LIMITACIONES PERO SOSTENIÉNDONOS EN SÓLIDAS

MULETAS V. ESTRUCTURA DEL ESTUDIO

1. POSICIONANDO Y REIVINDICANDO LA IGUALDAD DE GÉNERO Y LOS DERECHOS

ECONÓMICOS DE LAS MUJERES EN LA AGENDA DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO I. CUESTIONANDO LOS MODELOS DE DESARROLLO PARA ASEGURAR

LA IGUALDAD DE GÉNERO Y LOS DERECHOS DE LAS MUJERES II. AVANZANDO LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES: INSTRUMENTOS

Y COMPROMISOS A NIVEL INTERNACIONAL Y LATINOAMERICANO A. ÁMBITO INTERNACIONAL B. ÁMBITO LATINOAMERICANO

III. LA IGUALDAD DE GÉNERO Y LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES EN LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA AL DESARROLLO

2. PROPUESTA TEÓRICA Y METODOLÓGICA

I. ALGUNAS CONSIDERACIONES BÁSICAS EN TORNO A LA ECONOMÍA FEMINISTA A. RASGOS CARACTERÍSTICOS DEL DISCURSO ECONÓMICO CONVENCIONAL B. ECONOMÍA DE GÉNERO C. ECONOMÍA FEMINISTA D. ¿CUÁLES SON LAS LIMITACIONES Y SESGOS QUE SEÑALA LA ECONOMÍA

FEMINISTA AL DISCURSO CONVENCIONAL? II. CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LAS DISTINTAS CORRIENTES

DE PENSAMIENTO ECONÓMICO FEMINISTA A. ECONOMÍA FEMINISTA DE LA CONCILIACIÓN (EFC) B. ECONOMÍA FEMINISTA DE LA RUPTURA (EFR)

III. HERRAMIENTA METODOLÓGICA

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES: UNA ECONOMÍA SOBRE LA VIDA

por ASTRID AGENJO CALDERÓN

& CRISTINA SANTILLÁN IDOATE NTRODUCCIÓN

El modelo socioeconómico neoliberal

dominante, basado en la opresión y la exclu-sión, niega la dimensión política del ámbito privado/doméstico y la relación de éste con la vida, los trabajos, los derechos de las per-sonas y, por ende, su relación con el desa-rrollo.

En este contexto, el progresivo proceso de reducción del objeto de estudio de la economía al ámbito público de lo mercantil ha provocado una invisibilización analítica de los roles, espacios, intereses y actividades que históricamente se han asignado a las mujeres. Ello ha dado lugar a unos esque-mas interpretativos que “ofrecen una visión desfigurada de la realidad, ya que esconden una parte importante de los procesos fun-damentales para la reproducción social y humana sin los cuales el mercado ni siquiera podría subsistir” (Carrasco, 2009: 174). Así, las actividades no mercantiles de las muje-res ni se ven, ni se pagan, ni se protegen y, ni mucho menos, cuentan en el desarrollo.

No obstante, en el contexto actual de cri-sis multidimensional, están cobrando impul-so nuevas propuestas teóricas y de medición que tratan de replantear el desarrollo (y la economía en sí misma) desde una perspec-tiva más amplia que incorpore tales aspectos y afronte las limitaciones de unos supuestos económicos irreales y excluyentes que dibu-jan un sistema económico cada vez más mercantilizado y menos social. En este sen-tido, tanto la Economía Feminista como otras ramas de pensamiento económico crítico, están llevando a cabo un profundo cuestio-namiento del sistema socioeconómico en su conjunto y del propio proyecto modernista en

torno al desarrollo, el cual equipara bienestar con crecimiento -y progreso con industriali-zación y desarrollo tecnológico-, y deja en un segundo plano las condiciones de vida y los derechos de las personas. Asimismo, pro-

puestas de corte más activista como el de-

crecimiento (procedente del ecologismo so-

cial) o de política aplicada como el “buen vi-

vir” o “vivir bien” (sumak kawsay en kichwa en

Ecuador y suma qamaña en aymara en Boli-

via, ambos recogidos en sus constituciones) están abriendo radicales debates éticos en torno a ello, denunciando que el proceso de valorización de capital se está dando a costa de la explotación, tanto de los recursos natu-rales, como de la vida humana misma (Pé-rez, 2011).

En lo que respecta a la Economía Femi-nista, las ideas del bienestar humano y la ca-lidad de vida vienen debatiéndose desde ha-ce años. Y si bien no es una rama de pen-samiento monolítica, sí hay un amplio acuer-do a la hora de situar las condiciones de vida de las personas, mujeres y hombres, en el centro del sistema y como fines en sí mis-mas para, a partir de ahí, reclamar sus dere-chos bajo criterios de universalidad e igual-dad -en la diversidad-.

Por su parte, la cooperación internacional y española al desarrollo también han abor-dado ampliamente la mejora de las condicio-nes económicas, pero pocas veces se han obtenido resultados emancipatorios para las mujeres. A pesar de los esfuerzos y deman-das de distintas personas y organizaciones por un nuevo modelo de desarrollo centrado en las personas, las estrategias de la Coope-ración Española se han guiado mayoritaria-

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mente por las pautas del discurso económico convencional, centrándose en las mujeres exclusivamente como un medio para el desarrollo –como productoras y a partir de sus responsabilidades con la familia-, pero no como un fin en sí mismas; es decir, sin incidir en su derecho a la autodeterminación y en su libertad para tomar decisiones. En concreto, ACSUR-Las Segovias ha constado que las prácticas de los actores de la Coope-ración española, oficial y privada

1, se han

demostrado poco transformadoras de las desigualdades entre géneros y poco exitosas en promover el empoderamiento y la auto-nomía de las mujeres tanto en los países empobrecidos

2 como a nivel del Estado es-

pañol. Una de las razones que estaría en el fondo de este problema es la ausencia de formación en teoría y praxis feminista del personal de las distintas entidades del sis-tema de la cooperación española al desarro-llo. Ello se extiende al ámbito de los dere-chos económicos, ya que existen pocas pro-

1 Los actores de la cooperación española al

desarrollo son un gran número de organis-

mos y personas con funciones, prácticas y

discursos diferenciados y en muchos casos

contrapuestos. Por un lado están las pobla-

ciones y Estados que recibe la ayuda y por

otro, los actores en España que llevan a ca-

bo “Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)”

(instituciones públicas de distinto tipo) y

“Ayuda Privada al Desarrollo” (Organiza-

ciones No Gubernamentales para el Desa-

rrollo/ONGD, fundaciones, empresas, etc.) 2 Existen varias denominaciones (países

desarrollados, en vías de desarrollo y sub-

desarrollados; primer y tercer mundo; paí-

ses ricos y países pobres; países centro y

países periferia; países del Norte y países

del Sur, entre otras). Nosotras utilizaremos

la diferenciación Países empobrecidos y

Países enriquecidos, que explicita el com-

ponente relacional y la interdependencia

entre unos países y otros: empobrecidos pa-

ra el enriquecimiento de otros y enriqueci-

dos a costa del empobrecimiento de otros.

puestas para la promoción de prácticas transformadoras (desde un enfoque feminis-ta y de derechos humanos), y el personal di-rectivo y técnico probablemente desconoce cómo hacerlo. Además, se tiene poco acce-so a información sobre experiencias prácti-cas de promoción y defensa de los derechos económicos desde las organizaciones femi-nistas y de mujeres.

I. ¿PARA QUÉ Y PARA QUIÉNES ES

ESTE ESTUDIO?

ACSUR-Las Segovias justifica la elabo-

ración de este estudio desde la percepción de una necesidad de reflexión y de mejora en las prácticas de la cooperación española desde un enfoque feminista y de derechos humanos, y más específicamente de dere-chos económicos.

Por todo ello, los objetivos que se persi-guen son, por un lado, clarificar y aportar un marco teórico y conceptual para el trabajo en la promoción de los derechos económicos de las mujeres desde una perspectiva feminista y de derechos humanos. Y, por otro, rescatar y visibilizar experiencias de organizaciones de mujeres y feministas de El Salvador, Ni-caragua, Bolivia y el Estado español, y ha-cerlo de manera que se muestren todos los logros y limitaciones que implican en térmi-nos de los derechos de las mujeres. El fin úl-timo es sensibilizar al mayor número posible de personas que trabajan en cooperación sobre la necesidad de prestar atención a es-tas cuestiones, y sobre la necesidad de ha-cerlo desde un enfoque feminista, como una herramienta ideológica reivindicativa que permita lograr la plena ciudadanía de las mu-jeres.

Más allá de los actores españoles involu-crados en cooperación al desarrollo a los que originariamente va dirigido el estudio, es voluntad del equipo investigador y de AC-SUR-Las Segovias, hacer de este diagnósti-co y sus propuestas una herramienta útil pa-ra las organizaciones de mujeres y feminis-tas, las cuales, en su afán y compromiso por transformar la condición y posición de las mujeres, están ideando discursos y prácticas para generar las condiciones para una vida

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digna de ser vivida. Pretendemos que el diagnóstico sirva a las organizaciones de los cuatro países de estudio para seguir refle-xionando, construyendo y proponiendo, pero también queremos que organizaciones de otros países puedan servirse de los aportes y aprendizajes de este proceso de investiga-ción. A todas estas personas y organizacio-nes queremos reconocerles sus esfuerzos y agradecerles la confianza y calidez con que nos abrieron las puertas de sus organizacio-nes y compartieron esfuerzos, ilusiones y frustraciones.

II. DESDE DÓNDE MIRAMOS

Los estudios feministas en economía han

supuesto, desde sus inicios, un cuestiona-miento constante sobre cómo se ha cons-truido la disciplina, permitiendo sacar a la luz la doble exclusión a la que han sido someti-das las mujeres en tanto que sujetos que la estudian y como objetos de estudio. Esta ausencia de las mujeres en la economía ha estado socialmente condicionada por facto-res de género, lo cual ha tenido un gran im-pacto sobre los problemas tratados, los mé-todos planteados y los resultados obtenidos. De esta forma se ha impuesto una visión an-drocéntrica que no incluye “lo femenino” y que considera que los problemas que afec-tan a los hombres pueden extenderse al res-to de la humanidad, sin dar cabida a lo pro-blemático para las mujeres, sus actividades, sus usos del tiempo, sus modelos de percibir y sentir, y las lecturas que hacen de la reali-dad.

A partir de este cuestionamiento, la Eco-nomía Feminista aspira a renovar la discipli-na utilizando categorías analíticas y de inter-pretación -tales como el género, el andro-centrismo, o el patriarcado-, que posibilitan una manera de interpretar la realidad eco-nómica en la que las mujeres no están au-sentes. Las reclamaciones que se hacen en este sentido son, en primer lugar, que las mujeres también son capaces de crear co-nocimiento y elaborar discurso económico. Y, en segundo lugar, que son agentes socia-les activas y, por tanto, es necesario que la economía estudie su presencia como tales.

Pero es aquí donde surgen dos cuestio-nes fundamentales a partir de las cuales los enfoques van a diferir: ¿Quién es ese sujeto “la mujer” cuya experiencia económica bus-camos conocer? ¿Y cómo vamos a llevar a cabo el estudio de dicha experiencia?

Por un lado, hay enfoques que sostienen que “la mujer” es un sujeto homogéneo ca-racterizado por una experiencia común de opresión y, por tanto, con una identidad co-lectiva. Por otro lado, hay enfoques que con-sideran que esta noción es limitada, en el

sentido de que esa pretensión de sororidad3

universal entre las mujeres es falsa debido a que existen múltiples diferencias entre ellas por razón de clase, etnia, edad, diversidad funcional

4 y sexual, estatus migratorio, etc.

Es decir, se defiende la idea de un sujeto po-lítico más complejo y menos esencialista.

Desde esta última perspectiva es de la que partimos para el presente diagnóstico. Y en este sentido, el reconocimiento de las di-ferencias entre mujeres parte de un cuestio-namiento sobre nuestra propia situación co-mo investigadoras. Es decir, nosotras esta-mos situadas en una realidad social particu-lar, con unos cuerpos que se insertan en un sistema de relaciones sociales concreto, y con unas identidades que van a condicionar

3 La sororidad define la hermandad y com-

plicidad entre mujeres que por el hecho de

serlo han experimentado de un modo u otro

la discriminación y la opresión. A través de

este hermanamiento, las mujeres aprenden

a reconocerse “a través de la mirada y la

escucha, de la crítica y el afecto, de la crea-

ción, de la experiencia” de otras mujeres.

(HEGOA y ACSUR Las Segovias, 2010:

p.27) 4 Este concepto, acuñado por el Foro de Vida

Independiente, hace referencia a lo que

comúnmente se conoce como discapacidad

física o intelectual. Frente a la idea negati-

va de falta de capacidades incluida en el

concepto de discapacidad, trata de recupe-

rar el valor positivo de la diversidad, cues-

tionando la frontera entre lo normal y lo di-

ferente. (Pérez y López, 2011:20)

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de modo latente toda la investigación: tanto la selección de las organizaciones cuyos discursos hemos considerado relevantes, como nuestras hipótesis previas, y los me-dios de contrastación que hemos considera-do adecuados. Por ello, nuestra propuesta

parte de la construcción de conocimientos si-

tuados5, reconociendo que nuestras afirma-

ciones se localizan en un momento histórico y cultural concreto y, por tanto, asumiendo la parcialidad y la responsabilidad que eso su-pone.

III. CÓMO HEMOS TRABAJADO

El presente diagnóstico se ha basado en

un análisis de los discursos y prácticas de las organizaciones seleccionadas en función del grado en que modifican el discurso eco-nómico convencional. Ese ha sido el criterio elegido a la hora de diferenciar entre los análisis de corte más integrador o reformista, de aquéllos más rupturistas o transformado-res.

La herramienta teórica de partida para esta reflexión nos la proporciona la clasifica-ción que realiza Amaia Pérez Orozco en torno a las corrientes de pensamiento eco-nómico feminista (Pérez, 2006). La autora distingue entre Economía Feminista de la Conciliación (EFC) y Economía Feminista de la Ruptura (EFR), utilizando como criterio clasificador el grado en que una y otra co-rriente modifican los discursos económicos convencionales: así, la EFC se caracteriza por ofrecer una reformulación del discurso económico dominante a partir de la integra-ción de nuevos conceptos y métodos prove-nientes del feminismo, mientras que la EFR propone una ruptura central, ofreciendo un punto de vista alternativo y transformador.

Es necesario señalar que, aunque de forma teórica existan unas diferencias con-ceptuales y metodológicas fundamentales, lo cierto es que en la práctica -y concretamente en relación al tratamiento que dan a los de-rechos económicos-, no es fácil distinguir es-tos enfoques en las organizaciones porque a

5 “Situated Knowledges” (Haraway, 1991).

menudo utilizan parte de los dos. Es decir, los discursos de la EFC y la EFR no son ex-cluyentes sino que se aprecia una constante retroalimentación entre ambos. Por ello, el objetivo último es extraer sus complementa-riedades y fortalezas a la hora de hacer fren-te a los retos que se plantean en la promo-ción de los derechos económicos de las mu-jeres.

Queremos señalar que la elaboración del presente diagnóstico se ha planteado en torno a tres principios básicos: la flexibilidad, la circularidad del proceso, y la reflexividad permanente de las investigadoras respecto a la información proporcionada por las organi-zaciones. Esto supone que, si bien la inves-tigación se plantea desde un enfoque con-creto, éste ha permanecido abierto a incor-porar aspectos emergentes que pudieran matizar y reorientar el marco teórico diseña-do. Por ello, el trabajo de campo ha sido una toma de contacto fundamental; rescatar los aprendizajes en la aplicación de la perspec-tiva feminista en la promoción de los dere-chos económicos de las mujeres, teniendo en cuenta estrategias y propuestas de orga-nizaciones diversas, nos ha permitido clarifi-car las posibilidades del marco teórico pre-vio.

Se ha tratado, por tanto, de un proceso dinámico cuyas etapas han estado en conti-nua retroalimentación. Éstas han compren-dido la compilación y revisión documental; la realización de entrevistas en profundidad a organizaciones de mujeres y/o feministas, ONGD e informantes clave en El Salvador, Nicaragua, Bolivia y el Estado español; y, el análisis comparativo respecto al marco teóri-co.

IV. TRABAJANDO CON LIMITACIONES

PERO SOSTENIÉNDONOS EN SÓLIDAS MULETAS

Por un lado, la sistematización por paí-

ses no se ha abordado con toda la profundi-dad que se hubiera requerido puesto que, debido a las limitaciones de tiempo y presu-puesto, el trabajo de campo en cada país se vio reducido a 15 días. Ello implicó que hu-biera que establecer una agenda de trabajo

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muy concentrada, limitando el tiempo para la ubicación y la observación, así como para establecer relaciones de confianza de cara a las entrevistas y, sobre todo, limitando el número de organizaciones a entrevistar.

Por otro lado, y debido también a las ra-zones anteriormente señaladas, la contex-tualización de cada país no se ha abordado en detalle, sino que se ha preferido aportar sólo algunas claves que permiten comple-mentar la explicación de las iniciativas con-cretas de las organizaciones. En este senti-do, estamos convencidas de que se eviden-ciarán ausencias. Por ello, para futuras in-vestigaciones recomendamos un mapeo más exhaustivo de actores y sobre todo más tiempo para ubicarse en realidades diversas, entenderlas y desde ahí construir diálogo y pensamiento.

Es necesario señalar que el fin último de nuestro estudio no es hacer afirmaciones transculturales, sino desvelar algunos proce-sos relevantes en la dinámica de cada país y exponer los discursos y prácticas de las or-ganizaciones, con un desafío añadido: pasar de la reconstrucción y el ordenamiento de la información, a una interpretación crítica de acuerdo a nuestro marco teórico. En este sentido, no pretendemos “crear verdades” a partir de nuestras conclusiones respecto a los discursos que se manejan o a las prácti-cas que se llevan a cabo, sino elaborar un material de reflexión y discusión. Por ello, a lo largo del diagnóstico, remitiremos tanto a los materiales institucionales de las organi-zaciones como a otros trabajos en esta ma-teria, para así poder contar con diferentes herramientas a la hora de abordar esta te-mática.

Reconocemos, por tanto, que la identifi-cación, observación y análisis que hemos llevado a cabo están mediados por nuestro ser y estar como mujeres feministas profe-sionales de y en un país enriquecido. Reco-nocerlo y tenerlo siempre presente no desvir-túa la rigurosidad y los aportes del estudio, pero sí esperamos que acompañe a reflexio-nes emancipadoras desde una perspectiva feminista. En este sentido, consideramos necesario recuperar las muletas epistemoló-

gicas, metodológicas y conceptuales que nos han sostenido durante todo el trabajo:

RELACIONES DE PODER INTRA E INTER-GÉNEROS:

Reconocemos que hay enormes diferen-cias y desigualdades entre las mujeres, y también que las desigualdades entre hombres y mujeres no son lineales. Los roles y jerarquías sociales construidas convierten las diferencias de distinto tipo (étnicas, sexuales, de edad, de clase, di-versidad funcional y sexual, etc.) en ele-mentos de desigualdad y discriminación que se naturalizan.

FEMINISMOS COMO DISCURSOS Y PRÁCTICAS:

Como ocurre en otros movimientos, el pensamiento feminista ha estado siem-pre acompañado de acciones; teoría y práctica feministas han convivido, inte-rrogándose y complementándose. Por ello, en este estudio consideramos como “feminismo” no sólo el discurso sino tam-bién las prácticas.

UNA ECONOMÍA SOBRE LA VIDA6:

La mirada feminista nos permite vislum-brar una nueva forma de economía que no está centrada en la obtención de be-neficio individual sino en la satisfacción social de las necesidades humanas que no sólo se lleva a cabo a través de los mercados. Es decir, si bien en ellos se lleva a cabo el intercambio de productos y servicios que determinan “lo que tene-mos”, es evidente que las personas te-nemos otro tipo de necesidades intangi-bles de afecto, de cuidados, de valores, de relación con el entorno, etc. que en úl-tima instancia determinan “lo que somos” y que no podemos satisfacer en los mer-

6 Esta expresión (que también utilizamos en

el título) está tomada de la obra de Cairó y

Mayordomo (Comps) (2005): Por una eco-

nomía sobre la vida: aportaciones desde un

enfoque feminista, Barcelona: Icaria.

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cados. Es decir, no somos seres autosu-ficientes sino seres sociales interdepen-dientes y eco-dependientes. Por tanto, la defensa de nuestros derechos económi-cos, los de mujeres y hombres, tiene mu-cho que ver con el cómo se gestionan estas interdependencias y cómo se dis-tribuye la responsabilidad social de esta gestión entre los diferentes agentes: mercados, grupos domésticos y estados.

V. ESTRUCTURA DEL ESTUDIO

El diagnóstico se estructura en cuatro

capítulos. El capitulo 1 está dedicado a la presentación de los antecedentes e instru-mentos en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres, específicamente los referidos a los derechos económicos. En el primer apartado ofrecemos una visión ge-neral de los enfoques en materia de desarro-llo y derechos humanos que han guiado los esfuerzos de la cooperación internacional, así como los cuestionamientos y las pro-puestas desde el movimiento de mujeres y feminista a los mismos. En el segundo apar-tado presentamos los principales instrumen-tos y compromisos en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y, específica-mente, los derechos económicos tanto a ni-vel internacional como latinoamericano. Fi-nalmente presentamos la evolución en la vi-sión y concepciones de la cooperación es-pañola al desarrollo sobre el papel socioeco-nómico de las mujeres, así como sus enfo-ques y modelos de desarrollo puestos en práctica en los países destinatarios.

El segundo capítulo se estructura de la siguiente forma: en el primer apartado se abordan algunas consideraciones básicas en torno a la Economía Feminista. Para ello, se presentan también algunos de los rasgos ca-racterísticos del discurso económico domi-nante, señalando sus limitaciones y sesgos, y planteando la propuesta que a este respec-to presenta la Economía Feminista. En un segundo apartado nos introduciremos de lleno en las características principales de las distintas corrientes de pensamiento econó-mico feminista (EFC y EFR), lo cual será un

paso fundamental a la hora de entender la herramienta de análisis de las organizacio-nes que queda recogida en el tercer aparta-do.

Precisamente es en base a esta herra-mienta respecto a la cual abordamos la sis-tematización de los discursos y prácticas de Nicaragua, El Salvador, Bolivia y el Estado español a lo largo del capítulo 3. La estructu-ra para cada país es la misma: ubicamos los discursos y prácticas de las organizaciones analizadas en cada uno de los enfoques económicos feministas denominados como “integrador” y “rupturista”. Y dentro de cada enfoque abordamos los siguientes aspectos: posicionamiento político económico, enfoque en materia económica y descripción de las prácticas concretas.

En el cuarto capítulo, a partir de un análi-sis comparativo de las fortalezas y debilida-des de cada enfoque, tratamos de rescatar sus complementariedades respecto a la promoción y defensa de los derechos eco-nómicos de las mujeres que puedan dar luz a las actuaciones de la cooperación españo-la. En este sentido, también recogemos la valoración que las propias organizaciones han hecho del papel de la cooperación en esta materia e incluimos unas reflexiones fi-nales sobre hacia dónde debemos caminar.

En la sección de apéndices se recoge el listado de informantes clave y de organiza-ciones entrevistadas con sus datos de con-tacto y con referencias a las páginas en las que aparecen mencionadas en el texto (apéndice 1). En el apéndice 2 presentamos las líneas estratégicas y actuaciones priorita-rias en materia de derechos económicos de las mujeres de la Estrategia de Género en Desarrollo de la Cooperación Española (2008). En el apéndice 3 rescatamos un ar-tículo sobre la propuesta del “vivir bien” des-de una perspectiva despatriarcalizadora y descolonizadora. Finalmente, cerramos el estudio con una bibliografía que esperamos sea de utilidad para todas las personas y or-ganizaciones interesadas en profundizar en la reflexión sobre la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y los dere-chos económicos de las mismas.

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POSICIONANDO Y REIVINDICANDO LA IGUALDAD DE GÉNERO

Y LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES EN LA AGENDA DE LA COOPERACIÓN Y EL DESARROLLO

La Declaración y la Plataforma de Acción

de Beijing (1995), surgidas de la IV Confe-rencia Mundial sobre las Mujeres, marcaron un hito en la historia de las reivindicaciones y los derechos humanos de las mujeres. Sin embargo, 17 años después y tras un número considerable de proyectos destinados a las mujeres, sobre todo a las más pobres, los re-tos persisten y se complejizan debido al “contexto actual de crisis múltiple -crisis ali-mentaria, energética, de cuidado, de cambio climático, económica y financiera- (que) junto a las nuevas formas de inseguridad, las nue-vas modalidades de la ayuda, la internacio-nalización de los conflictos, la persistencia de la feminización de la pobreza y la lucha continua por la salud de la mujeres en diver-sos frentes, incluyendo la salud sexual y re-productiva y sus derechos asociados y el VIH/SIDA, han creado retos que no existían hace quince años.”

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En el caso concreto de la situación eco-nómica de las mujeres, más allá de las es-pecificidades de los distintos contextos, el panorama es abrumador: “mujeres sin dere-cho a la propiedad privada, sin derecho a he-redar, sin acceso a servicios financieros, ni a las mismas oportunidades para acceder al ámbito laboral, trabajando más horas que los hombres, incluso ejerciendo dobles y triples jornadas, y ganando menos por un trabajo igual; contando además con que los trabajos que tradicionalmente realizan las mujeres son invisibles, no son remunerados y tienen

7 ver Declaración conjunta de la sociedad ci-

vil sobre la Revisión del proceso Beijing

+15 en la 54 Comisión para la Condición

Jurídica y Social de la Mujeres, Nueva

York, 5 de marzo de 2010 (Fuente: www.redmujer.org.ar/herramientas.html .

En este sitio Web se pueden encontrar otras

declaraciones del movimiento feminista y

de mujeres).

una valoración negativa, tanto social como económicamente, así como escasa repercu-sión en las esferas donde se toman las deci-siones políticas y económicas más importan-tes para todas las personas” (Fernández-Layos y Correa, 2010: 15-16).

Las actuaciones de la cooperación inter-nacional al desarrollo han sufrido cambios desde los años 50 del siglo XX, que se han reflejado en el carácter de los programas y proyectos dirigidos a las mujeres, pero tam-bién en el grado de institucionalización que los temas de interés para las mujeres han logrado en la agenda del desarrollo y los de-rechos humanos. En el contexto actual de

crisis sistémica o civilizatoria, como han lle-

gado a denominarla algunos autores y auto-ras, los Gobiernos y agencias oficiales de cooperación, los organismos internacionales y las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo, así como el resto de actores de la Cooperación al Desarrollo, tienen la obligación de cumplir con el marco normativo internacional, regional y nacional en materia de derechos humanos de las mujeres e igualdad de género que presentamos a con-tinuación, lo cual exige necesariamente un cambio de prioridades y estrategias en el trabajo. Estos marcos han sido inspirados por los aportes que el movimiento de muje-res y feminista ha venido haciendo y conti-nua haciendo al complejo campo del desa-rrollo y los derechos humanos, introduciendo nuevos conceptos, categorías y herramien-tas con el objeto de impulsar aquellos enfo-ques que sitúan al ser humano en el centro del desarrollo, y a la sostenibilidad de la vida como objetivo del mismo.

1

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I. CUESTIONANDO LOS MODELOS DE DESARROLLO PARA ASEGURAR LA IGUALDAD DE GÉNERO Y LOS DERECHOS DE LAS MUJERES

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Los distintos enfoques de desarrollo y de

derechos humanos aplicados por los Go-

biernos y los organismos internacionales de cooperación al desarrollo han sido revisados y complejizados por el movimiento de muje-res y feminista, así como por académicas y técnicas del ámbito de la cooperación al desarrollo. A continuación presentamos un breve repaso por ellos:

8 CUADRO 1: EVOLUCIÓN DE LOS ENFOQUES MED

ENFOQUE IGUALDAD

Primer enfoque MED, popularizado por las feministas liberales durante la Década de la Mujer (1975-85). Las mujeres son vis-tas como activas participantes del desarrollo y han de lograr igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y al tra-bajo. Reconoce su triple rol y busca satisfacer intereses estra-tégicos de género: autonomía económica y política, así como reducción de su desigualdad respecto a los hombres. Las resis-tencias de gobiernos y agencias hicieron fracasar su puesta en práctica.

ENFOQUE ANTI-POBREZA

Segundo enfoque MED, versión suave del enfoque de la igual-dad, adoptada en los años 70 por impulso de las feministas marxistas y estructuralistas. La pobreza de las mujeres es vista como consecuencia del subdesarrollo, no de la subordinación de género. Pretende promover la productividad de las mujeres pobres; reconoce su rol productivo y busca satisfacer sus ne-cesidades prácticas de género relacionadas con la obtención de ingresos, mediante la puesta en marcha de pequeños pro-yectos productivos

ENFOQUE ANTI-POBREZA

Tercer enfoque MED, adoptado durante la crisis de la deuda y las políticas de ajuste estructural en los años 80, en el marco del pensamiento neoliberal. Su propósito es hacer más eficien-tes las políticas de desarrollo mediante la contribución econó-mica de las mujeres. Busca satisfacer sus necesidades prácti-cas de género asociadas a su rol de madres, amas de casa y gestoras del bienestar comunitario, utilizando para ello el traba-jo femenino no pagado. Una versión actual de este enfoque propone invertir en las mujeres, dados los altos retornos socia-les de las inversiones en capital físico y humano femenino.

FUENTE: Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/146 (Por Clara Murguialday)

Frente al modelo de desarrollo dominante de los años 50 (enfoque de bienestar), centrado

en el crecimiento económico, vía modernización, en el que las mujeres eran consideradas únicamente en su papel reproductivo, como intermediarias del bienestar familiar, y que asu-mía que las mujeres eran beneficiarias pasivas del desarrollo, algunas investigadoras norte-americanas comenzaron a observar que en este modelo las mujeres permanecían excluidas

8 Este apartado se construye a partir de la publicación de ACSUR-Las Segovias (Tamayo et al

ii, 2003), y en concreto del artículo de Julia Tamayo, “Género y Desarrollo en el marco de los

derechos humanos”, p. 9-20; así como de Murguialday (2005) y López y Sierra (2000).

Page 15: Economía Anti-Patriarcal 1

11

en una división por la cual los hombres apa-recían como sector moderno y las mujeres como sector tradicional.

Así, en los años 60 y principios de los 70, estas mujeres norteamericanas se organiza-ron dentro del movimiento Mujeres en el Desarrollo (MED), dando un papel protago-nista y activo a las mujeres, y buscando que se incorporaran a los procesos productivos de manera funcional en el marco de una es-trategia de desarrollo dada. Desde entonces, y tal y como se recoge en el cuadro 1, el en-foque MED ha tenido diversas aproximacio-nes a partir de las distintas visiones sobre la situación de las mujeres: enfoque de equi-dad, anti-pobreza y eficiencia (Véase Moser, 1989). En términos generales, el enfoque MED entiende la subordinación de las muje-res por su exclusión del mercado y no por su opresión en base al género, y por lo tanto promoverá proyectos específicos para muje-res así como proyectos con el “componente” mujeres.

Mientras tanto, desde el movimiento de mujeres se denunciaba que las experiencias de las mujeres no estaban siendo represen-tadas significativamente dentro del discurso y la práctica de los derechos humanos. Y a su vez, se observaba la necesidad de desa-rrollar la prohibición de discriminación por sexo en el cuerpo especializado de derechos humanos. Así, tal y como sostiene Tamayo (2003), en ese momento el movimiento de mujeres pasó a demandar la incorporación de las mujeres al mundo público, sede prin-cipal de la experiencia de igualdad, pero sin prestar mayor atención a la problemática es-pecífica que surgía de la posición subordina-da de las mujeres en las diversas esferas. Es decir, “lo que sucedía en el ámbito llama-do de lo privado no fue materia de observa-ción.” (Ibíd.:13)

En los años 80, en un momento en el que comenzaban a evidenciarse los negati-vos efectos de los programas de ajuste es-tructural impuestos por el Banco Mundial en la década de los 70 y 80, que afectaban de forma especialmente grave a las mujeres (por la sobrecarga de su trabajo reproductivo al recortarse el gasto en sanidad, educación, etc.), y en un contexto de internacionaliza-

ción económica comercial sustentado en profundas desigualdades geográficas, el en-foque MED comenzó a merecer críticas al no cuestionar el modelo de desarrollo dominan-te y tener una visión aislada de las mujeres sin profundizar en las cuestiones de de-sigualdad estructural de género.

Así, las organizaciones de mujeres y fe-ministas y las funcionarias trabajando en las agencias internacionales de cooperación empezaron a cuestionarse lo adecuado de centrarse sólo en las mujeres. Y se inició un debate en el que se incorporó la importancia de las relaciones de poder, del conflicto los procesos de desarrollo. Así, en el primer De-cenio de las Mujeres de Naciones Unidas, 1975-1985, comenzaron a desarrollarse nuevos estudios sobre la participación de las mujeres en el desarrollo, y sobre el impacto de las políticas llevadas a la práctica. Ciertos estudios desde la antropología aportaron el término género como una categoría para la comprensión de la experiencia de las muje-res y los hombres.

Posteriormente, en la III Conferencia In-ternacional sobre las Mujeres de Nairobi en 1985, una red feminista de mujeres de los

países empobrecidos, el grupo DAWN (De-

velopment Action for Women Network) propu-

so y demandó otro tipo de sociedad, otro modelo de desarrollo basado en “un mundo libre de desigualdades de clase, de género y raza, tanto dentro de cada país como entre los países (…) un mundo donde las necesi-dades básicas se transformen en un derecho inalienable y donde la pobreza y toda forma de violencia sean eliminadas. Donde cada persona tenga la oportunidad de desarrollar sus potencialidades y creatividad plenas y donde los valores femeninos de formar y cuidar a los otros y de solidaridad, caracteri-cen las relaciones humanas. En un mundo como ése, el papel reproductivo de la mujer tendrá que ser redefinido: el hombre, la mu-jer y la sociedad en su conjunto compartirán la crianza y cuidado de los hijos. Solamente estrechando los vínculos entre el desarrollo, la igualdad y la paz podremos mostrar que estos “derechos inalienables” de los pobres están entrelazados con la transformación de las instituciones que subordinan a la mujer.

Page 16: Economía Anti-Patriarcal 1

12

Todo esto puede lograrse generando poder por y para las propias mujeres.”

9

Esta llamada de atención de las mujeres de DAWN llevó a las teóricas y activistas oc-cidentales a replantearse las bases del mo-delo de desarrollo dominante surgiendo así

un nuevo enfoque denominado Género y

Desarrollo (GED), que busca trabajar por la

equidad y el respeto de los derechos huma-nos de todas las personas, poniendo en cuestión el modelo de desarrollo dominante y reclamando un desarrollo humano, soste-nible y equitativo. Desde este enfoque se considera que el objetivo no está en incorpo-rar la categoría “mujer”, sino en analizar las relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres, en los hogares, comuni-dades e instituciones, y cómo éstas condi-cionan el impacto y la participación de am-bos en el desarrollo. Se cuestionan, por tan-to, los modelos de desarrollo que miden los beneficios en términos puramente económi-cos y que están basados en la teoría del “chorreo”

10, la cual se considera que no fun-

ciona porque las relaciones en las estructu-ras sociales no son igualitarias por razones de género, etnia, edad, etc.

En el enfoque GED se adopta como es-

trategia y objetivo el empoderamiento11

de las

9 Ver el sitio Web de DAWN:

www.dawnnet.org (2005) y

López ySierra (2000). 10

Esta teoría supone que los beneficios que

obtiene el punto más alto de las estructuras

sociales (hogar/familia) o de las organiza-

ciones comunales, “chorrearía” sobre todos

sus miembros y miembras. 11

Muchas personas y organizaciones utilizan

indistintamente los conceptos de empode-

ramiento y autonomía, así que conviene se-

ñalar sus diferencias. Ya hemos señalado lo

que significa el empoderamiento de las mu-

jeres para el movimiento feminista y para

profundizar en la misma recomendamos la

conferencia de Magdalena León (2001):

“El empoderamiento de las mujeres: En-

cuentro del primer y tercer mundos en los

mujeres a partir de una redefinición de lo que entienden por poder, rechazando la concep-ción tradicional de poder como dominio de uno sobre otro (poder sobre) y ofreciendo una interpretación más amplia y democrática (poder para, poder con y poder desde den-tro): “Así, el poder deja de presentarse úni-camente como fuente de opresión, para abrir posibilidades de emancipación. El empode-ramiento es más que la participación en la toma de decisiones: incluye el proceso que lleva a las personas a sentirse asimismo ca-paces y legitimadas para tomar decisiones. Afecta a tres dimensiones: personal, relacio-nal y colectiva, y no supone un proceso de suma cero por el cual la ganancia del empo-deramiento de unos supone inevitablemente una pérdida para otros.” (López y Sierra, 2000: 37). Por tanto, el enfoque GED busca cambiar radicalmente las estructuras subya-centes (no sirve con la integración de las mujeres en el desarrollo), y para ello se dota de nuevas herramientas conceptuales como las que se señalan en el cuadro 2:

estudios de género”, presentada en el PRI-

MER ENCUENTRO: GÉNERO Y DEMOCRACIA EN

LAS UNIVERSIDADES E INSTITUCIONES DE

EDUCACIÓN SUPERIOR DE AMÉRICA LATINA Y

EL CARIBE, en Guadalajara, y recogida en la

revista La Ventana, n.13, pp.94- 106: http://148.202.18.157/sitios/

publicacionesite/pperiod/laventan/

Ventana13/ventana13-4.pdf

Por su parte, la autonomía de las mujeres se

entiende “como una medida para evaluar el

logro en el proceso de empoderamiento y

de superación de la exclusión social. En

qué medida las mujeres son capaces de de-

cidir, autónomamente, su participación en

el mercado y en la política o la vida cívica

es imprescindible para ver los logros en la

equidad de género”. (Montaño, 2001: 7-8)

Page 17: Economía Anti-Patriarcal 1

13

CUADRO 2: HERRAMIENTAS CONCEPTUALES DEL ENFOQUE GED

La condición alude al estado material en el que se encuentran las mujeres en términos de salud, nutrición, educación, carga de trabajo, pobreza, acceso a tec-nologías, etc. La posición se refiere a su ubicación social y económica con rela-ción a los hombres, medida en términos de mayor vulnerabilidad de las mujeres a la pobreza y la violencia, acceso diferenciado a la tecnología y recursos pro-ductivos, diferencias salariales y de oportunidades de empleo, etc.

Las mujeres asumen una triple carga de trabajo a partir de sus funciones repro-ductivas (cuidados de los demás miembros del hogar, entre otras), funciones productivas (trabajo, remunerado o no, que genera valor de cambio) y funciones sociales o comunitarias, orientadas al desarrollo del vecindario, la comunidad o el país, incluso.

DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO

Hombres y mujeres realizan distintos tipos de trabajo a los que se les asigna un valor diferenciado (valor que varía de un lugar a otro, de una cultura a otra...). A pesar de las variaciones, en términos generales el trabajo de las mujeres es sub-valorado:

TRABAJO REPRODUCTIVO: no reconocido ni remunerado.

TRABAJO PRODUCTIVO: recibe menor remuneración que el de los hombres y se

suele ver como una extensión de su trabajo reproductivo. TRABAJO COMUNITARIO: subvalorado, no remunerado, casi siempre en funcio-

nes de apoyo cuando los hombres ocupan posiciones de mayor estatus.

NECESIDADES PRACTICAS Y ESTRATÉGIAS DE GÉNERO

Las necesidades estratégicas de género se formulan a partir del análisis de la subordinación de las mujeres en relación con los hombres, de donde se derivan los intereses estratégicos de género para lograr una organización o relaciones más igualitarias y justas. Las necesidades prácticas de género se formulan a par-tir de las condiciones concretas de las mujeres como género subordinado, de las cuales derivan sus intereses prácticos de supervivencia humana.

FUENTE: Elaboración propia. En paralelo, los planteamientos de las

organizaciones de mujeres fueron calando en el discurso dominante de los derechos humanos, y los paradigmas convencionales empezaron a ceder frente a la demanda de las mujeres por la atención a las cuestiones de género. Tal y como sostiene Tamayo (2003: 16), “Hasta entonces, el Derecho In-ternacional de los Derechos Humanos sólo encontraba responsabilidad de los Estados por actos atribuidos a sus agentes que cons-tituían violaciones de Derechos Humanos, excluyendo de su atención actos cometidos por particulares, sin advertir la responsabili-dad estatal por tolerar u omitir su deber de

proteger los derechos humanos de las muje-res. Bajo tales marcos previos, cuestiones como el maltrato a las mujeres en la relación de pareja, la violencia sexual o incluso expe-riencias de violación en el marco de tortura, eran ignorados como violaciones a los dere-chos humanos”. Al mismo tiempo, los dere-chos humanos reconocidos internacional-mente comenzaron a tener una lectura inclu-siva de la experiencia femenina, como es el caso de los derechos sexuales y reproducti-vos.

En cuanto al campo del desarrollo tam-bién se producen importantes avances. Así, las demandas de las mujeres pasaron a en-

Page 18: Economía Anti-Patriarcal 1

14

contrar un marco más favorable en el enfo-que del desarrollo centrado en las personas (Desarrollo Humano), adoptado por el Pro-grama de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) a partir del primer Informe sobre Desarrollo Humano “Concepto y medición del Desarrollo Humano” de 1990

12. Este en-

foque difiere del tradicional basado en el crecimiento económico definiendo el desa-rrollo como el proceso de ampliación de las opciones de las personas y mejora de las capacidades humanas (la diversidad de co-sas que las personas pueden hacer o ser en la vida) y las libertades, para que las perso-nas puedan vivir una vida larga y saludable, tener acceso a la educación y a un nivel de vida digno, y participar en la vida de su co-munidad y en las decisiones que afecten sus vidas

13. El enfoque de desarrollo humano

además comparte objetivos con el marco de los derechos humanos y así lo reconoce el Informe sobre Desarrollo Humano 2000: “el desarrollo humano y los derechos humanos se aproximan suficientemente en cuanto a motivaciones y preocupaciones para ser compatibles y congruentes, y son suficien-temente diferentes desde el punto de vista de su concepción y estrategia para comple-mentarse entre sí provechosamente”. (PNUD, 2000: 19)

14

Sin embargo, a pesar del avance que supone el enfoque de derechos humanos en la cooperación y específicamente el enfoque del desarrollo humano, el cual se supone guía las intervenciones de todos los agentes de la cooperación al desarrollo, éste sigue recibiendo críticas desde el movimiento de mujeres y desde otros movimientos sociales, ya que no cuestiona el modelo económico imperante y no propone alternativas al mis-mo. Reconociendo los avances que supone

12

Disponible en: http://hdr.undp.org/es/

informes/mundial/idh1990/

13 Para más información sobre el enfoque de

desarrollo humano véanse los Informes de

Desarrollo del PNUD (en la bibliografía). 14

Disponible en http://hdr.undp.org/reports/

global/2000/sp/hdr_sp_2000.pdf .

el enfoque del desarrollo humano para el avance de los derechos humanos y la soste-nibilidad de la vida, las políticas, mecanis-mos y financiación del desarrollo de la última década han venido a constreñir las potencia-lidades del mismo. En concreto, el movi-miento de mujeres y feminista ha criticado los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) del 2000. En este plan “convenido por todas las naciones del mundo y todas las instituciones de desarrollo más importantes a nivel mundial”

15 se incluyen 8 objetivos a

cumplir para la superación de la pobreza en-tre los que destaca el Objetivo 3 sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Desde América, las organiza-ciones de mujeres y feministas consideran que los objetivos planteados refuerzan los roles de género establecidos y perpetúan las subordinación de las mujeres al no estar di-rigidos a resolver las desigualdades estructu-rales en términos de distribución de poder y riqueza entre hombres y mujeres. En concre-to se critica que

16: • Los ODM no represen-

tan la plena visión de la equidad de género, la igualdad y el fortalecimiento de las muje-res o de la erradicación de la pobreza y la transformación estructural que impregna los instrumentos fundamentales de derechos humanos, o algunos acuerdos interguber-namentales significativos como la Plataforma de Acción de Beijing. Una de sus principales fallas es la no inclusión de los derechos re-productivos. Los ODM tampoco mencionan dos temas críticos de la Declaración: paz y derechos humanos.

Los ODM incluyen el fortalecimiento de las mujeres y la igualdad de género sólo como un objetivo más y las consecuen-cias de eso ya son evidentes: los infor-mes de los países tienden a confinar es-tos temas al Objetivo 3 y a los objetivos

15 Fuente: http://www.un.org/spanish/

millenniumgoals/bkgd.shtml 16

Reflexiones desde el feminismo sobre los

Objetivos del Milenio Comité Regional

Pekín+10 - América Latina (Fuente: www.nodo50.org/mujeresred/

spip.php?article119 )

Page 19: Economía Anti-Patriarcal 1

15

relacionados con la salud (4, 5, 6), y a excluirlos de las metas en torno a la erradicación de la pobreza (1), sustenta-ción del medio ambiente (7) y coopera-ción global (8).

Las metas e indicadores actuales no se ocupan de manera adecuada de las de-sigualdades sistémicas y de los desequi-librios de poder dentro del sistema eco-nómico global que socavan los objetivos. El foco está puesto más sobre lo que los países pobres necesitan hacer para al-canzar los ODM, que sobre la rendición de cuentas por parte de los actores glo-bales más poderosos: los países más ri-cos y las instituciones internacionales fi-nancieras y de comercio.

No existen plazos, indicadores cuantifi-cables o instrumentos que sirvan para hacer rendir cuentas a los países indus-trializados, las instituciones económicas y las corporaciones. Establecer esos me-canismos de rendición de cuentas se tor-na, por lo tanto, vital especialmente cuando los países no logran cumplir los objetivos debido, en parte, a la falta de recursos económicos. Por su parte, también la Declaración de

Paris sobre la Eficacia de la Ayuda al Desa-rrollo (2005) y la Agenda de Accra para la Acción (2008), así como el Consenso de Monterrey sobre Financiación para el Desa-rrollo (2002) y la Declaración de Doha sobre la Financiación para el Desarrollo (2008) han sido muy criticados por el movimiento de mu-jeres y feminista, por su falta de atención al género y su falta de reconocimiento de las consecuencias de la reformas económicas sobre la igualdad y la participación política de las mujeres

17. También las críticas se han

dejado oír de cara al IV Foro de Alto Nivel

17

Recomendamos consultar los sitios Web de

AWID ( www.awid.org ) e INSTRAW-ONU

Mujeres ( www.un-instraw.org ) para acceder

a materiales sobre la eficacia de la ayuda y

profundizar en los debates del movimiento

de mujeres y feminista al respecto.

sobre Eficacia de la Ayuda, que tuvo lugar en

Busán, Corea del Sur, del 29 noviembre-1 diciembre 2011

18.

II. AVANZANDO LOS DERECHOS

ECONÓMICOS DE LAS MUJERES: INSTRUMENTOS Y COMPROMISOS A NIVEL INTERNACIONAL

Nuestro objetivo en el presente apartado

no es entrar al análisis de cada uno de los hitos e instrumentos en la materia de dere-chos económicos de las mujeres, sino visibi-lizar algunos que consideramos importan-tes

19 a la hora de promoverlos y defenderlos.

Así recogemos algunos de los principales convenios a nivel internacional y latinoameri-cano, dejando para el apartado siguiente lo relativo a la cooperación española.

A. ÁMBITO INTERNACIONAL

En 1948, la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE

LOS DERECHOS HUMANOS20

integra el principio

de igualdad y la prohibición de la discrimina-ción por sexo. Se reconocen desde ya una serie de derechos económicos: el derecho al trabajo y, a la libre elección del mismo, con condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo; derecho a la protección contra el

18

Véase: Demandas Clave de Mujeres Orga-

nizadas sobre la Cooperación para el

Desarrollo de Camino al FAN4e en Busán

y Más Allá: http://awid.org/esl/Library/Demandas-clave-

de-mujeresorganizadas-sobre-la-

cooperacion-para-el-desarrollo-de-camino-

al-FAN4-en-Busan-y-mas-all .

Al momento de escribir este estudio, el Fo-

ro de Busán estaba teniendo lugar; reco-

mendamos visitar: http://ww.awid.org para

balances sobre el mismo. 19

Para más información sobre los mismos y

análisis exhaustivos, recomendamos con-

sultar bibliografía especializada en la mate-

ria. 20

http://www.un.org/es/comun/docs/?path=/

es/documents/udhr/index_print.shtml

Page 20: Economía Anti-Patriarcal 1

16

desempleo; derecho a igual salario por tra-bajo igual; y, a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la digni-dad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. Igualmente se reconoce el derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses. Por último, toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación ra-zonable de la duración del trabajo y a vaca-ciones periódicas pagadas; así como a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vi-vienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfer-medad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su vo-luntad.

El PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS

ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES (PI-

DESC)21

, que entra en vigor en 1976, esta-blece entre otros que los Estados parte de-ben reconocer y garantizar el derecho al tra-bajo, entendiendo por esto el derecho de to-da persona a tener la oportunidad de ganar-se la vida mediante un trabajo libremente escogido y reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias. El Pacto asegura a los hombres y a las mujeres igual título a la hora de gozar de todos los derechos econó-micos, sociales y culturales enunciados en el Pacto (artículo 3) y prohíbe “discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra ín-dole, origen nacional o social, posición eco-nómica, nacimiento o cualquier otra condi-ción social” (artículo 2.2.).

La CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE

TODAS LAS FORMAS DE DISCRIMINACIÓN CON-

21

http://www2.ohchr.org/spanish/law/

cescr.htm

TRA LA MUJER (CEDAW)22

, 1989, fue la cul-

minación de más de 30 años de trabajo de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, órgano creado en 1946 por la Carta de las Naciones Unidas

23. En su ar-

tículo 11.1 establece la igualdad de género en las oportunidades, en los procesos de se-lección y ascenso en el empleo, en las re-muneraciones percibidas, la seguridad so-cial, la protección de la salud y la materni-dad. La CEDAW alienta a los Estados parte a asegurar la protección de la maternidad, independientemente de la situación conyugal de la madre, mediante licencias con goce de sueldo, suministro de los servicios sociales de cuidado y otras medidas que permiten combinar responsabilidades familiares y la-borales (artículo 11.2). En su artículo 13 la CEDAW explicita que las mujeres tendrán derecho a prestaciones familiares y a obte-ner préstamos bancarios, hipotecas y otras formas de crédito.

Posteriormente, la DECLARACIÓN DE LA

CUMBRE DE LOS DERECHOS HUMANOS DE VIE-

NA24

(1993) reconoce que los derechos hu-

manos de las mujeres y las niñas forman parte inalienable e indivisible de los dere-chos humanos universales. Dos años más tarde, en la V Conferencia Internacional de las Mujeres (1995) los Gobiernos presentes reconocen por primera vez a nivel interna-cional los derechos de las mujeres. En con-creto, la DECLARACIÓN Y LA PLATAFORMA DE

ACCIÓN DE BEIJING25

, resultantes de la Confe-

rencia, denuncian la persistente y creciente

feminización de la pobreza de mujeres y ni-ñas y la desigualdad que existe en perjuicio de ellas en las estructuras y políticas en to-das las actividades productivas y en el acce-so a los recursos a escala mundial. La Plata-forma de Acción en concreto aborda las es-

22

http://www.un.org/womenwatch/

daw/cedaw/text/sconvention.htm 23

http://www.un.org/es/documents/charter/

24 http://www.unhchr.ch/huridocda/

huridoca.nsf/%28Symbol%29/A.CONF.157.23.Sp

25 http://www.un.org/womenwatch/

daw/beijing/pdf/BDPfA%20S.pdf

Page 21: Economía Anti-Patriarcal 1

17

trategias que los distintos Estados parte de-ben implementar para conseguir una igual-dad real en el acceso y ejercicio de los dere-chos entre mujeres y hombres, agrupándolas en doce áreas o esferas de especial aten-ción. Una de ellas es el ÁREA F: LAS MUJERES Y

LA ECONOMÍA, que hace visible la desigual-

dad en las estructuras y políticas económi-cas, en todas las actividades productivas y en el acceso a los recursos, como puede ser la propiedad de la tierra o la herencia, po-niendo énfasis en la inexistente armoniza-ción de las responsabilidades laborales y familiares, y la nula visibilidad de éstas últi-mas, mayoritariamente asumidas por muje-res. Establece como objetivos:

Promover la independencia y los dere-chos económicos de las mujeres, inclui-dos el acceso al empleo, a condiciones de trabajo apropiadas y al control de los recursos económicos.

Facilitar el acceso de las mujeres, en condiciones de igualdad, a los recursos, el empleo, los mercados y el comercio productivo, la tierra, el crédito, el capital, los derechos de propiedad, los progra-mas de desarrollo y las estructuras cooperativas. En 2000 se celebra la Sesión Extraordi-

naria de la Asamblea de General de las Na-ciones MUJER 2000: IGUALDAD ENTRE LOS GÉ-

NEROS, DESARROLLO Y PAZ PARA EL SIGLO XXI, comúnmente conocida como BEIJING+5

26, en

la que se ratificó la Plataforma de Acción de Beijing.

Un gran número de organizaciones de mujeres y ONG destacaron el poco avance en el respeto a derechos humanos básicos de las mujeres así como el impacto negativo de la mundialización de la economía que es-taba exacerbando la tendencia a la feminiza-ción de la pobreza.

En 2005, la 49 Sesión de la Comisión pa-ra la Condición Jurídica y Social de las Muje-res se reunió en la sede de Naciones Unidas

26

http://www.un.org/spanish/conferences/

Beijing/beijing+5.htm

en Nueva York para llevar a cabo la revisión y evaluación de la Plataforma de Acción de Beijing (Beijing +10)

27. Se firmó una Decla-

ración ratificando los compromisos de la Pla-taforma de Acción y se aprobaron 10 resolu-ciones entre las que destaca la RESOLUCIÓN

49-8 REFERIDA AL ADELANTO ECONÓMICO DE

LAS MUJERES28

.

Durante BEIJING +15, 54 SESIÓN DE LA CO-

MISIÓN PARA LA CONDICIÓN JURÍDICA Y SOCIAL

DE LAS MUJERES EN NUEVA YORK EN 2005, las

organizaciones de mujeres y feministas mos-traron su preocupación en relación a que “los gobiernos consideran la Plataforma de Ac-ción de Beijing como un mero instrumento técnico, su esencia se ha despolitizado y se ha diluido su contenido. La estrategia clave de puesta en marcha de la transversalidad de género ha perdido su perspectiva crítica y su propósito transformador en lo que respec-ta a las relaciones de poder y las desigual-dades”

29. En su Declaración conjunta, las

organizaciones de mujeres denuncian que la DECLARACIÓN DE BEIJING +15:

Representa un paso hacia atrás dado su rotundo fracaso para reafirmar la Plataforma y establecer un férreo compromiso con su implementación efectiva a través de nuevas acciones y recursos.

Exagera el progreso alcanzado e ignora la lenta y parcial implementación de la Plata-forma. Asimismo, subestima la profundidad y variedad de los retos y desafíos que aún de-ben enfrentar las mujeres desde sus múlti-ples identidades, incluyendo la persistencia de todas las formas de violencia contra la Mujeres. Tampoco toma en cuenta los cam-bios que han acontecido en los contextos globales y locales.

Entre otras cuestiones exigen la creación de una Entidad de las Naciones Unidas para los Derechos de las mujeres y la Igualdad de Género que cuente con recursos suficientes,

27

http://www.un.org/spanish/events/

beijing10/pages/index.htm

28 http://www.eclac.org/mujer/reuniones/

mesa38/E-2005-27s.pdf

29 http://www.redmujer.org.ar/herramientas.html

Page 22: Economía Anti-Patriarcal 1

18

con una sólida capacidad operativa y con mecanismos potentes para impulsar una au-téntica participación de la sociedad civil. En 2011 empieza a funcionar ONU Mujeres al seno de Naciones Unidas que tiene entre sus áreas prioritarias, consideradas funda-mentales para la igualdad de las mujeres y capaces de impulsar el progreso de forma generalizada, el empoderamiento económico de las mujeres

30.

B. ÁMBITO LATINOAMERICANO

Los estándares fijados por los instrumen-

tos internacionales de derechos humanos constituyen obligaciones legales para los países signatarios. Además de estos, la re-gión latinoamericana se ha dotado de otras herramientas normativas para asegurar el avance de los derechos económicos de las mujeres.

La CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERE-

CHOS HUMANOS (también llamada Pacto de

San José de Costa Rica) que entró en vigor en 1978, en su artículo 1.1 reconoce que los Estados Partes en se comprometen a respe-tar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdic-ción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinio-nes políticas o de cualquier otra índole, ori-gen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

Por su parte, el PROTOCOLO ADICIONAL A

LA CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS

HUMANOS (Protocolo de San Salvador), de

1988, reconoce en su artículo 1 que toda persona tiene derecho al trabajo y fija el compromiso de los Estados Parte a adoptar medidas necesarias a fin de lograr progresi-vamente la plena efectividad de los derechos que se reconocen en el Protocolo.

La CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA,

aprobada en 2001, en sesión especial de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Lima, Perú, reconoce

30

Véase: http://www.unwomen.org/

(Empoderamiento Económico)

en su artículo 9 que “la eliminación de toda forma de discriminación, especialmente la discriminación de género, étnica y racial, y de las diversas formas de intolerancia, así como la promoción y protección de los dere-chos humanos de los pueblos indígenas y los migrantes y el respeto a la diversidad ét-nica, cultural y religiosa en las Américas, contribuyen al fortalecimiento de la demo-cracia y la participación ciudadana”. En su artículo 11 señala que “la democracia y el desarrollo económico y social son interde-pendientes y se refuerzan mutuamente.”, y que “la promoción y observancia de los de-rechos económicos, sociales y culturales son consustanciales al desarrollo integral, al cre-cimiento económico con equidad y a la con-solidación de la democracia en los Estados del Hemisferio” (artículo 13).

En América también se han sucedido dis-tintas Conferencias Regionales de las Muje-res organizadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En los últimos años, la DÉCIMA CONFERENCIA

REGIONAL SOBRE LA MUJER DE AMÉRICA LATI-

NA Y EL CARIBE, organizada por la CEPAL en

2007 en Quito, en su documento final, cono-cido como Consenso de Quito afirma y reco-noce:

El valor social y económico del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres y del cuidado como un asunto público que compete a los Estados, gobiernos locales, organizaciones, empresas y fa-milias, y la necesidad de promover la responsabilidad compartida de mujeres y hombres en el ámbito familiar.

La significativa contribución de las muje-res en su diversidad a la economía en las dimensiones productiva y reproductiva, al desarrollo de múltiples estrategias para enfrentar la pobreza, y a la preservación de los conocimientos y las prácticas fun-damentales para el sostenimiento de la vida, especialmente para la seguridad, la soberanía alimentaria y la salud.

Que la división sexual del trabajo se mantiene como factor estructural de las desigualdades e injusticias económicas

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19

que afectan a las mujeres en los ámbitos familiar, laboral, político y comunitario y propician la desvalorización y falta de re-tribución de los aportes económicos de las mujeres.

La contribución de las mujeres al retorno y al fortalecimiento de la democracia, la igualdad de género, la justicia social, el desarrollo de los países de la región y la

inclusión de poblaciones históricamente discriminadas.

La contribución de los movimientos de mujeres y feministas, en toda su diversi-dad, al desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género en la región, en particular a la profundización de la democracia y al desarrollo de la institu-cionalidad pública de género.

COMPROMISOS DEL CONSENSO DE QUITO (2007)

Ampliar y fortalecer la democracia participativa y la inclusión igualitaria, plural y multicultural de las mujeres en la región garantizando y estimulando su participa-ción y valorando su función en el ámbito social y económico y en la definición de las políticas públicas, adoptando medidas y estrategias para su inserción en los espacios de decisión, opinión, información y comunicación.

Adoptar medidas de corresponsabilidad para la vida familiar y laboral que se apliquen por igual a las mujeres y a los hombres teniendo presente que al com-partir las responsabilidades familiares se crean condiciones propicias para la par-ticipación política de la mujer.

Adoptar medidas en todas las esferas de la vida democrática institucional y, en particular, en los ámbitos económico y social, incluidas las medidas legislativas y reformas institucionales, para garantizar el reconocimiento del trabajo no remu-nerado, su aporte al bienestar de las familias y al desarrollo económico de los países y promover su inclusión en las cuentas nacionales. Formular y aplicar po-líticas de Estado que favorezcan la responsabilidad compartida equitativamente entre mujeres y hombres en el ámbito familiar, superando los estereotipos de gé-nero, reconociendo la importancia del cuidado y del trabajo doméstico para la re-producción económica y el bienestar de la sociedad como una de las formas de superar la división sexual del trabajo.

Desarrollar instrumentos de medición periódica del trabajo no remunerado que realizan las mujeres y hombres, especialmente encuestas de uso del tiempo para hacerlo visible y reconocer su valor, incorporar sus resultados al sistema de cuentas nacionales y diseñar políticas económicas y sociales en consecuencia.

Durante la UNDÉCIMA CONFERENCIA RE-

GIONAL SOBRE LAS MUJERES, organizada por la

CEPAL en Brasilia en 2010, “¿QUÉ ESTADO

PARA QUE IGUALDAD?”, el Foro de Organiza-

ciones Feministas declaró que:

Los Estados y Gobiernos de la Región mantienen una contradicción entre los compromisos internacionales asumidos y la materialización de las políticas para la igualdad y la plena garantía de derechos.

La división sexual del trabajo permanece como uno de los principales obstáculos

para la autonomía y el bienestar de las mujeres. El trabajo gratuito que realiza-mos en la esfera reproductiva constituye la base de modelos económicos que ex-cluye a las mujeres del desarrollo.

Las mujeres continúan ocupando la ma-yoría de los puestos precarios e informa-les de trabajo, en condiciones de despro-tección social, insalubridad y jornadas cada vez más extenuantes. La discrimi-nación salarial y el acoso sexual y moral sigue siendo una constante en la expe-riencia laboral de las mujeres.

Page 24: Economía Anti-Patriarcal 1

20

El trabajo doméstico remunerado, en el cual predominan las mujeres negras e indígenas con escasos niveles de pro-tección social y sin garantía de derechos laborales, revela la falta de reconoci-miento del valor social de este trabajo y el peso del racismo en la sociedad.

La crisis ambiental revela la lógica preda-toria, patriarcal y racista de este modelo de desarrollo basado en la mercantiliza-ción. El cambio climático, la privatización

y contaminación del agua, del aire, del suelo y de los alimentos, amenazan la calidad de vida de toda la población, con un sesgo particular hacia las mujeres.

El modelo de desarrollo hegemónico promueve el agro-negocio y el monocul-tivo, viola el derecho a la tierra y el terri-torio de pueblos y comunidades indíge-nas, afrodescendientes, población rural y campesina.

DEMANDAS A LOS GOBIERNOS POR PARTE DE LAS ORGANIZACIONES FEMINISTAS PARTICIPANTES EN EL FORO FEMINISTA PREVIO A

LA CONFERENCIA DE LA CEPAL (2010)

En el marco de un nuevo modelo de desarrollo los Estados deben fomentar transformaciones socioculturales y productivas que aseguren una relación sus-tentable con la naturaleza, la preservación de los bienes comunes de la huma-nidad y la pluralidad de las culturas. En este marco los procesos de integración regional deben profundizar la participación de los movimientos sociales.

El Estado democrático debe garantizar la justicia social, la igualdad étnico-racial y de género. Dar cumplimiento al plan de acción de Durban para avanzar en la erradicación del racismo institucional.

Debe garantizar la protección de los y las defensoras de derechos humanos permanentemente amenazados, asesinados y perseguidos en particular en Mé-xico, Centroamérica y Colombia.

Debe tener un papel central en la provisión de servicios que libere a las mujeres de la responsabilidad exclusiva del trabajo de cuidado y promueva la corres-ponsabilidad. Los Estados deben ratificar y asegurar el efectivo cumplimiento de la Convención 156 de la OIT.

Debe garantizar el acceso de las mujeres al trabajo remunerado con calidad y pleno respeto de los derechos laborales.

Debe reconocer el valor social y económico del trabajo doméstico y equipararlo jurídicamente en la legislación laboral.

Debe garantizar el derecho de las mujeres a la tierra, a los recursos naturales y el reconocimiento de los territorios indígenas y afrodescendientes.

Debe garantizar la seguridad y previsión social universal y pública a todas las mujeres, en el marco de un nuevo modelo de redistribución de la riqueza que todas y todos producimos.

Page 25: Economía Anti-Patriarcal 1

21

III. LA IGUALDAD DE GÉNERO Y LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES EN LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA AL DESARROLLO

31

Con la incorporación de España como país donante al Comité de Ayuda al Desarro-llo (CAD) la realización de las actividades de cooperación en materia de género recayó sobre el Instituto de la Mujer. Su Primer Plan de Igualdad (1988-1990) establecía dentro de sus objetivos, impulsar programas de cooperación internacional con la finalidad de beneficiar a grupos concretos de mujeres. En 1990 comenzó a ejecutarse desde el programa MUJER Y DESARROLLO, que sub-

31

La Cooperación Española al Desarrollo in-

cluye a distintos tipos de actores con prio-

ridades y estrategias diferenciadas. No ha

sido voluntad de este estudio dar a conocer

todas y cada una de ellas sino presentar los

marcos generales, como “acuerdos de mí-

nimos”, que deben guiar los esfuerzos de

todos ellos. Para análisis más exhaustivos

del trabajo de la cooperación española en

materia de igualdad de género y empode-

ramiento de las mujeres, recomendamos

consultar:

El capítulo de Irene López Méndez

“Sobre una estrategia de género para la

Cooperación Española” (Tamayo et al.,

2003: 31-50)

Los materiales producidos en el marco

de la Campaña de “Muévete por la

Igualdad. Es de Justicia” de Ayuda en

Acción, Intered y Entreculturas (

www.mueveteporlaigualdad.org ).

Para el caso de la cooperación catalana, re-

comendamos consultar el documento de la

misma campaña: Análisis de Género en la

Ayuda Oficial al Desarrollo de la Coopera-

ción Catalana (2009). En el caso de la

cooperación al desarrollo vasca la tesis no

publicada de Bengoetxea (2010). Propor-

cionamos el correo de contacto de la autora

para solicitar la tesis en caso de interés:

edurbengoetxea@ gmail.com

venciona actividades centradas en colectivos de mujeres, sobre todo de ámbito latinoame-ricano. Pero la cooperación al desarrollo no deja de ser un pequeño capítulo en la agen-da de este organismo, encargado especial-mente de la protección social y la igualdad de género en España y en relación al resto de Europa.

La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) tuvo claras repercusiones en la política española que ocupaba en ese momento la Presidencia Europea, y tuvo un especial protagonismo en cuanto a la defen-sa de la igualdad entre mujeres y hombres. Esta búsqueda de igualdad en la política es-pañola, tiene su reflejo en la cooperación al desarrollo y así queda establecido con la

aprobación en 1998 de la LEY DE COOPERA-

CIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO32

que fija como uno de los principios de la polí-tica española de cooperación al desarrollo “...la participación ciudadana en condiciones de igualdad para mujeres y hombres...” (Ar-tículo 2.b.). Entre las prioridades sectoriales se incluye “la protección y respeto de los de-rechos humanos, igualdad de oportunidades, participación e integración social de la mujer y defensa de los grupos de población más vulnerables” (artículo 7.c.)

En el año 2000 se publica el primer PLAN

DIRECTOR 2001-2004 DE LA COOPERACIÓN ES-

PAÑOLA33

que reconoce la lucha contra la

pobreza, el medio ambiente y la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres, co-mo prioridades horizontales. Este Plan fue criticado por las ONGD por su marcado en-foque MED. El Plan Director de la Coopera-ción Española es un documento marco que establece los objetivos, criterios, prioridades sectoriales y geográficas de la cooperación al desarrollo. Es el elemento básico de plani-ficación cuatrienal. En el año 2005 se publica

32

Ley de Cooperación Internacional para el

Desarrollo: http://noticias.juridicas.com/

base_datos/Admin/l23-1998.html

33 Plan Director de la Cooperación Española

(2001-2004): http://www.aecid.es/galerias/

publicaciones/descargas/

Plan_Director2001-2004.pdf

Page 26: Economía Anti-Patriarcal 1

22

el segundo PLAN DIRECTOR 2005-2008 DE LA

COOPERACIÓN ESPAÑOLA34

, que otorga un

papel relevante a la promoción de la igual-dad de género, estableciendo como uno de sus objetivos estratégicos el aumento de la autonomía de las mujeres y con un enfoque claramente GED. El actual PLAN DIRECTOR

DE LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA (2009-2012)35

reconoce que “la Cooperación Española ba-sará en el enfoque GED todas sus actuacio-

34 Plan Director de la Cooperación Española

(2005-2008): www.aecid.org.ar/

info_documentacion/plan_director.pdf

35 Plan Director de la Cooperación Española

(2009-2012): www.aecid.es/es/servicios/

publicaciones/Documentos/Plan_director/

Para documentos específicos de la

cooperación española en los países del

estudio, consultar: Documento de Es-

trategia País Cooperación Española

2005-2008. El Salvador: http://www.aecid.es/es/servicios/

publicaciones/Documentos/dep/

01coop_mex_acentral_caribe/

Cooperación Española en El Salvador.

Marco de Asociación País 2010-2014: www.ayudaeficaz.es/Cooperaci%C3%B3n-

espa%C3%B1olay-eficacia/En-los-paises-

socios/Documentos.aspx?Action=

1&NewsId=297&currentPage=2&PID=481

Documento de Estrategia País Coope-

ración Española 2005-2008. Nicaragua: www.aecid.es/es/servicios/

publicaciones/Documentos/dep/

01coop_mex_acentral_caribe/

Documento de Estrategia País Coope-

ración española 2005-2008. Bolivia: www.aecid.es/es/servicios/

publicaciones/Documentos/dep/

02coop_ame_sur/

Cooperación Española en Bolivia. Mar-

co de Asociación País 2011-2015: www.ayudaeficaz.es/Cooperaci%C3%B

3n-espa%C3%B1olay-eficacia/En-los-

paises-socios/Documentos.aspx?

Action=1&NewsId=

296&currentPage=2&PID=481

nes y todos los niveles desde la planificación estratégica a la programación, la gestión, el seguimiento y la evaluación”; y, establece la promoción de los derechos humanos como prioridad horizontal, junto a la gobernabilidad democrática.

Más allá de la inclusión de la igualdad de género en la Ley de Cooperación y de ser considerada una prioridad en los planes di-rectores elaborados hasta el momento, está la ESTRATEGIA DE GÉNERO EN DESARROLLO

que supone un importante avance al dotar a la cooperación española de unas directrices de actuación que afianzan, al menos a nivel teórico, la inclusión de la igualdad de género en todo el conjunto de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).La Estrategia reconoce la discriminación que viven las mujeres en el li-bre acceso y ejercicio de sus derechos eco-nómicos, lo que, se señala, repercute en su autonomía, limita sus opciones vitales y la-borales, y condiciona su presencia mayorita-ria bajo la línea de la pobreza. En cuanto al trabajo de las mujeres, visibiliza y valora el trabajo reproductivo no remunerado, y des-taca las condiciones de las mujeres en el mundo laboral donde sufren una grave dis-criminación en cuanto a acceso, condiciones y oportunidades en el trabajo en compara-ción con los hombres. A partir de este diag-nóstico en materia de derechos económicos de las mujeres, la Estrategia propone líneas de trabajo e intervenciones concretas (Véase el apéndice 2).

Pero más allá de los avances normati-vos, teóricos y de planificación, la inclusión real de la perspectiva de género ha sufrido un desarrollo desigual en estos años. En concreto, ha habido críticas al trabajo de la cooperación española en materia de dere-chos económicos de las mujeres por parte del movimiento de mujeres y feminista.

Page 27: Economía Anti-Patriarcal 1

23

REIVINDICACIONES: DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES36

Exigimos la revisión y reconceptualización de muchos de los términos que se utilizan en la economía convencional, y abogamos por explorar modelos socio-económicos alternativos que busquen como objetivo garantizar una vida digna.

Entre los conceptos a replantear queremos destacar la limitada noción de tra-bajo utilizada como sinónimo de empleo, así como la restrictiva visión del cui-dado desde una concepción frecuentemente extraeconómica.

Exigimos que los derechos individuales de las personas no estén vinculados al empleo. Así mismo, exigimos a las administraciones públicas el reconocimiento y la garantía en el cumplimiento de sus obligaciones respecto a los derechos económicos de las mujeres, que tienen que ver con el mantenimiento y la am-pliación de las coberturas sociales.

Exigimos trabajar hacia la consecución de formas de producción, circulación, dis-tribución y consumo justas, equitativas y sostenibles, desde valores feministas.

Exigimos colocar la cuestión de los cuidados en el centro del sistema social como elemento estructural y fundamental del mismo.

Exigimos reconocer, valorar y repartir equitativamente todos los trabajos, espe-cialmente los más desvalorizados, es decir, los realizados mayoritariamente por mujeres.

Exigimos la corresponsabilidad en los trabajos no remunerados, especialmente los domésticos y de cuidados, entre los diversos agentes implicados: hombres, empresas y gobiernos.

Exigimos el cumplimiento efectivo de los derechos laborales en los trabajos re-munerados, subrayando la necesidad de incorporar el trabajo doméstico remu-nerado al Régimen General de la Seguridad Social.

Exigimos que las empresas y los estados asuman su responsabilidad en cuanto a la erradicación de la violencia contra las mujeres en el ámbito laboral, pres-tando especial atención a los empleos feminizados.

A este respecto, rescatamos aquí las reivindicaciones acordadas en el Encuentro “FEMI-

NISMOS EN LA AGENDA DEL DESARROLLO” que tuvo lugar en Bilbao los días 27 y 28 de mayo de

2010 y en el que participaron más de 200 personas, mujeres en su mayoría37

. Dicho evento tenía entre sus objetivos la elaboración de una agenda política, esto es, apuntar algunas reivindicaciones feministas en el actual contexto de globalización y crisis civilizatoria para posteriormente realizar actividades de sensibilización e incidencia política en diferentes ámbi-tos. Con este propósito se estableció un espacio para el trabajo en grupos en el que debatir y concluir con algunos consensos en clave de reivindicaciones en torno a los derechos huma-nos de las mujeres.

36

www.nodo50.org/csca/agenda11/misc/pdf/castReivindicaciones.pdf

37 Muchas de ellas lo hicieron a título individual, pero otras asistieron como representantes de

ONGD - más de 30-, asociaciones de mujeres y movimiento feminista del Estado español y

América Latina, personal técnico y político de administraciones públicas, alumnado y profeso-

rado de universidades, empresas y asociaciones vinculadas al ámbito de la igualdad y coopera-

ción para el desarrollo, partidos políticos, etc.

Page 28: Economía Anti-Patriarcal 1

24

PROPUESTA TEÓRICA Y METODOLÓGICA

38

38

El presente capítulo aborda la propuesta teórica y metodológica que hemos utilizado de cara a la sistematización de los discursos y prácticas de las organizaciones. Es nece-sario señalar que la importancia de especifi-car esta propuesta no sólo radica en que sea el marco que va a determinar nuestro diag-nóstico, sino también porque determina las posibles intervenciones posteriores. Dicho de otra forma: que lo “teórico” no es algo que sólo queda en el mundo de la abstracción, sino que es fundamental de cara a las apli-caciones prácticas.

El capítulo se estructura de la siguiente forma: en el primer apartado trataremos de abordar algunas consideraciones clave en torno a la Economía Feminista, haciendo hincapié en la crítica que realiza del discurso económico convencional y las alternativas que plantea. No obstante, tal y como señalá-bamos en el apartado introductorio, la Eco-nomía Feminista no es un pensamiento úni-co y, por tanto, no ofrece un solo punto de vista ante el análisis económico; de hecho, para el estudio concreto de los derechos económicos de las mujeres, es posible iden-tificar diversos enfoques que, si bien no son excluyentes, contienen diferencias concep-tuales y metodológicas fundamentales que trataremos de recoger en el segundo aparta-do. Por último, presentaremos la herramienta metodológica utilizada de cara a la recogida y el análisis de la información de las organi-zaciones. Se trata de una batería de pregun-tas, agrupadas en dos bloques temáticos, que tiene como objetivo último facilitar y guiar la reflexión teórica en torno a los dis-cursos y prácticas en materia de derechos económicos de las mujeres.

38

Gran parte de las ideas recogidas en este

capítulo se desarrollan en Agenjo (2011)

I. ALGUNAS CONSIDERACIONES BÁSICAS EN TORNO A ECONOMÍA FEMINISTA

A. (PERO PRIMERO), LOS RASGOS

CARACTERÍSTICOS DEL DISCURSO ECONÓMICO CONVENCIONAL

La actividad económica surge porque las

personas no somos autosuficientes sino que tenemos una serie de necesidades que no podemos satisfacer por nosotras mismas. Necesitamos una serie de bienes y servicios que se ponen a nuestra disposición a través de intercambios, con lo cual, éstos se con-vierten en los procesos básicos de la vida económica. Cualquier intercambio se com-pone, a su vez, de cuatro procesos interrela-cionados: Producción, Cambio, Distribución y Consumo.

El intercambio puede llevarse a cabo de muy diversas formas y no tiene por qué se-guir una lógica mercantil, pero el discurso económico dominante sólo lo contempla a través de los mercados, los cuales, guiados a su vez por una lógica de acumulación y de crecimiento, pasan a convertirse en el centro de atención teórica y política.

Según este análisis, el sistema económi-co está integrado por dos unidades funda-mentales: empresas y hogares. Éstas se re-lacionan entre sí a través del intercambio en el mercado de bienes y servicios (flujos reales) y de recursos monetarios (flujos fi-nancieros), lo cual es posible debido a la existencia de un sistema de precios determi-nado por el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda en cada mercado. Y aquí es donde aparece una cuestión fundamental. En este marco de análisis se supone que los mercados son de competencia perfecta; es decir, se supone que en ellos todos los ofe-rentes y demandantes tienen la misma in-formación, la misma cantidad y calidad de recursos, la misma capacidad de influir en

2

Page 29: Economía Anti-Patriarcal 1

25

los precios, y en tanto que cada individuo es idéntico al resto pese a su libertad individual, el resultado (la demanda y la oferta agrega-das) no es más que la suma de todos los comportamientos racionales individuales (AGEM, 2009).

Se asume, por tanto, que las empresas y los hogares son unidades económicas ho-mogéneas en su racionalidad y armónicas en su interior, es decir, se asume que en ellas no operan las relaciones de poder y que, por tanto, las decisiones que se toman buscan en todo momento la optimización o maximización del bienestar de todas las per-sonas que se ubican en su interior:

En el caso de las empresas, se conside-ra que la toma de decisiones busca de manera permanente la maximización de beneficios y la minimización de costos.

En el caso de las familias, se asume que sus miembros también toman decisiones para maximizar el bienestar del conjunto, decisiones que se refieren principalmente a la distribución del trabajo entre quienes deberán dedicarse a actividades que ge-neran ingresos (fuera del hogar) y quie-nes deberán dedicarse a actividades que no generan ingresos en el mercado den-tro del hogar (estudiar, realizar labores del cuidado, etc.) Se asume que estas decisiones se determinan por un análisis costobeneficio que tiene como resultado la maximización del bienestar total de la familia porque se supone que no existe ningún tipo de conflicto entre los indivi-duos que la conforman.

Por último, y dado que tanto las empre-sas como las familias logran por sí solas maximizar su bienestar, se considera que el Estado no tiene que intervenir en su funcionamiento, sólo tiene que dejar ha-cer (Estado “laissez faire”). Comprobamos, por tanto, que el discurso

económico convencional se basa en una se-rie de supuestos irreales que ofrecen una vi-sión distorsionada y estereotipada de la realidad económica y del papel que mujeres y hombres llevan a cabo en ella. Sin embar-go, no todos los enfoques sensibles a las di-

ferencias de género cuestionan estos mar-cos de análisis. Hay enfoques que tratan de insertar a las mujeres en el análisis pero sin cuestionar los marcos preexistentes; en con-traposición, hay enfoques cuyo punto de par-tida es precisamente la crítica y modificación de tales marcos. Esto supone una diferencia fundamental entre la Economía de Género y la Economía Feminista (Pérez, 2006), tal y como veremos a continuación.

B. ECONOMÍA DE GÉNERO

La Economía de género utiliza como es-

trategia básica la calificada como “añada mujeres y revuelva”

39. Se denomina así por-

que “es la nomenclatura que mayoritaria-mente utilizan quienes pretenden seguir ela-borando un discurso despolitizado y objeti-vista, frente a la adjetivación de feminista, que supone la asunción de un compromiso político explícito” ( .:11). Dentro de este

enfoque se reconocen dos metodologías di-ferentes:

Análisis de “la mujer” como sujeto de es-tudio: atienden a la ausencia o sub-representación de las mujeres en la dis-ciplina económica.

40

Análisis de “la mujer” como objeto de es-tudio: se considera que la exclusión de las mujeres ha sido consecuencia de una mala aplicación del método científico; es decir, los enfoques androcéntricos han

39

En la economía de género se toman los

marcos de análisis del discurso dominante

(es decir, los mercados) como dados y sim-

plemente se exige que a ellos se incorpore

a las mujeres; por ello son también deno-

minados modelos asimilacionistas cuya es-

trategia básica es la que Harding y Hewits-

on califican como “añada mujeres y re-

vuelva”. 40

El Comité sobre el Estatus de las Mujeres

en la Profesión Económica realiza un in-

forme anual sobre esta materia (Committee

on the Status of Women in the Economics

Profession: www.cswep.org )

Page 30: Economía Anti-Patriarcal 1

26

hecho mala ciencia porque no han aten-dido a la experiencia femenina. Por tanto, la solución que se plantea es insertar a las mujeres en los marcos teóricos pre-existentes, aunque sin cuestionarlos. Su recuperación del género y las experien-cias femeninas se da, por tanto, en los límites de lo que los enfoques androcén-tricos consideran económico (el ámbito monetizado) y se centran fundamental-mente en el análisis de la participación femenina en el mercado laboral.

C. ECONOMÍA FEMINISTA

Por su parte, la Economía Feminista sí

cuestiona los sesgos androcéntricos del dis-curso convencional y aspira a renovar la dis-ciplina utilizando categorías analíticas y de interpretación que posibilitan una manera de interpretar la realidad económica en la que las mujeres no están ausentes.

D. ¿CUÁLES SON LAS LIMITACIONES

Y SESGOS QUE SEÑALA LA ECONOMÍA FEMINISTA AL DISCURSO CONVENCIONAL?

1. En el discurso económico dominante NO

SE CONSIDERAN LAS RELACIONES DE PODER que existen al interior de las

unidades económicas ni se les otorga significancia económica:

Pero, tal y como defiende la Econo-mía Feminista, el comportamiento eco-nómico se fundamenta en una serie de interacciones humanas (entre personas, entre personas y la naturaleza, etc.) que implican relaciones de poder y que, por tanto, generan desigualdades. Y de for-ma específica, existen relaciones de po-der entre géneros que sitúan a mujeres y hombres en una posición diferenciada en el sistema socioeconómico. Así, por ejemplo, en las empresas capitalistas existen asimetrías de poder y diferencias de intereses entre la clase empresarial y la clase trabajadora, pero también exis-ten al interior de cada una de estas cla-ses, entre trabajadoras y trabajadores, y entre empresarias y empresarios (ade-

más de otros ejes de jerarquización so-cial que nos atraviesan como la edad, la etnia, la diversidad funcional y sexual, la clase, el estatus migratorio, etc.). Estas mismas relaciones de subordinación también existen entre las empresas capi-talistas que “expolian” valor a las empre-sas no capitalistas formadas por micro-empresas de subsistencia, comercio in-formal, producción campesina, etc. y en donde existe una presencia mayoritaria de mujeres. Por su parte, las relaciones de dominación-subordinación en los ho-gares se expresan en asimetrías en el acceso y control de recursos por parte de hombres y mujeres así como por asime-trías en la distribución de los beneficios generados por el uso de esos recursos (AGEM, 2009).

Estas relaciones de poder sitúan a mujeres y hombres en una posición de-sigual en cada uno de los sectores de la economía, lo que implica que unas y otros reciban un impacto diferente de los procesos económicos: ¿Acaso les afecta el desempleo por igual? ¿Les afecta por igual la reducción del gasto social tras la crisis? Por tanto, desde la economía fe-minista se sostiene que prestar atención a las relaciones de género en la econo-mía no implica ofrecer un discurso victi-mista, sino comprender cómo los proce-sos económicos afectan de forma dife-renciada a las mujeres debido a la de-sigual posición que ocupan frente a los hombres en el sistema socioeconómico.

2. El análisis dominante SÓLO CONSIDE-RA LOS BIENES Y SERVICIOS QUE “PASAN POR EL MERCADO”:

Ello se debe a la reducción del objeto de estudio de la economía y el trabajo al ámbito productivo y mercantil. Así, los bienes y servicios que se producen de forma gratuita en el sector de la econo-mía reproductiva permanecen ocultos en el análisis, pasando a constituir una suer-te de “externalidades” que en última ins-tancia contribuyen a reducir los costos de producción de las empresas, y a reducir el gasto público destinado a la provisión

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27

de servicios para el bienestar de la po-blación.

No obstante, tal y como reconoce Picchio (2001), el trabajo de reproduc-ción que mayoritariamente llevan a cabo las mujeres cumple una serie de funcio-nes indispensables para el funcionamien-to del sistema económico: LA AMPLIA-CIÓN Y EXPANSIÓN del bienestar y la

REDUCCIÓN cuantitativa y cualitativa de la

población a la figura de mano de obra. Es decir, contribuyen al sistema median-te la producción para el autoconsumo de bienes y servicios que forman parte del valor de la fuerza de trabajo, pero tam-bién contribuyen a la formación de las personas, a su socialización, a su cuida-do, etc. Todas estas actividades desarro-lladas de forma gratuita por las mujeres en los hogares permiten a las empresas un “ahorro” sustancial del costo salarial real que deberían aportar a la fuerza la-boral para cubrir todas estas necesida-des. Pero hay una función adicional de los grupos domésticos más allá de las actividades que se llevan a cabo en su interior, y es que es en ellos donde se asume la responsabilidad última de que el conjunto encaje, la responsabilidad de que la economía funcione: por eso no son sólo otra unidad económica, sino la unidad económica básica. Como señala Carrasco (2009: 134) “es en (ellos) don-de se toman las decisiones económicas primarias y donde en última instancia se ajustan todos los procesos de forma que adquieran sentido económico, esto es, que generan bien-estar. (Unos) hogares (que) en absoluto son unidades armonio-sas, sino terrenos marcados por el con-flicto, de forma clave, por las relaciones de desigualdad entre mujeres y hom-bres”.

Por su parte, también las instituciones gubernamentales y no gubernamentales contribuyen en muchos casos a la satis-facción de necesidades del cuidado de las familias y de las comunidades, como por ejemplo mediante la provisión de sis-temas de seguridad social, servicios de guarderías, atención a personas con ca-

pacidades diferentes o personas mayo-res, y/o de provisión de servicios de sa-lud y/o alimentación a algunos o a todos sus miembros (AGEM, 2009). Pero en épocas de crisis económica los Estados optan por recortar el gasto social o priva-tizar servicios básicos como medida de ajuste de las finanzas públicas, y con ello disminuyen su oferta de bienes y servi-cios para el cuidado. Frente a esta situa-ción, los hogares (y en ellos, principal-mente las mujeres) se ven en la necesi-dad de destinar más tiempo de trabajo no remunerado a la realización de activida-des que permitan compensarlo, y que así el bienestar de la familia no se vea perju-dicado. Por tanto, en épocas de crisis como la actual son los hogares los que actúan de colchón frente a los ajustes del sistema.

3. El discurso dominante NO CONSIDERA

LA DIMENSIÓN ÉTICA DE LOS RE-SULTADOS DE LOS PROCESOS ECONÓMICOS, los cuales muchas ve-

ces están determinados por relaciones de dominación y de subordinación que provocan la violación de derechos huma-nos fundamentales de hombres y muje-res en el ámbito económico. Por ello, no se trata solamente de utilizar un marco teórico para describir y/o cuantificar las diferencias y las asimetrías entre hom-bres y mujeres en los sectores que inte-gran este sistema (análisis propio de la Economía de Género), sino que se trata de utilizar a la ciencia económica para transformar este sistema económico de LO QUE ES A LO QUE DEBERÍA SER

para así garantizar el ejercicio pleno de los derechos humanos de todas las per-sonas que lo integran, de todos los hom-bres y de todas las mujeres (IBÍDEM.). A la luz de tales sesgos androcéntricos

en el discurso dominante, la Economía Fe-minista apuesta por tomar una posición críti-ca y construir nuevas perspectivas de análi-sis surgidas a partir de la experiencia de las mujeres, lo cual implica ampliar el objeto de estudio a nuevas esferas de actividad eco-

Page 32: Economía Anti-Patriarcal 1

28

nómica y desvelar las connotaciones de gé-nero implícitas. Pero para ello, previamente es necesario modificar las metodologías he-redadas del pensamiento económico con-vencional porque ha quedado demostrado que no sirven para tal fin. En este sentido, es necesario señalar que no hay una única es-trategia para modificar el discurso dominan-te. Concretamente podemos distinguir dos (Pérez, 2006): la estrategia de la CONCI-LIACIÓN y la estrategia de la RUPTURA, y

es precisamente la utilización de una u otra lo que permite diferenciar entre corrientes dentro de la Economía Feminista. Así, habla-remos de Economía Feminista de la Conci-liación (EFC) y de Economía Feminista de la Ruptura (EFR), utilizando como criterio dife-renciador el grado en que una u otra modifi-can el análisis convencional.

Esta diferenciación teórica es la que sirve de base en el presente diagnóstico sobre de-rechos económicos de las mujeres, y la que nos ha permitido diseñar nuestra herramien-ta de recogida de información y de análisis. Por ello, a continuación, trataremos de pre-sentar los rasgos definitorios de una y otra corriente desde un punto de vista conceptual y metodológico.

II. CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES

DE LAS DISTINTAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO ECONÓMICO FEMINISTA

A. ECONOMÍA FEMINISTA

DE LA CONCILIACIÓN (EFC)

Dentro del término general de ECONOMÍA

FEMINISTA DE LA CONCILIACIÓN pueden dife-

renciarse distintos enfoques que, a pesar de sus diferencias -en gran medida ligadas a las distintas corrientes económicas androcéntri-cas de las que parten

41- dan como resultado

41

Entre estos enfoques distinguimos, por

ejemplo, el “debate sobre el trabajo domés-

tico” procedente del feminismo marxista, o

las “teorías de los sistemas duales” proce-

dente del feminismo socialista anglosajón,

y el “enfoque producción- reproducción”

un cuerpo teórico relativamente homogéneo cuyo rasgo característico es el análisis de los procesos económicos otorgando el mismo valor al ámbito doméstico y al ámbito mer-cantil

42.

Este es un análisis que denominamos “integrador” porque es fruto de la utilización de una estrategia concreta basada en la

CONCILIACIÓN de estos dos espacios. Si

recordamos, en el discurso convencional los mercados y los hogares aparecían separa-dos y con una desigual carga valorativa, por lo que desde la EFC se entiende que para poder ponerlos al mismo nivel es necesario recuperar la importancia de las actividades económicas que las mujeres realizan en el ámbito doméstico y visibilizar las razones por las que han permanecidos infravaloradas.

Para ello, se propone la utilización de un concepto de TRABAJO más amplio, que

abarca tanto las actividades mercantiles re-muneradas, como las no remuneradas. Es decir, se entiende que trabajo es toda aque-lla actividad que puede ser delegada en una tercera persona

43. Asimismo, comienzan a

que parte de los enfoques radicales o re-

productivos. 42

En el caso del enfoque producción-

reproducción, se concede la misma impor-

tancia a la producción asalariada que a la

organización social de la reproducción hu-

mana: dos subsistemas que están presentes

en todas las sociedades y cuya conjunción

permite la reproducción social. Este es un

enfoque que queremos resaltar puesto que

supone un enfoque de transición hacia la

Economía Feminista de la Ruptura al situar

como elemento central de análisis la inter-

conexión entre ambos espacios. 43

Para recuperar las actividades de las muje-

res en el ámbito doméstico y acabar con su

infravaloración, se utiliza un concepto de

trabajo que va más allá del ámbito mercan-

til y que se basa en “el criterio de la tercera

persona”. De acuerdo a ello se considera

que trabajo son todas aquellas actividades

que culminan en un producto acabado,

identificable y que pueden ser delegadas a

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29

utilizarse una serie de nociones nuevas pro-cedentes del análisis feminista que permiten desvelar las connotaciones de género implí-citas en el hecho de que unas actividades sean valoradas socialmente y otras no:

LA DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJOes un concepto que se utiliza para visibi-lizar la distribución estructural del trabajo en función del sexo y la adscripción de las mujeres a las tareas menos valora-das. Las implicaciones de este desigual reparto por género son evidentes en el mercado de trabajo, manifestándose en una menor tasa de actividad femenina, menores tasas de ocupación, mayores tasas de parcialidad y mayor temporali-dad en sus contratos. Ello implica no sólo una menor posibilidad de autonomía fi-nanciera y de acceso al bienestar mate-rial para las mujeres, sino también una menor posibilidad de acceder a la liber-tad de toma de decisiones asociadas a la tenencia de salario en una sociedad de mercado.

El concepto de FAMILIA NUCLEAR TRADICIONAL pretende describir la

concreción micro de dicha estructura en la familia como unidad básica de convi-vencia y decisión. Así, hace referencia a la división de roles HOMBRE GANA-DOR DE INGRESOS / MUJER AMA DE CASA como modo de organización social

que ha ido de la mano de la desvaloriza-ción e invisibilización del trabajo domés-tico, y de una visión de la mujer como dependiente de los ingresos del hombre. Una estructura familiar que se desvela como elemento clave para que siga ga-rantizándose la reproducción sin que los hombres vean alterada su disponibilidad para el mercado laboral y que actúa co-mo “norma”, es decir, que se fomenta y

una tercera persona (a cambio o no de un

salario). De acuerdo a este criterio, tanto el

empleo como las tareas domésticas no re-

muneradas se consideran trabajo. Es decir,

el trabajo doméstico se valora porque se

equipara al trabajo mercantil.

se penaliza si la gente se desvía; pero que no tiene por qué responder a la realidad familiar.

Pero la intensidad y discriminación con que las mujeres asumen el trabajo do-méstico no remunerado en mayor medi-da que los hombres no sólo depende del predominio de tales valores patriarcales sino que, de modo directo, también de-pende de la existencia de medios mate-riales que posibilitan un reparto igualitario de los usos del tiempo. De esta forma, el foco de atención teórica se traslada des-de el análisis del TRABAJO TOTAL de

las mujeres hacia el análisis del TIEMPO TOTAL DE TRABAJO. Un cambio de mi-

rada que permite reflejar la DOBLE PRESENCIA de las mujeres en el mer-

cado y en el hogar, haciendo hincapié no en la acumulación de las dos jornadas, sino en la obligación que tienen de ase-gurar su presencia en ambos espacios de forma simultánea (Pérez, 2006). Podemos comprobar, por tanto, que a

partir de la inclusión de estos conceptos al análisis, la EFC se distancia de los esque-mas sesgados de los enfoques androcéntri-cos que sólo atendían a la parte monetizada de la realidad económica. No obstante, no se cuestiona la importancia de los mercados para la economía por lo que éstos siguen es-tando en el centro del análisis. Y esta es una cuestión fundamental porque la forma parti-cular de mirar la economía que tiene la EFC hace que se otorgue una importancia clave a los aspectos mercantiles como el empleo y las condiciones laborales, las propiedades, el crédito, las remesas, etc.

Pero obviamente, esta forma de mirar también impide ver otros aspectos no mer-cantiles y que son propios del ámbito priva-do/doméstico; es decir, aunque en el análisis de la EFC sí se incluya la esfera doméstica, ésta no importa en sí misma por su especifi-cidad

44 y las relaciones de poder que operan

44

No se tiene en cuenta que el ámbito domés-

tico tiene unos elementos distintivos de ca-

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30

en ella, sino que se recupera en tanto en cuanto se asimila al mercado.

B. ECONOMÍA FEMINISTA

DE LA RUPTURA (EFR)

Desde la ECONOMÍA FEMINISTA DE LA

RUPTURA se considera que la invisibilidad de

los “otros” femeninos en el discurso conven-cional (como el trabajo doméstico, los hoga-res…) no es un mero sesgo u olvido sino que se trata de un factor intrínseco para que exista “lo mismo”, para que sea posible una estructura mercantil masculinizada. Por esta razón, se apuesta por no conceder el mismo valor analítico a esferas económicas que en el discurso convencional aparecían separa-das (mercantil/doméstica), sino que se opta por centrarse en el elemento que las tras-

ciende y las contiene: LA SOSTENIBILI-DAD DE LA VIDA (SV).

Como señala Carrasco (2009:183), el concepto de SV “representa un proceso his-tórico de reproducción social, un proceso complejo, dinámico y multidimensional de satisfacción de necesidades en continua adaptación de las identidades individuales y las relaciones sociales, un proceso que debe ser continuamente reconstruido, que requie-re de recursos materiales pero también de contextos y relaciones de cuidado y afecto, proporcionados éstos en gran medida por el trabajo no remunerado realizado en los ho-gares […] Un concepto que permite dar cuenta de la profunda relación entre lo eco-nómico y lo social, que sitúa a la economía desde una perspectiva diferente, que consi-dera la estrecha interrelación entre las diver-sas dimensiones de la dependencia y, en de-finitiva, que plantea como prioridad las con-diciones de vida de las personas, mujeres y hombres”.

Por tanto, la idea que subyace a esta no-ción de SV es desvelar los procesos funda-mentales de la dinámica socioeconómica y

rácter emocional en torno a los afectos, la

culpabilidad, la norma social, la frustra-

ción, etc. que difícilmente pueden encon-

trar sustituto en el mercado.

centrarse explícitamente en la forma en que cada sociedad satisface sus necesidades. Ello implica:

Desplazar a los mercados del núcleo del análisis y situar en él a las personas (no como individuos aislados sino en térmi-nos de aprovisionamiento social).

Desplazar el interés por las necesidades que implican la producción de mercan-cías y de beneficios, y pasar a interesar-nos por la satisfacción social de las ne-cesidades humanas. Ello conlleva a su vez una comprensión amplia de las NE-CESIDADES, entendiendo que no son un

elemento biológicamente determinado sino que se construyen y expresan so-cialmente y que se ven afectadas por re-laciones de poder.

Considerar como TRABAJO toda aquélla

actividad destinada PRECISAMENTE a

la satisfacción de tales necesidades, es decir, destinada a la gestión cotidiana de nuestra vida en las facetas material, afectiva y relacional. Esta es una cues-tión fundamental porque desde este pun-to de vista la visión sobre la dependencia se amplía, reconociendo que se trata de un proceso social en el que todas las personas somos inter y eco-dependientes. La centralidad de la SV conlleva, al fin y

al cabo, desvelar el conflicto social existente entre la lógica de la acumulación del capital y la lógica de la reproducción de la vida de las personas. Frente a ello, la apuesta se si-túa en reclamar una lógica ecológica del cui-dado que permita gestionar nuestra interde-pendencia en condiciones de equidad. Como señala León (2009a:1) “no se trata sólo de desplazar el control o las decisiones de un grupo hegemónico a otro, ni siquiera sólo de ‘desprivatizar’ esas decisiones, sino de afrontar transformaciones de fondo que lle-ven de una economía centrada en la acumu-lación y la tiranía del mercado, hacia una orientada a la sostenibilidad de la vida, la justicia y la democracia. Esto supone cam-bios en la matriz productiva, en las visiones y

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31

políticas acerca de quiénes y cómo hacen economía, de qué y cómo producir, qué y cómo consumir, de cómo, en última instan-cia, reproducir la vida”.

En este punto es necesario señalar que la EFR no pretende realizar un análisis abs-tracto de los procesos económicos cuyos re-sultados sean universalizables para todas las mujeres, sino que lo que se propone es la construcción de “conocimientos situados”, es decir, afirmaciones históricas y cultural-mente localizadas que busquen la visualiza-ción parcial de procesos concretos (Pérez, 2006): la crisis de los cuidados en el contex-to occidental, las experiencias andinas en torno a la noción del “buen vivir/ vivir bien”, etc.

III. HERRAMIENTA METODOLÓGICA

A la luz de la presentación de algunos de

los rasgos definitorios de la EFC y la EFR es posible identificar que ambas corrientes par-ten de niveles de discurso diferentes. Sin embargo, este distinto nivel de análisis no los convierte en discursos excluyentes sino más bien complementarios. Y nuestro objeti-vo con la herramienta de recogida de infor-mación y de análisis que presentamos a con-tinuación es, precisamente, facilitar y guiar esta reflexión teórica para encontrar las si-nergias entre las propuestas más integrado-ras y aquéllas más rupturistas, y aprovechar las complementariedades que surjan a la ho-ra de afrontar los retos actuales en materia de derechos económicos de las mujeres en los distintos contextos.

La herramienta está dividida en dos blo-ques. El primero se compone de preguntas que sirven para contextualizar el análisis en un lugar y momento concreto. El segundo bloque ahonda en el discurso de cada orga-nización, primero a nivel de posicionamiento político-económico, después a nivel de enfo-que y, por último, a nivel de las propuestas concretas en materia de derechos económi-cos de las mujeres. Es necesario señalar

que las formulaciones45

que se presentan a continuación no siempre se han planteado de manera textual en las entrevistas ya que nuestro interés ha radicado en recoger el flu-jo de la información particular de cada per-sona entrevistada, además de captar aspec-tos no previstos en el guión y que surgen de la espontaneidad de la conversación.

Por esta misma razón, los análisis co-rrespondientes a cada país que aparecen recogidos en el capítulo 3, no siempre van a hacer referencia a todas y cada una de estas preguntas puesto que, en muchas ocasio-nes, esta herramienta ha supuesto un sopor-te metodológico a la hora de recoger la in-formación de cada organización y no un cuestionario estricto.

45

Inspiradas en las preguntas planteadas para

preparar el debate sobre los fundamentos

de economía feminista del seminario- taller

de Economía Feminista, Universidad Com-

plutense de Madrid, 12-13 de mayo de

2011: www.economiacritica.net/?p=224

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32

HERRAMIENTAS DE RECOGIDA Y ANÁLISIS DE INFORMACIÓN

1. ANÁLISIS DEL CONTEXTO EN MATERIA DE PROMOCIÓN Y DEFENSA DE

LOS DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES

Principales avances y desafíos que es-tán enfrentando las mujeres en el ejerci-cio de sus derechos económicos en el país.

Principales leyes y normas al respecto.

¿Está el movimiento de mujeres/ femi-nista del país construyendo un discurso propio en los temas económicos? ¿Se está llevando a cabo un proceso de “al-fabetización económica” dentro del mo-vimiento? ¿O se está “haciendo deja-dez” en esta materia considerando a las economistas feministas como las “ex-pertas” a las que consultar?

¿Existen redes entre el mundo aca-démico y el movimiento para la polí-tica y/o para la generación de cono-cimiento en materia de economía y derechos económicos?

¿Existe diálogo con otras perspecti-vas económicas críticas (Economía marxista, Economía solidaria, Eco-nomía Ecológica, etc.) para la pro-moción de los derechos económicos de las mujeres? ¿Y con la economía ortodoxa como una vía para tener mayor impacto en las políticas públi-cas?

2. ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS Y PRÁCTICAS DE LAS ORGANIZACIONES

2.1. POSICIONAMIENTO POLÍTICO-ECONÓMICO

¿Se definen explícitamente como una organización feminista o una organi-zación de mujeres que trabaja “con enfoque de género”? es decir ¿Se plantean la política en sentido amplio o sólo a través de políticas públicas?

¿Qué sujeto político-económico consti-tuye el núcleo de su discurso teórico y de sus propuestas?:

¿Su discurso parte de la escisión fé-rrea hombre/mujer o prestan atención real a las diferencias intra-géneros?

¿Hablan del sujeto homogéneo “mujer” o prestan atención a la diversidad en-tre “mujeres”?

¿Qué importancia otorgan a otras opresiones basadas no sólo en se-xo/género, sino también en la edad, la etnia, la clase socio-económica, la di-versidad funcional y sexual, las creen-cias religiosas, la vida con enferme-dad crónica, la nacionalidad, el país donde se habita…?

¿Qué ejes de desigualdad reciben ma-yor atención? ¿Y cuáles están más desatendidos?

¿Cuestionan el sistema económico actual? En caso afirmativo, ¿cuáles son los puntos más relevantes en este cuestionamiento? ¿Qué alternativas proponen?

¿Consideran que la igualdad de géne-ro es posible dentro del sistema capi-talista y hay que defenderla porque es beneficiosa para el sistema (en el sen-tido de que implica un pleno aprove-chamiento del capital humano y cui-dador de todas las personas)? ¿O consideran que la desigualdad es im-prescindible para el capitalismo y por tanto, nunca se alcanzará la igualdad dentro de los márgenes del sistema?

¿Cuestionan el paradigma del desa-rrollo humano como discurso domi-nante en torno al desarrollo? En caso afirmativo ¿cuáles son los puntos más relevantes en este cuestionamiento? ¿Qué alternativas proponen?

¿Cómo entienden la pobreza? ¿Sólo de ingresos o más allá? ¿De manera individualizada o colectiva? ¿Se tie-nen en cuenta las dinámicas de géne-ro re-productoras de la pobreza?

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33

2.2. ENFOQUE EN MATERIA ECONÓMICA

¿Qué entienden por economía?

¿Sitúan a los mercados como centro del análisis y objeto de sus iniciativas? ¿Qué papel otorgan a la esfera reproductiva? ¿Y al Estado?: ¿Los abordan como esferas se-paradas o tratan de superar estas divisiones a partir de otros términos? Es decir, ¿hablan de sostenibilidad de la vida humana? ¿de si-tuar a las personas en el centro?

¿Qué lugar ocupan en su discurso las nece-sidades de las personas? ¿Las sitúan en el centro de su discurso? ¿Dónde sitúan la responsabilidad de su satisfacción? ¿sobre las personas a nivel individual o debe existir una responsabilidad social? ¿Las entienden como multidimensionales? ¿En qué senti-do? ¿Hablan de garantizar la satisfacción de necesidades básicas en materia de alimen-to, salud y educación, etc., o hablan de sa-tisfacer el conjunto de necesidades huma-nas donde también tienen cabida las emo-ciones, las relaciones, el sexo, etc.?

¿Cómo enfocan la autonomía de las perso-nas? ¿Hablan de interdependencia o de de-pendencia?

¿Qué entienden por trabajo? ¿Entienden que es toda actividad que pueda ser desa-rrollada por una tercera persona a cambio de un salario? ¿O dan una definición más abierta del tipo “actividad de creación y ge-neración de vida”?

¿Qué entienden por cuidados? ¿Hablan de “trabajo de cuida-dos” necesario para cubrir “de-pendencias” concretas por en-fermedad, edad, etc.? ¿O ha-blan de una lógica del cuidado necesaria para la sostenibilidad de la vida?

¿Qué entienden por empodera-miento y/o autonomía económi-ca de las mujeres? ¿Cómo co-nectan los niveles micro, meso y macroeconómico?

¿Desde qué punto de vista ana-lizan los Derechos Económicos de las mujeres? ¿Los enmarcan en lo convencionalmente enten-dido como económico (acceso y control de recursos monetarios: empleo y salario, crédito, pro-piedad de tierra, vivienda, etc.) o los consideran como un “todo” que tiene que ver con la capaci-dad de satisfacción de todas las necesidades humanas, materia-les e inmateriales?

¿Cuál es el límite que estable-cen entre los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, sexuales y reproduc-tivos, etc.?

2.3. PROPUESTAS CONCRETAS EN DERECHOS ECONÓMICOS DE LAS MUJERES

¿Cómo promueven el empoderamien-to/ autonomía económica de las muje-res? ¿Tratan sólo de ampliar las op-ciones laborales y de generación de ingresos? o ¿tratan de ampliar sus “opciones”, sus “capacidades” para que participen en las “tomas de deci-siones” de forma libre y autónoma?

¿El acceso a qué tipo de bienes y re-cursos económicos promueven? ¿Recursos “convencionales” como el empleo, el salario, el crédito, las pro-piedades…? ¿O hablan y promueven otro tipo de recursos intangibles como el cuidado, la solidaridad, los saberes ancestrales, etc.? ¿Cómo lo hacen?

¿En qué medida inciden sobre la divi-sión sexual del trabajo y los roles his-tóricamente asignados a las mujeres?

¿Cómo promueven la satisfacción de las necesidades humanas de distinto tipo?

¿En qué medida sus propuestas su-ponen, por tanto, alternativas al mode-lo económico neoliberal y al sistema patriarcal? ¿Apuestan verdaderamente por poner la lógica del cuidado y la sostenibilidad de la vida frente a la del capital? En caso afirmativo ¿cómo combinan el cambio estructural con las medidas que den respuestas inmedia-tas a las necesidades de las mujeres?